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Montaje rítmico

Para Marcel Martin, el aspecto rítmico es la forma primaria, elemental y técnica del
montaje y, a la vez, es uno de las cuestiones más difíciles de definir. Por este motivo,
ofrece una serie de factores que influyen en la generación del ritmo audiovisual, y
luego anota dos criterios básicos gracias a los cuales podemos configuras dichos
factores.

Factores que intervienen en la generación del ritmo:

El primero tiene que ver, evidentemente, con la duración de los planos. Es el factor
principal debido a que es sobre el que mayor control tenemos en el momento del
montaje. Los demás, como veremos, vienen generalmente predeterminados desde el
rodaje e incluso desde la etapa de la planificación. Con respecto a la duración,
entonces, podríamos decir que planos de menor duración tienden a configurar un
ritmo más rápido que planos con duraciones más prolongadas.

El segundo parámetro importante es el tamaño de los planos. En este caso, todo indica
que, a mayor tamaño de plano, menor intensidad rítmica, es decir, una sucesión de PG
darán una sensación de lentitud mayor que una sucesión de PP.

El tercer factor se refiere tanto al movimiento interno como al externo del plano. Por
movimiento interno nos referimos a aquel que realizan los personajes y los objetos en
el interior del plano entrando y saliendo del campo, pero también acercándose y
alejándose dentro del mismo. Por movimiento externo, a su vez, nos referimos a todos
los movimientos de cámara (paneo, travelling, grúa, en mano, en estabilizador, etc.) y
ópticos (zoom) posibles. Aquí, cuanto mayor es el movimiento o los movimientos, más
intensidad adquiere el ritmo.

El cuarto factor se relaciona con la composición del plano. La organización de los


elementos y personajes del encuadre en estructuras reconocibles también afectan al
ritmo. Composiciones dinámicas con predominancia de líneas diagonales conducirán a
un ritmo más rápido que composiciones estáticas repletas de horizontales y verticales.
Los puntos de atención derivados de la regla de los tercios y las diferentes ubicaciones
de la línea del horizonte afectan de igual manera al aspecto rítmico del montaje.

El quinto y último parámetro considerado por Martin repercute en el ritmo, pero es


ajeno al montaje propiamente dicho. Estamos hablando de la banda sonora en general,
y de la música en particular. En este punto es importante destacar que el uso de la
música para generar un determinado ritmo sobre una secuencia parece ser el caso más
fácil y efectivo, pero es a la vez el que menos posibilidades de control nos permite, ya
que, de algún modo, solo estamos "importando" un ritmo ajeno a la secuencia y no
generando un ritmo propio y, por ello, más auténtico.

Como podemos apreciar a simple vista, ninguno de estos factores es definitivo, sino
que todos dependen entre sí y funcionan de forma interrelacionada. Además, todos
están sujetos a la inteligibilidad de lo que se muestra en cada plano, es decir, que cada
plano debe tener una duración mínima suficiente como para que podamos entender
aquello que nos pretende mostrar. Teniendo en cuenta todo esto, entonces, pasemos
ahora a tratar los dos criterios básicos para la generación del ritmo desde el montaje.

El ritmo en función de lo que se debe mostrar y de la atención del espectador:

Este primer criterio se ubica dentro de lo que anteriormente hemos descrito como
montaje narrativo e intenta dar solución a una pregunta cuya respuesta es difícil de
explicar, pero fácil de percibir: ¿Cuándo podemos decir que una escena o secuencia
tiene "ritmo" desde el montaje? ¿Cómo saber cuál debe ser la duración exacta de un
plano para que un fragmento de nuestro audiovisual adquiera ese ritmo que no
podemos describir con palabras, pero que es sensible hasta para el más desatento de
los espectadores? La cuestión radica a veces en una diferencia de sólo un cuadro o dos,
y la respuesta, justamente, aparece con claridad únicamente frente a la pantalla. Nos
damos cuenta al instante si una escena fue montada con ritmo o, por el contrario, no
logra introducirnos en el tempo que hipotéticamente debería poseer. A pesar de esta
dificultad, sin embargo, Marcel Martin propone una explicación, tomada nuevamente
de Chartier, que se presenta como sumamente útil por su claridad:

"Una toma no se percibe desde el comienzo hasta el final de una misma manera.


Primero se reconoce y se sitúa: es, si se quiere, una exposición. Entonces se presta una
máxima atención para captar el significado y la razón de ser de la toma: gesto, palabra
o movimiento que promueven el desarrollo. Después la atención disminuye y si el
plano se prolonga se produce un momento de aburrimiento, de impaciencia. Si cada
toma se corta exactamente en el momento en que disminuye la atención para ser
reemplazada por otra, ésta estará siempre en vilo y se podrá decir que la película tiene
ritmo. Lo que se denomina 'ritmo cinematográfico' no es, pues, la captación de las
relaciones de tiempo entre las tomas; es la coincidencia entre la duración de cada
plano y los movimientos de la atención que suscita y satisface. No se trata de un
ritmo temporal abstracto sino de un ritmo de la atención." (Chartier en Martin, 2002:
161).

El ritmo en función de la dominante psicológica (tono) y de la intención del


realizador/ montajista:

Según este otro criterio, enlazado directamente al montaje expresivo, los factores que
definen al ritmo no deben adecuarse necesariamente a los hechos y acontecimientos
que presentan los planos y a la relación que estos mantienen con la atención del
espectador, sino que su configuración se establece de acuerdo al efecto que el
realizador y el montajista desean darle al ritmo más allá de lo que se representa en los
planos. Podemos encontrar, así, las siguientes variantes:

- Ritmo lento: serie de planos de larga duración. Por ejemplo: Hamaca paraguaya (Paz


Encina, 2006)

- Ritmo rápido: serie de planos de corta duración. Por ejemplo:


https://drive.google.com/open?id=1u6IY7x2XnpSuqciQ8OS91jGV8KDMvfFK
- Ritmo acelerado: serie de planos cuya duración se reduce progresivamente. Si este
criterio se combina con un montaje alterno (en una persecución, en un rescate en el
último momento, etc.) la tensión y la vertiginosidad se multiplican. Por ejemplo:

https://drive.google.com/open?id=18RpJlw6bUWqH34gZs5iG11eb59XQ4Pmo

- Ritmo desacelerado: serie de planos cuya duración aumenta progresivamente. Suele


utilizarse luego de un momento crítico, como "descanso" o "relajación" posterior a una
secuencia de gran intensidad. Por ejemplo:

https://drive.google.com/open?id=1d45-pEPfERrUoTCPpb5PyP10c_TxHG_K

-Cambio brusco de ritmo: se dan dos variantes. Por un lado, cuando una serie de planos
de larga duración es interrumpida por un plano de corta duración que suele producir
un efecto de choque sorpresivo en el espectador. Por otro lado, cuando una serie de
planos de corta duración es interrumpida por un plano de larga duración. Esta segunda
opción se vuelve útil en aquellos casos en los que se intenta transmitir una sensación
de espera, intranquilidad, vacío o suspenso. El siguiente ejemplo está construido a
partir de las dos variantes de manera alternativa:

https://drive.google.com/open?id=1guEyVOgvGA29ufvcKqzxZb7BtVSjou9P

Atendiendo entonces a los parámetros y a los criterios que acabamos de desarrollar, y


teniendo en cuenta, además, que todos estos elementos no son reglas fijas sino guías
relativas a cada producción a realizar, tenemos una idea lo suficientemente precisa y
completa acerca de cómo podemos trabajar el aspecto rítmico del montaje.

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