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perspectivas del análisis.indb 1 20/09/16 11:16 a.m.

Perspectivas
A través de esta colección se ofrece un canal de
difusión para las investigaciones que se elaboran al
interior de las universidades e instituciones públicas
del país, partiendo de la convicción de que dicho
quehacer intelectual sólo está completo y tiene razón
de ser cuando se comparten sus resultados con la
comunidad. El conocimiento como fin último no tiene
sentido, su razón es hacer mejor la vida de las comuni-
dades y del país en general, contribuyendo a que haya
Un elefante ocupa mucho espacio
un intercambio de ideas que ayude a construir una
sociedad informada y madura, mediante la discusión
de las ideas en la que tengan cabida todos los ciuda-
danos, es decir utilizando los espacios públicos.
Con esta colección Pública Crítica presentamos una
serie de investigaciones en torno a la crítica, a la
teoría y a la reflexión literarias, elaboradas por acadé-
micos –principalmente mexicanos– pero que, como el
quehacer literario, trasciende por mucho los límites o
fronteras nacionales.

Pública crítica 11

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P302
P4
Perspectivas
2016 de análisis del discurso
Perspectivas de análisis del discurso en un cuento infantil. / Coordinadora Lucille
Herrasti y Cordero.
en un cuento infantil
México: Bonilla Artigas Editores : Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2016.
164 p. ; 15 x 23 cm.
(Colección Pública-Crítica ; No. 11)
ISBN 978-xxx-xxxx-xx-x (Bonilla Artigas Editores)
ISBN 978-xxx-xxxx-xx-x (UAEM)
Lucille Herrasti
1. Análisis del discurso
2. Literatura – Historia y crítica -- Teoría Irene Fenoglio
I. Herrasti y Cordero, Lucille, coordinadora
(coordinadoras)
Los derechos exclusivos de la edición quedan reservados para todos los países de
habla hispana. Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio co-
nocido o por conocerse, sin el consentimiento por escrito de su legítimo titular de
derechos.
Perspectivas de análisis del discurso en un cuento infantil
Lucille Herrasti e Irene Fenoglio (coordinadoras)
Primera edición: 2016 Un elefante ocupa mucho espacio
De la presente edición:

© Bonilla Artigas Editores, S.A. de C.V., 2016


Elsa Bornemann
Cerro Tres Marías número 354
Col. Campestre Churubusco, C.P. 04200
Ciudad de México
Tel.: (52 55) 55 44 73 40 / Fax (52 55) 55 44 72 91
editorial@libreriabonilla.com.mx
www.libreriabonilla.com.mx

© Universidad Autónoma del Estado de Morelos


Av . Universidad 1001
Col. Chamilpa, C.P. 62209
Cuernavaca, Morelos
publicaciones@uaem.mx

ISBN: 978-607-8450-XX-X

Coordinación editorial: Bonilla Artigas Editores


Diseño editorial: Saúl Marcos Castillejos
Diseño de portada: Teresita Rodríguez Love

Impreso y hecho en México

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Contenido

Presentación........................................................................... 9
Prólogo. El arte de la conjetura........................................... 11
Un elefante ocupa mucho espacio
Elsa Bornemann.............................................................................. 19
Elefantes subversivos,
o una literatura en clave política
Beatriz Alcubierre Moya................................................................ 25
A toro pasado: la búsqueda de la experiencia
entre el cuento infantil y la novela de deformación
Alejandro Zamora........................................................................... 41
Las funciones de la literatura. Una lectura atenta
de la ideología y la política en los cuentos de
Ernest Hemingway y de Elsa Bornemann
Roberto Monroy Álvarez ............................................................... 57
“Un elefante ocupa mucho espacio”:
literatura y las políticas del retorno
Irene Fenoglio Limón...............................................................73
La construcción del discurso en el cuento:
“Un elefante ocupa mucho espacio”,
de Elsa Bornemann
Agustín Rivero Franyutti.........................................................89
La presuposición como constructora
del plano referencial
Lucille Herrasti...................................................................... 113
De qué hablamos cuando
contamos un cuento en lengua de señas
Miroslava Cruz-Aldrete y Elizabeth A. Vega Mora.................. 131

¿Y si los animales hablaran?


