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Educación y cultura para el desarrollo humano: ¿Cómo impacta la práctica


docente?
Autores1
Resumen
En el presente escrito se argumenta la necesidad de considerar la
educación como el principal garante de la libertad cultural, siendo los maestros los
principales protagonistas para este fomento, son ellos los encargados de la
transformación de mentalidades y los directamente vinculados a los procesos que
están en búsqueda del desarrollo humano actualmente. Las instituciones
educativas son los escenarios propicios para garantizar las condiciones que les
permitan a las personas identificarse culturalmente, reconocer sus dimensiones,
vincularse a grupos sociales, escoger y desarrollar la forma de vida que deseen y,
por tanto, disfrutar de ella y de todo lo que implica hacerlo.
El logro del desarrollo humano es la misión que debe circular dentro de las
practicas docentes, ellas deben fundamentarse en la necesidad que tiene el ser
por crecer, progresar y alcanzar las competencias idóneas para vivir un destino
individual y colectivo de acuerdo a sus decisiones y formas de contemplar la vida,
teniendo presente la importancia de respetar y tolerar las posturas que son
diferentes a las propias, esto genera una convivencia armónica y un desarrollo
humano con propósitos claros.
Abstract
This paper argues the need to consider education as the main guarantor of
cultural freedom, with teachers being the main protagonists for this promotion.
They are the ones in charge of the transformation of mentalities and those directly
linked to the processes that are in search of human development today.
Educational institutions are the appropriate settings for guaranteeing the conditions
that allow people to identify themselves culturally, recognize their dimensions, link
up with social groups, choose and develop the way of life they want and, therefore,
enjoy it and everything it entails.
The achievement of human development is the mission that should circulate
within teaching practices. These practices should be based on the need of the
individual to grow, to progress, and to achieve the appropriate skills to live an
individual and collective destiny in accordance with his or her decisions and ways
of contemplating life keeping in mind the importance of respecting and tolerating
positions that are different from one's own, this generates a harmonious
coexistence and human development with clear purposes

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Johelis Belén Guerra Daza Leonardo Daniel Estrada cantillo Maidelys Annichiarico
Licenciada en Pedagogía Infantil Licenciado en Lengua Castellana e inglés Licenciada en Ciencias Naturales
y educación Ambiental
Maestría en Educación para el Desarrollo sociocultural
Universidad Popular del Cesar
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Palabras claves
Educación, cultura, identidad cultura, desarrollo humano, prácticas docentes.
Keywords
Education, culture, identity culture, human development, teaching practices.

Los escenarios actuales donde se desarrollan los seres humanos se


conjugan en una composición de dinamismo y estatismo, ambos términos se
reflejan en las situaciones que a diario experimentan y de las cuales son
protagonistas. En esta mezcla intervienen factores que desde diferentes
perspectivas aportan a que se mantengan en uno de ellos y es allí donde la
educación y la cultura se convierten en los aliados indispensables para tal fin.
Estos dos términos que desde hace muchos años vienen ligados al desarrollo de
los individuos y por ende al entramado de interrelaciones sociales en el que se
forman, les corresponde la función vital de mantener y fortalecer los procesos
involucrados en la búsqueda de una calidad de vida donde se tenga participación
activa en las decisiones que inciden directa o indirectamente en el entorno, las
oportunidades que se tienen para desarrollar capacidades, habilidades, destrezas
o competencias y el respeto a los derechos que tienen como seres humanos, en
este sentido la educación es un garante para la promoción de la libertad cultural y
desde los contextos educativos determinar su implicación en la transformación
social en el rol del maestro.
Este desarrollo humano se ha convertido en el último milenio en una de las
grandes metas que se ha trazado la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
y son múltiples las políticas o acciones que se adelantan para lograrlo, es decir,
que nuestras sociedades están sedientas de un nuevo modelo de progreso,
crecimiento y avance que no solo limite el desarrollo al factor económico, lo
contrario, que se incorporen en el categorías como la política, la tecnología, la
cultura, la ciencia, entre otras; convirtiéndose así en un reto para los procesos
educativos modernos el generar estas transformaciones que amplíen el horizonte
y den respuesta a las necesidades e intereses de las nuevas sociedades.
Con relación a la educación, se mantiene viva la concepción de que es
considerada el entorno ideal de actividades en la que los seres humanos, en
circunstancias culturales específicas y en diferentes generaciones históricas se
desarrollan, por eso, le corresponde la misión de edificar las respuestas ante la
cantidad de interrogantes que se generan alrededor de procesos tan complejos
que hacen parte del desarrollo humano, como son: mundialización,
regionalización, democratización, inclusión, polarización, marginación y exclusión
(ONU, 1987). Concretamente, los escenarios educativos tienen en sus manos la
tarea de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida, buscar las herramientas
idóneas que aporten a este proceso y generar a través de ella lo que el filósofo
francés Edgar Morin (1999) ha llamado “salvar a la humanidad realizándola”.
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Como expresa Jaques Delours (1996) de la educación depende en gran


