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Introducción
© PENSAMIENTO, ISSN 0031-4749 PENSAMIENTO, vol. 76 (2020), núm. 288, pp. 53-73
doi: 10.14422/pen.v76.i288.y2020.003
54 A. ARES MATEOS, INTEGRACIÓN E IDENTIDAD: UN PROYECTO HACIA LA COHESIÓN SOCIAL
tado y nación. Para este autor el concepto de estado tiene que ver con un ele-
mento institucional, mientras que el de nación haría referencia a un concepto
cultural. La nación se definiría como:
«(…) una población humana que comparte un territorio histórico, memorias
comunes y mitos, una cultura estandarizada pública, una economía y movili-
dad territorial común y derechos y obligaciones legales comunes para todos
los miembros de la colectividad». (Smith, 1992b: 60)
Según este planteamiento crítico, como los estados contemporáneos son
plurales, es decir, comprenden varias comunidades étnicas en su territorio, no
se puede hablar de «estados-nación». Se produce una crisis de la manera como
se venía entendiendo la creación de identidades.
Las dos respuestas que a mi modo de ver se han planteado ante la llamada
crisis de identidades son principalmente dos: la identidad local y la identidad
global. Por lo tanto, existe una convivencia de estos tres tipos de identidades: la
nacional, la local y la global.
tiene que convivir con otras fuentes de sentido que en ocasiones trasciende a
esta (identidad global), y en otras se sumerge en su pluralidad (identidad lo-
cal). Este fenómeno es el que Roland Robertson bautizó como «glocalización»
(2003).
Robertson populariza este término en los noventa del siglo pasado, toma-
do del ámbito económico en los ochenta en las empresas japonesas: «Piensa
globalmente y actúa localmente». Otros autores como Beck (1998: 79) lo han
extendido a otros espacios.
Lo que Robertson plantea es que la globalización no puede ser entendida
sólo en términos globales, sino que también tiene que integrar lo local. La glo-
balización presenta el binomio «homogeneización global» y «heterogeneidad»,
un debate ya clásico en otras esferas pero que ahora toma tintes planetarios.
Diversas áreas de la vida han combinado estos dos ámbitos. Por poner un ejem-
plo que ilustra este binomio en los modelos de integración, nos encontramos
con el asimilacionismo, como polo de homogeneización y universalismo, frente
al multiculturalismo, en lo que representa de heterogeneidad y particularismo.
La globalización nos muestra también una nueva caracterización del espa-
cio y el tiempo. La distancia entre ambos se ha ensanchado. Roberson (2003)
plantea la irrupción de un tiempo universal, y una abstracción de la presencia
física. Estos elementos de la globalización hacen que lo local se construya so-
bre unas raíces que lo superan (superlocal) y que van más allá de él (translocal).
1
Una de las propuestas planteadas a nivel mundial ha sido la de una «Autoridad Política
Mundial» en Benedicto XVI, encíclica Caritas in veritate (2009). n. 21.
media mundializada» (Levy, 1998: 364). Una élite acostumbrada a viajar, que
domina el inglés, comparte modos de consumo, estilos de vida y biografías más
o menos similares. En este esquema, la identidad cosmopolita se encarnaría
en una persona que relativiza su pertenencia nacional y circula por todas las
culturas. Este proyecto es difícilmente universalizable a todas las personas que
viven en el mundo, como para pretender cimentar una «identidad cosmopoli-
ta» desde esta «élite urbana mundial».
Para concluir este apartado, me parece interesante contrastar estos tres ti-
pos de identidades con la percepción que de ellas tenemos las personas. Pipa
Norris, una socióloga de la Universidad de Harvard, realizó en el año 2000 un
estudio sobre la relación entre identidad y pertenencia territorial en la década
de los 90 del siglo pasado2. Norris se apoyó en la principal fuente de estadísti-
cas comparadas sobre actitudes, valores y opiniones, el World Values Survey, el
centro de mayor prestigio e influencia en el ámbito de las encuestas de opinión
y dependiente de la Universidad de Michigan.
Las tres identidades sobre las que se realizó dicha encuesta fueron la identi-
dad mundial/continente (cosmopolita), la identidad nacional y la identidad local/
regional. Parece curioso como en plena era de la globalización sólo el 15% de
las personas se identifica con el ámbito global, el mundo o su continente, frente
al 47% que se identifica en primer lugar con su región o localidad. Por su parte,
un 38% se refieren en primer lugar al estado-nación. Si comparamos los datos
por edades, el estudio nos dice que los jóvenes son más cosmopolitas que los
viejos. En cuanto al sexo, las mujeres tienden a identificarse un poco más que
los hombres con su localidad o región. Por su parte, los hombres se identifican
ligeramente más que las mujeres con la nación y el mundo.
Un dato que parece marcar la diferencia es la educación. Las personas con
una formación más baja se identifican con el ámbito local en un 64%, por un
40% de las personas con niveles de formación más altos. Aunque el desfase en
la percepción de la identidad nacional también es muy amplio, es en la con-
ciencia mundial donde las personas con alta educación duplican ampliamente
a las personas con una formación más baja. Del mismo modo, es también sig-
nificativa la lectura de los datos en las poblaciones por número de habitantes.
