Вы находитесь на странице: 1из 7

DOSSIER: HUELGA DE HAMBRE DE LOS

«GRAPO», DERECHO Y ETICA

La argumentación jurídica en un caso difícil: la huelga de


hambre de los presos del GRAPO
Manuel ATIENZA

1. Como es bien sabido, a finales de 1989 va- 24-1-90) y, sobre todo, por tres autos --coinciden-
rios presos de los Grupos Antifascistas Primero de tes en cuanto al fondo y en buena parte también en
Octubre (GRAPa) se declararon en huelga de ham- cuanto a la forma- de la Sala Primera de la Au-
bre como medida para conseguir determinadas me- diencia Provincial de Zaragoza (de 14-2-90,16-2-90
joras en su situación carcelaria; básicamente, con Y 16-2-90). La base de la argumentación, en todos
ello trataban de presionar en favor de la reunifica- los casos, es --cabría decir- el carácter sagrado
ción en un mismo centro penitenciario de los miem- de la vida que lleva a considerarla como un bien del
bros del grupo, lo que significaba modificar la políti- que no cabe disponer libremente y que está en una
ca del Gobierno de dispersión de los presos por de- situación de preeminencia frente a cualquier otro: el
litos de terrorismo. Diversos jueces de vigilancia pe- derecho a la vida debe prevalecer siempre frente a
nitenciaria y varias Audiencias Provinciales han te- cualquier otro derecho con el que entre en conflicto.
nido que pronunciarse en los últimos meses acerca En el caso del juzgado de Cádiz, esto se justifica so-
de si cabe o no autorizar la alimentación forzada de bre la base de que el derecho a la vida implica tam-
dichos reclusos cuando su salud se ve amenazada bién «la obligación de hacer lo posible por conser-
precisamente como consecuencia de la prolonga- varia, pues en rigor nadie es dueño absoluto de su
ción de la huelga de hambre. El problema, como era propia vida, ya que no la crea, sino que la recibe».
lógico, trascendió a la opinión pública, en cuyos me- En el caso de los autos de la Audiencia Provincial
dios de expresión ha sido profusamente discutido. de Zaragoza, dos de ellos (15/90 de 14-2 y 17/90
Aquí me propongo examinar la argumentación utili- de 16-2) contienen un mismo fundamento de dere-
zada para defender las diversas posturas adoptadas cho (el segundo) redactado en términos casi idénti-
al respecto, prestando una especial atención a los cos y en el que se hace referencia a que «la vida
argumentos contenidos en los autos de los juzga- es la base y fundamento del ejercicio de todos los
dos y audiencias indicados. derechos individuales; es algo más que un derecho.
2. Las soluciones propuestas parecen haber Es un estado de la persona humana inmanente a la
sido las dos siguientes: 2.1) considerar que la Ad- misma. Ontológicamente es el primero y fundamen-
ministración está autorizada a (lo que significa tam- tal derecho humano, propiamente dicho, que prima
bién, tiene la obligación de) alimentar a los presos sobre todos los demás, que no existen sin aquél, ya
forzadamente, aun cuando éstos se encuentren en que es el origen, emanación y fin, en definitiva, de
estado de plena consciencia y manifiesten, en con- todos ellos». Esta «declaración de principios» se
secuencia, su negativa al respecto; y 2.2) conside- completa en ambos casos con una misma apelación
rar que la Administración sólo está autorizada a to- al Derecho natural: «Ante la laguna de derecho po-
mar este tipo de medidas cuando el preso ha perdi- sitivo para resolver el tema con normas de derecho
do la consciencia. Hay una tercera solución posible, material, no cabe otra solución que aplicar los supe-
2.3) que no ha sido mantenido en ninguna de las de- riores criterios del Derecho natural» (fundamento ju-
cisiones judiciales analizadas y que consiste en en- rídico séptimo y noveno, respectivamente). El terce-
tender que la Administración no está autorizada a to- ro de los autos (16/90 de 16-2) está redactado en
mar tales medidas, ni siquiera en este último su- términos ideológicamente más comedidos y en él no
puesto. aparece ya ninguna referencia al Derecho natural.
2.1. En la defensa de la primera de estas tres so- Su fundamento de Derecho segundo establece que
luciones cabe todavía distinguir tres líneas de ar- «la vida es la base y fundamento de ejercicio de to-
gumentación. dos los derechos individuales, y el derecho a la vida
2.1.1. La primera línea es la seguida por un auto es, ontológicamente, el fundamental, pues sin éste
del juez de vigilancia penitenciaria de Cádiz (de no pueden ejercerse los demás. De ello se deduce

31
la preeminencia de este derecho sobre cualquier no nos hallamos ante el ejercicio del derecho de
otro, y así resulta del texto constitucional, que ante- huelga o ante una concreción del derecho a la liber-
pone en su artículo 15 del derecho a la vida a todos tad ideológica y/o de expresión.
