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El arrugue intelectual

Literatura, posdictadura y otros saberes


inútiles en / desde Jujuy

[2]
[3]
Reynaldo Castro

El arrugue intelectual
Literatura, posdictadura y otros saberes
inútiles en / desde Jujuy

Proyecto C
San Salvador de Jujuy, Argentina
2020

[4]
[5]
Reynaldo Castro

El arrugue intelectual
Literatura, posdictadura y otros saberes
inútiles en / desde Jujuy

Proyecto C
Jujuy, Argentina
2020

[6]
Contraportada (página de avisos legales)

[7]
Índice

Estos textos
A manera de prólogo: Jactancia del riesgo

1. Un estado de la cuestión
2. La revista Tarja: Un ejemplo de periodismo literario
3. Razones para no concederle una entrevista filmada a la secretaría de Cultura del
gobierno de Xuxuy con motivo del sexagésimo aniversario de la creación de la revista
Tarja
4. Otra voz canta
5. Posdictadura en Jujuy: El arrugue intelectual, Fidalgo y después
6. Campo literario jujeño en la década del noventa: El fin de la inocencia
7. Respuestas y silencios de escritores jóvenes de Jujuy: Letras del Bicentenario
8. Marcelo Lagos (1953-2010): En el año del bicentenario, murió el historiador
9. El mito del que quería volar y quemaba sus alas
10. “Éramos soberbios”
11. Posturas e imposturas en la renuncia de la candidatura de Oscar Fernández para el
cargo de rector de la UNJu
12. Enseñar en la puna
13. Nacer en tiempos represivos
14. Ernesto Aguirre (1953-2016): Parte del aire
15. Misas herejes, Fernet y comunicación: El origen del pensamiento crítico en Jujuy
16. Cartografía literaria, mediática y teatral desde la dictadura hasta el siglo XXI en Jujuy
17. La literatura en Jujuy en el cambio de milenio: utopía democrática, crisis y memorias

Apéndice: una cronología de libros consultados

[8]
[L]a cuestión del intelectual, ese sujeto solitario, colgado de su propia pluma, haciendo
pie apenas en su escritorio, con sus iluminaciones y fracasos, con sus acotados monólogos
de cátedra, con su sensibilidad de vidente, con sus soberbias, con su envidiable capacidad
narrativa y su individualismo, acusado de elitista, reverenciado como maestro,
ridiculizado por los gobiernos, con todo eso tal sujeto pasaría a significar ese plus de
crítica a la crítica del cual renegaban las críticas comunes y silvestres.

Nicolás Casullo

[9]
[10]
ESTOS TEXTOS

Varios de los capítulos que aquí expongo ya aparecieron en distintas publicaciones. La


postura que escribimos con Alejandra Nallim (expresadas en las páginas siguientes y que
sirve a manera de prólogo) fue escrita luego de trabajar durante más de un lustro en
proyectos de investigación y extensión que ambos dirigimos en la UNJu. El primer
proyecto que presentamos, a fines del año 2009, significó, para nosotros, el inicio de una
autonomía relativa referida a nuestros campos de investigación: la tarea de cartografiar a la
literatura de la región en el cambio de milenio y el registro seguido de la reflexión sobre
las memorias de la represión dictatorial. Tres años después, ambos figuramos en primer
lugar en la puntuación de proyectos de investigación y extensión realizados en la Facultad
de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS), casi la totalidad de esos textos están, en
este libro, como los dos últimos capítulos. Antes, en el 2006, dicté un curso de
capacitación en el que apliqué conceptos de sociología de la cultura y de los estudios
culturales, en el Instituto de Formación Docente Continua (aún no se llamaba Instituto de
Educación Superior) de San Pedro de Jujuy y que ella organizó. El texto “Un estado de la
cuestión” forma parte del libro Encuesta a la literatura jujeña contemporánea que publicó
una editorial alternativa de Jujuy, en el 2006. El capítulo 2 se publicó en la Revista
Brasileira de História da Mídia, en abril de 2011, en San Pablo, Brasil; el largo poema
narrativo que le sigue fue escrito como respuesta a la secretaría de Cultura de Jujuy,
cuando se cumplieron 60 años de la aparición del primer número de la (ya) clásica revista
literaria Tarja y se incluyó luego en mi libro Xuxuy en el centro del mundo (San Salvador
de Jujuy, 500 Armas, 2017). El capítulo 4 se publicó como introducción al libro de poemas
de Alcira Fidalgo, Oficio de aurora (Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 2002). El
capítulo 5, referido a la posdictadura en esta provincia, fue publicado –no casualmente– en
un libro en el que Nallim es una de las directoras: La literatura del Noroeste Argentino:
Reflexiones e investigaciones, Vol. III (San Salvador de Jujuy, EdiUnju, 2013). El texto

[11]
referido al campo literario (capítulo 6) formó parte de uno de los libros más genuinamente
interdisciplinario que fue realizado en esta provincia: Jujuy bajo el signo neoliberal:
Política, sociedad y cultura en la década del noventa (San Salvador de Jujuy, EdiUnju,
2009) que dirigió Marcelo Lagos. Las respuestas de los entonces escritores jóvenes, en
tiempos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, es un trabajo que realizamos
conjuntamente con Alejandra (tenemos un gran número de hojas escritas por ambos al
calor de informes de investigación y necesidades vitales que esperan el tiempo de la
cosecha) y que fue publicado en Jornaleros 02: Bicentenario y Literatura Argentina (San
Salvador de Jujuy, EdiUnju, 2012)1; muchas de esas respuestas muestran signos de una
profunda desorientación política y tal vez esa confusión empuje a algunos a escribir sobre
la única certeza que tienen: la infancia. La nota necrológica sobre Marcelo Lagos la escribí
cuando trabajaba en el departamento de Prensa de la Unju, en el 2010. El capítulo 9 se
publica por primera vez y fue escrito cuando ya parecía irrealizable la publicación del
primer libro de poemas de Álvaro Cormenzana (“El mito del que quería volar…”); el texto
que sigue fue escrito por Ernesto Aguirre, cuando Álvaro pensaba que yo debería
encargarme de la edición. El análisis del discurso de la renuncia –a ser candidato a rector–
de Oscar Fernández fue realizado con herramientas y conceptos del Análisis Crítico del
Discurso y fue colgado en el muro de la Asociación de Docentes e Investigadores de
nuestra universidad. El texto referido a la enseñanza en la puna (capítulo 12) surgió en un
viaje de regreso después de ver a dos perros que nacieron con el pelaje blanco, pero que
cargan con la arena del lugar, hasta ahora sólo figuraba en mi libreta de notas. “Nacer en
tiempos represivos” también forma parte de los textos que alcanzan por primera vez la
publicación; es un capítulo que me llevó varios años de trabajo y que, por fin, en los
primeros días de 2019, me atreví a completarlo. Finalmente, la necrológica sobre Ernesto
Aguirre está justificada porque su corazón mostró signos de un agotamiento letal, en una
oficina de la secretaría de Cultura de esta provincia, cuando él intentaba cobrar un premio
que la burocracia estatal había relegado prácticamente al olvido y que resulta significativo
de la incidencia de la política cultural local.
Este libro, como ya habrán notado, es fruto de parte de los trabajos de investigación
y extensión en los que participé. También es el resultado de los diversos cursos que
dictamos, con la imprescindible Alejandra, para docentes de todos los niveles referidos a la
literatura y las memorias de la historia reciente.

1
Este capítulo lo reescribí, ya que el archivo que mandamos para su publicación contenía una versión
anterior con varias erratas y –de paso– agregué un par de cuestionamientos.

[12]
Algunas páginas de esta publicación, por ahora digital, fueron pensadas para
estudiantes que cursan Filosofía, asignatura que dicto en la carrera de Gestión Ambiental
de Facultad de Ciencias Agrarias, en la que explico que la filosofía es un saber inútil que
no tiene nada que ver con el conocimiento técnico ni con la opinión pública que busca
soluciones sencillas; ahora que escribo estas líneas, pienso que también pueden ser leídos
por cursantes de las cátedras: Literatura Argentina I y II y Literatura del NOA de la carrera
de la licenciatura en Letras de la FHyCS, a estudiantes de Historia y de Análisis del
Discurso, en la misma Facultad. Y, si me apuran, digo que quizás también pueda interesar
a les alumnos de Ingeniería que exploran el pensamiento crítico y las tecnologías blandas.

San Salvador de Jujuy, 29 de de mayo de 2020.

[13]
JACTANCIA DEL RIESGO
(A manera de prólogo)

“Que otros se jacten de los libros que han escrito,


yo me jacto de los que he leído.”
JORGE LUIS BORGES

Hay que fijar posiciones, incluso a riesgo de equivocarnos. Vamos a correr, en


consecuencia, el peligro de no saber si somos justos o injustos. Pero siempre vamos a
reflexionar sobre qué consecuencias trae nuestra acción, a quién beneficia y a quién no.
Vamos a posicionarnos porque combatimos la inmovilidad, el beneplácito fingido,
la castrante creencia en la comunión de todos los santos, en la que vale lo mismo un chorro
que un gran profesor, como cantaba Discepolín.
¿Qué es investigar? ¿Investigar es sólo la acción certificada por la secretaría de
Ciencia y Técnica de la Universidad? ¿O investigar es una acción que se hace con pasión
para calmar, aunque muchas veces no lo logremos, una cuestión que nos empuja a leer, a
escribir, a corregir y a volver a escribir?
¿Cuál es el formato de una investigación? ¿Vale la pena respetar las estructuras
discursivas? Creemos que siempre es beneficioso conocer los modelos de los documentos
científicos, pero una buena investigación no es importante porque respete ciertos formatos,
o no sólo por esa cuestión. No creemos en modelos discursivos excluyentes, sospechamos
que una buena investigación tiene que ver con la intensidad, el misterio y la complejidad
que presenta.
Todo esto para decir que estamos convencidos de que no debemos estar atados a las
reglas de una disciplina académica y dejar de lado la responsabilidad social que tenemos
como integrantes de la universidad pública. Este compromiso no implica, necesariamente,
intervenir en política, significa –eso sí– buscar dejar una huella en las significaciones que
constituyen la cultura de nuestra sociedad.
Quizás, lo primero que debemos pensar, a la hora de iniciar una investigación, sea
cómo sacarnos prejuicios, supuestos falsos sobre lo que se considera una investigación.
¿Un proyecto categoría A es mejor que otro categoría B? ¿Un investigador categoría 1 es
mejor que aquellos calificados con otra numeración? ¿Un libro publicado tiene el mismo
puntaje que otro? Después de pensar estas preguntas, sería aconsejable recordar que
Andrés Fidalgo nunca espero un subsidio para ordenar, sistematizar y analizar a la
literatura de Jujuy o para iniciar el camino de historiar las memorias de la represión
dictatorial en esta provincia; esas tareas aún no han encontrado ningún investigador
categorizado digno de ponerse a la altura del respetado escritor.
Dudar siempre será un buen ejercicio intelectual. No está mal preguntarnos si
recibimos una puñalada por la espalda o si nosotros fuimos la mano que empujó el puñal.
Constantemente debemos dudar sobre si cumplimos el rol que nos habíamos propuesto, si
somos capaces de estar a la altura de las circunstancias que exige nuestra tarea.
Nunca será una tarea fácil la investigación, porque si sentimos que somos
investigadores por todo el esfuerzo que ponemos, por los libros que leemos, por la
búsqueda de datos, en fin, por todo lo que significa esta profesión, ¿cómo vamos a soportar
a otros que también se (auto)designan investigadores y todo el año giran por los congresos
con las mismas páginas en donde no brilla ninguna idea original, en las que el facilismo
reina y la impostura está al orden del día? Por desgracia, la invención conservadora ha
formateado muchas de las investigaciones universitarias. ¿Por qué muchos investigadores
quedan atados a esta tradición? Porque con ella logran tanto seguridad “intelectual” como
laboral. Por lo tanto, los riesgos ni siquiera son vistos como una posible transformación o
un crecimiento profesional sino como un despropósito. En fin, los conservadores, ya lo dijo
Bourdieu, sólo plantean los problemas que pueden resolver y resuelven lo que pueden
plantear; nunca pierden porque jamás arriesgan nada.
En el campo científico –no está de más decirlo– también existen operaciones de
figuración: a las ya conocidas citas de “autobombo” en las que un investigador se nombra
sin necesidad pero para demostrar que ya posee una trayectoria, hay que agregar el
intercambio de favores que realizan los integrantes de determinadas sociedades científicas
(sus integrantes se citan entre sí). No postulamos que el accionar del investigador deba ser
pensado como si se tratara de un Robinson Crusoe académico, ya que ninguno de nosotros
comenzó desde la nada; reclamamos –eso sí– que las citas y referencias de autoridad no se
confundan con esa deformación de la amistad que se llama “amiguismo” (el poeta Niall
Binns, de manera más elocuente, las designa como “enchufismo”) y ambicionamos que no
se ignore a trabajos iluminadores por la deformidad contraria: el “enemiguismo” (algunos
se ponen nerviosos frente a un grupo de investigadores que plantean una pequeña
disidencia sobre, por ejemplo, cómo se califica de intelectual a un escritor que siempre
buscó la sombra del poder; aquellos perturbados creen que triunfan cuando silencian o

[15]
hacen que no escuchan a las voces disidentes, no saben que la literatura es lo contrario: el
espacio por excelencia de los cuestionamientos).
Ahora bien, ¿de dónde provienen esas deformidades en el campo científico?
Existen varias razones. Quizás, las más importantes sean dos. La primera, la falta de una
tradición intelectual crítica (¿alguien más que nosotros reivindica el accionar de Andrés
Fidalgo?) que fue reemplazada por investigadores bien categorizados que suponen que la
historia comienza con ellos2 y por sus investigadores bisoños que ignoran la existencia de
una rica tradición intelectual que se desarrolló mucho antes que la investigación
académica.
La segunda está dada por la aceptación generalizada de una forma de evaluar que
pondera la cantidad de los trabajos publicados y no la calidad de los mismos; así, muchos
investigadores buscan lograr la mayor rentabilidad curricular con trabajos breves que, en
muchos casos, responden a modas intelectuales. La trivialidad, la búsqueda del éxito fácil,
la publicación veloz y la necesidad de figuración son los factores que operan como una
muestra del empobrecimiento científico que pululan en sus textos.
Estas dos características nos parecen las más peligrosas para todo investigador.
¿Qué podemos hacer frente a esto? Fijar una posición, como decíamos al principio;
reconocer que no nacemos de un repollo, que otros ya han señalado el camino que
recorremos, que necesitamos articular a los intelectuales que actuaron como faros de
nuestra sociedad con aquellos que hacen sus primeros trabajos; que el trabajo intelectual no
se evalúa por la cantidad de libros publicados, sino por la pertinencia en la región y la
perdurabilidad en el tiempo que tienen; que esta profesión no busca el camino corto y sí
dejar una huella por la que puedan caminar otros y que, a su vez, ellos sean capaces de
señalar errores, profundizar temas y señalar senderos que hoy desconocemos y que nuevos
investigadores recorrerán.
Ya lo dijimos: investigar no es una tarea fácil. Pero también tiene su cuota de
placer. La tarea de investigar es correr una aventura que exige posiciones. Y siempre es un
recorrido intranquilo, provocador, tiene que hacer ruido para incentivar la búsqueda y
estimular el pensamiento. Quizás, el desafío de investigar –el gran desafío para los que
estamos en la periferia universitaria– consista en no sólo leer muchos textos, sino también
darnos la oportunidad de ensayar otras hipótesis o contra-hipótesis porque si no lo
hacemos, caeremos en un colonialismo intelectual (es decir, nos condenaríamos a ser

2
Existe más de una respuesta delirante en Científicos de Jujuy (San Salvador de Jujuy, EdiUnju, 2009), uno
de los pocos libros de divulgación científica

[16]
profesores-carteros, reproductores antes que creadores y, en el mejor de los casos, nuestra
misión consistiría en repartir ideas novedosas producidas en universidades centrales).
Por respeto a la diversidad de modelos investigativos y corrientes intelectuales,
aspiramos a que cada investigador decida su ruta, qué elija qué derroteros quiere seguir.
Descartamos –eso sí– cualquier semejanza que un investigador tenga con aquel profesor
que lleva varias décadas con un Santillana bajo el brazo.
Un investigador crítico, si realmente quiere serlo, debe romper el canon con ideas
renovadoras y para lograrlo tiene que trabajar en una invención subversiva, con un plus de
crítica a la crítica.

Reynaldo Castro y Alejandra Nallim


San Salvador de Jujuy - San Pedro de Jujuy, 29 de julio de 2013.

[17]
1. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN

“Dios perdone mis olvidos; que yo, mis recuerdos.”


NÉSTOR GROPPA, Abierto por balance

La idea de este trabajo surgió en una reunión preparatoria de la Feria del Libro del presente
año. Partíamos de una certeza: la primera edición de la Feria había resultado el evento
literario más importante de esta provincia y, por lo tanto, pensábamos que –en la nueva
programación– debíamos incluir la presentación de una pequeña encuesta para determinar
cuáles eran los diez libros más importantes de Jujuy, según la mirada de sus escritores.
En la distribución de tareas, me tocó hacerme cargo de la producción. No bien
regresé a mi casa pensé en agregarle un par de preguntas y, después de desechar otras,
preparé un cuestionario que superó la idea inicial. Pensé que se me había ido la mano y,
por una cuestión de pereza intelectual, no tuve el ánimo de podar nada.
Para mi sorpresa, el grupo organizador de la Feria no sólo vio con buenos ojos mi
desmesura sino que, sin reparar mi mal uso de un verbo, se puso a distribuir copias de la
encuesta a un numeroso grupo de escritores y les pidió a éstos que invitaran a sus pares 0.
Sin esa distribución amena y no tanto (en especial cuando se acercaba la fecha del cierre)
esta tarea hubiese resultado un fracaso.
Todos sabemos que el mapa no es el territorio. Las respuestas que aquí se
presentan, por razones de tiempo y distancia, no incluyen a todos los escritores que viven
en Jujuy. Forman –eso sí– un plano que representa, aquí y ahora, un estado de la
cartografía literaria.
***
Algunos números. En 1969 apareció Poesía y prosa en Jujuy, un “muestrario cronológico
de la literatura”, según advertía Néstor Groppa (1928-2011), quien realizó la selección
junto a Héctor Tizón (1929-2012), Miguel Ángel Pereira (1926-2008) y Andrés Fidalgo

0
Contestaron los siguientes escritores: Jorge Accame (1956), Ernesto Aguirre (1953-2016), Alberto Alabí
(1959), Elena Bossi (1954), Maximiliano Rafael Calderón (1977), Alejandro Carrizo (1959), Maximiliano
Chedrese (1983), Marcelo Constant (1954), Ricardo Dubin (1963), Fernanda Escudero (1976), Miguel
Espejo (1948), Mita Homs (1939-2017), Marta Killcana (1979), Ildiko Nassr (1976), Ángel Negro (1951),
Mariano Ortiz (1974), Susana Quiroga (1942), Fortunato Ramos (1947), Dora Blanca Tregini (1909-2006) y
Mónica Undiano (1958).
(1919-2008). En ese libro figuraban cuarenta autores. Casi un cuarto de siglo después, en
1993, Groppa y Fidalgo, solicitaron a setenta autores textos literarios para incluir en el
tomo II y así actualizar la muestra que, finalmente, contó con sesenta y un escritores0.
Han pasado más de diez años, el número de escritores se ha modificado; sin
embargo, el número de librerías que promueven libros de autores locales no creció. Si en la
segunda mitad de la década del cincuenta, la única librería que promovía productos de arte
y literatura de autores locales era la que funcionaba en la sede de la revista Tarja; hoy sólo
dos realizan esa función: Horizonte y Rayuela, la primera con treinta años de vida y la
segunda con veinte0.
En las dos librerías podemos ver un número grande de escritos de poesía; en orden
descendente siguen las obras de narrativa, ensayo y teatro. Los dos últimos géneros ocupan
un lugar minoritario: las obras de teatro, editadas hasta el año 2000, no eran más de veinte;
en tanto que el ensayo (a menudo erróneamente confundido con una monografía calificada
o un documento evaluador de una carrera universitaria) es otro género no muy practicado 0.
Es una lástima que esto sea así y no se entienda al ensayo como una dimensión relacionada
con el pensamiento y la reflexión, sobre todo cuando estas acciones brillan en un libro, que
sólo uno de los encuestados citó (de manera indirecta), y que es fundamental para la
región, me refiero al Panorama de la literatura jujeña (Buenos Aires, La Rosa Blindada,
1975) de Andrés Fidalgo.
Hablemos ahora de los géneros más practicados. La narrativa publicada hasta 1990
–a pesar de tener autores destacados: Daniel Ovejero (1894-1964), Libertad Demitrópulos
(1922-1998), Héctor Tizón y Leonor Picchetti (1942-2015)– no se visibiliza como un
conjunto de coordenadas que determinen un espacio literario consolidado. Para confirmar
esto, basta con repasar las pocas antologías dedicadas al género. Recién en la última
década del siglo pasado, un considerable número de narradores se afirma a través de sus
0
En aquel momento –lo digo con cierto pudor–, yo era el escritor que ocupaba las páginas finales; es decir,
figuraba como un advenedizo en el campo literario.
0
No sólo las librerías son un indicador del consumo cultural, una encuesta realizada por la Secretaría de
Medios de Comunicación de la Nación reveló, a fines de 2004, el porcentaje de lectores del país: “ La
muestra, realizada sobre casi 3.000 casos de Jujuy a la Patagonia bajo la supervisión del INDEC, desnudó
que el 52% de los argentinos no había leído ni un solo libro en el último año y que el 61.9% de los que decían
haberlo hecho no podía recordar el nombre de ningún autor” (“Los argentinos y los libros: Las mil y una
formas de leer”, reportaje de Raquel Garzón en Revista Ñ, Clarín, sábado 16 de abril de 2005).
0
Una parte de la crítica académica que se practica en esta provincia muchas veces centra su mirada en obras
que corresponden a líneas poéticas que se contradicen entre sí. Una excepción a este tipo de abordaje está
dado por el libro Leer poesía, leer la muerte (Rosario, Beatriz Viterbo, 2001) de Elena Bossi, en él la
selección de las obras que se analizan –el objeto de estudio– está resuelta de manera incuestionable. Sin
embargo, la preocupación de la autora por el lenguaje académico logra, como consecuencia, una separación
excesivamente grande con respecto a la comunidad de poetas que prefieren un lenguaje más concreto por
parte de la crítica.

[19]
obras: Jorge Accame (1956), Alberto Alabí (1959), Pablo Baca (1958), Elena Bossi (1954),
Marcelo Constant (1954), Ricardo Dubin (1963), Miguel Espejo (1948), Mita Homs (1939-
2017), Ildiko Nassr (1976), Susana Quiroga (1942), Mónica Undiano (1958). De ellos, el
más prolífico es el primero de los nombrados (publica, por lo menos, un libro por año, en
los últimos lustros), en tanto que Baca es el narrador surgido en los noventa que más
reconocimiento tiene para figurar entre los autores más valiosos de la literatura jujeña. Un
mayor desarrollo tiene el género que veremos a continuación.
Entre 1970 y 1990, 78 autores –afirma Fidalgo– publicaron más de cien títulos de
poesía. Esta afirmación que parece promisoria se desdibuja un poco si pensamos que

entre los 78 autores registrados, pocos mantienen una labor sostenida; menos, tienen
conocimientos vinculados con el oficio de poeta; y más escasos todavía son quienes manejan,
con suficiencia o artesanía, los materiales con los cuales operan. Aun cumplidos esos requisitos
(ya se sabe), los logros suelen ser ocasionales no sólo en conjunto, sino dentro de la obra de un
mismo autor0.

Entre los autores que señala el ensayista, figuran algunos de los integrantes de la
primera generación literaria de importancia en Jujuy: Mario Busignani (1908-1990), Jorge
Calvetti (1916-2002), Néstor Groppa y el mismo Fidalgo. Por otro lado, coexisten, según
se desprende del mismo artículo, dieciocho poetas 0 que son “reconocidos o meritorios” de
la –por entonces– nueva promoción. Las respuestas que se presentan en las páginas que
siguen permiten afirmar que Fidalgo fue demasiado generoso con algunos de ellos.
Nadie duda de que el tiempo sea el que mejor zarandea los libros y, con esa acción,
separe a las mejores páginas de la hojarasca. Los años estaban a favor de Santiago
Sylvester (1942) cuando publicó una antología de la región 0. Él incluyó a trece poetas de
esta provincia (si se exceptúa a Carlos Hugo Aparicio, quien nació en 1935, en La Quiaca,
y vive desde su infancia en Salta) entre los seleccionados. Siete nacieron en las primeras
décadas del siglo pasado: Busignani, Domingo Zerpa (1909-1999), Raúl Galán (1913-

0
Andrés Fidalgo, “La poesía en Jujuy (entre 1970 y 1990)”, en Escritos casi póstumos (San Salvador de
Jujuy, Ediciones Culturales San Salvador, 2003: 99).
0
Ellos son: Jorge Accame (1956), Ernesto Aguirre (1953-2016), Pablo Baca (1958), Oscar Augusto
Berengan (1949), Elena Bossi (1954), Nélida Cañas (1949), Alejandro Carrizo (1959), Reynaldo Castro
(1962), Rafael “Guigui” Calderón (1952), Guillermina Casasco (década del ’50), Álvaro Cormenzana (1954-
2018), Víctor Ocalo García (1953), Blanca Spadoni (1944), Estela Mamaní (1955), Ángel Negro (1951),
Pedro Raúl Noro (1943), Mario Solís (1950-2000) y Luis A. Wayar (1945-2000).
0
Poesía del noroeste argentino: Siglo XX (Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 2003). El libro
incluye obras de 84 autores nacidos o residentes durante mucho tiempo en el noroeste: 13 corresponden a
Santiago del Estero, 18 a Tucumán, 20 a Salta, 13 a Jujuy, 9 a Catamarca y 10 a La Rioja.

[20]
1963), Calvetti, Fidalgo, Demitrópulos y Groppa. El resto está integrado por autores
nacidos entre 1949 y 1959: Cañas, García, Aguirre, Accame, Baca y Carrizo0.
Una rápida lectura de los años de nacimientos nos informa de que no existe un
movimiento poético continuo; en rigor, no existe un movimiento literario que permita
hablar de tradiciones (como bien interroga Aguirre en la presente encuesta).
La falta de continuidad puede ser consecuencia de los siguientes hechos:
a) Algunos autores publicaron tardíamente sus obras o sus libros aparecieron en un
interregno muy espaciado, razones por la cual no fueron tenidos en cuenta en el
momento que se prepararon antologías o estudios generacionales. Es posible que en
este razonamiento estén comprendidos, entre otros, Tito Maggi (1913-1994), César
Adán Olleta (1930-2016), Gloria Elena Quiroga de Macías (1933), Ana María Gius
(1936), Susana Hubeid (1936-2013), Mita Homs, Raquel Murillo (década del ’40),
Sergio Roberto “Ututo” Usandivaras (1941-2016), Susana Quiroga (1942) y Luis
Wayar (1945-2000).
b) Entre los escritores desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado, entre 1974 y
1983, figuran tres relacionados con nuestra provincia: Avelino Bazán (1930), José
Carlos Coronel (1944) y Alcira Fidalgo (1949). El primero fue el dirigente obrero más
reconocido y, en 1973, director provincial de Trabajo; a los pocos días del inicio de la
última dictadura fue detenido en la cárcel de Villa Gorriti, donde escribió el
imprescindible libro –aunque luego mal editado– El porqué de mi lucha: Treinta años
en la vida gremial del pueblo aguilareño (1989); estuvo detenido en la penitenciaría de
La Plata, fue liberado en julio de 1978 y el 25 de octubre del mismo año, secuestrado
cerca del cine Alfa de nuestra ciudad, por un grupo uniformado, desde entonces, no se
supo más nada. Coronel, por su parte, militó en las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR), motivo por el que estuvo en prisión; lo amnistió el gobierno peronista de 1973
y, ya como integrante de Montoneros, murió en un enfrentamiento armado en
setiembre de 19760; había publicado el libro de poemas Gestos y algo más. Por último,
Alcira Fidalgo fue secuestrada el 4 de diciembre de 1977 por Alfredo Astiz y su grupo
de tareas, posteriormente fue vista en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA);
0
Curiosamente (o no) este rango de edades coincide con la antología Nueva poesía de Jujuy (Palpalá,
Daltónica, 1991) en la que incluí –además de Cañas, Aguirre, Accame, Baca y Carrizo– a Estela Mamaní,
Ramiro Tizón (1956) y Álvaro Cormenzana.
0
En Palabra viva (Buenos Aires, Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina, 2005), libro que
recopila textos y biografías de escritores “desaparecidos” por la dictadura instaurada el 24 de marzo de 1976,
figura –como fecha del enfrentamiento– setiembre de 1975. Hemos optado por la fecha que da su hija, María
Coronel, en la obra de Juan Gelman y Mara La Madrid: Ni el flaco perdón de Dios. Hijos de desaparecidos
(Buenos Aires, Planeta, 1997: 273-278).

[21]
gracias a los papeles conservados por su madre, un cuarto de siglo después, apareció
Oficio de aurora que contiene poemas que, hasta ese momento, eran inéditos0.
c) Otros autores posiblemente no fueron tenidos en cuenta por la dificultad de conseguir
sus obras ya que ellos se trasladaron al exterior y allí editaron gran parte de su
producción. Es el caso de Federico Undiano (1932-2000), Raúl Dorra (1937-2019),
Ana Pelegrín (1938-2008), Miguel Espejo (1948) y Pedro Salvador Ale (1954). En los
últimos años, Espejo retornó a la provincia y, entre los años 2000 y 2002, se
desempeñó como director de El Tribuno de Jujuy (desde allí promovió un interesante
como efímero suplemento cultural); en tanto que Dorra lo hace con cierta frecuencia
debido a los cursos de posgrado que dicta en la universidad local; estos regresos
posibilitaron que los lectores tengan acceso a una producción que, de no ser por esta
circunstancia, estaría denegada.
d) Los escritores nacidos en la década del sesenta tienen sus obras inéditas o son muy
pocos, pero –como sea– tienen poca visibilidad. Conozco solamente a cinco: Pablo
Aguiar Cáu (1969), Ricardo Dubin (1963) Marcelo Mariani (1969), José Saúl Sánchez
(1962) y Claudia Scurta (aún inédita en libro). Es probable que esta promoción literaria
sea una de las más golpeadas por la última dictadura0. Sin posibilidad de expresarse en
sus años juveniles, con hermanos mayores dispersos y callados 0 o en el exilio, ellos
vivieron la difícil situación de ser muy chicos para tener una participación militante en
la década del setenta y muy grandes para el activismo juvenil de la recuperación
democrática en la que algunos entraron como el furgón de cola. Entre las dos épocas –
es decir, en “los años de plomo”– vivieron sin ejercer el sentido crítico de la
existencia0.

0
He escrito una breve biografía de la poeta que apareció como prólogo en Oficio de aurora (Buenos Aires,
Libros de Tierra Firme, 2002) y que, en este libro, aparece como capítulo 4.
0
Si bien los exilios de Fidalgo y Tizón resultan casos paradigmáticos que ejemplifican la difícil situación del
intelectual en regímenes dictatoriales; ambos, al momento de partir, ya tenían una obra literaria consolidada.
Por lo demás, no es un dato menor decir que Claudia Scurta fue testigo, en 1976 cuando ella era una
adolescente, del secuestro de su madre por parte de un grupo armado al mando del comisario Ernesto Jaig.
Unos días después de la detención, Dominga Álvarez de Scurta “desapareció” de la cárcel de Villa Gorriti.
Por las atrocidades que cometió, el policía es uno de los más recordados por los familiares de las víctimas de
la represión dictatorial en Jujuy.
0
Aguirre y Baca, dos de los referentes de la promoción anterior, publicaron en 1986 y 1989 respectivamente.
El primero ya lo había hecho en 1978 y dos años después en una obra compartida, en el caso del segundo se
trataba de su primer libro.
0
“El miedo y el silencio (si era definitivo, mejor) tenían como finalidad poder traficar impunemente. Eso sí,
todo fue construido de manera inobjetable para la preservación de los valores morales de nuestro honesto
modo de vida, y por supuesto, en nombre de la sacrosanta libertad que había que preservar”, Néstor Groppa
citado por Reynaldo Castro, en “El cronista sensible”, Nexos, nº 1, San Salvador de Jujuy, abril de 1994.

[22]
e) La falta de una política editorial que otorgue continuidad a las distintas promociones y
redite aquellas obras de valor que han sido agotadas. Esta cuestión, como veremos, es
más fácil de enunciar que de ejecutar. Algunos de los escritores que aparecen en esta
encuesta tuvieron o tienen que ver con políticas culturales relacionadas con el Estado
pero esa acción no dejó, por lo menos hasta la fecha, una marca que merezca ser tenida
en cuenta; la única excepción a esto que digo es el extraordinario trabajo que Néstor
Groppa realizó en la Secretaría de Publicaciones de la Universidad Nacional de Jujuy.
Antes de seguir quiero aclarar que la presencia de aquellos escritores en las políticas
públicas favorece a las instituciones en las que éstos participan, eso sin ninguna duda;
pero no puedo dejar de plantear la siguiente cuestión: si nuestras instituciones públicas
tienen como objetivo asegurar el funcionamiento antes que privilegiar el espacio de
reflexión y crítica, ¿pueden ellos desarrollar sus inquietudes –que incluyen la reflexión
y la crítica– sin problemas frente a un Estado que los mantiene? Y ahora me surge otra:
¿pueden existir actividades culturales sin la ayuda del Estado?
f) La inexistencia de una crítica literaria que analice, clasifique y ordene las obras de
aquellos que, por diversas razones, no cuentan con el reconocimiento que se merecen
(tal es el caso, señalado por varios encuestados, de Picchetti). La crítica debería decir
aquello que la literatura no puede decir, no sólo porque está sometida a otras
legalidades, sino porque su elemento esencial es indagar en aquello que la literatura
oculta. Las respuestas que se presentan en las páginas próximas ayudan a entender
cómo está compuesta la topografía del campo literario; pero ni siquiera la ubicación de
unos y otros en tradicionales y vanguardistas, en marginales o integrados, es suficiente.
Es necesario, además, construir una teoría literaria.
***
Esta encuesta. ¿Cómo es un escritor? ¿Qué piensa de su oficio? ¿Es un oficio? ¿Cómo se
forma un escritor? ¿Cómo se ve a sí mismo? ¿Qué opina de sus pares? ¿Por qué algunos no
contestan la totalidad? ¿Es otra forma de respuesta? Algunas de estas preguntas son
contestadas en las páginas que siguen, otras a lo mejor nunca tengan respuestas.
Las preguntas de esta encuesta se enviaron a más de cincuenta escritores. La única
condición que debía cumplir cada encuestado era poseer, por lo menos, un libro editado.
Entre los escritores que faltan, hay dos cuyas ausencias merecen ser justificadas: Andrés
Fidalgo y Héctor Tizón. Al primero no quisimos molestarlo porque sabemos que no pasa
por un buen momento y, además, su tarea crítica, ordenadora y promotora del campo
intelectual local ha sido una de las más fecundas; razones por las que pensamos no

[23]
solicitarle una nueva intervención, sino (re)volver sobre algunas de las cuestiones que el
escritor ya reflexionó. Tizón, por su parte, al momento de distribuirse las preguntas de esta
encuesta, se encontraba en Europa.
La experiencia de un libro de conversaciones con Ernesto Aguirre y una encuesta
realizada para una revista0, me permitieron verificar la importancia que tienen las
respuestas de los escritores para el conocimiento de la literatura.
Las respuestas tienen, por lo menos, un punto de confluencia: todos tienen algo que
decir acerca de su trabajo literario. A lo mejor se pueda realizar, dentro de algún tiempo,
otra batería de preguntas para ver el grado de evolución de determinadas estéticas. Y es
seguro que, como en ésta, también existirán preguntas sin respuestas.
***
Precisiones. Esta encuesta fue contestada por 20 escritores que viven en Jujuy. Fue
distribuida en el mes de junio y se recibieron respuestas hasta el 17 de ese mes.
Contestaron: 8 mujeres y 12 varones. Los años de nacimientos de los encuestados tienen
como extremos: 1909 y 1979; la distribución es la que figura en la Tabla 1.1.
Nacimiento cantidad de escritores
Año 1909 1
Década del 1
‘30
Década del 3
‘40
Década del 8
‘50
Década del 1
‘60
Década del 6
‘70
Total 20

0
“¿Quiénes son los clásicos locales? Encuesta a escritores jujeños”. en Generaciones, N° 2, San Salvador de
Jujuy, diciembre de 1996: 9-11.

[24]
Tabla 1.1. Distribución de los años de nacimientos de los escritores.

***
Valiosos. Salvo una escritora que se pregunta si su nombre puede estar entre los más
valiosos, el resto prefiere autoexcluirse a la hora de nombrar a los escritores más
importantes. El nombre de Néstor Groppa aparece destacado entre las preferencias de los
encuestados (obtiene 14 menciones, en tanto que Héctor Tizón, el segundo más nombrado
tiene 8). El lugar que tienen los diez escritores más nombrados se presenta en la Tabla 1.2.

1º 2º lugar 3º 4º lugar 5º lugar


lugar lugar
Groppa
X
Tizón X
Aguirre X
Baca X
Alabí X
Calvetti X
Carrizo X
Cormenzana X
Demitrópulo
X
s
Galán X
Tabla 1.2. Escritores más importantes.

Es posible que las ubicaciones de Groppa y Tizón no sorprendan a ningún jujeño.


Como sea, una de las funciones de esta encuesta consiste en confirmar supuestos que están
en el aire y que todavía nadie los volcó al papel. Acaso sea necesario agregar que, mientras
la gran mayoría de las tiradas de los libros de quien ocupa el primer lugar no superan los
cuatrocientos ejemplares0, el segundo publica en editoriales de Buenos Aires que, por lejos,
superan aquella cantidad y, por lo tanto, sus libros poseen una distribución por todo el país.

0
Cuando lo consulté por una duda que tenía sobre su bibliografía, Groppa me envió un mail donde afirmaba:
“Como decía mi amigo [Julio] Ardiles Gray, ‘soy un autor inédito con 30 libros publicados’”.

[25]
La elección de los nombres de Calvetti, Demitrópulos y Galán, escritores ya
fallecidos, no proviene de los escritores jóvenes. Estos parecen haber fijado su mirada en
los escritores contemporáneos (Maximiliano R. Calderón así lo explicita: “Voy a limitarme
a la literatura actual”). Esta predilección por los escritores que están en actividad también
se manifiesta en algunos autores nacidos en la década del ’50 (así lo entiende Ángel Negro
cuando afirma: “Después de santificar a los mayores” y, sin nombrar a esos mayores,
menciona a cinco poetas de su promoción).
Una mención aparte merece la aparición de Álvaro Cormenzana entre los más
nombrados. Sin libro publicado, él se ubica en un lugar importante dentro del campo
literario. Es, sin dudas, uno de los mejores poetas de los nacidos en la década del ’50 y, en
consecuencia, es un crimen de lesa poesía que su libro inédito Los poemas del Jigante (sic)
siga en esa condición0.
***
Imprecisiones. No tengo dudas de que formulé mal la sexta pregunta. En vez de solicitarle
una lista con los diez libros más importantes, coloqué “un estante” en el enunciado que
complicó varias respuestas. Así, ante la imposibilidad de decidirse por un libro de cuentos,
Accame mencionó que prefiere –de manera genérica– “los cuentos de Héctor Tizón”;
Aguirre también respondió, sin precisar títulos, que elige obras de Groppa y Calvetti;
Calderón y Carrizo nombraron libros indeterminados (“uno”, “alguno”, “uno cualquiera”)
de determinados autores; Constant fue más tajante y mencionó una sola obra; Dubin hizo
lo mismo con otra, pero la citó de manera indirecta; Escudero propuso alguna antología
que todavía no existe; Homs llenó el estante con libros de Groppa y otras cosas; Killcana,
tal vez influenciada por la fiebre mundialista, armó un equipo de fútbol; Fortunato Ramos
(1947) y Mónica Undiano sólo mencionaron autores pero no sus libros; Negro no se
anduvo con pequeñeces y, salvo en un título, apostó por más de diez libros sin mencionar
los títulos; Ortiz habló de antologías en general; Tregini salteó elegantemente esa pregunta.
Los únicos que cumplieron con la consigna fueron: Alabí, Bossi, Chedrese, Nassr, Quiroga
y Espejo, quien puso su cuota de ego cuando afirmó que casi todos los libros que
seleccionó le fueron “dedicados por sus autores”.
Como si fuera poco, un título de Groppa (Anuarios del tiempo) apareció, en una
oportunidad, con la precisión del número del tomo; en otra, la escritora que lo eligió aclaró
que se trataba de los ocho tomos (es decir, incluye a uno todavía inédito) y también resultó

0
La justicia parcial –pero justicia al fin– llegó en el año 2011, cuando 3Ramones Editores, con apoyo de la
Editorial de la Universidad Nacional de Jujuy, presentó una tirada reducida de la obra en cuestión.

[26]
citado sin precisar tomo ni si se refería a la totalidad de la obra. En este caso, resolvimos
unificar las menciones en un solo título por considerar que la obra de este autor es muy
consistente y pareja.
***
Los libros más importantes. Teniendo en cuenta las dificultades planteada más arriba,
hemos optado por sumar sólo aquellos títulos que fueron citados de manera explícita, salvo
en los casos en que las obras de los autores se podrían deducir fácilmente (como el libro de
Mamaní y los dos de Picchetti). En consecuencia, según los encuestados, los libros más
importantes son los que figuran en la Tabla 1.3.

1º lugar 2º lugar 3º lugar Año de la 1ª


edición
Los pájaros del bosque de Picchetti X 1964
Obras completas de Galán X 1966
Anuarios del tiempo (T. I al VII) de 1998-2005
X
Groppa
No esperar nada más de las estrellas 1999
X
de Baca
Bitácora del aire de Alabí X 1995
Río de las congojas de Demitrópulos X 1981
La marca de Carrizo X 1999
La casa y el viento de Tizón X 1984
Música para corderos de Constant X 1990
Obrador de Groppa X 1988
Puya-Puyas de Zerpa X 1931
Segovia o de la poesía de Accame X 2001
Tarja de AAVV X 1955-1960
Con vida los llevaron de Castro X 2004
Tabla 1.3. Libros más valiosos.

La novela de Leonor Picchetti es señalada, ya lo dijimos, como un libro que no


tiene el reconocimiento que se merece. Jaime Rest –quien realizó la presentación de la
obra–, señaló que Los pájaros del bosque (Buenos Aires, Falbo Librero Editor, 1964)
relaciona a su autora con importantes escritores: Proust, Joyce, Henry James, Colette (así
lo registró la nota que apareció en el diario Pregón, el 10 de octubre de 1964). Fidalgo, en
su Panorama de la literatura jujeña (Buenos Aires, La Rosa Blindada, 1975: 174-175),
agregó:

[27]
Además de las relaciones o similitudes anotadas, son advertibles las de Henry Miller, en la
medida en que este autor prescinde de estructuras formales, bucea en la sexualidad con
frecuencia obsesiva y rechaza la razón. Pensamos que también media por lo menos el
conocimiento de los más destacados representantes de la “nueva novela” francesa: Alain
Robbe-Grillet, Michel Burton y Nathalie Sarraute. El monólogo interior, la corriente de
conciencia (con su antecedentes surrealista de automatismo psíquico), el empleo simultáneo de
tiempos dispares, etc., a la vez que acuerdan fuerza expresiva, la apartan de la retórica en uso y
de los tabúes sexuales. Con lo cual queda señalada la originalidad de esta autora, especialmente
respecto de muchos prosistas jujeños.

Muchos de los encuestados manifestaron su incomodidad a la hora de mencionar un


número limitado de obras (como bien lo aclara Accame: se trataba de un estante “muy
mezquino”). Por otro lado, si comparamos las preferencias por estos títulos con la pregunta
anterior en la que se solicitaban los nombres de los autores más importantes, vemos que no
se produce una separación tan marcada. Por el contrario, la diferencia entre los títulos que
ocupan los tres primeros lugares es de apenas de una mención. Esta falta de una obra
descollante hace posible un triple empate en los tres primero lugares e imposibilita elegir
diez títulos. Por lo tanto, el estante se volvió más generoso –o, si lo prefiere el prolífico
narrador, menos amarrete–: entraron quince libros (uno de los títulos, la reedición
facsimilar de la revista Tarja, apareció en dos volúmenes en 1989).
El único autor que aparece con dos libros distintos es Groppa, éste también está
involucrado directamente con la revista recién citada (fue uno de sus cinco directores);
cuestión que permite confirmar que su obra es muy pareja y de gran valor.
En un principio llama la atención que no figure ningún libro de Aguirre (autor que
ocupa un lugar importante según vimos en la tabla 2), esa ausencia es posible de ser
explicada por la dispersión de sus votos en cuatro libros. Algo similar ocurre con Calvetti y
Dorra –si bien éste para un grupo numeroso todavía es un autor poco conocido, cuatro de
sus obras son señaladas como significativas.
***
Campos, quintitas y lotes intelectuales. El lugar que ocupan los escritores de Jujuy
dentro del campo literario es una cuestión que todavía no ha sido muy estudiada. Muchos
de ellos mismos prefieren no dejar por escrito posiciones que sí se pueden escuchar en
bares del centro, en los pasillos de la Facultad de Humanidades o en una conversación en
alguna librería.
Lo sabemos: es más fácil no opinar. Así, no se corren riegos y cada cual riega su
propia quintita. Además, de esa manera no se avivan giles que después pueden volverse en

[28]
opositores. Cuidar el terreno propio significa estar conforme con una sociedad cada vez
más uniforme y egoísta; me resisto a creer que esa mezcla fatídica de cualidades sea lo
mejor que nos pueda suceder. Las opiniones –y esto lo sabía muy bien Walter Benjamin–
son a la inmensa maquinaria social lo que el aceite es a las máquinas. La cuestión que debe
tener en cuenta todo intelectual que se precie de tal, es armar un discurso certero. No
conozco la fórmula para lograrlo, pero estoy seguro que la eficacia literaria se logra con un
riguroso intercambio entre la acción y la escritura, entre la escritura y la acción; aunque el
espacio que uno ocupe sea un reducido lote.
***
Fundadores y recién llegados. El campo literario jujeño se construyó lentamente con el
accionar de algunas figuras paradigmáticas (Zerpa, Galán, Tizón) y, fundamentalmente,
con el trabajo grupal de los directores de Tarja (Busignani, Calvetti, Fidalgo, Groppa0). Por
otro lado, el suplemento literario que dirigió Groppa, durante más de cuarenta años,
funcionó como instancia natural de entrada de los nuevos escritores al parnaso local.
Ingreso que, como lo recordó Aguirre, no significó un pase libre0.
El ambiente de los escritores contiene disputas aunque éstas no siempre se
manifiesten a viva voz. Si bien puede ser analizado en un determinado momento –ése es
uno de los objetivos de esta encuesta–, el campo ha variado a lo largo del tiempo. Así, en
1984, una poeta que edita su libro gracias a la ayuda estatal supone, o hace suponer, que
ella ocupa un lugar importante en el ambiente literario. Los años transcurridos nos
permiten afirmar que no fue así, que no siempre el Estado acierta a la hora de distribuir sus
recursos y que muchas veces el campo es atravesado por una estrella fugaz o, como dicen
los paisanos, por una luz mala.
En los últimos años, los escritores más jóvenes que tienen mayor visibilidad han
publicado en dos colecciones editoriales: “La mirilla”, de la Editorial de la Universidad
Nacional de Jujuy, y “Cofradía Cero”. En la primera hay trabajos de Federico Leguizamón
(1982), Patricia Calvelo (1970), Agustín Guerrero (1978), Matías Teruel (1982), César
Arrueta (1978), Mariano Ortiz (1974) y Maximiliano Chedrese (1978). En la segunda
participan Emilio Témer (1986), Pablo Espinoza (1983), César Colmenares (1984),
0
Además de los citados, la dirección de la revista se completaba con el pintor Medardo Pantoja.
0
“Yo escribí mis primeros poemas, y claro mi mamá decía que eran extraordinarios, entonces los llevé a
Groppa para que directamente los publicara en el diario Pregón. Te cuento que esos poemas hablaban del
indio y cuando Groppa los leyó me dijo: ‘Escuchame, ¿vos creés que tenés algo nuevo que decir sobre el
indio, algo que no haya dicho Zerpa, que no haya dicho Calvetti, que no haya dicho ningún poeta antes que
vos? ¿Vos creés que tenés algo original para decir sobre el indio?’. No –le dije la verdad. ‘Entonces ¿para
qué te metes con eso?’ –me contestó.” Este testimonio de Ernesto Aguirre figura en El escepticismo militante
(Córdoba, Alción, 1988: 39.)

[29]
Gabriela Ahualli (1985), Graciela Alem (1983), Pamela Stemberger (1987), Fernanda
Escudero (1976), Ezequiel Villarroel (1983) y Ortiz. La participación del último de los
mencionados parece indicar que no se trata de propuestas antagónicas; sin embargo,
nuevos posicionamientos y nuevas disputas se acercan. Como siempre, la maquina literaria
está ejerciendo su oficio.
***
Topografía contemporánea. La mayoría de los encuestados no cree en los dipolos
propuestos (escritor tradicional / escritor vanguardista; intelectual integrado / intelectual
marginal) o sostienen que son una construcción artificial antes que real o que simplifican
un realidad compleja. Es posible que tengan razón.
Sin embargo, nadie –ni siquiera los que no contestaron– duda de que el escritor
tradicional por antonomasia sea Fortunato Ramos; hasta él mismo se siente cómodo en ese
polo y, por la cantidad de libros que vende, parece que no le va nada mal.
En el extremo opuesto, las pocas respuestas obtenidas (el 10 %) mencionan a
Groppa y Carrizo, en primer lugar; enseguida aparecen los nombres de García,
Cormenzana, Homs y Leguizamón. Quizás, una definición puede ayudarnos a comprender
si los nombres propuestos son acertados o no.

Bien sabemos que el término “vanguardia” proviene del léxico militar, donde designa la
“avanzada” de un cuerpo selecto que les abre camino a las tropas que llevarán a cabo la
invasión territorial. Las esferas políticas, pero sobre todo las esferas culturales (artísticas e
intelectuales) se apropiaron del término “vanguardia”, en la historia del modernismo, para
nombrar lo adelantado y precursor de prácticas que “abren camino” bajo el signo rebelde de
una batalla contra la tradición y las convenciones0.

Posiblemente sólo algunos libros de Groppa puedan ubicarse como obras que
pertenezcan a la vanguardia. Recordemos que dos de sus títulos están entre los mejores
libros que señalan los encuestados y que él “abrió el camino” de la crónica urbana. Pero no
es posible ubicarlo enfrentado –o, por lo menos, no a cielo abierto– contra la tradición y las
convenciones; simplemente porque éstas no existieron o estaban en un estado incipiente.
Junto con sus pares de la revista Tarja, dejó una marca que es imposible pasar por
alto a la hora de revisar la historia de la literatura jujeña. Una revista hoy olvidada 0 había

0
Nelly Richard, “Lo político y lo crítico en el arte”, en revista Pensamiento de los confines, Buenos Aires, Nº
15, diciembre de 2004.
0
Me refiero a Jujuy (Nº 1, septiembre de 1936 – Nº 23, febrero de1940), una publicación que ha sido
opacada por su sucesora de la década del ’50 y que debería ser analizada para determinar continuidades o
rupturas. Debo este dato a la periodista Belén Romero, quien posee ejemplares de la revista antes citada.

[30]
iniciado un accionar semejante pero sin la repercusión lograda por Groppa y compañía; es
decir, en este terreno, había ya una huella señalada.
Ha escrito, además, un libro difícil de clasificar Abierto por balance (San Salvador
de Jujuy, Buenamontaña, 1987). Imposible decir a qué género pertenece. Una posible
solución sería colocarlo en el género “confuso” (y no se trataría de una actitud peyorativa,
sino todo lo contrario). Ahora bien, ¿esto alcanza para ubicar a Groppa como un
vanguardista?
Responder ésta cuestión en pocas palabras, como afirma Homs, significaría
simplificar una realidad bastante compleja. Con justicia poética, es posible afirmar que la
obra de Groppa está a años-luz del polo tradicionalista y que está cerca de la vanguardia.
Pero no la encarna.
Quizás, este prolífico poeta se relaciona con la vanguardia por la lucha secreta que
desarrolla contra las convenciones0. Me explico: desde 1996 es miembro de la Academia
Argentina de Letras y, sin embargo, insiste en publicar libros de difícil o nula distribución.
Como señala Bossi, él prefiere la circulación local a través de ediciones propias y, con esa
decisión, preserva una sana marginalidad para cumplir su registro diario de una ciudad que
un día descubrirá el lugar central que ocupa en los escritos de un hombre apartado de las
modas literarias y que escribe casi en secreto.
No es una decisión reciente, la actitud que asume Groppa con respecto a sus libros.
A comienzos de la década del 80, él afirmó:

Cuando últimamente se ensayaron clasificaciones y agrupamientos antológicos de los años


50, 60 y 70, en ninguno de ellos me incluyeron. Puede ser por dos motivos: escaparme al
encasillamiento o no reunir, en mi obra, el mínimo de calidad que exigían los clasificadores
y los antólogos. Sin pretenderme único, autor de generación espontánea, descubro que mi
vida y mi actividad literaria participan de la singular condición de aislamiento.
Temporalmente o por circunstancias del “oficio de vivir”, siempre anduve más o menos
solo. “Contaditos mis amigos” (como dice la copla) y algunos, nada tienen que ver con la
vida de cultivo literario, artístico. Así me pasaron los años y desconozco, por dar un
ejemplo, la redacción de un diario porteño; jamás concurrí a los habituales lugares de
tertulia literaria, lo cual no deja de tener sus inconvenientes, máxime si escuchamos al
sopesado Macedonio Fernández: “En este país, suponiendo que se pueda ser famoso sin
Buenos Aires…”0.
0
Con esta estrategia coincide Ricardo Piglia cuando afirma: “Los escritores formamos grupos en fusión,
bandas en fuga. Hoy la vanguardia (para retomar esa metáfora) es un pelotón perdido atrás de las líneas
enemigas, como en una película de Samuel Fuller”, entrevista en suplemento Cultura del diario La Nación,
Buenos Aires, 16 de abril de 2006.
0
Néstor Groppa, en Poesía argentina contemporánea, Buenos Aires, Fundación Argentina para la Poesía,
1980, T. I, parte V: 2176.

