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EL CUENTO

DE LA FRATRIA
Milton Cáceres

EL CUENTO
DE LA FRATRIA

Coedición: Universidad Estatal de Bolívar


y Abya-Yala

Guaranda - Ecuador
Febrero 2001
EL CUENTO DE LA FRATRIA
Milton Cáceres

1a. Edición Ediciones Abya-Yala


Av. 12 de OCtubre 14-30 y Wilson
Casilla: 17-12-719
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Quito-Ecuador

Universidad Estatal de Bolívar


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Fax: 03-980123
Guaranda-Ecuador

Edición: Escuela de Educación y Cultura Andina

© MILTON CACERES
E-mail: miltonycecilia@hotmail.com

Diagramación: Abya-Yala Editing

Impresión: Sistema Docu Tech

ISBN: 9978-04-683-6

Impreso en Quito-Ecuador, 2001


A María Cecilia con quien tejo un
Cuento que da sentido al Amor y a la Vida
A los Gran Abuelos:
José y Libia
Alfonso y Cecilia
“Que el cuento de la Patria
despierte el interés de los niños”.
Benjamín Carrión.

Que todos nos reconozcamos niños y hermanos,


arrullados por el cuento de nuestra Fratria.
En Guaranda
Sr. Dr. Manuel Benjamín Carrión
Mi muy querido y recordado abuelo Manuel Benjamín:

Con mucho respeto y admiración le escribo esta larga y urgente


carta, pidiéndole disculpas por perturbar su merecido descanso.
Durante su trabajo en Quito, cómo no hubiese querido conver-
sar con usted para sentir su cariño de abuelo contándome cuentos y en
especial su Cuento de nuestra historia, pero no pude alcanzarlo.
Como no quiero dejar pasar la oportunidad de saludarle en su
bicentenario, he decidido más bien escribirle desde Guaranda, en don-
de estoy trabajando y caminando con mi familia -la grande y la peque-
ña- embarcado en una linda y necesaria, aunque difícil aventura.
A través de mis respetuosas palabras deseo expresarle, mi Don
Benjita, como cariñosamente le llaman al sobrinito de mi amiga Guio-
mar, que nosotros también le tenemos cariño por su obra y por sus
ideas, porque por medio de ellas nos iniciamos en una de las dimensio-
nes de la cultura que tanto nos ha servido para el robustecimiento de
la identidad de nuestro país.
Los tiempos han cambiado Don Benjamín y hoy tengo que ha-
cerle una propuesta de conversación: que nos contemos cuentos. Y
aunque leí su Cuento de la Patria, todavía quisiera que usted mismo,
con cariño de abuelo, me cuente, para luego decirle uno mío y esperar
su parecer.
Hago cuenta que eso dichoso ha sucedido y que ahora usted me
escuchará. No sé si sus tiempos o los míos son tan urgentes, pero espe-
ro con ansiedad que mi cuento aporte en algo a la búsqueda afanosa
del derecho a vivir nuestros buenos días. Deseo que con esta carta se
remuevan las aguas estancadas para que se produzcan reacciones y
proacciones. Considero que es una carta de guerra que me traerá con-
secuencias, pero que también renovará mi salud porque es una forma
de gritar mis viejas y amadas pasiones contenidas. Correré riesgos co-
12 / Milton Cáceres

mo una demostración de cariño por mi gente aunque de este desafío


aprenderé mucho.

Le saluda y agradece
Milton
Uno de sus tantos nietos
Oiga Abuelo Benjamín, lo que le voy a contar......

En nuestro Ecuador han sucedido muchas cosas desde que usted


iniciara su tan largo viaje. Pero una de las que de mayor significación
está ocurriendo, es el de habernos dado cuenta de que en este pequeño
y hermoso país coexistimos varias culturas cuya fraternidad puede
constituir una verdadera propuesta estratégica para refundar nuestra
República a través del conjunto de sus elementos componentes, dignos
de un buen y nuevo siglo.
Tratar de entrar de esta manera en una nueva era, sería para los
ecuatorianos vivir un símbolo y un excelente motivo y exigencia para
reorganizar al país, nuestra casa, como “Casa de las Culturas’’ recono-
ciendo las voces propias de sus pueblos y sus diversas alternativas ali-
mentario productivas, socio políticas, educomunicativas, de salud y de
creación artística, pero a condición de que nos cruce vitalmente una
objeción ético espiritual de conciencia.
Creo, mi querido abuelo Benjamín, que esto haría que el cuento
de nuestra Patria, sea más suave y por lo tanto ya no tan duro como lo
que especialmente ha sido en los últimos años.
Pero resulta que nuestra pluriculturalidad ha sido inexistente y
despreciada, consciente o inconscientemente, para quienes construye-
ron los anteriores cuentos de la Patria, por lo que muchos de sus suce-
sos se parecen más bien a cuentos de tristeza y lamento, mientras que
varias de las reflexiones de algunos intelectuales sobre estas patrias, son
francamente reducidas, opacas, frías, ajenas, y sin correspondencia con
nuestra realidad tal si fuesen cuentos de mala ficción, y casi nunca de
utopía. Malos cuentos con pésimas lecturas en las cuales sus autores
nunca nos elevaron a la condición de interlocutores. Por eso es que las
culturas creadas en las comunidades indígenas, en los pueblos negros,
campesinos, cholos y en los pueblos urbanos han sido desconocidas y
14 / Milton Cáceres

despreciadas como tales, como si el cuentista dejara de lado la palabra


o el símbolo trascendente o como si el arquitecto hubiese desechado al-
guna piedra fundamental en su construcción.
En esta falta de universalidad con la que se nos ha reflexionado
teóricamente y tratado políticamente, nuestras culturas figuran como
excepcionalismos, particularidades intrascendentes, exotismos folclóri-
cos y siempre como realidades leídas con referentes foráneos etnocen-
tristas. Lo denominado universal fue entonces tomado ortodoxamente
como modelo y como “lo clásico”, mientras que lo “nuestro” fue asumi-
do casi como inexistente o como algo que no debiera existir o que de-
biera desarrollarse como lo hiciera el modelo, de todo lo cual, la crítica
y la creatividad salieron perdiendo mucho.
Por no considerar la legitimidad y valía de los códigos culturales
de nuestros pueblos, culturas, movimientos y géneros, no conocemos el
cuento indio de la patria, ni nos hemos asomado a comprender lo que
sería el Cuento de la Patria de los negros, y no hemos considerado si-
quiera la posibilidad de pensar lo que es la visión de la mujer, de los ni-
ños y de los jóvenes, sobre la patria, la historia, el pensamiento filosófi-
co y sus diversos abordajes cognitivos y sensitivos. La ignorancia y me-
nosprecio de estos Cuentos hace que la patria y país no represente fiel-
mente lo que es nuestra vitalidad.
Sin embargo, habiéndonos convertido en “el objeto” del conoci-
miento, de la investigación, la acción socio política, de la historia y de
la literatura, al mismo tiempo que se ha expresado el dominio, se nos
ha condenado a una cotidianidad común, mezquina y hundida en el es-
trecho horizonte del lamento, el utilitarismo arribista, la moda, la su-
perficialidad repetitiva de esos supuestos patrones universales y moder-
nos tanto en el pensamiento, la profesionalidad, cuanto en la definición
sobre el estilo de vida.
Esto ha tendido a mutilar nuestra perspectiva humana de inte-
gralidad, que con ansiedad espero que sea tratada y superada.
Abuelo, asumiendo lo nuestro como válido, aportante, fundante
pero también como rectificante podríamos narrar-vivir un nuevo
Cuento de la Patria, que le deberíamos denominar el Cuento de la Fra-
tria.
En este sentido tenemos que alentar los esfuerzos que ya se están
haciendo para que el pensamiento, la literatura, el arte y la producción
El Cuento de la Fratria / 15

de conocimientos asuman también esta narración para que nuestro


nuevo cuento sea completo, para que nuestra patria viva otros días.
Sería por toda esta falta de reconocimiento de la importancia de
lo que somos y tenemos, es decir, por esta desidentidad, que hasta no
hace mucho, algunos indígenas, cuando se les preguntaba qué era la
patria, dicen que contestaban, que se trataba de los carros de transpor-
tes “Patria” que hacen viajes entre Riobamba y Cuenca. Igual cosa po-
drían haber dicho, los otros despojados y ausentes del cuento y no por
incapacidad, falta de civismo o irreverancia sino porque sus visiones
fueron des-consideradas, tratadas como inferiores, inexistentes y hasta
peligrosas, como suficiente causa para no haber sido convocadas al
momento histórico de constituir un país que, dejando de llamarse el
Departamento del Sur, pasó a ser la República del Ecuador.
Es gigantesco el trabajo por medio del cual creemos y vivimos el
imaginario de una patria. Esa perseverancia nos encaminará a sabernos
Fratria.
A propósito de algún torneo deportivo continental he oído con
mucha preocupación, la risa burlona de los hinchas del fútbol cuando
gritaban: “ ¡Ecuador MI país!”. Esto de “MI país” no nació de nosotros,
fue copiado del grito deportivo de algún otro país. ¿Por qué entonces
no nos nació, por qué la risita burlona, qué motiva este sentimiento?
El cuento fundante de nuestra patria fue vivido a espaldas de
muchos a pesar de que estos le hubiesen otorgado mayor y otra vitali-
dad. He aquí la falla de origen.
Sin ella, su Cuento de la Patria, abuelo, hubiese tenido que narrar
menos días malos ....
Ciertamente el abuelo Bolívar, había arado en el mar, porque sus
generales y sus ideas, le cerraron el paso hacia la fértil tierra que son las
culturas de tantos pueblos libres.
¿Y qué hubiese pasado si el Mariscal Sucre no fuera asesinado
precisamente por estos generalotes cuando venía para fundar nuestro
país? ¿Qué sería de nosotros, como país, si Antonio José de Sucre hu-
biese sido nuestro abuelo fundador?
Sin embargo, “arar en el mar” también fue una confesión sobre
el fracaso de querer construir un país, una “nación”, sin contar con que
este “pequeño género humano” era también un conjunto de pueblos,
sociedades y culturas a quienes correspondía concederles la palabra en
igualdad de condiciones. Correspondía arar y crear una entidad sobre
16 / Milton Cáceres

esas particulares tierraproyectos, herencias y realidades. Con razón el


maestro Simón Rodríguez exigía originalidad.
Tierramérica no desaprovechará el legado de Bolívar, Sucre y Si-
món Rodríguez, pero tendrá que recrearlo en el pensamiento y la lucha
por la construcción de una Fratria porque solo es en este desarrollo de
fraternidad de pueblos, culturas y naciones que se puede hacer realidad
su sueño de libertad e independencia en la nueva contextualización de
la tiranía.
De las luchas por la independencia solo ha quedado una dismi-
nuida cívica de saludo a la bandera y unas fechas desabridas que para los
jóvenes es un fastidio por tenerlas que aprender de memoria y para los
adultos un orgullo vano. Una Fratria de las sociedades básicas, pueblos,
naciones y culturas simboliza hondos procesos integrales, ofertas y re-
novadas calidades en las construcciones humanas, económico producti-
vas, de los sistemas y requisitos de la representatividad y el poder, de la
participación no decorativo-formal de la ciudadanía. Con ello se podría
comprender ahora el significado de la libertad y la independencia, de los
derechos humanos, de la solidaridad, la igualdad y la fraternidad.

&

Fue el sistema educomunicativo y las jerarquías omnipresentes,


quienes con su persistencia lograron hacernos convencer que ESTA Pa-
tria era algo sagrado que nos cobijaba y representaba a todos en la obli-
gatoriedad de reverenciar sus símbolos. El referente adverso del conflic-
to fronterizo con el Perú, hizo el resto. Qué lástima abuelo, que esta
gran falla de origen y este referente adverso, continuaron impidiendo la
explosión de propuestas y creatividades globales para convertirnos en
potencia intercultural sobre la base de otra comprensión y vivencia de
la justicia y la democracia.
Pero incluso, y con el respeto que usted se merece abuelito, creo
que la narración de su cuento tampoco asume esta vivencia de intercul-
turalidad, aunque reconozca con justicia, la inexistencia de nuestra bas-
tardía, por la formidable herencia histórica de la que provenimos, más
allá de lo que usted mismo denomina “los pseudo marqueses colonia-
El Cuento de la Fratria / 17

les’’. Sin embargo, hay tanto que conocer y hablar sobre la Colonia, se-
ñala con gran acierto mi amigo Marcelito.
Don Benjamín, con ocasión de celebrar su nuevo centenario ten-
go que expresarle que su tesis sobre nuestra posibilidad de ser “una
gran potencia de la cultura por autorización y aliento de nuestra histo-
ria”, ha sido un tronco fundamental para llegar a comprender que ese
proyecto de país puede llegar a construirse a cabalidad solo a través de
la noción básica de potencialidad pluri e intercultural, artística pero
también cultural propiamente y social. Con ello, no se desperdiciaría
ninguna energía, aporte, visión cósmica; más todavía si esta vivencia
real, fuese estudiada en un correspondiente, desprejuiciado e integral
sistema educativo y cognoscitivo y si todo ello se representara en un
sistema socio-político y ético de carácter fraternal no solo entre cultu-
ras sino entre movimientos, géneros, generaciones en regiones y mi-
crorregiones sobre la base de la justicia social.
Sin embargo, sigue siendo admirable y plenamente válido el
aporte de su idea de que nuestros pueblos se animan más por los sím-
bolos que por la historia. El Elan vital que puede levantarnos podría ser
el sabernos Casa de las Culturas; aquello de construir un acuerdo por la
vía de entendernos como hermanos distintos, pero... hermanos al fin.
Tengo entendido que usted como hombre abierto al ensayo y a la
buena polémica, aceptaría y participaría de la idea de que ya no es da-
ble para el futuro de este país, hablar de una sola dimensión de cultu-
ra ni siquiera de una sola cultura y que si bien su obra tendrá que per-
durar para las futuras generaciones, es necesario que el Ecuador mis-
mo se convierta en una legítima Casa de las Culturas o Casa de la In-
terculturalidad. Casa vivencia y fiel representación del mosaico de vi-
das culturales que somos los ecuatorianos y latinoamericanos.
Por toda esta reflexión y por medio de esta carta, le presento,
querido abuelo Benjamín, un posible aporte para una urgente conver-
sación que la tendríamos que organizar y llevar a cabo entre usted y sus
nietos: los pueblos, los movimientos, los educadores, los universitarios,
padres, madres e hijos, los intelectuales y los artistas teniendo como
proyecto voluntario integral, la construcción de otro Ecuador a través
de ser, como seres humanos, miembros de pueblos, culturas y movi-
mientos, componentes de la sociedad civil y ciudadanos y ciudadanas,
protagonistas y narradores de un: Cuento de la Fratria.
18 / Milton Cáceres

Querido abuelo, usted nos arrulló contándonos su Cuento de la


Patria. Para los turbulentos años setenta en los cuales usted escribió su
ensayo, la valía de la lucha antidictatorial hizo que muchos pensaran
que la democracia iba a hacernos vivir buenos días.
Resulta que al cabo de dos décadas de democracia, sus nietos le
pedimos ahora que narremos el Cuento de la Fratria como un arqueti-
po o idea símbolo que guíe la construcción de un Ecuador, por nuestra
dignidad y como expresión reunida de todos los combates, las ideas y
los compromisos de nuestros mayores, de nuestra abuela india y negra,
de los abuelos Rumiñahui y Fernando, del abuelo Bartolomé, del abue-
lo Dr. Eugenio, de los abuelos Libertador Simón y Antonio José, de la
abuela coronela Manuela, del abuelo Eloy, de las abuelitas Tránsito y
Dolores, Juan, Luis, Vicente, José, Joaquín, César, Enrique, y Jorge, la
abuela Nela, del tan querido abuelito Leonidas, del abuelo Guayasamín,
Don Agustín y de mi queridísima abuela María Concepción y tantos
abuelos y abuelas que solo pudimos llegar a conocerlos por sus obras
que testimoniaron su valor en las grandes luchas de resistencia al con-
quistador, frente a todas las injusticias, en las luchas independentistas
bolivarianas, en las resistencias a los fieros gobiernos de estas repúbli-
cas, en las rebeldías antidictatoriales, así como también en sus cariños
de abuelos.
Sin embargo, tengo que decir que somos orgullosos por ser nie-
tos también del Mahatma Gandhi, de Doña Gabriela, José María, Julio,
Salvador, de Martin Luther, Pancho, Emiliano, Don Benito, de Fridita,
Don Pedro, San Ernesto, el Chico Méndez, Don Samuel y Don Luis Al-
berto. Y ya que -como dice mi amigo Fernando- la literatura produce
nuevas sensibilidades, nuevas maneras de ver las cosas y nuevas percep-
ciones acerca de la realidad, me atrevo Don Benjamín, a decirle que
percibo que su Cuento de la Patria, tiene que transformarse en el Cuen-
to de la Fratria, con las viejas y nuevas palabras, sonidos, olores, colo-
res y afectos, encuentros y desencuentros de los que vivimos y nos pro-
ponemos a vivir una nueva época histórica simbolizada en el renovado
tiempo, al que le quisiera denominar El Tiempo de la Madre Tierra.
Madre que hace que reconozcamos no solo a esta Patria Padre si-
no a esta Patria Madre y a nuestros Padres y Madres a través de saber-
nos hermanos y hermanas. Eso solo es posible si sentimos correr en no-
sotros “todas las sangres” de una Fratria, ese espacio y tiempo cósmicos
El Cuento de la Fratria / 19

que procura una justa y libre convergencia de nosotros y nosotras dis-


tintos pero iguales.
Abuelo Benjamín, para poder contar un nuevo cuento creo que
es indispensable tratar de recuperar la majestad de la palabra no solo
como la mejor y única garantía que desde antaño se presentaba como
prueba de la calidad de la persona sino como el material fundante de
una crítica y de una construcción. La recuperación del poder de la pa-
labra nos urge si tomamos en cuenta que su fuerza ha sido usada para
mentir, para hacer dobles discursos para crear realidades perversas a las
que nos condenan los falsos profetas, los políticos corruptos y toda esa
suerte de malos hablantes y escribientes que ahora nos entontecen ma-
sivamente encadenándonos a la super tecnología de la autodenomina-
da comunicación. Por esa razón Abuelo cultor de la buena palabra, an-
tes de comenzar a tejer este nuevo cuento de la patria, permítame pri-
mero que le cuente cuáles han sido, ......
LOS MALOS DÍAS
DE ESTA PATRIA
LOS DÍAS DE
LAS DICTADURAS

Aunque usted vivió esta época a la que con toda justicia la deno-
minó “la horrenda desgracia”, quiero recordarla por cuanto me sirve
para reflexionar sobre lo que está sucediendo en el presente, cuando
parecería que hoy también frente a una Asamblea Constituyente, “…se
hallan depositadas todas las esperanzas de mi pueblo”, contando con
que los pueblos y sus ciudadanos somos realmente conscientes de la
necesidad de que, al tiempo que enfrentamos las desgracias, construya-
mos otro Ecuador civilizatorio para tener así la dignidad y la satisfac-
ción de entrar firmemente en un nuevo siglo.
Los ecuatorianos tenemos presente el recuerdo de lo que signi-
fica una “horrenda desgracia”, por eso es que pervive en nosotros una
conciencia y afán antidictatorial, pero también una cada vez más
grande desconfianza y tenue esperanza en lo que se nos ha dicho que
es democracia. Tan antipopulares han sido los gobiernos salidos de las
urnas, en su turno pretendidamente inexorable, que en nuestro pue-
blo tenemos desconcierto respecto al futuro del país, de las familias y
de nuestros hijos.
Es tan desconcertante esta situación que no obstante esa con-
ciencia antidictatorial, hay criterios que exigiendo imposición, invocan
gobiernos duros para acabar con la antipopularidad y corrupción rei-
nantes.
En efecto, actuando impositivamente y contando con los llama-
dos petrodólares, las dictaduras militares financiaron algunas modifi-
caciones en el sistema productivo, en el cuerpo jurídico y en el aparato
burocrático administrativo sin darse cuenta que el desarrollo era un
cruel espejismo. El justificativo fue el de poner fin al desorden político
y social ; pero de suyo, la mano siniestra de los que golpean las puertas
24 / Milton Cáceres

de los cuarteles estuvo presente y actuando en función de representar a


los intereses económicos inhumanos que según la conveniencia se vis-
ten de facto aunque también de derecho.
El sector más convulsionado, por el empobrecimiento y la sem-
piterna injusticia, fue el de los campesinos husipungueros, los minifun-
distas, los arrimados, partidarios y la gente sin tierra. Sus luchas, sus or-
ganizaciones y sus dirigentes fueron perseguidos y muchos de ellos ase-
sinados, mientras que la ley dictada, en unos casos no fue aplicada o fue
burlada, y en otros, ejecutada para entregar tierra improductiva.
El Estado, esa eterna tabla de salvación de los ricos, generalmen-
te entregó tierras de ladera a los huasipungueros, parceló, incentivó una
producción contraria a los antiguos valores culturales controlando ju-
rídico administrativamente a las organizaciones sociales. La mal llama-
da “revolución verde” orientando su cosecha únicamente por criterios
de eficiencia y rentabilidad empobreció aún más la calidad de la tierra,
la alimentación de los ecuatorianos y el equilibrio medio ambiental.
Nuestra ideología radical en la lucha por la tierra, estuvo casi en el ai-
re, pues aparte de enjuiciar a una vieja injusticia, nunca advertimos es-
tas consecuencias. Otorgándole el carácter de juez de tierras al Estado,
practicamos un afán organizativo productivista completamente huér-
fanos de considerar la imprescindibilidad de los valores de la cultura de
la Tierra para estas luchas tan importantes y valientes.
Contradictoriamente dimos un apoyo tácito al productivismo
supuestamente verde y estatal, aunque, sin embargo, hicimos brotar
una de las raíces de las posteriores luchas culturales indígenas.
Las dictaduras amargaron la miel de caña de Aztra y tiñeron de
rojo su azúcar, sin darse cuenta que en ello podrían madurar sus sepul-
tureros, el movimiento social y popular, que desgraciadamente fue co-
pado por el Retorno, tomándonos al descampado porque nunca apren-
dimos a luchar en régimen de democracia.
Sin embargo esas luchas sociales y ese trabajo socio organizativo
y político, que contó también con el formidable impulso del testimonio
del abuelo Leonidas, fueron el antecedente del desarrollo del proceso ét-
nico cultural de los pueblos indígenas autoidentificados como culturas
y nacionalidades, que dieron lugar al nacimiento de las más grandes
movilizaciones comunitarias de cuyo aporte ya no podrá prescindir el
Ecuador del futuro. Es que en cada mal día de esta Patria, vivimos tam-
bién el compromiso y la promesa de decir y sentir ¡Buenos Dias!
El Cuento de la Fratria / 25

Y no podía ser de otra manera por cuanto la Buena Nueva de la


Revolución del Poncho, esa palabra hecha testimonio por más de trein-
ta años en la iglesia de Riobamba fue una ruptura de la constantiniza-
ción de la iglesia -para hablar en los valientes términos proféticos del
abuelo Don Agustín- una realización socio cultural y evangélica del Va-
ticano II y de Medellín. Muchos obispos, convertidos por sus fieles,
fueron a Roma tal como fue de triunfal la entrada de Jesús en Jerusa-
lem y de Francisco de Asís en la Basílica de San Pedro: la fuerza del San-
to Espíritu hecha carne en la Marcha del Pueblo de Dios multiplicó los
panes de la Redención y los panes de mesa diaria en favelas, comuni-
dades del alto páramo, suburbios y juventudes ansiosas de nuevos va-
lores humanos.
La Iglesia de la Solidaridad-como la prueba mayor de la herman-
dad de vida y muerte por Jesus Cristo- de la toma de partido por los
pobres, del martirio y la persecución, fue el camino para la construc-
ción de la utopía eclesial del Reino, lucha social y religiosa encarnada
en pueblos y culturas de profunda espiritualidad, ejemplos de fraterni-
dad y de perseverancia. Roma, Medellín y Riobamba, he ahí la triangu-
lación de la Pastoral de los Obispos Profetas y Mártires.
A pesar de que un día se apagó la sonrisa de Juan XXIII y nunca
fue suficiente la tristeza por la crueldad de la muerte de Juan Pablo I,
las comunidades y barrios, cual rememoración de las asambleas que
cuentan los Hechos de los Apóstoles, perseveraron en su trabajo y re-
flexión por más que sus Obispos fueron a la cárcel y el visitador vatica-
no romano viniera a Riobamba, sin que el proceso instaurado a Don
Leonidas pueda alcanzar la talla de su inmensa fe.
El visitador se convirtió, y la jerarquía constantiniana enmude-
ció.
La resquebrajadura en la pirámide eclesial, como reflexiona Don
Agustín, mantiene el desafío de que rompiendo con Constantino, los
seglares, la sociedad civil de la Iglesia recupere su calidad de Asamblea
de la Fe. En adelante si el emperador Constantino y quienquiera así se
considere, ya no podrá desquiciar la marcha propia del Reino para sos-
tener un poder temporal imperante sobre súbditos creyentes despoja-
dos de su soberanía directa por ser sacerdotes, profetas y.... reyes.
El hipócrata bautismo de Constantino hizo de los obispos, prín-
cipes y de Cristo, Rey. Pero tanto ayer como hoy y desde las catacum-
bas de la sociedad y las iglesias continúa surgiendo el verdadero Reino.
26 / Milton Cáceres

Y tú Riobamba, no eres pequeña entre los principales pueblos de


nuestras tierras benditas, porque en ti está creciendo una comunidad,
servida leal y valientemente por su pastor, aquel soñador que no se fue.

&

Es el levantamiento indígena comunitario en el Inti Raymi de


1990 quien marca la presencia de todas las dimensiones del espacio y
tiempo cultural. Se produjo entonces un escenario vivo de múltiples
posibilidades y puntos de partida no solo para establecer las consabidas
periodicidades, sino para recuperar y construir las espacialidades en
torno de los hondos contenidos de la interculturalidad, la elaboración
de reflexiones, ensayos, propuestas, producciones y creaciones en la
perspectiva integral de lo que mi apreciado amigo Estuardo denomi-
na: sociedades posibles y deseables en el Ecuador del siglo XXI.
Por eso es otra la calidad que debería tener una democracia -para
y desde- los ciudadanos y ciudadanas de la actualidad siempre que re-
presentemos una alternativa civilizatoria y socio política, cultural y es-
piritual: el gran acuerdo libre y convergente creado por la concurrencia
de los diversos pueblos, culturas, géneros, movimientos y generaciones.
La ocupación política de la que hoy somos objeto, por parte de
este sistema democrático, medra del miedo y el odio a la dictadura y a
cualquier tipo de prepotencia disfrazada de constitucional que senti-
mos los ecuatorianos. La política dominante aprovecha eficientemente
para colocarnos un remedo de democracia muchas de cuyas caracterís-
ticas ni siquiera son legales, peor, legítimas. Así como las horrendas
desgracias de las dictaduras son la confesión del odio y el miedo a las
movilizaciones y construcciones socio-políticas, así estas democracias
constituyen el ejercicio de una legalidad que elegantemente coloca bo-
zal a la crítica y a las luchas sociales con la ficción de la vigencia y el res-
peto a la soberanía del derecho de la ciudadanía. Pero esta ciudadanía
sigue siendo súbdita del poder.
En nuestra democracia, vuelta a estrenar en 1979 luego de las
dictaduras (primero, del que pedía el balcón, porque todavía no existía
la televisión, luego del que inventó la “filosofía” del nacionalismo de los
petrodólares y, finalmente, del triunvirato, antesala del febrescorderato,
El Cuento de la Fratria / 27

el bucaramato y el alarconato) ninguno de sus supuestos representan-


tes pudieron construir una discrepancia global al sistema y su calidad,
que no sea aquello que se denomina “oposición”, esa ficción de crítica
que auspicia cualquier tipo de componenda para el logro eficaz del re-
cambio electoral, juego con el cual se termina consolidando esta cali-
dad de democracia tal si fuese un muro de cemento y miel, devorador
de luchas sociales o por lo menos de algunos de sus representantes
cuando capitanean triunfos electorales: nos estrellamos o nos integra-
mos. Nos ha sucedido como señalaba Isaac Deutscher, refiriéndose a la
burocracia soviética, que de revolucionarios, nos convertimos en hom-
bres de Estado; aunque en nuestro caso es peor, porque pronto nos
convertimos en hombres y mujeres de esta calidad de Estado, haciendo
gala de practicismo, oportunismo y encubriéndonos en curiosísimas
ideologías de las que fácilmente echamos mano.
Casi siempre nuestras movilizaciones sociales, trabajadas con
tanta laboriosidad, han terminado en las puertas de los palacios y ofi-
cinas, que las hemos encontrado cerradas. Y no hemos sabido qué ha-
cer, cuando las hallábamos con “las puertas abiertas”, como pronto
aprendieron a decir los burócratas. Por eso creo que una de las causas
de nuestra última derrota es que no hemos socavado a la civilización
contra humana desde una testimonialidad valorativa: no hemos com-
batido a sus antivalores, con otros nuevos y profundos, a pesar de ser
herederos de ricas culturas y de propuestas revolucionantes de toda
nuestra condición humana.
Al final de su cuento usted dice: “La democracia se está jugando
en esta hora, su prestigio y su posibilidad. Anhelamos que salga bien de
la gran prueba”. Tengo que decirle abuelo que esta pésima calidad de
democracia sí ha sido posible, pero a costa del desprestigio nacido de
su ilegitimidad, de su afán supresor de representatividades, de su abier-
to contubernio con los intereses de los ricos y su corrupción.
Claro que frente a las sangrantes heridas que dejaban las “ho-
rrendas desgracias” de las dictaduras, el pueblo esperaba ansiosamente
que alguien o algo ponga fin a su odiosa arbitrariedad. Sin embargo,
abuelo, hoy estamos viviendo los tiempos en los que exigimos profun-
dizar sobre las calidades y calidades de democracia para no pensar úni-
camente en términos generales, circunstanciales, superficiales, única-
mente legales y meramente formales con los que ahora se la trata.
28 / Milton Cáceres

No hay democracia a secas, no hay democracia por la democra-


cia; las democracias son de acuerdo a las calidades de los seres huma-
nos y ciudadanos a los que representa y obedece. El tiempo y el espacio
las marca, modela y exige. Pero entonces ¿cuál debería ser la calidad de
una democracia construida a nuestra imagen y semejanza? He ahí la
posibilidad de aprovechar de la crisis que vivimos, porque esta es, de-
caimiento y desafío al mismo tiempo. La decadencia de esta democra-
cia convertida en Estado, es para nosotros un desafío de cambio, inven-
ción, trabajo y lucha.
¿Cuántos gobiernos llamados democráticos, están siendo tam-
bién “horrendas desgracias”?
Pero esta no es una incongruencia, pues habría que encontrar las
diferencias y semejanzas entre esta democracia y las dictaduras, cuan-
do de imposiciones, ilegitimidades, ilegalidades y corruptelas, se trata.
La comprobación y razón de esta calidad de poder la encontramos en
la aplicación de la receta ordenada para enfrentar esta época en defen-
sa del orden autodenominada, Cruzada por la Democracia y la Liber-
tad Continental, por parte de los procónsules de las superembajadas
quienes siguen dando su visto bueno a los que de cuando en cuando
golpean las puertas de los cuarteles para la instauración de las dictadu-
ras, a los que esperan haciendo cola para recibir la aprobación de los
programas de reajuste y a los que concurren presurosos para ofrecer ex-
plicaciones sobre sus populacheros discursos de campaña que se trans-
formarán en grotesca burla para los pueblos cuando se asume el man-
do en agosto.
Por todo esto y por lo que está sucediendo en nuestro Ecuador,
con el respeto que a usted le profeso querido abuelo, tengo entonces
que decirle que ya no podemos hablar de “defensa de la democracia” en
términos generales y ambiguos, no solo por el cuidado de no ser fran-
camente ilusos, sino por la defensa de nuestro derecho a crear una de-
mocracia de acuerdo a nuestras virtudes y propiedades y con el fin de
dar tratamiento original y legítimo a problemas y potencialidades de
nuestros propios procesos globales e integrales. Muchos de sus nietos
nos aprestamos a proponer y dar testimonio de construcción de otra
calidad de democracia. Quizá ahora no nos persigan y repriman, ¡por
demócratas!
LOS DÍAS DEL TURNO DE LOS
GOBIERNOS DE ESTA DEMOCRACIA

No obstante los buenos augurios que usted deseó para la inci-


piente democracia que se persistía en impulsar y reacomodarla en
nuestro país, ésta fue cayendo de tumbo en tumbo aguijoneada por va-
rios fenómenos.
Así como continúa ocurriendo con varias instituciones y pode-
res impuestas durante la Colonia y la Primera República, somos un
país mosaico de naturaleza y culturas y por tanto, de regiones y socie-
dades, en las que casi nunca pudo encajar otra institucionalidad. Tal
vez por eso es que podemos hallar una explicación de la existencia de
las tradicionales, y en algunos casos hasta crueles, manifestaciones de
desobediencia latente en nosotros los ecuatorianos hacia determinado
orden estatal.
Así mismo, es tiempo ya de reflexionar y sensibilizarnos sobre la
calidad de Estado y democracia que nos rigen porque si éstas no son
apropiadas para nuestras realidades, habrá que hacer un esfuerzo de
verdadera invención para hacernos de un orden que se construya a
nuestra imagen y semejanza. La globalización de este super modelo
OTANizado de democracia, al tener que continuar con su conducta de
imposición, que de otra manera resulta adecuada para sus intereses,
acrecienta este histórico y lamentable desfase condenándonos a sus
crueles efectos. El mega orden globalizador occidentalista y totalitario,
que a través de una de las ideologías de la postmodernidad ratifica y
reordena su antigua hegemonía en todos los ámbitos, constituye una
receta a aplicarse por parte de cualquiera de los gobiernos. Para esto
funcionan, la vigilancia de la banca extranjera, la información masifi-
cante de las cadenas radio televisadas y la propalación de sus valores, la
30 / Milton Cáceres

bendición por parte de los aparatos clericales transnacionales y la ame-


naza de la maquinaria bélica a órdenes del Consejo de Seguridad siem-
pre presto a la disposición del Pentágono.
Así, la gobernabilidad “nacional “no constituye sino la aplicación
de estrategias definidas en este marco hegemónico mundial para el cual
ya “no” tienen sentido los estados nacionales; aunque sí lo tienen, lo son
para el efecto sempiterno de la concreción local de las determinaciones
geopolíticas. Por ello es que los gobiernos “nacionales” terminan pare-
ciéndose entre sí. Pronto sus ideologías se rinden y pierden su estatuto
de pensamiento, de ideas y nociones de soberanía y cívica. Con razón
sus bisnietitos, sufren de aburrimiento y expresan sorpresa, contradic-
ción y repudio cuando en las aulas se les enseña respeto y veneración
por unos símbolos que ya no significan dignidad, pues han sido entre-
gados a la hegemonía mundial o ella los ha liquidado y solo sirven pa-
ra someter a los niños engañándoles con la mentira de un Estado “Na-
cional”, “soberano” y de una patria cuya frente quizá ya no les parecerá
radiosa. ¡Cuántos pierden el año por esta cívica!
En estos días se han turnado en los palacios estatales, regímenes
que han ganado las elecciones usando con saña y crueldad la imagen
especialmente televisada de la pobreza y la miseria para hacer una go-
bernabilidad prosternada ante los usureros. Por eso es que siempre me
he preguntado, ¿qué pasara con las elecciones si desapareciera la pobre-
za?, y si esto sucediera, ¿cómo funcionarán las maquinarias electoral
clientelares y los super aparatos del negocio de la “comunicación”?
La pobreza ha terminado funcionalizándose a la dominación y se
ha convertido en un mecanismo instrumental indispensable para este
juego democrático. ¡Cuán rentable es la pobreza!
Los regímenes legalmente democráticos han asesinado, tortura-
do y empobrecido. Han aduanizado la política y ratificado que los fon-
dos reservados son reservados para ellos y sus diversos tipos de com-
pras, han creado al Hombre del Maletín para que sirva de dirimente de
las políticas estratégicas del Estado, han tenido la habilidad de conver-
tir en oficinas y órganos inocuos subestatales a algunas de las luchas so-
ciales, han hecho un escarnio de la cosa pública y sin embargo, tienen
la osadía de imponerse como valores cívicos para el consumo masivo.
Este proceder ha terminado por hacer que la sociedad presuma de apo-
liticismo por la funesta vía del repudio a “lo político” sin que advirta-
mos quizá que ello constituye un grave daño si pretendemos construir
El Cuento de la Fratria / 31

otras proyecciones, recreaciones y revoluciones. Esta apolitización que


muchas veces no distingue calidades, asegura el dominio en cuanto li-
mita el horizonte del pensamiento, impide la creación de imaginarios
y somete la vitalidad humana a presunciones de imparcialidad de todo
lo cual se nutre el oportunismo y el pragmatismo.
La calidad de esta patria y su política todavía mantienen devora-
das las posibilidades de constituir sociedad civil al haber sido converti-
das en objeto de diversas manipulaciones por parte de funcionarios no
solo del orden socio-político sino civilizacional. Para que exista otra
calidad de Ecuador desde sus profundidades, tiene que haber otra cali-
dad de democracia.
Afortunadamente para esta renovación ética y política, ya existen
profesores que también luchan por un escalafón ético, siendo por ello
que se niegan a colocar en el Altar de la Patria a estos símbolos de la
muerte y la corrupción para que no se contamine la mente y el espíri-
tu de niños, niñas y jóvenes y preservar así la salud de quienes dirigi-
rán al Ecuador del mañana.
Este comportamiento de los educadores es encomiable y dignifi-
ca a la más decisiva de las actuales vocaciones y profesiones humanas.
Es una profesión de fe en los niños y niñas, abuelo Benjamín, y una de
las mejores condenas al gobierno en cuyas mazmorras los verdugos
creyeron apagar la sonrisa de sus bisnietos los niños Carlos y Andrés,
sin darse cuenta que de la crueldad y dolor de esa oscuridad está por
amanecer una fratria que también quiere decir canto, juego y arrullo de
los niños y que servirá como castigo para los criminales.
Sin embargo, debo preguntarle abuelo, ¿qué tipo de interés pue-
de despertar en los niños el amargo cuento de esta patria? Puede pro-
vocarles sentimiento de rechazo, en cuyo caso habría que despertar su
capacidad crítico-filosófica para que asumiendo una posición de inte-
lectualidad, conciencia y cariño puedan imaginar y crear el proyecto de
otro Ecuador. Aquí radica una de las mejores herramientas para alterar
esa identidad negativa que nos ata.
Entonces para que haya otra calidad de Ecuador tiene que haber
otra calidad de educación. Para que haya otra calidad de educación tie-
ne que haber otra calidad de democracia y al revés, pero alguien tiene
que romper este círculo vicioso entrando testimonialmente por cual-
quier lado. Solo la autodeterminación poli-ética individual, familiar y
comunitaria puede hacerlo, pues se trata de comenzar la construcción
32 / Milton Cáceres

de nuestra Gran Casa de la Democracia Social Intercultural, desde sus


cimientos: el proceso de constitución de su matriz, la sociedad civil, es
decir la actividad política de una ciudadanía libre de la actual sociedad
política y el peso masificante y cosificante del aparataje y sistema edu-
comunicador que no solo constituye un soporte de aquella sino del
modelo civilizacional que ya no lo vivimos, sino lo padecemos.
¿Qué nos auguraría gran abuelo Benjamín? Parecería paradójico,
pero creo que usted no nos depararía tiempos sombríos, sino todo lo
contrario. Y es en este sentido que me parece que habría que recuperar
su propuesta de potencialidad cultural ecuatoriana, aunque ello signi-
fique ensayar una crítica a fin de procurarle otra profundidad, pues una
culturalidad e interculturalidad sin justicia social, puede ser fácilmente
manipulada por la dominación.
Pero ya hemos entrado en otro tiempo histórico....
Entonces un nacionalismo no procede ahora por cuanto el Ecua-
dor no se conforma como una sola nación a menos que lo construya-
mos como una nación de nacionalidades. Luego, no podemos ensimis-
marnos en un soberbio egocentrismo uninacional como si tuviésemos
y supiésemos todo. Respetando las territorialidades culturales estable-
cidas, habría que interculturalizar las territorialidades cognitivas, tec-
nológicas, ético valorativas y socio políticas.
En este otro tiempo histórico, el Tiempo de la Madre Tierra, del
“Desarrollo” pacha mama y por lo tanto, del sistema de fraternidades
planetarias, no podemos practicar un encerrón vanamente orgulloso y
resentido. Nuestro plurinacionalismo, sin dejar de pertenecer a una de-
terminada geo espacialidad e identidad, es universal por cuanto, con
sus elementos, constituye una elaboración humana a la misma altura
que las otras construcciones. En adelante decir Ecuador tiene que refe-
rirse a una diversidad integral, a una receptividad y libre apertura y a
una posibilidad de aporte. Ya no el ensimismamiento orgulloso per se
sino esa mutua invitación, es lo que nos debe identificar y universali-
zar. Podremos SER valiosos por dar y recibir libremente. Pero este
Ecuador está despedazado por despedazador. Su integración fue cons-
truida con sometimiento y exclusión.
Abuelo, usted como gran pensador, seguro que aceptaría nuestra
crítica puesto que urgimos de un renovado pensamiento, de visiones
cósmicas y compromisos que es lo que caracteriza precisamente a los
intelectuales-trabajadores orgánicos, es decir a aquellos asumidores de
El Cuento de la Fratria / 33

complejidades, trabajadores creadores de ideas, lectores testimoniantes


de la gigantesca época de tránsito que privilegiadamente vivimos entre
siglos en la búsqueda constructiva de una nacionalidad, ciudadanía,
socialidad, culturalidad y humanidad precisamente cósmica y planeta-
ria aunque deba estar enraizada en una pertenencia territorial.
De ahí que es pertinente lo que Bernard Henri Levy señala cuan-
do pregunta si asistimos a “una crisis mucho más profunda, que afecta
al régimen, a la idea misma de ‘Universal’ en el Occidente de este final
de siglo”? Y creo que sí, porque como el mismo dice, respecto de la fun-
ción que les será propia de los intelectuales: “el trabajo de la compleji-
dad, esencia de los alegres sabios del mañana”. ¡Qué bueno que ya no se
deba utilizar el mote de “facilitadores” ¡Ahora tenemos que hacernos
cargo de cuestiones complejas, pues las fáciles están corrompidas.
Ahora bien. Diré que el inicio de la actual fase de este proceso de
agotamiento de la representatividad socio-política en nuestro país, se
desencadenó con el gobierno que duró seis meses en Palacio, pues pu-
so pies en polvorosa a Panamá con maletas ricas en dinero. La “virtud”
de ese gobierno fue mostrar ante la sociedad, la realidad de la represen-
tatividad de la sociedad política y su Estado con su hedor de rata muer-
ta despanzurrada por sus funcionarios buitres.
Permítame abuelo, confesarle que expresarme de esta manera
me causa incomodidad, pero creo que me ayuda a graficar la situación
que se abrió cual si fuese otra cruel enseñanza para sus nietos que con-
formamos el Ecuador actual.
Con el estancamiento y putrefacción de las aguas anegadas por el
provocado desastre natural que sufrimos, más la profundización de la
corrupción, podemos decir que vivimos un ordenamiento global po-
drido. De él podemos esperar más y mayores desastres, aunque ello nos
reta a buscar alternativas si es que la función crítica planta sus tiendas
reales en nuestra mente y sensibilidad, precisamente para esa renovada
intelectualidad que urgimos.
Hacer esto sería como tejer o bordar, como crear una obra de ar-
te o como inventar propositivamente ese cuento de la fratria siguiendo
la pedagogía de los abuelos queridos que como usted cuentan bellas,
miedosas, esperanzadoras, míticas, ejemplares, normativas y valorati-
vas historias a sus nietos. Cuando adultos, apreciamos hasta las lágri-
mas el valor de esta pedagogía, que merece ser emulada por los profe-
sores y los padres.
34 / Milton Cáceres

