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“Bienvenidos al Horror
del Sol Naciente”
nacientedentraos en el laberinto,
Amparo Montejano
“Todas las cosas vivientes de este mundo están ligadas a la muerte”
-Edogawa Ranpo
literatura, el que nos hace caer en la cuenta de nuestra nimia existencia universal
puntillas y sin estremeceros por este nuevo y fragante nº. X “Especial J-Horror”,
¡no! Resulta imposible hacerlo, improbable el avanzar por entre sus páginas y
¡El número X!
insólita obertura sobre las bases de lo que ya éramos, pero, que hemos decidido
nos definió como: “un moderno Weird Tales a la española” y…, no pudimos hacer
Pues bien, en este número X damos otro pasito hacia adelante. Uno grande y
que nos hace vibrar con el entusiasmo de aquell@s que luchan por un sueño:
deferencia de ofrecer una novelette inédita a todos nuestros lectores: “El Honor
lo es Todo”.
para este número: ell@s han fabulado y hecho gala de una inventiva
nipón al más puro estilo del Eroguro de Maruo, Izuni o del propio Junji Ito.
Y por si todo ello os resulta aún insuficiente, por si necesitáis más motivos para
adentraros entre sus más de trescientas páginas de imaginería sin fin, la exitosa
“Todo Tranquilo en Dunwich” (realizado junto a José Luis Forte), nos embruja
En él, nos guía magistralmente por los temas y motivos recurrentes de la obra
Como veis, este número X “Especial J-Horror” es grande, férrico y exhala magia
nos abastecen de ánimo, nos insuflan valiosa energía!: Wave Books Editorial,
que, como sabéis, nos pareció el cuento más “representativo” de todos los
seleccionados para formular este volumen. Equipo de “La Puerta…”: ¡sois muy
grandes!
A tod@s los que componéis este “Círculo”: sin vuestro trabajo apasionado y de
al igual que tod@s los que formamos parte del “Círculo”, completamente
admiren la calidad de este artista, con ganas y talento, que sólo busca una
oportunidad.
que sigáis ahí, con nosotr@s; a que permanezcáis trabajando por edificar un
-Lafcadio Hear
pero le gustaba que todas las persianas estuviesen levantadas y las cortinas
abiertas. Así, en lo alto de aquel hotel, sentía que no tenía nada que esconderle
al mundo.
rápidas, pero llenas de fuerza. Con cada una de ellas, el chico dejaba escapar
agujeros que la máscara de Nō tenía por ojos. Aunque no podía verlo, esperaba
jadeaba por el goce y el esfuerzo. Con la mano izquierda en el pecho del joven,
complacerlo y aceleró sus acometidas. Presionó con más fuerza el pecho del
joven con su mano izquierda y apretó con más fuerza su cuello. Los gemidos
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subieron de volumen y el chico le empezó a arañar la espalda. Hiroshi notó una
dormido.
Abrió los ojos alterado. Algo no iba bien. Hiroshi se apartó un poco del joven y le
arrancó la máscara. Entonces vio los fríos ojos abiertos de cadáver, manchados
de pequeños puntitos rojos. Por un instante, él también dejó de respirar. Con los
la habitación. Hiroshi no sabía cuánto tiempo llevaba allí, pugnando por dejar de
llorar y por respirar de nuevo con normalidad, cuando se dio cuenta de que las
ducha.
se vistió sin mirar el bulto sobre la cama y salió del hotel. Regresó con
arrojando al mar los pedazos del atractivo joven con el que había contactado por
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internet un par de días antes. Acto seguido, condujo hasta un descampado
Al subirse al coche, en el hotel, la había dejado sobre el asiento del copiloto. Fue
Hiroshi era el heredero de una rica familia de Tokio. Desde que nació, su función
buscar esposa. No fue una tarea fácil, pues, aunque logró tener alguna que otra
representaban algunas escenas de una obra clásica del teatro Nō. Como era
tradición, todos los actores eran hombres y algunos de ellos portaban máscaras.
cejas afligidas, sus ojos tristes, su boca suplicante. El shite danzaba por el
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Al día siguiente, el joven universitario compró una máscara de teatro Nō:
el rostro de una mujer entristecida, con un par de pequeños agujeros por ojos y
que sus cejas eran una raya difuminada sobre el esmalte blanco, que sus ojos
eran dos pequeños pozos de oscuridad y que su boca era la fría boca de madera
Un año después se casó con la joven Hanako, una chica dulce, con la
Hajime.
