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Fragmentos de una entrevista que Lady Rojas Benavente le hizo a Pilar Dughi en diciembre

de 1996. La entrevista aparece en el libro Alumbramiento verbal en los 90. Escritoras


peruanas: signos y pláticas. Lima: Arteidea, 1999: 189-206.

PILAR DUGHI Y SU AMOR LITERARIO

Gestación de la literatura, lecturas e


influencias
LRB: ¿Puedes explicarme, Pilar, cómo se gesta en ti la escritura de la narración y la
evolución que ves desde tu primer libro La premeditación y el azar (1989) hasta el
que acabas de publicar Ave de la noche (1996)?
PD: Conversando con otras amigas, me decían que muchas habían comenzado a
leer literatura en la universidad. En mi familia en cambio, hubo una antigua tradición
de lectura, por generaciones. Mi padre tenía una biblioteca muy buena de literatura.
No me inicié con libros de aventuras, o con colecciones de literatura juvenil. Sino
con los libros de mi padre que yo elegía al azar. La primera historia que leí fue la de
Nietochka Nezvanova de Dostoievski que es una nouvelle, en donde, hasta lo que
recuerdo, se contaba la historia de una huerfanita y me sentía tan conmovida que
lloraba cuando lo leía. Tendría siete u ocho años, me enganché, seguí con El
sepulcro de los vivos que fue una cosa terrible. Empecé con Dostoiewski y acabé
con Dostoiewski. Después, también por azar, encontré un libro que estaba forrado
con papel manteca y era Madame Bovary. No tenía ni idea de quien era el autor,
tampoco me interesaba, por supuesto. Al final del libro de Flaubert, también lloré.
Parece que era muy llorona en esa época. Por ejemplo El jugador y El idiota de
Dostoievski tenían un empaste muy bonito que me atraía. Mi padre hacía
anotaciones con lápiz en los márgenes de las novelas. Asunto que me producía
curiosidad porque eran las opiniones de mi padre sobre tal conducta o tal
personaje, o sobre un diálogo. Aunque ahora no soportaría leer un libro con tantas
anotaciones, en aquella época era como si leyera los libros, y simultáneamente, una
serie de comentarios relativos a la historia. Yo no pensaba igual que mi padre, así
que de paso, mi lectura dialogaba o polemizaba con él. Comencé a leer
compulsivamente cuando estaba en tercero o cuarto de primaria y desde entonces
no paré porque eso era lo que más me gustaba. Yo dejaba a los amigos o no iba al
cine porque me fascinaba leer, era lo más importante para mí. La gente en cambio,
me aburría a morir. Tanto, que tenía que esconderme en la azotea de mi casa para
continuar leyendo, porque mi madre andaba preocupada por mi insociabilidad con
otros niños. Cualquier libro en general, de alguna manera, podía terminar siendo
interesante. Cogí el hábito de tomar un libro y no lo dejaba hasta acabarlo. Mi papá
tenía la costumbre de levantarse a las seis y media de la mañana, salía a trabajar a
las ocho, y dejaba cerrada la biblioteca con llave. No regresaba hasta las nueve o
diez de la noche. Nosotros, los niños, teníamos estantes de libros aparte, pero yo
quería leer los otros libros, los de mi papá. Entonces esperaba despierta hasta las
once o doce de la noche, en que él se iba a dormir, y entonces iba, y sacaba un
libro. Por ejemplo, recuerdo que leí Plexus de Henry Miller que estaba prohibido.
Cuando lo leí, me dije ¿por que lo habrán prohibido? me parecía más suave que los
de Dostoievski. Seguro que ni lo entendí entonces. Pero luego lo leí, otra vez,
muchos años más tarde, cuando ya estaba en la universidad. Y hasta ahora te
puedo decir que no recuerdo ni de qué se trata. En cambio las lecturas de otros
autores, aparecen más nítidas, más cercanas a mi memoria, debe ser, supongo,
porque hay autores indelebles para una.
LRB: Pero cultivabas el interés por la literatura y la ficción.
PD: Un día leyendo algo, de pronto, pensé que tal vez el diálogo podía ser de otra
forma. Entonces me puse a hacer diálogos, pasé de la lectura a la escritura. ¿Por
qué? supongo que era una actividad lúdica, un juego. También tenía la costumbre
de tener un diario que cumplía una función catártica.
…..
LRB: ¿Cómo consideras el paso de La premeditación y el azar a Ave de la
noche?
P.D: Es verdad que existe una evolución entre el primer libro y el segundo, a nivel
del lenguaje. Es un poco más cuidadoso en el segundo, sobre todo en la limpieza de
la edición. A mí me gustan mucho los argumentos del primer libro. Sigo manteniendo
un cierto estilo entre el primer y el segundo texto, los intereses también son los
mismos.
LRB: Viendo tu primer libro a primera vista parece que hay mucha experimentación
formal.
PD: Utilizaba técnicas más variadas. El segundo recurre menos a la profusión
técnica. Noto una evolución, en este sentido.
LRB: Si tendrías que trazar algunas de las líneas temáticas en tu escritura, ¿cuáles
serían?
PD: Creo que la línea que se mantiene en general, es una indagación que cruza los
proyectos personales, con las circunstancias históricas exteriores del mundo. Una
se imagina una vida para sí misma, pero de pronto, una serie de hechos pueden
hacernos cambiar de rumbo fortuita o desafortunadamente. Tal vez el aspecto
temático que tiene continuidad en mi escritura, es la transformación perenne entre
el proyecto de vida imaginado y el contexto que nos rodea y que se impone. Por
eso quizás, algunos personajes parecen estar abrumados por su experiencia
cotidiana. También me interesa muchísimo el trabajo de la construcción del
personaje. La teoría clásica del cuento atribuye gran importancia a la acción y el
tema. Para mí, es importante el personaje. Creo que técnicamente no hay una
buena teoría narrativa sobre la construcción del personaje, eso se trabaja mucho
mejor en el teatro. Los buenos libros y las buenas historias tienen mucho que ver
con lo que los personajes nos han dejado en la conciencia. Puedo no acordarme de
la historia de un libro, pero me acuerdo de Ana Karenina. Puedo no acordarme de la
novela de Mario Bellatin, Damas chinas, la imagen de la historia se ha borrado, pero
me queda la figura del protagonista, un ginecólogo aséptico de movimientos
controlados.