La actual manera de “hacer camino al andar” es el de la crítica


testimonial, que siendo sinónimo de lucidez, debe asentarse en el ejer-
cicio de la imaginación, el reconocimiento, y la sensibilidad con lo in-
tegral que significa este país, para parir el nuevo pensamiento cuya ca-
lidad tiene que ser también integral y planetaria en contraposición a lo
integral, funesto y global como el que por ahora nos sofoca. Aunque
como todo globo, tiende a hincharse tanto, que luego revienta.
La vía y obligación ética para pensar, renovar la crítica y el testi-
monio ha de ser entonces la integralidad, versus la otra integralidad, a
la que combatimos. Tomar integralmente nuestros advenimientos,
nuestra actualidad, para poder acertar con una respuesta apropiada, es
decir íntegra es nuestro desafío en la hora actual. No puede desarrollar-
se la inteligencia sin la sensibilidad y no puede fundarse un nuevo pen-
samiento si no nos sacudimos del neocolonialismo que se impone a
través de la ideología de la globalización -que aparece revestida como
un hecho definitivo y seductor- cuya intencionalidad política conlleva
una vana pretensión de aniquilar la crítica, la identidad y la búsqueda
de caminos propios para el tratamiento de nuestras terribles carencias
generales por parte de la justificación pragmatista. Ya ha nacido el de-
sencanto de la globalización y la modernización.....
He llegado a pensar estimado abuelo -y dígame usted a través de
encender el debate en sus nietos y nietas- que la ideología de la globa-
lización constituye una moda con sesgos oportunistas, pues aprovechó
y arreció en plena decadencia de la gerontocracia totalitaria soviética -
constructora tardía de una particular vía estatal al capitalismo, para ba-
rrer con la crítica oponente hasta ese entonces. La gigantesca maquina-
ria educomunicativa e informática mundial, manejada con su particu-
lar ética, hizo el resto. Es cada vez más pequeño, uniformizado y mani-
pulable, el globo del mundo?
Y así como ayer no más, no supimos leernos a nosotros y a noso-
tras mismas y como casi nunca comprendimos lo que significaba tener
una guía para la acción, así hoy, votando la casa por la ventana, corre-
mos tras ese tren globalizador para embarcarnos y viajar de pie en los
puestos intermedios y con boleto de tercera categoría. No podemos se-
guir como loros hablando, copiando y obedeciendo a las ideologías de
la “globalización”, la “modernización” el “desarrollo” etc., si no sabemos
darnos cuenta de sus fines, sus intenciones, sus nocivos y criminales
El Cuento de la Fratria / 35

efectos impuestos a través de las políticas de ajuste neoliberal que to-


dos los gobiernos de esta democracia vienen aplicando desde 1979.
Hagamos este ejercicio de reflexión: ¿los contenidos que usual-
mente se están dando a globalización, modernización y desarrollo, co-
rresponden al “somos” de los seres humanos de la época que se ha
abierto?
Sin perjuicio del ejercicio de contestación que debemos dar a es-
ta pregunta me atreveré a anticipar, utilizando la jerga globalizadora,
que necesitamos una reingeniería del alma de nuestra identidad para
construir una calidad total de la condición humana y su socio política.
Abuelo me expresé con una especie de juego de palabras.
Pero el juego es necesario. El juego es una alternativa seria, pero
sin que deje de ser juego. A propósito, ¿cuánto jugaba con sus nie-
tos? ¿A qué jugaba? Cuanto hubiese querido acudir de niño a su despa-
cho de la Casa de la Cultura para que personalmente me cuente su
Cuento de la Patria.
Usted abuelo Benjamín denomina “Otro Período Oscuro” al
tiempo que transcurrió entre el asesinato de García Moreno y el derro-
camiento de Borrero y Cortázar por parte de “un soldado de fortuna, el
general Veintimilla”. Destaca que la campaña que el pueblo impulsó pa-
ra derrocar al tuerto Veintimilla se llamó la Restauración y en ella “hizo
su primera aparición la figura más importante de nuestra historia repu-
blicana: el general Eloy Alfaro, que solo llegó al poder después de cien
combates, cuando un episodio grotesco llamado la venta de la Bandera,
hizo posible en 1895, mediante el pronunciamiento popular del 5 de ju-
nio, el advenimiento del Partido Liberal, y la apertura de una etapa de
transformación legal, política y social, que tiene un clima parecido, al
que tuviera en México la Reforma, que le diera a América y al mundo
una de sus figuras más significativas: el indio zapoteca Benito Juárez.”
Muchas cosas de lo que actualmente está pasando en el país se
parecen a esta época oscura que usted nos cuenta. Bueno, no se ha ase-
sinado a ningún tirano -de varios aprendices que hay- no existen tuer-
tos, aunque sí gente con buenos ojos, oídos y sobre todo manos y uñas
largas para robar. Es difícil que figure una persona individual de la ta-
lla del Luchador de cien batallas, aunque auguramos profunda figura-
ción política a la sociedad civil por sus mil y un batallas que deberá li-
brar hasta constituirse, identificarse como tal y construir alternativas
36 / Milton Cáceres

civilizatorias y socio políticas. Ahora es el Tiempo del Espacio protagó-


nico de la sociedad civil, de sus pueblos, culturas y socialidades. Dada
la profundidad de lo que sucede, es el Tiempo en el que el accionar pro-
tagónico le corresponde al ser humano con sus diversísimas manifesta-
ciones de vitalidad, pues es a ese nivel al que corresponden los cambios
básicos a fin de poder garantizar las otras construcciones.
Nos llena de rabia y tristeza el haber sido testigos de la venta no
solo de la Bandera, sino hasta de la dignidad cuando hemos visto que
no nos pertenece el fruto de nuestro propio trabajo, cuando la mayor
parte de ello va a parar en manos de los usureros, tampoco lo es la ama-
zonía pues ya no solo está en manos de petroleras sino hasta de trans-
nacionales que comercian el medio ambiente, mercantilizan las creen-
cias y se nos despoja hasta de la propiedad intelectual y cultural. Ojalá
no pretendan patentizar nuestra ceremonial y nutritiva chicha, los alfe-
ñiques y el bolón de verde que hace mamá Esmeraldas, el cebiche del
compadre Pedro Lino Gonzabay, la papa Santa Catalina o el querido
Carnaval de Guaranda.
Pero lo peor de todo es que esta calidad de Estado, teniendo hi-
potecado nuestro futuro, ha hecho casi miserable nuestro presente. Sin
embargo, no ha podido ni tocar nuestro espíritu que es en donde resi-
de la fuente de otra calidad de poder y desde lo cual proponemos otra
ideología política para legitimar y patentizar una democracia según
nuestras diversas maneras de ser y de querer ser.
En el Ecuador de hoy mismo, un runa colectivo como convergen-
cia de identidades es el que va a imprimir profundos cambios. Esta Gran
Comunidad de comunidades estaría compuesta, por un lado, por el co-
munitarismo indígena, integral e intercultural quien, más allá de lo que
pretende subordinarle este Estado tentándole con manzanas podridas,
nos ofrecerá su magnífica visión cósmica ética espiritual, “la más alta
forma de conciencia política” que es como afirman los cheroquees.
Se trata también, por otro lado, del espíritu del pueblo mestizo
que hará su presencia en la gente que con sano orgullo cimenta su iden-
tidad en el reconocimiento de nuestro origen indio y de lo europeo an-
tiguo, medieval y renacentista pero no universalista arrogante; y, por
otro lado, del pueblo y cultura negra que construye su identidad ecua-
toriana en su reconocimiento de ser heredero de los pueblos africanos.
Pero esta propuesta solo sería completa si lo cultural indígena,
mestizo, negro y blanco definen y asumen una vivencialidad de reci-
El Cuento de la Fratria / 37

procidad igualitaria social e intercultural para tejer otra socialidad -y


en tono de otra calidad de encuentro entre los géneros- que procure
otro sentido, mandato y representatividad a la institucionalidad socio
política del Ecuador. Esta socialidad, cual tejido sano, tendría que recu-
perar, actualizar y renovar lo “humano” y lo “popular”. Lo humano que
no excluye a nadie para aportar y rectificar nuestra condición y lo po-
pular, que ya no debe entenderse como lo carente, como objeto de los
paternalismos, sino como lo crítico y construyente al mismo tiempo.
En estas circunstancias históricas amerita una restauración, una
reforma y una revolución. Tenemos que restaurar y reformar el conte-
nido y representatividad del poder del Estado arrancándola de manos
de la decrépita y corrupta sociedad política que la liquida, por medio
de una integral y permanente rebelión de la ciudadanía.
No hay posibilidad de gobernabilidad, autoridad, ni reforma, por
la doble razón de que entre propietarios, representados y funcionarios
de este Estado, hay múltiples conflictos en donde es la corrupción la que
ha entrado a dirimirlas y sin que sea nada impropio ni contradictorio
para ellos ni para los “grandes intereses nacionales” como suelen deno-
minar con gran pompa y trompeta, a sus negocios. Es tan vergonzoso lo
que sucede en las instancias de este poder tales como el Ejecutivo, el
Congreso y la Tremenda Corte, cuando nos dan a entender que hasta las
órdenes de la globalización modernizadora totalitaria, son desobedeci-
das e inviables. Y por otro lado, porque es cada vez más grande la impo-
sibilidad de soportar lo que sentimos desde las sociedades y reflexiones
básicas de la nueva ecuatorianidad, que ojalá termine por nacer.
Hace falta que la gobernabilidad emane de la ética, de los cimien-
tos de nuestros pueblos y culturas y no solo de las urnas. Para eso de-
mandamos de una revolución en esas sociedades básicas como única
garantía de la reforma política, pero también de las otras grandes rede-
finiciones que requerimos.
Hace falta que la representatividad nazca de la plena soberanía y
participación política de la sociedad civil y no de los organillos parti-
darios. Incluso hacen falta buenos partidos políticos, pero como órga-
nos directos, como núcleos de pensamiento político y no como verdu-
gos, avivatos, prestidigitadores baratos, ni estruchantes de la creativi-
dad social y su riqueza.
Solo una autorrecuperación de estas sociedades básicas y la inte-
gralidad de sus culturas permitirá que efectivamente haya sociedad ci-
38 / Milton Cáceres

vil para sí, es decir, crítica, deliberante, propositiva, integral, en una pa-
labra, política. Eso requiere que nos miremos el ombligo, como un sím-
bolo para comprendernos como individuos, como grupos, como cul-
turas, como géneros y generaciones para preguntarnos, ¿quiénes y có-
mo somos? ¿Cuáles son nuestras virtudes, potencialidades, trayectorias,
experiencias, cambios, mezclas, mutilaciones, negaciones, valores, con
las que contamos para autoproponernos esa revolución y esa refor-
ma? No contamos con “bolsas de valores”, sino con valores-propuestas
e invitaciones que pueden aportar mucho en nuestra propia versión de
mundialización o globalización porque no nos vamos a enclaustrar en
nuestros espacios, territorialidades, regionalidades y tiempos.
La recuperación y recreación de valores tiene que ser cósmica y
en pos de una nueva universalidad a través del encuentro igualitario
globalizador de nuestras propuestas y testimonios sociales, cognosciti-
vos, tecnológicos, ideológico-políticos, económico productivos, artísti-
co culturales, ecológico ambientales. No nos referimos a una globaliza-
ción bajo la hegemonía de un determinado sector, sino en torno de la
diversidad reinante y la obligatoriedad de su convergencia, pues no se-
ría justo para los derechos de la vida en su plenitud, que nos sometié-
ramos a la “aldea global” o a la aldea local, en donde, el riesgo de la pri-
mera es hacer referencia a una nueva versión del universalismo domi-
nante y de la segunda, a una visión de complejo de inferioridad, ambas
mezquinas, vanidosas, arrogantes, estrechas, francamente ridículas pa-
ra los nuevos tiempos.
Créame abuelo Benjamín que la rabia frente a esta situación me
ha hecho buscar y buscar... aunque no sé si son buenos encuentros los
que he tenido.
La decadencia de la representatividad política, a propósito del
gobierno que huyó el 5 de febrero abrió panza arriba, las intimidades
de la sociedad política decadente y corrupta en una siniestra demostra-
ción de que es ahí mismo en donde reside su poder.

La espectacular tragicomedia gubernamental a la que asistimos los


ecuatorianos, constituye la expresión más miserable de la calidad de deca-
dencia con la que viene superviviendo la representatividad política en
nuestro país.
Recorriendo mentalmente los fenómenos sucedidos en estos últimos
meses encima de esta gigantesca tarima en la que el actual gobierno ha
El Cuento de la Fratria / 39

convertido al Ecuador, nos produce sensaciones de ira, burla, vergüenza,


bochorno, y hasta de dolor en nuestro amor propio. Pero así como nada de
eso podemos desconocer, tenemos que saber también reconocer que ello no
constituye una situación aislada, que se sale de la rutina de la adminis-
tración del dominio o que arriesga su equilibrio.
Precisamente por eso tenemos que decir que el sistema del cobro de
la deuda -convertido en la forma concreta a través de la cual pagamos
contemporáneamente el impuesto al trust hegemónico mundial que ni si-
quiera nos incluye como socios menores en la globalización- patrocinan-
do esta calidad distorsionada y exigua de democracia, ha fracasado en su
obligado intento de experimentar la utilización de la tarima espectacular
populista (elegida por los votantes como tabla de salvación) en su afán de
lograr mayor eficacia para ese cobro. He ahí porque las declaraciones de
su proconsul constituyen fuerza decisiva en el equilibrio del poder subsi-
diario, su aval, certificación o su tiro de gracia.
Frente al renuente autoritarismo -que en el Ecuador se ha expresa-
do ya sea en los gobiernos impuestos por el golpe y también en los salidos
del marketing electoral- las fuerzas sociales, partidarias y gremiales se han
amalgamado exigiendo rectificación y renuncia del gobierno bucaramis-
ta, en una aparente coincidencia, pues si bien para las mayorías ello cons-
tituye un repudio a las miserables condiciones de vida que de cada gobier-
no venimos recibiendo a través de variadísimas imposiciones políticas, en
cambio para los partidos políticos es un inigualable momento político pa-
ra rehacer y propagandear, mientras que para algunos gremios empresa-
riales es la única manera de asegurar su atrazado modelo improductivo
especulador y subsisiado, para los gremios laborales, un efímero y minús-
culo rebalsamiento.
Qué lástima que el legítimo y verdaderamente democrático repudio
al autoritarismo esté siendo utilizado, en este momento de coincidencia
política, por las fuerzas, instituciones y personales patriarcales y matrona-
les que sustentan el decadente y decrépito sistema improductivo, corrupto
y seudorrepresentativo que viene sofocando a las fuerzas que con renova-
do pensamiento y testimonio se afanan por construir otro país.
¿Cuál hubiese sido el argumento con el que se habrían tenido que
dirigir -zalameramente- a nuestros pueblos, sociedades y movimientos,
esos cónyuges infieles que resultan ser el sistema político y sus gremios, pa-
ra dominar sus amores, de no existir la corrupción, el autoritarismo y la
patanería elevadas a gobierno? ¿Cuál serían las expresiones de los parti-
40 / Milton Cáceres

dos y especialmente de los gremios empresariales si estaríamos ante un go-


bierno que frene al capital meramente especulativo e improductivo, com-
binando con acciones políticas de transparencia y de creación p. ej. de
fuentes de trabajo? ¿Bucaram pretendió que los pobres sostengan el cruel
peso de su tarima en la que hasta el 5 de febrero danzaron al unísono de
su disco compacto, su grosería, la banca internacional y su asesor Cavallo
pero, son las fuerzas políticas tradicionales, verdaderamente anti neolibe-
rales, en los hechos, con proyectos sesuda, creadora y soberanamente ela-
borados? Qué hermoso y legítimo sería que un presidente cante, baile, jue-
gue fútbol, la pelota nacional y el tres en raya, si su partida de ajedrez se-
ría para ganarle al hambreador, al autoritario, al discriminador, al ma-
chista, al corrompido, patán y al omnipresente FMI, pero no para quitar-
les el pan y la alegría a tantos niños.

Sin embargo y a pesar del efecto instantáneo que produce este mo-
mento de coincidencia política, vivimos tiempos en los que estamos cose-
chando una renovación de ideas, símbolos y fuerzas algunas de cuyas ex-
presiones se están haciendo públicas en estos días, especialmente en la ju-
ventud. La perseverancia de esta magnífica movilización social contra el
autoritarismo, la corrupción, la vergüenza y las medidas de mayor ham-
breamiento, constituye un precedente histórico de recreación de la demo-
cracia en manos de los nuevos actores sociales que tiene que quedar como
un fondo de garantía frente al recurrente accionar del sistema político re-
presentativo del viejo régimen. Pero no podemos soslayar que en estas ini-
ciales manifestaciones de renovación social, hay elementos de espontanei-
dad que son un verdadero riesgo y un reto.
Es precisamente esta espontaneidad la que ha tendido siempre a ser
manipulada por el dominio de la vieja representatividad, cuando ha uti-
lizado sus creaciones, sentimientos, símbolos e ideas para devolverlas ins-
titucionalizadas en las elecciones a través de sus discursos electorales. Una
de las pruebas de maduración de las fuerzas renovadas será la reapropia-
ción y recreación de sus símbolos, su pensamiento, sus idearios y sus pro-
positivas y efectivas propuestas integrales, si se trata de desplazar al decré-
pito sistema político representativo. Hay que reivindicar el derecho y la
obligación de que estas nuestras fuerzas sociales frescas, hagamos otra ac-
ción política y no politiquera y ese es un asunto ético y estético, a juzgar
El Cuento de la Fratria / 41

no solo por la corrupción sino hasta por lo feo que se le ha puesto a nues-
tro hermoso y prometedor país, la sociedad oficial.
Mantener serena, inteligente y sencillamente este espíritu que se va
ganando es otra prueba de fuego para que no suceda lo que pasa con los
ganadores electorales y algunos deportistas a quienes se les sube los humos,
perdiendo los favores de nuestros pueblos.
Es tan prometedora la fuerza política y moral de nuestra actual
movilización social que, todos los electos tanto para cualquiera de las fun-
ciones del Estado cuanto para las mismas organizaciones sociales e insti-
tuciones, tenemos que poner nuestras barbas en remojo, si efectivamente
buscamos otra gobernabilidad cuya representatividad se afinque en una
autoridad ética, que convierta lo privado en público, y lo público en un
asunto digno de ser tratado como íntimo.

El discurso político de la vieja representatividad hace efecto preciso


a través de la masificación de la que somos objeto los seres humanos an-
tes que como ciudadanos, por medio de radio, prensa y televisión. ¿Cómo
es posible que permanentemente elijamos al nocivo, al contrario, al peli-
groso, al que va a traicionar?
En nuestro país así como es renuente el autoritarismo y persistente
la docilidad de la representatividad ante la banca internacional y su sis-
tema político, así también es ingenua nuestra esperanza y débil nuestra
memoria. Es el accionar eficaz de este tipo de comunicación en manos por
ejemplo de Bucaram, el que produciendo este efecto masificador, logra
mantener en cautiverio el “imaginario popular” de que en su gobierno
primero van a ser los pobres y luego.....esa gente.
A pesar de la movilización social de estos días, con el que se reafir-
ma su fondo democrático de vigilancia y la garantía centinela de la cali-
dad de la democracia, los caciques políticos van a mostrar todavía, su
fuerza ganada a través de ese efecto masificador activado con esa “comu-
nicación” con la que algunos órganos ordenan tener una conciencia de crí-
menes, puñaladas, violaciones, cercenamientos, teletones, en los que este
acomodamiento a la miseria hace que nuestros seres humanos, degrada-
dos a la condición de masa, vendan y hasta se solacen con esa vida y ma-
la conciencia de crónica roja y sus premios de margarinas, detergentes, fi-
deos o esos fugaces aparecimientos en las primeras planas de los sangran-
tes informativos.
42 / Milton Cáceres

De esta conciencia y rebajada calidad de vida y salud se nutre el sis-


tema de representación política, cuya más patética expresión la hemos vis-
to bajo este gobierno, porque mientras más adormecida esté la conciencia
crítica -o buena conciencia- mejor eficacia tiene el sistema “democrático”
mundial y el criollo y su conjunto institucional.
Una nueva democracia, como voluntad soberana de las bases histó-
ricas, sociales y culturales de otro país, requiere como condición indispen-
sable una conciencia crítica y en ello el papel de una verdadera comuni-
cación resulta fundamental. Pero esta distinta calidad de comunicación
tiene que ser educomunicación y ello se refiere también al papel de los pa-
dres y a la misión de los profesores, siendo entonces aquí en donde radica
la disyuntiva entre continuar con una educación mediocratizante y masi-
ficante, que abona eficientemente a la acción de la erosión de nuestro país
y a la desesperanza de nuestras gentes o a emprender en la casa y en las
aulas una formación integral de los seres humanos que van a decidir el
Ecuador venidero y que por lo tanto no se puede hipotecar su realización
por culpa de un sistema educativo que no solo requiere mayor financia-
miento sino una redefinición científica, cultural, administrativa, humana
y en todo caso, ética que significa asumir algo que está en las manos de
profesores y padres: una autocrítica que impulse cambios efectivos. He ahí
la prevención de la corrupción, del freno al desperdicio de capacidades, co-
to a la mediocridad, de alto a la intolerancia y al prejuicio y de un alista-
miento cabal de la futura ciudadanía.
Esperando llegar respetuosa y francamente a la reflexión de todos
nosotros, en estos momentos tan decisivos para las perspectivas históricas
de nuestras renovadas utopías, tenemos que puntualizar que es importan-
te advertir sobre la caducidad del conjunto del sistema político, partidos,
personajes, idearios y sobre todo, prácticas.
Que cualquiera sea el resultado de la jornada de lucha que nos
aprestamos a vivir, hay que hacer conciencia de que nuestra movilización
tiene que mantenerse como fuerza proponente de una Asamblea Consti-
tuyente para la fundación de una Nueva República y vigilante garantía de
la calidad de los gobernantes en general, frente a los cuales no podemos
comportarnos como beneficiarios de troncha. Lo peor que nos podría pa-
sar es que esta gigantesca voluntad social y política la ahoguemos en me-
ros apetitos electorales, frente a lo cual es importante que distingamos la
calidad y ubicación de los medios con relación a los fines, sin que perda-
mos de vista su importancia.
El Cuento de la Fratria / 43

Que lo más importante para el futuro de esta histórica moviliza-


ción constituye empeñar nuestra voluntad por profundizar el pensamien-
to y los testimonios, como aportes obligatorios para la elaboración del es-
bozo de un país como fratria de seres humanos, pueblos, culturas, clases,
géneros, creencias y regiones, enlazadas en un “convivir democrático de
diversos”, en torno del respeto a un acuerdo ético acerca de nosotros y de
la madre naturaleza. Crear nuestra propia versión de democracia y repre-
sentatividad, es saber conducirnos en tolerancia para aprender a vivir y
ser.
DESPUÉS DEL 5 DE
FEBRERO DE 1997

En nuestros pueblos y familias todavía existe la costumbre de “la-


var el cinco” luego de los funerales. Como muchos conocemos, se tra-
ta de una limpieza de personas y enseres que se practica con medida sa-
nitaria tradicional individual y colectiva en la que se reviven impresio-
nes y recuerdos del difunto y de sus familiares.
Eso precisamente es lo que requerimos hacer los ecuatorianos
luego de la desaparición, aunque momentánea, del gobernante Buca-
ram y en resguardo de los que seguramente vendrán. Eso es necesario
porque requerimos recordar el fondo y la forma de los hechos del 5 de
febrero de los cuales somos sus autores directos en una gigantesca, so-
berana y única expresión democrática, más todavía cuando lo que te-
nemos que recuperar es el poder de todas nuestras identidades, tanto
individuales como seres humanos, pero también como sociedades, de
manos de la institucionalidad corrupta que nos ha sofocado a través de
este Estado, unas veces como dictadura y otras como autodenominada
democracia.
El bucaramato no solo fue una forma de gobierno, es una cali-
dad del Estado. Si el bucaramismo es una esencialidad del gobierno
permanente, es decir una “política del Estado”, entonces nada bueno
podemos esperar de este Gobierno ni de cualquiera que venga, a me-
nos que asumamos la construcción de otra calidad de la política desde
nuestras vivencias diarias e íntimas, de nuestras sensibilidades, cosmo-
visiones, desde un renovado pensamiento pero fundamentalmente
desde otra ética para retomarnos a nosotros mismos ya sea como so-
ciedad, pueblos, culturas, géneros, generaciones en lo que denominaría
nueva socialidad. Si la supuesta lucha contra la corrupción es una far-
46 / Milton Cáceres

sa parecida a la hipócrita lucha moral norteamericana contra el narco-


tráfico, somos entonces el conjunto de sociedades las que tenemos que
autogestionar una dimensión integral de lo que tendríamos que deno-
minar política, representación, participación, en una palabra apodera-
miento como ciudadanos y como seres humanos para reivindicar la
política como un legítimo quehacer solo en la medida en la que la otor-
guemos otro contenido.
De una apropiada relación mutua entre política y ética que las di-
versidades constitutivas de lo actual ecuatoriano y universal elabore-
mos dependerá una nueva democracia.
De esta manera, una cosa es la formalidad legal de la Asamblea
Constitucional (que fue convocada a presión y luego desvirtuada) y,
otra, es la construcción de su legitimidad por parte del tejido socio-cul-
tural en donde es el testimonio ético el motor convocante y ejecutor in-
mediato, profundo y renovante.
Sin embargo nosotros sabemos que la corrupción es la “calidad
total” de este Estado, no lo digo por una posición antiestatal, aunque
tampoco estoy para rendirle culto, sino porque esta crítica pretende
apuntar al contenido de la actual política, a su desencuentro, contradic-
ción y latente beligerancia con la sociedad civil, al distorsionado conte-
nido de democracia que lleva, y a la corrupción de la vida pública co-
mo instrumento de su eficacia, elementos básicos de donde dimana en-
tonces una determinada calidad de concepción y acción política.
La institucionalidad que viabiliza la dominación constituye un
verdadero estorbo para toda producción humana, llegando incluso al
extremo de que la política hegemónica mundial exige y hasta financia
una reforma que clarifique el tratamiento de sus negocios, aunque sin
poner en entredicho la calidad de representación subordinante y su-
bordinada que entraña. Y aquí está el nuevo nudo gordiano, por cuan-
to desde la sociedad existe una condena a la corrupción institucional y
se nota cierta presión por una reforma, en cambio del lado de los po-
derosos intereses foráneos se accionan mecanismos para que esta no se
les escape de su control. Poner aceite en los ejes y cambiar ciertas fór-
mulas para un mejor funcionamiento del sistema, pero no perder su
control, es la consigna de esta nueva mundialización del poder.
No nos tomó por sorpresa entonces que el gobierno, campeón de
los trepados en la “camioneta”, sea igual o más corrupto que el que fu-
gó a Panamá, pues pronto vimos con mucha indignación que para es-
El Cuento de la Fratria / 47

ta generación de políticos funcionarios de la corrupción simbolizada


en ese vehículo, el Ecuador es una jugosa aduana, una chequera de fon-
dos (reservados para sus panzas) o una camioneta para trepar al dis-
frute del poder, la figuración y el engaño.
La corriente de El Niño nos hizo ver con sus grandes aguas que
el país ha llegado a ser riesgoso hasta ecológicamente, pues en efecto,
no somos capaces de beneficiarnos como comunidad, sino de maldecir
la naturaleza y echar mano de lo que haya con tal de satisfacer el con-
sumismo. La política de rapiña aprovechó hasta del desastre natural
para reciclar su acción utilizando con gran despliegue y saña, los me-
dios tecnológicos masivos de comunicación que para mí se han conver-
tido en el primer poder, pues no solo utilizan nuestros signos y símbo-
los sino que fabrican otros con los cuales se asegura nuestra actual con-
dición humana de compradores, consumidores, espectadores y súbdi-
tos. Lánguidos, atónitos y estupefactos...
A este nuestro país, caluroso rincón de abuelos y abuelas carga-
dos de nietos que nos reclamamos herederos y semillas de culturas que
pueden ser bases de otra civilización, interculturalidad y de país, los
funcionarios de este poder, le han convertido en un container que, lle-
no de todas las riquezas que otorga la generosa diversidad, está listo a
continuar siendo asaltado por los aduaneros politizados y los contra-
bandistas politizados.
Nuestros pueblos no advierten todavía una diferencia entre esta
política y una alternativa y a veces presume de a político, no sin razón,
por cuanto todo lo que se le ha ofertado electoralmente como “alterna-
tivo”, ha caído en la misma o parecida conducta. Los engañosos brillos
de este poder, encandila malditamente a muchos, pues con sorpren-
dente actividad enarbolan discursos que les servirán de escalera para
instalarse en las poltronas de las delicias oficiales, del confort y la nego-
ciación, es decir, de la autodenominada oposición que no es sino el
mentiroso mecanismo para subir y defender a rajatabla la representa-
tividad que lo auspicia. Esa es la lucha política en una sociedad en don-
de sus conflictos tienden ya a salirse de su carril “normal”.
Lo alternativo en política constituiría una lucha en profundidad
vigilada por una objeción y libertad ética que en nuestro caso exige una
ruptura con la calidad y los mecanismos de la actual sociedad política.
Pero la sociedad política no está formada únicamente por los partidos,
también forman parte de ella los grupos y organizaciones que han en-
48 / Milton Cáceres

tablado una tácita alianza con la política dominante y oficial en sus


prácticas y en sus mentalidades, a todo lo cual contribuyen a reprodu-
cir los prejuicios, las conductas, las costumbres de nuestra cotidiani-
dad. El reflejo de ello es lo que está pasando en las parroquias en don-
de sus mandones ya están organizando populista y paternalistamente a
sus grupos para la asamblea que elegirá a la Junta Parroquial.
Entonces yo me pregunto, ¿qué calidad de asamblea y de socie-
dad civil es la que partidiza o caciquiza sin que hayan grupos denomi-
nados partidos? Es la conciencia activada (o desactivada) por la políti-
ca actual convertida en una acción de codicia y rapiña.
Por otro lado, es muy interesante que la Junta Parroquial elegida
sea la principal autoridad de esa jurisdicción básica. Sin embargo, co-
mo la nueva democracia tiene que nacer en casa, una Junta Parroquial
sería una magnífica oportunidad para superar prejuicios y prepoten-
cias locales que haciendo de nuestros pueblos “infiernos grandes” im-
piden construirlos como democracias apropiadas, transparentes, go-
bernabilidades no controladas oficialmente, asambleas para tratar los
problemas de la vida de los seres humanos ciudadanos de una localidad
- universalidad y territorialidad, espacios referidos a la gente y no prin-
cipalmente al Estado, poder limpio y abierto para participar y vigilar en
la calidad general de la vida de la ciudadanía inclusive de su salud y
educación.
Pero nosotros “no cogemos juicio” todavía a pesar de las duras
lecciones que vivimos. Esa es la situación que nos mantiene cautivos en
medio de un complejo de redes sin que podamos vivir de nuestras pro-
pias creaciones.
Las acciones de la sociedad política y su Estado -el director de los
atrasos- en medio de la inhumana situación que padecen nuestros pue-
blos, en gran parte por culpa de esa institucionalidad y sus definicio-
nes, hace que esta tragedia se vaya convirtiendo en comedia. Poco a po-
co ya no nos produce rabia, sino risa burlona. Y me he dado en pensar
abuelito que ahora tenemos que transformar y utilizar esa risa como
arma de combate para que subvierta este desorden ordenado por el su-
per Estado Transnacional Mundial que busca clonarnos como obedien-
tes y uniformes ciudadanos de su aldea.
Entonces la invitación ya no es a morirnos de tristeza, tampoco
es a morirnos de miedo, ni siquiera a morirnos de risa, sino: ¡A VIVIR-
NOS DE RISA!
El Cuento de la Fratria / 49

Ríase abuelito, que la risa es también cultura. Fíjese, que antes yo


creía que como la lucha era seria, había que ser serio y a veces hasta
nostálgico y triste. Pero ahora, creyendo todavía que la lucha sigue
siendo seria, siento que la risa también es cosa seria y que riéndonos
mantendremos nuestro espíritu libre, creativo, presto y fresco para lo
que nos toca pensar y trabajar en nuestro país no como el territorio y
la gente influenciada por las órdenes que vienen de fuera desde los cen-
tros de decisión, sino desde la casa familiar, la familia de familias, la co-
munidad, la parroquia.
Así que: ¡A VIVIRNOS DE RISA!
Eso es lo que tratamos de hacer para concentrar ideas, sensibili-
dades y fuerzas con el fin vivir una época de creatividad para nuestras
luchas, una vez que nos hemos dado cuenta de los cambios del tiempo
que vivimos y de la necesidad de continuar haciendo la historia desde
los riquísimos procesos vitales y no desde los palacios desde donde se
administra la miseria, la corrupción y el control de esta sucursal de la
globalización totalitaria.
La risa, la crítica desde el humor, la creación artística, el testimo-
nio disidente, la vivencia del poder de otros valores, la renovación de la
protesta y la propuesta, la construcción de pequeños pero hondos bro-
tes de nueva civilización etc., huyen del lamento, la amargura y el vano
criticismo, son una gratificante pero valiente auto catarsis que mucho
tienen de Mafalda, de Asterix, de Speedi González, del Tío Conejo y so-
bre todo, de la frontalidad, hondura, transparencia y el humor como
actúa la filosofía de nuestros niños.
“El mundo de hoy tiene hambre y sed de escuchar nuestra risa.
De nada le sirve nuestra timidez y nuestro miedo”, dice Rousselot. “Ríe
si eres sabio” nos desafía Josefina Weidner y continúa, citando a Leo-
pardi “Grande entre los hombres y de gran terror es la potencia de la
risa...”.
Que adultos y profesores no agotemos, sino cultivemos el cues-
tionamiento e inventiva filosófica de la infancia, esa matriz de grandes
perspectivas para el conocimiento y construcción de un renovado país.
Todos los abuelos han llegado tan lejos y tan hondo, precisamen-
te por haber aprendido a leer el tiempo, como usted, Don Manuel Ben-
jamín, nos demuestra en sus escritos; por eso, tratando de comprender
lo que vivimos hay que apelar,
50 / Milton Cáceres

A NUESTRAS RAÍCES

Fortalecer la esperanza de que hagamos un Ecuador con la poten-


cialidad de nuestra espiritualidad autoejerciendo un poder político que
brote de la libertad de la objeción de conciencia, es sumamente necesario
en este momento.
Pero la esperanza de justicia y felicidad puede fortalecerse solo si
quebramos el discurso de esclavitud por medio del cual casi nos han logra-
do convencer de que somos víctimas, pobres, subdesarrollados, tercermun-
distas, marginados, etc., que deforman nuestras diversas y riquísimas
identidades, arranchando nuestra intimidad y su potencialidad de liber-
tad y creación. Otra cosa es que nos hayan empobrecido obligándonos in-
cluso a correr desesperadamente tras los usos y costumbres de aquellos que
se han autoerigido en “modelos” y “patrones” del “Desarrollo”. Ese térmi-
no que persistentemente ha buscado colocarnos como inmaduros, atrasa-
dos, ilógicos, irracionales y por lo tanto inferiores con respecto a un su-
puesto “primer mundo” al que supuestamente tenemos que imitarlo y
obedecerlo si queremos SER. ¿Quién califica a las calidades de mundo?
Cierto que una parte de lo que somos, padece de unas históricas rea-
lidades que se derivan del empobrecimiento; sin embargo, para liberarnos
de estas condiciones y desbloquear nuestra capacidad creativa necesitamos
dejar de estar convencidos de esta esclavitud, para poder luchar, proponer
y hacer. La fuente de las nuevas luchas y poderes provendrá de esa otra
parte de nuestro ser -la objeción de conciencia ética y espiritual- que no
ha podido ser doblegada por las condiciones históricas de dominación.
Proponer, pensar, criticar, imaginar y hacer, en el nuevo tiempo y
espacio que renacen, no pueden realizarse con conciencia de esclavos y es-
clavas. Porque venimos de pueblos y culturas amantes de la luz y la liber-
tad y sentimos que podemos reintegrarnos como hijos e hijas de una mis-
ma Naturaleza Madre, nunca más deberíamos desperdiciar nuestra espi-
ritualidad conciencial permitiendo que siga atrapada en esa esclavitud.
Haremos otro Ecuador y un Nuevo Mundo solo si nos autoestimamos co-
mo seres humanos libres, superando las condiciones de empobrecimiento,
opresión y dominio.
Una distinta calidad de poder es la que está brotando de la ética de
la objeción de conciencia, porque se está rompiendo con esa esclavitud su-
perando el lamento que nos autorreprime, para pensar y sentir que somos
libres para poder luchar contra el dominio y crear. Esta invitación hacia
El Cuento de la Fratria / 51

otra civilización y humanismo trastoca las calificaciones de mundos, pues


muchos antivalores y realidades del pretendido tercer mundo son pareci-
das al supuesto primer mundo y, muchos de los orgullos de éste forman
parte de la decadencia civilizatoria que enferma por el hastío del confort.
Contestémonos en qué quedaría la eficacia del poder dominante y
corruptor, ante personas, familias, pueblos, culturas y movimientos rede-
finidos sustancialmente en torno de una ética de objeción libertaria de
conciencia con respecto a la naturaleza y a los seres humanos. ¿Cuánto po-
dríamos crear y recrear si cultiváramos este caudal conciencial como apor-
te a una globalización intercultural?
Uno de los basamentos de esta otra globalización sería la vivencia
de sociedad civil, pero no como concepto de moda, tal como ahora sucede
hasta con lo ecológico, manipulable electoral o burocráticamente por la
corrupta sociedad política y sus modalidades que siempre se aprestan a
pelear a dentelladas esta misma calidad de poder en las elecciones. Esa vi-
vencia requiere de espacios socio-culturales cuyos contenidos pueden ser
fortalecidos por la reciprocidad, tolerancia y libre convergencia en una de-
mocracia de la diversidad, por su autonomía con respecto a la sociedad
política y garantizados por la objeción de conciencia como puerta de en-
trada para relacionarnos con los seres humanos, sus culturas, sus libres de-
terminaciones y, la Naturaleza tomada como Madre. Construyamos y for-
talezcamos esos espacios.
Ejercer esta otra calidad de política nos procurará acceder a una re-
novada calidad de vida y a impulsar una vía segura y auténtica para
practicar reformas socio-políticas en la perspectiva de otro entendimiento
entre sociedad civil y sociedad política. La renovación debe provenir de es-
tas construcciones de sociedad civil tejidas como fratrias y no desde la de-
cisión de la actual sociedad política que por ser la causante de la ruina de
nuestro país, está descalificada moralmente para convocarnos, exigirnos y
tratar de hacernos creer que va a construir otro Ecuador por medio de la
imposición de gobierno.
Este país es ingobernable por la calidad de política que avasalla rea-
lidades y creaciones de la vida cotidiana y sus raíces. Vivimos una inso-
portabilidad de esta calidad de Estado y sus funcionarios.
La única posibilidad de hacer un Ecuador nuevo, justo y alegre pro-
vendrá de la riqueza propositiva y autoconstructiva de los pueblos, socie-
dades, clases, culturas, movimientos, géneros, generaciones y sus valores
espirituales, socio-políticos, históricos, tecnológicos, educomunicativos,
52 / Milton Cáceres

éticos y estéticos, libres del discurso y conciencia esclavizada, de cualquie-


ra de las modalidades de la actual sociedad política, de la codicia y acti-
vismo de corto plazo electoral y de las mutuas opresiones y prejuicios so-
ciales, genéricos, culturales y regionales.
Convergencia, libre compatibilidad y convivencia intercultural pue-
den y tienen que darse urgentemente en torno de un sistema socio-políti-
co, económico y ecológico de reciprocidades éticas, entre lo mejor de lo an-
dino-amazónico y lo mejor de occidente, entre la mujer y el varón, el ni-
ño, joven y el adulto como convivir construido paralelamente como fra-
trias de sociedad civil, autoejerciendo ese otro poder del que sí podemos
disponer tanto como seres humanos y como ciudadanos y ciudadanas.
Cobijándonos en el símbolo del cambio de milenio y la fuerza que
nos provee a través de sus desafíos de renovación, tenemos que confiar en
nuestros valores, porque testimoniándolos, podremos tener otro poder en
vez de los ídolos del mercado, las armas, los mandos y la imposición de la
ideoimagen. Comencemos por romper la impuesta condición de súbditos
construyendo esos espacios, renovando nuestra personalidad, desobede-
ciendo a la actual calidad de poder político desde la libertad y riqueza de
nuestra objeción integral de conciencia.
Tenemos que enlazar nuestras experiencias, sensibilidades y pensa-
mientos como un renovado y renovante tejido social para cimentar una so-
ciedad civil que viva desde ya una democracia de fratria, de intercultura-
lidad, diversidad y solidaridad, como respaldo del Ecuador-raíz, que se re-
construye y florece... en estos espacios humano-sociales hay que invitarnos
y exhortarnos como amigos y compañeros a no caer en la tentación de com-
prometerse con la vieja política por más que tenga nuevas modalidades.
Aliéntennos abuelos a no seguir en la derrota, ni en la falta de fe en
proyectos y utopías, que las podemos crear, definir, imaginar y pensar pa-
ra rehacer la crítica junto a la propuesta y el testimonio. Impidamos que
el dolor, nuestros valores, los sujetos socio-culturales y propuestas sean
usadas como objetos electorales por los traficantes políticos, y las crueles
empresas del mercado de la imagen y el dato.
El Cuento de la Fratria / 53

&

Desde mi punto de vista he venido pensando en la idea de que la


energía de la espiritualidad es el más hondo reducto de nuestro fuero
en donde se concentra toda nuestra voluntad y fuerza conciencial para
imaginar, recordar, crear y tratar de ser mejores integralmente a través
de nuevas luchas tanto en espacio y tiempo individual cuanto en lo fa-
miliar y social, tanto en lo privado e íntimo cuanto en lo público.
El instrumentalismo, el pragmatismo y el hecho de asumirnos
mutiladamente como personas pero también como colectivos, han de-
jado aislado y menospreciado al poder de la espiritualidad. Sin embar-
go la religiosidad popular, así llamada, ha sobrepasado esa especie de
prohibición de integralidad a través de celebraciones sentidas, intimi-
dad de la fe, de recuperaciones y nuevas espiritualidades. Nuestra tras-
cendente esencialidad es una puerta para hacer renovaciones y no pa-
ra golpearnos el pecho, más de Sábado de Gloria que de Viernes Santo,
aunque ambos se refieran mutuamente.
La espiritualidad para mí no es sino el establecimiento gozoso y
libertario de relación con el TODO armonizante del que formamos
parte porque estamos fundidos aunque diversos en él, mediante la cual
recuperamos y profundizamos nuestro crecimiento integral. Los pue-
blos en su convivencia de reciprocidad de gratitud celebrante, han da-
do nombres sagrados a este TODO y a su relación con nosotros.
Un tesoro y aporte fundamental para construirnos y hacer otra
calidad de país, significa la visión cósmica ético-filosófica de nuestros
pueblos raíz. Esa visión cósmica constituye ese todo integrante y en
movimiento, cuya fuerza y energía es la “espiritualidad, que me da con-
ciencia de mí mismo, de mi cultura”, como señala mi amiga Victoria y
que, según los teólogos indígenas Manuel Zuña, Joaquín Carguachi y
José Bonilla, hace comprender y sentir, que VIVIMOS JUNTOS. Pode-
mos ser Fratria.
Esta sagrada visión cósmica constituye una invitación a que re-
hagamos la economía, la construcción de la sociedad, las relaciones con
los otros, con la naturaleza (si la volvemos a asumir como Madre), de
lo cognoscitivo y, con cada uno de nosotros mismos, lo cual nos puede
servir como guía para construir una diferente calidad de país, de fami-
lia, de comunidad, de organización social y de persona.
54 / Milton Cáceres

