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Hacia un Definición de Mediación Pedagógica

Vamos a considerar la mediación pedagógica como: lo que hace todo aquello que actúa para el
encuentro del aprendiz con el conocimiento puesto en marcha de una manera intencional y que
tiende a promover un traslado gradual de la responsabilidad del docente al alumno, del control
del propio aprendizaje. Trasciende el aprendizaje escolar y será justamente un medio de inserción
social y cultural del alumno de una manera creativa, activa, original y personal.

Fundamentación

La Cultura: primera mediadora

Es importante señalar que como telón de fondo subyace la consideración de la cultura como
mediadora. Para fundamentar esta posición recurrimos a Vigotsky quien considera al hombre en
un juego dialéctico entre la naturaleza y la historia. Dos son las ideas que tomaremos como
referentes para comprender su enfoque:

• Los procesos psicológicos superiores tienen un origen histórico y social. Dichos procesos
encuentran su origen en la vida social, y se adquieren en actividades compartidas con otros. Habrá
que analizar cómo los sujetos las internalizan. De este ítem se derivan la Ley de doble formación
y la Zona de desarrollo próximo.

• La comprensión de los instrumentos mediadores hace que sean entendidos los procesos
mentales. En este marco hace referencia a las herramientas y a los signos. Se destaca
fundamentalmente el lenguaje.

Rol del Docente como Mediador

De aquí que el adulto en general y el docente en particular adquiere una responsabilidad


indelegable frente al niño y adolescente en la transmisión cultural, que de ningún modo será una
transmisión pasiva. Vigotsky se basa en un enfoque materialista – dialéctico de la conducta del
hombre, su adaptabilidad y desarrollo histórico. “En el análisis histórico, el naturalismo, de
acuerdo con la noción de Engels, se manifiesta en la suposición de que únicamente la naturaleza
es susceptible de afectar a los seres humanos y que tan sólo las condiciones naturales determinan
el desarrollo histórico. Al mismo tiempo que admite la influencia de la naturaleza sobre el hombre,
la aproximación dialéctica postula que el hombre, a su vez, modifica la naturaleza y crea, mediante
los cambios que provoca en ella, nuevas condiciones naturales para su existencia”. (Vigotsky,
1988; 98)

Ese adulto docente del que hablamos, media entre el niño y la realidad, en la que éste se halla
sumergido, por medio del lenguaje. Le da elementos para mirar la realidad, leerla según los
códigos culturales e interpretarla.

Dado el carácter fundamental que tiene el adulto para ayudar a los alumnos a construir una
representación personal y a la vez compartida de la realidad, la acción mediadora del docente
adquiere relevancia. Para esto es necesario caracterizar tanto la enseñanza como el aprendizaje,
al sujeto enseñante y al aprendiz, y a las relaciones existentes entre ellos.
Concepciones de enseñanza y aprendizaje

Monereo para dar la noción de enseñanza recurre a su acepción original: “Enseñar (del latín
insignare, señalar) se refiere a la acción de comunicar algún conocimiento, habilidad o experiencia
a alguien con el fin de que lo aprenda, empleando para ello un conjunto de métodos, técnicas, en
definitiva procedimientos, que se consideran apropiados” (Monereo y otros, 1994; 48) a la vez
que explicita que el acto de enseñar supone una toma de decisiones sobre el contenido enseñado,
el momento y la forma. Hay dos características irrenunciables en este acto de enseñar que son “la
sistematización metodológica” y la “intencionalidad educativa”.

También identifica como simétricos los procesos de enseñar y aprender, supone avalado por la
teoría de Vigotsky (sobre todo en lo referente a la ley de doble formación y al habla interna de los
niños) que los procesos con los que una persona aprende serán los que luego utilizará para
enseñar. Sin embargo debe tenerse en cuenta que procedimientos complicados de aprendizaje
no se aprenderán solamente reflexionando sino que deberán ser enseñados explícitamente. Por
ello el docente no sólo deberá conocer su materia sino que dado por supuesto este conocimiento,
deberá avanzar un paso más, “reflexionar sobre su didáctica, tomar decisiones oportunas sobre
el planteamiento de su materia en el aula y dar respuestas adecuadas a situaciones educativas
nuevas e impredecibles”. (Monereo y Otros, 1994; 51) Para ello en la formación de los docentes
se debe dar un lugar destacado al aprendizaje de cómo enseñar a los alumnos para que éstos
aprendan a aprender. Se desprende como consecuencia lógica que el docente encare su propio
aprendizaje de manera reflexiva para poder convertirse en modelo para el alumno con respecto
a los procedimientos de aprendizaje.

