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Naturaleza de la

segunda venida de
Jesús

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J. Gabriel Piedra Quirós
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Naturaleza de la segunda venida de Cristo
El segundo advenimiento, es la señal culminante de todas las esperanzas de una gran mayoría de
cristianos, anhelando la restauración de todas las cosas (Hechos 3:20, 21).
Muchas teorías se han planteado sobre cómo se realizara tan magnífico evento, las cuáles serán
analizadas en el mismo estudio de los pasajes bíblicos que presentaremos sobre la segunda venida
de Jesús.

Venida visible o no visible


Es más o menos popular, la creencia entre varias agrupaciones religiosos, de que la segunda venida
de Cristo no será literal, es decir, que no le veremos con nuestros ojos físicos, sino con los ojos de la
fe, y que la forma en que los impíos le verán, será por intermedio de los castigos de Dios
derramados sobre la tierra.
En primera instancia, debemos echar una mirada al significado de algunos términos griegos
traducidos por “aparición” en el Nuevo Testamento. Veamos por ejemplo el siguiente vocablo:

“emfanizo (ejmfanivzw, 1718), (de en, en, intensivo, y faino, resplandecer). Se usa, bien de una
manifestación física (Mat 27:53; Heb 9:24; cf. Jn 14:22), o, metafóricamente, de la manifestación
de Cristo por el Espíritu Santo en la experiencia espiritual de los creyentes que permanecen
en su amor (Joh 14:21). Tiene otro significado secundario; dar a conocer, significar, informar. Este
se limita al libro de los Hechos, donde se usa cinco veces (23.15, 22; 24.1; 25.2, 15). Hay quizás una
combinación de los dos significados en Heb 11:14; esto es, declarar por testimonio oral y
manifestar por el testimonio de la propia vida”.1

Nótese que “emfanizō”, entre otras cosas, se utiliza en forma metafórica para referirse a “la
manifestación de Cristo por el Espíritu Santo en la experiencia espiritual de los creyentes […]” La
importancia de esto es capital, porque si la aparición de Jesús en su segunda venida es espiritual,
entonces ésta debería describírsela con la palabra “emfanizō”.

En Mateo 24:30 leemos sobre la segunda venida:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las
tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria”.

La palabra griega acá, no es “emfanizō”, sino “fainō” (φαίνω). El tipo de aparición a la cual se
refiere, es resumida en el siguiente comentario:

“faino (faivnw , 5316) significa, en la voz activa, resplandecer; en la pasiva, ser traído a la luz, hacer
evidente, aparecer. Se usa de la aparición de Cristo a sus discípulos (Mc 16.9); de su futura
aparición en gloria como el Hijo del Hombre, mencionada como señal para el mundo (Mat
24:30); allí el genitivo es referido al sujeto, siendo la señal la aparición del mismo Cristo; de
Cristo como la luz (Jn 1:5); de Juan Bautista (5.35); de la aparición de un ángel del Señor, bien
visiblemente (Mat 1:20), o en un sueño (2.13); de una estrella (2.7); de los hombres que actúan para
ser vistos públicamente; de un vapor, o neblina (Stg 4:14); de cosas físicas en general (Heb 11:3); se
lo usa impersonalmente en Mat 9:33, «nunca se ha visto cosa semejante»; también de lo que
aparece a la mente, y así se usa en el sentido de pensar, de parecer (Mc 14.64; Lc 24:11)”.2

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En vista de que “ fainō” hace referencia a una aparición literal, física, y que puede ser de carácter
sobrenatural, no tenemos más remedio que aceptar que la aparición de Jesucristo será de esa
naturaleza, en otras palabras, que le podremos ver literalmente.
La Palabra de Dios nos dice también que cuando Jesús regrese, vendrá con todos sus ángeles para
recoger a su pueblo, tanto a los que no hayan muerto, así como los resucitados, con el fin de
llevárselos consigo al reino de los cielos.
Su venida traerá también el castigo a los impíos (Mateo 16:27, 28; 24:31; 25:31; Apocalipsis 1:7;
14:14-20).

Otros textos donde aparece el término “fainō” refiriéndose a una aparición literal, es decir,
totalmente visible con ojos físicos, son: Mateo 1:20; 9:33; 13:26; Lucas 9:8.

En Hebreos 9:28 leemos de la segunda aparición de Jesucristo:

“Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por
segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”.

