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Pregrado de psicología
Neuropsicología
Relatoría # 1
Fecha: 15/mayo/2020
Nombre: Juan Diego Marulanda.
Bibliografía.
-Balmaseda, R., Barroso y Martín, J.M. & León Carrión, J. (2002). Déficits neuropsicológicos y
conductuales de los trastornos cerebrovasculares. Revista Española de Neuropsicología. 4 (4).
312-330.
La siguiente relatoría tiene como objetivo llevar a cabo la relación entre los textos
anteriormente referenciados que abarcan el tema de la enfermedad cerebrovascular, para
luego brindar un análisis desde la postura como estudiante de psicología de los
conocimientos adquiridos de dichas lecturas.
En el libro neuropsicología clínica de los autores Alfredo Ardila y Mónica Rosselli, se
puede observar cómo se mantiene un enfoque clínico aportando las nociones y problemas
principales acerca del conocimiento sobre la neuropsicología y su ejercicio con
personas/pacientes que presenten algún daño cerebral. El capítulo dos del libro, titulado
patologías neurológicas, los autores abarcan las diferentes patologías neurológicas desde
sus posibles causas, cómo éstas se desarrollan y su avance, logrando así afecciones en la
actividad cerebral normal. La información se organiza en la conceptualización de la
patología, clasificación y sintomatología, en el siguiente orden: enfermedad
cerebrovascular, traumatismos craneoencefálicos, tumores, infecciones, enfermedades
nutricionales y metabólicas, enfermedades degenerativas, epilepsias, exámenes clínicos y
paraclínicos.
El artículo de revista de los autores Raquel Balmaseda, Juan Manuel Barroso y José
Carrión titulado déficits neuropsicológicos y conductuales de los trastornos
cerebrovasculares, abre con un resumen conciso de su intención, direccionada al análisis de
los déficits que pueden presentarse como consecuencia de un ACV en términos
neuropsicológicos y conductuales, partiendo de una revisión bibliográfica científica. Es
importante señalar aquí que dicho artículo evidencia un enfoque más crítico que el anterior,
ya que promueve el estudio justamente de los conceptos desarrollados en el texto de
Alfredo Ardila y Mónica Rosselli.
Habiendo aclarado lo anterior, seguimos con un punto crucial del texto: A pesar de que
los déficits puedan ser expresados de forma general en físicos, es pertinente establecer los
de índole cognitivos, conductuales, emocionales y neuropsicológicos, estos últimos
encontrados dentro de la patología dependiendo de los territorios vasculares afectados. De
tal forma, si en un ACV se compromete por ejemplo, la arteria cerebral anterior ACA, los
déficits podrán ser de índole conductual como cambios de personalidad por alteraciones
bilaterales del córtex prefrontal, sensoriomotor como la pérdida en el control de esfínteres,
emocionales como agresividad y pérdida de las normas del comportamiento social por la
afectación de las vías frontales por el núcleo caudado, cognitiva como la disfunción
ejecutiva, entre otras que comprometen más sectores del cerebro.
Con ello, los tratamientos de rehabilitación dirigido para pacientes que presenten
cualquiera de los diferentes TCV son estudiadas constantemente, así como también la
comprensión de las teorías de recuperación funcional y la de localización sistémico
dinámica de las funciones superiores que llevan a la recuperación espontánea, a través de
mecanismos fisiológicos regenerativos y excitatorios. En éste punto es cuestionable si el
uso en la mención de secuelas establecidas es vigente o si por el contrario, aun cuando se ha
dictaminado una irreversibilidad, dichas secuelas pueden trasladarse a la recuperación.