...para construir nuestra fratria

Siento profundamente que, al momento de leer esta carta, se estre-


cha una antigua hermandad nacida por el compromiso, el trabajo y los
sueños de construir con nuestras propias manos, un Ecuador como si fue-
se la casa y el hogar, caluroso por la libre convivencia del amor de sus mo-
rantes.
Abuelo Benjamín tenemos que recuperar la palabra para fortalecer
esa hermandad a través del compromiso de compartir nuestra vitalidad,
sus logros y derrotas, gozos y pesares, promesas, desafíos, cosechas, etc., pa-
ra aprender juntos a tejer el testimonio de una fratria como una distinta
calidad ética de asumir el poder en lo privado y lo público. En la actuali-
dad todo lo relacionado con el poder y lo político es tomado como la fuer-
za y la conducta que garantiza que los derechos e intereses de los otros ten-
gan valor según lo resuelva quien ejerce el dominio.
Urge que comprendamos al poder y lo político partiendo de asumir-
nos como seres humanos integrales con valores, potencialidades, debilida-
des, es decir como actores soberanos directos de perspectivas renovadoras
de nuestras actuales situaciones históricas, soberanía que trata de ser des-
pojada, desvirtuada y manipulada permanentemente por ese otro sistema
de poder y de política.
Para levantar una gran casa de fraternidad democrática e intercul-
tural de los hombres y mujeres, tenemos que partir de sentir la actual rea-
lidad aunque no para quedarnos ahí ni para seguir con frustración que
nos produce la calidad y uso actual del poder. La conciencia de nuestra ac-
tual realidad tiene que ser utilizada como espejo en quien mirarnos para
construir todo lo contrario de lo que ahora criticamos. Es tiempo de supe-
rar el encono, sobreponernos al febril bullicio cotidiano de esta política y
asumir creadora, y propositivamente lo que pueden aportar nuestras vi-
das, para enfrentar los dolores que nos produce la miseria, la opresión y la
injusticia.
Con honradez tenemos que reconocer que la actual calidad de la
movilización social está atrapada entre las políticas e instituciones estata-
les, no gubernamentales y el organicismo burocrático lo cual hace que sea-
mos presa de la manipulación, la traición y la burla por parte del actual
sistema de representatividad, ratificando así nuestra opresión, el atraso,
los empobrecimientos, el conflicto y el dasasosiego. Esta movilización no se
corresponde con las exigencias y desafíos actuales de la sociedad y civiliza-
El Cuento de la Fratria / 55

ción mundial ni con la situación interna de cada uno de nosotros como


individuos.
No nos acostumbremos a que la palabra política siga convertida en
sinónimo de engaño, corrupción y alocada búsqueda de poder para el
egoísmo en vez de ser para la construcción del Ecuador, hogar cariñoso
para todas y todos. La construcción de la Gran Casa no es el resultado de
actos electorales, ni de leyes, eventos, de armazones administrativo-direc-
tivos dentro de esta democracia y su Estado etc., sino de la actitud de cam-
bio integral de los cimientos de nuestras sociedades y culturas cuya raíz
más honda somos los seres humanos y fundamentalmente como padres o
hijos en cuya soberanía radica la posibilidad de una revolución de los va-
lores.
Este cambio tiene que producir otra calidad y uso del poder a fin de
procurarnos otra convivencia de la pareja, de la familia, de la comunidad,
otras calidades de crecimiento y de “desarrollo” (aunque esta palabra ha
levantado ya gran controversia mundial) para llegar a la comunidad de
comunidades que deberá ser el Ecuador y el mundo: una democracia de
fraternidades e interculturalidad. Si caminamos y continuamos fortale-
ciendo este proceso, tejerlo explícitamente como calidad ética de acción
política, significaría dotarnos de fuerza y conciencia, sensibilidad y com-
promiso para impedir la acción política que hoy nos controla eficiente-
mente subordinando nuestra libertad natural al mercantilismo globaliza-
dor, a las empresas electorales, a un país y sociedad extraños y ajenos, y a
la imposición de falsos valores, haciendo que cada uno de nosotros y nues-
tras creaciones seamos ajenos, dobles, inconsecuentes, contradictorios,
conflictivos y competitivos.
La raíz de esta situación es que perseguimos alcanzar puestos en es-
te mismo poder que hoy nos domina, y al no criticarlo por su calidad cae-
mos en sus redes y perdemos la posibilidad de construir ese otro poder co-
mo raíz, proceso y producto para nuestro crecimiento integral. Ese otro
poder y esa otra calidad de política debe tener como soporte nuestra fuer-
za interna ética, conciencial y sensible en lo privado y en lo público, en lo
individual y en lo social. Esto es lo que se produciría en la ruptura-salto
de la espiral dialéctica del cambio de calidad verdaderamente “total” .
Por este sentimiento y reflexión propongo que hagamos acción po-
lítica para autoejercer poder -desde el testimonio ético íntegro de la obje-
ción de conciencia- sobre cada uno y sobre los espacios íntimos, cercanos,
propios y básicos en desobediencia a los antivalores y órdenes provenien-
56 / Milton Cáceres

tes del otro sistema de acción política. Este testimonio resulta ser indispen-
sable y de carácter prioritario a fin de poder tener autoridad moral frente
a lo público, pues no tenemos que presumir como los supuestos salvadores
del Ecuador sino hacerlo, ejercerlo, asumirlo y vivirlo en el autocrecimien-
to individual, en la crítica y en la creatividad, en la vivencia de otra cali-
dad de relación afectiva entre los géneros, en la importancia decisiva de la
interculturalidad, en el venerable respeto por la naturaleza al tomársela
como Madre, en la relación fraterna como amigas y amigos, pueblos y cul-
turas del mundo para recuperar otra socialidad; en suma, en una acción
política que nos permita aprender y autoejercer soberanamente nuestra li-
bertad fraterna de valores como ética, conciencia y espiritualidad tanto
individual cuanto social.
Pienso que este cambio es la fuente de otra calidad de poder y de
fuerza libertaria para crear un acuerdo civilizatorio mundial de fratrias
forjadas desde la creación íntima, familiar y colectiva que son los espacios
y tiempos en los que se puede criticar valores y reemplazarlos libertaria-
mente por otros.
Tenemos que aprender mucho de las dolorosas realidades de los paí-
ses en donde sus sistemas políticos han llevado al fratricidio a su población
y a sus culturas, a fin de que en el nuestro detengamos toda forma de dis-
crimen e imposibilitemos esa guerra que siempre pende sobre nosotros si
esta democracia y Estado no representan lealmente las diversidades bási-
cas de nuestros pueblos. Aprendamos también de otros países en los cuales
su democracia no es sino una imposición rutinaria del turno y juego co-
rrupto de los partidos, de las leyes, de los caciques, de los que invierten sus
dólares en todos los candidatos y de la masificación y manipulación de la
información que se hace pasar como comunicación social.
La construcción de la Gran Casa hay que comenzarla por sus ci-
mientos humanos, de identidades y de ciudadanía, pues este es un asunto
privativo de ello mismo y no del ámbito oficial, peor si este ha corrompido
su función y se ha alzado no solo por encima sino en contra de la sociedad.
Por eso me pregunto, qué sentido coherente con los valores de esa
construcción, tienen acciones tales como la sola presentación de candida-
tos, de cambios de leyes, etc., en ausencia y en directa contradicción con
ese otro cambio que me parece que es la única garantía básica que asegu-
ra la movilización de la crítica, la sensibilidad de la creación, la organiza-
ción de las soberanías, la dinámica creativa de las culturas y socialidades,
el movimiento de la construcción de las identidades, la renovación de
El Cuento de la Fratria / 57

nuestra actual condición humana... para tener mejores dirigentes familia-


res, sociales y políticos. Qué lastima del buen vino, si lo pondríamos en
odres viejos, porque, trayendo a nuestro caso esta Palabra del Nuevo Tes-
tamento, hasta una reforma política demandaría de la movilización de
nuestros cimientos humanos de identidad si verdaderamente se tratara de
una reforma. Veamos si no, el triste destino en el que han quedado todas
las reformas fabricadas en los despachos estatales cuando no han salido de
la matriz de las creatividades o cuando no han dinamizado a la sociedad.
Requerimos hacer un país ya no patriarcal sino fraternal ya no una
patria sino una fratria, ya no una democracia formal de calidad corrup-
ta, sino tomarnos la democracia como un legado histórico y sobre todo le-
gítimo, que pertenece a la soberanía humana y social para hacer países a
imagen y semejanza de las dinámicas creativas de seres individuales, so-
ciales y culturales que somos la historia y la realidad del Ecuador y del
mundo, entonces no basta con hacer eventos o rimbombantes declaracio-
nes porque después de todo, una buena casa no se la comienza construyen-
do por el tejado y sin ver el terreno, el tiempo, la calidad de los materia-
les, su belleza, el entorno de la naturaleza, la sapiencia y los valores de sus
constructores etc., a menos que se lo pueda rectificar en el camino o que
sus constructores desconozcan esta otra propuesta o que tengan siempre la
intención de hacer una casa sabiendo que puede venirse abajo. No se tra-
ta solo de reemplazar a los funcionarios que ejercen actualmente el poder,
sino de construir otra calidad de política.
Necesitamos ser asamblea o parlamento autoconvocada por la ciu-
dadanía, sus pueblos, culturas y movimientos para reconstituir legitimi-
dad en la medida en la que se destierren las conductas de la representati-
vidad corrupta y las viejas prácticas políticas de la pasada movilización
social, para apoyar a los procesos vitales e integrales en donde verdadera-
mente se fragua una política de FRATRIA.
La asamblea parlamentaria puede ser un ambiente humano en el
que tenemos que lograr que se discuta la política fratria, cuyos basamen-
tos son constituir fratrias interculturales y sociales de base que ejerzan una
democracia integral directa desobedeciendo a la política que hoy nos do-
mina. Sin esta fuerza no es posible ni tener una constitución leal, ni refor-
mar al Estado y mucho peor hacer un Ecuador de vivencia democrática,
medioambiental, productiva, social y justiciera.
No puedo entonces dejar de señalar que la actual movilización so-
cial en el Ecuador es de participación espontánea y que su organización es
58 / Milton Cáceres

permanente escamoteada y devorada por acciones políticas burocráticas y


electorales de grupos que asumen arbitrariamente su representación a tra-
vés de parecidas actitudes propias del sistema político dominante al que
dicen oponerse.
Pensando en esta situación, nosotros tenemos que conocernos y re-
conocernos para aprender de los testimonios alternativos que ya existen en
muchos ámbitos. Esto significa tejer un movimiento social y al mismo
tiempo político correspondiente con estos valores de autoejercicio del po-
der, que nace de la renovación que fortalezca la construcción de la Gran
Casa de afecto y fraternidad democrática integral e intercultural mundial
y ecuatoriana. Este movimiento social y político que hace falta construir-
lo, tiene que estar integrado por personas que estén construyendo o que va-
yan verdaderamente a construir testimonios alternativos al poder domi-
nante y que tengan como sustento el pensamiento y la sensibilidad de ha-
cer una democracia desde cambios profundos de nuestra actual condición
humana para tejer una fratria.
Se trata de una fraternización gozosa de testimonios de cambio in-
tegral para y desde nuestros tiempos a fin de construir desde abajo e ínti-
mo la democracia de la fratria. Ética, política y espiritual de lo económi-
co y tecnológico, de lo cognoscitivo, lo familiar, lo social, de lo medioam-
biental, lo étnico cultural, educomunicativo, generacional y de la relación
entre géneros.
Asumir la soberanía de lo social asumiendo nuestras soberanías in-
dividuales, pero también al revés.
PODEMOS RETOMAR EL ESPÍRITU
HUMANO Y CIVIL DE LA MARCHA
Y ASAMBLEA CONSTITUYENTE
DE LOS PUEBLOS

Un acontecimiento muy especial fue el que resolvieron hacer


más de doscientas organizaciones sociales del país dinamizadas por el
movimiento indígena. La Asamblea Constituyente de los Pueblos: To-
das las Voces a la Constituyente, a cuyo seno debían llegar los delega-
dos de las organizaciones provinciales caminando a pie desde los cua-
tro puntos cardinales para entrar a Quito el 12 de octubre de 1997.
Exactamente hace un año, querido abuelo Benjamín, entrába-
mos un resumen de todas las culturas y pueblos ecuatorianos a la capi-
tal del futuro Ecuador que fundaremos. Entonces la Casa de la Cultu-
ra, ya no será únicamente esa construcción y concepción. Y entonces el
12 de octubre no será más el llamado Día de la Raza ni el de la Resis-
tencia ni del Encuentro de Dos Mundos ni del Descubrimiento de
América. Recordaremos, valoraremos y recuperaremos nuestras here-
dades que como Patria portamos, a través de la dignidad y el reconoci-
miento de sentirnos hijos y hermanos, esto es, al sentirnos Fratria. La
única expresión de este sentir es la que debemos hacer en la reconstruc-
ción del ser de nuestro país.
La marcha comenzó en Zamora y enseguida Miguel fue quien le-
vantó al Taita Inti, haciéndole presidir.
Particularmente, abuelo, acompañé desde Narancay que queda
en mi provincia y ya entrada la noche, abrimos debate con nuestros
discursos, pues tuve el honor de haber sido elegido como asambleísta
en representación de los pueblos azuayos. Dirigentes y niños nos toma-
ron el juramente de lealtad al tiempo que nos entregaron símbolos car-
60 / Milton Cáceres

gados de poder, demandas y puntos de vista sobre lo que debería tra-


tarse en semejante representación socio cultural que iba a reunirse en
ese nuevo octubre.
Entre dirigentes, elegidos y más compañeros en donde se desta-
caba la compañera Robertina, elaboramos los mandatos de los pueblos
y organizaciones azuayas a la Asamblea.
Escribimos que “Hacemos la entrega de este mensaje y mandato
para que nuestra asamblea que el 13 de octubre comenzará a escuchar
a todas las voces, piense, sienta y cree una democracia de la diversidad
de todos los pueblos del Ecuador”.
“Que la asamblea de octubre discuta sobre una propia democra-
cia nacida de la soberanía y la política que vive en todos y cada uno de
los pueblos, movimientos, culturas y personas y no en los grupos elec-
toreros, empresas de engañosas imágenes y falsos profetas”.
“Nosotros exigimos una nueva constitución, pero no vamos a
caer en la trampa de que ella nos solucionará todos nuestros proble-
mas. Aquí estaremos alertas ante las maniobras de los políticos profe-
sionales. ¡Viva la Gran Asamblea de Octubre”.
En la asamblea de Cuenca se consideró entonces que solo una re-
novada movilización y creación social, plurinacional y de la vida, per-
mitirán hacer un nuevo Ecuador y una verdadera reforma política.
Para ello la delegación se autoexigía llevar al seno de la asamblea
de Todas las Voces de nuestros pueblos a instalarse en Quito este 13 de
octubre, la petición de que ella se constituyera, con la obligación de
simbolizar autoridad legítima y moral, en leal delegación de nosotros,
para dialogar, acordar y ser alternativa de representación.
Asamblea que sepa vigilar la actuación de la Asamblea Constitu-
cional que el Estado uninacional había convocado para diciembre que
se avecinaba, a fin de tomar resoluciones en directa relación con nues-
tras organizaciones en Quito y a nivel de todo el país. Asamblea que tu-
viera calidad permanente con sus leyes internas, sesiones ordinarias y
extraordinarias.
En fin, marcha y asamblea que debía constituirse en un poder
moral desde los Ecuadores de base social, pluricultural, de varones y
mujeres, de niños y jóvenes y de todos quienes por tantas y tantas ge-
neraciones han venido labrando y laborando las ideas, los símbolos y la
comida, para proponernos crear un país desde esos sentires mirándose
en el espejo de la historia de los sucesivos países construidos con otros
El Cuento de la Fratria / 61

intereses, materiales y arquitectos. En cambio la forzada y manipulada


asamblea del poder formal que primeramente fue lanzada como cabe-
za de oposición y representación del generalizado repudio a Bucaram
fue convirtiéndose en un hecho de oposición a la movilización social y
popular.
Usted verá abuelo las intenciones, definiciones y hasta corazona-
das que estas definiciones conllevaban en el habernos propuesto reali-
zar una asamblea de Todas las Voces, pues nos animaba el deseo de tra-
bajar por un hecho sumamente simbolizante respecto del poder formal
con el cual se hubiese iniciado una renovación del movimiento social
para la dinamización de la sociedad civil en la perspectiva de pensar y
construir legítimamente su poder de democracia comunitaria e inter-
cultural.
Sintiendo con gran indignación todo lo que nos había pasado no
era dable que se entregara nuestra asamblea de caminos y marchas a los
que hacían de intermediarios entre los pueblos y la corrupta sociedad
política porque sentíamos también lo que hubiese significado el edifi-
cio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana: el presagio de que el Ecuador
tenía que ser, como ya dijimos, una Gran Casa de Todas las Culturas,
una Casa de la Interculturalidad.
Es por ello abuelo Benjamín, que decidí escribirle esta carta que
intenta ser la construcción de otro cuento. Nuestra realidad vivencial y
potencial está ciertamente en las culturas y mejor logradas todavía si
entre ellas se tejiera una relación justa, de respeto, valoración de sus di-
ferencias y de trabajo integral por construir una buena calidad de vida
y de lucha para terminar con la corrupción de la sociedad política, ese
terremoto muy parecido en sus efectos a lo que para los ecuatorianos y
peruanos ha sido la infección de la “herida abierta” en la frontera.
Con estos sentimientos caminábamos abuelo formando parte de
la marcha...
El trayecto por la Panamericana fue para mí un libro abierto pa-
ra aprender a borbotones. Robertina, Mesías, Luis Alberto, Manuel,
Gloria, Mama Celestina, Miguel y mi ahijado Omar, fueron verdaderos
compañeros de camino tal como uno encuentra en la vida.
Tantos afectos, tantos dolores expresados, tantos anhelos, tantas
angustias contenidas fueron el calor y la caricia de los pueblos que en-
contrábamos en el camino hacia Quito, a la legítima Asamblea Consti-
tuyente que iba a fundar un nuevo Ecuador: el reconocimiento de la
62 / Milton Cáceres

realidad histórica de nuestra socialidad, pluriculturalidad y plurinacio-


nalidad en perspectiva de interculturalidad, matriz de los ordenamien-
tos económico, social, jurídico, y político.
Qué gratificante fue aprender a sentir la limpieza que constituía
ese caminar aprovechando para pensar en uno, en los propios y en los
hermanos pueblos. Comprendí y aprendí -más allá de la simple cátedra
de aula- lo que deberían sentir los Huichol en su camino de purifica-
ción hacia el encuentro con el abuelo Peyotito. Fui un aprendiz en esta
maestría del Camino y Encuentro de los Pueblos.
Yo no daba casi nada o nada, al contrario, recibía y recibía cual pe-
lícula sensible, todo afecto, toda sensación, todo pan, todo encargo, nu-
triendo así mi cuerpo y mi conciencia todavía mutilados. Por el camino,
trenzado en una discusión conmigo mismo para pensar y sensibilizar-
me en autoejercer mi Pequeña Gran Revolución Individual, continué.....
¡Cuán inmenso y necesario, pero difícil, me resulta hacer lo que
con admirable valentía y desprendimiento de vanidad exige al Gran Es-
píritu el cacique Yelow Lark.
Continuando con lo que de personal también me otorgaba la
marcha, me dediqué a repasar mis convicciones pasadas y recientes, en-
grandecidas enormemente por el camino de paisajes, pueblos, mis
amores con mis hijos, mi María Cecilia, mis padres y mis queridísimos
compañeros y compañeras, mis sueños, mis debilidades y potencialida-
des en el proceso de tratar de completarme en el Todo Verdaderamen-
te Armónico.
Contemplaba y oraba, pensaba y algo escribía. ¡Qué privilegio!
¡Qué honor para un simple aprendiz! ¡Qué suerte la de su nieto, abue-
lo Benjamín de la Cultura!
Sin embargo y tal como sucede en todo camino, fui viviendo
también la contradicción con otras ideas y proyectos y que a la postre
a uno le ayudan a asegurarse, a cuestionarse y desarrollar. Vimos la rea-
lidad del proyecto que persistentemente buscaba y busca llegar al alto
mando del Estado, (pero del mando de esta calidad de Estado) priori-
zando para ello la acción electoral bajo el justificativo pragmatista de
que “no hay que aislarse, porque esa es la realidad”.
Y es que en nuestro país, sin que desdeñe sin más ni más una sa-
lida electoral, hace falta primero que nada, preguntarnos a qué tipo de
Estado, democracia y especie humana civilizatoria queremos llegar con
esa o con cualquier otra salida.
El Cuento de la Fratria / 63

Si no nos hacemos esta pregunta corremos el serio riesgo de lle-


gar a los puestos y declarar con esa misma aureola de pragmatismo ca-
si inefable que “una golondrina no hace verano”, “que no hay mayoría”,
“que no hay presupuesto” etc., que son los justificativos sospechosa-
mente tardíos que vengo oyendo desde los mismísimos días en que me
tocó, por azar y por unos pocos pero amargos y decisivos días, actuar
como diputado titular frente al terror y prepotencia del febrescordera-
to.
En la histórica marcha de octubre de 1997, vimos también la
existencia de una corriente que anhelaba y creía en la posibilidad de re-
formar el Estado desde arriba, es decir, como resultado de la acción de
la sociedad política presionada por esta movilización, a través de lo
cual se contemplaría y reconocería legalmente algunas de las más im-
portantes demandas sociales y culturales.
Así mismo comprendimos la existencia de una lucha social con
una crítica respecto de la situación socio económica y de las injusticias
en general, pero cruzada por todas las corrientes, organicidades y opi-
niones dentro de las cuales habemos algunos núcleos, opiniones y per-
sonas que luchamos por autodeterminarnos como sociedad civil, es
decir por una crítica, ejercicio testimonial, creación alternativa y auto-
nomía con respecto a la sociedad política -que es representante del or-
den globalizador totalitario- dentro de una autodeterminación por
construir una civilización para un país integral, intercultural y comu-
nitario. Sociedad civil desde una construcción poli-ética intercultural
autónoma. Sociedad civil construyendo una democracia desde nuestras
realidades socio culturales, es decir asumiendo la acción y creatividad
política como sujetos históricos, profundizados en esa condición por la
acción de la crítica, la producción integral y la sensibilidad de la identi-
dad intercultural para ser y repeler el ataque de la sociedad política.
Sociedad civil construyendo su democracia directamente sin in-
termediarios en una superior y profunda cotidianidad. ¿Sociedad civil
-o sociedades civil-culturales?- cimentando y ejerciendo su calidad re-
novada de democracia, es decir, erigiéndose como “soberana ciudada-
nía” y humanidad, para realizar mandatos definitorios sobre la calidad
y la cantidad institucional. Lucha social cívico-intercultural, constru-
yendo y viviendo testimonialmente valores y creaciones beneficiosas -
integralmente- de una distinta civilización y democracia.
64 / Milton Cáceres

Este marco definitorio debía y debe configurar una distinta lucha


social y política involucrada en la vida del país, incidiendo en todas sus
expresiones y realidades actuales con una crítica y una muestra alterna-
tiva testimonial. No hay que abandonar la protesta, porque ella no es
un estadio a superar para ser reemplazada por la propuesta. Lo que ne-
cesitamos es recrear la protesta y vivir testimonialmente la propuesta.
Es urgente luchar por una reforma de la democracia, la institu-
cionalidad y todo el ámbito al que le denominamos “público”; sin em-
bargo, ello es posible a condición de la existencia de una sociedad civil,
lo cual significa un acrecentamiento de la crítica, es decir, de un pensa-
miento, una sensibilidad creativa, la re-organicidad social y una auto-
nomía en su vitalidad cotidiana con respecto a la calidad del poder, sus
fuentes, sus instituciones y sus funcionarios tanto a nivel mundial
cuanto a nivel del Ecuador y también al interior íntimo de la condición
humana personal, familiar y socio organizacional. Se trata de practicar
una crítica al poder global e integral y su ética, en la medida en la que
sea reemplazado por otro de distinta calidad. Hay que comprender y
distinguir lo que es lo humano, lo privado, lo público y lo social.
Nuestras sociedades en el Ecuador, a excepción tal vez de los Tae-
gueri Libres, están atrapadas, subordinadas, sofocadas y controladas no
solo por el orden civilizador y globalizador, sino por la política republi-
cana que ni siquiera está en condiciones de responder a ningún tipo de
reforma. La globalización totalitaria neoliberal pugna por una reforma
porque la fluidez del mercado exige un mínimo de reglas claras y fun-
cionarios eficaces para que este país sea viabilizador de los mandatos
hegemónicos mundiales.
Mientras tanto, la sociedad ecuatoriana y especialmente ciertos
núcleos orgánico sociales, exigen una reforma en la calidad de la polí-
tica y la representatividad democrática, pero también en lo que tiene
que ver con la transparencia ética, pues la corrupción acompaña a la
decadencia. Este razonamiento y persistente corazonada nos han lleva-
do a asumir una actitud política de construir desde ya algunos elemen-
tos de otra civilización como la más duradera garantía de otra demo-
cracia. Esta actitud política nos lleva a superar la otra acción política
que cifra sus resultados en el empeño por llegar a las oficinas y poltro-
nas como si esa fuese la ansiada “Toma del Poder”. “Que la tortilla se
vuelva” pero en otra sartén. Que la tortilla se vuelva pero no para hacer
como los que ahora nos hacen comer porquería. Que la tortilla se vuel-
El Cuento de la Fratria / 65

va para que la dignidad impida que haya algún ser humano que coma
y viva, como comúnmente se dice “en la mierda”.

&

Ríos humanos de pueblos y culturas cruzaron al Ecuador desde


la Costa, la Sierra y la Amazonia. Nos abrazamos fraternalmente en
Aloág. Veníamos con bailes, con música, con sabor y olor de hierbas,
con mensajes y órdenes de los pueblos y, sobre todo, con la energía pro-
pia de quienes saben y sienten que tienen otra obligatoriedad.
Las invocaciones a la Gran Espiritualidad dieron consistencia y
fuerza al caminante que se dirigía según unos a constituirnos en la
Asamblea y volver a fundar al país haciendo una nueva democracia y,
para otros y otras, para redactar una nueva Constitución para disolver
los órganos del actual poder y dejar sin efecto y necesidad la convoca-
toria a la denominada Asamblea Constitucional realizada por el alarco-
nato, los dueños de la camioneta y aquellos que se la treparon contan-
do -seguramente- con la asesoría y los resultados de las investigaciones
psicosociales del Ministro de Gobierno sobre nosotros los ecuatorianos
y con las empresas del mercadeo de encuestas pre-electorales.
Calles, caminos -unas veces polvorientos y otros enlodados- ca-
rreteras cuyo asfalto derretido todavía recuerdo, balcones de gente cu-
riosa, a veces burlona e incrédula, comunidades, barrios y ciudades
afectuosos, calurosos y convidadores del pan de sus cariños y anhelos y
del pan de sus manos y tierras, nos veían pasar y llegar. Un viejito me
hizo coger un papel que con letra seguramente de su mano decía que
se haga una ley para frenar a quienes subían el precio de los alimentos.
Oswaldo nos hizo llegar una laboriosa documentación exigiendo salvar
a Tarqui de la contaminación y la deforestación. Algunos conductores
nos alentaban levantando su pulgar; los amigos y compañeras nos da-
ban granitos de canguil, chochos y tostado. Los comuneros del alto pá-
ramo nos recibieron con banda y con un festival de papas y granos y las
viejitas de las ciudades con sus nietitos, nos daban agua en bolsitas pa-
ra saciar la sed y mojarnos la cabeza.
Mientras en unas ciudades la espontaneidad de nuestras gentes
se sentía en su calor, en otras localidades se mezquinaba la intenciona-
66 / Milton Cáceres

lidad de esta marcha involucrándola con el pan amargo de la propagan-


da y el olor a Tribunal Electoral.
Abrazos fuertes de gente que transmitía así el inmortal calor del
Nazareno y su trabajo comunitario nos dieron la bienvenida en las go-
teras del sur de Quito. Entrada la mañana traspasamos a la capital por
todos sus costados como si los caminantes hubiésemos bajado a nues-
tra tierra la Cruz del Sur celeste ; y mientras recibíamos el afecto de tan
fraternos anfitriones, el ocupante de turno de uno de los palacios había
huido al extranjero prefiriendo arrodillarse ante los extraños antes que
delante de la soberanía de los propios. Fue entonces que sentí que al-
guien sumamente querido me abrazaba, era mi hijo José Francisco y
María Cecilia, mi mujer. Estaba ya casi completa la familia, aunque me
hicieron falta Tania María y Juan Pablo, abuelo Don Benjamín !
Cómo no entrar a Quito para ratificar nuestra vieja construcción
de la Fratria ecuatoriana, si ya habíamos llegado la mayor parte de her-
manos, los fratriotas, los herederos de las tierras, construcciones y va-
lores de nuestros abuelos y abuelas, padres y madres.
Pero como ya dije, mi venerable abuelo, parece que por no ver el
fondo de las cosas de este tiempo, nuestras luchas están marcadas para
que terminen cuando nos topamos con los fríos y grises muros de los
palacios y despachos de los funcionarios de esta política que tarda pe-
ro que afortunadamente decae.

Quisimos entrar casi a la fuerza en uno de estos palacios, a fin de


trabajar una nueva Constitución y nuestra democracia. Los pueblos pare-
ce que pretendían demostrar cómo se tienen y se pueden dignificar todos
los espacios, cómo se deben manejar las territorialidades de una democra-
cia nacida de la entraña de la sociedad y los pueblos. En la exigencia por
ocupar el Palacio del Congreso existía un legítimo deseo de castigo, de san-
ción y de desaprobación y no podía ser de otra manera por cuanto en el
pueblo existe una conciencia de quién es el Soberano, una conciencia de
que la Democracia es el Gobierno del Pueblo y de que su voz era “la Voz
de Dios”, aunque tan alto todavía está el cielo para nosotros los ratones,
esos roedores de los recovecos más básicos de los espacios y mecanismos de
este poder.
Pero el Presidente del Congreso había resuelto impedir que entrára-
mos a su Palacio quedándose así con su particular calidad de entender la
dignidad. Dueño de las llaves, de los mecanismos siniestros de dar las ór-
El Cuento de la Fratria / 67

denes, de los honores de rutina envueltos en uniforme, alfombra roja y


polvorienta, de las banderas saludadas con inclinaciones de cabeza ma-
quinadora de la mentira oficial, de las hipócritas fanfarrias de los secua-
ces a sueldo, de las interminables resmas de papel oficial (esas pacientes
aguantadoras de las órdenes del poder impopular), de las oficinas oliendo
al tufo de las palabras negociantes y ordenadoras de la infelicidad, de las
dóciles secretarias y de los escandalosos y empalagosos teléfonos celulares.
Pero el señor cacique de la honorable componenda se quedó con sus
órdenes porque al siguiente día no nos dió la menor gana de ir a su en-
cuentro... pues por una harto simbólica actitud, los pueblos decidimos en-
trar nada menos que al edificio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Las antiguas casas culturales entrando en la Casa de la Cultura,
fundada por usted abuelo Manuel Benjamín. ¡Qué más grande símbolo
de concurrencia de la riqueza de nuestros tiempos!
Con nuestra entrada a la vieja casa cobraba vitalidad la noción de
la potencialidad de la cultura. Esa noción revivía, cobraba sentido y se
profundizaba haciéndose realidad en los rios de “todas las sangres” de las
culturas ecuatorianas. ¡Qué otra Constituyente podría tener tanta autori-
dad y legitimidad para rehacer la integridad de nuestro país!

&

Sinceramente creo que es válido retomar las deliberaciones y dis-


cusiones entre las diversas corrientes y posiciones actuantes al interior
de esta asamblea. Un sordo y casi incomprendido debate se dio entre
una posición que creía correcto orientar la poderosa energía de las Vo-
ces de Todos los Pueblos hacia la campaña electoral. Para eso se quería
tener un texto constitucional, pues se apuntaba a la Asamblea Nacional
convocada por el Gobierno.
Coincidiendo y casi sin conocernos, habíamos otros que levan-
tamos un discurso para asumir la autonomía política como caracterís-
tica indispensable de ser sociedad civil, lo cual nos exigía resolver otras
definiciones estratégicas y actuar de otra manera en la situación políti-
ca inmediata sin presumir de apoliticismo. Nos parecía cruel canalizar
la energía de la Asamblea hacia otros objetivos que no sea el darnos
cuenta de la alta calidad histórica que significaba este hecho. Pensába-
68 / Milton Cáceres

mos que orientar solo electoralmente la Asamblea, la malograría casi


inmediatamente tal como si ante un beneficioso invierno desperdiciá-
ramos el agua, en vez de reunirla para regar las sedientas tierras en épo-
cas de verano....
Hasta cuando íbamos a seguir pensando a corto y no “a profun-
do plazo”, no solo postergando sino impidiendo ver el fondo de las co-
sas. La omnipresente y persistente miopía consiste en no advertir el
agotamiento civilizatorio que vivimos, en no responder creativamente
al desafío que supone una honda crisis y en desaprovechar el hecho
simbólico que significa el nuevo tiempo que ya se estaba viviendo. Una
actitud pragmatista como las que ahora se acostumbra, está reñida con
una consecuencia ética porque no se producen cambios, solo reacomo-
dos del dominio y aprovechamientos individuales que se apoyan en los
hechos en una especie de extirpación y estigmatización de ideologías,
criterios, imaginaciones, disidencias y utopías que es la forma como se
dice tratar de capear esta decadencia sin ver que el temporal auspicia
torrenciales cambios. El burdo corto plazo ha sustituido a la lucidez del
pensamiento y a la crítica para la creación. Este proceder cubre a las or-
ganizaciones sociales, populares y gremiales impidiéndoles ver a fondo
y advertir el tiempo que vivimos, lo que redunda en un auto atrapa-
miento en el pragma-utilitarismo burocrático en donde aquel que es de
carácter electoralista resulta el determinante. Y en efecto es así por
cuanto hasta las luchas sociales de anteriores épocas y aquellas que po-
drían tener un trasfondo de renovada calidad y creatividad civilizato-
ria, caen enredados.
Movimientos étnico culturales, de testimonios de reincorpora-
ción de espiritualidad, creaciones artísticas, la tan importante y defini-
toria lucha de género, y el medioambientalismo, tienden a ser devora-
dos por estos aparatos y proyectos cuasi estatistas, quienes redecoran-
do su viejo y desgastado discurso, apuntan a fortalecer ese muro que
todavía no cae y en el que se apoya el Estado sub globalizado para inu-
tilizar la crítica social reafirmando así su decrépita acción de dominio.
Es realmente heroico el esfuerzo que algunos hacen por pelear su iden-
tidad autónoma y libertaria.
Yo creo abuelo que esta marcha de Todas las Voces de nuestros
Pueblos, tuvo dos partes. Vimos y sentimos que uno es el fervor y calor
desde el cual reflexionan y crean los pueblos, sociedades y movimien-
tos, lo cual se produjo en los caminos, en las familias, en las comunida-
El Cuento de la Fratria / 69

des, barrios, y ciudades por donde pasamos, porque creo que es ahí en
donde se forja al país básico. Ese es el Ecuador que ha pesar de ser tan
imposibilitado por el peso de los dominios, sin embargo es el que nos
da de comer y en el que ya se han comenzado a responder creativamen-
te a los desafíos.
Mire, recordado abuelo, lo que significó el 5 de febrero: el repu-
dio a que el transitorio gobierno de la camioneta de la sociedad políti-
ca se quede más tiempo del que tuvimos que soportarle. Comprenda lo
que significó para nosotros y para ese gobierno de turno, el levanta-
miento indígena de junio de 1990; la inmensa solidaridad familiar
afectiva por nuestros hijos Carlos y Santiago; el repudio y desautoriza-
ción social que vienen recibiendo gobernantes, instituciones y funcio-
narios de todo rango ante el engaño político, la corrupción y la obe-
diencia a los dictados neoliberales.
Para nosotros, lo ecuatoriano es ese SER y ese NO SER, es ese
DEJAR DE SER y ese DEBER SER al mismo tiempo. Es esa casa en per-
manente construcción y reconstrucción por épocas, momentos, transi-
toriedades, memorias y promesas, recuperaciones y olvidos. Esto viene
al caso abuelo Benjamín para darnos verdadera cuenta, quiénes somos
los y las ecuatorianos, pues si bien como usted dice que nuestra cultu-
ra tiene raíces profundas en las culturas indígenas el aporte de la cul-
tura europea y africana, nuestros caminos son muy complejos y diver-
sos cuya trama tenemos que aprender a leerla permanentemente si
queremos acertar en saber, sentir, creer y vivir como lo que somos y
pretendemos ser.
Esto mismo fue lo que vimos en esa marcha de las Voces de To-
dos los Pueblos adonde salimos de tantas latitudes, de tan compleja di-
versidad, de tan inmensa orientación de procesos, para tratar de con-
verger en Quito en medio de esa permanente búsqueda en nosotros
mismos, para saber sobre nuestro ser, no ser y deber ser. Pero choca-
mos contra esa alianza hecha muro: una estatalidad viciada y decaden-
te, puesta en duda pero poderosa, a cuya eficiencia prestó su contin-
gente la ideología y política que todavía hegemoniza en la organicidad
social y popular. Esa fue la segunda y amarga parte de esta histórica
Asamblea, muerta en los palacios, oficinas, negociaciones, torneos de
poder de sus cabezas visibles y algunas... invisibles.
Los esquemas-mentalidades, hombres (y mujeres) de Estado,
funcionarios, resoluciones y destrezas de orden, las instituciones y apa-
70 / Milton Cáceres

ratos no solo ocupan los aposentos de palacios, palacetes y oficinas, si-


no que más bien han ido copando otros espacios incluyendo algunos
que le eran extraños y oponentes en donde su influencia se manifiesta
a través de la burocratización, la estadolatría y la idolatría de la forma-
lidad. Es esta influencia la que definió la segunda parte de la Asamblea
de las Voces de Todos los Pueblos y que a la postre la tornó inocua, for-
malizada y enfriada para sentar nuevas bases hacia la resolución de otra
calidad de socialidad y política. El resto lo sabe la pura y simple electo-
ralidad, aunque también los escritos y espero que, la memoria de los ca-
minantes.
Es decir que una vez más la acción estatal y paraestatal oficializó
la marcha, su sensibilidad, simbolismo y pensamiento crítico proposi-
tivo. La Asamblea Nacional convocada manipuladamente por el codi-
cioso gobierno interino opacó a la otra Asamblea. Cierto que hubieron
asambleístas que seguramente fueron con sana intención y cierto tam-
bién que quedaron escritos algunos artículos constitucionales que
constituyen un avance, pero que solo la actitud de autonomía política
de la movilización socio-cultural podría ejercerlos. Pero quedaron es-
critos con el consabido riesgo de que la siniestra tijera y la actitud vio-
latoria de un Estado no correspondiente con la hondura de estos tiem-
pos, los corté, los interpreté de otra manera o los inviabilicé por acción
de algún mecanismo o recurso que siempre están a mano. Sin embar-
go, aunque sea reiterativo, una distinta calidad de socialidad y movili-
dad, tienen la palabra para que no se cumpla aquello de que los pue-
blos ponen la sangre, y el Estado, el veto.
¡Cuánto se ufanan los estatalistas en proclamar que el Ecuador
tiene los cuerpos legales más avanzados!
Tal vez en algunos anaqueles de oficinas se guarden las fotos pe-
trificadas, los escritos muertos, las voces mudas quizá convertidas en
mecanismos electorales, proyectos financieros y trofeos de una marcha
que seguramente deberá continuar en la vida y en su movilización, en
su tornado depurativo, en su terremoto, en su pachacuti destructor -
constructor y en su próxima erupción. No es un mero capricho o sim-
ple coincidencia que nuestros volcanes nos exijan estar alerta.
Por ello, esas memorias solo están muertas por unos días...
Con las memorias de esta marcha tenemos que contar si quere-
mos seguir con nuestro trabajo de albañilería arquitectónica para pro-
El Cuento de la Fratria / 71

curarnos no solo otro Ecuador, desde otra convivencia humano civili-


zatoria.
No es tanto una secuencia vertical de construcciones, lo que ha-
bría que hacer, sino que comenzando por donde sea, demos tratamien-
to y el puesto debido a cada una de sus partes, porque incluso se las pue-
de gestar casi simultáneamente a condición de dejarnos guiar por la
cuestión de fondo: alterar renovativamente nuestra condición humana.
Entonces la garantía y guía definitoria del tronco y las ramas de
este árbol-país, la construcción cotidiana, individual-comunitaria, pri-
vada y pública, de género y generacional, cultural e intercultural, es la
construcción civilizatoria.
Esta macro-micro profunda construcción contiene y se contiene
en la construcción de una sociedad civil, de una democracia como una
obra que se haga permanentemente a nuestra imagen y semejanza y de
una radicalmente distinta calidad de Estado y política. Pero repito, no
se trata de una construcción en seguidilla automática, ni de una utopía
en el sentido de algo meramente fantasioso sin tiempo ni lugar, como
tampoco, de algo que tal vez verán nuestros bisnietos, es una elipsis
dialéctica.
Estas construcciones dependen de nuestra calidad y autodeter-
minación, lo cual es una real posibilidad si contamos con voluntad po-
lítica ateniéndonos a una lectura del tiempo y del espacio que hoy te-
nemos delante y en nosotros como algo objetivo pero que tiene que
volverse subjetivo para que se inicie la erupción.
Por todo lo que hemos sabido y visto en la historia de nuestro
país, no tiene validez para los intereses de la sociedad, sus pueblos, cul-
turas y movimientos, si un Estado pretende ser correspondiente con esa
lealtad a espaldas de la calidad de la democracia, sin la actividad crítico-
creativa de la sociedad civil y sin el referente de fondo que significa el
apuntar a una nueva civilización, a una redefinición del ser humano.
En el fondo de esta encrucijada late el desafío de definir el huma-
nismo de nuestro tiempo.
PERO LA CALIDAD DE ESTE
ESTADO PERSISTE: EL GOBIERNO
DE ALARCÓN

Bucaram fue quien adquirió la camioneta a través del consabido


arranche de voluntades practicado a turno en las urnas. Una camione-
ta es un vehículo cómodo para todo terreno que sirve para no estar a
pie, como caminan los electores, las sociedades, pueblos, culturas, mo-
vimientos, ecuatorianas y ecuatorianos: los otros seres humanos. Es un
símbolo que explica cómo se puede penetrar grosera y sutilmente en
todo espacio, reducto, intimidad y cotidianidad de la ciudadanía, de los
pueblos sin ser ni querer ser parte de esas hondas realidades.
En la cabina de la camioneta de la sociedad política, viaja confor-
tablemente quien maneja a turno, es decir, quien ha salido triunfante en
las urnas dolarizadas y controladas por la imagen del “espacio político
contratado” y la encuesta pre-pagada. Quien va junto a ésta persona es
quien co-gobierna, aunque a veces baja del vehículo para darnos la sen-
sación de que se opone a la conducción del piloto o pilota. (El castellano
no acepta el vocablo “pilota” aunque para esta política, todo es posible).

Sabe abuelo que hubo un momento en que parecía que habían dos
presidentes, y la Presidenta, cada uno con su séquito, sus fieros guardaes-
paldas, su alfombra roja, el guión de la cadena de radio y televisión, su pe-
tición de aval a la Super Embajada, el decreto 001 y.... su ridiculez. Creo
que no está lejano el día en el que hayan dos congresos, dos cortes o dos
ministerios del Trabajo!
La Presidenta se acicaló oronda porque incluso legalmente le toca-
ba asumir Carondelet, aunque legítimamente ni los que gozaron de la pa-
74 / Milton Cáceres

changa, compartieron la guatita de las aduanas ni aquellos que se roba-


ron la camioneta, peor aquellos que danzaron en las tarima electoral, lo
merecían.

Ley sin subordinación a la ética, ley ilegítima...miseria de ley.


La Asamblea de Cuenca lo pensó y declaró muy claro, la de Qui-
to dio el tiro de gracia, aunque uno de sus líderes prefirió no trepar a la
camioneta. Ahora sabemos porqué. Sus armoniosos cálculos iban por
otro lado.
En medio de ese complejísimo y vergonzoso rompecabezas de
arranchamientos y codicias en donde no se sabía quién es piloto, copi-
lota, copiloto o pilota, Alarcón tomó el volante en una hábil maniobra
que contó con la venia de los que iban atrás, en el balde y que actua-
ron como grises figuras en medio de la noche anterior en la que se
compactaron.
En esta vez fueron los militares quienes dirimieron este vergon-
zoso asunto de la democracia, pues la sociedad política ni en lo tocan-
te a lo legal fue capaz. Una vez más exhibieron sus intimidades deca-
dentes y putrefactas que impiden tanto la viabilidad de este mismo país
cuanto la posibilidad de uno distinto. El país -aunque ya se había co-
menzado a usar y abusar de la idea de sociedad civil- sus fuerzas orga-
nizadas... hicieron guardia fuera de las puertas de las casas de seguri-
dad. Habían puesto la energía, la gente, las ideas y la sal, pero no una
decisión y definición acerca del poder sino solo sobre el gobierno. ¡Esa
es la razón recurrente de fondo que hace que esperemos que ELLOS
MISMOS sean quienes decidan y nos den arreglando las persistentes
crisis políticas! La sobredeterminación de esta política viciada hace que
sintamos y digamos ¡No pasa nada! En este país nunca pasa nada!, tal
como recoge y reflexiona el abuelo Jorge Enrique.
A lo sumo lo que pasa es que para la eficacia del recambio de fun-
cionarios estatales, son las imágenes (no las realidades transparentes)
quienes se alzan con el santo y la limosna para obtener los votos. De es-
ta manera se recicla una argolla de avezados políticos de carrera que a
la postre aseguran la permanencia de esta política dominante cerrando
así el paso -momentáneamente claro está- a la sociedad civil.
Con razón expresa Antonio Cafiero “La política clientelista, amo-
ral, del sostenimiento del poder por el poder mismo está agotada y ha
despertado en la sociedad la sana reacción del rechazo más absoluto”.
El Cuento de la Fratria / 75

Aplicando un reciclamiento oxigenante al poder, el Estado, al


igual que ha hecho con casi toda creatividad y crítica, lo hace también
con el concepto de “sociedad civil” al manosearle, oficializándole como
parte de la jerga técnica de la formalidad. Poniéndole de moda y tor-
nándole inocuo, dúctil, parte de su arsenal para uso rutinario cuando
la situación lo exige, el concepto de sociedad civil tal como lo propone
Antonio Gramsci, queda vaciado de su contenido al quitársele su ca-
racterística de criticidad y creatividad con respecto a lo político oficial
y volverle análogo a “población”, “masa” tal como lo hicieron con la pa-
labra, “pueblo”. Al pensamiento crítico, a la imaginación hereje, a la
creación irreverente con el gran poder y a las nuevas luchas sociales se
las arremete con un permanente acoso por parte de la imagen fetichi-
zada, de la palabra vacua pero prepotente, de los órganos y oficinas
amortiguadoras y ladronas de todo lo que ellas no construyen porque
no son propietarias de sensibilidad, transparencia e intelecto.
Creo que más que a una alternativa social (porque todavía no se
presenta) la banca y los capitales extranjeros tienen miedo al carácter
corrupto, calculador electoral e hipócrita de la sociedad oficial y los
partidos políticos de nuestro país. Afanosamente batallan para que sus
socios políticos transparenten su eficacia incluso como mecanismo de
mantención del poder. Pero como se les vuelve imposible, dada inclu-
so la característica de organicidad que existe entre sectores privados y
partidos políticos, les toca entonces invertir en la política, comprar
candidatos, apostar a todos los bandos para cobrar luego con creces.
Los apostadores colocan su dinero en varios puntos del tablero de la
ruleta electoral.
Los presidentes o presidentas a quienes la codicia electoral les lle-
ve a la jefatura de esta pésima, decadente y hasta ridícula calidad de Es-
tado, pueden de ahora en adelante, ordenar a las monjas bordadoras
que escriban: Mi Poder en el FMI, Mi Poder en las Aduanas, Mi Poder
en la Corrupción o... Mi Poder en la Camioneta.

