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Tania Guadalupe Verdugo Miranda

REPORTE DE UN CASO: Sr. “P”


Pablo nació en San Francisco, hijo único de padres que habían inmigrado a Estados Unidos de México un año antes de su nacimiento.
Hablaban muy poco inglés. Ambos padres trabajaban en la industria textil, en circunstancias severas. La madre de Pablo operaba una
máquina de coser y su padre era un técnico responsable del mantenimiento del equipo industrial en la fábrica. Aunque a los M les
gustaba poco su trabajo, se sentían afortunados de haber obtenido permisos laborales en puestos con beneficios, como seguros de vida.
No se daban cuenta de lo importante que resultarían ser esos beneficios. Justo antes del quinto cumpleaños de Pablo, el señor M
murió en un accidente horrible con una maquina en el trabajo.

La señora M renuncio a su trabajo en la fábrica y comenzó a trabajar como camarera en un hotel de lujo. El camino no fue fácil para
ella, ya que comenzó a sufrir episodios recurrentes de depresión cuando estaba por cumplir los 30 años de edad. Por fortuna, tuvo
acceso a una buena atención médica y encontró a un médico que le prescribió medicamentos antidepresivos efectivos. Aunque el
doctor de la señora M le había recomendado que viera a un psicólogo clínico o a un psiquiatra, la señora M se rehusó porque se sentía
demasiado avergonzada. De hecho a la señora M tampoco le gustaba la idea de tomar medicamentos y, en un mes o dos, se deprimía,
dejaba de ir a trabajar y se sentía incapaz de cuidar de Pablo. Por suerte, tenía a una hermana que vivía cerca, la cual entraba en acción
cada vez, para asegurarse que la señora M recibiera ayuda y que Pablo fuera atendido en forma adecuada.

Aun cuando la vida de Pablo estaba llena de mucha tensión emocional, incluyendo la muerte prematura de su padre y los episodios
depresivos de su madre, él parecía arreglárselas. En ocasiones se ponía malhumorado y sentía un poco de pena por sí mismo, pero esos
sentimientos se calmaban en unos cuantos días. Sobresalió en sus clases de bachillerato y ganó una beca completa para la universidad,
donde escogió obtener una licenciatura en administración.

Para cuando Pablo cursaba su último año, había encontrado que tenía una tormenta emocional rugiendo dentro de él, la cual
provocaba que experimentara periodos de desesperación y desamparo. Su optimismo y buen ánimo acostumbrados daban paso de
pronto a expresiones de pesimismo y pesadumbre. Hubo altas y bajas durante su primer y segundo años, pero la vida parecía grandiosa
para Pablo en su penúltimo año. Había comenzado a salir con Tania y había encontrado una gran sensación de paz y seguridad en esa
relación. Decidieron vivir juntos durante su último año, con la expectativa de que considerarían el matrimonio más adelante.

Durante el último año en la universidad, Pablo empeoró en el periodo de exámenes finales al terminar el primer semestre. Sintiéndose
presionado y abrumado, cayó en una depresión mucho más intensa de las que había experimentado antes, o de las que había
observado en su madre. Cuando se hizo evidente que los síntomas de Pablo no podían manejarse tratándolo como paciente externo,
estuvo de acuerdo en ingresar al hospital.

Pablo se recuperó rápido de esa depresión y se casó con Tania y obtuvo un trabajo bien pagado como ejecutivo de cuenta. Continuó
tomando medicamentos antidepresivos durante varios años. Luego decidió intentar vivir sin medicamentos. Se daba cuenta de que su
pensamiento era notoriamente similar a la decisión insensata de su madre acerca de la medicación pero, no obstante, sentía que
deseaba intentar este camino por sí mismo.

Cuando le pregunte a Tania en la entrevista de admisión acerca de cualquier estimulo reciente que generara tensión emocional en sus
vidas, respondió: “No, ninguno en absoluto. Las cosas han marchado en forma maravillosa. De hecho, ambos habíamos estado muy
felices en las semanas recientes desde que supimos que estoy embarazada”. Cuando Tania dijo esto, ni siquiera imaginaba la
posibilidad de que las buenas noticias también pueden provocar tensión emocional. Algunas personas con una historia de perturbación
emocional grave responden en formas muy diferentes de lo que otros podrían esperar.

