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SISTEMAS DE GESTIÓN DE CALIDAD Y MEJORA CONTINUA

INFLUENCIA DE LA MODERNIDAD EN LOS SISTEMAS DE CALIDAD


DR. RAÚL HERNÁNDEZ MOLINAR

I.- INTRODUCCION

La enajenación del hombre ha sido, desde el siglo dieciocho, una de las preocupaciones básicas del pensamiento
filosófico, económico, sociológico y psicológico moderno. Es interesante reflexionar sobre la posibilidad de
generar Procesos de Intervención eficientes, en Industrias ubicadas en ciudades que se encuentran en etapas de
alta y media industrialización.

En este artículo se hace una revisión del concepto de Modernidad y del impacto que ésta a tenido en el hombre
actual, quien es el principal integrante en cualquier Sistema de Calidad que se desee implementar.

Se pretende también, motivar la investigación, para la búsqueda y aplicación de alternativas viables en el diseño
de este tipo de Sistemas necesarios en la Industria Nacional, si consideramos que en nuestro país, se ha dado
un proceso de transformación muy acelerado, y que esto ha causado una serie de efectos en el aspecto social y
por lo tanto en el ámbito de la empresa.

II. LA MODERNIDAD

La edad moderna tiene su origen en el Renacimiento, considerando que el hombre en esos momentos empieza
a desarrollar una cultura diferente, como lo muestran sus progresos a través de la literatura, la poesía y el arte en
general. Se puede decir que la sociedad moderna comienza a gestarse a partir del siglo diecisiete, como resultado
de dos proyectos utópicos: el mundo sustentado en el conocimiento científico y humanista (la razón) y la tolerancia
de las ideas para constituir una sociedad profundamente racional (aunque quizás no perfecta) (la Democracia).

El Renacimiento fué un movimiento de creación, de invención y de descubrimiento del hombre y su sociedad; y


aunque no existe una tradición renacentísta única, si se logran capturar ciertos temas que son comúnes a esa
época: la dignidad del hombre, el culto a la razón, la unificación de la verdad, el humor y la ironía; es decir, el
hombre aparece como centro de todas las cosas y con capacidad de elegir. Se observa un rechazo a los dogmas
religiosos. Se hace énfasis en el culto a la individualidad, a las proezas personales, en fín a la necesidad de
trascender a través del hacer. Surge en esta época, la pasión por la ciencia. La observación, la experimentación,
la investigación, el desarrollo del Método cuantitativo (por razón de las matemáticas), fueron características
renacentistas.

Es muy probable que la era de la razón empezara cuando Newton, en 1687 postuló sus principios, una época en
donde la racionalidad, y las comprobaciones científicas no son producto de un espíritu que no está al alcance de
los hombres.

La publicación de la Enciclopedia, en 1751, es uno de los momentos más significativos de ésta época. Allí
escribieron Voltaire, Diderot, Montesqueiu y Rousseau, e influyeron en todo el pensamiento europeo. La filosofía
humanista de los enciclopedistas criticaba la esclavitud, el abuso de autoridad. No atacaba la fé, sino a la

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superstición, no criticaba la religión, sino al clero; y le dió una gran importancia a la técnica, a la industria, ala
dignidad del conocimiento y el trabajo.

Los enciclopedistas investigaron política, historia, ciencia, y entre todos resultaron ser una fuerza motriz poderosa
que coadyuvó para la teoría del cambio.

El Arte surge como si se intentará mitigar la irracionalidad de las relaciones del hombre y la mujer, que con
frecuencia, dice Diderot son dos animales malignos. Aunque en el fondo, él tiene una fé ciega en la razón humana,
lo que se puede ver claramente en algunos de sus ensayos, aparecidos en la Enciclopedia de 1765.

Sin embargo, todo proceso histórico y social, es contradictorio; porque aquel siglo dieciocho, que tenía una fé en
la razón, en la práctica social, tambien era un siglo en el que se presenciaban desórdenes morales y económicos;
los políticos estaban corrompidos; la iglesia era voraz e indolente; la burgesía y la clase media sólo se preocupaban
por obtener dinero; la masa era licenciosa, turbulenta y analfabeta. Y en medio de todo esto, las Utopiás seguían
recogiendo los sueños de la razón: la humanidad en armonía con ella misma y con la naturaleza.

