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Antropología Filosófica, de Arnold Gehlen
El título del libro es Del encuentro y descubrimiento del hombre por sí mismo, de
Armold Gehlen, quien nació en Leipzing en 1904 y murió en Hamburgo en 1976.
Según Wikipedia: “Fue un filósofo y sociólogo alemán que perteneció al partido
nazi y sus ideas han inspirado el desarrollo del neoconservadurismo alemán. Sus
influencias fueron Max Scheler y Nicolai Hartmann. Ideas suyas como
“sobreabundancia de estímulos” y “desistitucionalización”, han ganado amplio
consenso en Alemania (Jünger, Adorno)”.
En este texto rescato las ideas expuestas en el capítulo 3 del libro señalado en el
primer párrafo.
De acuerdo con Gehlen, un ser con la “constitución orgánica” como la del hombre
“sólo es viable si transforma previsoramente la naturaleza”, por lo que es un ser
llamado a la “acción transformadora” del medio. Por ello “el estado inmediato del
mundo es el resultado en gran medida de nuestra propia actividad y es
decididamente un producto”.
Aquí, Gehlen cita a Konrad Lorenz quien, a grandes rasgos, considera que la
cultura ha domesticado al hombre, logrando que sus instintos “salvajes” se vayan
adormeciendo. Comparando la evolución humana con el trabajo de domesticación
de especies animales. Lorenz llega a la conclusión de que “La privación de
selección natural y otros factores de esta clase, provocan en el ser humano y en
sus propios animales ciertas consecuencias parecidas a la domesticación”. A
continuación, Gehlen afirma no estar de acuerdo, dado que a él le parece que “la
inestabilidad inherente a la vida impulsiva del hombre aparece caso ilimitada”, por
lo que en el hombre hay un permanente riesgo de “una reinstintivación, una
regresión a la inseguridad y la propensión a degenerar que son básicas y
estructurales de la vida impulsiva”. Por ello, la pertinencia de los mitos antiguos en
donde “el caos es enteramente presumible y natural; el orden universal es divino y
corre peligro”. Para conjurar ese peligro, es necesario “regresar a la cultura”, dado
que la cultura es “el derecho, la moralidad, la disciplina, la hegemonía de la moral”.
Por medio de la cultura el hombre puede conjurar la “cabeza de Medusa” que
amenaza con volver al hombre “natural”, con lo que todo sería posible.
Para poner a prueba la idea acerca de los impulsos, que no se adormecen sino
que permanecen, digamos, latentes, en espera de su “reactivación”, Gehlen habla
de la pulsión agresiva, que viviría en forma de “poderosas cargas de irritabilidad
social” en las sociedades contemporáneas, por lo que éstas viven dentro de una
“angustia como nunca hubo antes”. Por lo tanto, y siguiendo a Max Scheler, en las
sociedades contemporáneas hay un “excedente de impulsos”. Para contenerlos,
se debe lograr un “ensamble entre lo interno y lo externo en el ser humano”, por
ello “si consideramos al hombre como un ser social, entonces las instituciones de
una sociedad –los moldes sociales, las modalidades de producción, los moldes
jurídicos, los ritos, etc.- constituyen la gramática y la sintaxis, o sea, las formas de
expresión con que deben operar las partes impulsiva e instintiva humanas”.
El agobio intelectual