El poder subversivo de la comunicación
Anna Reid............................................................................. 151

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Elefantes subversivos,
o una literatura en clave política

Beatriz Alcubierre Moya

Que la literatura ocupa mucho espacio –igual que los elefan-


tes– lo sabemos todos. Pero que la literatura infantil, un género
aparentemente menor, se escriba “en clave política”; esto es,
que en mayor o menor medida pretenda el adoctrinamiento de
sus lectores, eso es una idea que puede resultar incómoda, y por
eso vale la pena explorarla.
En el presente texto planteo un acercamiento histórico a la
obra de Elsa Bornemann a partir de un análisis de contexto, ha-
ciendo hincapié en la contribución de esta autora al proceso de
resignificación de “lo subversivo” y “lo infantil” durante la dé-
cada de 1970, enmarcada en los años que antecedieron al ré-
gimen militar de Jorge Rafael Videla en Argentina (durante el
cual algunos de sus cuentos más reconocidos serían censura-
dos). Asimismo, pretendo problematizar la recuperación de los
libros prohibidos al término de dicha dictadura y su posterior in-
corporación al canon escolar, ambas acciones entendidas como
gestos de resistencia simbólica, ligados a la perpetuación de la
memoria política.

En torno al contexto

El desarrollo sistemático de cierto tipo de obras literarias, espe-


cíficamente creadas para ser leídas por un público conformado
por niños –lo que eventualmente se llamaría “literatura infan-
til”–, es en principio producto del despotismo ilustrado, por lo
que su origen se remonta hasta finales del siglo xvii europeo. Es

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Beatriz Alcubierre Moya Elefantes subversivos

muy cierto que, desde entonces, las estrategias y motivaciones de hadas recibió una sacudida. Mientras que Perrault, los her-
de escritores y editores para atraer la atención del lector infantil manos Grimm, Andersen y gran cantidad de escritores legitima-
han ido transformándose a lo largo de las últimas tres centurias: ban los estándares normativos a través de sus construcciones
alejándose visiblemente del didactismo, empleando un lenguaje simbólicas y las tramas de sus cuentos, una nueva tendencia se
más lúdico, ampliando sus contenidos y apostando por propues- hizo visible en el mundo anglosajón, particularmente en Gran
tas de mayor calidad estética (tanto en el sentido visual como en Bretaña y Estados Unidos, en la que se observa una aguda crí-
el estrictamente literario). tica a la crianza tradicional y los medios de disciplina y castigo
No obstante, esta transformación constante no implica ne- empleados para hacer de los niños ciudadanos buenos y respon-
cesariamente un alejamiento radical del propósito formativo sables” (Zipes, 1991:104).
original, que en última instancia busca moldear al niño lector, No obstante, es sobre todo a partir de la década de 1950,
dotándolo de un sistema de valores específico que, hay que de- cuando esta subversión de la realidad rompe sus propios límites,
cirlo, sólo excepcionalmente estimula su autonomía o capaci- y da lugar a una narrativa donde la ruptura del orden original se
dad crítica. Antes bien, estos cambios han seguido de cerca los torna irreversible, y la realidad alterada no puede ya restaurarse.
derroteros políticos correspondientes al desarrollo y consolida- Laura Guerrero Guadarrama se refiere a este giro en la literatu-
ción de los estados nacionales en el siglo xix, para abrevar más tar- ra infantil de la segunda mitad del siglo xx como “neo-subversi-
de de los procesos de democratización, reivindicación social y vo” (“una subversión que subvierte la subversión tradicional”), y
vanguardia cultural, a lo largo del siglo xx. señala como ejemplos destacados las obras El principito de An-
La violencia sin precedentes desatada durante las dos gue- toine Saint-Exupéry, y Momo de Michel Ende, entre otros títulos
rras mundiales y prolongada durante la guerra fría dejó una que fundamentalmente buscan “educar para la paz y formar en
impronta indeleble en todos los ámbitos literarios. En este con- valores humanos” (Guerrero Guadarrama, 2008).
texto, la literatura infantil se alejó paulatinamente de la narrativa Ahora bien, si centramos nuestra mirada en el contexto
romántica, que caracterizó el canon infantil decimonónico. Sur- hispanoamericano, llama poderosamente la atención el caso
gieron entonces diversas corrientes de pensamiento que tuvie- particular de la literatura infantil argentina, que por varias cir-
ron en ella efectos profundos, al poner en tensión los formatos cunstancias resulta paradigmático. En gran medida, esta noto-
educativos tradicionales y el principio de autoridad-sumisión riedad se debe al desarrollo temprano de la escolarización (en
que inevitablemente marcaba la relación entre adultos y niños. comparación con el resto de América Latina). Para principios del
No cabe duda de que algunas obras infantiles que hoy se siglo xx, la alfabetización masiva en Argentina era ya un hecho
consideran clásicas, surgidas entre finales del siglo xix y prin- consumado, por lo que la figura del niño lector constituía mucho más
cipios del xx, como Alicia en el país de las maravillas, El mago que una mera declaración de propósitos; antes bien, representa-
de Oz y Peter Pan pueden entenderse como subversivas, pues- ba un verdadero público consumidor, obligado a la adquisición
to que presentan como protagonistas a niños que experimen- sistemática de textos y manuales escolares. “Esta suerte de mer-
tan una reversión profunda del orden establecido (reflejada en el cado cautivo fue explotado por periodistas y editores del mun-
bien detallado panorama de mundos utópicos como “el país de do de la prensa, que por otra parte estaba en plena expansión”
las maravillas”, “el país de Oz”, o el “país de nunca jamás”), aún (Szir, 2006: 42-45). Sin embargo, sobra decir que se trató de una
cuando éste siempre parezca restablecerse al final de la historia. expansión marcada por el didactismo y puesta al servicio de la
“Hacia la última parte del siglo xix –explica Jack Zipes–, el consolidación política del país, que buscaba moldear a sus ciu-
discurso sobre la socialización adecuada a través de los cuentos dadanos desde la edad más temprana.

