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AUGUST 15, 2004

Qué es la mente
renovada y cómo
se obtiene
 Resource by 
John Piper
 
 Scripture: Romans 12:1–2    Topic: Wisdom

Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que


presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que
es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos
mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad
de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.

En la medida en que he meditado y orado acerca de estos versículos, me ha


parecido que hay dos asuntos mucho más amplios con los que debemos tratar
antes de avanzar al versículo 3. Me gustaría dedicarle una semana a cada uno de
ellos.

“LA VOLUNTAD DE DIOS”

Uno de los asuntos que espero tratar la próxima semana, es el significado del
término “la voluntad de Dios”.  El versículo 2 dice que tenemos que verificar
cuál es la “voluntad de Dios”. Es una frase muy común y creo que a veces,
cuando la utilizamos, puede que no sepamos de qué estamos hablando. Eso,
espiritualmente, no es nada saludable. Si nos acostumbramos a utilizar lenguaje
religioso, sin saber a qué nos referimos con él, gradualmente nos convertiremos
en cascarones vacíos.  Y muchas afecciones diferentes poblarán las mentes
religiosas vacías, que poseen palabras pero poco o ningún contenido.

El término  “la voluntad de Dios” tiene al menos, y posiblemente, tres


significados bíblicos. Primero, está la soberana voluntad de Dios, que siempre se
cumple sin fallar. Segundo, está la voluntad de Dios relevada en la Biblia —no
robarás, no darás falso testimonio contra tu prójimo, no matarás, no codiciarás la
mujer de tu prójimo, y no desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su
siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo— y esta
voluntad a menudo no se cumple. Y tercero, está el camino de la sabiduría y de la
piedad espontánea —sabiduría, cuando con nuestras mentes renovadas aplicamos
conscientemente la Palabra de Dios a circunstancias moralmente complejas;
piedad espontánea, cuando vivimos la mayor parte de nuestras vidas sin
reflexionar conscientemente acerca de las cientos de cosas que decimos y
hacemos todos los días. La próxima semana tendremos que aclarar este tema y
preguntarnos a qué se refiere Pablo en Romanos 12:2.

LA TRANSFORMACIÓN MEDIANTE LA RENOVACIÓN DE


NUESTRAS MENTES

Pero hoy, quiero concentrarme en la frase de Romanos 12:2, “mediante la


renovación de vuestra mente”. “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos
mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad
de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”. Como cristianos exaltadores de
Cristo, somos completamente inútiles si todo lo que hacemos es adaptarnos al
mundo que nos rodea. Y la clave para no desperdiciar nuestras vidas con esta
clase de éxito y prosperidad, según pablo, es ser transformados: “no os adaptéis a
este mundo, sino transformaos”. Esa palabra, transformación, es utilizada solo
una vez en todos los evangelios, exclusivamente, cuando se refiere a Jesús en el
monte de la transfiguración (el monte de la transformación— la misma
palabra, metemorphõthë): “y se transfiguró delante de ellos; y su rostro
resplandeció como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz”
(Mateo 17:2; Marcos 9:2).

LA TRANSFORMACIÓN NO ES SOLO EXTERNA

Hago este señalamiento por una razón: para dejar claro que la inconformidad con
el mundo, no significa principalmente evadir externamente las conductas
mundanas. Está incluido. Pero usted puede evitar toda clase de comportamiento
mundano y sin embargo no ser transformado: “su rostro resplandeció como el
sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz”. Algo así nos ocurre tanto
espiritual como moralmente. Mentalmente, primero por dentro, y después, más
adelante, en la resurrección ocurre externamente. Así habla Jesús de nosotros, en
la resurrección: “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su
Padre” (Mateo 13:43).
La transformación no es cambiar de la lista de acciones de la carne por la lista de
acciones de la ley. Cuando Pablo reemplaza la lista —las obras— de la carne, no
las cambia por la obras de la ley, sino por el fruto del Espíritu (Gálatas 5:19-22).
La alternativa cristiana ante la conducta inmoral, no es crear una nueva lista de
comportamientos. La alternativa cristiana para la inmoralidad, es el poder
triunfante y la transformación del Espíritu Santo mediante la fe en Jesucristo —
nuestro Salvador, nuestro Señor, y nuestro Tesoro. “[Dios] nos hizo
suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu;
porque la letra mata, pero el Espíritu da vida” (2da a los Corintios 3:6). De modo
que la transformación es un profundo cambio interno, pagado por la sangre de
Cristo, y llevado a cabo por el Espíritu Santo.

