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AÑO 2011
Reconoció el derecho que tienen las personas del mismo sexo a conformar una
familia y en la cual exhortó al Congreso de la República para que legislara en
materia de derechos de parejas del mismo sexo.
AÑO 2013
AÑO 2014
SENTENCIA T 942 / 14
En el mismo artículo se señala que los hijos habidos en el matrimonio o por fuera
de él, adoptados o procreados naturalmente o con asistencia científica tienen
iguales derechos y deberes. Proyectando de esta forma, el principio de igualdad
en el núcleo familiar, esta última consideración en relación a los hijos, cobra
especial relevancia cuando se trata de analizar familias conformadas por los hijos
procreados por la pareja y los habidos fuera del matrimonio o fuera de la unión
marital.
AÑO 2015
SENTENCIA T 070 / 15
AÑO 2016
SENTENCIA T 074 / 16
AÑO 2017
SENTENCIA T-316 / 17
PRONUNCIAMIENTO DE LA CORTE:
6 Se impone revocar el fallo y conceder el amparo dejando sin efecto el fallo del
17 de enero de 2018 para adoptar las medidas pertinentes para dar trámite a la
demanda formulada.
AÑO 2019
Se consideró que el legislador incurrió en omisión al no incluir expresamente en el
primer orden hereditario a los hijos de crianza, desconociendo que el vínculo filial
se desprende del amor, respeto y la solidaridad que tienen para con sus padres.
PRONUNCIAMIENTO DE LA CORTE:
1. Se constata que existe una norma sobre la cual se predica una presunta
omisión, artículo 1045 del Código Civil, subrogado por el artículo 1º de la Ley 1934
de 2018. Esta disposición establece que “los hijos legítimos, adoptivos y
extramatrimoniales, excluyen a todos los otros herederos y recibirán entre ellos
iguales cuotas sin perjuicio de la porción conyugal”. La norma no incluye a los
hijos de crianza dentro del primer orden hereditario.”
2. Indica que los hijos de crianza son una categoría de sujetos que ha sido
creada por la jurisprudencia constitucional como un concepto, dentro del concepto
de familia de crianza, pues bajo circunstancias particularistas surge a partir de
“vínculos de afecto, solidaridad y respeto entre personas que no tienen un vínculo
de parentesco civil o consanguíneo”.
3. Aunque esta relación ha sido protegida por la Corte Constitucional, dicha
protección ha sido excepcional, dando alcance a los principios determinados, que
pudieran estar flagrantemente violentados, como por ejemplo:
· Interés superior del niño,
· prohibición de discriminación por el origen familiar,
· el principio de solidaridad y corresponsabilidad de las familias extensas
quienes, tomando el lugar de los padres, asumen el cuidado de los niños, quienes
a opinión de la Sala Plena, “no son una categoría de sujetos comparable con
aquellos incluidos en la norma demandada.”.
3. Recuerda lo anunciado por la Sala en proveído C-359 de 2017, en donde
consideró que el reconocimiento de protección de las llamadas familias de
crianza y a otro tipo relaciones familiares que también puedan surgir de
situaciones de facto basadas en lazos de afecto, ayuda mutua, respeto, socorro y
solidaridad, es en principio, atribuible a la jurisprudencia, y, en ese ámbito, no se
acredita (…) la existencia de una norma constitucional que imponga al legislador
un mandato concreto para su reconocimiento.
4. No se pueden extender los efectos normativos que la legislación civil establece
para las familias consanguínea y adoptiva a las familias de crianza, dado que no
son categorías análogas.
5. La proporción de la familia de crianza, no depende de elementos generales y
abstractos establecidos en la ley, sino de circunstancias muy particulares que solo
se pueden identificar caso a caso y para los que no existe una regulación
legislativa que sea subsanable por omisión, dado que traspasa un ámbito más
personal e íntimo. De manera tal que lo que materialmente existe para la Corte es
una omisión legislativa absoluta, frente a la cual la Corte Constitucional no tiene
competencia y por ende se declaró inhibida para resolver.
5. No se ha planteado en el ordenamiento jurídico colombiano una regulación
concreta para la familia de crianza, pues su reconocimiento y protección se ha
dado caso a caso en el ejercicio del control concreto de constitucionalidad.
6. La crianza no es un hecho que la ley haya previsto como fuente de filiación.
FAMILIA DE CRIANZA
Durante los últimos meses, se ha venido discutiendo si los llamados «hijos de
crianza» tienen iguales derechos y obligaciones que los hijos legítimos,
extramaritales y adoptivos. El debate tiene origen, de un lado, en una demanda
que cursa actualmente ante la Corte Constitucional contra el artículo 1045 del
Código Civil, que pide declararlo condicionalmente exequible, porque, según el
demandante, contraría la Constitución Política, vulnera el derecho a la igualdad y
afecta el principio de solidaridad social. Y, del otro, en reciente sentencia de tutela
proferida por la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia contra una decisión de
un juez de familia ante el cual se presentó una demanda con el objeto de que dos
personas fueran declaradas «padres de crianza», porque habían asumido el rol de
«verdaderos padres» desde la primera infancia de la demandante.
