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Vida cotidiana, vida diaria, vida privada, rutina, son términos que de manera frecuente se
usan como sinónimos tanto en el lenguaje no académico como en el académico. Sin
embargo estudiar lo cotidiano, aún de manera costumbrista o descriptiva, representa retos
teóricos y metodológicos relacionados, entre otras cosas, con su entramado, versatilidad,
riqueza y dificultad de delimitar sus fronteras con otros ámbitos de la vida. La
cotidianeidad constituye una perspectiva de conocimiento –diferente a la política, religiosa,
económica u otras-, que implica concepciones teóricas respecto a lo histórico-social y
cuyos referentes empíricos constituyen un universo muy basto.
2. La gente común
Todos los seres humanos tenemos una vida cotidiana. Sin embargo ésta no es igual para
todos pues reviste especificidades dependiendo de la situación social, la edad, el género y
las características culturales del medio en que se desenvuelve la persona. La vida cotidiana
de un alto funcionario gubernamental, es diferente a la de un obrero; la de un joven
estudiante parecerá extraña a la de una mujer consagrada a la vida religiosa; dos madres de
familia, una con esposo de buena posición económica y otra sin esposo, sin duda echaran
mano cotidianamente de prácticas culturales distintas. De ahí que frente a las tendencias
que desde posiciones de dominio buscan uniformizar y borrar las diferencias, se levantan
posturas como la de Michelle De Certeau (1996) quien vio lo cotidiano como las mil
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En tanto que la concepción fenomenológica asigna a los individuos un papel creador y recreador, para
aquellos que conceden un papel determinante a las estructuras sociales, la vida cotidiana sustenta la
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maneras en que los individuos consumen la cultura que les es transmitida, maneras que no
son uniformes y cambian constantemente incluso en el caso de una misma persona. Por su
parte Marsall Sahlins (1995) sostiene que los individuos, a través de sus acciones,
constantemente someten a pruebas empíricas al sistema cultural en el que están insertos.
Los sectores sociales cuya vida transcurre sin grandes altibajos y sin movimientos que
llamen la atención han contribuido a través de su vida cotidiana a actualizar –tanto porque
pone al día como porque pone en práctica- el sistema cultural en que se insertan, con lo que
inciden en la permanencia de algunos de los aspectos y en el cambio de otros. Por ello la
vida de la gente común tiene un papel que debe ser rescatado por la historia. Sin embargo la
memoria selectiva y la distorsión de la historia han sido herramientas utilizadas por el poder
hegemónico, uno de cuyos intereses es negar, excluir o esconder la agencia social e
histórica del hombre común y las mujeres (Lerner, 1997: 206 y 209). ¿Será que los que
detentan el poder no quieren evidenciar la manera en que el hombre común a través de su
vida cotidiana los obliga a cambiar y a adecuarse a sus nuevas necesidades e intereses; o
será que efectivamente la agencia del hombre común no trasciende a las esferas del poder?
Conscientes de que muchos sujetos y aspectos sociales habían sido excluidos de la historia,
algunos investigadores interesados en ellos idearon formas de leer y analizar las evidencias
de manera que les mostraran indicios de los aspectos que les interesaban. Para los
preocupados por la historia reciente el problema de las fuentes es menor, pues además de
que cuentan con mayor número de evidencias, no sólo escritas, sino de diversas clases
–restos materiales de varios tipos, fotografías, etcétera-, encontraron en la historia oral una
forma de construir fuentes de naturaleza distinta a las conservadas por la memoria oficial,
que les permitió rescatar la experiencia histórica en su “variada, dialéctica integridad”. A
través de ella, dan “la palabra a aquellos –grupos, clases sociales e individuos- que estaban
tradicionalmente obligados al silencio o parecían mudos incluso cuando gritaban, dado que
los grupos dominantes se tapaban los oídos y los historiadores al servicio de la corte
declaraban su inexistencia”. La historia oral se convirtió en “la historia de los que no tienen
historia” (Ferraroti, 1991: 22 y 23). Al reunir la memoria autobiográfica con la histórica,
reproducción de las mismas y por tanto carece de significado estudiarla; esta posición ha sido superada por los
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posibilita la incorporación de los marginados al conjunto de la historia de la humanidad ya
que se propone conocer y comprender la experiencia social a partir del recuerdo histórico
personal de lo vivido; (Van de Casteele y Voleman, 1992).