[31]
Como ya lo expresamos, el campo literario se modifica a lo largo del tiempo. Así,
Groppa pasó de ser un excluido de las principales antologías a integrar la Academia. Un
paralelismo nos ayudará a entender este pasaje: ahora que un número importante de
escritores reconoce a la obra de su comprovinciano Galán, conviene recordar que no
siempre fue así.

Galán cuenta que cuando preguntaban en Piedras al 500 sobre el poeta Galán, dónde vivía,
el vecino contestaba que ahí, al lado vivía una familia Galán, pero que el señor fuera poeta
no era probable, primero porque era su vecino y, segundo, porque lo veía todos los días…
Tal vez el salario justo del poeta que reclamaba Galán, sea el de esta inmortalidad que lo
acompaña0.

Cuando Groppa habla del reclamo de Galán hace referencia a los siguientes versos:
“Reclamo mi cosecha de luz,/ el salario justo del poeta./ Devolvedme aquellos días,
aquellos sueños,/ aquellas primicias de la tierra” 0. Después, el poeta mayor aclaró que ese
salario

tal vez sea que se los deje vivir, caminar, circular, simplemente. Un salario sí que es vital y
mínimo. Hay poetas que sólo piden que se les escuche y otros que se los dejen cantar, nada
más. Porque suponen que su canto es el canto de muchos hombres. Esa puede ser una parte
del salario que la sociedad debe al poeta. El pago que el poeta pide por sus búsquedas, sus
dudas, su silenciosa batalla interior, como que sólo recompensan la imagen feliz y el poema
necesario. El poema imprescindible0.

Soy consciente de que he abusado con la cantidad de citas del poeta más reconocido
por la comunidad literaria de Jujuy, pero la falta de sus respuestas en las páginas que
vienen, me obligaron a buscar más. Y, sin embargo, me doy cuenta que esto no es
suficiente.
Con respecto a los dos polos restantes (intelectual integrado / intelectual marginal),
las respuestas parecen ajustarse más al grado de visibilidad de los escritores que a la
función de los intelectuales (Espejo aclaró que “ambos términos no son sinónimos”).
Como sea, existe una mirada por lo menos desconfiada a los términos “intelectual
integrado” (Aguirre los entiende como un eufemismo que corresponde a cómplice). En este
punto, las pocas respuestas (la nominación de Baca apenas alcanzó el 10 % de la muestra)
dibujan a mano alzada el siguiente croquis:

0
Néstor Groppa, Abierto por balance (San Salvador de Jujuy, Buenamontaña, 1987: 42).
0
Este poema fue publicado en Tarja, número doble 11 y 12, San Salvador de Jujuy, diciembre de 1958.
0
Néstor Groppa, “El cronista sensible”, citado por Reynaldo Castro, en Nexos, nº 1, San Salvador de Jujuy,
abril de 1994.

[32]
 Intelectuales integrados: Baca, Quiroga, Jorge Albarracín (1945), Accame, Carrizo y
Elena Leonardi Cattólica de Gimenez (1939).
 Intelectuales marginados: Alabí, Ale, Castro, Cormenzana, Leguizamón, Negro (quien,
sin dudarlo, acepta esta ubicación), Picchetti, Teruel y Usandivaras.
La cuestión a dilucidar es: ¿integrados a qué? y ¿marginados de qué? Punteo
algunas de las instituciones con las que tienen (o tuvieron) algún tipo de relación varios de
los escritores del primer lote: Legislatura, Asociación de Escritores Argentinos, Sociedad
Argentina de Escritores, Municipalidad de San Salvador de Jujuy, Secretaría de Cultura,
Secretaría de Educación y Fundación Norte Chico.
De los escritores del segundo grupo, hasta donde conozco, nadie forma parte de las
instituciones nombradas, o al menos no con poder de decisión. La única excepción es
Alabí, quien cumple funciones como delegado del Fondo Nacional de las Artes en Jujuy.
¿Esto alcanza para trazar una línea divisoria entre integrados y marginados? Creo
que no es suficiente. Sirve, en todo caso, para indagar sobre la trayectoria individual de
cada escritor y analizar si su accionar en alguna de las instituciones nombradas ha
producido innovaciones o, si por el contrario, su trabajo intelectual ha involucionado.
En páginas anteriores hablamos brevemente de los tiempos oscuros en los que no
había libertad de expresión. Esto implicó que una promoción viviera su adolescencia con el
contexto del terrorismo de Estado. Una década después, otra pasó su primera juventud con
las privatizaciones menemistas como música de fondo. La diferencia entre ambas radica en
que mientras la primera tuvo modelos que resistieron a la opresión y también la
denunciaron (pienso en el caso emblemático de Fidalgo), la segunda no tuvo figuras
intelectuales en las cuales apoyarse y esto es muy grave porque una provincia –un país–
puede admitir que sus políticos sean unos incompetentes, pero no que lo sean sus
intelectuales.
Las decepciones de los últimos gobiernos democráticos empujan a los integrantes
de la esfera pública –y no sólo a los escritores– a dejar de formar parte de los ilusos
desilusionados para ser desilusionados lúcidos. En ese pasaje, las armas de la imaginación
y el lenguaje son fundamentales. Por lo tanto, la tarea de los escritores todavía no ha
acabado.

San Salvador de Jujuy, 24 de junio de 2006.


.

[33]
2. UN EJEMPLO DE PERIODISMO LITERARIO
(La revista Tarja)

Segunda mitad de la década del cincuenta del siglo pasado. La guerra de Corea pone al
mundo al borde de la conflagración total. Son tiempos de la Guerra Fría y el juguete mortal
de Oppenheimer pende sobre la humanidad. Estalla el rock de Bill Haley y sus Cometas.
Suecia organiza su mundial y con el campeón Brasil aparece un diamante negro: Pelé; la
debacle argentina tiene una cifra y un nombre: 0-6 contra Checoslovaquia. Orson Welles
estrena El Ciudadano y, en Argentina, la mal llamada “Revolución Libertadora” entierra
sus muertos. El General Perón se exilia en Madrid. Y, en 1955, aparece Tarja0.
Esta revista fue el producto gráfico más original que conoció la historia del
periodismo literario de Jujuy. Fue, además, una extraordinaria muestra de calidad artística
y fervor intelectual en la que para seleccionar las colaboraciones, “la Dirección prescinde
totalmente de la opinión de sus autores. Atiende tan sólo a la calidad artística o intelectual
de sus trabajos”, como expresaba un breve texto de la contratapa del tercer número.
El nombre alude “a la marca que indica el día de trabajo cumplido, faena concluida
y asentada en la libreta de jornales”, como se puede leer en la presentación del primer
número. Además, marca un destino ya que se trata de una palabra ligada a los sectores
postergados y su relación laboral. En aquel momento, ligar la libreta de jornales con las
denominadas “bellas artes” era toda una transgresión. Precisamente, contra esa concepción
–que separaba a la literatura y las artes plásticas de los gustos populares– es que los
directores de Tarja manifestaron su disconformismo y, al mismo tiempo, elaboraron otra
alternativa superadora.
Toda una generación de escritores e intelectuales colaboró con esta publicación en
la segunda mitad de la pasada década del cincuenta, los años de mayor esplendor del
periodismo literario jujeño. El último número, el 16, apareció en julio de 1960. La
distancia de poco más de un siglo nos permite afirmar que Tarja es el documento cultural

0
La Universidad Nacional de Jujuy realizó una reedición facsimilar, en dos volúmenes, en el año 1989.

[34]
mejor logrado que, gracias al talento de sus colaboradores, trascendió los límites de su
ciudad natal.

Estamos convencidos de la incalculable temática humana de nuestro Norte y de las


posibilidades de sus gentes para el trabajo intelectual. Por ello es que iniciamos esta labor,
manifestando la necesidad de que esas posibilidades abandonen el silencio y adquieran las
formas concretas del testimonio.

El párrafo recién citado formó parte del editorial del primer número. Ese manifiesto
fue cumplido con creces por los escritores Mario Busignani, Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo
y Néstor Groppa; la dirección se completaba con el artista Medardo Pantoja. La posición
de ellos es bien clara: la revista se constituye como soporte para el trabajo intelectual.
Trabajo que, hasta entonces en Jujuy, estaba condenado al silencio. Dos hechos marcan
como la praxis misma de de la literatura resulta problemática en esta región. El primero, la
dirección de la revista denunció, en enero de 1957, que Pantoja había sido detenido durante
dos días por policías de Salta sin que se hicieran conocer las causas de tal medida, tampoco
le permitieron comunicarse con personalidades de esa provincia que hubieren podido
explicar lo que el artista significaba dentro del panorama cultural. El día 18, el siguiente
telegrama fue dirigido al ministro de Gobierno de Salta: “Como integrantes revista jujeña
Tarja, denunciamos y protestamos por injustificada y abusiva detención e incomunicación
en esa comisaría tercera, día 8, de nuestro co-director y asesor Comisión Provincial de
Cultura, pintor Medardo Pantoja” (diario Pregón, San Salvador de Jujuy, 13 de mayo de
1957, pág. 7).
El final de la revista es otro hecho que demuestra que la situación conflictiva del
escritor es un elemento constante en nuestra sociedad: el último número de la revista
coincidió con una de las cíclicas censuras que soplaban en el país. La censura, afirma
Groppa,

es un fenómeno que hemos heredado desde la Revolución de Mayo, para no remitirnos como
continente, a los terribles tiempos de la colonización y conquista. En Mayo, tildaban de
revolucionarios y extranjerizantes, llenos de terribles ideas foráneas a los patriotas que
abrevando en la Revolución Francesa se oponían al rey de España. Desde aquel entonces,
como pueblo, a pesar de la independencia política que nos legaran esos patriotas, nos mecen
los vaivenes de la censura, lo hacen para “preservar la moral y las buenas costumbres”, de las
que cada vez se tiene una idea más vaga e imprecisa 0.

0
Reynaldo Castro, “Néstor Groppa, el cronista sensible”, en revista Nexos, n°1, San Salvador de Jujuy, abril
de 1994.

[35]
Los vaivenes de la censura siempre estuvieron a la orden del día. Tarja había
nacido con el golpe de Estado de setiembre de 1955. Entonces el gobierno jujeño fue
otorgado por los golpistas al teniente coronel Jorge Roque Alvarado y, el 6 de octubre de
ese año, desembarcó –como interventor federal– el contralmirante Gastón Carlos Clement.
Éste, por medio de un decretazo, proscribió al Partido Peronista, incautó sus bienes y
mandó a la cárcel a su plana mayor.
Jorge Luis Borges (quien, según cuenta la leyenda, había sido promovido a
inspector de aves y conejos en los mercados municipales por el peronismo) es nombrado,
por la “Revolución Libertadora”, director de la Biblioteca Nacional. La designación
funciona como un acto emblemático: en el campo cultural, algunas medidas del nuevo
gobierno, apuntan a la modernización de las artes y el pensamiento 0. El
(re)posicionamiento de escritores e investigadores que habían estado postergados es, antes
que el resultado de una acción promovida por el gobierno de facto, el crecimiento
sostenido del campo intelectual que abonará el terreno para que, en la década siguiente,
irrumpan obras y figuras que marquen un cambio de valores en la vida cultural, política y
social.
¿Qué pasaba entonces en Jujuy? La población de toda la provincia ya superaba los
200 mil habitantes; un busto de Eva Perón, que estaba en el parque San Martín, es
arrastrado por una camioneta hasta su destrucción; y existen “aproximadamente quince
escritores”0. La literatura jujeña recién, a partir de 1955, adquiere trascendencia. Lo explica
claramente Groppa:

Tenemos entendido –y demostrado– que antes del ´50 la literatura y las artes en general vivían
el tono siestero de todas las provincias (porque éste no es un fenómeno exclusivo de Jujuy) y
que con el medio siglo comenzó (esquivemos la palabrita de moda) el despertar, el
desperezarse (Ibídem, p. 20).

Un abogado que publicará sus primeros libros en los años sesenta, evoca lo que
para él significó el inicio de la modernización cultural, tras la caída del peronismo en esta
provincia:
0
Otros nombramientos sirven para entender el inicio de esta modernización: José Luis Romero es interventor
de la Universidad de Buenos Aires (UBA); Vicente Fatone, interventor en la Universidad del Sur; Manuel
Mujica Lainez, director de relaciones culturales de la Cancillería; Eduardo Mallea, embajador en la
UNESCO; Ernesto Sabato, director de la revista Mundo Argentino (publicación de propiedad estatal).
Además, en 1958 fue creado el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),
cuyo primer directorio incluía, entre otros, a Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir y Rolando García;
también se crearon el Fondo Nacional de las Artes (FNA) y la Editorial de la Universidad de Buenos Aires
(EUDEBA), la extraordinaria industria editorial del mundo hispano que fue impulsada por Boris Spivacow.
0
Néstor Groppa. Abierto por balance –de la literatura en Jujuy y otras existencias (San Salvador de Jujuy,
Buenamontaña, 1994).

[36]
Mi primera imagen del hombre llamado Calvetti está relacionada con un viaje en un
asendereado ómnibus que se esforzaba desde la Quebrada hacia la ciudad, él gauchamente de
pie colgado del pasamanos y yo de urbano y hablamos del golpe militar del 55 que se estaba
produciendo. Éramos los dos antiperonistas, según creo. De Busignani y de Fidalgo tenía sólo
una visión curialesca del patio de los Tribunales viejos; a Groppa lo vi después, maestro de
escuela y poeta secreto en Tilcara y relacionado o asociado con el sur. Y a Pantoja, hombre de
toda la vida y, para mí, de edad provecta aunque ahora menor que yo. ¿Qué es lo que dijimos?
¿Dónde nos juntamos por primera vez? Nunca lo pude saber por mí mismo. Sólo recuerdo
ahora la vieja casa de la calle Senador Pérez, las reuniones un tanto formales de los directores
[de Tarja] en los entreactos de las comidas y beberajes y otros esparcimientos ad usum pero en
mangas de camisa y alpargatas0.

Andrés Fidalgo y Nélida Pizarro, su esposa, entonces alquilaban una casa en el


centro de la ciudad. Ese espacio –al igual que la vivienda que poco tiempo después
adquirirían– es fundamental para el desarrollo de la cultura jujeña; un importante editor
manifestó que allí habría que poner una placa que diga: “Durante muchos años todo el
mundo que pasó por aquí tuvo sopa y colchón gratis” 0. En ese lugar se agrupa el primer
colectivo cultural de trascendencia; ahí nace la figura del intelectual jujeño y se expresa en
una publicación que constituye un cruce entre tradiciones, identidades y regionalización;
características éstas que marcan una clara diferencia con respecto a revistas
contemporáneas ligadas a la vanguardia que se desarrollan en Buenos Aires. Allí, en
Senador Pérez 235, nace la revista Tarja.

Acta de constitución
En la ciudad de San Salvador de Jujuy, a los trece días del mes de junio de mil novecientos
cincuenta y cinco, los abajo firmantes se reúnen siendo horas dieciocho y treinta en el
domicilio de la calle Senador Pérez doscientos treinta y cinco, con el fin de establecer las bases
para constituir una asociación civil, agrupación o entidad que tenga por objeto promover
actividades culturales de todo orden. Previa recepción de sugerencias, cambio de ideas y
análisis de las mismas, se resuelve:
1º) Dar por constituida a partir de la fecha, una asociación que tendrá por finalidad promover,
fomentar, desarrollar y difundir actividades culturales.
2º) Como nombre de la institución se adopta el de Tarja, que será expresado en todas sus
actividades.
3º) La dirección será ejercida por Mario Busignani, Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo, Néstor
Groppa y Medardo Pantoja. En forma conjunta o por simple mayoría, los nombrados tienen

0
Héctor Tizón. “Tarja a los lejos”, en reedición facsimilar de Tarja, volumen I, San Salvador de Jujuy,
Universidad Nacional de Jujuy, 1989.
0
José Luis Mangieri, “Usía contra la neblina”, en AAVV, Octogenario, ¡las pelotas!: Anti-homenaje a
Andrés Fidalgo. San Salvador de Jujuy, edición limitada para amigos, 1999.

[37]
facultades para gobernar, representar o administrar; como así también para tomar resoluciones
ejecutivas que tiendan a cumplir los fines de la institución.
4º) Tarja puede contraer obligaciones, adquirir derechos, bienes muebles o raíces, recibir
legados, subvenciones o donaciones y disponer de ellos. Podrá, además, operar con
instituciones bancarias o de crédito.
5º) Se admitirá la más amplia libertad de expresión en el terreno artístico y no se harán
exclusiones que respondan a motivos filosóficos, religiosos, políticos, o de tendencias o
escuelas.
6º) Se gestionará la colaboración de todas las personas dedicadas a tareas similares a las
enunciadas en el apartado 1º. En principio, del medio jujeño, pero sin otras exigencias que la
calidad o valores propios de la materia de que se trate.
7º) Se promoverá a la vez, el acercamiento y la solidaridad entre sí y con respecto a Tarja, de
todas las personas que deseen colaborar en cualquier aspecto o medida, con los propósitos
arriba enunciados.
8º) Los recursos para financiar actividades se obtendrán mediante la venta de obras o su
comercialización, suscripción, donaciones, subvenciones o legados.
9º) Como primera tarea, se resuelve publicar una revista que incluirá materiales de carácter
cultural, literario, artístico, pedagógico, o similares.
10º) Simultáneamente, se resuelve organizar exposiciones de plástica, iniciando la serie con
una muestra conjunta de grabadores y pintores, en Senador Pérez 235.
11º) Los miembros de la Dirección podrán ser reemplazados o continuarse con los que quieran
proseguir las actividades enunciadas. También por simple mayoría podrá aumentarse el
número de integrantes de la Dirección.
12º) La duración de la entidad es por tiempo indeterminado.
13º) Se prevé asimismo la organización y puesta en marcha de una librería, con criterio no
estrictamente comercial; pero que pueda ayudar a la financiación de actividades culturales.
Asimismo, y con igual finalidad, retablo de títeres, conciertos, audiciones radiales, etc.
14º) A los fines de llevar y registrar la contabilidad y estado económico de Tarja, percibir,
hacer pagos y realizar operaciones similares, se designa al Director Andrés Fidalgo, quien
contrae ante la entidad, las responsabilidades del caso.
15º) Se podrán designar Comisiones Auxiliares para el estudio, reglamentación, atención y
ejecución de actividades especiales; siempre presididas por algunos de los Directores de la
entidad.
16º) Las condiciones establecidas en la presente Acta podrán ser modificadas por resolución
tomada a simple mayoría de la Dirección.
En el lugar y fecha arriba indicados, firman: Mario Busignani (Senador Pérez 137, San
Salvador de Jujuy), Jorge Calvetti (Maimará, provincia de Jujuy), Andrés Fidalgo (Senador
Pérez 235, San Salvador de Jujuy), Néstor Groppa (Senador Pérez 125, San Salvador de Jujuy)
y Medardo Pantoja (Tilcara, provincia de Jujuy)0.

0
Este documento está copiado textualmente del original que estaba en la casa de Andrés Fidalgo.

[38]
Un balance de la tarea realizada por este colectivo incluye, además de la revista, las
siguientes acciones: la edición de cuatro libros y un suplemento de poesía inédita, más de
cincuenta funciones de títeres (dirigidas por Nélida Pizarro), exposiciones de artes
plásticas, organización de conciertos, conferencias y el establecimiento de una librería de
arte.
Por la sede Tarja, entre otros, pasan: Flora Guzmán, Héctor Tizón, Nelly Ase,
Manuel J. Castilla, César Bayón, Raúl Aráoz Anzoátegui, Jaime Dávalos, Raúl Galán, Luis
Pellegrini, José Francisco Ortiz, Baldomero Sánchez Casado, Vicente Cosentini, Gustavo
“Cuchi” Leguizamón, Francisco Ramón Díaz, José Luis Mangieri, Norberto Onofrio, Eolo
Pons, Jorge Gnecco, Alejandro Barletta, Luis Pretti, Eduardo y Héctor Di Mauro, Osvaldo
Juane, Ofelia Bertolotto, Delia Gómez Rubio, Carolina Álvarez Prado y Gustavo Lara
Torrez.
No sólo las personas interesadas en el arte y la literatura visitan la librería de la
calle Senador Pérez, también asisten personas de civil que buscan completar información
para tarjar a aquellos que se dedican a actividades subversivas: escribir libros, organizar
exposiciones, representar obras de títeres. Una tarde, Fidalgo encara a dos aplicados
husmeadores: “¿En qué los puedo ayudar? ¿Buscan algo en especial?”.
─No, nada. Esteee... A propósito, ¿qué tal se vende? –dice uno de ellos.
El escritor contesta con un latigazo:
─Y... para lo que compran ustedes.
Los investigadores de la Policía Federal acusaron recibo del sarcasmo y se
marcharon en silencio. A diferencia de ciudades más pobladas, San Salvador de Jujuy
permite que sus vecinos se crucen con relativa frecuencia y, por lo tanto, varios de ellos se
conocen entre sí. Este caso no es la excepción.
Tarja surgió para oponerse a la chatura general que vivía la cultura jujeña y duró
cinco fructíferos años. Su accionar fue mal visto por funcionarios de gobiernos
dictatoriales. Así fue, por ejemplo, la mirada que registró el general Villegas 0, quien marcó
(tarjó) al colectivo jujeño como perteneciente al campo cultural de las izquierdas; entonces,
el azote vino desde el poder militar.

0
El militar fue el “propulsor de la posteriormente denominada Doctrina de Seguridad Nacional, funcionario
político del golpe de estado de 1962 –ministro del Interior– y redactor de las tesis que el general Juan Carlos
Onganía leyó el 6 de agosto de 1964 en la V Conferencia de Ejércitos Americanos reunidos en la Escuela de
West Point”. Más detalles en Néstor Kohan: La Rosa Blindada: una pasión de los ‘60 (Buenos Aires, La
Rosa Blindada, 1999: 26).

[39]
Esta revista es el mejor ejemplo de periodismo cultural jujeño porque – además de
los argumentos expuestos– cumplió con las siguientes características que la distinguieron
de otras publicaciones locales:
 Un estilo propio. A lo largo de sus dieciséis apariciones, mantuvo y creó un estilo
original. Ya en el primer número se evidencia una dialéctica entre los espacios repletos
de textos y los intersticios entre versos de los poemas, lo que otorga fuerza y ritmo al
conjunto. La sobriedad de las páginas destinadas a relatos y comentarios contrasta con
el juego de espacios, ilustraciones y titulado (que se hace patente a partir del segundo
número, en la sección titulada “La Red”), recursos de un arte que hoy acaso nos resulte
familiar, pero que adquiere valor si se tiene en cuenta que hablamos de una publicación
que apareció hace poco más de medio siglo.
 Material original. El arte de tapa y su reverso muestran distintos grabados tomados de
su taco original. Una contante de Tarja fue presentar material artístico de primera
mano, lo que habla de un respecto por el trabajo del artista y también de un
compromiso frente al lector. Casi una nota editorial.
 Sabor local. Las ilustraciones tienen una fuerte relacional con el paisaje sentimental y
geográfico de la región. Medardo Pantoja, Norberto Onofrio, Luis Pellegrini y una
larga lista, emplean las técnicas del grabado, la xilografía, la aguada y la tinta china.
Los motivos son siempre referencias al solar jujeño: los zafreros, las espinas y las
flores, el socavón, los fragores del surco tabacalero, la memoria de la piedra incaica,
los ajados rostros de los promesantes.
 Compromiso social. Lejos de agotarse en lo puramente estético, los integrantes de
Tarja jamás hicieron sus obras a espaldas de la realidad de su tiempo (periodo de
proscripciones y silencios forzados, de padecimientos y desencuentros). Las notas
editoriales de la revista marcan claramente la correspondencia entre lo estrictamente
humano que se encuentra en lo que se denomina “una actitud social” hacia el
enaltecimiento de la dignidad humana.
 Los temas tratados. Nada mejor que el pronunciamiento editorial para definir los
propósitos de esta publicación: “Amplia libertad en el planteo, en la polémica y en la
creación. Ya se verá quienes escuchan un clamor por eco, o quienes oyen solamente
grititos de histérico entusiasmo de su familia” (editorial del número doble 9-10).

La dignidad de la tarea cumplida

[40]
Andrés Fidalgo ha sostenido que su participación –al igual que la de los otros directores–
en Tarja le ha permitido señalar en su libreta de jornales y vida “la marca que indica esa
modesta pero digna tarea cumplida”0. Esta expresión sintetiza el significado de una rica
experiencia en la historia de las revistas literarias.
Al releer esta publicación, con la ventaja que nos dan los años transcurridos,
podemos señalar que:
1. Ha permitido a escritores y a jóvenes intelectuales disponer de una plataforma cultural
que no existía hasta ese momento. La revista generó un espacio tanto para escritores,
artistas, lectores y espectadores; la casa de los Fidalgo, además, también sirvió de
espacio vital imprescindible para una las primeras librerías especializadas, sala de arte
y hospedaje.
2. Creo un público lector. Distintos grupos sostuvieron la continuidad del proyecto
editorial. Prueba de esto es el reconocimiento inmediato que tuvo la revista en diarios y
revista de extendido alcance. Sus dieciséis números están en la Biblioteca del Congreso
de Washington.
3. Esta revista, al igual que las mejores, privilegió los intereses colectivos y no las
veleidades de un sector particular.
4. Tarja no sólo promocionó a nuevos valores literarios, sino que acompañó de manera
constante su evolución.
5. La aparición de esta publicación ha significado el descubrimiento del buen diseño
gráfico en Jujuy.
En resumen, Tarja vale como un lúcido ejemplo de lo que debe ser una publicación
literaria: ha promovido a nuevos valores (o, por lo menos, distintos de los ya establecidos);
rescató tradiciones olvidadas y en ese accionar demostró lo que ellas tienen de apasionante,
de trascendencia y de interrogación necesaria; sirvió de campo de experimentación
cultural, permitió espacios abiertos a la innovación y, cuando fue necesario, fue también un
válido campo de batalla.

0
Suplemento literario del diario Pregón. San Salvador de Jujuy, 31 de marzo, 1991.

[41]
3. RAZONES PARA NO CONCEDERLE UNA ENTREVISTA
FILMADA A LA SECRETARÍA DE CULTURA DEL
GOBIERNO DE XUXUY CON MOTIVO DEL
SEXAGÉSIMO ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA
REVISTA TARJA

Estimados funcionarios:
me piden que hable,
frente a una cámara de filmación,
sobre lo que significó la memorable revista Tarja
que estuvo dirigida por Andrés Fidalgo, Néstor Groppa,
Mario Busignani, Jorge Calvetti y Medardo Pantoja.
Puede parecer una obviedad que coloque sus nombres,
pero créanme que no es así
porque ustedes erróneamente colocaron mal uno de esos nombres
un error imperdonable
ya que todo lo que busca un autor es construir una obra y un nombre
un nombre a lo largo de años de trabajo
y ustedes lo cambian de un plumazo
como si daría lo mismo llamarse Ricardo o Jorge.
Resulta fácil equivocarse desde el poder
nadie –o casi nadie– se queja
porque el poder siempre es infame.
Los que no lo tenemos,
en cambio,
tenemos que hacer solicitudes, pedir permisos,
escribir proyectos de investigación, formular cronogramas de realización,
hacer rendiciones de cuentas y demostrar que tenemos antecedentes suficientes
para poder ser considerados aspirantes.
Todo eso lo hacemos

[42]
y, cuando queda tiempo a tanto coñazo administrativo,
también escribimos poemas, dibujamos, pintamos, actuamos,
reflexionamos, bailamos, nos equivocamos
y volvemos a escribir, a dibujar, a pintar, a actuar,
a reflexionar, a bailar y así sucesivamente.
¿Por qué lo hacemos?
Porque sentimos un fuego sagrado que es difícil de explicar
que no figura en ningún instructivo para ser artista o intelectual
que no está en los protocolos que debemos explicitar
cada vez que tratamos con una institución cultural o educativa.
Porque una vez que sentimos ese fuego
no podemos andar por la vida como si todo fuese igual.
Es una bendición
y también una maldición.
Fuimos bendecidos por algunos de los directores de la memorable revista,
bendecidos por su amistad, por sus libros,
por comidas y bebidas compartidas
y porque ellos viven en nuestra memoria.
Somos, como ellos, malditos.
Porque, en algún momento de la década del cincuenta,
algún funcionario de la comisión de cultura
ordenó dejar de comprar una modesta cantidad de ejemplares de Tarja
“por falta de presupuesto”,
o porque no hicieron nada frente a la injusta detención de Pantoja,
en Salta, por portación de cara, allá por los cincuenta,
o porque Tarja era considerada marxista por el entonces coronel Osiris G. Villegas
o porque, en el prolijo prontuario de Andrés Fidalgo,
un redactor de la SIDE escribió que, en 1958, nuestros escritores recibieron
“sin confirmación” (así lo aclara el escriba oficial)
una importante suma de dinero de la embajada rusa en Argentina
sin aclarar que el gobierno provincial declaró huéspedes de honor a los rusos
y que fueron alojados en un hotel que administraba el poder ejecutivo local.
Lo dijimos: el poder es infame.
Ahora, desde la secretaría de Cultura, me piden que les conceda una entrevista.

[43]
No me dicen quiénes serán el periodista, el editor, el productor, el investigador,
el director, ni me dan ningún dato que ustedes, señores funcionarios, cada vez que nosotros
solicitamos algo, nos exigen.
Ni los tres presupuestos posibles que demandan siempre
porque de pagar por la entrevista
ni hablemos
sólo se les paga a los funcionarios,
los artistas siempre hacen cosas por amor al arte,
los intelectuales siempre se ocupan de cuestiones que no son rentables.
Tienen razón con eso.
No pretendo que me paguen por mi tosco oficio de escribir,
sólo que me dejen tranquilo con mis lecturas.
No quiero estar relacionado
con personas que editan libros de autores filodictatoriales
o que, por lo menos, están denunciados como cómplices de los genocidas.
No quiero tratar con aquellos que confunden a la literatura con la carrera de letras
porque la literatura no es una carrera
es una pasión o no es nada.
Quizás, sea una actitud cobarde la mía,
pero abandono los espacios dominados por la desolación.
Ustedes organizan foros de escritores
con el lema “abandonar el silencio”,
una frase tomada de Tarja
que estuvo bien redactada hace más de medio siglo,
pero agregan que harán “retomar la discusión acerca de la literatura de Jujuy”
lo que es equivalente a creer que inventan la pólvora.
Discutimos mucho sobre nuestra literatura,
en bares, bodegones, colectivos,
en casas de nuestros amigos,
en la bienal de arte alternativo
y, cuando se descuidan, también en aulas.
Mientras tanto, ustedes, como Sísifo,
cargan su pesada piedra en las reparticiones públicas.
Cada funcionario empieza de nuevo lo que otros

[44]
no pudieron,
no quisieron
o no supieron terminar.
Si este melodrama inservible no existiese,
estarían de más nuestros inservibles funcionarios.
Tarja fue –es– una hoguera
que cinco caminantes que corrían por distintos andariveles
encendieron hace sesenta años y aún no para de arder.
Por eso, ustedes, me llaman para que les hable de ese fuego.
Les niego una entrevista,
no por falta de presupuesto
ni por temor a quedar tarjado como marxista
ni por negarme a asumir una maldición.
Se las niego para que no queden incinerados.
Atentamente,
Reynaldo Castro

[45]
4. OTRA VOZ CANTA0

“Por detrás de mi voz


−escucha, escucha−
otra voz canta.”
CIRCE MAIA

Digámoslo desde el principio: los poemas de Alcira Fidalgo no son de una militante que
alguna vez escribió versos, son textos de una poeta que fue detenida-desaparecida por la
última dictadura militar argentina. La poesía escrita por los militantes de la década del
setenta es de valor muy desparejo. Un texto poético es importante cuando
−independientemente de los temas que trata− tiene fundamentos formales (autocrítica,
reflexión sobre el lenguaje y rebeldía hasta frente el hecho de ser poesía) que lo
trascienden. Los poemas que integran este libro tienen esos fundamentos.
Nació en Buenos Aires (“por accidente”, según su progenitor), el 8 de setiembre de
1949. Antes de cumplir el primer año su familia se instaló, casi definitivamente, en San
Salvador de Jujuy. Al comienzo, sus padres −Nélida Pizarro y Andrés Fidalgo− alquilaban
una casa, sin luz ni agua corriente, que estaba atrás del barrio Ciudad de Nieva, a la par de
un tambo que ya no existe más.
Cuando Alcira tenía dos años, nació su hermana Estela. Su padre recuerda con
felicidad aquellos años:

Teníamos un tanque de doscientos litros que llenaba el camión regador de la muni(cipalidad);


después había que entrar el agua con baldes. Pero vivíamos a gusto. Recuerdo que los fines de
semana íbamos de pic-nic al río Chico. Bajábamos por donde ahora es la ruta 9, eran unas
senditas de chivos por donde nos íbamos como de veraneo. Había unos pozos hermosísimos.
Para los que veníamos de ciudades un poco hoscas o de espacios apretados, esto era como
descubrir América.

Las dos hermanas pudieron construir libremente su identidad y sus gustos porque fueron
sabiamente protegidas para no adaptarse al estereotipo femenino cuyas cualidades son la
frivolidad y la falta de coherencia. En un texto recuperado por su madre, Alcira escribió:

0
Este esbozo biográfico fue escrito gracias a papeles de Alcira (fragmentos de diarios íntimos, cartas,
poemas, etc.) conservados por su madre y, fundamentalmente, el testimonio de sus progenitores. Una
importante cantidad de sus escritos se encuentran perdidos; en algunos casos se debió al miedo, en otros, al
descuido y –lo más trágico– a una temporada en la ESMA (suena a lo Rimbaud, ¿no?).

[46]
En casa fuimos dos: Estela y yo. A nosotras no nos importaba la vida psicológica, los
esquemas mentales ni los psiquiatras. Nuestro mundo era diferente; vivíamos en una casa que
nos brindada la oportunidad de jugar tanto a las muñecas como a los indios o a Robinson
Crusoe. Nos escondíamos entre las plantas (que mamá cuidaba) y con ganas de convertirnos en
pequeñas salvajes. Un día operábamos de alguna enfermedad absurda a la muñeca rubia de
loza; otro, vendíamos lechuga y tomates imaginarios. Colgadas de las ramas de un árbol, nos
sentíamos pequeños Livingstone, aisladas gustosamente.

Los primeros años de su educación formal los hizo en la escuela Obispo Padilla, el
resto del ciclo primario lo completó en la Monteagudo. Su educación no formal –que la
marcaría tanto− la hizo en su propia casa. Por entonces los Fidalgo alquilaban en la calle
Senador Pérez 235, lugar que muy pronto sería convertido en librería de arte y base de
investigaciones poéticas. Ahí se gestó y nació el primer número de la prestigiosa revista
Tarja (“un lugar común de cualquier discurso acerca de la historia cultural de Jujuy”,
escribió Héctor Tizón).
A los seis años empezó a asistir al taller de dibujo y pintura que dirigía Medardo
Pantoja, uno de los directores de la revista. Tanto Pantoja como Néstor Groppa, otro
director, habían realizado una gran tarea didáctica en Tilcara; parte de esa labor se
manifestó en una sección fija de Tarja hecha por niños. Del paso por ese taller quedó una
importante cantidad de dibujos, algunos en papelitos sueltos, que Nélida se preocupó
tenazmente en conservar.
La capacidad de leer la tenía desde temprana edad. Pero leer no es sólo aprender a
deletrear, a descifrar los distintos signos gráficos que componen las páginas de las cartillas
y los textos escolares; leer es escuchar lo que guardan las palabras. Su padre ha influido
mucho en ese aprendizaje. Por aquellos años, él le escribió un poema titulado
“Barquisueño” (Canción infantil) que nunca fue publicado porque no perseguía un fin
estético definido, sino más bien exponer una historia que cuenta acerca de lo prodigioso. Y
está bien logrado porque la vida es siempre indisociable de la espera y la realización del
prodigio. Dice el poema:

Yo quiero ser marinero a buscar el griterío


de un barquito de papel, de chicos del arrabal!
con un chino cocinero
Terminado el largo viaje
y un negrito timonel.
con olor de algas y sal,
¡Qué lindo, irse por el río despertarnos de mañana
de la calle principal en los brazos de mamá.

[47]
Y cuando vuelva la lluvia
con su alegre cascabel,
tener de nuevo la fresca
imagen del sueño aquel

¡Qué lindo ser marinero


de un barquito de papel!

En diciembre de 1956, la familia tiene vivienda propia en Aráoz 642, en el barrio


Ciudad de Nieva. (Muchas veces, ya grande, Alcira va a añorar aquellos rincones donde
sabía agazaparse. Vivirá en distintos lugares y buscará, sin conseguirlo, construir otra
noción de casa. Pero sólo se va a sentir real, viva y a salvo cuando recuerde su casa. El
poema dedicado al hogar familiar es una declaración de amor por los años felices vividos.)
Las diferencias entre las hermanas muy pronto se empezaron a marcar. Ahora es
fácil apreciarlas: Estela es médica y Alcira escribió unos poemas que la trascienden; pero
veamos qué pensaba la poeta:

Poco a poco se dieron cambios en la forma de pensar y jugar. Yo leía; Estela prefería cantar o
jugar solitariamente con algún bichito que había encontrado. A veces, se pasaba horas enteras
mirando las hormigas o jugando con frasquitos de remedios. En algún momento me interesaba
por sus observaciones, pero me faltaba el espíritu de investigación (que, por otra parte, a ella le
sobraba); me cansaba y nuevamente a mis libros.

Ejercitar la memoria con actos familiares es un sano ejercicio de vitalidad, por esta
razón se dice que uno se muere cuando olvida; cuando no puede recordar los juegos de
niños, o destierra el placer de perder el tiempo hablando con los amigos, es que uno tiene
los días contados. Por esto me parece luminoso el verso de Alcira que, cuando recuerda
gestos cotidianos de su compañero, dice “te hago vivir conmigo”. Se sabe: la memoria
produce signos de identidad muy fuertes.
Pero volvamos a su infancia. Ella dejó constancia de cómo, en aquellos años, las
niñas Fidalgo vivieron una dualidad común a muchas de su generación: en el colegio,
nenas ejemplares; en la calle se mezclaban en guerras de cerbatanas con los muchachos.

Pero no sólo jugábamos en casa, la calle tenía una atracción especial... Allí estaban los chicos
vecinos (¡los changos!); al frente había un terreno baldío con viejas higueras y altos matorrales
que nos llamaban imperiosamente. Fuimos saliendo de nuestra casera actitud. Ahora
jugábamos en la casa de alguna chica o en la vereda. Teníamos una escuela para muñecas y
periódicamente nos disfrazábamos de señoras, con vestidos viejos y zapatos de tacón alto. A
partir de ese momento, mi vida y la de Estela empezaron a cambiar. Yo buscaba la compañía

[48]
de las otras chicas (mayores por supuesto) y lo que decía Estela me resultaba estúpido.
Comparaba y me sentía ridícula al lado de la nena. ¡Y la diferencia era de dos años! (tenía
entonces once años).
Leía otros libros: Mujercitas de Luisa May Alcott y seguía siendo el personaje central: Jo. Yo
era igual a ella, o mejor aún: ella era igual a mí. Así me fui convirtiendo en caudillo de las
otras chicas. Dirigía, organizaba, creaba y –lo más importante–: peleábamos contra los
varones.

Más adelante, Alcira delimita bien su territorio, su condición de género y su


liderazgo:

Un club de chicas se organizaba secretamente. Yo era la presidenta. Aunque existía la


secretaria, yo redactaba las actas de las reuniones, imprimía el periódico, lo vendía, recolectaba
fondos, cobraba cuotas... yo, yo, yo. Cosa curiosa: de este periodo, no recuerdo nada de Estela.
Ella era mi sombra. Su silencio, su forma de ser la ponían en segundo lugar (o tal vez yo la
desplazaba insensiblemente). Mi personalidad arrasaba con todo (¿puede hablarse de
personalidad?).
En la escuela me destacaba como buena alumna y compañera. En el vecindario era la cabecilla
de las chicas. Yo y yo. Pero también los varones estaban organizados y ellos tenían su caudillo:
Negro. Era un rival. Nos tirábamos semillas de los árboles y garbanzos con cerbatanas, nos
prohibíamos mutuamente el paso por las veredas y les cantábamos estribillos ofensivos.
Después de un tiempo, nos cansamos y decidimos unirnos. Las chicas nos plegábamos a los
varones. Era una especie de rendición y yo no podía aceptar ser sólo una socia más. Impuse
condiciones. Si era la capitana de las chicas, lógicamente tenía que seguir siéndolo. Pasé a ser
sub-capitana del club “Halcones de Oro”. A pesar de estar en segundo lugar, dirigía y
organizaba tanto –o más– que el mismo capitán. Estela seguía siendo mi ladera.

El periódico al que hace referencia se llamó Barcos en el Horizonte, estaba hecho


íntegramente a mano, o sea que cada número era ejemplar único; los dos que duró
aparecieron en enero y febrero del 1960. Debajo del nombre aparecía la siguiente leyenda
(“lema”): “Nos acercamos a la playa de la amistad y el cariño”. Cada lector del periódico,
para ser tal, debía pagar una moneda; después la publicación volvía a las manos de la
multifacética directora que buscaba −y, en algunos casos, obligaba− a nuevos lectores a
abonar el óbolo digno de esta publicación juvenil. La “Presentación” del N° 1 expresa:

Nos vemos en la necesidad de editar un diario mensual, en el que podamos publicar nuestras
ideas, nuestras esperanzas y afanes. Hemos fundado un pequeño club, que será únicamente
social y cultural. El club deportivo es el ya existente, formado por varones y otras chicas (o
señoritas) no pertenecientes al nuestro. Tenemos el propósito de presentar funciones teatrales,
de títeres y, si es posible, de cine.

[49]
Este pequeño periódico o revista lleva el mismo nombre y lema del club, para evitar
confusiones. Aquí publicamos acertijos, cuentos, reportajes...
Debemos aclarar que se aceptan indicaciones y apoyos financieros. Así como también
colaboraciones como cuentos, poesías, comentarios, pero todos originales.
Antes de pasar a la redacción serán leídos y comentados por las directoras.
Si bien hemos estado calladas por largo tiempo, hoy comenzamos a abrirnos paso hacia la
sociedad y la cultura, en busca de mayores y mejores “horizontes”.
Nos despedimos de Ud. deseando serle simpáticas y agradecemos a nuestras ayudantes su
entusiasmo para que este diario vaya mejorando.
Esperamos su colaboración, amigo lector.

Al pie del texto estaban las firmas de Alcira Fidalgo (Presidenta) y Rosa Angélica
Ibáñez (Secretaria). Es fácil reconocer un acto fallido en el párrafo aclaratorio sobre los
textos que se reciban a modo de colaboración que “antes de pasar a la redacción serán
leídos y comentados por las directoras”. La única directora era Alcira pero ella sabía que su
personalidad avasallaba y debía estar en plural.
El segundo número tuvo un editorial titulado “Qué pretendemos” (me parece que ya
no es necesario mencionar el nombre de la autora) que destacaba la originalidad de la
propuesta y los planes futuros de la publicación:

En este diario hemos logrado reunir a varios “escritores” jóvenes que con su colaboración
aparte de ayudarnos, nos permiten hacer conocer a los demás sus aspiraciones.
Reiteramos nuestros pedidos a los amigos lectores, a fin de que sea posible continuar editando
en nuestro periódico mensual las cartas que nos envíen, los premiados en las adivinanzas y...
las colaboraciones. Como hemos visto que hasta ahora no ha sido publicado otro diario juvenil,
mensual y menos manuscrito, esperamos que nuestros lectores vayan aumentando. Haremos
una aclaración, para que luego no se sientan defraudados. Publicaremos el N° 3 de marzo y
dejará de salir durante algunos meses. Es muy probable que el N° 4 sea en julio, y luego hasta
diciembre. No va a ser posible editar en los otros meses, puesto que las tareas escolares
comenzarán muy pronto y... habrá que estudiar. Pero nuestra misión continuará. No dejaremos
el entusiasmo de los lectores, de los colaboradores y el nuestro, abandonados.
No, trataremos de seguir adelante y en cada número mejorar más. Amigo lector... hasta el
próximo ejemplar.

En 1961, en su condición de titiritera, Nélida gana una beca del Fondo Nacional de
las Artes y permanece por varios meses en Buenos Aires y en Uruguay. Por aquellos días,
Andrés se encarga del cuidado de las niñas y Alcira empieza a practicar con asiduidad el
género epistolar. Numerosas cartas se suceden entre madre e hija. Ésta tenía pocos años
pero los suficientes como para poseer una mano rápida que reporta las novedades de la

[50]
casa, el devenir de la escuela y dibujar todo aquello que con las palabras no alcanza. Lo
hacía tan rápido como cerrar el sobre y mojar la estampilla con la lengua.
En medio de esta primera separación familiar, los norteamericanos mandaban al
espacio un mono y los soviéticos hacían lo mismo con un hombre (aquella adolescente no
lo sabía, pero la carrera por la conquista del universo corría tan fuerte como la carrera
armamentista). La carta del 16 de abril marca el impacto por un mundo que queda más allá
de las veredas del barrio y el club “Halcones de oro”:

La noticia del hombre al espacio revolucionó a sexto grado y todos querían ir a Rusia, la
maestra nos hizo escribir en el cuaderno esta sensacional noticia, yo hice un dibujo alusivo; a
un lado estaba el cohete volando y al otro, más chico o más reducido, estaba la parte que
descendía.

Termina admirablemente el ciclo primario y cuando ingresa al secundario hace todo


lo posible para no brillar en los estudios. Al igual que su hermana, integra la corte de las
más lindas en la Fiesta de los Estudiantes; participa en las construcciones de carrozas de
flores y, además, milita en la Federación de Estudiantes Secundarios. Sin tener afiliación
política partidaria, participa junto con Juan Gonza, Carlos Mondada, Carlos Aramayo y
otros jóvenes en la realización de distintos actos. Desde esa agrupación estudiantil, Alcira
coordina un ciclo radial en el que realiza una entrevista, cada siete días, a un escritor. Al
cabo de cinco años, se recibe de maestra normal.
Ya tiene el hábito de escribir a la orden del día. Escribe en todos los soportes que
encuentra a su paso. El recuerdo de unas vacaciones familiares en Mar del Plata quedó
grabado en una servilleta de papel:

Compre en
ADURIZ
calidad desde la
A hasta la Z
Martes 11-1-66
Bar Rex
$ 645
5 Sandwichs Dinamarqueses
2 botellas de cerveza “Palermo”
3 espumillas
4 fidalgo:
Andrés
Nélida
Alcira

[51]
Estela

El año 1967 la encuentra en el inicio de la carrera de Derecho en la UBA:

Y quise salir, muy lejos... Lo más lejos posible de Jujuy, de mi casa, de conocidos de todos los
días, de la calle Belgrano, de la vuelta del perro. ¡Buenos Aires! Buenos Aires que de bueno
tenía cualquier cosa menos el aire.

Un año antes, un hombre que vestía un traje azul era sacado por la fuerza de la Casa
Rosada, enseguida ingresaba otro vestido de verde. No se trataba de colores ingenuos, era
la imagen cromática del péndulo terrorífico de nuestra historia que se detuvo en las partes
más infames de su recorrido. El 29 de Julio, el dictador Onganía promulgó la ley 16.192
que puso fin a la autonomía universitaria y −aunque no se utilizó la palabra intervención−
las universidades pasaron a depender del ministerio del Interior. Cuando se fue la luz del
día, la policía irrumpió en las Facultades y, a fuerza de bastonazos, inició un nuevo período
oscuro en la universidad. Fue “la noche de los bastones largos”.
De aquellos tumultuosos días, queda el recuerdo de Alcira escapando por una
ventana de los gases lacrimógenos. Era el comienzo de la vida peligrosa.

***

“Viene de atrás, de lejos;


viene de sepultadas
bocas, y canta.”
CIRCE MAIA

Los setenta son años calientes para la militancia revolucionaria. Para Alcira
también son los años del amor. Se casó, en San Salvador de Jujuy, el 17 de febrero de 1970
con Tulio Valenzuela, quien, pocos años después, sería un oficial de alto rango de la
organización Montoneros. Juntos habían comenzado a hacer tareas subrepticias de
agitación en la universidad.
A mediados de 1972 la pareja regresa a esta ciudad y vive en una casa prefabricada
del bajo San Martín. La señora ya había abandonado los estudios y su marido trabajaba
como obrero de la empresa Celulosa. Los dos militaban en la más completa austeridad.
¿Qué pasaba en Jujuy por aquellos años? Los obreros se las ingeniaban para repartir
adhesivos de la bandera argentina que tenían una leyenda: “Luche y vuelve”. Al igual que
en el resto del país, estaba prohibido casi todo: los libros, las películas, votar, las
[52]
manifestaciones y, sobre todo, nombrar a Perón. El gobernador “de facto” era un ingeniero
llamado Manuel Pérez.
En toda América latina, existía una gran movilización de los jóvenes. El Che no era
una remera inofensiva del militante correctamente vestido, era un proyecto revolucionario.
Dentro de ese proyecto, la palabra “utopía” no tenía el significado que en estos últimos
años se le intentó dar. Entonces decir a alguien “utópico” era peyorativo, era señalarlo
como un soñador ingenuo.
Resulta difícil arriesgar qué pensamientos cruzaban por la mente de Alcira
entonces. Una parte de la recopilación de citas encontradas entre sus papeles puede darnos
alguna orientación:

La juventud, aún cuando nadie la combata halla en sí misma su propio enemigo.


Shakespeare.

Antes de dar a un pueblo sacerdotes, soldados, médicos y maestros, sería oportuno saber si por
ventura no se está muriendo de hambre.
Tolstoi.

El valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad del hombre que la expresa.
Wilde.

Mientras los inteligentes deliberan, los necios deciden.


Plutarco.

Jamás mueren en vano los que mueren por una causa grande.
Byron.

Si todavía no conocemos la vida, ¿cómo podemos conocer la muerte?


Confucio.

Por conservar la libertad, la muerte, que es el último de los males, no se debe temer.
Cicerón.

Un prisionero es un predicador de la libertad.


Hebbel.

Es muy difícil pensar noblemente cuando no se piensa más que para vivir.
Rousseau.

Con la audacia se encubren grandes miedos.


Lucano.

Mejor es morir una vez que vivir siempre temiendo por la vida.
Esopo.

El fuerte determina los acontecimientos; el débil sufre los que el destino le impone.

[53]
Vigny.

Demasiada sensatez en los jóvenes es mala señal.


Castiglione.

Aunque seas tan casto como el hielo y tan puro como la nieve, no escaparás a la calumnia.
Shakespeare.

Sufrir y llorar significa vivir.


Dostoiewsky.

Siempre es peor el día siguiente.


Séneca.

Aunque me quede solo, no cambiaría mis libres pensamientos por un trono.


Byron.

Existe, en estas palabras, una presencia muy fuerte de problemáticas de la época: el


rol de la juventud, la libertad y la muerte como un acto heroico. Otra cita encontrada, sin
mención de autor, es por demás representativa del ideario rebelde: “Vencer es aceptar,
desde un principio, que la vida no es el bien supremo del revolucionario”.
Volvamos a los avatares diarios de la pareja. A los pocos meses de estar en nuestra
provincia, entran en su casa visitantes extraños (y que después ya serán macabramente
familiares) que revuelven todo. A raíz de esto, el joven matrimonio decide mudarse
rápidamente a Salta. Nélida alcanza a verlos en la terminal de ómnibus y recibe por toda
explicación un lacónico: “Nos tenemos que ir”.
En la provincia vecina, Tulio forma parte de un grupo armado que intenta copar la
finca “Ampascachi”, propiedad de la firma alemana Krupp. Es detenido el 23 de octubre de
1972 y, posteriormente, torturado por un comisario de la Policía provincial que le deja un
brazo afectado. (Después, será trasladado a Rawson. Saldrá en libertad el 25 de mayo de
1973, por la amnistía decretada por el presidente Héctor Cámpora.)
Luego de la detención de su marido, los pasos de Alcira se hacen cada vez más
precavidos. Abandona Salta. El contacto familiar se reduce a llamadas ajustadas desde
teléfonos públicos y a cartas esporádicas que tienen un recorrido triangular.
En noviembre de 1972, su madre vuelve a verla en Buenos Aires. Fue un encuentro
muy cuidado: primero tuvo que ir por varios lugares públicos para asegurarse que nadie la
seguía, finalmente, unos militantes la acompañaron hasta una confitería y le dijeron que no
fuera muy efusiva, “que haga de cuenta que la ve desde el día anterior”. En esa ocasión, las
dos se sinceraron mucho.

