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una cosa dotada de una contundente realidad.

Al poseedor calor que al frío, no pensó en que trocaba su biblia por


de mercancías, pues, se le enfrenta un poseedor de dinero. lienzo, tal como el tejedor nada sospecha de que trocó
No bien la mercancía se transforma en dinero, éste pasa su lienzo por trigo. L a mercancía de B sustituye a la mer­
a su forma transitoria de equivalente, cuyo valor de uso o cancía de A, pero A y B no intercambian recíprocamente
contenido existe de la parte de acá, en otros cuerpos de sus mercancías. Puede ocurrir, en realidad, que A compre
mercancías. Como término de la primera transformación mercancías a B y B a A, pero esa relación especial en
de la mercancía, el dinero es a la vez punto de partida de modo alguno está condicionada por las relaciones gene­
la segunda. De esta suerte, el vendedor del primer acto rales de la circulación mercantil. Por un lado se advierte
deviene comprador en el segundo, enfrentándosele aquí aquí cómo el intercambio de mercancías arrasa las ba­
un tercer poseedor de mercancías en cuanto vendedor.11 rreras individuales y locales del intercambio directo de
Las dos fases de movimiento inversas de la meta­ productos y hace que se desarrolle el metabolismo del tra­
morfosis mercantil constituyen un ciclo: forma de mer­ bajo humano. Por otra parte, se desenvuelve toda una
cancía, despojamiento de la forma mercantil, retorno a la serie de vinculaciones sociales de índole natural, no su­
misma. Sin duda, la mercancía misma está aquí antitética­ jetas al control de las personas actuantes. El tejedor puede
mente determinada. En el punto de partida es no-valor de vender lienzo sólo porque el agricultor ha vendido trigo;
uso para su poseedor; en el de llegada, valor de uso para si Hotspur i061 puede vender biblias es porque el tejedor
aquél. De m anera análoga, el dinero se presenta primero vendió el lienzo; el destilador puede vender aguardiente,
como cristalización inalterable del valor, en la que se con­ porque el otro ya ha vendido el agua de la vida eterna,
vierte la mercancía, para disolverse luego como mera forma etcétera.
de equivalente de la misma. De ahí que el proceso de circulación no se agote, como
Las dos metamorfosis que configuran el ciclo de una ocurría con el intercambio directo de productos, en el
mercancía constituyen a la vez las metamorfosis parciales cambio de ubicación, o de manos, a que están sujetos los
e inversas de otras dos mercancías. L a misma mercancía valores de uso. El dinero no desaparece, por más que
(lienzo) inaugura la serie de sus propias metamorfosis y finalmente quede marginado de la serie de metamorfosis
clausura la metamorfosis total de otra m ercancía (del experimentada por una mercancía. Invariablemente se de­
trigo). Durante su primera transmutación, o sea la venta, posita en los puntos de la circulación que las mercancías
desempeña esos dos papeles en persona. Por el contrario, dejan libres. Tomemos como ejemplo la metamorfosis
en cuanto crisálida de oro, es decir, en el estado en que global del lienzo ( lienzo - dinero - biblia): primero sale de
ella misma sigue el camino de toda carn e,1651 pone término la circulación el lienzo, lo sustituye el dinero; luego sale
a la vez a la primera metamorfosis de una tercera mercan­ la biblia, la sustituye el dinero. El remplazo de una mer­
cía. El ciclo que describe la serie de metamorfosis expe­ cancía por otra deja siempre la mercancía dineraria en
rimentadas por toda mercancía, pues, se enreda de manera manos de un tercero.72 La circulación constantemente
inextricable con los ciclos de otras mercancías. El proceso exuda dinero.
en su conjunto se presenta como circulación mercantil. N ada puede ser más desatinado que el dogma según
La circulación mercantil difiere no sólo formal, sino el cual la circulación de mercancías implica un equilibrio
esencialmente, del intercambio directo de productos. Eche­ necesario entre las compras y las ventas, puesto que toda
mos una simple mirada retrospectiva sobre lo ocurrido. El venta es una compra, y viceversa. Si con esto se quiere
tejedor, no cabe duda, h a cambiado el lienzo por la biblia, decir que el número de las ventas efectivamente llevadas
la mercancía propia por la ajena. Pero este fenómeno sólo a término es igual al de las compras, estamos ante una tri-
es real para él. El difusor de biblias, más aficionado al
72 N o ta a la 2? edición. — P o r evidente que sea este fe n ó m e ­
71 “H ay, pues [. ..] c u a tro térm in o s y tres c o n tra ta n tes, uno n o, los econom istas, y en especial el lib recam bista viilgaris, las m ás
de los cuales interviene dos veces.” (Le T rosne, op. cit.. p. 909.) de las veces lo pasan p o r alto.

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vial tautología. Pero lo que se pretende demostrar es que el fosis mercantil. Estas formas entrañan la posibilidad, pero
vendedor lleva al m ercado a su propio comprador. La únicamente la posibilidad, de las crisis. Para que dicha
venta y la compra son un acto idéntico en cuanto relación posibilidad se desarrolle, convirtiéndose en realidad, se
recíproca entre dos personas polarmente contrapuestas: el requiere todo un conjunto de condiciones que aún no
poseedor de mercancías y el de dinero. Configuran dos existen, en modo alguno, en el plano de la circulación
actos contrapuestos de manera polar, en cuanto acciones simple de mercancías.73
de la misma persona. La identidad de venta y compra lleva Como mediador en la circulación mercantil, el dinero
implícito, por consiguiente, que la mercancía devenga in­ asume la función de medio de circulación.
servible cuando, arrojada en la retorta alquímica de la
circulación, no surge de la misma convertida en dinero,
no la vende el poseedor de mercancías, y por ende no la b) E l cu rso del dinero
compra el poseedor de dinero. Esa identidad implica, por
lo demás, que si el proceso culmina debidamente, cons­ El cambio de forma en el que se opera el intercambio
tituya un punto de reposo, un período en la vida de la de sustancias entre los productos del trabajo, M - D - M,
mercancía, período que puede prolongarse más tiempo o determina que un mismo valor configure en cuanto mer­
menos. Como la primera metamorfosis de la mercancía es cancía el punto de partida del proceso, y retorne como
a la vez venta y compra, este proceso parcial es al mismo mercancía al mismo punto. Por ende, este movimiento de
tiempo un proceso autónomo. El comprador tiene la mer­ las mercancías es un ciclo. Por otra parte, esa misma forma
cancía, el vendedor el dinero, esto es, una mercancía que excluye el ciclo del dinero. Su resultado es el constante
conserva una forma adecuada para la circulación, ya se alejamiento del dinero con respecto a su punto de partida,
presente temprano o tarde en el mercado. Nadie puede no su retorno al mismo. M ientras el vendedor retiene la
vender sin que otro compre. Pero nadie necesita comprar figura transm utada de su mercancía, o sea el dinero, la
inmediatamente por el solo hecho de haber vendido. La mercancía se encuentra en la fase de su primera meta­
circulación derriba las barreras temporales, locales e indi­ morfosis, o sólo ha dejado a sus espaldas la primera mitad
viduales opuestas al intercambio de productos, y lo hace de su circulación. Cuando se completa el proceso de ven­
precisamente porque escinde, en la antítesis de venta y der para comprar, el dinero de nuevo se ha escapado de
compra, la identidad directa existente aquí entre enajenar
el producto del trabajo propio y adquirir el producto del 7i C fr. m is o bservaciones en to rn o a Jam es M ili, en Z u r K ri-
trabajo ajeno. El hecho de que los procesos que se con­ t i k . . . , pp. 74-76. D os p u n to s cara cte riz an , en este aspecto, el
traponen autónomamente configuren una unidad interna, m étodo de la apolo g ética económ ica. E n p rim er térm ino, identifi­
c ar la circ u la c ió n de m erc an c ías con el in tercam b io d irecto de p ro ­
significa asimismo que su unidad interna se mueve en me­ ductos, m ediante el sim ple recurso de h acer abstracción de sus
dio de antítesis externas. Si la autonomización externa de diferencias. E n segundo lugar, el inten to de negar, de d esechar las
aspectos que en lo interno no son autónomos, y no lo son co n trad iccio n es del proceso capitalista de p roducción, p a ra lo cual
porque se complementan uno a otro, se prolonga hasta las relaciones que m edian e n tre sus agentes de pro d u cció n son
red u cid as a los sim ples vínculos que surgen de la c irculación de
cierto punto, la unidad interna se abre paso violentamente, m ercancías. P e ro la p ro d u cció n de m ercancías y la circulación
se impone por medio de una crisis. La antítesis inmanente de las m ism as son fenóm enos inh eren tes a los m odos de producción
a la mercancía — valor de uso y valor, trabajo privado m ás diversos, a unque en d iferen te volum en y con desigual alcance.
