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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL PERÚ

Trabajo final

Trabajo que como parte del curso de Investigación Académica

Lima, julio de 2020


El factor desencadenante de la violencia física y psicológica contra la mujer

Resumen

La violencia física y psicológica contra la mujer se ha ido incrementando y es más


visible ahora ante la sociedad. En la actualidad, más de la mitad de las mujeres de nuestro país
han sido víctimas por algún tipo de violencia. Aunque, aún no existe el factor que causa este
problema social, los episodios que vemos a diario demuestran que el pensamiento machista
guarda relación con el incremento de la violencia conta las mujeres. Cabe resaltar que esta
problemática no es solo de esta época, muy por el contrario, tiene sus inicios desde el origen
de nuestra historia, pues nuestros antepasados consideraban a los hombres como seres
superiores, lo cual les permitía ejercer diversos tipos de abuso contra las mujeres para poder
subyugarlas. Asimismo, se manifiesta la predominación del sexo masculino que se ve
reflejado, hasta la actualidad, en los hogares con estereotipos de crianza machista. De este
modo, el presente artículo analiza la veracidad de la hipótesis sobre el factor desencadenante
de la violencia física y psicológica contra la mujer, se expondrá en un contexto de fácil
comprensión.

Palabras clave: Violencia física y psicológica, factor desencadenante, machismo.

Abstract

Physical and psychological violence against women has been increasing and is now
more visible to society. Currently, more than half of the women in our country have been
victims of some type of violence. Although the factor that causes this social problem does not
yet exist, the episodes that we see daily show that the macho thinking are related to the increase
in violence against women. It should be noted that this problem is not only of this time, on the
contrary, it has its beginnings from the origin of our history, since our ancestors considered
men as superior beings, which allowed them various types of abuse against women to
subjugate them. In the same way, the predominance of the male sex is manifested, which is
reflected, up to the present time, in homes with stereotypes of macho upbringing. In this way,
the present article analyzes the veracity of the hypotheses about the triggering factor of the
physical and psychological violence against women, will expose in a context of easy
understanding.

Keywords: Physical and psychological violence, trigger factor, machismo.

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1. Introducción

En los últimos años se puede evidenciar que la violencia contra la mujer, a pesar de
las medidas preventivas y sancionadoras dadas por el gobierno para frenar estos hechos, ha
ido en notable incremento y cada vez estos actos son cometidos con más ensañamiento, como
se puede apreciar a diario en los medios de comunicación. Al no hallar solución a esta
problemática social, se debe iniciar analizando el causante de ello. Razón por lo cual, se
desarrolla el tema sobre el factor desencadenante de la violencia física y psicológica contra la
mujer en la ciudad de Lima, entre los años 2015 al 2020.
El presente trabajo de investigación se centra en: ¿Cuál es el factor desencadenante
de la violencia física y psicológica contra la mujer en la ciudad de Lima, entre los años 2015
al 2020? Atendiendo a nuestra interrogante buscamos dar a conocer que la cultura machista
es el factor desencadenante de la violencia física y psicológica contra la mujer.
De acuerdo con nuestra hipótesis tomamos como las palabras para realizar nuestra definición
lo siguiente: cultura machista, mediante este concepto buscamos que el lector pueda entender
de manera sencilla el enfoque hacia este contenido controversial, como es el machismo. El
mencionado tema va despertando más interés en nuestra sociedad que está enfocada en estos
últimos años a lograr la igualdad en sus derechos y lograr eliminar pensamientos machistas
con estereotipos muy marcados y adquiridos por herencias culturales. En tal sentido, se crean
diferentes definiciones, entre las más resaltante está la que afirma que la cultura machista se
refiere a que: (Tecla, 2000) El machismo es uno de los factores explicativos de la violencia
doméstica y una muestra de la complejidad de las relaciones intergéneros. […] (De Keijzer,
2002) El machismo es una forma de ser hombre que en nuestro medio aún persiste, toda vez
que no se han consolidado otros modelos de ser hombres. En la experiencia educadora con
varones que hiciera Reprosalud se evidenció en los hombres el temor al cambio. Al dejar de
ser machistas se enfrentan al riesgo de perder su papel aprendido que les da estabilidad. Los
modelos de ser hombres están asociados a la agresividad, al conjunto de atributos, valores,
funciones y conductas que se suponen esenciales al varón en una cultura. (Oblitas, 2009, pp.
302-303).
Dicha cita explica que, por la práctica de una cultura machista se incrementa los casos
de violencia intrafamiliar. Asimismo, se evidencia que el sexo masculino tiene miedo al
cambio del papel que la sociedad ha planteado actualmente con temas de igualdad.
En la actualidad podemos evidenciar que la cultura machista es una práctica que

