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También existían las exhibiciones anuales, que eran accesibles para todo publico y de bajo
costo, organizadas principalmente por sociedades de arte. Se optaba por desplegar las
piezas en múltiples filas, desde el nivel del suelo hasta el techo, extendiendo la colección
por toda la sala. Desde este modo de exhibir obra surge la idea predecesora de lo que se
conoce como tienda departamental, la configuración de los bazares se vuelve común, en el
que pretendían evocar la atracción de una tienda árabe, poniendo la obra artística como un
deseo lujoso. Era una estimulación visual abundante, que esperaba cubrir llenar un deseo
impuesto de posesión.
En estas exhibiciones se encontraban obras del mismo país y las misma época. En la
National Gallery, el principal museo de arte en Londres, se pretendió que sirviera para
mostrar exclusivamente los productos artísticos de la nación: representaciones que narren la
historia del país de manera cronología y los contextos sociales de los aristócratas. Esta
nunca fue una práctica total de la galería, aun así quiso contribuir a la formación de un
sentido nacional de ciudadanía.
Ya que las muestras de arte se solían dividir en clasificaciones según su origen o escuela,
fomentaba la aparición de contraste entre los trabajos y finalmente para el espectador,
surgió una forma de comparar los estilos y los temas. En esa comparativa se hizo un
esfuerzo por establecer teorías cualitativas que establecieran objetivamente valores y
principios para juzgar y darle grados de valor al arte. Desde esto se presento un nuevo
énfasis en la observación, después de modificar los modos de exhibición con dioramas o
cosmoramas, descubriendo una nueva experiencia de ver el arte. Las galerías se
preocuparon por establecer un modo de ser espectador menos posesivo y más moral. Se
enfocaron en hacer la mejor estrategia de mostrar las obras, reconociendo la singularidad
de cada una y su efecto en la percepción individual de los visitantes. Dio como resultado a
una inquietud por entender los procesos biológicos de la visión subjetiva, particularmente la
función del color en el proceso de recepción por la retina, concluyendo que el ojo era capaz
de generar experiencias ópticas según las estimulaciones externas. Los estímulos visuales
influían en como se percibía la exhibición.
Las configuraciones técnicas de la exhibición de las obras cambio a mediados del siglo
XVIII hasta inicios del siglo XIX. Las obras de arte se reorganizan en la pared para quedar
alineadas en medio de esta, mostradas en línea a nivel del ojo humano, así como crear
espacios amplios a causa de la distribución linean de la muestra de obras, se volvieron
aspectos importantes, que prevalecen hasta la actualidad, considerados un valor subjetivo
en la contemplación de forma individual. En la cuestión del interior de la sala de exhibición
se dio un cambio en el color de pared, creyendo que se tenia un efecto en la visualización
de las piezas, y así era. El rojo y tapices varios dominaban la mirada en las colecciones
privadas. Los valores del color cambiaron radicalmente. Desde verde olivo, variantes de
este en valores de gris, creyéndolos colores neutrales.
Esto hace surgir una diferenciación entre lo que se concibe como museo y galería. La
función de los museos consta de seis aspectos que definen los propósitos de un museo:
educar, estudiar, preservar, exhibir, coleccionar. Entonces es definido como una institución
sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al
público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e
inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo
(ICOM Museum (S/A). Lo que define y distingue a una galería es la exhibición y venta de
arte. La galería, como espacio artístico, es la mediadora entre el público y el artista. En
ella se exhiben sus obras, se publicitan y se venden a los clientes (Lozano y Maldonado,
2017).
Los propósitos de cada lugar determinan una serie de estrategias, difusión e introducción al
arte de maneras diferentes. Mientras que los museos fomentan un dialogo critico sobre los
pasados y los futuros, las galerías hacen un dialogo con el pasado y el presente inmediato,
sobre todo con el presente, ya que tratan de crear una experiencia sensorial en relación a un
objeto desconocido, una experiencia objeto-espectador.
La mirada, facultad incorpórea que nos permitirá ver lo que acontece en la galería,
extension con la que envolvemos las piezas artísticas, mientras nuestras funciones
sensoriales están en en total conciencia. El espectador, un cuerpo caminante que funciona
como el medio para trasladarnos por el espacio.
Así como encontramos dos tipos de galerías existen sus respectivos tipos de mercado: el
mercado de venta comercial, que esencialmente es para la sociedad de consumo y la que
principalmente produce piezas por encargo, a petición del cliente, considerado por los
artistas como un mercado limitante. El mercado opuesto, de obra autoría, esta conformado
de las piezas originales de los artistas, el ideal del galerísta por alcanzar el ideal del
mercado, siendo bien “un sueño” del que se generaría una desestabilización económica. Es
importante mencionar que esta en el deber de cada tipo de galería formarse un mercado en
primer lugar como parte de su desarrollo y venta de productos; cimentaría los inicios de la
adquisición y colección del arte que exhiban. Algunas galerías suelen recurrir a ambos tipos
de mercado, ya que recurrir solo a uno de esos mercados genera sus propias problemáticas.
Referencias: