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DEFINICIÓN
Según Garnier-Delamare, consiste en la individualización de la primera vértebra del
sacro que no se ha fusionado con las otras vértebras sacras y parece una vértebra
lumbar más.
CAUSAS
La aparición de esta anomalía se produce de forma congénita.
SÍNTOMAS
A simple vista muchas personas que poseen esta anomalía no manifiestan ningún
síntoma específico.
DIAGNÓSTICO
Es a partir de producirse dolores en la zona lumbar (lumbalgias), y ser examinado
radiológicamente, cuando se descubre esta afección.
Dichas lumbalgias se producen por un desgaste del último disco lumbar (L5-S1) y de las
articulaciones vertebrales correspondientes.
TRATAMIENTO
Con la aparición de los primeros síntomas, una vez diagnosticada radiológicamente la
lumbarización, habrá que tener cuidado con las posiciones de sentado, debiéndose
corregir dichas posturas, aumentando la lordosis lumbar (mediante un cojín, almohada
o similar), pero manteniendo la espalda derecha y erguida.
CURVATURAS DE LA COLUMNA
ANOMALÍAS DE LA COLUMNA -VERTEBRAL
ARTROSIS
HERNIA DISCAL
FACETARIA
ARTROSIS
VERTEBRAL
HIPERCIFOSIS
ESPONDILOLISIS HIPERLORDOSIS
ESCOLIOSIS LUMBARIZACIÓN
ESPONDILOLIS RECTIFICACIONE
TESIS S
ESTENOSIS
SACRALIZACIÓN
ESPINAL
CAUSAS
Suele aparecer con posterioridad a la artrosis vertebral, debido a que el disco
intervertebral hace más soporte en la estructura de la columna que las facetas,
comenzando a desgastarse este antes.
SÍNTOMAS
La artrosis facetaria o de las facetas no provoca habitualmente dolor. Sin embargo, en
fases crónicas puede llegar a aparecer cuando el desgaste articular está muy
desarrollado, debido a la falta de cartílago, llega a originar una deformación ósea.
Llegado a este grado, las innervaciones periféricas quedan al descubierto, provocando
un doloroso "síndrome facetario". Más frecuente con hiperlordosis lumbar
DIAGNÓSTICO
Dado la inexactitud de síntomas referidos por el paciente, se hace necesario la
realización de pruebas radiológicas (radiografía o resonancia magnética nuclear), para
verificar su diagnóstico.
TRATAMIENTO
Dada, en su fase inicial la ausencia de dolor, bastaría con educar al cuerpo con las
normas de higiene postural y ejercicios específicos para compensar la hiperlordosis
lumbar.
En caso de que esté muy avanzada y exista gran desgaste del cartílago articular, sería
conveniente la decisión o no de intervención quirúrgica, mediante el especialista
correspondiente
En todos los casos es conveniente la realización de ejercicio moderado, estiramientos de espalda suaves,
calor local y aplicación de masajes periódicos para que las contracturas musculares no se cronifiquen. Hay
que tener en cuenta que aunque radiológicamente exista artrosis, si muscularmente estamos bien, los
dolores apenas aparecerán.
Es importante evitar el sobrepeso y realizar de forma cotidiana posturas anatómicas normales, no forzadas
ni continuadas durante mucho tiempo
@7 Espond
DEFINICIÓN
Según W. Taillard, la espondilolisis es un "anomalía de la osificación del arco vertebral
que evoluciona durante el crecimiento para estabilizarse después y, en el adulto,
modificarse sólo en circunstancias excepcionales".
Con mayor frecuencia a parece en el intervalo vertebral L5-S1 (5ª vértebra lumbar -
1ª vértebra del sacro). Se observa una rotura de la lámina que une, en la articulación
facetaria, dos apófisis espinosas de vértebras contiguas.
CAUSAS
Puede deberse a un defecto congénito. También puede agravarse por traumatismos
directos y por una hiperlordosis excesiva, pudiendo llegar a producirse una
espondilolistesis.
SÍNTOMAS
La espondilolisis suele ser una anomalía asintomática. Sólo cuando al paciente se le
realizan pruebas radiológicas por dolores lumbares (lumbalgias, ciatalgias), se
encuentra esta afección como un hallazgo casual. No implica que los dolores vengan
exclusivamente producidos por la espondilolisis.
DIAGNÓSTICO
Siempre mediante pruebas radiológicas: radiografías o resonancia magnética nuclear
TRATAMIENTO
Una vez diagnosticada la espondilolisis, se procede a realizar un tratamiento
conservador:
@7 Es
DEFINICIÓN
La escoliosis consiste en una desviación lateral (no fisiológica) de la columna vertebral, asociada a una
deformación de las estructuras óseas a partir de la línea media, que evoluciona en los tres planos del
espacio, según Charrière. Según Krusen, la formación de una curva lateral se acompaña gradualmente
de rotación simultánea de los cuerpos vertebrales hacia el lado convexo de la curva. Afecta a los niños
durante la edad de crecimiento de forma progresiva, instaurándose de forma permanente en los
adultos. Es mucho más frecuente en las niñas que en los niños Cuando los grados de desviación lateral
en relación al eje medial de la columna es menor de 25-30º se habla de escoliosis leve; si está entre
25-30º y 50º la escoliosis se considera mediana; cuando se supera los 50º nos encontraremos con una
escoliosis grave.
CAUSAS
En la mayor parte de los casos su causa es aún desconocida, salvo en enfermedades de evolución
degenerativa, como por ejemplo la distrofia muscular o a malformaciones genéticas.
- congénitas
- neuropáticas
- antálgicas y cicatrizales
b) Por su cronología:
- infantil
- juvenil
- del adolescente
- del adulto
SÍNTOMAS
El dolor no se considera un síntoma en sí de los pacientes con escoliosis, debido a no existir una gran
diferencia en la intensidad de los dolores de espalda en relación a la población que no está afectada por
la misma. Pero es una cuestión a tener en cuenta cuando nuestro hijo se queje de dolor espalda. Hay
que estar alerta.
DIAGNÓSTICO
El médico con el paciente desnudo, aprecia los síntomas enunciados anteriormente, así como las
espinas ilíacas antero-superiores y postero- superiores a nivel manual para evaluar la posible dismetría
existente.
También con el paciente en flexión de espalda en 90 º, con las piernas totalmente extendidas y los
brazos sueltos, el examinador aprecia desde atrás toda la columna. De esta forma se aprecia la
escoliosis que no es apreciable con el paciente está erguido.
Otro método, con el paciente de pie es utilizar una plomada aplicando el principio de la cuerda en la
base del cráneo y observar si la plomada cae entre los dos glúteos. Puede ocurrir que, aunque si caiga
entre los glúteos, exista escoliosis una compensada.