&

Fugado el jefe a Panamá y una vez que advino un interino con-


ductor de este país convertido en “camioneta aduanera”, éste realizó há-
76 / Milton Cáceres

biles pero toscas maniobras para quedarse más tiempo saboreando las
delicias de Carondelet y de las innumerables puertas que abría lo que
estaba escrito en la banda presidencial.
Una vez más la sociedad política hizo gala de su corrupción en la
vergonzosa pugna que se dio entre el Gobierno, el Congreso y la Asam-
blea Constitucional. Desautorizaciones, declaraciones prepotentes,
candados, amenazas, alzamientos de fuerzas de este orden, pactos de
reencuentro ideológico y político, agilidades para sorprender, amena-
zas de golpe, pugilatos, acción del Hombre del Maletín, etc., fueron las
mejores expresiones del nivel adonde había llegado esta política. Tantas
oficinas, tantas denominaciones, tanta gala de verborrea, ríos de saliva,
escritos, para comprobar que al final todo es letra muerta, pues en este
estado de cosas lo que cuentan son los hechos de moral pragmatista y
la zancadilla que conllevan la abierta intención de boicotear el deber
moral de abrir paso al otro Ecuador contenido y vivo en las raíces mis-
mas de pueblos, culturas, sociedades y movimientos.
El país finalmente vio dos hechos importantes. El gran pacto “so-
cial popular cristiano” que mientras más antisocial, menos cristiano y
menos popular, y la demanda de que Alarcón no se quede ni un día más
en la Presidencia. Mientras que el pacto se convertía en muralla para
impedir ciertos cambios de fondo en el articulado constitucional, sig-
nificaba también la palanca para la aplicabilidad de su particular ver-
sión de modernización. Fue un pacto político que unió dos ramas de
los intereses privados, aunque su ruptura posterior y su conflicto vesti-
do de regionalismo, se asienta en la contradicción por el reparto de los
dividendos de propiedad del Estado calificado por ellos mismos como
“obeso”.
Gordos y jugosos, los bienes y calidades del Estado actual y su fu-
turo papel, despiertan la codicia expresada a su vez en los acuerdos, de-
sacuerdos, enfrentamientos, dobles discursos y actitudes, muchísimas
de estas, incomprensibles para el grueso de la sociedad civil en sí. Y es
precisamente en el mantenimiento de esta condición de subordinación
de la sociedad civil -como ya dijimos- que radica el éxito del poder de
la sociedad política.
Esto nos muestra también tanto la crisis terminal de esta socie-
dad política, como también la crisis de transición de calidad por la que
atraviesa la sociedad civil.
El Cuento de la Fratria / 77

Salvando algunos nacientes hechos que demuestran ya este nece-


sario cambio de calidad, el gran conglomerado social y cultural del
Ecuador se encuentra como si estuviese cortado las manos y aletarga-
do para responder al ataque de la politiquería contenido en la innume-
rable y sistemática serie de hechos que estamos viendo. La omnipresen-
cia del poder despojado a la sociedad, pero concedido por ella misma,
nos torna inmóviles y en actitud de eterna espera.
En el ataque codicioso al “Estado obeso”, centralizador, etc.. está
contenida una pugna por hacer un Estado que luego que ha acumula-
do tanto por el trabajo socio-cultural cuanto por el aporte de los pro-
cesos naturales, tenga que dejarse devorar por los puros y simples mer-
cachifles que rimbombantemente llaman “modernización” a la compra
y venta de la riqueza que no es estatal sino SOCIAL. Nuevamente dis-
tingamos lo que es lo estatal, lo privado y lo social. Todas las riquezas
que ahora están en manos del Estado ¡son sociales! ya quisiéramos que
sean social comunitarias recuperándolas de la corrupción estatal sindi-
cal y privada. Queda claro el espacio que debe tener la hondura de la
sociedad civil.
Al no ponerse de acuerdo en la forma en la que han de comerse,
surgen diversas broncas y en distintos niveles que inviabilizan la gober-
nabilidad, el equilibrio de la dominación, y hasta la misma obediencia
a los dictados mundializadores.
Mientras unos quieren legalizar esta comilona, de una manera,
otros la quieren de otra. Mientras unos levantan estandartes desaguisa-
dos y desaliñados, otros ya se están comiendo sin ningún rubor ni
ley: esa es la corrupción. La “modernización” es el nombre dado a la co-
milona legal. Pero ni uno ni otro nombre es legítimo, por cuanto en es-
te devorar de lo creado y producido como fruto de nuestro trabajo acu-
mulado social y culturalmente sobre lo que aporta y desafía la natura-
leza, nosotros no tenemos ninguna decisión ni participación. La socie-
dad civil está hecha sándwich entre la voracidad privada y la gremial.
Una verdadera modernización buscaría eficacia, freno a la corrup-
ción y productividad para que la riqueza vaya a la sociedad y.....regrese.
Ya no es tiempo de que los soportantes sigamos soportándoles.
Su Cuento de la Patria, abuelo, es una expresión de insoportabilidad a
estos malos días de la patria en los cuales seguramente usted estuvo
triste, con pesadumbre, aunque seguramente también con ira. El nue-
vo Cuento de la Patria tendrá otros cuentistas que harán y dirán bue-
78 / Milton Cáceres

nos días de la patria porque ellos se reconocerán como hermanos y her-


manas: la ciudadanía y los complejos y profundos procesos de pueblos,
culturas y seres humanos.
Así el nuevo Cuento de la Patria será, el Cuento de la Fratria y en
él no solo nos reconoceremos sino que les reconoceremos a nuestros
padres y abuelos. En el Cuento de la Fratria estaremos incluidos todos
y todas porque aprenderemos que cualquier exclusión es una pérdida,
un desperdicio, un vacío, una mutilación.
Solo así comprendo la lucha de los excluidos porque creo que da-
da la calidad inhumana de esta sociedad y civilización, ya son muchos
quienes no solo hemos sido excluidos sino que a ello consideramos
ahora una necesidad. Porque de cualquier manera somos excluidos e
incluso disidentes de este orden, no queremos ni permitiremos serlo
del Cuento de la Fratria. Ya que nos excluyeron y excluyen de este país
y su democracia no quiero estar incluido en su decadencia.
Porque un día nos excluyeron de la fundación de este país, no
permitiré que me dejen fuera de la minga de su re-fundación. Quisiera
estar excluido de toda formalidad de la actual manera de entender y ha-
cer la política. Soy disidente de esta civilización para fundar otra con el
peso sagrado de la legitimidad humana, social y ética a fin de volver ha
hacer política. Esto vuelve más profundo todo compromiso y lucha por
nuestro Ecuador.
Yo creo entonces Don Benjamín, que los comilones y asiduos co-
mensales, los inclusivos del exclusivo poder, no quieren sino que el Es-
tado cambie algunas de sus características para que no cambie su cali-
dad fundamental. O que cambie la calidad sin cambiar la calidad. En
ello corremos el riesgo de incluirnos cuando nos ciega la tentación del
pragmatismo electoral gubernamental porque no pone en discusión la
estatura moral del actual poder y sus funcionarios y funcionarias. Elec-
tos o elegidos, he ahí la profunda distinción de los procesos políticos.
La hasta ahora soportante sociedad civil, en el tratamiento que
debe dar a su crisis tiene que activar crítica y creadoramente su poten-
cial contenido, para que cambie la calidad del Estado. Es decir que cam-
bie su propia calidad para que cambie la otra calidad.
Modificando la letra de nuestro pasillo, cantaré abuelo: YO, sé
que cambiará
la triste realidad...
El Cuento de la Fratria / 79

Este otro contenido de sociedad civil puede hacer desaparecer


todo tipo de Estado cuando se produce una guerra interna o cuando lo
supere por otra forma y calidad de representación correspondiente con
un determinado proceso matriz. Pero solo mencionemos que queremos
que el Estado desaparezca o que cambie de calidad-calidad y veremos
cómo estallan quienes son sus beneficiarios codiciosos comilones que se
llenan la boca con el discurso de turno: el achicamiento del Estado.
Pero es tan lamentable nuestra situación que tanto el contenido
de la sociedad económica y política dominantes como también la ac-
tual condición de nosotros como sociedad civil, no podemos auspiciar,
emprender, tolerar y aplicar una Reforma del Estado. Los unos por la
corrupción o por total dependencia respecto del Estado y nosotros y
nosotras también por falta de autonomía. Unos y otros, con las debidas
proporciones, se mantienen gracias al paternalismo del Estado y eso
también impide autonomía, pensar críticamente, crear.
Quienes se rasgan las vestiduras condenando al Estado obeso,
adiposo, etc., son hipócritas y mal agradecidos con él. En cambio quie-
nes buscamos asistir a una comida comunal tal como suelen tender sus
manteles en el “santo suelo” como solía llamar mi abuela María Con-
cepción, para poner todo lo que cada uno trae y que en mi tierra le lla-
man “pamba mesa”, deseamos construir una calidad de Estado no obe-
so, no burocratizado ni centralizador, no paternalista, no uninacional
ni unicultural ni uniclasista, no corrupto ni corruptor, no auspiciador
de injusticias, no director de salvatajes de los negocios corruptos, no
democrático meramente formal, no despótico con la ciudadanía ni la-
cayo de los dictados de los banqueros criollos y extranjeros que se lan-
zan en contra de los fundamentales derechos vitales de la ciudadanía
utilizando todo lo que esté a su alcance incluyendo el manoseo de la
modernización confundiéndola ignorantemente con su insaciable ape-
tito de la privatización. Según aquellos, teniendo un Estado “achicado”
se resolverían todos los problemas del país. Habría que preguntarnos,
¿quién se agrandaría si el Estado se “achica” y quién se achica si el Es-
tado se agranda?
Si este Estado se achica en hacer crecer y auspiciar la producción
y productividad integral de la sociedad civil, sin que ello signifique un
mero reparto paternalista, sino una redefinición de la economía en su
aspecto social e inclusive privado, bien venido sea ese achicamiento. Si
achicamiento quiere decir una profunda renovación de la democracia
80 / Milton Cáceres

para enmendar la “falla de origen” de la República y que no quiera de-


cir burlas y puchuelas de democracia, entonces estaría de acuerdo en
entrar en ese proceso. Porque, ¿qué sacaríamos con un Estado, achica-
do por el engorde de las cúpulas económicas, de las gremiales, las bu-
rocráticas y de las políticas?
En la actitud de que los engordados pretenden comerse a su pa-
dre, hay no solo un mal pago sino una confesión de que el sector pri-
vado casi no ha creado riqueza, sino que ha vivido a expensas del Esta-
do, a quien en el culmen de su desnutrición e insaciabilidad busca de-
vorarlo.
Por esta razón me pregunto abuelo, qué sacaríamos con un Esta-
do achicado, pero que mantenga sus actuales defectos de calidad y ga-
rantía: no correspondiente con nuestra historia y diversidad social y
pluricultural, devorador de creatividades de la matriz, uninacional, so-
berbio, solo partidizado y no social pero paternalista, sucursal de la ac-
tual ideología de la globalización hegemónica, patriarcalista, secretista
y desleal con la sociedad, mero cobrador de impuestos, permanente
amenaza de la calidad de vida, resolvedor de los conflictos entre los sec-
tores que ahora se llaman privados; “democrático” por el solo hecho de
llamar a costosísimas elecciones en las que las CADENAS del negocio
“comunicador” casi deciden quién ganará, etc.
Nuestra versión de achicamiento del Estado, significa que el pro-
tagonismo público lo tenga la sociedad a través de sus múltiples y legí-
timas diversidades y ya no, los funcionarios, los personajes, los apode-
rados, los y las que, incluso sin estar en cargos y puestos públicos, ha-
blan suprimiendo a la ciudadanía.
Llamo la atención sobre esto último porque creo que hay círcu-
los, espacios y personas que tienen características paraestatales con su
actitud e ideología cuya intermediación resulta inconveniente para el
desencadenamiento de la acción política de la sociedad civil.
Nuestra versión de Estado achicado, es decir ya no soberbio pro-
tagonista y avasallador de su matriz, tiene que ser una correspondencia
con los altos procesos de cotidianidad civil cultural. Si en los órganos
directos de la diversidad de la matriz social se vitaliza y cotidianiza una
civilidad integral, de democracia y tolerancia y de interculturalidad en
torno de una permanente construcción valorativa ética, entonces todas
sus necesarias expresiones tendrán ese mismo carácter y se dedicarán a
ocupar su puesto y nada más.
El Cuento de la Fratria / 81

En la creación y recreación de la sociedad política por parte de la


sociedad civil, de hecho ha habido tiempos de franca contradicción y
hasta de beligerancia; momentos en los que las dos tendían a confun-
dirse en donde la civilidad no solo perdía sino que no producía auto-
nomía. Se han dado momentos en los cuales entre las dos ha existido
ruptura. En nuestro país, el poder del Estado, (no hablo únicamente de
gobernabilidad) por más que sea evidente su caducidad, es grande.
Hay una fusión entre sociedad política y aparato del Estado, pe-
ro hay también una mentalidad estatal y muy poco autónoma en la so-
ciedad civil. Es por eso que puedo decir que entre sociedad civil en sí y
estatalidad, existe un estrecho margen.
De ahí que un proceso de catarsis de esta mentalidad presente en
la ciudadanía resulta indispensable para que la crítica, la creatividad, la
protesta y propuesta, el asumir de la soberanía participativa y decisoria
por parte de la ciudadanía, salgan de su atrapamiento.
Resulta sumamente trabajoso construir espacios en donde por
nuestros derechos humanos y ciudadanos tratemos, conversemos y re-
solvamos sobre los asuntos de nuestra civilidad social y cultural diaria
sin ninguna intermediación oficial.
De esa cultura de autonomía civil deberá nacer una nueva cali-
dad de política y de políticos. Pero de la práctica de una catarsis sobre
esta situación dependerá la calidad de la nueva política. Sus bases de
nuevo poder van por otros espacios, recuperaciones, renovaciones, re-
planteamientos sobre la cultura, la apertura para las propuestas creati-
vas integrales, la objeción ética de conciencia, la interrelacionalidad, la
interculturalidad y la imaginación, como presupuestos permanentes.
Pero, los grandes males nos desafían a construir grandes soluciones. La
generalizada corrupción de la política nos obliga a moralizarla y a dar
testimonio personal de ello para investirnos de autoridad y tener cre-
dibilidad. La moral como condumio de la acción política de la ciuda-
danía. El país básico - no el que nunca se integró con nosotros y con
nosotras, dadas las voracidades de los grupos oligárquicos- el país de
nuestras culturas, herencia de nuestros abuelos, el que ahora sigue en
pie y se desespera por emerger como alma de la nueva economía y po-
lítica, asumiendo éticamente su actoría política tiene la histórica tarea
de asumir conciencia de la revolución integral que viene.
Cuando se habla del papel de la ética, cuando se proclama que
nos demos cuenta de nuestra vitalidad de pluralidad, cuando compro-
82 / Milton Cáceres

bamos que la globalización solo es una cantaleta del neosometimiento


porque los grandes no han globalizado el sistema productivo sino úni-
camente sí el agiotismo usurero; cuando a esta civilización y orden
mundial no anima a la soberanía de la ciudadanía, ni a los derechos de
los seres humanos. Esta revolución que la hemos comenzado a ejercer
es en la calidad integral de la vida, en la cultura para superar el oscu-
rantismo racionalista, una liberación de las imposiciones ortodoxas, los
fanatismos, la masificada ignorancia, la democracia como sistema con-
feccionado y ordenado con voto impuesto, bayoneta y reajuste; la ido-
latría a las cifras macroeconómicas, la deslegitimación de los valores
más profundos si no son vendibles.
Pero aunque esta revolución es un asunto de nuestra directa so-
beranía, territorialidad y competencia, necesitamos un Estado no
monstruoso, sino de buena calidad participativa de quienes jamás fue-
ron tomados y tomadas en cuenta para su primera y sucesivas consti-
tuciones. Para mi punto de vista, un Estado “moderno” y achicado -pa-
ra utilizar la jerga en boga- debería ser un órgano totalmente subordi-
nado a la vivencia participativa de la democracia como poder de la so-
ciedad civil.
Pero una sociedad civil en nuestro caso tiene que ser asimismo
una vivencia participativa, pública y privada del autónomo y autode-
terminado acuerdo de convergencia intercultural y social de las fami-
lias, comunidades, barrios, sociedades, culturas y pueblos ecuatorianos.
Si este poder legítimo comienza a accionar no requerimos ni de apara-
tos burocráticos de control ni de la comisión anticorrupción ni de un
Estado policiaco.
Para un efectivo arreglo de cuentas con el Estado de democracia
y acción política corrupta e impositiva de modelos antisociales e inhu-
manos, tenemos que arreglar cuentas con la calidad de sociedad civil
que somos.
Un Estado suficiente para ser ágil, para ser aplicador y facilitador
de perspectivas de otro “desarrollo”, modelo que seguramente se tendrá
que originar y resolver con otra característica de la sociedad civil: ni sa-
bernos ni dejarnos tratar como mera población sino como ciudadanía
para sí. Un Estado controlado por la civilidad ética cuya autoridad re-
sida en su lealtad, correspondencia y rendición de cuentas a la sociedad,
sus pueblos, culturas y movimientos.
El Cuento de la Fratria / 83

Si no hacemos crecer esta civilidad ética, esta poli-ética, en la in-


dividualidad, en la familia, en los procesos educativo valorativos, en la
producción de los conocimientos, en las organizaciones de la sociali-
dad y en las instituciones de todo orden, que incluye a las no guberna-
mentales y a las iglesias, no será posible librarnos del monstruo.
El Estado seguirá por encima de nosotros, autónomo de la socie-
dad, monstruo corrupto, suelto para cometer toda prepotencia, ame-
naza permanente, hacienda de los dueños del país, azote de quienes se
enajenó, cuco de los niños.
Ahora sufrimos el azote de un Estado desquiciado y descontro-
lado por la sociedad humana pero controlado por los señorones cuyas
órdenes se imponen mediante el celular. Hemos llegado a ver que Es-
tado es igual a sociedad política y son inútiles los burdos intentos que
los “políticos” hacen para diferenciarse.
Un hecho que nos debe llamar a meditar es que se tuvo que crear
una Comisión Anticorrupción para tratar de frenarla. Al mismo tiem-
po que comprobamos que es terminal la calidad de la autoridad social,
cívica y política del Estado actual, debemos también anotar que la exis-
tencia de esta Comisión -sin desmerecer su trabajo- es la confesión de
la ausencia de la sociedad por más de que haya sido el país quien de-
mandó y empujó para su creación.
No obstante, todo estatizamos, todo convertimos en oficinas. En
consecuencia con ello se llegó a pedir que en la Constitución elabora-
da por la marcha de los pueblos se instituya un Tribunal ético. Tamaño
pensamiento y pedido solo corresponden a un orden de menosprecio
de la autoridad de la sociedad, sus pueblos y sus culturas.
¡Toda ley, toda instancia, institución y funcionario del Estado
que demandamos debe estar subordinado a los principios éticos que
son la garantía de nuestra calidad humana, social y ciudadana! Su
inobservancia o violación tiene que movernos al repudio, a la desobe-
diencia, al enjuiciamiento, a la revocatoria de mandato, a la sanción e
incluso al levantamiento social.
Permanentemente estamos inculpando a “los políticos” por los
males que nos acosan. Esto es verdad, son los creadores y ejecutores de
estos males. Pero ¿cuáles son los valores dominantes en nuestras socie-
dades íntimas y básicas? No será acaso la mentalidad no civil, acrítica,
conformista, de “sálvense quien pueda y como pueda”, corruptible, sin
memoria, del menor esfuerzo, del mero ascenso, del aparecer antes que
84 / Milton Cáceres

el ser, etc., lo que fabrica ESOS políticos? ¿Cuál es la escuela de esta po-
lítica?

Después que escuchamos de memoria y con fastidio las “sagradas


notas del Himno Nacional”, después que amarramos las piolas de las ban-
deras, después que escuchamos con suma atención la arenga sobre los va-
lores patrios a los cuales se habían sacrificado tantos héroes en nuestra
frontera herida, luego de que el profesor nos revisara y estampara su “vis-
to bueno” en la copia fiel que habíamos hecho de los textos en nuestro cua-
derno, a continuación de que repitiéramos de memoria la moral de Carre-
ño con respecto al comportamiento con los adultos, luego de las rutinarias
reverencias ante el altar de la Patria en donde se destacaba la clase políti-
ca en la Presidencia de la República, a renglón seguido de que como te-
leaudiovidentes, nos habían informado sobre el último capítulo de la co-
rrupción invadiendo el cuerpo político del país, posteriormente al discur-
so y prédica de los Padres de la Patria sobre su trabajo y ejemplo de dedi-
cación. Sólo después de que ante tanto acontecer tragáramos la última
porción de saliva para alentarnos, nos pusimos ante la disyuntiva de co-
rrer tras ser el abanderado del establecimiento o correr al muro para fu-
garnos del colegio y no llegar pronto a casa, para jugar el partido de re-
vancha en el llanito del río. La escuela de la vida y la verdad van por otro
lado señores.....

Ojalá hubieran opiniones abuelo, sobre lo decisivo que constitu-


ye en esto el papel de la familia, pues ahí es donde se tienen que que-
brar y revertir los papeles: pasar de ser nido formador de la política en-
ferma a ser creadores de semillas de buenos seres humanos, espacio re-
solutivo de la contradicción que nos desdobla entre lo que somos en “lo
público” y en “lo privado”, de creernos solo progenitores descuidando
de ser incesantes aprendices de padres y formadores de seres humanos
íntegros. Es el proceso de formación de la persona individual la que nos
tiene que preocupar y es aquí abuelo, que la familia y la educomunica-
ción tienen que desempeñar un papel fundamental. Para la creación de
nuevas socialidades, tejidos organizativos, dinámicas culturales, reinge-
nierías institucionales, etc., una nueva persona humana individual, re-
sulta indispensable. La tecnología educomunicativa está grupalizando
al mundo y sus componentes y enfila sus intenciones hacia la fami-
lia. ¿Cómo garantizamos un núcleo familiar autoapoderado y preocu-
El Cuento de la Fratria / 85

pado de cualificar todos los colectivos desde la formación integral de


los seres humanos?
Porque de lo contrario, ¿cuántas veces hemos visto a los eternos
candidatizables como retratos fieles de sus fans, hinchas, fanáticos, fir-
mantes y seguidores? ¿Cuántas veces hemos visto que cualquier lucha,
movimiento, etc., es inmediatamente convertida en carrera electoral
huérfana de toda poliética y vacía de pensamiento? He ahí la dialéctica
entre producto, productor y destinatario, mero consumidor.
Esto implica resolver individualmente, en pareja, en familia, ba-
rrio y comunidad, tomarnos su poder, recuperarlas. Ya hay experien-
cias sobre esto, hay que proponernos, construirlas en nuestra casa por-
que de ahí nacerá otra socialidad que supere la burocratización y obso-
lescencia con lo que las actuales organizaciones postergan el desenca-
denamiento de lo nuevo en ese vital aspecto. Por eso vuelvo a decir
abuelo, que es decisivo el papel de la familia, por cuanto al dar la espal-
da a una escuela anti valorativa como la que nos sofoca, podría bende-
cir una nueva. ¡Abuelo Benjamín y abuelos todos, vuelvo a decir que el
asunto no es de largo sino de profundo plazo!
Veamos, por ejemplo, a la institución del cacicazgo politiquero.
¿No es acaso la semilla de esta pésima, inhumana y despótica calidad de
Estado y sus funcionarios? ¿Qué podemos esperar de una sociedad
prosternada ante un funda de detergente o una tarrina de mantequilla
que el animador de programas mediocratizantes impone tal si fuesen
los actuales valores humanos y culturales?
¡Qué decir de la manera cómo manejamos un comité, una escue-
la, una institución, una organización cualquiera de una localidad de-
terminada! Muchas veces vemos retratada ahí la corrupción, el despo-
tismo, el burocratismo, el desgano e irresponsabilidad frente al traba-
jo, la ausencia de la más mínima democracia, la incapacidad de creati-
vidad, el boicot, la negativa a sobreponerse y aprovechar de la crisis, la
falta de voluntad de incomodarse...
Por ello es que hemos visto incluso que esta fanaticada social
afincada en familias de medios locales, queda burlada luego de que los
electos y designados se posesionan de sus cargos porque es más fuerte
el poder del exclusivo grupo dueño del mercado mundial.
El cacique y teniente político Mayor se despide de la sociedad
burlada y tomada como escalera con su discurso de triunfador puesto
que el que pronuncia el 10 de agosto delante de sus colegas, es la inau-
86 / Milton Cáceres

guración de la ejecución de la traición a la sociedad y sus familias y el


inicio de la obediencia a la inhumanidad y antisocialidad.

Luego de que terminó la sesión de abrazos a los niños del suburbio


y a los ancianos del asilo del valle, el candidato tomó un baño no tanto pa-
ra refrescarse sino para espantar el olor que dejara la miseria de sus abra-
zados.
Nadita en gracia le cayó que el aroma de su perfumado jabón se
viera vencido por el profundo olor de la pobreza. Sus casas, sus letreros es-
critos con el auxilio del profesor, sus capillitas desvencijadas pero repletas
de fe, sus discursos crudos y llenos de esperanza, el rostro alegre de la veci-
na Nicolaza, la facha encorbada pero bonachona de Don. Mieles fueron
por primera vez tomados en serio por las máquinas de la tele.
¿Todo había bajado a la tierra o ellos habían subido al cielo? El can-
didato portándose como un candidote hablaba en nuestros lenguajes: ¿No
es este discurseante un candidato de arriba? Entre nosotros hay saraguros,
choteños, cruceños, sigseños, quilajalós, simiateños, de Manú, canelos, co-
fanes, mantas, de El Ángel, de Patricia Pilar, comuneros de Dalín Cochas,
mujeres de las ciudadelas, jóvenes de rock pesado, migrantes y propios, ni-
ños de Muisne, vecinos de Mapasingue y creyentes de La Ferroviaria “pe-
ro todos los oímos hablar en nuestros idiomas las maravillas de sus ofreci-
mientos”.
Unos creían todavía, pero otros con gran conciencia y sabiduría ga-
nada por tanta experiencia, se dieron perfecta cuenta que estaban borra-
chos de engaño, burla y manipulación contra el pueblo. Eran falsos profe-
tas. Les caímos en cuenta porque habían aprendido a manipular nuestras
creencias y vivencias diarias. En este país cualquier charlatán y prestidigi-
tador puede vestirse de predicador, shamán o político.
La gente viviente de tantos idiomas era el fuego de Pentecostés que
estaba decidida a quemar de una vez por todas la mentira, la injusticia y
la corrupción del viejo tiempo. Se levantaron...
Pero nos dijo que en esta vez sí: Que la puerta del Palacio iba a es-
tar abierta, que los funcionarios no iban a pedir las cien firmas, los sin
cuenta vistos buenos, los tantos “venga la otra semana”, los inhumanos
“no hay plata”, etc. Solo cuando el Diez de Agosto se había vestido con ro-
pas extrañas y hablaba con palabras raras, solo ahí vimos entonces que las
gigantescas puertas del Palacio se cerraban con un horrible sonido que hi-
zo asustar al guardia y que lo pudimos oír en nuestra casa comunal en
El Cuento de la Fratria / 87

donde estábamos viendo por televisión esa sesión en el salón de los dipu-
tados y que por más señas tiene unos dibujos con caras y colores conoci-
dos, muchos de ellos parecidos a nosotros y al mismo abuelo Guayasamín
que dicen que los pintó.

¿Será posible entonces que alguna vez el Estado no esté por enci-
ma de la sociedad? ¿Que no se torne en devorador de su propia madre?
Abrigo la esperanza de que alguna vez incluso ya no lo necesite-
mos. Todo depende de la calidad de la especie humana, de su produc-
tividad, socialidad y culturalidad.
Mientras tanto, si como pienso, abuelo la sociedad civil es la ma-
triz del Estado, por ello francamente hay que reconocer que es el con-
tenido de nuestra sociedad civil el que recrea permanentemente al tipo
de Estado al que soportamos, por más que muchas de sus esencias nos
hayan sido impuestas incluso desde fuera.
Entonces ¿qué calidad y forma de sociedad necesitamos para su-
perar esta agotada representatividad político-estatal? ¿Qué característi-
cas de madre se requieren para que nazca un buen hijo?
Sentimos que el movimiento al interior de nosotros como “so-
ciedad civil en sí” está dinamizado por contradicciones de clase, por sus
elaboraciones de ciudadanía, por diversas identidades culturales, por
básicos desafíos tales como de género y generación y por hondas nece-
sidades de redefinición que tienen relación con nosotros y nosotras co-
mo especie humana, cósmica y planetaria. Es muy importante que cai-
gamos en cuenta que estas contradicciones son invitaciones a resolver-
las. Al hacerlo así, nos dotaremos de un nuevo contenido tanto indivi-
dual cuanto socio organizativo.
Así, el problema es el motor; la contradicción y conflicto es el
origen de perspectivas. La hondura de sus resoluciones son el próximo
contenido.
La calidad de “civil” de esta sociedad si bien hace referencia a la
necesaria autonomía respecto del Estado, dadas las profundas necesi-
dades y condiciones de nosotros y nosotras como seres humanos, co-
mo culturas y ciudadanía, tiene que adquirir renovada profundidad
con otras dimensiones que ahora afloran y las sentimos como legíti-
mas. Tiene que ser posible que la sociedad civil se reconstituya en tor-
no de algunos ejes, el de ciudadano-ciudadana soberanos; la necesidad
de desplazar a la actual sociedad política para reformar no solo desde
88 / Milton Cáceres

lo legal, la calidad del Estado; el carácter de ser seres humanos cósmi-


cos e integrales, el de deber nuestra existencia a una relación íntima con
la naturaleza y, el de ser interculturales.
¿Pero el término sociedad civil hace referencia a todas las diver-
sidades en este orden? Lo “civil” expresa en términos generales una de-
terminada calidad de autonomía con respecto al Estado pero no es una
mera nominalidad. De esta manera toda organicidad social y cultural
se transforma en parte de la sociedad civil de acuerdo al grado de au-
tonomía y de mandato que ellas ejerzan con respecto a la sociedad po-
lítica. Sería importante que midamos el grado de autonomía y manda-
to que practican las diversas organizaciones, movimientos, opiniones,
corrientes de pensamiento, cotidianidades, humanidades, sistemas pro-
ductivos y creaciones de la ciudadanía en general en nuestro país”.
De la complejidad de las crisis nacen los retos que nos obligan a
crear valores culturales y civilizatorios correspondientes. A esto llamo
mi abuelo, “aprovechar para beneficiarnos de la crisis.”
Pero si la sociedad civil quiere ser la matriz de un nuevo Estado,
entonces tiene que cambiar profundamente por cuanto antes deberá
crear y ejercer una distinta democracia. De las características esenciales
del “Gobierno del Pueblo”, que simboliza a las sociedades, los pueblos,
las culturas, los movimientos, etc., de su apoderamiento, de su grado de
participación, de su mandato, de su control de calidad, dependerá la re-
presentatividad y las funciones que se otorgue a ella en lo que se deno-
mina Estado.
En la sabiduría de nuestro pueblo siempre se suele repetir para
que los renacientes aprendamos: al hijo que alza la mano a su madre, se
le seca.
Francamente tengo que ratificar abuelito Benjamín que parece-
ría que esta calidad de Estado corresponde a una determinada calidad
de sociedad y si ella es la matriz de creaciones, no está por demás decir
que urgimos de cambios de calidad en la socialidad, en la producción
material y en nuestra producción simbólica y valorativa. Ahora es el
tiempo y el espacio para generar procesos renovados, autonómicos y de
una nueva valoración para hacer culturas y civilizaciones. Es el tiempo
pachamama. Es el tiempo de otro poder, de otros valores, no precisa-
mente de aquellos que se compran y venden en la bolsa por culpa de los
cuales languidece el país: no es moral que sigamos permitiendo que el
El Cuento de la Fratria / 89

dinero lo compre todo, hay riquezas ante las cuales el dinero es miseria
y es inmoral y es el colmo que siga existiendo pobreza.
Sin embargo, estos procesos de cambio no pueden y no tienen
que ser una decisión de los aparatos ni funcionarios de Estado, sino de
la madre de las creaciones: la sociedad civil enfrentando su crisis transi-
cional de calidad. Anteriormente dijimos abuelo que de lo que haga la
sociedad civil como madre de creaciones dependerá no solo el Estado
que se constituya sino la democracia misma. Pero aunque sea redun-
dante en decirlo, no se trata de cualquier civilidad, de cualquier partici-
pación, control, mandato, se trata de una excelente calidad de sociedad
civil para que haga un buen control de calidad del Estado y la someta.
Por haber cifrado casi toda nuestra actividad política en estar
persiguiendo puestos en el aparato electoral del Estado, por haber creí-
do en las delegaciones civiles ante sus oficinas, hemos perdido otras di-
mensiones de la acción, pensamiento y sensibilidad política como so-
ciedad civil. ¿Qué hubiese pasado si nos hacíamos del poder del Estado
sin haber advertido estas ausencias? ¿Qué calidad de revolución hubié-
semos practicado con la unilateralización de lo político? ¿Qué revolu-
ción hubiese sido si nos aprisionaban tantas ortodoxias, unilateralida-
des, vías inapropiadas, incompletas? Solo nos hubiese quedado usar la
fuerza, la imposición porque a fin de cuentas el poder buscado, tenta-
do y desafiado de mala manera, acaba por vengarse.
Ahora bien Don Benjamín, para que la sociedad civil crezca en
otro papel, en una calidad para sí, en una construcción deliberativa de
múltiples creaciones y entre ellas, de otro Estado y política, requiere de
algo que sirva de motor para que crezca y comunique estos contenidos
que tienen que enraizarse en las familias. Ese sería el papel de la movi-
lidad y organicidad socio cultural.
La profundización de una calidad autónoma de la sociedad civil
es un asunto concerniente a las organicidades básicas en sus respecti-
vas espacialidades, tiempos, localidades.
Es en las bases mismas de la sociedad civil en donde se tiene que
vivir esa creatividad autónoma, pero también política en lo que sería
una cultura democrática de convivencia intra familiar, vecinal y comu-
nitaria. Por eso resulta lamentable que hayamos llegado a repudiar la
política. Es indispensable que renovemos desde nuestra humanidad
pluricultural, social y civil el contenido y la acción política.
90 / Milton Cáceres

El medidor del proceso de crecimiento como sociedad civil, ten-


drá que ser la reivindicación de la política por parte de la ciudadanía.
Nuestra acción política tiene que ejercer poder sin intermediarios in-
cluyendo el paro humano y ciudadano y ya no solo gremial. Una revo-
lución de la ciudadanía política social e intercultural debe detener a la
corrupción política.
Como dijimos, nuestro pueblo sabe que democracia quiere decir
“el gobierno del pueblo”, pero eso no lo ve en el mero hecho de votar
porque ello mismo es cada vez un hecho riesgoso, que trasunta desleal-
tad, que huele a engaño por lo que de democracia va quedando una
mueca vacía y un montón de leyes inútiles. A la democracia se la ve co-
mo el nivel que corresponde a lo oficial, a lo oficinezco, relacionado con
el papeleo, a lo urbano central, a lo legal partidario-electoral y a lo re-
lacionado con las grandes ciudades, pero que para que sea una vivencia
íntima familiar, barrial, parroquial, comunitaria, organizacional, cultu-
ral, tiene que operarse tal calidad de cambio que los engreídos poderes
criollos y mundiales, serían sus mayores enemigos. ¡No con poca razón
dijimos abuelo que es posible que nos persigan y acusen de “demócra-
tas”, de subversivos y tal vez hasta de golpistas!
Los todopoderosos son demócratas en tanto y en cuanto la demo-
cracia funcione así, como ahora y mejor que ahora si se moderniza su su-
bordinación al Super Estado Mundial que también se reclama como “de-
mocratico”. Pero imaginemos una democracia salida de la creatividad
autónoma de una sociedad civil, de una directa participación de los mo-
vimientos, de una matriz intercultural, de una alta y profunda calidad de
educomunicación, de una gran y renovada actividad intelectual de las
universidades, de un nuevo humanismo, del arte y las espiritualidades y
de una convivencia cada vez menos patriarcalista y más de fratria. ¿Có-
mo funcionaría y para qué, el tinglado y las costosísimas instalaciones del
complejo partidista e independiente electorero? Imaginemos que un tra-
bajo electoral toque estos asuntos transparentados con otra ética, en sus
actividades, discursos, promoción, planificación.
Pero solo afirmando y luchando por esta otra democracia y su
correspondiente procedimiento, podríamos asegurar entonces una vi-
talidad de tolerancia, de interculturalidad, de armonía de géneros, de
vigilancia y control de lo que se delegue al Estado. Con ello sí se podría
avizorar otra calidad de vida para soberanos y soberanas, ciudadanos y
ciudadanas.
El Cuento de la Fratria / 91

Esto significaría que puede y debe existir una vitalización de otra


civilidad y política más allá de lo que simplemente consta en lo escrito
y en la declaración. Bases sociales y culturales en sus territorialidades
geográficas, intelectuales, creativas, valorativas y espirituales pueden y
deben activar esta otra civi-humanidad, pues constituyen los espacios
legítimos para esos testimonios.
Las solemnes declaraciones en la cumbre, sobre la democracia, el
medio ambiente, los derechos humanos y culturales, los géneros, los
niños, sirven, por más que no quieran sus auspiciantes, para muy po-
co. Las nuevas organizaciones que vivenciarán una civilidad y demo-
cracia adquirirán la calidad de tales solo y solo si testimonian múltiples
creatividades de ese orden en sus diversos ejes constitutivos. Esa es la
necesaria vitalidad, la cotidianidad y la intimidad que solo nacen de
una autodeterminación.
Con las consabidas y solemnes declaraciones en la cumbre de la
miseria, los gobiernos forzan su imagen internacional y se convierten
en lo que mamá suele decir “candil de afuera y oscuridad de casa”.
Luego de que Bucaram abriera las pestilencias y Alarcón se em-
pipara con ellas, Mahuad, (ya después de haber pagado gran parte de
la deuda a la banca corrupta que cotizó dólares en su campaña conver-
tida en edentina internacional) expresa la inviabilidad no solo de la go-
bernabilidad sino de la democracia y el Estado. ¡Es que, como ya diji-
mos, el dinero pretende seguir comprándolo todo! En efecto, al no re-
presentar ya al conjunto de la clase en el poder, su inquilinato en Ca-
rondelet se torna incierto, a menos que acelere a fondo para efectivizar
el plan de ayuda a la empresa privada, y esta se apreste a consumir es-
te nuevo hecho que hiere la dignidad de los millones de empobrecidos
y otra vez excluidos.
Así como para la orden de huida de Bucaram y para la ansiada re-
tirada de Alarcón se dio unanimidad, así también para la continuación
del gobierno de Mahuad cada vez hay menos perspectivas, pues el pue-
blo lo repudia, el banquero Aspiazu acusa al Gobierno de mal uso de sus
dólares invertidos en la campaña, por el boicot que practican los parti-
dos en el Congreso al no aprobar el presupuesto para el año venidero
cuidando su imagen electoral con el juego de la oposición, por su caren-
cia de autoridad económica, política y moral para emprender planes
más allá del simple y desgastado pragmatismo neoliberal con el que se
empecina criminalmente en seguir salvando a los banqueros corruptos.
92 / Milton Cáceres

El sistema productivo privado y su clase social ven grandemente


inviabilizados sus negocios por la imparable gangrena que corroe a la
representatividad política, al haberse truncado su corporeidad, su orga-
nicidad y sus gremios. Muchos de los grandes negocios y especialmen-
te bancarios “no son sujetos de crédito”. Podría entonces pensarse que
al haber llegado a esta situación, los órganos transnacionales mirarán
que es la corrupción, el fenómeno que ha acelerado el anacronismo de
este Estado-Nación y la desgobernabilidad permanente.
Mientras tanto ¿se impone y se cierne un Gobierno fuerte que re-
cupere autoridad frente a la sociedad y representatividad de esa corpo-
reidad?
¿Será posible que quienes lideran el proceso de la sociedad civil
propongan y construyan un acuerdo plurisocial y pluricultural de re-
cuperación y avance del Ecuador con la vigencia plena y aplicación
efectiva de la Constitución actual y de la viabilización de una efectiva
Reforma Política? A la final son un puñado de mandones políticos los
que deciden nuestra desgracia y vergüenza a través de políticos funcio-
narios de mando medio. Entonces ¿será posible que se den procesos de
protagonismo de la sociedad civil, dejando de lado su enmascaramien-
to gremialista, superando el “izquierdismo” que muchas veces hace el
rol de reacción y, encontrando nuevas luchas para también superar a la
criminal “derecha”, la construcción de imágenes electorales y el prag-
matismo activista enemigo de la reflexión y la renovación del pensa-
miento?
Estamos en el filo de la navaja. Y estando ahí cabe reformar la ca-
lidad de la democracia y el Estado, porque a fin de cuentas, cualquier
proyecto globalizador lo requiere como un hecho transicional.
Ojalá se produjera un sostenido debate en torno de las calidades
de globalización.
La globalización integral, intercultural y comunitaria-como nue-
va civilización- no requiere de estados-nación como los que hemos co-
nocido, aunque para la otra globalización su permanencia dependa de
la eficacia del control del dominio sobre sociedades, pueblos y culturas,
que se construirán como los sujetos animadores y propietarios de la
primera. Este acuerdo, este pacto social intercultural, tiene que volver
oro todo lo que toca. He ahí su legitimidad y su ética.
La reforma del actual Estado para hacerlo transicional tendrá
que descentralizar su poder, pero centralizar suficiente autoridad como
El Cuento de la Fratria / 93

para empujar el acuerdo de la civilidad plurisocial y pluricultural sobre


cualquier interés boicoteador que puede parapetarse en el regionalis-
mo: tiene que impedir que la vieja “clase política” meta sus narices
apestosas y sus manos de uña larga, porque todo lo que ellas tocan, lo
vuelven carroña. No sacaríamos nada si la lucha civil por la autonomía
regional consagra la situación de provincias de primera y de segunda,
encarama a políticos sin partido pero de la misma calidad de los que
ahora combatimos, mantiene la misma o peor situación de injusticia
social en las provincias autonomizadas y manipula el sentido de ciuda-
danía y sociedad civil para controlarlas desde un supuesto apoliticismo
del que siempre medra la derecha y sus modernizadores. De ahí la im-
portancia del nacimiento y vivencia del poder de la democracia de la
sociedad civil para que someta, controle y participe directamente en el
Estado siempre que no pierda su vital autonomía. Para practicar cual-
quier reforma hay que resolver cuestiones de fondo como es la calidad
de la democracia o el régimen que desde nuestras realidades equivalga,
asegure y profundice libertades, supere sus limitaciones, prodigue sa-
tisfacciones y felicidades, organice y aliente oportunidades y se esta-
blezca apropiadamente en nuestras realidades.
Las regionalidades y su crecimiento según sus “ventajas compa-
rativas” constituye uno de los pilares de ese acuerdo, precisamente pa-
ra frenar el regionalismo y, sobre todo, para alentar las creatividades le-
gítimas que han permanecido subyugadas, menospreciadas y folclori-
zadas. Hay que impedir que la misma o una renovada sociedad políti-
ca corrupta nos arranche esta y otras banderas de la ciudadanía y lo
conviertan en meros trofeos grupalistas que no buscan dar paso a la
única integración que nos queda como país. Hay varias cadenas de ver-
ticalismos que siempre han impedido integrar un Ecuador, pero todas
ellas responden a parecidas características de dominación, discrimen,
marginamiento y explotación.
El acuerdo es una minga cuyo principio básico tiene que ser: la
obligatoriedad moral de recuperar y hacer avanzar al Ecuador desde lo
que se debe aportar y ceder. La altura y calidad moral de los concurren-
tes y su encuentro tiene que ser a prueba de bala y corrupción. Por ello
cualquier acuerdo tiene que ventilarse ante la ciudadanía como garan-
te y mandante y con la exigencia de silencio y desactivación del viejo
régimen y sus hombres y mujeres funcionarios políticos.
94 / Milton Cáceres

Ahora que se ha cerrado la herida de la frontera, tenemos que


impedir que la interna o cualquier otra infecte, porque el corazón de la
patria ya no está en la frontera sino en toda la ciudadanía humana
ecuatoriana y planetaria. Y así como esa herida fraguaba y proveía de
una identidad de resentimiento a lo ecuatoriano, así, una identidad en
torno de recuperar y avanzar teniendo como guía otros valores y sím-
bolos será el mito fundacional del nuevo Ecuador y su Cuento.
El canibalismo no solo político sino social, la intolerancia cultu-
ral, la desestimación de lo que poseemos en valores globales, el menos-
precio a la imaginación y creatividad, la negativa a vernos en el espejo,
la desidia a aprender lecciones de lo que pasa en otros países agravan la
herida interna que la más contumaz oligarquía pretende mantenerla
abierta para medrar de la enfermedad y la muerte.
Un tratamiento de “junta de médicos” y yachaccuna será el cami-
no de la recuperación. Ello quiere decir, tomar en cuenta lo que porta-
mos como herencia, lo que hemos construido y trabajado, lo que hemos
conocido, cuanto hemos aprendido, lo que contamos como garantía de
parte de la madre naturaleza, pero también lo que hemos ubicado como
debilidades para convertirlos en desafíos, en oportunidades de trata-
miento y cambio. Para decirlo en términos de actualidad, se necesita un
sinceramiento de la sociedad misma. Un pasarnos cuenta de nuestra
realidad global al finalizar el famoso siglo XX. Una autoevaluación que
nos permita el estado de nuestro ser como sociedad, como ecuatorianos,
como seres humanos, como productores, educadores, gente con dere-
chos y obligaciones, como socioculturalidades, como promesa y pers-
pectiva. El justo y debido protagonismo de esta necesaria llegada y par-
tida lo tiene que hacer la sociedad civil, quitando la delegación de repre-
sentatividad que nos ha sido arranchada por la sociedad política, que
debe enmudecer y dar paso a los múltiples espacios, iniciativas, pro-
puestas de la ciudadanía humana desplazando toda confrontación y po-
larización. Podemos dar un avance si partimos de construir un camino
de acuerdo, pero ello creo que debe sustentarse en una ética básica: re-
solver desde nuestras obligaciones, las demandas de los y las ecuatoria-
nos tomándoles en cuenta tanto como ciudadanos y cuanto seres huma-
nos. Esto desplaza los apetitos de grupo, de gremio, de sindicato y de in-
dividualismos que defendiendo un escudo, un precio, una conquista etc.
actúan en privadas funciones pero no a favor sino por encima y hasta en
contra de la sociedad entendida como ciudadanía.
El Cuento de la Fratria / 95

El avance, será la modificación, la no repetición de errores, ni de


caminos, procedimientos y calidades que ya sabemos que conducen al
riesgo y caída. Un avance no es una desenfrenada carrera por acceder a
la copia dominada, a la mala copia. A pesar de que nos tildan de estan-
cados y rezagados, creo que es inmenso el esfuerzo que hacemos por
sacudirnos de ese peso para avanzar.
Cierto que es un avance relativo, pero otro argumento que nos
autoimpide es el estorbo que constituye el acosante discurso geopolíti-
co globalizador de vernos subdesarrollados, tercermundistas, que no
despegamos, que no nos modernizamos.
Aquí tiene cabida el poder que adquiriríamos a través del cono-
cimiento de nuestras culturas, de nosotros mismos y de todo lo que es-
tá delante y adentro de nosotros mismos, de la invención, la adapta-
ción, la apropiación, el planeamiento de la perspectiva, la acción de ce-
der en función de la calidad de vida integral de los verdaderos dueños
del país, decisión y autoridad para emprender sin temor ni favor hacia
quienes se imponen. El avance de la transnacional de una nueva civili-
zación basada en armonías, justicia, equidades, interculturalidad e in-
tegralidad nos permite contar con su fuerza ética que hace contrapeso
con respecto a los órganos de la mundialización de la imposición y las
hambres. Frenar los conflictos desde la construcción de esta nueva ci-
vilización significa recomponer nuestra calidad de humanidad resol-
viendo las bases de un nuevo humanismo en el cual ninguna cultura
particular, ninguna religión, ningún Estado, ninguna clase social ni su-
per organismo pueden resolver una distinta “universalidad”.
LA URGENCIA DE DAR
TRATAMIENTO A ALGUNAS
DE NUESTRAS TRABAS
Para que estas renovadas formas de organizaciones básicas ex-
presen una nueva civilización requieren de distintas honduras de so-
cialidad, interculturalidad, territorialidad y conocimiento, pues es ahí
en donde tendrán que demostrar los encuentros con los diversos socia-
les, con las otras culturas y con el medio ambiente y eso exige sentir y
como ya dije, conocer. Volver a tener prestigio por la sabiduría y el co-
nocimiento resulta urgentísimo para establecer cimientos de integrali-
dad y proceder tratando TODO hacia otro TODO. Nosotros y nosotras
ya hemos probado lo que significa las exclusiones cuando padecemos
un determinado tipo de país. Pero es ahí en donde encuentro estorbos
y dificultades que hay que convertirlos en desafíos para poderlos supe-
rar.
Eso implica ajustar cuentas con una serie de prejuicios que tra-
ban nuestro crecimiento como seres humanos y ecuatorianos.