La palabra “ophthesetai” (ὁράω), la cual se tradujo en la Reina Valera 1960 como “aparecerá”, en
realidad debe traducirse como “será visto”, lo cual será según vimos, físicamente.
Es cierto que en el Antiguo Testamento se nos habla de la llegada del “día de Jehová” como
figurando el castigo de Dios sobre las naciones, sin que precisamente se le vea en forma física, sino
utilizando por ejemplo, a otra nación como su instrumento (Ezequiel 30:1, 2-19; Amos 5:18-27;
Malaquías 4:5; etc.). El caso de los israelitas en Egipto es muy prominente, porque la intervención
de Dios se hizo lo suficientemente evidente con la manifestación de las plagas (Éxodo 7:14-12:36),
pero no apareció físicamente en dicha liberación.

David Chilton nos dirá:

“El versículo 7 [de Apocalipsis 1] anuncia el tema del libro, que no es la Segunda Venida de
Cristo, sino más bien la Venida de Cristo en el juicio a Israel, a fin de establecer la Iglesia como el
nuevo reino. Él viene con las nubes, proclama San Juan, usando una de las imágenes Bíblicas más
familiares para el juicio (véase Génesis 15:17; Éxodo 13:21, 22; 14:19, 20, 24; 19:9, 16-19; Salmos
18:8-14; 104:3, Isaías 19:1; Ezequiel 32:7, 8; Mateo 24:30, Marcos 14:62, Hechos 2:19). Esta es la
Nube de Gloria, el carro celestial de Dios por medio del cual hace conocida su gloriosa presencia.
La Nube es una revelación de Su Trono, ya que Él viene para proteger a su pueblo y destruir a los
malvados. Una de las más sorprendentes descripciones de Dios “viniendo en las nubes” está en la
profecías de Nahum contra Nínive (Nahum 1:2-8)”3

En el anterior comentario, se concluye por ende que la venida de Cristo en las nubes del cielo, es
una expresión figurativa de su presencia (Éxodo 16:10; 19:9; 34:5, Levítico 16:2, Números 11:25),
tanto en juicio, según se expresó (2 Samuel 22:12; Isaías 19:1; Jeremías 4:13; Ezequiel 30:3;
Nahum 1:3; Sofonías 1:14, 15); así como para salvar (Salmos 18:9-12).
Los preteristas, ávidos defensores de esta interpretación, ven por tanto el cumplimiento de
Apocalipsis 1:7 en la destrucción de Jerusalén y de su templo en el año 70 d.C. por medio de los
romanos, como un juicio de Dios por la maldad del pueblo de Judá.

Además de lo anterior, se alega también que el término “verá”, del griego “horaō” (ὁράω), no hace
alusión a una visualización física, puesto que pasajes tales como Juan 6:40, cuando Cristo dijo:
“…todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna”; o Juan 14:9, al expresar: “El que me

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ha visto a mí, ha visto al Padre…”, son análogos a una figura de fe. Tal interpretación es colocada
paralelamente a pasajes tales como Mateo 24:30; Marcos 13:26; Lucas 21:27; Hechos 1:9, 10;
Apocalipsis 1:7, que hablan acerca del retorno de Jesús, de ahí que, según dichos estudiosos, Pablo
haya escrito que, “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la
esperanza a la que él os ha llamado…” (Efesios 1:18).
Aunque lo todo lo anterior pareciese esclarecer el asunto, sin embargo, no puede aplicarse a la
segunda venida de Jesucristo, porque el estudio de los términos griegos para la palabra “aparición”,
y demás, no lo permite; por lo tanto, el segundo advenimiento de Cristo, con todos sus ángeles en
gloria y majestad, ha de ser literal.
No se consideran todas las posibilidades del texto de Apocalipsis 1:7, de acuerdo al contexto
exigido en dicho capítulo a la hora de compararlo con pasajes semejantes en el Antiguo Testamento,
y hemos podido concluir que la segunda aparición de Jesucristo será de carácter literal. Véase
también Hechos 1:10, 11, cuando en ocasión de la ascensión física de Jesucristo al cielo, dos
ángeles revelaron a los testigos que así como Jesús fue tomado al cielo, así vendrá como le vieron ir
al cielo.

La doctrina del “rapto secreto”, varias respuestas y el testimonio bíblico

Tal doctrina está basada mayormente en el siguiente pasaje:

“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días
antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en
que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será
también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el
otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será

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dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si
el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.
Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no
pensáis.
¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el
alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo
así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su
corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber
con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe,
y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de
dientes”. (Mateo 24:37-51).