[54]
Para entonces, Alcira ya había dejado de hacer viajes de fin de semana a Rosario,
donde participaba en las reuniones de un grupo que editaba una revista literaria. Ella no
quería perderse ninguna fecha que −lo sabía bien− los jóvenes escribían en la historia de la
militancia revolucionaria. Así, estuvo presente cuando asumió Cámpora (su cuñado,
Héctor Valenzuela, también asumía como diputado nacional por San Juan), ese día, ella no
pudo permanecer todo el acto porque había ido con zapatos prestados que le quedaban
chicos. También dijo presente en Ezeiza, el 20 de junio de 1973, cuando Perón regresó
definitivamente al país. Y fue de los que se retiraron de la Plaza de Mayo, el día que el
viejo líder les gritó “imberbes”; era la primera vez que el General veía cómo le daban la
espalda y lo dejaban desairado en medio del acto del día del trabajador de 1974.
El matrimonio Valenzuela empieza a hacer agua. Los primeros problemas
empezaron cuando discutieron el tema de tener hijos. Para Tulio esa posibilidad era
prácticamente imposible: la vida que llevaban era demasiada arriesgada. Su mujer
comprendía perfectamente el planteo; pero la maternidad era un impulso demasiado fuerte
que, al no concretarse, la dejaba con un gran vacío. En casi todos sus dibujos se pueden ver
huellas de ese impulso.
Los miedos de Tulio estaban ampliamente justificados. Un par de hechos ocurridos
a fines de 1973 ayudan a comprender el contexto. El primero, la Alianza Argentina
Anticomunista (Triple A) comienza sus prolegómenos a la salvaje dictadura que vendría:
una bomba hace volar el auto del senador Hipólito Solari Irigoyen, quien salva su vida de
milagro. El segundo, en Jujuy, obreros de la compañía Minera Aguilar reclaman mejores
condiciones laborales y declaran la huelga; se producen enfrentamientos con la
gendarmería de los que resultan ocho heridos de bala (posteriormente, uno muere).
Los Fidalgo se vuelven a reunir, en enero del año siguiente, en Mar del Plata. En la
cena, Andrés pregunta por el estado del matrimonio y Alcira contesta que hace un mes se
han separado. En esos días, madre e hija tuvieron largas caminatas en la playa y -otra vez-
reforzaron su vínculo.
-¿Es una decisión que has tomado sola o en forma conjunta?
-Es una decisión conjunta.
-Tenés todo mi apoyo.
(Unos días después, la Triple A enviaba a los medios de prensa su primera lista de
condenados a muerte.)

[55]
***

Dicen que no están muertos


-escúchalos, escucha-
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.
CIRCE MAIA
a

Como abogado, Andrés asesoraba al gremio mercantil de Jujuy. Ya estaba acostumbrado a


las corridas, así que solía asistir a las movilizaciones armado de habeas corpus
“prefabricados”: el documento ya estaba redactado y cuando un trabajador era detenido,
sólo había que colocar el nombre y el número de identificación. Por esta efectividad
también era requerido por militantes ajenos al gremio. Había dos que siempre lo buscaban
cuando las papas quemaban: Juan Carlos Arroyo y Mario “Tamalito” Díaz. Eran una yunta
brava, “andaban calzados” y, sobre todo en Palpalá, eran reconocidos como una variante
armada de Papá Noel: repartían mercaderías en los barrios más pobres.

Una noche cayeron a mi casa escapando de la “poli” y yo les dije: “¡La puta! El peronismo,
los Montoneros y la Juventud (Peronista) tienen abogados, vayan a verlos”. Al final, yo
terminaba haciéndome cargo de la defensa.

A mediados de octubre de 1974, Alcira vuelve a Jujuy con intenciones de quedarse


un mes. Tiene que suspender el regreso porque se declara el estado de sitio y su padre
queda detenido a disposición del Poder Ejecutivo de la Nación (PEN). Aparte de iniciar los
trámites de rigor para procurar la libertad, ella ayuda a corregir las pruebas de imprenta del
Panorama de la literatura jujeña.
Tanto Nélida como José Luis Mangieri, director de la editorial “La Rosa Blindada”,
estaban apurados para sacar el libro porque, creían, sería una forma de hacer notar más la
injusta detención. Para acelerar los trámites y pensando en las dificultades económicas que
tenía que eludir el editor, ella le envió un cheque. A los pocos días recibió una carta de
Mangieri: contenía el documento pero ya no como unidad, sino fragmentado como un
rompecabezas imposible de armar. El libro salió, con una tapa que tenía un dibujo sin
firma (así lo quiso, por razones atendibles, el artista plástico), en los primeros meses del
año siguiente.
Mientras el escritor seguía detenido, en Buenos Aires hacían lo mismo con Tulio.
Pero con él se ensañan más: lo torturan brutalmente y, después, queda tirado en un basural.
[56]
Fue un operativo de la Triple A. La ex esposa se puso muy mal y fue inmediatamente a
verlo.
Andrés recuperó su libertad en abril de 1975. Alcira se quedó en Buenos Aires y las
llamadas telefónicas daban algo de alivio en medio de un país que empezaba a sentir cada
atentado -hecho anómalo para cualquier sociedad que merezca llamarse así- como algo
cotidiano. Ella volvió en febrero del año siguiente y se quedó hasta mediados de marzo.
Fue el último cumpleaños de Andrés en que la familia estuvo completa.
Unos días antes de la partida, Nélida conversaba con su hija en el estudio jurídico
que tenían en Independencia 520; al frente había una carnicería. Mientras miraba por la
ventana, la joven dijo:
-Mamá, tengo la impresión de que el estudio está vigilado.
El 15 de marzo allanan el estudio, el abogado lo recuerda en su reciente libro Jujuy,
1966 / 1983:

Allanamiento (...) dirigido por el comisario [Ernesto] Jaig con personal subalterno, todos
con armas varias. Levantan documentación profesional y nos llevan detenidos, a Nélida y a
mí, a la Central de Policía de la provincia. La misma noche se hacen presentes casi todos
los integrantes de la Comisión Directiva del Colegio de Abogados para verificar si
estábamos allí y en qué condiciones. En esa oportunidad sólo nos “exhibieron” sin
permitirnos hablar, previniendo que estábamos incomunicados. Al salir en libertad, en abril
del año siguiente, recién supe que momentos después de esa visita (ya a medianoche), Jaig
había sacado a Nélida para un allanamiento en nuestro domicilio de donde se llevaron
distintos efectos, nada vinculado con “subversión” o similares.

Nélida sale en libertad el 18 de marzo. Cuando llega a su casa se encuentra con una
carta de Alcira, el matasello tenía la misma fecha del allanamiento. Ella no estaba al tanto
de las detenciones, el mensaje era más que premonitorio: “Las cosas se están poniendo
bravas, vendan todo y salgan de Jujuy. Ustedes no saben las cosas que están pasando”.
Unos días después, Andrés es sacado de la cárcel de Villa Gorriti en un Ford Falcon
amarillo (la represión no es sólo verde como dicen las películas de postdictadura), sin
patente, sin ningún tipo de identificación. El auto pasa los controles policiales sin
detenerse. Ya es familiar para los que controlan las rutas.
No transcurre mucho tiempo y llegan a la cárcel de Tucumán. Deben ser las tres o
cuatro de la tarde y dejan al preso en la guardia como si fuera un paquete. Empiezan los
gritos. La primera medida es revisarlo de arriba abajo, mostrar hasta las partes que más
vergüenza dan. Y ahí empieza la cosa:

[57]
-Che, ¿y a éste quién lo trajo? ¿Y los papeles?
Después llevan al preso a una oficina. Hacen una ficha sobre la base de sus
declaraciones.
-¿Usted por qué está detenido? ¿De dónde lo traen?
-Yo estoy a disposición del PEN. Eso es todo lo que hasta ahora me han dicho.
-Bueno, llevalo con los políticos.

***

Escucha, escucha, otra voz,


otra voz canta.
CIRCE MAIA

“Pero yo también la necesito”, respondió Alcira cuando una amiga le dijo que era
necesario que su madre se quedara en Jujuy por la detención del padre. Él estuvo casi seis
meses en la prisión de Tucumán y el 5 de noviembre de 1976 fue traído de regreso a Villa
Gorriti. Aquel comentario llegó a Nélida y enseguida se puso a preparar un viaje
relámpago de seis días.
El sábado 8 de enero siguiente se fue a la cárcel para dejar ropa limpia. Llevaba
-como le había ordenado algún militar- pañuelos, calzoncillos y medias de color blanco y
celeste. No era por galanura que ella perfumaba con Old Spice la ropa interior: le daba
seguridad recibir la muda usada por su marido porque podía sentir el olor y, de esa manera,
saber que estaba vivo (eso, se decía, era mucho para los tiempos que corrían). Por la tarde
tomó un avión a Buenos Aires.
Mientras viajaba pensaba los trámites que podría hacer, en distintas reparticiones,
para gestionar la libertad de Andrés. Para entonces existían largas filas frente a las oficinas
del ministerio del Interior. Y los empleados ya habían adquirido rapidez para atender:
“¿Detenido o desaparecido?”.
Nélida sabía que su hija la necesitaba porque había estado detenida el año anterior
en Coordinación Federal y no la había vuelto a ver. Recién cuando la abrazó se dio cuenta
de que la necesidad era mutua: “Estoy preocupada por tu salud mental. Ahora todos se
preocupan por papá, pero nadie piensa en lo que te pasa a vos”.
La madre iba a ensayar alguna respuesta, pero miró la venda que cubrió los ojos de
su hija por cinco días y no pudo decir nada.

[58]
***

Dicen que ahora viven


en tu mirada
(sosténlos con tus ojos,
con tus palabras;
sosténlos con tu vida,
que no se pierdan,
que no se caigan.)
Circe Maia

Alcira había trabajado en el estudio jurídico de Roberto Sinigaglia, un abogado muy


respetado por sus pares, que fue secuestrado el 12 de mayo de 1976 por un grupo
paramilitar. Él había intentado con otros colegas (Eduardo Duhalde, Manuel Gaggero y
Mario Hernández, entre otros) armar un organismo, sin color partidario, que centralizara
las denuncias sobre las violaciones a los derechos humanos.
Después del secuestro, la joven realizaba gestiones por la libertad de Sinigaglia.
Ella intentaba enviar un documento de la Federación de Colegios de Abogados a Amnistía
Internacional. Había visitado al periodista Andrew Graham-Yool pero él le había dicho que
estaba muy vigilado. Así que buscaba otra vía para sacar el escrito del país.
Unos días más tarde, a las diez de la noche, estaba bien vestida y sentada en una
confitería. Se tenía que encontrar con alguien que haría de correo. Sin embargo, no llegó a
cumplir su objetivo: un operativo policial irrumpió en el lugar. Pidieron documentos de
identificación. Cuando un uniformado lee su nombre, le solicita la cartera donde estaba el
documento que pedía por el abogado secuestrado.
-Me vas a acompañar.
Pasada la medianoche, mientras Nélida preparaba el bolso con la ropa de Andrés
que iba a llevar a Tucumán, sonó el teléfono:
-¿Habla la mamá del Ángel? Se ha descompuesto, ha venido la ambulancia. Hay
que actuar urgente.
Cuando colgó el teléfono, la mujer no sabía qué hacer ni a quién llamar. Todos los
miedos que tenía por su marido ahora se multiplicaban dolorosamente. A la seis salió para
Tucumán, desde ahí mandó telegramas y habló por teléfono a San Juan (hasta el golpe,

[59]
Héctor Valenzuela había sido diputado y -pensó- todavía podía tener contactos
importantes).
No podía dejar de temblar mientras iba a la cárcel. ¿Tenía que contarle a Andrés?
Ella sabía que sería una tragedia para él; al final, optó por decírselo porque sabía que se
daría cuenta igual.
Desde que la detuvieron, Alcira estuvo atada, vendada y tirada en el piso de una
celda. La interrogaban todos los días. Había varios motivos para buscar información: era
joven, tenía un documento que pedía la libertad de un abogado defensor de los presos
políticos y colaboraba con la Federación de Colegios de Abogados.
El cuarto día de encierro le preguntan qué era de Valenzuela y le dan por primera
vez un jarro con mate cocido. Toda una atención porque los llamados “excesos” ya eran
más que frecuentes. Pero aclaremos algo: no hubo excesos en la dictadura; por el contrario,
existió la fría y cuasi científica planificación de la tortura.
Al otro día, Nélida estuvo muy mal. Decide seguir el consejo de varios amigos y
rompe la rutina de viajar los domingos para ver a su marido en la cárcel de Tucumán. Se
instala esa noche en un hotel barato pensando que es inútil tratar de pegar un ojo. En eso
recibe una llamada de una amiga de Jujuy:
-Dormí tranquila. Está con sus tías en Buenos Aires.
A las seis de la mañana estaba sacando número para entrar a la cárcel. Ingresó entre
las primeras, se alegró con Andrés y salió corriendo para llamar a Buenos Aires. La joven
se conmovió mucho y le dijo que estaba un poco mal de la vista.
La recuperación de la libertad tampoco fue un acto generoso. El sábado a la noche,
la descargaron en la calle Pringles y la pusieron contra un árbol. Alcira pensó que ahí la
mataban. Le dijeron que no se moviera por lo menos una hora. El auto no arrancaba, ella
no soportaba. Cuando arrancó, no pudo evitar que se le doblaran las piernas y se largó a
llorar. Como pudo se sacó la venda, al comienzo no pudo ver nada; por suerte llegó un
muchacho que venía de comprar una Coca Cola, le preguntó si estaba descompuesta y paró
un auto:
-¿Quiere que la lleve a la policía?
-¡¡¡No!!! Lléveme a la casa de mis tías, por favor.
(Después de este episodio, ella dejó de militar.)

***

[60]
Escucha, escucha;
otra voz canta.
CIRCE MAIA

El sábado 19 de marzo de 1977, Nélida pensó que no tenía motivos para festejar su
cumpleaños. Había ido a Villa Gorriti con la ropa limpia. Cuando volvió a su casa, la
esperaban una vecina y Vicenta, la señora que le ayudaba con la limpieza. Se asustó
cuando la abrazaron, pero recibió un regalo: Alcira había llamado porque desde el
ministerio del Interior había salido la información de que Andrés estaba en libertad.
El decreto había sido firmado el día anterior, pero recién lo liberan el 13 de abril.
Dos días después, el matrimonio Fidalgo va a saludar a monseñor Miguel Medina que se
había preocupado durante la detención. El obispo, al ver a Andrés, no pudo ocultar la
sorpresa:
-¡¡¡Carajo!!!... ¿todavía estás aquí?
Luego, cuando se repuso, les dijo que mucha gente que estuvo sentada en las
mismas sillas que ellos ocupaban “ya no estaba más”.
El 19 de abril se inauguraba el aeropuerto “El Cadillal”. Había mucha gente para
los actos oficiales. Sin embargo, casi nadie reparó que el matrimonio Fidalgo empezaba su
doloroso destierro.
Tras una breve estadía en la casa de las hermanas de Andrés, se instalaron en Mar
del Plata. Alcira trabajaba en una empresa petrolera, en Buenos Aires, y se sumaba los
fines de semana. Los dos poetas de la familia tenían un proyecto común y se reunían con
varios escritores para preparar una obra de teatro. (Nélida no cree en las adivinas, pero
recuerda que una le dice a su hija que va a morir joven. Después se enteraría que casi todas
las que tiraban el tarot eran confidentes de la policía).
Andrés junto a Juan José Ceselli, Nicolás C. Dodero y Manuel Serrano Pérez
trabajaron, durante varios meses, sobre un libro de poemas de Carlos Alberto Débole
dedicado a Tupac Amaru. Alcira preparaba la escenografía y vestuario de la obra. También
había actores que ensayaban algunos fragmentos.
Madre e hija eran conscientes de los riesgos que se corrían por atreverse a pensar
distinto del orden que pretendía instaurar la dictadura, así que solicitaron pasaportes. Alcira
no pudo obtenerlo debido a que su DNI no le había sido restituido después de la detención.
Andrés se resistía a la idea de abandonar el país, pero cuando se produce “la noche de las

[61]
corbatas” (en la que secuestran a abogados en Mar del Plata) termina de convencerse y
acepta la invitación de su hermano Héctor, radicado en Venezuela, quien realiza las
gestiones necesarias para que pudieran permanecer en aquel país.
El 19 de noviembre, desde Córdoba, llega a Buenos Aires Estela con sus dos hijos.
Era la despedida porque al otro día los padres salían para el exilio. Alcira conoce a sus
sobrinos: Jorge tenía un poco más de un año y Alejandra, un mes. Fue una noche terrible:
la hija mayor insistía en ir al otro día al aeropuerto, su padre se oponía; al final no hubo
caso: ninguno de los dos pudo convencer al otro. Las jóvenes y los niños durmieron en una
casa prestada. El matrimonio lo hizo en la casa de las hermanas de Andrés.
A las cinco de la mañana, segundos antes de embarcar, Nélida estaba desesperada:
no había podido ver a Alcira. Luego supo que ella decidió quedarse a cuidar a Estela, a
quien los nervios le habían jugado una mala pasada y se había descompuesto. Desde el
avión empezó a escribir cartas a las dos. Las despachó no bien llegó.
Cuando Alcira recibió su carta se preparaba para una fiesta de fin de año. La
empresa donde trabajaba había alquilado un country y se acordó que su madre le había
dicho que se comprara una malla nueva.
El 4 de diciembre, durante las primeras horas de la tarde, en la entrada de un cine
de la calle Lavalle, fue secuestrada por Alfredo Astiz y un grupo de tareas.

***

No son sólo memoria,


son vida abierta,
son camino que empieza
y que nos llama.
CIRCE MAIA

Desde el día que la detienen hasta febrero del 1978, fue vista en la Escuela de Mecánica de
la Armada (ESMA). En ningún momento se dejó abatir (recordemos que una de sus citas
decía que, por conservar la libertad, la muerte no se debe temer), es más: por su constante
aguante, sus compañeros de cautiverio la llamaban la “Biónica”.
Alcira se las arregló para seguir escribiendo (esos poemas, lamentablemente, no
fueron recuperados) y para hacer artesanías con miga que después teñía con el polvo

[62]
raspado de la pared de la sala denominada Capucha. Sus trabajos eran pequeños tesoros
que los detenidos guardaban celosamente de las ratas.
Había algo que era peor que las bestias: los torturadores que decidían todos los días
quién debía sufrir. (Escribo esta comparación y no se trata de una simple posición frente a
un hecho de nuestra historia reciente -posición que, no está de más decirlo, la sostengo-, se
trata de algo más elemental: los animales no torturan.)
El suplicio fue un elemento totalmente identificador de la brutal dictadura. En la
ESMA, como en otros centros clandestinos de detención, la vida y la muerte eran
conceptos que dependían del militar de turno. Por esto Rodolfo Walsh, en su memorable
carta abierta a la Junta Militar, denunció que

han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no


hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una ley que fue respetada
aun en las cumbres represivas de anteriores dictaduras (...) La falta de límite en el tiempo
ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que
se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con
auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos”.

El precio de ser coherente con un ideal revolucionario, Alcira lo pagó con su vida.
Un costo demasiado caro. Cuando se pierde su rastro definitivamente, ella recién tenía 28
años. Era demasiado joven para afirmar que “La patria es un dolor que aún me sangra en
las espaldas”.
Muchos militantes prefirieron morir en enfrentamientos armados contra las fuerzas
represivas (es el caso de Francisco Urondo, por citar a uno de los pocos combatientes que
nos dejó excelentes poemas, y es lo que le sucedió al mismo Walsh), ella no quería tener
ese desenlace. Recordemos que, después de su detención, había dejado de militar. Sabía
que su vida corría peligro desde el mismo momento que se fue de su casa, pero jamás se le
ocurrió utilizar las mismas armas que sus enemigos.
Frente a la tortura absoluta, sin límites temporales y metafísica, ella opuso una
resistencia casi intangible para no perder la dignidad que sí perdieron sus carceleros: “No
me torturen más/ Soy viento, soy llovizna, soy arena”.
Los escritores desaparecidos no son sólo memoria, como bien dice Circe Maia, son
un camino que nos llama para no perder el sentido crítico de nuestra existencia. Es
importante destacar que no son importantes porque pagaron con su vida; lo son por la
honestidad, la forma de expresarse y el coraje intelectual de sus escritos. Y, así como la

[63]
tortura fue la característica de la dictadura, nuestros desaparecidos forman parte de la
identidad argentina.
Alcira Fidalgo no sólo escribió como era su vida, sino que su vida resultó como su
escritura. Desde esta doble dirección, ella practicó una estética que relata un tiempo
violento y una ética que jamás aceptó transar.
Ella, ya se dijo, escribía desde muy temprana edad. Se pueden leer numerosas
versiones de sus poemas que son anteriores a su primer traslado a Buenos Aires. En textos
posteriores, mucho más breves, no se observa tanta corrección (probablemente porque los
enviaba ya terminados o porque el proceso de corrección era más interno).
En la mayoría de sus versos, la voz que enuncia es muy fuerte. Existe un “yo”
marcado de manera explícita, tanto es así que en un poema se convierte en otra para
interrogar a la joven que es ella misma: “Alcira, ¿qué harás ahora?”. Sus posesiones
indican quién es la que escribe; las partes de su cuerpo que nombra (manos, entrañas,
corazón, ojos, oídos, rodillas, sangre), sus lugares (casa, montañas, cerros, arboleda), sus
valores tangibles (retrato, abrigo, amigo, versos, llanto) y los intangibles (nostalgia,
secreto, silencio, sueños, pájaros de viento, molinos de viento), indican el dominio al que
aspira la poeta.
Aunque se menciona a sí misma, ella habla por un colectivo muy grande que sin
belleza se muere. Por esta forma de escribir -y no por otras acusaciones falsas que le
endilgó el poder- es una persona peligrosa: nos habla de cosas que inquietan. Todo poeta
suele ser la conciencia de la felicidad perdida.
El viento es muy importante para ella ya que no sólo está en su escritura, sino que
hay varias fotos que la muestran feliz, en unas vacaciones en Tilcara, con el cabello al
viento. Hay una, muy representativa, en la que mira de frente a la cámara; está muy vital
sentada en una construcción de piedras; a su lado, en un escalón más alto, su hermana
sonríe. El viento siempre funcionó como una metáfora de la libertad, ella misma lo
expresa: “Aunque quisiera detenerme, el viento/ me arranca de la jaula de tus brazos”. En
otro poema, marca bien la diferencia contra los que ya la “jodieron bastante”: cuando
festejen alguna fecha solemne, verán pasar los “pájaros de viento” de Alcira.
Los hechos de violencia la obligaron a buscar para adentro lo que le estaba
impedido en las calles. Al quedarse sin los mecanismos que suelen contactar con el entorno
(amigos, pareja, familiares), el silencio empieza a ganar espacio en su escritura. Sus
preguntas ahora son interiores: ya no trata de contar lo que hace, sino que busca
profundizar sobre su identidad (de ahí que se interrogue a sí misma o que diga que el
[64]
silencio aprieta su “cascarón amargo”). En determinados momentos se abandona tanto a la
soledad que construye imágenes de fuerza inusual; así dice que en una telaraña han
quedado atrapados, junto a una avispa y una mosca, sus ojos cerrados.
Muchos de sus poemas son poemas de amor, o mejor: del desamor producido por la
ausencia de su compañero (podrían estar dedicados a Tulio Valenzuela, quien se suicidó
justo antes de ser detenido por los militares); no obstante la trágica situación, constituyen
la parte más sensual de la obra. Ella busca el amor en gestos cotidianos que nunca se
cumplen; aunque no vea a su amante, sabe que él le deja huellas. El amor de Alcira no
llega a consumarse nunca y forma parte de un saludable misterio que uno no alcanza a ver,
pero sí a sentir.
En resumen: hubo una adolescente que pedía una moneda para permitir leer su
revista. Después comprendió que su “Único desafío” era “seguir viviendo” aunque dure la
ausencia de su amado. Ahora, desde este libro, la joven eterna ya no nos pide nada a
cambio y, sin embargo, nos hace vivir con ella.

[65]
5. EL ARRUGUE INTELECTUAL, FIDALGO Y DESPUÉS
(Posdictadura en Jujuy)

En marzo del 2001, junto a los poetas Irene Gruss, Aldo Parfeniuk y Fabián San Miguel,
participamos de una gira literaria por la Patagonia. Habíamos sido invitados por la
secretaría de Cultura de la Nación que, por aquel tiempo, inauguraba Casas de Poesía 0. Por
esa razón, me acuerdo, no estuve en la presentación del libro Jujuy, 1966 / 1983:
Violaciones a Derechos Humanos cometidas en el territorio de la provincia o contra
personas a ella vinculadas de Andrés Fidalgo (Buenos Aires, La Rosa Blindada, 2001). Al
otro día de ese acto, llamé por teléfono, desde Comodoro Rivadavia; me contaron, entre
otras cuestiones, que el aplauso hacia Andrés había sido muy extendido. No pude evitar
emocionarme por el reconocimiento bien merecido al maestro.
El libro en cuestión empezó a escribirse en 1999. Yo fui su mecanógrafo o –para
decirlo en términos de las nuevas tecnologías de la información– su operador en el
procesador de textos. Entonces, Andrés dictaba y yo tecleaba para que sus palabras
subieran al monitor. A veces, él corregía antes de terminar la frase y yo terminaba
exhausto; cansado por la velocidad del dictado y por la temática que trataba. Después de
cada sesión (recuerdo que esos encuentros eran lunes, miércoles y viernes, desde la cinco
de la tarde, en su casa del barrio Ciudad de Nieva), Nélida, la mujer de Fidalgo nos
esperaba con café y galletitas dulces.
¿Por qué hubo que esperar 25 años para que un escritor se animara a escribir sobre
la dictadura en Jujuy? ¿Era una tarea que debía ser realizada por un escritor? ¿Qué
escribían los investigadores de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu)? ¿Podía alguien
que no sea Fidalgo haber escrito ese libro que iniciaba el camino de recuperación de las
memorias locales referidas a la represión dictatorial?

0
Nuestra misión era leer poemas en el fin del mundo y, el 24 de Marzo, reflexionar sobre la situación de los
poetas y la dictadura, En el recital itinerante se leyeron, además, dos textos especialmente enviados: una
declaración de la Unesco y una carta del poeta argentino residente en México Juan Gelman. El diario Clarín
informo brevemente de esta actividad, por aquellos días.

[66]
Comienzo por la última cuestión: el año en que Andrés empezó a escribir –en rigor,
a dictarme–, tenía 80 años (para su cumpleaños, recuerdo, le hicimos una publicación única
titulada Octogenario, ¡las pelotas!: Antihomenaje a Andrés Fidalgo), él gozaba de un lugar
central en el campo literario, por haber sido uno de los directores de la ya clásica revista
Tarja que salió en la segunda mitad de la década del cincuenta. Además, era muy
reconocido por haber ordenado toda la literatura jujeña en su utilísimo Panorama de la
literatura jujeña (Buenos Aires: La Rosa Blindada, 1975), por sus colaboraciones en
suplementos literarios locales y revistas marginales realizadas por jóvenes que raramente
llegaban al cuarto número. También había escrito la primera nómina de detenidos-
desaparecidos de Jujuy. Es decir, Andrés era nuestro referente intelectual en aquel cambio
de milenio.
Recuerdo que los escritores que formamos parte de la generación de posdictadura,
le decíamos el “Viejo”, quizás porque encarnaba esa figura paterna que todos habíamos
construimos idealmente. Compartíamos sus posiciones ideológicas, casi todos sus gustos
literarios coincidían con los nuestros, tenía un pasado combativo (antifranquista en su
primera juventud en Córdoba, abogado de gremialistas y presos políticos en los años
calientes); además, le teníamos mucho respeto porque era un tipo que había conocido el
padecimiento por una hija desaparecida y, por si fuera poco, junto a Nélida 0, aguantó el
destierro. Sin embargo, él nunca se convirtió en un profesional del dolor. Todos lo
admirábamos porque, por encima de todo, fue un hombre solidario y generoso. En aquel
1999, a los ochenta años, él era el más joven de todos los escritores de Jujuy.
Durante cinco lustros los escritores jujeños no estuvimos a la altura de las
circunstancias. En esos años, algunos habíamos concurrido a marchas que reclamaban
justicia, habíamos firmado manifiestos en contra de los torturadores y, cada noche, nos
habíamos acostado con la satisfacción de estar contentos con nosotros mismos. Pero,
sabíamos que algo no cerraba en nuestra amarga historia. Veníamos de una masacre y aún
no sabíamos cómo representarla.
¿Cómo escribir acerca de más de ciento treinta detenidos-desaparecidos de una
provincia marginal? ¿Cómo narrar sobre los apagones del terror ocurridos en Libertador
General San Martín y Calilegua? ¿Cuáles son las palabras adecuadas para describir al
Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionó en una hostería ubicada en la
localidad de Guerrero? ¿Cómo nombrar al más temible torturador que se llamó Ernesto

0
Escribí un perfil sobre ella en la revista Nadie olvida nada, año III, número 7. San Salvador de Jujuy, marzo
de 2006.

[67]
Jaig y que fue el mandamás del Comando Radioeléctrico de la policía provincial? ¿Cómo
reivindicar las identidades militantes de tres escritores secuestrados y que nadie, excepto
algunos familiares, se atrevían a rescatarlos? Y una última cuestión: ¿cómo contar sobre la
transformación que experimentaron un grupo de mujeres y unos pocos hombres que
dejaron sus dolores personales y casi secretos para unirse en un colectivo militante que
reclamaba –que reclama– memoria, verdad y justicia?
Veníamos de una historia que había estado en el filo del abismo. El desafío, por lo
tanto, era inmenso. Nos faltaban textos que reencuentren aquellas palabras que también
habían sido desaparecidas. Sabíamos que había que escribir contra el olvido, pero, hasta el
2001, aún no sabíamos cómo. Intuíamos que había que empezar a escribir como quien teje
un manto contra el olvido, un manto reparador contra todo tipo de atropellos. Y también
sabíamos que sólo contábamos con hilos rotos.
Era muy difícil que los científicos sociales de la UNJu se enfrentaran a la
problemática de la dictadura y sus consecuencias. Difícil porque este campo investigativo
tardó en constituirse ya que la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS)
recién empezó a funcionar a mediados de los ochenta y, si releemos las investigaciones que
circularon en los noventa, estos científicos tenían el hábito de escribir sólo para sus pares.
Difícil porque los historiadores recién en 1989 empezaron a trabajar sobre la
historia regional y sus objetos de estudios estuvieron, durante demasiado tiempo, centrados
en el pasado colonial.
Difícil porque los antropólogos no tenían, en sus planes de investigación, las
tensiones y disputas entre memorias locales y memorias oficiales en torno a los apagones
del terror de julio de 1976, por dar un ejemplo 0. Sí existen –justo es afirmarlo– algunos
trabajos que realizan la crítica de lo existente, como la monografía titulada La Modernidad
Agrietada de Elena Belli y Ricardo Slavtustky, en el que ellos analizan los procesos
políticos posdictadura, la modernización ligada a las tecnologías de la producción y las
condiciones históricas y culturales de Jujuy0. Este trabajo apareció –muy mal editado,
también es justo aclararlo– en formato libro.

0
Esta será la cuestión que analizará Ludmila da Silva Catela, en el capítulo “Apagón en el ingenio, escrache
en el museo”, en Del Pino, Ponciano y Jelin, Elizabeth (comp.), Luchas locales, comunidades e identidades
(Madrid: Siglo XXI, 2003, colección: Memorias de la represión).
0
Para más detalles, véase mi comentario “Políticos, tabacaleros y movilización (a propósito de La
Modernidad Agrietada: Los procesos políticos en Jujuy de Elena Belli y Ricardo Slavtutsk, Instituto
Interdisciplinario Tilcara, circa 1997), en suplemento Cultura del diario El Jujeño, San Salvador de Jujuy, 29
de marzo de 1998.

[68]
Difícil porque desde la carrera de Letras, la tarea ordenadora y meticulosa de
Fidalgo no generó discípulos que se atrevieran a reconstruir el campo cultural fracturado
por los exilios internos y externos que produjo la dictadura.
Difícil porque varios de los mejores egresados de Ciencias de la Educación, en la
década del noventa, estuvieron más preocupados por trabajar en los programas de la
transformación educativa que en averiguar porque la Escuela Comercial N° 2 de Palpalá
había recibido el nombre de “Conquista del Desierto”, en plena dictadura, por decreto y sin
ninguna justificación. En los noventa, para algunos, importaba más un trabajo que pagaba
honorarios con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo que la reflexión sobre cómo
la dictadura reivindicaba un pasado que justificaba su proyecto de poder.
Difícil porque desde el campo de la comunicación social, el trabajo de
investigación –tan bien inaugurado por Luis Alberto Quevedo y Ariana Vacchieri– recién
en el 2006 iba a continuarse con un cuerpo apreciable de obras referidas a la problemática
local0.
En fin, si hay algo que se le debe reprochar a la investigación de la UNJu, es la falta
de interés sobre una problemática que reclamaba autores que convirtieran en inteligible la
dolorosa historia reciente; la falta de decisión política de sus autoridades para promover
historias sobre el poder dictatorial y sus víctimas, y, sobre todo, la falta de una búsqueda
estética que sea capaz de expresar, con palabras precisas, una situación traumática que,
para muchos de los familiares de los detenidos-desaparecidos, aún continúa.
El trabajo de pensar e interpretar la posdictadura estuvo protagonizado, antes que
por los científicos sociales, por los escritores. Algunos, como es el caso de Fidalgo, con el
rango de intelectual, quizás se trate del último intelectual frontal de esta tierra de fronteras.
Otros tal vez como criptointelectuales, semiintelectuales o paraintelectuales que
emergíamos por fuera del campo universitario local.
Así, el dolor por el exilio se puede ver en palabras de Héctor Tizón que figuran en
la contratapa del libro La casa y el viento (Buenos Aires: Legasa, 1984): “Este será, al
menos en mis apuntes, el testimonio balbuciente de mi exilio; pero quisiera que también lo
fuese de mi amor a esta tierra y a los hombres, a mis vecinos, en los días en que se
acobarda, aterroriza y mata”. Su imagen como escritor que reflexiona sobre la dictadura se

0
Los trabajos de Quevedo y Vacchieri que me refiero son: El sistema de medios en Jujuy (San Salvador de
Jujuy: FHyCS/ UNJu, 1994) y “Bibliografía Argentina sobre Derechos Humanos (1975-1990)”, en AAVV,
Juicio, castigos y memorias: Derechos humanos y justicia en la política argentina (Buenos Aires: Nueva
Visión, 1995). Esta tarea recién encontró continuidad en la obra que compiló César Arrueta: Sociedad,
Estado y Medios de Comunicación: Aportes para pensar la responsabilidad comunicativa en Jujuy (San
Salvador de Jujuy: De la Rueca, 2006).

[69]
acrecienta, en los años siguientes, con varias notas que circularon en diarios y revistas de
Buenos Aires.
Néstor Groppa publicó Abierto por balance: De la literatura de Jujuy y otras
existencias (San Salvador de Jujuy: Buenamontaña, 1987), un balance literario de un
cuarto de siglo (1956 / 1981), un libro de género confuso que contiene datos sobre
escritores, entrevistas a personas que no son escritores, poemas y un “cronicón cultural”;
de alguna manera, esta obra complementa el trabajo realizado por Fidalgo en 1975. Y, sin
embargo, aún seguíamos sin saber nada sobre Avelino Bazán, José Carlos Coronel y Alcira
Fidalgo: nuestros tres escritores detenidos-desaparecidos.
Un año después, Andrés Fidalgo, sin ser historiador, publica un ensayo histórico:
¿De quién es la puna? (San Salvador de Jujuy: Edición del Autor, 1988); una problemática
que volverá a estar presente en la mente del escritor en los primeros años del nuevo
milenio. Él había planeado reconstruir el asesinato del minero y cateador Rafael Tauler que
ocurrió en 1935 y que había sido perpetrado por las autoridades provinciales y amparado
por la Justicia. Esta obra quedó trunca por el deterioro físico de los últimos años de
Fidalgo, quien murió a los ochenta y nueve. Unos años antes, a fines del 2005, había
fallecido Nélida; Andrés nunca logró recuperarse y, también en ese penoso momento, nos
preparó para su adiós definitivo0.
Volvamos a 1988, en este año publicamos una larga entrevista 0 a Ernesto Aguirre,
quien recién empezaba a consolidar una de las obras poéticas más importante de la
generación de posdictadura. Sus respuestas, por otra parte, estaban cargadas del tono
virulento y provocador de todo autor emergente que es consciente del capital cultural que
posee. Es necesario aclarar, por otro lado, que él formó parte de Mesa Ejecutiva de la
delegación Jujuy de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos que se creó el 7
de enero de 1984. Fue uno de los que estuvo presente, unos meses antes, en las primeras
conferencias que Adolfo Pérez Esquivel realizó en Jujuy. En una de esas charlas, Eublogia
Cordero, madre de dos jóvenes detenidos-desaparecidos, denunció que tanto ella como sus
hijos habían sido torturados en el CCD ubicado en Guerrero. Además, Aguirre había
vivido una breve estadía en la Nicaragua sandinista, por eso realizó una tajante
comparación:

0
“Nos recibía y casi no hablaba, continuaba con sus lecturas y sólo al final de la visita se excusaba. Decía
que así fue nuestra amistad, que nosotros no necesitábamos palabras para saber que podíamos contar el uno
con el otro” (Reynaldo Castro, “Última noticia sobre Andrés Fidalgo”, en suplemento literario del diario
Pregón. San Salvador de Jujuy, julio de 2008).
0
Reynaldo Castro, El escepticismo militante: Conversaciones con Ernesto Aguirre (Córdoba: Alción editora,
1988).

[70]
Acá pretender que el Ejército Argentino tenga una escuela de poesía, claro, eso es una
pretensión absurda, ya supera lo utópico, es absurdo. Y la Policía… bueno, para qué…
imaginate una Policía con una tradición de torturas, de hacer desaparecer gente, irle a
proponer una escuela de poesía es… pero sin embargo, eso existe en Nicaragua y la prueba
está en los cuadernos que editan: ahí figuran los poetas de los talleres de poesía de la
Policía, del Servicio Penitenciario, del Ejército, del Servicio de Informaciones del Estado.
La diferencia está en que aquella gente en vez de agarrar la picana agarra la lapicera. Una
diferencia bastante notable.

La declaración es enfática, aunque las instituciones represivas que cita no aparecen


con un anclaje concreto en Jujuy. Por esos días, algunos ya sabíamos de las atrocidades
cometidas en la dictadura en esta provincia; pero, hasta entonces, nadie –de manera
pública– se había manifestado con la fuerza del poeta. Una cuestión más: el libro tiene un
valioso estudio preliminar de Graciela Frega, docente e investigadora de la Universidad
Nacional de Córdoba, quien demuestra magistralmente que la crítica universitaria no se
degrada si se dirige a un lector común.
Los noventa son los años en los que perdemos la inocencia 0 de creer que la
democracia iba a curar todos los males. Quizás, por eso valga la pena releer Fosa común
(Buenos Aires: Correo Latino, 1992) de Alejandro Carrizo que, desde su título, contiene la
imposibilidad que muchos sentíamos a la hora de escribir acerca de los años de plomo. El
comentario de Pedro Orgambide que aparece en la contratapa resume muy bien el
contenido de los poemas:

[L]a mirada de Alejandro Carrizo, deslumbrada por el mismo hecho de vivir, de observar el
mundo, tiene como destinatario al prójimo: mujer, hombre, compañeros, deudos del
corazón. Todos caben en su poesía (la mujer de ojos locos que entra en su cama y llora por
todo el cuerpo, la que abre su pecho mientras duerme y lo siembra de adioses; la lluvia de
Famaillá, en Tucumán, lavando el rostro del asesinado; el padre que le regaló una palabra al
nacer), todos caben, sí, en esta poética donde las peripecias, las imágenes, las emociones,
los recuerdos, se dan con cierto recato, en economía de palabras, en poemas de muy pocos
versos generalmente. Unos ojos que nos miran detrás de los vidrios de un colectivo, una
foto de Evita o Boca Juniors, o la visión de Discépolo que trae flores desde la ronquera de
un bandoneón, pueden motivar al poeta, tanto como los grandes acontecimientos del
mundo. Hay alusiones al crimen político, la guerra, las desapariciones, a lutos recientes.

La alusión, bien sabemos, es la acción de aludir. Es decir, en los textos de Carrizo


se insinúan las atrocidades cometidas por la dictadura, pero salvo en un poema que tiene
0
He escrito un capítulo sobre esa década en Marcelo Lagos (dir.) Jujuy bajo el signo neoliberal: política,
sociedad y cultura en la década de los noventa (San Salvador de Jujuy, EdiUnju, 2009); en el libro que está
en tus manos figura como capítulo 6.

[71]
por título “A propósito de José Carlos Coronel”, no existen referencias absolutas sobre la
masacre ocurrida en Jujuy. Por otra parte, los versos del poema carecen de la conciencia y
la memoria que el título indica (el nombre de un poeta detenido-desaparecido): “de la
poética carcelaria / nadie habla / menos cuando llueve / (por ejemplo/ y estamos presos / de
un viejo amor”. Efectivamente, nadie habla, y en ese nadie está incluido el autor del
poema. Ya expresamos que en los noventa habíamos aprendido a perder la inocencia, pero
existía un pasado dictatorial en el que todos estábamos presos, un pasado que se negaba a
pasar. A casi diez años desde la recuperación democrática, la reconstrucción discursiva del
pasado dictatorial era una responsabilidad que ninguno quería asumir.
Hasta aquí hemos hablado de escritores e investigadores universitarios. ¿Qué
pasaba con los actores del campo político? En 1993, las autoridades de la municipalidad de
San Salvador de Jujuy organizaron una nutrida cantidad de actos culturales para
conmemorar los cuatrocientos años de la tercera –y definitiva– fundación de la ciudad. Los
funcionarios municipales justificaron los gastos que demandó la organización con la
excusa que brinda una conmemoración anclada en un número redondo. Por un tiempo
breve, la política municipal hizo olvidar que, desde mucho antes de aquella fundación, en
estas tierras ya existían otros habitantes. Las voces de los pueblos originarios fueron
tapadas con bombas de estruendo, festivales folklóricos y discursos oficiosos. Para muchos
jujeños, existe un pasado colonial que aún no termina de pasar.
Recién tres años después, una contrapropuesta sólida se manifestará. Un grupo de
docentes de Tilcara publicará una obra0 que reconoce más diez mil años de historia en la
Quebrada de Humahuaca. Esta acción marca una propuesta distinta a la política municipal.
Como vemos, nos todos caen seducidos por los espejitos de colores.
Entre 1995 y 1996, Groppa escribió un conjunto de poemas –aún inéditos 0– titulado
Los “TIPROFI”: Títulos provinciales de financiamiento. El título hace referencia a la
emisión de bonos emitidos por el gobierno provincial en un intento vano de compensar la
falta de fondos para pagar los sueldos de la administración pública. En la “explicación”
que figura en las primeras páginas, ya se advierte la ironía de Groppa:

Todos hemos sufrido en esta provincia. Me atrevo a asegurar que también los que nos
hicieron sufrir, nada más que éstos padecieron con aire acondicionado, firmando planillas,
notas y memos y gozando tal vez de relucientes viáticos y otras golosinas compensatorias.

0
María Esther Albeck y Ana María González, Quebrada de Humahuaca, más de diez mil años de historia.
Salta: edición de los autores, 1999, 3ª edición. La primera edición data de 1996.
0
El libro empezó a circular gracias a la difusión de la revista Vox, en su versión digital. La obra está
disponible en: http://www.revistavox.org.ar/virtual_15-1.htm

[72]
Por otra parte, creo es lo justo para quienes tienen tamaña responsabilidad al gobernar,
legislar y juzgar. Claro, un poco distinta la situación a la de aquéllos que en los
asentamientos y en los miles de viviendas premoldeadas y de bloques y en el paisaje (lo
único que queda por vender) ni gobiernan, ni legislan, ni juzgan. Trabajos innecesarios
porque para eso eligen representantes, para que lo hagan por ellos (pero sin asesores). Tal la
democracia del embudo.

Más adelante, el autor afirma que había tenido el ánimo de remitirse a un volante
titulado “Cambalache”, sin fecha y firmado por la agrupación “J.J. Valle”. Es decir, esta
obra nace de un profundo deseo interior de ser un cronista sensible de la crisis y, además,
de una articulación con panfletos que circularon en las calles.
Si bien Groppa es un poeta que deliberadamente busca la claridad de sus versos,
estos poemas son muy directos y transmiten el mensaje de bronca que sentía el ciudadano
frente a la falta de respeto, frente al atropello a la razón. La obra, como ya expresamos,
está dedicada a los bonos, esos papeles pintados que trataron de solucionar las deudas
salariales. Los TIPROFI habían sido impresos, por un decreto de necesidad y urgencia (Nº
2889-E-95), por un monto de 48 millones de pesos, en la gestión de Agustín Perassi 0.
Groppa nombra a este político en el poema titulado “Bono equivocación”; el poeta incluye
una cita textual tomada ya no de un panfleto, pero sí de una escritura con aerosol en la
calle San Martín al 600 (“Perassi te bamo a colgar”). En ese poema, aclara el autor: “No se
debe colgar a la gente (pienso yo). / Es un método antihigiénico / que afecta a los
cardiacos. / Mejor es solicitarle la devolución / de la diferencia entre su declaración
patrimonial / de bienes (y males) / y lo que posee ahora”.
No estaría mal que los políticos que supimos conseguir piensen que la política no es
sólo economía, sino también cultura. Un movimiento político, si quiere trascender como
tal, debe comprender, o inclusive crear, un cierto clima de época. El gran problema político
de Jujuy es que nuestros políticos no leen. Por lo tanto, ellos no pueden generar un
ambiente culturalmente atractivo. Y mientras eso ocurra, este libro inédito de Groppa
seguirá cumpliendo su función: ser un conjunto de textos compuestos por capas sucesivas
de panfletos, grafitis, voces de la calle y toda la rebeldía de la poesía. Los poetas que se

0
Oscar Agustín Perassi nació en Córdoba, el 8 de enero de 1949. Había sido dirigente sindical de ASIMRA
(Asociación de Supervisores de la Industria Metalúrgica de la República Argentina) en Altos Hornos Zapla,
el complejo siderúrgico que fue privatizado por el menemismo. Su primer antecedente político fue el intento
frustrado de ser concejal en Palpalá, por la línea interna del peronismo que respondía a Rubén Daza. En 1991
ingresó a la Cámara de Diputados de Jujuy. Después fue catapultado hacia la cumbre del poder provincial por
sus compañeros de bancada al producirse la renuncia de Carlos Ficoseco, quien a su vez había asumido el
cargo de gobernador tras la renuncia de Roberto Domínguez. Más detalles en el capítulo “La política jujeña
en los noventa: partidos y actores de poder” de Adriana Kindgard, en Marcelo Lagos (dir.), Jujuy bajo el
signo neoliberal (San Salvador de Jujuy: EdiUnju, 2009).

[73]
atreven a cruzar esos discursos existen –como existen los indignados–, no sólo para que
haya malos políticos, sino para que los malos políticos tengan nombre.
En 1996, la revista El Duende publica el poema “Totalmente incomunicado” de
José Carlos Coronel, en el que relata la sensación que siente el preso político que es
aislado, torturado y, aún así, cumple con su oficio de escribir. Las palabras –ahora lo
sabemos bien– importan después de todo.
En el nuevo milenio, como ya lo expresamos, se inicia con el libro de Fidalgo sobre
la dictadura. Este libro funciona como plataforma sólida en la que se apoyan otros libros,
videos documentales y revistas. En la mayoría tuve participaciones con distintos grados de
responsabilidad, por esa razón no me detendré en un análisis pormenorizado de estas
producciones. Sí me parece importante destacar que, en el libro de poemas de Alcira
Fidalgo, por primera vez en Jujuy, sus familiares reconocen explícitamente que ella militó
en Montoneros. No es un detalle menor porque el discurso de los organismos de DDHH en
los años inmediatamente posteriores al retorno democrático era que todos los detenidos-
desaparecidos eran víctimas puras, después afirmaron que eran los mejores de sus
generación (la dirigencia que nos faltaba), recién en el cambio de milenio aprendimos a
aceptar que nuestra amarga historia no se reduce a blancos contra negros y que contiene
una gran cantidad de actores grises, cuyas acciones deben ser evaluadas de acuerdo al
contexto social y político en el que se desarrollaron. Me apresuro a aclarar que no estoy
colocando ningún signo de igualdad entre las violencias impulsadas por las acciones de la
guerrilla y la represión dictatorial. Lo reitero: son inconmensurablemente distintas. Sí me
parece que es necesario revisar nuestro pasado críticamente, no con la “neutralidad” de los
especialistas en control de calidad, sino con trabajos que no releguen el compromiso
político, ético y afectivo de los investigadores.
Nombro, a continuación, obras que, en la última década, narran o reflexionan sobre
las memorias de la represión militar; en algunos casos, el tratamiento es sólo parcial. Van
por orden de aparición:
 Diez décadas de Libertador General San Martín de Olga Demitrópulos (Buenos Aires:
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2001), libro que contiene información sobre
algunos militantes y medidas represivas en esa localidad;
 Oficio de aurora, poemas de Alcira Fidalgo (Buenos Aires: Libros de Tierra Firme,
2002) que, además, tiene una historia de vida, dibujos, fotografías y testimonios de
familiares;

[74]
 “Apagón en el ingenio, escrache en el museo: Tensiones y disputas entre memorias
locales y memorias oficiales en torno a un episodio de represión de 1976”, capítulo de
Ludmila da Silva Catela (2003) incluido en el libro mencionado en la nota al pie n° 3;
 Con vida los llevaron: Memorias de madres y familiares de detenidos-desaparecidos
de San Salvador de Jujuy de RC (Buenos Aires: La Rosa Blindada, 2004; San Salvador
de Jujuy: EdiUnju, 2008), libro de no ficción;
 Tejer con hilos rotos: Notas y entrevistas sobre una cultura de la memoria de RC (San
Salvador de Jujuy: UNJu / Ministerio de Educación de Jujuy, 2005);
 Memorias del apagón: La represión en Jujuy, 1974-1983 de Delia Maisel (Buenos
Aires: Ediciones MEDH, 2006), un trabajo muy bien editado aunque la investigación
no es rigurosa;
 “Dictadura, democracia y políticas neoliberales. 1976-1999” de Marcelo Lagos y Mirta
Gutiérrez (2006), capítulo incluido en un libro de historia que más adelante me referiré;
 Marina Vilte: Blanco en los ‘70 de Sofía D’ Andrea (La Plata: De la campana, 2008),
obra que rescata la militancia de la maestra y dirigente gremial que fue detenida y
desaparecida por los genocidas del 76; su autora reconoce que si bien no formó parte
del círculo íntimo de la gremialista, trabajó diariamente junto a ella y que fueron
compañeras de lucha;
 El por qué de mi lucha: Treinta años en la vida gremial del pueblo aguilareño de
Avelino Bazán, libro que fue editado por sus familiares en 1989 y que circuló de
manera muy restringida; en junio del 2011, la secretaría de Comunicación Pública de la
Nación lo reeditó en su colección “Memoria en movimiento” que se distribuye en
forma gratuita.
También aparecieron siete números de la revista de memorias Nadie olvida nada
(2004-2006), dirigida por Andrés Fidalgo. La producción audiovisual, por su parte, fue
fructífera: además de Sol de noche (2004, 2012), documental dirigido por Pablo Milstein y
Norberto Ludin, distribuido por el diario Página 12, que trata sobre la vida de Olga
Márquez de Aredez, existen varias producciones locales: Nadie Olvida Nada: Derechos
Humanos en el Norte Argentino (2005) y Somos nuestra historia (2007), ambos dirigidos
por Ariel Ogando del grupo Wayruro; Retazos de la Memoria (2005), dirigido por Diego
Ricciardi de la Red Andina de Video y que tiene como entrevistada principal a Eublogia
Cordero de Garnica, quien demuestra que Olga no siempre marchó sola; Desafiando al
silencio (Reynaldo Castro: Tras las huellas de una cultura por la memoria) (2009) de

[75]
Darío Melano Jasmín, que fue promovido por el departamento del Cine Móvil de Jujuy.
Además, este año se estrenaron, en el canal Encuentro, documentales dedicados a Ernesto
Aguirre, Andrés Fidalgo0 y Avelino Bazán.
Un párrafo aparte dedico a varios libros editados por la UNJu. En primer lugar, dos
investigaciones de la Unidad de Investigación en Historia Regional (que aparecieron en el
2006 y 2009): Jujuy en la historia: De la colonia al siglo XX, libro dirigido por Ana Teruel
y Marcelo Lagos (que contiene el capítulo ya citado de Lagos y Gutiérrez sobre la
dictadura, el retorno democrático y las políticas neoliberales) es el primero; el otro,
Heridas por la vida: Huérfanas, prostitutas y delincuentes; control, disciplinamiento e
integración social en Jujuy –1880-1920– de Lucía Mallagray.
El primero es un libro panorámico muy reclamado por los lectores y libreros, los
autores de los distintos capítulos demuestran cómo el pasado está vinculado íntimamente
con el presente; nuestra historia –como la de todos– tiene protagonistas y no fue realizada a
ciegas, es un proceso con sujetos y con ideas que pesan. Pero hasta la aparición de esta
obra, nadie había realizado una síntesis tan abarcadora.
Heridas por la vida, por su parte, es el primer trabajo histórico que coloca a las
mujeres como protagonistas activas en un periodo de Jujuy, un libro en el que la autora
traiciona a su propia clase, se desvía de su grupo de origen 0 (para lo que no lo saben: Lucía
fue sobrina de monseñor Germán Mallagray, rector interventor de la UNJu, en la última
dictadura). Así, ella produce una obra sobre una temática que había sido marginada en
Jujuy: escribe sobre mujeres subalternas en el cambio de milenio anterior; es, además, no
sólo un libro novedoso porque hasta entonces la historia local no se había concentrado en
la vida privada sino que también es un trabajo riesgoso por la carga subversiva que sus
páginas contienen.
También vale destacar que en el 2009 aparecieron dos libros poco comunes: Jujuy
bajo el signo neoliberal: Política, sociedad y cultura en la década del noventa, cuya
dirección estuvo a cargo de Marcelo Lagos y Científicos de Jujuy, publicación que
promovimos desde el área de Prensa y Difusión de la UNJu y que constituye el primer (y
hasta ahora único) trabajo de divulgación científica de nuestra provincia.