De todas formas, para diagnosticar con exactitud el grado de curvaturas escolióticas, se recurre a una
tele radiografía (radiografía completa de la columna vertebral y caderas). Puede ser que sólo exista
actitud escoliótica y no escoliosis debido a una dismetría de caderas, que se podría solucionar con unas
plantillas ortopédicas que compensen dicha dismetrías.
TRATAMIENTO
El tratamiento varía según el grado de la curvatura escoliótica.
- Con 10-15º se precisa hacer un seguimiento radiológico para seguir la evolución de la curvatura.
- Si en estos grados comienza a existir rotación vertebral los expertos aconsejan un corsé de
Milwaukee.
- Con más de 20 º, sin llegar a los 50º es preciso su utilización casi permanente (salvo para ejercicios
compensatorios o natación) de una órtesis para frenar la curvatura, nunca para resolver el problema.
- En escoliosis graves, de más de 50º, se precisa de intervención quirúrgica. La más usada actualmente
es la artrodesis vertebral, que consiste en colocar ganchos laminares y pediculares en la concavidad y
convexidad de las vértebras que se quieren corregir.
Desde hace algún tiempo se está utilizando un método con buenos resultados en escoliosis leves y
medianas: mediante la aplicación de electrodos en las zonas de convexidad de la curvatura (tanto
dorsal como lumbar) se estimula dicha musculatura paravertebral con contracciones inducidas
eléctricamente. Este trabajo muscular pasivo hace que se realineen en parte las vértebras invirtiendo el
proceso de rotación que acentúa la curva escoliótica. Se ha comprobado clínicamente que los grados de
curvatura se han detenido sin utilización de corsé e incluso han disminuido. Su aplicación se aconseja
realizarla durante 8 horas por las noches.
Hay que resaltar que, para combatir en parte esta anomalía de la columna vertebral, que afecta al 70
% de la población, es preciso una detección precoz de los problemas de espalda con campañas
infantiles en los colegios, así como recomendaciones desde muy temprana edad acerca de la higiene
postural.
DEFINICIÓN
@7 Espondilo
Se denomina espondilolistesis al desplazamiento de una vértebra sobre otra contigua. Cuando este se
produce hacia adelante hablamos de anterolistesis, y si es hacia atrás, de retrolistesis.
En su mayor parte se localiza en el intervalo vertebral L5 - S1 (5ª vértebra lumbar y 1ª vértebra del
sacro). Aunque también aparece entre L4 L5, sobre todo cuando existe una sacralización de la 5ª
vértebra lumbar
CAUSAS
Cuando existe espondilolisis y la zona se ve afectada por un traumatismo directo, puede conducir a la
espondilolistesis, por fractura de la lámina que une las articulaciones facetarias en las apófisis
espinosas.
O bien cuando se somete el cuerpo a repetidas flexiones de tronco, mediante entrenamientos fuertes y
repetitivos, deportes de contacto como el judo, etc.
Todos estos factores hace que aumente la lordosis lumbar o hiperlordosis.
SÍNTOMAS
Se producen los siguientes síntomas.
DIAGNÓSTICO
Mediante radiografías o resonancia magnética nuclear, recomendado por el especialista competente,
cuando exista sospecha de esta lesión, por las continuas recidivas o recaídas de lumbalgias o ciáticas.
TRATAMIENTO
El tratamiento es igual al realizado cuando se detecta una espondilolisis.
Una vez diagnosticada la espondilolistesis, se procede a realizar un tratamiento conservador:
Si el tratamiento es quirúrgico, cada vez menos frecuente: se realiza una artrodesis (laminectomía con
corrección de la hernia de disco producida por el desplazamiento del cuerpo vertebral).
Son más frecuentes las hernias discales posteriores, pues en dicha zona el anillo
fibroso es más débil y estrecho. Cuando ocurre esto provoca dolor por la presión que
ejerce el disco en el ligamento vertebral común posterior. La mayor parte son
lumbares, después cervicales y raramente dorsales.
CAUSAS
Las principales causas que originan una hernia discal son las siguientes:
- Por microtraumatismos.
SÍNTOMAS
Los síntomas más comunes son:
- En columna cervical se produce dolor de cuello, mareos, sensación de inestabilidad, dolores de cabeza
y sensaciones en brazo y mano.
- C5-C6 (disco entre la 5ª y la 6ª vértebra cervical): menos sensibilidad en borde radial del brazo,
antebrazo y dedo gordo.
- C6-C7 (disco entre la 6ª y la 7ª vértebra cervical): menos sensibilidad en cara posterior del antebrazo
y dedos índice, corazón y pulgar.
- C7-D1 (disco entre la 7ª vértebra cervical y la 1ª vértebra dorsal o torácica): menor en borde cubital
del antebrazo y dedo meñique.
- L3-L4 (disco entre la 3ª y la 4ª vértebra lumbar): menor en cara anterior de la rodilla, cara interna de
la pierna y el tobillo o maleolo interno.
- L4-L5 (disco entre la 4ª y la 5ª vértebra lumbar): menor en cara exterior de la pierna, dorso del pie,
planta del pie, borde interior del pie y dedo gordo.
- L5-S1 (disco entre la 5ª vértebra lumbar y la 1ª vértebra del sacro): menor en cara posterior de la
pierna, borde exterior del pie, tobillo o maleolo externo y dedo pequeño o meñique.
DIAGNÓSTICO
Cuando se observan episodios muy frecuentes de lumbalgias, ciatalgias o lumbociáticas puede
sospecharse por el especialista competente la posibilidad de una hernia discal.
TRATAMIENTO
El tratamiento conservador tendría como objetivo hacer desaparecer los síntomas mediante
fisioterapia o rehabilitación, antiflamatórios, relajantes musculares, etc.). Ver lumbalgias, ciatalgias
(ciáticas) y lumbociáticas.
Como medida preventiva es conveniente fortalecer los músculos de la espalda para que los discos
intervertebrales estén más protegidos.
El tratamiento quirúrgico se decide tras fracasar el tratamiento conservador o cuando las recaídas
son constante incluso después de resultados positivos en el la rehabilitación.
La elección del tipo de técnica corresponde al médico especialista en neurocirugía. Existen varios
métodos: injertos vertebrales, nucleotomía percutánea, microcirugía.
@7 Hipe
DEFINICIÓN
Se define como una acentuación de la curvatura anatómica normal de la columna
dorsal, que es cóncava hacia atrás; apreciándose en vista lateral como una joroba
CAUSAS
Puede obedecer a las siguientes causas:
• Congénita constitucional
• Por traumatismos
• Por degeneración articular (espondiloartrosis, artritis reumatoide,
osteoporosis, enfermedad de Paget y otras)
• Por posturas no correctas de forma continuada en el tiempo; por ejemplo,
en aquellas personas que se han dedicado toda su vida a coser y
manteniendo mucho tiempo la cabeza agachada
• Por fallos en la osificación de la columna en adolescentes (enfermedad de
Schenermann
SÍNTOMAS
En sí misma no es causante de dolor, salvo que las contracturas que se originan por la adopción
anormal de la postura hipercifótica se acentúen.