medida el progreso de la humanidad... hoy está más arraigada la convicción de
que la educación constituye una de las armas más poderosas de que disponemos
para forjar futuro... El principal peligro, en un mundo marcado por la
interdependencia planetaria y la mundialización, es que se abra un abismo entre
una minoría capaz de moverse en ese mundo nuevo... y una mayoría impotente
para influir en el destino colectivo. (p.7)
Esta postura clarifica la necesidad de contemplar la educación como uno de
los pilares fundamentales para el desarrollo humano, situándola como agente de
cambio o agente promotor definiendo así, el rol del maestro en acciones concretas
que apunten a dicha misión.
De modo que, si la educación está impregnada en el desarrollo humano, la
cultura se convierte en la ficha faltante de este rompecabezas, asumiendo que ella
es la que determina la conducta del ser humano en la sociedad, su forma de
desarrollarse, crecer y avanzar. El ser humano está obligado en todas sus
dimensiones a convivir con los demás para poder prolongarse; y es justamente
esos espacios de convivencia los que le permiten hacer cultura.
Desde el punto de vista de Pérez Gómez (1998) la cultura es entendida
como: El conjunto de significados, expectativas y comportamientos compartidos
por un determinado grupo social, que facilitan y ordenan, limitan y potencian, los
intercambios sociales, las producciones simbólicas y materiales y las realizaciones
individuales y colectivas dentro de un marco espacial y temporal determinado. La
cultura, por tanto, es el resultado de la construcción social, contingente a las
condiciones materiales, sociales y espirituales que dominan un espacio y un
tiempo. Se expresa en significados, valores, sentimientos, costumbres, rituales,
instituciones y objetos que rodean la vida individual y colectiva de la comunidad.
(pp. 16-17)
Dicho de otra manera, la cultura es indiscutiblemente el factor a conjugar
para llevar a cabo los procesos que garantizan el desarrollo humano de nuestras
sociedades; es a través de ella que el hombre tiene la oportunidad de interactuar,
reconocerse como parte de una comunidad, determinar sus principios, sus
modelos, sus costumbres y las relaciones sociales en las que va a desenvolverse
a lo largo de su vida. Ahora bien, en esta reflexión es importante hacer los
siguientes interrogantes ¿Cómo estos conceptos analizados como ejes claves
para el desarrollo humano impactan el ejercicio que desarrollan los maestros hoy
día? ¿Cómo la labor docente se ve influenciada por estos conceptos? ¿Qué rol
cumplen los maestros desde sus prácticas educativas en el desarrollo humano?
¿Es la escuela un entorno ideal para favorecer el desarrollo humano? ¿Se puede
promover la libertad cultural desde las escuelas?
La práctica docente es entendida como una práctica social, (Angulo 1994;
Carr, 1993; Schön, 1997) altamente compleja, apoyada en perspectivas diversas
desde las que se seleccionan puntos de vista, aspectos parciales que en cada
momento histórico tienen que ver con los usos, tradiciones, técnicas y valores
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dominantes en un sistema educativo determinado (Sacristán, 1988; Sacristán &