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viene desde los inicios de nuestra historia; con ideas, pensamientos y costumbres que aún se
practican en nuestra sociedad, donde prevalece la influencia del sexo masculino, en tal sentido
se dice que, el machismo es una conducta individual y colectiva, donde una sociedad se niega
a mirar de frente y a reconocer todas las manifestaciones e implicaciones de la desigualdad
femenina, afirmación que se ha podido corroborar tanto en varones como en mujeres, quienes
aceptan la desigualdad de género como natural. (Oblitas, 2009, p. 313).
De acuerdo con lo mencionado, parte de nuestra sociedad se niega a reconocer y
aceptar temas sobre igualdad femenina, pues estas prácticas son aceptadas por la población
que considera los actos machistas son formas de convivencia natural.
Nuestro tema de investigación será un aporte para nuestra sociedad de manera
especial para las mujeres que enfrentan situaciones de violencia física y psicológica, pues
lograremos identificar el factor que genera este flagelo de la violencia, de esta manera prevenir
nuevos casos y lograr minimizar, mejor aún erradicar este problema en nuestro distrito hasta
alcanzar a vivir en una mejor sociedad.
Finalmente, para entender la relación que tiene la cultura machista con el factor
desencadenante de la violencia contra la mujer en la ciudad de Lima, entre los años 2015 y
2020, se presentan los siguientes argumentos: La valoración superior del sexo masculino
desde nuestros antepasados hasta la actualidad, la educación recibida en los hogares basados
en la cultura machista, la representación de la mujer como el sexo débil y el predominio de
una sociedad machista, por último, una sociedad marcada con el pensamiento que el hombre
es la autoridad y proveedor económico en el hogar.

2. La masculinidad desde la historia antigua

La cultura machista es el factor desencadenante de la violencia física y psicológica


contra la mujer porque desde nuestros antepasados hasta la actualidad se da una valoración
superior del sexo masculino. Es primordial tener en cuenta los antecedentes para nuestra
investigación.

Desde la antigüedad las diversas culturas adoptaron costumbres machistas, donde la


mujer era maltratada y considerada un ser inferior, actualmente aún se evidencia estas
prácticas ancestrales en algunos hogares. El Dr. Gonzales Ojeda comenta: la mujer ha sufrido
a lo largo de la historia muchas formas de maltrato. Las diversas culturas del mundo se guiaban
por sus costumbres sexistas, en la que veían a la mujer como un objeto, un ser de menor
categoría; haciendo hincapié en su “debilidad” para menospreciarla y delegarla a tareas solo

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del hogar. Ello quedó demostrado en los antecedentes de la historia, donde el maltrato hacia
el sexo femenino era influenciado ya sea por aspectos políticos, religiosos, culturales y
sociales de la época. Todo ello en conjunto ha afectado el modo de percibir a la mujer, la cual
ha variado a través de los años, generando inclusive nuevas formas de discriminación hacia
ella. (Gonzales, 2017, p. 74).

De acuerdo con lo mencionado, nuestra sociedad heredó pensamientos y costumbres


machistas que dañan la integridad y dignidad de las mujeres hasta la actualidad.

Así mismo, evidenciamos que la sociedad estuvo siendo educada de manera


incorrecta, debido a que la enseñanza impartida estaba direccionada hacia la violencia y
maltrato al “sexo débil” como lo menciona Oblitas (2009) sobre el comentario que realizó
Tecla (2000), en su investigación Antropología de la violencia, refiere que la violencia no es
innata sino aprendida, y que es producto de ciertos tipos de relaciones y circunstancias que se
pueden modificar. El hombre es educado adiestrado y acostumbrado en y para la violencia,
que influye en la conciencia de dominio y servilismo que tiene que ver con el poder (Salinas,
2006: 70).

