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ANARQUIA

El anarquismo es una filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del
Estado entendido como gobierno, y por extensión, de toda autoridad, jerarquía o control
social que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y nocivas.
[1] [2] Sébastien Faure, filósofo anarquista francés, dijo: «Cualquiera que niegue la
autoridad y luche contra ella es un anarquista». Bajo una formulación tan simple, pocas
doctrinas o movimientos han manifestado una tan gran variedad de aproximaciones y
acciones, que no siempre fueron bien entendidos por la opinión pública. Históricamente
hablando, el anarquismo se centra en general en el individuo y en la crítica de su relación
con la sociedad, su objetivo es el cambio social hacia una futura sociedad, en palabras de
Proudhon, «sin amo ni soberano».

No existe acuerdo académico en cuanto a una taxonomía de las corrientes anarquistas;


algunos hacen una distinción entre dos líneas básicas de pensamiento, individualistas y
comunistas;[4] también es común señalar las cuatro corrientes más importantes, el
anarquismo individualista, mutualismo, anarquismo comunista y anarcosindicalismo, y
según algunas fuentes, también el colectivismo.

Con movimientos precursores desde la antigüedad, el punto de partida del debate


doctrinal sobre un pensamiento anarquista moderno se remonta a finales del siglo XVIII,
en la obra de William Godwin,[6] aunque el anarquismo se desarrolla en el siglo XIX a
través de distintas corrientes, dándose algunas de las experiencias libertarias más
significativas a lo largo del siglo XX.[7] Tras el declive del anarquismo como movimiento
social en la década de 1940, las ideas anarquistas han sido recuperadas y reelaboradas por
estudiosos y pensadores, y han estado continuamente insertadas en multitud de doctrinas
y movimientos contemporáneos, especialmente tras su emergencia en el contexto de los
movimientos estudiantiles y antiautoritarios de la década de 1960.
INDICE/TEMARIO

# 1 Etimología
# 2 Corrientes principales de
pensamiento
* 2.1 Anarquismo individualista
* 2.2 Mutualismo
* 2.3 Anarquismo comunista
* 2.4 Anarcosindicalismo
# 1 Etimología

La palabra «anarquía» deriva del griego «ἀναρχία» («anarkhia»),[9] y está compuesta del
prefijo griego αν (an), que significa «no o sin», y de la raíz arkhê, (en griego αρχn,
«origen», «principio», «poder» o «mandato»). La etimología del término designa, de una
manera general, aquello desprovisto de principio director y de origen. Esto se traduce por
«ausencia de apriorismo», «ausencia de norma», «ausencia de jerarquía», «ausencia de
autoridad»,[14] o «ausencia de gobierno».

Los términos «anarquía» y «anarquista» fueron usados libremente, en un sentido político,


durante la Revolución francesa, en términos de crítica negativa, relacionados con los
abusos empleados por varios partidos para dañar a sus oponentes; así tanto los Enragés,
que desconfiaban del poder excesivo como Robespierre, que lo buscaba, fueron tachados de
anarquistas. Este sentido negativo cambió cuando Pierre Joseph Proudhon publicó ¿Qué
es la propiedad? (1840), el libro que le estableció como un pionero del pensamiento
libertario. Tras responder al título («la propiedad es un robo»), el autor se convierte en el
primer hombre que se autodeclara anarquista y precisa que es lo que entiende por
anarquía: «una forma de gobierno sin amo ni soberano».

# 2 Corrientes principales de pensamiento

Según la Enciclopedia Oxford de Filosofía, no hay una sola posición definida que todos
los anarquistas mantengan, y lo más que tienen en común los que son tenidos por
anarquistas es un cierto aire de familia. Las posturas anarquistas pueden ser de carácter
global, predicando una revolución y cambio total de la sociedad, o más restrictivas,
centrándose en unidades pequeñas y cambios parciales.

Es generalmente aceptado que el punto de partida del debate doctrinal sobre un


pensamiento anarquista moderno se remonta a finales del siglo XVIII, en la obra de
William Godwin Enquiry Concerning Political Justice and its Influence on Modern
Morals and Manners (1793), aunque el primer autor en autodenominarse anarquista fue
Pierre-Joseph Proudhon.