Una clave importante es la selección de qué es lo que se va a enseñar, y esto entendido de una
manera mucho más amplia que la selección de los contenidos conceptuales.

Perkins presenta una teoría que él llama la teoría Uno y que a la vez es sencilla, profunda, clara y
aporta elementos para una enseñanza mediada. Dicha teoría la sintetiza así: “La gente aprende
más cuando tiene una oportunidad razonable y una motivación para hacerlo”. (Perkins, 1992; 53)
Es importante además cómo caracteriza “tener una oportunidad razonable”, le asigna cuatro
claves: información clara, práctica reflexiva, realimentación informativa y una motivación fuerte.

A su vez, para que una información brindada sea clara, los objetivos de la explicación deben ser
conocidos por los alumnos, el docente debe acompañar el proceso de acercamiento al objetivo,
ser ejemplificador y establecer vínculos que le permitan discernir si lo aprendido es o no aplicable
a la nueva situación; y todo esto sobre una base de reflexión continua.

Enseñanza y aprendizaje estratégicos

La meta del docente debe ir mucho más allá de que el alumno aprenda tal o cual contenido de
una materia, sino que debe apuntar a que el alumno aprenda a aprender. De este modo el alumno
irá pasando por distintos momentos en su proceso de aprendizaje, desde una situación de
dependencia con respecto a su docente, a una situación ideal de independencia donde ya no
necesite del andamiaje que el docente le construya.
Debemos tener claro dos cosas que nos parecen fundamentales:

• No se puede aprender a aprender en el vacío sino que dicho aprendizaje necesita de un


contenido sea éste conceptual, procedimental o actitudinal.

• No se debe suponer que el alumno aprenderá a aprender de manera espontánea y


natural. Para que el alumno adquiera este aprendizaje el docente deberá incluir en sus objetivos
la enseñanza de estrategias, y a su vez él mismo deberá tener la experiencia de ser un estudiante
estratégico.

Me parece oportuno introducir la noción que da Monereo sobre estrategias de aprendizaje, ya


que este concepto es clave para entender qué significa ser un estudiante estratégico.

Estrategias: “son siempre conscientes e intencionales, dirigidas a un objetivo relacionado con el


aprendizaje”. (Monereo, 94; 23)

“... la estrategia se considera como una guía de las acciones que hay que seguir, y que obviamente
es anterior a la elección de cualquier otro procedimiento para actuar.”

Son “procesos de toma de decisiones (conscientes e intencionales) en los cuales el alumno elige
y recupera, de manera coordinada, los conocimientos que necesita para cumplimentar una
determinada demanda u objetivo, dependiendo de las características de la situación educativa en
que se produce la acción”. (Monereo, 94; 27)

Retomamos aquí la idea sobre la necesidad de que para ser un docente estratégico es necesario
para él conocer y aplicar estrategias en el proceso de su propio aprendizaje, debe entrenarse para
ello, producir los ajustes necesarios durante el proceso y evaluar posteriormente. Su propio
aprendizaje tiene que estar guiado por un uso reflexivo de las estrategias y los estudios que él
mismo realice los debe encarar, si bien con un grado de complejidad distinto, con los mismos
objetivos que persigue para los estudiantes que están a su cargo.

A esta altura parece obvio aclarar que cuando nos referimos a los contenidos, lo hacemos con el
significado que actualmente y en el marco de las reformas en los distintos países se le da a los
contenidos.

Es importante destacar como la actual concepción de la enseñanza de la educación rompe con el


carácter disyuntivo de dos posturas antagónicas y ambas reduccionistas:

• La que centra la educación en la transmisión de conocimientos del profesor al alumno y


le asigna a éste un rol pasivo y de recepción de contenidos.
• La que centra en el alumno el papel decisivo del aprendizaje y minimiza los contenidos
como así también el rol del docente.

La postura que asumen las reformas concilia como necesarias tanto la importancia dada a los
contenidos como a la visión constructivista de la enseñanza y del aprendizaje que reivindica la
responsabilidad atribuida al profesor en este proceso.

