Encarcelamiento de menores: el legado histórico de
selectividad y criminalización de la pobreza Bruna Carolina Bonalume 1, 2 https://orcid.org/0000-0002-4109-5435 ESPACIO TEMÁTICO LIBRE Recibido el 01.06.2018. Aprobado el 18/09/2018. Revisado el 22 de enero de 2018. Encarcelamiento de menores: el legado histórico de la selectividad y criminalización de la pobreza Resumen: El propósito de este artículo es proponer reflexiones sobre el encarcelamiento de menores, así como sobre la forma en que la violencia recorre la vida cotidiana de esta población. Esta discusión se basa en el reconocimiento de la selectividad de la justicia frente a una sociedad profundamente marcada por la desigualdad de género, clase social y raza / etnia. Para ingresar a este escenario, discusiones construidas en la perspectiva de contextualizar la problemática social, sus expresiones y la forma en que el Estado históricamente ha contestado, es decir, con coacción y consenso, lo que revela hasta qué punto el enfrentamiento de esta realidad tiene sus raíces fundadas en un sociedad desigual y que sustenta una lógica de criminalización de la pobreza. El Estado históricamente ha abordado el tema --con coacción y consenso-- revelando cómo tiene raíces el enfrentamiento de esta realidad. Adriana Giaqueto Jacinto 1 https://orcid.org/0000-0003-0181-2839 Introducción Los debates en torno a la juventud brasileña han recibido cierta notoriedad en la sociedad en su conjunto, ya sea en el ámbito académico, sociojurídico o incluso en procesos de militancia en defensa de los derechos de este población. No se puede negar, aún, que en medio de estos debates se incorporan discusiones mediáticas, que, sobre todo al tratar el tema relacionado con la infracción, fortalezcan la idea de asociación de imágenes de estos jóvenes a la vagancia y la peligrosidad. En este contexto, un cuestionamiento es inevitable, es decir, la ¿De qué jóvenes estamos hablando? Primero hay que reconocer que existen diferentes lugares diferentes factores a ser ocupados por los sujetos sociales, que son legitimado por el modelo de una sociedad dividida en clases y gobernado por el orden capitalista. Así, la juventud al que nos referimos es el que vive en las afueras, joven negros, pobres, que experimentan la intensificación de de la cuestión social, el proceso desenfrenado de criminalización y marginación de la pobreza. Jóvenes que enfrentar una verdadera batalla por la supervivencia en un sociedad que privilegia una clase sobre la otra, explora, segrega y asume formas cada vez más violentas, oprimidas y moralizar como forma de garantizar el orden social, pero lo cierto es que este modelo tiene un impacto directo en y reproducción de las condiciones de vida de estos adolescentes, principalmente los que cometieron infracciones. En este escenario, el Estado revela su rol punitivo en detrimento de garantizar una protección total. De ese modo, los pocos y tímidos intentos de responder a la ex- presiones de la cuestión social en la escena contemporánea, la adopción de medidas coercitivas para restablecer orden público, apoyando la falsa promesa de una cultura de la paz en defensa de una sociedad que también llama por la justicia, como si pudiera legitimarse con la adopción sistema opresivo y eficaz capaz de garantizar la encarcelamiento indiscriminado de esta población. Basado en estas discusiones, este artículo ha tienen como objetivo proponer reflexiones sobre el encarcelamiento la juventud y cómo la violencia atraviesa la vida cotidiana de esta población ción. Para entrar en este escenario, dis- discusiones sobre la intensificación de las expresiones del tan social y la forma en que el Estado históricamente legitima su acción controladora y represiva como parte integral de un proyecto empresarial guiado y gobernado por el sistema capitalista. Con base en esto, buscamos sacar a la luz el trayectoria socio-histórica de la política de atención a la niñez, adolescencia y juventud en Brasil, observando la logros, desafíos y retrocesos especialmente cuando los discursos se centran en la situación de los adolescentes y jovenes ofensivos. Finalmente, se presentan datos sobre la política de encarcelamiento de menores que contrastan con datos sobre la violencia y exterminio de estos sujetos sociales. Cuestión social y Estado penal: incongruencias de un discurso no siempre convincente La actualidad ha estado