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Introducción
1
Marx a lo largo de todo los Grudrisse repite una y otra vez que la sociedad moderna, constitutivamente es
burguesa, y que su reproducción como sociedad, es producida incesantemente por la producción capitalista a
través del consumo de esa producción. En este sentido, la modernidad como producción cultural de la
sociedad moderna, es producida materialmente por la producción capitalista. Esta distinción tan fundamental
para Marx, ahora la ha perdido inclusive la izquierda con conciencia moderna. Por ello es un contrasentido
querer producir el socialismo como un más allá del capitalismo con una sociedad cuya conciencia es y ha sido
producida materialmente con el capitalismo.
1
más críticos del marco categorial del capitalismo y la modernidad, lo desarrollan
casi de modo central en sus obras, nos referimos a E. Dussel y F. Hinkelammert.
E. Dussel después de escribir tres libros donde expone las cuatro redacciones de
El Capital de Marx, publicó el 1993 un libro llamado Las metáforas teológicas de
Marx, donde por primera vez intentó no solo exponer el modo cómo le aparece a
Marx esta temática y lo expone en El Capital, sino también desarrollarlo en el
contexto de una crítica sistemática del capitalismo como totalidad sistémica. Para
Dussel en El Capital “Marx muestra la analogía entre el mundo religioso
articulado al capitalismo y el mundo económico, teniendo en común un mismo
mecanismo ideológico que Marx denomina fetichismo”2.
En lo que sigue nos gustaría mostrar cómo, en nuestra opinión, el modo cómo
Hinkelammert está desarrollando el problema del fetichismo permite entender de
mejor modo la complejidad o laberinto en el cual la modernidad, su racionalidad
y su política han sumido de tal modo al pensamiento crítico contemporáneo que
ahora muy bien se podría decir que no sólo la derecha, sino también la izquierda
está haciendo política, inclusive de liberación y hasta de-colonial, de modo
fetichizado.
5
Dussel, Enrique. 20 Proposiciones de Política de la Liberación. Ed. Tercera Piel. La Paz –
Bolivia. 2006. Pág. 55
6
Como muy bien muestra E. Dussel, el tema del fetichismo Marx lo trabaja casi desde el principio,
desde los artículos dedicados a la Dieta Renana, anteriores a los Manuscritos de 1844. Sin embargo
si bien no aparece de modo central en su reflexión, solamente en El Capital es donde adquiere una
relevancia hasta ahora no aclarada del todo.
3
Marx maduro se encontraría no en el prólogo a la Contribución… de 1859, ni
siquiera en la Introducción metodológica de los Grundrisse… de 1857-58, sino en el
parágrafo 4 titulado El carácter fetichista de la mercancía y su secreto del capítulo I, del
tomo I de El Capital de 1872-3. Esto es, la teoría del fetichismo en Marx sería la
respuesta a la pregunta por el método de Marx. En este sentido la teoría del
fetichismo de Marx sería el resultado del método de Marx, o del modo cómo éste
procede metodológicamente. Si el método de Marx es dialéctico, esto querría
decir que sin una explicitación del mismo no se podría entender la teoría del
fetichismo de Marx, dicho de otro modo, sólo entendiendo bien lo que es la
dialéctica y el modo cómo Marx invierte esta dialéctica, es como se podría
entender su teoría del fetichismo. Veamos entonces cómo Hinkelammert llega a
este resultado.
No por casualidad Marx afirma en El Capital, que su libro es una crítica del
sistema de las categorías, no solo de los conceptos, sino especialmente de las
categorías. Para la política es fundamental aclarar por qué ella trabaja más con
categorías que con conceptos, porque en la política el problema no es tanto
conocer una realidad (que sería el problema de la teoría), sino de transformarla o
de influir en ella en tal o cual sentido (que sería el problema de la política), esto
es, con conceptos conocemos o entendemos algo, pero, con categorías actuamos,
transformamos, o dotamos de sentidos a la acción o praxis. Según nuestra
hipótesis, la diferencia entre la reflexión metodológica y la epistemológica radica
en que en la primera lo que hace un pensador es tomar conciencia del orden
lógico y conceptual con el que se procedió a la hora de producir un
conocimiento, para hacerlo explícito, esto es, para explicar cómo se procedió
metodológicamente durante la investigación y producción de un tipo de
conocimiento para arribar a conceptos. Por ello es que normalmente la reflexión
metodológica deviene al final de la investigación, como una toma de conciencia
del modo cómo se ha procedido en la investigación o conocimiento de algo. En
cambio en la reflexión epistemológica existe la certidumbre de que ya no basta
con esta toma de conciencia, porque el investigador muy bien puede tomar
prestados conceptos provenientes de otras teorías o metodologías, sin haberlos
producido para elaborar una investigación.