Ante tal perspectiva y con el interés de abordar la vida cotidiana de la gente común
elegí estudiar a los habitantes de Analco, un barrio tradicional de la ciudad de Guadalajara,
Jalisco, México, y las evidencias que privilegié fueron los testimonios proporcionados por
los propios analquenses. Estos muestren la versión e interpretación que el sujeto histórico
hace de sus procesos particulares, con lo que el historiador no sólo echa mano de lo que
otros dicen sobre sus sujetos de estudio. Estas versiones se confrontaron, completaron y se
ubicaron en contexto a partir de las evidencias proporcionadas por fuentes oficiales, tanto
civiles como religiosas.
Las entrevistas para estudiar la vida cotidiana en el barrio de Analco fueron de corte
biográfico pues éstas además de encontrar un primer contexto histórico en la propia vida
del individuo, nos sitúan en su “pequeño mundo”, el que le dio las pautas de cómo
“consumir el sistema cultural en que se inscribe”, es decir, de vivir la vida cotidiana. Entre
las ventajas de utilizar la historia oral en estudios sobre lo cotidiano J.J. Pujadas señala que
permiten “profundizar en el impacto que sobre la vida cotidiana de los individuos tienen las
progresivas modificaciones a nivel de la estructura” y viceversa, “nos introduce en
profundidad en el universo de las relaciones sociales primarias” ya que el relato de vida
permite desplazar el foco de análisis entre las relaciones familiares, las de sociabilidad y las
de trabajo. Además, en los estudios sobre cambio social, ese tipo de relatos constituyen
valiosas evidencias para “conocer y evaluar el impacto de las transformaciones, su orden y
su importancia en la vida cotidiana, no sólo del individuo, sino de su grupo primario y del
entorno social inmediato” (1992: 12 y 44-45).
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espacio de posibilidades históricas, le da al historiador la posibilidad de integrar la
evidencia... El objetivo específico de esta clase de investigación histórica debería ser... la
reconstrucción de la relación entre las vidas de los individuos y los contextos en los cuales
se desarrollaron... Los intentos de conectar estos dos polos son a menudo conjeturales”
(1988, 3). De ahí la conveniencia de que los testimonios orales sean autobiográficos, pues
permiten situar las evidencias tanto en el contexto de la vida del individuo como en el
grupo o grupos sociales a los que ha pertenecido.
Situando en otro plano las inferencias y las conjeturas, Ginzbug observa cómo los
retratos biográficos pueden convertirse, a veces, en las biografías de otros “hombres y
mujeres de la misma época y lugar”. En el caso de los analquenses, el testimonio de uno
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puede ser representativo de más de ellos al menos en algunos aspectos. Y en el caso de la
vida cotidiana, lo que acontece a los analquenses pude ser válido también para grupos
citadinos similares.
El estudio de lo cotidiano implica tantos aspectos que se hace necesario seleccionar sólo
algunos de los que se consideren representativos. Para saber cuales podrían ser los más
significativos para los analquenses hice una primera entrevista con fines heurísticos.
Rescaté el testimonio de la señora Luz Becerra, una mujer de sesenta años que toda su vida
ha habitado en el barrio. La entrevista a Doña Luz me sugirió temáticas para abordar la
vida cotidiana y a la vez provocó reflexiones metodológicas. La narración de la forma en
que han sido usados las plazas y jardines barrio, de los cambios materiales en los templos y
lugares que le son significativos, así como de sus recorridos diarios o periódicos en la parte
del barrio en la que vive, me llevó a considerar que las formas en que se usa el espacio y
los procesos a que da lugar ese uso, constituyen aspectos significativos de lo cotidiano. Las
relaciones que tanto de pequeña como de adulta ha mantenido con las personas que viven
en su misma cuadra -desde los juegos infantiles, cumpleaños y festividades navideñas
compartidas hasta ayudas solidarias por enfermedades, vejez o costumbres funerarias-, me
dijeron de que las relaciones vecinales son importantes en localidades como Analco. Los
templos, las festividades patronales, asociaciones eclesiásticas o piadosas y actividades
relacionadas con la parroquia, así como la referencia a sus creencias a lo largo de la
entrevista, hizo evidente que la religión es algo que de diversas maneras y en las diferentes
edades y circunstancias, está siempre presente en la vida de las personas y tiene una
influencia determinante en las prácticas culturales. Así, con base en esa primera entrevista
seleccione como indicadores de lo cotidiano el espacio, su uso y apropiación; la
religiosidad; y las relaciones vecinales.