La conciencia hacia la identidad global casi se duplica en las grandes ciudades,
frente a los núcleos de población de menos de 2000 habitantes.
2
La tabla que se presenta en este apartado y el estudio de la profesora Norris se puede
consultar en el artículo de Pippa Norris (2003).
Tabla 1
Relación entre identidad y pertenencia territorial (Norris)
World- Local-
Continent National Regional
ALL 15 38 47
Type of Society Post-Industrial 15 41 44
Post-Communist 16 32 53
Developing 14 37 49
Cohort 1905-1914 6 33 62
1915-1924 10 35 55
1925-1934 10 38 53
1935-1944 11 38 51
1945-1954 19 37 44
1955-1964 17 35 48
1965-1978 21 34 44
Continent North Americ a 16 43 41
South America 17 37 45
North Europe 11 36 53
North-Western Europe 13 25 62
South-Western Europe 13 23 64
Eastern Europe 8 34 58
Former Soviet Union 15 32 53
Middle East 12 49 39
Asia 13 32 55
A.frica 9 41 49
Education Highest 18 42 40
Lowest 7 29 64
Gencler Men 16 40 45
Women 14 36 49
Size of town Low (Less than 2000) 11 34 55
High (More than 500K) 21 36 43
Type of Culture Northern European 12 36 53
English 19 41 41
Catholic European 13 24 64
Confucian 5 44 52
Central European 7 33 60
Soviet 16 31 53
Latín American 8 50 43
South-East Asian 8 29 63
A.frican 9 41 49
Post-Materialism Materialist 12 38 50
Mixed 16 39 45
Post-Materialist 20 37 43
Type of Democracy Free 16 39 45
Partly Free 15 32 53
Non-Free 10 32 58
Note: “To which, of these geographical groups would you say you belong first of all?
• The locality or town where you live
• The state or region of the country in which you live
• Your country [The U.S, France, etc.] as a whole*
• The continent in which you live [North America/Europe/Asia/Latin America, etc]*
• The world as a whole”
Source: World Values Surveys combined waves 1990-91 and 1995-7, weighted
date (N.147319)
PENSAMIENTO, vol. 76 (2020), núm. 288 pp. 53-73
A. ARES MATEOS, INTEGRACIÓN E IDENTIDAD: UN PROYECTO HACIA LA COHESIÓN SOCIAL 63
Tabla 2
Identidad y modelo de integración mixto (MIM).
NORRIS CASTELLS
Modelos de
(World Values (El poder de la Modelo de integración mixto
integración
Surveys) identidad)
Identidad
Nacional Identidad Modelo Conductas
(Estados- Legitimadora Asimilacionista «Asimilacionistas»
Conductas
nación)
Mayoritarias
Identidad Local Identidad de Modelo Conductas
(Étnica) Resistencia Multiculturalista «Multiculturales»
Identidad
Identidad Modelo Conductas Conductas
Global
Proyecto Integracionista «Proyecto» Minoritarias
(Cosmopolita)
Fuente: elaboración propia.
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Hoy en día muchos expertos denominan a estas «nuevas propuestas» como «intercul-
turales». A mi modo de ver la misma terminología impide salir del monolitismo cultural y no
ayuda a la inclusión de las otras facetas de la integración («lo sociopolítico y legal»). Por esa
razón, más adelante denominaré a estas conductas del modelo de integración mixto (MIM),
como «conductas proyecto».
4.2.1. C
onductas mayoritarias: «conductas asimilacionistas» y «conductas
multiculturales»
• «Conductas asimilacionistas»
Según las conductas mayoritarias y según una «economía» de energía, habrá
conductas en la vida que se tenderán a mecanizar. Éstas no ocupan un papel
central en la realidad de la vida actual, o se imponen de tal manera al sujeto que
no se va a emplear mucha energía para ser discernidas o dedicarles un tiempo
extra. Lo mismo ocurre cuando una persona emigra. Existirán unas conductas
mayoritarias en las cuales unas personas no van a perder muchas energías. Así
habrá facetas o dimensiones en el proceso de integración en los cuales se esté
más dispuesto a «asimilarse». No se va a emplear mucho tiempo en reflexionar
y decidir. Puede haber dimensiones como la búsqueda de empleo, el idioma, el
consumo… donde según los contextos una persona puede tender a asimilarse.
«¿Voy a pensar si es bueno o no obtener un empleo, o aprender un idioma?
Muchas veces esta misma realidad se me impone».
• «Conductas multiculturales»
diverso, este elemento cobra una relevancia nuclear. Es en el día a día donde
se juegan muchas de las dinámicas identitarias, en las que entrelazan procesos
de identidad personal y colectiva, tendencias más estáticas y dinámicas. Lo
diverso a veces genera miedo, incertidumbre, nos hace salir de nuestra zona de
confort hacia un espacio nuevo de diálogo, de riesgo. En ese contexto, corremos
el riesgo de cerrar filas y de apoyarnos en nuestras seguridades, levantar muros
que aíslen y que generen mecanismos de exclusión.