LA LIBERTAD DE ESTAR SUJETOS A CRISTO

Es por esto que la vida cristiana —aunque está totalmente sometida (Romanos


8:7; 10:3), esclavizada (Romanos 6:19, 22),  a la voluntad de Dios— aparece
descrita en el Nuevo Testamento como una vida radicalmente libre.  “Ahora bien,
el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad” (2da a los
Corintios 3:17).  “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto,
permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud” (Gálatas
5:1). En Cristo somos libres, porque cuando hacemos de corazón lo
que amamos hacer, somos libres, si aquello que amamos hacer es lo
que debemos hacer.  Y ese es el significado de la transformación: cuando somos
transformados en Cristo, amamos hacer aquello que debemos hacer. Eso es
libertad.

UN MEDIO DE TRANSPORTE ESENCIAL: LA RENOVACIÓN DE LA


MENTE

Y en Romanos 12:2 Pablo se enfoca en un medio de transporte esencial —“la


renovación de vuestra mente”. “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos
mediante la renovación de vuestra mente”. ¡Oh, cuán importante es!
 Si anhela liberarse de la conformidad con el mundo,
 Si anhela ser transformado desde adentro hacia afuera y volverse un nuevo
ser,
 Si anhela dejar de ser un simple cristiano manejado por el deber, y anhela
comenzar a hacer lo que ama hacer, hacerlo porque lo que ama hacer es lo que
debe hacer,
 Si anhela ofrecer su cuerpo como un sacrificio vivo, a fin de que toda su
vida sea un acto espiritual de adoración y muestre el valor de Cristo por encima
del valor del mundo.
Entonces entréguese con todas sus fuerzas y persiga la renovación de su mente.
Porque la Biblia dice, que esa es la clave para alcanzar la transformación: “la
renovación de vuestra mente”. “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos
mediante la renovación de vuestra mente”.
¿Qué pasa con la mente humana? ¿Por qué nuestras mentes necesitan ser
renovadas? ¿Y cómo es esta renovación? ¿Y cómo podemos buscar y disfrutar de
esta renovación?

EL PROBLEMA DE NUESTRAS MENTES

Hay muchos que piensan que el único problema de la mente humana es que no
tiene acceso a todo el conocimiento que necesita. Así que la educación se vuelve
el gran instrumento para alcanzar la redención —tanto personal como social. Si
las personas simplemente tuvieran más educación, no utilizarían sus mentes para
inventar estafas elaboradas, y complots terroristas sofisticados, y complejos
esquemas para la malversación, ni manipularían con las muchas palabras, ni la
grosería radial de mentalidad ágil   ¡Si solo tuvieran más educación!

La Biblia hace un análisis más profundo acerca de este problema. En Efesios


4:23 Pablo utiliza una frase impactante para paralelizar Romanos 12:2. Dice: “y
que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente”. Ahora bien, ¿qué significa
para el mundo?: “el espíritu de vuestra mente”. Al menos, significa que la mente
humana no es una sofisticada computadora procesadora de datos que luego
muestra fielmente estos datos al corazón para que éste dé una respuesta
emocional apropiada. La mene tiene un “espíritu”. En otras palabras, nuestras
mentes tienen algo que solemos llamar “mentalidad”. No solo tiene una opinión,
tiene un punto de vista. No solo tiene el poder de percibir y detectar; también
tiene una postura, una conducta, una orientación, una actitud, una inclinación. “y
que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente”.
El problema de nuestras mentes no radica simplemente en el hecho de que no
somos infinitos, y por tanto, no tenemos toda la información. El problema es que
nuestras mentes están caídas. Nuestras mentes tienen un espíritu, una inclinación,
una mentalidad que es hostil a la supremacía absoluta de Dios. Nuestras mentes
están inclinadas a no ver a Dios como infinitamente más digno de alabanza que
nosotros, o que las cosas que hacemos o logramos.