Las fuentes académicas no se ponen de acuerdo en cuanto a la taxonomía de las corrientes


anarquistas. Algunas hacen una distinción entre dos líneas básicas de pensamiento,
individualistas y comunistas,[4] con Max Stirner y Piotr Kropotkin como figuras
representativas de ambas ideologías, situando entre ambos extremos del espectro
anarquista otras corrientes clásicas, como el mutualismo de Pierre-Joseph Proudhon y el
colectivismo de Mijaíl Bakunin. También es común como forma de clasificación señalar
las cuatro corrientes más importantes, que son el anarquismo individualista,
mutualismo, anarquismo comunista y anarcosindicalismo, y según algunas fuentes,
también el colectivismo.
* 2.1 Anarquismo individualista

El término individualismo abarca numerosas corrientes, doctrinas y actitudes cuyo


factor común es la prioridad del individuo sobre cualquier determinante externo. Tuvo su
origen en la Francia post-revolucionaria, señalando la disolución de los lazos sociales;
continuó en el romanticismo alemán, centrado en la unicidad y original individual; en
Inglaterra fue contrastado con el colectivismo, refiriéndose a la iniciativa y
autosuficiencia y asociándose al liberalismo en las esferas económica y política.

El anarquismo individualista o anarcoindividualismo alude a un grupo de ideologías que


tienden a manifestarse más como corrientes filosóficas y literarias que como movimientos
sociales. Además de la exaltación de la experiencia y la búsqueda individuales tienen
otros principios en común: la elevación del individuo sobre toda clase de construcción o
realidad social y exterior: moralidad, ideología, costumbres, religión, metafísica, las ideas
o la voluntad de otros; el rechazo y reservas hacia la idea de revolución, prefiriendo un
desarrollo gradual de la sociedad para alcanzar la anarquía; el punto de vista de que las
relaciones con otras personas o grupos deben ser libremente contratadas, en propio interés
y pueden ser tan transitorias y sin compromisos como se desee.

El egoísmo del pensador alemán Max Stirner (1806-1856) sostiene que los individuos
deben hacer aquello que desean, sin hacer caso a Dios, Estado o regla moral algunos. Para
Stirner, los derechos naturales son falacias, rechazaba todas las instituciones sociales y
nociones metafísicas, y sostenía que la sociedad en verdad no existía, sólo los "individuos
y su realidad", refiriendo la propiedad por la fuerza al derecho moral. Defendía la auto-
afirmación y preveía «asociaciones de egoístas» relacionándose entre sí mediante el
respeto mutuo, y sostenía que no hay motivos racionales de cualquier persona a reconocer
ninguna autoridad por encima de su propia razón, o ninguna meta antes que su propia
felicidad. El pensamiento de Stirner es considerado a menudo como el origen del
anarquismo individualista, aunque la radicalidad de sus postulados dejaba poco margen
al desarrollo de propuestas constructivas.

Entre los principales individualistas anarquistas europeos se encuentran los franceses


Albert Libertad, Anselme Bellegarrigue (autor del Manifeste de l'Anarchie, 1850), Émile
Armand y Han Ryner, el ruso Lev Chernyi, el italiano Renzo Novatore y el
escocés/alemán John Henry Mackay.

El anarquismo individualista estadounidense del siglo XIX enfatizó fuertemente el


principio de no-agresión y la soberanía individual.

El Liberty, publicado por Benjamin Tucker, fue instrumental en el desarrollo y


formalización del anarcoindividualismo en Estados Unidos. En su cabecera, una cita de
Proudhon: «La Libertad no es la hija, sino la madre del orden».
Algunos individualistas estadounidenses, como Henry David Thoreau (1817-1862), no
solo rechazaron el Estado, sino toda asociación organizada de cualquier tipo, invocando
la autosuficiencia individual completa.

