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I. TÉRMINOS INTRODUCTORIOS.
A. LITURGIA.
Liturgia etimológicamente proviene del griego, compuesto por dos elementos:
“laos y ergon”, gente y trabajo.1 Es decir: “el trabajo del pueblo en la adoración”. El
término liturgia se deriva de la palabra griega “leitourgia”, usada en el griego helénico
para describir un acto de servicio público, y en la Septuaginta para referirse a los servicios
de los sacerdotes y los levitas en el tabernáculo y en el templo (Numeros 8:25; 18:4; 2
Corintios 8:14).
En el Nuevo Testamento se usa el término para referirse a los servicios del templo
(“ministerio” Lucas 1:23; Hebreos 9:21), a la adoración cristiana (“ministrando” Hechos
13:2), y a las obras de amor y devoción (“servicio” 2 Corintios 9:12; Filipenses 2:17,30). 2
Liturgia es una expresión de ministración y servicio dinámico. No debe
convertirse en pasiva e incluso repetitiva.
Liturgia es una expresión de servicio a Dios, además de ser una expresión de
servicio y ministración al prójimo.
B. ADORACIÓN.
Adoración es el reconocimiento interno en el ser humano de la presencia de Dios.
Un reconocimiento que producirá cambios en el ser interior, y que afectará
positivamente el modo de conducirse hacia los demás.
Es de mucha importancia referir el significado de la palabra “adoración” en el
contexto del Nuevo Testamento. La palabra griega que se traduce como adoración, en el
Nuevo Testamento es “proskuneó”, quiere decir “besar hacia”, “besar la mano” o
“inclinarse ante otro”. 3 El cuadro es de reverente temor, de postrarse hasta el polvo en
completo sometimiento delante de Dios.
Es un estilo de vida marcado por el entendimiento del hombre de “Quién es
Dios”. No es solamente la expresión de alabanza por lo que Dios ha hecho, sino es una
comprensión de la dignidad de Dios, la cual por sí misma exige al hombre tal
reconocimiento.
Bob Sorge, agrega al concepto de adoración: “La adoración es una conversación
entre Dios y el hombre, un diálogo que debería continuar constantemente en la vida del
cristiano.”4
Adoración es la expresión del amor en su más alto grado, es una renuncia al
“yo”, y una entrega al propósito por el cual el hombre fue creado “vivir para alabanza de
su Gloria” (Efesios 1:3-14).
La adoración desde este contexto, tan amplio, es el corazón del programa
litúrgico.
1
El culto, es considerado, la primera y la última de las actividades humanas de las que nos
habla la Biblia, al mismo tiempo, como “una exigencia divina para la realización personal y
comunitaria” (Génesis 8:20; Apocalipsis 4:4; 6:11; 23:3).5
Para el cristiano, realmente comprometido, la adoración, la liturgia será algo inseparable a
su fe, por lo tanto: “tiene que llevarle, indefectiblemente al culto, ofrecido a su Dios y Señor, en
el nombre de Jesucristo, guiado por su Palabra y alentado por su Espíritu Santo.”6
Es interesante, como Jesucristo, estableció una categoría para referir a los adoradores,
dejando descubiertos a falsos adoradores, dice: “Los verdaderos adoradores deben adorar al
Padre, en espíritu y verdad” Juan 4:23.
Es necesario, plantear un perfil de identidad litúrgica que proporcione fundamentos
válidos que no son negociables, y diferencie aspectos secundarios que necesitan confrontarse.
A. FUNDAMENTO BÍBLICO.
5
Rodríguez, Sebastián. Op.Cit. P. 26
6
Ibid.
7
Maxwell, William D. El Culto Cristiano P.15
8
Varela, Juan. Op.Cit. P.83
9
Ibid.
10
Ibid. P.84
2
observa como el Templo de Jerusalén, “constituye la culminación de la vida
religiosa en la nación de Israel.”11
11
Ibid.
12
Varela, Juan. Op.Cit. P.84
13
Ibid. P.85
14
Ibid.
15
Eckhardt, John. La Iglesia Apostólica. Pp. 34-36
16
Rodríguez, Sebastián. Op.Cit. P. 49
17
Ibid.