Es lo que vimos la semana pasada en Romanos 1:28: “Y así como ellos no


tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada”. Así
somos por naturaleza. No queremos ver a Dios como digno de ser reconocido y
atesorado por encima de todas las cosas. Y usted sabe que esto es cierto acerca de
sí por lo poco en que se esfuerza para conocer a Dios, y por lo mucho que le
cuesta a su mente dedicar algo de tiempo para conocer mejor a Dios. La Biblia
dice que hemos cambiado “la gloria del Dios incorruptible por una imagen en
forma de hombre corruptible” (Romanos 1:23).  Y la imagen en el espejo es la
imagen mortal que más adoramos.

LA RELACIÓN ENTRE LOS VERSÍCULOS 1 Y 2


Ese es el problema de nuestras mentes. Este problema muestra la relación que
hay entre los versículos 1 y 2 de Romanos 12. El versículo 1 dice que debemos
presentar nuestros cuerpos—es decir, toda nuestra vida activa— como un
sacrificio vivo, que es nuestro culto racional. De modo que el objetivo de toda la
vida es adorar a Dios. O sea, existimos para utilizar nuestros cuerpos —toda
nuestra vida— para mostrar el valor de Dios y todo lo que él es para nosotros en
Cristo. Ahora sí tiene sentido cuando el versículo 2 dice que para que eso pase,
nuestras mentes tienen que ser renovadas ¿Por qué? Porque por naturaleza,
nuestras mentes no son mentes que adoren a Dios. Por naturaleza son mentes que
nos adoran a nosotros mismos. Ese es el espíritu de nuestras mentes.

OTROS DOS DIAGNÓSTICOS BÍBLICOS PARA EL PROBLEMA

Ahora, antes de avanzar hacia el remedio y ver cómo encontrar la renovación de


mente que Dios demanda, consideremos otros dos diagnósticos bíblicos para el
problema. Vea la forma en que Pedro describe el problema de nuestras mentes en
1ra de Pedro 1:13-14: “Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción […]
no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia”. Hay una
ignorancia acerca de Dios —una supresión voluntaria de la verdad de Dios
(Romanos 1:18) — que nos hace esclavos de muchas pasiones y deseos, las que
perderían su poder si conociéramos a Dios como debemos (cf. 1ra a los
Tesalonicenses 4:5): “los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia”. Pablo
llama a estos deseos, “los deseos engañosos” (Efesios 4:22). Estos son deseos
que arruinan la vida,  destruyen la adoración, y obtienen su poder y vitalidad del
engaño de nuestras mentes. Hay una clase de conocimiento de Dios —una
renovación de mente— que nos transforma por que nos libera del engaño y del
poder de los deseos extraños.
El otro diagnostico bíblico está en Efesios 4:17-18: “ya no andéis así como andan
también los gentiles, en la vanidad de su mente, 18 entenebrecidos en
su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que
hay en ellos, por la dureza de su corazón”. Aquí Pablo nos lleva más profundo
que Pedro. Él penetra por debajo de la “vanidad de la mente”, del
“entenebrecimiento del entendimiento”, de la “ignorancia” voluntaria, y dice que
todo tiene sus raíces en el “endurecimiento de sus corazones”. Aquí está la
enfermedad más profunda, que infecta todo lo demás. Cuando suprimimos
mentalmente la verdad libertadora, lo hacemos por la dureza de nuestro corazón. 
Nuestros duros corazones no se subyugarán a la supremacía de Cristo, y por tanto
nuestras mentes ciegas no podrán ver la supremacía de Cristo (cf. Juan 7:17).