Aunque Thoreau fue ignorado en su tiempo, su tratado Desobediencia civil (Civil


Disobedience) influyó fuertemente en figuras políticas del siglo XX, como Mahatma
Gandhi. Josiah Warren (1798-1874) incidió en su «teoría del valor-trabajo», abogando por
un sistema de «comercio equitativo», en la que el intercambio de bienes entre
«productores», individuales o asociados, se diera en base al «tiempo de trabajo» dedicado
a su elaboración; entendía las ganancias obtenidas sin trabajo –el interés del
prestamista- como explotación. Lysander Spooner (1808-1887) se situó en la tradición de
la «ley natural», denunciando la teoría contractual del estado y el daño que los
monopolios estatales sobre la tierra y el dinero hacían al país.

Nota de intercambio de trabajo de la Cincinnati Time Store, extraída del libro Equitable
Commerce (Comercio equitativo), de Josiah Warren, (1846).

Benjamin Tucker (1854-1939) desarrolló el anarquismo individualista en una serie de


artículos recopilados en Instead of a Book (1893). Su principio básico era que cada
individuo debía disfrutar del máximo de libertad compatible con una libertad igual para
los otros, implicando en particular derechos ilimitados para adquirir y disponer de bienes
en el mercado. Como Warren, Tucker consideraba sus ideas como socialistas, aunque
estaba comprometido con la idea de un mercado libre, que no había sido posible por la
distorsión producida por los monopolios, de los que responsabilizaba altamente al
gobierno. En la tradición americana hay una aserción del valor de la propiedad privada;
Tucker y otros «anarquistas bostonianos», influenciados por Warren y la teoría del valor-
trabajo, consideraban que la propiedad de la tierra es justificable cuando el poseedor la
esté utilizando.

Como Spooner, Tucker atacó los monopolios creados por el estado, especialmente sobre la
tierra y el dinero; sin estado, cada persona podría ejercitar su derecho a proteger su propia
libertad, utilizando los servicios de una asociación privada de protección si fuera
necesario.
* 2.2 Mutualismo

El mutualismo surge con las ideas del francés Pierre-Joseph Proudhon (1809–1865), que
imaginaba una sociedad en la cual cada persona pudiera poseer los medios de producción,
individual o colectivamente, el intercambio de bienes y productos se produciría a través
de una forma ética de negociación o regateo, en la que cada parte buscaría tan solo un
equivalente de lo que ofrecerían.Ha sido contemplado por algunos autores como un punto
intermedio entre las versiones individualistas y comunistas del anarquismo.

Yo creo que ni el trabajo, ni la ocupación, ni la ley, pueden engendrar la propiedad, pues


ésta es un efecto sin causa. ¿Se me puede censurar por ello? ¿Cuántos comentarios
producirán estas afirmaciones?

¡La propiedad es un robo! ¡He aquí el toque de rebato del 93! ¡La turbulenta agitación de
las revoluciones!...

Proudhon, ¿Qué es la propiedad? (1840)

Para Proudhon, que conocía a Marx y Bakunin, la tesis del capitalismo garantiza la
libertad aboliendo la igualdad, mientras la antítesis comunista sufre la contradicción
opuesta; aplicando la dialéctica hegeliana en su libro Sistema de las contradicciones
económicas o filosofía de la miseria (1847), señaló que sólo con la síntesis del mutualismo
se pueden resolver estas contradicciones, lo que provocó la ruptura de Marx con
Proudhon, expresada en su escrito crítico Miseria de la filosofía (1847).

Proudhon afirmó que la propiedad es un robo, entendiendo como "propiedad" el mal uso o
abuso de objetos en el sentido de explotación, mientras que entendía la "posesión" como
el uso legítimo de un objeto. Proudhon se opuso tanto a la propiedad capitalista como a
la colectiva, porque siempre "abusa" y "roba" de los individuos. Su principio consiste en
que cada persona debe poseer sus medios de producción (herramientas, tierra, etc.) ya sea
individual o colectivamente, pero debe ser remunerado por su labor, eliminado el
provecho y la renta, lo que asegura un alto grado de igualdad. Esta teoría del valor-
trabajo, que compartía con los individualistas, postula que cuando el trabajo o sus
productos son intercambiados o vendidos, deben recibirse bienes o servicios incorporando
"la cantidad de trabajo necesario para producir un artículo de la misma e igual utilidad".