Virginia Woolf y la androginia en la


creación artística
LRB: Para construir a tus personajes ¿tienes preferencias particulares por la edad o
el género o la cosmovisión, qué es lo que te importa?
PD: Sigo lo que indica Virginia Woolf acerca de la androginia en la creación
artística. Creo que un buen artista tiene que ser andrógino. Por ejemplo, yo me
identifico con Ana Karenina. No tiene importancia si el personaje ha sido elaborado
por un autor o una autora. Lo valioso es que ése creador ha tenido el talento
suficiente como para que lectores y lectoras encuentren las identificaciones
suficientes para satisfacerse literariamente. Así, Karenina es un personaje que
elaboró un hombre, teniendo la sensibilidad andrógina necesaria para ser capaz de
colocarse en los sentimientos de la mujer. En el caso de las mujeres autoras,
tenemos que sentir la necesidad de colocarnos en la piel de un hombre, cuando el
personaje es masculino. Tal vez yo he tenido más dificultad de trabajar con la
primera persona, porque tengo que ser mucho más cuidadosa para evitar que se
escapen, contrabandeados, asuntos míos y no del personaje. Bueno, eso también
es muy relativo. A veces los personajes se nos escapan. Y es bueno que eso
suceda, siguen su ley. Lo importante es ser conscientes que existen peligros
técnicos en el proceso narrativo, asuntos prácticos o más complejos. Por ejemplo,
no crear incongruencias en la evolución de un personaje. No puede ser que un día
un tipo honesto, con ética, se convierta súbitamente en un asesino en serie ¿no?
eso tiene que estar sembrado de alguna manera. O por lo menos, dejar la sombra
de la posibilidad. En general, creo que el uso de la primera o tercera personas es
relativo a la historia. No tengo preferencia por los personajes mujeres u hombres.
Creo que puede ser una limitación plantearse de antemano una selección de ese
tipo. Por supuesto que ello depende de la naturaleza del argumento. Marguerite
Yourcenar eligió un personaje hombre, optando por Adriano porque el universo de
las mujeres era más limitado en la época histórica en donde estaba contextualizada
la historia. Ella señala en Apostillas sobre las Memorias de Adriano, que su
selección fue intencional.
La construcción del medio ambiente
LRB: ¿Cómo construyes el medio ambiente, tiene que ver con el contexto peruano,
limeño?
PD: No necesariamente. El motivo evocador puede ser una imagen, una fotografía,
una historia que he escuchado, algo que he leído, una leyenda... Y el contexto
puede ocurrir en diferentes lugares y tiempos, porque en realidad, uno de los
aspectos que más me interesan, son los relativos al personaje, repito. Sin embargo
los ambientes o contextos tienen que ser empáticos para mí. Por ejemplo, no
escribiría por ahora, sobre las comunidades andinas. Es un mundo que en este
momento, veo distante. En cambio la selva me resulta por alguna razón
desconocida, más estimulante. Cuando la cultura resulta distante, necesito un
trabajo técnico muchísimo mayor. Tengo que darle más vueltas al asunto, sentir el
texto, me demoro más, hasta que por fin aparezca el enganche. Eso puede demorar
años. Para mí, tiene que ver más con la empatía personal que con la cuestión
técnica. Puede ser que el contexto no me resulte muy atrayente, pero si la historia
me resulta tremendamente motivadora, entonces trabajo el contexto una y otra vez,
hasta que me resulte satisfactorio, hasta que le encuentre el feeling, como se dice.
Técnicamente hablando, existe cierta ventaja con los textos históricos. Porque hay
una distancia. Una tiene una visión más completa de hechos que ya ocurrieron en la
historia; en cambio, la temporalidad que una está viviendo, siempre tiene muchas
aristas, nuestra visión es más fragmentada.
LRB: En algunos de tus títulos incluyes Londres, Dörtmund, Washington, etc...
PD: Relatos fuera del ámbito peruano requieren otra contextualización. También me
gusta la narración histórica.
….
LRB: Háblame un poco de los títulos. La premeditación y el azar parece muy
reflexivo y Ave de la noche muy poético.
PD: El primero lo elegí yo, y como te decía antes, se refiere a la contradicción entre
los proyectos trazados y la realidad que nos envuelve. El segundo tenía como título
Palabra errante, me daba idea de movimiento, de tránsito, como las historias que
son variadas y tienen diferentes contenidos temáticos. Pero la editorial consideró
que era más comercial Ave de la noche. Yo hice una encuesta entre mis amigos y
se inclinaron abrumadoramente por Ave de la noche, entonces dije, me da igual que
cambien el título del libro. Hubiera sido diferente que cambiasen el título de un
cuento.

