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PREFACIO

Mi amor por las escrituras hebreas del Antiguo Testamento llegó a mi vida algo más tarde
que mi amor hacia Jesucristo. Pero cada uno de los dos ha reforzado al otro desde que entré
en el mundo del estudio bíblico. Entre las muchas razones, intrínsecamente fascinantes, por
las que el estudio del Antiguo Testamento resulta tan gratificante, para mí la más excitante es
el modo en que siempre consigue añadir una nueva profundidad a mi forma de entender a
Jesús. Me doy cuenta de que, al leer las Escrituras hebreas, estoy haciendo algo que me
proporciona una unión más estrecha con Jesús que la que pueda darme cualquier objeto
arqueológico.
Porque estas eran las palabras que él leyó. Estas eran las historias que él conocía. Eran los
himnos que cantó. Eran las profundidades de la sabiduría y profecía que conformaron toda su
perspectiva de la vida, el universo y todo lo demás. Aquí es donde encontró su forma de
penetrar en la mente de su Padre Dios. Por encima de todo, aquí es donde encontró la forma
de su propia identidad y la meta de su propia misión. En resumen, cuanto más profundizamos
en la comprensión del Antiguo Testamento, más nos acercamos al corazón de Jesús. (¡Después
de todo, la verdad es que Jesús nunca leyó el Nuevo Testamento!) Esta ha sido mi convicción
durante mucho tiempo, y es la convicción que subyace en este libro.
Porque me entristece pensar que hay tantos cristianos hoy en día que aman a Jesús pero
que saben muy poco sobre quién pensaba él que era, y sobre qué había venido a hacer. Jesús
se convierte en una especie de montaje fotográfico compuesto de una azarosa mezcla de
historias sacadas del evangelio, rematadas con cualquiera de las imágenes de él que esté de
moda, incluyendo, recientemente, las caricaturas que hace de Jesús la Nueva Era. Es
arrancado del contexto histórico judío de su propio tiempo, y de sus profundas raíces en las
escrituras hebreas.
Resulta irónico que esta extendida carestía de un conocimiento acerca de Jesús respaldado
por la Biblia esté creciendo justo cuando se produce un nuevo ímpetu y entusiasmo en los
círculos académicos, tanto cristianos como judíos, hacia la investigación histórica acerca de
Jesús. Es la así llamada Tercera Búsqueda, porque el Jesús histórico ya ha generado un buen
número de emocionantes y fascinantes obras de erudición, ¡que a veces casi me persuadieron
a ser un estudiante del Nuevo Testamento en lugar del Antiguo!
Ese sentimiento por lo general desaparecía con bastante rapidez a medida que sentía mi
propia condición de aficionado en ese campo, que hemos de dejar claro en este punto. He sido
muy consciente de que escribir algo sobre el Nuevo Testamento en general, o sobre Jesús en
particular, es como arrastrarse por un campo minado bajo fuego cruzado. No obstante, con la
ayuda de unos cuantos amigos indudablemente eruditos en el Nuevo Testamento, he sido lo
bastante osado como para seguir arrastrándome, intentando tener en cuenta toda la erudición
que fuera imprescindible. Mi consuelo constante ha sido recordarme que no estoy
escribiendo para mis colegas académicos, sino para personas que desean profundizar su
conocimiento de Jesús y de las Escrituras que significaron tanto para él. En este sentido, me
resultó difícil decidir si este sería un libro sobre Jesús a la luz del Antiguo Testamento, o un
libro acerca del Antiguo Testamento a la luz de Jesús. Quizás sea ambas cosas.
También me las he arreglado para satisfacer, con este libro, una pequeña ambición de mi
vida, que era la de escribir por lo menos un libro sin notas de pie de página. Esto, una vez
más, me fue dictado por el tipo de lector que tengo en mente. Los expertos bíblicos
detectarán en cada párrafo las fuentes de muchas de mis ideas, pero resulta tedioso incluirlas
al final de cada página. Mi reconocimiento hacia aquellos de cuyos libros he aprendido tanto
lo reflejo en la lista bibliográfica al final del libro.
Existe una gratitud más personal dirigida hacia los muchos que me han ayudado en el
campo minado, de diversas formas. Primero, a mis estudiantes en el Seminario de la Unión
Bíblica, en Pune, India, que soportaron mis primeras tentativas en este área, bajo el título
«Hermenéutica del Antiguo Testamento». Fue mientras dictaba ese curso que entré en
contacto con los artículos de John Goldingay sobre «El Antiguo Testamento y la fe cristiana:
Jesús y el Antiguo Testamento en Mateo 1-5», en Themelios 8. 1-2, (1982-83). Me
proporcionaron una excelente estructura, primero para aquel curso y luego, con su amable
permiso, para la estructura general de este libro, que está relacionado de forma bastante libre
a los temas de los primeros capítulos del Evangelio de Mateo. En segundo lugar, doy gracias a
Dick France, que me ayudó a fomentar mis investigaciones de aficionado sobre el Nuevo
Testamento con algunas sugerencias bibliográficas muy útiles, que generaron un aluvión de
descubrimientos. Sobra decir que ninguno de estos dos amigos tiene responsabilidad alguna
con respecto al contenido final de este libro.
También debo dar gracias a Kiruba Easteraj y a la familia Selvarajah por su hospitalidad y
amabilidad en la Casa de Invitados Montauban, en Ootacamund, India, donde escribí los
primeros capítulos durante las vacaciones de verano.
Mi esposa, Elizabeth, y nuestros cuatro hijos, saben demasiado bien cuánto dependo de su
amor y su apoyo, y a través de los años han aprendido a compartir, o soportar, mi entusiasmo
por el Antiguo Testamento. No necesito de palabras para expresarles mi aprecio, pero al
menos así expreso mi profunda gratitud sobre el papel.
Finalmente, una explicación sobre la dedicatoria. Jim Punton, un hombre que siempre me
hizo pensar, simultáneamente, en Amós y su pasión profética por la justicia, y en Jesús y su
calidez y amistad, fue el primero en sembrar la semilla de este libro. «Chris», me dijo una vez,
rodeándome los hombros como si fuera mi tío, «tienes que escribir un libro sobre cómo el
Antiguo Testamento influyó en Jesús». Eso fue hace casi diez años. Desgraciadamente, la
muerte prematura de Jim impide que pueda juzgar si lo que he conseguido es lo que él tenía
en mente.

Chris Wright
All Nations Christian College
Ware, Inglaterra

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