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MANEJO DE CRÍTICAS DESDE EL YO OBSERVADOR

Todas las personas tenemos dos “yoes”. El “Yo” emocional, el “Yo” cotidiano que se mueve por
sensaciones, aprendizajes y emociones. Es nuestro Yo habitual, aquel que actúa en modo
“automático” y no es consciente de cada paso que da, sino que vive el presente enfrentándose a los
conflictos diarios en modo reactivo.

A menudo, nuestro Yo se mueve sin contemplar cuidadosamente cada paso y cada decisión.
Especialmente cuando estamos en una situación de estrés, el Yo se limita a reaccionar de la manera
más rápida y eficiente posible, ayudado por nuestras emociones y experiencias previas.

Esto no tendría por qué ser un problema, a no ser que a lo largo de la situación que estamos
viviendo estén surgiendo conflictos que nos generen pensamientos y emociones molestos que no
hemos gestionado adecuadamente. En este caso se produce el fenómeno conocido como “barrer
debajo de la alfombra”: seguimos tomando decisiones y reaccionando a los conflictos, sin prestar
atención a emociones negativas (p.e. ansiedad, culpa) que esos conflictos nos generan. Tampoco
somos conscientes en ocasiones de pensamientos negativos que nos provocan emociones indeseadas
(p.e. pensamientos catastrofistas, autodevaluantes, negativistas)

El resultado de ello es que, en un momento dado, esas emociones negativas van a obligarnos a parar
y a observar cómo estamos reaccionando y, si es necesario, cambiar nuestra reacción por acciones
más conscientes y meditadas.

El Yo observador se encargaría de ello. Psicológicamente hablando, el Yo observador es nuestra


consciencia. Se encarga de analizar objetivamente la eficacia y pertinencia de nuestras acciones,
pensamientos y emociones. Nos ayuda a estudiar cuidadosamente nuestros patrones de conducta,
los conflictos a los que nos exponemos y cómo reaccionamos a ellos.

ACTIVAR EL YO OBSERVADOR

El Yo observador siempre está presente, pero podemos decidir prestarle atención o continuar
reaccionando como lo hacemos siempre. Si prestamos atención a esa parte de nosotros mismos,
adquiriremos la capacidad de tomar las riendas de nuestras reacciones para convertirlas en acciones
conscientes.

Activamos el Yo observador hablándonos a nosotros mismos de manera descriptiva, narrando lo que


estamos viviendo desde la consciencia. Ejemplo:

- “Soy consciente de que estoy sintiendo ansiedad”→ Observo mi propia reacción de ansiedad, me
distancio de ella.
- “Soy consciente de que estoy siendo objeto de un trato injusto”
- “Siento temor. Soy consciente de que ese temor se debe a la discusión que acabo de vivir”

Como ves, activar el Yo observador implica una mirada consciente sobre las propias emociones y
reacciones. Al ser conscientes de lo que nos sucede y de la causa del problema, podemos separar el
problema de cómo este nos hace sentir. De este modo, actuamos de manera consciente y no
dejándonos llevar por la situación.
MANEJO DE CONFLICTOS Y CRÍTICAS DESDE EL YO OBSERVADOR

Imaginemos un conflicto que nos desgasta mucho emocionalmente. Cuando reaccionamos de forma
emocional, vemos la realidad desde nuestro Yo “automático”, no diferenciando la situación real de
cómo ésta nos hace sentir.

Cuando estemos ante un conflicto laboral, o una crítica ambigua, lo primero que tenemos que hacer
es pararnos a activar nuestro Yo observador. De este modo, describirmos la realidad desde la
distancia objetiva, alejándonos del contenido emocional de la misma y, por tanto, actuando
consciente y libremente, disminuyendo la repercusión de las emociones en nuestra conducta.

1. Conflicto en relación a una crítica ambigua.

Recibir una crítica ambigua es toda una prueba para nuestra valoración y para nuestras emociones.
La mente, en su manejo de la incertidumbre, trata de encontrar un sentido a la crítica, y atribuye el
fallo a la causa “más probable”según lo que llevamos aprendido desde la escuela: un error en
nuestra capacidad de hacer las cosas. Así nos han educado, por lo que solemos asumir los errores
como una falta de capacidad personal cuando nos faltan datos más concretos.

Activemos el Yo observador en la situación para evitar la reacción indeseada por nuestra parte, y las
consecuencias emocionales.

Activamos de la siguiente manera:

- “Soy consciente de que estoy recibiendo una crítica. Me siento responsable de dicha crítica,
culpable y avergonzada. Permito que esas emociones estén ahí. Las emociones surgen de cómo la
crítica me hace sentir, pero no indican nada más. La situación es la situación, mis emociones son
mis emociones”

Ya tenemos activado el Yo observador. Hemos separado la situación de cómo nos hace sentir. Esto
es clave para ganar tranquilidad, y podemos así analizar mejor la crítica.