hombre ejemplar para los que lo rodeaban: gran empresario, esposo amoroso,
padre recto; pero de noche seguía citándose en diferentes hoteles con atractivos
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Hiroshi tiró la máscara a la hoguera y contempló cómo empezaba a arder. La
dibujando un terrible rostro de dolor sobre la madera. Unos minutos después, tan
venía. Para su discreta esposa, Hiroshi trabajaba hasta tarde varias noches por
Al llegar a casa, Hiroshi se dio un baño. Antes de intentar dormir un par de horas,
entró a ver a Hajime. Arropó un poco al niño y le dio un beso con cuidado de no
el cuarto de invitados, donde solía dormir los días que llegaba tan tarde.
Aunque estaba agotado, Hiroshi no durmió bien. Soñó con agua y con
fuego, con ventanas y con las luces de Tokio sobre el cuerpo desnudo y sin
cabeza del joven al que le había arrebatado la vida poseído por el espíritu de la
lujuria. Soñó con la bañera del hotel llena de agua teñida de rojo y con el olor
ambientador que había comprado para cubrirlo. Soñó con su hijo y con su mujer
una orgía salvaje. Todo era placer y desenfreno hasta que los participantes
empezaron a sangrar por las axilas, por las ingles, por el cuello. Y Hiroshi salió
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Nō lo aguardaba. El homicida pudo sentir cómo los ojos de aquel pedazo de tabla
Eran las cinco y treinta y dos cuando Hiroshi se despertó sobresaltado. Estaba
seis, pero sabía que no iba a poder dormir más. Se dio una ducha, preparó café
despertasen.
policía con las sirenas encendidas y no podía cerrar los ojos sin ver la máscara
Aquella dinámica duró un par de meses hasta que, un día, Hiroshi durmió
cinco horas del tirón. Se había acostado tarde, pero se despertó fresco como
una rosa. Bajó a desayunar con su mujer y estuvo escuchando cómo Hajime le
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explicaba sus aventuras escolares. Hiroshi notó que Hanako quería preguntarle
Con el paso de los días, Hiroshi volvió a ser el empresario que era antes
del incidente. Estaba concentrado y volvía a ser un líder eficiente. Dejó de buscar
transgresión jamás sería descubierta, pero lo más importante fue que dejó de
Todo había vuelto a la normalidad, así también los deseos carnales de Hiroshi.
antiguas costumbres para dejar atrás de forma definitiva el terrible incidente que
sesiones de natación y una abultada cartera. Todo esto hacía las delicias de
El muchacho con el que quedó aquella noche tenía diecinueve años. Era
iban por la mitad antes de que acabasen de arrancarse la ropa. Los preliminares
fueron cortos, pues el joven estaba muy interesado en ser penetrado, lo que a
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Desde que se había deshecho del cadáver de su último amante, Hiroshi
no había estado con nadie, así que estaba realmente excitado. Dio la vuelta a su
pareja sobre la cama y empezó a jugar con sus dedos entre las nalgas del joven,
estaba encantado.
Como siempre, Hiroshi había dejado todas las persianas levantadas, las
cortinas abiertas y las luces apagadas. Pese a la poca luz, podía ver su reflejo
en la ventana más cercana, donde distinguía las muecas de placer del joven,
que no dejaba de gemir. Hiroshi estaba tan excitado que no sabía si podría
lleno de disfrute del chico había dado paso al rictus suplicante e inhumano de su
cargado de olor a sexo, aunque a Hiroshi le pareció distinguir otro olor que no
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Decidió evitar sus citas clandestinas por el momento, aunque debería buscar
aquel día empezó a frecuentar la piscina con mayor asiduidad. Al principio iba
por las mañanas, pero al tercer día empezó a ir de noche, cuando no había nadie,
empezaron a atormentarlo.