“Somos pobres y vivimos lejos” -qué tan expresivo le parece a mi


tan querida amiga Cristina- era la justificación que los estudiantes iban
diciendo ante el llamado a su responsabilidad que hacía el profesor desa-
lentado por la falta de entrega, trabajo y producción de sus alumnos. Así
que ser pobres no es un justificativo para la irresponsabilidad, decía, sino
un desafío para producir, crear, renovar, proponer, luchar. El hecho de que
seamos pobres no es una minusvalidez, ni un estado que llame a la lamen-
tación y al paternalismo, es la situación desde donde se puede y debe cri-
ticar y crear alternativas al orden mundial y criollo empobrecedor. Por lo
tanto el ser “pobres” es un autodesafío y una ocasión magnífica de protes-
ta y propuesta que no hay que dejarla pasar a fin de que no se vuelva una
miseria.
100 / Milton Cáceres

En este panorama mundial ¿quién no es pobre? ¿Quien no adolece


de alguna carencia, riesgo, peligro o injusticia? Los ricos creen vanamente
que todo lo tienen asegurado con la abundancia y gula de las cosas que po-
seen y desperdician. Mirando desde las valoraciones de este tiempo podría
decir que esa no es solo una pobreza sino una miseria, solo que desde el la-
do de la posesión y propiedad de un tipo de bienes y valores, su forma de
haber adquirido y el uso que los dan. Para muchísimos de ellos, su pobre-
za es que solo tienen eso. Su miseria es que son permanentemente insatis-
fechos e insaciables con respecto a esos bienes y su idolatría.
Entonces compañeros estudiantes -continuó diciendo el profesor-
para no ser miserables ni ignorantes por el camino de la irresponsabilidad,
hay que saber que ser pobres es una alta responsabilidad para el cambio
del mundo y por esa razón tienen que ser sabios y no badulaques ante el
estudio.
De lo contrario haremos un gran daño a nuestros pueblos ya que
no solo graduaremos pobres sino ignorantes y con ello, facilito llegaremos
a la miseria. Y así como ya hay ricos que han comenzado a enfrentar su
miseria tienen que haber pobres que enfrenten la suya con dignidad. No
porque se es pobre automáticamente se tiene “pobreza de espíritu” y los
ricos que superen su miseria entrarán por el agujero de una aguja al Rei-
no de los Cielos porque dejarán de ser ricos.
Cuando absurdamente se creía que vivir en el centro urbano era su-
perior a vivir en el campo, siguió el mentado profesor, y los centros de es-
tudio reciclaban esta postura, era algo digno de ejemplo y admiración que
alguien de fuera de esa supuesta superioridad, estudiara.
Hoy, “vivir lejos” es algo que todos vivimos por cuanto los centros de
estudio van a tener que salir de su sopor para llegar a ese “lejos”, fundirse
con eso que es todo y estudiar. La universidad tiene que comenzar por ha-
cer una extensión de aprendizaje, si quiere aportar y reformarse. Ya no al
revés. No presumamos de pobres con esas miserias de criterios. Si eres po-
bre y vives lejos esfuérzate y eso será un gran aporte para tu espíritu y pa-
ra el país. No seamos miserables por esperar mediocridad y paternalismo.

Algunos ecuatorianos creemos que nuestras acumuladas rique-


zas son los “grandes intereses nacionales” que el Estado debe cuidar ha-
ciendo de cancerbero y de fácil y obligado auspiciante. Así mismo esta-
mos convencidos que el Estado tiene que hacer chorrear permanente-
mente su limosna. Distintas calidades de un mismo paternalismo. Creo
El Cuento de la Fratria / 101

así mismo que nos hace falta un esfuerzo por la dignidad del trabajo,
por el sentido de la equidad, por la creatividad, por la inventiva, la sen-
sibilidad y mentalidad crítica, por ajustar cuentas al paternalismo so-
cio estatal. Para cambiar la ética política tenemos que impedir que los
ricos sigan mamando las descomunales tetas del Estado y así mismo no
debemos permitir que los empobrecidos sigan manipulados y contro-
lados por la limosna oficial, ni por la venta de su pobreza.
Al mismo tiempo, el autoconvencimiento de nuestro supuesto
subdesarrollo nos mantiene cautivos y encadenados a su miseria e im-
posibilitación. Frente a la realidad del progreso y desarrollo civilizato-
rio mundial al que se ha llegado, habría que reaccionar preguntándo-
nos, ¿ante qué y ante quién, somos subdesarrollados? ¿Quién o qué es
el patrón de desarrollo? ¿Bajo qué medidores e intereses unos se han
autocalificado de desarrollados mientras que a nosotros se nos ha cali-
ficado de subdesarrollados? ¿Por qué automáticamente nos correspon-
de modernizarnos de una manera y no otra o entrar a esta globaliza-
ción y no a otra? Ahora bien, partiendo de nuestros valores y valora-
ciones, ¿podríamos denominar subdesarrollados a otros países y cultu-
ras?
¿Quién resuelve que unas culturas son superiores, es decir desa-
rrolladas y otras, inferiores, es decir subdesarrolladas?
De ello dependería en gran medida la superación de la crisis y el
establecimiento de un nuevo orden humano, social y económico, pues
la construcción integral de los seres humanos, que supone ese nuevo
orden, deja al descubierto el subdesarrollo del desarrollo.
Retomar, recuperar y renovar nuestros propios caminos al “desa-
rrollo” exigen enfrentar esta triste mentalidad, la pusilanimidad, la pos-
tración, la espera de ayuda-limosna, el complejo de inferioridad socio
cultural, la supuesta falta de autoestima e identidad que nos abaten.
Por eso es que a la hora de sentirnos y sabernos portadores y herederos
de las culturas indias, negras y europeas, nos resuma el racismo y la in-
capacidad de asegurar nuestras identidades, como si algo mutante y es-
tigmatizante nos truncara. Mishu es lo malo, mazhi es lo bueno y al
revés. Y mientras lo mestizo es lo indefinido por no ser supuestamen-
te lo “puro” sino la mezcla, “negro”, decimos de nuestro triste porvenir,
y tratando de “primos” a los indígenas, recordamos con burla nuestro
origen pero también nuestro truncado rescate. Nos tapamos, hacemos
mal humor de nuestras realidades y nos frenamos.
102 / Milton Cáceres

A la hora de nuestra mismidad, identidad y propiedad nos turba


la duda y fácilmente acude la copia sin crítica, la vergüenza de lo pro-
pio, el miedo a lo extraño, la expresión de que supuestamente así somos
y así debemos ser.
Creo que así somos, pero no somos; así no podemos ser, así no
debemos ser, así no seremos. Eso nos encubre, nos posterga, nos impi-
de. Nos imposibilita sacudirnos de ese otro que solo nos fotografía
viéndonos como exóticos atrasados, como mágicos subdesarrollados. Y
aunque esto resulte riesgoso decirlo, creo que tengo que hablar franca-
mente lo que pienso de nosotros, que de alguna manera pienso de mí
mismo, porque las trabas nacen en casa y es desde ahí que hay que co-
menzar la sanación. Los trapos sucios hay que lavarlos en la propia ca-
sa, se dice, pero ¡por Dios ya hay que lavarlos!
La prueba de ello es que cuando alguien rompe la lacra, nos mi-
ramos entre incrédulos y orgullosos.
¡Cuántos materiales básicos para nuestra versión de desarrollo,
progreso y civilización, permanecen arrumados!
Pero una de las más importantes y urgentes tareas que nos ayu-
dará a romper estas trabas es la recalificación del proceso educomuni-
cativo. Una calidad de educación y comunicación elaborada, legalizada
y aplicada sobre la base de la traba de habernos convencido de ser sub-
desarrollados, de intolerarnos hasta llegar a tener casi quebrada la ini-
ciativa y el aliento desde lo que somos y tenemos, constituye uno de los
estorbos e imposibilitantes más criminales.
¿Qué efectos tiene un hecho educativo, una acción persistente y
supertecnologizada del emisor sobre un simple receptor y de un predi-
cador sobre sus fieles convencidos de pobreza y miseria? ¿Quién sale
ganando y quién sale perdiendo con este discurso añejamente tan ter-
co? Y así como ya se dijo que hasta las piedras de América son inmadu-
ras, que “el cocodrilo de Humboldt no es el mismo cocodrilo de Hegel”,
así ahora se nos piensa como subdesarrollados, como folclóricos, como
pintorescos. Un realismo ridículo, enfrentado al realismo mágico.
El gigantesco aparato educador, comunicador y predicador casi
sin cambios de calidad es quien, persistiendo en su cometido cual Esta-
do permanente, ha logrado no solo que así nos consideren sino que así
nos consideremos. Quebrada la identidad, quebrada la autoestima, el
resto es tillos.
El Cuento de la Fratria / 103

Por eso, una de las primerísimas renovaciones que hay que hacer
es la renovación de la educación y la transversalización de la ética en la
comunicación.
Pero cómo pedimos buena calidad de educación, si tenemos una
pésima calidad de comunicación, si solo hay comunicación medíatica.
“Mucho programa cursi”, dice el indígena tomado las antenas de las te-
levisoras superficializadoras de la crítica. ¡Cuánto daño hace la cursile-
ría y la mediocridad educomunicativa, al pensamiento y a las posibili-
dades de imaginar otro país. Ha llegado la hora de levantarnos para al-
canzar que la super tecnologizada industria mediática sirva para una
humanización de la comunicación y ya no más para someternos a esta
política, al múltiple consumo envenenante, a la desinformación y me-
diocratización que impide el conocimiento. Una revolución de la de-
mocracia como la concurrencia de los diversos actores y actoras inter-
comunicados tiene que dejar atrás esta época en la que somos objeto
de los medios tecnológicos y su ideológica manipulación que impiden
nuestra ciudadanización y civil-ización, es decir politización. Los ac-
tuales políticos hacen carrera, se profesionalizan en ella, se apoderan y
privatizan el poder del Estado. Y así como Gorbachov desactivó el om-
nipotente y monstruoso aparato dictatorial levantado por encima de
los soviets, así necesitamos hacer una Perestroika de esta democracia
partidaria, para transparentarla como democracia de una calidad espe-
cífica de ciudadanía que nos proponemos ser. Esta necesidad podría
convertirse en base de nuevas condiciones históricas si la transparenta-
ción se comunicara y en ella se educara. No solo tenemos que criticar
a la corrupción de la política sino al fundamento de la política y su sis-
tema. Sin embargo, no solo se trata de revolucionar la democracia co-
mo institución de la modernidad, sino de caminar en otra época asu-
miendo las urgentes revoluciones de la calidad de nosotros y nosotras
como seres humanos. Esta correspondencia de acciones es importante
para situarnos en un espacio tiempo creativo. ¿Cómo, cuando y con
quién nos comunicamos y educamos en estos valores?
En lo que respecta a la prédica, las iglesias tienen que pedir per-
dón por haber traicionado a Jesús y a los pueblos al haberlos cristiani-
zado empobreciendo (subdesarrollando) subestimando, formalizando,
es decir, extirpando sus propias espiritualidades. La pobreza de espíri-
tu jamás quiso decir inferioridad y miseria. Lograr este objetivo ha si-
do y es la tarea del conquistador que busca hacernos “fieles” súbditos,
104 / Milton Cáceres

sectarios y moralistas. Una recuperación de nuestras antiguas religiosi-


dades y de su sagrada sostenibilidad de la vida, del espíritu del Génesis,
de la Resurrección y de la comunión de bienes de Hechos, resultaría
alentador de creaciones y renovaciones. Si nuestros pueblos y culturas
reafirman su existencia en una incesante búsqueda y vivencia de tras-
cendentalidad, yo me pregunto abuelo, ¿qué calidad de prédica y sobre
todo de testimonio corresponde en estos tiempos. Entre una ética que
recupere el carácter sagrado de la vida y un espíritu de búsqueda testi-
monial de una distinta calidad de vida y sociedad acorde con nuestras
realidades integrales y necesidades de justicia, existe una mutua reci-
procidad. La reverencia y el testimonio desde una teología de la sagra-
da creación de la vida, podría ser una génesis de otra realidad para la
especie humana, para sus sociedades y culturas y una expresión de Fra-
tria de espiritualidad que trate y supere los conflictos religiosos e impi-
da que seamos víctimas de su manipulación, el conformismo y el dog-
matismo sectario.
La indolencia religiosa, el angelismo, el paternalismo clerical y el
desarrollismo como supuesta práctica y testimonio, maltrata el poten-
cial espiritual de nuestro pueblo. Los miles y miles de seres humanos
creyentes adoloridos que acuden a los templos y predicadores, afortu-
nadamente conversan con Dios, pues la institucionalidad eclesial, va
por otro lado. Si no fuera así, habría un mejor tratamiento de tantos
problemas sociales y humanos que se profundizan y del decaimiento de
la esperanza de vivir. Los creyentes, sin distinguirnos como laicos o re-
ligiosos tenemos que guiarnos ahora por una teología de la vida, de su
sacralidad, de su derecho a existir, de su obligación a tenerla buena, in-
tegral, equitativa y con justa calidad.
Por eso, para revertir el discurso prepotente del desarrollo se tie-
ne que caer en cuenta su carácter inhumano. Sus evidencias se dejan
ver en la economía, en la sociedad y en la política. Ya no se puede per-
sistir en la construcción de nuestras identidades en torno de la alocada
carrera del desarrollismo, porque ello nos lleva a no ser, porque ello es
una reafirmación del convencimiento de nuestra supuesta inferioridad.
Para tratar y superar el empobrecimiento se necesita renovar la
concepción de la lucha social. Ello nos exige profundizar nuestra refle-
xión sobre la pobreza, primero porque como ya dije abuelo, no es sinó-
nimo de miseria y luego porque somos herederos de culturas suma-
El Cuento de la Fratria / 105

mente ricas, aunque vengamos siendo objeto de determinaciones que


nos empobrecen.
De continuarse haciendo de los pobres objeto de todo tipo de
paternalismo, del subdesarrollismo, del proyectismo financiero y de
múltiples determinaciones, reflexiones, planes y políticas, reciclaremos
la acción de la politiquería, de la subordinación a una supuesta supe-
rioridad cultural, social y material, impediremos, hasta ingenuamente,
recuperar, revolucionar y afirmar nuestros propios procesos de identi-
dad. Con todo ello, no acabaremos con la pobreza.
La pobreza seguirá siendo el trofeo, el negocio y la justificación
de todo tipo de intervención vertical que ingenua o maliciosamente la
mantiene. He ahí otra suerte de impedidos y de minusválidos. ¡Qué
gran negocio, se hace con los pobres! Mi alumna Lucrecia me dice que
su abuela sabía decir “pobre solo es el diablo”. Seremos unos pobres
diablos si no luchamos contra el empobrecimiento
Trabajar con “los pobres” si se los considera sujetos y hasta due-
ños del Reino, exige una actitud ética que nos ubique en situación de
dignidad de iguales aunque diferentes. Tendríamos que sabernos pobres
no solo por pose que nos disfrace para que surta efecto nuestras inten-
ciones, sino porque sí somos pobres y porque necesitamos sencillez y
frescura. Es justo preguntarnos, en medio de nuestro compromiso so-
cial, ¿cuáles son nuestras pobrezas?, ¿cuáles son nuestras riquezas? Ya no
podemos tener la actitud de “a mí no me pasa nada, yo no soy pobre, los
pobres son ellos”, pero tampoco, “yo no tengo nada, soy pobre, vivo le-
jos. Ellos tienen todo”. Un nuevo cuento de nosotros, requiere que nos
mostremos tal como somos y estamos, para poder proyectarnos en esa
dirección. La lucha en contra de la pobreza ha fracasado porque no se
ha buscado erradicarla, porque no se ha propuesto luchar en contra de
la opulencia, porque es el mecanismo predilecto de la gobernabilidad
electoral, porque se la manipula con el paternalismo y porque significa
empleo para los técnicos en pobreza y sus proyectos financieros.
Trabajar con los pobres implica que se nos comprenda en una
doble calidad, tanto como empobrecidos, pero también como sujetos y
herederos de valores integrales que con sus posibilidades, es decir con
su soberanía y dignidad, pueden y podemos aportar en los desafíos neo
civilizatorios y rehumanizantes que es el llamado de los tiempos. Es
digno de reflexionar sobre la huida masiva de ecuatorianos y gente de
todo el orbe hacia Norteamérica y Europa. Esta realidad obedece a la
106 / Milton Cáceres

mala calidad de país que tenemos, al empobrecimiento que sufren mi-


llones, aunque para otros la migración se debería también a la desespe-
ración por el acceso al consumismo, la comodidad y al status. Su amar-
ga realidad, sus dramas humanos socio-culturales y su peyorativa cua-
lificación, pero también sus efectos económicos están modificando el
panorama del país.
Sin embargo, creo firmemente que debemos enviar y recibir
oleadas de dignos embajadores con propuestas para interculturalizar-
nos en los valores que nos hagan nuevos seres humanos en otro civili-
zación. Para eso tenemos que formarnos nosotros, nuestros amigos y
familiares y proponer-vivir, en las bases de las decadencias, nuestras in-
vitaciones valorativas. Norteamérica y Europa tienen que reconstruirse
con el aporte de nuestras identidades, pero nuestra conquista tiene que
ser una invitación y una autoinvitación.
Pero son nuestras identidades las que tenemos que fortalecerlas a
través de su profundización y su conocimiento-vivencia para ofrecerla
al mundo como posibilidad e invitación a cambiar la calidad de nues-
tras condiciones humanas y en la misma medida, recibirlas. De mane-
ra que no podemos ver a la migración como esa resolución negativa, si
la sabemos aprovechar para crecer y dar, como intercambio y aprendi-
zaje para ser mejores y así tener la satisfacción de haber aportado y po-
der regresar a casa. Entonces ahí está el papel de nuestros familiares en
el exterior: ofrecer al mundo lo que somos y tenemos y esperar recibir.
En ello, se desestimarán los etnicismos, los racismos y los aislamientos.
Frente a lo que tenemos y carecemos, todos somos empobrecidos
y todos somos ricos, de alguna manera.
Mantener a los empobrecidos en un limbo permanente para otro
tipo de justificaciones, es concebirlos como objeto fácilmente manipu-
lable. No se trata de encaminarnos hacia la opulencia porque también
es un miserable empobrecimiento. “La pobreza espiritual representa
una grandeza relativamente autónoma y comprensible en sí misma”, di-
cen Jorge Pixley y Clodovis Boff. Esa riqueza de pobreza está llamada a
reconstruir otra calidad de ser humano y mundo.
El empobrecimiento es un efecto y un resultado maldito. En
cambio, la acción de los pobres es una actitud y resolución deliberada
para enfrentar el empobrecimiento sosteniendo con otros valores como
basamento integral. El desarrollo sustentable de la vida y dignificante
El Cuento de la Fratria / 107

del ser humano tiene que partir y llegar desde y hacia una considera-
ción sagrada de la vida.
Sensibilizándonos y pensando civilizatoriamente digamos ¿quié-
nes son los pobres hoy? ¿Cuáles son cada una de nuestras pobre-
zas? Hagamos un cuento, un plan, una utopía para resolver socialmen-
te las viejas y actuales pobrezas, pero contemos con nuestra capacidad
de “desprendimiento, libertad y deseo de compartir” haciendo buen
uso de nuestras riquezas tanto como valores, conciencia crítico creati-
va, cuanto como las riquezas de los otros.
¿Qué sentido y qué llamado de los Tiempos constituyen las filas
de la miseria que esperan limosna oficial e indignante en las puertas de
los templos idolátricos bancarios y en las puertas de los hospitales en
donde casi no hay nada para los enfermos del paludismo, el dengue, la
tuberculosis? ¿Qué significado y llamado es la masiva y desesperada
huida del país?
¿Qué sentido y qué llamado de estos Tiempos puede tener la mi-
seria de la opulencia, en una nueva civilización?
¡Cuán gigantesco es el esfuerzo que realizan nuestros pueblos pa-
ra hacer resistir, recrear y sobrevivir sus valores!
Fundar otro país no es asunto de formalidad, de simples proyec-
tos de ley, de acuerdos en las cumbres, de oferta electoral, sino de vi-
vencia humana y ciudadana que agarre estos problemas y los trastoque
en la intimidad de sus identidades. La educación, comunicación y pré-
dica calan hondo en esta intimidad y legitimidad; eso exige que se
comprenda y ejerza por parte de nuestra civilidad y humanidad una
actitud crítica para que seamos el sujeto activo del hecho educativo, no
solo receptores sino también emisores porque al ser asamblea, somos
los sujetos creyentes, “sacerdotes, profetas y reyes”.
Asumir una perspectiva diferente tiene como basamento la crisis
general de los actuales sujetos. Una nueva calidad de educomunicación
puede nacer si el profesorado y el aparato audio y tele emisor, dejan de
ser los sujetos. Nacería una asamblea de creyentes, si la jerarquía deja-
ría de ser el sujeto eclesial. Se recuperaría una filialidad ecológica sos-
tenedora del medioambiente, si la sociedad y cada uno de nosotros de-
járamos de creernos los llamados a dominar la naturaleza. Fundaría-
mos y recuperaríamos ese otro país, si el Estado, su sociedad política y
sus funcionarios, dejaran de ser los sujetos políticos avasallantes de la
ciudadanía.
108 / Milton Cáceres

Me indigno abuelo cuando los gobiernos maltratan a los profe-


sores y me indigno cuando ellos nos maltratan a nosotros en la perso-
na de niños, jóvenes y padres al negarse a crear una alta y urgente cali-
dad de educación. La prueba de que se puede es que ya hay muchos
profesores a quienes se les podría llamar maestros porque se están con-
virtiendo en aprendices de esta revolución de la calidad digna de la sa-
grada vida y es con ese testimonio que van haciendo otra calidad de
educación.
Mis amigas Lucrecia y Esperanza nos cuentan que el niño Diego
Armando, apenas sintió que sus sagrados derechos estaban en riesgo,
salió de su escuela, fue y vino trayendo dos abogados para que lo defen-
dieran ante su profesor.
Una ciudadanía desbloqueante y destrabante en lo que a educa-
ción, comunicación y religión se refiere implica una actitud crítica pa-
ra autoestimarnos como “madre y maestra”, como sujeto, creadora, re-
novadora, como la que educa, la que crea comunicación, la que cree y
también la que trabaja, produce y.....paga.
Un Estado y el resto de institucionalidad reformados, pueden y
deben coadyuvar y acolitar como dicen los muchachos ahora. Pero un
Estado sin autoridad moral, sin legitimidad aunque sea un baúl de le-
yes “progresistas” o “modernas” no tiene porqué imponernos, no tiene
porqué regular y nosotros no tenemos porqué obedecerle. Por eso, bas-
ta de limosnas oficiales, bonos miserables, políticas sociales con anzue-
lo, tentaciones de corrupción, actitudes indignas de estar esperaaaaaan-
do de este aparato institucional: la cancha de “uso múltiple”, la volque-
ta de lastre, hierro y cemento, la casa comunal, la batería de letrinas, las
aceras y bordillos, la media docena de pupitres, las dos aulas, las tres li-
bras de clavos, las lombrices californianas, los árboles de pino, los quin-
tales de 10-30-10, el taller de liderazgo, procedimiento parlamentario,
género e identidad, el desarrollo sustentable y la medicina alternativa;
la elaboración del proyecto, el curso de costura y medicinas tradiciona-
les, la compra de laboratorios y computadores que jamás se los usará
como es debido, el oficio notificando la fecha de la visita de jefes y fa-
cilitadores, el recibo por la compra de la cinta tricolor para la inaugu-
ración, el cálculo del número de cuyes y gallinas que se sacrificarán en
la memorable ocasión, es decir las bases del desarrollismo subdesarro-
llado, las bases de la indignidad, las bases del paternalismo insultante
que casi logra hacernos minusválidos. El mundo de la apariencia, la
El Cuento de la Fratria / 109

formalidad, el autoengaño. La rutina de desesperarnos por tener pla-


ta para acceder a la globalización del consumismo de la anticultura
norteamericana, esa modorra del transcurso de la existencia, esa con-
formidad de contentarse con poco, con el remedo, con la falsa imita-
ción, con lo “más vale malo conocido”, con los productos para pobres,
con lo usado pero “americano”, con lo chatarra, con lo foráneo que no
siempre es lo mejor, etc., que nos vuelve montón, aglomerado, hacina-
miento de imitadores subordinados, listos para operar el reciclamien-
to del dominio o la desechabilidad.
Siendo así, estamos anclados en el pantano, pues cuando se pidió
a los asistentes al taller número millón setecientos once, hacer una llu-
via de ideas para elaborar el problema a investigar casi todos dije-
ron: no tenemos carreteras, no nos dan líneas de crédito, no nos dan
capacitación, no nos dan, no podemos, no tenemos, somos pobres, vi-
vimos lejos, castigo de Dios, las malas autoridades, culpa de los gobier-
nos, el alto costo de la vida, la corrupción, no nos pagan buenos suel-
dos, etc. El lamento del convencido de la ideología del subdesarrollo. El
éxito, la eficacia y el efecto que retroalimenta la dominación.
Muchas de estas cosas son reales y necesarias y muchas personas
y compañeros se entregan y nos entregamos con alma, vida y corazón
a este trabajo, pero ha llegado el momento de que revisemos sus logros
y su calidad para no dejarnos utilizar por quienes solo quieren que las
cosas sigan como siempre. Los que dan y los que reciben. Porque habría
que preguntarse quién gana con el reparto de las múltiples y antiguas
formas de bonos de la miseria. Reconozcamos valientemente que las
iglesias, las ONGs, y las organizaciones socio populares, han fracasado
en su lucha contra la pobreza, aunque soy fiel testigo del trabajo y tes-
timonio valedero de muchos amigos, quienes en sus lugares de traba-
jo, continúan vibrando por tener un país de justicia, sé también que su
compromiso no termina cuando acaba el financiamiento de tal o cual
proyecto, porque están sensibles a renovar el trabajo y la lucha y por-
que distinguen entre lo que es una institución no gubernamental y un
movimiento socio organizativo a fin de que no se filtre ni el paternalis-
mo ni la manipulación. Creo que el papel de la no gubernamentalidad
es fundamentalmente practicar esta distinción fortaleciendo la viven-
cia y creatividad de la sociedad civil, es decir no actuando como lo ha-
ce la gobernalidad: de espaldas, en vez y por encima de la ciudadanía y
sus formas de asociación.
110 / Milton Cáceres

Los gobiernos ya mismo crean el ministerio de los pobres porque


su existencia es políticamente rentable para el equilibrio del poder y pa-
ra la garantía de los miserablemente enriquecidos. Si no relacionamos
pobreza con empobrecimiento, con dignidad, con reconocimiento de
la rica existencia de valores y con la exigencia de una justa redistribu-
ción de los bienes, toda lucha en contra de la pobreza será esfuerzo inú-
til o hipocresía. Así como tenemos que lograr desconcentrar el poder
del Estado, de un puñado de “dueños del país”, de los gremios y corpo-
rativismos y de los militares, así tenemos que desconcentrar la riqueza.
Destrabarnos significa actuar con soberanía humana, ciudadana,
cultural y política para volcar nuestras grandes posibilidades y resolver
nuestras realidades actuando en otro marco histórico y guiándonos
con renovadas ideas, sensibilidades y actitudes. Si no lo hacemos conti-
nuaremos siendo trofeos de innumerables políticas, entidades, funcio-
narios, poderes y podercillos, concejalillos, diputadillos, consejerillos,
dirigentitos y facilitadores a quienes les va muy bien en el negocio de
tratar con empobrecidos.
Frente al negocio del médico que espera a sus pacientes, está la
farmacia, junto a ella está el templo y más allá, la funeraria. El cura y el
pastor condenan a los borrachos, el canal de televisión impone el sabor
del licor que se ha de beber, la música alaba e incita a “chupar”, las can-
tinas y licorerías organizan concursos para ver quién más bebe, el can-
didato dice que no bebe, el profesor dice que hacerse hombres es ir a la
cantina: papá y mamá, no saben nada. ¿Cómo es posible que podamos
“vivir” acostumbrados a ver gente arrastrando sus miserias? ¿Cómo po-
demos sentarnos a la mesa, acostarnos a dormir o mantener dos y tres
vehículos, cuatro o cinco casas, sabiendo que en ese mismo instante hay
seres humanos que no han comido, que no pueden descansar y que no
tienen casa? ¿Qué dignidad de país es este en el que se gasta tanto dine-
ro en el pago de la deuda externa, en los sueldos de los burócratas de
carrera o en los electos en las urnas y no en construir otra calidad de vi-
da creativa y productiva de su ciudadanía? ¿Cómo es posible que los lla-
mados “sectores productivos”-como si solo ellos produjeran- sean des-
perdiciadores, dilapidadores, no competentes, chantajistas del Estado,
casi nada eficaces y enloquecidos por las riquezas sin tener ninguna mi-
sericordia para con sus empobrecidos coterráneos? ¿Como se puede
hablar en nombre de los pobres si muchísimos sindicatos y gremios so-
lo buscan mejores acomodamientos para sus minúsculos grupos? Ha-
El Cuento de la Fratria / 111

ce falta mayor lealtad y fraternidad entre los sectores sociales empobre-


cidos para que enfrentemos el empobrecimiento pero para todos y no
solos para ciertos niveles de mando e influencia. De lo contrario ya no
nos enorgulleceremos de ser el país “primer productor mundial de plá-
tano” o “el productor del mejor cacao” sino que nos avergonzaremos de
tener muchos empobrecidos, analfabetos, de ser cifras para el monito-
reo de las políticas de la banca “acreedora” extranjera, de paisanos que
ya no quieren vivir aquí y de políticos, gestionadores financieros, desa-
rrollistas y paternalistas que sigan enriqueciéndose a costa de “la lucha
de los pobres”. No es digno que frente a decenas de niños “fundeados”,
a jóvenes mujeres obligadas a prostituirse, a cientos de personas que se
desesperan en las puertas de los hospitales públicos y sin que puedan
ser clientes de los super negocios médicos, el electo en las urnas, el cu-
ra y el pastor, el profesor, el dirigente, el juez, la periodista, el empresa-
rio, pasen de largo. Perdone abuelo, pero me nace gritar ¡basta carajo!
Basta de ese país, aquí nos vamos a romper la cabeza y tocarnos el co-
razón para que nazca otro pensamiento y una distinta calidad de lucha
y creación. Hasta aquí no más señorones pesadores de la “balanza de
pagos”, causantes de la inviabilidad y del riesgo país, adoradores de la
“reserva monetaria”, embajadores del monetarismo internacional, “ni-
ñitos bien” del neoliberalismo, gestionadores eficaces de la eterna deu-
da, gerentes del capitalismo criminal.
Pero.... no solo es que tenemos riquezas materiales y culturales.
Cada uno de nosotros tiene sus propias e individuales riquezas. Por eso
me indigno cuando me acuerdo que con mi mujer y mi hijo José Fran-
cisco, fuimos a San Lorenzo. Un inmenso, rico y hermoso mar; una ver-
de y exuberante montaña, un patrimonio cultural tan grande como es
nuestra hermana negritud afroecuatoriana. En cambio, una cabecera
cantonal urbana que representa la podrida institucionalidad que nos
sofoca criminalmente, empobreciéndonos. Sin embargo, jugando a
despegar los cientos de afiches de las recientes elecciones, que oculta-
ban el verdadero color de las casas, un grupo de niños reían como pre-
sagiando lo que vamos a hacer para expresar lo que somos y tenemos.
¡Ay de los compradores de tierras para la depredación y el lujo!
Somos como un poblado de mineros: arriba la miseria más es-
pantosa que somete triunfante a la gente, debajo el filón de oro. Así vi
a los mineros de Portovelo. ¿Qué nos enseña Nambija?
112 / Milton Cáceres

No la miseria sino la dignidad de los pobres es la mayor riqueza


para construir otro humanismo para con ello poder reordenar el mun-
do. ¡Cuántas de esas maneras y calidades de dignidad y sencillez pue-
den hacer otra arquitectura cotidiana, ética y socio política!
Afortunadamente esta revolución ya ha comenzado. Posiblemen-
te hoy, una persona, una familia o un grupo ciudadano, cultural o cien-
tífico sea por la vía de la razón o por la vía amorosa, se hayan iniciado
en hacer esta obra de arte sin contar con ningún poder extraño a su
profunda legitimidad y sagrada dignidad. En nosotros y nosotras están
las semillas...
EL HUNDIMIENTO DEL TITANIC
Y LA CONGELACIÓN DEL PODER
CORRUPTO

Desde el gobierno Mahuad la banda presidencial podría de-


cir: Mi Poder en el Titanic, Mi Poder en la Banca o Mi Poder en el Bo-
no Miserable o Mi Poder en el Miserable bono, aunque bancaria y ci-
vilizatoriamente mejor debería decir: Mi Poder en El Progreso de Fi-
lanlandia.
Querido abuelo Benjamín, las dudas sobre la pertinencia de esta
carta y cuento, y mis actividades, no permiten que continúe escribien-
do. Aquí me quedo por el momento.
Los grandes acontecimientos que vivimos en nuestro país, cons-
tituyen una pelea entre cuentos. Esto me obliga a retomar mi trabajo
de aprendiz de cuentista. Veamos abuelo... Ahora le continúo escri-
biendo desde El Cabo en Paute.
La rata muerta y pestilente, despanzurrada en la huida a Panamá
del derrocado, muestra en sus nauseabundas evidencias el vergonzoso
espectáculo de la inversión de capitales en las campañas electorales.
Cuentan las buenas lenguas de mis paisanos cuencanos, que uno de
nuestros oligarcas llegado el tiempo de elecciones, aporta dinero a las
candidaturas fuertes. Su inversión de ruleta, siempre resulta asegurada.
Quisiéramos ver en los interiores horripilantes de la rata, la com-
probación de estas inversiones en candidatos, a lo largo de por lo me-
nos estos últimos veinte años de democracia. Es que abuelo, como ya
señalé, el advenimiento y retorno de esta democracia jamás fue para
dignificar la vida política y para hacer que sea el Pueblo quien decida.
Fue y ha sido, el abrir de válvulas de escape a la presión revolucionaria
114 / Milton Cáceres

que se avecinaba a explotar en contra de las indignas condiciones gene-


rales de vida de nuestros pueblos.
Sin que estemos de acuerdo en que dictadura y democracia son
lo mismo, el formalismo cada vez más vaciado de democracia está lle-
vando a que otra vez los pueblos se levanten. En efecto, la imposición
de fórmulas crueles elevadas a la condición de modelos económicos,
sociales y políticos para enfrentar las crisis capitalistas mundiales y pa-
ra saciar la interminable sed de acaparamiento de dinero son las que se
encaraman en un formulismo autodenominado democracia cuyo fi-
nanciamiento corre cuenta de las tan vergonzosamente célebres che-
queras del grupo de “dueños del país”.
“Por la plata perro y perra”, los candidatos con opciones de po-
der derrochan muchas habilidades para devorar los votos aún antes de
que se depositen en las urnas. Su discurso dulce aceitoso para empala-
gar a las “masas” de votantes y su venia miserable ante las chequeras, se
parecen a la letra de un sanjuanito que dice: “Las caricias son conmigo;
y tu amor ¿con quién será?”
La desesperación y la ira de las declaraciones del banquero “Pro-
gresista” Aspiazu pidiendo cuentas sobre su inversión de más de tres
millones de dólares en la campaña de Mahuad, abrió aún más la panza
podrida de la corrupción política. El gobernante se hundió. Y con él, el
progreso y El Progreso.
Para justificar su política de salvataje bancario había hecho un
ensayo declarativo desde su armonioso discurso de asunción del poder
cuando señalaba que no estaba para presenciar el hundimiento del
Ecuador. Después, que si se hundía el sistema financiero, se hundía el
país. Y hundió también al país.
La concreción neoliberal aplicada por Mahuad al priorizar un
curioso salvataje bancario está aún más empañada por el aporte “pro-
gresista” de los dólares de Aspiazu.
El feriado bancario, la congelación arbitraria del dinero de los
cuentacorrentistas, la imparable devaluación del sucre, el pago de la
deuda externa, etc., nos muestra la inobjetable creatividad que desplie-
gan los gobiernos para pagar el tributo ante el monstruo dueño de es-
te inhumano modelo, a costa del trabajo de la gente. Es una política de-
crépita pero sin embargo es zorra en las malas artes de imponerse so-
bre la sociedad. Tan es así que de monstruo devorador de niños que es
El Cuento de la Fratria / 115

el FMI, ahora se lo pretende convertir en el que nos rescatará de la cri-


sis, redoblando la deuda.
Sin embargo, todo este cúmulo de vergüenza nos muestra lo que
es la corrupción política, es decir, la corrupción del poder y de quie-
nes lo ostentan. Corrupción política no solo quiere decir, corrupción
de los políticos, quiere decir podredumbre del sistema global, de sus
concepciones, mecanismos, estrategias, mandos, propietarios y fun-
cionarios, pero también de quienes permanecemos mudos, indolentes
espectadores.
En los tres últimos gobiernos se personifica con gran nitidez pú-
blica, la mezcla de negocios, propietarios, poderes y funcionarios, esa
vieja manera de podredumbre con la que se ha manejado el poder en
nuestro país.
Por esta razón podría decir abuelo que la corrupción no es una
disfuncionalidad de esta democracia sino una evidencia contundente
de su mala calidad, pues al no representar el gran interés, es decir el in-
terés del conjunto de los ecuatorianos, se da la ocasión para “llevar
agua para el molino” de los reducidísimos grupos dueños del Ecuador.
Entonces no se trata únicamente de un abuso de poder por parte de los
funcionarios sino también, de la utilización de ese poder para esos
“grandes” y también minúsculos intereses, grandes y pequeños propie-
tarios, grandes señorones de horca, cuchillo, celular y chequera. De los
señorones y matronas del “espacio político contratado”, de los eternos
entrevistados, de los creadores de la opinión, de los que califican lo que
es patriótico, cívico, legal, lícito, moral y constitucional y lo que no lo
es. De todos los que se unen hasta en los más mínimos grupillos para
llevar agua por encima de la sed de muchos. Nuestro país es un labe-
rinto de argollas de todo porte y calidad, no solo de la clase dominan-
te sino también de otras agrupaciones que chantajean a la ciudadanía
y pronto pactan con los poderosos. De ahí que es sumamente difícil pa-
rar el canibalismo, comprender los desacuerdos, trabajar los entendi-
mientos.
Y es que así nació esta república, y se impusieron rigurosas con-
diciones para la elección del Presidente: ese círculo super exclusivo y
excluyente, de los pesados en oro.
Es un acto de corrupción seguir pagando la deuda externa, ma-
nejar la política monetaria y bancaria a merced de los negocios de dó-
lares, el agiotismo, los tenedores de papeles de la deuda, el no invertir,
116 / Milton Cáceres

prestar con usura, obstruir proyectos y trámites, utilizar la coima, co-


brar comisiones, alzar los precios, imponer leyes y decretos en contra
de las mayorías de la sociedad, impedir la justicia social, dar mayor pe-
so a la formalidad sobre la justicia, acomodarse en los placeres que
brinda el ejercicio del poder, propalar rumores y distorsiones, el atraso
formativo e informativo y escandalizar impidiendo la comunicación, la
criticidad y la generación del pensamiento tornándonos presa de la me-
diocridad y la cursilería.
La corrupción del poder mentirosamente llamado democrático,
la corrupción social y la corrupción humana, impiden que nos haga-
mos mejores, que nos demos una digna calidad de vida, que construya-
mos una verdadera democracia para desde ahí definir un ente adminis-
trativo leal, firme, ágil, pequeño, transparente que no nos amenace y
azote, que no se coloque por encima ni en contra de nosotros. Lo que
hace inviable al país es esta política, es decir el canibalismo entre los
concentrados económico políticos por devorar la riqueza social y natu-
ral. Su leal representación son los partidos o los que se autodenominen
“independientes”; la negociación o la bronca, es el efecto y la vía por el
control del poder y sus medios.

Y mientras con la boca repetía la rutina protocolaria del Gloria a Ti


Gloria a Ti, su pecho rebozaba de ansiedad por ver que resultara eficaz la
aplicación de la componenda para que se produjera un informe de mayo-
ría favorable en el segundo y definitivo debate. Confiaba en que transpa-
rentemente, sus compañeros votarían por lo pactado. A fin de cuentas el
efecto de la ganancia iba a ser considerablemente beneficioso para todos
esos votantes con lo cual se salvaguardaría una vez más, los “altos intereses
nacionales”. Celular y chequera, la eficacia certera.

Esto ya es sabido para los ecuatorianos. Pero lo que tenemos que


entender es la urgencia porque la ciudadanía, dejando de ser mera ma-
sa población, corte esta realidad.
A la sociedad política se le ha secado y podrido la mano por ha-
ber maltratado a su matriz creadora: la sociedad. Es la corrupción.
Congelando los salarios, los dineros sociales en los bancos, imponien-
do un modelo ya decadente de civilización y desarrollo y el criminal y
depredador ajuste neoliberal contra las esperanzas de una mejor cali-
dad de vida, la clase política ha congelado también su estado de putre-
facción en vez de eliminarla.
El Cuento de la Fratria / 117

Uno de los hechos más vergonzosos de este Estado y Estado de


corrupción y delincuencia, fue el asesinato del diputado Jaime Hurta-
do González. ¿Qué corrupción estaba investigando el diputado? ¿Qué
super poder impide que la conciencia del Ecuador y el Mundo conoz-
ca la verdad de sus investigaciones y de sus asesinos?
Pero la sociedad y la diversidad de pueblos y culturas desconge-
larán su crítica, creatividad, conocimiento y sonrisa, ortigando a la ma-
no corrupta. Ese es el papel catártico y limpiador de la protesta, el pen-
samiento crítico y la génesis de otro poder civilizatorio para la búsque-
da de una nueva calidad de vida. No hay otro remedio... Es una revo-
lución de la ortiga y la valeriana de los seres humanos, de sus pueblos,
culturas y ciudadanía.
Y ciertamente no hay otro remedio. Abuelo Benjamín, en estos
mismos momentos estoy oyendo a un analista político quien dice que
los políticos, luego de semejante protesta y levantamiento, no han
aprendido nada. Lo que pasa es que no quieren aprender, no les intere-
sa ni conviene. Entonces necesitamos limpiar y limpiarnos con la orti-
ga, para luego tranquilizarnos con la justicia y la paz de la valeriana.
Yo digo abuelo que no es que no han aprendido sino que su ca-
lidad de caníbales que se disputan a dentellada sangrante los mecanis-
mos de este poder, irá hasta el último. Ellos son los instigadores de la
desesperación y la violencia. A nosotros nos toca canalizar la energía de
la protesta para un autoejercicio del poder transformador y recreador
en vez de que se desperdicie en el túnel sin salida de la agresividad, las
intolerancias y la violencia que ojalá no se estén impulsando en algún
oscuro lugar de nuestro país porque creo que si hemos aprendido de la
vergüenza y dolor de Colombia, Perú, Yugoslavia, Chechenia y de la
guerra entre utus y tutsis.
El país debe estar consciente de que la condición moral de los ac-
tuales políticos y la ausencia de una praxis ciudadana, tendrán que car-
gar con lo que desgraciadamente suceda en el Ecuador. Una praxis ciu-
dadana no solo es contar con mayoría de edad, no se realiza con solo
las habilitaciones legales sino con la evidencia real, vital de tener obli-
gación y derecho de tratar y resolver soberanamente los asuntos con-
cernientes a la vida social. Esto no es posible sin autonomía, esto no es
posible con sumisión a esta clase y calidad de política. Por otro lado, si
estos políticos dejaran de comerse, desaparecerían, por cuanto dejaría
118 / Milton Cáceres

de existir su identidad. Pero eso no es posible a no ser que desaparez-


can sus intereses por cuya defensa se producen las confrontaciones,
guerras, crisis, hambres, miserias y vergüenzas. Ello ha causado la rea-
lidad de estos amargos días del Cuento de la Patria que todavía serán
largos porque esta política medra de la miseria, del pago de la deuda ex-
terna, del estancamiento, de las depredaciones, de los escándalos, de la
ausencia de conmiseración humana que son el fruto de nuestra sumi-
sión, y subordinación, a menos que dejemos de ser súbditos y nos re-
clamemos ciudadanos, ciudadanas, seres humanos y cumplamos con
nuestras obligaciones. La política de sumisión es directamente propor-
cional a la ausencia de la ciudadanía. No nos quejemos ni solo protes-
temos por lo que nos hacen. Examinemos el asunto de asumir nuestras
obligaciones de ciudadanía, ahí advertiremos nuestra ausencia socio
política y se nos abrirá el panorama de las perspectivas, es decir el co-
mienzo de nuestra actoría, el inicio de la nueva historia.
Hemos pagado tantas campañas electorales. Hemos pagado va-
rias veces la deuda externa, con refinanciamientos y todo, hemos redo-
blado la riqueza oligárquica criolla y extranjera. Hemos costeado el sal-
vataje bancario. Hemos pagado las estadías de los corruptos que han
fugado a Panamá, Costa Rica, Miami, México y pagamos todo el derro-
che y pompa de los placeres y delicias de quienes ejercen el poder no
solo en las altas cúpulas sino hasta en otros niveles e instituciones lla-
madas a cumplir con una recta administración y a velar por nuestra vi-
da. Ahí está nuestro desangramiento, la profundización de nuestro em-
pobrecimiento y la frustración de no ser, de no alcanzar, de no poder.
Ahí está también la plata. Ahí está la causa de la enfermedad, la tristeza,
la explosión de la violencia delictiva, el crecimiento de la prostitución,
de la masiva inmigración y de la falta de credibilidad en el país.
¿Cómo podemos creer en un país así? En este ¡sálvense quien
pueda y como pueda! Unos han tomado el atajo de asaltar, otros de de-
jarse morir por el desconsuelo y la rabia contenida, otros por asaltar-
nos desde los palacios del poder político y otros desde los banco pala-
cios de cristal y mármol... Otros en cambio todavía practican su profe-
sión de fe en el país, pero renovando los contenidos de su transforma-
ción porque la persistencia en las viejas concepciones hace elegante jue-
go a quienes lo han hundido para salvar sus pellejos de oro y dinero
malhabido.
El Cuento de la Fratria / 119

El otro día que fui a hacer un trámite, llamó mi mirada la faz de


angustia redoblada que tenía la Dolorosa del Colegio aprisionada en el
pan de oro de una reluciente dependencia bancaria. Pobrecita la Madre,
mi Madre venerada por mi abuela.
Me dijo que no solo tenía dolor por la crucifixión de sus hijos sino
por estar enclavada ahí. ¿Cómo podría traerte a casa, Madre? Ahí estás
como decoración del lujo que dobla su rodilla ante el dinero, que ni siquie-
ra sirve para producir pan. En cambio en casa sin compartir pan de oro
ni pan de plata, tendríamos pan fresquito y caliente contigo Madre, le di-
je. El banco quebró, y su dueño, cree vanamente que estando huido en al-
gún lujoso paraíso extranjero va a tener felicidad. Cuenta con el Gobier-
no y las telarañas judiciales, pero no con la dignidad del descanso.