Esta cita demuestra que la educación aprendida en la sociedad está dada de manera
errónea pues subestiman a las mujeres imponiendo los deseos del hombre ante cualquier
situación.

Por último, la cabeza de los hogares está representada por los varones, quienes tienen
el dominio, lo cual, evidencia la poca responsabilidad que se le da al sexo femenino, en tal
sentido Vara Horna comenta que: en 2500 años, el sistema patriarcal logró dominar a las
mujeres por medio del control de su sexualidad, del acceso restringido a la riqueza, a la
política, a la educación y por una constante desvalorización en el imaginario social, religioso
y cultural. Las historiadoras del patriarcado sostienen que hay tres momentos clave en la
formación de este sistema opresor: a) el control sexual, b) el control económico y c) el control
social, político y cultural. (Vara, 2014, p. 44).

Según esta cita existe un sistema opresor causante del dominio masculino frente a las
mujeres, este sistema patriarcal queda grabado y marcado en la vida de cada mujer desde su
niñez, sin otra alternativa que aceptar el gran dominio del sexo masculino.

Como se ha podido evidenciar, el hombre ejerce un papel superior al de la mujer,

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pues esto ha sido aprendido desde la antigüedad, lamentablemente, se mantienen estas
costumbres machistas hasta la actualidad. Asimismo, la educación que se les dio a los varones
en sus hogares repercute en la crianza que dan a sus hijos, quienes repiten equivocadamente
las mismas prácticas. En consecuencia, prevalece con mayor intensidad, la superioridad del
hombre ante la mujer, quien es considerada como un objeto de menos valor reafirmando la
cultura machista en la sociedad.

3. Relación de la educación con el machismo

La educación recibida en los hogares basados en la cultura machista es la causa que


promueve el factor desencadenante de la violencia física y psicológica contra la mujer. Por
ello, esta idea tendrá vital importancia para el desarrollo de nuestra investigación.
La educación de todas las personas nace en el hogar, lugar donde se obtienen los
primeros aprendizajes, es por ello, si se percibe el maltrato o violencia en casa se replicará en
el futuro. De este modo: desde nuestros antepasados se mantiene una educación muy peculiar,
pues se dice que la violencia contra la mujer, así como su magnitud nos revela que éste es un
problema social que responde a la permanencia de una cultura con estructuras jerárquicas
patriarcales, donde la mujer es vista como un objeto desechable y maltratable; prueba de ello
es que las múltiples situaciones y acciones que vulneran los derechos humanos de las mujeres
se pueden dar tanto en tiempos de paz como en tiempos de conflicto armado. Se trata de
contextos diferentes que responden a un imaginario cultural similar que limita y arremete
contra el ejercicio pleno de las libertades y derechos de la mujer; enfrentándose así no solo a
la violencia y discriminación de sus familias y su comunidad sino también del Estado. (Beteta
(Ed.), 2005, p. 12).
En tal sentido, la educación que heredó nuestra sociedad está planteada por
estructuras jerarquías que permiten la violencia contra la mujer.

Por consiguiente, los pequeños de casa se encuentran en una formación continua de


adaptación, por lo tanto, tienen patrones repetitivos y ante una situación de violencia
repercutirá en su conducta debido a que la personalidad de los niños se forma mediante sus
experiencias en la casa y el roce con la sociedad. El ambiente más importante es el hogar, pero
un cambio repentino en la sociedad puede repercutir abismalmente en el desarrollo de un niño.
La violencia domestica está en crecimiento en nuestro país. Por tal motivo, los pequeños son
los que sufren las consecuencias de este problema social, la enseñanza según los constructos
de la psicología se obtiene a través de los incentivos y contestación de la sociedad que los

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rodea, si enfocamos esto a la violencia doméstica, se sabe que los pequeños tienen diversas
reacciones ante estas situaciones, pues crea un desorden en sus sentimientos y juicios, puesto
que los protagonistas de estos actos son las personas más cercanas de ellos. Los rasgos que
dejan estos episodios son rápidos de identificar, son marcas que suelen durar mucho tiempo.
(Romo, Anguiano, Pulido y Camacho, 2008, pp. 125-126).

