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Eugenio Cornide Cheda (1998). “Vida onírica y transferencia”.

Revista de Psicoanálisis de la
Asociación Psicoanalítica de Madrid, n° extra.

Vida onírica y vigilia son modalidades de lo real, alternando entre una o la otra.

La vida onírica manifiesta la realidad psíquica que puede tener tanta o más trascendencia que la
de la vigilia.

Por otro lado, la transferencia es una clase de funcionamiento inconsciente que tiene su máxima
expresión en el proceso analítico donde el analista hace despertar y reeditar emociones y fantasías
anteriores, vividas no como algo del pasado sino como vínculo actual con el mismo. De esa forma,
el analista puede representar un momento determinado o parte del self del paciente o uno de sus
objetos.

Hay procesos psíquicos inconscientes que no pueden ser expresados por sí mismos, sino
únicamente cuando llegan a establecer una vinculación con un elemento consciente o
preconsciente, un “resto diurno”.

La tesis del autor es que “Así como existe una relación de continuidad entre la vigilia y la vida
onírica, de igual forma existe entre los sueños y la relación transferencial, de tal manera que
ambas se influyen mutuamente” (Cornide, p. ).

Los sueños y la transferencia se vinculan con el amterial conflictivo inconsciente, relacionándose


con el presente para apuntar al futuro, en pos de terminar lo que en el pasado, por distintas
dificultades, quedó inacabado.

“Así como existe una dialéctica permanente entre el escenario del sueño y el drama que en él se
representa (Grassano, et al., 1995), existe una relación entre el sueño y la transferencia” (Corinide,
p. 104).

El sueño como el juego, dentro de la sesión, adquiere significado solo en relación con el contexto
vincular abarcativo del proceso transferencial. Un sueño elaborado es un “objeto creado” por
quien sueña y su complejidad arrojará una luz sobre los vínculos prevalecientes, así como el
estado estructural del mundo interno, la integración y cualidad simbólica de las representaciones
(Cfr. Klein, p. 104).

La experiencia onírica muestra de qué manera se ha intentado resolver las situaciones conflictivas
desde los inicios de la humanidad; las fantasías se transmiten a través del mundo onírico y las
experiencias individuales les dan nuevas formas de expresión (Cheda, p. 105).

“Existe una continuidad entre la vida onírica y la vigilia, como dos momentos del pensamiento, y el
soñar es la expresión de lo mismo. El sueño es la expresión de una capacidad simbólica onírica
primitiva, la señal de una disociación adaptativa entre las actividades cognitivas: el pensamiento
«diurno» y el pensamiento «onírico»…” (Cheda, p. 106)

Son procesos que se relacionan e influyen mutuamente.

La investigación de los sueños puede representar una manera de ver en la transferencia la


evolución del proceso analítico y poder hacer, a través del estudio de sistemático de la vida onírica
una evaluación del análisis.
En ese sentido, los sueños tienen el elemento prospectivo que hace que se proyecte en la noche lo
que estará por acontecer en la próxima sesión de análisis.

“Vida onírica y vigilia, son dos formas contrapuestas del ser que forman parte de lo real” (Cheda,
p. 107).

Caso clínico 1

Mujer de 30 años que presenta fobia a las vacas. A partir del segundo año de análisis el analista
empieza a aparecer en los sueños, de modo que el proceso analítico fue una forma de poder
depositar en el mismo las situaciones conflictivas de la infancia e intentar darles una respuesta
adecuada.

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