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Beatriz Alcubierre Moya Elefantes subversivos

A ello hay que agregar la evidente influencia de la tradición la cuentista Laura Devetach, y por supuesto, Elsa Bornemann.
narrativa europea, y especialmente la británica e italiana, en los Dichos aportes tuvieron grandes efectos tanto en el campo de la
escritores argentinos (en su gran mayoría, descendientes de in- creación como en el de la crítica y contribuyeron de manera pro-
migrantes). Muchos de ellos fueron marcados por la impron- funda a la actualización en el modo de entender lo infantil.
ta de autores como Carlo Collodi y Edmundo D’Amicis, promotores En esta nueva narrativa, los relatos (que pueden ser en pro-
del nacionalismo italiano que concedieron una gran importancia sa o en verso, y frecuentemente musicalizados o teatralizados)
a la formación de ciudadanos a través de las instituciones edu- no dejan de ser fantasiosos, pero transitan de los espacios atem-
cativas. Tal es el eje central de obras como Pinocho y Corazón; porales, habitados por hadas, brujas y princesas, a ambientes
diario de un niño, en las que se exaltan “los valores de la perse- plenamente reconocibles, donde se desarrollan las experiencias
verancia y del trabajo, respondiendo a un proyecto político-cul- cotidianas de los lectores: la casa, la escuela, el vecindario, o
tural fuertemente ético y didáctico” (Bravo Herrera, 2015: 264). bien los espacios de recreación, como la plaza o el circo. Asi-
Así pues, desde el positivismo pedagógico y oficialista que mismo, se representan situaciones que pueden asociarse fácil-
caracterizó el régimen del Presidente Domingo Faustino Sar- mente a conflictos sociales y políticos, problemas laborales o de
miento, hasta la poética delirante de la cantautora María Ele- integración, así como el drama asociado a la migración y la dis-
na Walsh, se extiende un proceso sociocultural a partir del cual criminación.
se observa el desarrollo de distintas actitudes hacia la figura del En este contexto, la narrativa de Bornemann puede enten-
niño. Éstas contribuyeron a la conformación de una categoría de derse como partícipe de una demanda colectiva de sentido,
infancia argentina firmemente afianzada en el discurso escolar cuyo objetivo primordial consiste en actualizar las reglas hasta
que se construyó a través de una progresiva sucesión de regí- entonces imperantes en el ámbito de la ficción para niños. Para
menes populistas y autoritarios a lo largo de buena parte del si- ello, nuestra autora echa mano de diversas estrategias subversi-
glo xx. vas, que señalaré enseguida, haciendo referencia al caso espe-
Es precisamente a Walsh a quien se atribuye en gran medi- cífico del cuento “Un elefante ocupa mucho espacio”, publicado
da la reinvención del género infantil en la década de 1960 (no por primera vez en 1975.
sólo en Argentina, sino en toda la región sudamericana), dada la
manera estratégica en que aprovechó la inocuidad aparente del
relato infantil para externar una crítica feroz a la autoridad polí- Lo subversivo
tica, por medio del sarcasmo, la repetición, la parodia, el humor
y otras estrategias subversivas. “Lo que hace el trabajo de Walsh Lo primero que salta a la vista al analizar “Un elefante que ocupa
aún más sorprendente es que no sólo rechazó el didactismo que mucho espacio”, es la referencia directa a otro célebre relato pu-
había dominado la literatura infantil en América Latina durante blicado en Argentina por la misma época. Se trata del cuento
siglos, sino que además inauguró una nueva brecha creativa y “Guy”, incluido en el libro de Laura Devetach Monigote de are-
teórica inspirándose en los dos grandes creadores del “sin- sen- na, de donde claramente se retoma la frase que da título al relato
tido”, Edward Lear y Lewis Carroll” (Dunbar, 2014: 23). de Bornneman. En el cuento de Devetach, Guy es un elefante
El problema planteado alrededor de un nuevo tratamiento de que, al ver cómo una piedra desaparece al caer en el agua, entra
la infancia a través de estrategias del discurso subversivo co- en pánico obsesivo ante la posibilidad de desaparecer a conse-
bró fuerza en la vanguardia argentina de la década de 1970, gra- cuencia de alguna caída: “Un elefante ocupa mucho espacio, si
cias a la inquietud de autores como el titiritero Javier Villafañe, cae de espaldas desaparecerá, iba murmurando Guy camino al