Primeras publicaciones e ingreso en la narrativa peruana

LRB: ¿Cómo se inserta tu escritura en la literatura de los otros escritores de


narrativa?
PD: En la de mujeres, me parece que Mariella Sala es el antecedente en los 80. En
la misma época se publicó una novela, Casi Gómez de Marcela Romero, que tuvo
muy poca difusión. No la leí. Cuando publiqué el primer libro pocas eran las mujeres
que participaban en los concursos de literatura. Para mí fue muy importante tener
amigas escritoras. La primera fue Mariella. Yo estudiaba Medicina, pero estaba
inscrita en cursos de Filosofía y de Literatura en San Marcos y en La Católica. Ahí
conocí a personas que escribían y poco a poco comenzamos a frecuentarnos y
conversábamos sobre los mismos tópicos que nos inquietaban como escritores.
Mariella también escribía narrativa, le pasé mis cuentos y hablamos de ellos. Lo
mismo a Luis Fernando Vidal. Y me animaron a publicar. Mi ingreso al circuito de
publicación se produjo recién cuando terminé medicina, trabajaba como médica y
simultáneamente continuaba llevando cursos de letras en la universidad. Me
fascinaba tomar cursos de humanidades por entretenimiento. Necesitaba
oxigenarme de la Medicina y como escribía y leía, fui pensando que el rigor
académico en literatura, tenía valor para mí. El ejercicio intelectual en general, el
discurrir, el especular teóricamente, es algo que me divierte, que me atrae. Antes me
gustaba la crítica literaria sin tener formación en Literatura. Poco a poco me di
cuenta que había una cierta imperfección en mi quehacer literario, necesitaba
sustratos teóricos. Tampoco soy partidaria de la formación académica sensu strictu,
pero desde mi perspectiva, creo que debe haber una intersección entre lo
académico y el trabajo artístico. Sin embargo hay muchos escritores que no han
pasado por la Universidad y tienen un talento extraordinario, pienso en Onetti, por
ejemplo, que ni siquiera terminó la secundaria. O en Henry Miller, Raymond Carver,
en fin. Mi relación universitaria con la literatura, el vínculo académico, fue amical,
nacieron empatías espontáneas, se va construyendo el universo de una subjetividad
común entre las personas. Cuando te encuentras con un escritor que tiene la misma
empatía que tú por la literatura, ahí sientes el imán. Yo ya no pude desprenderme.
Pero independientemente de eso, yo hubiera seguido escribiendo, aunque tal vez
me hubiera demorado más en publicar.