Es obvio que valorar a un cliente en un estado de depresión tan grave es difícil. No sólo era imposible aplicar pruebas psicológicas
tradicionales, sino que ni siquiera era posible hacer que Pablo participara en una entrevista. Mi evaluación tendría que basarse en
observaciones conductuales y en los informes de otras personas. La inmovilización de Pablo reflejaba una profundidad de la depresión
que era tan grande que su cuerpo parecía haberse desconectado en una maniobra autoprotectora.

Aunque podía ver que Pablo estaba inmovilizado, no podía concluir con certeza que estaba deprimido. Los fármacos pueden causar
que una persona se inmovilice. Lo mismo sucede con ciertas condiciones médicas. En consecuencia, tenía que basarme en el reporte
de Tania acerca del comportamiento de Pablo. Le pregunte si era posible que Pablo hubiera usado algún fármaco, a lo cual ella
respondió con un enfático “no”. Explicándome que ambos son fanáticos de la salud, me aseguro que él no puso, ni pondría, nada en su
cuerpo que no fueran medicamentos con prescripción médica. El único desencadenador para la depresión de Pablo parecían ser las
buenas noticias acerca de su inminente paternidad. Con base en el panorama de los síntomas y la historia de Pablo, era seguro concluir
Tania Guadalupe Verdugo Miranda
que padecía una perturbación del estado de ánimo. Había descartado los fármacos como la causa de su estado de estupor y no había
evidencia de una condición médica que pudiera explicar lo que estaba experimentando. Si no hubiera tenido tanta información sobre la
historia psiquiátrica y familiar de Pablo, habría considerado varias posibilidades de diagnostico. Sin embargo ante el hecho de que
tuviera un episodio anterior de depresión mayor y que su madre también tuviera una historia de depresión, parecía clara la conclusión
de que el panorama de síntomas de Pablo era el de una persona con trastorno depresivo mayor. Su inmovilidad corporal apuntaba
hacia mayor especificidad; a saber que su condición incluía características catatónicas.

Pablo también podía haber influido en el desarrollo de su trastorno del estado de ánimo. La muerte de su padre cuando Pablo tenía
solo 5 años de edad al parecer evocaba una reacción emocional que tendría un impacto en Pablo durante el resto de su vida. Conforme
Pablo crecía, tuvo dificultades para manejar la tensión emocional intensa. Como un estudiante universitario que enfrentaba presiones
al parecer insuperables, Pablo cayó en una depresión profunda que requirió una intervención extrema. Aunque encontró formas de
arreglárselas después de su recuperación del primer episodio depresivo, carecía de recursos de afrontamiento suficientes para frustrar
una recurrencia de su depresión. Aun cuando había pasado una década entre episodios, un nuevo estímulo generador de tensión
emocional, la ansiedad por convertirse en padre, lo envió a un estado de caos emocional. Esta ocurrencia fue sobresaliente en
especial para Pablo, a la luz de sus sentimientos de pérdida sin resolver acerca de la muerte prematura de su padre durante la infancia
de Pablo.

Pablo necesitaba una intervención dramática para ayudarlo a recuperarse de la profundidad de la depresión inmovilizadora que lo
había atacado. Su incapacidad para cuidar de sí mismo y su comportamiento de intentar lesionarse justificaban la recomendación de la
terapia electroconvulsiva. Fue afortunado que su esposa estuviera dispuesta a firmar las formas autorizando las múltiples
administraciones recomendadas por los profesionales médicos.

Después de que Pablo saliera de su estado incapacitante, se recomendaría un curso de medicación antidepresiva y psicoterapia. En el
tratamiento individual, Pablo podría intentar entender los factores en su vida que podrían haber desencadenado el episodio de estado
de ánimo actual, mientras que pondría especial atención a las estrategias cognoscitivas que podría desarrollar para reducir la
probabilidad de episodios subsecuentes.

A la manera de los libros de texto, la respuesta de Pablo al curso de seis tratamientos de TEC implicó una recuperación al parecer
milagrosa. De hecho, después de solo tres tratamientos, Pablo decía que se sentía de maravilla. Su razonamiento se había vuelto más
claro, y sus comportamientos tipo catatónicos se habían calmado. Aunque expresó algunas reservas respecto a completar el curso
completo de TEC, estuvo de acuerdo con la recomendación del equipo de tratamiento. También accedió a iniciar un régimen de
medicación antidepresiva y a continuar trabajando conmigo en psicoterapia individual.