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Beatriz Alcubierre Moya Elefantes subversivos

circo. Y se cuidaba muy bien de no pisar piedras redondas” (De- autora apela a una serie de nociones y símbolos preexistentes,
vetach, 2011). asociados a la narrativa en torno a la memoria y la resistencia a
Así entonces, cuando Bornneman inicia su historia desde lo la violencia política.
que podría parecer una expresión de condescendencia (“todos Pero el contenido intertextual del cuento no se detiene ahí.
sabemos que un elefante ocupa mucho espacio”), en realidad No está de más destacar la referencia al ámbito circense, al que
está apelando al conocimiento previo de la comunidad de lec- recurren tanto Devetach como Bornemann para situar la acción
tores, ubicados en un contexto político y social muy específico. en sus respectivos cuentos, la cual corresponde a un espacio
Lo cierto es que al recurrir nada menos que a un elefante bien conocido por el pueblo argentino desde principios del si-
como protagonista de la historia en cuestión, nuestra autora no glo xix.
solamente hace un giño a su contemporánea Devetach, sino tam- Si bien en contextos como el mexicano el circo puede llegar
bién a su predecesora Walsh, autora de la novela Dailan Kifki (su a representar la otredad europea, en el caso argentino es todo lo
obra en prosa más reconocida), obra cadenciosa, humorística, contrario. En Argentina la expansión de la actividad circense se
coloquial y llena de sin-sentidos: asocia muy directamente a la hibridez cultural y heterogeneidad
social resultado de la migración compulsiva, de ahí que adqui-
El jueves yo salía tempranito a pasear mi malvón por la vereda, riera rápidamente el apelativo de “criollo”, que en este contex-
como todos los jueves, cuando al abrir la puerta ¡zápate! ¿Qué es lo to se entiende más bien como una expresión cultural autóctona,
que vi? El zaguán bloqueado por una enorme montaña gris que no distintiva de la realidad latinoamericana.
me dejaba pasar. ¿Qué hice? La empujé. Sí, empujé la montaña y El llamado “circo criollo” fue un resultado por demás visi-
conseguí sacarla a la vereda. Y allí vi, creyendo soñar, que la monta- ble del aluvión migratorio y constituyó una parte importante de
ña era nada menos que un elefante. ¿Se dan cuenta? ¡Un elefante! la cultura popular argentina, incluso durante buena parte el si-
(Walsh, 2009). glo xx. Éste combinaba elementos del circo tradicional europeo
(acróbatas, payasos, domadores y animales amaestrados) con el
Hay que tomar en cuenta además, como explica Laura Ra- teatro gauchesco. En él se representaban versiones dramatizadas
faela García, “que la figura del elefante posee identidad propia de obras literarias emblemáticas del criollismo argentino, como
en el universo de la literatura para chicos. El elefante es un uni- Martín Fierro, Juan Soldao o Juan Moreira (Tranchini, 1999). Es
versal dentro de la literatura infantil por su permanencia a lo lar- por ello que la referencia al espacio circense constituye, en pri-
go del tiempo, su vigencia en los relatos para niños desde Babar, mer término, una alusión tácita al folclor nacional y, a partir de
el elefante francés de Jean de Brunhoff de 1934, pasando por el éste, una vuelta a lo popular y a lo espontáneo. Con ello se ob-
popular Dumbo, de Walt Disney, de 1941” (García, 2010: 77). Se serva otro paso firme en dirección opuesta al didactismo auto-
trata de una figura que, en general, simboliza atributos como la ritario.
confiabilidad, la dignidad, el poder, la fuerza, el orgullo y, sobre
todo, la memoria. El circo criollo es trashumante y por pocos centavos resulta acce-
Así pues, una de las primeras estrategias de subversión que sible al público rural y suburbano. El público nativo e inmigrante
se observan en el cuento de Bornneman es la intertextualidad: admira las habilidades corporales y destrezas materiales de acróba-
la relación de parentesco-complicidad que, desde el título mis- tas, contorsionistas, malabaristas equilibristas, forzudos, ecuyères,
mo, establece con otros textos que en distintos niveles pueden gimnastas. Simpatiza con la humildad y pocas pretensiones de la
entenderse como subversivos. Al retomar al elefante, nuestra vida nómada del cirquero, y con el lenguaje acriollado de los giros