3
B. FUNDAMENTO HISTÓRICO.
Una identidad litúrgica para la Iglesia de Dios debe de estudiar seriamente los
elementos litúrgicos, que han sido válidos, además, los que se tornaron erróneos, durante
el desarrollo de la historia del cristianismo. De esta manera, la identidad litúrgica, se
podrá mantener dentro de los parámetros, que la historia, ha demostrado ser válidos para
la vida de la iglesia.
Formalismo: Las oraciones escritas sustituyen a las espontáneas, una liturgia fija
e invariable domina todo el culto.
Uniformidad: Todos los cultos deben seguir un mismo esquema, en el mismo
orden y en el mismo idioma.
Tradicionalismo: La espontaneidad dejó lugar a un culto invariable a lo largo de
los siglos. La liturgia era prácticamente igual en el siglo IV que en el siglo XX.
Sacramentalismo: El sacramento de la eucaristía, considerado como un
sacrificio, toma cada vez más importancia en el culto en detrimento del ministerio
de la Palabra y de la oración.
Clericalismo: Como el sacrificio sólo lo pueden hacer los sacerdotes, se crea una
casta especial de hombre con poderes especiales: el clero.
Multitudinismo: La membresía de la iglesia está formada cada vez más por
creyentes nominales que por creyentes auténticos, la multitud ni se conoce.
Pasividad: La participación de los fieles queda reducida a la simple asistencia y
si acaso a algún amén o aleluya programado, el canto es reservado para un coro
que forma parte del clero. La gente acudía a misa como quien va a un teatro…, el
culto de finales del siglo IV no se parecía en nada al de los primeros cristianos en
Corinto, Éfeso o Filipos. La formalización del culto iba a la par del descenso de
la espiritualidad y del incremento del clericalismo y del multitudinismo.19
18
Varela, Juan. Op.Cit. P.97
19
Varela, Juan. Op.Cit. P. 100
4
2. Liturgia en la Edad Media.
Durante la edad media, la Iglesia Católica dominaba toda Europa como
institución, influyendo en todos los órdenes de la vida. “La liturgia del culto se
había convertido en misa.”20
A esto se sumaba, la condición del clero, que se encontraba en plena
decadencia, se salpicaba por continuos escándalos de corrupción e inmoralidad,
“muchos ya ni ocultaban su estilo de vida pervertido.”21
Durante la edad media, poco a poco la salvación por fe fue desplazada por
la salvación por los sacramentos, “los sacramentos eran considerados como los
canales de toda gracia y el principal alimento del alma.”22
20
Ibid. P.101
21
Varela, Juan. Op.Cit. P.102
22
Ibid. P.101
23
Ibid.
24
Ibid. P.103
25
Ibid.
26
Varela, Juan. Op.Cit. P.103
5
C. FUNDAMENTO CARISMÁTICO.
Una identidad litúrgica para la Iglesia de Dios debe ser plenamente consciente de
su naturaleza carismática, como un elemento distintivo y particular de otras liturgias
históricas.
La identidad litúrgica de la Iglesia de Dios está construida sobre la Obra divina del
Espíritu Santo, como un elemento que no puede faltar, esto ha constituido su liturgia, un
programa diferencial y separable de los demás.
Es interesante, entender que nuestra iglesia expone ante el mundo su naturaleza,
por medio de su liturgia del culto y sus variadas expresiones de adoración. La iglesia es lo
que vive y practica.
El programa litúrgico de la iglesia Pentecostal, con sus elementos básicos, además
de una identidad propia, se puede mostrar así:
Liturgia Pentecostal:
El programa litúrgico de la Iglesia Pentecostal, que se distingue por su
identidad y elementos imprescindibles, también hace su forma litúrgica muy
variada.