que a la vez tiene que presentarse como trabajo directa­ N a d a sabem os, pues, a c e rca de la d ifferen tia specifica en tre esos
m odos de p roducción, ni pod em o s p o r consiguiente enjuiciarlos, si
mente social, trabajo específico y concreto que al mismo n u estro co nocim iento se red u ce a las categorías a b stractas, com u­
tiem po cuenta únicamente como general y abstracto, per­ nes a to d o s ellos, de la c irculación de m ercancías. E n ninguna
sonificación de la cosa y cosificación de las personas— , ciencia, fu e ra de la e co n o m ía política, prevalece ta n d e sorbitada
esa contradicción inmanente, adopta sus formas más evo­ p e tu la n cia en el m anejo de los lugares com unes m ás elem entales.
Say, p o r ejem plo, fun d án d o se e n q u e sabe que la m ercancía es
lucionadas de movimiento en las antítesis de la metamor­ prod u cto , se a rro g a el d e rec h o de d icta m in ar so b re las crisis.

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las manos de su poseedor originario. Seguramente, si des­ sino en la del oro. Con ello, la continuidad del movimien­
pués de comprar la biblia el tejedor vende lienzo una vez to recae enteramente en el dinero, y ei mismo movimiento
más, el dinero volverá a sus manos. Pero no retorna a que supone dos procesos contrapuestos para la mercancía,
trayés de la circulación de las primeras 20 varas de lienzo, implica siempre, como movimiento propio del dinero, el
que, antes bien, lo hicieron paiar de manos del tejedor a mismo proceso, esto es, su cambio de lugar -con otra mer­
las del vendedor de biblias. Si regresa es a causa única­ cancía siempre cambiante. El resultado de la circulación
mente de que el mismo proceso de circulación se renueva de mercancías — la sustitución de una mercancía por otra—
o reitera para cada nueva mercancía, y finaliza en este se presenta mediado, pues, no por el propio cambio de
caso, como en los anteriores, con el mismo resultado. La forma experimentado por aquéllas, sino por la función del
forma impartida directamente al dinero por la circulación dinero como medio de circulación', éste hace circular las
mercantil, pues, consiste en su constante alejamiento mercancías, en sí y para sí carentes de movimiento, trans­
del punto de partida, su pasaje de manos de un poseedor de firiéndolas, siempre en sentido contrario al de su propio
mercancías a las de otro, o su curso (currency, cours de la curso, de manos de aquel para quien son no-valores de
m onnaie). uso, a manos de quien las considera valores de uso. Cons­
tantemente aleja del ámbito de la circulación las mer­
El curso del dinero muestra una repetición constante cancías, al ocupar una y otra vez los lugares que éstas
y monótona del mismo proceso. La mercancía siempre dejan libre en aquélla, con lo cual él mismo se aleja de su
está al lado del vendedor, el dinero siempre al lado del punto de partida. Por consiguiente, aunque el movimiento
adquirente, como medio de compra. Oficia de medio de del dinero no sea más que una expresión de la circulación
compra al realizar el precio de la mercancía. Y al reali­ de mercancías, ésta se presenta, a la inversa, como mero
zarlo, transfiere la mercancía de manos del vendedor a las resultado del movimiento dinerario.Tr>
del comprador, mientras él mismo se aleja, a la vez, de Por otra parte, si al dinero le cabe la función de medio
las manos del comprador y pasá a las del vendedor, para de circulación, ello se debe únicamente a que es el valor,
repetir luego el mismo proceso con otra mercancía. El vuelto autónomo, de las mercancías. Por tanto, su movi­
hecho de que esta forma unilateral de movimiento del di­ miento en cuanto medio de circulación no es, en realidad,
nero nazca del movimiento formal bifacético de la mer­ más que el movimiento formal de aquéllas. De ahí que
cancía, queda encubierto. La naturaleza misma de la este último movimiento tenga que reflejarse, incluso de
circulación mercantil ocasiona la apariencia contraria. La manera sensible, en el curso del dinero. El doble cambio
primera metamorfosis de la mercancía no sólo es visible de forma de la mercancía se refleja en el cambio de ubi­
en cuanto movimiento del dinero, sino como movimiento cación, también doble, de la misma pieza dineraria, siem­
de la mercancía misma: por el contrario, su segunda meta­ pre que consideremos la metamorfosis global de una
morfosis solamente es visible como movimiento del dinero. mercancía en la reiterada repetición de su cambio de lugar;
En la primera mitad de su circulación, la mercancía cam- siempre que consideremos en su interconexión el entrela­
biahfi de lugares con el dinero. De este modo, y a la vez, su zamiento de las innumerables metamorfosis. Las mismas
figurá de uso quedaba marginada de la circulación, pasa­ piezas dinerarias llegan como figura enajenada de la mer­
ba al ámbito del consumo.14 La sustituía su figura de cancía a manos del vendedor y las abandonan como figura
valor, o larva del dinero. La segunda mitad de la circula­ absolutamente enajenable de la misma. Ambas veces el
ción ya no la recorre envuelta en su piel propia y natural, dinero opera de la misma manera, como medio de compra
primero de una, luego de la otra mercancía. Pero para la
74 Incluso cu an d o se vende una y o tra vez la m ism a m er­ misma mercancía, la conexión interna de ambos procesos
cancía — fen ó m en o que por el m om ento no existe p a ra no so tro s— ,
la ven ta últim a y definitiva la hace pasar de la esfera de la cir­ Tr' “N o tien e” (el din ero ) “o tro m ovim iento que el que le im ­
culación a la del consum o, p a ra servir e n ésta com o m edio de
prim en los pro d u cto s.” (Le T rosne, op. cit., p. 885.)
subsistencia o de producción.