Una de las primeras cuestiones que creí importante abordar en nuestra terapia fue los sentimientos de Pablo acerca de haber sido
confinado en el hospital y que se le hubiera administrado TEC sin que tomara una decisión informada sobre estas opciones. La
respuesta de Pablo en esta discusión consistió en una mezcla desconcertante de gratitud y enojo. Reconocía que se sentía notablemente
mejor, y que estaba muy agradecido conmigo y con su esposa por nuestra disposición a tomar por él la decisión de la hospitalización y
el tratamiento. Sin embargo, al mismo tiempo dijo: “Ni siquiera deseo estar en esta posición de nuevo, de que alguien más tome el
control sobre decisiones tan importantes”. Podía ver su punto y simpatizar con lo emocional de su reacción, pero también me sentía un
poco a la defensiva. En lugar de pronunciar un discurso para justificar estas decisiones, sugerí que pasáramos a enfocarnos en la tarea
de ayudar a Pablo a desarrollar estrategias para minimizar la probabilidad de una recurrencia de la depresión incapacitante.

Reanudamos las sesiones semanales, las cuales continuamos durante otro año. Luego reducimos la frecuencia de las sesiones a
reuniones mensuales y en fechas más recientes a dos veces al año. Pablo ha permanecido estabilizado con una dosis relativamente baja
en medicación antidepresiva. Aunque todo ha parecido estar bien durante varios años, tanto Pablo como su esposa se dan cuenta de la
importancia de vigilar cualquier signo de intensificación de la depresión. Pablo sabe que es vulnerable a una recurrencia pero, si puede
tomarse una acción rápida, podría evitarse el desarrollo de los síntomas perturbadores que rodearon sus hospitalizaciones previas.
Tania Guadalupe Verdugo Miranda

CASO PRÁCTICO DEL SR. “P”


Objetivo: Identificar el análisis realizado en cada una de las fases del proceso de evaluación.

1. FASE DE RECOPILACION DE INFORMACION


1.1 Contacto inicial Depresión
Muerte del padre de forma prematura
La familia de Pablo era inmigrante
Madre con periodos depresivos
Hijo único
La tía tenía que cuidarlo ya que debido a que su mamá presentaba depresión y no podía hacerse
cargo de él
Sobresalió en sus años de bachillerato, y gano una beca completa para la universidad; presente etapas
de estrés debido a tener que conservar la beca
Estaba casado, y su esposa estaba embarazada.
1.2 Hipótesis diagnostica Hipótesis: Tuvo una recaída, debido a que su esposa estaba embarazada

1.3 Diseño de la evaluación Como el estado de Pablo, estaba imposibilitado, no podía aportar información, por lo que el diseño
fueron observaciones conductuales e informes de otras personas (esposa).
1.4 Aplicación de estas El médico llevo a cabo las observaciones conductuales
técnicas
II. FASE DE PROCESAMIENTO DE INFORMACION
2.1 Corrección e Existe una perturbación en su estado de ánimo.
interpretación de los datos
2.2 Formulación diagnostica Trastorno depresivo mayor
y orientación
2.3 Elaboración de un No se indica que se haya realizado un informe, sin embargo, se le informó de manera oral lo que
informe pasaba con Pablo a Tania, porque era la responsable

III. FASE DE DEVOLUCION DE INFORMACION


Tania toma la decisión sobre el tratamiento que Pablo necesitaba y se le explica las ventajas y desventajas del tratamiento

IV. FASE DE DISEÑO DEL PROGRAMA DE INTERVENCION


4.1 Diseño del plan de Terapia electroconvulsiva (choques eléctricos)
intervención
4.2 Aplicación del Tratamiento farmacológico, medicamente antidepresivo y la psicoterapia.
tratamiento
V. FASE DE EVALUACION DE LA INTERVENCION
5.1 Valoración de resultados Durante un año, fueron sesiones semanales, y la dosis antidepresiva bajo y él se encontraba
controlado.

5.2 Seguimiento Se veían hasta dos veces el año

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