En este caso, con contracturas importantes en la musculatura paravertebral dorsal, se manifiestan
dolores de cabeza frecuentes e imposibilidad de un movimiento normal de los brazos (pues se
implica también la cintura escapular - homóplato o paletilla), con pérdida de agilidad en los brazos,
y teniendo la sensación de pesadez en los mismos.
DIAGNÓSTICO
Por observación visual con el paciente colocado lateralmente al examinador, se aprecia una
curvatura exagerada. Mediante pruebas radiológicas se denota el alcance de la gibosidad,
pudiéndose medir los grados de la misma.
TRATAMIENTO
Cuando la hipercifosis se considera que es causante de dolores conviene adoptar unas medidas
correctoras, mediante un tratamiento conservador:
@7 Hiper
DEFINICIÓN
La hiperlordosis consiste en un aumento de la curva cóncava anatómica
normal (lordosis) de la columna vertebral lumbar o cervical. Aunque también
puede existir más raramente en la columna cervical, aquí trataremos la
localizada en la columna lumbar.
• espondilolisis
En cualquiera de los casos, viene acompañada normalmente con cifosis dorsal importante:
hipercifosis; ya que la columna vertebral tiende a compensar curvaturas ante cualquier
anomalía en la misma.
CAUSAS
Aunque en muchos casos se entiende como que puede ser congénita existen
varias causas por las que esta curvatura puede aumentar con el paso del
tiempo:
• Hipotonía abdominal: existe muy bajo tono muscular en la zona de los
músculos del abdomen, lo que conlleva a un sobrepeso, haciendo doblar
por el mismo en exceso la columna lumbar.
• Embarazo: de ahí las lumbalgias frecuentes en mujeres con un estado de
embarazo avanzado.
• Intervenciones quirúrgicas repetitivas en zona abdominal: como en los
casos de hernias inguinales con continuas recaídas o recidivas.
• Acortamiento de la musculatura isquiotibial: por mantener
contracturados los músculos de la parte posterior de las piernas
SÍNTOMAS
Consideramos solamente aquellos casos en que se produce dolor, pues en
otros no existen signos evidentes de incapacidad.
Son todos aquellos que se producen en las lumbalgias (lumbagos) y
ciatalgias (ciáticas), pues la hiperlordosis es en muchísimas ocasiones un
factor muy común en muchas de las mismas:
DIAGNÓSTICO
Visualmente por el examinador médico correspondiente y concretado mediante
pruebas radiológicas.
TRATAMIENTO
Cuando aparecen síntomas dolorosos, que es cuando el paciente comienza a
ser consciente de su problema, se comienza con un tratamiento conservador.
Conservador:
• Termoterapia
• Antiinflamatorios
• Masaje descontracturante en posición anti-lordótica (con cojín debajo del
abdomen) en zona lumbar, glúteos y parte posterior de las piernas
(musculatura isquiotibial)
• Estiramientos en posición de lordosis corregida para favorecer la
disminución de las contracturas de la parte posterior de las piernas.
• Higiene postural, buscando la cifosis lumbar (procurar al sentarse
compensar la curvatura).
• Fortalecimiento de la musculatura abdominal, también con posición
corregida, buscando y forzando la cifosis lumbar.
Ortopédico:
CAUSAS
Las causas pueden ser congénitas, por defectos de posición, por contracturas musculares
severas, higiene postural incorrecta (por ejemplo; dormir sin almohada boca arriba
acentúa la rectificación de la columna cervical).
SÍNTOMAS
Ante este tipo de anomalías se presentan contracturas en los músculos paravertebrales y
otros grandes grupos musculares, como trapecio o dorsales, que hacen de cuerdas
estirando las inserciones tendinosos y rectificando la posición anatómica vertebral.
También la presión muscular que ejercen las contracturas sobre vasos sanguíneos (menos
aporte de oxígeno a la cabeza en zona cervical), sobre nervios (parestesias o sensaciones
de hormigueo en dedos de las manos en zona posterior de hombros y musculatura
paravertebral dorsal superior), dolores de cabeza (en músculos paravertebrales cervico-
dorsales y esternocleidomastoideos del cuello).Al existir contracturas se da un
acortamiento muscular que conlleva una menor movilidad articular y sensación de
pesadez en miembros superiores e inferiores
DIAGNÓSTICO
Radiológicamente se comprueba con exactitud (en proyección lateral) las diferentes
rectificaciones o inversiones de la curvatura vertebral.
No obstante existen signos muy evidentes que el examinador aprecia visualmente con el
paciente colocado lateralmente a él. Así:
- Columna cervical plana: desaparece la lordosis cervical (concavidad hacia dentro) y la
cabeza excesivamente adelantada respecto al eje de los hombros. En caso de inversión de
la curvatura (concavidad hacia dentro) solo se puede saber mediante radiografía lateral.
- Columna dorsal plana: desaparece la cifosis dorsal (concavidad hacia fuera).
- Inversión de la curvatura dorso - lumbar: asociada a cifosis lumbar con la columna
dorsal plana. La pelvis se sitúa en retroversión, columna dorsal plana, vientre plano y
sobresalen los homóplatos hacia atrás (escápulas aladas).
- Cifosis lumbar: el cuerpo lo compensa dorsalmente y se une a esta zona, dando
sensación de cifosis total.
TRATAMIENTO
En todos los casos, cuando existan síntomas dolorosos provocados por las contracturas
musculares ya enunciadas; o sin síntomas se ha detectado adecuadamente (como
prevención) se recomienda para todos los casos, lo siguiente:
- Higiene postural: posiciones de sentado, de pie, caminando, tumbado, etc.
- Ejercicios respiratorios
- Natación
- Masaje y termoterapia en contracturas
Se recomienda compensar muscularmente de la forma siguiente:
- Columna cervical plana: estiramiento de músculos laterales del cuello y flexibilidad
e buscando la lordosis cervical anatómica.
- Columna dorsal plana: fortalecer los músculos pectorales sin abrir los brazos,
buscando la cifosis dorsal anatómica.
- Inversión de la curvatura dorso - lumbar: fortalecer los músculos pectorales sin
abrir los brazos, buscando la cifosis dorsal anatómica; los paravertebrales lumbares,
abdominales y psoas; estiramiento de los músculos isquiotibiales (posteriores) de las
piernas.
- Cifosis lumbar: elasticidad de las articulaciones vertebrales, buscando la extensión del
tronco (espalda hacia atrás); fortalecer los músculos abdominales y psoas; estiramiento
de los músculos isquiotibiales (posteriores) de las piernas.
La retrofistesis o deslizamiento
vertebral hacia atrás (fig. 4) es muy
frecuente. Asienta casi siempre a nivel
de las vértebras lumbares (con
predominio en L2) y en algunas
ocasiones, aunque más raras, a nivel de
las últimas dorsales (D10 a D12).