4
necesidad de tomar autoconciencia de que es necesario producir otros contenidos
de los conceptos o categorías que se están usando, o si no, de producir
directamente otras categorías de análisis, de la reflexión o del pensar. Acá el
orden de lo lógico se subordina al orden o forma de ser y aparecer de los
problemas de la realidad que se está pensando. En el caso de Marx, la lógica de la
dialéctica hegeliana ya no le sirve, y en el caso de Hinkelammert la dialéctica del
pensamiento marxista le es insuficiente a la hora de querer pensar la realidad. La
reflexión epistemológica de Marx le muestra que en el dinero como
determinación abstracta más singular existen muchos presupuestos que la
economía política de su tiempo ni siquiera las tematiza, por ello parten del dinero
o del mercado sin más. Por ello, después de haber ascendido a lo concreto del
pensamiento en los Grundrisse, llega a otro tipo de determinaciones simples,
cuya complejidad contenida o presupuesta, le obliga a partir en la investigación de
otro tipo de determinaciones presupuestas en el dinero, como el de mercancía,
cuando Marx descubre que el dinero, es también una mercancía. Pero cuando se
remonta desde la mercancía hacia otro tipo de presupuestos contenidos en la
mercancía, es cuando se da cuenta de que lo que ilumina en última instancia lo
que está presupuesto en el aparecer de los entes o mercancías, no es tal o cual
categoría o concepto, sino tal o cual totalidad concreta, representada por el
pensamiento como un concreto de pensamiento, o como le llama Hinkelammert,
cuando parte de otro “marco categorial”, desde el cual se puede “ver” lo que el
anterior marco de interpretación no permitía.
Este tipo de conciencia implica desarrollar a Marx más allá de lo que él apenas
mostró en su El Capital, pero, desde los problemas que nuestro presente nos
plantea ahora políticamente, especialmente los que plantean ahora los pueblos
pobres de tercer mundo en pleno siglo XXI, más allá de los problemas propios
de la modernidad. La realidad ya no es la misma que produjo la economía política
clásica o neoclásica, ahora es la realidad que está produciendo el modelo
neoliberal después del golpe militar en Chile de 1973, que es donde se aplicó por
primera vez este modelo económico. En este sentido, nuestro problema ya no es
con el tipo de política que produjo el capital productivo, sino con el tipo de
política que está produciendo el capital financiero transnacional, implementadas a
partir del modelo neoliberal.
“El análisis del fetichismo es aquella parte de la economía política de Marx que ha
llamado menos la atención en la tradición del pensamiento marxista. Sin embargo,
constituye un elemento central de este análisis. El objeto de la teoría del fetichismo es la
visibilidad de lo invisible y se refiere a los conceptos de los colectivos [en adelante les
llamará instituciones] en las ciencias sociales… Pero aun siendo invisibles, el hombre
«ve» tales objetos. Los ve como fetiches. Y no solamente los ve, sino que tiene también
una vivencia de ellos. Los percibe como existentes… Es la división del trabajo la que
decide si, en el conjunto de tales instituciones, el hombre puede vivir o no. Y si la
posibilidad de vivir es el problema básico del hombre y del ejercicio de su libertad, la
división del trabajo llega a ser la referencia clave del análisis de las instituciones en su
totalidad.
La teoría del fetichismo no se dedica por tanto al análisis de estas instituciones
específicas. Juzga toda la libertad del hombre a partir de sus posibilidades de vida o
muerte… Esta teoría [del fetichismo] parte del análisis de la división social del
trabajo y de los criterios de coordinación de las múltiples actividades humanas necesarias
para producir un producto material que permita la supervivencia de todos. Por lo tanto,
dicha teoría [del fetichismo] no se dedica al análisis de instituciones parciales… sino
a las formas de la organización y coordinación de la división social8 del trabajo, en las
7
A Hinkelammert no le interesa hacer una exégesis de Marx en torno del fetichismo, en este
sentido, no se trata de mostrar cuál es la verdadera teoría de Marx relativa al fetichismo, sino que de
lo que se trata es apropiarse de esa tematización para pensar los problemas del presente en torno de
la fetichización de las relaciones económicas, políticas y sociales modernas. Nosotros procederemos
en el mismo sentido tanto con su obra, como con la de Marx.
8
Entre 1977 y 1981 Hinkelammert todavía no era consciente de las implicaciones que iba a tener
toda su reflexión para nosotros hoy en el 2017, por ello en la medida de las posibilidades iremos
incluyendo algunas correcciones en la forma del escrito y no tanto en los contenidos que son los que
ahora intentamos mostrar. Esto pasa por ejemplo con el concepto de coordinación social del
trabajo. Cuando nos refiramos al capitalismo en sentido estricto, tiene sentido literal esta
formulación, en cambio cuando nos refiramos a otras formas de coordinación distintas a las del
capitalismo, usaremos coordinación del trabajo solamente o si no coordinación comunitaria del
trabajo, o si no coordinación humana del trabajo. La forma social del trabajo es propio del
capitalismo y no de toda otra forma de organización humana.
7
cuales estas instituciones se insertan… [Por ello el análisis de las instituciones
interesan sólo] en cuanto formas de organización y coordinación de la división social
del trabajo; porque en cuanto tales deciden sobre la vida o muerte del hombre, y de esta
manera sobre la posible libertad humana”. (Las Armas ideológicas de la muerte. págs.
7, 8 y 9)
Por un lado la teoría del fetichismo trata del análisis y la reflexión acerca de la
visibilidad de lo invisible, y por otro lado acerca de la posibilidad de vida o
muerte del ser humano y en este contexto de la libertad de éste, de lo que se trata
ahora es de explicar lo que esto significa y de la importancia que tiene esta
clarificación para nosotros hoy. Aparentemente vemos todo lo que aparece y está
a la vista o ante los ojos, aparentemente. En cambio, la teoría del fetichismo sirve
para mostrar que lo que está a la vista lo vemos a través de lo que no está a la
vista, es decir, lo que vemos –los entes a los ojos, o a la vista- lo vemos gracias al
horizonte de sentido presupuesto en lo que vemos, esto es, no vemos
directamente los entes que vemos, sino es a través del horizonte que los
presupone y que hace que los veamos, ya sean ideologías, creencias, utopías,
mitos o modelos ideales. Esto es, vemos lo que vemos a través de lo que no
vemos, que son estos horizontes de comprensión presupuestos siempre en lo que
vemos. Esto es lo que está encubierto por lo que vemos.