Sectores privados, políticos, periodistas, laborales, sociales arre-


ciaron en su crítica al gobierno Mahuad no solo por su lentitud, sino
por la ausencia de definiciones a “largo plazo” y por su política de pre-
ferencia al “salvataje bancario” en lo cual el escándalo Aspiazu y hasta
la violación del sacrosanto derecho a la propiedad vinieron a ser la ga-
solina. Pero el Gobierno persistía en su realidad mientras ensayaba po-
ses de dureza y amenaza. Finalmente todos esperaban su caída, pues el
pueblo indígena declaró la fecha del inicio de su levantamiento.
Sorpresivamente para la mayoría social, Mahuad resolvió la do-
larización de la economía. Buscando salvar su pellejo logró dar gusto a
los sectores más pudientes y estratégicos del neoliberalismo, a sus ideó-
logos excépticos de la dignidad humana, a los indolentes, cuyo posmo-
dernismo es la medida de su ego, a los sectores más Progresistas de Fi-
lanlandia, Flandes y Landes Continentales y sus negocios conectados
con las mafias de todo calibre y calidad. Así se azuzó y se polarizó la si-
tuación de conflictividad social, y el levantamiento se convirtió en el
hecho decisivo. De esta manera, a un lado estaba el movimiento indí-
gena y sus aliados, mientras en el otro, Mahuad era la cabeza visible del
Progreeeso en Banca, hasta ese momento.
Los altos mandos del Estado permanente decidieron golpear a
Mahuad para tratar de satisfacer a la protesta y colocar luego del golpe
a Noboa para así autosatisfacerse. El movimiento de los coroneles fue
suprimido por parte de la cúpula de generales y almirantes “defenso-
res” de la “democracia”. Aplicando técnicamente el golpe mataron va-
rios pájaros sin un tiro.
120 / Milton Cáceres

Ningún pueblo levantado contra sus dominadores es golpista. El


golpismo es siempre una acción cupular, porque un soberano, como en
este caso es el pueblo y su ciudadanía, simplemente decide, ordena y
sanciona, revocando el mandato. Entonces (a menos que sea una sim-
ple formalidad) incluso en esta democracia se promulga que la sobera-
nía reside en el pueblo.
Recuerde abuelo que por participar en este tipo de luchas, usted
fue apresado en 1936. Todo ciudadano y ciudadana que por su digni-
dad no soporten que se les arrebate su soberanía por imponer órdenes
para las que un mandatario no tiene autorización, tienen que criticar,
protestar, levantarse. ¿De lo contrario como se puede elegir a sus pro-
pios verdugos y dejarlos sueltos? En estas circunstancias es la ciudada-
nía quien debe declararse en emergencia, por cuanto es ella quien se ve
amenazada, perjudicada, forzada.
Una república excluyente es una dominación, una democracia
meramente formal es una careta de democracia, el patrón de desarro-
llo ha sido un fracaso para nosotros y un éxito para los depredadores,
el neoliberalismo es una imposición criminal en nuestra contra. El sal-
vataje bancario, la impunidad de los políticos omnipotentes, la arro-
gancia de los funcionarios fondomonetaristas con super sueldos paga-
dos por los ecuatorianos, el agiotismo haciendo cada vez más exclusivo
el círculo de los aristócratas del dinero y los padrinos dictando sus
mezquinas órdenes a la democracia, es corrupción y burla para el
país. ¡Ay de quienes no se levanten! ¡Ay de los pueblos que no se doten
autodeterminada y soberanamente de propias y altas calidades de vida!
El movimiento indígena había declarado el levantamiento para
disolver los tres tentáculos del poder pidiendo a sus pueblos hermanos,
encontrarse en la capital para expresar su protesta entrando en los tres
palacios, rompiendo los tres candados, los tres pestillos, las tres aldabas,
los tres cerrojos, los tres guardianes, las tres guillotinas, los tres perros
gordos y sus tres guardianes flacos....
La gran iniciativa de establecer y construir un parlamento nacio-
nal de los pueblos del Ecuador iba y tiene que ser una creación básica
de una nueva democracia porque ahí reside la posibilidad de hacernos
ciudadanos, de encontrarnos con todos y todas, soberanos, diversos e
idénticos, debatidores y acordantes, planificadores y evaluadores. Sin
embargo volví a tener la misma sensación y discrepancia que tuve
cuando se realizó la marcha y asamblea constituyente de todos los pue-
El Cuento de la Fratria / 121

blos. Se llega, y toda iniciativa, fervor, deseo, buena voluntad y ánimo


de conversar, se congela... Uno encuentra que ya está resuelto todo, que
ya están listos los documentos oficiales, el orden del día, las definicio-
nes, las siempre presentes formalizaciones que hacen frío e inhumano
el trámite y toda gestión porque esa es la característica básica de la ac-
ción cupular, jerárquica, impositiva y despectiva de los poderes que re-
siden en las urbes más grandes, burocratizadas y que se creen superio-
res con respecto a los barrios, comunidades, recintos, anejos, parro-
quias, caseríos, comarcas, regiones, cantones. El centralismo y el despo-
tismo no solo residen en las jerarquías capitalinas, sino también en las
gentes que se creen dueñas y de primera por más que vivan en los más
humildes caseríos. Afortunadamente, Quito y Guayaquil tienen cuali-
dades hondamente distintas que nacen de la inmensa energía de su he-
rencia y de los grandes y calurosos afectos de todos los hijos, nietos y
amigos que encontramos ahí: Gustavo y Gladis son una hermosa
expresión de ello.
Con sano orgullo de ser parlamentario nacional en representa-
ción de la provincia Bolívar, pienso que aquel tiene que ser una de las
instancias de nueva democracia, fundamentalmente para que sea ejer-
cida por un tejido social intercultural y plurinacional básico en un
marco neocivilizatorio para definir otra proyección de desarrollo des-
de la convergencia de todas nuestras identidades. Pienso que desde el
proceso de construcción de ese poder se tendría que estar presente en
todos los escenarios humanos y sociales de la diversidad ecuatoriana y
planetaria.
Un parlamento de la ciudadanía cruzado de interculturalidad y
nueva representatividad, como expresión viviente del poder de la razón
ética -y me atrevería a decir estética- frente a la prepotencia de la injus-
ticia y la corrupción. Un punto de llegada y de partida de una ciudada-
nía capaz de dirigirse por su acuerdo, por su capacidad y derecho de
hacerse cargo de la vida pública con testimonio y autoridad de una
buena calidad de vida individual, íntima, privada y familiar. Esta cali-
dad tiene que demostrarse en la libertad de autocontrol y opción ética
por el cumplimiento de nuestras obligaciones, lo cual tendrá que hacer
innecesario el poder de vigilancia y sometimiento. Creo abuelo que pa-
ra que se hagan evidentes y tangibles nuestros derechos es hora de que
cumplamos con nuestras obligaciones tanto como seres humanos, co-
mo ciudadanos-ciudadanas, cuanto como parte de toda calidad y nivel
122 / Milton Cáceres

de integración. Solo me pregunto una cosa: ¿qué vuelco formidable se


daría en todo, si nos planteáramos cumplir con nuestras obligaciones
que como seres humanos tenemos? Toda mala suerte de injusticias se
suceden solo porque olvidamos que somos seres humanos y que junto
a nosotros y nosotras existen, otros seres humanos. ¿Qué sucedería si
esa misma pregunta nos hiciéramos como ciudadanos, como produc-
tores, como miembros, como socios, como varones, como mujeres, co-
mo profesionales, como creyentes. Creo también que por más que las
imposiciones sean tan férreas sobre nosotros y nosotras, hay cierto
margen para optar ética y libremente. Una ciudadanía que construya
un acuerdo parlamento desde la coincidencia y la discrepancia que le-
gítimamente devienen de sus procesos identitarios. Un parlamento de
la consulta ante el sujeto-ciudadanía y sus múltiples vertientes, proce-
dencias, reflexiones, imaginarios y proyectos. Necesitamos hacer un
poder que se lo vea directamente en las plazas, parques calles y otros es-
pacios de la ciudadanía. No un parlamento evento, sino constructor de
una alternativa global, convergedor de viejos y nuevos aportes en la ta-
rea de hacer un país y no un mero pliego de peticiones, plataformas
grupalistas, meras declaraciones y acciones de un mal teatro cuyo es-
pectáculo distrae su urgente enjuiciamiento. Un parlamento de los ve-
cinos, una asamblea de familias, una Democracia de la Legitimidad
Ciudadana.
Pero el gremialismo y el decadente y vacío accionar izquierdista se
corresponden entre sí, habiéndose convertido en una de las causas del
atraso y del boicot a la renovación. Son materiales orgánicos que perma-
necen insepultos... y su ajuste de cuentas corresponde a la recuperación
y creación de un pensamiento revolucionario. Estos atrasos hacen cri-
minal juego no solo a los “privatizadores” sino, lo que es más, a los más
lúcidos renovadores o modernizadores de la misma dominación.
Las viejas nomenclaturas dueñas de los aparatos de izquierda se
ensañaron con los revolucionarios haciendo honor al stalinismo y me-
nospreciando las históricas luchas sociales y los ideales de transforma-
ción. A estos aparatos corresponde también el fiasco de haber llegado a
las oficinas del viejo Estado, no en función de lo revolucionario sino de
lo pragmático, no por el poder para el pueblo-ciudadanía sino para su
devorador, no para atizar el fuego creador del pensamiento sino para
hacer de bomberos de leva y corbata. La ausencia de crítica y su espe-
cial manera de ver lo real, se han convertido en la pitada final que la
El Cuento de la Fratria / 123

usan como permisiva puerta, tal como si el pretendido “fin de la histo-


ria” permitiera todo pisoteo. Miseria de pensamiento, pensamiento de
la miseria. Después del drama, la tristeza del epitafio sobre los muertos
aplastados por el Muro.
La heroica soledad de la lucha del abuelo Ernesto buscando al
hombre nuevo es una crítica, una disidencia y un permanente llamado.
Entonces, la naturaleza, la calidad y el proyecto humano de la lu-
cha de nuestra izquierda no correspondió con las integrales realidades
de la socioculturalidad indolatinoamericana, lo confirma su actual de-
sesperación por competir por llegar a los puestos, estrados, curules y
despachos oficiales sin que ni siquiera hable de la tan urgente reforma
política. La persistencia de esta decadencia estorba el paso de lo recrea-
tivo aunque desafía la necesidad de elaborar el nuevo pensamiento.
La propuesta y guía de la búsqueda del Hombre Nuevo es una re-
volución del humanismo y la civilización actuales sin lo cual no es es-
timable ninguna propuesta.
Casi en voz baja y sin otorgar mayor importancia, se escuchaba
alguna discusión en torno de lo que tenía que hacer el Parlamento. Por
el contenido de lo que se decía creo advertir que se oscilaba entre una
asamblea de representación de organismos y jerarquías, mas no de vi-
vencias humanas, sociales, de pueblos, de nuevas cotidianidades, de
testimonios, de místicas herejías, de anhelos organizados, de sobera-
nías utópicas territorializadas. Hubo una minoría que planteaba pen-
sar y accionar en torno de construir un poder legítimo y ético para dar
una alternativa de ejercicio socio-político a la sociedad ecuatoriana.
Creo que no solo hay que descongelar el dinero social sino también el
pensamiento para acceder a la creatividad...
El momento histórico para construir esa alternativa de poder vi-
gilante y ejecutante paralelo es el más apropiado. Por más que cambien
continuamente los escenarios políticos existen cuestiones de fondo que
permanecen. Veo y nuevamente digo que tenemos que renovar el pen-
samiento revolucionante a fin de estar preparados para crear y ejercer
ese otro poder que desde mi punto de vista es el que corresponde con
el tiempo que vivimos.
En este rápido cambio de escenario político que alineó a las fuer-
zas en torno de la dolarización y en contra de ella, (aunque ese no sea el
asunto central) el movimiento indígena quedó prácticamente solo en la
124 / Milton Cáceres

movilización por más que la sociedad ecuatoriana vió con gran simpatía
su lucha por haberse convertido en el movimiento justiciero, el ajustador
de cuentas con el neoliberalismo y con el Gobierno salvador de la banca.
Los pueblos indígenas fueron vistos como portadores de alternativa, po-
seedores de autoridad, derechos ganados, fuerza y representación.
Qué paradoja histórica, los humillados y ofendidos, los excluidos
del sistema desde la fundación del Ecuador, convertidos en uno de los
sujetos más importantes de su renovación. Los considerados inciviliza-
dos, poniendo en duda la civilización y proponiendo bases para una
nueva, contando con las diversas corrientes existentes en su seno. Espe-
ro abuelo que esto sea y siga siendo así porque ya no estamos para
aguantar otro chasco, otra burla, otra frustración. Recuerdo que dicen
que mi amiga Cecilia, llegado un momento dado en la lucha sindical
expresaba sus dudas sobre si los obreros querían hacer la revolución o
simplemente una mejor negociación de sus contratos colectivos.
Que la altura planetaria de los tiempos, la demanda social y las
profundas y sagradas convicciones de los indígenas, impidan que solo
se trate de arribar a los despachos de esta misma, pésima y racista cali-
dad de poder. Que en una acción conjunta con las otras culturas, como
ciudadanía y como seres humanos encontremos caminos para hacer
otra civilización y que con ese fondo active en todos los espacios, esce-
narios y luchas de nuestro país mundo. Que el pueblo negro y su cul-
tura afroecuatoriana ordene la supresión de las disputas de sus órganos
cupulares. Ese admirable y hermano pueblo cultura tiene autoridad co-
mo para librar cuestiones más profundas y decisivas para el nuevo
Ecuador. De igual manera, sería de pedir a las mujeres, porque quizá
sus más hondas luchas están todavía por librarse. Así mismo será la ju-
ventud quien renueve la ética del país y así nos devuelva la dignidad.
Fue en esa situación socio-política en el que la cúpula político-
militar en acuerdo con el sucesor, el Congreso, y seguramente la Emba-
jada, aplicó el golpe de pizarrón quitando de en medio a Mahuad, a los
coroneles, al movimiento indígena y... a la sociedad. Y mientras el Go-
bierno norteamericano felicitaba el golpe, digo la “sucesión constitucio-
nal”, Harvard enmudecía aceptando así su desautorización académica.
Tanto estudio para pisotear el derecho humano de alimentarse y
tener salud; tanta apología de la defensa de la sagrada propiedad priva-
da, para que no sean los comunistas sino los mismos banqueros y gran
propietarios quienes terminen violándola, tanta subordinación ante el
El Cuento de la Fratria / 125

Pentágono para terminar estrellándose en la misma base militar de


Manta. Tanta prepotencia y blindaje neoliberal, fondomonetarista y re-
presivo para que el Titanic termine hundido.
El carácter del Estado no siquiera tiene autoridad para impulsar
sus “modernos” proyectos de clase, peor para imprimir una política de
reforma política y social.

La fuerza pública nos abrió paso para que entráramos al edificio de


la Gobernación. Entramos... y desde su fondo oscuro de recoveco riesgoso
nos explosionó en la cara un terrible y pestilente olor a orina, aprisiona-
da por los largos días del desconcierto y la bronca.
Entramos triunfalmente pero en casa ajena, destartalada, fría, pol-
vorienta y sin que nadie nos diera una bienvenida. Entramos... y los cua-
dros de los próceres empalidecieron y se descuadraron, los terciopelos com-
prados oficialmente con platas todavía fáciles, se destiñeron; el barrilito
provincial de petróleo se abrió dejando escapar su último olor de aceite
hondo e inocente cual genio que ya no tenía ningún deseo para conceder
a sus liberadores, las puertas de los despachos de órdenes casi impotentes
y de los salones de aire pesado por un tabaco ya no sagrado, se abrieron de
par en par con sus goznes dislocados.
Al fondo apareció el despacho del gobernador fugado. El telefax, el
timbre oficial, las órdenes de gasolina, las firmas de salvoconducto, los te-
legramas, los registros oficiales, las vías del supuesto desarrollo, nos mos-
traron lo fácilmente inútil que puede volverse todo poder cuando pierde la
dignidad, el decoro y cuando carece de legitimidad. En el vidrio de la foto
oficial del Presidente de turno, no se advertía una cara carísima como la
del diez de agosto, sino una cara baratísima como la del treinta y uno de
diciembre.
Un escritorio desvencijado, sin patas, cubría el piso de baldosas ro-
tas y linóleo pulverizado que seguramente siguieron soportando el peso de
los gobernadores hasta que también decidieron hacer saber públicamente
su decrepitud. Quienes entramos recibimos la advertencia de que no tocá-
ramos nada. No sé si por respeto a quien se fue o a quien iba a regresar. Se-
guramente fue por lo respetuoso que es nuestro pueblo con las cosas ajenas.
Me llamó la atención varios libros gruesos que decían algo así co-
mo, Manual de las Necesidades Insatisfechas de la Población Ecuatoria-
na. Estuve yendo a abrirlo, cuando sentimos la corazonada de que algo
parecido al olor de orines también estaban oliendo nuestros compañeros
126 / Milton Cáceres

en el Carondelet grande. Para curar los males de las oficinas no hay ori-
noterapia posible, a no ser que el poder sea recuperado por la ciudadanía.

Nos dieron hueso flaco de un chivo expiatorio corrupto y dese-


chable, con el fin de que el aparataje permanente pero decadente, el de-
creto de salvataje y congelación, el andamiaje de la impunidad y la to-
dopoderosa mano invisible reguladora quedara intacta, aunque en ja-
que con profundas implicaciones continentales y mundiales.
No constituye una paradoja sino un efecto conocido aquel que se
produjo una vez que los tres poderes no pudieron ser tomados. Es que
una rebelión que no triunfa hace que su ataque se vuelva en contra, for-
tificando a su enemigo. Jamás se pensó que la clase dominante lograra
que se apruebe uno de sus sueños dorados después de la sucretización.
La trole-dolarización, como una gran reacción neoliberal, dejó boquia-
biertos a gringos y criollos, haciendo de nuestro país motivo de experi-
mento que puede resultar cruel. Después de la carcajada burlona, la ca-
ra congelada. Luego de la persistente vergüenza mundial que nos causa
la sociedad política, la sorpresa, la oportunidad de la puerta abierta a
los negocios de las mafias.
Así vi que somos un país tan especial en el que su sociedad civil
en sí, es decir su población, puede estar dando y dando palos de ciego
sin tratar de acertar en algo que la unifique para castigar a lo que le im-
pide SER.
El poder vive de los sectarismos, los dogmatismos, los gremialis-
mos, los corporativismos patrimonialismos y los regionalismos que in-
cesantemente buscan ser gobierno, alzarse con las oficinas, tener chan-
ce de mando en el turno de virar la tortilla, no siquiera ser un país, peor
una democracia. Somos un país partidizado, electorable, gremializado,
atado por corporalismos y patrimonialismos. Un país en el que debe-
mos volver a creer en nosotros y nosotras mismas, en el valor y credi-
bilidad de nuestra palabra, en la tajante supresión de la “sapería” como
forma de no ser tonto. Al mismo tiempo, del separatismo y la pulveri-
zación medra esta política haciendo que toda rebelión sea aislada, aco-
sada y desmayada. No pasa nada sino todo lo contrario. Si no tiemblan
los cimientos ¿cómo van a caer los techos? Luego vienen las elecciones,
se las usa y abusa; vienen las limosnas sociales gubernamentales bajo
novedosos o gastados títulos y... comienza otro ciclo. Así tenemos un
país que recicla todo, que oficializa todo, y que lo lleva a un humor
El Cuento de la Fratria / 127

cruel que esconde nuestro sentimiento de impotencia, de quemeim-


portismo. Practicamos un acomodamiento a la miseria.
El pensamiento y la creatividad de la sensibilidad romperán con
este cruel círculo vicioso. Nacerá entonces un círculo virtuoso. Por
ahora, la incertidumbre y la inestabilidad es la realidad permanente.
Siempre queda así expedita la vía para el paso del trolebús de tur-
no que en este caso nos lleva a entrar de rodillas ante una curiosa mo-
dernización con la cual ni todos los mismos sectores dominantes se
sienten complacidos. Cuan digno hubiese sido que entráramos de pie
no solo en la modernización sino en la modernidad. Pero los mismos
diputados saben que el FMI no les ordenó así y que la sociedad ecua-
toriana pugna por otra modernización y modernidad. ¿Pero en qué
época apropiada debemos entrar?
La arrogancia imperial acaba de declarar que le hubiese gustado
que sea un país en mejores condiciones, quien hubiese iniciado la do-
larización de su economía. El patrón dólar no solo se siente incómodo
sino con vergüenza frente a un subordinado en pésimas condiciones en
sus negocios, en sus asuntos internos y en su credibilidad. Sin embar-
go allá va la dolarización y la expectativa por hacerla una estrategia
continental en la bronca con el yen y el euro, sin que se vea que ni si-
quiera habrá una buena y justa retribución salarial y de sueldos. La cla-
se media va ha tener que inventar una nueva economía, al comienzo
para sobrevivir y luego, para mostrar las inmensas posibilidades que se
pueden utilizar en materia de valores integrales interculturales y desde
el conocimiento.
Esto hace que el gobierno Noboa, el Congreso Nacional y la Tre-
menda Corte sean deslegitimadas por el sentir democrático y transpa-
rente de la ciudadanía ecuatoriana y su estabilidad estriba en, que con-
tinúe aplicando la Carta de Mala Intención del FMI, y desgaste y apatía
de la movilización social.
Nadie quería ni quiere una dictadura, todos queremos instaurar
una democracia con directa participación de sus actores en calidad de
autores y propietarios. Porque la vieja representatividad socio política
no solo está decrépita, meramente formalizada sino corrupta es que te-
nemos la obligación de asumir directamente nuestro papel político, de
autorrepresentación y de renovación del tejido social, de ciudadanos,
es decir ya no de mero conglomerado o amontonamiendo de pobla-
128 / Milton Cáceres

ción, permanentemente timados por argollas que han usurpado el


nombre de partidos políticos.
No me refiero solo a los viejos y “reencauchados” partidos polí-
ticos, sino a la calidad generalizada de la representatividad política en
el Congreso, el Ejecutivo y la Corte, así como también a la vieja y “reen-
cauchada” representatividad social y gremial: el Muro que nos divide,
el Muro que nos impide, el Muro que todavía no cae.
El partido político es el otro sujeto que será despojado de su so-
berbia prepotencia, por parte de los afiliados y militantes cuando estos
asciendan a la calidad de ciudadanos, es decir, políticos.
El golpe social en contra de este orden corrupto y criminal con-
tinúa porque no se trata solo de cambiar el tejado sino sus cimientos
podridos y ello resulta una tarea que exige mucha lucidez del pensa-
miento, valentía para la reflexión autocrítica, abundante iniciativa,
imaginación, creatividad, gran estudio y conocimiento, apertura men-
tal, alta sensibilidad, renovación de la protesta y la propuesta. Requeri-
mos hacer del Ecuador, una obra de arte, tal como son las creaciones de
cielos, bosques y niños jugando, que pinta nuestra Lisita. Tenemos los
espejos de nuestra historia, de nuestras identidades, de lo que pasa en
pueblos y sociedades del resto del mundo, de los sucesos que acontecen
en los hermanos países y en especial en los fronterizos.
Todo esto es el significado y exigencia de hacer otro parlamento,
asamblea de la ciudadanía, asamblea del acuerdo de la ciudadanía, etc.
en donde tienen espacio legítimo todas las posiciones actuando a la luz
del día bajo la búsqueda ética del acuerdo de reciprocidad con la guía
de la obligación de procurarnos un nuevo país con y para todas y to-
dos.
El ortigamiento del palacio del Congreso, simbolizó un hacernos
comprender que el asunto de fondo es el de la calidad de la democra-
cia, de su representatividad, de su autoridad ética y luego, electoral y le-
gal. ¿Es el ser humano para la ley o la ley para el ser humano?
No cabe que estas inéditas luchas sean manoseadas como escale-
ra electorera porque hacer un poder transversalizado por la ética no
significa llegar a las mismas oficinas y palacios con la misma calidad de
democracia con un mero cambio de nombres, de género, de unicultu-
ralidad, de machismo, de políticos, cuando de lo que se trata es de con-
verger con las mejores riquezas culturales, sociales y humanas para re-
El Cuento de la Fratria / 129

definir la democracia, la filosofía y la calidad de la vida. Y es en ello en


lo que mucho tenemos que aportar-aprender todas y todos. Por qué re-
ducir esta inmensa dimensión de cosas a las siempre próximas eleccio-
nes, sin que medie un ajuste de cuentas de sus justificaciones, de su pa-
pel únicamente instrumental y sobre todo, de su calidad ética política.
Ojalá no sea a un tremendo costo que esta experiencia electoral sea
probada por quienes quieren entrar a palacios y oficinas a como dé lu-
gar. Sin embargo, dejemos que prueben esta experiencia dice el mi
amigo Yachak ; incluso apoyemos algunas de ellas, digo yo. Ojalá así se
vaya esclareciendo el proyecto de Otro Poder.
Los yachakuna tienen que concentrarse por muchos días en las
sagradas huacas para recibir suficiente poder para limpiar las casas de
este poder, sus engranajes, sus mecanismos, pernos, energías, “softwa-
re”, funciones y funcionarios, sus pompas y sus obras. Y las mamitas
comadronas necesitarán de mucha albahaca para apurar el parto de la
buenanueva. Hago humo de romero para que la Guga Ayala presagie y
vea que los nuevos días de la Patria ya no estén solo en poder de los se-
ñorones y señoronas de la política.
Si pensáramos y sintiéramos que todo puede y es sagrado, cam-
biaría radicalmente nuestra mentalidad y energía, suficiente como pa-
ra comenzar de nuevo.
Las imágenes tan manoseadas por la tecnología de la informa-
ción en las que se ven a los indígenas reteniendo, pintando la cara y ha-
lando la corbata de los oficinistas, no me gustó y creo que se los debe
pedir disculpas a esas personas. Sin embargo, creo ver en estos hechos
el repudio de los pueblos a los encorbatados políticos y burócratas que
son los funcionarios de un sistema inhumano y podrido que nos some-
te. Aquí en Guaranda me decían los compañeros que hubiese sido alta-
mente significativo que se ortigara a los diputados o por lo menos a las
paredes, oficinas y demás enseres de los tres palacios.
Exijo también -y no solo con fines del clientelismo electoral- que
se muestre un estudio serio y concienciador del tormento ortigoso de
la vida que venimos soportando los ecuatorianos con el neoliberalismo
y con todo sistema político impuesto. A la ciudadanía le toca también
exigir un informe confiable, serio y sumamente detallado acerca de las
actuales condiciones de vida de los ecuatorianos. Sugiero que hagamos
un estudio participativo para darnos cuenta del estado en el que nos
deja el neoliberalismo y para acopiar las salidas y recursos con las que
130 / Milton Cáceres

contamos para activar una economía integral y social. Con esto, esta-
ríamos ante la obligación de resolver qué salida vamos a construir pues
el Ecuador de los “dueños del país” y sus allegados es insoportable pa-
ra el gran resto de ciudadanos.
Toda deshonorabilidad, señores funcionarios políticos, partida-
rios, jefes institucionales y especialmente diputados, incita a esta y a
peores situaciones sociales tal como sabemos que sucedió en el “cara-
cazo”. Temo y no justifico estos hechos, pero comprendo la indignación
de un pueblo trabajador, azuzado persistentemente por el desconcier-
to, la necesidad y la prepotencia que son decretadas oficial, cruel y con-
tradictoriamente por los que reciben el apoyo en las urnas. Ese es el pa-
go de ESTE mundo...
El aparataje quedó golpeado y advertido con la justa rebelión del
21 de enero, que ojalá no nos sea arranchado por algún avivato electo-
ral. Pero, como ya dije abuelo, continúa siendo poderoso, porque ante
el peligro al que verdaderamente temen, se cerraron férreamente en su
exclusivo anillo de poder contando con el aparato manipulador de la
opinión pública, con la garantía de la posición de las cúpulas sociales,
eclesiales y la presión de los aparatos extranjeros que optaron por con-
denar el golpe confundiéndole malintencionadamente con el levanta-
miento. He ahí el eficaz funcionamiento de la una versión de globaliza-
ción y su tecnología. Y yo le dije al C. Antonio Vargas, en medio de los
dirigentes indígenas de todo el país que yo desconfiaba de la estrategia
resuelta para llegar, supuestamente al poder.
El golpe de Estado, estuvo dirigido en contra del movimiento in-
dígena a través del derrocamiento de Mahuad para que aparezca como
sucesión constitucional. El General comodín y comodón pisoteó al Pa-
dre Nuestro y al Himno Nacional en aras de los “altos intereses nacio-
nales” y de su particular manera de concebir y practicar la democracia,
la defensa de la “Patria”, la demostración de su moral, urbanidad y cí-
vica. La real posesión de Noboa fue en el Ministerio de Defensa, y con
eso nos mostró todo. El maquillaje vino luego con la pompa hueca del
Congreso. Las cúpulas militares son los mejores demócratas de esta pé-
sima calidad de democracia. Los políticos, demócratas de esta demo-
cracia, ya ni siquiera pueden dirimir.
¡Gloria muchachos, la dolarización, la privatización y la depreda-
ción, van! Qué amargos y vergonzosos días de la patria. Sin embargo,
El Cuento de la Fratria / 131

querido abuelo Benjamín, otra vez el edificio de la Casa de la Cultura


se vistió de pluriculturalidad renovante, mientras se sentía que su espí-
ritu alborozado deambulaba reflexivo y orgulloso, listo para contar el
Cuento de los buenos días de la Patria.
Doña Angustias celebraba alborozada la llegada de miles de in-
dígenas con sus símbolos a la capital. El Arbolito es desde ahora en ade-
lante el símbolo de la verde esperanza de un Ecuador con nosotros. El
verde de la flecha solo ha mostrado, desde los días de la sucretización
de la deuda, el impositivo y antidemocrático camino hacia la subordi-
nación al verde podrido del dólar y su megapoder. El amarillo que nos
enseñaron a amar porque simbolizaba el oro y la riqueza del Ecuador,
ha sido convertido por esta democracia electorera dirimida por el
hombre del maletín o por los militares, en un color partidario prepo-
tente, cogobernante permanente y apoderado real de todas las funcio-
nes estatales. El rojo arde en nosotros incitándonos y subvertiéndonos
el pensamiento, la sensibilidad y la conciencia.
Mientras en los palacios de la capital se decidía el poder y el bou-
levar de Guayaquil ardía, miles y miles de hogares se hundían en el ma-
yor desconcierto y rabia: ¡cómo es posible que quien es soberano de la
democracia, incluso constitucionalmente, se vea impedido de renovar
y establecer una democracia apropiada para una vida digna y con de-
coro! Y esos principios fueron golpeados corrupta y cupularmente con
la vacía e hipócrita excusa de defender a la democracia de manos de los
defensores y constructores de democracia.
El Ecuador ha pasado a la historia como el primer pueblo del
Mundo que no se ha levantado en contra de una vulgar dictadura sino
en contra de una vulgar democracia para construir una democracia se-
gún las exigencias humanas, históricas, socio interculturales y ecológi-
cas. Es un hecho inédito. Entonces no se nos puede confundir con un
mero golpismo, con un cruel afán dictatorial, con un simple coronela-
zo, con un etnocentrismo indio; es una lucha todavía heterogénea, en
los umbrales de la construcción de una identidad ciudadana desestati-
zada, es decir, de un trabajo de neodemocracia y neopolitización. Es un
trabajo democrático que condena golpes y democracias que tapan la
dictadura fondomonetarista, la prepotencia partidaria y al político sa-
po impostor, ora gritón, ora pulcrito y suave, en todo caso, funciona-
rio de la razón del Estado: la formalidad democrática como estrategia
para impedir la otra democracia.
132 / Milton Cáceres

“La democracia no debe ser comprendida como las formas jurí-


dicas de la constitucionalidad, a la manera liberal, según el discurso de
los partidos burgo-centristas, ni como simples formas o manifestacio-
nes ideológicas del intercambio mercantil, pues, siendo válida la inter-
pretación sociológica, esta se sitúa solamente en el nivel de crítica a la
ideología liberal.
La democracia es concebida, desde el punto de vista de la “cien-
cia oficial”, como la realización plena del “Estado de derecho”: la reali-
zación de las libertades fundamentales expresadas en la Declaración de
los Derechos de los Ciudadanos, que resultó una puesta en práctica del
triunfo de la razón burguesa en la Revolución Francesa de 1789. Afir-
ma esta ideología que ella es la realización del sistema político, conside-
rado como el orden donde impera la voluntad mayoritaria. De allí que
la democracia -dicen- sea un sistema político por el cual participa en el
poder, a través del sistema electoral, y toma relación con el Estado, por
mediación de organizaciones de diverso orden, que en su conjunto
procuran establecer la armonía y el equilibrio del sistema político. “El
fundamento radicaría en que son iguales por naturaleza, por ello votan
y son elegibles y por ello son ciudadanos, miembros del Estado”, dice
Gerardo
Por la cruda realidad de nuestra situación política, los ecuatoria-
nos hemos llegado a comprobar que esta democracia descansa en fun-
damentos de ficción, de esta manera no somos miembros del Estado si-
no sus súbditos. No solo la corrupción, la situación de descalabro so-
cial, sino el despertar de las diversidades y la globalización de luego de
la modernidad, que incide en una redefinición y renovación del huma-
nismo, han llevado al límite de la ficción democrática que se materiali-
zará en la realización de diversas búsquedas de democracia cuyos com-
ponentes incorporarán otros elementos que ni la derecha ni el izquier-
dismo ni estos nuevos políticos del pragmatismo que ahora están tre-
pando a la camioneta, quieren permitir. Peor para ellos.
Estamos diciendo al mundo que ese perfil de político de Estado
y de democracia ha terminado para nosotros. Que se ha agotado el dis-
curso hipócrita del achicamiento del Estado porque ahora más que
nunca los caníbales políticos se matan o pactan para seguir mamando
y para seguir como parásitos del trabajo social, lo cual se personifica en
el poder de la burocracia, de la fuerza militar, de los negocios privados
y de los gremios sindicales. Que ser político de oficio es sinónimo de
El Cuento de la Fratria / 133

engañador, que la gobernabilidad se desequilibra ya no solo por el ca-


nibalismo interpartidario, sino por la desconfianza, el repudio y la ex-
plosividad social.
Sembraron vientos, ahora cosechan tempestades.
Acosaron todo aspecto de nuestra compostura y dignidad. Acer-
caron a la candela del volcán social, su apestoso rabo de paja seca. Arro-
jaron ají en nuestra cara y con gasolina provocadora, en nuestra pro-
verbial tranquilidad. Nos pasearon por el mundo en un vergonzoso tur
de escándalos. Groseramente metieron sus suaves manos de uñas lar-
gas en nuestros bolsillos, en nuestras cuentas de ahorros, en los presu-
puestos sociales y eliminaron hasta las fechas de operaciones quirúrgi-
cas, viajes importantes, negocios limpios, empresas. Mil veces nos min-
tieron oficialmente encadenándonos a la persistente “opinión sin seso”,
como señala mi amigo Juan Fernando, del marketing de la imagen for-
zada a punta de mentira oficial y hambre social .
¿Qué quisieron entonces? ¿Que por más que vino tanta agua al
cántaro, ese no se iba a romper? ¿Que no teníamos dignidad? ¿Que este
mal teníamos que soportar encarcelados en su hipócrita democracia?
Nuestra criticidad, movilización, levantamiento, organicidad, es-
tán desafiadas a mostrar que somos capaces de hacer una democracia,
otra democracia. “Vean la Europa, cómo inventa y vean nuestra Amé-
rica, cómo imita. La América no debe imitar servilmente, sino ser ori-
ginal. ¡Imiten la originalidad, ya que tratan de imitar todo!”, gritaba el
maestro Simón Rodríguez.
Cayó ese otro Muro y no hemos podido renovar nuestro pensa-
miento, criticidad, protesta; más bien hubo ideologías y hechos que
pretendieron disfrazar la entrega con lo que llamaron “propuesta”
abandonando la protesta, el pensamiento libre, la creatividad hereje, la
lucha libertaria. La propuesta vendrá de la renovación de la lucha, del
pensamiento y del testimonio de autoejercicio del poder, no del acceso
a las oficinas, a las desgastadas políticas del Estado, a las ONGs.
Ahora estamos frente a unos espejos empañados de corrupción
y frente a otros limpios y claros por nuestra sana voluntad de hacer de-
mocracia.
Ha llegado el momento en el que solo la directa participación so-
cial puede y tiene que cambiar radicalmente la democracia y tal como
dije a propósito de la Asamblea Constituyente: no solo requerimos de
nuevos textos de articulados legales, sino de la acción política y del tra-
bajo que produzca integralmente la ciudadanía desde todas sus diver-
134 / Milton Cáceres

sidades. Como usted comprenderá abuelo, no me estoy refiriendo a


cualquier ciudadanía ni a cualquier movilidad social o política.
Mi amigo Juan Fernando se pregunta con profundidad “¿Qué le
pasa a nuestro país, qué tipo de flujo identitario le cruza que no pode-
mos sostener una gobernabilidad, una institucionalidad ?”
Ojalá estemos en la situación de magma en el primer día de la
creación, un caos en inicial búsqueda de cosmos, una intrincada y la-
beríntica manera de abrirnos paso en este tiempo y con este espacio
luego del agotamiento de modelos, de la criminal política de la “herida
abierta”, de tratar de encontrarnos a solas viendo lo que pasa con nues-
tros vecinos fronterizos, tratando de ser universales, ya no la mera línea
imaginaria ni la “isla de paz” sin justicia ni el país permanentemente
hecho pendejo ni el país del “aquí no pasa nada” ni del país del desper-
dicio ni del que encubre sus fallas de origen ni del que nunca ha ido a
un mundial de fútbol ni del que casi nunca figura, sino del que parece
estar decidido a encarar sus obligaciones civilizatorias mundiales para
ser y hacerse sentir. A ello estorban la arbitrariedad extranjera, le juega
sucio, con autogol de coima, su sociedad política; le cierra el paso la de-
crépita institucionalidad general y le apoya nuestra inercia y negación
a autorrevolucionarnos.
Veamos el aporte de las instituciones de la ciencia, de los servi-
cios, de la no gubernamentalidad, de las leyes, de los credos, de la segu-
ridad, de la seguridad social, de la empresa privada, de la educación, de
la comunicación, de la intelectualidad, de los deportes.
Detengámonos a pensar en el contenido del humor social acerca
de nuestro país. La persistente situación de estancamiento, la quiebra
moral y la falta de oportunidades ha llevado a no creer en el país, en no-
sotros mismos y a inventar un humor sádico.
Dígame abuelo, con su gran autoridad, si es o no gigantesca y ad-
mirable la actitud de levantamiento que ha iniciado la ciudadanía, el
movimiento indígena, la laboriosa y propia búsqueda del movimiento
afroecuatoriano y la inmensa explosión de creatividades, imaginarios y
propuestas de construcción social, medioambiental, de género y de
muchas otras actorías sociales que escapan a cualquier tipo de represa-
miento y control para enfrentar el estancamiento general a través de sus
propias alternativas. Es la puerta para entrar a una mejor autoestima,
superando nuestra propia desestima y la desestimación de quienes nos
oprimen.
El Cuento de la Fratria / 135