Influencias y el trabajo con el lenguaje


LRB: Entre los escritores peruanos hay excelentes cuentistas, ¿tú te has
alimentado de ellos?, o ¿tienes otras influencias?
PD: Hemingway, Nabokov, Salinger, Malamud, Chejov, Maupassant, Arlt, Onetti, etc;
Borges, y Cortázar como parte de una tradición. Entre los peruanos algunos cuentos
de Ribeyro. Pero no es un escritor que me fascine, especialmente. Ahora estoy
pensando en uno que me parece buenísimo, El joche, de Gálvez Ronceros. Hay
muchos escritores peruanos con gran producción de cuentos, Zavaleta acaba de
publicar dos tomos de ochocientas páginas. Mis influencias deben haber sido tantas
que si enumero los escritores o escritoras que me gustan o que he leído, bueno, es
una lista larga. Mi formación es bastante heterogénea, en cuento, en novela.
Peruana, europea, en fin. Ni yo misma sé cuál más o cuál menos.
LRB: Muchos cuentos de Ribeyro son de corte realista ¿no?
PD: Sí, pero también tiene cuentos fantásticos. A mí me gustan sus cuentos
fantásticos.
LRB: ¿Y utilizas las técnicas de lo fantástico?
PD: En algunos cuentos.
LRB: ¿Qué es lo que te daría la literatura fantástica que no te da la realista?
PD: El extrañamiento, esa sensación de distancia, fuera del mundo material. El
juego de verosimilitud que tiene toda literatura fantástica, me parece un acertijo por
resolver. Pero aparte de eso, también siento atracción por aspectos discursivos en
la narración, por lo que se llama la literatura del conocimiento.
LRB: ¿Podrías elaborar un poco a qué te refieres cuando hablas de la literatura del
conocimiento?
PD: Que el relato trascienda lo que es una simple crónica de sucesos. De episodios
comunes, anecdóticos. Hay escritores que escriben como si estuvieran haciendo
periodismo. La literatura tiene un trabajo de lenguaje, que también es figurativo y
además, si me hace pensar o reflexionar sobre mí, o sobre mi vida, la valoro más.
Para mí eso es parte de la diversión, del entretenimiento. La posibilidad de
abstracción que me da la literatura, a nivel del conocimiento, me enriquece. Eso
depende de cada lector.
LRB: Puedes decir si tu formación académica como psiquiatra, ¿te ayuda en tu
trabajo creador? Cuando hablabas de la mayor opción por los personajes y no por
la acción, me pregunto si te viene de tu formación académica.
PD: Puede ser, no lo considero determinante. Más que la formación académica está
la curiosidad por determinados aspectos de la vida. Me interesan las personas,
cómo viven, qué sienten, qué piensan, por qué hacen tal cosa, qué motivaciones
básicas las empujan a llegar a este lugar, por qué se encontraron aquí, hoy día. No
necesito ser psiquiatra para especular sobre estos tópicos ¿no? Tal vez eso sí me
condujo a estudiar Psiquiatría, pero no fue eso lo que me condujo a trabajar la
Literatura. De todas maneras la medicina te deja una marca de fuego. Quien ha
pasado por la medicina, no la olvida. No creo que exista otra tarea que esté tan
ligada a situaciones fundamentales de la condición humana: el nacimiento, la
enfermedad y la muerte. Pero no es como un periodista. Para el médico, la cercanía
a la vida y a la muerte tiene un fin terapéutico, de transformación o
acompañamiento. No es un espectador o testigo que narra. Es un sujeto que
interviene activamente en los hechos.
Aportes a la literatura peruana
contemporánea: ¿interés por lo
biográfico?
LRB: ¿De qué manera piensas que aportas algo a la literatura peruana
contemporánea?
PD: En realidad no estoy ahora en condiciones de aportar nada a la literatura
peruana, ya se verá. Tampoco es algo que me interese. Una escribe porque lo
necesita y punto. Lo demás viene por añadidura o no viene. A mí me da igual. Creo
que para contestar a una pregunta semejante, se debería ver el conjunto de una
obra, una trayectoria, un tiempo.
LRB: ¿Hay aspectos biográficos o autobiográficos que podrían ser considerados en
tu obra o no son puntos que te interesan?
PD: No son puntos que me interesen, pero definitivamente entre el narrador y el
autor hay una relación, todos los hechos que motivan la historia tienen que ver con
la experiencia diaria y en ese sentido, sí. Pero que me haya interesado contar un
aspecto específico de mi vida, no. A mí lo que me interesa es la calle, lo que pasa
ahí, o lo que ha pasado antes. No parto de una franja de mí misma, parto de mis
franjas en general, tengo como ochenta. Bueno, no me he detenido a pensar en
eso.

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