Sin embargo, su identidad, es destacada por sus características
fundamentales: especial énfasis en la obra y acción del Espíritu Santo y los dones
carismáticos (lenguas, profecía, sanidad), práctica de exorcismos y oración con
imposición de manos, e importancia de la adoración y la alabanza junto con la
ministración de las necesidades personales. Podemos decir que básicamente
incluye:
a. Bienvenida y oración.
b. Tiempo de adoración y alabanza (oración, lenguas,
profecías, lecturas).
c. Diezmos y ofrendas.
d. Anuncios.
e. Canto de alabanza.
f. Predicación.
g. Invitación al altar para ministración (conversión,
consagración, sanidad).
h. Canto de alabanza.
i. Bendición final y despedida. 27
27
Ibid. P.111
28
Hughes, Ray H. Distintivos de la Iglesia de Dios. P. 67
6
D. FUNDAMENTO DENOMINACIONAL.
Una identidad litúrgica para la Iglesia de Dios debe valorar su propia historia,
además de cuidar los elementos que, dieron origen, evolución, desarrollo y la afianzaron
como tal.
Uno de los grandes beneficios de una identidad litúrgica correcta en la Iglesia de
Dios, fundamentada en bases bíblicas, y con un reconocimiento de su desarrollo en la
historia del cristianismo, será la valoración de su propia historia.
“Una identidad litúrgica con fundamento bíblico”. Los elementos que se propone son:
29
Conn, Charles. Como Ejército Poderoso. Pp. 7-8
30
Ibid. Pp. 18-19
31
Vos, Howard F. Breve Historia de la Iglesia Cristiana P. 144
7
o Una actitud de corazón, adoración genuina.
o Una entrega total, expresada en ofrenda y sacrificio.
o Un orden litúrgico, y personas encargadas directamente para presidir.
o Un lugar dedicado exclusivamente para la actividad litúrgica.
o La enseñanza como parte elemental del programa.
o Actitud de sumisión, acatamiento y obediencia.
o Acercamiento de la Palabra al pueblo.
o Renuncia a lo material.
o El culto familiar base de vida litúrgica para la iglesia.
o Una liturgia doctrinal.
o Una liturgia de comunión.
o La oración esencial.
o Señales y maravillas.
o Unidad y perseverancia.
o Alabanza y fervor.
o Liturgia como un servicio que la iglesia debe a su Dios.
“Una identidad litúrgica con fundamento histórico”. Los elementos que se propone son:
“Una identidad litúrgica con fundamento carismático”. Los elementos que se propone son:
8
“Una identidad litúrgica con fundamento denominacional”. Los elementos que se propone son:
o Sencillez.
o Comunión.
o Testimonios.
o Oración al unísono.
o El sermón.
o Llamado al altar.
o Himnos de apegados a la Palabra.
o Una liturgia que retoma valores históricos del cristianismo.
o Un programa cristocéntrico.
o Autoridad de la Palabra.
o Iluminación del Espíritu Santo.
o Sanidad divina.
o La experiencia personal.
o Santificación.
o Orden.
9
III. CONSEJOS PARA LOGRAR EL MÁXIMO POTENCIAL EN LA ADORACIÓN:
Hay siete axiomas que toda iglesia pentecostal debe abrazar para ayudarse a lograr su
máximo potencial en la adoración.
Todo culto de adoración debe ser interconectado con la oración. Es importante entender la
palabra “preparación” en toda su extensión.
El prefijo “pre” demanda algo que antecede a una acción, la raíz “para” incluye un
propósito u objeto, y el complemento “ción” refiere una acción. La referimos entonces como
“todo lo que debemos hacer antes de llevar a cabo la acción de adorar”.
La adoración personal antecede a la adoración colectiva. La adoración personal debe
marcar el inicio de un orden a seguir, para llevar a cabo la adoración colectiva.
Encontrar a una persona para dirigir los cánticos no es difícil, pero encontrar a alguien que
pueda dirigir a la gente mientras canta es esencial. Esta persona debe ser un adorador si es que ha
de dirigir a los demás en la adoración. Judson Cornwall3 tiene tres preguntas que todo el que
dirige la adoración debe hacerse.
Primero, ¿dónde comenzamos? Para dirigir a las personas es imprescindible comenzar
donde ellas se encuentran. La mayoría de la gente llega al culto con un mínimo de conciencia de
Dios y con mucha conciencia de sí misma. El comenzar con cánticos de experiencia personal o de
testimonio recibe a las personas exactamente donde ellas se encuentran y les da algo con lo que
se pueden identificar a comienzos del culto.