Esta cita nos comenta que las diferentes reacciones que pueden adoptar los niños ante
una situación de violencia en casa y esto repercute de manera negativa en su desarrollo.
Asimismo, la sociedad cumple el rol importante de proteger y evitar que el círculo vicioso de
violencia no trascienda.

En la actualidad evidenciamos que el nivel educativo sufre ciertas carencias para


emitir una educación igualitaria por ello se comenta: que la educación cuyo origen se sustenta
en la democratización del conocimiento y en la ampliación de oportunidades para todos y
todas, podría haberse convertido en una herramienta poderosa en la articulación de un
proyecto de convivencia igualitaria, de formación ciudadana; es decir, en la construcción de
“un nosotros/ nosotras”. […] Podríamos caracterizar el crecimiento del sistema educativo en
el país explicándolo no solamente como resultado de la falta de recursos, sino como la forma
mediante la que, de manera perversa, se incluye y se excluye a la vez […] En dicho contexto,
la ausencia de espacios de reflexión puede contribuir también a la aceptación acrítica de
situaciones de dominación, discriminación e injusticia, muchas de las cuales se siguen
viviendo como “naturales”; la violencia, como vía para el control y el ejercicio de autoridad a
los sujetos bajo tutela, sería una de ellas. En el caso de la educación de las niñas que, tal como
señalan varios estudios que valoran su acceso cada vez más generalizado a la escuela,
lamentablemente se continúa reproduciendo roles estereotipados y reforzando asimetrías de
género tanto en las aulas como fuera de ellas; esto último es lo que se ha definido como el
currículo oculto que, como resulta evidente, afecta a chicos y chicas a lo largo de su vida
escolar. (Vásquez, 2015, pp.14-15).
De acuerdo con esta información, se sigue manteniendo un rol estereotipado en la
educación de niños y niñas. Existe muchas carencias en el sistema educativo, lo cual, no
permite que los pequeños aprendan de manera práctica sobre la igualdad de derechos y les
permita reflexionar ante casos de violencia que ocurren en su entorno.

De lo manifestado, podemos deducir que la educación brindada en los hogares y en


las instituciones públicas o privadas, tienen la función de enseñar bajo nuevos parámetros de

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igualdad, para lograr una sociedad libre de estereotipos patriarcales y machistas.

4. El sexo débil

De acuerdo con nuestra hipótesis, la cultura machista es el factor desencadenante que


produce la violencia física y psicológica contra la mujer, ya que, se representa a la mujer como
el sexo débil en la predominante sociedad machista. Presentaremos como nuestra tercera idea
para el desarrollo de nuestro articulo académico.

La violencia contra las mujeres se ha incrementado en la actualidad, a pesar, que en


la mayoría de los hogares surge de manera silenciosa y desapercibida por la sociedad, en este
contexto, no resulta raro que, pese a rechazar explícitamente las agresiones contra mujeres, su
aceptación abierta sea una norma social Introducción: La necesidad de un doble plural 11
extendida. Según la Encuesta Nacional de Relaciones Sociales (2015), el 53 % de hombres y
el 46 % de mujeres están de acuerdo con que una mujer sea reprendida por su esposo o pareja
si ella no lo atiende o no cumple con sus deberes en el hogar. Posiciones de este tipo recuerdan
vivamente lo que Fuller (2017) denomina como los principios del lazo conyugal: la solidaridad
mutua (intercambio entre recursos económicos aportados por los hombres proveedores y la
contribución de las mujeres: servicios sexuales, reproductivos y domésticos) y la dominación
masculina. (Hernández (Ed.), 2019, pp.10-11).

En tal sentido se está dando una aceptación inconscientemente de violencia, a pesar


de que la mayoría de los hombres ven este problema como algo natural, existe para sorpresa
de muchos, que algunas mujeres que lo ven del mismo modo.