Pérez, 1998; Furlán & Remedi, 1981; Ezpeleta, 1989).
En ese sentido, el punto de partida de las respuestas a estos interrogantes
debe enmarcarse en que el maestro tiene en sus manos la ardua, pero
satisfactoria tarea de ser los veedores, mediadores y facilitadores que desde las
escuelas se promueva la libertad cultural evidenciándose como una práctica social
que no debería perderse con el paso de los años, por el contrario, sus cambios
deberían traducirse en avances, crecimiento y progreso absoluto.
De este modo, la transformación de los entornos educativos debe ser sin
duda alguna parte de las funciones de los maestros, las escuelas deben
convertirse en los escenarios ideales para favorecer el pleno desarrollo de las
personalidades, entendiendo que siempre en las situaciones que engloben
procesos de enseñanza – aprendizaje la cultura de donde procedan los actores
serán factores que mediatizan la formación de los mismos, aquí juega un papel
importante la condición social, el género o cualquier otra situación personal y
particular que pueda presentarse, sin embargo, la escuela y el maestro desde su
práctica diaria serán los encargados de disipar y promover que estos se conviertan
en factores que estén a favor del aprendizaje y no que se conviertan en barreras
que lo obstaculicen.
Por tanto, si la cultura es el "modo de ser" del hombre, la educación es,
antes que nada, con la bella metáfora del informe Delors, "aprender a ser" (J.
Delors, 1996).
En esta postura, se define como ambos conceptos se encuentran
estrechamente incorporados en la búsqueda del desarrollo humano, es imposible
desligar el rol que cumple el maestro en esta labor, son ellos los agentes visibles
del cambio en las escuelas, las herramientas humanas para transformar
escenarios, comportamientos, criterios, principios e ideologías que por años no
han permitido un avance significativo en la formación de ciudadanos altamente
competentes, con visiones claras y capaces de adaptarse a los cambios de esta
sociedad actual.
Desde luego, la práctica docente en su ejercicio cotidiano del quehacer
como maestros da cuenta de situaciones positivas o negativas que posibilitan la
capacidad de reflexionar y replantear las estrategias utilizadas, puesto que para
lograr el desarrollo humano que tanto se menciona se debe analizar el ser que se
quiere construir y la sociedad para la cual se está formando potenciando sus
procesos de aprendizaje en relaciones que favorezcan el saber, el hacer y el ser.
El maestro desde su rol como transformador y promotor de la libertad cultural
emplea su práctica docente como el espacio para un sinfín de relaciones sociales
que buscan dar respuesta a todos los desafíos a los que se enfrenta la educación
actual. No se puede considerar una misión fácil tampoco imposible, pero la
educación tiene la función de promover la cultura, complementar los intereses y
las necesidades de preservar éstas haciendo que en cada una de las
comunidades a las que hacen parte los individuos puedan adoptarse, compartir o
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simplemente respetar normas sociales, actitudes, comportamientos o patrones


diferentes a los acostumbrados.
Esta reflexión sitúa a la educación como la garantía principal que tienen los
individuos de las sociedades actuales para promover desde las instituciones y con
el apoyo máximo de los docentes (agentes transformadores de las sociedades) la
libertad cultural, «La libertad cultural constituye una parte fundamental del
desarrollo humano puesto que para vivir una vida plena es importante poder elegir
la identidad propia -lo que uno es- sin perder el respeto por los demás o verse
excluido de otras alternativas», señala el Informe sobre Desarrollo Humano 2004
presentado Bruselas con la participación del administrador del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, Mark Malloch Brown y el primer ministro suizo
Guy Verhofstadt.
Desde allí, ha de analizarse el impacto que tienen los conceptos de
educación y cultura en el ejercicio que realizan los docentes desde las
instituciones educativas, donde se deben promover en años iniciales de formación
la igualdad de oportunidades, la defensa de los derechos humanos, la posibilidad
de escoger la forma de vivir y aún con esto tener opciones de más alternativas. El
desarrollo humano que se busca establecer en la vida de las personas se trata en
gran medida de incrementar estas opciones que se le brindan, es decir, que las
personas elijan y disfruten la forma y la clase de vida que quieren acarrear y desde
aquí mismo formarlas para que puedan tener las competencias idóneas que los
lleven a tomar tales decisiones.
Por consiguiente, una libertad cultural desarrollada y promovida desde las
instituciones educativas y con maestros empoderados de su rol y sus prácticas
debe centrarse en vincular a los estudiantes a procesos de reconocimiento de su
propia identidad, valorar sus orígenes, su cultura, sus principios, sus costumbres y
sus patrones de comportamiento, teniendo siempre asegurado que esto no va
distanciado del respeto que debe promoverse por las diferencias, la igualdad
sociocultural y la tolerancia por otros pensamientos, logrando así la construcción
de sociedades más justas y solidarias donde la cooperación y el buen trato sean
los pilares fundamentales. Educar es un proceso, por tanto, lleva consigo la
concepción de avanzar y progresar y son los maestros los directamente
responsables de este avance y progreso, ellos son los agentes medidores de las
acciones que se implementen y los resultados que arrojen de manera periódica en
el diario vivir de los estudiantes, es desde estos entornos educativos donde el
cambio y la transformación de mentalidades, actitudes y actividades debe darse
en beneficio del anhelado desarrollo humano.
Desde la educación se ha de fomentar, promover y practicar de forma
premeditada la aceptación por la libertad cultural, una libertad gozada por todos y
no el privilegio de unos cuantos, una libertad que apunte a la aceptación y
valoración de las diferencias, a la idea de aprender a vivir juntos, a compartir, a
cooperar y a crear practicas sociales distintas a las tradicionales, donde el
compromiso sea desarrollarnos como seres humanos solidarios, capaces de
adaptarnos al cambio, resilientes y con una convivencia basada en el respeto
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mutuo, en fin, no hay otro camino para alcanzar el desarrollo humano que este
desvinculado a las prácticas docentes que se realizan desde los mejores
escenarios: las instituciones educativas.
En otras palabras, las prácticas docentes están inmersas en el constante
cambio de situaciones que experimenta el ser humano, desde una temprana edad
hasta los niveles más avanzados de educación se reflejan las vivencias de cada
uno, generando un entramado de relaciones sociales y cada una de ellas aporta
de manera positiva o negativa a dicha formación. Los maestros deben a través de
sus practicas intervenir estas situaciones mencionadas y aprovecharlas al máximo
para encausar el desarrollo humano que se busca en la actualidad teniendo
definidos los objetivos, principios y dimensiones que hacen parte de él.
En definitiva, este marco contextual actual en el que los seres humanos
están viviendo crece y surge de forma acelerada todos los días, es imposible
detenerse o pretender redireccionar hacia experiencias pasadas, todo lo que se
hace es en virtud del progreso y el mejoramiento continuo, por lo cual la educación
y con ella la cultura que lleva implícita en todos sus procesos tienen finalidades de
cambio y promoción de situaciones que garanticen el pleno desarrollo de
competencias, habilidades y destrezas que conlleven al ser humano a la vida que
desean, a las condiciones ideales para desarrollarse y vivir de acuerdo a sus
preferencias. De este modo, las instituciones educativas tienen funciones
especificas en este alcanzable desarrollo humano que las sociedades actuales
están llamando de manera desenfrenada, la escuela debe ser el agente clave para
la promoción y difusión de una liberta cultural centrada en y para el ser humano.
En este orden de ideas, las dinámicas actuales en las que gira la vida del
ser humano se conjugan en relaciones sociales con diferentes culturas, cada
persona es un mundo de costumbres, de principios y de valores que entran a las
comunidades para llenarlas de diversidad, y es justamente allí donde la
inteligencia del hombre es tan amplia que le permite adaptarse a estas y aprender
a apropiarse de ellas manteniendo criterios definidos de respeto y tolerancia. La
educación ha de considerarse pieza clave en estas dinámicas mencionadas,
puesto que a través de ella se logra tomar consciencia de la incidencia que tiene el
entorno en la formación propia.
Finalmente, se infiere que las prácticas docentes están directamente
influenciadas por los conceptos de educación y cultura y que es esta última la
garantía para la promoción de la libertad cultural y desde los contextos educativos
determinar su implicación en la transformación social en el rol del maestro; la
formación que se le brinde a los individuos ha de traducirse en dicha
transformación y con esta se esta asegurando pasos agigantados en el tema del
desarrollo humano, aspecto que propende en desplegar el máximo de
oportunidades para que las personas desarrollen su potencial y disfruten de una
vida plena y acorde a sus intereses y necesidades. Por lo tanto, el desarrollo
humano implica más allá de un desarrollo económico, en el inicial la búsqueda del
desarrollo de las capacidades humanas es el fin y la educación y la cultura sus
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medios para lograrlo; teniendo como referentes la comunicación, el respeto, los