Contenidos
Es importante introducir la definición de contenidos que adoptamos: “...son una selección de
formas o saberes culturales...: conceptos, explicaciones, razonamientos, habilidades, lenguajes,
valores, creencias, sentimientos, actitudes, intereses, pautas de conducta, etc. En segundo lugar,
son una selección de formas o saberes culturales cuya asimilación es considerada esencial para
que se produzca un desarrollo y una socialización adecuados de los alumnos y alumnas en el
marco de la sociedad a la que pertenecen”. (Coll, 1992; 14) Es también importante el criterio de
selección de los contenidos curriculares: sólo aquellos que necesitan de una ayuda específica en
su adquisición.

Definir qué entendemos por contenidos es importante ya que no estamos lejos en el tiempo de
concepciones que han igualado, en el mejor de los casos, contenidos a datos, hechos y conceptos.
Las reformas ya implementadas en distintos países evitan este reduccionismo introduciendo los
contenidos procedimentales y actitudinales de manera explícita.

La introducción de estos dos nuevos tipos de contenidos no minimiza la importancia de los datos,
hechos y conceptos. Para llegar a la formación de los conceptos es necesaria la fijación de
determinados datos y hechos pero teniendo claro que esto de ningún modo agota los contenidos.
Será necesario establecer las relaciones que permitan llegar a la comprensión. Esto tiene un
carácter disciplinar: la selección de los datos y hechos dependerá en gran medida de la disciplina
que se esté abordando.

En cambio en cuanto a los contenidos procedimentales y actitudinales pueden ser tratados


simultáneamente en distintas áreas y ser los mismos para abordar distintos conceptos.

Los contenidos procedimentales se refieren a distintas acciones realizadas en una secuencia de


orden y están dirigidas hacia la consecución de una meta. Están más vinculadas con el saber hacer
y varían en cuanto al grado de generalidad que tengan. No son independientes de los conceptos,
sino por el contrario, muchas veces la adquisición de contenidos conceptuales se realiza mediante
contenidos procedimentales. Éstos contenidos están vinculados con las estrategias. No es que no
se hayan usado antes de llegar a las actuales reformas educativas, pero en general no se los han
tenido presente como un tipo de contenido cuya enseñanza también es necesario planificar
expresamente.

Con respecto a los contenidos actitudinales ocurre algo similar. Una actitud es una predisposición
interna que supone en la persona procesos de orden emocional, cognitivo y que lo lleva a evaluar
de determinada manera a un objeto y a su vez orienta su conducta ya que se expresa en gestos,
participación, palabras, etc. Esto explica que si bien no son directamente observables, lo son de
manera indirecta. Una función importante de la conducta es la expresión de los valores. Toda
sociedad tiene un sistema de valores y en particular cada institución agrega o da más énfasis a
algunos valores en función de su ideario, y esos valores son los que deberían ser claramente
sustentados por el Proyecto Educativo Institucional. Estos contenidos permiten distinto tipo de
tratamiento: se los puede introducir para su tratamiento en distintas asignaturas y a su vez ser
transversales.

El sujeto de la enseñanza y el aprendizaje: la persona


Es importante destacar que la relación entre el que enseña y el que aprende no se da sólo en un
nivel de asepsia intelectual, sino que esos sujetos experimentan sentimientos, tienen o no
habilidades para determinadas tareas, capacidades distintas y para distintas cosas, distintas
metas y a su vez han construido según su propia historia personal una manera de percibirse a sí
mismos y también a los demás.

Todo lo mencionado ingresa indudablemente al aula y por lo tanto será de suma importancia el
conocimiento tanto de capacidades que las personas posean de manera estable como de sus
procesos y estados más transitorios.

Si tenemos como objetivo llegar a una metacognición en cuanto a “la capacidad de conocer,
analizar y controlar los propios mecanismos de aprendizaje, incluiría también el conocimiento y
control de los factores personales, entre los que destacaríamos el autoconcepto, la autoestima y
la autoeficacia”. (Monereo, 1994; 80)

El autoconcepto es lo que una persona conoce de sus propias capacidades mentales y la


autoestima es el valor que tiene de sí mismo. Esto muchas veces regulará el comportamiento
estratégico en un sentido negativo como por ejemplo cuando un alumno se cree “malo para
matemática”; pero es importante saber que esto puede revertirse justamente mediante la
enseñanza de estrategias de aprendizaje. Esto le permitirá actuar positivamente conociendo las
capacidades reales y modificando incluso las limitaciones.