los demás, y del artículo 3.° de la Declaración Uni- b) El derecho a la vida es un «auténtico derecho
versal de Derechos Humanos». subjetivo» cuyo contenido es el de vivir o dejar de
2.1.2. La segunda línea de argumentación se vivir, de manera semejante a como ocurre con los
basa, como la primera, en reconocer una prioridad otros derechos fundamentales (por ejemplo, sindi-
al derecho a la vida frente a los otros derechos que carse o no sindicarse, etc.). El Estado no puede in-
puedan entrar en colisión con él, pero la justificación tervenir en dicho contenido: «la afirmación de que
de dicha prioridad aparece ahora en términos me- el Gobierno tiene la obligación de preservar la vida
nos metafísicos y más jurídico-positivos. Este es el de los presos es, en este sentido, una mayúscula
sentido del auto de la Sala Segunda de la Audien- tontería».
cia Provincial de Madrid (de 15-2-90) que estima el c) Hay que distinguir entre el contenido y el ejer-
recurso de apelación interpuesto por el Ministerio cicio de los derechos, pues aunque el Estado no
Fiscal contra una resolución del Juzgado de Vigilan- pueda intervenir por lo que se refiere a su conteni-
cia número 2 de Madrid, en la que se defendía la do, todo derecho está limitado en cuanto a su ejer-
postura que veremos en 2.2. Esencialmente, la ar- cicio a que «se desenvuelva mediante una actividad
gumentación es la siguiente: lícita y conforme a unos fines tolerados por el orde-
a) Cualquier recluso tiene derecho a la huelga namiento constitucional».
de hambre, pero ello no quiere decir que no pueda d) La huelga de hambre no es lícita: «sería cons-
actuarse sobre el huelguista en ningún momento ni titucionalmente lícita si lo que se pretende es morir,
de ninguna forma. no si lo que se intenta es presionar, y se convierte
b) Cuando la vida del huelguista corre peligro, la en este sentido en uno de los supuestos más claros
Administración puede y debe intervenir para evitar de abuso de los derechos fundamentales»; y el fin
la muerte, pues en otro caso cometería un delito de perseguido de presionar sobre la política penitencia-
omisión del deber de socorro del artículo 489 bis del ria del Gobierno «choca con el propio esquema de
Código Penal (y quizá también uno de auxilio al sui- los bienes constitucionalmente protegidos».
cidio en comisión por omisión del arto 409). e) En conclusión, «el ejercicio del derecho a la
c) La razón de esto último es que el bien jurídi- vida y el libre desarrollo a la personalidad de los
co protegido en el artículo 489 bis es la solidaridad huelguistas en hambre se halla especialmente limi-
humana, que es irrenunciable. Ello significa que el tado, hasta hacerlo compatible con los bienes cons-
bien se lesiona también si el sujeto en peligro trata titucionalmente protegidos. Lo cual implica, ni más
de poner fin voluntariamente a la vida. ni menos, que constitucionalmente es legítimo impo-
d) La obligación de actuar que tiene la Adminis- ner, mediante sistemas que no vulneren frontalmen-
tración y los derechos constitucionales del huelguis- te la dignidad del recluso (...), su alimentación
ta (derecho al libre desarrollo de la personalidad del obligatoria» .
arto 10 de la CE, derecho a la vida del arto 15 de la 2.2. La segunda postura ha sido mantenida en
CE y derecho a la libertad ideológica del arto 16 de los autos de 9-1-90, 25-1-90 Y 25-1-90 de los jue-
la CE) son conciliables de la siguiente forma: «res- ces de vigilancia penitenciaria de Valladolid, Zara-
peto absoluto a la manifestación del sujeto de no ali- goza y número 1 de Madrid, respectivamente, en
mentarse cuando de forma libre y consciente así lo el auto de la Audiencia Provincial de Zamora de
haya asumido y mientras se mantenga en ese esta- 10-3-90 y, aunque no en forma del todo clara, en el
do de libre determinación y conciencia, con lo cual voto particular formulado por la magistrada Pedraz
conseguirá los fines de la manifestación que se pro- Calvo a la resolución de la Audiencia de Madrid ya
pone, mas cuando esa situación por continuidad en señalada. Este punto de vista parece encontrar tam-
el tiempo llegue al grado de poner en peligro su vida, bién un considerable apoyo en la doctrina penal es-
surgirá la obligación de la administración penitencia- pañola (cfr. J. L. Díez RipOllés, La huelga de ham-
ria (...) de asistirle médicamente conforme a crite- bre en el ámbito penitenciario, en «El País», de
rios de la ciencia médica, que en modo alguno pue- 30-1-90); del mismo autor, La huelga de hambre en
den consistir en la obligación de hacer ingerir ali- el ámbito penitenciario, en «Cuadernos de Política
mentos por vía bucal, con lo que el sujeto en "huel- Criminal», n.O30, 1986, pp. 603-659; M. Bajo y C.