9
Como dice Marx, en el capitalismo las mercancías se transforman en sujetos-
mercancías que interactuando entre sí deciden acerca de la vida o la muerte de los
trabajadores, es decir, las mercancías capitalistas actúan en el mercado capitalista
como sujetos y los trabajadores como objetos de éstos. “Y si el hombre no toma
conciencia del hecho de que esta aparente vida de las mercancías no es sino su
propia vida proyectada en ellas, llega a perder su propia libertad y al final su
propia vida” (Ibid., pág., 11). Esto es lo que está pasando ahora con toda la teoría
y la política contemporánea de modo mucho más evidente.
9
Las reflexiones de Hinkelammert relativas al fetichismo en la modernidad nos mostrará cómo el
capitalismo ahora ha producido una religiosidad no religiosa, es decir que, al igual que cuando
Benjamin dice que el capitalismo es una religión, Hinkelammert está diciendo que el capitalismo
produce una religiosidad de carácter secular, es decir, no religiosa, de la cual se apropian todas las
instancias culturales de la modernidad.
10
formas divinizadas que produce el fetichismo del capital10 y que ya no son
religiosos, sino seculares, por eso, para demostrar esto el Marx maduro hace una
crítica del marco categorial de la economía política burguesa y no así una crítica
de su religiosidad religiosa11, ya sea burguesa o moderna. Porque Marx descubre
que el fetichismo de la mercancía, el dinero y el capital producen dioses terrestres
o seculares falsos, con lenguaje y argumentación secular, a la cual ahora se le
llama racional, y además con categorías insensatas (así les llama Marx). Esto es,
como dice Hinkelammert, “También el ateísmo puede tener –en el sentido de
Marx- dioses terrestres falsos”12, esto es, tanto la derecha como la izquierda
moderna, tienen sus propios dioses falsos. Uno de estos grandes fetiches sería la
idea de ciencia que produce la modernidad burguesa para su propio beneficio, del
10
En parte la culpa de esta confusión la tendría el propio Marx, pero más se debe, en nuestra
humilde opinión al lenguaje de la época en la cual Marx estaba escribiendo toda esta reflexión. Si
observamos por ejemplo el contexto de la cita donde Marx se refiere explícitamente a este tema
veremos que el problema del fetichismo no es religioso en sí mismo, sino que atañe a todas esas
disciplinas como la historia de la tecnología, por ejemplo, que dejan a un lado el proceso histórico,
cuando quieren entender o explicar las grandes invenciones. “Una historia crítica de la tecnología
demostraría seguramente que ningún invento del siglo XVIII fue obra personal de un individuo.
Hasta hoy, esta historia no existe… ¿Es que la historia de la creación de los órganos productivos del
hombre social, que son la base material de toda organización específica de la sociedad, no merece el
mismo interés? Además, esta historia sería más fácil de trazar, pues, como dice Vico, la historia
humana se distingue de la historia natural en que la una está hecha por el hombre y la otra no. La
tecnología nos descubre la actitud del hombre ante la naturaleza, el proceso directo de producción
de su vida, y, por tanto, de las condiciones de su vida social y de las ideas y representaciones
espirituales que de ellas se derivan. Ni siquiera una historia de las religiones que prescinda de esta
base material puede ser considerada como una historia crítica. En efecto, es mucho más fácil
encontrar, mediante el análisis, el núcleo terrenal de las imágenes nebulosas de la religión que
proceder al revés, partiendo de las condiciones de la vida real en cada época, para remontarse a sus
formas divinizadas. Este último método es el único que puede considerarse como el método
materialista y por tanto científico. Si nos fijamos en las representaciones abstractas e ideológicas de
sus portavoces tan pronto como se aventuran fuera del campo de su especialidad, advertimos en
seguida los vicios de ese materialismo abstracto de los naturalistas que deja a un lado el proceso
histórico”. Marx, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Tomo I. Ed. FCE. México.
2010. Pág. 303, nota 4.
11
Esto que parece una tautología, en el futuro se verá que no lo es, porque Hinkelammert mostrará
que la forma como el capitalismo neoliberal se relaciona con el mercado y sus leyes, es en forma
religiosa, aunque de modo secular. Pero lo interesante del caso es que esta religiosidad propia de
este tipo de fetichismo producirá inclusive su propia teología, secular es cierto, pero teología al fin.
12
Cfr. Hinkelammert, Franz. La maldición que pesa sobre la Ley. Las raíces del pensamiento
crítico en Pablo de Tarso. Ed. Arlequín. San José – Costa Rica. 2010. Pág. 149. Acá habría que
recordar que Hinkelammert muestra en obras como El grito del sujeto, que el capitalismo y la
modernidad para decir que no hacen teología o religión, hacen descender los dioses celestes a la
tierra. Este descenso produce un cambio de lenguaje, del teológico o religioso al secular o
científico, es decir, el hecho de que ahora estén hablando en lenguaje secular o científico no quiere
decir que no estén hablando de dioses, o sea de fetiches, están hablando de ello y por eso
argumentan para que creamos en sus dioses, pero al hacerlo en lenguaje secular parece que están
hablando de aspectos racionales, o naturales propios de la realidad y nada más.
