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El estudio fue hecho con 100.000 personas de nacionalidad francesa que eran
saludables y cuyo promedio de edad era 42 años. Al analizar durante cinco años a
los participantes que consumían cualquier bebida –gaseosas, jugos, limonadas- que
tuvieran más de cinco por ciento de azúcar, los científicos advirtieron un riesgo de
18 por ciento de aumento del riesgo de tener cáncer. El riesgo fue mayor para las
mujeres quienes tuvieron 22 por ciento más probabilidades de tener cáncer de seno.
“El principal motor de esta asociación parece ser el azúcar. Cuando solo miramos al
contenido de azúcar por 100 mililitros, la coca cola y el jugo 100 por ciento de
naranja son lo mismo. De modo que no es raro que observemos esta asociación
también en los jugos de fruta”, dice la epidemióloga Mathilde Touvier, del Centro
de investigación y epidemiología de la Sorbona en París y quien dirigió el estudio.
Este resultado aplica para todas aquellas bebidas a las que se les agrega dulce. Una
persona que toma una taza de té con dos cucharadas de azúcar también estaría
generando ese riesgo. Aclaró que una bebida azucarada ocasional no es problema,
pero si lo es hacerlo habitualmente. Por eso, la conclusión del trabajo no es que la
gente deje de tomar jugos. “Como sucede a menudo en nutrición, la idea no es evitar
las comidas sino tener una ingesta balanceada”, dice Touvier.
A pesar de estos resultados, algunos expertos señalaron que había que ser cauteloso
a la hora de leer las conclusiones del estudio, que si bien encontró una asociación,
no pudo establecer una relación de causa y efecto, es decir que el azúcar cause
cáncer.
“La recomendación de los expertos es consumir menos de una bebida de estas al día
pues si lo hace esporádicamente no será un problema pero si toma un vaso al día
puede aumentar el riesgo no solo de cáncer sino de otras enfermedades también”,
concluye el trabajo.
Como el estudio fue observacional la autora hace un llamado a investigar más sobre
el asunto pues podrían existir mecanismos biológicos, como el impacto del azúcar
en la grasa visceral (alrededor del hígado y el páncreas), que incrementarían el
riesgo de cáncer.