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en que se profundiza en las diferentes edades del testigo, cada testimonio puede brindar
visiones de lo acontecido hasta con cinco generaciones, con una perspectiva más o menos
rica, dependiendo de la duración de las vidas que se entrecruzan. En el caso de doña Luz,
su relato transmite lo que ella observó de sus abuelos, padres, de sus contemporáneos, sus
hijos y sus nietos.
Otra de las ventajas de las entrevistas biográficas es que muestran las diversas
interrelaciones que se dan entre la vida social y la vida individual. Esto es muy
enriquecedor en el análisis de la vida cotidiana, pues hace evidente que una de las
condicionantes importantes de las formas en que se apropia y practica el sistema cultural es
lo que se dado en llamar "tiempo de vida". Por ejemplo, Doña Luz afirmó que lo más
importante para ella era: su religión, su familia y su trabajo, en ese orden. Si bien, los
principios, normas y obligaciones eclesiásticas han estado presentes a los largo de toda su
vida, en cambio, su participación en las asociaciones religiosas no ha sido constante y ha
variado. De niña, dado que su abuela era quien la cuidaba y participaba en la Cofradía de
Nuestra Señora de la Salud de los Enfermos, ella perteneció a la sección infantil de la
Cofradía. De joven tuvo que trabajar, por lo que ya no participó en ninguna organización
piadosa, hasta que sus hijos crecieron, pues mientras estaban en edad de crianza no podía
apartarse de ellos. Sin embargo, ahora participa en la organización de las fiestas patronales
de Nuestra Señora del Refugio y del Viacrucis viviente del Viernes Santo. De manera
semejante menciona varias actividades que ahora realiza y que no hacía mientras que sus
hijos estuvieron chicos. Esta y otras entrevistas evidenciaron que la forma de relacionarse
socialmente, la vida cotidiana y la percepción del mundo de mujeres adultas pertenecientes
a la misma generación varía dependiendo de su situación social, económica, de su
escolaridad y cultura política entre otros aspectos grupales, pero también está condicionada
por su tiempo de vida, es decir, difiere entre una soltera, una casada sin hijos, una casada
con hijos en edad de crianza, una casada con hijos mayores, una mujer sola con hijos, una
viuda o una divorciada.
Entre los problemas teóricos que la entrevista me planteó está el de las múltiples
dimensiones, interrelaciones y manifestaciones de lo público y lo privado, aspecto que
constituye un eje transversal de la vida cotidiana. En el relato hay momentos en que estos
ámbitos quedan bien definidos, pero en ocasiones parecen mezclarse: doña Luz habla tanto
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de momentos de privacidad y soledad en su habitación, como del hecho de que durante su
infancia las ventanas y puertas de la casa estaban abiertas para ver lo que pasaba en la calle
y que cuando jugaba ella se sintiera vigilada desde dentro; asimismo, menciona cómo en
casos de enfermedad y muerte, los vecinos se llegan a meter a las casas sin anticipar su
presencia. Señala la influencia que tienen sobre la privacidad la distribución y uso del
espacio, así como las características de las construcciones El que entre las casas del barrio
sólo haya una pared de por medio, va en contra de la privacidad; en cambio, en colonias
donde las casas están rodeadas de jardines, es más difícil darse cuenta de lo que pasa con el
vecino.
El abordar lo público y lo privado, planteó otra serie de aspectos a dilucidar, tales como
si el barrio puede considerarse una comunidad y si es unámbito privado en relación con la
ciudad, pero público respecto a lo doméstico; el papel de las mujeres y de la parroquia en
la construcción de comunidades, la relación que tiene las formas de vida y la cotidianeidad
de la gente común con la modernidad, con los sistemas normativos liberales, con la
ciudadanía y la política, las diferencias genéricas y generacionales en la manera de
concebir y de vivir lo público y lo privado.
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Establecer indicadores demasiado precisos para las categorías analíticas en temas que implican la
apropiación, uso y significación de lo social por parte de los individuos, más que contribuir a la creación de
conocimiento, al imponer esquemas preconcebidos a las evidencias, puede coartar la posibilidad de
acercarnos a una comprensión más cabal de los procesos sociales, pues deja de lado todo aquello que nuestra
visión previa no tuvo la capacidad de tomar en cuenta
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La discusión teórica de ellas forma parte del trabajo amplio.
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de época, afiné el guión temático de las entrevistas y elaboré los criterios de selección de
una muestra de posibles entrevistados.
Entre las concepciones de que partió este estudio está la de que en Analco se ha
vivido y se vive de manera particular la ciudad, aunque haya muchas similitudes con
entornos parecidos. Dado que la preocupación del trabajo no es Analco por sí mismo,
sino las formas en que se ha manifestado la vida cotidiana de la gente común, las
diferencias respecto al resto de la ciudad se han asumido a partir de la consideración de
que los propios analquenses “saben” en qué se han distinguido de otros tapatíos y por
tanto a partir de la perspectiva de sus propias narraciones. Por ello, para facilitar las
comparaciones en este sentido uno de los criterios en selección de los informantes, fue el
tiempo que han sido vecinos de Analco.
Otra de las consideraciones que guió la elección de los informantes, fue que Analco es
un barrio grande, dividido a su vez en “barrios” más pequeños desde diferentes
perspectivas: la individual, la parroquial –zonas en que está dividido para la labor pastoral
y “apego” de los habitantes a alguno de los templos que existen en el barrio- y la de las
instituciones gubernamentales. Sin embargo la representatividad de esta selección hay que
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relativizarla, pues tres de las informantes han vivido en al menos tres domicilios diferentes
en Analco, una toda su vida ha permanecido en la misma casa y la otra llegó al barrio ya
casada. Ahora bien, dada la extensión del barrio, no todos los analquenses mantienen
relaciones vecinales entre sí, de ahí que este criterio, correlacionado con el de nivel
socioeconómico y cultural aporta datos interesantes sobre las particularidades de la vida
cotidiana en el barrio.
6. Otras fuentes
Para elaborar el índice temático –cuestionario base- sobre el que se construirían los relatos
autobiográficos, para conducir de manera adecuada las entrevistas, así como para completar
la visión proporcionada por los testimonios y construir el contexto a partir del cual se
interpretan y se vinculan con “lo real”, me basé en fuentes de carácter oficial: planos,
fotografías, informes de gobierno, censos y documentos archivísticos.
Las fuentes de carácter oficial proporcionan indicadores tanto de los procesos generales
por los que atravesó la ciudad, como de algunas particularidades de Analco. Su importancia
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radica en varios aspectos. Por una parte, aportan una panorámica, información y datos que
ayudan a una mejor realización de las entrevistas y a situar los testimonios de los
informantes; por otra parte, posibilitan la confrontación entre su perspectiva “dura, fría y
objetiva”, con las visiones e interpretaciones particulares, personales y subjetivas de los
entrevistados. Además permiten contrastar la memoria histórica y colectiva de los
analquenses con la memoria oficial y contribuyen a elaborar un contexto general en el cual
ubicar Analco y condicionanates en que se desarrolla la vida de la comunidad.
El papel de los planos en la elaboración del contexto fue significativo ya que aportaron
visiones de conjunto respecto al crecimiento de Guadalajara, a la situación urbana en que
fue quedando Analco conforme la ciudad se extendió y a algunas de las modificaciones que
sufrió el paisaje citadino en general y el del barrio en particular. Además se elaboraron
otros mapas en los que se vertió la información censal, lo cual permitió establecer
diferencias y similitudes las poblacionales, económicas y de vivienda de las diferentes
zonas del barrio. La visión que dan las fuentes cartográficas ayuda a ubicar en varias
dimensiones espaciales el recuerdo: lo local y lo citadino, lo cercano y lo lejano, el tamaño
y densidad del uso del espacio del barrio entre otras.
Las memorias de los gobernadores concentran información en torno a las políticas y obras
materiales, educativas, económicas, legales, realizadas anualmente en Jalisco y en sus
municipios –entre las que siempre se otorga un lugar destacando a Guadalajara como su
capital-, así como una explicación de las preocupaciones que las guiaron. Su especificidad
y claridad son variables dependiendo del periodo y del gobernador de que se trate. Estos
documentos ayudan a enmarcar en un contexto amplio los aspectos que afectan de manera
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más particular a determinados grupos –en este caso los analquenses. Durante todo el
periodo que cubre la investigación se presentaron informes anuales, a través de los cuales
se puede observar el tipo de políticas que privilegió cada administración estatal.