Fig.4
Retrolistesis de la Vértebra A (según De Sèze)
Fig.5
Deformación del Agujero de Conjunción debida a la
Retrolistesis de L2
Las vértebras
Las vértebras son los huesos que forman la columna vertebral. Son muy resistentes; un trocito
de hueso puede soportar un peso de 9 toneladas, que destrozaría una pieza de cemento del
mismo tamaño.
En una visión superior, se distingue: el cuerpo vertebral, unas prominencias laterales (apófisis
transversas) y una prominencia posterior (apófisis espinosa), unidas por la lámina. El
agujero central está ocupado por la médula, por lo que se denomina canal medular.
Cada vértebra se articula con la inferior por delante -mediante el disco intervertebral- y por
detrás -a través de la articulación facetaria-. Del mismo modo que el disco amortigua la presión
entre los cuerpos vertebrales, en la articulación facetaria existe un cartílago con la misma
misión. En el cartílago no hay nervios, pero sí en el hueso situado por debajo. Eso explica que
cierto grado de desgaste del cartílago pueda ser indoloro mientras no llegue a afectar al hueso
que hay por debajo. Si esto ocurre, se activan los nervios y entonces sí se siente dolor.
En una visión lateral, se observa que al colocarse una vértebra sobre la otra forman un agujero,
o agujero de conjunción, por el que pasan las raíces nerviosas que nacen de la médula.
Vista lateral
1. Raiz nerviosa
2. Apófisis espinosa
3. Agujero conjunción
4. Articulación Facetaria
5. Apófisis transversa
6. Médula
Está compuesto por dos partes: la parte central de consistencia gelatinosa que se denomina
"núcleo pulposo", y una envuelta fibrosa que lo mantiene en su lugar y se denomina "anillo o
envuelta fibrosa".
El anillo fibroso es más grueso en la porción anterior del disco, por lo que la pared posterior es más
frágil. Ese es el motivo por el que la mayoría de las veces en las que el anillo se rompe, causando
una hernia discal, lo hace por detrás.
Vista superior
1. Anillo fibroso
2. Nucleo pulposo
Con el paso del tiempo, la carga que soporta el disco hace que el núcleo pulposo se vaya
desgastando y pierda altura. Ese proceso, conocido como "artrosis vertebral", no es una
enfermedad en sí misma, sino que la mayoría de las personas sanas, a partir de los 30 años,
comienzan a tener cierto grado de desgaste. De hecho, los ancianos suelen perder altura porque el
desgaste del núcleo pulposo hace que el disco pierda espesor, por lo que las vértebras se acercan
entre sí.
Vista lateral
1. Vértebra
2. Disco intervertebral
3. Vértebra
4. Articulación facetaria
El sistema muscular
Los músculos paravertebrales se coordinan con los abdominales y el músculo psoas para
mantener la columna recta, del mismo modo que lo hacen las cuerdas opuestas que sujetan el
mástil de un barco. Los glúteos fijan la columna a la pelvis y dan estabilidad al sistema.
Por otra parte, si los músculos de la parte posterior del muslo (los "isquiotibiales") están
acortados, tienden a provocar posturas inadecuadas para la columna vertebral.
Los músculos tienen muchos nervios, por lo que su lesión o sobrecarga puede ser muy
dolorosa.
Vista lateral
1. Músculos abdominales
2. Músculos psoas
3. Músculo gluteos
4. Músculos paravertebrales
Los paravertebrales
Se extienden por toda la parte posterior del tronco, desde la nuca hasta la pelvis, uniendo por
detrás la parte inferior de las costillas con la pelvis y las vértebras con los omóplatos, y entre sí
hasta la nuca.
El psoas
El psoas se extiende desde la última vértebra dorsal y las cinco lumbares hasta el muslo,
atravesando la pelvis. Al contraerse, aproxima el muslo y las vértebras por delante, hasta hacer
que se toquen el pecho y la rodilla.
En los primeros 30 grados de flexión, los abdominales y el psoas colaboran. A partir de esa
postura, el resto de la flexión del pecho sobre la pelvis se debe sólo a la acción del psoas.
Los glúteos y el piramidal
Los glúteos se extienden desde la pelvis hasta el fémur por detrás, formando las nalgas. Al
contraerse tienden a llevar la pierna hacia atrás y hacia afuera. Al erguir la espalda hacia atrás,
los glúteos e isquiotibiales colaboran con los paravertebrales.
Los glúteos y otros músculos de la pelvis, como el piramidal, contribuyen a mantener una
tensión dinámica en la cintura pélvica, lo que aporta un punto de apoyo estable a la columna
vertebral.
Los isquiotibiales
Se extienden por la parte posterior del muslo, dirigiéndose por detrás desde la pelvis hasta la
rodilla. En la extensión de la espalda, los glúteos e isquiotibiales colaboran con los
paravertebrales.
Si los isquiotibiales están acortados, tienden a provocar una rectificación de la columna lumbar
y un dorso curvo o hipercifosis dorsal ya que son los tirantes posteriores que provocarán una
retroversión de la pelvis.
Sedentarios
El sedentarismo es uno de los factores que aumenta el riesgo de que aparezca el dolor. Desde
el punto de vista médico, lo aconsejable es evitar ser sedentario, pero a veces las obligaciones
laborales hacen que sea prácticamente imposible. Además la vida moderna incita a estar
constantemente sentado y empujan a llevar una vida cómoda en la que se evita todo esfuerzo
físico: se suele usar el ascensor para subir -o incluso bajar- unos pocos pisos y el coche para
recorrer unos cientos de metros.
La buena noticia es que es posible tomar medidas eficaces y simples para compensar los
efectos nocivos del sedentarismo. En este Web sólo se tratan los aspectos relacionados con la
espalda y sus dolencias, pero también se pueden compensar los efectos perjudiciales del
sedentarismo sobre el metabolismo y el sistema cardiovascular.
Si es sedentario, merece la pena que consulte a su médico para profundizar en esas medidas.
Varios factores:
- La falta de potencia muscular ("atrofia muscular"). El sedentarismo conlleva la pérdida de
fuerza muscular, y el tener poca fuerza en la musculatura de la espalda o los abdominales ha
demostrado ser uno de los factores que aumenta el riesgo de que el dolor aparezca o persista.
La falta de potencia muscular facilita que la musculatura se sobrecargue y contracture ante
esfuerzos aparentemente livianos. Además, cuanto menor masa muscular hay, menos protegido
está el disco intervertebral y las demás estructuras de la columna vertebral y menos
resistente es ésta a la carga, incrementando el riesgo de que aparezcan algunas de sus
alteraciones.