cenar con más frecuencia. Hajime estaba encantado de poder pasar algo más
de tiempo con su padre. Hiroshi pensó que, quizá, este cambio de ritmo era lo
que necesitaba para superar ese sentimiento de culpa que vivía agazapado en
parecía más feliz ahora que su marido estaba más tiempo en casa. La relación
entre ambos siempre había sido afectuosa, pero nunca pasional. El sexo era
secundario para ella, por eso Hiroshi la había elegido como pareja. Además, la
mujer era, ante todo, leal. Hiroshi sabía que Hanako no era tonta, así que
suponía que estaba al corriente de sus múltiples aventuras. Dudaba, eso sí, de
que supiese que se acostaba con otros hombres. Pero ella nunca le había
reprochado nada y estaba seguro de que nunca lo haría. Por lo demás, Hiroshi
pero llevaba años preparándose para darle a su padre un nieto que pudiese
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continuar con el negocio familiar una generación más. Fue entonces cuando le
había sido más útil imaginarse que el rostro de su mujer era una máscara
que lo agradeció. Hacía semanas que no tenía sexo, desde su cita fallida con
aquel joven de diecinueve años, así que no le costó demasiado estar preparado
Estaba tan excitado que, pese a que se le pasó por la cabeza el rostro de
mujer. Aun así, decidió no mirarle a la cara, preocupado por perder la erección.
recordar algunos de los encuentros sexuales más excitantes que había tenido,
intensidad, pero nunca gemía ni decía nada. Hiroshi rara vez había logrado que
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Hiroshi estaba rememorando cómo había sometido a un jovencito de
eyaculó. La mujer gimió, como nunca Hiroshi la había escuchado hacer. En pleno
clímax, el hombre miró a su esposa para ver como el rostro de Hanako se había
atrás.
Hiroshi. Ambos cuerpos cayeron al suelo. Ella apretaba con sus manos la
garganta de su marido, mientras Hiroshi luchaba por liberarse, sin poder apartar
observaba, entre toses. Hanako miró a su esposo con lágrimas recorriendo sus
estómago de ella.
había corrido a encerrarse en el baño, dejándolo allí con aquel aroma a sexo con
mujer le había atacado, tenía las marcas de sus manos en el cuello, pero era
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El empresario había decidido ir a nadar, con la esperanza de despejase y
coche. Sabía que a las dos de la mañana era extraño que hubiese alguien en la
a contemplar la fea herida de su cuello. Pensó que tenía que conseguir algo de
maquillaje para cubrirla antes de ir a la oficina. Había decidido que iría a dormir
a un hotel. De camino, entraría a comprar algo para cubrir las marcas de los
a crol, así que empezó a hacer largos. Cuando llevaba una veintena, decidió
figura fuera de la piscina. Dejó de nadar para comprobar que no había nadie allí.
luces del techo, atento a la marca que le avisaba cuándo debía dar la vuelta.
pronto se topó con alguien asomado a su carril, con una cara blanca y fría muy
cerca de la suya.
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Hiroshi notó una mano en la cabeza que lo empujaba hacia el fondo y no
le dejaba salir a respirar. Movió pies y brazos con toda la fuerza que pudo hasta
que logró romper la superficie del agua y cargar sus pulmones de aire. Tosiendo,
se agarró a una de las cocheras del carril y buscó a su atacante con la mirada,
hematoma que su mano había dejado en el pecho del muchacho ni la fea marca
le seguía con paso lento y esforzado, así que no le costó dejarla atrás. Hiroshi
entrada y llegó a la calle. Aún llovía. El empresario se dio cuenta de que estaba
llorando. Se sintió como un idiota, en bañador, bajo la lluvia y sin sus cosas. Su
oficinas adyacente. Era un callejón estrecho y oscuro; tan sólo había una farola
en el extremo opuesto a por el que había entrado Hiroshi. El hombre corrió hasta
la mitad del callejón y se detuvo. Aquella cosa no lo había seguido. Esperó unos
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Se recostó en un el muro del gimnasio. Le empezaba a doler la cabeza y
cerró los ojos. Notaba cómo las gotas de lluvia recorrían su piel desnuda y
pensar en la habitación del hotel, en el cuerpo sin vida del joven, en la bañera
Abrió los ojos. Miró a lado del callejón y no vio a nadie. Suspiró tranquilo.
Estaba empezando a pensar que lo mejor sería entrar al vestuario a recoger sus
media vuelta para salir del callejón por donde había llegado y, entonces, chocó
con algo. Cayó de espaldas sobre el suelo mojado y, al alzar la vista, descubrió
cabeza. Un poco por debajo de esta, Hiroshi aún pudo ver las marcas que sus
dedos habían dejado en el cuello del muchacho. La figura se inclinó hacia él,
rostro.
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había agujeros para los ojos. En ese momento empezó a sentir que le faltaba el
aire. No era como la sensación de ahogo que había notado alguna vez al estar
bajo el agua más tiempo de la cuenta; sentía una terrible presión en el pecho y
era como si algo o alguien le estuviese drenando los pulmones para dejarlos
secos.
femeninos.