marcada por retrocesos en los derechos sociales, avances en el conservadurismo, valorización de discursos y prácticas que demarcan el carácter coercitivo y opresivo de la forma en que el Estado intensificación de las expresiones de la cuestión social. Además, estamos inmersos en un entorno político, económico y Ética y ética sin precedentes, que parece poner bajo control incluso al proceso democrático brasileño. Las desigualdades sociales, consolidadas en el modelo actual de sociedad, son el resultado de la riqueza social producido y accedido por unos pocos, así como el proceso de concentración de poder. La pobreza se propaga lo que aumenta la distancia entre ricos y pobres en Brasil, lo cual no es una mera coincidencia. Vivimos un realidad en la que la expansión de la riqueza contrasta fuertemente con la profundización de la miseria. R. Katál., Florianópolis, v. 22, n. 1, pág. 160-170, enero / abril 2019 ISSN 1982-0259 Encarcelamiento de menores: el legado histórico de la selectividad y criminalización de la pobreza Bruna Carolina Bonalume y Adriana Giaqueto Jacinto R. Katál., Florianópolis, v. 22, n. 1, pág. 160-170, enero / abril 2019 ISSN 1982-0259 Tavares (2009) contribuye a nuestra reflexión, comentando que la forma en que se organiza a nivel mundial la producción refleja una larga historia de explotación del hombre por el hombre, cuyas relaciones sociales están determinadas minado por la esclavitud, el feudalismo y, al mismo tiempo, el capitalismo. El autor agrega que todas estas formaciones sociales están compuestas por clases antagónicas, es decir, dominantes y dominadas. A sociedad capitalista, la vida del trabajador no impone límites a la producción. Aun así, todos tienen en común desigualdad, pero esto no es un argumento suficiente para afirmar que la división de la sociedad en clases ser algo natural. Y, cita a Marx (1988, p. 140): “La naturaleza no produce poseedores de dinero y bienes y, por otro, meros poseedores de su propia fuerza de trabajo ”. Paulo Netto (2001, p. 46) refleja que lo que distingue la explotación en el capitalismo de otros sistemas es que no sería necesario explotar el trabajo para producir riqueza, es decir, es posible producir riqueza sin explotar el trabajo: La explotación no es un rasgo distintivo del régimen de capital (se sabe, de hecho, que las formas sociales basadas en la explotación precede en gran medida al orden burgués); lo distintivo de este régimen es que la explotación entra en vigor en un marco de contradicciones y antagonismos que hacen que, por primera vez en la historia registrada, suprimible sin eliminar las condiciones bajo las cuales se crea exponencialmente la riqueza social. Eso es el la supresión de la explotación del trabajo por el capital, constituía el orden burgués y altamente desarrollado fuerzas productivas no implica - ¡todo lo contrario! - reducción de la producción de riqueza. En esta línea de razonamiento, podemos decir que la acumulación y la desigualdad son inseparables de la capitalismo, ya que el aumento progresivo de la riqueza constituye también un aumento de la pobreza. En este sentido, Paulo Netto (2007, p. 142) también destaca que “[...] el desarrollo capitalista es necesaria e, irreductiblemente, producción exponencial de riqueza y producción repetida de pobreza [...] ”, por lo tanto, resultado del modo de división de los bienes en el que el trabajador asalariado produce riqueza, pero estos no serán apropiados por él, sino acumulados por una clase dominante (SIQUEIRA, 2013). Para Iamamoto (2011, p. 128-129): [...] tales desigualdades revelan el desajuste entre diferentes temporalidades históricas, pero simultáneamente articuladas, atribuyendo particularidades a la formación social del país, que afectan la economía, la política y la cultura, redimensionando simultáneamente nuestro patrimonio histórico y el presente. Imprimen un ritmo particular al proceso de cambio en el que tanto lo nuevo como lo viejo se alternan en direcciones opuestas: La modernidad de las fuerzas productivas del trabajo social coexiste con patrones retrógrados en las relaciones en el radicalizando la cuestión social. Esta lógica sustenta la estructura del capital y se extiende por todas las esferas de la vida social, especialmente todo desde la clase trabajadora que se forja para vender su fuerza laboral como forma de garantizar la mínimo para sobrevivir. Para