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Hecho por: Sara Paulina Lancheros

Curso: Análisis Jurisprudencial


Docente: Joaquín Emilio Acosta Rodríguez
Grupo: 60
Universidad la Gran Colombia
Fecha de entrega: 09 de septiembre
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La moralidad social como regla del actuar del pueblo colombiano

Al analizar cuál es el conjunto de reglas que sujetan las acciones de los colombianos
es posible encontrar diversas respuestas, entre ellas la Costumbre que en cuanto a su
significado Ulpiano la definió como “tacitus consensus populi, longa consuetudine
inveterata” (consentimiento tácito del pueblo, inveterado por un largo uso), cuya definición
considero contiene los elementos necesarios para constituir la costumbre, siendo estos la
aprobación o practica general de la comunidad de una actividad por un determinado periodo
de tiempo.

Al respecto la jurisprudencia colombiana y en especial la construida por la Corte


Constitucional, denota cual es la generalización aceptada sobre la que se cree es la
Costumbre, no obstante, y por disposición legal esta debe estar acorde a la moral cristiana,
a modo de ilustración la Ley 153 de 1887, en su artículo décimo tercero resalta que la
costumbre deberá aplicarse cuando no se halle solución en la legislación positiva vigente, sin
embargo es clara al determinar que la costumbre estará predispuesta por los mandatos
morales de la cristiandad.

Es hay cuando se suscitan diversas interrogantes, ya que al analizar dicha disposición


el contenido es claro y en mi opinión, es contrario a lo consagrado en la Constitución, pues
define el arquetipo al que debe estar sujeta y subordinada la moralidad y con esto la
Costumbre. Desconociendo la posibilidad que los colombianos no profesen los valores
morales de la cristiandad por considerarlos contrarios a sus principios, aun así, cuando en
palabras de la Corte, es innegable que la mayor parte de la población profesa la religión
cristiana, el reconocer y determinar por medio de conceptos claros, excluye y da por obvio
la pluralidad de la nación.
Empero, al querer conceptualizar dicha información, es posible caer en el error. He
aquí el fundamento de este análisis, demostrar que lo pronunciado por la Corte Constitucional
en la sentencia C-224-94, se encuentra alejado de la realidad o más que eso hace una lectura
retirada de lo expuesto en la Constitución, al considerar que la moral social que ata y
conforma la costumbre del pueblo colombiano es la moral cristiana, esto en razón de las
mayorías y del contexto en el que se creó la disposición demandada, pues vale la pena resaltar
que fue creada hace más de un siglo, y con otra Constitución en regla, coexistiendo con los
valores religiosos con los cuales se identifica la Religión cristiana.

Lo anterior representa además en mi opinión y en la de algunos magistrados que


salvaron su voto, un gran error, pues el sustentar que la moral cristiana se entiende como
moral social, por el simple hecho que en Colombia es innegable que la mayoría de ciudadanos
profesan determinada religión, que en este caso es la cristiana, incorpora una clara
discriminación a los otros tipos de moralidad y no solo esto, sino que los subordina.

Ya que esto a la luz de la Constitución sería erróneo, pues la misma es respetuosa de


las elecciones relacionadas al culto y de las otras doctrinas religiosas como estilo de vida. Tal
como lo presento el accionante de la referenciada sentencia, “La norma atacada desconoce el
pluralismo, la diversidad étnica y cultural de los diferentes sectores de la Nación
Colombiana”, argumento con el cual no puedo estar más de acuerdo, puesto que el restante
ordenamiento jurídico debe entrar a regir en armonía con lo consagrado en la Constitución,
situación que no sucede con la " Ley 153 de 1887” en su artículo 13, sustentando mi
desconcierto en que en la constitución de 1991 no se invoca ninguna modalidad especial de
moralidad religiosa.

En ese sentido la moral social, se percibe como el conjunto de reglas que sirven como
parámetros para el actuar individual, dichas acciones ajustadas a las necesidades e intereses
de la comunidad, de acuerdo a lo anterior, la moral social se entiende como un orden social,
no tan distinto al derecho, pues en el sentir de la Honorable Corte en la C-224-94, la demanda
de inconstitucionalidad interpuesta por el accionante, pretendía eliminar esta categoría del
ordenamiento, situación que se encuentra permeada por la confusión, pues al realizar un
análisis detenido es evidente, que lo que se propone es eliminar esa distinción de “la moral
cristiana”, como la moral social Colombiana, ya que en opinión del accionante, la norma
atacada coacciona y subordina las otras posibles formas de moralidad.

Respecto a lo anterior, es necesario tener clara la categoría de moral individual y


social, porque es a raíz de la confusión entre ellas, que en la ratio decidendi la Corte
Constitucional, concentra la discusión en el carácter axiológico de la moralidad, es ahí
cuando se citan diversos autores, con miras a establecer que la relación entre moral y derecho
es inquebrantable, por lo que una rige dentro del fuero interno y la otra es la exteriorización
de los deseos humanos. Con esto la Sala interpreta las pretensiones del accionante, como una
solicitud para suprimir la moral del orden social, a lo que la honorable Sala contesta que la
relación entre moral y derecho es intrínseca y por tanto inseparable, de ahí que en mi opinión
se tergiverse la solicitud del accionante de eliminar esta distinción, nuevamente concentrando
la discusión en una línea de pensamiento muy aparte.

Pues el accionante no solicita que se suprima la categoría de la moral como


catalizador de la costumbre, sino que se elimine esa distinción de moral cristiana, ya que
según su criterio y como lo he mencionado en repetidas ocasiones, esta distinción subordina
a otras posibles y existentes formas de moralidad.

Recapitulando la demanda de inconstitucionalidad contra la ley 153 de 1887 que se


fundaba en las pretensiones ya mencionadas, se encuentra en mi percepción ajustada a la
realidad, ya que el considerar que en Colombia la moral social, la cual es con fundante de la
costumbre, está sujeta a preceptos de la religión cristiana no es materialmente cierto y mucho
menos ajustado a los preceptos constitucionales, ya que la constitución de 1991 no configura
en ninguno de sus apartados una religión oficial y estatal, al contrario le constituye a la
libertad de cultos y la diversidad étnica y cultural de la Nación un rango constitucional, en el
que se reconoce claramente que las minorías aunque no fundamenten la costumbre general,
deben respetarse y reconocerse.
A modo de conclusión considero que los salvamentos de voto realizados por los
magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Fabio Morón Diaz y Alejandro Caballero recapitulan
correctamente cuales fueron los errores cometidos en general por la sala al juzgar la
constitucionalidad de la demandada ley, desde una posición que no representa en mi sentir y
en el de los magistrados que salvaron su voto, el espíritu de constitución, pues es indiferente
ante la realidad multicultural en la que nos encontramos.

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