Una sociedad mutualista consistiría en una economía de libre intercambio entre


productores, en la que la producción sería llevada a cabo por artesanos y campesinos
autónomos, pequeñas cooperativas de productores, negocios pequeños, empresas grandes
controladas por los trabajadores y cooperativas de consumidores, porque de otro modo,
"se establecerían relaciones entre subordinados y superiores, de lo que se seguirían dos...
castas de amos y obreros asalariados, lo cual repugna a una sociedad libre y
democrática". Todos los productores obtendrían el producto completo de su trabajo y por
lo tanto los intercambios serían de trabajo por trabajo, sin que hubiese lugar para
márgenes o plusvalías, rentas, intereses o beneficios derivados del capital. Todas las
asociaciones entre individuos serían de carácter voluntario y libres.

Proudhon tenía también ideas sobre la educación del proletariado, y lanzó un proyecto
para un banco del pueblo, que realizaría préstamos a los productores a un interés mínimo,
cubriendo solamente sus costes de administración. A pesar de las fallas prácticas de los
experimentos de Proudhon, sus discípulos franceses tuvieron un papel influyente en los
primeros años de la Primera Internacional, antes de que las tesis mutualistas fueran
desplazadas por el colectivismo de Bakunin.

* 2.3 Anarquismo comunista

teóricos del comunismo anarquista. Inspirado por teorías sociales evolucionistas, en vez
de glorificar la competición, como la mayoría de los darwinistas sociales, Kropotkin
entendía que la cooperación es la clave del éxito evolutivo, y que los seres humanos eran
la especie de mayor éxito por su capacidad de cooperar efectivamente; de ese modo,
Kropotkin creía que el último estadio evolutivo en las sociedades humanas era una vida
social donde la competición no existiría y la gente cooperaría en igualdad de términos,
libre y naturalmente. En su libro Palabras de un rebelde (1885), llamó a la abolición de la
propiedad privada a través de la "expropiación del total de la riqueza social" por el
pueblo mismo.En La conquista del pan (1888), planteaba que la ruptura con la propiedad
privada conduciría a la anarquía; «La anarquía conduce al comunismo, y el comunismo a
la anarquía, y una y otro no son más que la tendencia predominante en las sociedades
modernas, la búsqueda de la igualdad.» Kropotkin argumentaba que no hay ninguna
forma valida o hay poco margen para medir el valor de la contribución económica de una
persona, debido a que «cada descubrimiento, cada progreso, cada aumento de la riqueza
de la humanidad, tiene su origen en la conjunción del trabajo manual e intelectual del
pasado y del presente. Entonces, ¿con qué derecho alguien se apropia de la menor parcela
de ese inmenso todo y dice: Esto es sólo mío y no de todos?»; también abogaba por que la
economía se coordinara a través de una red horizontal de asociaciones voluntarias, en la
cual los bienes serían distribuidos de acuerdo a las necesidades del individuo, en vez de en
función del trabajo. Los individuos y comunidades dispondrían del uso y control de
cualquiera de los recursos que necesitasen, «dejando a cada uno la libertad de consumirlos
como ellos lo deseen en sus propias casas».

«Nuestro destino es llegar a ese estado de perfección ideal en que las naciones no tendrán
ya necesidad de hallarse bajo la tutela de un gobierno o de otra nación; es la ausencia de
gobierno, es la anarquía, la más alta expresión del orden.» Elisée Reclus (1830-1905), uno
de los primeros anarcocomunistas franceses.
Según explicaba Sébastien Faure en su Enciclopedia anarquista (1934), el comunismo
tiende a sustituir el sistema de explotación capitalista por una forma de sociedad
igualitaria y fraterna, sobre la base de la abolición de la propiedad privada de los medios
de producción, el dinero y el trabajo asalariado, y la puesta en común de todos los medios
de producción y de todos los productos. Cada individuo y grupo sería libre de contribuir a
la producción y satisfacer sus necesidades, basadas en sus propias elecciones; los sistemas
de producción y distribución serían manejados por sindicatos y asociaciones de
productores, así como por cooperativas y asociaciones de consumidores. Faure
diferenciaba dos tipos de comunismo: el autoritario, que precisa del mantenimiento del
Estado y las instituciones que conlleva, y el comunismo libertario, que implica su
desaparición.