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se pone de manifiesto en el movimiento doble y antitético entonces el interrogante de cuánto dinero absorbe cons­
impreso a las mismas piezas dinerarias. Las mismas £. 2 tantemente dicha esfera.
que en la compra del lienzo pasaban del bolsillo del cul­ En un país se efectúan todos los días, simultánea­
tivador de trigo al del tejedor de lienzo, emigran de este mente y por tanto yuxtapuestas en el espacio, numerosas
último bolsillo cuando se efectúa la compra de la biblia. metamorfosis unilaterales de mercancías, o en otras pala­
Se trata de un cambio doble de ubicación y, si considera­ bras, meras ventas por una parte, y por otra simples
mos el lienzo o sus representantes como el centro, de un compras. En sus precios, las mercancías ya están equipa­
cambio en sentido contrario: positivo en el caso del ingreso radas a determinadas cantidades figuradas de dinero.
de dinero, negativo en el de su egreso.3 Cuando, por el Ahora bien, como la forma de circulación directa, aquí
contrario, sólo se operan metamorfosis unilaterales de mer­ considerada, hace que siempre se enfrenten entre sí y de
cancías — meras ventas o simples compras, como se quie­ manera tangible la mercancía y el dinero — la una en el
ra— , el mismo dinero cambia únicamente una vez de lugar. polo de la venta, el otro en el polo opuesto, el de la com­
Su segundo cambio de ubicación expresa siempre la pra— , la masa de medios de circulación requerida para el
segunda metamorfosis de la mercancía, la reconversión de proceso de circulación del mundo mercantil está ya deter­
ésta en dinero.b minada por la suma de los precios a que se intercambian
Por lo demás, se comprende de suyo que todo esto las mercancías. En rigor, el dinero no hace más que re­
presentar de un modo real la suma de oro ya expresada
sólo se aplica a la forma que consideramos, la de la cir­
culación mercantil simple. idealmente en la suma de los precios alcanzados por
aquéllas. De ahí que demos por sobrentendida la igual­
Al dar su primer paso en la circulación, al cambiar dad de esas sumas. Sabemos, no obstante, que a valores
por primera vez de forma, toda mercancía queda margi­ constantes de las mercancías, sus precios varían junta­
nada de aquélla, en la cual entran constantemente nuevas mente con el valor del oro (del material d inerario):
mercancías. En cuanto medio de circulación, por el con­ suben proporcionalmente a la baja de este último, y bajan
trario, el dinero está instalado permanentemente en la es­ cuando el mismo sube. Si la suma de los precios al­
fera de la circulación y trajina en ella sin pausa. Se plantea canzados por las mercancías aumenta o disminuye, la
masa del dinero circulante habrá de acrecentarse o redu­
" En la 4? edición, el pasaje que va desde “ El doble cam ­ cirse en igual proporción. Es verdad que la variación que
bio de fo rm a " h asta “el de su egreso”, dice así: “ Así, p o r ejem ­ se opera en la masa de los medios de circulación reconoce
plo, el lienzo tra n sfo rm a prim ero su fo rm a m erc an til en su
fo rm a d in era ria . El térm in o final de su p rim e ra m etam orfosis,
su origen en el dinero mismo, pero no en su papel de
M -D , la fo rm a d in era ria , se vuelve luego el p rim e r térm in o de medio de circulación, sino en su función de medir el valor.
su ú ltim a m etam orfosis D -M , de su reconversión en la biblia. Primero, el precio de las mercancías varía en razón inversa
P ero cada uno de esos dos cam bios de fo rm a se o pera a través al valor del dinero, y luego la masa de medios de circu­
de un in tercam b io entre m ercan cía y dinero, que cam bian recí­
p rocam ente de ubicación. L as m ism as piezas d in era ria s llegan
lación se modifica en proporción directa al precio de las
com o figura enajenada de la m ercancía a m anos del vendedor, mercancías. Un fenómeno idéntico se produciría si, por
y las a b an d o n a n com o figura abso lu ta m en te enajenable de la m is­ ejemplo, en vez de disminuir el precio del oro, la plata lo
m a. C am bian dos veces de ubicación. La p rim e ra m etam orfosis del sustituyera como medida del valor, o si en lugar de au­
lienzo pone esas piezas en el bolsillo del tejedor; la segunda las mentar el valor de la plata, el oro la desplazara de la
extrae de allí. Los dos cam bios form ales opuestos de la m ism a
m ercancía, pues, se reflejan en el doble cam bio de lugar, en sen­ función de medir el valor. En el primer caso tendría que
tido c o n tra rio , del d in ero ” . circular más plata que antes oro; en el segundo, menos
h En la 4a edición se agregó esta o ración: “ En el frecuente oro que antes plata. En ambos casos se habría modificado
cam bio de ubicación de las m ism as piezas d in era ria s se refleja no el valor del material dinerario, esto es, de la mercancía que
sólo la serie de m etam orfosis de una m ercancía única, sino tam ­ funciona como medida de los valores, y por tanto la ex­
bién el e n tre la z am ien to de las innum erables m etam orfosis que se
op eran en el m undo de las m ercancías en general". presión correspondiente a los precios de los valores mer­

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cantiles, y por ende la m asa del dinero circulante que sirve obvio que la s u m a de los p r e c io s alcanzados por las mer­
para la realización de esos precios. Vimos que la esfera cancías dependerá de la m a s a d e éstas que se encuentre
de la circulación mercantil presenta un orificio por el cual en la circulación. N o es necesario devanarse los sesos
penetra el oro (o la plata, en una palabra, el material del para comprender que si 1 q u a rte r de trigo cuesta 41 2,
dinero) como mercancía de un valor dado. Dicho valor HH) q u a r t e r s costarán £ 200, 2 0 0 q u a rte rs £ 4 00, etc.,
está presupuesto en la función que el dinero desempeña V que, por tanto, a la par de la masa de trigo tendrá que
como medida de valor, y por ende en la fijación de precios. aumentar la masa de dinero que, en la venta, cambia de
Ahora bien, si baja el valor de la medida de los valores, lugar con el cereal.
esto se m anifestará ante todo en que variarán los precios Si suponemos que la m a s a de las m e r c a n c ía s esta dada,
de las mercancías que se intercambian directamente por la del d in e r o circulante crecerá o d e c r e c e r á c o n arreglo a
los metales preciosos en cuanto mercancías, en los lugares las o sc ila c io n e s q u e e x p e r i m e n t e n los p r e c io s de las mer­
de producción de los mismos. Particularmente en los es­ cancías. Aum enta o disminuye porque la s u m a d e los p r e ­
tadios menos desarrollados de la sociedad burguesa, du­ cio s de las mercancías sube o baja a consecuencia de los
rante mucho tiempo una gran parte de las demás cambios que se operan en sus precios. Para que ello ocurra
mercancías seguirá tasándose conforme al valor anticuado, en m odo alguno hace falta que simultáneamente se incre­
ahora ilusorio, de la medida del valor. No obstante, a menten o reduzcan los precios de todas las mercancías. El
través de la relación de valor que media entre ambas, una alza en los precios de cierto número de artículos decisivos
mercancía contamina a la otra, los precios áureos o ar­ es suficiente en un caso, o la baja de sus precios en el
génteos de las mercancías se nivelan paulatinamente con otro, para que aumente o disminuya la su m a de los precios
arreglo a las proporciones determinadas por sus propios -q u e hay que realizar— de todas las mercancías en cir­
valores, hasta que, en conclusión, se estiman todos los culación, y por tanto para lanzar más o menos dinero a
valores mercantiles conforme al nuevo valor del metal la circulación. Sea que el cambio en los precios de las
dinerario. Este proceso de nivelación se ve acompañado mercancías refleje un cambio real de su valor o simples
por el incremento incesante de los metales preciosos, que oscilaciones de los precios en el mercado, el efecto sobre
afluyen en remplazo de las mercancías intercambiadas di­ la masa de los medios de circulación será el mismo.