ga" prolongará en el tiempo su postura reivindicati- Suárez González, Huelga de hambre y respeto a la
va, tesis que cobra mayor virtualidad cuando en libertad, en «El País», 20-1-90). Sintetizaré a conti-
modo alguno se puede inferir que el huelguista pre- nuación la argumentación contenida en el primero
tende su muerte» (fundamento jurídico segundo). de los autos mencionados (dictado por el juez Sán-
2.1.3. Una forma muy distinta a las dos anterio- chez Yllescas) y luego añadiré algunos otros argu-
res de llegar a esta misma solución la ofrece un ar- mentos que se encuentran en las otras resoluciones
tículo de Miguel A. Aparicio (en «El País», 7-3-90) y trabajos indicados (y en la medida en que no son
que se basa en considerar que la huelga de hambre una mera repetición de los primeros):
constituye un supuesto de abuso de un derecho fun- a) El artículo 2.4 de la Ley Orgánica General Pe-
damental. Las líneas esenciales de su argumenta- nitenciaria establece el deber de la Administración
ción podrían sintetizarse así: de velar por la vida, salud e integridad de los inter-
a) El problema que aquí se plantea concierne al nos. Dicha obligación asistencial se deriva de la es-
ejercicio del derecho a la vida (art. 15 de la CE) ca- pecial situación en que se encuentra el recluso «que
nalizado a través del principio-derecho al libre de- por su privación de libertad no puede por sus pro-
sarrollo de la personalidad (art. 10 de la CE), pero pios medios atender al cuidado de su salud acudien-

32
do a los mecanismos asistenciales ordinarios de Díez Ripollés, ibíd.; M. Bajo y C. Suárez González,
todo ciudadano» (fundamento segundo). Huelga de hambre y respeto a la libertad, cit.).
b) Dicha obligación debe verse «desde una 1) «Obligar a unos reclusos a recibir alimentación
perspectiva garantista [aquí el juez sigue la opinión por vía parenteral, se reduce a violentar su voluntad
de Díez Ripollés] e implica el deber de ofrecer pres- para garantizar no su vida, sino la desaparición del
taciones sanitarias o alimenticias, pero en absoluto riesgo de muerte. Esta situación de riesgo no es en
autoriza a imponerlas contra la voluntad del re- sí misma bastante para justificar la limitación, hasta
cluso». el extremo de anularla, de la libertad de los reclusos
c) El internado en centro penitenciario goza de en huelga de hambre; entender lo contrario equival-
los mismos derechos fundamentales que el ciuda- dría a legitimar la prohibición a toreros, trapecistas,
dano libre, en la medida en que éstos sean compa- corredores de motos y otras actividades humanas
tibles con el cumplimiento de la pena, como ocurre que en sí mismas entrañan un grave riesgo para la
en este caso. Legalmente, es imposible actuar mé- vida» (voto particular de Pedraz Calvo al auto de la
dica o asistencialmente contra la voluntad expresa Audiencia Provincial de Madrid ya indicado).
de un ciudadano consciente. 3. Antes de pasar a considerar la tercera de las
d) El deber asistencial de la Administración debe soluciones antes apuntada, indicaré qué argumen-
ceder ante el derecho del interno a que se respete tos cabe esgrimir, en mi opinión, contra las dos an-
su decisión libre y voluntaria. La alimentación forza- teriores soluciones, en sus diversas variantes.
da iría contra el artículo 10 de la CE (dignidad de la 3.1.1. La forma más expeditiva de defender que
persona), podría constituir un trato degradante (pro- la Administración está autorizada a alimentar a los
hibido por el arto 15 de la CE), está tipificado como presos por la fuerza, sin que importe el que éstos
delito de coacciones, e incluso podría verse como se encuentren o no en estado de consciencia, sino
un delito de torturas (del art.204 bis del Código simplemente el que su vida corra peligro, es, en
Penal). efecto, apelar al Derecho natural. El que esta invo-
e) El deber de velar por la integridad y salud de cación no pueda, sin embargo, tener éxito, se debe
los internos reaparece, sin embargo, en el caso de a las siguientes razones: 1) Es más bien dudoso que
pérdida de la consciencia por parte del huelguista, el Derecho natural cuente entre el elenco de las
aun cuando el recluso hubiese previsto esta situa- fuentes de nuestro ordenamiento, aunque haya
ción y hubiese manifestado que tampoco entonces quien interprete la referencia a los principios gene-
deseaba que se le alimentase. La razón para ello es rales del Derecho como una referencia a los princi-
que «nunca podremos afirmar ni conocer cuál hu- pios del Derecho natural. 2) Tal invocación es, por
biera sido la voluntad del interno en ese momento y otro lado, inútil, pues para ~nseguir los propósitos
en esa circunstancia. La pérdida de consciencia le buscados bastaría con remontarse a los principios
priva de la posibilidad de modificar su criterio, y es- positivizados en la Constitución y quizá en otros tex-
tamos entonces ante una voluntad presunta que, tos legales. 3) Habría que demostrar que existe un
ahora sí, cede ante el deber asistencial» (fundamen- principio del Derecho natural que establece que el
to quinto). derecho a la vida: a) tiene un carácter de preemi-
A estos argumentos que se contienen en el auto nencia frente a cualquier otro derecho, y b) su ejer-
del juez Sánchez Yllescas cabe añadir todavía los cicio es además obligatorio, en el sentido de que el
siguientes: titular del derecho no es libre de optar entre vivir y
~ El ordenamiento jurídico otorga especial rele- morir. No es cosa de entrar aquí a discutir de qué
vancia a la vida humana, «pero la protección penal forma se ha planteado este problema en la tradición
se confiere siempre que los ataques a la vida pro- iusnaturalista, pero quizá no sea inoportuno recor-
vienen de interferencias de terceros, no cuando es dar dos datos obvios. El primero es que entre los au-
la propia persona la que dispone de su vida (...), la tores iusnaturalistas no ha habido precisamente
persona tiene, pues, capacidad de disposición so- unanimidad al respecto. Y el segundo es que sos-
bre su vida (fundamento quinto del auto de 25-1-90 tener lo afirmado en a) casa bastante mal con de-
del juez de vigilancia penitenciaria de Zaragoza, Vi- fender la pena de muerte o -digamos- el tiranici-
lar Badía). dio, lo que no ha sido precisamente anecdótico en
g) La alimentación cuando el recluso pierde la esta tradición de pensamiento. Por lo demás, la ape-
consciencia «permite un auténtico respeto de la lación al Derecho natural expresa -aunque de ma-
huelga de hambre reivindicativa como ejercicio de nera, como hemos visto, inadecuada- una intuición
los derechos fundamentales del recluso: su capaci- correcta: la de que la argumentación jurídica, al me-
dad de presión sólo se mantiene si, por un lado, la nos en los casos difíciles, tiene también un impor-
Administración no puede tolerar la muerte del huel- tante componente moral.