Las frase, “uno será tomado, y el otro será dejado…”, es por muchos resaltada junto a la frase,
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”, con el fin de establecer que
el Señor vendrá en secreto, así como no se sabe cuándo llega el ladrón, y de repente, aquellos a
quienes el Señor tenga inmediatamente para su reino celestial, serán arrebatados como el ladrón
arrebata los bienes de la casa, sin que se sepa de lo sucedido. Los vastos problemas de tal aplicación
comienzan con el contexto mismo del pasaje: en los versículos 30 y 31 nos encontramos con el
retorno de Jesucristo a la tierra con todos sus ángeles, en donde ya concluimos que será
perfectamente visible, y no secreta. Sin perder el contexto de ese evento, los versículos 34 al 51
continúan aludiendo al mismo acontecimiento, y no a otro. Por lo tanto, no puede haber una venida
visible y secreta a la vez. Por otra parte, la frase, “Mas como en los días de Noé, así será la venida
del Hijo del Hombre”, nos da un precedente para la descripción de lo que pasó en los días de Noé:

“Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en
casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se
los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”. (vs. 38, 39).

Se nos revela que como en los días de Noé, así también al tiempo de la segunda venida de Cristo, la
gente estará muy ocupada en comer, beber, casarse y darse en casamiento, actividades las cuales no
son malas, sino que el problema radica en que se vive demasiado en ello como si todo fuese a seguir
igual (2 Pedro 3:3-6); sin que los bienes eternos tengan alguna importancia. ¿Cómo era también en
los días de Noé? El inicio del versículo 40 con el adverbio griego “toté” (to,te), es decir:
“entonces”, “luego”, seguido de la frase, “estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro
será dejado”, nos comunica que dicho adverbio señala a una descripción anterior, la cual es, “como
en los días de Noé…”: mientras que los dejados se perdieron, los tomados fueron salvos. No
podemos sugerir la no visible presencia de Jesús como indicando un rapto secreto, porque ya vimos
que el contexto de Mateo 24 sugiere una venida visible, además, Noé y su familia no fueron
arrebatados secretamente, por lo que el Señor presenta la historia de Noé como un ejemplo de lo
que ha de suceder al tiempo de su segundo advenimiento, sin implicar literalidad total en sus
descripciones. La palabra “tomado” es la palabra griega “ paralambáno” (παραλαμβάνω), es decir,
“tomar”, “recibir”, la cual es usada siempre en un sentido de tomar o recibir ya sea para bien, o
para mal (Mateo 2:13, 20; 4:5, 8; 12:45; 17:1; 26:37; 27:27; 18:16; 1:20; Marcos 4:36; 5:40; 9:2;
10:32; Lucas 9:10, 28; 11:26; 18:31; Hechos 15:39; 16:33; 21:24, 26, 32; 23:18; 1 Tesalonicenses
2:13; Hebreos 12:28).
El vocablo griego para “dejado” es “aphiemi” (ἀφίημι), que puede significar “dejar” (Mateo
3:15; 4:11; 23:13; Marcos 7:12; Lucas 13:35; Juan 10:12; 14:27; 16:28), “abandonar” (Mateo
23:38; 1 Corintios 7:11-13), “permitir” (Mateo 3:15; 23:13; Marcos 7:12), “perdonar” (Mateo 9:2,
5, 6; Marcos 2:5, 7, 9, 10; 11:25; Lucas 5:24; 7:47, 49), y todo lo anterior, a excepción del vocablo

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“perdonar”, en un sentido positivo, o negativo. En todos los textos el sentido de cada término es el
de “dejar”, “abandonar”, como por ejemplo, “perdonar” los pecados, tiene el sentido de
“dejarlos” pasar, por ello no es extraño que se utilice la misma palabra griega. En el caso de
“permitir”, cuando ésta tiene el mismo sentido de “dejar”, como puede desprenderse de la
repetición de algunos pasajes entre tales significados, incluso el sentido de “abandonar” manifiesta
un sentido de “dejar algo atrás, abandonarlo”. Por otra parte, la palabra “tomado” se enfoca muy
fuertemente en tomar algo y llevarlo consigo. Desde éste punto de vista, los tomados son los salvos
y los dejados son los perdidos, algo que claramente se desprende por el contexto también. Con todo,
en contraposición a ésta postura, que está manifiestamente basada en el uso de los términos griegos
como son vistos en el Nuevo Testamento, algunos, desconociendo éste hecho, nos dicen que el
“tomado” es para perdición, mientras que el “dejado” es para salvación, basándose en las palabras
de Jesús que expresan que, “como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre”
(Mateo 24:37), comparándose con el libro de Génesis para ver quiénes fueron los tomados y
quiénes los dejados, recurriéndose al capítulo 7:22, 23:

“Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió.
Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los
reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él
estaban en el arca”.