rectamente por ellos. En la misma medida, pues, en que Supongamos ahora cierto numero de ventas o meta­
se generaliza el reajuste de precios de las mercancías, o que morfosis parciales carentes de relación entre sí, simultáneas
se estiman sus valores de acuerdo con el valor nuevo del y por tanto yuxtapuestas en el espacio, por ejemplo la de
metal — más bajo y hasta cierto punto aun en disminu­ I q u a r te r de trigo, 2 0 varas de lienzo, I biblia, 4 galones
ción— , ya se dispone también de la masa metálica adi­ de aguardiente. Si el precio de cada artículo fuera tic 42 2,
cional que se requiere para realizar dichos valores. El y por tanto la suma de los precios a realizar igual a £ 8,
análisis unilateral de los hechos que siguieron al descubri­ tendría que entrar a la circulación una masa dineraria de
miento de los nuevos yacimientos auríferos y argentíferos, £ 8. Por el contrario, si las mismas mercancías fueran esla­
indujo en el siglo xvn, y sobre todo en el xvm , a la con­ bones de la serie de metamorfosis que ya conocem os: 1
clusión errónea de que los precios habían aumentado q u a r te r de trigo - £ 2 - 2.0 varas de lienzo - £ 2 - 1 biblia -
porque era mayor la cantidad de oro y plata que funcio­ £ 2 - 4 galones de a g u a r d ie n t e - £ 2, tenemos que £ 2
naba como medio de circulación. En lo sucesivo se parte hacen circular por turno las mercancías, realizando suce­
del supuesto de que el valor del oro está dado, como de sivamente sus precios y por tanto también la suma de
hecho lo está en el momento de establecerse los precios. éstos ( £ 8 ) , para reposar por último en el bolsillo del
Bajo este supuesto, pues, la masa de los medios de destilador. Las £ 2, pues, realizan cu a tr o re c o r rid o s . Este-
circulación queda determinada por la suma de los precios reiterado cambio de ubicación por parte de las mismas
a realizar de las mercancías. Si suponemos, además, que piezas dinerarias representa el doble cambio formal de la
el precio de cada clase de mercancía ya está dado, es mercancía, su movimiento a través de las dos fases con ­

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trapuestas de la circulación y el entrelazamiento de las
metamorfosis experimentadas por diversas mercancías.70 lanza al comienzo del proceso diario de circulación, está
naturalmente determinada por la suma de los precios de
Las fases antitéticas, complementarias entre sí, a través de
las mercancías que circulan al mismo tiempo y yuxtapues­
las cuales discurre ese proceso, no pueden estar espacial­
tas en el espacio. Pero dentro del proceso, por así decirlo,
mente yuxtapuestas, sino sucederse unas a otras en el
a una pieza dineraria se la hace responsable de la otra. Si
tiempo. Las fracciones de tiempo constituyen la medida
una acelera la velocidad de su curso, se aminora la de la
que se aplica a la duración del proceso, o, en otras pala­
otra, o incluso ésta se aparta por completo de la esfera de
bras, el número de los recorridos de las mismas piezas
la circulación, ya que dicha esfera sólo puede absorber
dinerarias en un tiempo dado mide la velocidad del curso
una masa de oro que, multiplicada por el número medio
dinerario. Digamos que el proceso de circulación de aque­
de recorridos efectuados por su elemento individual, equi­
llas cuatro mercancías dura, por ejemplo, un día. Ten­
valga a la suma de precios que ha de ser realizada. Por
dremos entonces que la suma de precios que hay que
consiguiente, si aumenta el número de sus recorridos, de­
realizar será de £ 8; la cantidad de recorridos de las mis­
crecerá su masa circulante. Si disminuye el número de los
mas piezas dinerarias a lo largo del día, 4, y la masa de
mismos, aumentará su masa. Como, dada una velocidad
dinero circulante, £ 2, o sea que para una fracción de­
media, está dada la masa del dinero que puede funcionar
term inada del tiempo que dura el proceso de circulación,
como medio de circulación, basta con lanzar a la circula­
la relación será la siguiente:
ción, por ejemplo, una cantidad determinada de billetes de
Sum a de los precios de las m ercancías , , una libra para retirar de aquélla otros tantos soberanos, un
= masa del dinero que juego de manos que todos los bancos conocen a la
N ú m ero de recorridos de las piezas
din erarias de la m ism a denom inación perfección.
Así como en el curso del dinero, en general, única­
funciona como medio de circulación. La vigencia de esta
mente se manifiesta el proceso de circulación de las mer­
ley es general. Sin duda, el proceso de circulación de un
cancías — vale decir, el ciclo de éstas a través de meta­
país, en un período dado, abarca por una parte numerosas
morfosis contrapuestas— , en la velocidad del curso del
ventas (com pras) o metamorfosis parciales, dispersas, si­
dinero se manifiesta la velocidad de su cambio de forma,
multáneas y espacialmente yuxtapuestas, en las que las
la concatenación incesante de las series metamórficas, la
mismas piezas dinerarias sólo cambian una vez de ubica­
premura del metabolismo, la velocidad con que las mercan­
ción y no efectúan más que un recorrido, y por otra parte
cías desaparecen de la esfera circulatoria y su sustitución,
muchas series de metamorfosis con una cantidad mayor o
igualmente rápida, por otras mercancías. En la velocidad
menor de eslabones, de las que algunas se desenvuelven
del curso dinerario, pues, se manifiesta la unidad fluida
paralelamente y otras se entrelazan con las vecinas, y en
de las fases contrapuestas y complementarias: transfor­
las cuales las mismas piezas dinerarias ejecutan recorridos
mación de la figura de uso en figura de valor y reconversión
más o menos numerosos. No obstante, el número total de
de ésta en aquélla, o unidad de los dos procesos de la
los recorridos efectuados por todas las piezas dinerarias
compra y la venta. A la inversa, en la reducción de la velo­
que se encuentran circulando y tienen la misma denomina­
cidad del curso dinerario se pone de manifiesto el hecho
ción, permite obtener el número medio de los recorridos
de que esos procesos se disocian, se vuelven autóno­
que efectúa cada pieza dineraria, o la velocidad media del
mos y antagónicos, el hecho del estancamiento del cam­
curso del dinero. La masa dineraria que, por ejemplo, se
bio de formas, y, por consiguiente, del metabolismo. La
T,i "Son los pro d u cto s los que lo ponen e n m o v im ien to ” (al
circulación misma, desde luego, no nos explica cuáles
dinero) "y lo hacen c ircu lar . . . L a celeridad de su m ovim iento” son las causas que motivan ese estancamiento. Se limita
(es.o es, del dinero) “suple a su c an tid ad . C u a n d o hay necesidad a mostrarnos el fenómeno. El público en general, al ver
de e 'lo , se desliza de m an o e n m a n o sin d eten erse u n in stan te .” (Le que cuando aminora la velocidad del curso del dinero éste
T ro si e, op. eit., pp. 915. 916.)
aparece y desaparece con menos frecuencia en todos los
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puntos periféricos de la circulación, tiende a explicar ese precios de las mercancías depende tanto de la masa como
fenómeno por la cantidad insuficiente de medios de de los precios de cada clase de mercancías. No obstante,
circulación.” los tres factores — el movim iento de los precios, la masa
Por consiguiente, la cantidad total del dinero que en de mercancías circulantes y por último la velocidad del
cada espacio de tiempo actúa como medio de circulación, curso del dinero— pueden variar en sentido diferente y
queda determinada, de una parte, por la suma de los precios en distintas proporciones, y de ahí que la suma de los
del conjunto de las mercancías circulantes; de otra parte, precios a realizar, y por ende la masa de medios de circu­
por la fluencia más lenta o más rápida de sus procesos lación, que depende de esa suma, puedan pasar por nume­
antitéticos de circulación, de lo cual depende la parte rosísimas combinaciones. Sólo nos referiremos aquí a las
proporcional de esa suma de precios que puede ser reali­ que han sido las más importantes en la historia de los
zada por las mismas piezas dinerarias. Pero la suma de los precios mercantiles.