guista y, por otro, se le impide alimentarle en la fase Como la defensa de a) y b) caracteriza también la
de consciencia y se le obliga en la fase de incons- postura de las otras decisiones judiciales indicadas
ciencia a sanarle» (J. L. Díez Ripollés, La huelga de en 2.1.1 y que no hacen una referencia expresa al
hambre en el ámbito penitenciario, cit.). Derecho natural, mostraré ahora por qué, en mi opi-
h) La exigencia de actuar tras la pérdida de nión, no se puede sostener ninguno de estos dos
consciencia evita que se abran paso razones de Es- puntos con los argumentos contenidos allí; ello, por
tado encaminadas a desembarazarse por esa vía de otro lado, debe llevar a rechazar en su conjunto esta
reclusos considerados como indeseables, como su- línea de argumentación.
cedió con la actitud del Gobierno de Thatcher con El razonamiento contenido en 2.1.1 para defender
ocho huelguistas deliRA en 1980 o con la del Go- a) es, según creo, falaz. Es cierto que si no se está
bierno alemán con la banda Baader-Meinhof (J. L. vivo no se puede ejercer ningún derecho, pero de

33
ahí no se deduce en absoluto que el derecho a la ción-, y que el Estado debe no sólo no impedir
vida goce de preeminencia frente a cualquier otro nuestros cursos de acción en este sentido, sino que
derecho. El que X sea condición necesaria para V debe también poner los medios para facilitárnoslos.
no implica que, por ello, X (trátese de un acto, una Es seguramente discutible cuál de estos dos mo-
situación, etc.) sea superior en un sentido axiológi- delos es el que sigue nuestra Constitución y es in-
co o normativo con respecto a V. Por ejemplo, ali- cluso probable que el modelo constitucional no sea
mentarse es obviamente una condición necesaria el mismo que alienta en otros textos legales (por
para producir una obra artística, pero ello no quiere ejemplo, en el Código Penal); esto último, por otro
decir que lo primero implique un mayor valor que lo lado, tampoco tiene mayores consecuencias, dada
segundo. V el acto de engendrar a Einstein fue des- la obligación de interpretar todo el ordenamiento ju-
de luego condición necesaria para que éste formu- rídico de acuerdo con la Constitución. Cuando digo
lase la teoría de la relatividad, pero apreciamos ccdiscutible» quiero decir que es una cuestión de in-
como más meritorio lo segundo que lo primero. terpretación y que no puede resolverse simplemen-
Tampoco me parece que tengan excesiva solidez te apelando al texto constitucional. En mi opinión, la
los argumentos esgrimidos en favor de b). Por un forma más coherente de interpretar la Constitución
lado, aun cuando pudiera sostenerse a) (lo que no en este punto consiste en aceptar el segundo de los
es el caso), de ahí no cabe pasar a b) sin dar un sal- modelos. En su favor cabe aducir estos dos ar-
to en el vacío: es posible pensar que el derecho a gumentos.
la vida goza de preeminencia frente a los otros de- El primero es, en realidad, un contraargumento en
rechos y, sin embargo, configurarlo como un dere- relación con lo sostenido en 2.1.2 e). Allí se afirma-
cho de ejercicio libre y cuyo contenido sea precisa- ba que existe un deber positivo de evitar la muerte
mente el de vivir o morir. Por otro lado, la suposi- de otra persona, incluso cuando ésta trata de poner
ción de que no podemos disponer de la vida porque fin voluntariamente a su vida, derivado del deber de
nosotros no la hemos creado, sino que la hemos re- solidaridad humana que es irrenunciable. Pero ello
cibido se basa, de nuevo, en una falacia: todos -o implica, me parece, una idea equivocada de lo que
muchos- estamos acostumbrados a sentimos due- razonablemente debe entenderse por solidaridad.