"Nō" supone su primera publicación, aunque otros de sus relatos se pueden leer
Hacía mucho tiempo que Mizumura estaba deshabitado. Nadie sabe muy
bien qué pasó en este pequeño pueblo de las montañas, pero hacía al menos
dos décadas que nadie vivía en él. Tampoco nadie lo visitaba. Mizumura había
piedra unía la parte alta y la parte baja del pueblo. Algunas casas aún
conservaban los techos a dos aguas, tan inclinados que casi tocaban el suelo.
turístico rural para gente de clase alta y, por eso, Kenichi acababa de bajar del
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El jefe repasó las instrucciones de cada uno y se separaron. Cada técnico
tenía asignada una zona del pueblo. A Kenichi le había tocado la zona noroeste.
Miró la pendiente de escalones de piedra que subía a la parte alta del pueblo y
Kenichi ignoraba sus burlas y evitaba pensar en la larga subida que tenía
por delante.
preliminar ante la junta y esperan que sea favorable. ¡A trabajar! —dijo el Jefe.
mucha altitud y los rayos del sol caían directamente sobre el pueblo. La sombra
de los árboles no tocaba los escalones de piedra. Kenichi evitaba mirar hacia
ganas. Desde dónde estaba veía el resto del pequeño pueblo. A sus pies no
había más que una decena de casas y luego el bosque y, más allá, el lago. Le
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mismo y se dirigió a las ruinas de las casas de su sector. El bosque parecía
aunque de las puertas y las ventanas solo quedaban huecos. Avanzó por el
interior con cuidado de no pisar ninguna tabla suelta. Se alejó de la puerta, la luz
que entraba por ella se atenuó. Encendió la linterna, pero no le dio tiempo de ver
el charco.
«No puedo quedarme con el pie mojado todo el día. Tengo que secarme.
el zapato y el calcetín y los puso a secar al sol. Bebió más agua y aprovechó el
dormido, oyó un ruido a sus espaldas. Kenichi se giró con rapidez y miró hacia
el bosque; entre los apretados árboles le pareció ver otra casa. «Pensaba que
todas las casas estaban fuera del bosque. Tendré que ir a mirar». Tocó el
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Cuando llegó se sorprendió en las buenas condiciones que mantenía y no
pudo evitar pensar si aún viviría alguien en ella. Indeciso, tocó la puerta sin
esperar respuesta. Se sentía un poco tonto al llamar a una puerta de una casa
que seguramente estuviera vacía. Sin embargo, el sonido de unos pasos lentos
anciana?»
Kenichi reaccionó.
dándose la vuelta.
—Hola, señor Sawa. No se vaya, por favor. Hace mucho que nadie me
apenas llegaba al hombro del joven. Vestía un kimono azul oscuro muy limpio
aunque algo antiguo. Tenía el pelo blanquísimo recogido con un moño alto. Su
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cara era un mapa de arrugas profundas y, por un momento, Kenichi pensó que
Está recién hecho y estoy muy sola aquí arriba. No deje a esta anciana con las
ganas de tener una conversación con un joven tan apuesto como usted —
supuso que después de tanto tiempo sola se habría vuelto más directa. Además,
volver a la ciudad. Kenichi miró su reloj, tenía tiempo suficiente para tomar un té
secado del todo— y entró. En la cabaña solo había una estancia. Una mesa baja
rincón. Pegado a la pared del fondo había un pequeño hornillo para cocinar. La
tetera estaba encima del único fuego. La señora Rin le indicó que se sentara en
—Así que están estudiando este pueblo. ¿Puede saber esta anciana para
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—Claro, al fin y al cabo, usted vive aquí. Unos inversores quieren
—Vaya… cómo han cambiado las cosas. Antes la gente con dinero solo
entiendo por qué está abandonado. Además, no está tan lejos de la ciudad.
La señora Rin sonrió con tristeza y dejó la taza en la mesa. Kenichi dio un
sorbo al té.