Vamos por partes.
Hoy se acepta que la familia que protege la Constitución Política es aquella que se
constituye por vínculos naturales o jurídicos, o por la simple voluntad de
conformarla, cuando se da una «relación de solidaridad y ayuda mutua, en la que
aspectos como el parentesco o la conformación de parejas son rasgos que
pueden concurrir o no» .
Nadie discute la existencia de diferentes tipologías de familia, algunas carentes de
presupuestos formales, como las constituidas «al margen de vínculos biológicos,
como las familias de crianza, con las que no se comparte un parentesco».
Así, se ha dado un giro radical de la concepción de las fuentes de la familia, a
través de la jurisprudencia constitucional.
Algunas observaciones
A nuestro juicio, sin poner en entredicho esas apreciaciones relativas a lo que
pudiéramos denominar «un nuevo concepto de familia», este no puede verse
como un carácter tan absoluto frente al tema de la filiación y al de los legitimarios,
por varias razones, a saber.
Porque la filiación guarda relación directa con el estado civil, el cual es indivisible,
en el sentido de que una misma persona no puede tener varios estados civiles, e
indisponible, por cuanto no puede ser objeto de acuerdo, conciliación o
transacción entre las personas.
Porque no se concibe cómo, por ejemplo, una persona podría registrarse como
«hijo de crianza», y seguir vigente la inscripción de su nacimiento como hijo de
padre y madre bilógicos.
Porque el artículo 14 de la Constitución Política consagra el derecho al
reconocimiento de la personalidad jurídica. Toda persona, por el solo hecho de
existir, tiene determinados atributos jurídicos, inseparables de ella. Por tanto, cada
acto o hecho debe ser inscrito en el correspondiente registro, y cualquier acción de
reclamación, modificación o corrección del estado civil, implica un cambio de este,
como, por ejemplo, cuando el inscrito es hijo matrimonial, extramatrimonial o
adoptivo. Entonces, ¿cómo podría una persona tener dos estados civiles, uno
como hijo de crianza de otra u otras, y, otro, el de hijo de padre y/o madre
biológicos, o de sus adoptantes?
Porque la filiación crea derechos y obligaciones entre padres e hijos, que
expresamente relacionan los artículos 250 y siguientes del Código Civil y guardan
armonía con el inciso sexto del artículo 42 de la Constitución Política, el cual
asigna iguales derechos y deberes a los hijos habidos en el matrimonio o fuera de
él, adoptados o procreados naturalmente o con asistencia científica.
Porque, acaso, el más importante de esos derechos se relaciona con el ejercicio
de la patria potestad, reglamentada en los artículos 282 y siguientes del Código
Civil, el cual supone la representación legal de los hijos menores de edad, así
como la administración y el usufructo legal de los bienes de estos.
CORTE INTERAMERICANA
Los Estados Parte pondrán el máximo empeño en garantizar el reconocimiento del
principio de que ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a
la crianza y el desarrollo del niño. Incumbirá a los padres o, en su caso, a los
representantes legales la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo
del niño. Su preocupación fundamental será el interés superior del niño. A los
efectos de garantizar y promover los derechos enunciados en la presente
Convención, los Estados Parte prestarán la asistencia apropiada a los padres y a
los representantes legales para el desempeño de sus funciones en lo que respecta
a la crianza del niño y velarán por la creación de instituciones, instalaciones y
servicios para el cuidado de los niños. Los Estados Parte adoptarán todas las
medidas apropiadas para que los niños cuyos padres trabajan tengan derecho a
beneficiarse de los servicios e instalaciones de guarda de niños para los que
reúnan las condiciones requeridas. comentario: La crianza de los niños es
responsabilidad de los padres o representantes legales, quienes deben guiarse
por el interés superior del niño, que como vimos en el Artículo 5 es el conjunto de
todos los derechos establecidos en esta Convención. Hombres y mujeres tendrán
iguales obligaciones en cuanto a la crianza de los hijos. ¿Por qué muchas mujeres
en Guatemala después de una separación o divorcio deben pelear la pensión
alimenticia? ¿Afecta su carencia a la madre o al hijo o hija? ¿Da el sistema de
justicia la debida importancia a este derecho? El Estado debe proveer a padres o
representantes legales de todos los recursos para cumplir con esta
responsabilidad, incluyendo la creación de guarderías para apoyar a los padres
que trabajan.