intereses, prioridades y necesidades del ser humano.

Referencias bibliográficas
Angulo, F., & Blanco, N. (1994). Teoría y desarrollo del currículo. Granada:
Editorial Aljibe.
Carr, W. (1993). Calidad de la enseñanza e investigación-acción. Sevilla:
Editorial Diada.
Delors, Jacques (1996). La educación encierra un tesoro. Madrid: UNESCO
/ Santillana.
Ezpeleta, J. (1989). Escuelas y maestros: Condiciones del trabajo en
Argentina. Santiago de Chile: UNESCO – OREAL.
Furlán, A., & Remedi, E. (1981). Notas sobre la práctica docente: la
reflexión pedagógica y las propuestas formativas. Revista Foro Universitario, (10).
Maraña, Maider (2010). “Cultura y Desarrollo: evolución y perspectivas”.
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura –
UNESCO
Morin, E. (1999). Los siete saberes de la educación del futuro, parís:
Unesco – Santillana.
Pérez Gómez, A. I. (1998). La cultura escolar en la sociedad neoliberal.
Madrid: Morata.
Sacristán, J. (1988). El curriculum: una reflexión sobre la práctica. Madrid:
Editorial Morata.
Sacristán, J., & Pérez, A. (1998). La enseñanza: su teoría y su práctica.
España: Editorial Akal.
Schön, D. (1997). La formación de profesionales reflexivos: Hacia un nuevo
diseño de la enseñanza y el aprendizaje en los Profesionales: Temas de
educación. Editorial Paidós. Barcelona.
Aula intercultural. (2016). Recuperado 1 de septiembre de 2020, de
https://aulaintercultural.org/2005/03/13/la-libertad-cultural-en-el-mundo-diverso-de-
hoy/
 

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