—Ay, hijo… si tú supieras lo que pasó no verías este pueblo con tan
—Si tan horrible fue, ¿por qué sigue usted aquí, señora Rin?
preguntó Kenichi lleno de curiosidad. Temía haber sido demasiado directo y que
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la anciana lo echara sin contarle nada, pero su lengua había corrido más que su
cerebro.
mucho tiempo que no tengo una conversación y mucho más tiempo que no
recibo una visita, y aunque preferiría hablar de otras cosas, una conversación es
una conversación.
de Mizumura.
como yo es difícil situar el momento exacto en el que fuiste una niña de ocho
años.
combinaciones eran algo extravagantes, pero ni los niños ni los adultos se reían
Puede parecer que un pueblo tan pequeño fuera un aburrimiento para una
niña tan pequeña, pero aún sonrío cuando recuerdo cómo me divertía con el
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verano dormíamos en el jardín para ver las estrellas. Pero a pesar de que en
verano podíamos hacer muchas más cosas, mi época favorita era el otoño. Me
me parecía más verde y más vivo después de una tormenta. Después de una
llegar tan sucios, pero al final ellos también se unían a nuestros juegos.
Sin embargo ese otoño fue diferente. Ese otoño llovió durante cuatro días
y cuatro noches. Dicho así puede no parecer demasiado, pero estoy hablando
de una lluvia incesante, tan densa y de gotas tan gruesas que no dejaba ver lo
que tenías más lejos de un metro. El primer día de lluvia no podía estar más
contenta: al día siguiente tendríamos mucho barro y muchos charcos para jugar,
En casa las cenas pasaron de ser animadas a una simple rutina. Mis
palabras imprescindibles.
Por fin, al cuarto día dejó de llover. El sol asomó entre las nubes con
timidez. Todos salimos a la calle. Había charcos enormes por todas partes y nos
que teníamos. Los niños y niñas nos juntamos y jugamos como siempre
habíamos hecho. Los adultos hablaban apoyados en los marcos de las puertas.
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más vacío que antes. Recuerdo habérselo preguntado a uno de mis amigos, pero
brillaba con calidez por las mañanas y por las tardes se ocultaba dejando el cielo
y las nubes de color anaranjado. El viento era una suave caricia y no había rastro
de lluvia, pero al cuarto día, las nubes blancas se pintaron de gris y el cielo y el
sol se ocultaron detrás de ellas. Recuerdo que sonó un trueno antes de que
padres se enfadaban conmigo por cualquier cosa y discutían entre ellos. Nunca
los había visto discutir como esos cuatro días. Yo me pasaba todo el día
ellos a las horas de comer. Deseaba que la lluvia acabara cuanto antes.
sentirnos extraños al salir, otra vez volvimos a jugar como siempre y otra vez
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—Se habrán ido a la ciudad. Yo se lo propuse a tu madre, pero no quiso
muchas ganas. Era la primera vez en cuatro días que veía a mi padre sonreír.
Pero los plácidos días sin lluvia volvieron a llegar al final después de
cuatro amaneceres. Otra vez nos encerramos en casa, otra vez desaparecieron
las sonrisas y los besos, otra vez los gritos y el silencio llenaron la casa y otra
—Por favor, por favor, haz que se vaya. Haz que la lluvia pare.
No sabía muy bien a quién le pedía que se llevara la lluvia, pero cerraba
Sin embargo, tuve que dejar de hacerlo. Cuando mi padre me vio, le gritó
locura!
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Nunca llegué a saber si mis deseos fueron escuchados o si fue simple
cuántos días habían pasado, pero con el tiempo he visto claro que habían vuelto
exterior. Corrí por la calle gritando los nombres de mis amigos y amigas, pero
salieron muy pocos a la calle. «Se habrán ido con sus familias a la ciudad, como
hasta tarde aunque el ambiente era extraño: nadie nombraba la lluvia ni hablaban
de las familias que se habían ido. Los pocos niños y niñas que quedábamos no
jugábamos con los charcos. Ya el agua no nos parecía tan divertida, aunque
Esa vez los gritos empezaron la primera noche. Yo me tapaba los oídos
para no oír las discusiones, pero era inútil, los insultos que se lanzaban mis
silencio. Esa vez prefería no rezar, se me habían quitado las ganas de salir fuera,
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viviendo una broma pesada de algún dios bromista. Estaba cansada de llorar y
de oír gritos.
—¡Ves!¡Te dije que todos se estaban marchando! Solo nos quedamos los
estúpidos y cobardes. ¡En Mizumura solo hay idiotas! ¡Tú eres una idiota al
pensar que es mejor quedarse! Si la mayoría se ha atrevido a irse: ¿por qué nos
has retenido aquí, mujer?¡Eres demasiado cobarde y tonta para ver la realidad!
dejar aquí a Rin. De hecho, mejor que se quede aquí, seguro que cuando crezca
Esas fueron las últimas palabras que oí antes de que mi padre saliera de
tú solo? ¿Qué haremos nosotras sin ti?¡Una niña no puede crecer sin su padre!