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gauchescos de clowns y de payasos que no pueden dejar de revelar ten a través de estos aros de fuego! ¡Mantengan el equilibrio
su extranjería (Tranchini, 1999: 114). apoyados sobre sus cabezas! ¡No usen las manos para comer!
¡Rebuznen! ¡Maúllen! ¡Ladren! ¡Rujan!”), el efecto buscado por
Tanto en el contenido como en la forma, la narrativa de Bor- Bornemann es el de la degradación por vía de la animalización,
nemann recoge muchos de sus recursos expresivos del folclor. lo que implica una transferencia de lo elevado y abstracto (la ci-
La cadencia, la repetición y la onomatopeya (“patatín-patatán”) vilización del humano) al plano material.
que caracterizan tanto su poética como su prosa, están tomados Un último elemento que quisiera mencionar aquí, aunque sea
de la oralidad, lo que en gran medida explica su carácter esen- quizá el más fallido en cuanto a su ejecución, es el intento sos-
cialmente conversatorio. Este tipo de discurso, que reivindica tenido de Bornemann por atenuar la mirada protectora para diri-
las formas de expresión popular y recupera el poder fónico y rít- girse al lector-niño. Subrayo: atenuar, que no eliminar. Como es
mico de las palabras puede considerarse subversivo porque se evidente, pese al esfuerzo deliberado de confrontar al lector con
resiste a la exclusión y al mismo tiempo enaltece y renueva el los problemas de la realidad adulta, el tono de la narración resul-
lenguaje del excluido. ta por momentos excesivamente condescendiente. Aun así, es
En “Un elefante ocupa mucho espacio” la fauna circense indispensable hacer hincapié en que este intento basa su tác-
constituye una figura de exclusión, con la que la autora busca tica principal en el desplazamiento de lo didáctico a lo estético,
que el niño lector se identifique. Igual que el Guy de Devetach, así como a una actualización de la noción de infancia, como lo
Víctor –el protagonista de Bornneman– es un elefante de cir- abordaré en las siguientes páginas.
co. Pero, a diferencia de aquél, no es un elefante paralizado por
el miedo a desaparecer, sino uno sin complejos y con concien-
cia política. Se trata de un inmenso animal que encabeza una En torno a la categoría de “lo infantil”
rebelión contra su domador, –con lo que parece seguir de cer-
ca el ejemplo del “cerdo mayor” de Rebelión en la granja, para Con base en su origen latino, la palabra “infancia” se define
continuar con las referencias intertextuales–, consiguiendo que como la primera edad del ser humano, cuando éste aún no ha al-
leones, monos, osos y loros se conviertan en domadores de hom- canzado el grado de desarrollo físico y cognitivo que le permite
bres. He aquí un típico recurso subversivo: la inversión de la la adquisición del lenguaje. Según la definición del Diccionario
realidad, a través de la humanización de los animales y la anima- de Autoridades de la Real Academia Española “infante” es “el
lización de los humanos, que adquiere un sentido carnavalesco. niño pequeño que no tiene edad para hablar”. Pero a esta defini-
La representación invertida de la realidad (como en la can- ción inicial se añade la pertinente aclaración de que el término
ción de Walsh “El reino del revés”) es un elemento esencial en suele extenderse “hasta la edad juvenil”, lo que aproximadamen-
el carnaval, tan presente en la tradición bonaerense decimonó- te abarcaba hasta los 14 años (Real Academia Española, 1984).
nica, donde el poderoso suele ocupar simbólicamente una posi- La historiografía social y cultural de las últimas décadas ha
ción contraria a la que ocupa en el mundo ordinario. Tal como hecho hincapié en la construcción histórica de la noción de ni-
lo explica Bajtín, en la tradición carnavalesca los roles sociales ñez a partir del siglo xviii, proceso a través del cual el niño se vio
se ponen boca abajo y un aparente caos hace mofa del orden progresivamente demudado y despojado de autonomía, lo que
convencional (Bajtín, 1974). Así, cuando Víctor y sus compa- en algún sentido implica que se fue infantilizando, hasta conver-
ñeros tratan de adiestrar a los hombres para que se comporten tirse en un cuerpo sin voz, caracterizado por sus propias limita-
como animales de circo (“¡Caminen en cuatro patas y luego sal- ciones físicas, intelectuales y jurídicas (Ariès, 1987).