La Utopía, que se transforma en revolución, tiene sus orígenes en Platón, con su República; pero en el siglo
dieciocho, se expresa con mayor nitidez, aquel hombre que tiene las armas de la reflexión y el conocimiento para
transformar la sociedad. La Utopía es concebida como una armonía monolítica y cerrada, y para entonces, la
revolución se visualiza como un compromiso con el cambio total, relacionando la pluralidad, la opinión crítica y la
capacidad de entender la diversidad humana; concepto que se adapta un póco más al de un Sistema Abierto bajo
el Enfoque de Sistemas.

Es muy posible que Marx, debido a esto, a partir del siglo XIX, haya generado su crítica de las visiones ilusorias
de la sociedad y las describe como utópicas; para él, esto significaba que eran falsas y metafísicas, pues no
tomaban en cuenta los procesos y los conflictos sociales. Por eso, Marx veía que el verdadero cambio debería
estar conectado con la revolución; la revolución vista como una hazaña para transformar la sociedad, para liquidar
la tiranía y la opresión.

A partir del siglo XIX, la religión se combina con la revolución cuando se comenzaron a mezclar dogmas y certezas
que no se pueden manejar ni comprobar; y así como aparecen todas las contradicciones de la naturaleza humana,
porque el revolucionario nace al haber desesperación en sociedades dictatoriales e irracionales, y ya en el poder,
los hechos históricos han demostrado que, lo que impera es irracional, debido quizás a que los cambios no son
unitarios y a que el paraiso terrenal no existe. La revolución en su versión utópica tiende a reconstruir y a mejorar,
pero en realidad no ha ocurrido así.

La idea de Modernidad está conectada con el anhelo de Novedad. Es una forma de renacer, de encontrar nuevas
esperanzas, de derrotar la fatalidad y la monotonía.

Es un hecho que desde el siglo dieciocho aparecen conflictos sociales y políticos, rebeliones y revoluciones,
movimientos masivos, de campesinos, artesanos, que pretenden acabar con todo. Cromwell, en Inglaterra,
expresaba que la revolución consistía en hechos laícos con trasfondo religioso, de deseo de acabar con la
opresión, con la miseria y la opulencia concentrada, pero al mismo tiempo nuevas expresiones de corrupción,
megalomanía y opresión.

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John Locke, que era un teórico del cambio y la Modernidad, afirmaba el fracaso de todas las utopías por no tomar
en cuenta la estructura real del hombre; pensaba que las revoluciones traen más perturbaciones que equilibrio.

Los agentes de cambio histórico moderno, ha sido la clase media, los intelectuales, los profesores, los estudiantes,
el proletariado y los campesinos. Los tiempos postrevolucionarios son de quejas y de críticas brutales a las
instituciones establecidas. La lucha de clases es una constante en los procesos de cambio, pero es un dato
curioso que entre más ingresos y educación tiene una clase, su descontento y su crítica también van en aumento.

La tradición revolucionaria de occidente, trajo como consecuencia la Modernización, transformaciones y una


esperanza de que las cosas deberían de cambiar. Pero la Utopiá con frecuencia termina en terrorismo e
intolerancia. La razón, el progreso, la Modernidad, son signos que acompañan a las transformaciones sociales,
pero no hay que perder de vista que la historia dice que también se presentan el fanatismo, el asalto a la razón, el
dogmatismo y el autoritarismo.

Una característica de la Modernidad, desde el siglo dieciocho, ha sido la de las revoluciones; la transformación
violenta de la estructura social en función de la edad de la razón y la utopía: el progreso, la igualdad, la libertad, la
fraternidad. Todos estos movimientos crearon nuevas estructuras de clase y nuevas ideologías dominantes, como
resultado de conflictos sociopolíticos, donde las luchas de clase desempeñaron un papel muy importante. Se
observa también, que no existen revoluciones permanentes, que después de un lapso indeterminado, éstas se
corrompen, por lo que la innovación y la transformación resultan más difíciles.

Los cambios a que dieron lugar las revoluciones y los proyectos utópicos, se englobaron en el Modernismo; y todo
este proceso implica al desarrollo económico y el surgimiento de la sociedad industrial; aparecen nuevas
ideologías, como el liberalismo y el marxismo; y a partir del siglo veinte, nace la Sociedad de Consumo.

La Cultura Urbana es otro de los rasgos de las transformaciones socioeconómicas. Las relaciones humanas se
vuelven múltiples y heterogéneas. Las naciones inician sus intercambios mercantiles, lo que da lugar a las
relaciones de interdependencia, al mismo tiempo, se determinan las nuevas clases sociales, en donde la burguesía
llega a constituir una nueva fuerza. La teoría del individualismo se acentúa, asumiendo que el éxito personal se
logrará por medio del trabajo artístico y emprendedor.

