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Características del neoclasicismo hispanoamericano en la novela “Periquillo

Sarniento”

 La función de la literatura neoclásica era de aspecto moral y didáctica: en la


novela de J.J. Lizardi, se demuestra esta característica al inicio de tal, pues se hace
la siguiente contextualización:
«Deseo que en esta lectura aprendáis a desechar muchos errores que notaréis
admitidos por mí y por otros, y que, prevenidos con mis lecciones, no os expongáis
a sufrir los malos tratamientos que yo he sufrido por mi culpa, satisfechos de que
mejor es aprovechar el desengaño en las cabezas ajenas que en la propia» (p. 13).

“¡ah! Si estas pobres criaturas de quienes hablo tuviera sindéresis, al instante que
se viera las inocentes abandonadas de sus madres, como dirían llenas de dolor y
entusiasmo “Mujeres crueles, ¿Por qué tenis el descaro y la insolencia de llamaros
madres?...» (p.17).

«El cargo de fiscal es de suma confianza en los tribunales, y no corresponderán a


esta los oficiales de estado mayor que lo ejercen en los consejos de guerra, sino
procuran desempeñarle con rectitud y actividad, produciendo en sus acusaciones
de buena fe, con la mayor integridad y como defensores de la ley, sin calumniar ni
ofender a nadie injustamente…» (p.711).

«digo: que nací en esta rica y populosa ciudad por los años de 1771 a 73, de unos
padres no opulentos, pero no constituidos en la miseria; al mismo tiempo que eran
de una limpia sangre, la hacían lucir y conocer por su virtud. ¡Oh, sí siempre los
hijos siguieran contantemente los buenos ejemplos de su padre!» (p. 14).

 Imitación de la naturaleza humana: en este caso se reflejaba la naturaleza


humana, pero, solo el lado positivo, esto por la misma función educadora que tenía.
En el «Periquillo Sarmiento» vemos cómo representa la naturaleza humana de
Pedro desde la crianza que tuvo de su madre y que esas características lo
acompañarían a lo largo de su vida.
«Si alguna criada me incomodaba, hacía mi madre que la castigaba, como para
satisfacerme, y esto no era otra cosa que enseñarme a soberbio y vengativo» (p.18).

«Contemplen ustedes como quedaría yo con semejante responsorio. Al instante


conocí que aquel padre decía muy bien, pro más que yo sintiera su claridad, pues
aunque he sido ignorante, no he sido tonto, no he tenido cabeza de tepeguaje»
(p.61).

«A más de esto, era de un corazón harto y sanguinario. El infeliz que caía en sus
manos por causa criminal bien se podía componer si era pobre, porque no
escapaba de un precio cuando menos, y se vanagloriaba de esto altamente,
teniéndose por un hombre íntegro y justificado, jactándose de que por medio se
había cortado un miembro podrido a la república. En una palabra, era el hombre
perverso a toda prueba» (p. 309).

«Es increíble lo que domina el corazón humano un carácter dulce y afable, y más
en un superior. El de mi maestro me docilito tanto con su primera lección, que
siempre le quise y veneré entrañablemente, y por lo mismo le obedecía con gusto»
(p. 31).

 Exalta el valor patriota: esta es de las características que más rápido se encuentran
en la novela:
«Nací en México, capital de la América Septentrional en la Nueva España.
Ningunos elogios serían bastantes en mi boca para dedicarlos a mi cara patria;
pero, por serlo, ningunos más sospechosos» (p.14).

«Los que la habitan y los extranjeros que han visto pueden hacer su panegirico más
creíble, pues no tienen el estorbo de la parcialidad, cuyo lente de aumento puede a
veces disfrazar los defectos, o poner en grande las ventajas de la patria aun a los
mismos naturales; y así, dejando la descripción de México para los curiosos
imparciales» (p. 14).

«Mucho menos repruebo que alabéis vuestras leyes y costumbres y las


producciones de vuestra tierra. Justo es que cada uno ame con preferencia el país
en que nació, y que congeniando con sus costumbres, climas y alimentos, los
prefiera a los de todo el mundo, pero no es justo que esta alabanza sea apocando la
tierra en que vivís y delante de que os sienta a su mesa» (p. 545).

«El caso fue, que ya por verme distante de mi patria, ya pot libertarme de las
incomodidades que me acarrearía el servicio en la tropa por ocho años, a que me
sujetaba mi condena o ya por el famoso tratamiento que me daba el coronel» (p.
509).

 Apreciación por la naturaleza: se hacen mención de elementos de la naturaleza


como ríos, animales, montañas, entre otros aspectos.
«¡Con qué constancia no está la gallina lastimándose el pecho veinte días sobre los
huevos! […]! Salidos éstos, ¡con qué eficacia los cuida!, ¡con qué amor los
alimenta!, ¡con qué ahínco los defiende!, ¡con qué cachaza los tolera y con qué
cuidado los abriga!» (p.162).

«así sucede me contesto el vicario y sucederá siempre en los dominios de España


hasta que no se olvide esta costumbre tan repúgnate a la Naturaleza como a la
ilustración del siglo en que vivimos» (p. 67).

«Ciertamente estos no son capaces de apostárselas en ferocidad a un hombre


cuando pierde los estribos. No hay perro que no sea agradecido a quien le da el
pan; no hay perro gallina que repugne criar y cuidar a sus hijos por sí misma, y si
de todos» (p.559).
«Breve y sumariamente se concluyó la causa de los medios. La Anita fue a acabar
de criar a su hijo a San Lucas y los demás a ganar el sustento al castillo de San
Juan de Ulúa» (p.467).

 Decoro externo: se respetaban las leyes morales de la sociedad.

«Esto sí me parece malo en un noble, y me parece peor que todo lo dicho y


malísimo en extremo de la maldad imaginable, que el joven ocioso, vicioso y pobre,
ande estafando a éste, petardeando a aquél y haciendo a todos las trácalas que
puede, hasta quitarse la máscara, dar en ladrón público y parar en un suplicio
ignominioso o en un presidio» (p.36).

«no por un acto primo ni acalorados por alguna grosería que se use con ellos sino
solo engreídos en que el secular es cristiano y ha de respetar su carácter no los
excusa de la muy mal, y son muy reprensibles, pues debe reflexionar que el carácter
no los excusa de la observancia de las leyes que el orden social prescribe a todos»
(p. 385).

«La justicia, o los jueces que la distribuyen, según las buenas leyes, no privan de la
libertad o de la vida al reo por venganza, sino por necesidad. No le quita a Juan la
vida precisamente porque mató a Pedro, sino también porque cuando aquél expía
su delito en el suplicio, tenga el pueblo la confianza de que el estado vela en su
seguridad, sepa que, así como castiga a aquel, castigará a cuantos incurran en
igual crimen, que en el mismo que imponer así está el obligar al hombre a obedecer
la ley con el temor del castigo» (p. 559 -560).

«No porque en esas capitales ni reina nuestra religión ni rigen nuestras leyes; y si no
sabía coser una camisa, tejer un jubón, hacer unos zapatos o cosa semejante con sus
manos, sus conclusiones, sistemas y erudiciones» (p.165).

Bibliografía

Fernández, J. (s.f.). El Periquillo Sarniento. Biblioteca Virtual Universal.

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