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La tortura, la esclavitud, los secuestros y los actos de terrorismo son eventos que
afectan el bien común y nos conciernen a todos porque atentan contra nuestros
derechos humanos. Nadie puede argumentar, por ejemplo, que tiene un esclavo
porque sigue su conciencia. El hombre que sufre la esclavitud tiene derechos y el
Estado lo debe proteger.
El aborto es igual. No sólo está implicada la mujer, sino sobre todo está en juego la
vida del hijo no nacido y esta pequeña persona tiene derecho a vivir y a que se
respete su integridad. No podemos ver ni oír al no nacido sin la ayuda de
instrumentos médicos, pero existe, tiene alma y con el tiempo desarrollará la
capacidad de expresar sus sentimientos. La esclavitud es más fácil de imaginar.
Sabemos que es una gran injusticia y por eso no vemos grupos a favor de la libertad
de tener esclavos. Un esclavo siempre tratará de denunciar a sus "amos" para que el
Estado intervenga, libere a sus compañeros y encarcele a los culpables. Los
familiares del esclavo no descansarán hasta que se haga justicia.
El aborto provocado es mucho peor y más horrendo que la esclavitud, sin embargo,
no hay quien defienda al no nacido porque la madre espontáneamente se convierte
en cómplice del aborto. Cuando el Estado legaliza el aborto gana aliados en todas
las mujeres y los médicos que participan en un aborto y así gana fuerza esta
situación inhumana y tiende a permanecer.
El Estado debe asegurar que no se realicen abortos, así como tiene la misión de
utilizar todos los medios necesarios para evitar los asaltos, las violaciones y las
insurgencias de grupos guerrilleros. El aborto es un delito grave.
Así como es difícil y tal vez imposible erradicar los asaltos y otros crímenes,
también el aborto no va a desaparecer por decreto. En un Estado Pro-Vida los
abortos se realizan clandestinamente y en un país con legislación Pro-Choice las
mujeres matan a sus hijos en la comodidad de una moderna clínica con sábanas
esterilizadas y aire acondicionado.
Los abortos clandestinos son muy peligrosos para la mujer y por eso algunos
grupos quieren legalizar este acto criminal. Como no podemos evitarlo mejor lo
legalizamos, dicen.
El Estado debe proteger los valores sobre los cuales se fundamenta el orden social,
principalmente, el valor de la vida humana. No puede otorgar concesiones en este
sentido ni renunciar a su responsabilidad porque sería como romper el vínculo que
une a la sociedad organizada y perdería justificación el poder político. Cada casa
sería una isla, donde cada quien se defendería con sus propios medios de los
demás.
No todo está hecho, de todos nosotros depende, a ti y a mí nos toca que en nuestro
país se defienda la vida y la integridad de los que estamos y los que vienen. El reto
es grande.