0
Pobrecitos los responsables de la programación del canal: no saben que el apellido del maestro comienza
con "F" y no con "H".
0
Afirma Raymond Williams: “Cuando la sociedad cambia, su literatura cambia, aunque a menudo lo hace
por caminos inesperados, porque es parte del crecimiento social y no su mero reflejo”. Para profundizar sobre
la historia social de los escritores, véase el capítulo 5 de su libro La larga revolución (Buenos Aires, Nueva
Visión, 2003).

[76]
El libro sobre los noventa es el resultado de un proyecto de investigación
interdisciplinaria que desarrollamos entre el 2004 y el 2007. En el prólogo, el director
realiza la siguiente aclaración:

En lo personal era la primera vez que dirigía un grupo con integrantes provenientes de
diversas disciplinas sociales, siempre había trabajado exclusivamente con historiadores. En
principio no es tan sencillo y romántico como idealmente aparece. Tuvimos que adaptar
lenguajes, estructuras de pensamiento, interpretaciones teóricas y más adelante organizar el
relato escrito. Cada capítulo fue revisado y discutido por el grupo y eso llevó casi dos años,
fue una etapa de verdadero aprendizaje, pues la crítica interna abarcó desde la estructura de
una frase hasta la hipótesis central de un capítulo.

No fue una tarea fácil reflexionar desde distintos puntos de vista la década
menemista. Tampoco fue fácil la producción de Científicos de Jujuy. Me acuerdo que
algunos investigadores no quisieron participar; entre ellos, una doctora en biología que me
dio una lección sobre cuál debería ser mi tarea como periodista de la UNJu, cuando le
pregunté cuál era su título de grado se sorprendió. Enseguida le cuestioné por qué si yo no
me meto con las amebas y paramecios, ella sí se mete con las ciencias de la información.
Pero el obstáculo más grande lo tuve con el rector Enrique Arnau; él me dijo que no había
fondos para la publicación, que habría que esperar. Le contesté que yo tenía un
compromiso con los investigadores y que los materiales e insumos de la edición saldrían de
mi bolsillo. Pero eso sí –le aclaré– la tirada es mía. Estaba seguro que íbamos a vender el
libro como pan caliente: era la primera vez que salía una publicación de estas
características, con fotografías y datos de los investigadores y también con un buen estudio
preliminar de Diego Hurtado, Eduardo Mallo y Ana María Vara, historiadores del Centro
de Estudios de la Historia de la Ciencia y la Técnica de la Universidad Nacional de San
Martín. Al ver mi decisión, el rector sólo atino a decir que no me apresurara y, a los pocos
días, autorizó la impresión. Fue una suerte para mis ahorros: el libro fue más comentado
que vendido.
La investigación sobre los noventa, por el contrario, agotó la primera edición en
pocos días (la segunda también está agotada). Un dato curioso ocurrió en la Legislatura, a
instancias del diputado –y también escritor– Pablo Baca, se discutió la propuesta de
declarar a ambas publicaciones de interés legislativo. Hubo unanimidad para el libro poco
vendido, pero no ocurrió lo mismo con Jujuy bajo el signo neoliberal. Cierto diputado
(cuyo nombre no voy a mencionar) afirmó que se trataba de un trabajo panfletario. Lo
curioso es que casi todos los autores de la obra rechazada figuramos en libro que sí les

[77]
pareció digno del interés legislativo. ¿Cómo se explica esta contradicción? Es fácil:
muchos de los responsables de una de las peores décadas de la historia de Jujuy siguen en
sus puestos o han sido reciclados en otra función o son diputados. Para algunos, los
noventa aún no terminaron.
Una última cuestión sobre el campo político. El 30 de julio pasado murió Héctor
Tizón. ¿Hace falta aclarar que fue un gran narrador? Hace falta, créanme que hace falta. El
día que lo enterraban en el cementerio de Yala, el gobernador Eduardo Fellner declaró a
una periodista: “Despido no sólo a un gran hombre de Jujuy, sino a un poeta”. Es saludable
que los funcionarios públicos se interesen por sus escritores. Sería más saludable si pueden
precisar los géneros literarios que han practicado esos escritores. Tizón, para decirlo
claramente, nunca escribió poesía. Todo esto nos obliga a pedirles a los funcionarios
públicos que cumplan con un deber primordial: quedarse callados cuando no tienen nada
para decir.
Para finalizar, sostengo que es importante conocer a autores contemporáneos, eso
hice cuando estuve en la Patagonia y en otros viajes. Pero, creo que es más significativo
conocer el humus cultural donde se desarrollan las obras que cuestionan el orden
establecido. El trasvase de ideas no se produce según características de pureza absoluta.
Afortunadamente existen libros y escritores que funcionan como vasos comunicantes. Así,
determinadas trayectorias intelectuales se inscriben en una intertextualidad enredada. El
compromiso de Fidalgo, por ejemplo, parte de su primera juventud, cuando él estuvo
influenciado por Deodoro Roca, la gran voz de la Reforma Universitaria del 18, el
organizador de los comités de ayuda a los republicanos que huían de la dictadura
franquista. Además, el “Viejo” aprendió a trabajar colectivamente con la gran experiencia
que fue Tarja. Su idea de compromiso se potenció cuando trabajó como abogado asesor en
la delegación Jujuy de la CGT de los Argentinos que dirigía Raimundo Ongaro, en la que
también trabajaba Rodolfo Walsh. Después, como ya expresé, fue el padre putativo de
nosotros.
El vacío que deja la muerte de Andrés Fidalgo seguramente será difícil de llenar.
No sólo porque faltan intelectuales que tengan saberes universales; sino porque el público
a los que se dirigían esos intelectuales, en este nuevo milenio, también se ha modificado.
Quizás los lectores omnívoros sean ya una especie en extinción por el avance de las
pantallas –en sus distintos formatos– y ya nadie busque la figura del intelectual total.
Como sea, de algo estoy seguro: siempre están los escritores e investigadores que
desde un poema o un paper minan el vetusto sistema que aún se niega a morir (llámese

[78]
colonialismo, trauma de posdictadura o neoliberalismo). Siempre existe un cronista
sensible capaz de denunciar a “la democracia de embudo”. Siempre hay quien nos recuerda
un manifiesto que ya está por cumplir un siglo que, en una de sus líneas, expresa que “la
honra se filtra por la menor grieta”; menciono esto porque, en el año 2006, cuando yo
integraba el jurado de un concurso de poesía, Aguirre me preguntó si era verdad que la
secretaría de Cultura me había designado para esa tarea; le contesté que efectivamente así
era, pero que podría presentarse porque concursaban obras con seudónimos. Otra vez, él
fue tajante: “Somos amigos”, dijo e inmediatamente decidió no concursar.
A todos nos hace mucho bien conocer las voces que vienen del pasado. Porque allí
están las ofensas que aún hay que redimir. No me refiero sólo de la falta de justicia para
nuestros tres escritores desaparecidos, hablo de la necesidad de reconstruir trayectorias
intelectuales como la de último intelectual frontal, hablo de la necesidad de entender el
cambio de milenio con los nuevos modelos intelectuales que ofician, muchas veces, de
mediadores entre los distintos saberes y los nuevos modos de leer.
El gran problema que tenemos los que nos formamos en el siglo pasado es la
herencia fuerte de las vanguardias. Por eso nos gustaría tener una palabra lúcida que ponga
blanco sobre negro, pero ya sabemos que eso es una ficción interesada y que la realidad
muchas veces está salpicada por grises. Nos han (mal) educado para vencer y no para
cooperar. Quizás, la tarea de muchos –entre los que me incluyo– sea realizar un trabajo de
organización del saber, de ordenación, de selección; un oficio en el que tal vez seamos los
últimos en la cadena de la cooperación.
Recién este año comenzó el primer juicio por delitos de lesa humanidad en Jujuy.
Cinco son las causas que la Justicia investiga; entre ellas, la detención y desaparición de
Avelino Bazán. La trayectoria de Bazán es una historia que transciende los límites de un
partido político. Que lo reivindiquen organizaciones de izquierda no significa que él haya
militado en ese sector, significa que otros sectores aún no han recuperado la voz para
honrar a sus mártires. El miedo, como todos sabemos, es la herencia más difícil de
erradicar que nos dejó la dictadura. La tarea de reflexionar sobre esta consecuencia, por lo
tanto, recién ha comenzado.

San Salvador de Jujuy, octubre de 2012.

[79]
6. EL FIN DE LA INOCENCIA0
(Campo literario jujeño en la década del noventa)

“¿Qué es una metáfora?”


MARIO

Entrada
Un autor y su obra siempre están afectados por las relaciones sociales que establece el
campo literario al que pertenecen. Una escena de Il Postino (dirigida por Michael Radford,
estrenada en 1994) puede ayudarnos a entender este concepto. Seguramente todos
recordamos el film: Mario (Massimo Troisi) consigue trabajo temporario como cartero, en
una isla de Italia, debido a la llegada de un exiliado reconocido: Pablo Neruda (Philippe
Noiret). El cartero apenas cuenta con las destrezas básicas de la lecto-escritura e ignora,
entre otras cosas, el significado de la metáfora; pero es capaz de construir una gran amistad
con el poeta. Y, además, es un hombre dispuesto a enamorar a Beatrice (Maria Grazia
Cucinotta), aunque para lograr su objetivo deba plagiar los versos del importante recién
llegado.
La escena de presentación del nuevo poeta es la siguiente: los amigos entran en la
única taberna del lugar, solicitan dos vasos de vino tinto y “una pluma para escribir”, dice
Neruda. Cuando Beatrice cumple con el pedido, el hombre mayor –con un gesto paternal–
le toma de la mano y le solicita que se quede un momento. Ella lo mira con sorpresa y él
escribe una dedicatoria que trasciende el ámbito privado: “A Mario, mi íntimo amigo y
compañero. Pablo Neruda”. Y, para que no queden dudas, le dice: “Ya encontraste la
poesía. Si por casualidad quieres escribirla, ya tienes el cuaderno”.
La posición del poeta chileno en el campo literario representa un espaldarazo
indiscutible para Mario y significa, en este caso puntual, la posibilidad de conquistar a la
hermosa mesera. Por otro lado, el cartero asume la representación de todos los que
carecemos de originalidad poética pero sabemos que la poesía nos ayuda a vivir.

0
Este trabajo es producto de mi participación como investigador del proyecto “La aplicación de políticas
neoliberales en una provincia marginal: El caso de Jujuy”. Agradezco a los compañeros del proyecto por los
comentarios, las sugerencias y los diálogos que mantuvimos. También debo hacer una aclaración: he
ocupado, en los años que se centra este trabajo, un lugar modesto pero visible dentro del campo literario local
y que esa ubicación –esa limitación– seguramente ha influido en mi análisis.

[80]
El método
La noción de campo intelectual fue elaborada por Pierre Bourdieu (1930-2002) a partir de
un extenso programa de investigaciones desarrollado en los años sesenta 0. Él había
comenzado con el estudio del sistema de educación francés; trabajo que después se
extendió a otros campos del conocimiento como la formación de elites intelectuales, el
lugar de los profesionales, la apreciación artística y las formas de consumo estético, el
campo de las academias (homo academicus), el campo político (zoo politikon) y el
problema de la representación, entre otras cuestiones.
Para el sociólogo francés, el campo intelectual es semejante a un campo magnético
que está constituido por un sistema de líneas de fuerzas –que se oponen, que se agregan– y
que le confieren una estructura específica. El campo, además, se construye a lo largo del
tiempo (diacronía) y funciona en un determinado momento (sincronía). Una condición
debe presentar el campo intelectual: disponer de una autonomía relativa; es decir, tiene que
estar regido por sus propias leyes.
El orden intelectual, por lo tanto, posee características que lo distinguen de los
poderes tradicionales (y, en muchos casos, en franca oposición): el económico, el político y
el religioso. Esto significa que, en este campo, existen instancias específicas de selección y
de consagración.
En consecuencia, nadie puede afirmar que escribe en el vacío. Todo escritor
necesita un campo intelectual en el cual ubicar su producción. Y el primer campo
intelectual que integra es el sistema provincial o regional que habita.

El suplemento cultural

0
Para recorrer las distintas etapas del recorrido intelectual en la dilucidación del concepto de campo, resulta
recomendable leer Campo de poder, campo intelectual: Itinerario de un concepto (Buenos Aires, Quadrata,
2003), obra que contiene una serie de artículos breves en los que Bourdieu (re)define el concepto según las
diversas esferas en las que el campo intelectual es analizado: artístico, literario, académico, etc.

[81]
El campo literario jujeño de los noventa fue construido trabajosamente. Dos prolíficos
autores ocupan un lugar central: Néstor Groppa (1928) y Héctor Tizón (1929)0. Ambos
están identificados con la mejor revista que se publicó en esta región.

Tarja es ya un hecho prestigioso, un lugar común de cualquier discurso acerca de la historia


cultural de Jujuy y cada vez que su nombre sale, como quien dice, a relucir, me pone en
aprietos porque se da por sentado que yo fui uno de sus parteros, lo cual, vuelvo ahora a
declararlo, es una leyenda apócrifa. Yo, lamentablemente, no fui partero ni padre de esta
criatura prestigiosa, sino, tal vez, su entusiasta tío. Sus padres verdaderos fueron –según
está debidamente registrado– [Mario] Busignani, [Jorge] Calvetti, [Andrés] Fidalgo,
Groppa y [Medardo] Pantoja –algo así como la línea delantera del seleccionado jujeño de
entonces (en el ordenamiento antiguo), con más algunas comadres como Pequeca [Juana
Luisa Mercedes Pérez de Busignani], Nélida [Pizarro de Fidalgo] y Nelly [Ase de Álvarez
Groppa]. Flora Guzmán, mi mujer, y yo, que pateábamos desde inmediatamente detrás, o

del costado0.

Groppa, además, es uno de los actores centrales en la construcción del campo


literario local. Bajo su dirección se inicia, en 1960, el suplemento cultural del diario
Pregón, cargo que después es alternado (él termina, en junio de 2001, su función como
periodista cultural).
En un análisis sobre la producción literaria realizada en el periodo 1992-1995,
encontramos al autor recién nombrado junto a Marcos Paz (1919-2001) como los editores
responsables alternos del suplemento0. Las características de ellos –tanto por su formación
como así también por su producción estética– son disímiles y antagónicas en lo que se
refiere a la selección (formal y temática) y edición de los trabajos que aparecen los
0
Si bien ambos fueron reconocidos explícitamente por sus pares en Encuesta a la literatura jujeña
contemporánea (San Salvador de Jujuy, Perro Pila, 2006); los premios que habían obtenido ya los
posicionaban en lugares centrales. Groppa obtuvo el Primer Premio Regional de Poesía, zona NOA, otorgado
por la Secretaría de Cultura de la Nación, en el trienio 1977-1980; Mención Especial al Premio Nacional de
Poesía de la Secretaría de Cultura de la Nación, trienio 1980-1983; además, fue distinguido como Ciudadano
Ilustre de San Salvador de Jujuy, en 1987; Ciudadano Benemérito de San Salvador de Jujuy, en 1995;
Miembro de número de la Academia Argentina de Letras, en 1996, y Profesor Extraordinario de la
Universidad Nacional de Jujuy, en 1997. Tizón, por su parte, obtuvo la Orden de las Artes y las Letras en
grado de Caballero, otorgada por el gobierno de Francia, en 1994; el Premio de la Academia Argentina de
Letras en novela, bienio 1993-1995, en 1995; el Premio Consagración Nacional otorgado por la Secretaría de
Cultura de la Nación, en 1996; también fue elegido Miembro de número de la Academia Argentina de Letras,
en el mismo año; Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes, en 2000, y Doctor Honoris Causa
de la Universidad Nacional de Tucumán, en 2005. Los dos poseen otras distinciones que he obviado para los
fines de este trabajo: plantear un panorama general, antes que seguir trayectorias individuales.
0
Héctor Tizón, “Tarja a lo lejos”, en la reedición facsimilar de Tarja, volumen I (San Salvador de Jujuy,
Universidad Nacional de Jujuy, 1989). El primer número de la revista apareció a fines de 1955; el último –el
16– en julio de 1960. En total, 422 páginas que reafirman “la voluntad casi heroica de los grupos que
difunden la cultura a través de un empeño sostenido y ejemplar”, como publicó La Nación, Buenos Aires, 6
de enero de 1957.
0
El estudio fue realizado por Jorge Castro, Arturo Álvarez y quien esto escribe en el marco de un proyecto de
investigación subsidiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Estudios Regionales de la UNJu.

[82]
domingos en el suplemento. En algo coincidieron los dos directores: en ningún momento
utilizaron las páginas del suplemento para promocionarse a sí mismos.
Pasemos ahora a las diferencias. La obra de Groppa es una búsqueda universal que
tiene a la ciudad y sus habitantes como tema central; su poesía es muy trabajada pero
nunca hermética y permite interpretaciones nuevas porque se dirige a un lector sensible e
inteligente a la vez. El segundo, por su parte, representa a la tradición, tanto en los aspectos
formales como en los contenidos; no resulta extraño entonces que una de sus obras
centrales, Canto al éxodo (1959), se destaque por la grandeza misma del episodio y no por
sus recursos estilísticos0.
A pesar de las diferencias apuntadas, no existió –o, por lo menos, yo no me enteré–,
en ningún momento, una declaración de hostilidades entre Groppa y Paz. Ambos, como
buenos periodistas, aceptan alternar la dirección de este suplemento que, junto con el de La
Gaceta de Tucumán, es uno de los más antiguos del interior del país.
Una primera clasificación casi “taxonómica” de las obras publicadas permite
apreciar la preeminencia de la poesía por encima de las otras formas de creación literaria.
Durante los primeros años de los noventa, un grupo no demasiado numeroso de poetas
produce, como demostraremos más adelante, una renovación del campo literario local.
Otra marca de distinción del director está dada por los temas que se presentan. Si un
domingo las páginas literarias del diario están cargadas de referencias a una próxima
celebración patriótica (retratos de próceres, odas o símbolos patrios y exaltaciones a la
grandeza nacional), significa que las mismas han sido editadas por el autor de Viltipoco
(Buenos Aires, Plus Ultra, 1982). En tanto, siete días después, ya de la mano de Groppa, el
suplemento puede estar cargado de reproducciones de artistas abstractos (como por
ejemplo: Petorutti, Xul Solar) o la primer entrevista a Víctor Montoya, en la que el por
entonces joven artista reflexiona sobre los lenguajes estéticos y, en esa reflexión, cuestiona
a los profesores de la Escuela de Arte “Medardo Pantoja”, a la masividad, a la formación
autoritaria y a la ideología del consumo.
La misma distinción se proyecta con la mayoría de las obras literarias que se
publican. La dirección de Paz se puede sentir cada vez que aparecen formas tradicionales
como el soneto, cuentos con moralejas, palabras cargadas de invocaciones o de cierta
moral, tal es el caso de Héctor José Méndez (1938), Raquel Murillo (década del 40), Gloria
Quiroga de Macías (1933), Hairenik Eliazarián de Aramayo (1925), Fortunato Farfán

0
Para un juicio más detallado de estos autores, véanse las consideraciones que realiza Fidalgo en su
Panorama de la literatura jujeña (Buenos Aires, La Rosa Blindada, 1975).

[83]
(1935), Saúl Sánchez (1962), Oscar López Zenarruza (1946), Carlos E. Figueroa (1925-
1995), Germán Walter Choque Vilca (1940-1987) y Nélida Cañas (1949), entre otros.
Todos los nombrados0 –excepto Cañas, quien pronto se pasa de “bando”– poseen una
marcada temática regional que, en la mayoría de los casos, se confunde con el folklore
literario.
Por su parte, los trabajos que publica Groppa poseen temática mucho más variada.
En los poemas predomina el verso libre y, tanto en este género como en los restantes, se
puede apreciar una preocupación constante por estar al día con los grandes movimientos
literarios y las principales corrientes del pensamiento contemporáneo. Entre los
colaboradores más asiduos están: Ernesto Aguirre (1953-2016), Pablo Baca (1958), Jorge
Accame (1956), Luis Wayar (1945-2000), Alejandro Carrizo (1959), Raúl Dorra (1937-
2019), Tito Maggi (1913-1994), Mita Homs (1939-2017), Víctor Ocalo García (1953),
Blanca Spadoni (1944), Miguel Espejo (1948), Mónica Undiano (1958) y Oscar Augusto
Berengan (1949).
Es de destacar, finalmente, los listados de colaboradores que no pertenecen a esta
provincia. Por las páginas de Paz, entre otros, pasan: Rubén Vasconi, Elvio Aroldo Ávila,
Arturo Berenguer Carisomo, Nilda Correa de Vasconi, Félix Coluccio, Perpetua Flores,
Atahualpa Yupanqui. Mientras que por las de Groppa: Juan Filloy, Rodolfo Kusch, Leo
Maslíah, Marco Denevi, Michi Strausfeld, Julio Ardiles Gray, Raúl Gustavo Aguirre,
David Lagmanovich, Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez, María Luisa Valenzuela,
Aldo Parfeniuk, Manuel J. Castilla, Aldo Pellegrini, Rodolfo Alonso y otros.
Basta con observar los nombres con que cada director refuerza sus filas para
entender la posición de cada uno: regionalismo, por un lado, y universalismo, por otro. O,
para decirlo en otros términos, pintoresquismo contra esencialidad. Las distintas
selecciones permiten entender, además, por qué no fue necesario una declaración de
hostilidades: la batalla estaba decidida antes de comenzar.

Editoriales
La hoja literaria del Pregón que, con el correr del tiempo, se convirtió en suplemento
cultural ayudó a crear un público lector. La mayoría de los autores nacidos alrededor de la
década del cincuenta publicaron por primera vez en esas páginas y algunos de ellos
impulsaron la creación de editoriales de vida efímera. Las nombro por orden de aparición:
0
Varios de ellos (Méndez, Farfán, Sánchez, López Zenarruza) también publicaron bajo la dirección de
Groppa, lo que muestra que la literatura era, por entonces, un cálido magma donde el campo literario
(re)configuraba su estado.

[84]
Daltónica, Tunupa, Edi Capri –una derivación de la revista Capricornio que, bajo la
dirección de Jorge Albarracín (1945), aparece en 1986 y llega hasta los primeros años de
los noventa de manera irregular– y Cuadernos del Molle; la última relacionada con la
Fundación Norte Chico0. También apareció otra más perdurable: Cuadernos del Duende,
una consecuencia de la revista homónima 0 pero que no posee una línea editorial precisa.
Quizás, todas ellas aparecieron como respuesta a la ampliación del público que el
suplemento literario y el ambiente literario de los ochenta ayudaron a gestar.
Buenamontaña, una editorial de larga vida0, continuó publicando a lo largo de la
década. En 1991, con su sello, aparecieron: ¡Sonría por favor! de Andrés Fidalgo (1919-
2008), Cuentos mágicos y de costumbres de Carmela Ricotti (1928-2004) y Abacería de
Groppa; al año siguiente, Finalmente de Miguel Ángel Pereira (1926-2008) y, en 1993,
Almanaque de notas de Groppa.
Es digno de destacar, además, la relación que existe entre Fidalgo y el editor
porteño José Luis Mangieri; la mayoría de los títulos de este escritor aparecieron en los
sellos editoriales Libros de Tierra Firme y La Rosa Blindada 0. No ocurrió lo mismo con
Tizón, quien publicó su obra en editoriales de Buenos Aires que van desde la experiencia
gloriosa del Centro Editor de América Latinas (CEAL) a otras que disponen de
desarrollados sistemas de producción y comercialización y que, por esa razón, llegan con
comodidad al gran público.
Un sello editorial es importante cuando significa un respaldo al autor y cuando es
capaz, por otro lado, de orientar y crear el gusto del público lector. Más allá de los títulos y

0
En la contratapa del primer libro de Cuadernos del Molle, Raúl María Noceti explicita: “La Fundación
Norte Chico tiene como meta contribuir al desarrollo integral de las regiones jujeñas conocidas como
Quebrada de Humahuaca y Puna”. Más adelante agrega: “Queremos, como objetivo principal, que los
jóvenes del norte conozcan de manera accesible, la poesía, el cuento, la novela y el ensayo que se producen
en la actualidad”. También precisa que la organización “donará la mitad del tiraje de todos los libros editados
para que sean repartidos en las escuelas secundarias de Quebrada y Puna”. Consta en el pie de imprenta que
el libro en cuestión fue impreso en los talleres gráficos de la Universidad Nacional de Jujuy, aunque no se
precisa el número de la tirada.
0
El Duende, dirigida por Alejandro Carrizo, aparece en 1993 y es la revista que mayor permanencia logró en
el tiempo: más de diez años. Afirma Miguel Espejo: “En esta revista se advierten colaboraciones de un
espectro regional, nacional como internacional. Sin una estética definida, la revista posibilitó la difusión local
de importantes autores en los niveles ya mencionados”, en Lagos y Teruel (directores), Jujuy en la historia:
De la colonia al siglo XX (San Salvador de Jujuy, Unidad de Investigación en Historia Regional, Ediunju,
2006).
0
El nombre es la traducción literal del alemán Gutenberg. Buenamontaña había nacido en 1966 y, entre otros
logros, publicó Cantos del gozante (1972) de Manuel J. Castilla que obtuvo el Primer Premio Nacional de
Poesía otorgado por el ministerio de Educación y Cultura de la Nación en 1973. Es necesario señalar,
además, que varios títulos superaron la tirada de mil ejemplares. La editorial aún continúa su accionar, los
últimos libros son de su fundador: Néstor Groppa.
0
Varios meses después de haber concluido este trabajo, la muerte se llevó a ambos. Ahora, mientras corrijo
las pruebas de imprenta de este capítulo, podría cambiar los verbos que se refieren al autor y su editor; pero
he decidido –como un gesto para nada solemne– dejar el tiempo presente tal como fue escrito.

[85]
autores que publicaron por medio de las editoriales jujeñas, resultaría exagerado incluirlas
como factores decisivos de la incipiente industria cultural.
Por lo recién expresado, un número significativo de escritores decide publicar su
primer libro como edición del autor. En todos los casos –excepto en uno– el resultado es
todavía más decepcionante: casi nunca logran un comentario crítico en una publicación
especializada, el diseño es desastroso y está asegurada, desde el vamos, la falta de
distribución en librerías de la región.
La única excepción a la regla expresada está protagonizada por Fortunato Ramos
(1947), un escritor que da al público lo que éste espera de él. Sus últimos libros se
presentan en ediciones multilingües y de gran tirada, los turistas ingenuos los compran
como quien se lleva el recuerdo más autóctono de Humahuaca y los libreros quedan
agradecidos por el único autor local que les da cierto margen en las ganancias.
He dejado para el final de esta sección al único sello prestigioso de los noventa: las
ediciones de la Universidad Nacional de Jujuy. Su breve historia es muy significativa de lo
que ocurrió en el campo intelectual con la aplicación de políticas neoliberales.
En 1986, el ingeniero agrónomo Luis René Kindgard asume como rector de la
institución. Él recuerda el día de su asunción como un momento cargado de grandes
expectativas: “[L]a presencia del gobernador [Carlos] Snopek, de sus ministros, de
legisladores, en un clima de ruidosa euforia proporcionado por los estudiantes, resumía el
optimismo que se vivía en el país, y la fuerte creencia en que la Universidad era una pieza
clave de su futuro”0.
Dos años después, el presupuesto de 1988 permitió la ampliación de las secretarías
de la Universidad. El ex rector recuerda que “por sugerencia del decano de Humanidades,
Daniel González”, propuso que sea Groppa el responsable de la flamante secretaría de
Publicaciones. Kindgard destaca que el editor fue elegido “por sus conocimientos acerca
de no sólo cómo se escribe un libro, sino también cómo se lo hace” y agrega:

Con Groppa al frente de la Editorial, surgió la posibilidad de hacer reproducciones


facsimilares de publicaciones jujeñas agotadas. El decano de Agrarias, Juan Barbarich,
acercó el primer texto, Investigación agrícola en la provincia de Jujuy de Eduardo
Holmberg, que vio la luz en agosto de 1988. Se sucedieron los títulos y la autarquía de la
Editorial, instrumentada a través de la Comisión de Apoyo a la Universidad, permitió su
supervivencia hasta el punto en que en junio de 1989, el mes de la inflación más alta de la
historia argentina, apareció el Cancionero popular de Jujuy de Juan Alfonso Carrizo.

0
Testimonio incluido en Universidad Nacional de Jujuy: 30 años de historia (San Salvador de Jujuy,
Ediunju, 2004).

[86]
La secretaría fue creada a partir de cero. Su objetivo principal estaba bien
explicitado: lograr que la UNJu trascienda a la comunidad por medio del libro. Para
lograrlo, Groppa armó un vasto plan editorial, constituyó un comité de Publicaciones que
elaboró su propia reglamentación y gestionó el número de ISBN para la editorial. El plan
de publicaciones contenía la colección Arte-Ciencia en sus dos series: “Jujuy en el pasado”
y “Jujuy en el presente”. En el informe que figura en la Tercera asamblea ordinaria de la
Universidad Nacional de Jujuy, realizada el 14 de octubre de 1988, se anhela que el
accionar de la editorial sirva “para ponernos a la par de la mejor tradición universitaria”.
Un factor decisivo para el éxito de esta experiencia fue la autarquía de la editorial:

Para ello, se decidió recurrir a una ya existente Comisión de Apoyo de la UNJu que, como
contaba con personería jurídica, podía encargarse de los asuntos administrativos eludiendo
los largos tiempos burocráticos. De paso, se daba una funcionalidad tangible a esta
comisión que, desde años atrás, realizaba en la sede del Rectorado periódicas reuniones.
Esta autarquía en el manejo de los fondos de la imprenta se reveló fundamental, por
ejemplo, en los tiempos de la hiperinflación (1988-89) al permitir, concretamente, que
Groppa saliera, al día siguiente de recibir los fondos, a comprar los insumos necesarios para
la imprenta, evitando la rápida depreciación. La autarquía de que gozaba la Secretaría de
Publicaciones la ponía, además, al resguardo de decisiones políticas (o decisiones contables
de reasignación de partidas) que pudiesen dar un destino diferente a los fondos obtenidos
para el funcionamiento de la imprenta, que llegaron a ser importantes. De hecho, cuando
Groppa decide alejarse de su cargo en la UNJu, dejaba a ésta con un superávit de alrededor
de 150.000 pesos0.

En 1990, por esta editorial, aparece Bibliografía de autores jujeños de Fidalgo y


Herminia Terrón de Bellomo (1944). En 1993, la reedición de Poesía y prosa en Jujuy, una
selección realizada por Groppa, Tizón, Pereira y Fidalgo (la primera edición había
aparecido en 1969); un segundo tomo –preparado por Groppa y Fidalgo– apareció casi
cuatro meses después. Los tres libros describen, de una manera casi total, el panorama del
campo literario jujeño hasta ese momento.
Otras dos obras de suma importancia también fueron editadas en los primeros años
de esa década: Correspondencia entre Daniel Ovejero y Teodoro Sánchez de Bustamante
(1990) de Flora Guzmán y un equipo de colaboradoras, y la reedición de El terruño (1991)
de Daniel Ovejero (1894-1964).
El segundo libro es una reproducción de la edición original de 1942 y contiene,
además, una nota biográfica y crítica de Sánchez de Bustamante que había sido publicada

0
Testimonio de Luis René Kindgard, San Salvador de Jujuy, 11 de octubre de 2007.

[87]
en 1966 y reproducida en la edición correspondiente a ese año; también el libro incluye,
como introducción general, un estudio de Guzmán. El primero, en tanto, comienza su
estudio preliminar con este razonamiento de la investigadora recién citada: “Se preguntaba
Michel Foucault qué puede llamarse a ciencia cierta, ‘obra’ de un autor. ¿Es sólo su
producción literaria conocida o son también sus reflexiones, dudas o intuiciones
borroneadas en diarios, memorias o –añadiríamos nosotros– en cartas?”
En los escritos epistolares de este escritor fundamental y su primo, ambos dueños
de un pensamiento lúcido y crítico, se puede valorar el ambiente intelectual de Jujuy en la
mitad del siglo veinte. Además, como bien dice Guzmán, las cartas son lugares
emblemáticos donde se depositan fragmentos de vida.
No dispongo del espacio suficiente para referirme a otras publicaciones que
aparecieron por esta editorial (en total 53 títulos), pero quiero dejar constancia de que el
final de Groppa como funcionario no fue feliz. El 9 de junio de 1994, el Consejo Superior
de la UNJu resolvió, “en función de una optimización en el cumplimiento de los
objetivos”, suprimir la secretaría de Publicaciones y la dirección de Bienestar Estudiantil y,
en su lugar, crear la secretaría de Bienestar Estudiantil y la dirección de Publicaciones 0. En
consecuencia, el cargo –ya devaluado– de Groppa pasaba a depender de la secretaría de
Extensión Universitaria; se daba así por terminada la autarquía de la editorial y se
privilegiaba otro sector.
El escritor –como todo hombre de bien– realizó un balance del material existente,
retiró el dinero de un banco local, realizó un brindis de despedida con su colaborador más
inmediato, presentó toda la documentación y el efectivo a las autoridades y, junto a ella, su
renuncia indeclinable.
Pronto, el comité de Publicación dejó de funcionar; aparecieron libros de dudoso
valor literario, varios con el aviso de fe de erratas, la diagramación empezó a resolverse de
manera anárquica y, entre otros errores, se reeditó el libro Bibliografía de autores jujeños
(2003) y, aunque cueste creerlo, ¡nadie se dio cuenta de que se habían olvidado de poner el
nombre del autor principal!
De esta manera, sin la voz autorizada de un editor, el devaluado sector quedó
confundido con el murmullo de una imprenta bien equipada0. Y la UNJu dejó de estar a la
par de la mejor tradición universitaria.
0
Los pobres resultados que ofreció la Secretaría de Bienestar Estudiantil en pos de esa “optimización” nos
permiten afirmar que la decisión no tenía otro fundamento que ubicar un militante en un cargo jerárquico.
Creo que no hace falta decir que la aplicación de políticas neoliberales funcionó como una trituradora de
empleos y desmanteló a la industria nacional; en nuestra Universidad, la resolución 070/94 del Consejo
Superior destruyó a la única industria editorial.

[88]
Una ley para escritores
La década del noventa estuvo precedida de señales auspiciosas. Varios escritores habían
obtenidos premios literarios importantes y, además, existió una ley que no pasaría
desapercibida en el campo literario.
El 31 de agosto de 1985, la Legislatura de Jujuy sanciona la ley nº 4.178: “De
creación de asignación permanente para escritores jujeños”. Había sido promovida por
Carlos Alfonso Ferraro (1953)0, entonces asesor del diputado Pedro Octavio Figueroa
(Movimiento Popular Jujeño). La norma establecía en su primer artículo: “Institúyese una
asignación mensual permanente para escritores jujeños de nacimiento o con efectiva
radicación en la Provincia no menor de diez años, que se encuentren comprendidos en los
beneficios de la presente Ley”.
Para acceder a sus beneficios, el escritor interesado debía cumplimentar una serie
de requisitos: estar radicado en la provincia, tener la edad que establece la ley de jubilación
ordinaria, haber publicado un libro, tener una trayectoria de reconocida relevancia y haber
obtenido algún premio reconocido oficialmente. La asignación, compatible con cualquier
otro ingreso, debía ser permanente y personal. Otro artículo precisaba: “El monto de la
asignación permanente creada por esta Ley será el que corresponda a Director de Cultura o
su equivalente al momento del otorgamiento del beneficio y se ajustará automáticamente
con los incrementos que perciba el haber asignado a dicho cargo”.
Al poco tiempo de ser sancionada, diez escritores resultaron beneficiados: Libertad
Demitrópulos (1922-1998), Domingo Zerpa (1909-1999), Miguel Ángel Pereira (1926-
2008), Marcos Paz (1916-2001), Ernestina Acosta (1928-2015), Félix Infante (1905-2000),
Héctor Tizón (1929-2012), Antonio Paleari (1926-1995), Néstor Groppa (1928-2011) y
Jorge Calvetti (1916-2002). Al comienzo, los escritores cobraban su asignación
regularmente; pero cuando la crisis económica se hizo sentir; los pagos tardaban en llegar.
Ya en el gobierno de Ferraro, hubo largos periodos en los que los escritores no veían ni un
peso de la ley que había sido promovida por la misma persona que no podía garantizar los
sueldos de los empleados públicos y, mucho menos, la asignación para los escritores.
0
Ni siquiera Tierras de frontera (1998) de Tizón logró la circulación que se merecía. Cuando dos años
después, Alfaguara lanzó una nueva edición, la periodista Raquel Garzón escribió que el libro había sido
editado por la Universidad y “que circuló calladamente”. Más información en “La luz de las fronteras”,
suplemento Cultura y Nación del diario Clarín, Buenos Aires, domingo 3 de setiembre de 2000.
0
Periodista. Co-fundador de los grupos Tiempo y Brote. Publicó Azuledades (poemas, 1981) y Don Cucha –
historias de duendes (cuentos, 1990). Además, escribió y representó un espectáculo unipersonal: Yo con-ver-
so… (1989). Fue vicegobernador de Guillermo Snopek y, tras su muerte, asumió como gobernador entre
febrero de 1996 y noviembre de 1998.

[89]
En su libro inédito Los “TIPROFI”: Títulos provinciales de financiamiento,
Groppa le dedica varias páginas a la citada legislación. Va una muestra:

Aquí de lo que se trata es que cumplan una Ley ya creada sin mediar pedido alguno (y que
honra a quien la presentó y a quienes la aprobaron y al que la promulgó y reglamentó).
Además, la Provincia, no asfalta tres cuadras ni la rotonda de Palpalá con lo que les debe
(año 1992 y meses, ya renunciados por los escritores pero condicionados a un acuerdo “de
caballeros”, que hoy amenaza con volver al incumplimiento por parte del gobierno, por
supuesto apelando a la agonía de siempre... 9/2/95). Con unos viáticos menos, cumple la
Ley. Y en el sentido de las prioridades, no se trata de igualar hacia abajo, porque entonces
son incompatibles las suntuosidades y las miserias paralelas que a cada momento vemos
aquí, en esta provincia y en todo acontecer real como si esta ciudad, principalmente, y estos
señores mudos, bastos y mediocres y trepadores actuaran en un cine-show-función y serie
continua, de no parar: un televisor enchufado por Dios y para siempre en el canal de una
provincia argentina que en su presupuesto carece de nueve mil pesos mensuales (una caja
chica, nueve viáticos, x vales de nafta, el 3 por ciento de cualquier comisión, la tarjeta de
un ñoqui, el fin de semana de otro ñoqui y así de seguido hasta el infinito o lo infinitesimal)
para cumplir con una Ley.
Y sin lograr audiencia para conversar con el sátrapa o los ladinos de turno para tratar sobre
los siete u ocho años que nos siguen debiendo hasta hoy 29/1/97 10:43:40 en una ofensa
gratuita a quien nada les debe y los respetó como vecinos. Nada más que como avecindado.

Finalmente, la ley fue derogada en el 2004 a instancias del diputado Miguel


Morales (partido Justicialista), quien redactó otra que compromete a la secretaría de
Cultura a otorgar un premio anual a los creadores que, hasta el momento de escribir este
trabajo, no se efectivizó0.

Los premios
Un premio literario es importante cuando posee, por lo menos, dos características: la
institución que lo organiza posee un prestigio reconocido y el jurado está compuesto por
escritores importantes. Estas condiciones específicas otorgan validez al premiado y
posibilitan que emerjan nuevas obras que se atrevan a producir rupturas con las corrientes
establecidas y con las maneras de leer.
En 1986, el libro Café de la luz de Aguirre obtiene el primer premio del concurso
organizado por la Fundación del Banco del Noroeste Cooperativo Limitado de Salta. El

0
La ley Nº 5419: “De institución de un reconocimiento para artistas jujeños y de derogación de la ley Nº
4178 (De creación de asignación permanente para escritores jujeños)” expresa en su artículo 11: “Derogase la
ley Nº 4178, sin perjuicio de los derechos adquiridos por los beneficiarios de dicha Ley, quienes los
mantendrán hasta su extinción”.

[90]
jurado estuvo compuesto por Walter Adet, César Antonio Alurralde y José Ríos; el primero
de los evaluadores escribió en la contratapa del libro:

Un oficio aprendido y dominado en un mundo mágico y personal, reflexivo y a la vez


emocionalmente tenso, en imágenes nítidas y delicadas, de gran poder de sugerencia.
Un libro “trabajado” en decantación y en equilibrio. Hay el epigrama, el apunte, pero
también los poemas logrados, donde el conceptualismo es siempre tensión lírica. Un hilo
sutil que da unidad a los poemas como “Estamos trabajando” y “el oficio de los cuerpos
desnudos”.
Una alucinación que consigue el equilibrio por la justeza expresiva. (Grandes hallazgos y
una engañosa levedad.)

Al año siguiente, Marcelo Constant (1954), con el libro de cuentos Antología para
destruir, gana el mismo premio. El jurado también estuvo a la misma altura de la edición
anterior: Alicia Martorell, Raúl Aráoz Anzoátegui y Francisco Zamora. Aquella justificó
su decisión con estas palabras:

Narraciones insinuantes de situaciones dolorosas, de vidas anónimas asfixiadas por la


urgencia de escapar. Los barrios pobres de las ciudades porteñas, en donde se mezclan
como alucinaciones el hastío diario, la ironía, la inventiva social, la melancolía… todo
conformando una fábula que nos parece inventada.
Estamos ante un escritor de gran originalidad –creo que todos sentimos el impacto de un
lenguaje en donde el pensamiento se distiende velozmente, y sobre todo, el subconsciente
exhumado, en casi la totalidad de la obra, sólo el recuerdo de posibilidades.

Un año antes, el libro de poemas Elementos de Carrizo consigue el premio Fondo


Nacional de las Artes. El jurado estuvo formado por Jorge A. Madrazo, Francisco
Madariaga y Joaquín C. Gianuzzi. En 1987, la obra apareció con el sello de Torres Agüero
Editor y tenía, además, otros dos respaldos: un prólogo de Armando Tejada Gómez y una
breve carta de Elvio Romero en la contratapa.
Es posible que estos concursos y sus premiados hayan funcionado como
antecedentes a imitar para que la dirección provincial de Cultura local organizara, en 1988,
un importante concurso de poesía. La institución convocó a un jurado incuestionable
(digno es mencionarlo porque también existieron otros concursos con evaluadores de
dudosas referencias)0: Fidalgo, Rodolfo Alonso y José Clemente; aunque sus nombres no
0
Al respecto, Fidalgo, en Escritos casi póstumos (San Salvador de Jujuy, Ediciones Culturales San Salvador,
2003), afirma que “durante muchos años, la dirección provincial de Cultura auspició publicaciones sin
llamado previo a concursar y sin constituir jurados. Así, hubo libros de autores cuyo mérito consistió en
satisfacer la dudosa capacidad crítica del funcionario de turno, la vanidad o (eventualmente) alguna
coincidencia político-partidista. Parecida falta de mesura hubo en presentaciones o auspicios ‘en vivo’, donde
elogios excesivos terminaron por equivocar a público y autores. Sin duda que debe darse lugar a una política
de estímulos (en particular a los jóvenes), pero se hace necesario señalar también los distintos niveles de

[91]
figuran en los libros publicados un año después. Con un criterio que resulta difícil de
entender, tampoco figura el orden en que fueron otorgados los premios. De todas formas,
el resultado fue el siguiente: el primer premio le correspondió a Crónicas del buen amor de
Aguirre y la primera mención a Cuentos de la mujer y el solitario de Baca y la segunda a
Punk y circo de Accame. Las dos menciones no habían sido previstas en el reglamento del
concurso, pero dado que el jurado consideró importante la calidad de las obras, éste
también sugirió la publicación de los libros mencionados0.
Tampoco figuraron los nombres de Madrazo, Eugenio Mandrini y Esteban
Peicovich en el libro Epifánicas y otros poemas (1993) de García. El poeta de San Pedro
había obtenido, un año antes, el 2º premio del concurso nacional de poesía “Ramón Plaza”
que fue organizado por editorial La Sociedad de Poetas Vivos de Buenos Aires.
El único premio importante realizado en una ciudad del interior fue el que ganó
Ángel Negro (1951) con su libro de poemas Epístolas y fragmentos (Buenos Aires, Libros
de Tierra Firme 1993). El concurso fue organizado por el departamento de Cultura de la
Municipalidad de Palpalá, el libro apareció con el sello editorial de Mangieri y el jurado
estuvo constituido por Cañas, Baca y Fidalgo. El último de los nombrados escribió en su
dictamen:

Nota predominante es la referencia a estados interiores, el tono de introspección guiado más


por sentimientos que por razones. No hay relatos ni anécdotas evidentes, sino lo que pueda
haber quedado de algunas experiencias que se recuerdan con distanciamiento adecuado.
Así, la emoción no es exacerbada sino más bien, contenida; y la persona del autor no se
empeña en ocupar primeros planos. Si a eso se agrega el buen empleo de imágenes o
metáforas, es dable reconocerlos como trabajos que responden a notas distintas de la poesía
contemporánea.

En 1993, Cumbia de Accame recibió el primer premio del concurso regional para
narrativa del noroeste argentino. El certamen fue organizado por la dirección municipal de
Cultura y Turismo de San Salvador de Jujuy; los integrantes del jurado fueron Calvetti,
Aníbal Ford y Jorge B. Rivera. El libro, con varias modificaciones, recién será publicado
en la década siguiente por una editorial de Buenos Aires.
Durante aquel año aparece la obra Primer certamen literario Premio Universidad
Nacional de Jujuy. Como si fuese un aviso que prefigura lo que vendría después, la edición
valor, dejando en claro cuándo se trata de reconocimiento de méritos ya alcanzados y cuándo de palabras de
aliento. La actitud que comentamos contribuyó y contribuye (ahora con más prudentes limitaciones) a
mantener un estado de confusión generalizada; sobre todo en un medio donde el público lector o auditor no
está capacitado, en general, para ejercer su propia crítica fundada”.
0
“Una sugerencia de este jurado es, para nosotros, una obligación”, dijo Elena Gerónimo de Gonzálvez,
directora provincial de Cultura, en el acto de proclamación de los ganadores del certamen.

[92]
dejó mucho que desear ya que no pasó por las manos de Groppa y porque uno de los
integrantes del jurado, tuvo que agregar la siguiente fotocopia en los libros:

La impresión de este volumen, que estuvo a cargo del director de la Casa de la Cultura de la
UNJu, omite (o modifica) aspectos de la convocatoria y de la decisión del Jurado, que
pueden confundir a los lectores. Por eso, creo conveniente establecer que la convocatoria se
hizo sólo para residentes en la provincia y para dos categorías: Poesía y Cuento. Dentro de
ellas, por grupos según edad. A continuación, los detalles. Se recibieron 53 trabajos; 7 no
reunieron condiciones formales
I. Poesía
Grupo 1 (13 a 19 años). Participaron 5 autores. 1º y 2º premios, desiertos. 3º Mención
especial a Elva Meles.
Grupo 2 (20 a 29 años). Participaron 8 autores. 1º premio Reynaldo Castro. 2º premio
Norma Wierna. 3º premio César Yurquina.
Grupo 3 (30 a 59 años). Participaron 17 autores. 1º premio Víctor O. García. 2º premio
Nélida Cañas. 3º premio Oscar Berengan.
Grupo 4 (más de 60 años). Participaron 3 autores. 1º y 3º premios, desiertos. 2º premio Elba
D’Abate de Zenarruza.
II Cuento
Grupos 1, 2 y 4, desiertos (el 1 por falta de postulantes). Grupos 2 y 4, dos autores cada
uno. Grupo 3. Participaron 9 autores. 1º premio Irma Homs. 2º premio Susana Quiroga. 3º
premio Nélida Cañas.
La convocatoria se hizo en julio de 1991. El jurado se expidió en setiembre del mismo año.
El libro fue presentado el 5 de agosto de 19930.

De todas maneras, ése fue un año prolífico: la municipalidad de San Salvador de


Jujuy organizó un concurso de poesía en el que Sofía (in memoriam) de Aguirre y Golja de
Accame obtuvieron el primer y segundo premio, respectivamente. Esa vez, el jurado
estuvo compuesto por Víctor Redondo, Diana Bellesi y Mangieri. Las obras recién
aparecerían editadas dos años más tarde.
Previamente, cuando ningún funcionario era capaz de garantizar la efectiva edición
de los libros0, Aguirre recibió la propuesta de Noceti de inaugurar la serie “La sombra del
agua” de la editorial Cuadernos del Molle, auspiciada por la fundación Norte Chico. El

0
Fidalgo es el autor de la aclaración. El jurado, además, estaba integrado por: Ana María Postigo de de
Bedia, Baca, Terrón de Bellomo y Accame.
0
Existen varios antecedentes de concursos realizados que no efectivizaron. Sin ir más lejos, al final del
gobierno municipal de Horacio Guzmán, obtuve el primer premio en el concurso de poesía “Raúl Galán”,
pero, “por motivos presupuestarios”, la obra no llegó a publicarse. Con una naturalidad rayana en la
impotencia, el director municipal de Cultura, Ricardo Guzmán (sobrino del Intendente), me dijo que la
edición quedaría para la próxima gestión. Afortunadamente, él no volvió a la función pública.

[93]
poeta aceptó y, a fines de 1995, recibió –en el mismo día, con una diferencia de horas– dos
ediciones diferentes de Sofía…
Antes y posteriormente, existieron otros concursos literarios organizados en esta
provincia, pero determinadas razones (entre ellas, la conformación de jurados que no
evidenciaban méritos suficientes, la falta de solvencia a la hora de entregar los premios o la
inexistencia de una política cultural) hacen que no sean considerados para los fines de este
trabajo.
Recién con la salida de Cuatro Poetas (1999) de Accame, un certamen de poesía
volvió a ser relevante. Un año antes, la municipalidad de San Salvador de Jujuy había
convocado como integrantes del jurado a Santiago Sylvester, Manuel Bendersky y Marta
Goldín.
Estos concursos funcionaron ya no como ingresos al campo literario (recordemos
que casi todos los ganadores habían publicado sus primeros trabajos en el suplemento que
dirigía Groppa), pero sí como maneras de posicionarse dentro del mismo. Significaron,
asimismo, la legitimación de sus poetas que, en los noventa, tienen una visibilidad
incuestionable. Esta legitimidad también produce nuevas lecturas de una obra que había
circulado casi en secreto: Historietas (San Salvador de Jujuy, Los habitantes del sol, 1978)
de Aguirre0.
La narrativa, en tanto, era un terreno que todavía tenía que abonarse.

Libros no esperados
Una literatura no sólo se desarrolla por medio de los premios. También resultan necesarias
las obras que irrumpen y abren nuevos caminos. En 1987, Abierto por balance -de la
literatura en Jujuy y otras existencias (San Salvador de Jujuy, Buenamontaña, 1987) de
Groppa surge como una obra no esperada.
El libro pertenece a un género confuso: el autor presenta una crónica afectiva de la
ciudad, historias de vida, entrevistas, un repaso de las revistas literarias, un censo de la
literatura de Jujuy hasta 1981 y poemas. La mirada retrospectiva del trabajo permite
comparar la producción literaria local con la que se produce en otros lados. Afirma
Groppa:

Comparo mi ciudad, mi provincia, con lo que creo conocer de otros lados. Por lo que llega
a mis manos publicado en casi todo el resto del país. Por los suplementos literarios y

0
Para un análisis de la recepción de esta obra, véase mi artículo “Aguirre o la ira de la Pachamama”, en El
Ojo de la tormenta /La Revista, año 2, nº 16, San Salvador de Jujuy, setiembre de 2005.

