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RESUMEN: Señala cuales fueron las causas y el proceso de fundación de las ciudades. Hace un
recorrido histórico a través del territorio hispanoamericano, explicando la importancia de dichas
ciudades para el proceso de conquista y como se creó la legislación para su desarrollo
Pero lo que no ofrece dudas es que, una vez descubierto, era necesario poblar el
Nuevo Mundo para explotar sus riquezas, que desde el primer momento se
adivinaban inmensas; y para ello la Corona tomó la iniciativa de fundar ciudades.
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importantes estuvieron en las islas de Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico:
concretamente el primer asentamiento permanente estuvo en Santo Domingo,
fundado en 1496. Pero en las islas sólo encontraron a indígenas con un nivel de
civilización primitivo, y pocas riquezas, por lo que saltaron hacia el continente.
2. Función de la ciudad
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4. Ritual fundacional
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de Oñate en 1531 y que se trasladó de lugar varias veces antes de 1542) y con la
Salamanca fundada en1527 por Francisco de Montejo en Yucatán.
Todas estas diposiciones previas se tomaban para garantizar la viabilidad
del proyecto fundacional. Asimismo, había que comprometer a 30 vecinos para
la fundación. Teniendo en cuenta el tamaño medio de las familias y el número
habitual de sirvientes esto implica unas 300 personas. La correspondiente planta
eneacuadrada, de unas 12 hectáreas, constaba de una plaza pública en el centro y
8 manzanas circundantes. Generalmente, cada manzana se dividía en 4 solares,
lo que da un total de 32 parcelas, de las cuales 2 se reservaban a los edificios
públicos. Más ambiciosos eran los planos del tipo de “100 vecinos” o 25
manzanas de Caracas y Mendoza. Durante los siglos XVII y XVIII se usaron
también trazados de 7 por 7 y 9 por 9 manzanas. Excepcionalmente se
proyectaban grandes trazas cuando la ciudad estaba destinada a ser una capital
virreinal, como en el caso de Lima o Buenos Aires.
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en la edad media, alrededor de núcleos generatrices: castillo, iglesia,…) que la
planificación.
No siempre hubo coincidencia entre teoría, norma y realidad. En concreto,
para la plaza se indicaba en las Ordenanzas unas medidas que daban para el
largo una vez y media el ancho de dicha plaza, por ser esa la mejor proporción
para “las fiestas de a cavallo y cualesquiera otras que se hayan de hazer”. Con
esto se estaba siguiendo casi literalmente lo que Vitrubio había escrito en su
libro V, que aconsejaba también esa medida por ser la más cómoda para los
espectáculos, pero rarísima vez se encuentra una plaza rectangular en las
ciudades hispanoamericanas, pues suelen ser cuadradas por lo lógico que
resultaba tirar entonces, a partir del espacio de la plaza, las líneas de la
cuadrícula para las manzanas. Además, salvo en casos de grandes plazas, como
la de Puebla, en las que las fuentes no entorpecían el desarrollo de espectáculos
públicos, lo frecuente fue que tanto la fuente como la picota o rollo estorbaran
de algún modo esa finalidad de la plaza como escenario para las fiestas que se
establecían en las Ordenanzas del año 1573. Una síntesis de lo que fue la plaza
en la ciudad hispánica se puede ver en el plano de Tlaxcala de 1585, en el que
además de los edificios de gobierno, soportales y fuente aparece la picota,
compañera siempre de la fundación de una ciudad.
Otra muestra de cómo las famosas Ordenanzas no fueron seguidas
exactamente es que, a pesar de que en ellas se indicaba la conveniencia de que la
iglesia mayor no estuviera en la plaza sino en lugar más aislado para que así se
pudiera apreciar mejor su grandeza (lo cual puede recordar algunas
apreciaciones de Francesco di Giorgio Martini), lo cierto es que fue la plaza
mayor su lugar natural, aun cuando su fachada principal diera en algunos casos a
una plaza secundaria.
También en las Ordenanzas de 1573 se indicaba que “toda la plaça a la
redonda y las quatro calles prinçipales que dellas salen tengan portales porque
son de mucha comodidad para los tratantes que aquí suelen concurrir”, pero los
soportales rara vez definieron todo el espacio de una plaza y sus calles
adyacentes, aunque sí es característico de toda plaza mayor hispánica que
ocupen uno, dos, tres o sus cuatro lados. Tal como ha apuntado Bonet, si bien
los soportales se pueden relacionar con una tradición urbana proveniente de la
antigua Roma, no es menos cierto que en España quedan ejemplos famosos de
calles medievales con soportales y que los pórticos de algunas iglesias
medievales (que sirvieron de lugar de reunión a los concejos) podrían ponerse en
relación con los soportales de los cabildos que en América tuvieron también su
lugar en la plaza mayor.
Hubo otras Ordenanzas en tiempos de Felipe II, las “Ordenanzas de
descripción”, realizadas mediante una encuesta en América: las respuestas al
cuestionario planteado se remitían a España para que integraran un libro que
describiría las Américas, pero ese libro no se publicó hasta el siglo XIX. La
encuesta iba acompañada de planos de ciudades, dibujos de edificios,…
Las Ordenanzas estuvieron vigentes un siglo, al cabo del cual se creyó
conveniente realizar unas nuevas, que fueron publicadas en 1681, bajo Carlos II:
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fueron la “Recopilación de las leyes de Indias”, que a su vez estuvieron vigentes
hasta la independencia de América.
Además de esta legislación general hay numerosas disposiciones
municipales que tienen especial valor desde el punto de vista artístico.
BIBLIOGRAFÍA
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