El punto de vista anarcocomunista de la naturaleza humana es opuesto al egoísmo de


Stirner y los individualistas, y presupone que las personas trabajarían sin necesidad de
incentivos materiales y que, en ausencia de la propiedad privada, el problema del crimen
disminuiría hasta tal punto que podría ser abordado informalmente, sin recurrir a un
aparato legislativo. Esta teoría ha sido entendida por muchos como una forma de
utopismo, aunque los anarcocomunistas aducen que ninguna sociedad humana habría
podido sobrevivir a menos que la gente sea cooperativa y altruista en un grado
substancial. Sin embargo, no todos los anarcocomunistas tienen una filosofía
comunitaria; algunas formas de anarquismo comunista tienen fuertes influencias de la
ética del individualismo egoísta. Anarcocomunistas como Emma Goldman combinaron
las filosofías de Max Stirner y Kropotkin.
* 2.4 Anarcosindicalismo

El anarcosindicalismo es un movimiento de organización y lucha de los trabajadores a


través de sindicatos autónomos del poder político, resultado de la síntesis del
anarquismo y la acción sindical revolucionaria. Algunos de los teóricos y personalidades
más reconocidos del anarcosindicalismo fueron Rudolf Rocker, Diego Abad de Santillán,
Emilio Arango, Buenaventura Durruti y Ángel Pestaña.

La teoría sindicalista se desarrolló en Francia como un unionismo sindical


revolucionario, que giraba alrededor de la guerra de clases, y que a base de huelgas,
boicots, sabotaje y, donde fuese necesario, violencia personal, luchaba por mejores
condiciones y preparar a los trabajadores para la huelga general revolucionaria que
finalmente acabaría con el capitalismo. Desconfiaban de los partidos políticos, y veían
que la emancipación de la clase trabajadora debía ser alcanzada por la propia clase
trabajadora y sus propias instituciones.

Tanto Proudhon como Bakunin y Kropotkin coincidían en que la revolución anarquista


debería ser espontánea y fluir «de abajo arriba», y no estar sujeta a ningún tipo de
liderazgo susceptible de evolucionar en un nuevo gobierno. Una de las estrategias de
subversión y cambio revolucionario del anarquismo fue la propaganda por los hechos, que
Malatesta entendía como el fomento de rebeliones locales que sirvieran de modelo y
estímulo para las masas. En las décadas finales del siglo XIX derivó en actos individuales
de terrorismo, como el asesinato de líderes políticos (el zar Alejandro II (1881), el
presidente francés Marie François Sadi Carnot (1894), el primer ministro español Antonio
Cánovas del Castillo (1897), la emperatriz Sissi (1898), Humberto I de Italia (1900),
William McKinley (1901), el archiduque Francisco Fernando (1914), etc.) o industriales
prominentes; la injusta asociación popular del anarquista con la violencia no produjo
ningún beneficio para el anarquismo. Enfrentados a la represión consecuente, algunos
anarquistas adoptaron la estrategia sindicalista para despertar el espíritu
revolucionario; los anarcosindicalistas contemplaban el movimiento sindical al mismo
tiempo como un medio para organizar al proletariado para la revolución, y un armazón
alrededor del cual se podía construir la subsiguiente sociedad.

El objetivo revolucionario anarcosindicalista es la conquista de los medios de producción


y distribución por parte de los trabajadores y la abolición del sistema salarial y de las
clases sociales, tras lo cual se reorganizaría la sociedad según los principios federalistas
y de democracia directa, gestionando todas las estructuras políticas y económicas por
parte de los mismos trabajadores, en un planteamiento conocido como autogestión. Esta
oposición al estatismo la explica Rudolf Rocker, uno de los principales pensadores del
anarcosindicalismo, en Anarcosindicalismo (teoría y práctica) de la siguiente manera:

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