Pero lo diverso también nos abre a lo más esencial del ser humano. Cada
persona va construyendo su identidad en relación con los demás, como
personas únicas. La diversidad se convierte en condición de posibilidad para la
recreación de una identidad que es múltiple, abierta, flexible y compleja.
¿Qué ocurre entonces en nuestro mundo occidental donde «lo diverso» se
ha convertido en arma arrojadiza en el ámbito político y de exclusión social?
¿Por qué el populismo y el cerrar filas está tomando una relevancia en algunas
sociedades como la estadounidense (Trump), en Reino Unido (Brexit), el
aumento de la ultraderecha nacionalista en varios países europeos, entre ellos
Francia (Le Pen)?
Es lícito tener miedo ante lo nuevo, lo diverso. De hecho, muchas de estas
tendencias escuchan este temor que busca simplificar nuestra vida, nuestra
cultura, hacia un horizonte homogéneo y unidimensional. Miran el corto plazo
y una solución «fácil». Si el construir muros, además de simplificar nuestra
vida, ayudara a crecer como sociedad este elemento sería la solución final. Pero
la diversidad es algo constitutivo de nuestra existencia, lo queramos o no.
La era de la globalización tiene que integrar estas tres maneras de
construcción de identidad (local, nacional y global) que de una u otra manera
conviven en nuestra sociedad y en cada uno de nosotros. Intentar reducir el
espectro, crea tensiones y excluye, como estamos observando actualmente.
Una sociedad que vive desde lo global, desde las grandes ciudades, que se apoya
en una «élite urbana y cosmopolita», está obviando y dejando atrás a miles de
millones de personas en el camino. Esta tendencia unida a una globalización
económica y financiera que realmente «no conoce fronteras», desregulada y
que excluye y atenta contra los derechos laborales de las personas, entre otros,
empuja a posiciones como las que vivimos en diversos rincones de nuestro
mundo. El análisis de Norris (2003) aporta mucha luz en este punto. ¿Quiénes
están apoyando en gran medida estos movimientos populistas? Muchas de
las personas que no viven en las grandes urbes, que no han accedido a una
educación superior, que por edad se han quedado algo atrás en la brecha digital
y en un mundo interconectado, de clase media baja y a las cuales las crisis
económicas han desplazado del mercado laboral.
Asimismo, unos colectivos que les ha tocado vivir la diversidad, sin estar
del todo preparados para ello tanto por formación, como por conectividad,
entre otras razones. Son muchas de estas comunidades las que soportan en sus
barrios un alto grado de diversidad cultural y étnica, desde una precariedad
sobrevenida en el ámbito social y económica. Además, desde contextos donde
el recorte de derechos sociales en las últimas décadas se ha hecho más patente,
4
En este sentido, Huntington en su libro ¿Quiénes somos? Desafíos de la identidad
nacional estadounidense (2004), plantea que la probabilidad de que los estadounidenses
se sientan identificados con su nación aumenta cuando consideran que ésta se encuentra
amenazada, pero en el momento en que esta sensación de amenaza o peligro pierde intensidad
desaparece entre los ciudadanos la prioridad de la identidad nacional.
cultura de referencia), pero para otros puede ser un elemento que no tiene
discusión. Ni se plantearán abandonar sus pupusas, su cuscús o su ceviche,
sin incorporar apenas variaciones en su dieta, buscando todos los ingredientes
cueste lo que cueste. Sin embargo, habrá otros que se planteen disfrutar de sus
platos preferidos en sus países de origen, pero sin miedo a introducir nuevos
ingredientes, incorporando a su dieta nuevos platos, nuevos sabores y olores,
haciéndola dialogar con su cocina y elaborando una nueva síntesis.
Llevado al extremo se puede decir que hay tantos procesos de integración
como personas que emigran. Ningún proceso de integración personal es igual
a otro. Dicho esto, se pueden dar ciertas similitudes entre individuos en los
procesos de incorporación.
La idea central es recalcar un modelo de integración mixto que reconoce
elementos de los modelos clásicos de integración, pero sin encasillarse exclusi-
vamente en ninguno de ellos. Ninguno por si solo es capaz de explicar, describir
y dar sentido a un proceso multidimensional, abierto, como es el proyecto de
incorporación a una nueva sociedad, y las dinámicas que este proceso genera.
(Sen, 2011: 24).
Estamos llamados a convivir, a enriquecernos de lo diverso. Lo diverso nos
abre a lo más esencial del ser humano. Cada persona va construyendo su identi-
dad en relación con los demás, como personas únicas. La diversidad se convier-
te en condición de posibilidad para la recreación de una sociedad que es múl-
tiple, abierta, flexible y compleja. Lo diverso en cierta manera es un horizonte,
una cierta utopía, pero que se va haciendo cuerpo, camino, proceso y realidad.
Bibliografía