Segundo, ¿adónde vamos? Deje que la congregación se goce cantando cánticos de
testimonios hasta que esté lo suficiente unida como para comenzar a acercarse a Dios. Los
cánticos de testimonio con frecuencia abren el paso a los cánticos de agradecimiento. El que
dirige la adoración debe pesar cuidadosamente sus palabras en la transición. En más de una
ocasión, un líder de adoración demasiado solícito ha hablado tanto que ha matado el culto de
adoración. Los cánticos de agradecimiento con frecuencia son más capaces de llevarnos a los
majestuosos himnos, que dan expresión a los conceptos de Dios más elevados, que los coros más
sencillos.
Tercero, ¿cómo sabemos cuándo hemos llegado? Si el líder ha logrado su propósito, el
espíritu humano responderá con profundidad y devoción. La adoración se toma tiempo, de modo
que es importante no apurar a la congregación. Simplemente alaben. Las ideas ingeniosas están
fuera de orden. Hablar no es necesario. Se debe considerar que cantar es el propósito principal. Se
debe dar lugar al Espíritu Santo en una expresión de adoración. Es necesario llevar a la gente de
lo natural a lo espiritual y de la expresión de necesidad propia a la de adoración al Espíritu. Este
es el propósito del líder de adoración—ser más bien un líder de adoradores antes que un líder de
cánticos.
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C. INCLUIR A TODAS LAS GENERACIONES.
Si usted quiere comunicar a los jóvenes el mensaje de que ellos no son importantes,
elimine su música. Si usted quiere marginar a los santos mayores, deshágase de su música. Jim
Collins dice que las compañías que duran adoptan más bien una actitud de ambos/y antes que una
de uno/u otro.
La iglesia debe abrazar este concepto en preparación para un preferido futuro en la
adoración. Si los hijos e hijas están profetizando, si los jóvenes están viendo visiones y los
ancianos soñando sueños bajo el mismo Espíritu, seguramente podemos encontrar un culto de
adoración que conecte y no que divida a las generaciones opuestas.
El pastor Mark Batterson, en Washington, D.C., predicó un sermón titulado “El milagro
de la música”. Relató de la experiencia en la cárcel que tuvieron Pablo y Silas:
“Fue a medianoche en una celda de una cárcel en el Medio Oriente cuando Pablo y Silas
comenzaron a alabar a Dios. Con el cuerpo encadenado, su espíritu se elevaba. Mientras
11
cantaban hubo un violento terremoto. Hechos 16:26 dice que las puertas de la cárcel se
abrieron, y las cadenas de todos se soltaron. Eso es lo que sucede cuando alabamos. La
adoración prepara el escenario para lo milagroso”.4
Aunque nosotros no nos enfocamos en los milagros, es importante ver el culto de
adoración como un lugar que singularmente nos abre a lo milagroso. Después que se abrieron las
puertas de la cárcel, el carcelero y su casa fueron salvos. Dios ejerce su poder con un propósito –
salvar a los perdidos. Los testimonios en un culto de adoración del milagroso poder de Dios con
frecuencia serán el catalizador que lleva a la gente a Jesús.
Una expresión sobre el culto de adoración debería ser: “hay tanta libertad, pero segura”.
Pablo declaró: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay
libertad” (2 Corintios 3:17).
La libertad encuentra su mayor expresión donde los límites están claramente establecidos.
La sensibilidad y el respeto hacia los demás es una clara enseñanza bíblica (1 Corintios 12). No
está de más, planear un culto de adoración pentecostal, esperar excelencia de los músicos, y tener
momentos para enseñar, especialmente cuando las lenguas y su interpretación son parte del culto.
Como regla general, se recomienda explicar con las Escrituras lo que se está
experimentando, por ejemplo después de un mensaje en lenguas y su interpretación.
La buena enseñanza y la activa dirección pastoral fomentarán en el culto de adoración
pentecostal un ambiente de libertad que incitará a mayor participación. No todos se sentirán
cómodos con las expresiones de un culto de adoración pentecostal. Aceptamos eso. Pero debemos
estar seguros de que su incomodidad no se debe a nuestro mal uso de la libertad.
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