Esas fueron las últimas palabras que oí antes de que mi madre saliera
de la puerta abierta. Las gotas de lluvia entraron en casa. Las veía en el suelo
de madera y me sorprendió ver que eran casi del mismo tamaño que mis
bien a qué.
con el cuerpo entumecido y con el corazón a mil. «Todo lo que pasó fue una
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habitación de mis padres. No quería hacer ruido y despertarles, porque ellos
estarían allí. Estarían en sus futones como cada noche. Sin embargo, cuando
lágrimas. Tenías los ojos secos y me picaban. Me los rasqué hasta hacerme
daño. ¿Qué podía hacer? Estaba sola y asustada. La lluvia no dejaba de caer.
entre la lluvia, pero como ya he dicho, el agua no dejaba ver más allá de un
levanté un poco temblorosa y avancé hacia la puerta abierta. Las gotas del suelo
dónde habrán ido? ¿Son esos de ahí?». Me había parecido ver a dos figuras
Miré hacia las otras casas. Algunas tenían la puerta abierta y la luz
encendida como la mía. Otras estaban a oscuras y con las puertas y las ventanas
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—¡Mamá!¡Me he puesto el chubasquero y las botas como siempre me
Avancé un poco más. «¿Qué es eso?». Había visto unas siluetas entre la
lluvia.
«Son ellos. Tienen que ser ellos. Por favor, que sean ellos». Ya casi los
Caminé despacio hacia las siluetas y me tapé las manos con la boca.
A la derecha había algo tirado en el suelo. Era grande. Tenía casi un metro
Grité y retrocedí.
—¡Mamá!¡Mamá!¡Mamá!
—¿Mamá?¡Mamá!
La abracé con fuerza, pero sentí su cuerpo extraño bajo mis pequeños
brazos. Era como si sus huesos se hubieran vuelto flexibles y su piel se hubiera
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desaparecido. Miré sus piernas. Se estaban uniendo en una sola, gruesa y sin
La miré a la cara, pero su cara se había deformado. Estaba ovalada y sus labios
se habían unido. Sus ojos estaban más altos de lo normal y unos bultos le crecían
debajo.
Las babosas que antes eran mis padres se arrastraron por el fango hacia
el bosque. Esa fue la última vez que los vi y, con el tiempo, me di cuenta de que
La señora Rin miró a Kenichi con sus ojos llenos de arrugas. El joven se
estómago «Es solo un cuento de viejas. Solo quiere asustarte. Es una vieja
solitaria».
gente no se convierte en babosa. Eso solo pasa en las historias de terror. Está
claro que es mucho más interesante que decir que todos se fueron a la ciudad.
¿Alguien que tuviera familia aquí o que su familia fuera de aquí? —preguntó la
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Kenichi pensó unos segundos. Se sorprendió al darse cuenta de que no
pasado?» Miró su reloj; marcaba la misma hora que cuando lo había mirado
antes «Se habrá parado». Miró hacia el cielo; ya no era de color azul. Unas nubes
cayó con más fuerza. Kenichi se giró para salir corriendo del bosque, pero no
pasado antes, sólo desperté en aquel infierno. Sentía que me movían por pasillos
estrechos, atada de pies y manos. Supuse que era una silla de ruedas, pues el
favor».
Era inútil.
estaba a punto de suceder. Pronto la silla golpeó una puerta de metal, seguí
después, apareció una amplia mano que me sujetó del cuello y me haló con
potencia, luego fue cortando mis ataduras—. Hoy aprenderás una dura lección.
Las lágrimas resbalaban de mis ojos, mis labios se torcían, nunca pensé
sentir algo tan amargo como la nulidad. Me giraron con una violencia sin igual,
como si fuera tan sólo un saco de carne. Mis ojos escudriñaban entre las dos
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rodadas por media docena de hombres. Fue en ese instante que lo entendí...
creyeron más listos que nosotros, los Yakuza. ¡Ja! ¡Grave error! Aprenderás de
Aquel chascó los dedos. El equipo médico de cada camilla se dividió, uno iba
a monitorizar los signos vitales, mientras los otros dos se vestían unos guantes
y lentes.