Fraguando y medrando de esta realidad están los golpistas, los re-


currentes visitantes de los cuarteles, los que empujan a que los presiden-
tes se “precipiten en las bayonetas”, los que siendo sindicados penales
presentan la imagen de perseguidos políticos, los que compran candida-
turas, los que quitan y ponen mayorías desde el Congreso hasta el últi-
mo de los municipios, los enrolados y pipones de los palacios, los que
no hacen honor a la Orden de Gran Cruz, los negociantes del Espacio
Político Contratado, los que creyeron que nuestro deseo y aceptación de
armonía era la armonía, el perdón y la impunidad para el progreso del
robo y el robo del progreso. Es que somos cuatro ecuadores dice mi
amigo el padre Fernando. Uno es el Ecuador de un minúsculo grupo
quien ha terminado triunfante porque sus gobiernos lograron imponer
la macroeconomía neoliberal. Otro es el Ecuador de quienes han podi-
do huir, otro es el país de quienes no pueden ni huir y un cuarto Ecua-
dor, dice María Cecilia, mi mujer, es el país de la Utopía. Yo diría, que-
rido abuelo, que aquel país es proyecto, aquel que viene de lo que somos
y de lo que antes éramos, del redescubrimiento y reverencia de lo ya co-
nocido por la antigua sabiduría, de lo que logramos cada día y de lo que
nos imaginamos, soñamos, sentimos, pensamos y proponemos ser y
que por lo mismo nos hace quedarnos aquí o regresar siempre.
Estas son nuestras razones de fondo para poder proclamar ante
nuestra propia dignidad, nuestros pueblos y ante el mundo, que la so-
ciedad ecuatoriana ha decidido cambiar la calidad de su democracia.
Que ese es el asunto central de nuestra problemática y que por nuestra
soberanía y por todos los derechos estamos en la obligación de prepa-
rar mejores calidades de vida para nosotros y nuestros hijos.
Frente a su memoria y la de todos mis dignos abuelos de la pa-
tria, digo que si nosotros y nosotras no asumimos una labor para ha-
cer otra política y si los políticos profesionales no dejan de accionar,
entonces no nos lamentemos de las vergüenzas de una guerra civil, de
la explosividad social permanente, del racismo, la intolerancia y de to-
das las confrontaciones violentas en lo que podría desembocar la con-
tradicción entre una minúscula oligarquía poderosa y una inmensa
marea de empobrecidos; entre regionalismos, entre identidades que
amenazan descomponerse, y hasta entre credos.
Ante la realidad presente y sus amenazas, un pueblo, un país,
unos seres humanos, sin pedir permiso a nadie, tenemos que asumir
los cambios porque esta democracia ya no da para más, hace agua tur-
136 / Milton Cáceres

bia por todas partes ya sea en forma de corrupción, ya en la profundi-


zación de la miseria, o ya en la falta de equidad, porque no procura par-
ticipación, no da oportunidades, impide que el país tenga confianza en
sí mismo, cerca, prejuicia, soslaya, sospecha, dubita, reprime y ataja sus
inmensas posibilidades de ser un Ecuador con todos y para todos. Tan
ejemplarizador de lo que se debe hacer legítimamente la ciudadanía,
fueron los padres de familia que reunidos en asamblea, elegieron a su
abuelo, Manuel Carrión Pinzano, presidente del Gobierno Autónomo
de Loja en circunstancias tan parecidas en las que ahora mal vivimos.
No fueron entonces convocados para “poner cuotas”, para la tan formal
y simple entrega de libretas de calificaciones o la organización de la ker-
més. Las familias asumiendo y tratando sobre sus problemas diarios, tal
como es el problema político.
El basamento de la democracia que hemos tenido para esta y to-
das las crisis, construye acumulados de marginación, bolsones de mise-
ria, conglomerados de humano resentimiento y venganza. Al mismo
tiempo es una abstracción y camisa de fuerza pues la realidad es otra y
las creatividades no pueden desencadenarse para la expresión y la cons-
trucción del Ecuador deseable, posible y urgente.
Acabamos de ver que el país repudia el actual estado de cosas,
respalda al sentido de democracia y no quiere ninguna dictadura. Solo
los beneficiarios políticos y financieros de esta triste y vergonzosa situa-
ción continúan usufructuando de la conciencia democrática de nues-
tros pueblos. Si algún golpe ha dado el país ha sido en contra de esta si-
tuación, de la cual ninguno de los que nos han gobernado, sale bien li-
brado. Unos persisten en el mismo estilo, algunos son continuistas,
otros han cambiado de discurso con la oportunista elasticidad y popu-
lacherismo que mantener el poder les exige.
Nuestra conciencia democrática ya no es un cheque en blanco
para cualquier democracia, peor si ella se presta para ser comodín de
cualquier negocio o salvataje.
Entonces ya no debemos seguir soportando el peso criminal de
esta democracia abstracta e irreal cuya ambigüedad permite la concre-
ción de los grandes negocios a costa de la imposibilidad de la vida de
muchos. Por eso no resulta contradictorio democracia con injusticia,
con corrupción, con neoliberalismo, con salvataje bancario, con sucre-
tización y pago de la deuda, con dolarización y congelación de la pro-
piedad privada, con prohibición de anhelos y lucha por la justicia. Esta
El Cuento de la Fratria / 137

elástica abstracción quepa con todo, menos con la transparencia, la


tranquilidad y la felicidad de la ciudadanía.
Ya es hora de que veamos que tantas y tantas leyes democráticas,
son letra muerta si no las vitalizamos en nuestra cotidianidad pública
y privada. Si no las hacemos competencia de los padres de familia.
Ecuatorianos y ecuatorianas, démonos cuenta que hay que superar
nuestra fea costumbre de creer que porque hacemos leyes, transforma-
mos la realidad. Esa formalización, ese papeleo, esa gestión de palan-
queo pariente de corrupción, esa congelación de la vitalidad es lo que
mata permanentemente la creatividad y encadena al país en las solem-
nidades y pompas hipócritas llenas de torcidas intenciones que ya no
soporta la vida.
¡Ha de llegar el día en el que ni el papel aguante todo! El día en
que el papel tenga borrador, tenga capacidad crítica. El día de la digni-
ficación del papel, de la palabra empeñada y creadora. Creo, abuelo que
el papel está solo para permitir activamente que escribamos otro cuen-
to, el Cuento de la Fratria de una democracia propia, de la recupera-
ción y reivindicación de la palabra. De la palabra empeñada, pronun-
ciada y contadora. De la palabra, aire, voz, creación, sonido, símbolo.
De la palabra fundamental, de la palabra que al principio es el verbo.
De la palabra fundadora. La nueva patria tendrá que ser un bello cuen-
to en el que nuestro protagonismo se la sienta en el transcurrir de to-
dos los integrales procesos vitales.
Pero son inmensos los intereses por los cuales se pelea la clase
política. Ya le conté abuelo que son jugosas las riquezas acumuladas
por el Estado, cicatero para con el pueblo, pero auspiciador y árbitro
vendido para con los grandes negocios, autodenominados “altos inte-
reses nacionales” muchos de los cuales ni son lícitos ni legales, peor,
ecológicos, humanos, cristianos, equitativos, etc. Y como el canibalis-
mo no va a cesar, como tampoco el salvataje bancario ni la sociedad va
a seguir soportando esta imposición de veinte años de democracia me-
ramente formal y ni siquiera ágil para la modernización globalizante
del sistema de mercado, solo nos queda proponernos revolucionar la
democracia desde nuestra democracia básica autoejecutándola desde
la toma del poder de cada una de nuestras personas y cuerpos, desde
mi familia y su micro profunda culturización, desde la comunidad, ba-
rrio y organización. Desde la conversación y resolución de la construc-
138 / Milton Cáceres

ción de la vitalidad, libre de la libre oferta y demanda del mercado, y li-


bre de los dueños de esta democracia.
El camino o la estrategia para ello implica imprescindiblemente
ejercer como sociedad civil todas las características y calidades que de-
mandamos para que exista nuestra democracia. Esa legítima y real de-
mocracia tiene que ser el cimiento, la soberanía y el poder, es decir la
garantía de esa transformación. Sus sujetos no serían las organizacio-
nes devoradas cupularmente, su radicalidad no necesita ni de brazo ni
de fuerza armada, su vía no es electoralista, su identidad sería humana,
ciudadana, de justicia social, intergenérica, intergeneracional, multiét-
nica, intercultural y plurinacional y su acción tendría que ser poliética
directa y desde los cimientos. Así, cada una de estas calidades constitui-
rá una gran profundidad, una sacralidad y una verdadera posibilidad
maravillosa. Sería un absurdo que dejemos en manos o que permita-
mos meter las narices de los funcionarios del insoportable orden inhu-
mano que padecemos. Una oportunidad histórica tangible que solo
una actitud traidora, podría desperdiciar.
El marco histórico del tiempo que vivimos se ha abierto como un
espacio para que cada uno y cada una de nosotros nos reivindiquemos
en nuestro derecho individual de autorrepresentación política y auto-
gobierno ético, de reciprocidad integral que redinamice y reforme el te-
jido social y la organicidad liberándola de los gremialismos para que
sean dignas de ser bases de la nueva democracia. Es la resolución de mi
individualidad humana y ciudadana, el poder con el que cada uno y
una podemos optar éticamente por una economía, una relacionalidad,
una consideración de la naturaleza. Ello significa tomarnos y tener po-
der desde la libertad de nuestro cuerpo, mente y sensibilidad como el
fundamental territorio soberano, como una fuente de energía creado-
ra, como la oportunidad histórica de asumir una misión. Esa es su ra-
dicalidad.
Abuelo Benjamín, utilizo el término “radicalidad” para ser mejor
comprendido, pues ir hasta la raíz, ir desde la raíz, quiere decir com-
prender, sentir y asumir las cosas complejas y profundas del tiempo-
espacio para tratarlas, alcanzarlas y transformarlas. No se trata única-
mente de las herramientas y los mecanismos sino de los objetivos.
La acción electoralista es decir el manoseo y la corrupción de la
voluntad y la soberanía de elegir la representatividad, es la base y el ins-
trumento usado por la democracia cuya calidad repudiamos. Otra co-
El Cuento de la Fratria / 139

sa tendría que ser una ELECCION, un escogitamiento que nazca de la


libertad y la objeción ética de conciencia. Una participación electoral
bajo las reglas del juego de esta democracia solo puede ser válida si se
circunscribiera en el marco civilizatorio, y ético apuntando hacia la
construcción de esa otra calidad de democracia, creyendo efectivamen-
te en que esta sea un fruto y proceso de la acción legitimante del con-
junto diverso de los humanos que vivimos en este territorio-país, en es-
ta tierra-culturas, en esta patria-ciudadanía parte y representatividad
de la territorialidad planetaria.
La corrupción de lo electoral por parte de la partidocracia que se
turna en el gobierno para administrar el Estado permanente, maniata
la acción autónoma de lo que se llama la sociedad civil, impiden la elec-
ción de todo, impiden la democracia. Son quienes juegan con la oposi-
ción, los que adulan clientelarmente a los potenciales votantes, los que
medran del escándalo, los que adoran su imagen subordinándose a la
todopoderosa tecnología de la información, aquellos que conspiran
para el golpe, el asalto, el hecho político sin principios, esos y esas que
pescan y atrapan cualquier motivo humano, social y organizativo para
levantarse como imágenes del marketing electoral cual caciques mo-
dernizados que venden su discurso adormecedor para que las cosas se
mantengan bajo el control de los “ricos y famosos”.
Es posible luchar radicalmente en nuestro tiempo sin caer ni en
supuestos radicalismos ni en el electoralismo corrupto y corruptor. A
veces veo que son caras de una misma moneda: no desatan la libre
creatividad integral y revolucionaria de los humanos como ciudadanía,
como “sociedad de autores y compositores”. Tiene que haber una vía
más radical para hacernos cargo de las transformaciones que exige, de-
safía y permite el tiempo que vivimos.
Imaginemos lo que sería dignificar, recuperar, transversalizar de
ética todo el proceso, los sujetos, los mecanismos, las estrategias, los
objetivos, las calidades de una democracia, de sus elegibilidades, de sus
procesos electorales. Imaginemos, lo que significaría politizar toda la
vitalidad humana y quitar el sobrepoder a esta clase de política, para
superar tantas y tan profundas mutilaciones y prepotencias.
Por eso recalco abuelo que van a perseguir a quienes luchan por
una nueva democracia.
Más allá de la etimología de la palabra DEMOCRACIA -que de
por sí ya es radical- de su occidentalidad, está la obligación y la posibi-
140 / Milton Cáceres

lidad de apropiárnosla, de zarandearla haciéndola bajar de la abstrac-


ción, y hacerla pisar en los diversos ecuadores, laberintos humanos so-
cioculturales, misterios que escapan libres de las “cabezas y corazones
cuadrados” como dice Teresita, tejidos solidarios y recíprocos (que de-
jan enanos a los poderes de las superembajadas) creencias, espiritualida-
des y sacralidades de entre las que escojo la íntima organicidad que se
restablece entre naturaleza y ser humano ante cuya sola evidencia todo
se está revolucionando incluyendo la noción de desarrollo y de política.
La guía tendría que ser la incesante construcción del nuevo hu-
manismo, civilización y universalidad si queremos limpiar, sincerar y
transparentar toda acción socio política para que el nuevo Cuento de la
Patria no sea un “puro cuento”, que es como se dice a lo que es menti-
ra y para que el Cuento de la Patria, despierte el interés de los niños, co-
mo dice usted abuelo. De manera que cuando con nuestros niños
aprendamos la historia, la cívica, la sociología, la economía, la política,
sintamos que no les mentimos, que no hacemos literatura alabanciosa
que esconde la verdad, más que cuentos de terror, cuentos de vergüen-
za, mitos que nos truncan, narraciones atávicas encargadas oficialmen-
te para que los adultos se solacen y los niños repudien. Si las nuevas ge-
neraciones nos dicen que somos “puro cuento”, hagamos cuentos pu-
ros, de ahí la importancia de la crítica, la sensibilidad y la inventiva. In-
ventar cuentos es inventar una nueva patria, aunque ella ya no tenga
solo las fronteras que nos limitan, sino también los horizontes que nos
amplían. Nuestro nuevo cuento abuelo es un nuevo cuento del mundo
que nos arrulle, aliente y guíe.
“El cuento es un rayo, un deslumbramiento, una flecha encendi-
da en la noche, una flecha que parte rauda hacia el corazón de la inte-
ligencia”, dice con poética reflexión Raúl Pérez Torres y que mi amiga
Marta la compartió conmigo.
Por eso, basta de sabernos subdesarrollados, de sentir náusea de
la política, de sentir miedo y repudio a la economía, de ver como sim-
ple moda a la ecología, de vernos ridículos por el derecho y la necesi-
dad de espiritualidad, de ver como estorbo a la diversidad, y así...
Basta de no hacer esfuerzos valientes para superar el machismo,
los racismos e intolerancias étnicas, las arrogancias sociales, políticas,
cognitivas y religiosas; la venganza, el abandono de nuestras visiones
cósmicas, el purismo étnico; la falta de criticidad y sacudimiento del
peso grosero y alienante que imponen las anticulturas de las “ferias de
la alegría” como señala con gran acierto mi amiga La Señorita Elena, y
El Cuento de la Fratria / 141

el enajenante y cruel negocio espectacular de la información defor-


mante, consumista y de crónica roja que tiene por objeto hacernos ver
como seres sucios arrastrándonos entre la sangre y el lodo.
Basta de acciones de hecho que ataquen a nuestros mismos her-
manos y aliados como es la ciudadanía y de entre ellos, los niños, no el
futuro sino el hoy de nuestra Fratria. Es tan urgente nuestra situación,
que todo lo que se deje para mañana no solo huele a postergación sino
a traición y cobardía.
Revolucionar la democracia desde nuestra construcción de de-
mocracia es un asunto posible, urgente y radical. Pero nuestra demo-
cracia, tal como se construye una casa nueva, tiene que partir de sus ci-
mientos como garantía efectiva, testimonial y vigilante de los pilares y
techos. Así, cuando terminemos la construcción de la casa, de las cul-
turas, de las diversidades en reciprocidad y convergencia de Fratria, de
una democracia como expresión ético política, podamos dignificarnos
cuando evaluemos y controlemos lo que elijamos.
En franco desacato al Tribunal Constitucional, el Gobierno suce-
sor volvió a congelar el dinero social privado. Nuestros viejos, reto-
mando la vanguardia del derecho a la vida, redoblaron su protesta. El
movimiento indígena comenzó a trabajar para consultar que dispon-
dría el pueblo sobre los diputados y la Corte, la dolarización, el pago de
la deuda externa, el congelamiento, la base militar norteamericana en
Manta, con la que se nos convierte en objeto de guerra por la cobarde
sumisión de los dos últimos gobiernos ante el siniestro Plan Colombia.
Solo la ignorancia, la hipocresía moralista y la disputa del mercado de
la droga, hacen de nuestra coca sagrada, un objeto de odio confundién-
dola malintencionadamente con la cocaína. Como padecemos iguales
penas, pero tenemos parecidos poderes, urgimos hacer una alianza
continental de nuestras socioculturalidades básicas, la Gran Fratria La-
tinoamericana en un Plan Gran Colombia, comenzando por desobede-
cer a la deuda y al neoliberalismo gubernamental que nos la hace pa-
gar injustamente, y continuando por tejer un acuerdo de nueva econo-
mía para competir y ponernos en salvaguarda del despojo. La misma
calidad de democracia corrupta, prepotente y subordinada a la globa-
lización político-financiera internacional que oprime a nuestros her-
manos pueblos latinoamericanos y la latencia de sus crisis, así como las
propuestas y testimonios renovativos que se avecinan en las bases socio
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culturales de indoafrolatinoamérica nos harán comprender y caminar


hacia acuerdos en pos de estrechar una fraternidad humana y de las so-
ciedades civiles para hacer una comunidad latinoamericana. Somos
pueblos como la Maloca, un pueblo casa-hogar desde donde crearemos
el otro nuevo Mundo.
Una consulta, en fin, para tratar de parar el trolebús del progre-
so del neoliberalismo o para mantener una alianza social intercultural
de la ciudadanía, aunque todavía no esté realmente constituida.
En la agenda para la reunión del parlamento de los pueblos, estu-
vo otra vez presente el contenido que se impone a este organismo. Ma-
yoritariamente es una reunión de una representatividad también fene-
cida que litiga entre el discurso del poder popular y la incesante búsque-
da de reemplazar al Congreso. Yo no sé abuelo hasta dónde mi posición
es correcta o va con el tiempo, pero creo que un parlamento de los pue-
blos, tiene que calibrarse como una construcción de una apropiada e
inédita democracia fruto de la convergencia múltiple y diversamente
creadora, sensible y crítica, cuyo poder legítimo sea suficiente como pa-
ra elaborar, planificar y ejercer un sistema socio productivo y político
que caminando paralelamente al oficial, lo supere. Ese espacio es el que
nos queda para plasmar un encuentro entre lo tradicional, lo moderno
y lo postmoderno como interculturalidad, civilidad y política.
No se trataría entonces de un consabido frente para “salvar la na-
ción” y vuelvo a decir que tampoco se trata de una asamblea para coor-
dinar acciones para negociar una plataforma de lucha o un pliego de
peticiones.
Si ya no es posible históricamente que esta democracia deje de
ser una ficción, que deje de ser realmente una representación uniclasis-
ta, uninacional y patriarcalista, que desencadene las creatividades la-
tentes y provenientes de las diversidades, identidades y construcciones;
y si ya no es posible que su forma y fondo respondan a los desafíos ma-
yores que provienen de la terminación de las nociones, de progreso, de-
sarrollo, representatividad, entre otras, entonces cabe preguntarnos si
llegó la hora de recuperar viejas y apropiadas expresiones, renovadas y
frescas alternativas. El decrépito sistema y orden civilizatorio tiene
quien lo represente y su existencia se asegura en la exclusión de los crí-
ticos y en la inclusión de quienes se conviertan a su obediencia civil po-
lítica. Sin embargo, el actual conglomerado humano y socio cultural y
El Cuento de la Fratria / 143

el naciente pero firme movimiento neocivilizatorio, no requieren re-


presentatividad sino autorrepresentatividad. No requiere de figurones
ni de intermediarios ni tramitadores.
Una herramienta de este gigantesco y hondo proceso puede ser
una red parlamentaria, siempre que, tranversalizada por una concien-
cia y testimonio realmente construido de valores integrales e intercul-
turales actúe como ejemplo, educador y reunidor de personas, culturas
y movimientos, de ideas fuerza, trabajos fuerza, creaciones, experien-
cias, espacios, en suma, de adelantos, ensayos y semillas de nueva civi-
lización, democracia y vitalidad. Pero tendría que prefigurar también,
una democracia intercultural, lo que implica contar con que sea un en-
cuentro de diversidades en la perspectiva de construir convergencias.
Toda construcción alternativa tiene que estar en permanente
consulta directa con nuestra ciudadanía, sus culturas, clases y movi-
mientos. Es que ya no nos queda sino únicamente la fuerza moral co-
mo credibilidad y autoridad para la palabra, el trabajo, la invitación y
la promesa. Eso no es poco, eso es todo lo que necesitamos. Ello tiene
que encarnarse en todo espacio renovado y renovante como puede ser
ese sistema parlamentario de la ciudadanía que se construya desde su
legítima autonomía, es decir como órgano de la sociedad civil no solo
para resolver nuestros asuntos propios de ciudadanos, sino para vigilar
y actuar SOBRE la estatalidad. Ya es hora de que ni como ciudadanos
ni como socioculturalidades caigamos ingenuamente o nos prestemos
como apéndices de políticas y funcionarios.
Es posible que tengamos que comenzar por la experiencia de ciu-
dadanizar, democratizar, interculturalizar, cruzar éticamente, con equi-
dades y con basamentos ecológicos sagrados, las juntas parroquiales y
los municipios, pero también los comités de padres de familia, la cons-
trucción y reconstrucción de los movimientos sociales, los clubes, los
barrios, las comunidades, las asociaciones, etc., en la perspectiva urgen-
te de superar el gremialismo y la politiquería. Un especial papel tiene
moralmente que cumplir la universidad en la producción pluriversal
del conocimiento, dejando de lado el desbocado afán gerencial de lu-
cro que le ahoga.
Tal vez sea muy difícil comenzar por cambiar la representativi-
dad, pero lo que es indispensable que se reconstituya es la construcción
de nuestra calidad humana para sí y para las construcciones socio cul-
turales y políticas que requerimos. Si somos producto de una determi-
144 / Milton Cáceres

nada civilización, de una sociedad, de una política, de una formación y


de una organicidad, comprensible es que nos veamos fielmente retrata-
dos en esas entidades. Siendo también potenciales re-creadores, es sus-
ceptible que operemos cambios fundamentales. Existe un nada despre-
ciable espacio de libertad y autonomía individual capaz de darnos po-
der para resolver, aplicar una pequeña gran revolución a ese nivel. Con
ello hay que contar.
En grandes vagones se pretende vender nuestra riqueza. En vago-
nes de un tren atómico cargaremos nuestra producción integral para
aportar y recibir en una nueva universalidad.
Para eso tenemos que profundizar al máximo el crecimiento de
la interculturalidad porque solo ello nos permitirá aportar y comple-
tarnos. Es relativamente fácil que un país viva muerto o se suicide.
En un nuevo Ecuador como encuentro de diversas construccio-
nes, tienen que aportar y completarse las culturas tradicionales y las
modernas, las producciones propias y las que vienen. El águila y el cón-
dor, el razonamiento y la sensibilidad, el cerebro y el corazón. Aquellos
que culturalmente son hijos de encuentros de culturas cercanas y cul-
turas lejanas y aquellos que son hijos de encuentros entre culturas cer-
canas. Todos somos mezcla y encuentro, pero la esencia es el proceso,
las características, los valores y los vericuetos de la construcción de
nuestras identidades, sus aportes y sus límites, sus auges, decadencias y
renovaciones.
Cuán riesgoso y criminal significa estorbar el desencadenamien-
to de los ricos, complejos y necesarios procesos de interculturalidad. Lo
hace esta democracia, sus organillos y funcionarios; la movilización so-
cial y su tejido humano que ignora, prejuicia y paraliza, el grosero mer-
cado turístico que vende y compra valores, el retrazado contenido cien-
tífico-cognitivo-educomunicativo.
¿Cómo puedo definirme a mí mismo si prescindo de mis valores
tradicionales o mis valores modernos o mis valores que los critican y
buscan renovarlos?
¡Qué importante es desde este tiempo, recuperar, criticar y “desa-
rrollar” el aporte de nuestras culturas, identidades!
¿Cómo puedo sentirme completo y actual si no asumo, com-
prendo y amo la noción pacha mama, la posibilidad de análisis y la re-
cuperación de lo trascendental?
El Cuento de la Fratria / 145

Recuerdo con inmenso cariño y frescor el día que mi abuela Ma-


ría Concepción me bajó de su regazo de pollera cuando ya habíamos
llegado a Riobamba. Atrás quedaba el viejo carro “El Guadalupano”
con su canción “en las alturas de las montañas”. Cada vez que voy a la
vieja estación del ferrocarril revivo mi primer encuentro con los indios
y se me hace íntimamente mío ese cariño. Entonces mi sentir fue de
tristeza y desgracia.
No podría querer, ni conocer un Ecuador sin los hermanos in-
dios, negros, campesinos de los subtrópicos, chazos, sambos, cholos,
montubios, chagras, suburbanos y urbanos. No podría amarlo sin la
presencia de nuestras ciudades y sus inmensas barriadas. Cómo se po-
dría ser y advertir un Ecuador sin el aporte de la cultura mestiza.
Sé perfectamente en donde tengo apoyado mi pie y mi otro pie,
mi mano y mi otra mano, mi cabeza y mi corazón. Nosotros saborea-
mos exquisitamente, reflexionamos, lloramos y buscamos brindar
oyendo cantar a Andrea Bocelli, oyendo el Carnaval de la Vida de J. J,
Vamos Linda de los Benítez Valencia, los sanjuanitos Pucaicha y Vamos
Guambrita, a Ñanda Mañachi, Corazón Entristecido, el Alegrotto de la
Séptima Sinfonía, a Charlie Parker, a los Spirituals Negros y su Canoí-
ta, Caderona con su Bomba, al Peroche de Paco de Lucía y a “Lucía” de
Serrat, al Adagio del Concierto de Aranjuez. Qué emoción produce
Brams, “Mujer de Magia Negra” de Carlitos, “El día que me quieras” del
otro Carlitos, “Sangre Ecuatoriana” de Los Locos del Ritmo, la Música
Sacra de nuestro Segundo Luis Moreno y ... “A mis amigos” de Alberto
Cortez y “Sueño con serpientes” de Silvio. Cuanto lloramos de emoción
espiritual al ser trasladados a lo más profundo al escuchar “Salve Salve
Gran Señora” en las Huacas de los santuarios de El Quinche y El Cisne
y ante la música de la Pasión según San Mateo de Bach.
¡Cuán emocionada se pone mi familia cuando hago el dúo con
papá cantando el valsecito “Ciudad Blanca” y cuan tierno me siento
cantando “El alazán” de Don Atahualpa, transportado a lo Grande
cuando invento un gregoriano, retornado al cálido romanticismo con
“Rayito de Luna” y tan motivado para la renovación cuando oigo la
banda sonora de “La Misión”.
Siento bullir en mí la sangre india y la europea. La cultura mes-
tiza es una propiedad que nos permite hablar de una construcción de
identidad en donde su raíz es ese encuentro y sus perspectivas no son
una pesadumbre. Es una transformación lograble, un efecto posible,
146 / Milton Cáceres

unas construcciones y legitimidades posibles a partir de ese encuentro


dado pero dinámico. Es el proyecto, la promesa y el logro del encuen-
tro. Es una concreción de interculturalidad. Para eso hay que recupe-
rarnos y hablar en su nombre que expresa esa construcción identitaria,
para que no sea nunca más motivo de acusación, ni desequilibrio.
Pero la especificidad y concreción de nuestros procesos cultura-
les, complejos como todos, es que los conflictos de clase los atraviesan.
Reclama entonces una construcción humana y socio política que no so-
lo se nutra de lo intercultural sino también de lo relacionado con la jus-
ticia social y es ahí en donde nuestras culturas propias tienen mucho
que aportar precisamente por la riqueza y generosidad de sus valores,
visiones cósmicas, armonías, utopías en tono de invitaciones y pro-
puestas. ¿Qué es, por ejemplo para una cultura del Antisuyu o Amazo-
nia, el proyecto y utopía de la Tierra Sin Mal como otro gran Cuento
de la Fratria? O sea que nuestro cuento es un gran Cuento de Múltiples
Cuentos. Pero ¿qué mueve, qué incita, qué lo posibilita? Ahí, en esa po-
tencialidad cultural abuelo, encuentro un diálogo entre lo cultural y lo
social. Para que lo cultural superviva como identidad requiere de esa
Tierra Sin Mal. El logro procesal de alcanzar esa tierra, es la materia de
la construcción identitaria cultural, su medio es la lucha, la acción po-
lítica, la organización, el compromiso, la misión.
No hablo entonces de un rescatismo, de un culturismo, de una
ingenuidad o moda exotista instalada en un ciber museo, sino de una
propiedad y apropiación de nuestros procesos y una lectura de los mis-
mos con diversas entradas reflexivas y sensitivas para hacernos otro
país tomando como base esos materiales. Un tratamiento unilateral
desde lo social, desde lo cultural o desde lo político nos aleja de la po-
sibilidad de una nueva construcción porque no solo necesitamos una
refundación sino una refundamentación del país.
Frente a nuestro país y sus búsquedas no podemos ser ingenuos
y tomar unilateralidades. Repetiríamos la falla de origen. “Nuestros edi-
ficios políticos están construidos sobre arena; por más solidez que pon-
gamos en las paredes, por más adornos que les hagan, no salvamos el
mal de sus bases”, decía Antonio José de Sucre.
Por eso, si convergemos en el objetivo de construir una distinta
calidad de vida, de civilidad, de socialidad y de democracia desde nues-
tras identidades, impediremos las intolerancias, las discriminaciones,
los aislamientos, las discriminaciones y las exclusiones. Comprender y
El Cuento de la Fratria / 147

respetar nuestras diferencias es el único camino para construir una


convergencia. Es el resultado de la sensibilidad, de la inteligencia y la
lucidez. El país no solo está construido en la arena sino en el pantano.
Pero tenemos muchas rocas para un buen cimiento.
Mientras tanto abuelo Benjamín, yo me siento marginado. Los
hermanos llamados mestizos nos miran con desconfianza “por andar
con los indios” y los hermanos indios, nos miran igual porque somos,
“mestizos”. Es el recelo de la intolerancia y la inseguridad y sé que es el
precio de creer en la interculturalidad y de ciertas disidencias que he-
mos venido proclamando y viviendo. Creo que estos marginales au-
mentarán en número y calidad porque un nuevo orden civilizatorio y
democrático requiere actitudes de fondo. Es una actitud de pensamien-
to, sensibilidad, lucha en un torrente de desencadenamiento de creati-
vidades alternativas. Sin embargo ser un marginal y marginado, por la
actitud de disidencia y de interculturalidad me hace y nos hace sufrir
porque nos sentimos los neo excluidos y discriminados aunque sea el
precio, la espera y la vía para llegar a nuevas realizaciones. La contra for-
malidad y herejía nos señalan la pista para tan riquísimos aprendizajes
y encuentros. Es el marco para construir nuevas autenticidades huma-
nas alternativas a los efectos inhumanos, tecnocráticos y ecocidas del
progreso decadente.
El ser humano, ciudadano y ciudadana de la Fratria estará libe-
rado del prejuicio de la presunción de pureza étnica y cultural. Lo nue-
vo y renovante es la interculturalidad y desde su base segura partirán
las recreaciones. Abuelo, nuestro país y el mundo serán una potencia
no solo por sus socialidades y culturas sino por la interculturalidad y
las diversas posibilidades de encuentros humanos. Nuestra reivindica-
ción humana personal y solidaria es nuestra gran empresa y su trata-
miento tiene muchas vertientes, meandros, corrientes, opciones, pro-
yectos propuestas, de ahí nacerá, ya no una universalidad regida por
una hegemonía interna, sino una pluri o universalidad regida por el
acuerdo de todos como nueva hegemonía. Pero eso, si es política, quie-
re decir que se habrá revolucionado para que nunca más nos mutile y
nos haga prepotentes. Entonces, por ese camino habrá mejores posibi-
lidades de justicia, equidad y productividad integral.
Crecer en el repudio, la beligerancia, el boicot, la represión a la
sociedad, a las culturas y a esta gigantesca gama de colores de proposi-
ciones, es el camino de la tontera, que nos lleva a la confrontación, a la
148 / Milton Cáceres

expresión del resentimiento y a la guerra civil. Su necesaria evidencia se


mantendrá mientras dure la prepotencia, la insensibilidad, la irraciona-
lidad y la tontera en el poder. El último levantamiento humano, social
y iudadano cerrará esta prehistoria.
Creo que a la sociedad y sus movimientos, les cuesta mucho tra-
bajo hacer el paro y el levantamiento. Estas luchas son necesarias y se
cubren de gloria porque así repudian los siglos de explotación, abuso y
exclusión en este tiempo de canibalismo. Una construcción de otro
sentido disolvería a la energía negativa y liberaría a la energía positiva
para que la fuerza que produce un levantamiento se la utilice ya no en
el repudio sino en la renovación. Francamente seríamos tontos si con
el racismo, el etnocentrismo y la discriminación impedimos que se de-
sencadenen las potencias encarceladas por el prejuicio social y la repre-
sión oficial. Tenemos que hacer un voto y un mañay por la lucidez de
la inteligencia y saludar las nuevas creaciones humano sociales.
El estancamiento que “vivimos” es el resultado de las identidades
construidas en la agresividad, en los complejos, en los prejuicios, en el
resentimiento y en la ausencia de cuestionamiento a la autoridad for-
mal, que son frutos de la inseguridad pública, como también del dese-
quilibrio del ser-país, de las aberraciones y represiones provenientes de
nuestra falla de origen y sus consecuencias estructurales. Cuando un
pueblo, una sociedad o una cultura comprenden y respetan, muestran
seguridad, aprenden y enseñan sin complejos y por ello crecen, se “de-
sarrollan”.
En cambio la inseguridad se expresa como agresividad y con
“afán de dominio”. En esas condiciones todo acuerdo es una trampa,
una maniobra, una desesperada búsqueda de subordinación del otro y
en esa medida, no solo la preparación de la matanza, sino del suicidio.
De alguna manera, ese mismo canibalismo, celo, mala competencia y
loco afán de control vemos también en los acuerdos, en los denomina-
dos consensos y en los unitarismos sociales y populares. Tenemos un
país cruzado por la desconfianza, los ardides y las minas activadas.
Solo así podríamos comprender lo inviable que resulta un país en
donde funcionan con gran eficacia las identidades construidas en opo-
sición y beligerancia, los sistemas de jerarquías subordinantes, los cen-
tralismos en cadena, las argollas de imposibilidad, los círculos de envi-
dia, las cortinas de humo, los engranajes del toma y daca, las medidas
de venganza, las escenas de celos, los burdos serruchamientos, las infi-
El Cuento de la Fratria / 149

delidades, las deslealtades y con ello la latencia de violencia y de calle-


jón sin salida en cuya entrada solo se ven las imágenes de espectáculo
y las declaraciones rimbombantes de “transparencia”, “acuerdo”, “en
función de país”, etc., que siendo las palabras de moda, enmascaran los
rostros de afilados colmillos, que preparados para la devoración, se tra-
gan el país.
Eso nos crea inseguridad, desconfianza y fractura. Es curioso ver
cómo esta realidad, se refleja en la calidad de nuestra selección nacio-
nal de fútbol. No tiene seguridad, no se prepara, no remedia sus erro-
res, no cuenta con todos, no lucha como equipo y por dejarse consu-
mir por la vanidad: no mete goles. Cuántos otros mejores podrían in-
tegrar nuestra selección en esta superposición de países: uno dominan-
te que consume y desperdicia pero que no mete goles y, otro que está
debajo, en nuestra intimidad y vecindad y que espera levantarse muy
de mañanita, entrenar, competir en todo campo y... ganar.
Mientras tanto somos un país que con bolas, rumores y la burda
manipulación de la tecnología mediática, se frustra toda iniciativa y se
desmaya su voluntad. ¡Cuán rentable políticamente resulta tener una
frecuencia de radio o televisión en este país vulnerable a la manipula-
ción partidista, consumista y religiosa! Igual efecto causa un charlatán
que oculta sus ciencias para la trampa, que alguien que predica en la
iglesia “el fin se acerca”, o que invoca el castigo divino y las apariciones
para el cobro, o aquellos que con mueca burlona y prevalidos del po-
der de la pantalla, hacen desesperar a la gente que acude para arranchar
alguna migaja y, esos que ofrecen para robar el oro del voto y la volun-
tad. Con esos hechos coinciden en el afán sutil, descontrolado o burdo
de impedir que la población pase a ser un múltiple actor y sujeto.
Odian y tiemblan ante esa posibilidad, derecho irrenunciable y eviden-
cia cercana. De manera que existe el derecho a ser protagonistas de to-
dos los procesos humanos, de su definición, reflexión, control evalua-
ción y revolución. Sin ejercer este derecho de todos y todas, no pode-
mos ser actores y sujetos de ninguno de esos procesos con los que se
define y construye un país, una nación, una organización, un movi-
miento social. Esa es la medida de la calidad de una construcción. Creo
que como llegó la hora de la creación, tenemos que ejercer primero
nuestras obligaciones y ahí sí hablar de nuestros derechos. Esto nos da-
rá mayor autoridad frente a quienes los violan. Pero no lo haremos
frente a ellos sino frente a quienes acordemos contarnos el nuevo
150 / Milton Cáceres

Cuento Fundacional de la Patria como gran casa a través de la Fratria


como su cimiento.
Despojemos a los despojadores, a los burócratas de toda índole,
a los “adelantados”, a los funcionarios de cúpula, a los que mienten lu-
char toda la vida y se imponen como imprescindibles. Si el gran Brecht
me permite, diría que quienes recrean su lucha toda su vida, esos son
los imprescindibles.
Atacando al Estado, se espera que de él chorreen o goteen contra-
tos, convenios, negociados, subvenciones, escudos, alzas, donaciones,
préstamos, bonificaciones, etc. Digo esto, no porque desestimo las obli-
gaciones sociales que el Estado tiene que cumplir, sino porque son hi-
pócritas las críticas que se lo hacen: no buscan reformarlo sino mante-
nerlo para seguirlo tragando, para seguir en actitud de pirañas.
La democracia es usada para que el corporativismo atrape cual-
quier puesto estatal, no en “función de país”, como suelen expresar sus
funcionarios partidarios, sino en función de sus chequeras. Una demo-
cracia así resulta corruptible. Esta acción político-corporativista reem-
plaza e impide el desarrollo de la ciudadanía, de sus culturas, de los
movimientos sociales, de los negocios y limpias inversiones y de sus
múltiples creatividades y perspectivas socio políticas “en función de
país” y de otro país.
Sin embargo, esa decisión no podrá venir desde “arriba” sino des-
de lo profundo. Y lo profundo ya no es únicamente lo que hasta ahora
hemos denominado “lo político” a menos que esto se dignifique en las
desencadenadas creaciones de la renovación humana.
Limpiar, dignificando lo político, no como supradeterminación
levantada jerárquica y verticalmente sobre las otras actividades creati-
vas, sino como la fuerza que ponga en marcha todos los elementos de
la actividad humana concebida como armónica, es la tarea más urgen-
te por recuperar, para lograr este gigantesco y planetario deseo huma-
no que nos va cautivando. Al asumirnos como seres humanos ciudada-
nos políticos, no necesitaremos pagar ni tener que soportar a esta “cla-
se” y casta. Con ello la política se reintegrará a la ciudadanía y se con-
fundirá con las otras actividades legítimas y vitales. Necesitamos ser
homus integralis, dice María Cecilia.
Tener derecho, deber y gusto de ser políticos, identificarnos co-
mo seres humanos, ciudadanos y ciudadanas es una urgencia para re-
construir al país. No en vano estamos en época de transición hacia el
El Cuento de la Fratria / 151

nuevo tiempo del Cuento de la Fratria Planetaria en donde lo local in-


terculturalizado se universaliza y lo nuevo universal, es una convergen-
cia de esas renovadas construcciones en lo íntimo.
LOS NUEVOS DÍAS QUE
TENEMOS QUE VIVIR : EL TRABAJO
DE CREACION DEL CUENTO
DE LA FRATRIA
No podríamos contar un cuento de la Fratria de visiones cósmi-
cas, si no partiéramos de reconocer a la naturaleza como madre y pa-
dre de nuestras culturas. La construcción de las anteriores patrias no
solo lo ocultaron sino que lo desconocieron, de manera que en la con-
vocatoria para arreglar los asuntos políticos fundacionales no fueron
tomados en cuenta únicamente los pueblos raíz, sino hasta la misma
naturaleza. Su sometida inclusión los hizo objetos de depredación y ex-
plotación. Por más que digamos que hay mucho adelanto y desarrollo,
no podemos negar que somos rotos, porque se trata de una construc-
ción unilateral al haberlo hecho en franco desconocimiento, oposición
y búsqueda de dominio de la naturaleza.
El padre y madre ha constado siempre como un supuesto pasivo,
estático y determinado, en consonancia con aquella concepción de que
la naturaleza no es sino un aglomerado de recursos siempre a disposi-
ción del rey de la creación, en el que se ha autoerigido el ser humano.
Hemos estado acostumbrados a la generosidad de este singular
padre y madre, que nos ha parecido sumamente normal y rutinario el
gasto, el desperdicio, el dispendio y el olvido de que, ellos esperan el
cumplimiento irrestricto del pacto de reciprocidad por esa generosidad
y sus desafíos. Se debe a ello que hemos podido crear valores específi-
cos y globales, que en su conjunto constituye la cultura. Son tan diver-
sos, complejos y extensos sus organismos y las propias lógicas de la na-
turaleza, que pensando en las culturas como respuestas y creaciones en
su torno, no podemos dejar de lado ni menospreciar el admirable mar-
gen de autonomía con la que contamos los seres humanos en nuestras
posibilidades de creación.
156 / Milton Cáceres

Teniendo en cuenta ello podemos aceptar que el concepto de cul-


tura se opone al de naturaleza, como reflexiona Jurgen Golte, porque se
trata de un oposición en la que se contiene libertad y reciprocidad des-
de mi punto de vista, por cuanto una cultura que se “construye” en ba-
se del enfrentamiento, de la conquista, del afán de dominio a la natura-
leza, termina por destruirla y con ello, a la propia cultura. Y ese mismo
es el riesgo cada vez más presente en la civilización, por lo cual el asun-
to refundacional no solo es problema local, “nacional”, o de mero reci-
clamiento y ecoturismo. Este es asunto que nos concierne como espe-
cie viva y como planeta, siendo a partir de lo cual que tenemos que re-
fundamentar y redefinir el progreso, la civilización, el desarrollo y el hu-
manismo. ¿De qué calidad de perspectiva inmediata podemos hablar si
continuamos orondos así, desarrollándonos, progresando y hablando
arrogantemente del culmen de la historia? ¿No será que a mayor ecoci-
dio, menor calidad humana, social y política? Y no por un determinis-
mo sino por la violenta y profunda ruptura del basamento de la vida.
Ahora sí podemos decir que el destructor es el bárbaro y su cre-
matística, menos aquel a quien se le concibe como atrasado y por lo
tanto, objeto de modernización.
Me parece que esta oposición tiene la misma calidad de aquella
que relaciona al padre con el hijo porque permite un aprendizaje en el
que crecen cada uno y en unidad dialéctica. Padre e hija, madre e hijo
se desafían, ese es el camino para aprender. Es un HACER, no solo la
cultura de la casa, es decir del fuego, sino también de la cultura de cul-
turas, el fuego del nuevo progreso. Ese mutuo desafío y tensión que
produce, esa oposición en el hacer tiene que ser una reciprocidad, una
complementariedad, una intervención. Sin embargo, quienquiera de
los relacionados podemos jugar mal y malograr la construcción, como
ya dijimos, de ahí que se requiere de una buena calidad de manejo de
la relación. Sabiduría y profundo aprendizaje.
Cabe preguntarnos entonces, ¿qué calidad de relación estamos
construyendo en este momento, entre nosotros y la naturaleza? ¿Qué
nos indican los desastres y las creaciones sociales y naturales en nues-
tra actualidad en el Ecuador? ¿Es una oposición destructiva la que se ha
llegado a establecer entre naturaleza y nosotros como seres humanos
cultos? ¿Qué consideración damos a lo que desafía a nuestras construc-
ciones culturales: recursos naturales, accidentes geográficos o madre
naturaleza?
El Cuento de la Fratria / 157

Constituye arca, planeta y nave madre en la que transitamos. Pe-


ro nuestra reflexión no puede caer en la simplicidad e ingenuidad con
que la que se concibe al “buen salvaje’’. Me parece que los tiempos de
auge de estos pueblos se debía a la vivencia de mayor reciprocidad pe-
ro también miedo que se debían entre estos hijos, con respecto a la na-
turaleza constituyéndose así un basamento que cruzaba esencialmente
a todas las creaciones socio-culturales de entonces.
Entonces había una vez... pero puede haber otra vez y estoy
viendo, me dice María Cecilia, que va ha haber otra vez... una sacrali-
dad medioambiental arcaica que sirvió para el establecimiento de una
alianza entre los humanos y la divinidad como promesa y modus vi-
vendi de un particular orden del mundo. La cultura multicíclica de la
agricultura estuvo -y ojalá todavía esté- asentada sobre una “humani-
zación generalizada del ambiente” como propone Golte, pero también
sobre una sacralización de esa desafiante y creativa relación cuya con-
creción de productos no era sino el desencadenamiento de la recipro-
cidad.
Guardando las debidas distancias y como una actitud que impe-
dirá que resbale a un candoroso e inútil patriocentrismo, me parece
que existe coincidencia entre este simbolismo y el arca que representa
a muchos de nuestros países y al Ecuador en particular durante los días
nuevos del Cuento de la Patria, es decir el Cuento de la Fratria. Me pre-
gunto ¿cómo sería la naturaleza de estos lares en los que actualmente
es indolatinoamérica, en la época “sin fecha conocida’’, si hoy día, es to-
davía una exuberante arca con su biodiversidad, su paisaje, sus cultu-
ras y pueblos y sus promesas?
Pero me preocupa sobremanera abuelo, aquello que usted nos
recuerda y que, según Yahué, desde nuestra infancia estamos “inclina-
dos al mal” Gen 8, 21. Sin embargo, ello podría ser otro desafío para
nuestra autoconstrucción, no solo como país sino hasta como seres hu-
manos, porque sin seres humanos nuevos, sin seres humanos que en-
frentemos el mal, no podremos tener un nuevo país. Esa tierra sin mal.
Y a pesar de que mediante esa alianza se nos prometió no castigarnos
nunca más, nosotros continuamos haciendo desastres a través de las
distorsiones de nuestras construcciones individuales y socio culturales.
Esto nos remite a un asunto que actúa como catalizador de procesos
constructivos, como la Fratria, que es la libertad ética.
158 / Milton Cáceres

Ahora bien, cuando usted abuelo Benjamín escribió su “Cuento


de la Patria”, acababa de cesar uno de esos diluvios que dejó tan mal pa-
rada la autoestima del país, que su tesis sobre la “potencia cultural” vi-
no a constituir una palanca formidable para superar no solo el diluvio
sino el terremoto.
Habiéndose profundizado las conflagraciones naturales y socio
políticas como expresiones comprensibles de la decadencia de la civili-
zación y de la calidad de país que hemos vivido, tenemos que entender
esta evidencia como un reto a nuestra creatividad, sensibilidad y sabi-
duría humana para que avengan los nuevos tiempos y espacios.
Cada vez más el ser humano y sus construcciones socio cultura-
les civilizatorias, siente un hastío, una duda universal y un vacío vital,
tal como si algo nos faltara o como si estuviésemos alejados de algo y
de alguien.
Esta incertidumbre humana solo podría apaciguarse escribiendo
un Cuento de la Gran Fratria Universal, sabiendo que esta última pala-
bra solo podrá reivindicarse entendiéndola como la concurrencia de
todas las calidades de concebirla y hacerla. Una de esas calidades tiene
que ser el aporte del proceso constructor del Ecuador como Fratria.
Abuelo Benjamín, creo que el ánimo identificatorio de los ecua-
torianos que vivieron luego de la guerra de las viejas fronteras ecuato-
riano-peruanas, recibió un formidable impulso con su idea que los in-
vitaba a considerarnos y construirnos como un país cuya potencia po-
dría residir en la cultura. Sin duda que para la gente de la época de la
guerra fue un bálsamo consolador en medio del Ecuador mutilado y
mutilante que se iniciaba. Fue desoído, sin embargo, por la falta de im-
pulso y voluntad política y humana por hacer carne de ese verbo propo-
sitivo y constructor, aunque podría atreverme a decir que nunca fue ex-
presado como fuerza vital de calidad mítica e integral ¡Nieto atrevidísi-
mo!
Por esto creo que extendiendo el símbolo hasta que llegue a no-
sotros, debemos sabernos hijos legítimos de esa madre y padre natura-
leza dadivosa, arcaica y presente pero también de aquellos bisabuelos
que mediante la práctica religiosa de la reciprocidad, supieron cons-
truir y desarrollar sus culturas que son nuestra heredad, pero también
de los abuelos quienes crearon, descubrieron e inventaron nuevas co-
sas. Tenemos tantos abuelos en nuestras sangres. Si ese referente hemos
perdido, necesario es que ahora lo rescatemos si queremos reconocer
El Cuento de la Fratria / 159