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A partir de este proceso, la idea de infancia se comenzó a Después del sistema de interpelación política que fue el peronismo
asociar negativamente con una cierta incapacidad, derivada de entre 1945 y 1955, en que el enunciado “los únicos privilegiados son
su pequeño tamaño y de su falta de experiencia. Por lo tanto, los niños” fue el emblema de una nueva cultura política en proceso
el adulto se asume como protector de este niño infantilizado, de gestación, los años sesenta estuvieron signados por aquello que
apoyado fundamentalmente en la institución escolar, que esta- había quedado más bien a la sombra de la vida universitaria. Acon-
blece espacios cerrados en los que el niño queda sujeto a una su- tecimientos de diversos tipos comenzaban a mostrar el auge de la
pervisión constante, y donde el aprendizaje se asocia a una serie psicología y el psicoanálisis, con sus nuevos enunciados acerca de
de prácticas en la que deberá mantenerse en silencio para poder la infancia y de la niñez. Este niño, sujeto-objeto de la pedagogía y la
aprender todo lo que necesita a fin de subsistir en el mundo de política durante la primera mitad del siglo xx, volvía a ser construi-
los adultos. do desde el discurso del psicoanálisis en el escenario mundial de
En este sentido, el uso y abuso del calificativo “infantil” sir- posguerra, en un ciclo de modernización y renovación cultural (Car-
ve como una forma de descalificación perenne, que solamente li, 2011: 107).
se remonta cuando el niño ha dejado de serlo. Precisamente por
ello es que se ha concebido a toda literatura destinada a la in- Así pues, a partir de las normas establecidas por la psicolo-
fancia como un género “menor”. Esto no sólo afecta a la manera gía evolutiva, durante las décadas de 1960 y 1970 el término “li-
en la que se observa al niño lector, sino también que se extiende teratura infantil” en Argentina hacía referencia a aquellos textos
hacia los autores que escriben para los niños y a todos los textos que se dirigían a niños cuyas edades fluctuaban entre los 6 y los 12
que integran dicho género. años. Es importante aclarar que durante este periodo se mantu-
Sandra Carli, quien ha estudiado la construcción histórica de vo vigente la idea de la trasmisión de conocimientos y valores
la infancia en Argentina a lo largo de la segunda mitad del si- a través de la literatura. Ello responde a la impronta de la inten-
glo xx, señala que durante la década de 1960 se constituyó en ción pedagógica que aún entonces predominaba en la mirada
dicha sociedad una nueva verdad acerca de la niñez, legitima- de padres y docentes. “La literatura infantil en los setenta con-
da a partir del saber científico y representada a través de la van- servará como elemento constitutivo un matiz de ‘preparación’
guardia artística y literaria. El resultado fue la conformación del para ingresar en una entidad superior, la literatura general” (Gar-
imaginario pedagógico que dotó a la niñez de nuevos significa- cía, 2013: 7).
dos, apuntalados a partir de prácticas discursivas y dispositi- Con todo y las limitaciones impuestas por el momento his-
vos institucionales. Este proceso, enmarcado en el contexto de tórico en que se desarrolló, hay que señalar en la obra de Elsa
la declaración universal de los derechos del niño, corrió paralelo Bornemann un serio cuestionamiento ante la falta de reconoci-
al desarrollo de distintas disciplinas, particularmente la psicolo- miento de la autonomía infantil, expresada en el propósito ma-
gía y el psicoanálisis, que prestaron especial atención a los prime- nifiesto de escribir sin puerilizar al texto ni infantilizar al lector.
ros cinco años de desarrollo emocional del niño. Por otro lado, a Su narrativa se dirige a un lector activo y crítico, concibiéndolo
partir de los años sesenta, la sociedad atravesó una transforma- como poseedor de un mundo interior lleno de expectativas, e
ción profunda de las estructuras tradicionales de familia, que interpelándolo en forma directa. Al conceder al niño lector un
transitaron hacia una variedad de esquemas, afectando no sólo papel activo, Bornemann procura dotarlo de herramientas para
los modelos de crianza, sino también las posiciones de la escue- buscar el significado del texto más allá de la información escri-
la respecto a la noción de infancia (Carli, 2011). ta (apoyado en sus conocimientos y experiencias previas) a fin
de construir sentidos con base en ese objeto estético que es el

