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Hay quienes creen que nada tienen que ofrecer como personas
y que sus ideas carecen de valor. Son personas que tienen una
baja auto-estima, y por consiguiente, se guardan sus comentarios e
ideas o sentimientos personales. Tienen dificultad en auto
-aceptarse.
Según John Powell , todos los seres humanos nos comunicamos al menos en cinco
(*)
Nivel 4: Hablar de los otros. En esta clase de charla nos conformamos con transmitir a los
demás lo que otro ha dicho, pero sin ofrecer ningún comentario personal de los hechos. Nos
limitamos a informar como lo haría un noticiero de TV. Intercambiamos información, chismes,
pero sin comprometernos en lo que sentimos al respecto.
Nivel 3: Mis ideas y juicios: Aquí es donde se inicia la comunicación real. La persona quiere
salir de su confinamiento solitario y se arriesga a comunicar sus ideas y decisiones. Sin
embargo, existe la cautela, y si la persona nota que aquello que dice no se acepta, dará marcha
atrás.
Nivel 2: Mis sentimientos y emociones: Ahora la persona dice lo que siente sobre hechos,
ideas y juicios. Los sentimientos que yacen bajo estas áreas quedan revelados. Si una persona
quiere sincerarse con otra debe alcanzar el nivel de compartir sentimientos.
La Biblia enseña que Dios creó al matrimonio para que el hombre y la mujer no se
sientan solos, sino disfruten juntos en familia del compañerismo y el amor. Pero el amor
humano, por más sincero y auténtico que sea, siempre es imperfecto y limitado. Solo Dios
puede llenar nuestro corazón con el verdadero amor, que según la Biblia: “Es sufrido..no tiene
envidia...no hace nada indebido...no guarda rencor...todo lo cree....todo lo espera....todo lo
soporta...nunca deja de ser...
(1ª Corintios 13)
Para poder disfrutar de este tipo de amor, debemos abrir primero las líneas de
comunicación con Dios, porque DIOS ES AMOR (1ª Juan 4:8) y “en esto se mostró el amor
de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo, para que
vivamos por El.”
Todos anhelamos tener una familia feliz. Pero el Unico que puede ayudarnos tener una
familia unida y feliz en tiempos tan difíciles como los que vivimos hoy es Jesucristo, el Hijo
de Dios. El dice: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz, y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” El verdadero amor recién llega a nuestra
vida cuando abrimos nuestro corazón a Jesucristo, le pedimos que perdone nuestros pecados, y
le invitamos a ser el centro de nuestro hogar.
Gladys D. de Chadarevian