Manteniéndose constantes los precios de las mercan­
” “C o m o el d in ero . . . es la m edida com ún de la c o m p ra y la
cías, la masa de los medios de circulación puede incre­
venta, todo el que tiene algo p a ra vender y n o puede conseguir mentarse: ya porque aumente la masa de las mercancías
c o m p ra d o res p a ra sus artículos, tiende enseguida a p en sar que la circulantes, ya porque se reduzca la velocidad del curso
causa de que aquéllos n o tengan salida es la escasez de dinero del dinero, o bien por el concurso de ambas causas. La
en el reino, o en el país-, y así, el cla m o r general es q u e escasea
el din ero ; lo cual e s un g ran e rro r . . . ¿Q ué p re te n d en los que c la ­
masa de los medios de circulación, a la inversa, puede
m an q u e h a y a m ás d in ero ? . . . E l a g ric u lto r se qu eja . . . Piensa decrecer si disminuye la masa de las mercancías o aumenta
que si h u b ie ra m ás d in ero e n el país, p o d ría o b ten er u n buen la velocidad de la circulación.
precio p o r sus p ro d u c to s . . . P arece entonces que lo que necesita Si se da un alza general en los precios de las mercan­
no es dinero, sino un precio p a ra sus gran o s y su ganado, a los que
d e se aría vender, p e ro no puede . . . ¿P or q u é n o puede obten er
cías, la masa de los medios de circulación puede mante­
un b u e n precio? . . . 1) o p o rq u e h a y m u ch o s g ran o s y ganado en nerse constante siempre que la masa de las mercancías
el país, con lo cual la m ay o r p a rte de los que acuden al m ercado circulantes decrezca en la misma proporción en que
tienen necesidad de vender, com o él, y pocos la de co m p ra r, o 2) aumenta su precio, o si la velocidad del curso del dinero
p o rq u e se reduce la salida usual, m ediante la e x p o rtació n , h acia
el e x tra n je ro . . . O bien, 3) el consum o decae, com o p o r ejem plo
— manteniéndose constante la masa de mercancías circu­
o c u rre c u a n d o la gente, debido a su p obreza, n o g asta ta n to com o lantes—- aumenta tan rápidamente como el aumento de
antes en m a n te n e r sus hogares; de donde se desprende que de n in ­ precios. La masa de los medios de circulación puede de­
gún m o d o sería el in crem en to del dinero, específicam ente, lo que crecer, siempre que la masa de las mercancías decrezca
h a ría q u e a u m e n tara n de p recio los artícu lo s del ag ricu lto r, sino la con mayor rapidez que los precios, o que la velocidad
rem oción de u n a de esas tres causas, que son las que re alm en te
deprim en el m erc ad o . . . D e la m ism a m a n e ra , al m erc ad e r y al del curso se incremente más rápidamente que éstos.
ten d ero les hace fa lta el dinero, esto es; com o el m erc ad o decae, Si se opera una baja general en los precios de las
necesitan que los bienes con los q u e tra fic a n e n cu e n tre n salida . . . mercancías, la masa de los medios de circulación puede
N u n c a una n ación p ro sp e ra m ejor que c u an d o las riquezas pasan mantenerse constante si la masa de las mercancías se acre­
rá p id a m e n te de unas m an o s a o tra s.” (Sir D u d ley N o rth , D iscour-
ses upon T rade, L ondres, 1691, pp. 11-15 y p á ssim .) T o d as las cienta en la misma proporción en que se reduce su precio,
falacias de H e rren sch w an d desem bocan e n que es posible superar o si la velocidad del curso del dinero decrece en la misma
g racias al in crem en to de los m edios de circu lació n , las c o n tra d ic ­ proporción en que disminuyen los precios. Puede aumentar,
ciones que e m a n an de la n a tu ra le z a de la m erc an c ía y que, por si la masa de las mercancías se acrecienta más rápidamente,
consiguiente, se m an ifiesta n en la circu lació n m erc an til. P or lo
d em ás, de q u e sea u n a ilusión p o p u lar a trib u ir a u n a escasez de o si la velocidad de la circulación se reduce con mayor
m edios de c irculación los estan cam ien to s q u e e x p erim e n tan los rapidez que la disminución de precios de las mercancías.
procesos de p ro d u cció n y circulación, e n m o d o alguno se sigue, Las variaciones de los diversos factores pueden com­
a la inversa, que u n a escasez real de m edios de circu lació n — por pensarse recíprocamente, de tal suerte que, pese a la perma­
ejem plo a co nsecuencia de las chapucerías oficiales con la “regula-
tion o f c u rre n c y ” [regulación del c irculante]— no pueda p roducir
nente inestabilidad de aquéllos, se mantenga constante la
paralizacio n es, p o r su p a rte . suma total de los precios mercantiles que hay que realizar,

148 149
y asimismo, por tanto, la masa dinerada circulante. Por
eso, y principalmente cuando se examinan períodos algo dada la suma de valor de las mercancías y dada la velo­
más prolongados, se descubre que el nivel medio de la cidad media de sus metamorfosis, la cantidad de dinero
masa dineraria circulante en cada país es mucho más en curso o de material dinerario depende de su propio
constante y que — si se exceptúan las intensas perturba­ valor. Que, a la inversa, los precios de las mercancías están
ciones periódicamente derivadas de las crisis en la pro­ determinados por la masa de los medios de circulación, y
ducción y el comercio, y más raramente de un cambio en a su vez dicha masa por la del material dinerario disponible
el valor mismo del dinero— las desviaciones con respecto en un país,79 es una ilusión que deriva, en sus expositores
a ese nivel medio son mucho más exiguas de lo que a originarios, de la hipótesis disparatada según la cual al
primera vista pudiera suponerse. proceso de circulación entran mercancías sin precio y di­
nero sin valor, intercambiándose allí una parte alícuota del
La ley según la cual la cantidad de los medios de conglomerado mercantil por una parte alícuota del amon­
circulación está determinada por la suma de los precios tonamiento metálico.80
de las mercancías circulantes y por la velocidad media del
curso dinerario,78 también puede formularse diciendo que,
m an era sim ilar, A dam Sm ith da com ienzo a su o b ra , ex officio.
con una apoteosis de la división del trabajo. M á s adelante, en el
18 "H ay cierta m edida y pro p o rcio n es de dinero, necesarias ú ltim o libro, el d e d icad o a las fuentes de los ingresos fiscales,
p ara m an te n er en m ovim iento el com ercio de una nación; éste rep ro d u ce o casionalm ente opiniones de A dam F erguson, su m ae s­
se vería p erju d icad o si se agrega o q u ita a aquéllas. Es lo m ism o tro , hostiles a la división del trab ajo .
