Delimitación negativa de los actos administrativos
No son actos administrativos (aunque puedan estar sometidos al control de la
jurisdicción contencioso-administrativa) por consiguiente, del concepto de acto administrativo han de excluirse los siguientes: los reglamentos o disposiciones de carácter general, los contratos del sector público y las actuaciones de las Administraciones públicas sometidas al Derecho civil, mercantil o laboral, entre otros que explicaremos a continuación:
a) Los actos materiales o de pura ejecución: cuando un ayuntamiento, a
través de sus obreros, efectúa una demolición de una finca en estado ruinoso, eso no es un acto administrativo, pero viene respaldo por un acto administrativo: el acuerdo corporativo sobre dicha finca declarándola en estado ruinoso. b) Los actos de la administración cuando actúa como persona jurídica de derecho privado: sin olvidar la doctrina de los actos separables. c) Los contratos celebrados por la administración: Porque el concepto de acto administrativo implica una unilateralidad: es la voluntad de la administración la única, a diferencia de los contratos civiles y administrativos, que requieren un acuerdo de voluntades. En relación con esto, ha existido confusión con los actos administrativos que necesitan otra voluntad (por ejemplo, el nombramiento de un funcionario: tiene que tomar posesión del puesto de trabajo en el plazo de un mes). Aquí, realmente, nos encontramos ante actos administrativos unilaterales, pero que, para que produzcan efecto (no para su validez), requieren que la parte nombrada (funcionario) manifieste su voluntad o adhesión. d) Los actos políticos o de gobierno: es decir, aquellos que emanan del gobierno u otro poder constituido, en el ejercicio de sus cometidos propiamente políticos, que no administrativos, por lo que, frente a los mismo, no cabe recurso o fiscalización (nota esta típica del acto administrativo) e) Los reglamentos: son normas jurídicas, creando derecho positivo con carácter permanente, mientras que los actos administrativos se agotan con su pura ejecución y no crean derecho. Al respecto, hay algunos autores que señalan que son actos administrativos de carácter general y ordinamental, es decir, una especial clase de acto administrativo. Vía de hecho
Esta es una figura jurídica de origen jurisprudencial francés y es cuando en el
incumplimiento de una actividad material de ejecución, la administración comete un irregularidad grosera, que atenta contra el derecho de propiedad o contra una libertad pública, es decir, se trata de un caso en que la administración incurre en una ilegalidad agravada o exagerada, ya sea porque no tenía poder para actuar, o porque teniéndolo utilizó procedimientos manifiestamente irregulares. La principal consecuencia de que una actuación de la administración sea calificada por el juez como vía de hecho, consiste en que se considera que no se está realmente frente a una actuación administrativa y, por consiguiente, la competencia le corresponde a la Jurisdicción Ordinaria y no a la contencioso – administrativa, como una especie de sanción a la administración por su actitud exageradamente irregular.
Clases de vía de hecho
Se distinguen dos clases de vías de hecho en nuestro ordenamiento jurídico, las cuales son adoptadas del Derecho francés y que claramente se ve, estas son:
a) Cuando la administración obra en ejercicio de un supuesto derecho, que
efectivamente no lo tiene. En este caso, la ausencia debe ser total del derecho, pues si hay un asomo de derecho, o si hay un principio de poder, como dice el Consejo de Estado colombiano (Sentencia de Octubre 28 de 1976), estaremos ante un “exceso de poder” y no ante una vía de hecho. b) Cuando la administración actúa en ejercicio de un derecho que efectivamente tiene, pero obra con ausencia total del procedimiento que debe utilizar para crear, modificar o extinguir una situación jurídica, o aplica un procedimiento diferente al previsto por el ordenamiento jurídico vigente, estamos ante una vía de hecho. Si existe una irregularidad procedimental, según el Consejo de Estado, no habrá vías de hecho, sino una “falla” que en nuestro criterio es subsanable en el mismo procedimiento que se produjo por acción u omisión.