ños y a disponer de bienes que no hemos contribui- Ser solidario con otro -por ejemplo, en relación con
do en absoluto a producir; no parece que seamos el bien vida- significa, en efecto, estar dispuesto no
menos dueños de un objeto que hayamos recibido sólo a no hacer lo que pudiera poner en peligro su
en herencia que de uno que hayamos construido con vida, sino también a hacer aquello que pudiera sal-
nuestras manos. V, además, ¿cuáles serían los de- varia si estuviese en peligro; pero, ciertamente,
rechos que nosotros hemos creado y no recibido? siempre y cuando el otro considere que la vida es
V, si no los hubiera, ¿querría ello decir que no po- para él un bien que desea conservar. Sería en ver-
demos disponer de ningún derecho? dad bastante paradójico sostener que se es solida-
3.1.2. La línea argumentativa sostenida en 2.1.2 rio con otro ser humano -al menos en ciertas oca-
requiere también aceptar los puntos a) y b) señala- siones- cuando le impedimos realizar sus deseos
dos en el anterior apartado, aunque ahora se haga (pensemos, por ejemplo, en alguien que agoniza en-
con argumentos distintos y ciertamente más difíciles tre terribles sufrimientos y que pide desesperada-
de rebatir. En realidad, la postura recogida en 2.2 mente que le facilitemos la muerte).
puede entenderse como una refutación de 2.1.2 (y, El segundo de los argumentos puede presentarse
ccafortiori», también de 2.1.1), en el sentido de que como una reducción al absurdo y, esquemáticamen-
allí se sostenía; frente a a), que el derecho a la vida te, consistiría en lo siguiente: si aceptamos que el
no puede prevalecer frente al derecho a la libre ex- derecho a la vida recogido en la Constitución debe
presión de la personalidad; y frente a b), que la per- interpretarse en el sentido del primer modelo indica-
sona tiene derecho a disponer sobre su propia vida. do, entonces tendremos que aceptar también que la
En definitiva, la discrepancia podría reducirse a dos Constitución prohíbe toda forma de eutanasia (tanto
maneras distintas de entender el derecho a la vida. la no voluntaria como la voluntaria, tanto la activa
En el primer caso -el de las posturas partidarias de como la pasiva), en cuanto que la eutanasia presu-
la alimentación forzada tal y como aparecen defen- pone, en efecto, que un individuo tiene derecho a
didas en 2.1.1 y 2.1.2- el derecho a la vida se en- morir. Naturalmente, no cabe entrar a discutir aquí
tiende -cabría decir- en un sentido análogo a lo un problema tan complejo como el de la eutanasia,
que supone el derecho a la educación del artículo 27 pero creo que sí puede decirse sin temor a equivo-
de la Constitución: el titular del derecho -el niño- carse que hayal menos una forma de eutanasia (la
tiene derecho a ser educado, pero no a no serio (él eutanasia pasiva y voluntaria) que moralistas, juris-
-o sus padres- no pueden elegir entre ir o no ir tas y médicos consideran en general como lícita. V
al colegio) y el Estado debe no sólo abstenerse de si esto es así, ello quiere decir que, por razones de
impedir que los niños se eduquen, sino que también, coherencia, hay que descartar la interpretación
y fundamentalmente, debe poner los medios para constitucional del derecho a la vida en que se apo-
que esto sea posible. En el segundo caso -el de ya 2.1.2.
quienes están en contra de la alimentación forza- 3.1.3. La argumentación recogida en 2.1.3 diri-
da- el derecho a la vida se entiende -podríamos gida a sostener la licitud de la alimentación forzada
decir- de manera análoga a como se configura el de los presos en huelga de hambre no se basa ya
derecho al libre acceso a la cultura del artículo 44.1 en la aceptación de los dos extremos a) y b) en que
de la Constitución: que tengamos este derecho su- descansaban las dos anteriores líneas argumentati-
pone que somos libres de acceder o no a la cultura vas, sino en las premisas indicadas como 2.1.3 a),
-en esto se diferencia del derecho a la educa- 2.1.3 b), 2.1.3 e) y 2.1.3 d). Se trata de un plantea-

34
miento indudablemente original que, sin embargo, ría de su derecho a la libertad de expresión el preso
no me parece del todo sólido. del GRAPa que criticara las medidas de dispersión
En primer lugar, porque parte de una concepción tomadas por el Gobierno- no pueda hacerse otro
que juzgo equivocada del derecho subjetivo en ge- tanto con el derecho a la vida.
neral y del derecho a la vida en particular. Lo prime- 3.2. La fundamentación ofrecida en 2.2 contiene
ro, porque hay derechos subjetivos -por ejemplo, en realidad dos tesis, una de las cuales me parece
el derecho a la educación o a no ser torturado- acertada, y la otra no. La primera tesis consiste en
cuyo contenido no es una acción que sea facultati- negar que se pueda alimentar forzadamente a pre-
va para el titular del mismo: tenemos derecho a sin- sos que libre y conscientemente no desean ser ali-
dicarnos o a no sindicarnos, pero los niños no tie- mentados; la segunda afirma que se les puede ali-
nen derecho a educarse o a no educarse, ni tene- mentar forzadamente una vez que han perdido la
mos tampoco un derecho a dejarnos o no torturar. consciencia.