¡Contémplalos mirarte con dolor! ¿Ves sus lágrimas brotar? ¡Ellos saben lo que
les ocurrirá, pero aun así, se preocupan más por ti que por ellos mismos!
exhaló y prosiguió—. Agradécelo a una rara especie de amapola que solo crece
en Aokigahara… aunque, ¡ya deberías saberlo! Pues tu padre fue quien nos la
presentó.
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Las sierras comenzaron a ingresar en la piel, la sangre estalló furiosa, cual
cascada de tinta. Pronto la articulación comenzó a chillar hasta que el pie fue
las dos camillas. Las sierras prosiguieron su labor a la altura de las rodillas; el
podría calmar.
lanzadas junto a las otras partes del cuerpo. Supuse que ya todo había
terminado, los habían destrozado pero podían vivir, podía hacer algo, llevarlos a
un hospital, curarlos. Aún había tiempo. ¡Hubiera hecho lo que sea! ¡Lo que sea!
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—Te quitaremos todo, hasta que tu única salida sea la muerte. Tú no nos has
Sentí como mi cuello era penetrado por una fría aguja. Traté de luchar, de
quebrarla, pero estaba inmovilizada. Sólo me quedaba esperar que surta efecto
el veneno que habían inyectado en mí. La aguja salió, al mismo tiempo las manos
me esperaba?
Horrorizada pude ver como los cirujanos blandían ahora unas relucientes
Wakizashi; voltearon a mirar a su líder, el cual les dio la venia. El delgado filo del
arma fue penetrando con elegancia la carne de mis padres, con una delicadeza
los rojos labios de una mujer sobre el miembro viril de su pareja. Agité mi cabeza
rehusaba a ser coherente. Pronto sentí un calor particular en mi vientre bajo, mis
sintiendo.
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No pensé que abría castigo más supremo que el que estaban cometiendo en
vida!
suplicantes se rozaban entre sí, incapaces de saciar la sed impía que nacía entre
El filo terminó de lamer cada centímetro de piel, hasta dejar los músculos,
brillantes, tensos, calientes y palpitantes, como mis labios más secretos. Sin
Parecían violines, tocando cada hebra, vibrando con cada chorro de sangre, con
cada pedazo de carne liberado. El amante perfecto, uno que con la lengua, te
No podía aguantar sentir tanto placer por la carne siendo trozada, por el
mis pechos con ello, masturbarme con los pedazos de carne caliente, aún
palpitante. Tener un orgasmo por primera vez en mi vida, derramar saliva sobre
mi propio cuerpo mientras me entrego al placer de venirme una y otra vez bañada
mí misma, si tan sólo tuviera una Tantō, me quitaría la vida yo misma. Otro golpe
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me hizo perder el equilibrio y caer como una piedra en el abismo. Sin embargo,
antes de caer, una mano me sujetó del cabello y me arrastró hacia arriba. Sentí
como un pequeño riachuelo cristalino se escurría por entre mis muslos al sentir
Los brillantes huesos fueron lanzados al carro, donde le esperaba una cama
alarido incisivo. Las manos cayeron en cuestión de segundos, al igual que los
Profusas lágrimas se resbalaban por mis ojos mojando mis pómulos, hasta
algo más que el vago frotar de mis muslos. Mientras que mi espíritu se
escupiéndola.
Los brillantes huesos de los brazos fueron lanzados al carro de compras, que
exquisito trabajo, por un momento pensé estar observando a dos de las Tenka
Goken.
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Me mordí el labio al observar como el filo de la espada fue penetrando a mi
madre, cómo de su interior brotaba una marea de sangre. Por un fugaz momento
me imaginé siendo violada por ese filo divino, no podía soportar más ese infierno.
Iba a enloquecer, tenía que calmar mi ímpetu carnal pero no podía porque mi
altura del ombligo de mi madre y, de un solo corte limpio, la abrió. Los intestinos
estallaron como una rosa floreciendo salvajemente. La sangre se mezcló con los
presencia tan fuerte que obligaba unas potentes arcadas en mi ser. Arcadas que,
al ser una potente convulsión, generaron espasmos que contrajeron las paredes
Con la cara en el piso traté de ahogarme con mi propio vómito, mis lágrimas
soportarlo, tan sólo quería morir. No había nada en este mundo que me salvara
de tanto dolor, me odiaba, me tenía asco; pero aun así, había disfrutado del
Giré como un estropajo, tosí todo el vómito que había entrado en mis
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—Papá, mamá… —susurré entre lágrimas, arreglando el gorro de lana negra
repetía que me quedaba hermoso… que jugaba con mis ojos—. Perdónenme,
por favor.
ya se había dado por vencido y lo único que anhelaba era la muerte. En un abrir
carne putrefacta, que hace horas, había sido mis padres. Una patada en la
rostros que tanto amé, con una comba, partiéndoles el cráneo al igual que el
paciencia.