[94]
culturales (nueve) que consulto semanalmente, deduzco que si en Jujuy hubiera una ayuda
económica, y una sabia dirección, –estatal o privada, pero en ambos casos sin
condicionamientos que no fueran los de la calidad, por lo menos hacia los costos de hoy, tal
como lo supo hacer en Resistencia el banco del Chaco, por dar un ejemplo cercano– la
calidad de la edición jujeña (gráfica y literariamente), superaría la que supo tener años
pasados, esa misma que se continúa mencionando y haciendo notar en cualquier antología o
enciclopedia consultada.

Un año más tarde, apareció El escepticismo militante, un libro de conversaciones


que realizamos con Aguirre y que previamente había aparecido mediante entregas en el
suplemento literario del Pregón. El autor de Historietas recuerda que en 1976, año en el
que –por la crueldad que impuso la dictadura– el campo intelectual empezó a fracturarse
doblemente (varios escritores tuvieron que exiliarse e internamente también hubo cortes
disruptivos), él se reunió con otros autores que habían armado un grupo literario:

Bueno, la cuestión es que en la primera reunión que hicimos […] éramos cuarenta.
¡Cuarenta tipos convocados por el hecho de escribir y nada más! Entonces al poco tiempo,
con Saúl Solano [1952] y Javier Soto [1952], al que conocimos acá en Jujuy y que se
incorporó al programa de radio [Los Habitantes del Sol], éramos como un frente interno
dentro del grupo Tiempo, porque reivindicábamos una poesía mucho más abierta, sobre
todo en la cuestión temática. Rechazábamos como único tema de la poesía jujeña al coya, al
burro, al cerro. Reclamábamos una poesía más urbana y llegábamos así a extremos de
reivindicar a la Beat Generation de Estados Unidos. Te digo extremos porque... claro, era
una poesía producida en Estados Unidos, nosotros aquí en Jujuy no podíamos producir esa
poesía. Lo que rescatábamos, más que el estilo poético, era la actitud de rebeldía que tenía
esa gente hacia la sociedad. Nosotros éramos un poco los parricidas, veníamos así a romper
con Galán, con Groppa, con Fidalgo, con Calvetti, con todos los poetas “viejos” de Jujuy.

En otro tramo de su discurso, Aguirre dispara sus dardos contra el poeta Carlos
Figueroa porque éste defendía, de una manera arcaica, el postulado del compromiso social
del poeta. El entonces poeta emergente recuerda:

Entonces, yo le critiqué por qué en Jujuy los poetas pensaban que la única explotación del
hombre era o en el surco de caña o en Mina Aguilar. Esos eran los dos temas de denuncia
de la explotación. El poeta de Jujuy, escribía un poema sobre el zafrero o sobre el minero y
ya era un poeta comprometido socialmente. Yo le preguntaba por qué no escribía sobre el
obrero de Zapla, o sobre el barrendero de la Municipalidad, o sobre el empleado de
comercio. Eso fue suficiente, se armó una discusión tremenda, se desarmó la reunión y
nosotros fuimos así considerados los petardistas de Jujuy.

[95]
Estas distintas posiciones reconfiguran el estado del campo literario (véase la figura
6.1). Por un lado, estaban aquellos que, como Figueroa, se ubicaban sobre un espacio
cultural superado y relativamente inactivo0. Por otro, estaban aquellos escritores que venían
de la rica experiencia de la revista Tarja y se mantenían con una producción dinámica. Y,
finalmente, estaban los poetas jóvenes (Aguirre, Solano y Soto), los parricidas que
emergían con cuestionamientos fuertes sobre la constitución del campo y, de esa manera,
se diferenciaban de sus pares generacionales (los poetas del grupo “Tiempo”)0.

Estructura del campo en 1976 Ubicación de los escritores

Relación dialéctica

Posición dominante: los poetas del


Losgrupo Tarja
que irrumpen para legitimarse: Aguirre, Solano y Soto

Posición conservadora 1: Figueroa

Posición conservadora 2: Grupo Tiempo

Figura 6.1: Campo literario de Jujuy, en 1976

El escepticismo militante resulta una obra reveladora porque, además, contiene un


estudio previo de Graciela Frega que permite iluminar las distintas posiciones literarias de
fines de los ochenta en Jujuy. La distancia geográfica y la formación de la ensayista
(docente e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba), refuerzan los sólidos
argumentos con los que ella legitima la trayectoria (para entonces ya madura) de Aguirre.
Ese ensayo es, por lo demás, el primer trabajo crítico que explica y fundamenta el estado

0
La obra literaria de este autor se canalizó por distintos medios periodísticos; pero recién, en 1984, apareció
su libro de poemas Luz de otoño. Después, publicó Prueba de fe (1990). Carlos Ferraro publicó en un diario
local un texto reivindicativo de su tocayo Figueroa.
0
La posición de Aguirre era tajante: “Además, te digo, no solamente se enojó Figueroa, sino que se enojó la
gente del grupo Tiempo, y eso fue determinante para que nosotros nos abriéramos y para que nunca más nos
juntáramos. Después ellos hicieron el grupo Brote, que todavía existe”. Más detalles en El escepticismo
militante (Córdoba, Alción, 1987: 49-50).

[96]
actual de los poetas que emergen durante los años de la dictadura y el gobierno de Raúl
Alfonsín.
Hasta entonces, los únicos trabajos que funcionaban como una cartografía literaria
eran: el Panorama de la literatura jujeña (Buenos Aires, La Rosa Blindada, 1975) de
Fidalgo y Abierto por balance de Groppa. Como se verá más adelante, la tarea de la crítica
académica avanza muy por detrás del ritmo de los creadores0.
El horizonte0 de expectativas que se había abierto antes del inicio de la dictadura,
pronto se verá frustrado. Así, varios escritores se vieron forzados a marchar al exilio:
Fidalgo, Tizón, Espejo y Remo Bianchedi (1950), entre otros. Tres pasaron a integrar la
lista de detenidos-desaparecidos: Avelino Bazán (1930), José Carlos Coronel (1944) y
Alcira Fidalgo (1949). En tanto que la mayoría vivió –o mejor: sobrevivió– en condiciones
de riesgo permanente. En ese contexto, la configuración del campo se desvaneció y, al
igual que otros espacios, su lugar fue una tierra arrasada.
El retorno democrático trajo la obligación de reconstruir el campo cultural.
Cuestión que no resulta para nada sencilla: el vacío que existía era el producto de la
brutalidad asesina. Recuerda Tizón:

[A]penas volvimos del exilio, en el 83, se hizo una mesa en la Feria del Libro en Buenos
Aires, para presentar la segunda época de la revista Crisis, y yo le dije a Eduardo Galeano:
“Esto no va a funcionar”. Y él contestó: “Pero si está lleno de gente, ¿no ves?”. “Sí, pero no
hay nadie de menos de cuarenta”, le dije yo. “No hay chicos, no hay lectores nuevos”. Y es
que eso nos pasó a escritores como [Juan José] Saer, [Ricardo] Piglia y yo mismo: no
tuvimos parricidas, jóvenes que nos leyeran, cuestionaran y “mataran” primero, para
asumirnos luego como herencia. Los diezmó el Proceso. El paso de una generación a otra
no fue gradual sino brutal: no hubo trasvasamiento, sino vacío. Y hubo que sobreponerse
también a eso0.

Los años de represión habían dejado afuera a una generación. En nuestra provincia,
los primeros en comenzar la reconstrucción del campo fueron los poetas.

La poesía gana la partida


0
Es posible que estos grupos no se lleven bien “porque –afirma Beatriz Sarlo– muchos escritores creen
obligatoria la hostilidad frente al discurso universitario y, por su parte, el preciosismo amanerado de la
academia aburre a cualquiera”, en revista Punto de Vista, Buenos Aires, año XXIX, nº 86, diciembre de
2006.
0
No casualmente la principal librería de Jujuy tiene ese nombre. Creada, en octubre de 1976, por Elisa
Espada y Antonio Ortega Pejó (posteriormente, éste cambió de rubro), Horizonte cumple una tarea que tiene
mucho que ver con el desarrollo del campo literario. Las librerías, además de ser emprendimientos
comerciales, son instituciones que legitiman los libros, organizan actos culturales y, cuando poseen buenos
libreros –como en este caso–, promueven la creación de nuevos lectores.
0
Entrevista de Raquel Garzón en el diario Clarín, Buenos Aires, domingo 29 de agosto de 1999.

[97]
La productividad de la poesía, en relación con los otros géneros, se puede verificar en un
riguroso análisis de sesenta colecciones de revistas literarias publicadas, en su mayoría en
Buenos Aires, entre 1960 y 19900. Catorce autores de Jujuy aparecen en los registros. De
ellos, ocho publicaron poemas: Aguirre (Diario de poesía nº 14); Juana Alcira Arancibia
(El grillo nº 6); Bianchedi (El lagrimal trifurca nº 5, Rosario); Calvetti (Hojas del
caminador nº 21, Castelar, provincia de Buenos Aires; Macedonio nº 4/5 y Satura nº 1);
Carrizo (Mascaró nº 6), Coronel (Latinoamericana nº 2); Groppa (Diario de poesía nº 12;
Hojas del caminador nº 29, Castelar, provincia de Buenos Aires; Letras de Buenos Aires nº
2 y nº 26; Megafón nº 9/10, 13 y 14) y Federico Undiano (Eco contemporáneo nº 10). Tres
publicaron reseñas: Arancibia (Letras de Buenos Aires nº 24); Demitrópulos (Megafón nº
14) y Espejo (Papiros del siglo veinte, nº 5). Dos publicaron narraciones: Demitrópulos
(Puro cuento nº 21) y Tizón (Crisis nº 9, 21, 28, 33; El molinero de pimienta nº 6,
Berazategui, provincia de Buenos Aires y Puro cuento nº 13). También dos fueron los
entrevistados: Arancibia (Napenay nº 9/10) y Tizón (Crisis nº 21). Otros dos publicaron
críticas: Castro (Diario de poesía nº 14) y Terrón de Bellomo (Letras de Buenos Aires, nº
24 y Megafón nº 14). Además, Fidalgo publicó una traducción (Macedonio nº 4/5) y
Groppa una carta (Pájaro de fuego nº 41).
La enumeración permite cotejar la proyección que los autores de Jujuy tienen más
allá de los límites provinciales. Resalta, además, la buena recepción que tienen las obras de
Groppa y Tizón. No hay dudas de que el lugar que ambos ocupan, dentro del campo
literario, es central.

Referentes
Ya dijimos que los escritores establecen relaciones en el interior del campo intelectual 0.
Conexiones que están determinadas por la posición que cada cual ocupa o quiere ocupar.
Así, es posible ver a tres parejas que se autodesignan: Accame-Elena Bossi (1954),
Accame-Constant y Alberto Alabí (1959)-Carrizo.
Por otro lado –y aunque no son correspondidos– Aguirre y Cormenzana, por
separado, son considerados como un par tanto por Alabí como por Carrizo. Baca lo es para

0
Ardissone, Elena et al, Revistas literarias argentinas, 1960 - 1990: Aportes para una bibliografía (Buenos
Aires, s/ mención editorial, 1997). En los casos que no se menciona el nombre de la ciudad es porque fue
impresa en la ciudad de Buenos Aires.
0
Las relaciones que a continuación se detallan son una consecuencia del cruce de respuestas que los
escritores expresan en Encuesta a la literatura…, op. cit. Desde ya aclaro que no se tratan de relaciones fijas
y estables; sirven –eso sí– para determinar un estado del campo en un momento dado. Sería saludable que,
con cierta periodicidad, se (re)estructurara el escalafón de autores y textos.

[98]
Alabí, Bossi, Carrizo e Ildiko Nassr (1976). Groppa es sentido como un par por Alabí y
Nassr. Castro lo es para Constant y Nassr.
Además, Bossi considera pares a Dorra y Guillermina Casasco; Alabí a Flora
Guzmán; Carrizo a García y Mónica Undiano; Ricardo Dubin (1963) a Estela Mamaní
(1955); Nassr, una de las últimas en ingresar al campo literario de los noventa 0, es la que
más pares desea tener: Homs, Patricia Calvelo (1970), Susana Quiroga (1942), Francisco
Romano Pérez (1940), López Zenarruza, Rafael Vicente Calderón (1952), Matías Teruel
(1982), Cañas, Carrizo, Accame y Bossi; por último, Ramos a Emma Solá de Solá, Zerpa y
Joaquín Burgos (1917-1992).
También están aquellos que reivindican su individualidad por encima de cualquier
intento unificador o prefieren no explicitar sus preferencias: Aguirre, Espejo, Homs,
Negro, Quiroga y Undiano.
Es una lástima que tanto Baca como Cormenzana no hayan contestado la encuesta
citada, ya que ambos tienen mucho que ver con la prehistoria de la literatura de los
noventa. Ellos, junto a Aguirre, compartieron una breve estadía en Tucumán en la década
del setenta que fue fructífera para los tres. Allá, Aguirre y Comenzana editaron dos
números de la revista literaria Gorrión. Baca después escribió un largo comentario 0 de lo
que significaron para él ciertas conversaciones que tuvo con el autor de Los poemas del
jigante0. Aguirre, por su parte, escribió un poema-prólogo para el demorado libro.
Cormenzana, por su parte, en una entrevista, expresó que de poesía solamente hablaba con
Aguirre y Baca0.
Durante los noventa circuló cierta moda intelectual que afirmaba que la historia era
un producto sin sujetos, pensar de esa manera –ahora lo sabemos– es un error. La historia
de la literatura no es un proceso sin sujetos, es un espacio donde la libertad de relacionarse
entre pares siempre estuvo a la orden del día.
Una posible inferencia de las relaciones que han establecido nuestros escritores, en
el pasado reciente, está representada por la Figura 6.2.

0
Esta autora, en la dedicatoria de su primer libro Vida de perros (1998), reconoce –de manera pródiga– la
condición de maestro que ejerció Alabí sobre ella.
0
Baca, Pablo, “Cormenzana: decirlo todo en una frase”, en Castro, Reynaldo (selección, prólogo y notas),
Nueva poesía de Jujuy (Palpalá, Daltónica, 1991).
0
Véase la nota 16 del capítulo 1.
0
Castro, Reynaldo, “Álvaro Cormenzana: el enfermo de las palabras”, entrevista publicada en el suplemento
literario del Pregón, San Salvador de Jujuy, 27 de diciembre de 1992.

[99]
Bossi Accame Constant

Tizón
Aguirre Cormenzana Baca

Alabí Carrizo
Fidalgo

Groppa Nassr Castro

Figura 6.2: Relaciones entre escritores.

Al elegir un par, los escritores fundan su propia imagen; es decir, designan un


referente que está a su propia altura. Desde este punto de vista, resulta exagerada la
pretensión de Alabí y Nassr de considerar como semejante a Groppa. No es un exceso, en
cambio, afirmar que Cormenzana colaboró con sus pares Aguirre y Baca para abrir un
camino nuevo. A propósito del rigor estético, afirma el último:

Lo interior es lo más difícil de poner en juego. Así como puede ser bello, puede ser cruel, o
miserable. Difícil es dejar que un objeto exterior el poema tenga derechos sobre lo más
interior. Algo del rigor que exigía Cormenzana, podría explicarse diciendo, ahora, que si ha
de tener esos derechos, el poema antes debe ser perfecto0.

Los poemas de Cormenzana, como ya se ha dicho, aún circulan como textos para
iniciados de una logia secreta. Él, como ninguno, posee el perfil del artista outsider: el que
sin estudios sistemáticos de música llega a ser violinista de la Orquesta Sinfónica de
Tucumán, el que hace letras de rock para chicos que comienzan a armar sus bandas y el
que encarna, fundamentalmente, la imagen del poeta que sólo escribe para poetas. Afirma
el poeta salteño Roberto Salvatierra:

Sin ánimo de considerar cumplidos, ni condescendencias, ni condecorarle insignias, digo de


Álvaro Cormenzana lo que él seguramente nunca quiera revelar: la secreta felicidad de un
ser desposeído, sin oprobio, ni maldad, que redime palabras por el sólo hecho de hacerlas
correr desbocadas hasta levantar al cielo su polvareda.

0
Pablo Baca, ibíd.

[100]
Ser un desposeído implica, en este caso, no tener libro propio. Significa, además, no
estar atado a nada y disponer de agilidad para contraatacar con palabras que tienen como
soporte las páginas de una antología agotada y la propia voz del poeta. Cormenzana
representa, entonces, el orgullo del solo que no espera nada.
Ahora bien, ¿no es un peligro encerrarse en reducidos grupos? ¿Vale la pena
integrar logias a las que acceden sólo los iniciados? ¿Acaso los escritores son bandas en
fuga que no dan batalla ni siquiera para defender una ley que les concierne? ¿O son los que
detrás de una estética nos transmiten una ética que contiene valores, ideas, libertades y
memorias?

Sobre los poetas


Un diccionario0, acotado por la fecha de nacimiento de los escritores, nos da la siguiente
lista: Accame, Aguirre, Alabí, Baca, Berengan, Cañas, Carrizo, Castro, Espejo, García,
Picchetti, Quiroga, Romano Pérez y Mónica Undiano. A excepción de los narradores Alabí
y Picchetti, todos han publicado libros de poesía. Sólo cuatro autores han editado libros
exclusivamente de poesía: Aguirre, Carrizo, García y Romano Pérez. En tanto que
Accame, Baca, Berengan, Cañas, Castro, Espejo, Quiroga y Undiano practican distintos
géneros. Como sea, la poesía es el género que más adeptos convoca.
Si bien existen varias antologías, ninguna obtuvo la repercusión que logramos con
Nueva poesía de Jujuy (Palpalá, Daltónica, 1991)0. En esa obra incluimos a Carrizo, Baca,
Ramiro Tizón, Accame, Mamaní, Cormenzana, Aguirre y Cañas. Un comentario escrito
por Baca, y que fue pensado para una reedición de la antología (truncada por el alejamiento
adelantado de Fernando De la Rúa y el posterior desentendimiento de la secretaría de
Cultura de la Nación), es un testimonio muy ilustrativo de lo que ésta significó:

Con esta antología Reynaldo trazó una línea sobre el final de la dictadura y su trazo se
convirtió en algo definitivo. Aunque parezca un poco grandilocuente. Me explico. Durante
el Proceso había llegado a dominar el ámbito público de nuestra literatura un cierto tipo de
expresión lógicamente muy mala: inactiva, anacrónica, pasiva, incluso inerte. No es que
0
Orgambide, Pedro (director) y Castro, Silvana, Breve diccionario biográfico de autores argentinos, desde
1940 (Buenos Aires, Atril, 1999).
0
Un registro parcial de comentarios debería incluir a:Siscar, Cristina, “Un documento cultural”, en revista
Hum(o)r, n° 295, Buenos Aires, De la urraca, agosto de 1991; Alonso, Rodolfo, “Voces de adentro”, en
revista Hora de poesía, n° 75/76, Barcelona, mayo/agosto, 1991; Fidalgo, Andrés, “Nueva poesía de Jujuy”,
en suplemento literario del diario Pregón, San Salvador de Jujuy, 13 de octubre de 1991; Fondebrider, Jorge,
reseña aparecida en Diario de Poesía, n° 21, Buenos Aires, verano del ’92; y Díaz Villalba, Ricardo, “Los
poemas transpuestos” en revista Diálogos, letras, artes y ciencias del noroeste argentino, n° 2, Salta, junio de
1993. Además, hay que destacar que esta antología está incluida en “Treinta años de poesía argentina” de
Jorge Fondebrider, uno de los artículos que este autor compiló en Tres décadas de poesía argentina, Buenos
Aires, Libros del Rojas, 2006.

[101]
aquellos ilustrados fueran malas personas: supongo que era la época. Pero vino Reynaldo y
trazó por ahí una línea y chau. Lo que tuvo sus víctimas, porque fueron unos cuantos los
que quedaron afuera. Lo que importa es lo que ocurrió de este lado de esa línea. “Dispersos
por dispersas capitales...”, como empieza Borges su “Invocación a Joyce”. Acaso no era
para tanto. No se trataba de capitales, sino cuanto mucho de barrios. Pero dispersos, es
verdad. Y entonces Reynaldo hizo un dibujo y una teoría, un poco reales y un poco falsos
como cualquier dibujo y cualquier teoría, pero fue suficiente para la alegría de inventar una
obra en común.

Más tarde, otra clasificación más generosa de Fidalgo incluía a los siguientes poetas
de la nueva promoción en los noventa: Aguirre, Baca, Berengan, Bossi, Cañas, Carrizo,
Castro, Calderón, Casasco, Cormenzana, García, Spadoni, Mamaní, Negro, Pedro Raúl
Noro, Mario Solís y Wayar0. Afirmo que el ordenamiento es generoso porque algunos de
los mencionados no publicaron ningún libro en los noventa. Si bien esta cuestión no es
categórica (habría que pensar en los casos de Cormenzana y Mamaní, poetas que
trascendieron mucho antes de que sus poemas aparecieran en libros), creo que todavía falta
ponderar más los nombres que son significativos de la década.
En ese trabajo, el ensayista menciona que existen dos grandes áreas dentro del
campo literario. Una de ellas está

constituida por los repetitivos, los que insisten en modalidades ya configuradas, sin ni
siquiera intentar modificarlas. Sector que integran autores apegados en exceso a la tradición
en cuanto a formas y temas literarios; y a variantes de un folklore no vivido de manera
integral o no estudiado adecuadamente en sus relaciones con la literatura. También gravita
en este grupo cierto localismo empequeñecedor, que termina por proponer (matiz más o
menos) el aislamiento cultural. Quedan excesivamente a la vista, deliberadas y superficiales
apelaciones al color local, las innovaciones altisonantes a lo telúrico mediante porfiada
insistencia en vocablos lugareños que pocas veces justifican su empleo (se introducen o
irrumpen en el discurso; no se incorporan necesaria o naturalmente a él). Cosa similar
ocurre con la mención de ritos, costumbres, leyendas, casos o historias que, con demasiada
frecuencia, pasan a ser más que simple mención, lo central en textos sin elaboración
suficientes.

La otra gran área estaría constituida por autores “informados en cuanto a


producción poética contemporánea (…), abierta a modalidades diversas, a lo heterogéneo”
y dispuestos a correr “ciertos riegos o audacias”. Entre los escritores que Fidalgo incluye

0
Fidalgo, Andrés, “La poesía en Jujuy (entre 1970 y 1990)”, el trabajo había aparecido en una revista de
cultura de esta provincia en la década del noventa. Posteriormente, su autor lo incluyó en Escritos…, op. cit.:
98-103.

[102]
en esta segunda área están los diecisiete que ya citamos, ellos serían los encargados de
relevar a los poetas mayores: Mario Busignani, Calvetti, Groppa y el propio Fidalgo.
Similar calificación, con respecto al núcleo fundador, realiza Sylvester en su
Poesía del noroeste argentino: Siglo XX (Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes,
2003). Este antólogo destaca a Busignani, Zerpa, Galán, Calvetti, Fidalgo, Demitrópulos y
Groppa. Entre los de menor edad, incluye a los nacidos entre 1949 y 1959: Cañas, García,
Aguirre, Accame, Baca y Carrizo0.
Por su parte, Groppa, en una entrevista que le realizó Jorge Boccanera (en mayo del
2003), afirma: “En Jujuy hay buenos poetas, es riesgoso dar nombres, me interesan Ernesto
Aguirre, Ocalo García, Álvaro Cormenzana, Susana Quiroga, Estela Mamaní, Reynaldo
Castro; prácticamente a todos los publiqué yo en el suplemento del diario Pregón”.
Si bien ya hablamos de una generación brutalmente diezmada, hay que puntualizar
que los escritores nacidos en los años sesenta son un número menor. Apenas hacen falta los
dedos de una mano, para contar a los que tienen obra publicada y nacieron en esa década
rebelde. Por lo tanto, podríamos afirmar que algunos lograron salvarse de la dictadura, pero
no del menemismo.
En una nota referida a la bohemia, Carrizo rememora las noches del boliche El
Desalmadero que lo tuvo como protagonista y capta el punto de inflexión de los noventa:

Esta bohemia jujeña duró todo el 95 y parte del 96. Allí se cantaba hasta el amanecer, con
nostalgia, como vislumbrando una etapa de caída, de abismo, que fue la entrada en la era
menemista, en el individualismo, en el fundamentalismo de mercado, del Internet y el
teléfono celular, de la tarjeta magnética y de la soledad. Fue el inicio del gran bajón cultural
en todo el país0.

En el campo político mientras tanto, el gobernador Guillermo Snopek perdía la vida


en un accidente y, en febrero de 1996, asumía en su reemplazo el autor que había
gestionado una ley para los escritores.

Sobre los narradores


¿Por qué parece que el desarrollo de la poesía es mayor que el de la narrativa? ¿Por qué
hay pocos autores nacidos en la década del sesenta? Estas cuestiones quizás habría que
buscarlas en varios factores. Un factor fue expresado por Tizón: el paso de una promoción

0
Otra antología que incluye autores de todo el país (Poetas 2: Autores argentinos de fin de siglo, selección y
prólogo de Juano Villafañe, Buenos Aires, Ediciones Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, 1999),
apenas incluye a Baca y Carrizo.
0
“Noches de bohemia”, en revista Nexos nº 41, El Tribuno, Salta, 16 de febrero de 2003.

[103]
literaria a otra fue brutal. Exilios, desapariciones y censuras hicieron que una generación
creciera con varios huecos en su formación. La herida abierta por la dictadura será una
deuda que los escritores recién empezarán a pagar con el cambio de milenio.
Otro factor, como ya han dicho hasta el cansancio varios escritores, está dado por la
falta de una crítica que oriente, pondere e ilumine sobre las estéticas que se desarrollan y
que esas críticas lleguen hasta un público no especializado. Éste es el sector que más
necesita el accionar de los críticos; los escritores, ya lo han demostrado, bien pueden
desarrollar su obra sin ellos.
Los trabajos críticos fundamentales para entender el estado del campo literario han
sido los que publicaron Fidalgo, Groppa y Frega. Es decir, dos escritores que dejaron de
lado, por un momento y parcialmente, su función creativa y una investigadora universitaria
de otra provincia. Cuando publicamos la Encuesta a la literatura jujeña contemporánea
muchos se sorprendieron por el rescate de Los pájaros del bosque de Picchetti por parte de
los escritores. Pocos advirtieron que esa novela ya había sido elogiada por Jaime Rest y
Elvio Gandolfo, entre otros, y también había sido ponderada por Fidalgo –en 1975– y
Groppa había llamado la atención –en 1987– por el silencio de la autora (y el silencio de la
crítica, agregamos nosotros).
Un último factor: es posible que la mayor visibilidad de los poetas se deba, por otro
lado, a los modelos rectores de ese género que siempre estuvieron en franco diálogo con
sus sucesores. Uno, desde el suplemento literario, un lugar por el que entraron casi todos
los autores que surgieron después de la última dictadura; el otro, desde la tarea de
presentador de libros como así también desde las páginas de casi todas las revistas
culturales en las que generosamente colaboró para ampliar el panorama de la literatura0.
Tizón, la gran figura narrativa, mientras tanto se dedicó a la construcción de una
sólida obra, pero no a establecer puentes con las nuevas generaciones (acción que nadie le
podría reprochar ya que no tiene ninguna obligación de hacerlo) ni a elaborar notas que
ayuden a entender el campo literario donde se inserta su obra. Antes, citamos una
declaración del narrador en la que afirma que tanto él, como dos escritores emblemáticos
que nombra, no tuvieron lectores que oficiaran de parricidas para después asumirlos como
herencia. Esta comparación sí nos permite marcar una diferencia que es mucho más que un
reproche: esos escritores habían publicado ensayos que iluminaron el campo 0; en tanto que
0
A esta altura del texto, creo que ya no hace falta nombrarlos. De todas maneras, ojalá que estas líneas sirvan
como un modesto homenaje a quienes les molestan los homenajes y dedicaron gran parte de su tiempo para
que toda una masa amorfa de libros y revistas literarias logre transformarse en la literatura de Jujuy.
0
Me refiero a Crítica y ficción (1986) de Piglia y Una literatura sin atributos (1988) de Saer; ambos editados
por la Universidad Nacional del Litoral. Por otra parte, es digno de mencionar el importante perfil editorial

[104]
Tizón, recién una década después, lanzó un poco de luz sobre esta provincia con Tierras de
frontera (San Salvador de Jujuy, Secretaría de Estado de Cultura de Jujuy y Universidad
Nacional de Jujuy, 1998).

Conclusión 1: Los poetas


La constitución del campo poético de los noventa, por lo ya expresado, puede asemejarse a
fuerzas que se oponen y se yuxtaponen en la búsqueda de un lugar central. En base al
relevamiento hasta aquí realizado, podemos afirmar lo siguiente:
1º) El grupo de los poetas agrupados alrededor de Tarja, a pesar de estar con actividad
sostenida, ya no tienen el lugar central que ocupaban en el año 76. La única excepción a
este desplazamiento está dada por la obra de Groppa, quien edita, a fines de la década los
dos primeros tomos de sus Anuarios del Tiempo. Fidalgo, por su parte, publica su ensayo
El teatro en Jujuy (Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1995) y apuntala, con notas de
opinión que aparecieron en varias revistas culturales, a los autores que se legitiman en los
noventa.
2º) Existe un fuerte impulso a comienzos de la década. Quizás, debido a la promoción que
brindan los concursos detallados, las repercusiones logradas por la antología Nueva poesía
de Jujuy y los primeros números de la revista El Duende. Todos estos hechos permitían ver
de manera auspiciosa el comienzo de la última década del siglo. La poesía, entonces,
constituía una profesión de fe, una especie de doctrina colectiva que fue desvaneciéndose a
medida de que los organismos del Estado interrumpían los concursos literarios o los
reemplazaban con jurados de dudosos antecedentes. Recordemos que la Universidad
clausuraba el ciclo productivo de sus ediciones y, en determinado momento, lo único
novedoso fueron las ediciones de Cuadernos del Molle0.

que, por esos años, armó Edgardo Russo desde el Centro de Publicaciones de aquella universidad.
0
En el transcurso de una mesa-debate realizada el 5 de noviembre de 2007, en la que participaron Aguirre,
Alabí y Baca, este último afirmó que su libro No esperar nada más de las estrellas (1999) contenía textos
editados por la editorial auspiciada por la fundación Norte Chico porque ésta había realizado una tirada de
apenas 400 ejemplares. La declaración, cruzada con los objetivos de Noceti reproducidos en la nota 8,
expone lo exagerado que resultaron aquellas palabras que habían sido publicadas en la contratapa del primer
libro de Cuadernos del Molle. Además, me consta que muchos jóvenes de Tilcara desconocen los títulos
publicados por esta editorial.

[105]
3º) Lo que se llamó nueva poesía ocupó, entre 1991 y 1994 0, un lugar central y
posteriormente apareció un tiempo de transición. ¿Por qué un tiempo de transición? Porque
después de mucho tiempo, luego de mucho batallar, hay un campo literario establecido.
Esa transición significó, entonces, la conservación del lugar que ocupa cada uno. Es decir,
el campo literario se volvió estable; la literatura, por lo tanto, se congeló por unos años.
Después, aparecieron reediciones y libros que contenían otros ya publicados o fragmentos
de ellos. ¿Existió un pacto de no agresión en el que cada cual respetó el espacio del otro?
Es posible. Como sea, varios escritores recién volvimos a reunirnos en una publicación
colectiva0 cuando Fidalgo cumplió ochenta años y decidimos hacerle un regalo literario.
4º) La fuerte expectativa que existió hasta los primeros años de los noventa también podría
ser explicada por el impulso de la renovación democrática en la que, luego de muchos
años, un presidente constitucional es relevado por otro que también fue electo por un acto
democrático. Además, la incipiente política cultural del Estado hacía pensar que el campo
cultural fracturado por la dictadura podría ser recuperado rápidamente. Sin embargo, la
posterior quietud del campo literario demostró que la dictadura nos había afectado más allá
de lo que creíamos.

Conclusión 2: Los narradores


¿Por qué la narrativa –con la excepción de la obra de Tizón– no aparenta ser un espacio
consolidado? Pensemos algunas hipótesis: 1) existe un autor paradigmático que opaca al
resto; 2) los narradores que surgen en los noventa son autores tardíos que no se animaron
en la década anterior a producir rupturas a las corrientes ya establecidas del campo literario
y 3) se trata de un género que no es preferido por los lectores.
Intentemos una posible resolución. Efectivamente, Tizón es el autor que más ha
trascendido fuera de los límites de esta provincia. Quizás, esa imagen de autor consagrado
produzca un excesivo respeto; he escuchado varias diatribas en contra de él, pero sólo una
escritora se atrevió a expresarlas por escrito. Esta falta de intención subversiva en el campo
narrativo, a mi entender, lo vuelve demasiado rígido, estático y sin vitalidad. No implica

0
En este último año apareció Jujuy, todos estos años de gente, una antología que no tuvo la repercusión de su
antecesora de 1991. El texto que figura en la contratapa (sin firma, pero de autor conocido), leído a la luz de
lo aprendido por los años transcurridos, resulta sumamente equivocado: “Se asiste al velorio de La Carpa,
Tarja, Piedra, Vértice, como antecesores válidos”. A pesar del atenuante de validez, varios integrantes de los
grupos dados por muertos todavía tenían mucho que escribir. Sin ir más lejos, basta con leer los libros de
Groppa de fines de los noventa y la obra de Fidalgo que, a comienzos del presente siglo, surgió como una
plataforma donde se apoyaron distintos trabajos de las memorias de la represión dictatorial en Jujuy.
0
Octogenario, las pelotas. Antihomenaje a Andrés Fidalgo, San Salvador de Jujuy, 1999. En esta
publicación escribieron: Alabí, Aguirre, Baca, Carrizo, Castro, Mangieri, Mamaní y Negro.

[106]
esto que hay que injuriar al gran narrador, significa que la irrupción de nuevas maneras de
narrar debe lograrse con un gran capital intelectual.
Pasemos a la segunda hipótesis. Salvo Dubin y Nassr que nacieron en 1963 y 1976,
respectivamente (obsérvese la diferencia de edad que indica el vacío existente), todos los
narradores que editaron en los noventa tenían más de treinta años. A esa edad, cualquier
escritor que lee literatura desde los veinte ya debería estar, por lo menos, con una estética
definida. Quizás éste sea el motivo para que no exista una obra equivalente a Historietas
que, sin ser lo más logrado de Aguirre, marcó un cambio de rumbo en la poesía que
después se calificó como nueva.
Por último, la preferencia de los lectores –esto me lo marcaron mis amigos
libreros– no es una cuestión de géneros. Es más: uno de los libros que más se ha vendido y
se vende es Seres mágicos (1ª ed. 1994) de Bossi, una obra narrativa que, al igual que el
poemario Puya-Puyas (1ª ed. 1931) de Zerpa, tiene varias ediciones.
Una cuestión más: en el prolijo gráfico narrativo resultante, Accame y Constant se
reconocen mutuamente como pares con todo lo que esto significa. Sin embargo, si
observamos la producción de cada uno podemos ver una gran disparidad. Mientras que el
primero es el más prolífico narrador de los noventa (publica un libro por año, a excepción
de 1991); el segundo, en tanto, abre la década con Música para corderos y no publica nada
hasta el 2004. ¿Alguien puede sacar alguna conclusión de esta disparidad entre pares?

Salida
Como ya expresamos, el campo literario se construye a lo largo del tiempo. Existen
numerosas variables que lo constituyen y pueden alterar las distintas posiciones que
ocupan los escritores. Para que éste se consolide hacen falta, por lo tanto, buenos libros,
críticos, libreros, editores, funcionarios calificados, publicaciones literarias y lectores
atentos. Además, el campo debe contar con una autonomía relativa.
En Jujuy, los libros que son considerados importantes0 de la década del noventa
son: Anuarios del tiempo, tomos I y II de Groppa, No esperar nada más de las estrellas de
Baca, Bitácora del aire de Alabí, La marca de Carrizo y Música para corderos de
Constant.
Los dos tomos de Groppa relatan de manera explícita la cotidianidad de esta ciudad.
El estilo poético es totalmente anticonvencional: al verso libre le agrega el hablar coloquial
que él registra de las calles y obtiene un lenguaje distinguido que, en parte, explica las
0
Según resulta de las respuestas de los veinte escritores que contestan la Encuesta a la literatura…, op. cit.

[107]
tramas de nuestra jujeñidad. Un trabajo inexplicablemente inédito aún (Los “Tiprofi”) es
quizás su obra más relacionada con la realidad inmediata; en ella, el poeta deja constancia
de una de las épocas más duras que vivimos los jujeños después de las atrocidades de la
dictadura. Estos libros no están formados por poemas que se entienden por la coyuntura
política y social, por el contrario: son estos versos los que, de alguna manera, explican
nuestros crueles años noventa.
Los libros de Baca y Carrizo contienen páginas que ya habían sido incluidas en
libros anteriores. La diferencia radica en que los cuentos nuevos que agrega Baca
incrementan el valor de la obra (posiblemente el cuento que da título al libro sea uno de los
mejores que se han escrito en la década). No se puede decir lo mismo con respecto a la
antología de Carrizo, los últimos poemas que incluye se refieren a leyendas regionales que
al ser traducidas al lenguaje poético pierden lo atractivo de su origen popular.
Bitácora del aire tiene el mérito no menor de ser una obra que se puede leer, en
diversos párrafos, a las carcajadas. Posee, al igual que los poemas de Groppa, una rápida
conexión con la realidad próxima. Quizás estas características justifiquen a los escritores
jóvenes (y a los no tanto) que prefieren esta obra.
El título del libro de Constant remite a Música para camaleones de Truman Capote.
Éste escribió en el prólogo que su vida como artista podría ser proyectada con el gráfico de
una fiebre que tiene altos y bajos. No hay dudas de que la obra de nuestro escritor también
puede ser registrada con picos y depresiones. Ya dijimos que él es el único narrador que
obtiene un premio importante a fines de los ochenta, después abre los noventa con esta
obra que es reconocida por los escritores pero ignorada por los comentaristas (por razones
ya apuntadas no coloco la palabra “críticos”) que rondan por las revistas y suplementos
literarios. Finalmente, su obra entra en un periodo de silencio que llega hasta los primeros
años de la siguiente década.
Una mención aparte merece la obra Venecia de Accame. Estrenada, como teatro
semimontado, en junio de 1997, en Buenos Aires, rápidamente obtuvo un éxito que
traspasó las fronteras. Al año siguiente, se estrenó en la misma ciudad, con la dirección de
Helena Tritek en el Teatro del Pueblo. Además, fue estrenada en quince provincias
argentinas. En tanto que, en el exterior, se representó, en 1999, en Montevideo, Nueva
York y Santa Fe de Bogotá; un año después, en Santa Cruz de la Sierra, en Londres y en
Santiago de Chile; en 2001, en México DF, Montreal, New Brunswick (USA); en 2002, en
Lima y en Kranj (Eslovenia); en 2003, en Río de Janeiro, en Lisboa, en Madrid y, dos años
después, en Barcelona. La obra, en 1998, obtuvo el premio al mejor espectáculo del off que

[108]
otorga la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE) y otros que no vamos a detallar;
sí vamos a aclarar que ninguna de esas distinciones fue en Jujuy.
El desentendimiento de los organismos locales en la implementación de una
política cultural sostenible, dejó un espacio que nadie ocupó y, lo que es mucho peor,
ningún escritor (excepto Groppa y Fidalgo) denunció públicamente. Nadie debería ignorar
que la manera de apreciar el arte es uno de los indicadores que permiten medir el grado de
la desigualdad social. Es, en esa apreciación, en la que deberían incidir las políticas
culturales.
Muchos escritores creían –con una inocencia empujada por la utopía democrática–
que el poder político iba a retomar acciones de estímulo cultural, en especial aquellas
destinadas a los autores jóvenes; que iba a reconocer a los escritores de larga trayectoria,
que iba a fomentar el gusto literario o que iba a reeditar las obras literarias importantes que
se encuentran agotadas. Pero nada de eso sucedió.
Tampoco existió una profesionalización en la acumulación de un capital simbólico
por parte de los escritores posteriores a la generación de Tarja; por otro lado, ningún
escritor recibió un salario aceptable por su tarea específica como tal, ni siquiera hubo un
acercamiento al periodismo de opinión como práctica constante rentada. Contrariamente a
lo que expresó Espejo en un libro reciente, son muy pocos –en rigor, nada más que tres–
los escritores nacidos en la década del 50 que realizan trabajos vinculados con la carrera de
Letras de la UNJu. Además, sólo un autor entró de lleno en las leyes del mercado y,
aunque su obra carece de valor literario, genera prácticas de ventas que más de un escritor
desearía reproducir.
El silencio de los escritores sirve para entender, además, que no siempre es fácil
articular respuestas frente al impacto de políticas que erosionan la autonomía del campo
literario. Muchas veces la ausencia de palabras precisas no se debe solamente a una
cuestión de voluntad; al ser agentes especializados de la producción cultural, los escritores
son, además, una representación de lo que somos.
La única obra que emergió con un sentido colectivo fue el folleto de circulación
limitada que apareció para festejar los ochenta años de Fidalgo. Esa publicación determina
–de manera emblemática– el fin de una época y el comienzo de otra, señala que el campo
literario puede estar asociado con el político (en ese sentido, el texto de Mangieri es muy
significativo) y que la autonomía literaria está en su etapa final.
Creo que a esta altura del texto no hace falta aclarar que el cambio es una situación
que alucina a los escritores. Sí es necesario afirmar que Octogenario, las pelotas no fue

[109]
planificada por las instituciones culturales ni respondió a la lógica del mercado ni a la
demanda de los medios de comunicación; fue el producto de una sana conspiración de
escritores porque ellos representan también lo que queremos ser.
En resumen: los noventa comenzaron de manera auspiciosa, varios autores habían
cosechado importantes premios, existía una ley para los escritores, una editorial se ponía a
la altura de la mejor tradición universitaria, un suplemento literario funcionaba como la
gran puerta de entrada el campo literario, existía una funcionaria que tomaba la sugerencia
de un jurado como una obligación y, como si fuera poco, una antología y los primeros
números de una revista trascendían al espacio local. Después, cada cual se conformó con
ocupar un lugar fijo que congeló por unos años al campo, el Estado abandonó su rol de
promotor cultural y, recién a fines de la década, apareció la necesidad de reposicionarse
para recuperar una lengua y sus sentidos que también habían sido contaminados por el
menemismo y su política de sálvese quien pueda. Hubo que darse cuenta de que la
dictadura nos había afectado más allá de lo que creíamos, que el término “nuevo” no dura
para siempre y que la inocencia era algo que también se había perdido.

San Salvador de Jujuy, noviembre de 2007.

[110]
7. LETRAS DEL BICENTENARIO
(Respuestas y silencios de escritores jóvenes de Jujuy)

En los primeros meses de 2010 realizamos esta encuesta a escritores jóvenes. La


mandamos por correo electrónico, y también de manera personal, a más de treinta autores
nacidos a partir de 1976. Recibimos respuestas hasta fines del mes de abril. Contestaron
catorce escritores: nueve varones y cinco mujeres. Siete nacieron en la década del 70; el
resto, en los ochentas. Los datos que siguen fueron tomados de esas repuestas.
Los escritores locales que más reconocimiento poseen, por parte de la generación
reciente, son: Néstor Groppa (11 menciones), Ernesto Aguirre (10), Jorge Accame (9),
Alejandro Carrizo (8), Pablo Baca (7), Alberto Alabí (6) y Héctor Tizón (5). Además de
los mencionados, existe una valoración general a los directores literarios de Tarja, así lo
explicitan algunos encuestados o mencionan por separado a Jorge Calvetti, Mario
Busignani, Groppa y Andrés Fidalgo.
¿Por qué son tan aceptados Groppa y Aguirre? Obviamente por la solidez de sus
obras, pero tratemos de mirar un poco más. En los últimos tiempos, el primero ha sigo
legitimado por la larga entrevista que apareció en la revista canónica Diario de Poesía y
por todas las reseñas críticas y comentarios que han recibido todos sus libros (casi todas en
la revista El ojo de la tormenta y varias en la revista Ñ del diario Clarín). Por su parte,
Aguirre practica una poesía que seduce desde la primera vista; él hace un gran esfuerzo
escritural para llegar a un público amplio (es un poeta que busca construir una estética
amigable con el lector o, para parafrasearlo, alguien que no quiere ser críptico como
Alberto Girri).
La falta de conexión entre la academia y la literatura (“en la universidad no existe
una cátedra específica en donde nuestra literatura sea trabajada y conocida”, se queja
Natalia Cañares) quizás sea un motivo más para que estos dos autores sean bien
reconocidos. Expresamos esto porque son escasos los trabajos académicos que iluminan
sobre las obras de escritores de esta provincia. Por lo tanto, los escritores jóvenes tienden a
focalizar su mirada a los autores ya legitimados. Escribimos “tienden” porque es una

[111]
tendencia, no un precepto. Así lo demuestra Juan Pablo Páez cuando afirma que recién
descubrió al poeta Ángel Negro, “un ejemplo de esos escritores que no ‘suenan’
demasiado”.
Por otra parte, Groppa ya había sido reconocido en otra encuesta que presentamos
en la segunda edición de la Feria del Libro de Jujuy. Aguirre también había salido bien
posicionado (detrás, precisamente, de Groppa y Tizón). Aquel sondeo fue realizado a
pedido de los organizadores de la Feria0 y, creemos, contribuye a ordenar el campo literario
contemporáneo, ya que –como afirma Fabricio Borja– aún existe una tarea pendiente desde
varios sectores:

El periodismo local contribuye muy poco a esta tarea y sólo se limita a reseñas
circunstanciales. Son quizá los grupos literarios o instituciones culturales los que se
preocupan por recurrir a los especialistas. Todavía está pendiente una verdadera pedagogía
de la lectura que se oriente a la literatura jujeña y noroéstica, y que proponga a la región
como espacio de negociación intercultural frente al avance de los productos foráneos.

Darío Melano, por su parte, apunta su crítica a “las inciertas y titubeantes políticas
implementadas desde el Estado Provincial”. Este escritor fundamenta su opinión: “Existe
una ausencia destacada de un proteccionismo y promoción de los bienes culturales. La
inercia estatal conlleva una reducida producción y una acotada comercialización”.
Como se puede ver, las instituciones culturales reciben distintos juicios por parte de
los encuestados. Quizás, lo que presenta cierta unanimidad es la tensión que existe entre la
enseñanza universitaria y la literatura. Así lo entiende Páez:

La única relación que puedo considerar entre literatura y academia me lleva a reflexionar
acerca de una tensión generadas entre las partes. Siento que en Jujuy muchas veces hay
diversos aspectos que tienden a dividirlas y oponerlas. De modo que esa relación en vez de
ser dialógica y de intercambio, se presenta rígida y un tanto incómoda.

Federico Leguizamón (8 menciones) y Meliza Ortiz (6) son los escritores


emergentes y la mayoría de los encuestados cree que ellos dejarán una huella en el sistema
literario local. El primero tiene publicada una obra de teatro, varios de poemas, uno de
cuentos y una novela premiada aún inédita. En tanto que la segunda tiene un par de libros
publicados, además, ha escrito obras de teatro que fueron representadas.
Los textos de Leguizamón reflejan lo que pocos de su promoción se atreven a
mostrar: lugares de miseria, violencia familiar, la opresión de una sociedad conservadora y
escenas de drogas. Los cuentos que forman parte de Cuando llegó la brigada amanecía

0
El estudio preliminar figura, en este libro, como el capítulo 1: “Un estado de la cuestión”.

[112]
(San Salvador de Jujuy, Perro Pila, 2008) muestran, precisamente, la irracionalidad, el
desorden y la desesperanza de las vidas inútiles. Pero no se conoce a un autor sólo por lo
que escribe, la fotografía que él envió para el Festival Internacional de Poesía de Rosario
del presente año es, de alguna manera, un acto de provocación, y también es una búsqueda
de sentido a su propia vida y – aunque suene pretencioso– a la sociedad que pertenece.
Tanto los libros de este escritor, como en la imagen citada (un Leguizamón con el pelo casi
erizado y, de fondo, una planta de marihuana), señalan la existencia de una nueva identidad
que provoca al orden establecido y a las convenciones literarias. Está, entonces, el desafío
al orden imperante en Jujuy, como así también la búsqueda de sentido a una vida o, si se
quiere, a la vida.
Con solo dos libros de poemas, Meliza Ortiz ocupa un lugar importante entre su
generación. Ella es una auténtica renovadora que no teme declarar que su escritura ha
recibido más influencias de los dibujitos animados que de las generaciones anteriores. Al
igual que en Leguizamón, la cotidianidad se filtra por sus textos. Así, entre sus versos,
aparecen los caramelos Sugus, la acción de pelar mandarinas o el relato de un parcial en la
carrera de Letras. Ha escrito, además, un poema que no desentonaría en ninguna antología
contemporánea: “Todas las elegías”, un texto construido de manera magistral ya que posee
mucha fuerza expresiva, alta carga de densidad emocional y una potencia expansiva que
conmueve a cualquier lector.
Otros autores reconocidos son: Maximiliano Chedrese y Pablo Espinoza (ambos
con 4 menciones), como así también Rebeca Chambi (3). La dispersión que se observa
detrás de los dos primeros lugares quizás se explique con lo que sostiene Espinoza, la
mayoría de estos autores están aún construyéndose “y esto hace que incluso de un libro a
otro ellos cambien”.
En cuanto a la visibilidad grupal, los escritores agrupados en la revista Intravenosa
son los que más presencia tienen. En segundo lugar aparecen aquellos que forman parte del
colectivo El Caldero del diablo (aunque sus integrantes rechazan la idea de grupo). Entre
ambos, más de una discusión se ha evidenciado; la más frontal es la que escribió Matías
Teruel en el número 4 de la revista mencionada en primer término: “Cero a la izquierda”.
Es significativo que ninguno de los integrantes jóvenes de Intravenosa haya
contestado. Afirmamos esto porque ellos han renegado mucho desde sus notas editoriales;
es más, en una entrevista de diciembre de 2008, sostienen que han tenido “la sensación
[…] de ser rechazados o marginados”). Chedrese es muy explícito: “Acá te ignoran; la
revista se lee en círculos cerrados y rara vez alguien te encara para decirte algo. Están

[113]
esperando que te caigas y te van a pisotear un ratito. […] Tampoco creemos ser
independientes, nadie es independiente de nada”. Por su parte; Teruel aporta: “No nos
casamos con nadie, queremos charlar y que la gente se despierte de la siesta”. La nota en
cuestión tiene un título dicente: “Buscando un interlocutor” y la volanta ex- presa:
“Intravenosa frente a una condena previa”.
Resultan, por lo menos, dudosas las expresiones citadas. Ellos no quieren dialogar
o, por lo menos, no encuentran un interlocutor válido (¿sentirán a sus pares como indignos
de ser sus interlocutores?). Seguramente pronto asumirán que forman parte de esta
comunidad literaria y, si es necesario, la enfrentarán. No asumirla sería lo equivalente a un
suicidio autoral. Y la historia de la literatura ya ha demostrado que no todos los suicidios
garantizan la perdurabilidad de una obra.
Muchos de los encuestados reconocen, como características sobresalientes de este
nuevo milenio, a la irrupción de nuevas editoriales y el uso de blogs. Es obvio que las
nuevas tecnologías, al igual que algunas editoriales artesanales, empujan a los escritores
jóvenes (aunque algunos viejos también entran de colados) a la tentación de una mayor
visibilidad en la esfera pública. Esa visibilidad rápida muchas veces no permite que
muchas obras literarias tengan una saludable espera de maduración. De esa manera, el
rigor que toda obra de arte exige, no siempre se cumple.
Frente a la cuestión de señalar a las obras novedosas de este milenio, las
preferencias están muy repartidas (es decir, no existe un consenso que las legitime).
Apenas con dos menciones se destacan Nada de Leguizamón y Manual para no amar
tanto la patria de Alabí. Un encuestado –con justicia– afirmó: “Debería haber leído más”
(este deseo, nos parece, es un anhelo que deberían compartir varios de los encuestados).
La última pregunta de la encuesta estaba referida a la función social de la escritura.
Más de la mitad de los escritores (sobre todo, los que pasaron por la carrera de Letras,) se
refieren a la literatura como un arte del placer. Quizás la propia formación –muchos tienen
un marcado habitus de profesor en las respuestas– a estos autores les juegue en contra.
Son, para decirlo sin vueltas, literariamente muy correctos; pero es posible que les falte una
virulencia crítica –similar a la que tuvo Aguirre a fines de los ochenta en las respuestas que
daba en El escepticismo militante (1988). Esa falta es reemplazada por un tono muy
sabedor y autorreflexivo y, tal vez por esa razón, varios escritores reivindican el arte por el
arte.

[114]
Lo anterior no incluye a la postura de Agustín Guerrero (estudiante díscolo de la
carrera de Letras), sin embargo, él tiene una idea equivocada del feudalismo y, como
muchos, se equivoca sobre la necesidad de mantener políticas de memorias:

No sé si la literatura deba seguir denunciando lo pasado, como la cruel dictadura, o


centrarse en el presente y sus formas de esclavitud; el gremialismo político violento y el
nuevo feudalismo de las organizaciones sociales, ni siquiera sé si deba concentrarse en la
inseguridad nuestra de cada día, pero que debe seguir de eso estoy seguro. Quizás sólo se
trate de seguir construyendo ficciones, lo que soñamos o pensamos que deba ser. Creo que
la función principal de la literatura, del arte todo, es recordarnos que a pesar de todo somos
humanos y que así como los comportamientos bestiales (qué paradoja) son propios de la
humanidad, también lo son la magia y los gestos nobles pequeños y obsoletos, pero nobles
al fin.

