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Ensayo
El profesor abre su antiguo libro, mira a la clase, y por que no han sacado el
cuaderno, pregunta como si su mirada fuera suficiente para que los estudiantes
supieran lo que deben hacer, y como no hacerlo, si las clases del profesor
Miguel se repiten constantemente. Los estudiantes no dicen nada, sacan su
cuaderno y con el lápiz en la mano se disponen a copiar lo que el profesor
dictará de su viejo libro. Cuentan que un día al profesor Miguel perdió su libro,
fue como si se le hubiera perdido el conocimiento, se le veía corriendo por todo
el colegio preguntando su libro preciado, angustiado, asustado, con la zozobra
en el rostro pálido y perdido, afortunadamente lo encontró en su escritorio,
debajo de unas cuantas evaluaciones que por lo regular nunca revisaba, sabía,
porque era un buen profesor, quien pasaba y quien no, sin siquiera mirar lo que
los estudiantes escribían.
Mantener una relación que va más allá del simple interés por el alumno,
para llegar al mutuo aprecio y estima. Definitivamente es ahí donde
funda La Salle su pedagogía. No se trata de una simple manera que
tiene el maestro de proteger su autoridad, de evitar el desorden en
clase. Se trata más bien de proteger al alumno de todo aquello que
pueda afectar a su integridad personal o perturbar su trabajo y
desorientarle en la vida.
Al día siguiente el profesor Miguel se dio cuenta en clase que había dejado su
viejo libro, y como ya estaba en clase, pensó que tal vez no lo necesitaba. Pidió
que salieran al bosque, Martínez preguntó si necesitaban llevar el cuaderno,
pero el profesor Miguel dijo que no. Lo que sucedió en la siguiente hora era
como para no creerlo, los estudiantes discutían y daban sus puntos de vista, el
profesor Miguel mostró a sus estudiantes lo que había en su viejo libro pero sin
él, es decir, enseñó a sus estudiantes con ejemplos y experimentos, nuevas
formas de enseñar, el crecimiento de las plantas, la fotosíntesis y muchas
cosas más. Cuando sonó la campana, los estudiantes en verdad no querían
salir a descanso, querían seguir aprendiendo, y ante tal pasión, el profesor
Miguel continuó con la lección unos minutos más.
Algunos piensan que el profesor Miguel enloqueció, que tal vez perdió la razón
por haber perdido su libro, que más nunca se volvió a ver. Sus estudiantes no
se interesaron por eso, esperaban con ansias la hora de la clase, incluso
llevaron preguntas y nuevos descubrimientos que ellos mismos habían hecho.
El profesor Miguel no volvió a verse bravo o regañando, su escritorio estaba
vació, y no era porque no hiciera evaluaciones o pidiera trabajos, todo lo
contrario, aumentaron, lo que pasaba es que ahora si los leía, le interesaba
cada vez más lo que sus estudiantes opinaban y aprendían. Y como hemos
dicho, de su viejo libro no se volvió a saber, ahora bajo el brazo había una
edición especial de La Guía de las Escuelas Cristianas, que comenzó a
regalar a sus compañeros de docencia.
Magaly Guevara