- “Independientemente de cómo haya reaccionado emocionalmente al principio: esta crítica, ¿es


constructiva?
¿qué puedo aprender de ella?
¿He recibido críticas similares? ¿qué hice entonces para solucionarlo?”

Si la crítica es constructiva y tenemos recursos para resolver la causa de la misma, esto resolverá en
buena parte cómo nos sentimos ante ella.

Ejemplo de crítica constructiva: “He visto un fallo en la cadena de comunicación importante. El


email que debería haberse enviado para la sesión de formación a los nuevos empleados no contenía
las direcciones de los empleados antiguos, que también podrían beneficiarse de ella como habíamos
hablado. ¿Qué ha sucedido?”

Pero, ¿Y si la crítica es demasiado ambigua?

En este caso, debemos recordar que tenemos derecho a pedir alguna aclaración. Solemos asumir
como competencia propia el interpretar correctamente las críticas ambiguas y además darles
solución, pero este trabajo es realmente complicado.

Ejemplo de crítica ambigua: “El tema de los emails no ha ido como te dije, ¿qué ha pasado?”
¿Y si la crítica es destructiva?

Las críticas destructivas son generalistas, absolutas, apuntan a una figurada incapacidad nuestra y
no nos permiten actuar de manera consciente y fundamentada.

Ejemplos de críticas destructivas son:

“Eres un desastre” “Nunca tienes nada a tiempo” “No se puede contar contigo” “No eres una
persona fiable” “Ya estás otra vez igual” “No entiendes nada”.

Si la crítica es destructiva, activamos de nuevo el Yo observador de la siguiente manera:

- “Soy consciente además de que la crítica que he recibido apunta directamente a mi incapacidad
como persona. La acusación es una percepción subjetiva de la otra persona, y no está basada en
hechos observables. Es una manipulación para generar en mí emociones negativas. Por tanto,
mantengo presente mi capacidad real en mente recordando las cosas que he sabido hacer
correctamente”

Por supuesto, tras activar el Yo observador en este último caso, es necesario pedir aclaraciones
concretas.

CÓMO RESPONDEMOS A LA CRÍTICA

Una vez hemos tamizado la reacción emocional mediante la activación del Yo observador, podemos
responder a la crítica desde un estado emocional más calmado y, por tanto, tenemos la posibilidad
de ser más objetivos.

Cuando respondemos desde estados emocionales intensos (como culpa, miedo, ansiedad o ira)
tendemos a no dar motivos concretos para el fallo, con lo que la persona que ha emitido la crítica y
desea una respuesta objetiva puede no interpretarnos correctamente.

Si la crítica es constructiva y conocemos los motivos del fallo, debemos responder de acuerdo a las
siguientes pautas:

1. Convenir en principio: si estamos de acuerdo, convenir con el motivo de crítica. Ojo: si ese fallo
no es atribuible a nuestra conducta, también debemos decirlo lo antes posible en tono amable y
asertivo.

2. Evitar ciertas palabras: Palabras como “pero” o “es que” pueden dar la sensación de excusa,
aunque tengamos razón en el argumento que estamos exponiendo.

3. Agradecer la crítica. Es una manera de hacernos responsables del contenido de la crítica,


haciendo ver que usamos la observación para aprender y que nos comprometemos con la solución.

4. Si te sientes muy emocional, y tienes la oportunidad de no responder en el momento, date 5


minutos de respiración atenta (te envío la respiración adjunta en otro documento). Si tienes que
responder en el momento, aplica la misma respiración mientras te hablas desde el Yo observador:
“Soy consciente de que estoy recibiendo una crítica. Espiro, espiro, me doy tiempo para responder”-
Si la crítica es ambigua, pedimos aclaraciones y, una vez obtenidas, actuamos como en el caso de la
crítica constructiva.

Si la crítica es destructiva, tenemos varios pasos tras haber activado el Yo observador y haber
tomado distancia emocional:

1. Pedir aclaraciones. “¿A qué te refieres, qué fallo hay en esta ocasión?
2. Mantener en mente que la crítica destructiva es una manipulación de la otra persona para
generarnos culpabilidad y así, ganar poder sobre nosotros.
3. Mantener presentes las cosas que sabemos hacer, aunque en estos momentos no sean valoradas.
4. Si la crítica no es cierta, mantener nuestra posición y pedir aclaraciones específicas cuantas veces
sean necesarias. No aceptemos la crítica si no tiene fundamentación.

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