Confrontar fuentes oficiales como éstas con testimonios de gente común, da cabida y
sentido a cuestionamientos tales como si las autoridades tomaron en cuenta las necesidades
y atendieron las repercusiones que tuvieron localmente determinadas obras, como por
ejemplo el establecimiento del Estadio Municipal en el terreno antes ocupado por un
cementerio situado en las inmediaciones de Analco, uno de los barrios más viejos, más
poblados en ese momento y con mayor tradición. O ¿cuáles fueron las consecuencias para
los vecinos de su posterior transformación en Central camionera? O ¿cómo se manejó el
problema de las muchas familias que quedarían sin casa cuando se abrió la calle Catalán
para convertirla en una avenida que sin duda contribuiría al mejor funcionamiento de la
ciudad pero esta obra trastocaría el habitat y las relaciones vecinales y la vida cotidiana de
un conjunto de habitantes de la ciudad?
En cuanto a la información censal, una de las ventajas que tiene Analco para su estudio
histórico es que en diferentes momentos y de diversas maneras ha coincidido o formado
parte de las divisiones político administrativas, lo cual posibilita la obtención de datos
estadísticos para diferentes épocas. A principios del siglo XX sus límites coincidían con los
del 8º cuartel de la ciudad. Gracias a ello contamos con datos específicos del barrio para
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1895, 1900 y 1910 en que los censos asentaban la información general de la ciudad y la
particular de cada uno de los nueve cuarteles en que estaba dividida. A ellos se agregan los
de un padrón parroquial levantado en 1907. Entre 1920 y 1985 no se encontraron datos
particulares para Analco, pues los censos sólo se refieren a Guadalajara en su conjunto. Sin
embargo, para 1990 y 1995 volvemos a contar con información propia para el barrio
gracias a que, para recoger la información estadística, el Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (INEGI) dividió el territorio del país en Areas Geográficas Básicas
(AGEBs) y Analco coincide con seis de ellas.
Si bien el periodo entre estos grupos de series es muy amplio, considero que la
comparación entre ambas brinda una panorámica que posibilita la contextualización y
ubicación de muchos procesos históricos por los que atravesó Analco y que son descritos en
las historias de vida de sus habitantes, algunos de los cuales también se reflejan en los
planos.
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relacionada con las escuelas parroquiales y colegios de religiosas así como de las
actividades de las asociaciones. También consulté los libros que se refieren a las
asociaciones religiosas.
Teniendo presente la relación entre el pasado y el presente, durante el tiempo que realicé
esta investigación hice frecuentes recorridos por el barrio, buscando elementos que me
permitieran una mejor comprensión y explicación de la vida de los analquenses. Asistí a
lugares y eventos que consideré propicios para el establecimiento de relaciones vecinales y
recorrí sus calles observando a la gente, las construcciones, el ambiente. Pasé horas
caminando o sentada en el Jardín de San José, en la Plaza de San Sebastián y en la Plaza de
la Bandera. Alguna que otra vez acudí al Patio de los Angeles y también observé las clases
de danzón que por las noches se impartían a la salida de éste.
Desayuné, comí y cené en las fondas, mercados y puestos de comida que se dispersan
por el barrio, y también tomé algunas cervezas en algunas de las cantinas. Observé entradas
y salidas de las escuelas; jóvenes y niños jugando en las calles; señoras y señores de pie o
sentados, platicado en las calles; talleres en pleno desempeño de sus labores y a sus
trabajadores jugando damas, ajedrez, dominó o similares con refrescos o cervezas en una
mesa a la hora de terminar sus trabajos. Asistí a fiestas patronales y celebraciones de
semana santa; a misas, rosarios, primeras comuniones, quince años, matrimonios, pero me
faltaron funerales. También platiqué de manera informal con muchos analquenses.
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Ilustrativa fue una misa a la que me tocó asistir, y con la cual culminó la peregrinación
de los niños dentro del novenario de la fiesta de Nuestra Señora de la Salud;
simultáneamente se celebraban los quince años de una jovencita y entre las intenciones
figuraban la de una familia en la que había varios enfermos y difuntos; en el sermón el
padre entremezcló las lecturas del día con todos estos aspectos.
7. Otros testimonios
Además de los testimonios orales se contó con tres escritos. Estos, a diferencia de los orales en
que la narrativa es más espontánea y son dirigidos por la intención del investigador, son
cuidadosamente pensados y se orientan por la intención del autor. Todos dan cuenta del
cambio en cuanto a costumbres y espacios. Sin embargo en tanto que los escritos
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privilegian el cambio, lo que era y ya no es, en los orales se pueden percibir mejor las
permanencias.