- La falta de actividad física. En condiciones normales, los distintos grupos musculares que
participan en el funcionamiento de la espalda, como los abdominales y la musculatura
paravertebral, se coordinan entre sí para mantener una postura o conservar el equilibrio en
movimiento. Esta coordinación depende de reflejos nerviosos que, para funcionar correctamente,
necesitan repetirse. La inactividad física disminuye ese entrenamiento y empeora esos reflejos,
haciendo que la musculatura se contraiga inadecuadamente o a destiempo, lo que facilita su
contractura.
- La postura. Al estar sentado, el sufre más carga en su posición anterior. Como el disco es
flexible, eso tiende a aumentar la presión sobre su pared posterior, por lo que el mantenimiento
constante de esa postura puede aumentar el riesgo de que ésta se rompa o deforme y aparezca
una fisura, protrusión o hernia discal. En condiciones normales, la musculatura de la espalda
protege el disco, por lo que el riesgo es mayor si la musculatura es poco potente.
- La mala higiene postural. Al estar sentado, es muy frecuente adoptar posturas incorrectas, que
aumentan innecesariamente la presión sobre el disco intervertebral, lo que a la larga puede
facilitar que aparezca una fisura, protrusión o hernia discal, e incrementan la fuerza que debe
hacer la musculatura, lo que puede provocar su contractura. Esto es todavía más fácil si son
incorrectas las posturas que se adoptan al trabajar sentado, por ejemplo con el ordenador. Sin
embargo, la lesión del disco o la contractura de la musculatura son mucho menos probables si la
musculatura es potente y está entrenada.
- El sobrepeso. El sobrepeso se asocia frecuentemente al sedentarismo, y es uno de los factores
que aumenta el riesgo de que aparezca dolor de espalda, por los mecanismos que se indican en
la sección correspondiente. También en este caso, el riesgo es mayor si al sobrepeso se le asocia
la falta de una musculatura potente.
Sí, si no toman medidas para compensar algunos de los factores de riesgo que conlleva el
sedentarismo.
Las consecuencias negativas pueden ser:
- La cronificación del dolor. En los sedentarios suelen coexistir varios de los factores de riesgo
para que el dolor aparezca o persista. Eso hace que, si el dolor aparece, sea mayor el riesgo de
que se cronifique.
- La cronificación de la incapacidad. Habitualmente, el sedentario está acostumbrado a exigir
poca disciplina física a su cuerpo, lo que se suele asociar a una actitud evasiva ante el dolor, que
se caracteriza por tender al reposo y evitar cualquier actividad que crea va a desencadenar o
aumentar los síntomas. Eso aumenta el riesgo de que el dolor dure más tiempo y, sobre todo,
de que la incapacidad física y laboral se cronifique.
Varias medidas son eficaces para prevenir el dolor de espalda en los sedentarios:
- Mantener un mínimo grado de actividad física. Por muy exigentes que sean los horarios
laborales, siempre es posible mantener un mínimo grado de actividad física, y eso es
especialmente indispensable en los sedentarios. Puede ser tan sencillo como acostumbrarse a ir
andando en algunos desplazamientos cotidianos, en vez de ir constantemente sentado en coche,
autobús o metro, o subir cada día algunos pisos a pie, en vez de usar siempre el ascensor. Si es
posible, es todavía mejor practicar algunos deportes aeróbicos, como correr o nadar. 20 ó 30
minutos a días alternos ya comienzan a marcar una diferencia apreciable. Si va a iniciar la práctica
habitual de un deporte, es conveniente que consulte antes a un médico para valorar su situación
general y que cumpla con las normas de higiene postural en el deporte que permiten hacer
casi cualquiera de ellos reduciendo el riesgo para su espalda.
- Conocer y cumplir las normas de higiene postural al estar sentado que le enseñan cómo
estar sentado y trabajar en esa postura de la forma más correcta y segura para su espalda. En un
sedentario habitual eso también conlleva, aproximadamente cada 45 ó 50 minutos, levantarse un
momento y dar unos pasos o arquearse suavemente hacia atrás.
- Mantener o desarrollar la musculatura de la espalda. Si se practican correcta y asiduamente,
algunos ejercicios aeróbicos, como la natación, pueden ser suficientes para mantener en buen
estado la musculatura de la espalda y el estado físico general. Los programas de ejercicios
específicos para la musculatura de la espalda, sólo son eficaces sobre esos grupos musculares y
no sobre el estado general, pero requieren menos tiempo y se pueden alternar con ejercicios
aeróbicos cuando las disponibilidades de tiempo lo permiten. En una sección de este Web se
muestran los ejercicios eficaces con ese fin.
Si el dolor aparece, hay que aplicar el tratamiento indicado. En una sección de este Web se indican
todos los tratamientos que existen para el dolor de espalda, y en otra sección, las pautas de
tratamiento que combinan las medidas que han demostrado ser eficaces.
El sobrepeso es uno de los factores que aumentan el riesgo de padecer dolor de espalda, pero
existen varias medidas que permiten reducir ese riesgo.
En la mayoría de los casos, el sobrepeso se debe al aumento de grasa propio de la obesidad. Sin
embargo, algunos deportistas que practican con intensidad algunas modalidades concretas, como
la halterofilia o el culturismo, pueden tener un peso mayor de lo normal por el aumento de su masa
muscular.
Varios factores:
- El propio sobrepeso. El exceso de peso aumenta por sí mismo la carga sobre el disco
intervertebral, lo que acelera su desgaste e incrementa el riesgo de que se deforme o rompa.
Además obliga a la musculatura de la espalda a hacer mayores esfuerzos para mover el cuerpo o
mantener las posturas, lo cual facilita su contractura y la aparición del dolor. Tener una
musculatura bien desarrollada y entrenada protege el disco intervertebral y aumenta la capacidad
de carga y resistencia de la columna vertebral, por lo que si la causa del sobrepeso es el aumento
de la masa muscular, no supone un mayor riesgo para la espalda.
- Otros factores asociados. En las personas con sobrepeso por obesidad suelen darse otros
factores de riesgo para las dolencias de la espalda. Los estudios más recientes sugieren que
estos factores aumentan el riesgo de padecer dolor de espalda en mayor medida que el propio
sobrepeso. Los principales son:
- El sedentarismo incrementa por sí mismo el riesgo de padecer afecciones de la espalda.
- La falta de fuerza en la musculatura de la espalda y abdominal, ha demostrado ser uno de los
factores que aumenta el riesgo de que el dolor aparezca o persista. La falta de potencia
muscular facilita que la musculatura se sobrecargue y contracture ante esfuerzos aparentemente
livianos. Además, cuanto menor masa muscular hay, menos protegido está el disco
intervertebral y las demás estructuras de la columna vertebral y menos resistente es ésta a la
carga, lo que incrementa el riesgo de que aparezcan algunas de sus alteraciones.