Lo segundo, porque parece sugerir un modelo de in- A su vez, la primera tesis puede justificarse -de
terpretación del derecho a la vida -sería un tercer acuerdo con el esquema de argumentación ofrecido
modelo que no coincide con ninguno de los dos an- anteriormente-- de dos maneras. Una de ellas es la
teriores- que no me parece aceptable. Ahora, el de- que se contiene en los puntos 2.2 a), 2.2 b), 2.2 e)
recho a la vida no sería ya análogo a la cultura, sino y 2.2 d) y, en mi opinión, es substancialmente
al derecho a la libertad de expresión (o al derecho correcta. La otra es la que se expresa en el punto
a la libre sindicación): tener este derecho significa 2.2 1) Y la juzgo equivocada. En el caso que nos ocu-
que somos libres de expresarnos en un sentido o en pa, me parece obvio que no se está simplemente
otro y que los demás -en particular, el Estado- no frente a un supuesto de «riesgo de muerte», sino de
puede impedirnos ejercer esta libertad, aunque tam- «muerte segura»: se sabe de toreros, trapecistas o
poco tengan por qué hacer nada para facilitárnosla; corredores de motos que han sobrevivido incluso a
de la misma manera, podemos vivir o dejar de vivir todas sus actuaciones profesionales, pero de nadie
y el Estado, naturalmente, no puede matarnos, pero que haya podido sobrevivir después de un determi-
tampoco tiene ningún deber positivo de preservar nado número de días sin alimentarse. Antes he in-
nuestra vida -o la de los presos-o Pero el Estado dicado que la huelga de hambre se distingue del sui-
sí que tiene un deber positivo de velar por la salud cidio porque el huelguista acepta la muerte (como
y la vida de los presos -y de los ciudadanos en ge- una consecuencia de su acción) pero no la desea
neral-; lo que ocurre es que no puede tomar me- (como un resultado de la misma). Ahora cabe aña-
didas encaminadas a este objetivo que vayan en dir que el huelguista de hambre -que lleva hasta el
contra de la voluntad de los afectados (los argumen- extremo su actitud- se diferencia de quien acepta
tos recogidos en 2.2 a), 2.2 b), 2.2 e) y 2.2 ~ me pa- -profesional mente o no- efectuar una actividad
recen, en este sentido, irreprochables). que supone un grave riesgo para su vida, porque el
En segundo lugar, la idea de que la huelga de primero sabe con seguridad que se va a morir, pero
hambre «sería constitucionalmente lícita si lo que se no así el segundo; en el primer caso, hay una co-
pretende es morir, no si lo que se intenta es presio- nexión de necesidad entre la actividad y la conse-
nar» se basa, pienso, en un error ocasionado, qui- cuencia, que falta en el segundo (en el que la pro-
zá, por no haber distinguido entre el resultado (que- babilidad puede ser más o menos alta).
rido) de una acción y sus consecuencias (no queri- La tesis que juzgo equivocada -la segunda te-
das). La huelga de hambre se distingue del suicidio sis- es, como he dicho, la de que se pueda alimen-
precisamente porque la muerte para el suicida es un tar forzadamente a los presos una vez que éstos han
resultado y para el huelguista de hambre tan sólo perdido la consciencia. Los argumentos aducidos
una consecuencia. Decir que la huelga de hambre para sostenerla (2.2 ee), 2.2 g) Y 2.2 h)) me parecen
sólo es lícita si lo que se pretende es morir, equiva- francamente débiles.
le a decir que nunca es lícita (pues el huelguista no En relación con 2.2 e) cabría hacer, entre otras,
quiere morir, sino que está dispuesto a morir para lo- las tres siguientes consideraciones críticas. La pri-
grar un determinado resultado -en este caso, pre- mera es que si se acepta lo sostenido ahí, parece
sionar al Gobierno-); esto, por otro lado, está en que también habría que aceptar que a un huelguista
contradicción con una afirmación del propio Aparicio de hambre -pero no recluido en una prisión- ha-
en el sentido de que «no cabe hablar de la ilicitud bría que alimentarle por la fuerza una vez que ha
genérica de la huelga de hambre». perdido la consciencia; pues el hecho de que uno
En tercer lugar, la idea de abuso de un derecho esté cumpliendo pena y el otro no (de acuerdo con
fundamental es seguramente una idea autocontra- lo sostenido en 2.2 a) y 2.2 e)) no es razón que jus-
dictoria, por lo menos si se acepta una concepción tifique una diferencia de trato a este respecto. Aho-
de los derechos como la que ha popularizado en los ra bien, yo no veo de qué manera se puede justifi-
últimos años R. Dworkin. Para este autor, tener un car moralmente una medida de este tipo (pensemos,
derecho -un derecho individual- significa tener un por ejemplo, en un Gandhi en huelga de hambre
triunfo frente a la mayoría; significa que ninguna di- para reivindicar que los países ricos eviten la muer-
rectriz política ni objetivo social colectivo puede pre- te por hambre en el Tercer Mundo).