Uno de los testimonios escritos fue hecho por don Francisco Escalante Moreno, quien
en 1994, dos años después de las explosiones, publicó un libro titulado Analco ayer, hoy y
siempre (1994). El texto está dividido en dos partes: en la primera describe aspectos del
Analco que le tocó vivir durante su infancia y juventud, remarcando cómo los cambios
materiales y la “pérdida de valores morales” afectaron las costumbres del barrio y en
general de la Perla Tapatía; en la segunda parte cuenta de manera muy particular la
experiencia de su familia y la suya personal en las explosiones de abril de 1992. Otro de los
testimonios escritos es un documento mecanuscrito, anónimo y sin fecha, titulado Breve
Crónica del barrio de Analco. La crónica recorre de manera breve personajes, calles,
lugares y edificios públicos y privados, festividades y actividades laborales del barrio. No
habla del cambio propiamente dicho, aunque sí da indicios de él al usar gramaticalmente
solo el tiempo pasado.El tercero fue hecho por Esther Arroyo Amador y se titula El Analco
de mi Juventud (1987). En él narra los recuerdos de su ingreso y actividades en la Acción
Católica; incluye conferencias y discursos que se ofrecieron en ocasión de diversas
celebraciones y, en la parte final, habla de aspectos de su infancia en Ameca, Jalisco y de
cuando llegó a vivir en Analco.
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manera colectiva ciertas manifestaciones de lo cotidiano e incluso hacer generalizaciones;
sin embargo, en otros aspectos se hizo necesario el tratamiento individual.
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respecto a un mismo tema. Un ejemplo de ello son las diferentes explicaciones que los
testigos dan a la preferencia que la mayoría de los analquenses tienen por alguno de los dos
templos centrales del barrio: San José y San Sebastián; hay explicaciones de corte
histórico, económico, espacial, cultural, pastoral y hasta artístico y educativo.
Considero que las versiones de todos los entrevistados –poco más de cincuenta-
aportan y dan una visión rica que muestra que el barrio es un conglomerado humano
complejo, con diferencias y contradicciones, pero también con semejanzas y tipicidades. A
través de ella se pueden observar también relaciones significativas de poder.
Dado que las fuentes principales elegidas para estudiar la vida cotidiana fueron las
versiones de la historia personal de los habitantes de Analco, hay que tener presente que no
se trata de versiones “objetivas” -en el sentido cientificista del concepto- pues lo que se
busca en ellas es captar la forma en que los actores, desde su subjetividad, ven en
perspectiva aspectos que el investigador provoca en la entrevista. Una de la metas de la
historia oral es encontrar versiones que complementen o problematicen tanto las
metodologías de la disciplina, como el punto de vista oficial, y que, por tanto, brinden una
panorámica histórica más cercana a los actores sociales que generalmente no son tomados
en cuenta por la memoria oficial, que es la que tradicionalmente se considera “objetiva”. La
historia se ocupa individuos ubicados social y temporalmente, con emociones, afectos y
sentimientos, relacionados de variadas y diferentes maneras con el entorno en que se
desenvuelven. Por ello no es lógico ni racional que, con miras a lograr una supuesta
objetividad, hagamos a un lado estos aspectos, menos aún cuando la perspectiva que se
privilegia es la de la vida cotidiana en donde lo individual tiene mucho que aportar. El
problema no se resuelva encontrando razones para ignorar la subjetividad; el problema se
puede manejar cuando se acepta la subjetividad de lo humano y se le ubica y contextúa.
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su memoria”. Si hasta entonces no lo había hecho, en ese momento empieza a tomar
conciencia de que tiene una historia personal que contar y que es importante para los
demás, para la memoria grupal o colectiva. Una vez iniciadas las conversaciones, a través
de la o las primeras narración(es) de la experiencia personal, de lo que el informante
interpreta y enfatiza, y también de lo que omite, se perciben los eventos que considera
decisivos en la vida del individuo o del grupo. La propia entrevista combina lo “objetivo” y
lo “subjetivo” de los procesos históricos. Como señalan Ruiz Funes y Tuñón: “...A través
del testimonio tenemos acceso… a la manera cómo los hechos han sido percibidos por un
sujeto determinado, en un momento histórico igualmente determinado… podemos
recuperar la vida cotidiana de un sujeto histórico en sus distintas etapas o ciclos, la cual
contiene elementos ideológicos, formas particulares de percepción de los hechos,
sentimientos, relaciones, tiempos en el momento histórico específico que le toco vivir”
(Ruiz Funes y Tuñón1996, 193).
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