- La inactividad física. En condiciones normales, los distintos grupos musculares que participan
en el funcionamiento de la espalda -como los abdominales y la musculatura paravertebral- se
coordinan entre sí para mantener una postura o conservar el equilibrio en el movimiento. Esta
coordinación depende de reflejos nerviosos que, para funcionar correctamente, necesitan repetirse.
La inactividad física disminuye ese entrenamiento y empeora esos reflejos, hace que la
musculatura se contraiga inadecuadamente o a destiempo, y, por ello, facilita su sobrecarga o
contractura.
- El mal estado de salud general. El sobrepeso aumenta a medio y largo plazo el riesgo de
padecer diversas enfermedades como las metabólicas y cardiovasculares. El mal estado de salud
general es uno de los factores que incrementa el riesgo de padecer dolencias de la espalda.
Evidentemente, lo ideal para la espalda y el conjunto del estado de salud es reducir el peso de la
forma adecuada: limitando y reconduciendo los hábitos alimenticios y realizando actividad física
regular. Si se encuentra en esa situación, consulte a su médico para iniciar el programa que le
resulte más adecuado y cómodo.
Pero incluso mientras subsista el sobrepeso se pueden adoptar algunas medidas eficaces para
prevenir las dolencias de la espalda:
- Mantener el mayor grado posible de actividad física. Además de que pueda ayudarle a perder
peso y sea aconsejable para su salud general, mantener el mayor grado posible de actividad física
es eficaz para prevenir el dolor de espalda. Puede ser tan sencillo como acostumbrarse a ir
andando en algunos desplazamientos cotidianos en vez de ir siempre sentado en un medio de
transporte, o subir cada día algunos pisos a pie en vez de usar siempre el ascensor. Si es posible,
es todavía mejor practicar algunos deportes aeróbicos como correr o nadar. 20 ó 30 minutos en
días alternos ya comienzan a marcar una diferencia apreciable. Si va a iniciar la práctica habitual
de un deporte, es conveniente que consulte antes a un médico para valorar su situación general y
que cumpla con las normas de higiene postural en el deporte que permiten hacer casi
cualquiera de ellos reduciendo el riesgo para su espalda.
- Conocer y cumplir las normas de higiene postural que le enseñan cómo adoptar las
posturas y movimientos propios de la vida cotidiana de forma que suponga una carga menor para
la columna vertebral y su musculatura. Eso es especialmente importante en una persona con
sobrepeso, en la que la carga, ya de por sí, es mayor de lo normal.
- Mantener y desarrollar la musculatura de la espalda. La fortaleza de la musculatura de la
espalda y abdominal disminuye el riesgo de dolencias de la espalda. Eso es especialmente
importante en una persona con sobrepeso, en la que el esfuerzo que se exige a esa musculatura
es superior a lo normal. Si la musculatura es suficientemente potente y resistente, un exceso de
pocos kilos puede ser irrelevante para la espalda. Si se practican correcta y asiduamente, algunos
ejercicios aeróbicos como la natación pueden ser suficientes para mantener en buen estado la
musculatura de la espalda y el estado físico general. Los programas de ejercicios específicos para
la musculatura de la espalda, sólo son eficaces sobre esos grupos musculares y no sobre el estado
general, pero requieren menos tiempo y se pueden alternar con ejercicios aeróbicos cuando la
disponibilidad de tiempo lo permite. En una sección de esta Web se muestran los ejercicios más
eficaces para la musculatura de la espalda.
Si el dolor aparece, hay que aplicar el tratamiento indicado. En una sección de esta Web se
muestran todos los tratamientos que existen para el dolor de espalda, y en otra sección, las
pautas de tratamiento que combinan las medidas que han demostrado ser eficaces.
Si se demuestra que el dolor de la persona con sobrepeso se debe a una alteración orgánica de
la columna vertebral como una hernia discal, se deben aplicar los tratamientos indicados para
esa afección que se ofrecen en la sección de esta Web dedicada específicamente a las fisuras,
protrusiones y hernias discales.
Pero antes de tratar la hernia discal, es necesario demostrar que ésa es la verdadera causa del
dolor. El 30% de las personas sanas, sin ninguna molestia, tiene protrusiones o hernias discales
que no dan ningún problema, y en la práctica totalidad de las personas de más de 30 años se
pueden observar signos de desgaste del disco intervertebral.
Por eso, si se hace una radiografía, escáner o resonancia magnética a una persona
sedentaria de 30 o más años, es normal observar que el disco intervertebral está desgastado, y
es probable detectar que está deformado o roto. Pero la imagen en sí misma no tiene valor: si no
existen síntomas o éstos no se correlacionan exactamente con lo observado en la imagen, no
hay que aplicar ningún tratamiento específico.
El 30% de la población sana que tiene protrusiones o hernias discales que no causan ningún
síntoma también puede tener algún día un dolor de espalda común causado por un mal
funcionamiento de la musculatura o a una contractura muscular. En ese caso, sería un error
atribuir los síntomas a la hernia discal y contraproducente operarla.
Por eso, sólo se deben hacer exploraciones complementarias, como radiografías o resonancias
magnéticas, cuando hay razones concretas que lo aconsejan. Si no existen, hacer esas
exploraciones es inútil -puesto que sus resultados no van a modificar el tratamiento- o incluso
contraproducente -pues la observación de una hernia discal irrelevante puede confundir el
diagnóstico e inducir tratamientos erróneos o innecesariamente agresivos-.
También por ese motivo es fundamental estudiar las características de los síntomas y
determinar si se correlacionan exactamente con las alteraciones orgánicas observadas en la
imagen, por lo que la exploración física y la historia clínica son fuentes de información todavía
más importantes que la resonancia magnética. Es un error diagnosticar una hernia discal sin
interrogar y explorar al paciente, pues sólo si sus síntomas y el resultado de la exploración
corresponden exactamente a la imagen que se observa tiene sentido señalarla como causa del
dolor y establecer el tratamiento oportuno.
Deportistas
c) Tienden a desarrollar más la musculatura de un lado que la del otro, generando así a la larga
un desequilibrio en la dinámica de la columna, en su reparto de cargas e incluso en su estática.
Es necesario que un médico le reconozca antes de iniciar una nueva actividad deportiva. No
sólo para valorar el estado de su espalda, sino también para evaluar su sistema cardiovascular
y su estado general de salud, con el fin de recomendar las pautas de ejercicio más adecuado.
Además, si su columna le duele al realizar algún deporte o ejercicio físico debe interrumpirlo y
acudir a un especialista.
Con ese fin, puede ser recomendable realizar durante un tiempo ejercicios específicos para
desarrollar la musculatura de su espalda, antes de iniciar la práctica de cualquier deporte. Los
ejercicios que son adecuados para un individuo pueden ser contraproducentes para otro, por lo
que es necesario que un especialista le haga una exploración física y un balance muscular
para determinar cuáles debe hacer y con qué intensidad.
