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Educación

Por Roberto Martínez (17-May-1997).-

Los maestros dan un servicio indispensable a nuestra sociedad, sin embargo, por la
miopía social y el egocentrismo de muchos de nuestros líderes, han ido perdiendo
el respeto y el lugar que merecen. Son los líderes que han abierto la puerta a las
ideologías materialistas, las cuales nos hacen creer que las personas valen por lo
que tienen, según una escala económica, sin poner atención a sus funciones
sociales.

Los medios de comunicación también fomentan esto, ya que por lo general nos
abren una ventana para conocer más de cerca la vida de los ricos y famosos, y
conceden poco espacio a los que perciben bajos salarios.

En la mayoría de los países, el trabajo de un maestro nunca es bien remunerado


porque el costo social que implica contar con profesionistas mal capacitados se deja
fuera de la ecuación a la hora de calcular los honorarios "justos" para los
educadores.

¿Cuánto le cuesta a la sociedad un profesionista mediocre? Ciertamente es difícil de


calcular. ¿Qué tal un ingeniero civil que no sabe determinar bien los cimientos y las
estructuras que se requieren para una obra? Al momento de que se viene todo
abajo, como ya ha sucedido varias veces en nuestra ciudad, sabemos que todos los
recursos materiales y de tiempo se desperdiciaron.

Es necesario que los maestros no sean indiferentes ante la ignorancia de sus


alumnos. ¿Pero cómo han de mostrar interés si no pueden dejar de buscar la
manera para cubrir sus necesidades más básicas? ¿Cómo puede una persona, que
por seguir su vocación educativa en las circunstancias actuales ha fracasado como
proveedor de un hogar digno, ser un ejemplo para los jóvenes, que los inspire a
dedicarse con responsabilidad al estudio? Primero hemos de cuidar del hombre
para que pueda después ser un gran maestro. No es cuestión de caridad, sino de
solidaridad y continuidad.
Si la educación es la mejor herencia que podemos dejar a las nuevas generaciones,
¿vamos a ser apáticos ante la falta de calidad en la misma?

Creo que un cambio es prioritario. La apatía nos ha llevado al atraso tecnológico, al


desempleo, a la crisis y a la corrupción. Necesitamos maestros que enseñen a los
jóvenes a comprometerse con su país para resolver con creatividad y formación, de
una vez por todas, los problemas que nosotros mismos nos creamos. El "ahí se va"
ya no funciona; el Cuerno de la Abundancia abunda en inútiles.

Cuentan que el General Wellington, el que derrotó a Napoleón Bonaparte, quiso


volver a Inglaterra a ver la escuela militar donde se había formado, y dijo a los
cadetes y oficiales: "Mirad, aquí se ha ganado la batalla de Waterloo".

Los niños y jóvenes de hoy serán mañana los que protagonicen las batallas en la
vida y éstas serán ganadas con esfuerzo y dedicación, pero no un esfuerzo bruto,
sino bien instruido por un buen maestro.

Dice un dicho que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. No me
equivocaría al decir que igual se puede decir que una gran persona,
independientemente de su sexualidad, tiene o contó con el apoyo de un gran
maestro. Un instructor es un gran maestro cuando no sólo transmite
conocimientos certeros a sus alumnos, sino que además les enseña con el ejemplo a
cultivar hábitos que los llevarán a ser personas de éxito.

Esto es muy importante, algunos piensan que hacen el bien al abandonar los
conocimientos probados, los caminos ya recorridos. Otros tiran lo que conocen
como la verdad, y proclaman doctrinas esotéricas para agradar a los demás, para
causar asombro, para aparentar sabiduría y en casos graves para defraudar. Estas
personas siembran falsas ilusiones y sus alumnos desperdician su vida, tratando de
alcanzar algo que no existe. El buen maestro debe ser fiel a la verdad y enseñarla
sin amarguras para transmitir optimismo, respetando así, la frescura de la vida de
sus pupilos.
El catedrático tiene la obligación de enriquecer la inteligencia de los alumnos con
los conocimientos culturales y requiere para esto de una gran caridad, paciencia sin
límites y profunda humildad. Adicionalmente la sociedad ha dificultado su labor al
darle la carga adicional de soportar un sueldo de hambre. La caridad, la paciencia y
la humildad son virtudes que enaltecen, la capacidad para sufrir de hambre no es
una cualidad que debemos imponerles.

Es urgente mejorar la calidad y la cantidad de la educación en México. La mejor


estrategia es comenzar con los maestros ya que ellos son el medio principal para
educar a los estudiantes. Las aulas y los libros son después. Nuestros educadores
necesitan capacitación, actualización y una mejor compensación. Sobre todo
necesitamos desarrollar en ellos la capacidad de hacer de sus alumnos personas
sensibles a los valores éticos y a los grandes ideales.

La crisis y el desempleo no deben de ser justificantes para mantenerlos oprimidos,


porque su función social es prioritaria. Todo lo que el Gobierno se ahorre hoy
limitando el presupuesto educativo lo gastará en acciones correctivas mucho más
costosas el día de mañana.

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