Para la construcción del propio autoconcepto y la autovaloración juegan un importante papel lo


que personas significativas para el alumno, esperan de él. Es clave para la educación reconocer
que el hombre es un ser vinculado. “Para llegar a ser “él mismo” necesita ineludiblemente de la
mediación del “otro”... (Strada, 1991) La confianza básica que el docente tiene al alumno
pertenece al rol mismo del educador y muchas veces define una situación de aprendizaje. Es
importante que esta confianza tenga determinadas características:

• “Conservar la fe en lo bueno del educando, a pesar de las desilusiones y los fracasos que
observemos en su comportamiento e iniciativas.
• Regalarle una comprensión enaltecedora en todo momento, pero en especial cuando
llega la dura hora de la experiencia de los límites propios y ajenos.
• Ayudarlos a una aceptación serena de las luces y sombras de su realidad personal y social,
cuando se enfrenta consigo mismo y con el mundo que lo rodea.
• Alentarlo en las dificultades y luchas por superar obstáculos propios de las diferentes
etapas de vida que vaya atravesando.

Evitar la condena y la crítica indiscriminada como remedios a las inevitables fallas y


resistencias del educando en el proceso de internalización de valores, principios y pautas de
convivencia.

• Crear y respetar amplios cambos para la decisión libre y autónoma del educando, donde
éste pueda manifestar su creatividad y plantear y desarrollar independientemente sus
anhelos, proyectos e inquietudes.
• Resaltar siempre lo positivo en cada una de sus iniciativas y actuaciones y arriesgarse a
construir sobre esa base.” (Strada, 1991)

Esta postura del docente que el Pedagogo y Teólogo José Kentenich denomina “Pedagogía de la
Confianza, es imprescindible para que los alumnos puedan llegar a tener una motivación
intrínseca. Como consecuencia se responsabilizará por sus propias acciones, percibirá la
capacidad para poder realizarlas y no temerá encararlas si presentan cierto grado de dificultad.

Evaluación

El docente considerará a la evaluación como un proceso que permite emitir un juicio sobre la
valoración del aprendizaje, la calidad de la mediación del aprendizaje aplicada y permitirá tomar
decisiones que lleven a una mejora. “La evaluación es una parte integrante de los proyectos, no
algo añadido al final de los mismos, como un complemento o un adorno que se pondrá en
funcionamiento si queda tiempo y si se tiene a bien”. (Santos Guerra, 95; 33)

A modo de conclusión

La mediación pedagógica supone un lugar de encuentro de las teorías brevemente expuestas y


supone la inclusión de investigaciones hechas desde la sicología cognitiva pero con la mirada
puesta en las ciencias de la educación.

La aceptación consciente y coherente de la mediación pedagógica supone una “manera de


encarar “la práctica del proceso de enseñanza – aprendizaje. En primer lugar el docente acepta
una nueva posición en el aula, ya no es más quien trae “lo importante: el saber”, lo expone y el
alumno lo aprende, el docente pregunta y el alumno responde, y si las respuestas son correctas o
las esperadas por el docente entonces se considera que el alumno ha aprendido.

Esta nueva concepción no renuncia de ninguna manera al conocimiento de los contenidos propios
de la asignatura que enseña sino que da esto por supuesto e incluso se exige más, por ejemplo las
vinculaciones que puedan establecerse con contenidos de otras asignaturas del currículum.

La clave será poner como objetivo explícito y consciente por parte del docente que el alumno
“aprende a aprender”. Dicho objetivo será además explicitado a los alumnos, quienes mediante
un proceso de motivación extrínseca que deberá transformarse en intrínseca lo aceptará como
propio. Esto trae aparejado la enseñanza a través de estrategias nuevas y también la enseñanza
explícita de estrategias para que éstas puedan ser extrapoladas a otros procesos de enseñanza –
aprendizaje.

Al docente centrado en esta nueva manera de ver y encarnar la enseñanza se lo observará


guiando, “andamiando”, preguntando, recurriendo a saberes previos, agilizando el razonamiento,
atendiendo a las preguntas formuladas, promoviendo la participación activa de todos los
alumnos. Este docente está mediando entre los alumnos y el conocimiento y a su vez reconoce
que podrá alternar con el alumno e inclusive con el conocimiento mismo el rol de mediador.

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