El capitalismo se expande por toda Europa a través de la inversión, la aceleración y la ampliación de la producción.
La cultura y las ideas se dan conjuntamente con la economía de mercado. El intercambio de mercancías es la
expresión viva del capitalismo comercial que favorece el desarrollo de una cultura urbana. Empiezan a
multiplicarse las tiendas, los comercios, el arte, el refinamiento, como expresión de un nuevo mundo, donde la vida
y la economía política son dirigidas por el Estado.

La economía capitalista rinde culto al trabajo y a la acumulación del capital personal; tiene fé en el progreso
económico, como una manera de traer felicidad a toda la sociedad, aunque en realidad se trata de enmascarar el
afán de lucro, la explotación y el reparto de la riqueza en forma desigual.

La Modernidad se expresa de una manera clara en el Arte. La innovación, el rompimiento con la tradición ( arte
religioso y Greco-romano ), el sentido urbano y cosmopolita y una visión crítica del mundo, es el estilo del nuevo
arte, y esto permite generar perspectivas nuevas y diferentes sobre la cultura, en general.

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El nuevo Arte expresa las contradicciones y las simulaciones de la nueva sociedad, la desintegración del hombre
en la vida urbana, e intenta definir de manera más explícita lo que está ocurriendo al hombre en su ambiente
social. Los artistas, los intelectuales, tratan de luchar contra la enajenación. Y aquí es cuando el Arte rompe con
la tradición formal, para orientarse a la fantasía, a lo imaginario, a los sueños.

III.- EL EFECTO DE LA MODERNIDAD EN EL HOMBRE Y LA SOCIEDAD

El mundo Moderno pierde el dominio de si mismo, al verse enfrentado a la ruptura con la cultura tradicional y vive
en constantes contradicciones tratando de hacer innovaciones.

El hombre se aleja de la reflexión cultural escrita y vive sólo de la cultura de la imagen: cine, televisión, etcétera.,
creando contadictoriamente una exhaltación del nosotros y una pérdida del yo, del individuo; el arte intenta
resucitarlo y construir esa conciencia reflexiva, crítica e irónica, que fué uno de los objetivos de la Modernidad.

A partir de los años veinte, las nuevas teorías de organización y de producción, trajeron prosperidad. No obstante,
al mecanizarse la agricultura y la industria, sobrevino el desempleo; la cultura de masas, a través de la radio y el
cine, se empezó a generalizar; y va apareciendo con más fuerza, la sociedad de consumo, empeñada en gastar,
olvidándose del ahorro. La ética del trabajo se tuvo que combinar con la necesidad de placer y el ocio. La mujer
empieza a participar en la vida social y a rebelarse contra el autoritarismo masculino.

Las Guerras demuestran una vez más, que la revolución no es la solución. Estas guerras trajeron desgaste físico
y moral, hambre, deseperación y pesimismo.

A raíz de la Postguerra, surgió una juventud que no creía en ideales y que veía inminente la catástrofe de la
humanidad.

En los años sesenta, la Sociedad Industrial inicia un acelerado desarrollo tecnológico. Herbert Marcuse explica
que una Sociedad Industrial es aquella que se caracteriza por la automatización progresiva del aparato material e
intelectual que regula la producción, la distribución, concentración y el consumo. Esta Sociedad se caracteriza
también por un alto grado de concentración y adaptación del poder político y económico.

Al comenzar los años setenta, se percibió que el cambio acelerado no trajo la Utopía Social, aunque la conciencia
social fué mayor; no se consigue la felicidad. Se empieza a manifestar con claridad, que las sociedades y sus
habitantes viven en medio de una nueva actitud frente a la vida: el Narcisismo y la Ansiedad.

La gente parece andar más acelerada y enervada, y como una forma de derrotar la neurosis, las nuevas
generaciones tienden a ser egoístas, y es ésta la causa por la que aparece el Narciso.

Algunos psicoanalistas norteamericanos han publicado que ha aparecido el rasgo de Peter Pan, es decir, el
adolescente que no quiere crecer y que quiere vivir en el “País de Nunca Jamás”. Su Sistema de Valores es
vacilante, carece de un cierto sentido de culpabilidad, depende continuamente de la aprobación de los demás. La
cultura Narcisista rompe con los esquemas familiares y de Trabajo tradicionales.