ello, además de ser versátil, necesita pasar por exploración e inseguridad. relaciones laborales, que incluye la extensión de la jornada laboral, reducción de puestos, funciones repetitivas y mecanizado a cambio de un salario miserable. En este escenario, Iamamoto (2011, p. 144-145), también destaca que existe un proceso de metamorfosis en la que él considera el viejo problema social, que ahora toma otras formas: Hoy destaca la inmensa brecha entre el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social y el relaciones sociales que lo impulsan. Esta fractura se ha traducido en la banalización de la vida humana, la la violencia escondida en el fetiche del dinero y la mistificación del capital al impregnar todos los espacios y esferas de la vida social. Violencia en el aparato represivo del Estado, capturada por las finanzas y puesto al servicio de la propiedad y el poder de los dominadores, su escudo de protección y difusión. Estas fracturas señaladas por Iamamoto (2011) se intensifican y concretan con la legitimación de un estado represivo y punitivo. Evidentemente, estas particularidades del Estado no son para todos sujetos sociales, sino a la población pobre, producidos y reproducidos en el contexto de la explotación capitalista. EL dependerá de la vigilancia y el control, y mientras se establece esta relación, la pobreza se legitima como peligroso, sin dejar al Estado más alternativa que castigarlo para la preservación del orden. En este contexto, la lógica del control social que busca establecer la dinámica y orden capitalista. Vale la pena considerar que el control social está presente en todas las formas de sociedad y es medios en las diferentes dimensiones de la vida, “[...] siendo necesaria para el intercambio del hombre con la naturaleza [...] ”(SILVA, 2011, p. 40). Sin embargo, en el marco de la expansión capitalista, el autor señala que: Encarcelamiento de menores: el legado histórico de la selectividad y criminalización de la pobreza [...] el control social gana significados, significados y adquiere forma histórica en los diferentes modos de producción social En la sociedad capitalista, el control se construye socialmente en los diferentes sistemas de poder, bajo el dominio del capital, que utiliza el control social en defensa de la sociedad de clases, la propiedad sector privado, explotación del trabajo y cultura de élite, con el fin de reproducir de generación en generación el la necesidad de un control social dominante, que confirma la aparente legalidad de como la verdad. (SILVA, 2011, pág. 40). Dicho esto, Mészáros (2002, p. 989) enfatiza que la raíz del problema no es si producimos o no formas de control, sino, más bien, el “[...] tipo de control, dado que las condiciones actuales se produjeron bajo el control del capital que nuestros políticos pretenden perpetuar como fuerza reguladora fundamental en nuestras vidas ”. Esta fuerza reguladora descrita por el autor se consolida como un mecanismo esencial para mantener la sistema capitalista, de orden burgués, siendo posible afirmar que el proceso de criminalización de La pobreza es un ejemplo de control social en la escena contemporánea. De esta manera, el control social así legitimado tiene como trasfondo la propagación de una ideología burguesa que culpa, sobre todo, a la clase obrera, de la precaria condición de vida, de la explotación del trabajo e incluso la intensificación de la violencia, lo que justificaría la ostensible expansión indiscriminada de la intervención criminal. Para Wacquant (2008, p. 466): [...] el surgimiento del Estado Penal es el resultado de una política de penalización de la miseria, que responde a la el crecimiento de la inseguridad salarial y la profundización del gueto como mecanismo de control población doblemente marginada en el doble plano material y simbólico. Según Wacquant (2001), esta política de criminalización de la pobreza y gestión de la pobreza gestionada según la lógica del Estado Penal, se da en dos modalidades. El primer componente del Estado Penal se refiere a la transformación de las políticas sociales en instrumentos de control y vigilancia, especialmente para los pobres y considerado peligroso. El segundo componente es el encarcelamiento o represión ofensiva de esta misma población, que afecta principalmente a negros y jóvenes que viven en la periferia. Wacquant (2001) señaló que la fuerza de este segundo