“nuestro origen nacional’’ durante los buenos, aunque duros, días del
Cuento de la Patria en los que al estar reverentes y protegidos dentro
del arca, nos habíamos aliado bajo el compromiso de que:
“Mientras dure la tierra habrá siembra y cosecha pues nunca ce-
sarán ni el frío ni el calor ni el verano ni el invierno ni los días ni las
noches”.
“Mientras dure la Tierra...”, es decir que, mientras dure el basa-
mento y una de las mayores garantías de nuestra existencia y aliento
para la creación de las culturas, tenemos renovadas oportunidades de
hacer mejores cuentos de la historia de nuestra patria porque, ¿cómo
podríamos hacerlo si un día se terminara la Tierra? ¿Cómo podríamos
hacer la cultura de la siembra y la cosecha, de todos los saberes y cono-
cimientos, la ciencia, las tecnologías, de los afectos, las ternuras, las sen-
sibilidades, los sueños y el dolor, si no contáramos con ese regazo? ¿De
qué potencialidad cultural e intercultural podríamos hablar?
Qué haríamos sin un día no nos sonriera el sol o que la madre
naturaleza decidiera suprimir el cuarto creciente? Todo entonces, y ni
se diga la patria, habríamos entrado en un definitivo menguante...
Con esto quiero decirle, venerable abuelo Benjita, que tenemos
que escribir el nuevo Cuento de la Patria porque no podemos dejar de
lado a nuestros originales padre y madre naturaleza y porque hay que
contar sobre los amargos pero también, buenos días que hemos vivido
desde que usted emprendiera su tan largo viaje...
Este nuevo cuento del Ecuador tendría que partir del reconoci-
miento de estos nuestros más antiguos padres sabiéndonos y sintién-
donos una fratria de hijos e hijas del Chimborazo, del Guayas reunidor
de nuestras aguas, de las islas que deben volver a encantarnos en un
nuevo cuento, de la selva que nos volverá a llamarnos con el respiro del
buen aire del país de Amazanga, de Oshalá en su marimba, del abuelo
Sangurima en su Ceiba.
Aunque no propongo que cambiemos de nombre a nuestro que-
rido país, creo que es sumamente importante que reconozcamos, como
ya dijimos, que el basamento de nuestras creaciones culturales ha sido
y será nuestra madre y padre naturaleza. Así hasta el nombre: e c u a d
o r, recuperaría realidad y simbología por estar situados en el centro pla-
netario y con una calidad imaginaria existente, viviente y de promesa.
Aprovechando nuestra localización espacial y asumiendo una
obligación con el planeta en este momento tan decisivo, los ecuatoria-
160 / Milton Cáceres

nos debemos proponer un manifiesto mundial en torno de los basa-


mentos de una nueva civilización.
¿Qué opina abuelo? Tal vez algunos calificarán a este nieto como
emisor de discursos líricos porque creo que en esta época denominada
de globalización, supuestamente no hay espacio ni legitimidad para la
crítica, para el ensayo ideológico, para la propuesta irreverente, hereje e
imaginativa y para la utopía.
Se ha dicho que estos tiempos son malos para la ideología. Sin
embargo, yo los encuentro sumamente abonados para ella porque sin
ideas ni el más burdo de los pragmatismos hubiese sido posible.
Decía abuelo, que aunque pienso que debemos continuar sabién-
donos Ecuador, su renovado contenido y calidad debiera ser el sentir-
nos pueblos hermanos, que aunque distintos, tengamos la obligación
histórica y moral de hermanarnos, más todavía si hemos venido cons-
truyéndonos en torno del Chimborazo.
El litoral costanero del Pacífico y sus islas, el subtrópico, los va-
lles, las hoyas y montañas serranas, y las selvas amazónicas; la biodiver-
sidad, el sistema de pisos ecológicos, los climas y microclimas, constru-
yéndose como verticalidades, horizontalidades y circularidades vienen
a ser parte de ese cerro que se constituye en matriz, referente, tutela y
símbolo de un espacio temporalidad basamento de culturas y socieda-
des cuya libre convergencia socio-política debe refundar lo que hemos
venido sintiendo como Ecuador.
Esta constatación y justificación ecológica de nuestro basamento
natural como país del presente y futuro tiene profundas raíces en la
consideración religiosa que todavía dan al Chimborazo nuestros her-
manos quichuas.
Esta espiritualidad medioambientalista como uno de los valores
y fundamentos del Ecuador que proponemos, tendría, consecuente-
mente hondas repercusiones en lo económico, en lo social, en lo políti-
co y en lo religioso, pues tendríamos que sentirlo y construirlo como
un todo integrado, diverso, recíproco, convergente, pero también espe-
cífico, propio e idéntico para que pueda ser considerado como parte de
la nueva universalidad.
Creo que de nuestros abuelos habría que aprender su actitud se-
rena, tranquila y pacienciosa frente a la vida, sabiendo y sintiendo que
somos caminantes en ella y que tenemos que convertirnos en alumnos
maestros para aprender, volcando todo ello en cada instante, a fin de no
El Cuento de la Fratria / 161

vivir de una manera general y rutinaria. Esta definición de vida puede


ser el resultado de una autodeterminación individual y social, de la he-
rencia de nuestros abuelos para quienes la vida era tomada como el
transcurrir de épocas de suficiente duración y profunda dedicación.
Todo tiene su tiempo y su dimensión...
El tiempo actual signado por su Pachacuti ha producido profun-
dos cambios y de nosotros depende que lo aprovechemos en beneficio
de una recuperación civilizatoria como la fuente que engloba todas las
actuales necesidades y demandas humanas. Si ya sabemos que vivimos
tiempos de cambio, creo que es de nuestro poder, aprovechar para im-
primir un contenido determinado. Ahí podría estar la dialéctica entre
el tiempo que vivimos y las posibilidades de ser sus sujetos.
De cualquier forma es la supervivencia general de los seres hu-
manos lo que está en peligro y ante eso, no cabe ninguna distracción
posible porque todos seremos víctimas de alguna manera. La amenaza
de la naturaleza, la conflictividad geopolítica y social, las carencias in-
tegrales de salud, los diferentes tipos de hastío, soledad y desesperanza,
las inseguridades, etc., nos empobrecen a todos con sus particulares
concreciones de orden social, económico y cultural.
Es el contenido de “desarrollo” y “progreso”, que nuestra actual
civilización les ha otorgado, lo que produce este empobrecimiento de
la humanidad por cuanto persiste en dominar a la naturaleza, en pre-
ferir el consumismo y la ganancia sobre la justa distribución, el como-
dismo y confort sobre la sencillez y naturalización de la calidad de la
vida, la consideración de que el pasado, lo salvaje, lo rústico es inferior,
frente a pensar que lo alcanzado en el siempre presente es lo perfecto
porque supuestamente es el futuro.
Los países y pueblos de cultura diferente a esta hegemonía han
sido tomados como exóticos, folclóricos, no modernos y por lo tanto
sub-desarrollados, haciéndonos entrar en la alocada carrera de correr
en las supuestas “vías del desarrollo”, es decir, en la copia simple de que-
rer ser como los países “desarrollados”, ingrata tarea en la cual hemos
ido desperdiciando gran energía vital, necesaria para impulsar nuestro
propio modelo histórico e intercultural. Como el maestro Simón Ro-
dríguez exigía cultivar la virtud de la originalidad, eso otorga mayor
sentido a las inmensas y admirables posibilidades de interculturalidad
y reciprocidad en una globalización que construya otra universalidad.
162 / Milton Cáceres

Dejando de hacer de esta manera, incluso hemos perdido capa-


cidad y lucidez para entablar relaciones con países de otra cultura y de
otro desarrollo y para establecer otra calidad de relaciones sociales en
nuestro propio país. Es feo y ridículo ver cómo nos apegamos a nues-
tras propias decadencias creyendo que son lo máximo y sentimos des-
confianza del cambio socio cultural, desestima y temor ante lo extraño
aportante. “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, es el
símbolo de este chovinismo y conservadurismo que se parapeta en el
miedo y la tozudez. Tiene igual contenido vergonzante y criminal que
aquel que niega lo propio por treinta monedas.
Querido abuelo Don Manuel Benjamín Carrión, el cuento de la
Fratria, el cuento que no es “puro cuento” sino cuento puro, cuento
obra, cuento creación, cuento palabra empeñada podría ser así:
Había... y van ha haber una vez más, unos seres humanos habi-
tantes del planeta madre Tierra que dicidieron organizar una fiesta de
la Sagrada Economía para agradecer y así reciprocar la generosidad de
la madre.
Nada raro ni ilegítimo fue que acudieran con sus diversas creati-
vidades, pues de hecho los pueblos raíz, aquellos que nos dan de comer
diariamente lo vienen haciendo. En el fondo de sus humanidades y ata-
víos de fiesta se trataba de ellos y ellas mismas, pero sus máscaras, co-
lorantes, polvos pretendían mostrar a otros seres, tal vez pasados, tal
vez venideros. El motivo de la fiesta mayor era y va ha ser tan podero-
so que sus pieles y culturas, sus olores y colores no deseen ser uno y
ninguno, sino varios y todos.
Entonces había un aire de importancia y así va ha seguir siendo,
por la presencia de la negritud y sus espíritus latentes para el ritmo de
la vida. Así mismo pasó y pasará con las galas hondas de los que expre-
san abierta y legítimamente una existencia de mezcla de culturas y así
sucedió y sucederá con el fasto cósmico que muestran los antiguos in-
dios de Abya Yala. No fue, y tal vez no será, demasiado lindo para ser
cierto, pues más bien se trataba de algo que exultaba propiedad a pesar
de la dificultad. Dicen y ojalá así lo dirán, que de ahí nació el sentido de
esa belleza.
No se abrieron campo a codazos ni a punta de palancas ni rue-
gos ni justificaciones, así como tampoco con complicados protocolos y
escritos, santo y señas oficiales.
El Cuento de la Fratria / 163

La expectativa por su presencia se debía, y deberá, a la legitimi-


dad, a la propiedad y a que a todos y todas hacían falta. Ahí había y ha-
brá un sitio, una actoría, una membresía para cada quien. Tan de fas-
tuosa y sagrada es la fiesta, y tranquilamente así podrá seguir siendo,
que se tendría que suprimir, antes de que la convocatoria se convierta
en tormenta, y los acudientes salgan despavoridos con alguna cojera.
Volver a vivir un año con el dolor y la ridiculez pública por la
mutilación, ya no lo querían soportar nunca más. Abriguemos abuelo
la esperanza de que ahora continúe así.
Porque acudieron mutilados, aprendieron que ello constituía un
motivo de complementación con el otro. Al principio, tal como hoy su-
cede, se alzaban orondos creyendo que cada uno era propio, completo,
absoluto y superior y aunque era su ignorancia lo que sustentaba esa
vanidad, educaban a sus renacientes con la loa a sus supuestas propie-
dades. Cuando el padre y madre les enseñó a mirarse a profundidad fue
cuando cayeron en cuenta de sus mutilaciones y virtudes. Así será, y así
dicen que fue, que las convocatorias a la fiesta mayor ya no solo eran
para agradecer por unas generosidades, sino por la más de ellas: la cu-
ra de las mutilaciones de unos-unas-todos, con las riquezas de los
otros-todos y todas. Así llegaron a comprender porqué Serrat cantaba
“Lo común me reconforta, lo distinto me estimula”.
Se untaban con perfumes, pero también con suciedades, pues
con los unos buscan un anhelo y con las otras, una huida. Con los unos
y con las otras, una promesa de aprender a distinguir, a saberse pen-
dientes, en riesgo, en posibilidad, búsqueda, necesidad...
Y así fue que aprendieron a sentir la necesidad del agua. Dejan-
do que esa madre corriera y penetrara por todo el espacio del cuerpo,
se sentían limpiados, con vida, con sentidos. Comenzaron así por re-
apoderarse de su cuerpo. Igual fuerza supieron cuando lo hicieron con
el barro, con sus comidas de fiesta, con el aguasangre de los animales
sacrificados, con los licores y las hierbas que trastocaban la lógica de
textura rutinaria. Entonces los cuerpos colorados y embriagados por
los diversos inventos traídos con buena pompa a la magna ocasión, se
irguieron, se cimbrearon, vibraron y así bailaron encima de la propia
madre padre. Negreando, cobreando y bronceando, devolvieron la dig-
nidad a lo blanco y solo así se permitieron blanquearse.
Tierra padre-madre, agua madre-padre, comida padre-madre,
fiesta madre-padre, vida padre-madre, tiempo espacio madre-padre
164 / Milton Cáceres

nos darán otra oportunidad de danzar por el gusto de tener la posibi-


lidad de ser enteros.
Pero sucedió que en esa fiesta mayor celebrada en el umbral del
nuevo tiempo y espacio, ellos y ellas con sus texturas a cuestas decidie-
ron darle otro fondo por la imperiosa necesidad de seguir sintiendo la
energía liberada-compartida, por todo el año. De entre ellos escogieron
taita y mama humanos para que por sus testimonios vigilen y sean
puente directo con los grandes, mientras duren los tres días de la fiesta
mayor. Ellos escogieron sus atuendos y se los pusieron al revés, sus más-
caras les fueron colocadas en la nuca, mientras que sus mejillas les fue-
ron pintadas una blanca y otra roja.
Revolcando en el lodo, untándose el cuerpo, vociferando insul-
tos, burlándose y haciendo muecas maldijeron el mal año y entre bai-
les y bulla, entre gritos y músicas, se encaminaron a la pila mayor para
que padre y madre sean bañados primero antes de ejercer la legitimi-
dad construyente.
A empujones fueron llevados, y solo cuando gritaron por el agua
real que los mojaba, se otorgaron otra calidad: la expresión de autori-
dad y respeto por el agua derramada en sus cuerpos. Tomaron su bas-
tón de mando y haciendo a un lado a las autoridades de rutina, carga-
ron saquitos de cebada, trigo, maíz, atados de pumín, ajo macho y hem-
bra, izhpingo, arrayán y canela; hileras de duraznos, higos, limones y
membrillos; cargas de panelas, y un pondo de chicha y untando sus ca-
ras con harinas, fueron de casa en casa, de barrio en barrio, de comu-
nidad en comunidad, de ciudad en ciudad invitando a las gentes a apre-
tar el paso para acudir a la fiesta de todas las reciprocidades. Fueron un-
tados con dulce délfica y con picadillo de papel y los invitaron a subir
a una tarima en donde, junto a los poderosos defenestrados, recibieron
la burla de todos como queriéndonos decir que el poder es ridículo y
causa risa si se le rinde culto porque jamás puede ser tomado con ido-
latría, con vanagloria, prepotencia, como una cosa por encima de lo
humano y social. Era digno de ver y oler el apestoso lodo podrido que
se escurría por entre las costuras de los atavíos y las calles, cual corrup-
ción desalojada por las aguas sagradas.
Llegó entonces la hora de sacar a relucir poniendo a considera-
ción de propios y extraños, el pensamiento crítico expresado en verso,
las obras plásticas místicamente preparadas durante el año entero, los
El Cuento de la Fratria / 165

conciertos de todo género musical, la creación escénica fundida en la


intimidad de la fiesta y los juegos.
Así dio comienzo la ceremonia de la gran carcajada social en-
frente de los defenestrados poderosos rutinarios y de los taitas, a quie-
nes se los señalaba con el dedo, se los hacía oír sonidos y palabras ridi-
culizantes, se remedaba sus declaraciones públicas y sus costumbres
privadas, y en una gran pira alimentada por cartas de condena y exi-
gencia, se procedió a incinerar el Registro Oficial, la alfombra roja, las
cartas de mala intención. Repentinamente este fuego cambió porque
taita y mama comenzaron a quemar hierbas que endulzaron el aire cir-
cundante y luego viraron sus ropas.
Es que solo sensibilizada la concurrencia podría comprender,
participar y hacerse dueña de su fiesta, hacer y contar su cuento.
Quitados de en medio los poderosos de turno “malo por conoci-
do” y malo por ser de turno, taita y mama proclamaron el contraban-
do, la desobediencia esperada, la orden del fin del desorden, el auto-
mandato de cada mío y mía, el decreto de poner al mundo al revés, la
“prohibición de prohibir”, la abolición de conflictos por la sagrada fra-
ternidad de distintos, la orden de incinerar las leyes de todo el año, la
orden de poner en duda todo pago inmoral e inhumano, la ley de or-
ganizar la minga general para la agricultura sana y el plantío propio, el
real decreto para declarar a la ortiga y a la ruda como hierbas símbolos
de la transparencia y al palo santo como olor consejero de tranquilidad,
el inicio de que los adultos oigamos por una hora diaria a los niños y jó-
venes, el consenso ciudadano para autoprohibición de ver, leer u oír
mensajes que denigren cualquier dignidad.
Tenían tres suficientes días para iniciar la implementación del
nuevo Cuento de la Patria, la otra calidad de vida paralela a la oficial. Y
Francisco vigilaba...
En fin, en sus manos agitaban, y seguro que así lo seguirán ha-
ciendo, un libro que según dijeron, guardaba todos los cuentos del
mundo recopilados de labios de todos los abuelos venidos desde los
más íntimos y lejanos confines.
Apresurándose a iniciar el autoejercicio del Poder, sin pedir per-
miso a nadie y solo contando con el más de los solemnes silencios de
todos los dueños del festejo mayor, que para los abuelos sonaba a or-
den, cantaron a grandes voces los versos de los infatigables.
166 / Milton Cáceres

“...porque el que ama a un imposible


es amante verdadero”
mas tu Amor será imbatible
si te entregas por entero

pues si quieres un posible


no tendrás paso certero
y verás cuán harto noble
es el Amor verdadero

Y contando con la presencia y permiso de todos y todas los abue-


los, en especial de usted gran abuelo cuentista Benjamín y de todos
nuestros y nuestras cuentistas, se procedió a leer este Cuento de la Fra-
tria, resolviendo así la obra de una nueva construcción. Francisco tam-
bién leía. A turno se leían, entre ellos se leían y mientras uno leía, otro
hacía cerámica, otro pintaba, otra cantaba, todos contaban y a turno,
escribían. Deliciosos chihuiles y chumales, chocolates, buena agua de
higo con limón, canelazo y guayuza, cocadas y nogadas compartían.
Los acuerdos para constituir los cimientos de la gran casa del
Cuento de la Fratria, el nuevo Cuento de la Patria fueron, y ojalá así lo
puedan seguir siendo, asumidos para una directa e inmediata aplica-
ción legítima tanto como seres humanos cuanto como ciudadanos cu-
yas familias podrían enlazar y tejer una red de testimonios y reciproci-
dades como base y expresión de otro poder para construir un orden ci-
vilizatorio de la madre tierra. Francisco y Martín sonreían...
Por eso y ante la voluntad de integración de las identidades en
donde todos y todas resultamos ser pueblos escogidos, podremos resol-
ver hacer por nuestra libre voluntad y soberanía, un camino -no una
receta- en donde seamos caminantes y aprendices de:
Una calidad de economía -es decir del tratamiento de los asun-
tos de la gran casa planetaria- correspondiente recíprocamente con una
noción de desarrollo y progreso radicalmente distinta a la que nos for-
za actualmente, debe tener basamento en una espiritualidad ecológica
pacha mama para la autodeterminación de otra calidad civilizatoria de
vida: el orden ético integral, intercultural y comunitario madre tierra.
Nosotros, nuestros pueblos, culturas y sociedades, son tiempo espacio,
padre y madre. Ahora mismo y a pesar de tan inmensa explotación y
opresión, ellos vienen viviendo y dando vida, comiendo y dándonos de
El Cuento de la Fratria / 167

comer. Contar con su sabiduría, su producción, con su laboriosidad y


con su resistencia es una piedra fundamental para un cimiento firme
de lo que tenemos que ser y aprender.
Una economía no como valor privado individualista, ni siquiera
público -lamentablemente ahora confundido como estatal- sino más
bien social y humano.
Producción integral, es decir no solo material, que parta de que
la naturaleza y toda forma de vida son sagrados y no recursos dispues-
tos a órdenes de los seres humanos, sus ordenamientos sociales y sus
sistemas civilizatorios. Este sería un basamento ético con respecto a la
vida humana y la naturaleza sin lo cual ya no es dable ni esta ni una
nueva civilización. Los grandes pensadores, los creadores, los filósofos,
los ilustrados que aportaron singularmente para el progreso de esta
otrora gloriosa civilización se avergonzarían de las muecas, distorsio-
nes, decrepitudes y farsas en las que ha devenido. “Las cosas repentina-
mente privadas del sentido que se les supone, del lugar que tienen asig-
nado en el pretendido orden del mundo, provocan nuestra risa”, dice
Milán Kundera.
Si de veras fueron ilustrados y sobre todo, filósofos, entonces da-
rían la razón a quienes ya han criticado su arrogante unilateralidad y a
quienes ya están creando alternativas globales a su sistema. Su amor
por Sofía tiene que actualizarse y completarse para que sea amor ple-
no. No podemos respetar la razón de la sinrazón, la razón de la irracio-
nalidad del dominio, de las opresiones, las intolerancias y los discríme-
nes. Nuestros imaginarios y nuestras culturas son otras Sofías y a su ra-
zón se llega por sus diversos caminos del amor y la discrepancia.
Así comprenderemos que podemos hermanar al gato con el ra-
tón, al cóndor con el águila, a la cabeza con el corazón.
Esta reflexión y sensación resulta importante como marco per-
manente y planetario para guiar cada acción con el fin de no caer en
exclusivismos, vanguardismos, falsas alternativas, reduccionismos,
unilateralidades y aislamientos. Esta también es una globalización y
quizá es la que más nos conviene porque en ella podemos ser sujetos y
no subordinados, actores y no espectadores. Entonces llegó el tiempo y
el espacio para la desobediencia y la insumisión.
Cada vez es más grande la globalización de la sospecha de que al-
go básico falla en el actual orden racionalista, el super Estado y el gran
mercado. Es una degeneración o por lo menos una aberración el hecho
168 / Milton Cáceres

de que este orden civilizatorio ya no tenga como objetivo el bienestar de


la humanidad sino la tranquilidad de la bolsa, las tasas, los precios y las
estabilidades macro y micro políticas que buscan una mejor viabiliza-
ción de la usura internacional que es en lo que ha devenido la economía.
Esa es la noción y razón de ser de la actual civilización, situación
por la cual, no podemos operar cambios aislados y formales. Todo
cambio que pretendamos hacer en la intimidad del hogar, de las perso-
nas, las “localidades”, de las culturas y las sociedades, tienen que alcan-
zar profundidad civilizatoria tanto por su calidad cuanto por tener que
entretejernos en una red de muestras, expresiones y testimonios. El
mundo ya no es lo que está en el extranjero. El mundo somos cada uno,
cada sociedad, cada región y cada cultura. Lo que hagamos o dejemos
de hacer en nuestra localidad, tiene dimensión planetaria igual que lo
que suceda en el Lejano Oriente o el extremo Occidente.
Libertad, fraternidad e igualdad principios manoseados y vacia-
dos, como simple ficción y formalidad para liquidar la más mínima no-
ción de ciudadanía y civilidad. El progreso como expresión de acumu-
lación privada, ecocidio y corrupción mundial. La sinrazón de la razón
de Estado, como amenaza de la crítica, la creatividad, el placer y la feli-
cidad, son antivalores de la otra globalización que tienen que ser pro-
fundamente criticados y reemplazados.
Que tome de la naturaleza lo que le puede y tiene que devolver: la
base de todo el sistema productivo de reciprocidades que ya no sea el
productivismo desarrollista convertido en el supremo fin por encima
del bienestar humano y de la naturaleza respetados como válidos, solo
si son rentables u obstáculos, si no sostienen sus tasas de ganancia.
Producción suficiente para el sostenimiento tanto de la naturale-
za y las sociedades y de todas las formas de intercambio recíproco con
otras.
Sistema productivo que enfrente la contradicción existente entre
ética y desarrollo científico económico, entre naturaleza y artificialidad,
entre miseria del empobrecimiento y miseria de la abundancia, entre lo
privado acumulador y lo privado como libre producción y creación so-
cial no depredadora.
Producción que guarde todas las condiciones de una calidad no
atentatoria con la salud y que no aliente el consumismo, el carácter
suntuario ni la miseria del derroche ni la miseria del hambre, bajo el
principio de que se trata de crear una calidad digna, de vida.
El Cuento de la Fratria / 169

Francisco asentía con Nunkui...


Producción cuya calidad sea una garantía del beneficio directo
de la energía de la naturaleza como base ética de otra calidad de vida y
salud. Su impulso significa asumir una comprensión de competencia
de valores integrales, con respecto al sistema productivo ecocida y mer-
cantilista y su respectiva noción de salud y vida.
Francisco cantaba...
Sistema que aliente a que todos seamos productores agrícolas di-
rectos, y creadores de nuevas formas y calidades tanto para el autocon-
sumo cuanto para el intercambio recíproco. Productores de formas, ca-
lidades, sensibilidades, bellezas, composiciones, valores.
Producción que no se ubique por encima, ni en antagonismo
respecto de las otras actividades creadoras del ser humano.
Sistema sustentado en la libre concurrencia de redes de recipro-
cidades asociadas en la base misma de las sociedades, no sujetas a nin-
guna restricción ni tutela y orientadas por la libertad de conciencia que
procuren estos principios para ser alternativa a la inhumana y ecocida
sostenibilidad del actual sistema productivista globalizador. Una eco-
munidad y eco-comunidad.
Socialidad tiene que ser un libre acuerdo de seres humanos tes-
timoniantes de construcciones de nueva civilización en cualquiera de
los ámbitos y en donde el poder sea la voluntad de la ética convergen-
te. El símbolo podría ser ambas manos levantadas y la construcción de
pequeños pero profundos espacios comunitarios que los asumamos
como semillas o anticipos de la nueva civilización, sobre todo por su
ejercicio vital.
Tendremos que operar rupturas individuales y colectivas para
impedir todo dominio, su aceptación y el pragmatismo cotidiano va-
namente elevado a una condición de praxis. Estas pequeñas-grandes
revoluciones constituyen la puerta de entrada para el ejercicio del otro
poder en las íntimas y básicas nuevas civilizaciones. Lo que puede guiar
su impulso es el ejercicio de la satisfacción libertaria de ser disidentes de
la actual civilización en sus antivalores idolatrizados, soberbios y... fran-
camente absurdos que nos tienen maniatados. En cambio, la riqueza y
soberanía de una renovada relación de socialidad se basaría en su auto-
nomía para practicar la justicia social, la equidad de géneros, la toleran-
cia étnica, de género y generacional, de opciones personales la intercul-
turalidad, la fraternidad entre localidades, regiones y procedencias y la
170 / Milton Cáceres

recuperación de la armónica relación entre seres humanos y madre na-


turaleza. Solo la opresión y sus diversas expresiones es intolerable. La es-
piritualidad sería la posibilidad de ecumenismo a fin de dejar atrás la
vergüenza de los sectarismos religiosos y el desperdicio de la sagrada
energía cósmica, vital para toda creación y producción de una distinta
noción de desarrollo.
Ahora bien querido abuelo Benjamín, la base alimentaria y su
distribución, es la más urgente de las acciones a cumplir dado el peso
de la globalización productivista, ecocida y depredadora del ser huma-
no y porque es aquí en donde reside la testificación de que entramos
con pie firme o no, a la construcción de esa nueva civilización. Si la ali-
mentación se torna sagrada -como en verdad todo tiene que recuperar-
se así- entonces su cultivo tendrá que ser no ecocida; en tanto que su
integración a nuestro cuerpo, cuando comemos, se transformará en un
proceso de armonización, prevención y sanación. Pero para que ello sea
una realidad tiene que haber verdad, “tiene que haber ética en la pro-
ducción limpia”, dicen mis compadres Goyo y Carmita, lo cual nueva-
mente nos remite a ser limpios como ciudadanos y seres humanos, si
queremos hacer cambios.
La solidaridad y reciprocidad serán una expresión de esta nu-
triente riqueza alimentaria y saludable.
Imaginémonos el papel que debería desempeñar la preparación
de la comida, de los comensales y del acto de comer en otro tipo de vi-
talidad. Sin embargo, ello nos exigiría saber que alimentarnos integra-
rá también la contemplación, el ayuno como purificación integral, la
detención para respirar, la práctica apropiada de combinaciones de ali-
mentos, de sentimiento de gratitud para crearnos un buen ambiente
humano alimenticio. ¡Ah la comida de los abuelos!
Esto nos remitirá a la gratitud con la naturaleza, a la recupera-
ción de la importancia de la cocina como preparación de alimentos y
como arquitectura y... de ahí, a los demás espacios y territorialidades
personales, familiares y comunitarios, en donde el gusto por la senci-
llez, la creatividad artística, recobran su grandeza y valor.
Actitud no de enseñanza sino de aprendizaje para que manten-
gamos abierta la inteligencia y el corazón hacia la comprensión y cons-
trucción de los conocimientos; y para que su acceso sea un patrimonio
de todos para que así también seamos actores de las transformaciones,
los descubrimientos, las invenciones y las profundizaciones que tienen
El Cuento de la Fratria / 171

que ser otras señales básicas de un planeta fratria y de un renovado hu-


manismo civilizatorio. Tenemos que alcanzar otro poder y prestigio por
el conocimiento y la sabiduría siguiendo todas las vías que nuestras ri-
cas culturas nos presentan viéndolas únicamente como diferentes y en-
tre las cuales necesitamos construir puentes. Entonces demos un primer
paso en el camino de convertirnos en aprendices para construir otro
fondo para nuestra humanidad. Aprendamos a ser nuevos desde un to-
do integral hacia un todo integral, tomando como guía la oscuridad de
la actual generalizada decadencia, para construir cada claridad.
Libre y perseverante esfuerzo para escaparnos diariamente hacia
los espacios de la energía sagrada para conseguir el favor de su fuerza y
tranquilidad. No aislarnos de este mundo. Estar en este mundo para sa-
lir de él, construyendo otro.
Porque por debajo del país que históricamente decae, existe un
país de otros valores, laborioso, alegre, digno, que ha puesto ya los ma-
teriales indispensables para la renovación integral de su construcción.
Hace falta que algunas reflexiones, sensibilidades, conocimientos y de-
más creaciones, concuerden para poder narrar, es decir vivir este nue-
vo cuento, ahora como Fratria. Ya se romperá el domo que nos repri-
me y erupcionará la diversidad de creatividades.
Este debajo, que no quiere decir que es oculto u oscuro, sino que
es entéramente nuestro, legitimísimo y cotidiano, es la fuerza y el espa-
cio en donde podemos ejercer nuestro poder soberano. Todas estas re-
novaciones pueden comenzar en nuestra intimidad personal y familiar
y así relacionar a barrios y comunidades. Sin embargo, la tradicional y
vieja experiencia y sabiduría de estas legitimidades ha adelantado esta
alternativa desde mucho tiempo atrás, por lo que hay que conocerla y
seguramente habrá que desarrollarla, transformarla, interculturalizar y
socializar.
Ofrecernos a nosotros y nosotras mismas una nueva calidad de
vida tanto como socialidad, ciudadanía y país requiere que profundi-
cemos y reinstalemos nuestras formas tradicionales y propias de comu-
nicación humana en lo individual, familiar, social e intercultural. Mu-
cha energía recreativa nos procuraremos si renovamos nuestra comu-
nicación espiritual y con la naturaleza reasumiéndola como madre. Es-
ta, nuestra versión y vitalización de comunicación, transferirá y reci-
procará valores, conocimientos, experiencias entre nosotros y median-
te nuestros migrantes, proponerlos al mundo, en estas catacumbas
172 / Milton Cáceres

abiertas que pugnan por salir, por erupcionar invitativamente en una


nueva socialidad, país y universalidad. Esto apunta en varias direccio-
nes, pues asumirá directamente la exigencia de una buena calidad de
educación, de una criticidad frente a la masividad informativa y con
respecto a la verdadera enajenación a la que nos someten los confesio-
nalismos, los ortodoxismos y los fanatismos de toda especie. Los espa-
cios humanos tendrán que recrearse, así la familia, la organización y
movilidad social, la expresión artística, la espiritualidad y la educación
recuperándolas de manos de sus captores. Esa es consecuentemente la
otra calidad y garantía para abordar la construcción y sostenibilidad de
la vida y su salud.
¿Eso será nuestra versión de desarrollo y nueva edad? ¿Por qué no
creemos que podemos construirlos como aportes propios?
¿Por qué desperdiciar el tiempo que vivimos, en bagatelas, en su-
perficialidades, en trivialidades, en vanidades, en complicidades insanas,
en taponamientos de nuestras capacidades individuales y sociales? Cada
vez veo abuelo Benjamín la urgencia de hacernos una sociedad desde
nuestras culturas, un país de las culturas, una vitalidad de la intercultu-
ralidad y una relación mutuamente correspondiente entre la vitalidad
de un nuevo desarrollo y una reculturización. Ahí cobran una verdade-
ra autoridad el conocimiento y mantenimiento de los equilibrios, de las
armonías, pero en manos de quienes tengan derecho a esa autoridad.
Esto incidirá directamente en la construcción de una realidad bá-
sica y vital de democracia: no funcionamos desde las costosísimas y
meramente formales órdenes de plumazo provenientes de las cúpulas.
Vida y democracia tendrán que corresponderse y revolucionarse. Con-
tando con la garantía de esta construcción básica, estaremos en condi-
ciones, en el derecho y la obligación de levantar las superestructuras co-
rrespondientes.
Pero una democracia hecha a la medida y calidad de nuestro
tiempo y condiciones será el fruto de nuestra consulta. Tendremos que
recorrer nuestros caminos, nuestras vitalidades íntimas, la geografía so-
cial y pluricultural para conversar, escuchar, aprender y poder elaborar
el acuerdo como materia prima de la nueva democracia y el Cuento de
la Fratria. Mi recordado amigo Josetxu dice que hay que “escuchar, es-
cuchar mucho, escuchar siempre”.
No necesitamos ir al punto de llegada del Gran Río sino prime-
ro al punto donde nacen sus afluentes, no al techo sino primero al ci-
El Cuento de la Fratria / 173

miento, no a la redacción final, primero a las palabras fundacionales,


no primero la resolución sino la Consulta, porque como dicen las to-
quilleras en Sigsig, “El comienzo y el remate es el alma del sombrero”.

Agazapado en su hipocresía, el poderoso defenestrado poderoso es-


peró que se acabara el plazo de los tres días del patas arriba, para recupe-
rar su bastón, ordenador y sumillador.
Pretendió lograrlo y hasta creyó que lo consiguió cuando vio desde
su despacho maloliente, las calles vacías, las insignias descoloridas y los olo-
res desmayados del ritual festivo del poder de la gente como tú, tú y tú y yo.
Con un suspiro de alivio comenzó a despojarse del disfraz que es. Su
oído experto en la sospecha, percibió desde lo profundo, como van a ser las
buenas y duraderas cosas y épocas en este nuevo Cuento de la Humani-
dad cuando se levanten otra vez los colores, olores y sonidos con el taita
Dioniso y su amada que regresen.
Con razón el I Ching en el Dictamen de La Espera decía, luego de
que la gente detenida en profunda contemplación terminara de arrojar los
estambres de milenrama con gran reverencia:

La Espera:
Si eres veraz, tendrás luz y éxito
La perseverancia trae ventura
Es propicio atravesar las grandes aguas.

Ahora venían cantando que todo el año es Carnaval y que la vida


es Carnaval. El poderoso entonces, se quedó haciendo girar pesadamente
su máquina de la rutina, y viendo que los días pasaban con un gris pega-
joso que engrasaba al tosco fierro del sufrimiento y la injusticia, quiso sen-
tir la caricia de la madre agua, pero la vida ya se había elevado al nivel
del sagrado mito de la existencia renovada que este cuento recogió y que
Simone y mis nietos lo contarán. Yo sé que sin ser poderoso, tengo poder.
Ya es el tiempo de que sea un espacio sagrado. Yo tengo la obligación de
hacerlo así para sentir también la caricia de mi madre. Entonces mi dere-
cho será completo y así veré mejor la vida que renace...
Abuelo, abuela... abuelos.

En S. Pablo
de Tenta, agosto del 2000
POSDATA
El Cuento de la Fratria / 177

Queridos abuelos y abuelas, contadores de cuentos, no puedo


despedirme sin antes contarles lo que constituyen los últimos sucesos
que muestran la decadencia de esta calidad de democracia.
El sistema político traspasado de corrupción e ilegitimidad pero
acorazado en su Carondelet solitario prepotente, incapaz, ineficiente e
indolente, ha dejado derramar combustible en el mar de Galápagos.
No ha hecho nada en favor de la realidad social de los hermanos mi-
grantes, no ha hecho nada para encarar verdaderamente la corrup-
ción, ha reafirmado su lealtad con un sistema económico devorador
del ser humano y de la naturaleza que ni siquiera es eficiente peor com-
petitivo, no ha castigado a los banqueros estruchantes del dinero social,
ha obedecido sumisamente las órdenes de las “cartas de mala inten-
sión” de la gobernabilidad fondomonetarista. Con la ratificación de la
entrega de la base de Manta nos ha involucrado en el Plan contra Co-
lombia, ha dado un tratamiento de querosén a la íntima, delicada y res-
petable problemática humano-social de millones de ecuatorianos. La
antigua y espesa pompa con la que se proclamaban las órdenes del Es-
tado sobre la sociedad en la época de su esplendor, ahora deslucida,
desteñida, chueca, verdaderamente ridícula, sirve para caminar de ro-
dillas y recibir la super global Orden del Hambre e imponerla a la so-
ciedad. Esta es la descripción de los que tienen la culpa de lo que está
sucediendo en el país. El cinismo, la provocación. Es la barbarie enfren-
tada a la civilización que pugna por nacer.
El pueblo indígena se ha levantado nuevamente para ortigar al
sistema arrogante. Los ponchos y las lanzas salvajes enfrentando a la
barbarie neoliberal. La estupefacción del resto de la sociedad, la inexis-
tencia de pensamiento y alternabilidad orgánico-social, la tontera he-
cho Estado, la reacción racista, la inteligencia sin Cuento de la Patria, la
fe sin resurrección. Las groseras pintas de que Al Baro El Avaro y su
guía nos van a salvar.
Son más o menos las 9 de la noche y el Gobierno del Real Cír-
culo Vicioso Anual dirigido por un colega profesor universitario decla-
ra el estado de emergencia cubriéndose de vergüenza ante millones de
seres humanos tratados como invisibles, desechados, deprimidos, sub-
versivos y objetos de limosna. Obtiene así la peor calificación en el exa-
men de conducción de la más importante empresa humana: la empre-
sa vital de los ecuatorianos. El nuevo levantamiento indígena represen-
ta la realidad del Ecuador con su riqueza de valores pero también con
178 / Milton Cáceres

su empobrecimiento. Ojalá abuelos esto sea la re-fundación de la otra


Casa de las Culturas, mas no el aislamiento, el sacrificio, sino la aper-
tura hacia el nuevo espectro social que está creciendo, pues nuestra dig-
nidad repudia esta gobernabilidad. Es que ya no es un asunto solo de
los empobrecidos sino de una cada vez más amplia socialidad que ha
estado naciendo, más allá de los gremialismos, los muros, las ideas ya
no aclaradoras, la simpleza de analizar al país solo con los códigos “de
izquierda” o “de derecha” sin comprender el fondo y los cambios en la
calidad de las revoluciones que se van a presentar en el mundo. Solo las
posiciones y acciones cerradas, y especialmente todas aquellas que si-
guen y quieren seguir cometiendo crímenes en contra de esta bien ga-
nada dignidad de los ecuatorianos, no querrán estar en esta Alianza de
la Fratria y por la Fratria. Por eso es que tenemos la obligación de rede-
finir nuestra civilidad, nuestra socialidad por cuanto ya no podemos
clamar por un nuevo país con ideas y organicidades socio populares y
políticas aprisionadas en el Muro que también corrompe e impide
nuestro desencadenamiento.
Ha sido esa tácita alianza por la dignidad, que tiene que explici-
tarse como tal, quien ha repudiado a los últimos gobiernos, con lo cual
advertimos otras perspectivas para enfrentar a quienes se están frotan-
do las manos pretendiendo iniciar la campaña electoral por la presi-
dencia con los mismos objetivos y con las mismas triquiñuelas usadas
para pisotear la sagrada voluntad del voto. Entonces la Alianza por la
Dignidad de la Fratria, ya no sólo tácita sino deliberada, es el motor de
la rebelión de la ciudadanía.
Son más de las nueve de la noche y escribo a mis abuelos. Escri-
bo solo con mis tormentos. Siento miedo de la democracia neoliberal
por la posibilidad de que con su decreto de emergencia entre a mi ca-
sa. Con un Pinochet decrépito agoniza la dictadura, pero se fortalece la
amenaza de la emergencia legalmente inhumana hasta que la ley sea
para el hombre.
He sugerido que el movimiento indígena rompa el diálogo si los
eficaces funcionarios del círculo del poder vicioso montan trampas
con caramelos para seguir arranchándonos nuestros oros a cambio de
sus espejos mentirosos, los bonos miserables, las cocinas de querosén,
el dinero fácil y envenenado y las declaraciones adulonas. Es preferible
retirarse rechazándoles pero sin arriar las banderas, pues hay que sen-
tar un buen precedente que simbolice los grandes cambios que vamos
El Cuento de la Fratria / 179

a ejecutar en unidad intercultural y social. Nos hace falta una lección


moral para detener a quienes buscan que nadie crea en nadie para que
se desate la guerra civil regional, el canibalismo étnico, la violencia y el
militarismo de lo civil.
Como ser humano Milton, como ciudadano Cáceres siento en
mi cuerpo, como mi primer y único territorio soberano, el golpe con el
que se me impide mi legitimidad ciudadana; y como somos miles y mi-
llones los suprimidos, los excluidos, compruebo que no existe demo-
cracia, porque los asuntos que sus poderosos tratan me resulta extra-
ño, ajeno, amenazante, por lo cual resulta riesgoso invertir en la vida,
establecer ocios y negocios lícitos. Veo imposible e inútil una competi-
tividad leal, la eficacia, incluso la modernización. Quién va ha querer
hacer tratos con un sistema político que chorrea corrupción y que en-
cima es prepotente, cínico, provocador, enemigo de su propia pobla-
ción.
A la hora del decreto de emergencia con el que el cancerbero
muestra sus colmillos a la sociedad, miles de niños se veían obligados
a no soñar por causa del hambre, cientos de jóvenes y bellas mujeres,
se disponían a entregar sus sagrados cuerpos a la prostitución, miles de
hermanos migrantes en Europa y Nueva York, repasaban sus añoran-
zas queridas, miles de enfermos sentían agravadas sus dolencias, mien-
tras los funcionarios de la política dominante alistaban sus hábiles for-
malidades para el pronunciamiento público, los banqueros cambiaban
de comodidad, los ricos brindaban por la represión ordenada, pero el
velo del templo se rasgaba de arriba abajo en señal de que el padre -ma-
dre Dios había escuchado nuestros lamentos.
De aquí resultan varias inquietudes que pueden desbrozar el ca-
mino para inventar un sistema socio-político que sacralice la vida, co-
mo política económica de Estado. Dadas las profundas y diferentes rea-
lidades integrales que laten vitalmente en nuestra territorialidad ¿nos
conviene, nos podrá representar y nos es apropiada una democracia de
calidad liberal, neoliberal, criolla, modernizada si su contenido obliga-
toriamente no puede ser democrático, le estorba la ciudadanía, tiene
una institucionalidad como una cáscara falsa pero poderosa para im-
pedir una actitud política de la ciudadanía? ¿Cómo y con qué conteni-
do creamos un sistema que no enajene nuestro mandato político ciu-
dadano? ¿Cómo revertimos la enemistad entre politicidad, civilidad,
socialidad e identidad? ¿Cuál es el imaginario y cómo lo hacemos ma-
180 / Milton Cáceres

queta para darnos un espacio en donde las etnoculturalidades no sean


diluidas, absorbidas, como tampoco beligerantes, ni cautivas para caer
en la trampa del enfrentamiento, del racismo y etnicismo? ¿Podríamos
hacer un esfuerzo para reconocernos, mirarnos y escucharnos y quizá
saber las cosas en las que estamos de acuerdo todas y todos?
Pero redefinir la política, es redefinir lo que denominamos la re-
presentatividad, la participación, la elegibilidad, la civilidad, la ciuda-
danía, la diferencia entre democracia y Estado, sus ámbitos, sus prerro-
gativas, sus prohibiciones, el control de la calidad por parte nuestra. Tal
como es nuestro derecho protestar y repudiar ante un mal servicio, un
mal producto, por una ineficacia, una negligencia, por un engaño, da-
ño o dolo etc., así tenemos que proceder ante la pésima calidad de de-
mocracia y en vez de seguir siendo meros consumidores de sus hechos,
deberíamos transformarnos en productores de renovaciones.
Esa es la legitimidad, la urgencia y la viabilidad de una rebelión
de la ciudadanía que supere los golpismos, los simples recambios pala-
ciegos, de partidarios y personajes nefastos y ególatras y que asuma un
cambio integral, que exhorte y persuada libertariamente con otros sím-
bolos, imaginarios, artes, discursos, palabras de cuentos creadores co-
mo hemos vivido “Nuestro Pan” del abuelo Enrique, grandemente ín-
timo y familiar como el Matapalo del abuelo José; rebelde como la san-
gre y el agua haciendo rebalsar a “Las Cruces..” del justiciero Don Joa-
quín; la presencia del abuelo “Don Goyo”, la historia elevada a novela
en “El Espadachín...” , esperando ver llegar a “..Todos los trenes del
mundo”, trayendo cuentos, familias, personajes montubios, indios y
negros. Don Adalberto haciéndonos vivir con “Juyungo”, y el abuelo
Pablo dejándonos boquiabiertos con “Un Hombre Muerto a Punta-
piés” que ahora llevó a la pantalla el Tío Pedro. El abuelo Luis, esperan-
do que contestemos al perfume de “A la Costa”, desde las promesas de
la Sierra, la Amazonia y las Islas. Necesitamos volver a Yangana para re-
cobrarnos y alimentarnos de nuestros jóvenes cuentistas que imaginan
una Fratria para no volver a encender Hogueras Bárbaras como nos
cuenta Don Alfredo ni a entristecer la vida de nadie como nos cuenta
Don Jorge en “Huasipungo”. Así como en estos cuentos, que nos dan
tanto orgullo, nos reconoceremos y nos sabremos hermanos y herma-
nas para repudiar el tan manoseado y criminal fratricidio étnico, repu-
dio y llamado de la sangre que es uno de los argumentos y componen-
tes de ser Fratria como el nuevo mito de “La Tierra Sin Mal” que en tan-
El Cuento de la Fratria / 181

tas creaciones nos han contado todas las hermanas culturas indígenas,
mientras nuestros negros hablando con los Orishas y cuidándose del
Riviel nos enseñan su civilización de la vida de la selva y el mar.
Una rebelión que rehaga nuestra humanidad y sea una expre-
sión de ciudadanía en Nuevos Cuentos Fundacionales, exige que haga-
mos y hablemos deliberadamente de política en la intimidad cotidiana,
que se renueve la movilización y organicidad social que es en donde
tiene que darse una alianza con el movimiento indígena y con todos los
espacios de ciudadanía renovativa del sistema político. La rebelión de
la ciudadanía con la riqueza de su nueva socialidad e interculturalidad,
protestando por la pésima calidad del producto sistema político, debe-
ría aplicar desde ya un programa de reformas en la producción, en el
sistema político y judicial, en la atención no paternalista ni politiquera
de lo social, en la aplicación de medidas limpiadoras para financiar la
reforma y una consiguiente reactivación global del país sin matar el
momento histórico corrompiendo el voto, subordinando la valía inte-
gral de los ciudadanos seres humanos. Pero el asunto fundamental del
que en buena medida depende esta rebelión es la decisión de superar el
crimen de propalar e imponer antivalores en la educación y en la co-
municación convirtiendo a sus trabajadores, como dice el gran abuelo
Simón Rodríguez, en “unos pobres dependientes o ayos mal pagados,
especies de bocinas que suenan como los soplan: su oficio es, engañar
muchachos por orden de sus padres” y por decisión del sistema políti-
co que no solo es corrupto sino corruptor. Entonces “la política de la
República, en punto a instrucción es formar hombres para la sociedad”,
sigue el abuelo. El fondo de la rebelión depende de los padres y los pro-
fesores haciendo una actoría cívico-política para una nueva calidad de
educomunicación y ello no es un asunto de lo largo sino de lo profun-
do en lo urgente.
Pero en el fondo, abuelos de nuestros cuentos, creadores de pro-
fundas y propias casas de las culturas, la prepotencia con la que funcio-
na la mecánica del corrupto sistema político es también una señal ine-
quívoca de cobardía y miedo. Siente miedo del bien, de lo recto, de lo
amable, de lo solidario, de lo armónico. Es como el machismo que pre-
sume vanamente de valentía y virilidad.
Es un búnker frío, desolado y aislado que rodeado de un mar
limpio y altivo, encalla, es el Poderoso Defenestrado; y aunque se de-
rrame contaminante como el “Jessica”, con estertor de larga agonía, en
182 / Milton Cáceres

la playa están listos y listas miles de seres humanos asumiéndose asi-


mismo como Fratria dispuestos a limpiar con harta paciencia y persis-
tencia, que la madre naturaleza premiará...
En San Pedrito de Guaranda, en la madrugada del 3 de febrero
del año dos mil uno, mientras espero, ya valiente, que intenten violar
mi sagrado domicilio para ver lo que les Cuento y lo que les pasa...
Este libro se terminó de imprimir en
Abril del 2001, siendo Rector de la Universidad
Estatal de Bolívar, el Sr. Lcdo Pedro Pablo Lucio.

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