EL ESPÍRITU SANTO RENUEVA LA MENTE

Lo anteriormente expuesto nos trae finalmente al remedio, y nos muestra cómo


podremos obedecer a Romanos 12:2: “transformaos mediante la renovación de
vuestra mente”. Primero, antes de que podamos hacer algo, se requiere una doble
acción del Espíritu. Y luego, nos  unimos a él en esas dos. Digo que se requiere la
acción del Espíritu Santo, porque esta palabra: “renovación”, en Romanos 12:2
es utilizada solo una vez en otro lugar, en toda la Biblia griega,  específicamente
en Tito 3:5 donde Pablo dice: “El nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de
la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo”. Ahí está la palabra
“renovación” que ya hemos visto que es tan necesaria. Y es una renovación por
el “Espíritu Santo”. El Espíritu renueva la mente. Esta renovación es, primero
que nada, y decisivamente, una obra del Espíritu Santo. Dependemos
radicalmente de él. Nuestros esfuerzos siguen sus iniciativas y es el Espíritu
quien nos capacita.

LA DOBLE OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

Ahora bien, ¿cuál es la doble obra que el Espíritu Santo debe realizar en nosotros
para renovar nuestras mentes, a fin de que toda nuestra vida se vuelva una
constante adoración a Dios? 2da a los Corintios 3:18 prepara las condiciones para
la respuesta: “Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Espíritu del Señor” [RVA] ¿Qué hace el Espíritu
para transformarnos en la imagen del Hijo de Dios, que glorifica a Dios? El
Espíritu nos capacita para contemplar la gloria del Señor. Es así como se
renuevan nuestras mentes —contemplando tenazmente las glorias de Cristo como
realmente son.
Pero para hacernos capaces de contemplar así la gloria de Dios, el Espíritu debe
realizar una doble obra. Debe obrar en dos direcciones: de afuera hacia adentro y
de dentro hacia afuera. De adentro hacia afuera, exponiendo la mente a la verdad
que exalta a Cristo. Es decir, debe llevarnos a escuchar el evangelio, a leer la
Biblia, a estudiar los escritos que exaltan a Cristo y fueron realizados por
grandiosos hombres espirituales, y a meditar en la perfección de Cristo. Esto es
exactamente lo que nuestro gran enemigo no quiere que hagamos, según 2da a
los Corintios 4:4, “el dios de este mundo [Satanás] ha cegado el entendimiento de
los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de
Cristo”. Porque ver la gloria de Cristo por lo que realmente es, dice Pablo,
renovará la mente y transformará la vida y producirá una adoración infinita.
Y el Espíritu debe trabajar de adentro hacia afuera, rompiendo el endurecido
corazón que ciega y corrompe nuestra mente. El Espíritu debe trabajar de afuera
hacia adentro, mediante la verdad exaltadora de Cristo, y de dentro hacia afuera,
abrazando humildemente la verdad. Si solo obrase de afuera hacia adentro,
presentando, a nuestras mentes la verdad exaltadora de Cristo, pero sin romper
nuestro endurecido corazón y haciéndolo humilde, entonces la verdad sería
despreciada y rechazada. Y si solo volviera humilde a nuestro duro corazón, sin
poner frente a nuestras mentes la verdad exaltadora de Cristo, no habría Cristo
que abrazar y no tendría lugar la adoración.

¿QUÉ, PUES, DEBEMOS FACER?

¿Qué, pues, debemos hacer en obediencia a Romanos 12:2: “transformaos


mediante la renovación de vuestra mente”? Debemos unirnos al Espíritu Santo en
su preciosa e importantísima obra. Debemos perseguir la verdad que exalta a
Cristo, y rogar para que el Señor nos permita abrazar humildemente esa verdad.

Escuchar las ricas exposiciones del “evangelio de la gloria de Cristo”. Lea su


Biblia de principio a fin, buscando textos que revelen la gloria de Cristo. Lea y
medite en los escritos de grandes hombres y mujeres altamente espirituales, que
exaltan a Cristo y están saturados de verdades Bíblicas. Y créese el hábito de
meditar acerca de la perfección de Cristo. Y en todo ello, ore, ore, ore para que el
Espíritu Santo renueve su mente, a fin de que pueda desear y aprobar la voluntad
de Dios, para que todo lo que haga en su vida se vuelva una adoración a la gloria
de Cristo.

John Piper (@JohnPiper) is founder and teacher of desiringGod.org and chancellor of


Bethlehem College & Seminary. For 33 years, he served as pastor of Bethlehem Baptist
Church, Minneapolis, Minnesota. He is author of more than 50 books, including Desiring
God: Meditations of a Christian Hedonist and most recently Coronavirus and Christ.

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