11
cual hasta los grandes críticos marxistas del capitalismo serían sus fervientes
creyentes. Ni qué decir de la idea de racionalidad que produce la modernidad
capitalista, uno de los más grandes fetiches de la modernidad, ante la cual se
inclinan religiosamente creyentes capitalistas, izquierdistas, comunistas, trotskistas
y socialistas por igual. Pero vayamos con calma.
13
Cfr. Ibid. pág. 158
12
de producir y reproducir la vida. Esto a su vez servirá para producir los criterios
con los cuales es posible imaginar y concebir una producción no fetichista14.
17
Marx, Carlos. El Capital. Ed. FCE. Ob, cit. Pág. 37
18
Lo constitutivo del carácter social de la producción capitalista, es no sólo la producción de
individuos aislados entre sí, sino también de convertir al proceso de producción en privado. “Este
carácter privado del trabajo no permite que haya acuerdo previo entre los productores sobre la
composición del producto total ni sobre la participación de cada uno en él”. Hinkelammert, Franz.
Las armas ideológicas de la muerte. Ob. Cit. Pág. 13. Este es el proceso de la atomización ya no
sólo de la producción, sino también de la subjetividad pertinente a este tipo de producción.
19
A través de la afectación de esta producción al sujeto de la producción, porque no es que el
trabajador o empresario queden inafectados o salgan intactos de esta forma de producción, sino que
en la medida en que se desarrolla esta forma de producción, esta forma de relación de producción es
llevada por los sujetos a sus distintos lugares de reproducción social y humana, y por esa vía, esta
forma de producción empieza a ser socializada, difundida, extendida y posteriormente transformada
en sentido común, como si la realidad fuese siempre así.
15
decir que ya no existan, sino que siguen existiendo, aunque el productor ya no sea
consciente de ello. Por eso aparecen en la realidad fenómenos que los
productores ya no saben de dónde proceden, porque esos ámbitos de la realidad
han sido dejados de lado, negados y hasta encubiertos. Pero, como sigue siendo
parte de la realidad, ella actúa. Entonces como el desarrollo de este tipo de
producción las sigue desarrollando, sucede que:
“El productor de las mercancías llega a ser dominado por las relaciones sociales que las
mercancías establecen entre sí. Cuando luchan las mercancías, también empiezan a
luchar entre sí sus dueños y productores. Cuando «bailan», también empiezan a bailar
ellos… Las simpatías entre los hombres se derivan ahora de las simpatías entre las
mercancías, sus odios de los «odios» de aquéllas. Se produce un mundo encantado e
invertido. No se trata de simple analogía… Las mercancías se empiezan a mover sin
que nadie lo haya querido o intencionado, a pesar de que cualquier movimiento de ellas
se deriva de algún movimiento del hombre. Pero se trata de efectos perfectamente no
intencionales de los hombrees. Si una mercancía «lucha» con otra, no lo hace porque su
dueño lo quiere. Habiendo producido éste la mercancía, la lucha empieza”. (Las armas
ideológicas… pág. 13).
Aquí es cuando aparece este ámbito de la realidad que actúa a espaldas de los
hombres, sin que ellos se propongan activarlo ni se den cuenta que ya está
actuando. Sólo nos damos cuenta cuando aparecen las consecuencias, o efectos
que produce cotidianamente, pero ya no se sabe de dónde surge la causa. Por eso,
según Marx, se hace necesaria la ciencia, para conocer eso que ya no se conoce,
porque este tipo de producción lo encubre sistemáticamente. Esto es, la ciencia
sirve para conocer lo que siempre está presupuesto en el aparecer de todo
fenómeno. A su vez esta manera de producir este tipo de mercancía, a la vez que
reduce el ámbito de la realidad a lo que solo veo o experimento empíricamente,
reduce también la racionalidad al ámbito de lo visto y nada más. Ahora no sólo la
realidad se ha reducido, sino también la racionalidad con la cual ella es captada,
ahora la razón se ha reducido sólo al ámbito del cálculo de la utilidad individual o
propia, y en este sentido es que produce su propio tipo de racionalidad como
cálculo del interés individual e inmediato. “La reducción de la racionalidad al cálculo de
la utilidad propia no es simplemente egoísmo. Es una manera de ver el mundo y se basa en la
fuerza de una espiritualidad –aunque ésta sea espiritualidad de la muerte-. Es la espiritualidad
de lo que Marx llama el fetichismo”20. Esto es, la mercancía capitalista en su desarrollo
y devenir produce no sólo un tipo de realidad, sino también un tipo de
20
Cfr. Hinkelammert, Franz. Lo indispensable es inútil. Hacia una espiritualidad de la liberación.
Ed. Arlequín. San José – Costa Rica. 2012. Pág. 185. De esta manera o forma de ver el mundo nos
apropiamos no solo cuando consumimos este tipo de teorización, sino cuando consumimos el
contenido de las mercancías que presuponen este tipo de producción de realidad.
