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Ahora bien, otro de los modelos interpretativos a los que alude y desacredita
Jamenson en su obra es la crítica basada fundamentalmente en la pregunta “¿Qué
significa?”. Este tipo de pregunta esta propiciada por la crítica conocida como “ética”,
que en los tiempos más reciente ha encontrado su punto culminante en el
psicoanálisis. No obstante, sostiene Jamenson, el sistema interpretativo freudiano no
es el indicado para la interpretación literaria de los textos puesto que dicho modelo
gira en torno al deseo, y por ende, gira en torno al sujeto individual, que aislado del
entorno social no es para nada útil. Además, este auto afirma que el deseo como tal,
desde el punto de vista de la interpretación, se encuentra por fuera de la narración
“(…) no tiene contenido, es siempre el mismo en sus momentos cíclicos de
emergencia, y el acontecimiento en cuestión toma una historicidad únicamente en la
medida en que el contexto de la explosión, la naturaleza de ese aparato represivo
particular e histórico, conoce la especificación (…)” (Jamenson Fredric (1989):
Documentos de cultura, documentos de barbarie. La narrativa como acto socialmente
simbólico. Edit. Gráficas Rogar, S. A. España. Pág. 56).
Para continuar, y dejando de lado la crítica por parte de este autor hacia el resto
de los modelos interpretativos, Jamenson postula su teoría interpretativa del
inconsciente político de los textos a partir de la reformulación del sistema de los cuatro
niveles medievales: literal (referente histórico o textual), alegórico (clave alegórica o
código interpretativo), moral (lectura psicológica (sujeto individual)) y anagógico
(lectura política («significado» colectivo de la historia)). Este autor sostiene que los
textos deben tener lugar dentro de tres tipos de horizontes o marcos concéntricos que
marcan el ensanchamiento del sentido del cimiento social de un texto.
Ahora bien, una vez que el artefacto cultura se encuentra situado dentro del
marco del ultimo horizonte, el de la Historia, tanto el texto individual como sus
ideologemas sufren una final transformación y deben leerse en los términos de lo que
Jamenson llama como “ideología de la forma”, es decir, los mensajes simbólicos que
nos transmite la coexistencia de diversos sistemas de signos.