Fernanda Escudero, frente a la misma cuestión, aporta: “La literatura en función


social crea el mundo y lo renueva en cada una de sus ficciones”.
No hay dudas de que la literatura no combate el hambre ni sirve para detener las
balas. Pero, en un mundo hostil y difícil de comprender, la literatura todavía tiene mucho
que aportar: ideas, metáforas que ayuden a interpretar la realidad y a resignificar los
sentidos de la vida.
El propósito de esta encuesta no es presentar a los mejores escritores de este nuevo
milenio (algunos ya tienen obras meritorias para ser incluidas entre los mejores textos de la
literatura de Jujuy), sino evaluar sus fuerzas y su debilidades. Por eso, finalizamos esta
presentación con algunas ideas de los encuestados que reflejan aspectos positivos y
negativos de esta nueva promoción. Entre las primeras está el hecho de que no están atados
a ninguna tradición (“uno no pertenece a ninguna parte”, sostiene Paula Soruco). Y, al
igual que la actitud que tiene Guerrero, Ildiko Nassr afirma: “Escribo para escribir. Esa es
la función social de mi escritura. Escribo para cambiar mi mundo. Y, en ese cambio, las
consecuencias cachetean a otros”.
En tanto que las cuestiones negativas podrían resumirse en las siguientes
afirmaciones:

 “Hay que hacer un mea culpa y reconocer que los escritos y escritores en este momento
tienen preocupaciones más individuales que sociales” (Mariano Ortiz),
 “La irrupción de cierta corriente del posmodernismo en el campo cultural pareciera abundar
en una literatura de ‘lo vale todo y escribo lo que venga’. Su tipicidad es una literatura
fugaz y superficial encubierta bajo la forma de un lenguaje muchas veces abstruso y
retorcido” (Melano),

[115]
 “Lamentablemente, como ha sucedido en esta sociedad liberal, las condiciones de mercado
se han impuesto a las posibilidades de expresión y socialización que plantean la literatura y
la academia. Transitar el camino de una publicación y su contexto en la academia conlleva
a enfrentar una serie de obstáculos de ‘mercado’ que hacen –en la mayoría de los casos–
inviable su realización, sin que ello implique menor valía a su aporte original” (César
Arrueta),
 “El tema del promoción y circulación de la literatura jujeña es complejísimo. No veo que
las instituciones hagan gran cosa para apoyar este quehacer artístico. Sólo a modo de
ejemplo: no existe una cátedra específica de literatura jujeña en la Facultad de
Humanidades de Jujuy que forme e informe a los futuros profesores de los colegios
secundarios de la provincia sobre la literatura jujeña; sólo hay una cátedra Literatura del
NOA, pero ésta corresponde a la Licenciatura, con lo cual muchos de los docentes de la
provincia carecerán de este saber si no cursan la Licenciatura o indagan en el tema por su
propios medios” (Lía Sosa),
 “Por lo general, los escritores jóvenes parecerían apostar al ‘arte por el arte’, aunque traten
temas actuales o describan situaciones cotidianas que vive la juventud. No hay en esas
producciones un impacto que busque o pretenda un cambio social, sólo se trata de describir
las cosas, mostrarlas tal cual son en Jujuy” (Pamela Stemberger).

Una cuestión explícita de desorientación política es la que plantea Ezequiel


Villarroel:

 “Sin lugar a dudas hay, una fragmentación genérica en los escritores jóvenes, no tenemos
las mismas características y nuestra escritura ya no se centra en un tema específico, como
sucedía en las generaciones anteriores. No fuimos marcados por la dictadura, por ejemplo,
crecimos con la democracia y si bien nos importa lo que sucedió, no es de lo que nos toca
hablar”.

Es hora, entonces, de que estos jóvenes hablen (o mejor: que escriban) de los que le
toca.
¿Tienen algo que decir?

[116]
8.

[117]
9. MARCELO LAGOS (1953-2010): EN EL AÑO DEL
BICENTENARIO, MURIÓ EL HISTORIADOR

Marcelo Augusto Lagos había nacido en La Plata, el 14 de junio de 1953. Se recibió de


Profesor de Historia y Educación Cívica en la Universidad Nacional de La Plata, en 1976.
En ese nefasto año (había comenzado la peor dictadura que tuvimos que soportar), él llegó
a Jujuy. Fue docente en la Escuela Normal y después desarrolló una fructífera tarea como
profesor de Historia y Técnicas de Estudio en el Colegio Nacional Nº 1 “Teodoro Sánchez
de Bustamante”. Cuando se creó la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
(FHyCS), él completó sus estudios y se recibió de Licenciado en Historia. A partir de
entonces, la escritura de la historia regional lo tuvo como su más prolífico autor. Fue un
historiador riguroso, numerosos trabajos –los referidos a la industria azucarera jujeña,
cuestiones referidas a indígenas chaqueños y a aspectos laborales, dan cuenta de ello–.
Además de ser un docente muy querido por sus alumnos de la carrera de Comunicación
Social fue un gran armador de grupos de trabajo. La Unidad de Historia Regional
(UNHIR) de la FHyCS lo tuvo como un gran referente y bajo su dirección se editaron dos
de los libros que más lectores supieron conseguir: Jujuy en la historia: de la colonia al
siglo XX (2006, en co-dirección con Ana Teruel) y Jujuy bajo el signo neoliberal: política,
sociedad y cultura en la década del noventa (2009). Dictó numerosos cursos para
profesores de escuelas secundarias y, de esa manera, hizo mucho más amigable el
conocimiento local para nuestros jóvenes. Su propia tarea formativa siempre estuvo a la
orden del día: se recibió de Máster en Historia Latinoamericana por la Universidad
Internacional de Andalucía y estaba muy próximo a terminar su doctorado. En el año del
festejo del Bicentenario, la muerte lo encontró demasiado temprano: hace unos pocos días
había aparecido Jujuy: de la Revolución de Mayo a nuestros días, en coautoría con Viviana
Conti. Desde el 20 de diciembre de 2010, las ideas de Marcelo Lagos viven en nuestra
memoria.

[118]
10. EL MITO DEL QUE QUERÍA VOLAR Y QUEMABA SUS
ALAS

Álvaro Sebastián Cormenzana nació en San Salvador de Jujuy, en 1954. Es poeta y


violinista. A los 23 años obtuvo el premio de poesía Jaime Freyre, en Tucumán; el jurado
estuvo integrado por Olga Orozco, Raúl Gustavo Aguirre y Roberto Juarroz, es decir uno
los mejores tridentes que alguna vez tuvieron los concursos literarios.
Estudió en el Colegio Nacional N° 1, donde conoció a Ernesto Aguirre. Primero
fueron amigos; más tarde, compadres. Ambos desertaron de la Universidad Nacional de
Tucumán, en los comienzos de los setenta y, unos años más tarde, fueron protagonistas de
la renovación de la poesía de Jujuy.
Los dos, en los bares de aquella provincia, descubrieron la poesía. Tenían veinte
años. Entonces, el poder de las palabras les pertenecía y por eso publicaron un pliego de
poesía llamado Gorrión. El nombre de ese pájaro pequeño quizás ya tenía grabado algo del
ADN de la poesía de Álvaro: las alas de un animal que es sedentario, que no hace grandes
vuelos.
¿Cómo era nuestro autor en aquellos años? Locuaz, gran conversador de la
situación del país, de la historia y convencido de que la memoria es una responsabilidad
colectiva. Esa convicción es anterior a la moda memorística que vino después, cuando ya
no había riesgos al pronunciar palabras que durante muchos quemaban las lenguas de
quienes las pronunciaban.
El poeta Pablo Baca fue uno de los tantos escuchas que tuvo. Así lo recuerda:

Cuando hablaba de poesía, ¿qué decía? Claramente, hacía de la metáfora el elemento


esencial. Decía de una relación entre dos términos dos imágenes, en la que uno de ellos
transforma al otro, o ambos recíprocamente se transforman. Para formular y mantener a la
vista, alguna verdad escondida en el mundo, arrancada al mundo.

Cormenzana, por lo tanto, busca verdades que están escondidas, las arranca, como
quien corta una mandrágora –la única flor que crece al pie de los cadalsos– y con esa
[119]
planta que se alimenta de la sangre de los condenados construye sus poemas. Así, escribió
versos un tanto herméticos pero siempre con imágenes destellantes que, durante muchos
años, fueron ignorados por la mayoría de los lectores. Su gran triunfo fue que esos pocos
lectores que cosechó son de fierro: muchos que lo leyeron escriben impulsados por ese
soplo maldito y oscuro que es la obra de Cormenzana. Algunos de esos lectores son –hay
que decirlo– tres de los mejores poetas de Jujuy.
¿Existen personas que no leyeron sus versos? Sí, son los lectores correctos, los que
leen de manera funcional –varios son jóvenes que, antes que escribir, quieren ser
escritores–, ellos también reciben ecos de la influencia que viene de una estética lúcida y
extremadamente sensorial que se originó hace casi cuarenta años, en confiterías de la
provincia mal llamada (como una vez expresó mi amigo Iván Ferreira) “Jardín de la
República”, la provincia que gobernó el general asesino que todos sabemos, la provincia
que nunca editó el libro de poemas que se presenta hoy (repito lo que alguna vez dije: a
muchos de nuestros funcionarios habría que juzgarlos no sólo por sus obras, también
habría que evaluarlos por lo que no hicieron).
¿Cómo circuló esta obra de culto? Fundamentalmente gracias a la difusión que
realizó Néstor Groppa en el suplemento literario de diario Pregón (unas páginas que
variaron su extensión a lo largo de varias décadas pero que siempre mantuvieron una
estética –y una ética– contraria a lo que decían sus páginas referidas a la política), a la
inclusión de varios poemas en la antología Nueva poesía de Jujuy (Palpalá, Daltónica,
1991) y al accionar –desinteresado y fotocopiador– de lectores que los hicieron circular por
un extenso camino hasta que posicionaron al conjunto de poemas breves y a su autor.
Muchas veces el anuncio de la edición se frustró. A veces por la inoperancia de los
editores, pero la mayoría de esa frustración fue consecuencia del mismo autor. De esta
manera, la obra circuló de manera casi clandestina, como toda obra maldita que se precie
como tal, y también nació la leyenda del poeta indomable.
En los meses previos a la presentación de la antología antes nombrada, Álvaro
había sufrido varios ataques psicóticos y por esto estuvo internado en Tucumán. Baca lo
visitó varias veces para prepararlo frente a un público que estaba interesado por la novedad
de esos poemas y que tenía múltiples versiones (casi todas contradictorias) de su autor.
Para muchos, en aquellos años, él era un autor difícil, inclasificable y –¿por qué no
decirlo?– un tipo sospechoso. Álvaro hacía caso omiso a las habladurías y también
descartaba los argumentos de Baca que buscaban asegurar su compostura en el acto en
cuestión.

[120]
Lo conocí unos minutos antes de la presentación. Tenía una campera de cuero
negro y una camisa clara. Estaba bien peinado. No parecía que venía de una temporada en
el hospital psiquiátrico. Cuando fue su turno en el uso de la palabra, el clima se enrareció y
varios temimos lo peor. Su voz alcanzó el clímax de la noche y se detuvo en la mitad de un
poema. Pidió disculpas y dijo que mejor lo reemplazaba por otro. Terminó y todos
aplaudimos como si fuese un orgasmo colectivo. Esa fue la gran noche de Cormenzana, la
noche que se consolidó como un mito.
Para algunos, su obra ya está terminada. Ya floreció en varios de sus influenciados
y por eso la creen clausurada. Me llama la atención la ligereza de sus detractores. Los
poemas que hoy tienen libro propio poseen características que pocas obras tienen. Toda la
innovación de estos versos sigue tan vigente como hace varias décadas. Su originalidad,
por otro lado, es una característica digna de destacar: conozco buenos poetas pero ninguno
con la excentricidad que tienen estos poemas y su capacidad para instaurar espacios
inéditos que amplían el horizonte estético y que fueron (son) difíciles de imaginar. Quizás,
lo que hoy resulta caduco es la posibilidad de ser tan original como Álvaro.
Su vida siempre estuvo rodeada de conflictos. Vivió en los años de plomo en
Tucumán, o mejor: sobrevivió. Por lo tanto tiene una mirada política sobre la dictadura y
quizás por eso no escribió nunca malos poemas o textos panfletarios. Esa mirada no es para
nada sencilla: la política y la escritura forman parte de su vida en una relación que es
conflictiva. Transcribo un fragmento de una entrevista que le realicé en 1992:

Toda la literatura que se escribe después, es decir con el comienzo de la democracia, donde
los héroes son únicamente desaparecidos, es una literatura muy parcial, porque hay gente
que no desapareció y sí estuvo. Ernesto estuvo, yo estuve; y no desaparecimos. A mí no me
pidieron documentos ni una sola vez durante todo el “Proceso” y puedo asegurarte que no
me perdonaron la vida, simplemente no existía.

Lo dicho: Cormenzana siempre vivió del conflicto. Después, cuando se publicó


nuestra conversación en el suplemento que dirigía Groppa, él me manifestó que no estaba
conforme, que por eso escribía lo que no podía decir y, hasta donde conozco, no volvió a
dar entrevistas.
Hoy se presentan Los poemas del Jigante, título que contiene un homenaje a Juan
Ramón Jimenéz. Libro largamente esperado que llega con la originalidad y la potencia que
Álvaro extrae de su propia excentricidad. Obra sorprendente de un autor que quiso volar y,
casi siempre, quemaba sus alas.
San Salvador de Jujuy, diciembre de 2011.

[121]
11. “Éramos soberbios”

Ernesto Aguirre

Este prólogo comenzó hace muchos años


en la ciudad de Tucumán.

Si ahora lo escribo
es nada más que por las urgencias
de una publicación.

Nunca espera que las historias se completen.

Descubrimos juntos la poesía.


Recuerdo mesas de confiterías
soportando el peso de tanta palabra
dicha con la pasión de la ignorancia.

No habíamos leído lo suficiente,


no hemos leído lo suficiente,
como para dar opiniones terminantes.

Pero las dábamos.


La vida venía atropellando.
Éramos soberbios.

Teníamos veinte años, allá en Tucumán,


década de los setenta,
principios.

[122]
Hicimos un Gorrión de apenas dos vuelos.
Apenas dos vuelos fueron suficientes
para decidirnos qué hacer con semejante confusión.

Seríamos poetas
y aquí estamos.

Álvaro publicando sus poemas


y yo escribiendo este prólogo en plural
porque
cuando la poesía es mucha
cuesta quedarse afuera.

Jujuy, primavera 97.

[123]
12. POSTURAS E IMPOSTURAS EN LA RENUNCIA DE
OSCAR FERNÁNDEZ A SU CANDIDATURA A RECTOR
DE LA UNJU

Oscar “Pelusa” Fernández, el candidato oficialista que se postulaba para ser rector, es el
primer cadáver político que deja la presente campaña para elegir al sucesor de Enrique
Arnau. Anunciado como virtual ganador y garante de una invención conservadora que
lleva cuatro gestiones seguidas al frente de la UNJu, tuvo que renunciar a su candidatura
después de que varios organismos objetaron su pasado como funcionario de la última
dictadura.
Un candidato no se prepara de la noche a la mañana, aunque esa sea la sensación
que tienen los integrantes de la comunidad universitaria cuando se enteraron que
Fernández se bajaba y su lugar era ocupado por María Rosa Grisolía de Snopek, quien,
salvo para los integrantes de su Facultad, es más conocida por el apellido del que fuera su
marido y gobernador.
Fernández había recorrido un largo trayecto como dirigente universitario: decano de
la Facultad de Ciencias Económicas (FCE), vicerrector de Luis Kindgard (quien ganó con
el apoyo mayoritario de Franja Morada), vicerrector de Oscar Insausti (quien tuvo apoyos
de sectores peronistas y grupos independientes). El rector que no fue –ni será– es un
hombre práctico que, al igual que Grisolía, no es reconocido como investigador o, por lo
menos, no figura en el Google Académico. Sí figura como director de un proyecto de
investigación (“Herramientas innovadoras de gestión pública: cuenta de inversión para el
ciudadano”) que fue aprobado en el presente año [2014]. Vale aclarar que la FCE es, de las
cuatro Facultades, la que posee menos tradición en el campo de la investigación.
Como las elecciones universitarias son indirectas, el cronograma exige una serie de
votaciones que son previas a la gran asamblea universitaria –en este caso será el próximo 6
de mayo– que elegirá al nuevo rector. Así, inmediatamente después de ocurridas las
elecciones de consejeros académicos, Arnau –en un acto de incontinencia mediática–
difundió un mensaje, bastante mal redactado (la oración con la que Arnau lanza su profecía

[124]
tiene 105 palabras, es decir, es extremadamente larga para un profesional que sabe –o
debería saber– la importancia de la legibilidad lingüística, comas mal puestas y pasa de la
tercera persona del singular a la primera persona del plural sin ninguna justificación), en el
que agradeció al “apoyo general que se diera desde las urnas” a su sector. Por eso, afirmó,
sin ningún tipo de dudas, que Oscar Fernández era su sucesor.
Para algunos, el apuro de Arnau fue para cerrar viejas heridas que se abrieron
cuando se supo que Fernández sería el candidato, para que todos se alinearan detrás de una
figura que no convencía ni a los propios militantes. Para otros, un intento de empujar al
abismo a una figura con escasísima popularidad de manera tal que si llegaba una derrota, la
culpa recaería en el candidato poco convincente y no en la mala imagen que dejan los
últimos meses de la actual gestión. Recordemos que en la toma del rectorado de fin de año,
el entonces decano de FCE expresó que varios estudiantes tenían las pupilas dilatadas, en
un intento de asociar adicciones con el reclamo estudiantil del pedido de un comedor
universitario y fue entonces que aparecieron los primeros cánticos recordatorios a su
pasado: “¡Fernández, basura, vos sos la dictadura!”.
“Pelusa” no era, para nada, ajeno al clima enrarecido que lo envolvía. Por eso, en su
muro de Facebook, el 15 de abril, escribió que el camino es “largo”, “tortuoso y lleno de
traiciones”. En aquellos días, en las redes sociales, ya se comentaba que la compra de
voluntades (a cambio de dinero, puestos de trabajos, mejoras laborales y hasta un
automóvil) estaba a la orden del día. Alguien, con cruel ironía, escribió que “habrá que
estar atentos para ver a cuánto asciende el precio de la carne humana en estos días”.
Una semana después, el gremio que nuclea a los docentes e investigadores de la
UNJu explicitó, en un documento firmado por su secretaria general –María E. Salas Soler–
y el secretario adjunto –José Del Frari–, que “el proceso eleccionario se desarrolla en
forma democrática, transparente y participativa”. Además, los gremialistas esperan que se
tengan presente situaciones “éticas” hoy “no contempladas por nuestro Estatuto
[Universitario], pero que a nivel de proyectos de leyes nacionales y/o de estatutos de otras
Universidades (que actualizaron los suyos), consideran un impedimento ‘para cubrir
cargos’, el haber sido funcionario de gobiernos de facto”.
Consideraciones similares llegaron a la oficina del rector. La vicerrectora Mercedes
Garay de Fumagalli las consideró insolventes, en la conferencia de prensa que participó el
25 de abril, en el anfiteatro de Geología y Minería de la UNJu. La funcionaria expresó:
“Ayer he recibido notas, en mi carácter de rectora a cargo (ya que el rector se encuentra de
viaje), de distintos organismos de la provincia, en las cuales se aludía a resignar

[125]
postulaciones a cargos, argumentando razones que a mí entender, no tienen un fundamento
real”. Antes, ella había aclarado que se habían presentado dos fórmulas para ocupar el
cargo de rector y vicerrector: la Contadora María Rosa Grisolía y el Ingeniero Agrónomo
Juan Barbarich, por el oficialismo, y los Licenciados Rodolfo Tecchi y Jorge Griot, por la
oposición. Destacó, además, que todo se desarrollaba “de manera absolutamente normal”.
Esa mañana, a Fernández le tocó decir, quizás, las palabras más tristes en su paso
por la gestión pública:

Ustedes saben que yo me postulaba para rector de la UNJu, lamentablemente en esta sucia
campaña y usando el dolor de un pueblo, se ha manchado mi nombre, manifestando que no
podía ser rector por haberme desempeñado como Director Provincial de Rentas, en la época
de la dictadura. Yo era un joven que había ingresado a la Planta de la provincia en 1975 y,
después de un tiempo, tuve que acceder a ese cargo o quedaba sin trabajo: ésas eran las
formas en las que se trabajaba en aquella época. Siempre he desempeñado mis funciones
con total honestidad y tengo la conciencia tranquila para con Dios, mi patria y mi familia.
Pero ante esta situación vil y tras una trayectoria universitaria de cuarenta años, y cuatro
veces haber sido electo por los claustros de la Universidad, he rescindido mi candidatura a
rector, únicamente para preservar la institución a la cual me debo, igual que muchos de los
acá presentes. No quiero ser un obstáculo para la institución, pero si creen que por haberme
atacado desarman un grupo al cual pertenezco hace mucho tiempo y ama y respeta la
Universidad, se han equivocado. A esa otra gente que no es de la Universidad, que no ha
rendido concursos, que quiere entrar por la ventana para saquear la Universidad y formar
parte de un Estado dependiente avasallando su autonomía y pisoteando la autarquía y el
Estatuto de la UNJu, les digo que dar un paso al costado, va a beneficiar a la institución. He
meditado profundamente esta decisión y pido disculpas a los todos los que confiaban en mí
y me dieron su sincero apoyo. Pero aquellos que quieren hacer daño, se han equivocado
porque no soy yo solo, somos muchos los que bregamos por la grandeza de la Universidad
Nacional de Jujuy. No son las únicas armas que tenemos y vamos a defender la universidad
pública y gratuita con todo el corazón.

Esta manera de elegir rector ha sido cuestionada por todos los sectores de la
comunidad universitaria. Arnau, después de haber sido reelecto, hace cuatro años,
manifestó que iba a convocar una asamblea para aprobar un método de elección directo.
Pero no lo hizo.
La problemática no es nueva. Cuando fue electo Jorge van Messem, en 1994, casi
nadie lo conocía en el campo universitario. Cuestión que demuestra que los electores
pueden elegir a un candidato que no está legitimado por las bases.
No son pocos los que afirman que este método indirecto se presta para la compra de
votos (de votantes, en rigor) y que los estudiantes son los más lábiles a la hora de
[126]
convencer con argumentos constantes y tangibles (dinero, un puesto de trabajo). Los que
disparan sus dardos contra los estudiantes se olvidan que los mismos criterios se pueden
aplicar a los otros claustros. Se olvidan, además, que, en la corta historia institucional de la
UNJu, hubo candidatos que fueron en compañía de referentes relacionados con un partido
político y, en otra elección, acompañaron a referentes de otro partido.
El método de elección indirecta obliga a ser cautos. Los integrantes de los distintos
claustros (docentes, estudiantes, egresados y no-docentes) eligen consejeros que a su vez
elegirán a un decano. Después elegirán a consejeros superiores y, entre todos, formarán
parte de la Asamblea Universitaria que definirá el nombre del nuevo rector. Si alguien,
después de la primera elección, ya proclama el nombre del nuevo rector, deberíamos
definirlo como, por lo menos, un tanto acelerado. No sólo porque en las elecciones hablan
los números; los argumentos –como empezamos a ver en esta oportunidad– también pesan.
Seguramente podrían pesar mucho más si se promovieran debates y no se limitara
cada sector a decir cuántos electores siente como propios. En mi barrio, esta manera de
obrar se traduce como la ostentación de decir quién la tiene más larga. Muchos votos y
pocos argumentos, o como dice una agrupación de izquierda: “Hechos, no palabras”.
Como si se olvidarán que las palabras son las herramientas más útiles con las que
contamos los integrantes del campo universitario. Como si no supieran que con palabras se
hacen cosas. Y como si ignoraran que no hay nada más práctico que una buena teoría.
Está muy bien que la dirigencia gremial cuestione a hombres que fueron
funcionarios de la dictadura. Lamentablemente, la preocupación por el pasado dictatorial
de algunos funcionarios llega un poco tarde. Ya hubo un rector que, en 1980, había sido
ministro de Economía de la dictadura: Fortunato Daher, quien, entre 1990 y 1994, estuvo
al frente de la UNJu.
¿Por qué se debe denegar el acceso a cargo democrático a hombres que fueron
colaboradores intelectuales de la dictadura? Porque, entre otras calamidades, en aquellos
años, muchos de nuestros vecinos eran detenidos ilegalmente por las Fuerzas Armadas,
luego eran torturados y finalmente, más de un centenar, fueron asesinados, sin tener la más
mínima posibilidad de una defensa legal.
Mientras la barbarie reinaba en los Centros Clandestinos de Detención de Jujuy, en
sus reparticiones públicas un cartel mostraba las siguientes palabras: “Orden, Disciplina,
Trabajo, Responsabilidad, Honestidad, Idoneidad, Respeto, Justicia. Conceptos rectores
para la conducta de los agentes de todos los niveles a observar y exigir durante el Proceso

[127]
de Reorganización Nacional. Por la unión, paz y progreso de los argentinos. Intervención
Militar de Jujuy”.
En nuestra provincia hay más de 130 personas que fueron detenidas-desaparecidas,
entre 1976 y 1983. Recién ahora, desde los juicios por crímenes de lesa humanidad, se está
empezando a indagar las relaciones entre los genocidas y los empresarios, como es el caso
de Carlos Pedro Blaquier o la empresa minera El Aguilar.
La participación de otros civiles en la aceptación de las formas de violencia
simbólica es algo que no se estudió en Jujuy. La otra violencia, la física, había que
resistirla y muchos dieron la vida para ser coherentes con sus compromisos políticos.
¿Cómo fue esa aceptación? ¿Qué marcas quedan, digamos, en el lenguaje de los que
aceptaron someterse (por medio de un cargo, una posición o una prebenda) a esa violencia
simbólica?
¿Quiénes son las personas que están más legitimadas para liderar una universidad?
El reglamento exige que sean, por lo menos, profesores que han concursado su cargo, esto
es, fueron elegidos en un concurso de antecedentes y oposición. La Universidad, por lo
demás, tiene su autonomía, es decir, no debería depender de otros poderes que no sean del
conocimiento.
Sólo los profesores concursados (“ordinarios” en la jerga universitaria) pueden
elegir sus representantes. Los otros se llaman “interinos” y son designados hasta que se
produzca el concurso; en muchos casos, esa acción lleva varios lustros. En las
universidades centrales, los profesores trabajan con una dedicación exclusiva, hay
tradiciones de investigación y tanto los laboratorios como las bibliotecas están altamente
equipados. A los profesores se les paga dedicación exclusiva no sólo para que dicten
clases, ellos deben realizar investigaciones (que, en muchos casos, después son replicadas
en universidades periféricas, como la nuestra). Si tomamos la última aprobación de
proyectos de investigación que realizó la Secretaría de Ciencia, Técnica y Estudios
Regionales (SECTER) de la UNJu, vemos que la Facultad que más proyectos de
investigación categoría A (investigadores consolidados) es la Facultad de Ciencias
Agrarias (FCA) con 12 proyectos; le sigue la Facultad de Humanidades y Ciencias
Sociales (FHyCS) con 9; luego la Facultad de Ingeniería (FI) con 8 y, por último, la FCE
con 2. La distribución de proyectos categoría B (equipos en conformación) no varía
mucho: 13 para la FI, 11 para la FCA, 9 para la FHyCS y 3 para la FCE. No es aventurado
pensar que la menor cantidad de docentes que tienen dedicación exclusiva es en la FCE, ya
que posee el menor número de investigadores.

[128]
Para terminar de entender este contexto, debemos decir que el actual rector llega a
este presente con el desgaste esperable después de dos mandatos. Sin un responsable de
prensa efectivo que contenga sus derrapes informativos y con varios asesores más
preocupados en no irritarlo, antes que corregirle su mala redacción, Arnau tuvo, a fines del
año pasado, un exabrupto que le trajo consecuencias nefastas. Antes de una sesión del
Consejo Superior se molestó porque estudiantes lo filmaban y les gritó: “¡No me filmes
porque no soy pelotudo!”. Unos días después, los estudiantes tomaron el rectorado para
reclamar por un comedor universitario.
***
Fernández fue el competidor que corría con el caballo del comisario. Arnau lo ungió
ganador el 9 de abril, casi un mes antes de que la Asamblea Universitaria elija al nuevo
rector. El anuncio fue publicado en la web institucional y la oficina de Prensa y Difusión
(desvirtuando así la misión para la que fue creada) lo colocó en su muro de Facebook.
El ahora depuesto candidato venía de una dilatada trayectoria institucional, como él
mismo lo afirma ha sido cuatro veces “electo por los claustros de la Universidad”. Es decir,
forma parte de una “familia” universitaria que va más allá de las posiciones partidarias de
sus miembros. Fernández fue vicerrector de dos rectores que no podríamos clasificar del
mismo signo partidario.
Tuvo el mérito de darse cuenta de que algo olía a podrido. Recordemos que una
semana antes de que la Asociación de Docentes e Investigadores de la UNJu (ADIUNJu)
cuestionara a los que fueron funcionarios en gobiernos de facto, él ya había explicitado que
el camino hacia el rectorado estaba plagado de traiciones. Distinta fue la percepción (o al
menos eso difundieron) los gremialistas: “hasta este momento el proceso eleccionario se
desarrolla en forma democrática, transparente y participativo”. El día que Garay de
Fumagalli presentó a la reemplazante de Fernández, utilizó similares conceptos al decir
que “se ha desarrollado de manera absolutamente normal, como ha sido todo hasta ahora
durante el proceso electoral, sin ningún inconveniente y en tiempo y forma”. ¿Por qué,
entonces, ese mismo día, el candidato trunco expresó que la campaña era “sucia” y que la
situación que le toca vivir era “vil”? ¿Por qué esta contradicción con una de sus principales
aliadas (recordemos que él era candidato del oficialismo)?
Antes de intentar contestar estas preguntas revisemos las palabras que utiliza
Fernández para referirse a su pasado como empleado y director de la Dirección Provincial
de Rentas (DPR): “dictadura” y “aquella época”. Ampliemos un poco: “se ha manchado mi
nombre, manifestando que no podía ser rector por haberme desempeñado como Director

[129]
Provincial de Rentas en la época de la dictadura.” El sustantivo “dictadura” aparece solo,
no tiene ningún adjetivo calificativo como los que usan los sobrevivientes (“cruel
dictadura”, “dictadura sangrienta”, “feroz dictadura”, etc.). Lo mismo sucede cuando
utiliza la referencia temporal sin ningún calificativo (“aquella época”): utiliza un
pronombre demostrativo para designar un tiempo remoto, pero no pondera cómo fue ese
tiempo. Para el ex funcionario –y ahora ex candidato también– no tiene sentido calificar a
la dictadura. A él le parece más importante remarcar que integra un grupo universitario,
que hace cuarenta años que está en la UNJu, pero en ningún momento manifiesta signos
políticos del grupo. Ponderar a la dictadura o explicitar pertenencias políticas es algo tan
inútil como tratar de determinar el olor del dinero, parece decirnos “Pelusa”.
Fernández destaca que era un joven que había ingresado a la planta permanente de
la DPR. Que tuvo que aceptar el ascenso porque si no lo hacía, perdía el empleo. Cuando
otros jóvenes vivían situaciones de extrema intemperie existencial, él se vio obligado a ser
funcionario. ¿Fue el azar o el joven “Pelusa” tenía cualidades que los hombres que
tomaron el poder detectaron?
Cuando se refiere a su actuación en aquellos años difíciles, él manifiesta que
siempre desempeñó sus funciones “con total honestidad” y no duda en afirmar que tiene
“la conciencia tranquila para con Dios, mi patria y mi familia”. El lenguaje que utiliza no
es neutral, cada palabra que expresa ha sido pensada para ser dicha en la conferencia de
prensa.
Recordemos que, en momentos de degradación de una sociedad, lo primero que
entra en descomposición es su lenguaje. Por eso, los genocidas se llenaban la boca (y
también llenaban las reparticiones públicas con carteles) que tenían grandes palabras:
honestidad, rectitud, libertad, etc., que vaciaron de contenidos.
“Dios, patria y hogar” fue una expresión que utilizaron los seguidores del dictador
Francisco Franco en España y que después hicieron suya los sectores nacionalistas de
derecha en nuestro país. Por otro lado, los militares golpistas se autodefinían como
“Occidentales y cristianos”, en oposición al este comunista y ateo de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Fernández fue marcado por esas grandes palabras que usaban los genocidas. Por
eso, él casi repite la trilogía sagrada de la dictadura: “Dios”, “patria”, “familia” (ésta última
puede ser utilizada como sinónimo de “hogar”). La dictadura, para él, no merece ser
acompañada por un (des)calificativo. Se entiende: un funcionario que acepta un cargo debe
compartir cierta visión con sus colegas y superiores.

[130]
¿Sirve esto para descalificarlo a Fernández por su pasado dictatorial? Sirve, como
él mismo lo entendió, para quedar fuera de lucha por el rectorado. No para descalificarlo
como un represor; hasta ahora no existe ninguna denuncia en su contra como tal.
Si él se vio “obligado” a aceptar el cargo de director, “en aquella época”, una vez
recuperada la democracia debería haberse presentado ante la CONADEP para denunciar
una irregularidad (como lo hizo el profesor Guillermo Obiols, en La Plata, por dar un
ejemplo) o ante la Comisión Extraordinaria de DDHH que funcionó en la legislatura local
y donde se registraron setenta expedientes de personas que fueron maltratadas en Jujuy,
entre 1976 y 1983. Tenía la obligación moral de denunciar, como hombre de la
democracia, el atropello que había sufrido (recordemos que fue elegido cuatro veces por
sus pares para ocupar lugares importantes en la gestión universitaria). Quizás, también
podría haber aportado datos de las empresas civiles que colaboraron con la dictadura y que
él, por el cargo estratégico que ocupaba, podría haber detectado; aún está a tiempo de hacer
este aporte, salvo que considere a este presente “vil” y siga considerando a la dictadura
como un hecho que no merece calificarse.
La falta de definición sobre un pasado oprobioso no ayudó a instalar positivamente
la imagen de Fernández como posible rector. Decir que la actual vicerrectora no comparte
la visión que él tiene sobre la actual campaña, a esta altura, significa, entre otras cosas, que
ella no estaba muy convencida de la solvencia del ahora candidato trunco. Con aliados así,
los días de “Pelusa” estaban contados.
Una última cuestión, Fernández cuando se refiere a “otra gente que no es de la
Universidad, que no ha rendido concursos, que quiere entrar por la ventana para saquear la
Universidad” está definiendo –de manera implícita– a Rodolfo Tecchi, el candidato a
rector por la fórmula opositora. “Pelusa” afirma que él, como los integrantes del grupo al
que pertenece desde “hace mucho tiempo y ama y respeta la Universidad” van a defender a
la institución “con todo el corazón”.
Son muy nobles los sentimientos que posee Fernández, pero insuficientes para un
profesional que quiere estar al frente de la gestión de conocimientos de la UNJu. Además
de la garra del corazón, sería bueno esperar que explicite con argumentos sólidos no sólo
cómo defender, sino también los planes para que nuestra sociedad logre progresar con
medidas innovadoras desde la universidad.
***
Aceptar las medidas de la dictadura como algo inevitable, no hacer denuncias sobre un
pasado ultrajante, no condenar de manera directa el accionar de los genocidas: he aquí un

[131]
listado incompleto de los motivos por los que Fernández tuvo que abandonar la carrera por
llegar al rectorado.
En ningún momento, él sintió que la masacre dictatorial le había tocado en carne
propia. Por eso, afirmó que en “esta sucia campaña” (cualquier similitud con el concepto
de “guerra sucia” es pura consecuencia), sus opositores se valieron del “dolor de un
pueblo”. Un pueblo en el que, claro está, no se siente incluido porque, en caso de haberlo
estado, tendría que haber dicho: “el dolor de mi pueblo”.
Sí siente que forma parte de una “familia” universitaria que está en las antípodas de
“otra gente que no es de la Universidad (…) que quiere entrar por la ventana para saquear”.
Se refiere, como ya dijimos, a Tecchi y otros hombres que forman parte de la actual
burocracia estatal de la provincia. Lo que no cuenta Fernández es que un buen número de
egresados de la FCE también forman, o han formado, parte del gobierno provincial y
nacional; es más que seguro que ésta Facultad sea la que aporta el mayor número de
cuadros para la actual administración gubernamental. Una larga lista de funcionarios
universitarios pondría en dudas a la concepción de familia cerrada que imagina. Ni esta
casa de altos estudios es tan chica, ni su corazón (para usar la imagen con que cierra su
discurso Fernández) está impoluto.
Tanto él como Arnau se han comportado con un ímpetu juvenil que les llega a
destiempo. “Pelusa” apeló a su pertenencia académica de cuarenta años y la garra del
corazón para defender la institución; el rector saliente apresuró el nombramiento de un
sucesor que se bajó antes de tiempo. Los dos se olvidaron que el viejo método científico
incluye, siempre, a la verificación como técnica de legitimación. Ambos ignoraron que
tienen la obligación de hablar en nombre de la razón; una razón que, por sus
responsabilidades científicas, tienen la obligación de ejercer.
En las redes sociales, mientras tanto, los seguidores de los postulantes que están en
carrera (Tecchi y Grisolía, por orden de aparición) autoproclaman, cada uno, el triunfo de
su sector. Pocas veces, una elección estuvo tan peleada voto a voto. Quizás, por esa razón,
la intolerancia y el insulto están a la orden del día. Ninguno de estos candidatos, ni sus
seguidores, explicitan la postura que ambos tienen frente a la historia reciente de nuestro
país.
¿Qué tipo de relación tiene Tecchi con Francisco José Piñón, ex rector de la
Universidad del Salvador, que en noviembre de 1977 le otorgó una distinción al entonces
almirante Emilio Massera, quien pronunció un recordado discurso en el que asoció
peligrosamente a los jóvenes con el rock y las drogas? Esta pregunta surge después de que

[132]
el actual ministro de Educación de Jujuy firmara un convenio con Piñón (ahora rector de la
Universidad del Congreso) y Luis Cabana, secretario general de UPCN (gremio que
durante varios años fue muy hostil con los organismos de DDHH que solicitaban la
apertura de la hostería que administra en Guerrero y que, durante la dictadura, cobijó al
Centro Clandestino de Detención más tenebroso de Jujuy).
Por otro lado, ¿podemos esperar de Grisolía una postura crítica sobre los noventa
(la década en la que los jujeños vivimos por adelantado lo que después sería la crisis del
2001 en todo el país) si pensamos que en esos años su marido y varios egresados de la FCE
eran actores visibles en la administración estatal y, con distintos niveles de exigencias,
también son responsables de lo que pasó y de lo que no hicieron para evitar la crisis?
Pero no nos vamos tan lejos. ¿El que resulte ganador se animará a revisar
críticamente la crisis de fin del año pasado, cuando los estudiantes tomaron el rectorado
como forma de reclamar por un comedor estudiantil que otras prioridades, como la
construcción de una cancha de tenis con pasto sintético, dejaron en suspenso? ¿Alguien
revisará el comportamiento de los hombres y mujeres que fueron funcionarios
universitarios durante la pasada y pesada dictadura? ¿EdiUnju seguirá editando libros de
algunos autores que están, por lo menos, sospechados de ser filodictatoriales? ¿Y los que
estamos en los márgenes tendremos la distancia suficiente como para interpretar la nueva
realidad con los medios que nos ofrecen el análisis crítico del discurso, la historia de las
ideas y las ciencias sociales?
Si responder a estas preguntas todavía tiene sentido, el conflicto de ideas debe ser
considerado el cambio más importante que genera esta renovación de autoridades. Éstas
deben promover espacios para debatir la situación actual de la UNJu y la región. Además,
sería saludable que se comprometan a no iniciar acciones legales en contra de las voces
disidentes. Todos deberíamos acostumbrarnos a recibir críticas y no deberíamos perder la
calma cuando alguien pasa de la crítica al insulto. Ya sabemos que la libertad de expresión
no significa que vale todo, pero siempre es preferible ver una burla en un muro de
Facebook, antes que el chisme de café o la intriga secreta.
Por eso, es más que acertado repensar la dictadura. Rememorar nos permitirá
reconocer que atravesamos crisis mayores (en las que pensamientos retrógrados asociaban
al activismo juvenil con el consumo de drogas) y que si existen ideas en conflicto, como
las hay actualmente, puede ser el síntoma de un crecimiento cultural. El conflicto será
interesante si nos sacamos el prejuicio de pensar al otro como enemigo, prejuicio que

[133]
heredamos –no casualmente– de tantos años de la peor dictadura. Si tenemos algo para
decir, seguramente no perderemos el tiempo en promover y contestar denuncias penales.
¿Hace falta decir que el conflicto es la manera en que ideas disímiles se oponen,
una acción en la que los autores evalúan sus argumentos? ¿Hace falta decir que es una
discusión racional y nunca un enfrentamiento emotivo? ¿Es necesario decir que es un
debate que genera transformación y, en no pocos casos, influencias?
Sí, hace falta decir que el conflicto es la manera en que ideas disímiles se oponen,
una acción en la que los autores evalúan sus argumentos. Hace falta decir que es una
discusión racional y nunca un enfrentamiento emotivo. Es necesario decir que es un debate
que genera transformación y, en no pocos casos, influencias.
Los universitarios, por lo tanto, no deberíamos olvidar que somos responsables de
lo que expresamos, de las posturas que asumimos, de las ideas que elaboramos. Tampoco
tendríamos que olvidar que no hay inocencia en nuestros silencios, ni en las acciones que
ocultamos o las que negamos.

San Salvador de Jujuy, 4 de mayo de 2014.

[134]
13. ENSEÑAR EN LA PUNA

Hace un cuarto de siglo que hago el ejercicio no profesional de enseñar. He dictado clases
en el nivel secundario y en el terciario, ahora lo hago exclusivamente en la universidad
pública de Jujuy.
Una vez, un decano me cito para decirme que la madre de un estudiante le había
dicho que yo hablaba mal del rector en mis clases. Hace unos años, en un concurso público
de antecedentes y oposición, me ganó alguien que no tenía antecedentes para el cargo ni
título universitario. Después gané por concurso el cargo que ejerzo desde hace rato, pero
los funcionarios no me pagaron seis meses por un error de otros funcionarios.
Cuando era estudiante odiaba a mis profesoras de literatura porque intentaron –sin
conseguirlo, claro– que yo odiara a la literatura; me acuerdo que, en segundo año, lo tuve
como profesor de lengua al cura Juan Roberto Moreno, un tercermundista que había sido
rector de la UNJu y que nos enseñó una verdad que, en mí, se convirtió en dogma: no
existen malas palabras y sí sentidos e intenciones en los discursos que generamos.
En la universidad fracasé en varias carreras. Discutí duramente con algunos
docentes y rompí papeles en Jujuy, Córdoba y Tenerife. Un buen día me recibí y, casi sin
querer, el ejercicio docente le ganó a los toscos oficios que me ayudaron a ganarme el pan
de cada día.
Hoy, en el día del docente universitario, dicté mi clase referida a Pierre Bourdieu en
un aula improvisada en un páramo. Todos los que asisten son integrantes de pueblos
originarios de la puna jujeña. Un buen número de ellos ya han dejado de ser jóvenes o,
quizás por las duras condiciones climáticas, aparentan más edad que la que tienen.
Hablé de más. Me pasé de la hora y ellos no me hicieron ninguna advertencia sobre
el tiempo. Les conté que, cuando los genocidas tomaron el poder en 1976, el cura Moreno
tuvo que partir hacia el exilio. Critiqué a malos funcionarios con la aplicación de un

[135]
método del sociólogo francés y les hice pensar no en un campo, pero sí en un cerro
intelectual.
Ya estoy viejo. Ahora no recibo amenazas de malos funcionarios. Sería aventurado
decir que me respetan, creo (más bien) que me temen. Aún recuerdo la cara de espanto de
aquel decano y sus colaboradoras cuando les retruqué: “No sabía que en la universidad
hacíamos reuniones con los padres de estudiantes. La última que recuerdo haber asistido
era una en la que discutimos sobre la merienda del jardín de infantes”.
Desde hace un tiempo tengo menos paciencia. Por eso, siempre tengo la renuncia
impresa en la mochila. Abandono los sitios señalados por la plaga del autoritarismo.
Antes de entrar a la institución que nos presta espacios para el dictado de clases,
entraron una catarata de whatsappitos de felicitaciones. ¿Hace falta decir que en lugares
como éste las redes de comunicación funcionan con la lógica de los vientos arenosos y
cambiantes? Entonces recordé que es el día del profesor.
Y fue en ese instante que los vi. Dos perros guardianes en la puerta. Ningún sentido
del mal puede entrar en esa casa. La puerta está gastada, pero aún cumple con firmeza su
función. Esa imagen me hizo acordar que debía sacudirme la arena y enseñar a ejercer la
libertad que nos da el conocimiento que empuja como un viento poderoso.

[136]
14. NACER EN TIEMPOS REPRESIVOS

Entrevisté a mujeres que nacieron entre 1973 y 1983, en Jujuy o viven actualmente en esta
provincia o sus padres vivieron aquí en la década del setenta. Con este trabajo intento
conocer las subjetividades de aquellas que, desde temprana edad, fueron marcadas –de una
u otra manera– por un ambiente social opresivo y peligroso.
Sus edades oscilaban, al momento de entrevistarlas (en el 2013), entre los 30 y 40
años. Hijas de personas que fueron detenidas y/o desaparecidas por el terrorismo de
Estado. Indagué sobre los recuerdos o imágenes que tienen de los años de plomo. Con
estas memorias, intento explicitar los problemas que tuvieron o tienen que resolver por
formar parte de una generación que fue marcada muy tempranamente por aquellos trágicos
años.
Las entrevistadas exponen sobre las marcas que guardan en sus memorias, sus
miedos, dudas y certezas, como así también sus maneras de mirar críticamente a la
situación social en la que vivieron su niñez.
En este trabajo no fijo la mirada sobre las atrocidades de la dictadura o las maneras
en que los y las jóvenes de la década del setenta entregaron sus vidas por un ideal
revolucionario. Ajusto mi objetivo en problemáticas de las hijas de aquellos que
protagonizaron las luchas por subvertir los valores de una sociedad injusta y represiva.
Coloco, en primer plano, el discurso de la generación que fue violentada desde sus
primeros días y que muy pocos conocen.

***

Existen hijas e hijos que nacieron cuando sus madres estuvieron detenidas. A muchos, las
Abuelas de Plaza de Mayo los siguen buscando, otros, afortunadamente lograron crecer
con sus familias biológicas o fueron recuperados por las Abuelas.

[137]
¿Por qué no hablamos de los que nacieron en tiempos de represión dictatorial?
Quizás porque esta herida aún no terminamos de cicatrizarla. Algo grave nos ha pasado
como sociedad. La dictadura fue tan terrorífica que rompió el diálogo entre generaciones.
Trabajar esta cuestión es una deuda que tenemos para con los hijos e hijas de
sobrevivientes a la masacre en su más extrema crueldad.
Para achicar esa deuda, me contacté con una decena de hijos e hijas, la mayoría
aceptó la entrevista; pero, a la hora de contestar, sólo lo hicieron tres (una cuarta mandó
unas breves, pero significativas líneas).
¿Cómo recuerdan sus primeros años? Mariana expresa que su único recuerdo es una
imagen de su padre que la reta porque estaba comiendo con la boca llena. Ella precisa:
─Esto se remonta a mis tres años de edad. Siempre he pensado que ese momento es
previo a su secuestro que ocurrió un sábado, al mediodía, durante un almuerzo familiar,
con motivo de la celebración de mi cumpleaños número tres. Esto último, lo de la
celebración de mi cumpleaños, es un dato que descubrí recién hace poco; entre papeles
archivados encontré un testimonio de mi abuela que relataba el secuestro de mi viejo.
Desde muy chica, la fecha de mi cumpleaños es un momento muy especial.
Daniela nació en 1980. Sostiene que no tiene ningún recuerdo referido al terrorismo
de Estado. Sabe que empezó a sacarles información a sus padres a partir de un hecho
particular:
─No recuerdo bien el año, sólo recuerdo que viajamos a Buenos Aires, con mi
mamá y mi papá. Yo tendría entre 15 y 16 años, o tal vez 17, no puedo recordar…
Recuerdo que con mi mamá nos sentamos en la Plaza de Mayo, a darle de comer a las
palomas, mientras mi papá iba a hacer un trámite. Luego de unas horas volvió mi papá y lo
acompañamos al Banco de la Nación, recuerdo que me quedé sorprendida por las grandes
columnas de mármol del Banco… íbamos de oficina en oficina y hacía mucho calor.
Entonces mi mamá y yo volvimos a la plaza, y ahí le pregunté qué estaba haciendo mi
papá. La verdad que no recuerdo la respuesta exacta, pero sí recuerdo que me lo dijo, de
una manera poco clara, algo así como un cuentito. Me dijo que hacía muchos años había
pasado algo muy grave y que papá había estado preso, pero como había sido un error del
país, ahora el país le pagaba por el daño que le habían hecho. Me veo en esa plaza, sentada
con mi mamá, en un banco, dándole de comer a las palomas; algo que a mí me molesta,
pero a ella le encanta. Nunca más pensé en eso, unas cuantas veces más lo hablé con mi
mamá y me contaba cosas salteadas. Me ha contado que mi papá había estado desaparecido
un tiempo, que luego lo encontró gracias a la ayuda de mi padrino, que trabajaba en el

[138]
partido Justicialista de Jujuy y que tenía muchos contactos; pero esa versión después
cambió y me contó que lo encontró porque el hijo o el yerno de una vecina de una amiga
de mi abuela materna, que vivía en Buenos Aires, tenía un compañero de celda que era de
Jujuy. Algo que también me contó mi mamá fue que mi papá había estado preso en La
Plata, pero yo nunca hacía preguntas porque de ese tema no se hablaba ni se habla en mi
casa. Cuando yo decido ir a estudiar a La Plata, en 1999, ellos me llevaron en auto,
paramos en la casa de mi tía Susana hasta que yo encontrara un lugar a donde quedarme. El
día que volvían, mi papá, mientras se despedía, me dijo que para él había sido muy duro
volver a La Plata y me quiso contar porqué y yo, en mi inocencia, lo interrumpí porque vi
que tenía los ojos llenos de lágrimas. Le dije: “No te preocupés, pá, yo ya sé todo: la mamá
me contó”, él me miró fijamente, sin entender por qué y cuándo mi mamá me había
contado. Recuerdo que tragó saliva y me dijo: “Bueno, espero que La Plata te trate mejor;
cuidáte y estudiá mucho”.
Con pocos años de vida, Martina conoció la separación por partida doble. Primero
fue separada de su madre y vivió con sus abuelos paternos; al poco tiempo tuvo que
mudarse con los abuelos maternos. Desde Israel rememora:
─El primer recuerdo nítido que tengo es el del día en que vinieron mi tía Rosa junto
con mis dos hermanas a buscarme, a Buenos Aires, para llevarme a vivir con ellas a
Paraná, Entre Ríos. A pesar de haber nacido en cautiverio, desde los once meses de vida
había estado viviendo con mis abuelos Mauricio e Irene, padres de mi padre, en Buenos
Aires. Pero a la edad de tres años y medio ellos decidieron irse del país y venirse a vivir a
Israel. De ahí, el viaje de mi tía. En la escena que conforma mi primer recuerdo, yo lloro y
grito desesperadamente por volver con mi abuelo Mauricio, al que llamaba “Papilí”. Él
está parado en un andén de la terminal de ómnibus, mientras mi tía Rosa intenta calmarme
desde arriba del colectivo. Era la segunda vez que me separaban de mi familia. La primera
había sido cuando trasladaron a mi mamá desde la cárcel de Villa Gorriti, en San Salvador
de Jujuy, a la de Devoto, en Buenos Aires; entonces, mis abuelos paternos se hicieron
cargo de mí.

***

El lugar y fecha de nacimiento son cuestiones que nos acompañan siempre. En los
documentos, en un curriculum vitae, en los datos para ingresar a una institución o empresa,

[139]
siempre están esas coordenadas. Sin embargo, en el caso de Daniela, ella afirma que no son
significativas. Distinta es la apreciación de las otras entrevistadas.
Para Martina, pesa más el lugar que la fecha.
─El año en sí, 1975, no me resulta particularmente determinante, pero sí las
circunstancias y el contexto de mi nacimiento. En cierta medida, la cárcel de Villa Gorriti,
en la que pasé mis primeros meses de vida, sigue siendo el lugar desde el cual contemplo la
existencia.
Mariana, en cambio, valora más la década en la que nació:
─Nacer en los 70 no es lo mismo que haber nacido en los 80. Por una parte, no
puedo dejar de valorar las cosas que tienen que ver con la militancia, la lucha por los
derechos sociales, la defensa de los derechos humanos; es decir, todo lo que tenga que ver
con el compromiso y la militancia. Al mismo tiempo, la derrota del proyecto político del
cual formó parte mi viejo, me ha provocado cierta desconfianza y escepticismo, a tal punto
que me resulta difícil identificarme plenamente con algún partido o agrupación política.