De esa forma, se enfatiza el hecho de que después de la destrucción de la tierra y de todo ser
viviente, “quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca”, dándonos un contexto claro
de que ellos fueron los “dejados”, pero para salvación.
El término hebreo para “quedó”, es “shâ'ar” (‫)שׁאר‬, que también aparece en varios pasajes en el
sentido de “dejar” o “quedar” con la significación de alguien salvado de la destrucción (Éxodo
8:27 (31); 14:28; Deuteronomio 3:11; Josué 8:17; 10:28, 30; 11:22; 13:12; Jueces 4:16; Rut 1:3, 5;
2 Reyes 10:21; 2 Crónicas 21:17; Daniel 10:17, etc.).

En Mateo 24:40, 41 y en Lucas 17:34-36 se utiliza el vocablo “aphiemi”, pero la LXX usa en
Génesis 7:23 la palabra “kataleipō” (καταλείπω), que también aparece en Éxodo 8:27; 14:28;
Deuteronomio 3:11; 14:28; Josué 8:17; 10:28, 30; 11:22; 13:12; Jueces 4:16; Rut 1:3, 5; 2 Reyes
10:21; 2 Crónicas 21:17; Daniel 10:17; que señala a los mismos pasajes del uso de la palabra
“shâ'ar”.
El término “kataleipō” viene de “kata”, que significa “abajo”, y “leipō”, que se traduce como
“dejar”, “dejar abajo”, que es “detrás de”; que por implicación significa “abandonar”, “salir”,
etc. Mientras que “ aphiemi” viene de “apo”, que significa “fuera”, “lejos”, y de “hiēmi”, que
significa “enviar adelante”, y de ahí “dejar”, “perdonar” o “dejar pasar”, etc. Ambos términos
son virtualmente sinónimos, de todas formas.
Ramón Romero nos dice acerca del término “shâ'ar”, de donde citamos algunos de los pasajes de
su estudio sobre el tema:

“¿Quiénes quedaron? ¿Quiénes fueron dejados con vida?


Noé y su familia.

“La palabra que se usa en Gen. 7: 23 en hebreo es “Shawar” y según los diccionarios hebreos
significa “lo que queda después de una gran calamidad”.

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“Vayamos a otros textos bíblicos donde usan esa misma palabra “Shawar”.
Ex. 14: 28: “…no quedó de ellos ni uno…” (Shawar).
“Vemos que es dejado el que se salva.

“Otros textos.
Josué 8: 17: “No quedó hombre en Hai…” (Shawar)
Josué 8: 22: “…No quedó” ninguno de ellos que escaparse…” (Shawar)
“¿Quiénes fueron dejados en el diluvio? Noé y su familia”.4

El término hebreo para “tomado” es “lâkad” (Deuteronomio 2:35; Números 32:39, 41; 34:14, 15;
Josué 8:8; Jueces 1:8; 1 Reyes 9:6; 16:18; 2 Reyes 32:18; 28:18; Jeremías 32:28; Eclesiastés 7:26;
Proverbios 5:22; 11:6; 16:2; Jeremías 48:1, 7; 32:8; 37:8; Daniel 11:8; Habacuc 1:10; entre otros), y
aparece en el sentido de “tomar” para “destruir” o “castigar”, “atrapar”, “tomar en un acto de
vergüenza”.
Sobre el término, Ramón Romero nos explica:

“Vamos a examinar la palabra “tomado”.


Jueces 1: 8:
“Y combatieron los hijos de Judá a Jerusalén y la tomaron, y pasaron a sus habitantes a filo
de espada y pusieron fuego a la ciudad.”

“Tomaron” (la conquistaron)


¿Qué significó tomar a Jerusalén? Pasar a los habitantes a cuchillo y quemar la ciudad.

“[…] Otro texto


Eclesiastés 7: 26:
“Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus
manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella
preso.”
“Lazos” en hebreo es “tomar”.
“Preso” es “tomado” (en Heb.). Es tomado el que es atrapado por esta mujer malvada.

”Otro ejemplo
Prov. 11: 6:
“La justicia de los rectos los librará; Mas los pecadores serán atrapados en su pecado.”

“Atrapados” “tomados”. En Heb. (Laqad).


Los pecadores serán derrotados por sus pecados.