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Beatriz Alcubierre Moya Elefantes subversivos

cuento. De esta forma, la lectura se convierte en una forma de apelaremos para desenmascarar a nuestros encapuchados y fas-
resistencia. cistas espontáneos, para desbaratar listas que vienen de arriba, de
Como es bien sabido, la literatura infantil fue uno de los te- abajo y del medio, para derogar fantasmales reglamentos dictados
rrenos más controlados durante las dictaduras latinoamericanas quizá por ignorancia o exceso de celo de sacristanes más papistas
de la segunda mitad de siglo xx. Los regímenes militares busca- que el Papa. Sólo podemos expresar nuestra impotencia, nuestra
ron evitar que desde temprano se formara a los niños en las ideo- santa furia, como los chicos: pataleando y llorando sin que nadie
logías subversivas. Una cantidad importante de libros infantiles nos haga caso. [...] Todos tenemos el lápiz roto y una descomunal
terminó entonces en la hoguera. Entre ellos, el famoso paquider- goma de borrar ya incrustada en el cerebro. Pataleamos y lloramos
mo de Elsa Bornemann. hasta formar un inmenso río de mocos que va a dar a la mar de lá-
Es evidente que un interés obsesivo por la infancia recorrió a grimas y sangre que supimos conseguir en esta castigadora tierra
los gobiernos totalitarios, que se empeñaron en controlar la lite- (Walsh, 1993).
ratura infantil. Pero este control obsesivo de las conciencias se
extendió al mundo de los adultos, que serían tratados también
como menores de edad. Así lo describió María Elena Walsh, en su 4. Las paradojas del canon: a modo de conclusión
artículo “Desventuras en el País-Jardín de Infantes”, publicado
en 1979 en El Clarín, desde donde denunció la infantilización, ya Posiblemente sea con la obra de Elsa Bornemann que se popula-
no solo de los niños, sino de toda la sociedad argentina, por un rizó por primera vez en Argentina la figura del autor consagrado
grupo que se declaraba “más adulto que el resto de la sociedad”: a escribir para niños. Esto es: la idea de que los libros para ni-
ños son sobre todo productos culturales fruto del trabajo creativo
Hace tiempo que somos como niños y no podemos decir lo que pen- de un escritor. En los años posteriores a la dictadura, sus libros
samos o imaginamos. [...] El ubicuo y diligente censor transforma circularon ampliamente en el ámbito escolar tanto como en el
uno de los más lúcidos centros culturales del mundo en un Jardín- extraescolar, reintegrándose al canon del que habían sido arre-
de-infantes fabricador de embelecos que sólo pueden abordar lo batados.
pueril, lo procaz, lo frívolo o lo histórico pasado por agua bendita. No es de extrañar que el libro de Bornemann, y el de Devec-
[...] Sí, la firmante se preocupó por la infancia, pero jamás pensó que tah, hubieran sido censurados por el régimen militar videlista.
iba a vivir en un País-Jardín-de-Infantes [...] En lugar de presentar Primero, porque la prohibición y la arbitrariedad son recursos
certificados de buena conducta o temblar por si figuramos en algu- propios de todo sistema totalitario, cuya arma más poderosa es el
na “lista” creo que deberíamos confesar gandhianamente: sí, somos miedo, antes que la fuerza. Por ello estos sistemas represivos
veinticinco millones de sospechosos de querer pensar por nuestra emplean medidas atrabiliarias y absurdas para ejercer el poder a
cuenta, asumir la adultez y actualizarnos creativamente, por peli- través del terror. La censura es entonces más un gesto disuasivo
groso que les parezca a bienintencionados guardianes. Veinticinco que un castigo en sentido estricto.
millones, sí, porque los niños por fortuna no se salvan del pecado. Segundo y más importante, porque tal como lo he querido
Aunque se han prohibido libros infantiles, los pequeños mons- mostrar aquí, los mensajes encriptados en textos infantiles, ni
truos siguen consumiendo historias con madrastras-arpías, brujas estaban tan encriptados ni pasaron desapercibidos por los go-
que comen niños, hombres que asesinan a siete esposas, padres que biernos autoritarios. Por ello, está bien claro que el libro de Bor-
abandonan a sus hijos en el bosque, Alicias que viajan bajo tierra nemann (no solo el cuento que aquí se analiza, sino el conjunto
sin permiso de mamá. [...] Nosotros, pobres niños, a qué justicia de los 15 relatos que lo integran), tenía en efecto un carácter de-