Así mismo, el machismo hace referencia al predomino del varón frente a una mujer
por ello se dice que el dominio del varón prevalece desde la comunidad y cultura, pues se ha
incluido en su sistema de vinculación un conjunto de creencias, valores y actitudes que
siguiendo sus estereotipos de predominación masculina, según esto existe un conjuntos de
creencias y mitos planteados para apoyar la socialización de los varones por ejemplo, el sexo
masculino es más apreciado en temas de género, la vulnerabilidad es solo para el sexo
femenino, el control de una relación tiene que ser estrictamente por el varón, para que el
hombre se sienta seguro en su espacio debe tener el control de todo, finalmente dicen que el
método aprobatorio para el sexo masculino es su desenvolvimiento en la sexualidad; este tipo
de situaciones que se evidencia en nuestra sociedad machista indica que las mujeres viven en
un ambiente totalmente vulnerado, ejerciendo un estereotipo que a la larga evoluciona a la

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violencia contra la mujer. (Deza, 2011, p. 19).
De acuerdo con dicha cita, afirmamos que la sociedad plantea ciertos estereotipos
que son empleados en la actualidad, esto da indicio a que la violencia conta las mujeres sea
visto como algo normal para la sociedad.

Seguidamente, se muestran actos discriminatorios en nuestra sociedad contra las


mujeres y su opción sexual, es una lucha ardua en busca de la igualdad, es por ello que la
prevalencia de estos actos en la sociedad, hacen que las mujeres bisexuales y las lesbianas
sean más vulnerables a la violencia por la doble condición de discriminación, por ser mujeres
y por tener una preferencia sexual distinta a la heterosexual; un claro ejemplo son las mujeres
lesbianas, quienes son víctimas de malos tratos, que no afectan a los gays o los varones
bisexuales, como ser sometidos a pruebas de virginidad o a matrimonios o embarazos
forzados. Las mujeres que se sienten atraídas por otras mujeres corren el riesgo de ser
maltratadas en sociedades donde se considera que llevan la “vergüenza” a sus familias o sus
comunidades. (Gonzales, 2017, p. 29).

En tal sentido, los varones vulneran los derechos de mujeres con otro tipo de
orientación sexual, pues esto se ve de manera continua en la sociedad.
Por lo mencionado, se evidencia que la mujer es vista con inferioridad en la sociedad,
ya que la población mantiene una cultura machista con actos que infringen los derechos del
sexo femenino.

5. Estereotipos influyentes

Finalmente, la sociedad marcada con el pensamiento que el hombre es la autoridad y


proveedor económico en el hogar responde, a que, la cultura machista es el factor que
desencadena la violencia física y psicológica contra la mujer.

La sociedad practica ciertos estereotipos adaptados a nuestra cultura como, que la


violencia hacia la mujer, que generalmente se da en el ámbito de las relaciones conyugales o
de pareja, se sustenta en un conjunto de concepciones y modelos de ser hombre y de ser mujer
que se denominan comúnmente «machismo». El varón se configura como padre, autoridad en
el hogar, trabajador, proveedor, con dominio en lo público. Las mujeres se construyen
socialmente centradas en la maternidad, protegidas por los varones, dedicadas al hogar y a la

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crianza y con dominio en lo privado (Salinas y Carvajal, 2006). Parte de ello se debe a la
organización patriarcal, en donde la mujer y los hijos aparecen subyugados. (Oblitas, 2009, p.
302).

De acuerdo con esta información el machismo está estrictamente marcado por la


sociedad pues ya se tienen roles establecidos para hombres y mujeres, por ello responden a la
violencia contra la mujer.

