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Antropología Filosófica, de Arnold Gehlen

por Jaime Magdaleno

El título del libro es Del encuentro y descubrimiento del hombre por sí mismo, de
Armold Gehlen, quien nació en Leipzing en 1904 y murió en Hamburgo en 1976.
Según Wikipedia: “Fue un filósofo y sociólogo alemán que perteneció al partido
nazi y sus ideas han inspirado el desarrollo del neoconservadurismo alemán. Sus
influencias fueron Max Scheler y Nicolai Hartmann. Ideas suyas como
“sobreabundancia de estímulos” y “desistitucionalización”, han ganado amplio
consenso en Alemania (Jünger, Adorno)”.

En este texto rescato las ideas expuestas en el capítulo 3 del libro señalado en el
primer párrafo.

La doble pretensión de la Antropología: En días de Gehlen, esta doble


pretensión se expresaba en el dilema sobre si se debía colocar a la Antropología
entre las otras ciencias, o si debía tomar en cuenta lo descubierto por las otras
ciencias para su propio objeto de estudio. En uno u otro caso, de acuerdo con
Gehlen, la Antropología carecía de métodos, técnica de indagación y elección de
objeto. A Gehlen, la Antropología Filosófica se le aparece más como una
orientación que como un método.

Unilateralidad de las interpretaciones ensayadas hasta ahora: Gehlen apunta


que hasta el momento, la Antropología filosófica ha prestado atención a la
especulación sobre lo que el hombre es, y ha omitido la incorporación de las
evidencias empíricas. Por lo tanto, la unilateralidad de las interpretaciones
estribaría en describir al hombre en términos de “razón”, “espíritu”, “ser pulsional”,
o como criatura primordial de la creación, sin tomar en cuenta el ámbito natural del
hombre.

Elementos de una teoría integral del hombre: ser carencial y Prometeo: A


partir de los conocimientos sobre la evolución del hombre y su adaptabilidad al
medio, Gehlen considera que toda teoría que se refiera a él debe considerar al
   
 
humano como un “ser carencial”, que ha tenido que superar carencias físicas en
su adaptación al medio. El hombre está “orgánicamente desvalido” y este
desvalimiento le ha llevado a crear cultura para “conservarse”. La cultura, por lo
tanto, es una actividad “previsora, planificada y mancomunada”. Por ello, piensa
que “la esfera cultural tiene un significado biológico”. La cultura se convierte en
una “segunda naturaleza” del hombre, quien se ve incluso “obligado a dominar la
naturaleza” para poder sobrevivir.

El hombre, un ser activo.

De acuerdo con Gehlen, un ser con la “constitución orgánica” como la del hombre
“sólo es viable si transforma previsoramente la naturaleza”, por lo que es un ser
llamado a la “acción transformadora” del medio. Por ello “el estado inmediato del
mundo es el resultado en gran medida de nuestra propia actividad y es
decididamente un producto”.

Función de descarga del lenguaje.

El lenguaje cumple una función de descarga en el sentido de que el humano ya no


necesita estar constantemente frente a las cosas ni tampoco necesita concentrar
todos sus sentidos en las mismas. Por medio del lenguaje, crea una “realidad
intermedia” entre él y el mundo. De la misma forma, comienza a relacionarse más
con los signos o símbolos de la realidad que con la propia realidad, por lo que
puede liberarse o “descargarse” de la necesidad de experimentar en todo
momento las cosas. “De modo que, desde afuera, a partir del lenguaje, el
pensamiento va llegando paulatinamente a su total independencia del lugar y el
movimiento actuales”. Así, el hombre “se guía más por circunstancias previstas y
proyectadas que por lo ya presenciado y real”. Esto “contribuye a la descarga, a la
relación cada vez más indirecta de la conducta con el mundo”.

El ensamble de lo externo y lo interno en el hombre.

En este apartado, Gehlen sigue a Portmann en cuanto a que: “al ensamble de lo


externo y lo interno en el hombre en materia de instintos, con si idea centrar de
   
 
que son las costumbres, las formas jurídicas, e instituciones impuestas mutua y
conjuntamente por los hombres, como asimismo la uniformidad obligatoria del
mundo laboral las que por así decirlo encauzan y delimitan la inconcebible
plasticidad e indefinición del ser humano”, por lo que “igual se materializan
nuestros impulsos en las formas prescritas por la vida social”.

Teoría de la autodomesticación del hombre y ¡Volvamos a la cultura!

Aquí, Gehlen cita a Konrad Lorenz quien, a grandes rasgos, considera que la
cultura ha domesticado al hombre, logrando que sus instintos “salvajes” se vayan
adormeciendo. Comparando la evolución humana con el trabajo de domesticación
de especies animales. Lorenz llega a la conclusión de que “La privación de
selección natural y otros factores de esta clase, provocan en el ser humano y en
sus propios animales ciertas consecuencias parecidas a la domesticación”. A
continuación, Gehlen afirma no estar de acuerdo, dado que a él le parece que “la
inestabilidad inherente a la vida impulsiva del hombre aparece caso ilimitada”, por
lo que en el hombre hay un permanente riesgo de “una reinstintivación, una
regresión a la inseguridad y la propensión a degenerar que son básicas y
estructurales de la vida impulsiva”. Por ello, la pertinencia de los mitos antiguos en
donde “el caos es enteramente presumible y natural; el orden universal es divino y
corre peligro”. Para conjurar ese peligro, es necesario “regresar a la cultura”, dado
que la cultura es “el derecho, la moralidad, la disciplina, la hegemonía de la moral”.
Por medio de la cultura el hombre puede conjurar la “cabeza de Medusa” que
amenaza con volver al hombre “natural”, con lo que todo sería posible.

Transformación de impulsos, reducción de instintos, excedente pulsional

Para poner a prueba la idea acerca de los impulsos, que no se adormecen sino
que permanecen, digamos, latentes, en espera de su “reactivación”, Gehlen habla
de la pulsión agresiva, que viviría en forma de “poderosas cargas de irritabilidad
social” en las sociedades contemporáneas, por lo que éstas viven dentro de una
“angustia como nunca hubo antes”. Por lo tanto, y siguiendo a Max Scheler, en las
sociedades contemporáneas hay un “excedente de impulsos”. Para contenerlos,
   
 
se debe lograr un “ensamble entre lo interno y lo externo en el ser humano”, por
ello “si consideramos al hombre como un ser social, entonces las instituciones de
una sociedad –los moldes sociales, las modalidades de producción, los moldes
jurídicos, los ritos, etc.- constituyen la gramática y la sintaxis, o sea, las formas de
expresión con que deben operar las partes impulsiva e instintiva humanas”.

El agobio intelectual

El agobio intelectual de las sociedades contemporáneas se da, según Gehlen, por


“el bombardeo permanente de hechos inconexos que debemos dominar –o
integrar, como dicen- intelectual y moralmente. Gehlen sigue a Hendrik de Man,
quien opinaba que “al suprimirse las distancias espaciales y temporales se pierden
los cánones y perspectivas históricos, condicionados por lo biológico, de manera
que el ser humano ya no puede orientarse”; por lo tanto “hemos terminado por
condenarnos a la incertidumbre”. Por lo tanto, Gehlen opina que “el factor tradición
tiene algo de irrenunciable para nuestra salud interior”. Gehlen concluye afirmando
que “En un ser de por sí “no fijado”, las tradiciones forman parte de las
condiciones básicas para la salud nerviosa, parte de la aritmética elemental de la
cultura”.

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