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LA CORRUPCION EN LA PROSPERIDAD
Por: Melvin Mañ ó n
Todas las civilizaciones y las formas de poder institucionalizado conocidas han llevado consigo sus
propias formas de corrupció n y abuso de poder. Las modalidades y la intensidad de una y otra han
variado marcadamente segú n el nivel de institucionalidad o el momento histó rico, pero siempre
han estado allí, inseparables. Lo que es verdaderamente nuevo ha sido la manera y la escala en que
todos los pará metros conocidos de corrupció n han sido desbordados.
La corrupció n política, por ejemplo, es frecuente e injustamente equiparada con el peculado, que no
es má s que la apropiació n ilegal en beneficio personal de recursos pú blicos. Cuando se habla de
corrupció n política debe incluirse la prevaricació n, el fraude, el trá fico de influencias, la estafa y
otras conductas delictivas. Evidentemente que todos sabemos que la impunidad estimula la
corrupció n política. Algunos sabemos, incluso, que la tolerancia social y la ausencia de sanció n legal
se combinan para fomentar el mal.
Ahora bien, ¿có mo explicar la expansió n exagerada de la corrupció n política? De hecho, ¿có mo
explicar que la corrupció n haya pasado de conducta marginal a principal? Las ú ltimas dos décadas
han presenciado una transformació n inusitada en buena parte del mundo. Antes, al enjuiciar alguna
obra de gobierno se hablaba de algú n funcionario o empleado corrupto. Hoy en día se menciona,
como excepció n, el caso de algú n funcionario sobre el que no se ensañ e la sospecha generalizada y
pú blica por corrupto. Lo excepcional y lo generalizado se ha invertido.
La corrupció n política (o si se prefiere la corrupció n de los políticos, para indicar que afecta por
igual el ejercicio de la profesió n incluso cuando los políticos no está n en el poder), debe gran parte
de su expansió n al reclamo de la prosperidad. La labor, el ejercicio político y las posiciones pú blicas
dejaron de ser servicios para convertirse en fuente de ingreso y estas fuentes no tendrían sentido si
no fueran capaces de competir con otras actividades en la producció n de bienestar.
La corrupció n política, posiblemente má s que ninguna otra, es la má s perversa de todas las formas
de corrupció n no tanto porque se consuma a expensas del bien pú blico, sino porque, con
frecuencia, involucra –como có mplice o reclamante- a la propia familia. La esposa y los hijos de los
funcionarios hacen reclamos de prosperidad. Quieren viajes, casas, autos, cuentas, lujos. Sienten
que necesitan estar a la altura de los demá s. Ponen presió n sobre los funcionarios cuando estos no
han tomado claramente la iniciativa. Le recriminan su lentitud –cuando la tienen- enriquecerse. Le
recuerdan –si advierten reservas, temores o escrú pulos- que tal vez nunca má s tengan otra
oportunidad, le exigen pensar en su familia, ver con franqueza el futuro. Junto a estas presiones
corruptoras le ofrecen asistencia espiritual para que se sienta menos mal, asegurá ndole que no
pasará nada, que todos los otros políticos hacen lo mismo, que no se puede ser estú pido y que es
indispensable aprovechar la oportunidad; que después de todo para eso se “sacrificó ”, verbo que
con el cual reemplazan al que verdaderamente le corresponde pero que no es de buen gusto
emplear: apostó .
3. ¿Por qué el autor considera la corrupción política como “la más perversa de
todas las formas de corrupción”?
a) Porque se produce a expensa del bien pú blico.
b) Porque la propia familia se hace có mplice o reclamante.
c) Porque es indispensable aprovechar la oportunidad.
Párrafo no.1
• Escriba la oració n principal
Todas las civilizaciones y las formas de poder institucionalizado conocidas han llevado
consigo sus propias formas de corrupció n y abuso de poder.
=Lo que es verdaderamente nuevo ha sido la manera y la escala en que todos los
pará metros conocidos de corrupció n han sido desbordados.
Párrafo no.2
• Escriba la oració n principal
Párrafo no.3
-Las ú ltimas dos décadas han presenciado una transformació n inusitada en buena parte del
mundo.
-Hoy en día se menciona, como excepció n, el caso de algú n funcionario sobre el que no se
ensañ e la sospecha generalizada y pú blica por corrupto.
Párrafo no.4
La labor, el ejercicio político y las posiciones pú blicas dejaron de ser servicios para
convertirse en fuente de ingreso y estas fuentes no tendrían sentido si no fueran capaces
de competir con otras actividades en la producció n de bienestar.
El ejercicio político dejo de ser un servicio para convertirse en una fuente de ingreso
siendo mejor para su beneficio propio proveer producció n solo para su bienestar.
Párrafo no.5
-Quieren viajes, casas, autos, cuentas, lujos. Sienten que necesitan estar a la altura de los
demá s.
-Ponen presió n sobre los funcionarios cuando estos no han tomado claramente la
iniciativa.
- Le recuerdan –si advierten reservas, temores o escrú pulos- que tal vez nunca má s tengan
otra oportunidad, le exigen pensar en su familia, ver con franqueza el futuro.
-Junto a estas presiones corruptoras le ofrecen asistencia espiritual para que se sienta
menos mal, asegurá ndole que no pasará nada, que todos los otros políticos hacen lo mismo,
que no se puede ser estú pido y que es indispensable aprovechar la oportunidad; que
después de todo para eso se “sacrificó ”, verbo que con el cual reemplazan al que
verdaderamente le corresponde pero que no es de buen gusto emplear: apostó .