Por otro lado, las relaciones conyugales tienen tendencia a que el hombre lleva el
control de la relación, de tal modo que se impone la cultura machista, según Vara y López
(2017) por ello, el concepto de masculinidad hegemónica también está fuertemente asociado
al control de la pareja, su subordinación y el uso de la fuerza como medio de poder y control.
La masculinidad no es hostil de forma primaria, en general suele idealizarse como
“benevolente” por la sociedad. La subordinación de género y la masculinidad hegemónica
puede tener dos extremos. En uno está la masculinidad hostil, agresiva, impositiva que usa la
violencia como un mecanismo de castigo para las mujeres que intentan usurpar ese poder;
pero en el otro estaría la masculinidad complaciente, benevolente, paternalista, firme, pero
extremadamente controlista, que usa la violencia como un mecanismo “protector” para que
las mujeres se mantengan en sus roles tradicionales (Glick & Fiske, 2001; Glick et al., 2004).
Aunque parezcan opuestos, estos dos extremos forman parte de un mismo concepto, conocido
como sexismo ambivalente, siendo un fuerte predictor de VcM (Yamawaki, Ostenson, Brown,
2009).

Según esta cita, el dominio de una relación tiene patrones machistas, pues los varones
tienen la potestad de hacer y deshacer cualquier decisión para la relación, de esta forma
evidenciamos una desigualdad de derechos por género que fatalmente es un factor para
fomentar la violencia en contra de la mujer.

Por último, existen ciertos criterios que nacen de una sociedad machista,
involucrando en las personas de forma eficaz, por lo que, el discurso real (Ruiz, 2007) es el
que fotografía la cultura de género que da soporte a la violencia doméstica: el poder del
hombre, la sumisión de la mujer, la división entre los roles masculinos y los femeninos. Son
factores explicativos de la violencia contra ellas en todas sus expresiones y una muestra de la
complejidad de las relaciones entre géneros, como se señaló en la introducción. El origen de
la violencia contra las mujeres en el seno familiar se remonta a la histórica concepción de

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poder y al uso tradicional de la violencia por parte del padre o marido hacia los hijos y la
esposa con el fin de mantener el equilibrio de la estructura patriarcal. Como dice Foladori
(2007), no es un problema de afectos sino un mecanismo típico de toda institución social
patriarcal. Es el poder, ese sistema de control que se da a través de las relaciones entre personas
o entre grupos de personas, como menciona Foucault (1991); el ejercicio del poder no es sólo
una relación entre miembros es también un modo de acción que ejercen unos sobre otros.
(Oblitas, 2009, p. 317)

De acuerdo con esta cita, la sociedad y el patriarcado marca ciertos roles para cada
sexo por lo que da por resultado la aceptación de mucha de las víctimas, siguiendo patrones
incorrectos, de modo que terminan aceptando y restringiendo labores que puede ejercer el
sexo femenino.
En síntesis, existe una idea estructurada en la sociedad la cual no permite que la mujer
cumpla otros roles para una sana convivencia, en consecuencia, se fomenta uno de los factores
principales causantes de violencia contra la mujer al ser marginada, en algunos casos, de ser
el sostén económico del hogar y lograr una independencia económica, vulnerando su derecho
laboral y el de desarrollo personal.

6. Conclusión

En síntesis, esta investigación demostró que la mujer se encuentra rezagada,


discriminada y muchas veces violentada por nuestra sociedad, debido a un modelo de crianza
machista que dejaron nuestros antepasados y que repercute hasta nuestros días. En tal sentido,
evidenciamos que se le considera al varón como un ser superior. Así mismo, en muchos
hogares se brinda una educación orientada a la desigualdad de géneros, de la misma forma,
algunas instituciones públicas y privadas; de modo que, existen estereotipos patriarcales que
practica la sociedad. Seguidamente, se demuestra que la percepción que tiene nuestra sociedad
respecto al sexo femenino, que lo considera inferior al sexo masculino, por tal motivo, se
vulnera los derechos de las mujeres. Por último, la sociedad plantea ideas erradas respecto a
que la mujer tiene tareas específicas en sus hogares y la sociedad, esto genera, que se limite a
las mujeres en su desarrollo intelectual, profesional y laboral; lo que fomenta la desigualdad
de géneros.

Finalmente, se confirma la hipótesis, gracias a los autores consultados, hemos podido


llegar a la conclusión que la cultura machista es aquel factor que desencadena la violencia

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física y psicológica contra la mujer, en la ciudad de Lima desde el año 2015 hasta el 2020.

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