16
racionalidad, la cual al universalizarse la forma de producción de este tipo de
mercancía, se universaliza también su racionalidad, de la cual la política se
apropia. Es una manera de ver el mundo, es cierto, pero fetichizada, porque ya
no se lo ve con los ojos, sino que sólo se lo percibe por la vivencia. En este
sentido es que Marx dice que esta realidad objetiva es percibida subjetivamente,
en el sentido de que sentimos, sufrimos, vivimos esas consecuencias las cuales
nos afectan, tanto que nos hacen rabiar, enojar, molestar, protestar, salir a las
calles, luchar, etc. Es como dice Marx;
“…la forma y la relación de valor entre los productos del trabajo en que dicha forma se
presenta, no tienen absolutamente nada que ver con su carácter [naturaleza] físico de los
mismos ni con las relaciones propias de cosas… Lo que aquí adopta, para los hombres,
la forma fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social
determinada existente entre aquéllos. De ahí que para hallar una analogía pertinente
debamos buscar amparo en las neblinosas comarcas del mundo religioso. En éste los
productos de la mente humana parecen figuras autónomas, dotadas de vida propia…
Otro tanto ocurre en el mundo de las mercancías con los productos de la mano humana.
A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo no bien se los
produce como mercancías, y que es inseparable de la producción mercantil [capitalista].
Ese carácter fetichista del mundo de las mercancías se origina, como el análisis
precedente lo ha demostrado, en la peculiar índole social del trabajo que produce
mercancías”21.
21
Marx, Carlos. El Capital. Ed. Siglo XXI. Pág. 88 y 89
22
“El carácter es destino”, como decían los griegos, es decir, en el carácter está contenido el sentido
de lo que un sujeto es. Por el carácter fetichista de la mercancía, ahora ésta se convierte en el
fetiche, en su representación. En el análisis del dinero, Marx muestra muy bien esto.
23
Marx, Carlos. Ob. Cit. pág. 88
17
y la modernidad son materialistas, en el sentido de realistas, que se atienen a los
hechos y a lo que es. Y lo que es o son las cosas, en este caso, son las mercancías,
se cree en ellas porque se las ve, pero, como en las mercancías no veo con mis
ojos la explotación, el robo y las relaciones de dominio, entonces no hay tal
explotación, robo y dominio. En este sentido, este tipo de relaciones sociales de
dominación y explotación son lo puesto como contenido en la mercancía y que
no se ve, pero que está ahí, porque el capitalismo produce una racionalidad, es
decir, una forma de relación con la realidad que no deja ver el contenido de lo
que se ve, sólo su forma.
18
respete al fundamentalismo del mercado. Bienvenido sea el relativismo moderno
y el posmodernismo, siempre y cuando no cuestionen al gran capital.
Una vez que Marx ha llegado a este punto se pregunta cómo es posible ir
más allá ya no sólo del capitalismo, sino, también de su modelo ideal, de su
marco categorial, de su fetichismo, porque éstos van juntos, no separados. Es
curioso notar que esta pregunta en El Capital, esté situada precisamente en el
lugar donde Marx está reflexionando respecto del fetichismo de la Mercancía.
Hinkelammert se da perfecta cuenta de esto, no sólo porque conoce la
especificidad de hacer el pasaje de la Doctrina de la Esencia a la Doctrina del Concepto,
y en este caso de hacer el pasaje hacia los modelos ideales presupuestos en la
24
Al principio, cuando la burguesía para afirmarse a sí misma como buena, igualitaria y justa hace
la crítica de las relaciones medievales, lo hace en términos teológicos, porque la justificación de las
relaciones de dominación medievales estaban hechas en ese lenguaje. Luego para afirmarse a sí
misma como racional y superior debe condenar y abandonar el discurso o lenguaje teológico, mítico
y luego utópico, por eso hace el pasaje a la ciencia y luego la filosofía, como formas superiores o
más racionales que la argumentación teológica o mítica. Pero en ese intento o pasaje, el contenido
teológico o mítico se sigue manteniendo, aunque de modo negado, encubierto e invertido, como
más adelante mostrará Hinkelammert en su TOTALITARISMO DEL MERCADO, aunque haya
secularización en la modernidad, no hay superación ni del mito, ni la teología, porque la estructura
racional de la religión judía y cristiana sigue intacta, por eso la crítica fetichista de Marx sigue
siendo pertinente en una realidad aparentemente secular.
19
comprensión del sentido del mundo. Por eso mismo se da cuenta de que tener
claridad respecto de que el modelo ideal en el capitalismo es constitutivamente
fetichista, supone tener otro modelo ideal no fetichista o fetichizado desde el cual
poder evaluar un mundo fetichizado, o sea encantado por el capital.
“Este análisis del fetichismo de Marx implica a la vez un análisis del proyecto de una
sociedad que haya superado tal situación. Eso se deriva ya de las razones que Marx da
para la existencia del fenómeno. Por un lado lo explica positivamente como resultado del
carácter privado del trabajo humano. Por otro, lo analiza negativamente como resultado
de la ausencia de relaciones directamente sociales de las personas en sus trabajos. Las
dos explicaciones coinciden. La primera dice lo que es; la segunda lo que no es y lo que
tendría que ser. Marx pregunta, pues, hasta qué grado el fenómeno del fetichismo es
común a toda la historia, y por lo tanto, hasta qué grado puede ser superable”. (ob.