valecer frente a él (cfr. R. Dworkin, Los derechos en La segunda consideración es que lo afirmado en
serio, Ed. Ariel, Barcelona, 1984, sobre todo el 2.2 e) llevaría a una consecuencia -si se desea ser
cap. 7). Y, en todo caso, no se ve por qué si el de- coherente-- que me parece inaceptable. Pues si se
recho a la libertad de expresión puede ejercerse niega que un individuo pueda tomar -libre y vol un-
para presionar sobre la política penitenciaria del Go- tariamente-- decisiones para los casos de pérdida
bierno -no creo que Aparicio pensara que abusa- de consciencia, habría que rechazar también institu-

35
ciones como el testamento vital; y ello, a su vez, lle- un determinado propósito como consecuencia de
va, por lo menos, a complicar innecesariamente los haber ejercido su derecho. Obviamente, debemos
problemas que plantea la eutanasia no voluntaria (es respetar el derecho de libertad de expresión y, en
decir, no los supuestos en los que la persona a la ese sentido, no cabe prohibir que alguien escriba un
que se da muerte es capaz de consentir pero no lo artículo, por ejemplo, en defensa de la actual regu-
hace -eutanasia involuntaria-, sino aquéllos en lación del tráfico de drogas en el Código Penal; pero,
que la persona no es capaz de elegir entre la vida desde luego, no hay por qué procurar que la perso-
y la muerte). na en cuestión logre su propósito de convencer a la
La tercera consideración es que 2.2 e) supone to- opinión pública o a los legisladores de sus tesis y,
mar una medida paternalista que me parece injusti- desde mi punto de vista, haríamos incluso bien si tra-
ficada. Por ccmedida paternalista» entiendo una me- táramos de contrarrestar esa influencia escribiendo
dida que se establece con el fin de obtener un bien un artículo refutando aquellas tesis. De manera aná-
para una persona o grupo de personas y sin contar loga, no veo ninguna razón que nos deba mover a
con su aceptación. Yo no dudo de que hay casos interpretar las normas, o a tomar decisiones, en or-
en que puede estar justificado actuar paternalista- den a favorecer que los presos del GRAPO puedan
mente. Concretamente, pienso que lo está si se dan mantener su cccapacidad de presión», que no es más
estas tres condiciones (cfr. M. Atienza, Discutamos que un objetivo perseguido en el ejercicio de un de-
sobre paternalismo, en ccDoxa», n.O5, pp. 203-214): recho fundamental, pero que no forma parte del con-
1) la medida está realmente encaminada hacia la tenido de dicho derecho.
consecución del bien objetivo de una persona o una Finalmente, el argumento de evitar que se abran
colectividad; 2) los individuos o la colectividad a que paso ccrazones de Estado», indicado en 2.2 h), no
se destina la medida no pueden prestar su consen- me parece tampoco convincente, por dos razones.
timiento por poseer algún tipo de incapacidad bási- Una es que el argumento es en sí mismo débil, pues
ca -transitoria o n~, y 3) se puede presumir ra- no pretende decir que si se toma la medida contra-
cionalmente que éstos prestarían su consentimiento ria a la que se quiere defender -es decir, si no se
si no estuvieran en la situación de incapacidad indi- les alimenta en la fase de inconsciencia- se pro-
cada en 2) y, por tanto, conocieran cuál es realmen- duzca con ello un mal, sino simplemente que existe
te su bien. Puede aceptarse que en este caso se da el riesgo de que con ocasión de ello se cause un
la condición 1) Y también -en la medida en que es- mal. En el fondo se trata del mismo argumento de
tán inconscientes- 2), pero, desde luego, no pue- la ccpendiente resbaladiza» que suelen esgrimir quie-
de decirse lo mismo en relación con 3), siempre y nes están en contra de cualquier forma de eutana-
cuando se suponga (como se hace en todas las de- sia (se empieza justificando algunos tipos muy limi-
cisiones judiciales y opiniones recogidas) que el in- tados de eutanasia y se termina en el genocidio nazi)
dividuo (el preso del GRAPO) tomó su decisión de y cuya fuerza me parece limitada. La otra razón es
prolongar la huelga de hambre hasta la muerte con que el argumento está mal dirigido, en el sentido de
pleno conocimiento de causa y de manera libre y que el destinatario del mismo lo sería en todo caso
voluntaria. el Gobierno, pero no los jueces. La posición del Go-
El argumento contenido en 2.2 g) también sugeri- bierno es aquí esencialmente distinta de la de los
do en 2.1.2 d), en el sentido de que sólo de esta for- jueces, en cuanto que aquél puede tomar decisio-
ma -alimentando al preso cuando está en estado nes que eviten ese riesgo -por ejemplo, modificar
de inconsciencia- se respeta la huelga de hambre su política penitenciaria, negociar con los presos,
reivindicativa como ejercicio de un derecho funda- etc.- que están fuera de la competencia de los jue-
mental, me parece vulnerable desde dos puntos de ces. Por eso mismo, el que la postura que voy a de-
vista. Por un lado, parece verdaderamente discuti- fender a continuación coincida aparentemente con
ble que la medida en cuestión pueda tener los efec- la propugnada por Thatcher no me parece que sea
tos que pretenden sus partidarios: si se espera a lle- un motivo de mayores preocupaciones.