que o cu rre en el com ercio al por m enor, en el que se necesita 70 “ Los precios de las cosas a u m e n ta rá n , sin du d a, en todo pais
c ie rta pro p o rció n de fa rth in g s [cuartos de peniques] para cam b iar d onde la gente disponga de m ás oro y plata; y, por ende, c u a n ­
las m onedas de p lata y efec tu a r los ajustes que ni siquiera pueden d o la c an tid ad de o ro y p lata dism inuye en cu alq u ier pais, los
realizarse con la m enor de éstas . . . A h o ra bien; así com o la c an ti­ precios de todas las cosas h a b rá n de reducirse prop o rcio n alm en te
dad p ro p o rcio n a l de farth in g s requeridos en el com ercio al m e ­ a esa dism inución del d in e ro .” (Jacob V anderlint, M o n e y A n sw ers
n udeo g u a rd a relación con el n úm ero de gente, la frecuencia de A ll Things, L ondres, 1734, p. 5.) T ra s un cotejo m ás detenido
sus in tercam b io s y tam b ién , y prin cip alm en te, con el valor de las en tre el tra b a jo de V a n d erlin t y los E ssays de H u m e, no m e queda
piezas de p lata m ás pequeñas, la proporción de d in ero (m onedas la m en o r duda de que este ú ltim o conocía y utilizó aquella obra
de o ro y plata) re q u erid a p a ra nuestro co m ercio h a b rá que d eri­ qu e p o r lo d em ás tiene su im p o rta n cia. Puede e ncontrarse en
v arla, an álo g am en te, de la frecuencia de las transacciones y el B arbón, y aun en escritores m u ch o m ás antiguos, el pun to de vista
vo lu m en de los pagos." (W . P etty, A T r e a t i s e . . . , p. 17.) La co n fo rm e al cual la m asa de m edios de c irculación determ in a los
teo ría de H um e la d efendió A rth u r Y oung, c o n tra Jam es S teu art y precios. “U n co m ercio sin trabas no puede ser el origen de incon­
o tros, en su P olitical A rith m e tic . . . , L ondres, 1774, obra en la que veniente alguno, sino de g randísim as ventajas” , escribe V anderlint,
se d edica al tem a un cap ítu lo especial: “ P rices depend on q uantity "y a que si a causa de él dism inuye la c an tid ad del n u m era rio , que
es lo que se tra ta de im pedir con las prohibiciones, las naciones
of m o n ey ” [Los precios dependen de la c a n tid a d de dinero), p. 122
y ss. En Z u r K ritik . . . , p. 149, a n o to a este respecto; “ Al co n ce­ que hay an obten id o ese n u m era rio e n c o n tra rá n , con seguridad,
q u e to d as las cosas a u m e n tan de p recio en la m edida en que
bir el din ero , de. m an e ra to ta lm e n te e quivocada, com o sim ple m e r­
c ancía, [A dam Sm ith] soslaya, im plícitam ente, la cuestión tocante a u m e n ta en esos países la c an tid ad de n u m era rio . Y . . . nues­
tras m a n u fa c tu ra s y to d o o tro tip o de a rtícu lo p ro n to se a b a ra ta rá n
a la cantid a d de m oneda en circulación". E sto sólo se aplica en la
tan to que se in clin ará a n u e stro fav o r la b a la n za de com ercio, con
m edida en que Sm ith considera el d inero ex of f i ci o [expresam ente].
lo cual el d inero re flu irá h acia nosotros." (Ib íd e m , pp. 43, 44.)
O casionalm ente, sin em bargo, p o r ejem plo en la crítica de los
so Q Ue cad a clase singular de m ercancías constituye, debido a
an te rio re s sistem as de econom ía política, expone la tesis correcta:
su precio, un elem en to en la sum a de los precios de todas las
"L o que en todos los países regula la can tid ad de m oneda es el
m ercancías en circulación, se co m prende de suyo. P ero lo que es
valor de las m ercan cías que deben c irc u la r por interm edio de
co m p letam en te incom prensible es cóm o valores de uso inconm en­
a q u élla . . . El v alor de los artículos c o m p ra d o s y vendidos cada
surables entre sí h ab rían de in tercam b iarse en m asse por la m asa
añ o en un país requiere la circulación de cierta can tid ad de dinero,
de o ro o de p lata existente en u n país. Si se re d u je ra el m u n d o de
a fin de que aquéllos circulen y se distrib u y an en tre sus verdade-
las m ercan cías a una única m ercancía global, de la cual cada m er­
deros consum idores, y no puede d a r em pleo a una cantidad m ayor.
c ancía no sería m ás que una p arte alícuota, o b ten d ríam o s el
El can al de la c irculación a tra e, necesariam ente, una sum a sufi­
h e rm o so ejem plo m ate m á tic o siguiente: m ercancía global = x
ciente p a ra lle n a r su cauce, y nunca adm ite m ás de esa sum a".
q u in tales de oro . M ercancía A = p arte alícu o ta de la m ercancía
( W eatth o f N atio n s, [vol. in.l lib. tv, cap. i[. pp. 87. 89).) De
to ta l = la m ism a p arte alícuota de x quin tales de oro . M ontes-

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151
c) La m oneda. El signo de valor La moneda de oro y el oro en lingotes, pues, sólo se
distinguen, en esencia, por el grabado, y el oro puede pasar
De la función del dinero como medio de circulación en cualquier momento de una forma a la otra.81 Pero el
surge su figura monetaria. La fracción ponderal de oro camino que sale de la casa de la moneda es, al mismo
figurada en el precio o nombre dinerario de las mercancías, liempo, el derrotero que conduce al crisol. Sucede que en
debe enfrentarse a éstas, en la circulación, como pieza su curso se desgastan las monedas de oro, unas más, otras
áurea o moneda de igual denominación. Al igual que fijar menos. El título del oro y la sustancia del mismo, el conte­
el patrón de los precios, acuñar es asunto que concierne nido nominal y el real, inician su proceso de disociación.
al estado. En los diversos uniformes nacionales que el oro Monedas homónimas de oro llegan a tener valor desigual,
y la plata revisten en calidad de monedas, pero de los porque desigual es su peso. El oro en cuanto medio de
que se despojan cuando entran al mercado mundial, se circulación diverge del oro en cuanto patrón de los precios,
pone de manifiesto la escisión entre las esferas internas y con ello cesa de ser el equivalente verdadero de las
o nacionales de la circulación mercantil y su esfera univer­ mercancías cuyos precios realiza. La historia de estas
sal, la del mercado mundial. complicaciones forma la historia monetaria de la Edad
Media y de la Época M oderna hasta entrado el siglo xvin.
La tendencia espontánea del proceso circulatorio a con­
quieu lo expone c an d o ro sam en te: “Si se c o m p a ra la m asa de oro vertir el ser áureo de la moneda en apariencia áurea, o a
y p la ta que h a y e n el m u n d o c o n la m asa de m ercan cías existentes la moneda en un símbolo de su contenido metálico oficial,
en él, es indudable que se p o d rá c o m p a ra r cad a a rtícu lo o m er­ es reconocida incluso por las leyes más modernas relativas
cancía, en p a rticu la r, con c ie rta p o rción [. . .] de la o tra . S u p o n ­ al grado de pérdida metálica que incapacita a una moneda
gam os q u e en el m u n d o só lo exista una m ercancía, o q u e sólo
h a y a u n a que se com pre, y que la m ism a sea tan divisible c o m o el para la circulación o la desmonetiza.
dinero: tal pa rte de esa m ercancía co rre sp o n d e rá a cu al p a rte de la El hecho de que el propio curso del dinero disocie del
m asa d e l d in ero ; la m itad <jlel to ta l d e la u n a a la m itad d e l total contenido real de la moneda su contenido nominal, de su
de la o tra , etc. . . . L a fijación del precio de las cosas depende siem ­
pre, en lo fu n d a m e n ta l, de la pro p o rció n que existe entre el existencia metálica su existencia funcional, implica la posi­
to ta l de las cosas y el to ta l de los signos” . (M ontesquieu, E sprit bilidad latente de sustituir el dinero metálico, en su función
des lois, t. ni, pp. 12, 13.) A cerca del desarro llo u lte rio r de monetaria, por tarjas de otro material,, o símbolos. Los
esta teo ría por R icardo, sus discípulos Jam es M ili, lord O ver-
stone y o tro s, véase Z u r K ritik . . . , pp. 140-146, y p. 150 y ss.