Por las posturas y movimientos que condicionan, algunos deportes aumentan el riesgo de
provocar alteraciones orgánicas de la columna vertebral, como:
- Escoliosis y espondilolistesis, que han demostrado asociarse muy frecuentemente en
chicas en edad de crecimiento que practican gimnasia rítmica a nivel competitivo.
- Hernias discales en deportes que conllevan la flexo-extensión con carga, como algunos
estilos de halterofilia, la exposición a saltos y vibraciones repetidas, como el baloncesto, o la
torsión brusca y repetida, como el golf o el squash.
Sin embargo, para que un deporte llegue a ocasionar una alteración orgánica de la columna
vertebral debe ser practicado de forma muy constante e intensa. Por eso, habitualmente sólo
ocurre en deportistas profesionales.
Otros deportes generan fácilmente contracturas musculares porque condicionan esfuerzos
muy intensos. La falta de entrenamiento y la incorrección del estilo facilitan que la contractura
aparezca ante esfuerzos menos intensos, por lo que también aparecen entre los deportistas no
profesionales.
Por último, otros deportes exponen a otros factores que aumentan el riesgo de padecer
dolor de espalda, como las vibraciones.
Sí, hasta llegar a impedir la práctica de algunos deportes o condicionar el final de las carreras
deportivas de algunos profesionales.
Las consecuencias negativas pueden ser:
- La cronificación del dolor. Si no se adoptan los tratamientos adecuados y se sigue
realizando con dolor el deporte que lo desencadenó, exponiéndose a los mismos factores de
riesgo, el dolor puede cronificarse. Un mecanismo neurológico explica que si el dolor persiste
largo tiempo sea más difícil curarlo.
- La adopción de tratamientos inadecuados. Algunos deportistas abusan de tratamientos
sintomáticos que aunque pueden estar excepcionalmente indicados a corto plazo en algún
caso, pueden generar efectos indeseables a largo plazo. Ese es el caso de la administración
de corticoides u otros fármacos.
- La interrupción de la práctica del deporte. La mayoría de los deportes requiere que la
musculatura de la espalda sea potente, funcione correctamente y se coordine bien, para
mantener las distintas posturas, asegurar el equilibrio y permitir movimientos rápidos del
cuerpo. Además de que el propio dolor puede incitar a abandonar el deporte, varios
mecanismos neurológicos pueden hacer que la musculatura se contracture o funcione
inadecuadamente cuando hay dolor de espalda, dificultando la práctica correcta del deporte.
La buena noticia es que con el entrenamiento adecuado, los mecanismos de prevención
eficaces y los tratamientos correctos, es fácil poder practicar deporte toda la vida sin
limitaciones debidas al dolor de espalda.
Varias medidas han demostrado ser eficaces para prevenir el dolor de espalda en los
deportistas:
- El entrenamiento adecuado, con una intensidad progresiva que contemple un período de
calentamiento previo.
- El desarrollo de la musculatura de la espalda y de los abdominales antes de practicar
deportes que requieran su participación. En una sección de este Web se indican los ejercicios
eficaces a ese fin.
- El uso de un estilo correcto al practicar deporte, que incluya el cumplimiento de las normas
de higiene postural para cada deporte.
Si el dolor aparece, hay que aplicar el tratamiento indicado. En una sección de este Web se
indican todos los tratamientos que existen para el dolor de espalda, y en otra, las pautas de
tratamiento que combinan las medidas que han demostrado ser eficaces.
Estrés
El estrés es uno de los factores que aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda, pero se
pueden tomar medidas para evitarlo y controlarlo.
Aunque los estudios realizados para medir este efecto han tenido resultados contradictorios, se
acepta que el estrés altera el estado de los nervios que controlan el funcionamiento de
los músculos, por lo cual facilitando su contractura. En esa situación, la contractura muscular
puede aparecer ante esfuerzos musculares muy pequeños, o incluso espontáneamente, y
desencadenar episodios dolorosos.
El estrés también podría interferir en la coordinación de los distintos grupos musculares
que participan en el funcionamiento de la espalda. En condiciones normales, los abdominales
y la musculatura paravertebral se coordinan entre sí para mantener una postura o
conservar el equilibrio durante el movimiento. Esta coordinación depende de reflejos nerviosos.
El estrés podría afectar a la coordinación de estos reflejos y provocar que la musculatura se
contrayera inadecuadamente o a destiempo, lo que facilitaría su contractura.
Aunque el hecho de que el estrés facilite la aparición de contracturas musculares parece ser el
mecanismo fundamental a través del cual se presenta el dolor de espalda, también pueden
participar otros factores:
- Las estructuras nerviosas se activan cuando hay estrés, de modo que éste también puede
disminuir el umbral del dolor y hacer que su intensidad se perciba como mayor de la que
realmente es.
- El estrés puede facilitar una actitud ante el dolor que aumenta el riesgo de que éste surja o
persista durante más tiempo. Esta actitud se caracteriza por:
- Disposición negativa ante el dolor del dolor, al asumir que va a persistir y va a limitar la
capacidad y calidad de vida de forma permanente.
- Miedo al dolor y reducción de la actividad, así como abuso de la medicación sintomática e
interrupción de las tareas que provocan el más mínimo aumento del dolor, o incluso de las que
no lo provocan pero el sujeto cree que pueden hacerlo.
- Escasa confianza en uno mismo para controlar el dolor y la incapacidad que conlleva, y
transferencia a terceros -médicos u otros profesionales sanitarios- de la responsabilidad de
hacerlo.
- Además, en ocasiones confluyen en las personas estresadas otros factores de riesgo como el
sedentarismo, la falta de actividad y la mala forma física.
Evidentemente, lo primero que se debe tratar es el propio estrés, resolviendo las situaciones
que lo provocan cuando es viable, o aprendiendo a vivir con él de la forma más sana cuando
no lo es. Con ese fin existen técnicas psicológicas eficaces. Cuando las situaciones
estresantes son pasajeras también se puede valorar el uso transitorio de algunos
psicofármacos como los ansiolíticos bajo supervisión médica. Desde luego, si está
frecuentemente estresado conviene que consulte a su médico, psicólogo o psiquiatra.
También se pueden tomar las siguientes medidas para reducir el impacto del estrés en la salud
de la espalda:
- Mantener el mayor grado posible de actividad física. Además de ser eficaz para prevenir
el dolor de espalda, la actividad física regular puede contribuir a controlar el estrés y reducir su
impacto. Puede ser tan sencillo como acostumbrarse a ir andando en algunos desplazamientos
cotidianos en vez de tomar siempre un medio de transporte, o subir cada día algunos pisos a
pie, en vez de usar siempre el ascensor. Si es posible, es todavía mejor practicar algunos
deportes aeróbicos, como correr o nadar. 20 ó 30 minutos en días alternos ya comienzan a
marcar una diferencia apreciable. Si va a iniciar la práctica habitual de un deporte, es
conveniente que consulte antes a un médico para valorar su situación general y que cumpla las
normas de higiene postural en el deporte que permiten hacer casi cualquiera de ellos
reduciendo el riesgo para la espalda.