componente se caracteriza por el avance neoliberal, que implica la Disminución visible del presupuesto de políticas sociales en detrimento del creciente presupuesto de políticas sociales. delitos penales / penales. Además, la expansión del número de cárceles privadas como nicho lucrativo y las estadísticas de jóvenes detenidos, así como los hechos cometidos, que revelan que en la actualidad hay un aumento de jóvenes Cumplimiento de medidas privativas de libertad por hechos menos graves. En este contexto, existe, entonces, un Estado que no se intimida en reprimir a la gigantesca masa de miserias engendradas por la reestructuración contemporánea del capital. Al contrario, su intervención el fortalecimiento de la coacción, que evidencia el audaz mantenimiento del orden establecido, distintos lugares a ocupar en esta división de clases socialmente establecida, que dibuja la relación entre el aparato estatal coercitivo y la pobreza bajo vigencia neoliberal. ¿Y cuáles serían las repercusiones de esta lógica en la adolescencia y juventud brasileñas? Como hablar- protección social de este grupo de población, si la prioridad es mantener la división de clases? Me gusta ampliar el debate en torno a la lucha por los derechos cuando el legado histórico de la política se centró en la infancia y ¿Nos revela la juventud que el castigo y el control se reafirman frente a los intereses dominantes? El legado histórico de un estado de castigo y represión de la juventud brasileña Cuando pensamos en una infracción, lo que tenemos es una trayectoria sociohistórica que a lo largo de su desarrollo construyó y legitimó estrategias de coerción y represión, una historia que tiene poco que ver con con derechos sociales. Evidentemente, no se puede ignorar toda la trayectoria histórica de lucha y resistencia e intensa movilización. que dio lugar a la promulgación del Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA), pero aún no es posible Afirmamos que se consolida la lógica de la plena protección y vigencia de los derechos. En este contexto, coincidimos con Arendt (2009, p. 33), cuando dice que para comprender la realidad actual es necesario mirar los “huecos” que dejó el pasado, a partir de los cuales es posible entender el futuro. Se ratifica que las lagunas del pasado son históricas, siendo necesario comprender la particularidades de la constitución de la violencia y sus manifestaciones en la realidad brasileña, considerando la cambios en el desarrollo de la historia. Para Silva (2011, p. 52), a lo largo de la historia, la atención a la niñez y adolescencia, especialmente pobre, recibe atención en momentos de carácter de "compasión / castigo", a veces de "sanción / castigo", que, para el autor, revela el carácter contradictorio de las prácticas educativas, asistenciales y sociojurídicas y que “[...] imprimen una cierta nada propuesto para el control sociopenal ”. (SILVA, 2011, pág.69). Para retomar esta historia que marca el proceso de responsabilidad y control social, elegimos por la división sociohistórica elaborada por Méndez (2000). El referido autor entiende que la responsabilidad El derecho penal se consolida en América Latina y Brasil en tres etapas diferenciadas: la primera se refiere a la de “[...] carácter penal indiferenciado , que se extiende desde el nacimiento de los códigos judiciales penales claramente Retribucionista del siglo XIX hasta 1919 ”. (MENDEZ, 2000, p. 1, énfasis agregado). Para el autor, este período delimita el entendimiento de que los niños y adolescentes no se diferenciaron de los adultos y en Brasil, más concretamente, este momento surge con el primer Código Penal de 1830 y se extiende por 97 años hasta la promulgación del primer Código de Menores de 1927. Rizzini (2011a) menciona que la ley estableció la edad penal en los 14 años y, por tanto, la autoridad policial podía recoger al adolescente en los Correccionales cuando cometían algún tipo de delito. El autor (RIZZINI, 2011a) destaca que ya en 1888, en la Cámara de Diputados de Río de Janeiro, la Número 33-A, cuya propuesta se centró en la represión y corrección de adolescentes considerados ociosos en la medida que habitualmente deambulaba por las vías públicas. Por lo tanto, era necesaria una atención legal en estos sujetos, mediante la aplicación de medidas más drásticas, a fin de prevenir lo que claramente constituía como molestia y amenaza a la