TEORÍA COLOMBIANA
En este orden de ideas, podemos encontrar en la actualidad innumerables
procesos que dan cuenta de las transformaciones que ha sufrido la familia, en el
mundo y por supuesto en Colombia, como son los matrimonios entre parejas del
mismo sexo, la adopción por parte de homosexuales, menos reciente las uniones
maritales... y por supuesto la familia de crianza considerando dentro de esta
necesariamente al hijo de crianza que en este caso se erige como nuestro objeto
de estudio. Podemos encontrar en nuestra Constitución y en general en el
ordenamiento jurídico un conglomerado de normas, que hacen relación a la
familia, principalmente el artículo superior, que consagra al interior del título
correspondiente a los derechos fundamentales, el derecho a formar y tener una
familia, garantía no solo inherente a los menores especialmente protegidos por la
legislación de nuestro país, sino también reconocida a todos por el simple hecho
de ser personas. Tal derecho a la familia de acuerdo a la reglamentación actual
será reconocida en el ámbito jurídico mientras se encuentre constituida bien sea
por vínculos naturales o jurídicos. Así pues, nos enmarcamos en la estructura de
familia y los hijos que esta entraña y que deben ser tenidos en cuenta para efectos
jurídicos de acuerdo a los postulados de la Constitución de 1991.
Las doctrinas estudiadas encuentran sustento en múltiples y variadas razones.
Así, en el caso colombiano, el reconocimiento de las familias de crianza halla
justificación en la necesidad de proteger a aquellas personas, especialmente
menores, que sin tener vínculos de consanguinidad o legales con un determinado
núcleo familiar, fueron tratadas como parte de este. La protección de dichos
sujetos se fundamenta en los artículos 1. y 95 de la Constitución Política de
Colombia. De allí que a través de la doctrina de las familias de crianza se hagan
realidad importantes mandatos de la Constitución, al desarrollar, por una parte, el
deber de solidaridad social que tienen todos los colombianos, y, por otra, el deber
de protección integral de la familia que tienen a su cargo tanto el Estado como la
sociedad colombiana. En tal caso no se modifica el parentesco. El reconocimiento
de las familias de crianza encuentra también justificación en la necesidad de
garantizar la prevalencia de lo sustancial sobre lo formal. Así, bajo esta forma de
familia, prevalece la voluntad inequívoca de padres e hijos de conformar una
familia basada en el buen trato, el afecto y la asistencia mutua. Esta presunción
encuentra fundamento legal en múltiples normas e instrumentos nacionales e
internacionales la Convención sobre los Derechos del Niño, artículos 7-1 y 9-1, la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño . Ahora bien: la
presunción en favor de la familia biológica puede ser desvirtuada cuando su
mantenimiento o reconocimiento no permite garantizar el bienestar del menor, o
conlleva riesgos o peligros para este. De allí que la presunción deje de operar en
el caso de menores que han sido criados dentro del marco de una familia de
crianza, en donde se entiende que el interés superior del menor se satisface de
mejor manera al no ser interrumpido su proceso de desarrollo como consecuencia
de su ubicación familiar.
En el caso colombiano, acogiendo la jurisprudencia de tribunales internacionales
como la Corte Europea de Derechos Humanos, se ha señalado que cuando un
menor de edad ha sido separado de su familia biológica para ser cuidado por una
familia diferente durante un periodo de tiempo lo suficientemente amplio para
desarrollar vínculos afectivos entre el menor y los integrantes de la segunda
familia, y la modificación de dichos vínculos afectaría el interés superior de aquel,
la protección derivada del derecho del menor a tener una familia y a no ser
separado de ella se transfiere a la familia de crianza. En otras palabras, la
protección de la familia biológica cede su espacio para proteger a la familia de
crianza del menor. En virtud del deber de protección a las familias de crianza
contra toda forma de discriminación, el Estado debe ofrecer las mismas garantías
y prerrogativas reconocidas a las familias constituidas a partir de lazos naturales.
De allí que, por ejemplo, la jurisprudencia nacional haya señalado que quien hace
parte de una familia de crianza tiene el derecho a acceder a las mismas
indemnizaciones y prestaciones que le corresponden a los familiares de sangre.
Igualmente, ha ordenado el pago de pensiones e indemnizaciones a los hijos de
crianza, y reconocido a estos como beneficiarios de planes de salud o como
miembros de clubes de trabajadores. En consonancia con lo anterior, la familia de
crianza impone a sus integrantes la asunción de derechos y deberes que
comúnmente tienen los miembros de una familia biológica. Adicionalmente, los
padres deben velar por que sus hijos disfruten de un ambiente propicio para el
ejercicio de sus derechos y con las atenciones requeridas para su desarrollo
integral. Asimismo, la jurisprudencia constitucional colombiana consideró,
inicialmente, que con la familia de crianza surgía una relación de parentesco.
Por lo tanto, dicha relación implicaba, atendiendo el derecho a la igualdad, que
existían idénticas consecuencias jurídicas en materia de derechos y obligaciones
entre las familias de crianza y las biológicas. En esta decisión, la Corte
Constitucional da un viraje importante a su postura, al señalar que los hijos de
crianza «no son una categoría de sujetos comparable» con los hijos por
consanguinidad o adoptivos y que la crianza no es fuente de filiación, al tratarse
de un asunto de competencia del legislador. En primer lugar, es concordante con
lo establecido en el artículo 67 del Código de la Infancia y la Adolescencia, el cual
determina que la familia de crianza no genera un vínculo de parentesco.