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CURSO
REALIDAD NACIONAL , CONSTITUCIÓN Y DERECHOS HUMANOS
UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA
SEMANA 14. ORGANIZACIONES POLÍTICAS EN EL CONTEXTO
NACIONAL
Logro de aprendizaje: explica las principales características y argumenta la
situación de las organizaciones políticas de mayor trascendencia en el país.
INTRODUCCIÓN
1. Partido político
significa dividir y también compartir. Ingresa al vocabulario politico en el siglo XVII, reemplazando a
otro, «secta», su predecesor, derivado del latin secare, que significa, separar, cortar, es decir, dividir. El
Término secta se ligó al vocabulario religioso para denotar el sectarismo protestante. Sin embargo, esta
relación inicial trajo como consecuencia la asociación de la palabra «partido» con división y partición.
(Sartori Sartori, Giovanni: Partidos y sistemas de partidos/1. Madrid: Alianza Universidad NC 267, 1980,
p.65).
2
Idem.
I.1 Criterios para la identificación de los partidos
I.2.2 Segunda mitad del siglo XVIII a segunda mitad del siglo XIX
A fines del siglo XVIII e inicios del XIX, se consideraba que el Estado
expresado en la figura del monarca era el único poder político, y que los
partidos le restaban soberanía. Asimismo, se concebía que, debido a que
en el Estado no había corporaciones, solo era legítimo hablar de intereses
individuales e intereses generales, pero no de intereses intermedios. Por
tanto, los partidos como vehículos intermedios entre ambas esferas estaban
vedados. Sin embargo, con el surgimiento de regímenes parlamentarios,
comienza en Europa un desarrollo de estos grupos hacia una mayor
cohesión interna.
En la segunda mitad del siglo XIX, los partidos políticos propiamente dichos
aparecen principalmente como producto del desarrollo de la
industrialización, la división del trabajo, la extensión del sufragio y el
reconocimiento del derecho de asociación en ciertas sociedades.
Históricamente, la aparición de estos está también motivada por la pugna
tradicional de burgueses (industriales, pequeños comerciantes, etc.) con
aristócratas (terratenientes, detentadores del poder y de ciertos monopolios,
cercanos al clero, etc.), en lucha por la igualdad económica y comercial, y la
extensión de los derechos civiles y políticos –aunque todavía limitada a la
población masculina-, lo que a su vez dio origen a una mayor elaboración
ideológica de los partidos.
Hacia fines del siglo XIX, con el crecimiento de las clases trabajadoras y
el movimiento obrero, aparecen en Europa partidos cuyo ámbito de
influencia no está sujeto necesariamente a la asamblea parlamentaria, sino
a un discurso inclusivo y a preocupaciones y demandas con una fuerte
identificación de clase. Nacen los partidos socialistas, los cuales inauguran
una nueva forma de hacer política partidaria porque no representan solo
intereses de grupo o de élites políticas, sino que extienden esos intereses a
un sector masivo, al que buscan representar. Sus adherentes ya no
constituyen, por tanto, un grupo pequeño, sino miles, cientos de miles o
millones de personas, quienes se afilian al partido como militantes a través
del pago de un cupo de membresía. Nacen así los partidos políticos de
masas, los cuales dan origen a la burocracia organizativa y a estructuras de
liderazgo partidario más complejas, y pronto partidos conservadores y
reformistas hacen suya esta forma de organización y de propaganda social.
Figura 2
3
Más sobre este tema puede consultarse por ejemplo en Arend Lijphart (1999). Patterns of Democracy.
Government Forms and Performance in Thirty-Six Countries. New Haven y Londres: Yale University
Press, Capítulo 5.
En un sistema de gobierno parlamentario, el sistema de gobierno influye en el
desarrollo de los partidos y en el sistema de partidos, en la medida en la que
éstos tienen una gran influencia precisamente porque el gobierno proviene
directamente del parlamento –en el que los partidos fijan la pauta– y dependen
de él, específicamente del apoyo de una mayoría en el mismo. En un sistema
presidencial, el jefe de gobierno, es decir el presidente, por lo general es
directamente electo por el pueblo y por lo tanto no basa su legitimidad
principalmente en el parlamento. Además, en la mayoría de los casos también
dispone, junto al parlamento, de competencias legislativas y de otra índole
como el poder de veto o el derecho de disolver el parlamento.