armonía, las buenas costumbres y la tranquilidad social. Aún en la perspectiva del autor (RIZZINI, 2011a, p. 115), esta preocupación por reprimir la ociosidad estaba ocurriendo como parte del inevitable proceso de transformación “[...] de las relaciones socioeconómicas en este período transición al orden capitalista ”. Por tanto, la pregunta se refería a la construcción de un nuevo ideología del trabajo, con valores nacionalistas, que sobrepasaba la lógica de los sujetos holgazanes, tan asociados al modelo de sociedad colonial, para alcanzar los estándares de los países europeos, ya que esto haría posible la Amplio acceso al capital. La segunda etapa de esta división socio-histórica es denominada por Méndez (2000, p. 1) como “tutelar”. Para el autor Esta etapa tiene su origen en Estados Unidos a finales del siglo XIX, está liderada por el llamado Movimiento de Reforma y responde a una reacción de profunda indignación moral ante la promiscuidad de la vivienda de mayores y menores en las mismas instituciones. De la experiencia de los EE.UU., que la especialización de se introduce la ley y la administración de justicia de menores en América Latina. (MENDEZ, 2000, pág. 1). En Brasil, este período estuvo marcado por la promulgación del Código M27 Mattos Menor de 1927. El Código, a pesar de establecer intentos de romper con la visión tradicionalista previamente instituida, muestra poco revolucionario en categorizar la infancia y la adolescencia como abandonadas o pervertidos. Para Faleiros (2011, p. 47), el “Código de 1927 incorpora tanto la visión higienista de proteger el medio ambiente y el individuo, como visión jurídica represiva y moralista [...] ”, utilizando modelos correccionales cuya La filosofía política se basaba en el control social. El gobierno de Vargas lanzó políticas que no fueron más allá de lo autoritario, represivo, paternalista y clientelista del Estado Novo y en 1941 creó el Servicio de Atención a Menores (SAM). Este modelo, según Rizzini (2011b, p. 266), fue severamente criticado por la sociedad, ya que transformó sus internados en “verdaderos”. ramas del infierno ”, por su estructura y funcionamiento análogos al sistema penitenciario, que enmascara atrocidades reales y violaciones de derechos. Y además: [...] la filosofía de SAM se basó en la criminología positivista europea del siglo XIX, donde se le dio énfasis en las ciencias biológicas y psicológicas para explicar científicamente los comportamientos patológicos y sádicos a. Es de este enfoque que nace el término “delincuente”, usado con prejuicio para demarcar el comportamiento juvenil considerado problemático, una amenaza potencial. (COSTA, 1990, apud SILVA, 2011, pág. 83). En 1964, debido a la articulación realizada en el ámbito social, institucional y partidista para extinguir el SAM, a través de la resistencia del Ministerio de Justicia, la Política Nacional para el Bienestar del Menor, recientemente creado, establece la Fundación Nacional para el Bienestar del Menor (FUNABEM), con un objetivo opuesto al de SAM, sus objetos eran: “[...] la autonomía financiera y administrativa de la institución y en el rechazo de depósitos de menores ”. (RIZZINI, 2004, pág. 35). Sin embargo, esta filosofía no superó el modelo represivo, considerando que el El escenario político del país adolece de la vigilancia y el control abiertos del militarismo. R. Katál., Florianópolis, v. 22, n. 1, pág. 160-170, enero / abril 2019 ISSN 1982-0259 Encarcelamiento de menores: el legado histórico de la selectividad y criminalización de la pobreza Dentro de esta perspectiva de vigilancia, el 10 de noviembre de 1979, el Nuevo Código de Menores, bajo la doctrina de la situación irregular. Faleiros (2011, p. 70) destaca que la situación irregular se define como “[...] la privación de las condiciones esenciales para la subsistencia, la salud y la educación, por omisión, acción o irresponsabilidad de los padres o tutores ”. Tal concepción hace que la “[...] cuestión sea aún más legal y asistencia, dando al juez el poder de decidir qué es lo mejor para el menor: asistencia, protección o vigilancia". (FALEIROS, 2011, pág.70). La atención en torno a la infancia y la adolescencia se está gestando en el país en esta trayectoria histórica sin superar modelos punitivos y discriminatorios, que revelan el rol tutelar que asume el Estado ante esta grupo, a efectos de control, vigilancia y sanción