- Conocer y cumplir las normas de higiene postural que le enseñan cómo adoptar las
posturas y movimientos propios de la vida cotidiana de forma que la carga para la columna
vertebral y su musculatura sea menor y se reduzca el riesgo de contracturas.
- Mantener y desarrollar la musculatura de la espalda. El entrenamiento de la musculatura
implicada en el funcionamiento de la espalda disminuye el riesgo de que se contracture. Si se
practican correcta y asiduamente, algunos ejercicios aeróbicos como la natación pueden ser
suficientes para mantener en buen estado la musculatura de la espalda y el estado físico
general. Los programas de ejercicios específicos para la musculatura de la espalda, sólo son
eficaces sobre esos grupos musculares y no sobre el estado general, pero requieren menos
tiempo y se pueden alternar con ejercicios aeróbicos cuando la disponibilidad de tiempo lo
permite.
Trabajadores
El concepto tradicional del dolor de espalda causado por el trabajo ha demostrado ser erróneo
y su tratamiento clásico, basado en el reposo, ha fracasado. La evidencia muestra que en la
aparición y persistencia del dolor influyen igualmente factores mecánicos, medicos y
psicosociales, que el mejor modo de prevenirlo es desarrollando la musculatura de la espalda y
que la mejor manera de combatirlo es evitando el reposo y la baja laboral, manteniendo el
mayor grado posible de actividad física y huyendo de actitudes pesimistas.
Las dolencias de la espalda, y específicamente los dolores lumbares, son la causa más
frecuente de absentismo laboral. En Estados Unidos causan el 16% de las bajas laborales
pero son responsables del 33% de su coste global, y se estima que en un país europeo, el
gasto que generan sólo por conceptos laborales equivale cada año al 1,5% del Producto
Interior Bruto.
Pese a que ése ha sido el enfoque habitual durante años, nunca se ha visto respaldado por
ningún estudio científico de calidad y, a pesar del progreso de las técnicas quirúrgicas y la
inversión creciente en ergonomía, el problema ha seguido agravándose constantemente; la
frecuencia de los dolores de espalda de origen laboral ha seguido aumentando a un ritmo muy
superior a la del resto de los motivos de baja laboral.
En realidad es probable que las medidas adoptadas para resolver el problema hayan
contribuido a agravarlo, pues la evidencia científica más actualizada demuestra que ese
concepto de la afección era erróneo, los sistemas de selección de los trabajadores en función
de los resultados de las radiografías o resonancias magnéticas- inútiles, y el reposo en
cama- contraproducente-. Asimismo, la cirugía de la columna vertebral sólo es útil en
menos del 1% de los pacientes, y obtiene altas tasas de fracaso cuando se realiza en los casos
en los que no está estrictamente indicada. En resumen, el concepto tradicional del dolor de
espalda laboral ha demostrado ser erróneo y su tratamiento clásico ha fracasado- y ha
generado un problema de primera magnitud para la salud de los trabajadores y la economía de
las empresas y el erario público.
En los últimos años se han descrito medidas capaces de mejorar la salud del trabajador y,
a la vez, reducir el impacto económico de los dolores de espalda de origen laboral.
Actualmente existe una evidencia científica creciente que demuestra su eficacia. El principal
problema que conlleva su aplicación es que obliga a modificar drásticamente el tratamieto
hasta ahora habitual, y es tan difícil desterrar algunos prejuicios como luchar contra la inercia
de lo establecido, pero seguir usando medidas obsoletas perjudica la salud del trabajador tanto
o más de lo que grava inútilmente el gasto de las empresas y la hacienda pública.
Entre los factores mecánicos, se ha demostrado que los siguientes aumentan el riesgo de
que aparezca dolor de espalda en los trabajadores:
- Estar expuesto a vibraciones que afectan a todo el cuerpo.
- El manejo de cargas (incluido su levantamiento, desplazamiento, sostenimiento o
transporte), especialmente cuando se excede la capacidad física del operario, pues puede
generar lesiones o contracturas de la musculatura.
- Mantener posturas inadecuadas, aunque para que generen contracturas de la
musculatura y, por tanto, dolor de espalda esas posturas deben ser mantenidas frecuente y
duraderamente.
- La debilidad de la musculatura abdominal y de la espalda.
- Los movimientos de flexión y torsión de la columna vertebral. Estos movimientos sólo
pueden aumentar el riesgo de contractura muscular si se repiten muy frecuentemente. Sin
embargo, si se efectúan con cargas importantes, sin respetar las normas de higiene postural
y sin una musculatura suficientemente potente, pueden incluso aumentar el riesgo de padecer
una fisura, protrusión o hernia discal.
Entre los factores psicosociales, que han demostrado aumentar el riesgo de incapacidad
física y absentismo laboral por dolor de espalda en los trabajadores, destacan los siguientes:
- El estrés en el trabajo.
- La insatisfacción con el empleo.
- El desempeño de cargos con bajo nivel de decisión.
- La percepción de falta de apoyo social por parte de los compañeros de trabajo o la empresa.
- Escasa confianza en uno mismo para controlar el dolor y la incapacidad que conlleva, y
transferencia a terceros -médicos u otros profesionales sanitarios- de la responsabilidad
de hacerlo.
- Disminuir la actividad física
- Tener un bajo estado de ánimo
- Tener una mala relación con el entorno y la empresa,
- Confiar más en los tratamientos pasivos que en aquellos en los que se requiere
participación activa como el ejercicio físico.
¿El dolor de espalda puede dejar secuelas negativas para el trabajador?
Sí. Mucho más que el dolor en sí, que habitualmente se puede tratar satisfactoriamente, el
principal riesgo es la secuela de incapacidad definitiva. De acuerdo con los estudios realizados,
la incapacidad física y laboral tiene por sí misma un efecto devastador en la salud física y
psíquica del trabajador.
Por eso, es muy importante aplicar las medidas médicas y psicosociales necesarias para
controlar los factores que aumentan el riesgo de que se prolongue la incapacidad, y
comenzar el tratamiento precozmente.
El análisis de los datos disponibles sugiere que si la baja laboral por dolor de espalda se
prolonga hasta las 4 semanas hay que tomar medidas específicas, pues los trabajadores
que alcanzan ese plazo tienen entre un 10 y un 40% (según los ámbitos) de posibilidades de
seguir de baja 1 año después. Y prácticamente ninguno de los que sufre una baja de más de 1
año puede volver a llevar una vida normal, activa y sin dolor, con independencia de cuál fuera
su diagnóstico original o de qué tratamientos haya recibido o se le apliquen después. Esa
situación es perjudicial para la empresa y el erario público por los costes que conlleva, pero,
sobre todo, para el trabajador por las secuelas que depara.