De igual forma que los sistemas de partidos, los partidos también pueden
clasificarse en función de ciertos criterios. Estas tipologías ayudan a ordenar la
variedad de los fenómenos sociales para entender mejor dicha diversidad.
Según este criterio, se puede distinguir entre los partidos que tienen como
objetivo acontecimientos de desarrollo sociopolítico y reformas en el contexto
del orden democrático y los partidos que buscan alcanzar cambios sociales a
través de cambios radicales, extremos o revolucionarios del sistema político
mediante la violación de las reglas de un orden liberal-democrático. Al primer
grupo pertenecen los partidos conservadores, liberales, demócrata-cristianos,
socialdemócratas, también parcialmente los socialistas, así como algunos
religiosos o confesionales que no representan ninguna posición extremista.
Entre los del segundo grupo se encuentran en particular los partidos de
extrema derecha o izquierda, incluyendo también a los partidos comunistas.
Sin embargo, esto coexistió con una institucionalidad estatal y con un sistema
político extremadamente precarios. Hoy se asume que, a mediano plazo,
resulta insostenible mantener la dinámica de crecimiento sin una reforma
institucional profunda del Estado y sin una reforma política. Desde la orilla
izquierda, se acepta que si bien, desde la caída del fujimorismo y la «transición
democrática», existe una democracia formal, la expectativa de una
democratización «sustantiva» se vio trunca, de modo que persistió una forma
de régimen elitista y excluyente, en la cual los sectores populares no cuentan
con una representación verdadera de sus intereses. Todavía estaría pendiente
la tarea de construir un régimen democrático, representativo, incluyente,
participativo.
Podríamos creer que este tema es muy abstracto y que está alejado de la
práctica política concreta; sin embargo, ha ido ganando espacio en los medios
de comunicación masivos, conscientes de los muy bajos niveles de legitimidad
de todos los actores políticos, y de los potenciales efectos disruptivos que esto
puede tener.
Las más importantes son las presentadas por los organismos electorales,
como el proyecto de Código Electoral del Jurado Nacional de Elecciones (JNE,
2016); las propuestas presentadas por el JNE, la Oficina Nacional de Procesos
Electorales (ONPE) y el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil
(RENIEC), que incluyen una nueva Ley de los derechos de participación y
control ciudadanos y una nueva Ley de partidos políticos (JNE, 2014); la de la
ONPE (2017), que incluye la propuesta de Código Electoral y otras medidas
encaminadas principalmente a ordenar y hacer más coherente el proceso
electoral en su aspecto organizativo. También tenemos las propuestas
presentadas por organizaciones de la sociedad civil como la Asociación Civil
Transparencia (Transparencia, 2016), o la presentada por la página web
Lampadia, entre otras (Lampadia, 2016) 5. Cualquier iniciativa de reforma
5
Ver del Jurado Nacional de Elecciones, Anteproyecto de código electoral (Lima, JNE, 2016); y En
busca de la reforma electoral. Iniciativas legislativas (Lima, JNE, 2014); de la Oficina Nacional de
política tiene que ser aprobada por el Congreso, que para tal fin ha conformado
el
Grupo de Trabajo del Estudio de la Reforma Electoral (Comisión de
Constitución y Reglamento, 2016), que entregó un avance en el mes de
diciembre y cuyo informe final será revisado por la Comisión de Constitución y
Reglamento, la cual eventualmente deberá presentar la propuesta de reforma
al pleno.
Procesos Electorales, ONPE: iniciativas para la reforma y el debate electoral (Lima, ONPE, 2017); de
Transparencia, Asociación Civil, Propuesta de ley de reforma institucional para el fortalecimiento
democrático (Lima, Transparencia, 2016); y de Lampadia, “Empecemos a debatir la Reforma Política”
(2016), disponible en: http://www.lampadia.com/analisis/politica/empecemos-a-debatir-la-reforma-
politica/ Es importante mencionar que el autor de este documento es miembro de la asamblea de la
Asociación Civil Transparencia, y uno de los coautores del Plan 32, su propuesta de reforma institucional.
sobre sus posibilidades electorales. Por ejemplo, ante la proximidad de las
elecciones regionales y municipales de 2018, un tema de debate es
reintroducir la posibilidad de la reelección inmediata, anulada por el Congreso
anterior a finales de su mandato. Muchos de los congresistas actuales están en
contra de la eliminación de la votación preferencial, que sí podría interesarle a
los líderes del sus partidos; sin embargo, ellos también deben evaluar la mejor
manera de mantener la cohesión en sus filas, algo que una medida como esta
podría debilitar.