”Otro texto
Prov. 5: 22:
“Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado.”
“Prenderán”: “Tomarán” (laqad)”5

El sentido de los vocablos hebreos señalados tanto para “tomado” como para “dejado”, están
plenamente justificados, sin embargo no pueden hacer alusión a Mateo 24:40, 41 y Lucas 17:34-36,
por una razón muy simple: El uso de los vocablos griegos no permiten la misma aplicación. Y en
Mateo 24:39 al expresar, “y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos”, la
palabra “llevó”, en griego “ eren” (h=ren), y que es un cognado del término “ airō” (αἴρω), dando un
claro sentido de “tomados” para perdición, es diferente. Así, los términos “tomado” y “dejado”,
no pueden referirse al sentido que los términos hebreos dan, por más interesante que parezca, y no

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nos queda más que concluir que hacen referencia a lo contrario: tomado para salvación, y dejado
para perdición. Otro ejemplo de “tomado” para perdición con otro término griego, lo encontramos
en Apocalipsis 19:20 con respecto a la bestia que fue “tomada” o “apresada”, para ser echada al
lago de fuego, donde el término griego es “piazō” (πιάζω).

Elena G. de White y su testimonio sobre “el tomado y el dejado”


Elena G. de White, en concordancia con lo concluido acerca del “tomado” y el “dejado” de
acuerdo a la Biblia, nos dice:

“El Señor viene con poder y grande gloria. Su obra entonces consistirá en hacer una gran
separación, entre los justos y los impíos. Pero el aceite no puede en ese momento ser transferido a
las vasijas de aquellos que no lo tienen. Entonces se cumplirán las palabras de Cristo: “Dos
mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, y la otra dejada. Dos estarán en el campo; el
uno será tomado, y el otro dejado”. Los justos y los impíos han de asociarse en la obra de la vida.
Pero el Señor lee el carácter; él discierne a los que son hijos obedientes, a los que respetan y aman
sus mandamientos.

“LA CIZAÑA Y EL TRIGO


Quien observa puede no discernir ninguna diferencia; pero hay Uno que dijo que la cizaña no había
de ser arrancada por manos humanas para que no fuera desarraigado también el trigo. Permitid
que crezcan juntas hasta la cosecha. Entonces el Señor envía a sus segadores a juntar la cizaña y
atarla en manojos para quemar, mientras el trigo es juntado en el alfolí celestial. El tiempo del
juicio es un periodo muy solemne, cuando el Señor reúne a los suyos de entre la cizaña. Los que
han sido miembros de la misma familia están separados. Se ha colocado una señal sobre los justos.
“Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo tengo de hacer; y
perdonarélos como el hombre que perdona, a su hijo que le sirve”. Los que han sido obedientes a
los mandamientos de Dios se unirán con el grupo de los santos en luz; ellos entrarán por las
puertas en la ciudad, y tendrán derecho al árbol de la vida. El uno será tomado. Su nombre
estará en el libro de la vida, mientras otros con los cuales él se asoció tendrán la señal de la eterna
separación de Dios”.6

En cuanto a 1 Tesalonicenses 4:17 refiriéndose a los “arrebatados”, recordemos que la venida de


Cristo será literalmente visible. Además, suponiendo que las descripciones sobre el “tomado” y el
“dejado” fuesen literales, entonces, ¿por qué no lo sería el velar? Estaríamos siendo descuidados al
dormirnos, lo cual es irrazonable. También tendríamos que aceptar con este enfoque que Cristo será
un ladrón que vendrá para robarnos, pero la frase, “como ladrón”, establece una comparación, y no
una igualdad. El velar es por vigilar nuestra vida espiritual:

“Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.
Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen,
de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del
día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de
salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por
medio de nuestro Señor Jesucristo”. (1 Tesalonicenses 5:4-9).

Sobre la teoría de que los justos no pasarán la gran tribulación, cabe destacar lo ya estudiado en
Daniel 7, 8, y Apocalipsis 13, además de que en 2 Tesalonicenses 2:1-12, la aparición del “hombre
de pecado”, o del anticristo papal, se dará antes de que Jesús regrese.

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Referencias:
1. W. E. Vine, Vine. Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento
exhaustivo (Editorial Caribe, Nashville, Tennessee, 1999), p. 70. (El énfasis es del autor de este
libro).
2. Ibíd. (El énfasis es del autor de este libro).
3. David Chilton, días de venganza. Una exposición del libro del Apocalipsis (Dominion Press, Ft.
Worth, Textas, EE.UU., Tercera impresión, 1990), pp. 64, 65.
4. Ramón Romero, Uno será tomado y otro será dejado, Ministerio Contestando tu Pregunta.
5. Ibíd.
6. Elena G. de White, Testimonios para los Ministros (Publicaciones Interamericanas, Pacific
Press Publishing Association, Mountain View, California), p. 110. (El énfasis es del autor de este
libro).

Tomado de “Respuestas Sobre Profecía”-libro del autor.

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