a quienes no se adapten a la normativa vigente del la clase dominante. Para Silva (2011, p. 87): Este sistema selló, de una vez por todas, el control social institucional de este segmento en una articulación los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Porque el sistema tutelar fue creado para tratar los síntomas de la 'insuficiencia social', como antídoto de la 'delincuencia juvenil', derivada del supuesto 'abandono moral'. Es en la tercera etapa, definida por Méndez (2000) como responsabilidad penal de los adolescentes, que inicia el intento de romper con modelos previamente establecidos, para adoptar un modelo basado en justicia y garantía de derechos. Esta etapa fue inaugurada en Brasil en 1990 con la promulgación de ECA, cuando se convirtió en adoptó la doctrina de protección integral que reconoce a los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos y dejar de ser meros objetos de intervención jurídico-estatal, así como establecer medidas de prevención, protección, una política de servicios especiales y un acceso digno a la justicia. Evidentemente, ECA representa una construcción social que surge de una lucha sociohistórica en un contexto neoliberal, pero aún es necesario reconocer que es un campo de tensiones, contradicciones y juego de interés, ya que estamos ante un Estado burgués, cuyo proyecto empresarial permanece inalterado, su estructura está estrechamente arraigada en la lógica de un sistema capitalista, que contribuye a sostener respuestas estatales represivas y controladoras. En esta perspectiva Silva (2011, p. 121) destaca que: [...] aunque hay mayoritariamente interpretaciones de que el ECA está dirigido a todos los niños y adolescentes independientemente de su condición social, su sociohistórico y jurídico inferir que, al igual que el Código de Menores, no ha liberado a adolescente pobre y ofensor res. Sigue estando destinado a la población pobre, potencialmente "peligrosa" y "delincuente". La pobreza y La delincuencia se ha adaptado a la pobreza y la infracción, manteniéndola actualizada como es la pobreza. quienes, en su mayor parte, se ven privados de su libertad. Este debate está lejos de terminar, ya que revela que aún hoy, incluso después de que hayan pasado 28 años desde promulgación de la ECA, todavía nos asombra la vieja pregunta que plantea al adolescente y al Juventud brasileña entre escasa protección y control represivo desenfrenado, que se traduce en encarcelamiento de esta población y legitima el silencio y el desprecio por los jóvenes, negros, residentes en las periferias. Encarcelamiento de adolescentes y jóvenes: ¿a quién le interesa este debate? La adolescencia se define, según ECA (BRASIL, [2019]), como el período que se extiende desde los 12 a los 18 años. El Estatuto de la Juventud (EJUVE) (BRASIL, [2018]), promulgado en 2013, define a los jóvenes como las personas de 15 a 29 años. Resaltar esta división por edades es objetivo de ubicar el grupo social al que se refiere este artículo. Cabe señalar que EJUVE no tiene menciones específicas cuando el tema es una infracción, jóvenes de entre 15 y 18 años, cuando cometan una infracción de cualquier tipo. naturaleza, la medida aplicada es de carácter socioeducativo y se basa en los principios de la CEPA, más de 18 años responden a los procesos a través del Código Penal brasileño. Además de los límites de edad, lo cierto es que estamos ante un escenario social intenso y complejo, cuando las discusiones se centran en datos sobre el encarcelamiento de esta población. Según datos del Mapa de Encarcelamiento (BRASIL, 2015), hubo un período de siete años un aumento significativo de la población carcelaria, especialmente entre los jóvenes de 18 años y 24 años. En 2005 fueron encarcelados 96,288 jóvenes, pero en 2012 había 266,356 presos en ese mismo grupo de edad. Los datos aún revelan que la mayoría no había completado la escuela primaria, así como no se insertó en trabajos formales. Este documento (BRASIL, 2015) también señala que en 2012, el encarcelamiento de jóvenes era 2,5 veces mayor que el de los no jóvenes. En cuanto al grupo étnico-racial, el 60,8% de la población penitenciaria eran negros, además, fueron encarcelados un 1,5% más que los blancos (BRASIL, 2015). A partir del escenario descrito, es posible destacar que el encarcelamiento en Brasil ha sido históricamente un corte de raza y clase que está estrechamente