El señor Jo h n S tu a rt M ili, con la lógica ecléctica que le es usual, 81 Q ueda co m pletam ente fu e ra de m i objetivo, natu ralm en te,
se las ingenia p a ra d efend er la tesis de su p ad re, Ja m es M ili, y al el e n tra r en detalles com o el m onedaje y o tro s por el estilo. N o
m ism o tiem p o la c o n tra ria . C u a n d o se c o n fro n ta el tex to de su obstante, opongam os al sicofante rom án tico A dam M üller, que
com pendio, P rincipies o f P olitical E c o n o m y, con el p rólogo (prim e­ se hace lenguas de “la grandiosa liberalidad'' con q u e el “gobierno
ra edición), en el cual se a n u n cia a sí m ism o com o el A d a m Sm ith inglés acuña gratu ita m en te la m o n e d a " ,l68l el siguiente juicio de sir
de la época actual, n o se sabe qué a d m irar m ás, si la ingenuidad D udley N o rtii: “ La p lata y el oro , al igual que o tra s m ercancías,
de ese hom bre o la de su público, que con to d a b u e n a fe lo tom a tienen sus alzas y bajas. C u a n d o llegan rem esas de E spaña . . . se
p o r un A dam Sm ith, con el cual g uarda, a p ro x im ad a m en te , la las lleva a la T o rre y con ellas se a cu ñ a m oneda. N o pasa m ucho
m ism a relació n q u e el g en eral W illiam s K a rs o f K a rs con el tiem po sin que surja u n a d e m a n d a de m etal en lingotes, p a ra
duque de W ellington. I67l L as investigaciones originales — ni am plias la exportación. Si no se dispone del m ism o, ya que todo el m etal
ni sustanciosas— e m p ren d id as p o r el señor Jo h n S tu art M ili en los e stá am o n e d ad o , ¿qué oc u rre entonces? Se funden las m onedas;
dom inios de la e co n o m ía política, m a rc h a b a n ya to d as en fo rm a ­ no hay pérd id a en ello, pues la acuñación no le cuesta n a d a al
ción en su o b rita de 1844, S o m e V n se ttled Q uestions o f Political prop ietario . Se h a perju d icad o a la nación, haciéndole pagar para
E c o n o m y. L ocke e n u n cia categóricam ente la relación entre la ca­ tren z ar la paja que al final se com e el b u rro . Si el m e rc ad e r” (el
rencia de valor del o ro y la p lata y la determ inación de su valor propio N o rth e ra uno de los com erciantes m ás a ca u d ala d o s de la
por la cantidad. “ H ab ien d o llegado la hum an id ad al acuerdo de época de C arlo s II) “ tu v iera que pagar el precio de la acuñación,
co n ferir un valor im aginario al o ro y la p lata . . . el valor intrínse­ reflex io n aría antes de enviar la plata a la T o rre, y el dinero acu­
co q u e se atribuye a esos m etales no es m ás que su cantidad.” ñ ad o ten d ría siem pre un v alor superior al de la p lata sin am o n e­
(Som e C o n s id é r a tio n s .... p. 15.) d a r” . (N o rth , op. cit., p. 18.)

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minos relativos, carecen de valor, billetes de papel, quedan
impedimentos técnicos que presenta la acuñación de frac­
ciones ponderales pequeñísimas del oro o de la plata, y la pues en condiciones de funcionar sustituyendo al oro, en
circunstancia de que originariamente se emplearan como calidad de moneda. En las tarjas dinerarias metálicas el
medida del valor y por tanto circularan como dinero m eta­ carácter puramente simbólico se halla aún, en cierta me­
les más viles en vez de los más preciosos — la plata en dida, encubierto. En el papel moneda hace su aparición
lugar del oro, el cobre en vez de la plata— hasta el mo­ sin tapujos. Como se ve, ce n’est que le premier pas qui
mento en que el m etal más precioso los destronó, todos coûte [sólo el primer paso es el que cuesta].1691
esos hechos explican históricamente el papel de las tarjas Sólo consideramos aquí el papel moneda estatal de
de plata y cobre como sustitutos de las monedas de oro. curso forzoso. El mismo surge directamente de la circu­
Dichas tarjas remplazan el oro en los puntos de la circu­ lación metálica. El dinero crediticio, por el contrario,
lación mercantil donde la moneda circula más rápidamente supone condiciones que, desde el punto de vista de la circu­
y por ende se desgasta con mayor rapidez, esto es, donde lación mercantil simple, aún nos son completamente desco­
las compras y ventas se reiteran sin cesar y en la escala nocidas. Observemos de pasada, empero, que así como
más reducida. Para impedir que esos satélites desplacen al el papel moneda propiamente dicho deriva de la función
oro de su sitial, se determinan por ley las reducidísimas asumida por el dinero como medio de circulación, el dinero
proporciones en que es obligatorio aceptarlos como pago crediticio tiene su raíz natural en la función del dinero en
en vez del oro. Por supuesto, las trayectorias que siguen las cuanto medio de pago.Sí
diversas clases de moneda se entrecruzan. La moneda frac­ El estado lanza al proceso de circulación, desde afuera,
cionaria comparece junto al oro para pagar fracciones de billetes de papel que llevan impresas sus denominaciones
la moneda de oro más pequeña; el oro penetra constante­ dinerarias, como por ejemplo 1 libra esterlina, 5 libras
mente en la circulación al por menor, pero, a su vez, cons­ esterlinas, etc. En la medida en que esos billetes circulan
tantemente se lo expulsa de ella mediante su cambio por efectivamente en lugar de cantidades de oro homónimas,
monedas fraccionarias.82
se limitan a reflejar en su movimiento las leyes del curso
La ley determina arbitrariamente el contenido metálico
de las tarjas de plata o cobre. En su curso, las m ism as’
83 E l m an d a rín de las finanzas, W an M ao-in, se atrevió a
se desgastan aun más rápidamente que las monedas de som eter al H ijo del C ielo u n p ro y e cto cuyo objetivo en cu b ierto era
oro. Por consiguiente, en la práctica su función monetaria tra n s fo rm a r los asignados im periales chinos en billetes conver­
se vuelve enteramente independiente de su peso, esto es, tibles. E n el inform e de la C om isión de A signados fech ad o en
de todo valor. La existencia monetaria del oro se escinde ab ril de 1854, se le pasa la d ebida reprim enda. N a d a se nos dice
de si, p o r a ñ ad id u ra, le p ro p in aro n la ¡nfaltable tan d a de azotes
totalmente de su sustancia de valor. Objetos que, en tér­ de b am bú. “L a com isión” , observa al final del inform e, "ha sope­
sado cuidadosam ente su p ro y ecto y llegado a la conclusión de
que en él todo favorece a los com erciantes, y n ada a la c o ro n a.”