Parece ser que el mal del siglo XX ha sido el desarrollo de la ansiedad. Es la expresión del malestar, del desosiego,
la agitación y la angustia como parte de la vida contemporánea. Otro rasgo desarrollado es el Miedo, que en
términos biológicos ha sido explicado por los psicoanalístas como la expresión de temor frente a la muerte y a la

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falta de seguridad material. Estos temores desaparecen momentáneamente, pero siempre está la inseguridad de
perder la vida ó la comida. El hombre superó sus miedos con su capacidad de creación y con su voluntarismo
optimista. El Miedo se manifiesta con hechos concretos; en cambio, la Angustia es el pavor de algo que no se
sabe qué es. Angustia y Ansiedad son la manifestación de esos miedos que se traducen en un sentimiento de
inseguridad indefinible. La Angustia se transforma en Ansiedad y ésta en Depresión. De esta forma, un
sentimiento que puede ser natural, desencadena una patología que puede llegar al delirio, puesto que ésta
Angustia y ésta Ansiedad son desorganizadoras de la personalidad.

El fracaso de las ideologías políticas ha hecho que la gente deje de creer en el mundo social, y parece ser que el
Narcisismo, la Ansiedad, el Miedo, sólo lo calma el Consumismo. Es en lo único en que parece creer el mundo
contemporáneo: en la Sociedad de Consumo.

El mundo de las ciudades, con antenas parabólicas, videocassettes, refrigeradores, luces de gas neón, edificios
de cristal, puentes, etc., serán el escenario de una condición humana, deprimida y confinada. La riqueza y la
miseria, lo refinado y lo feo se entremezclan cotidianamente. La sociedad de consumo resultó ser un elemento de
homogenización mundial.

En general, en la Modernidad se observa que las ilusiones sobre el progreso, se derrumban con la expresión de
depresión y el sentimiento de derrota; la solidaridad social desaparece incluso entre los habitantes de la misma
ciudad. El sentido de arraigo desaparece. La competencia económica y la necesidad de nuevas formas de
comportamiento social hacen que familias y grupos cambien constantemente de un lugar a otro. Impera la cultura
urbana, los trabajos administrativos y técnicos. pero la vida de estos hombres y mujeres que trabajan para
consumir y consumen para sobrevivir se vuelven monótonas y desamparadas. La competencia es en tal forma
que se necesita cada día más preparación, y de este modo se prolonga la adolescencia escolar . Se tiene que
aprender más y más en un período más largo.

Ahora, en la sociedad de masas, los individuos están perdidos entre la muchedumbre, buscando un papel que
realmente los identifique; y al no encontrarlo, se produce una sociedad fragmentada.

La desesperanza y la necesidad de sobrevivir ha hecho que las sociedades vuelvan a las religiones, como unas
filosofías que prometen consuelo y esperanza en el más allá.

Cuando Marx dijo que la religión era el opio del pueblo, señalaba la necesidad de una educación científica y
racional para acabar con las fantasías. pero la cultura materialista en el capitalismo y en el socialismo no condujo
a la sociedad científica, porque, paradójicamente, los problemas existenciales hacen religiosa a la gente.

IV.- ALGUNAS CONCLUSIONES

Nos encontramos en un nuevo milenio, y se está viviendo con inseguridad, no sólo entre las naciones, sino entre
los gobiernos y sus gobernados. Existen esperanzas de sobrevivencia a través de la lucha por la defensa de la
ecología y por la paz entre los poderes imperiales.

Es indudable que el mundo entero necesita reestructuración, es decir, un desarrollo progresivo, un cambio
fundamental. La gente lo siente y lo comprende. Tiene que encontrar su rumbo, captar el problema dominante de
la humanidad, darse cuenta de cómo debe vivir en el futuro.

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Ahora es mayor la conciencia de la explotación de los países pobres, a través de los préstamos, y luego del pago
de intereses. Se observa que los países deben crecer, en primera instancia, en sus economías, y para lograrlo,
deben alcanzar un alto grado de competitividad y Productividad. Para conseguir este nivel, la empresa, sea
grande, mediana ó pequeña, al diseñar los Sistemas de Calidad, debe considerar que la Modernidad ha impactado
fuertemente en las características que son inherentes a sus integrantes. Es decir, cualquier Proceso de
Intervención que se pretenda llevar a cabo, necesariamente debe tomar en cuenta que se trata de un Sistema de
Actividad Humana y que por su naturaleza, es el hombre, producto de la Modernidad, el principal actor de la Obra
que se está tratando de representar.

La reflexión permite observar que no se tendrá éxito si los esfuerzos se concentran en aspectos aislados de la
enajenación y no se toma en cuenta que en realidad son partes que están interrelacionadas, las que tratan de
dominar la sociedad contemporánea.

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