En este documento hemos diagnosticado que uno de los males centrales del
sistema político y de partidos es su extremo grado de personalización y de
caudillismo. También hemos propuesto dar pasos hacia mayores niveles de
institucionalización; avanzar hacia tener partidos más democráticos,
transparentes y sólidos, en donde la identidad colectiva, basada en perfiles
programáticos tenga más fuerza que las figuras individuales. Dentro del menú
actual de propuestas en agenda, consideramos que las que atacan más
directamente estos problemas son las referidas a la democracia interna
partidaria, tanto en lo que concierne a la elección de sus autoridades como la
de sus candidatos a elección popular.
BIBLIOGRAFÌA
Lectura 1
¿Quién tiene la razón? No es este el espacio para discutirlo. Pero si las partes no
coinciden ni siquiera en cuál es el mal que tienen que enfrentar y quiénes son los
malos, podemos esperar sentados a que se produzca una sola reforma relevante. Más
bien, podemos ir preparándonos para ver cómo se despedaza nuestra clase política.
Recuperado de https://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/ejecutivo-legislativo-enemigo-
intimo-patricia-rio-noticia-556893
Lectura 1
Discutiendo en Babel qué es política, por Hugo Neira
Antes de comentar, siento la obligación de comenzar con una cuestión que me parece
capital: preguntarnos qué es política. Me parece necesario ponernos de acuerdo sobre
lo que estamos hablando. Por ello acudo a una definición. Ni religión ni teoría. “Política
es una actividad”. Y como el amable lector supone, es una noción plurivalente. Ahora
bien, esa definición no me pertenece. Sigo un canon, es decir, algo probado y que una
comunidad científica comparte. No soy un ‘opinólogo’, no tengo ese honor, apenas un
profesor universitario que a ratos comenta el contexto social. La fuente, el Dictionnaire
de Notions, tomo 2, página 1978. Lo de Babel es metáfora, en efecto, la del Génesis
11:1-9, la ciudad que Jehová destruye “haciendo que todos hablaran lenguas
distintas”. O sea, la Lima de hoy.
Ahora bien, esa actividad –praxis, acción– es muy específica. Consiste en orientarse
como actividad a la vida colectiva, al bien común. Hegel lo llamaba la “totalidad
organizada”. En otras palabras, se ocupa de lo público. Sinceramente, entre nosotros
peruanos, hay un obstáculo intelectual y moral. A muchos de nuestros paisanos lo de
“lo público”
Volviendo a nuestra política –¿es que la hay?–, se supone una actividad para resolver
conflictos, no para crearlos. Pero nuestros mandatarios provocan conflictos, por lo
general, artificiales. El presidente Vizcarra ha propuesto reformas. Una transformación
del Poder Judicial, la bicameralidad, un referéndum. Aplausos. Y en medio de esa
cesta de manzanas, una víbora. La no reelección de los futuros diputados y
senadores. Francamente, ¿cómo puede esperar que el Congreso actual le apruebe lo
que es un misil al corazón mismo del Parlamento actual? No sé quién se lo ha
aconsejado, pero eso es double bind, es decir, una propuesta en la que una persona o
un grupo pierde sea cual fuese su respuesta. ¡Les pide que desaparezcan! Sin duda,
se gana el antikeikismo. Pero eso no es política. Lo sería proponer una renovación del
Parlamento por tercios. Pero, por lo visto, está continuando la guerra sin balas que
comenzó PPK y que lo ha llevado adonde está, a la calle Choquehuanca.
Lo esencial hoy es la remoción de jueces y un Poder Judicial que no nos llene de
vergüenza. Que proteja a la sociedad. Una alumna me acaba de contar cómo ha
perdido su casa porque un mafioso ha probado que el terreno era suyo, con la ayuda
de un juez. A gritos el país pide justicia.
Recuperado: https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/reforma-judicial-discutiendo-babel-
politica-hugo-neira-noticia-556884