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Beatriz Alcubierre Moya Elefantes subversivos

liberadamente subversivo y es por eso mismo que hoy en día es Bibliografía


tan célebre.
Lo anterior, desde luego, no justifica de manera alguna su Ariès, Philippe. El niño y la vida familiar en el antiguo régimen.
censura, pero es fundamental partir de esta afirmación para ob- Madrid: Taurus, 1987.
servar el fenómeno cultural que encarna: el de la recuperación Bajtín, Mijail. Rabelais y su mundo. Barcelona: Barral, 1974.
de los textos prohibidos como un acto de institucionalización de Bravo Herrera, Fernanda Elisa. Huellas y recorridos de una
la memoria en torno a la violencia política. En este mismo sen- utopía: la emigración italiana en la Argentina. Buenos Aires:
tido, resulta maravillosamente paradójica la forma en que sea Teseo, 2015.
precisamente el hecho de haber estado prohibido durante algunos Carli, Sandra. La memoria de la infancia. Buenos Aires, Paidós,
años lo que hoy en día hace más célebre este libro de Bornemann 2011.
en particular. Devetach, Laura. Monigote de arena. Buenos Aires: Santillana, 2011.
El canon escolar obedece designios extraños, y también en Dunbar, Alina. “Maria Elena Walsh and the Art of Subversive
buena medida arbitrarios. Un canon es una lectura del presen- Children’s Literature”, Bookbird; a Journal of International
te hacia el pasado, una mirada que define qué enseñar y cómo Children’s Literature. vol. 52, Núm. 3, 2014.
hacer para que ciertos textos permanezcan vivos y sean leídos García, Laura Rafaela. “Memoria de elefante para la violencia
por las siguientes generaciones. La paradoja consiste en que lo política”, El hilo de la fábula, Año 10, Núm. 8, 2010.
canonizado se fija y termina por convertirse en monumento. De _____. “Acerca de la literatura infantil y su posicionamiento en
manera que el sentido pragmático, contestatario e irreverente la literatura argentina”, Revista Miradas y Voces de la LIJ,
de un texto como el que aquí nos ocupa, tiende a perderse en el 2013.
olvido una vez que se canoniza para convertirse en un símbolo Guerrero Guadarrama, Laura. “La neo-subversión en la literatu-
de la resistencia. ra infantil y juvenil, ecos de la posmodernidad”, Revista OC-
NOS, Núm. 4, 2008.
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana,
en que se explica el verdadero sentido de las voces, su natura-
leza y calidad, con las frases o modos de hablar; los proverbios
o refranes y otras cosas convenientes al uso de la lengua. Ma-
drid: Gredos, 1984 (Facsímil, 1732).
Szir, Sandra M. Infancia y cultura visual; los periódicos ilustrados
para niños (1880-1910). Buenos Aires: Miño y Dávila, 2006.
Tranchini, Elina Mercedes. El cine argentino y la construcción
de un imaginario criollista. Buenos Aires: Federación Argen-
tina de la Industria Gráfica y Afines, 1999.
Walsh, María Elena. Dailan Kifki. Madrid: Siruela, 2009.
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res: Editorial Sudamericana, 1993.
Zipes, Jack. Fairy Tales and the Art of Subversion. Londres: Rout-
ledge, 1991.

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