***

La transmisión de los hechos trágicos vividos en cada familia no es algo uniforme. Daniela
dice que a ella “mucho no le transmitieron”. Mariana sostiene que los vivió en carne
propia. Ella, desde niña, sabía que su padre había formado parte de la organización
Montoneros. Se lo había dicho su madre, pero no ocurre lo mismo con el resto de su
familia, “es un tema tabú que hasta hoy en día no se habla”. Para Martina la cuestión
resulta más difícil, quizás porque con la desaparición de su padre, su familia básica quedó
compuesta por cuatro mujeres que “interpreta ese pasado en forma diferente”. Sostiene
Martina:
─Durante muchos años, la tragedia inundó nuestra cotidianeidad desde lo
innombrable. Existieron frases sueltas, alguna que otra respuesta frente a algunas preguntas
concretas... Pero, en realidad, creo que mi visión acerca de lo que le sucedió a mi familia es
más bien un rompecabezas que sigue armándose a medida que voy encontrando piezas
nuevas. Continuamente aparecen elementos (a través del encuentro con alguna persona, de
un libro, una película, un lugar...) que le van agregando detalles a mis imágenes de ese
pasado. Es como un enigma a descifrar.
Es posible que la reconstrucción completa sea irrealizable, por lo doloroso que
significa la tarea misma. Así como existen padres que no quieren rememorar, para evitar la

[140]
transmisión del sufrimiento a la generación siguiente, vemos que una hija prefiere que su
padre no vuelva a sufrir al revivir los hechos trágicos. A nadie, por otro lado, le resulta
soportable pensar en el horror por el que tuvieron que pasar sus progenitores.
María, otra hija de un desaparecido, me envío unas pocas líneas que son muy claras
al respecto:
─Conozco historias de muchas madres desaparecidas y de otras tantas, por suerte,
sobrevivientes. Sé lo que duele pensar a tus seres más queridos torturados, golpeados. Sé
cuanto más duro es pensar que alguien haya violado a tu vieja. Me cuesta hasta escribirlo
porque fue el objeto de mis pesadillas durante mucho tiempo, esa violación quedó inscripta
hasta en mi propia sexualidad.

***

La manera en que cada entrevistada rememora su infancia en medio de la represión


dictatorial tampoco es uniforme. Para Daniela no existen recuerdos de la niñez asociados
con la dictadura:
─Siempre nos ocultaron la verdadera historia. Yo creo que lo hicieron a modo de
protegernos, por miedo a que nos pase algo e incluso pensé que no nos contaron para que
otras personas no nos discriminen. Porque, antes del gobierno de Kirchner, a mucha gente
le daba vergüenza o miedo hablar del tema; después, se puso de moda, se empezaron a
recuperar una gran cantidad de hijos de desaparecidos. Mi infancia no está marcada por la
dictadura, al menos conscientemente, sólo puedo decir que siempre me estigmatizó que me
hayan bautizado a los cinco años, no era “normal”, y alguna vez pregunté por qué nos
habían bautizado de grandes (mi hermano tenía diez años) y mi mamá me dijo que porque
ellos recién se habían podido reconciliar con Dios.
Mariana, quizás por haber presenciado el secuestro de su padre, tiene un
acercamiento más próximo a la historia en su más extrema ferocidad:
─Desde muy pequeña siempre supe lo que le sucedió a mi viejo en su primer
secuestro: las torturas y vejaciones que le hicieron. Cuando tenía diez años, sufrimos un
allanamiento durante la noche. Nunca me voy a olvidar al otro día cuando me levanté y vi
mi casa toda revuelta y desordenada. Recuerdo también cómo me enfrentaba con mis
compañeras de la escuela durante la guerra de las Malvinas; para ellas, los militares eran
unos héroes y para mí, asesinos. Si veía un Falcón verde me daba miedo. Cuando tocaban
fuerte la puerta me daba miedo porque mi abuela me decía de la forma violenta en que

[141]
entraban las patotas en los allanamientos. Me parece que la vivencia de los hijos ha sido
muy distinta a la de las madres, esposas y demás familiares. Yo casi no conocí a mi viejo y
más bien tengo una imagen fuertemente idealizada de él. Creo que me falta conocer más al
padre de “carne y hueso” que al héroe.
Martina no tiene tan nítidos los recuerdos de aquellos años: “Hay retazos de mi
historia de aquellos años que podría decir que conozco, pero la mayoría se me aparece
como un eco, una sombra llegada de algún lugar remoto.”

***

Como aún nos faltan narraciones que den cuenta de los años del horror, les pregunto cómo
es el diálogo con los integrantes de la generación anterior. Daniela no conoce experiencias
de intercambios generacionales en Jujuy y, en su caso, afirma que no existe ese diálogo.
Mariana mira positivamente el desarrollo del primer juicio por crímenes de lesa
humanidad, en esta provincia. “Antes era como más retaceada la información, era más
difícil que se cuenten ciertas cosas por la impunidad reinante”, afirma. Martina va más allá
y afirma:
─En Israel tuve la oportunidad de conocer mucha gente que es de la primera,
segunda y tercera generación de supervivientes del holocausto. En general, incluso los
miembros de la tercera generación, no saben muy bien qué hacer con semejante carga. Hay
cosas que sólo pueden asimilarse después de varias generaciones.
Desde el otro lado del océano, ella vislumbra algo nuevo:
─Creo que hay cosas que incluso la generación de mis padres no logra comprender.
Y nadie puede dialogar sobre cosas que no entiende. Desde mi punto de vista, las
situaciones límite generadas por la dictadura abrieron una fractura a nivel de lo social, pero
también en las dimensiones morales, espirituales, existenciales y estéticas de nuestra vida.
En ese sentido, considero que los terribles sufrimientos, así como las experiencias
dantescas que nos han tocado vivir son a su vez dolores de parto de algo nuevo que recién
se está empezando a formar.
Martina sabe muy bien que la lucha contra la barbarie tiene una larga historia. Por
eso, expresa:
─Hace poco vi una ilustración hecha por un español donde se retrataba el entierro
de un soldado republicano asesinado durante la guerra civil. Debajo estaba escrita la frase:
“No son muertos, son semillas”. Pues bien, creo que nuestros desaparecidos también

[142]
fueron semillas, y que aquello que sembraron ahora está creciendo. Y el diálogo entre las
generaciones es uno de sus principales alimentos.

***

Mariana recuerda el reto de su padre, primero; la alegría de su cumpleaños, después; el


dolor por el secuestro, finalmente. El cumpleaños como una marca de dolor que emerge en
medio de una alegría fugaz.
En un segundo caso, no hay recuerdos de la temprana edad, quizás porque el padre
no desapareció y por eso la que recuerda tiene una memoria enmarcada en su adolescencia.
En ese rememorar, aparece una madre que la trata como si fuese una niña a la que hay que
contarle un cuentito. A esta hija, ese recuerdo queda asociado a una sensación molesta que
no comparte con su madre, quien le cuenta versiones modificadas sobre la detención del
hombre de la casa. Quizás, a la hija le molesta que de un tema crucial de la vida del padre
no se hable en su casa. Le molesta y le duele porque, a pesar de no conocer toda la historia,
debe mentirle a su propio padre (“No te preocupés, pá, yo ya sé todo”) para evitar que él
vuelva a sufrir en la rememoración.
Que el primer recuerdo nítido de una persona sea una imagen de separación es muy
fuerte. Una niña llora desde el ómnibus porque la separan de sus abuelos. Ella parte hacia
un exilio interior, ellos emigran a Israel, los tres mirarán otros lugares, o mejor: ya no
mirarán el mundo con los mismos ojos. Ella llora porque la separan de su “Papilí” no de su
“papi” o su “pá”; no es menor la diferencia: a un verdadero padre, por lo general, no se le
dice “Papilí”, pero en este apodo hay parte (“Papi-lí”) de un padre que no puede estar
presente0. Es una imagen fuerte porque la que enuncia sabe que antes existe otra separación
más fuerte que ocurre cuando a su madre la trasladan de cárcel. No lo expresa, pero sabe
que también existió otra más dolorosa aún: la de su padre (su “papi”) que apenas alcanzó a
verla en los primeros meses de su vida.
La imagen de un padre que reta quizás ayude a tapar otra: la de un joven que sufre
en la tortura. Por otro lado, el padre que no sabe cómo contar quizás empuja a que una hija
sostenga que ya sabe todo, cuando sabe muy poco o tal vez nada de lo que tuvo que sufrir
su progenitor. Finalmente, está la imagen de la ausencia.

0
Martina –al momento de revisar este trabajo– aclara que “papilí” es un diminutivo cariñoso de “papá
proveniente del idioma yíddish.

[143]
***

Lugar y fecha de nacimiento: dos coordenadas claves en la vida de cualquiera no resultan


tan significativas para quien nació en 1980. Por el contrario, para una entrevistada que
nació en la década anterior, los setenta connotan la militancia y el compromiso, pero
también la derrota de una generación. Para la otra, vale más el lugar: nacer y vivir los
primeros meses en prisión no es un detalle menor; para ella, la contemplación de la vida –o
mejor: de su vida– aún hoy es desde la cárcel de Villa Gorriti, por más que viva
actualmente en Israel.
No hablar de los hechos trágicos parece ser un denominador común. No transmitir
nada o muy poco. Saber el nombre de la organización donde militó un ser querido, pero
todo es incompleto, dolorosamente incompleto, porque duele nombrar y escribir sobre las
vejaciones. Duele a la que rememora tanto o más que a la persona violada; afirmo esto
porque cuando, en el relato, una hija afirma “sé lo que duele”, sabe, efectivamente que es
un dolor muy grande pero no puede precisar qué tan grande es, por eso usa un artículo
indefinido (“lo”). Aún así sabe que es inconmensurablemente doloroso.
La rememoración de la propia infancia en tiempos represivos presenta variantes que
señalan distintos climas de épocas. Mariana, quien nació antes del Golpe, puede recordar
un allanamiento y el caos posterior de la mañana siguiente; también recuerda los
enfrentamientos que tuvo con compañeras de colegio por la aventura bélica de Malvinas.
Martina, en cambio, tiene un recuerdo difuso, quizás porque –como ella misma lo señaló–
aún siente que su vida la contempla desde una cárcel. En tanto que Daniela siente que
siempre le mintieron, que hasta su bautismo fue tardío porque a sus padres les llevó años
reconciliarse con su religión. Una recuerda que sabía perfectamente sobre los mecanismos
de represión; otra que su vida no encajaba en la normalidad de sus compañeros. Una vivió
el bautismo de una de sus hermanas con militantes de una organización armada (este dato
me contó la madre); otra fue bautizada muchos años después que la mayoría de los
cristianos de su edad. Entre una y otra, están los hechos nunca bien aclarados, siempre
insuficientes, de cómo fueron aquellos años.
Necesitamos narraciones y reflexiones, para tener en claro lo que nos pasó. En
algunos casos, por propia decisión de la generación mayor, no existe diálogo con la
generación siguiente (por eso aparecen historias como cuentitos o de determinados temas
no se habla). En este punto, las respuestas de Martina son extremadamente lúcidas; ella
sabe que, en determinados momentos, la historia es demasiado pesada para ser llevada por

[144]
los hombros de una generación, que hacen falta varias generaciones para estar a la altura de
las circunstancias que nos tocaron vivir. Asimismo, Martina es consciente de que el
diálogo intergeneracional se realiza, en gran parte, por medio de silencios compartidos; por
eso, necesitamos soluciones sociales, morales, espirituales, existenciales y estéticas. Sabe,
además, que los dolores que nos quedan son señales de algo que está por nacer.
En sus respuestas, ella demuestra que no quedó detenida en la cárcel de Villa
Gorriti. Que pudo viajar por el espacio para mirar con distanciamiento crítico lo que nos
sucedió y compararlo con el holocausto generado por los nazis. Ella pudo viajar por el
tiempo y comprender que nuestros detenidos son semillas que ahora empiezan a germinar
gracias al diálogo fecundo que generan sus propias reflexiones.

***

En este trabajo hablamos sobre lo que significa nacer en tiempos represivos. Parece algo
novedoso y, de hecho, lo es para nuestra sociedad. Hasta ahora casi nada se había dicho de
los que nacieron en aquellos años. Sin embargo, en un libro que ya tiene varios siglos,
alguien (o Alguien) escribió una posible solución para esta problemática: “Acuérdate de
los días pasados, recuerda a las generaciones anteriores. Interroga a tu padre, que te cuente,
a tus ancianos, que te expliquen”.
Que así sea.

San Salvador de Jujuy, entre junio de 2013 y marzo de 2019.

[145]
15. PARTE DEL AIRE
(Ernesto Aguirre: 1953-2016)

Habíamos hablado ayer por teléfono. Le dije que, en la inauguración de la muestra del Ale
Teves, tuve la oportunidad de preguntarle al secretario de Cultura sobre el cheque que no
había recibido (un premio0 más, quizás la última humillación que tuvo que soportar) y el
funcionario me había dicho que creía que no había ningún motivo para hacerlo esperar.
Estaba animado el Ernesto. Antes me había dicho que ya no salía por las noches
porque no quería correr algún riego y yo no me di cuenta que, como siempre, él sabía más.
También me dijo que un nuevo libro estaba listo en la imprenta, pero –parece que siempre
hay un pero en esta fucking provincia– falta que algún contador oficial autorice pagar lo
que hay que pagar. No alcanzó a ver su libro editado que seguramente se presentará en la
Feria del Libro de Buenos Aires y varios funcionarios dirán que Ernesto Aguirre fue un
gran poeta y otras babosadas por el estilo, esas que se dicen cuando el hombre ya no está y
no molesta más.
Para muchos, la palabra de Aguirre fue una molestia. Porque decía cosas brillantes
e inquietantes. Porque nos obligaba a pensar, a ser solidarios y a reírnos de nosotros
mismos.
Fue muy exigente con su vida y también con la vida de sus seres queridos. Tenía
cierta parquedad a la hora de expresar sus sentimientos por esa exigencia. Quizás también
sea por eso que sus poemas, en la madurez de su escritura, eran de una justa brevedad.
Su vida, queridos amigos, fue breve; injustamente breve.
San Salvador de Jujuy, 12 de abril de 2016.

0
A fines de 2015, Ernesto había ganado un premio que reemplazaba la asignación permanente para escritores
jujeños que describo en la página 87. Ese reconocimiento fue muy esperado por el poeta porque, en aquel año
ya no tenía la asignación que una cooperativa de trabajo ligada a la Tupác Amaru le abonaba por el dictado
de un taller de poesía, asignación que –como tantas– fue eliminada con el cambio de gobierno provincial.
Murió de un ataque cardíaco el día que intentó retirar el cheque.

[146]
[147]
16. MISAS HEREJES, FERNET Y COMUNICACIÓN
El origen del pensamiento crítico en Jujuy

Ahora que la encargada de la Oficina de Relaciones Internacionales de la UNJu, Bettina


Siufi, está cuestionada por sus posteos dudosos (por decirlo suavemente) 0, me acuerdo que,
cuando estábamos terminando la carrera de Comunicación Social, existía una materia que
no tenía profesor. Siufi (entonces, secretaria académica) y Marta Ruiz (decana) siempre
nos ponían excusas. No recuerdo bien porque renunciaron, pero sí que asumió en
Académica la que entonces estaba como jefa de Biblioteca, Mercedes Llorente, con quien
teníamos un trato frecuente.
La carrera de Comunicación Social comenzó en el segundo cuatrimestre de 1992.
Era una demanda de trabajadores de prensa que no tenían título y también la posibilidad de
generar una propuesta atractiva a jóvenes que salían del secundario y no tenían
posibilidades económicas de emigrar a Córdoba o a Buenos Aires para estudiar. Por otro
lado, las ofertas que ofrecía la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS) de
la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu) habían sufrido una merma considerable de
inscriptos para las carreras que –hasta entonces– ofrecía. La nueva Carrera, por lo tanto,
irrumpió con mucha fuerza y tuvo un fuerte apoyo inicial de la decana Ana María Postigo
de de Bedia y de David Bardavid, vicedecano0.
Un día, hartos de que no pasara nada, nos metimos de prepo en la Secretaría;
entramos con Jorge Castro y seguramente con alguien más. Nos queríamos recibir y
0
En la página de Facebook de la Oficina de Relaciones Internacionales de la UNJu, ella expresó, el 24 de
abril de 2020, su rechazo a la presencia de médicos cubanos que llegan al país para colaborar frente a la
pandemia. Antes, el 14 de febrero, publicó un corazón que contiene a los continentes y una leyenda: “¡Feliz
San Valentín!”; existen otros ejemplos, pero estimo que estos dos son representativos de una invención
conservadora (para decirlo en términos de Bourdieu) que no debería ser tan evidente en una oficina
universitaria que gestiona capital intelectual,
0
Este funcionario alentó mucho a nuevos docentes y estudiantes. Sirva como ejemplo el apoyo que brindó
para la edición de una revista que impulsamos los estudiantes (desafortunadamente no tengo a mano ningún
ejemplar) y se llamó Nexos (San Salvador de Jujuy, abril de 1994). Logramos editar apenas un número,
pero sirvió como campo de experimentación de los saberes que empezábamos a sistematizar (recuerdo que
ahí publiqué un perfil de un poeta que, por entonces, la academia no reconocía: “Néstor Groppa, el cronista
sensible”).

[148]
pensábamos hacer quilombo. Mercedes nos confesó que no sabían qué profesor designar
para Semiótica (la materia que nos faltaba) y, para entonces, la situación de Luis Alberto
Quevedo estaba en el limbo (aunque no estaba designado como coordinador de la carrera,
todos coincidíamos que él era el comunicólogo0). Le contesté que era evidente que los que
más expertise teníamos en ciencias de la comunicación –en ese momento– éramos los
estudiantes avanzados. Nos permitió mirar los antecedentes de cada uno de los postulantes
y, después de un análisis exhaustivo que nos llevó varios días, elegimos a Juan Ángel
Magariños de Morentín.
Alguna tarde o nochecita que estábamos en la oficina “evaluando”, recuerdo que
sonó el teléfono, no había ni un empleado ni –mucho menos– un funcionario. Para
entonces nos sentíamos dueños del lugar y ya habíamos usado ese aparato para llamadas
particulares de larga distancia (alguna ventaja teníamos que tener). Vuelvo al llamado.
Atendí. Para mí sorpresa, era nada menos que el “Beto” Quevedo. Él me reconoció en el
acto y me preguntó –a risa espontánea– qué hacía en esa secretaría. Contesté que
estábamos evaluando antecedentes de docentes y entonces las risas fueron compartidas.
Rememoro esto porque existió una invención subversiva muy fuerte en nuestra
carrera. En agosto del 2017, unos días antes de dar una conferencia por el inicio de la
maestría en Problemáticas Contemporáneas de la Comunicación, el comunicólogo, en una
entrevista radial expresó que la carrera de comunicación fue creada para capacitar recursos
humanos para el periodismo, investigar nuestra realidad social a través de los medios de
comunicación y también expresó que fue una decisión para producir pensamiento crítico en
la provincia.
Las clases que él dictaba como profesor titular de Teoría y Problemática de la
Comunicación Social (su adjunta era Ariana Vacchieri y también integraba la cátedra
Héctor Espinosa como jefe de trabajos prácticos) nos cautivaban a todos y todas. Me
acuerdo que llegué unos minutos tarde a la primera y estaba en la última fila. Desde ahí
logré captar la atención de mis condiscípulos, un “Beto” de saco y corbata; junto a él,
intercalándose en las palabras, estaba Ariana con un vestido elegante; fue lo más parecido
a una misa hereje que incluía los nombres de algunos de los santos patrones de la
comunicación social y la cultura crítica: los investigadores de la Escuela de Frankfurt, la

0
Aníbal Ford define al comunicólogo como aquella persona que “estudia, investiga, se interesa por los
fenómenos de comunicación” desde un campo académico. No confundir, entonces, con un comunicador: el
que ejerce –profesionalmente o con oficio– la acción de comunicar. La cita de Ford está tomada del artículo
“Consolidación e institucionalización de un campo científico en movimiento” de Claudio Avilés Rodilla,
Marcelo Brunet y Carlos González Pérez, publicado en el número 1 de Viator, comunicación desde los
bordes (San Salvador de Jujuy, FHyCS, 2015).

[149]
figura emblemática de Marshall McLuhan, Foucault y otros, todo bien dosificado con un
cuota de humor. Al final, el profesor reconoció que no había esperado recibir tanta
atención y agradeció por eso; nosotros estábamos encantados y, desde entonces, nunca más
llegué tarde.
El “Beto” y Ariana venían desde Buenos Aires, cada quince días 0. Para entonces, él
era un asiduo colaborador del suplemento Cultura y Nación del diario Clarín que aparecía
los jueves; ahí publicó notas sobre la videopolítica y la neotelelevisión que mostraba sus
monstruos: Bernardo Neustadt y doña Rosa, Mariano Grondona, Mauro Viale, Mirtha
Legrand, Samantha Farjat, como así también la llegada de las realidad virtuales, los
cambios en la historia sobre la manera de ver televisión, la desgracia de los árbitros de
fútbol que pasaron de ser jueces a ser juzgados por las cámaras de tevé, la ética ante el
show de las noticias. Las notas aparecían, en un principio, sólo con su nombre; luego con
su pertenencia institucional a la UBA, cuando empezaron a incluir que también era docente
en la UNJu, nosotros nos hinchábamos de alegría y las hacíamos circular en gastadas
fotocopias.
Ariana, por su parte, también era docente en la carrera de Ciencias de la
Comunicación de la UBA y había compilado una magnífica colección de textos reunidos
bajo el título El medio es la TV (Buenos Aires, La Marca, 1992). En su prólogo titulado
sugestivamente “Tele que me hiciste mal…”, ella afirma: “La televisión nació maldita.
Fue, casi desde su inicio, una mezcla de hija boba y mala de la película”. Algunos de los
autores incluidos (y que estudiamos) son: Raymond Williams, Heriberto Muraro, Theodor
W. Adorno, Roland Barthes, Marshall McLuhan, Armand y Michele Mattelart, Martin Jay,
Francesco Casetti, Gianfranco Bettetini, Jean Baudrillard, Jesús González Requena,
Fredric Jameson, Nora Mazziotti, Santos Zunzunegui, Oscar Landi, Beatriz Sarlo, Tom
Engelhardt, Mónica Petracci, Omar Calabrese y Eduardo Rinesi.
Debo hacer una mención especial al artículo “Los políticos y la televisión” que
apareció en el número 22 de la revista Unidos (Buenos Aires, diciembre de 1990) que fue
escrito por Quevedo y es uno de los textos más lucidos y brillantes de los tantos que él
escribió. Así fue presentado por la misma revista:

0
Por entonces, cierto malestar recorrió los pasillos de la FHyCS: algunos de los profesores fundadores de la
Facultad estaban molestos por los profesores que venían dos veces por mes y tenían cargos con dedicación
exclusiva. Si bien esa era una cuestión provisional (el dictado de materias específicas de la carrera no podía
ser cubierta por docentes de nuestra provincia porque sencillamente no había), el rumor creció. La
inconformidad nunca llegó a formularse por escrito, pero el malestar tenía cierta visibilidad y las autoridades
lo percibían, aunque no hicieron nada para solucionarlo.

[150]
El menemóvil se oxida: el presidente prefiere la TV a las apariciones públicas. Angeloz
elige el sillón lleno de Bernardo antes que la Convención sus correligionarios. Luis Zamora
no le hace asco al noticiero del burgués Romay. Si bien nadie desdeña ni ignora la relación
entre política y TV no es usual que ésta se desmenuce como lo hace Quevedo:
intervenciones de políticos y noticieros; reglas expresas y tácitas de la entrevistas;
participación en programas de entretenimientos. Merecen sus párrafos aparte el inefable
Bernardo Neustadt y el comentarista deportivo y bailarín Carlos Menem. Para acrecentar el
interés proponemos un concurso. Adivinen: ¿a quién se parece más Doña Rosa? ¿A
Margarita Thatcher o a la mamá del autor de esta nota?

Las clases de el “Beto” eran las más concurridas de toda la carrera (en ningún
momento perdió su magnetismo) y tenía que dar dos veces el teórico para que entren todos
los cursantes. Un día, llegué unos minutos antes de la segunda clase, él estaba descansando
en un banco del salón de actos de la Escuela de Minas (como no teníamos espacio
suficiente en la Facultad estábamos repartidos por distintos espacios que dependían de la
Universidad), vio que llegué con una bolsa de librería Rayuela y me preguntó que había
comprado. Le mostré los dos tomos de Maus: historia de un sobreviviente de Art
Spiegelman0 y él se entusiasmó. Pensé que en todas esas misas herejes nunca había hecho
una contribución y le dije que se los prestaba, así iba a tener tiempo para leer algo
entretenido en el avión. Rápidamente aceptó y agregó: “No sabía que te interesaba la
problemática de los Derechos Humanos (DDHH)”. Respondí, sacando pecho, que
efectivamente me interesaba. Por supuesto que era una vil mentira: siempre fui un fanático
lector de historietas. Él fue más generoso: “Cuando vuelva te voy a traer uno que tiene por
título Juicio, castigos y memorias0. En ese libro, escribimos un capítulo con Ariana: una
bibliografía argentina sobre Derechos Humanos”. Fingí un interés que, unos años después,
efectivamente sentiría por el campo de las memorias y los DDHH.
Aquellas clases, lecturas y conversaciones con el “Beto” y Ariana nos empujaron a
no quedarnos conformes con lo que veíamos. Así, con Jorge (rebautizado para entonces
como “Jorgheimer”) nos animamos a presentar un proyecto de investigación en una
convocatoria de la Secretaría de Ciencia y Técnica y Estudios Regionales (SECTER) de la
UNJu. Como aún éramos estudiantes le pedimos la firma a un profesor cuyo nombre no
voy a mencionar y trabajamos con el suplemento literario del diario Pregón. ¿Por qué no le

0
Una historieta o una novela gráfica o literatura a cuadritos sobre el holocausto protagonizada por gatos y
ratones (que no son precisamente Tom y Jerry) que recibió numerosos premios, entre ellos, un Pulitzer
especial como periodismo de investigación.
0
El subtítulo es Derechos humanos y justicia en la política argentina (Buenos Aires, Nueva Visión, 1995).
En esta obra colectiva figura, además, una autora que será fundamental en mi especialización posterior:
Elizabeth Jelin y que, hasta entonces, no había leído nada de ella.

[151]
mencionamos la posibilidad de investigar junto al “Beto” y Ariana? Sencillamente porque
ellos estaban jugando en ligas mayores.
Para entonces, tenía una incipiente tarea como investigador inicial en el campo de
la oralidad. Mi tarea era registrar villancicos navideños. Me sentía un poco ridículo cada
vez que entraba a un pesebre con mi grabador y después trasladaba al papel esos cantos
(“Huachi huachi/ toritó toritó del corralitó”). Agradezco haber integrado tempranamente un
grupo con investigadores formados, varias herramientas metodológicas aprendidas
entonces me sirven para trabajar con la historia oral hoy; pero, en aquel tiempo, quería
hacer otra cosa. El texto de Quevedo y Vacchieri, en cambio, se metía con una
problemática que por entonces era como una brasa caliente. El relevamiento de bibliotecas
públicas y privadas incluía libros que “directa o indirectamente, se referían a la temática de
los derechos individuales y políticos y su violación sistemática por parte del Estado”. Los
autores definían a los derechos humanos “como la defensa de los valores elementales de la
vida y de la dignidad de la persona en contextos de represión estatal”.
El “Beto” y Ariana, en el segundo cuatrimestre de 1993, dictaron el seminario
Análisis de la Realidad Comunicacional Contemporánea, en la que, además de presentar
bibliografía reciente sobre fenómenos sociales y comunicativos del fin de siglo, dirigieron
un trabajo de investigación que consistió en un relevamiento del sistema de medios en
Jujuy. El resultado fue un informe pionero con datos técnicos, de propiedad, de
estimaciones de audiencia y de servicios informativos. En las conclusiones, los autores (en
base a los informes parciales que realizamos los estudiantes)

señalan la falta de formación sistemática de los comunicadores de radiodifusión que están


al frente de los medios. Son muy escasos aquellos que se han especializado para la
actividad que desarrollan y la mayoría (incluidos ahora los de medios gráficos) no tienen
capacitación profesional sino experiencia laboral. Un desafío que se le presenta a la Carrera
de Comunicación en la provincia de Jujuy es entonces el de formar profesionales que
puedan insertarse en los medios con la especialización adecuada a los tiempos que corren.

El trabajo merecía aparecer como un libro, pero apenas apareció en


fotoduplicación, abrochado, con tapa y contratapa de cartulina, en una tirada reducida. No
salió con el sello editorial de la Universidad, pero sí con el respaldo de la FHyCS en 1994 0.

0
En junio de ese año, las autoridades universitarias eliminaron la secretaría de Publicaciones y Néstor
Groppa renunció a su cargo de responsable de la editorial. A partir de entonces, la falta de capacitación
profesional también llegó a la única industria cultural de Jujuy. Como se verá en la próxima nota, un
funcionario que le auguraba un pobre futuro a la Carrera de Comunicación estaba no sólo equivocado, sino
que no supo –o no quiso– ver que una etapa de cualquierización llegó a la producción de libros de nuestra
universidad.

[152]
Fuimos diecisiete los estudiantes que colaboramos con los responsables del seminario
(cada uno recibió un ejemplar y el orgullo de colaborar con la primera investigación de
comunicación en Jujuy). Varios ejemplares quedaron en la Biblioteca de la Facultad, hasta
que finalmente alguna autoridad decidió deshacerse de ellos.
En 1995 hubo un llamado para cubrir cuatro cargos de Ayudantes de Segunda ad
honorem. Ya había ganado un par de cargos rentados (por entonces era una módica suma
que apenas alcanzaba para un par de libros0) y renuncié a uno de esos cargos para disponer
del tiempo suficiente y pasé a integrar la cátedra junto a “Jorgheimer”, Claudio Añazgo y
Miguel Serrano; los dos últimos, además, tenían una activa militancia en la política
universitaria, el “Negro” Serrano (que pronto recibió el nuevo apodo de “Negroponte”)
fue, en aquel tiempo, presidente del Centro de Estudiantes.
En la primera reunión de cátedra, el “Beto” nos enseñó –de manera explícita–
cuáles eran las tareas de un auxiliar y los errores comunes que no debíamos cometer, como
por ejemplo: no caer en la tentación de repetir la clase teórica. Todo eso nos contó en una
reunión donde los cuatro auxiliares habíamos pedido café y él, una medida de Fernet
(cuando el mozo le sirvió, le pidió que se abstenga de abrir la gaseosa que generalmente se
mezcla con la bebida amarga y bebió su vaso de un solo trago). Desde entonces, por la
claridad de enseñarnos nuestra tarea y por su manera de beber, confirmamos nuestra más
suprema admiración hacia él.
No recuerdo bien si existió un motivo puntual para que el “Beto” y Ariana dejaran
de trabajar en la FHyCS. No existían quejas por parte de los estudiantes; muy por el
contrario: existía una profunda admiración. Supongo que aquellas tensiones con algunos de
los profesores fundadores nunca pudieron resolverse. Tal vez los profesores que tenían más
antecedentes en comunicación y en investigación se cansaron de no ser atendidos por
teléfono. Es posible que la situación económica mala que soportábamos en el segundo
mandato de Menem haya servido de excusa para cancelar viajes en avión de profesores
visitantes.
No lo sé, porque cuando el Consejo Académico de la FHyCS trató la situación de
los profesores de nuestra cátedra, en 1996, estuve con una beca de investigación en la
Universidad de Tenerife, en las Islas Canarias. Allá colaboré con una investigación
conservadora sobre preferencias de lectores de diarios y, como no exigía mucho tiempo, mi
0
Como el pago de mis haberes estaba demorado, un día fui a las oficinas del Rectorado para tratar de acelerar
el trámite. En un pasillo me cruce con un profesor que entonces ocupaba un cargo jerárquico. Me invitó a su
oficina y me dijo que la carrera de comunicación no tenía futuro y que difícilmente los egresados entrarían al
mercado laboral del periodismo. Como se ve, la entonces novel carrera no era bien vista por el campo
científico local.

[153]
director me invitó a cursar las materias de un doctorado de Ciencias de la Información. Al
comienzo dudé de mis capacidades, pero enseguida comprendí que ninguno de los doctores
de aquel magnífico plantel docente reunía las cualidades del “Beto”: erudición; trabajo de
campo en situaciones complejas; una alta especialización en medios, cultura y política; una
escritura precisa, profunda y amena; sentido del humor y, por sobre todas las cosas, una
gran generosidad. Él fue mucho más que un profesor que venía cada quince días; fue –es–
un maestro.
En mi parada obligatoria en Buenos Aires, antes de volver a Jujuy, nos
encontramos por última vez con Ariana (lamentablemente ella murió en el 2017) y el
“Beto”. Les conté de mi experiencia y agradecí haberlos conocido, como seguramente
agradecen todos y todas que fueron parte activa de sus misas herejes.
Unos meses después, renuncié a la cátedra.

***

Hoy, el “Beto” está al frente de FLACSO. Héctor Espinosa trabaja como periodista radial
después de haber estado unos meses freezado porque su productora periodística le grabó a
Raúl García Goyena, entonces Secretario de Prensa del gobierno provincial, el que dijo que
iba hacer arrodillar a los periodistas que no sean leales al gobierno. “Jorgheimer”
desarrolló una habilidad poco común: ser imprescindible en los lugares de trabajo por lo
que pasa. “Negroponte” cambió la militancia estudiantil por la gremial y desarrolla una
intensa activa en la reivindicación de los empleados de bancos. Claudio es coordinador de
radio Universidad. Yo trabajo con las memorias del pasado reciente.
Y casi me olvido: la única persona que sigue como funcionaria es Bettina Siufi.

San Salvador de Jujuy, 27 de abril de 2020.

[154]
17. CARTOGRAFÍA LITERARIA, MEDIÁTICA Y TEATRAL
Desde la dictadura hasta el siglo XXI en Jujuy

Directora del Proyecto: María Alejandra Nallim.

Unidad a la que pertenece el Proyecto: Unidad de Investigación “Pensamiento


latinoamericano, relaciones interculturales e interétnicas”. Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales, UNJu.

Sede del proyecto: Cátedras Literatura Argentina I y II y Seminario de Literatura del


NOA.

Denominación del Proyecto


Cartografía literaria, mediática y teatral, desde la dictadura hasta el siglo XXI en Jujuy.

Categoría del proyecto en la que se inscribe: A

Resumen Técnico
A fines del siglo XX e inicio del nuevo milenio, el sistema literario, teatral, mediático y
virtual de las regiones no sólo consolidó su autonomía sino que problematizó la agenda de
la crítica literaria y del periodismo cultural, por un lado, e incorporó las nuevas tendencias
en el escenario teatral y de las nuevas tecnologías de la información, por otro; además,
propició su integración al canon estético en programas universitarios e Institutos de
Educación Superior e impulsó investigaciones académicas en torno al campo intelectual y
literario de las microrregiones del país.
En dicho contexto encuadramos nuestro proyecto de investigación que aspira
diseñar una cartografía literaria en la era de las tendencias estéticas cruzadas por los

[155]
multilenguajes artísticos: literatura, teatro, crítica cultural, videos, performances y blogs,
entre los referentes sobresalientes de Jujuy en consonancia con el NOA, durante el tránsito
finisecular y la nueva centuria. El relevamiento de estéticas residuales, emergentes e
innovadoras a cargo de “colectivos”, “generaciones” o voces de diferentes localidades de
la provincia contribuirá a la relocalización y fortalecimiento de la literatura jujeña en el
contexto nacional y a sus estudios particulares interinstitucionales desde las corrientes del
pensamiento crítico latinoamericano y las teorías actuales sobre el objeto literario.

Palabras Claves: literatura – medios – teatro - Jujuy – cartografía.

Duración del Proyecto


Fecha de iniciación: 1° de enero de 2012 / Fecha de finalización: 31 de diciembre de 2015.

Estado actual del conocimiento sobre el tema


La presente propuesta se enmarca como proyección del proyecto de investigación
“Cartografía literaria del NOA de los ’90 y la nueva centuria: Estación Jujuy”, aprobado
por Secter, por el periodo 2010 / 2013, ejecutado desde el Seminario de Literatura del
NOA de la carrera del Profesorado y Licenciatura en Letras de la Facultad de
Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS), UNJu, cuya finalidad respondía diseñar una
cartografía literaria de Jujuy en consonancia con el NOA, durante el tránsito finisecular y
el nuevo milenio. El relevamiento de estéticas residuales, emergentes e innovadoras a
cargo de grupos, “generaciones” o voces de diferentes localidades de la provincia aspiraba
contribuir a la relocalización y fortalecimiento de la literatura jujeña en el contexto
nacional y a su articulación con las corrientes actuales del pensamiento crítico
latinoamericano.
Los resortes institucionales que embragaron las rutas de indagación consolidaron la
articulación de unidades académicas de nivel superior como la Universidades
(FHyCS/UNJU y FH/ UNSa) y los Institutos de Educación Superior (IES) de la provincia
de Jujuy (Profesorado de Lengua y Literatura IES 9 San Pedro de Jujuy y IES 4
Profesorado de Teatro de San Salvador de Jujuy), a los que se sumaron investigadores
particulares, artistas y referentes de la cultura y literatura en Jujuy.
De la experiencia compartida con docentes de larga trayectoria, egresados,
estudiantes y participantes del entorno cultural provincial resultó notoriamente

[156]
significativo el vaciamiento literario, crítico y editorial sobre la producción artística en
Jujuy a partir de los ochenta, las tendencias finiseculares –diezmadas por el quiebre
generacional bajo la coyuntura de crisis política-ideológica-económica como fueron la
dictadura, el neoliberalismo de los ’90 y la caída del 2001– y la impronta de un abanico
estético que problematiza el escenario de la teoría literaria, la conformación de
“generaciones”, la irrupción de editoriales alternativas, la mezcla de lenguajes artísticos
que replantean el estado del arte y cuestionan los resortes identitarios del objeto literatura.
Asumimos, en aquella instancia, el riesgo y provisoriedad de construir
conocimiento al investigar sobre lo contemporáneo, lo que se está produciendo hoy,
aquello que no tiene “antecedentes” seguros (investigaciones anteriores sobre estos
escritores y sus obras) Por otro lado, debido a nuestro objeto de estudio, revisamos
críticamente categorías de la tradición del orden o del orden de la tradición (regional /
nacional, alta / baja literatura, centro / periferia, etc.) para desestabilizarlas y violentar la
canonización hegemónica de la literatura en Jujuy. Convalidamos que la capacidad
innovadora y disruptiva para deconstruir el canon literario y cultural local y de estudiar la
“novísima generación” pudo materializarse en la riqueza de la diversidad del equipo por
provenir de diferentes lugares y formaciones, por la potencia interinstitucional e
interdisciplinaria de sus actores. Promocionar, divulgar y socializar los avances de nuestra
investigación a partir de sus sub-proyectos:
• Canon regional y didáctica de la literatura
• Identidad y literatura
• Periodismo cultural
• Literatura en Jujuy y crítica literaria
• Campo literario y cultural en Jujuy
• Novísima generación de escritores del nuevo milenio
• La dramaturgia y el teatro en Jujuy
• Mezcla de géneros y circuitos literarios y virtuales: el microrrelato y los blogs
Todos posibilitaron contribuir a los escasos trabajos académicos y publicaciones de
divulgación sobre el campo literario y cultural de los ’90 y el nuevo milenio en Jujuy,
mediante capacitaciones a docentes y estudiantes en diversos puntos de la provincia sino
también de instalar nuestras reflexiones en los circuitos científicos nacionales e
internacionales a fin de construir una red de intercambio cultural y literario a partir de la
difusión e integración de proyectos de literatura de las provincias como en Mendoza,
Chaco, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Chaco, Río de Janeiro y Guarapuava en

[157]
Brasil. Pero fundamentalmente posicionar los problemas y metodologías de investigación
literarias, del periodismo cultural y producciones artísticas y virtuales desde el equipo de
investigación “Cartografía literaria de los ’90 y la nueva centuria en el NOA: Estación
Jujuy” en los organismos institucionales para revisar críticamente las categorías de la
tradición académica.
En nuestras acciones específicas:
 reflexionamos acerca de las nuevas concepciones del arte en el nuevo milenio: la
literatura y las imágenes, la aldea bloglobal, las fusiones interdisciplinarias y los
vínculos entre los lenguajes artísticos;
 discutimos acerca de diversas corrientes de la teoría y crítica literaria que debaten
sobre el objeto literatura a partir de los ’90 y el nuevo milenio. Realizamos
acuerdos sobre dispositivos retóricos y tópicos representativos en la narrativa de las
últimas décadas;
 postulamos las diversas miradas críticas del periodismo cultural y literario en Jujuy;
 replanteamos el mapa literario del NOA en el siglo XXI, tendencias estéticas,
genealogías poéticas y realizamos comparaciones con producciones
latinoamericanas e irrupción de escrituras urbanas de las novísimas generaciones;
 analizamos la emergencia de nuevos géneros en el campo literario del NOA como
la minificción y los blogs literarios;
 iniciamos una base de datos bibliográficos e históricos acerca de la trayectoria
literaria de los autores del corpus.
La reafirmación de la literatura jujeña con presencia relevante en el sistema literario
argentino nos exigió una revisión metacrítica, es decir revisar sus doxas para interpretar la
cultura regional, construidas generalmente desde lógicas binarias bajo el pretexto de
deconstruir las topografías simbólicas del poder y diseñar geografías imaginarias
insurrectas, logradas precisamente en la capacidad disruptiva de la cultura popular como
acogedores de la diversidad étnica, social, frente a los centros hegemónicos de legitimación
académica y editorial. Este proyecto (aprobado por la Secter para los años 2010-2013)
congregó a docentes y estudiantes del Profesorado y Licenciatura en Letras de la FHyCS
(UNJu), del Profesorado de Lengua y Literatura del IES N° 9 (San Pedro de Jujuy) y del
Profesorado de Teatro (IES N° 4), tuvo el propósito de modificar los estatutos de
periodización y sistematización de la literatura del NOA en pos de la de-colonización
teórica de la Literatura latinoamericana y argentina; problematizar y relocalizar el campo

[158]
intelectual y literario de Jujuy en los inicios de la nueva centuria; fortalecer los espacios de
investigación literaria regional en los espacios de Nivel Superior en pos de la
profesionalización académica de los formadores de formadores; promover la capacitación
y actualización continua de los docentes formadores y egresados noveles e impulsar la
publicación acerca de los avances y resultados para socializar las redes de construcción del
conocimiento. Para muchos docentes y egresados noveles que asistieron a los cursos de
capacitación que dictamos en distintos lugares de nuestra provincia significaron las
primeras experiencias reflexivas sobre el baldío académico y editorial de nuestro campo
literario y el desafío de trabajar para fortalecer el conocimiento local.
En este encuadre asumimos que leer literatura regional /de frontera /de las
provincias /de las comunidades regionales (con la polisemia de las diferentes
nomenclaturas) nos conduce innegablemente a otras prácticas reflexivas y dialógicas en el
campo de la teoría literaria, no sólo por los contactos literarios y su debatida inclusión en
los polisistemas nacionales y latinoamericanos, sino también en su praxis por sus
derroteros espaciales, estéticos y políticos implicados en un espacio doblemente fronterizo
como es el NOA, y por consiguiente, no menos complejo y ambivalente.
Por ello, los tránsitos previamente recorridos apelaron problematizar los estudios
regionales y la periodización del sistema literario de las microrregiones del sistema
literario nacional y continental que nutrieron los espacios académicos desde posturas
latinoamericanistas a partir de la década del 60, incluidas en lo que Zulma Palermo 0 llama
el “primer historicismo”, cuyas premisas:
 Parten de la noción de región, como producto de un campo cultural asociado al
mundo que la rodea y en la que se enmarca, sus rasgos notorios serán la
identidad y la diversidad como dos cuerpos complementarios o como uno solo.
 Así como en América Latina los proyectos de vida y sus destinos son
compartidos, la visión de sus pueblos también son disímiles. Es, en esa
diferencia, donde radica la esencia particular de cada región nacional o
microrregiones: confluir en la unidad, confluir en la diferencia.
Las últimas nociones o “segundo historicismo” complica las tendencias
continentales con las diferentes orientaciones epistemológicas como los estudios

0
Zulma Palermo, Desde la otra orilla, Pensamiento crítico y políticas culturales en América Latina,
(Córdoba, Alción, 2005).

[159]
coloniales, los poscolonialistas0, los posoccidentales0 más las vías eurocéntricas que
convalidan la sociodiscursividad como la sociocrítica, la poética bajtiniana y las últimas
etapas lotmanianas que abordan la semiosfera y la explosión cultural. Teorías alternativas,
débiles o ‘post’ que implican ver más allá de la modernidad, sin ilusiones nacionalistas ni
textualistas, sin fugas teóricas del posmodernismo.
Estas postulaciones culturalistas sobre la problemática heterogeneidad de las
culturas latinoamericanas hacen pensar en salidas superadoras, desde una relocalización de
las teorías generales y regionales, para convencernos que estamos teorizando en América
Latina.
El cuadro intelectual argentino dio cuenta también de sólidos exponentes del
pensamiento genuino que apuestan a la descolonización intelectual de América Latina y a
pensar las problemáticas de los lenguajes artísticos desde los sus espacios geoculturales 0 o
aportes críticos de reconocidos referentes provinciales0, quienes cubrieron los vacíos
epistémicos de la complejidad regional y su literatura como objeto de la teoría crítica o
como material de análisis de las literaturas provinciales.
A pesar de transitar el siglo XXI, son minoritarias las publicaciones sobre el cuadro
cultural y literario en Jujuy, particularmente en el seno de la Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales, y si bien se reconocen los valiosos aportes que abonaron el sistema de la

0
Así como América Latina recupera la hermenéutica, los países colonizados del viejo continente también
apuestan a las arenas interpretativas de la deconstrucción desde los llamados estudios poscoloniales. Ellos
están nutridos por las reflexiones de Hommi Baba, Eduard Said, Gayatri Spivak, reconocidos como
pensadores “fronterizos” que reconstruyen los presupuestos de la modernidad y critican la legitimidad de sus
verdades. Si bien apelan al giro de la otredad, al invertir el presupuesto de la periferia como centro, no serán
éstas las teorías que desarrollaremos como marco teórico. Con mayor acercamiento nos situaremos ante los
estudios culturales, cuyos teorizadores: Néstor García Canclini, Jesús Martín Barbero, Hermann Herlinghaus,
John Beverley, Ranajit Guha, quienes son cuestionados por sus propuestas transdisciplinarias. En el
corrimiento de las humanidades a las ciencias sociales, se desestabilizan los atributos identitarios del objeto
literario. Sus búsquedas reclaman nuevas representaciones dando origen a la hibridez, al nomadismo y la
diferencia; pero en la galería de sus categorías: Hibridaciones, Subalternidad, Multiculturalidad/
Interculturalidad sustituyen con otras máscaras intelectuales al “analgésico mestizaje” que neutraliza la
conflictividad social.
0
Aníbal Quijano, Enrique Dussel, Walter Mignolo disienten con la categoría de poscolonialidad, ellos se
definen como posoccidentales. Retoman los enunciados de Roberto Fernández Retamar, quien identifica
Occidente con capitalismo y posoccidentalismo con anticapitalismo. Proponen un pensamiento crítico sobre
la modernidad para la reconstrucción de las memorias locales de América Latina.
0
La noción de geocultura es provista por Rodolfo Kusch en: Geocultura del hombre americano (Buenos
Aires, García Cambeiro, 1976). Las proyecciones críticas de dicha línea epistémica son continuadas por
Torres Roggero, Pablo Heredia y un equipo de jóvenes investigadores de la Universidad Nacional de
Córdoba.
0
Bernardo Canal Feijoó, José Luis Víttori, David Lagmánovich, Andrés Fidalgo, José Andrés Rivas, Zulma
Palermo, Elena Altuna, José Luis Barcia, Ricardo Kaliman, Santiago Sylvester, Nilda María Flawia de
Fernández, Herminia Terrón de Bellomo, quienes no sólo iniciaron las rutas de la crítica literaria regional,
sino que muchos de ellos organizaron los primeros equipos de investigación universitaria en el NOA. A los
que suman por la UNSa: Amelia Royo, Elisa Moyano, por la UNJu: Elena Bossi y María Eduarda Mirande y,
por la UNT, Liliana Massara y Clara Inés Pilipovsky.

[160]
“Literatura regional” a partir de la década del ’60 hasta el presente, consideramos que las
propuestas de intervención resultaron limitadas, cuyos resultados en muchas oportunidades
tienen un alcance local sin que dichos nudos de conocimiento hayan podido ligarse a una
red interprovincial que abarque la microrregión del NOA.
Uno de los avances también emanados de la cátedra del Seminario del NOA y en el
marco del Proyecto “Fomento de la investigación interinstitucional sobre la literaria del
noroeste argentino”0 pretendió focalizar el problema: promover la producción investigativa
en el campo de la cultura y literatura del Noroeste argentino, y fundar esa red
interprovincial que abarque la microrregión del NOA. Este proyecto sumó a las Facultades
de Filosofía y Letras de la UNT, con la coordinación de Liliana Massara, y la de
Humanidades de la UNSa, con Raquel Guzmán, especialistas en la literatura de sus
provincias y del NOA; pero también articuló con los IES de las tres provincias en pos de
un estudio sistemático de la literatura del NOA. Desde este espacio se concretaron varios
encuentros en Jujuy, Salta y Tucumán como también seminarios y simposios con
investigadores, estudiosos de la literatura regional, artistas, editores, libreros, docentes,
estudiantes y medios, lo que avizora un giro cualitativo en los estudios literarios, artísticos
y del periodismo cultural en el interior.
El andamiaje de la crítica literaria de nuestra microrregión delinea rutas de
indagación y proyección en el ámbito jujeño, así los fascículos del Consejo de
Investigación de la UNSa, la publicación de una tesis doctoral y una compilación 0 como
también los trabajos provistos por la Cátedra de Literatura del NOA de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNT, incorporados en sus diversas ediciones se ofrecen como
pivotes contemporáneos de gran resonancia académica. Por otro lado, las publicaciones de
la Universidad de Cuyo generadas desde sus institutos de investigación en estudios
regionales0 se ofrecen como modelos sustantivos para el sostén de los estudios locales.
Desde Jujuy, ya los estudios lingüísticos-literarios como los de Ana María Postigo
de De Vedia, Flora Guzmán, Alberto Alabí, Raúl Dorra, Jorge Accame, Miguel Espíndola
han resultado meritorios alcances desde el cuerpo docente de la FHyCS. A su vez, la

0
Proyecto presentado por Alejandra Nallim y aprobado por la Secretaría de Políticas Universitarias para ser
desarrollado en el trienio 2009-2012.
0
Nos referimos, respectivamente, a los siguiente libros: Una literatura y su historia I. Propuesta, Fascículo
1(Salta, UNSa, 1996) de Elena Altuna y Zulma Palermo ; La narrativa del Noroeste Argentino. Historia
socio-cultural (Salta, Milor, 2000) de Alicia, Poderti y La literatura de Salta. Espacios de reconocimientos
y formas de olvido (Salta, UNSa, 2004) de Elisa, Moyano (Coord).
0
Por ejemplo: Piedra y Canto, Cuadernos del Centro de Estudios de Literatura de Mendoza, N° 9-10,
(Mendoza, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, 2003-2004).

[161]
apropiación de la literatura provincial finisecular ha contado sólo con algunas
publicaciones0, además de ciertas publicaciones dispersas en revistas literarias jujeñas
como Capricornio, El Duende e Intravenosa, es decir la sistematización de la literatura
jujeña es sintomáticamente escasa. Sin embargo varios proyectos de investigación
puntualizaron otras orientaciones literarias con los relatos orales de aparecidos, figuras
populares y vírgenes bajo la coordinación de Herminia Terrón de Bellomo, con la figura de
los monstruos como corolario de un Seminario de posgrado dictado por Raúl Dorra.
También estuvieron bajo la dirección de Terrón de Bellomo dos proyectos acerca de la
producción literaria “Jorge Calvetti: entre el universo y el terruño” y “La Lírica femenina
en Jujuy”. Recientemente, María Eduarda Mirande ha dirigido el proyecto “Dos
intelectuales, dos escritores: Mario Busignani y Marcos Paz en el campo literario de
Jujuy”, que promueve la recuperación, puesta en valor y análisis crítico de la obra de
autores jujeños que, aunque son reconocidos como representantes del sistema literario de
Jujuy, no han sido estudiados de manera integral y rigurosa.
Por lo tanto, a pesar de dichas contribuciones y de la participación mediática de
estudiosos o interesados en la literatura jujeña que aportaron con sus reseñas y/o artículos
críticos publicados en revistas de tirada local, nacional e internacional, no existe hasta el
momento una producción investigativa que aborde sistemáticamente, desde la crítica
literaria académica o periodística, la literatura de Jujuy, es decir una producción
integradora de la literatura jujeña que dé cuenta de las continuidades y rupturas de los
sistemas literarios argentinos y sus ligazones con unidades mayores como regiones
nacionales o suprarregiones continentales en las tres últimas décadas, lo que requiere de
investigaciones académicas sobre procesos culturales y las estéticas heterogéneas de esta
región, frente al monopolio de los modelos centrales y hegemónicos. Un mapa del sistema
literario provincial en articulación con la microrregión NOA en las fronteras finiseculares.
En este proyecto particular ampliamos el horizonte a las esferas de los videos sobre
escritores nodales en el campo literario jujeño; la dramaturgia y el espectáculo teatral en la
provincia, las manifestaciones de las identidades marginales entre ellas la población
compuesta por lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) y la emergencia de otras
textualidades de género, los blogósfera y las páginas literarias en Internet como otros

0
Hacemos referencia – por orden de aparición– a: Abierto por balance: De la literatura en Jujuy y otras
existencias (San Salvador de Jujuy, Buenamontaña, 1987); Bibliografía de literatura jujeña (San Salvador de
Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, 1990) de Andrés Fidalgo y Herminia Terrón de
Bellomo; Leer la poesía, leer la muerte: Un ensayo sobre el lenguaje poético (Rosario, Editorial Beatriz
Viterbo, 2001) de Elena Bossi y Encuesta a la literatura jujeña contemporánea (San Salvador de Jujuy,
Perro Pila, 2006) de Reynaldo Castro.