82 “Si la p lata no excede nunca de la sum a req u erid a p a ra (A rb e iten der K aiserlich R ussischen G esandschajt zu P eking iiber
los pagos m enores, no se la p o d rá re u n ir en cantidades suficientes C hina, trad. del ruso del d o cto r K . A bel y F. A. M ecklenburg,
p a ra los de m ay o r volum en . . . El uso del o ro e n los pagos p rin ci­ Berlín, 1858, t. i, p. 54.) A cerca de la continua desm etalización de
p ales im plica tam bién, necesariam en te, su uso en el com ercio al las m o n ed as de o ro , a causa d e su curso, dice un “go v ern o r” [ge­
p o r m enor: quienes disponen de m onedas de o ro las utilizan en rente] del B anco de In g la te rra , deponiendo com o testigo ante la
las co m p ras p eq u eñ as y, a d em ás de la m ercancía, reciben un vuelto “ H ouse of L o rd s’ C o m m itte e ” [C om isión de la C á m a ra de los
en p la ta ; de esta m an e ra es rem ovido el excedente de p la ta , que L ores] (de “ banlc a c ts” [leyes bancarias]): “T o d o s los años una
en caso c o n tra rio e sto rb aría al com erciante m in o rista, y se dispersa nueva p a rtid a de so b eran o s” (no en un sentido político, aclarem os:
en la circulación general. P e ro si hay tan ta p lata que los pagos so b eran o es el nom bre de la libra esterlina) "se vuelve dem asiado
m en o res pueden ajustarse sin necesidad del oro , el com erciante al liviana. La p a rtid a que d u ra n te un a ñ o pasa p o r tener su peso
p o r m en o r ten d rá entonces que recibir p lata p a ra los pagos peque­ com pleto, pierde por desgaste lo suficiente p a ra que al año siguien­
ños y ese m etal, necesariam ente, se acu m u lará en sus m an o s.” te la b a lan za se p ro n u n c ie en contra de e lla ” . (H ouse o f L o rd s’
(D avid B uchanan, In q u iry in to the T axation a n d C om m ercia i Poli- C om m ittee, 1848, n. 429.)
cy o f G reat B ritain, E d im burgo, 1844, pp. 248, 249.)

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itinerario. Una ley específica de la circulación de billetes demás cantidades de mercancías, son también cantidades
no puede surgir sino de la proporción en que éstos repre­ de valor.84
sentan el oro. Y esa ley es, simplemente, la de que la Se plantea la pregunta, finalmente, de a qué se debe
emisión del papel moneda ha de limitarse a la cantidad que se pueda sustituir el oro por simples signos de sí mis­
en que tendría que circular el oro (o la plata) representado mo, desprovistos de valor. Pero, como hemos visto, el oro
simbólicamente por dicho papel. Cierto es que la cantidad sólo es sustituible en la medida en que se aísla o se vuelve
de oro que la esfera de la circulación puede absorber fluc­ autónomo en su función de moneda o medio de circulación.
túa constantemente por encima o por debajo de cierto nivel Ahora bien, esa función no se autonomiza en el caso de
medio. Con todo, la masa del medio circulante no puede cada una de las monedas de oro, por más que la autonomi-
estar nunca, en un país determinado, por debajo de cierto zación se manifieste en el hecho de que sigan circulando
mínimo fijado por la experiencia. El hecho de que esa piezas de oro desgastadas. Las piezas de oro son meras
masa mínima cambie continuamente de elementos, esto es, monedas, o medios de circulación, sólo mientras se encuen­
tran efectivamente en el curso. Pero lo que no rige para
se componga de otras piezas de oro, en nada modifica su
cada una de las monedas de oro, rige para la masa mínima
volumen ni su constante ajetreo en la esfera de la circula­
de oro sustituible por papel moneda. Ésta reside constante­
ción, naturalmente. De ahí que se la pueda remplazar por
mente en la esfera de la circulación, funciona sin cesar
símbolos de papel. Si, en cambio, hoy se llenan con papel como medio de circulación y, por lo tanto, existe de modo
moneda todos los canales de la circulación, hasta el último exclusivo como portador de esa función. Su movimiento,
grado de su capacidad de absorción dineraria, puede ocu­ pues, representa únicamente la alternación continua de los
rrir que mañana se desborden a causa de las oscilaciones procesos contrapuestos de la metamorfosis mercantil M -
en la circulación mercantil. Se pierde toda medida. Pero D - M, en la cual la figura de valor de la mercancía sólo
si el papel excede de su medida, esto es, supera la cantidad se enfrenta a ésta para desaparecer enseguida nuevamente.
de monedas áureas de igual denominación que podrían La presentación autónoma del valor de cambio de la mer­
circular, a pesar de todo habrá de representar dentro del cancía no es, aquí, más que una aparición fugitiva. De
mundo de las mercancías — dejando a un lado el riesgo de inmediato, otra mercancía sustituye a la primera. De ahí
descrédito general— sólo la cantidad de oro determinada que en un proceso que constantemente lo hace cambiar
por las leyes inmanentes de ese mundo, y por tanto la única de unas manos a otras, baste con la existencia meramente
que puede ser representada. Por ejemplo, si la masa de simbólica del dinero. Su existencia funcional, por así de­
billetes representara dos onzas de oro por cada onza, lo cirlo, absorbe su existencia material. Reflejo evanescente-
que ocurriría de hecho es que 1 libra esterlina se conver­
tiría en el nombre dinerario de Va de onza, digamos, en 84 N o ta a la 2? edición. — El siguiente pasaje de F u llarto n
m u estra la n u la c la rid a d con que, incluso los m ejores escritores
vez del de Va de onza. El resultado sería el mismo que si sobre tem as d inerarios, conciben las diversas funciones del dinero:
el oro hubiera sufrido modificaciones en su función de “Q ue en lo concerniente a nuestros intercam bios_ internos, todas
medida de los precios. Los mismos valores, pues, que antes las fu n cio n es m o n eta ria s que u sualm ente desem peñan las m onedas
de o ro y p la ta p o d rían ser realizad as con la m ism a eficacia p o r
se representaban en el precio de 1 libra esterlina se expre­ u n a circulación de b illetes inconvertibles, sin m ás valor que el
san ahora en el precio de 2 esterlinas. valor ficticio y convencional [. . .1 que les atrib u y e la ley, es un
hecho que, a m i juicio, no ad m ite negativa a lguna. Puede hacerse
El papel moneda es signo áureo o signo dinerario. Su que un v alor de este tipo se ajuste a to d o s los usos del valor
relación con los valores mercantiles se reduce a que éstos intrínseco e incluso que h aga innecesaria la ex istencia de un p atrón
se hallan expresados de manera ideal en las mismas canti­ de valor, siem pre que la can tid ad [ .. .] e m itid a se m an ten g a d entro
de los lím ites debidos” . (F u llarto n , R eg u la ro n o f C urrencies, 2? ed.,
dades de oro que el papel representa simbólica y sensorial­ L ondres, 1845, p. 21.) ¡A sí que com o la m ercancía d in era ria es
mente. El papel moneda es signo del valor sólo en cuanto sustituible en la circulación p o r sim ples signos de valor, es super-
representa cantidades de oro, las cuales, como todas las flu a com o m edida de los valores y p atrón de los precios!

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