relacionado con la herencia de la esclavitud que resalta el problema étnico-racial como elemento central en las múltiples violaciones de derechos. Este hecho revela que “el racismo sigue ofreciendo al aparato represivo los elementos ideológicos que legitiman el libre uso de la fuerza de Estado [...] ”(FAUSTINO, 2010, p. 24-25). Se trata, por tanto, de reconocer que “[...] la policía militar invade de igual manera la cobertura del descendiente del esclavo y la choza del descendiente del esclavo del. El pasado, como una piedra arrojada al agua, crea ondas concéntricas que resuenan en el presente ”. (CASTRO, 2016, pág.23). Con respecto a la población adolescente, ECA (BRASIL, [2019]) establece en su art. 112 que Si se verifica la práctica de una infracción, la autoridad competente podrá aplicar al adolescente lo siguiente medidas socioeducativas: alerta; obligación de reparar el daño; prestación de servicios a la comunidad; liber- calidad asistida; inserción en un régimen de semilibertad y admisión a un establecimiento educativo, enfatizar que esta última constituye una medida de privación y está sujeta a los principios de brevedad, excepcionalidad y respeto por la condición peculiar de una persona en desarrollo. Por otro lado, según datos de la Encuesta Anual del Sistema Nacional de Servicios Socioeducativo (SINASE) (BRASIL, 2018), en referencia al año 2015, revela que la medida socioeducativa La hospitalización, que debe aplicarse como excepción, representa más del 68% entre todos medidas aplicadas en Brasil y en el conjunto de una serie histórica tiene un crecimiento visible, como se presenta en Gráfica 1. Gráfico 1 - Adolescentes y jóvenes en internamiento, internamiento temporal y semilibertad (2010-2015) Fuente: Basado en datos de Brasil, 2018. En esta misma encuesta (BRASIL, 2018) se registró que las infracciones análogas al hurto representaron el 46% (12,724), el 24% (6,666) como análogo al narcotráfico y el 10% (2,788) análogo al asesinato. Si bien el delito análogo al homicidio, considerado más grave, representa el 10% de los registros, robo y trata parecen recibir la misma equivalencia cuando observamos la aplicación de la medida de hospitalización. El perfil de los adolescentes es aún más esclarecedor, cuando la encuesta señala que en relación a género, hay predominio de varones adolescentes (96%), y concentración en el grupo de edad edad entre 16 y 17 años con 57% (BRASIL, 2018). Cuando analizamos el perfil étnico-racial, nos encontramos con con situaciones similares a las observadas en los datos de encarcelamiento de menores, y no parece ser solo una mera eventualidad. Los datos revelan las tensiones y contradicciones del momento actual que se encuentran entre protección y castigo, lo que pone de relieve la necesidad de un debate amplio y serio sobre el tema, ya que privilegiando medidas de coacción y represión en detrimento de la protección social es ir contra las luchas en defensa de los derechos de los adolescentes y jóvenes, especialmente los negros, los pobres y los habitantes de la favela, quienes la violencia ingresa al sistema judicial a través del encarcelamiento. En este sentido, los estudios de Adorno (2003) destacan que al discutir la relación entre justicia, de derecho y juicio, desde el punto de vista de la influencia del racismo y el prejuicio racial en la distribución de La justicia penal concluye que si bien el delito no lo comete solo la población negra, el castigo es centrado en ese grupo. La otra cara de la misma moneda: vidas destrozadas En lo que respecta a la protección social, parece que todavía no hemos pasado del nivel del aparato legislativo. A medida que crece la perspectiva de encarcelamiento, también lo hace el exterminio de la juventud brasileña evidente clase étnico-racial y social. Datos del Índice de vulnerabilidad a la violencia de los jóvenes de 2017, desarrollado por Asociación Nacional de Jóvenes en alianza con el Foro Brasileño de Seguridad Pública, revelan una imagen que nada se relaciona con la lógica de la protección social (BRASIL, 2017). En este documento se puede observar que en Brasil el riesgo relativo de que un joven negro sea víctima de homicidio en relación con un joven blanco es 2,7 y este dato se vuelve más aterrador cuando miramos escenarios como el de la región Nordeste, que alcanza el porcentaje de 8,9 en el estado de Paraíba. La tasa de homicidios