[162]
circuitos y formatos del arte de la nueva centuria; el periodismo cultural y la crítica
literaria todavía reciente y dispersa, y las mixturas ficcionales que van del cuento al
microrrelato a la poesía con lábiles fronteras. A esta “zona de imbricación estética del siglo
XXI” aspiramos compararla contrastivamente con las generaciones anteriores de la
dictadura, posdictadura y el menemato en tanto enclave genealógico y estallido en sus
idearios y revolución con el lenguaje.
Dicho proyecto procura lograr una sistematización de la literatura local a modo de
una cartografía que refracte el campo literario en Jujuy y apuesta contribuir con un estudio
sistémico acerca de la literatura jujeña para las últimas producciones del siglo XX y XXI, a
fines de organizar y fortalecer los materiales de investigación sobre las diferentes estéticas
que nutrieron/nutren el territorio ficcional en nuestro contexto.

Justificación del Proyecto / Programa


Este Programa de Investigación se encuadra dentro del campo literario y cultural del NOA
que, a pesar de transitar el siglo XXI, provee aún de baldíos investigativos académicos en
el área de las Letras y en las políticas culturales particularmente en la provincia de Jujuy.
Si bien reconocemos los valiosos aportes que abonaron el sistema de la “Literatura
regional” a partir de la década del ’60 hasta el presente, consideramos que las propuestas
de intervención resultaron limitadas a los proyectos institucionales o equipos de
investigación reducidos por docentes de las Universidades de cada una de las provincias,
cuyos resultados en muchas oportunidades tienen un alcance local sin que dichos nudos de
conocimiento hayan podido ligarse a una red interprovincial que abarque la microrregión
del NOA.
En tal sentido nuestro plan aspira, en una primera etapa, sistematizar la
investigación académica sobre la literatura del NOA desde las instituciones de educación
superior, tanto de las cátedras y equipos de investigación de las carreras de profesorados en
Letras o de Lengua y Literatura de las Universidades y los IFDC, a los que se sumarían
otros resortes institucionales como las cátedras de Teoría y Crítica de Espectáculos y
Medios y Prácticas Críticas de la Carrera de Comunicación Social de la UNSa y el espacio
de Didáctica de la Literatura de la carrera del Profesorado para la EGB 3 y Ed. Polimodal
en Lengua y Literatura en el IES N° 9 de San Pedro de Jujuy, así también con el IES N° 3
y el IES N° 4, con la integración de investigadores particulares en un proyecto común que
inaugure futuras acciones compartidas.

[163]
Nuestro proyecto busca problematizar no sólo el tema de investigación propuesto
sino los lugares de apropiación del conocimiento desde las políticas de investigación y las
políticas culturales universitarias y no universitarias, desde abordajes críticos que apuesten
a revisitar los planteos de las corrientes críticas latinoamericanas y argentinas “post” y
desde las epistemologías de las fronteras, sin desconocer las tendencias culturales europeas
socio-discursivas como deconstruccionistas que andamiaron el pensamiento local; pero
apostando a la relocalización de la teoría y crítica literaria continental que oriente las
reflexiones acerca del objeto literario en el seno del entramado socio-cultural.
Organizar un equipo de investigación interinstitucional con diferentes recorridos y
matrices, instalados en diversos posicionamientos críticos contribuirá a fortalecer los
encuentros y seminarios internos con todos sus integrantes, quienes enmarcados en una
plataforma teórica-socio-cultural desarrollarán sus sub-proyectos que derivarán en
protocolos de trabajo específicos a fin de fortalecer los estudios alcanzados en el proyecto
anterior “Cartografía literaria del NOA de los ’90 y la nueva centuria, estación Jujuy”, a
los que se suman los siguientes propósitos:
1. abordar el estado del arte: genealogías, proyecciones y rupturas desde las últimas
décadas del siglo XX y las primeras del XXI;
2. profundizar los estudios críticos sobre literatura, periodismo cultural, cultura
audiovisual y diversas representaciones identitarias y generacionales;
3. relocalizar el sistema literario regional y campo intelectual provincial y sus
vinculaciones con el noroeste argentino;
4. sostener la investigación desde la diversidad teórica-crítica e interdisciplinaria que
abogue a construir conocimiento sobre el campo literario y cultural en Jujuy de las
últimas décadas y el nuevo milenio;
5. consolidar los aportes de los investigadores docentes, alumnos y particulares con el
objeto de diagramar la cartografía literaria, teatral y mediática de Jujuy de las
últimas décadas del siglo anterior y la nueva centuria.
Por último, cada equipo (conformado por uno o varios investigadores, casi siempre
constituidos por un investigador categorizado y otro inicial) de investigación anidará, en el
citado encuadre, un espacio posible donde insertar sus diferentes proyectos que, si bien
deben acotarse al tema y cohorte determinados, puedan abordarlos desde miradas
alternativas y transdisiciplinarias e incluso disruptivas al canon hegemónico, es decir cada
propuesta podrá optar por aquellas rutas marginales en donde la literatura tiene otros
itinerarios de producción, circulación y recepción discursiva.

[164]
Dichas contribuciones tendrán como proceso de socialización y proyección ofertas
de capacitación a través de talleres, cursos de actualización, seminarios, congresos,
ateneos, etc. y la publicación de los materiales construidos por los diferentes equipos.

Fundamentación
En el siglo XXI, continuar hablando de literatura regional pareciera cierto anacronismo,
siempre y cuando nos limitemos a las históricas polarizaciones centro-periferia, capital-
interior, canon hegemónico y marginal, binomios ya superados, por cierto, desde las
nociones latinoamericanas de “transculturación” de Ángel Rama, de “superregionalismo”
de Antonio Cándido y el “regionalismo no regionalista”, desde la concepción de Beatriz
Sarlo.
Asimismo, desde los estudios culturales poscoloniales, la topología centro-periferia,
presupone un desplazamiento del centro hacia los márgenes, éstos alternan el reinado de
los adentros, o desde los las líneas posoccidentales que apuestan a la epistemología de las
fronteras para resituar desde allí la complejidad del conocimiento latinoamericano en tanto
pensamiento situado. Reflexionar a través de fronteras culturales, exige una revisión
metacrítica que revise sus doxas, construidas generalmente desde lógicas binarias.
Por eso, partimos desde una convicción: la reafirmación de la literatura de las
regiones en tanto lugar geopolítico y geocultural del conocimiento, un espacio con
autonomía legitimada y deconstuctiva del sistema literario argentino.
De la misma forma, sostenemos la reactualización de las posturas de Kusch como
zona vital de lo popular que religa las “redes rotas”, desde las líneas investigativas de
Torres Roggero que apuestan a revitalizar la tensión creativa donde los sujetos colectivos
no cesan de hablar entre sí y como texto crítico para interpretar la cultura regional, esta
acción nos permitirá deconstruir las topografías simbólicas del poder y diseñar geografías
imaginarias insurrectas, logradas precisamente en la capacidad disruptiva de la cultura
popular como acogedores de la diversidad étnica, social, frente a los centros hegemónicos
de legitimación académica y editorial.
Desde aquí queda expuesto nuestro distanciamiento de la mirada maniqueísta de lo
regional visto como ámbito cerrado, homogéneo y sellado por un fatum trágico, que
determina una zona de pasajes periféricos que sólo pueden conducirnos a la miseria, al
aislamiento, al olvido, una suerte de “no lugares”, patentando un sitio y un discurso como
metáforas del fracaso.

[165]
La revisión de estos estereotipos es uno de los desafíos emergentes en la literatura
argentina de fines del siglo XX, que ofrece un discurso polifónico y transtextual, frente a la
actitud anterior de homogeneizar la mirada para ocultar la emergencia de la pluralidad.
En los ’90, en América Latina, no sólo colapsaron las condiciones de vida sino que
depusieron los paradigmas lógicos para comprender la era del mercado neoliberal –como
motor del crecimiento productivo del gobierno estatal o como ausencia o debilitamiento en
tanto representatividad de las políticas sociales– que afianzó el periodo de un
individualismo deshumanizado.
El paneo de la globalización arrastra nuevas maneras de integración internacional,
la desnacionalización de los países y la atenuación de los tradicionalismos identitarios.
Consumo, comunicación mediática y digital y pragmatismo empresarial destiñen las luchas
gremiales de reivindicación salarial, neutralizándose de este modo las identificaciones
político-ideológicas.
Los efectos de la globalización y la polémica posmodernidad desestabilizan los
estatutos de los lenguajes artísticos y entre ellos, el literario, atravesados por las redes del
mercado neoliberal, cuyos monopolios se desplazan a un sistema de corporativismo
internacional de escasas empresas que dominan las aristas del poder recrudeciendo la
asimetría social, diezmando editoriales y homogeneizando el mercado internacional a
través del reino de las privatizaciones. Asimismo, son notorias las caídas de los modelos de
representatividad social en las figuras emblemáticas del político con ideología fuerte, del
intelectual frontal o del artista autónomo; estos modelos dejaron de ser representativos en
nuestra sociedad y, en consecuencia, el espacio que antes ocupaban deja a sujetos sin
amparo social o institucional, sujetos que deben asumir su propia autorrepresentatividad.
Sin embargo, las minorías configuran nuevas formas de rebelión intransigente con marchas
o manifestaciones de ambientalistas, reclamos étnicos, declaraciones de género y posturas
culturales. Se revitalizan las subculturas o manifestaciones subalternas con la emergencia
de lo regional y tradiciones locales como andamio identitario o como discursos
anacrónicos en el escenario de la mundialización.
El impacto global y posmoderno en las regiones y provincias argentinas –como la
de Jujuy y todo el NOA– han sido anticipados, como demuestran Gutiérrez y Lagos 0. Por
lo tanto, la crisis del 2001, ya fue anticipada en la década del noventa, a partir de estos
indicadores:

0
“Dictadura, democracia y políticas neoliberales. 1976-1999”, capítulo incluido en Marcelo Lagos (dir.),
Jujuy bajo el signo neoliberal (San Salvador de Jujuy: EdiUnju, 2009).

[166]
 desregulación de la economía, desmantelamiento del sector público, autonomía del
sector privado, debilitamiento del Estado proteccionista y benefactor;
 impacto regional que afecta a las provincias marginales por su situación de retraso
crónico (evidenciado desde el siglo XIX), fuerte proceso de desindustrialización con lo
que implica ser una de las regiones más vulnerables: la agudización de la crisis
financiera;
 al igual que el resto del NOA, Jujuy, resulta un bastión justicialista devenido en
menemista; tanto la corrupción política como la inequidad social estuvieron en
consonancia con lo que sucedía en el resto de país; la desocupación, pobreza y el
trabajo “flexibilizado” fueron el contexto donde surgió el “ser piquetero”;
 la ingobernabilidad producto de la retirada o muerte de los tradicionales líderes
políticos locales, las renuncias al cargo de gobernador (recordemos que hubo ocho
gobernadores en igual número de años), las escuelas tomadas, el surgimiento del líder
sindical Carlos “Perro” Santillán, el sistema tickets/bonos como forma de completar
sueldo, el “decretismo” o el arte gobernar por decreto fueron constituyentes de un
sistema injusto que, aún hoy, soportamos en sus consecuencias.
Los engranajes de la era “post” parecen radicar en la formulación de la crisis: tanto
del lenguaje, identitaria y genérica, como así también de los grandes relatos (la Historia, la
Filosofía, el Psicoanálisis, la Sociología) que quedan afectados por el giro lingüístico, ese
lenguaje nutrido de subjetividad y subjetividades que provoca el descentramiento del
sujeto, relativiza la verdad y configura una cantera de versiones frente a la hegemonía
discursiva.
La nueva centuria y los últimos años del viejo siglo enmarcan la posdictadura y sus
distintos usos de memorias del pasado represivo, el ingreso del neoliberalismo y la caída
del sueño capitalista; cuestiones que traen aparejado no sólo la anulación o la muerte del
Estado sino dos imaginarios de la realidad argentina: por un lado, emergen los rostros
fatídicos de cuerpos torturados, exterminados o desaparecidos que revelan el monstruo
político de un Estado genocida en el que la vida se configura con el rostro de la muerte; por
otro, el desencanto, la banalidad televisiva, la barbarie callejera, la miseria corrosiva bailan
al compás de la cumbia villera, bajo los estímulos de vicios que tienen como objetivos
captar jóvenes, ya sea como espectadores pasivos o consumidores, pero casi nunca como
creadores o protagonistas. En este contexto, la vida sólo tiene como garantía el cuerpo de

[167]
los sujetos, como un modo de anclarse en el tiempo, de ahí la irrupción de fenómenos
nuevos como el tatuaje que cobran gran presencia en las manifestaciones juveniles.
Precisamente en Argentina la apropiación del sentido de la biopolítica 0 permite
revisar la impronta de los nacionalismos homogeneizantes de nuestra historia, como así
también la desarticulación social con nuestros interregnos dictatoriales hasta llegar a la
crisis del 2001 con el vacío del Estado, el descreimiento de las instituciones, de los
políticos y la expansión de la pobreza hacia las capas de clase media.
En el contexto de la literatura argentina, a partir de la dictadura se alteran los
modelos de “representación de lo real” y anidan los cruces discursivos de la historia, el
testimonio, lo policial o lo fundacional como voces refractarias de las memorias. He aquí la
tensión en que se debate la literatura, en tanto espacio intersticial y al mismo tiempo
ubicuo, como registro que aloja las memorias o como discurso pastiche o silenciado del
ayer, una memoria de simulacros, verdades falseadas o aún peor, vacías de huellas, capaces
de erigirse en la página en blanco, en la desmemoria, en el olvido absoluto. El borramiento
de toda inscripción, la anulación de los trazos, la ausencia de ruinas impera en la textura de
los ’90, connotando la crisis referencial, los estallidos identitarios y los abusos políticos
como visión apocalíptica del neoliberalismo finisecular.
Por lo tanto, ¿cómo situar entonces a la literatura regional, particularmente en
Jujuy, en relación con las polémicas entradas o atraso de la modernidad y posmodernidad,
en la impronta y caída de la corriente neoliberal, y al mismo tiempo en el resurgimiento de
las nuevas corrientes estéticas, colectivos sociales y representaciones identitarias que se
ubican en los pliegues o en las zonas planas de la cultura urbana?
El propósito de nuestro proyecto aspira indagar si las manifestaciones literarias de
Jujuy se encuadran desde los parámetros de la las llamadas “generación 00”, “literaturas
posautónomas”, como afirma Josefina Ludmer, una “fabricación del presente” como
horizonte de las nuevas ficciones que no funcionan como anti-literaturas, al estilo
vanguardista, sino como no-literatura, “el estar afuera del poema, el nopoema” o
“literaturas etnográficas” (según la formulación de Sarlo), cuyas obras desmantelan el
presente, formatean la cotidianeidad rasgada por el dolor y el peligro; pero también ofrecen
formas de vida como modos alternativos al sistema biopolítico, de reinvención para
combatir un modelo de humanidad normalizada y de resistencia a la tradición literaria y al
mercado de consumo. Así, Anahí Mallol afirma “que estos poetas saben que lo privado es
0
Las tendencias en el campo de la biopolítica asumen diferentes voces y orientaciones (desde Foucault,
Deleuze, Agamben, Negri, Butler, Espósito, Lazzarato; pero también desde investigadores argentinos que
adaptan estos postulados como herramienta para pensar la Argentina -como el caso de Mónica Cragnolini.

[168]
político”; mientras que Tamara Kamenszain es más directa al sostener que no se trata de
fabricar coloquialismos impostados ni cuestionarse los intimismos, estos poetas “no son
coloquiales ni intimistas. Estos jóvenes del nuevo milenio no escriben, si por escritura se
entiende una operación meramente formal”. Es decir, para esta autora, “la programación
poética está finalizada”. A estas voces críticas hay que sumar las de Mazzoni y Selci,
quienes sostienen que “todos podemos ser poetas”, ¿implica, por tanto, la irrupción de una
especie de “poesía de la cualquerización”? Por su lado, Daniel Freidemberg habla que “una
estética de cambalache y el revoltijo” puede terminar con la poesía y “legalizar cualquier
chantada”. Para Andrea Giunta, el arte argentino, después del significativo 2001, entra en
una etapa de “poscrisis”, en la que la gratuidad y superficialidad del arte pueden ser leídas
como una experiencia “intensa”, provocadora, contrapuntística, “de extrañamiento” que va
más allá de un horizonte escéptico. La narrativa actual, según Sandra Contreras, puede ser
definida como incluida dentro de un sistema de “economías literarias”, en tanto legado de
la tradición realista y populista en la literatura argentina –en la que las obras de Puig, Saer
y Aira ocupan un lugar central. Nos encontramos, por tanto, ante una reactualización del
realismo, pero ahora con las características de ser barrial, periférico, marginal y “proleta”.
Una reactualización de aquella fuerte tradición literaria argentina en donde se agotan los
principales ejes estético-ideológicos del populismo: la representación clásica, nostálgica o
revolucionaria, ahora es remplazada por el vacío representacional, el ocio, la artesanía, la
farsa, la banalidad y la superproducción.
El tejido ensayístico donde confluyen las obras de Ludmer, Sarlo, Contreras, García
Canclini, Giunta, Kamenzain y otros, referidos al fin o renovación de los estatutos del arte
y, entre ellos, de la literatura, reafirman no sólo la vitalidad del campo académico que
intenta teorizar sobre las provisoriedad y vulnerabilidad de un espacio endeble; sino un
espacio que está diseñándose y reconfigurando velozmente. Es aquí donde las siguientes
palabras son altamente esclarecedoras:

Leer algo que se está produciendo prácticamente ahora, leer la literatura bien actual es
un modo de pensar y discutir el presente. En este punto en que la bibliografía falta, la
academia encuentra uno de sus caminos menos seguros, pero más productivos: la

apuesta por la nueva literatura0.

0
Elsa Drucaroff, “Como se construye el canon”, entrevista en revista Ñ, Buenos Aires, sábado 30 de mayo
de 2009.

[169]
Es decir nos encontramos ante poéticas contaminadas de posturas críticas “neo-
post” o un “arte de lo inminente donde el disenso es posible” 0. Estas categorías nuevas
ayudan a explicar el “fenómeno del intersticio artístico”, un espacio fronterizo donde
conviven múltiples herencias y lenguajes expresivos, convalidando el encuentro vital y
generando, en consecuencia, una provocación a las teorías del arte y literarias que
quedaron desprovistas de sus campos autónomos como ámbitos de legitimación de la
actividad creadora y de la producción de conocimientos.
En este marco pretendemos ahondar las genealogías, rupturas, convivencia de
estéticas residuales, dominantes y emergentes en los ’90 y el curso del siglo XXI. Vamos a
indagar de qué modo las obras que analizaremos dibujan un mapa diverso en donde
cohabita simultáneamente un abanico estético plural y contradictorio a la hora de diseñar
un mapa literario de la generación reciente de escritores. Diversas tendencias que van
desde lo más intimista hasta un realismo desnudo y cotidiano, un fantástico paródico y una
escritura de gran densidad paranoica, con ecos del neobarroco y lo “neobarroso”. Una
suerte de caleidoscopio, es decir un abanico de tendencias prismáticas que coexisten, desde
su diversidad estética, en un mismo espacio creativo con ecos y cruces interdiscursivos y
transgenéricos.
Además, el desmantelamiento de las antinomias inclusión/exclusión, local/global,
literario/no literario, individualismo/convivencia tan delimitada desde la ilustración hasta
mediado el siglo XX, –ya que hasta las diversas vanguardias propiciaron la disputa en el
seno del campo artístico, en tanto literatura y antiliteratura– se enfrenta hoy ante otro
corrimiento, lo “no-literario” gestado por las mixturas de los videos-juegos, los videos
profesionales y caseros que se pueden ver en You Tube, en performances o recitales como
en el espacio mediático, la televisión, el cine alternativo o como el virtual del chat, los
SMS, Internet, los correos electrónicos, blogs literarios, en donde se desintegran los límites
entre lo público y lo privado, desintegración que si bien ya se había experimentado en
varias estéticas anteriores, la diferencia recae en que en el escenario actual no se aspira
instalar nuevas “poses artísticas” sino que se celebra la “imbricación estética”.

0
Néstor García Canclini, La sociedad sin relato (Buenos Aires, Katz, 2010).

[170]
Quizás las definiciones antropológicas de los trends0 o la propuesta de la
convivencia de Marc Abéles en un contexto de globalización y densidad anónima de la
supervivencia, manifiesta en las redes sociales de Twitter o Facebook –que potencian la
exposición de la intimidad, un muestrario de lo propio en manos de la extranjería de
“amigos” virtuales– sirven también como vehículos artísticos como ya lo manifiesta la
blogósfera literaria.
Literaturas indefinidas que van más allá de la realidad y la ficción, escrituras de un
presente en permanente éxodo, que exigen no sólo un nuevo andamiaje de la crítica
literaria sino también una nueva episteme transdisciplinaria que posibilite otras estrategias
de lectura, otras herramientas para determinar los géneros, el valor literario y el lugar
cultural que ocupan. Estos géneros, como lo afirma Ludmer en la entrevista ya citada,

Toman la forma del testimonio, la autobiografía, el reportaje periodístico, la crónica, el


diario íntimo, y hasta de la etnografía (muchas veces con algún “género literario”
injertado en su interior: policial o ciencia ficción por ejemplo). Salen de la literatura y
entran a “la realidad” y a lo cotidiano, a la realidad de lo cotidiano [y lo cotidiano es la
TV y los medios, los blogs, el email, internet, etc.].

Al deshacer las fronteras, el campo queda abierto a diversos subproyectos que


nutrirán el programa de investigación, en donde la biopolítica, los estudios de frontera, la
migrancia y diáspora cultural, las teorías literarias latinoamericanas sobre los la
reconfiguración del objeto literario y disolución de los géneros, los estudios de recepción
mediática, los trabajos de memorias de la represión dictatorial y otras metodologías puedan
nutrir la mirada actual acerca de cómo se construye la literatura jujeña en los primeros
tramos del nuevo siglo.

Objetivos generales
• Relocalizar el sistema literario argentino con los aportes investigativos y estudios
específicos sobre la literatura de las regiones.
• Contribuir a los estudios regionales y locales desde la sistematización de las producciones
literarias de las últimas décadas de la literatura jujeña.

0
Noción provista por Maritza Urteaga para referirse a esta generación que llama “especialistas de la
expresión” integrada por jóvenes entre 21 y 32 años, solteros, sin hijos, nacidos en la ciudad, de clase media
baja a media que viven con su familia o en departamentos y se especializan en actividades creativas y
artísticas como diseño, fotografía, publicidad, arquitectura, música, artes plásticas, serigrafía, arte visual,
promotores culturales, teatro. Comparten una “pasión emprendedora” entre vida-trabajo mediante la
promoción de la autogestión como estrategia para ingresar de manera creativa al mundo del mercado,
ubicándose en la ciudad –por ellos se definen urbícolas- de los sectores altos, medios y más pobres como
espacio de encuentro con la diversidad. Cfr. Canclini, op. cit, 191-193.

[171]
• Problematizar y resituar el campo intelectual, literario, artístico y mediático en Jujuy.
• Cartografiar en Jujuy las estéticas dominantes, las series literarias residuales y las
producciones emergentes de fines del siglo XX y el nuevo milenio, en consonancia con los
desplazamientos generacionales y artísticos en el NOA.
• Reconfigurar el campo literario y cultural del nuevo milenio en Jujuy con el ingreso de
diversas tendencias genéricas, editoriales alternativas, revistas literarias/culturales, blogs
literarios de los escritores o colectivos artísticos, prácticas teatrales y formatos
audiovisuales.
• Promover el pensamiento crítico de la región y solventar el espíritu investigativo en las
unidades académicas del Nivel Superior en la provincia.
• Socializar y difundir los resultados críticos en eventos científicos y en los circuitos del
periodismo cultural de la provincia y del NOA.
• Impulsar la publicación acerca de los avances y resultados de esta investigación para
socializar las redes de construcción del conocimiento.

Objetivos específicos
• Propiciar la recontextualización de taxonomías del pensamiento crítico literario nacional
y latinoamericano acerca de la crisis del objeto literatura en consonancia con los actuales
dispositivos de la cultural local y global.
• Indagar acerca de los factores determinantes en la constitución del canon literario de
Jujuy a partir de los años noventa y la nueva centuria y su proyección en las instituciones
educativas.
• Abordar la literatura argentina 00 como del arte del siglo XXI en sus múltiples lenguajes,
con el propósito de revelar su impacto proyectivo o propulsor de otras estéticas en el NOA
y en Jujuy particularmente.
• Analizar la diversidad genérica, temática y discursiva de la literatura jujeña de las últimas
décadas hasta la actualidad desde perspectivas teórico-metodológicas múltiples e
interdisciplinarias.
• Investigar en la prensa cultural de Salta y Jujuy los modos de representación de las
experiencias artísticas, desentrañar las lógicas de las luchas por la hegemonía cultural y su
impacto en el campo cultural de la región.
• Investigar los blogs como espacios de resistencia contra la hegemonía de las editoriales y
como esferas alternativas de producción, circulación y socialización de textos.

[172]
• Analizar la producción documental jujeña sobre escritores de la provincia de Jujuy y
promover su estudio desde el campo literario y artístico local.
• Sistematizar y diseñar el escenario de la dramaturgia y espectáculo teatral en Jujuy como
mosaico estético alternativo.

Metodología
Nuestras rutas de conocimiento pretenden constatar:
• Si es posible convalidar un sistema literario que, a diferencia de décadas anteriores
centraban los horizontes a grupos o mecenazgos, revele una diversidad de posturas
estéticas.
• Si las corrientes de pensamiento crítico latinoamericano y nacional contribuyen a una
mirada descolonizadora del conocimiento regional.
• Si las estrategias discursivas de los ’90 y siglo XXI en la literatura nacional son
proyectadas mediante genealogías literarias a las tendencias estéticas del corpus de
literatura jujeña o si éstas permiten avizorar un modelo estético propio con otras
discursividades y productos artísticos virtuales.
• Si las crisis de las formas, la disolución de los géneros en el contexto del nuevo milenio y
las tendencias literarias, artísticas, virtuales, audiovisuales y del periodismo cultural de las
últimas décadas y la nueva centuria configuran en Jujuy una cartografía literaria autónoma
con estéticas y generaciones literarias renovadoras.
Para ello pretendemos establecer las variables de contrastación sobre concepciones
epistemológicas literarias contemporáneas argentinas y latinoamericanas, a fin de evaluar
las diferencias y posicionamientos con las posturas literarias regionales del NOA y
proponer hipótesis explicativas sobre la literatura, el arte y el periodismo cultural desde las
décadas 70/80, los ’90 y el presente siglo. Si bien los diferentes investigadores postulan sus
adhesiones teórico-metodológicas pertinentes a sus temáticas y corpus asumimos como
equipo confrontar diferentes concepciones epistemológicas sobre el objeto literatura-arte-
periodismo-cultura audiovisual y virtual-identidades/subjetividades en contextos de
posmodernidad y globalización y su impronta en los estudios críticos latinoamericanos
como argentinos.
En dicho marco se pretende particularmente ahondar por qué en los ’90 y
comienzos del 2000 se avizora un grupo de escritores jóvenes, como así también de artistas
y periodistas culturales de diversos tránsitos literarios y académicos que revelan una gran
heterogeneidad no sólo por las elecciones estéticas sino por sus posturas ante el sistema

[173]
literario de la región NOA, el campo literario en Jujuy y la conformación de potenciales
generaciones.
Este “mapa provisional” que relocaliza los sistemas de representación: cuerpo,
ciudades, identidades y memoria en el pasaje de la era posdictatorial a la era democrática y
neoliberal, hacen que las transformaciones provocadas por la globalización y la
posmodernidad retome la cultura urbana pero como espacios “ex-céntricos” tanto por la
irradiación centrífuga hacia los bordes como también por los desplazamientos estéticos
hacia la “seductora marginalidad”.
Nuestras tareas metodológicas, por lo tanto, apelarán a la:
1. Revisión, sistematización y exploración del material bibliográfico existente.
Recopilación de datos y fichaje de artículos, reseñas o información sobre la literatura
en Jujuy presente en eventos científicos, revistas académicas, literarias, culturales,
suplementos culturales, investigaciones académicas, publicaciones críticas, antologías,
presentaciones de libros, feria del libro de Jujuy, mesas de escritores, entre otros.
2. Lectura crítica y metacrítica de los aportes teóricos que configuran el estado del arte.
Sistematización de otros espacios de publicación, difusión o formatos de publicación
donde circula la literatura en Jujuy: ferias, muestras de colectivos, blogs literarios,
performance, encuentros de artistas. Programas de eventos académicos, capacitaciones,
programas de cátedra en IES y Facultades, ferias de libros, presentaciones de libros,
charlas con escritores en Jujuy, NOA y resto del país. Proyectos de investigación,
avances, tesinas de IES o universidades.
3. Entrevistas, encuestas, notas de opinión sobre la literatura jujeña en el siglo XXI a
distintos referentes del estudio específico. Lectura contrastiva del material bibliográfico
y de las entrevistas para realizar una síntesis y definir un posicionamiento teórico.
4. Elaboración de un archivo e inventario de las obras publicadas de esta novísima
generación durante el 2000 a 2011. Selección de variables para la selección y
organización de la matriz cultural y literaria en Jujuy a partir de antologías, premios,
colecciones, certámenes literarios en la capital de la provincia y otras localidades.
5. Trazado intertextual entre la literatura y las producciones estéticas/ bibliográficas sobre
el arte del siglo XXI.
6. Determinar el corpus de trabajo de acuerdo con los procesos y variables de
canonización en la primera década del siglo XXI.
7. Constitución de categorías analíticas para los estudios literarios y artísticos del nuevo
milenio.

[174]
8. Abordaje de las categorías de análisis para la configuración del campo cultural-crítico y
literario de la nueva centuria.
9. Esbozo del mapa estético en Jujuy. Convivencia de tendencias heterogéneas. Muestreo
de las genealogías, series literarias, nichos conservadores y emergentes transgresores.
10. Diseño del mapa caleidoscópico de la literatura, dramaturgia, periodismo y cultura
audiovisual y virtual Jujuy en las últimas décadas.

[175]
18. UTOPÍA DEMOCRÁTICA, CRISIS Y MEMORIAS
La literatura en Jujuy en el cambio de milenio

Director del Proyecto: Reynaldo Castro.

Unidad a la que pertenece el Proyecto: Unidad de Investigación “Pensamiento


latinoamericano, relaciones interculturales e interétnicas”. Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales, UNJu.

Otras instituciones y/o actor/es que participan en el proyecto:


 Dirección de Gabinete de Cultura de la UNJu
 Instituto de Educación Superior (IES) N° 10 de Libertador General San Martín
 IES N° 9 de San Pedro de Jujuy
 IES N° 2 de Tilcara
Cabe destacar que ya está aprobado el dictamen en Cultura de la Universidad Nacional de
Jujuy para que el proyecto pueda ponerse en curso en el mes de marzo del 2012.
Asimismo, también es pertinente remarcar que con los IES existen acuerdos para que en
sus establecimientos se dicte este curso debido a que en sus ofertas de estudios incluyen la
carrera “Profesor de Lengua y Literatura”

Denominación del Proyecto


La literatura en Jujuy en el cambio de milenio: utopía democrática, crisis y memorias. Una
propuesta de capacitación que articulará resultados de la investigación universitaria con la
formación de docentes de otros niveles de educación.

Categoría del proyecto en la que se inscribe: C

[176]
Relevancia y justificación del proyecto
EL CONTEXTO. El impacto del menemismo y la política neoliberal en la región periférica
del NOA profundizaron el grado de vulnerabilidad del tejido social en sus marginales
provincias y la crisis política-financiera particularmente en Jujuy que derivó en una
catarata caótica de inestabilidad social, paralización de los agentes del Estado, caída de la
industria local e ingobernabilidad provincial.
Dicho contexto de pobreza, exclusión nacional y reclamo permanente hacen que
estas dos décadas reafirmen un periodo de marginalidad y emergencia económica continúa
en Jujuy. Y precisamente en este escenario se aloja la producción literaria que pretende ser
el horizonte de análisis y reflexión crítica del presente proyecto.

EL PROBLEMA. En las últimas décadas, la literatura argentina altera los modelos de


“representación de lo real” y anida los cruces discursivos de la historia, el testimonio, lo
policial o lo fundacional como voces refractarias de las memorias. He aquí la tensión en
que se debate la literatura en tanto espacio intersticial y al mismo tiempo ubicuo, como
registro que aloja la memoria o como discurso pastiche o silenciado del ayer, una memoria
de simulacros, verdades falseadas o aún peor, vacías de huellas, capaces de erigirse en la
página en blanco, en la desmemoria, en el olvido absoluto. El borramiento de toda
inscripción, la anulación de los trazos, la ausencia de ruinas impera en la textura de los ’90,
connotando la crisis referencial, los estallidos identitarios y los abusos políticos como
visión apocalíptica del neoliberalismo finisecular.
Literaturas indefinidas que van más allá de la realidad y la ficción, escrituras de un
presente en permanente éxodo, que exigen no sólo un nuevo andamiaje de la crítica
literaria sino también una nueva episteme transdisciplinaria que posibilite otras estrategias
de lectura, otras herramientas para determinar los géneros, el valor literario y el lugar
cultural que ocupan.

ANTECEDENTES DEL TEMA. Este proyecto de articulación se basa en el trabajo de


investigación “Cartografía literaria del NOA de los ’90 y la nueva centuria: Estación
Jujuy”, aprobado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Estudios Regionales (Secter) que
desarrollamos con la Dra. Alejandra Nallim y un grupo de investigadores de nuestra
Facultad. También toma como punto de partida el capítulo “Campo literario jujeño en la
década del noventa: El fin de la inocencia” que fue escrito en el marco del proyecto de
investigación que dirigió el historiado Marcelo Lagos: “El impacto de políticas

[177]
neoliberales en una provincia marginal. El caso de Jujuy, 1976-1999”. Proyecto subsidiado
por la Secter / UNJu y desarrollado entre diciembre de 2003 y diciembre de 2007.

Identificación de los destinatarios primarios o actores sociales:


a) Docentes de Lengua y Literatura, Historia, Sociología, Comunicación y profesores
especializados en Literatura del NOA
b) Alumnos de las carreras del Profesorado para la EGB 3 y ED. Polimodal en Lengua y
Literatura
c) Alumnos de las carreras docentes de nivel universitario, de la Licenciatura en Letras y
de maestrías.
d) Equipos de capacitación e investigación sobre cultura y literatura del NOA.
e) Críticos y periodistas culturales del NOA.

Metodología del trabajo


El desarrollo de esta actividad de articulación tendrá dos partes bien definidas. Por un lado,
las clases teóricas en la que se desarrollarán los conceptos centrales y aquellos que
pudieran resultar problemáticos para los cursantes. Por otro, en las clases prácticas se
analizarán documentos (libros, revistas, blogs, etc.) de autores que ya tiene una trayectoria
visible, como la de jóvenes escritores emergentes.
En las clases teóricas, los docentes responsables presentarán los temas, los
desarrollará y promoverá una discusión. En tanto que en las clases prácticas serán los
cursantes los encargados de presentar los temas, ya sea en forma individual o grupal; para
una mejor actuación, los cursantes deberán relacionar los conceptos desarrollados en las
clases teóricas y sus posibles aplicaciones (o no) en las lecturas de los trabajos prácticos.
En esta última modalidad, los docentes harán las veces de orientador y moderador de los
temas que se analicen.
No obstante que existe una definición bien marcada entre las clases teóricas y
prácticas, continuamente se buscarán relaciones oblicuas que articulen los conceptos y
temáticas planteadas. Esto sin perder la especificidad de cada modalidad.

Objetivos Generales
 Generar un espacio de revisión teórica, discusión y análisis acerca de la Literatura
Jujeña en articulación con la cultura y literatura del NOA.

[178]
 Contribuir al estudio sistémico de la cultura y literatura jujeña en particular en
consonancia con la literatura argentina de los ’90 y la nueva centuria.
 Fortalecer el campo de investigación literaria y cultural de las últimas tendencias
estéticas en Jujuy y promover el pensamiento crítico en estudios de postgrado.

Objetivos específicos
 Iluminar las tendencias estéticas actuales del sistema literario en Jujuy y las
discursividades socio-culturales vigentes.
 Abordar las producciones literarias y otras manifestaciones culturales de las dos
últimas décadas en Jujuy.
 Socializar las redes literarias que diseñan la cartografía literaria y cultural de Jujuy y
conforman la nueva malla geocultural del NOA entre los ’90 y el Bicentenario

Descripción de contenidos
1. La oralidad como performance. El debate oralidad / literacidad. La poesía anónima: el
caso del Cancionero Popular de Jujuy. Otros casos de literatura anónima: leyendas,
cuentos, mitos, relatos, etc.
2. Una marca de nacimiento: el origen social de los escritores. El campo y la ciudad.
Desplazados, excéntricos y outsiders. Los primeros escritores y los fundadores del
campo literario local. Grupos literarios: la irrupción de La Carpa y Tarja.
3. Héctor Tizón, el autor más reconocido fuera de su aldea. La construcción de la figura
de un escritor de fronteras. Exilio y compromiso. Un escritor en el ocaso.
4. Los pliegues de las memorias de la represión dictatorial. Alcira Fidalgo: ¿es posible
escribir poesía después de la ESMA? La Nueva Historia: la consolidación de un campo
de investigación regional.
5. Ernesto Aguirre, Saúl Solano y José Soto: Espejo astillado. ¿Una vanguardia local?
Historietas o las malas palabras premeditadas. La poesía de la posdictadura: entre la
utopía democrática y la indignación por las atrocidades de la dictadura. Manifiestos:
Burros pardos, militantes y palabras. Álvaro Cormenzana: el enfermo de las palabras.
6. Perspectiva crítica latinoamericana de la literatura de género. Literatura de viaje,
femenina, testimonial y autobiográfica. Los casos de Libertad Demitrópulos y Leonor
Pichetti. Proyecciones y fracturas en la narrativa de Undiano y Quiroga.

[179]
7. Campo literario de los 90: El fin de la inocencia. La irrupción de la Nueva Poesía. Los
narradores de fin de siglo: una escritura que viene de la muerte. Un ciclo que se cierra:
la ley para escritores, la editorial universitaria, el suplemento literario dirigido por
Néstor Groppa y el posicionamiento fuerte de algunos estilos literarios.
8. La generación 00: una literatura de la realidad-ficción, posautónoma, de la inminencia,
etnográfica, de la “presentificación” y el imperio realista. Estéticas del nuevo milenio:
los diversos realismos, herederos del neobarroco, neo-objetivismo y neo-elegíaca. El
realismo sucio y la escritura de los márgenes en la narrativa. La emergencia del
microrrelato y un escritor casi olvidado: Luis Wayar.
9. La novísima poesía: caleidoscopio estético. Otros circuitos literarios: minilibros,
publicaciones caseras y colectivas. Ediciones alternativas. La proliferación de los blogs
literarios en Jujuy. La aldea blogal. El retorno a la “oralidad” y a la poesía anónima en
el siglo XXI. El inglés de los huesos: Niall Binns.

Resultados
Se espera que al finalizar, los docentes y estudiantes que hayan asistido a esta articulación
estén en condiciones de: a) conocer, valorar y ponderar a los autores más significativos de
nuestra provincia, en un estudio sincrónico; b) relacionar las significaciones, metáforas y
compromisos que nuestros autores más significativos expresan por medio de su literatura,
c) que puedan interpretar de una manera más ajustada las distintas problemáticas que se
desarrollan en Jujuy y que tienen una repercusión en el terreno literario.
Los docentes para recibir una certificación de esta instancia deberán preparar
material didáctico, modelos de clases prácticas y pequeñas biografías de los autores que se
presenten.

Sustentabilidad
Dado que pocos docentes tienen, en su currícula, una formación específica sobre la
literatura jujeña (salvo los docentes que se forman en el IES N° 5 de San Pedro o en el IES
N° 2 de Tilcara, no existen cátedras que formen a los futuros profesores en competencias
sobre la literatura local) pensamos que un grupo numeroso de profesores de literatura
estará interesado por darle continuidad a esta propuesta. Sostenemos, por tanto, que esta
articulación entre investigación y capacitación podrá autogestionarse con la ayuda logística
de los IES que se comprometen en esta primera vez, más los que sumen en el futuro.

[180]
CRONOLOGÍA DE LIBROS CONSULTADOS
Apéndice

Referencias:
+: poesía
°: narrativa
*: ensayo

1931 + Puya-Puyas de Domingo Zerpa.


1934 + Cancionero popular de Jujuy, Juan Alfonso Carrizo (comp.).
* El asesinato de Rafael Tauler: perpetrado por las autoridades y amparado
1938 por la justicia; un drama del far-west en la puna de Jujuy; la situación de Jujuy
- una vergüenza nacional de Benjamín Villafañe.
+ Erques y cajas de Zerpa.
1942 ° El Terruño de Daniel Ovejero.
+ Huerto de Raúl Galán.
+ Serenata de Nardes Dofigal (seudónimo de Andrés Fidalgo).
1943
+ Aires jujeños de Tito U. Maggi.
1944 + Fundación en el cielo de Jorge Calvetti.
1945 ° La Fontana del Santo de Ovejero.
1947 + Tiempo ensimismado de Mario Busignani.
1948 + Memoria terrestre de Calvetti.
1949 ° Alabanza del norte de Calvetti.
1950 + Memoria del asombro de Busignani.
+ Muerte, animal y perfume de Libertad Demitrópulos.
1951
+ Se me ha perdido una niña de Galán.
1952 + Carne de tierra de Galán.
1954 + Taller de muestras de Néstor Groppa.
1955 Primer número de la revista Tarja.
1957 + Libro de homenaje de Calvetti.
+ Indio de carga y + Romance del tipógrafo de Groppa.
1958
*La copla de Andrés Fidalgo.
[181]
+ Cancionero popular de Jujuy (reedición), Juan Alfonso Carrizo (comp.).
1959
+ Imágenes para un río de Busignani.
Finaliza, en su número 16, la revista Tarja.
Groppa inicia la “literaria” del diario Pregón.
+ Los herederos de Groppa.
1960
º A un costado de los rieles de Héctor Tizón.
+ Ala de rosa y alba de cereza de Zerpa.
+ Ahora o nunca de Galán.
* Elementos de poética de Fidalgo.
1961
* Juan Carlos Dávalos de Calvetti.
+ Blanca y celeste de Zerpa.
1962
+ Cantos para Jujuy de María Oyuela de Pemberton.
1964 º Los pájaros del bosque de Leonor Picchetti.
1965 * Breves toponimia y vocabularios jujeños de Fidalgo.
+ En el tiempo labrador de Groppa.
º La palabra mágica de Pichetti.
1966
+°* Obras completas de Galán.
+ Imágenes y conversaciones de Calvetti.
° Los comensales de Demitrópulos.
1967
° Aquí en este destierro de Raúl Dorra.
º Fuego en Casabindo de Tizón.
1969
°+ Poesía y prosa en Jujuy de AAVV.
1970 + Cifras de la apariencia de Busignani.
* Breves toponimia y vocabularios jujeños (2ª edición) y + Toda la voz de
1971 Fidalgo.
º Anamaría de las cuatro palabras de Maggi.
1972 º El cantar del profeta y el bandido y º El jactancioso y la bella de Tizón.
+ Carta terrestre y catálogo de estrellas fugaces de Groppa.
1973
° Huaira Puca y ° El ruego de Lázaro de Ovejero.
1974 + Todo lo demás es cielo de Groppa.
* Panorama de la literatura jujeña de Andrés Fidalgo.
+ Postales de Groppa.
1975
º Sota de bastos, caballo de espadas de Tizón.
+ La puna al son de las cajas de Zerpa.
+ Violetta marina y viola d’amore y + El viento en la casa de Groppa.
1976
+ Sólo de muerte de Calvetti.
1977 + Romance del tipógrafo (2ª edición) de Groppa.
+ Historietas de Ernesto Aguirre.
1978
° La flor de hierro de Demitrópulos.

[182]
+ Almanaque de notas de Groppa.
º De nunca acabar de Miguel Ángel Pereira.
º El traidor venerado y La España borbónica de Tizón.
1980 + Espejo astillado de E. Aguirre, Saúl Solano y Javier Soto.
° Río de las congojas de Demitrópulos
+ Fragmentos del universo (1975-1977) de Miguel Espejo.
1981
+ Cantos para Jujuy de Groppa.
º Sota de bastos, caballo de espadas (2ª edición) de Tizón.
+ Autofagia del náufrago de Pedro Salvador Ale.
+ Días convocados de Busignani.
º Una sonrisa de 32 dientes de Maggi.
1982
° Otras páginas de Pereira.
º El cantar del profeta y el bandido (2da. edición) de Tizón.
+ Pena por Manuel J. Castilla de Alejandro Carrizo.
+ Abra Pampa: En el centenario de su fundación de Zerpa.
+ Palabras de humo de Inés Chiaramelo.
1983 + Eucalar celeste lapacho rosa (y otros nombres del tiempo) de Groppa.
+ Oscura como la palabra luna de Luis Wayar.
+ Mundo de Espejo.
° Sabotaje en el álbum familiar de Demitrópulos.
* Eva Perón de Demitrópulos.
º El instrumentista de Benito Carlos Garzón.
1984
+ Los pasos del viento de Germán Walter Choque Vilca.
º La casa y el viento y º Recuento de Tizón.
* La ilusión lírica de Espejo.
+ Café de la luz de Aguirre.
° Quién pudiera llegar a Ma-Noa de Demitrópulos.
1986
+ Aproximaciones –a la poesía– de Fidalgo.
º Adiós de Carmela Ricotti.
º Antología para destruir de Marcelo Constant.
* Abierto por balance - de la literatura en Jujuy y otras existencias de Groppa.
+ Sin solución de conformidad de Reynaldo Castro.
1987
+ Pilpintos de Maggi.
* Diccionario toponímico jujeño de Antonio Paleari.
* Palabra viviente de Herminia Terrón de Bellomo.
1988 + Cifras del misterio de Nélida Cañas.

[183]
* ¿De quién es la puna? de Fidalgo.
+ Obrador de Groppa.
* El escepticismo militante: Conversaciones con Ernesto Aguirre de Castro.
* Los dioses andinos de Paleari.
º Los tiempos del tiempo por Miguel Ángel Pereira.
º El hombre que llegó a un pueblo y º El viaje de Tizón.
+ Crónicas del buenamor de Aguirre.
+ Cuentos de la mujer y el solitario de Pablo Baca.
1989 + Punk y circo de Jorge Accame.
+ Coplas y variaciones de Fidalgo.
+ º * Reedición facsimilar de Tarja en dos volúmenes.
+ Cancionero popular de Jujuy (reedición) de Juan Alfonso Carrizo (comp.)
* Bibliografía de autores jujeños de Fidalgo y Herminia Terrón de Bellomo.
º Música para corderos de Constant.
1990 º El círculo interno de Espejo.
+ Aproximaciones –a la poesía– (2da. edición) de Fidalgo.
+ Poemas saurios de Sergio “Ututo” Usandivaras.
+ Abacería de Néstor Groppa.
+ Sitial del vuelo de Cañas.
+ Nueva poesía de Jujuy, selección, prólogo y notas de Castro.
1991
+ Erosías de Víctor Ocalo García.
º ¡Sonría por favor! de Fidalgo.
º Cuentos mágicos y de costumbres de Ricotti.
+ Fosa común de Alejandro Carrizo.
+ De donde nace el sol de García.
1992
+ Poemas conjeturales de Calvetti.
º Finalmente de Miguel Ángel Pereira.
+ º Poesía y prosa en Jujuy de AAVV, tomo 2.
+ Epifánicas y otros poemas de García.
1993 + Epístolas y fragmentos de Ángel Negro.
+ Almanaque de notas, tomo II, de Groppa.
+ º Primer certamen literario Premio UNJu de AAVV.
° Un piano en Bahía Desolación de Demitrópulos.
1994 º Seres mágicos de Elena Bossi.
º Breve antología del apodo jujeño de Wayar.

[184]
+ Todos estos años de gente de AAVV.
+ Golja de Accame.
º Bitácora del aire de Alberto Alabí.
1995 + Sofía, in memoriam de Aguirre.
* El teatro en Jujuy de Fidalgo.
º Luz de las crueles provincias de Tizón.
º Habitante del viento de Baca.
+ Este regreso mío de Choque Vilca.
1996 + La brújula rota de Espejo.
* ¿De quién es la puna? (2da. edición) de Fidalgo.
+ Collas de la Quebrada de Fortunato Ramos.
+ Animal de lo desconocido de Cañas.
1997 + Indio de carga y + Taller de muestras (2ª edición de ambos) de Groppa.
º El viaje (2ª edición) y º La mujer de Strasser de Tizón.
+ Jaurías del alba de Cañas.
+ Obra poética de Galán.
+ Anuarios del tiempo, tomo 1, de Groppa.
1998 + Negaciones de Espejo.
° Vida de perros de Ildiko Nassr.
* Jujuy en la década del 50 de Mario Solís.
º Obras escogidas y * Tierras de frontera de Tizón.
º Anuarios del tiempo, tomo 2, de Groppa.
º No esperar nada más de las estrellas de Baca.
+ Cuatro poetas de Accame.
+ Dibujo de mujer de Cañas.
+ La marca de Carrizo.
> Venecia de Accame.
1999
Octogenario, las pelotas! Anti-homenaje a Andrés Fidalgo de AAVV.
+ Estambul de Aguirre.
° La vida es otra cosa de Mita Homs.
* Los caminos de la lengua en la Quebrada de Humahuaca de AAVV.
+ Reunidos al azar de Nassr.
° Extraño y pálido fulgor de Tizón.
° De lapachos florecidos de Pablo Aguiar Cau.
2000
+ Pasajero solo de Patricia Calvelo.

[185]
+ Libro de ondas de Groppa.
* Tierras de frontera (2da. edición) de Tizón.
º Cuidado con el dinosaurio de Accame.
* Leer poesía, leer la muerte de Bossi.
º Gente con gente de Ricardo Dubin.
2001 + Opus citate de García.
+ Anuarios del tiempo, tomo 3, de Groppa.
* Jujuy, 1966 / 1983 de Fidalgo.
° Segovia o de la poesía de Accame
º Uno de elefantes de Accame.
º Al lado de Clara que duerme de Baca.
+ Oficio de aurora de Alcira Fidalgo.
2002 + Anuarios del tiempo, tomo 4, de Groppa.
+ Voy siendo de Estela Mamaní.
º El viejo soldado de Tizón.
+ Olor a tierra mojada de Usandivaras
º Cumbia de Accame.
+ Anuarios del tiempo, tomo 5, de Groppa.
2003
+ Poesía del Noroeste Argentino Siglo XX de Santiago Sylvester.
* Escritos casi póstumos de Fidalgo
º La leyenda de la vicuña de Accame.
+ Una palmera en el fondo del cielo de Cañas.
º Hombre con niebla de Constant.
2004 º Tristezas del Huasamayo de Dubin.
+ Anuarios del tiempo, tomo 6, y Antología poética de Groppa.
º La belleza del mundo y * No es posible callar de Tizón.
* Condición femenina y escritura de AAVV.
º Vacaciones y Cosas que los papás no saben de Accame.
º La conversión de Roque Corimayo de Dubin.
2005 + Anuarios del tiempo, tomo 7, de Groppa.
º La serpiente de las siete cabezas y º El más fuerte pierde de Accame y Bossi.
+ Memoria del olvido de Castro.
º Criaturas de Accame.
2006 º Merengues de Aguiar Cau.
+ Cuatro cartas de un puntero izquierdo de E. Aguirre.

[186]
* El margen, el centro de Osvaldo Aguirre.
* Encuesta a la literatura jujeña contemporánea de AAVV.
+ ° Obras completas de Calvetti.
º Un invencible amor de Constant.
+ Larvario de Espejo.
° Este otoño de Groppa.
+ Taxi compartido de Agustín Guerrero.
+ Plata negra de Marta Killcana.
+ Poemas para sacármelos de encima de Meliza Ortiz.
+ Verano intenso de Quiroga.
º Cuentos completos de Tizón.
º Placeres cotidianos de Nassr
° Los pájaros del bosque y La palabra mágica (2da. edición en un solo libro) de
Pichetti.
2007
+ Anuarios del tiempo, tomo 8, y Volverá el mar de Groppa.
+ °Letras en Jujuy de AAVV.
+ Voces de sombras de Nelson Francisco Muloni.
2011 + Los poemas del jigante de Álvaro Cormenzana.

[187]

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