Cit. Pág. 17)
26
Marx, Carlos. El Capital. Ob, cit. Pág. 93
27
La descripción tanto del Robinson como de la edad media y de la industria rural y patriarcal de
una familia campesina no son en sentido estricto descripción de sociedades, sino de formas de vida
anteriores al capitalismo, el cual produce a su vez a la sociedad moderna como su subjetividad
correspondiente. Como dijimos anteriormente, la forma o idea de sociedad es propia del capitalismo
y la modernidad. Antes de ésta lo que primaba eran formas comunitarias de vida, íntimamente
ligadas a la vida rural del campo. El mercado no era mundial, sino sólo regional o local.
21
productor. Es un misticismo natural que se debe a la falta de dominación sobre la
naturaleza”. (ob, cit. Págs. 17 y 18)
Si uno se fija con un poco de atención tanto a la redacción de Marx como
del propio Hinkelammert podría darse cuenta que en sí estas cuatro
descripciones no son descripciones de sociedades, sino descripciones ideales de
formas de vida, es decir, cuando Marx habla del Robinson no está describiendo
una sociedad, porque Robinson es un individuo y no una sociedad, sino el modo
cómo idealmente se representa a sí misma la burguesía de su tiempo. Dicho de
otro modo, la idea del Robinson es un modelo ideal que sirve para entender el
sentido de la sociedad burguesa.
En la descripción del mundo medieval pasa algo similar, en sentido estricto
no es la descripción de esa forma de vida, sino el modo cómo la sociedad
moderna se representa idealmente para sí misma al mundo medieval, y esto
empieza con la cualificación de la Edad Media europea como «tenebrosa». ¿Es
cierto que lo era? O es que la burguesía moderna necesitaba tener esa
representación, o sea esa idealización negativa, para aparecer ella como buena. Lo
mismo podría decirse de la producción rural y patriarcal de una familia campesina
donde ésta aparece desde el principio como si fuese una forma de organización
social, aunque sea familiar28. ¿No es acaso otra forma idealizada de representarse
un pasado anterior al tenebroso medioevo que la naciente burguesía utilizaba
28
Y Marx así lo dice explícitamente: “Los diversos trabajos en que son generados esos productos –
cultivar la tierra, criar ganado, hilar, tejer, confeccionar prendas- en su forma natural son funciones
sociales, ya que son funciones de la familia y ésta practica su propia división natural del trabajo, al
igual que se hace en la producción de mercancías”. En nuestra humilde opinión, la familia es una
institución humana, en cambio la sociedad no, es una institución burguesa, capitalista y moderna,
porque presupone como momento constitutivo al individuo moderno, el cual no es característica de
las familias rurales arcaicas o ancestrales, tampoco la propiedad privada, otro componente
fundamental de la sociedad moderna. En la misma página de El Capital, en un pie de página
pareciera que Marx nos da la razón, cuando afirma que: “Es un preconcepto ridículo, de muy
reciente difusión, el de que la forma de la propiedad común naturalmente originada sea
específicamente eslava, y hasta rusa en exclusividad. Es la forma primitiva cuya existencia
podemos verificar entre los romanos, germanos, celtas, y de la cual encontramos aun hoy, entre los
indios, un muestrario completo con los especímenes más variados, aunque parte de ellos en ruinas.
Un estudio más concienzudo de las formas de propiedad común asiáticas, y especialmente de las
índicas, demostraría cómo de las formas diversas de la propiedad común natural resultan diferentes
formas de disolución de ésta. Así por ejemplo, los diversos tipos originarios de la propiedad privada
romana y germánica pueden ser deducidos de las diversas formas de la propiedad común en la
India”. Marx, Carlos. Ob, cit. Pág. 95, nota 30. Es decir, el prejuicio burgués o moderno de la época
de Marx afirmaba que la forma o idea de sociedad era algo que ya se estaba gestando desde el
principio, lo mismo que el capitalismo como si la historia de la humanidad toda estuviese destinada
a convertirse en social o en sociedad burguesa. Es posible afirmar que la comunidad rural medieval
como disolución, o como su propia forma de disolución haya devenido en la forma social burguesa,
ésta sería una forma específica e históricamente determinada. Esto no quiere decir que toda forma
humana comunitaria, familiar, o patriarcal, rural, etc., haya tenido que devenir necesariamente en la
forma de sociedad moderna.
22
para entenderse a sí misma como algo novedoso? Y así entonces llegamos al
modelo socialista que es el que más nos interesa, dice Marx:
“Imaginémonos finalmente, para variar, una asociación de hombres libres que trabajen
con medios de producción colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de
trabajo individuales como una fuerza de trabajo social. Todas las determinaciones del
trabajo de Robinson se reiteran aquí, sólo que de manera social, en vez de individual…
El producto todo de la asociación es un producto social. Una parte de éste presta
servicios de nuevo como medios de producción. No deja de ser social. Pero los miembros
de la asociación consumen otra parte en calidad de medios de subsistencia. Es necesario,
pues, distribuirla entre los mismos. El tipo de esa distribución variará con el tipo
particular del propio organismo social de producción y según el correspondiente nivel
histórico de desarrollo de los productores. A los meros efectos de mantener el paralelo con
la producción de mercancías, supongamos que la participación de cada productor en los
medios de subsistencia esté determinada por su tiempo de trabajo. Por consiguiente, el
tiempo de trabajo desempeñaría un papel doble. Su distribución, socialmente planificada,
regulará la proporción adecuada entre las varias funciones laborales y las diversas
necesidades. Por otra parte, el tiempo de trabajo servirá a la vez como medida de la
participación individual del productor en el trabajo común, y también, por ende, de la
parte individualmente consumible del producto común. Las relaciones sociales de los
hombres con sus trabajos y con los productos de estos, siguen siendo aquí diáfanamente
sencillas, tanto en lo que respecta a la producción como en lo que atañe a la
distribución”29.