entre los jóvenes negros nos revela un flagrante proceso de reproducción de un sociedad esclavista, cuya herencia afecta visceralmente la vida de estos sujetos sociales, como es posible Gráfico 3 - Tasa de homicidios de hombres y mujeres negros y no negros En esta misma perspectiva, los datos del Atlas de la Violencia 2017 (CERQUEIRA et al ., 2017) muestran que más de la mitad de las 59.080 personas asesinadas por homicidios en 2015 eran jóvenes (31.264, equivalente a 54,1%), de los cuales 71% eran negros y 92% hombres. Un verdadero genocidio, una grave violación de los derechos humanos, una violencia que impide parte de de los jóvenes brasileños para tener una vida plena y revela una ineficacia inagotable de un estado lo que ni siquiera garantiza la supervivencia de esta población. Otro hallazgo significativo es la selectividad racial de los homicidios con armas de fuego. La tasa de homicidios cayeron las armas de fuego de los jóvenes blancos en Brasil, mientras que aumentó el de los jóvenes negros. “[...] victimización del país, que en 2003 era del 72,5%, en pocos años se duplica. En 2012 es 142% [...] ”(WAISELFISZ, 2015, pág. 101). Eso significa 2,5 veces más negros que blancos víctimas de armas de fuego. (WAISELFISZ, 2015). El número de muertes de hombres jóvenes es extremadamente superior al de mujeres en total, el 95% de las muertes de hombres frente a solo el 5% de mujeres, entre todas las causas de muertes por arma de fuego en la población joven en 2012 en Brasil (WAISELFISZ, 2015). En medio de este campo de exterminio nos encontramos ante el discurso social, que criminaliza y atribuye a población negra la responsabilidad de la inserción en esta perversa situación, impulsada por el orden social actual. Tal discurso ignora la barbarie a la que fue sometida esta población a raíz de la violenta historia vivida en el Escenario brasileño. Pero lo que realmente importa es la historia contada por las clases dominantes, que difunden en su discurso de clase y racista la idea de que esta población es potencialmente peligrosa y debe ser castigada y prohibido en la sociedad en su conjunto (ADORNO, 2003). Mirando este escenario, en lugar de mirar hacia el futuro, tenemos la ausencia de derechos. Al revés de políticas de educación pública efectivas, tenemos planes de encarcelamiento masivo. En lugar de libertad tenemos un continuo de los grilletes de la esclavitud. Por tanto, se produce la criminalización de la juventud, sobre todo de la juventud negra pobre. Consideraciones finales El encarcelamiento de la juventud brasileña está atravesado por diversas concepciones e ideologías, así como por por proyectos antagónicos en disputa en la sociedad, que se basan en una sociedad de clases regido por el orden del capital. El carácter clasista, racista, excluyente y selectivo tiene sus raíces en el sistema derecho penal juvenil, haciendo explícito el intento de mantener la lógica de la marginación, la criminalización de pobreza y naturalización flagrante del problema social. Este escenario trae como telón de fondo la perversidad de violar los derechos de los adolescentes y jóvenes, producido y reproducido en un modelo de sociedad que se sustenta en la órbita actual del capitalismo, este hecho nos pregunta: ¿hubo algún momento en la trayectoria de vida de este grupo de derechos que de hecho estaban asegurados? Además, cabe considerar que la vulneración de los derechos de estos sujetos representa un retroceso para logros de los movimientos sociales y otros activistas, en torno al paradigma de protección integral y ampliación de los preceptos establecidos en la CEPA, lo que pone de manifiesto la lucha urgente y necesaria en defensa de garantía de estos derechos, así como la resistencia a las medidas represivas / coercitivas, que enmascaran la necesidad de mantener el orden socialmente establecido por el capital en detrimento de la expansión de políticas públicas realmente capaces de sostener un modelo integral de protección social. Referencias ADORNO, S. La justicia penal es más severa con los criminales negros. [Entrevista a] Alexandre Zarias. ComCiência , Campinas, n. 49, nov. 2003. Disponible en: http://www.comciencia.br/dossies-1-72/entrevistas/negros/adorno.htm. Consultado en: 23 ene. 2019. ARENDT, H. Sobre la violencia . Río de Janeiro: Civilización brasileña, 2009. BRASIL. 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