gar al estado de inconsciencia -e incluso antes- 4. Mi punto de vista al respecto es, en efecto,
la situación puede ser ya irreversible, de manera que que los jueces deberían haber fallado en el sentido
realmente no se logra salvar la vida del huelguista de no autorizar a alimentar por la fuerza a los pre-
(cfr. el fundamento sexto del auto 16/90, de 16-2, de sos del GRAPO, tampoco cuando éstos han perdi-
la Sala Primera de la Audiencia Provincial de Zara- do la consciencia, y siempre sobre la base de que
goza); e incluso si se lograr salvarla, no parece que su decisión de prolongar la huelga de hambre hasta
sea ésta una medida que pueda prolongarse indefi- el final la han tomado con pleno conocimiento de
nidamente. Por otro lado, el argumento en cuestión causa y de manera libre y voluntaria. Los argumen-
presupone una concepción por lo menos discutible tos en que me baso para ello son substancialmente
de los derechos fundamentales. Si alguien tiene un los que configuran lo que he denominado la primera
derecho fundamental -por ejemplo, a vivir o a mo- tesis contenida en 2.2. A esos argumentos añadiré
rir-, ello significa que contra su derecho no pueden aquí sólo tres consideraciones que me permitirán
prevalecer -al menos en principi~ consideracio- precisar mi postura al respecto.
nes a partir del interés general o de conveniencias La primera consideración es que lo que se sostIe-
públicas. Pero, naturalmente, una cosa es que de- ne en 2.3 -lo que pretendo sostener aquí- es que
bamos respetar ~ que el Estado debe respetar- el estado de inconsciencia no justifica que se pueda
este derecho del individuo aun cuando ello resulte alimentar por la fuerza a un preso -o, en general,
en perjuicio de otros, de la política del Gobierno, etc., a una persona- que haya manifestado claramente
y otra cosa es que se deba hacer lo posible para per- su voluntad en sentido contrario. Pero con ello no
mitir que el titular de un derecho fundamental logre quiero decir que nunca sea iícito hacerlo, es decir,

36
que en ningún caso se pueda alimentar por la fuer- ción sostenida en 2.2, no es la concepción del de-
za a un preso en huelga de hambre. Podría hacer- recho a la vida ni la idea de que existe algún caso
se, por ejemplo, en un supuesto en que concurrie- en que se pueda alimentar por la fuerza a un preso,
ran las circunstancias antes indicadas para configu- sino la línea de demarcación que separe los casos
rar un caso de paternalismo justificado. Concreta- en que sería lícito hacerla de los otros, habría de su-
mente, estaría justificado hacerla si hubiera razones gerir aquí otro criterio alternativo al de la conscien-
sólidas para pensar que los huelguistas no han to- cia-incosciencia de los presos.
mado su decisión de manera libre, sino presionados Para ello me parece interesante volver de nuevo
por su organización, lo que quizá no sea del todo a Dworkin y, concretamente, a una distinción que él
descartable en relación, al menos, con algunos de traza en diversos escritos (cfr., por ejemplo, A mat-
ellos. ter of PrincipIe, Clarendon Press, Oxford, 1986,
caps. 18 y 19) entre argumentos de principio y ar-
La segunda consideración concierne a la configu-
gumentos consecuencialistas (arguments of policy).
ración del derecho a la vida que, obviamente, está
Los primeros son argumentos dirigidos a establecer
en la base de todos los argumentos esgrimidos en
~ justificar un derecho individual; los segundos se di-
uno u otro sentido. Anteriormente he distinguido tres
rigen a establecer o justificar un fin o interés gene-
formas distintas de conceptualizar dicho derecho y
ral; en caso de contradicción (y salvo supuestos ex-
me he decantado en favor del segundo modelo: el
tremos) los argumentos de principio deben prevale-
derecho a la vida implica que se tiene derecho a vi-
cer sobre los argumentos consecuencialistas. Pues
vir o a morir y que los demás -y, en su caso, el Es-
bien, si configuramos el derecho a la vida como un
tado- tienen no sólo deberes negativos, sino tam-
derecho fundamental según el modelo antes indica-
bién deberes positivos en orden a garantizarnos la
do, entonces ello quiere decir que frente a él no pue-
vida. Ahora debo añadir que, aunque el derecho a
den prevalecer consideraciones consecuencialistas
la vida implique que se pueda tomar también la op-
como, por ejemplo, el hecho de que el ejercicio de
ción de no vivir, de morir, ello no quiere decir que
este derecho podría hacer fracasar una determina-
sea un derecho de libre disposición, en el sentido da política del Gobierno o de que ocasionaría deter-
fuerte de esta expresión. El derecho a la vida se dis- minados problemas al funcionamiento de las institu-
tingue en este aspecto del derecho a la propiedad y ciones penitenciarias. El derecho a la vida (y, por
se asemeja al derecho de voto o al derecho de ele- tanto, a la muerte) de los presos del GRAPO sólo po-
gir una determinada religión. Uno puede disponer li- dría limitarse si su ejercicio afectase a derechos fun-
bremente de su propiedad y transmitir en conse- damentales de otros o supusiera consecuencias ver-
cuencia a otro sus derechos sobre un determinado dad~rament~ extremas (poner en peligro el funcio-
objeto; pero no puede vender su voto o hacer un namiento mismo de las instituciones penitenciarias,
contrato renunciando en el futuro a adherirse a un entrañar un riesgo para el sistema democrático oca-
determinado credo religioso aunque, naturalmente, sionar gastos económicos de extraordinaria entidad,
pueda votar o no votar y adherirse a una religión o etc.). Como me parece que no estamos frente a nin-
a otra. guno de estos supuestos, entiendo que los jueces
y la tercera consideración es que, puesto que no deberían haber autorizado la alimentación por la
-como ya he dicho- lo que falla es la argumenta- fuerza de estos presos.

37

Вам также может понравиться