Aquí se puede ver claramente lo que Marx entiende por asociación de hombres
libres, como un Robinsón pero a la manera social, donde entre todos y cada quien
se pone de acuerdo libremente no sólo en todo lo que hay que producir sino
también en el modo cómo se ha de distribuir. Cuando el acuerdo entre todos los
miembros de esta asociación es mutuo y libre, las relaciones sociales acá aparecen
como diáfanamente sencillas, es decir, sin fetichismo. Ahora entonces podemos volver
a la pregunta; ¿qué es lo que produce el fetichismo en la mercancía capitalista, en
el dinero y el capital? Porque de lo que se trata es de salir de este fetichismo.
29
Marx, Carlos. Ob, cit. pág. 96.
23
económico del fetichismo mercantil; y los dos misticismos pueden ser solamente superados
por la asociación de hombres libres. Esta superación aparece ideológicamente ya en la
teoría económica burguesa, porque la sociedad burguesa pretende ser ya lo que la
sociedad socialista será. Eso tiene determinado resultado en cuanto a la concepción de la
historia.
Este concepto de la asociación de hombres libres y del trabajo concreto… llega a ser el
punto de referencia del análisis de todas las sociedades humanas, porque describe siempre
lo que no son y permite de esta manera analizar lo que son y lo que serán. En este
sentido da la inteligibilidad de la historia. Por otro lado describe una sociedad futura
específica –la sociedad socialista- que realiza positivamente lo que está negativamente
presente en todas las sociedades anteriores”. (Ob. Cit. Pp. 19 y 20)
“El reflejo religioso del mundo real únicamente podrá desvanecerse cuando las
circunstancias de la vida práctica, cotidiana, representen para los hombres, día a día,
relaciones diáfanamente racionales, entre ellos y con la naturaleza. La figura del proceso
social de vida, esto es, del proceso material de producción, sólo perderá su místico velo
neblinoso cuando, como producto de hombres libremente asociados, éstos le hayan
24
sometido a su control planificado y consciente”30. (La traducción de W Roces de
esta última parte dice: …cuando ese proceso sea obra de hombres libremente
socializados y puesto bajo su mando consciente y racional).
“Las imágenes religiosas son espejismos que aparecen en cuanto se mira el mundo
mercantil ingenuamente. El más allá en el cual aparentemente existen, es en verdad el
más acá del hombre, quien proyecta su esencia en ellas. Recuperar su libertad perdida
hacia las prerrogativas del mundo mercantil, significa reivindicar este más allá como su
propia interioridad. La asociación de los hombres libres es la base real para esta
reivindicación.
Religión no es algo como una superestructura, es una forma de la conciencia social que
corresponde a una situación en la cual el hombre ha delegado la decisión sobre su vida o
30
Marx, Carlos. Ob. Cit. Pág. 97. “Der religiöse Wiederschein der wirklichen Welt kann überhaupt
nur verschwindenm, sobald die Verhältnisse des praktischen Werkeltagslebens den Menschen
tagtäglich durchsichtig vernünftige Beziehungen zu einander und zur Natur darstellen. Die Gestalt
des gesellschaftlichen Lebensprocesses, d. h. des materielen Produktionsprocesses, streift nur ihren
mystischen Nebelschleier ab, sobald sie als Produkt frei vergesellschafteter Menschen unter deren
bewuβ planmäβiger Kontrole Steht”. Marx, Karl. Das Kapital. Kritik der Politischen Ökonomie.
Erster Band. Hamburg. 1872. Ed. Karl Marx, Friedrich Engels. Gesamtausgabe. (MEGA). Sweite
Abteilung. Das Kapital und Vorarbeiten. Band 6. Dietz Verlag. Berlin. 1987. Pag. 110. Líneas 5-12.
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muerte a un mecanismo mercantil, de cuyos resultados –siendo este mecanismo obra
suya- no se hace responsable. Y esta irresponsabilidad la proyecta en un Dios con
arbitrariedad infinitamente legítima, que es el Dios de la propiedad privada, de los
ejércitos y de “la historia”. Pero la verdadera esencia de este Dios es la renuncia del
hombre a hacerse responsable de los resultados de la obra de sus manos”. (Ob, cit. Pp.
20 – 21)
26
El marxismo del siglo XX cayó en el fetichismo de la racionalidad
moderna al no entender a cabalidad la crítica que Marx le hacía al fetichismo del
capital y que Hinkelammert ahora expone y desarrolla cuando afirma que el
fetichismo: “Es una forma de la conciencia social que corresponde a una situación en la cual
el hombre ha delegado la decisión sobre su vida o muerte a un mecanismo mercantil, de cuyos
resultados –siendo este mecanismo obra suya- no se hace responsable”, es decir, es una
situación en la cual el ser humano renuncia a hacerse cargo, o si no a hacerse
responsable de las consecuencias de los actos suyos que conducen a la vida o a la
muerte, ahora esta decisión la deja en manos del fetiche (llámese religión,
progreso, ciencia, tecnología, libertad, democracia, modernidad, etc.), en el
sentido de que él ya no es responsable, sino que hay un más allá que ahora decide
eso, de lo cual en última instancia él ya no puede saber o tomar decisiones al
respecto.
“Pero, la verdadera esencia de este Dios [o sea fetiche] es la renuncia del hombre a
hacerse responsable de los resultados de la obra de sus manos”. En la situación fetichista o
fetichizada, el ser humano responde por sus actos en tanto que actos suyos que
tienen que ver con él y solamente con él como individuo, separado de la
sociedad, la comunidad y la naturaleza. Pero ya no responde por las
consecuencias posteriores de esos actos, las cuales exceden su mera
individualidad y circunstancia, porque supuestamente ya no tienen que ver con él
y de las cuales él ya no es consiente, y las desconoce porque ha renunciado a
conocerlos. Ahora es él solo y su circunstancia, porque se ha separado de la
comunidad, de la naturaleza y del cosmos, por eso aparece ante sí mismo como si
no tuviese que ver con nada salvo consigo mismo, como individuo. La
responsabilidad ahora tiene que ver sólo consigo mismo. En cambio del resto, de
la humanidad, la naturaleza y el cosmos ya no es responsable. Eso lo ha delegado
a la religión, al modelo ideal, o si no al modelo utópico, sin darse cuenta que él ha
creado tanto la religión como el mito o la utopía. La responsabilidad ahora es tan
óntica como él, lo mismo que su conocimiento, y que su racionalidad31. Ahora a
31
En el principio de la modernidad todavía era importante en la producción del conocimiento la
categoría de Totalidad, porque el ser humano todavía intuía que estaban conectados sus actos y
forma de vida con el todo de la realidad y del universo. Pero ahora que ha perdido completamente
esta conexión, la ha desechado aduciendo que no podemos, porque es imposible conocer la
totalidad, sino sólo esto o aquello, a lo cual le llama hechos, los cuales son ónticos por constitución,
aunque tengan que ver siempre con el todo de la realidad. Durante la discusión entre Popper y
Adorno uno de cuyos temas centrales era la categoría de Totalidad, no entendieron ni propios ni
extraños el trasfondo de esa discusión. Habermas un participante de esa discusión no sacó el más
mínimo provecho de esa discusión, porque –ahora recién nos damos cuenta-, tampoco había
entendido el carácter relevante de la teoría del fetichismo en Marx. Con razón dice Hinkelammert
que durante la década del 30, el marxismo crítico aceptó acríticamente los prejuicios cognitivos de
los intelectuales burgueses como Weber que hacían distinciones tajantes entre juicios de valor y
juicios de hechos, ciencia e ideología, mito y razón, etc.
27
esta forma fetichizada de la racionalidad, en términos formales le llama
racionalidad medio-fin. De las consecuencias de esta racionalidad de la cual el
individuo no se hace cargo, él ya no es responsable y no puede serlo, porque
ahora está más allá de él. Pero, vayamos por partes.
Ahora entonces se puede entender mejor por qué tanto Marx como
Hinkelammert consideran al «carácter privado del trabajo» capitalista como
momento constitutivo del fetichismo, porque durante la forma de esta
producción el productor capitalista se concentra sólo en la producción de
mercancías capaces de convertirse en dinero y luego en capital, es decir, las
relaciones mercantiles en el capitalismo son “producto de trabajos privados
independientes los unos de los otros”. Ahora bien, esta forma de producir crea o
produce un proceso de producción en el cual es éste ahora el que manda, impera
o se impone sobre el ser humano, porque la intencionalidad o «acción privada»
de la producción conduce a que los productores descuiden o renuncien a conocer
lo que ellos están produciendo como consecuencia de esos actos en la realidad
con este tipo de intencionalidad.
Una vez que han producido esta realidad más allá de sus actos, ahora ésta
realidad llamada mercado, opera a espaldas de los productores y decide sobre la
producción, ya no es el ser humano, el que lo ha creado, el que decide, sino la
creación, esto es, el mercado, por eso se convierte en fetiche al cual los
productores ahora tienen que obedecer. A esta nueva realidad, en la cual ahora es
el mercado el que decide sobre la producción, la distribución y la vida humana,
“la conciencia burguesa de esta sociedad las considera como algo necesario por naturaleza, lógico
y evidente” (ob., cit., pág., 21). El problema se habría solucionado si es que desde el
principio los seres humanos o los productores se hubiesen asociado libremente
para decidir qué producir, cuándo, y cómo. Por eso considera Marx que más allá
del capitalismo, lo que se deduce de esta realidad llamada capitalismo es una
sociedad en la cual ocurra precisamente esto, pero luego de haber tomado
conciencia de esta inversión que produce el capitalismo.
Sin embargo; “…si bien las relaciones mercantiles se deben al hecho de que el trabajo
es trabajo privado, este mismo carácter privado del trabajo no se debe a la propiedad
privada. Es resultado del hecho de que el conocimiento humano, en cuanto a los factores
relevantes para la decisión económica, es limitado por esencia” (ob., cit., pág., 22).
Meshico Tenochtitlan
Tlalpan de Cuicuilco
Septiembre de 2017
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Hinkelammert, Franz. El grito del sujeto. Ed. DEI. San José. 1998. Págs. 16-17
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