—Tu padre y yo fuimos muy buenos amigos, toma esto como una muestra
tragedia. Una muerte vana y sin sentido, que mantenga a mi espíritu en castigo
inenarrable.
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Abandono
—¡Oi, oi! —llegó a mí una voz oscura, tan tenebrosa que electrizó mi cuerpo
caprinas, pude distinguir que vestía un Seifuku negro, sin embargo no pude ver
su rostro—. Tengo un trato que nos interesa a ambas. Verás, después de eones,
—No hay nada en éste mundo que yo desee… —dije, levantándome del piso
trazos de tinta de un Kanji—. O simplemente puedes arrojarte a las vías del tren.
Insensata.
Dio un chasquido y todo se volvió oscuridad. Delante de mí, un río etéreo fluía
con gracia. No necesité que me lo dijera, estaba muy claro. Era el inframundo.
aparte de hacerte jurar que nunca mirarías tu reflejo en las aguas calmas de un
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Levanté la mano y me deshice del gorro, casi hipnotizada caminé hacia el río
mostrar.
Orgasmo
Un arduo día de trabajo acababa otra vez. Ya había olvidado lo que se sentía
el sabor del sake en la boca mientras su mirada se perdía en las suaves olas
que dibujaba el río Meguro. Escuchar la gente hablar, caminar apurados, como
si el tiempo fuera un castigo del que deseaban huir, inmersos tanto en sí mismos
tatuajes. Era lo único que había mordido su piel hasta sangrar, su única
ropa interior, casi todo su cuerpo estaba cubierto por extensos dibujos brillantes.
¿En qué momento había dejado de existir y ni siquiera se había dado cuenta?
hecho de imaginar el fin de un ciclo interminable, al son del último suspiro. Y así,
51
se durmió al fin, ignorando que en la oscuridad del baño, se ocultaba una
sombra.
coqueta resonó—. Ya quiero verte crecer, ya quiero verte siendo ser lo que
soñaste ser.
¡Priiiiiiiii!
miró en el lavabo. Después de todo; con ojeras y todo, aún seguía siendo bella.
Abrió la cortina del baño y se metió. Pronto, el agua caliente fluyó por el drenaje,
a la vez que ella restregaba su piel con insistencia. Dormitó un poco bajo el agua
muslo.
La mujer se enredó en la cortina y cayó junto con ella, aquel ser baboso no
hallaba ahí.
52
—¡Mierda! —gritó con todas sus fuerzas, recordando que en la madrugada
desmembramiento—. ¡Maldición!
¡Crack!
de aquel asqueroso animal, sin darse cuenta que éste ya había deshecho su
ella se levantó con pesadez, buscó su pantalón sobre la cama, sujetó su muñón
fue a pisar. Resbaló sin control y cayó sobre su espalda, recibiendo un golpe tan
—¿Qué demonios? —agitó su cabeza, una tenue luz entraba por la ventana,
ya era casi de noche, no obstante, pudo ver la silueta de una persona sentada
sobre su cama.
hablar ni para pensar, su estómago estaba tan lleno que sentía unas ganas
53
incesantes de orinar y defecar. Pujó y pujó hasta que escuchó que algo salió de
ella. Sintió al placer de excretar tan puro y perfecto que no dudó en volverlo a
evacuación. Era increíble la delicia que le causaba el tan sólo hacerlo. Llevó una
mano hacia su estómago, había bajado un poco, sin embargo había mucho más
los pedazos que estaba haciendo, terrible su sorpresa al sentir que aquello que
estaba liberando de su cuerpo, aún se movía. Sujetó una de ellas y la llevó hacia
su rostro. Era una pequeña lamprea. La cual, sin dudarlo, se lanzó hacia su
¡No podía creerlo, estaba sintiendo placer con un bicho tan asqueroso como
ése! Debía sacarlos todos de su interior, quizá así podrían todos mordisquearla
propios pensamientos.
Fue pujando y pujando, sintiendo como salían las lampreas por ambos
que, sin perder tiempo, se arrastraban por todo su cuerpo, hasta que no había
—¡Aaaaah! —pujó tan fuerte que salió una gran cantidad de ellas, con una
violencia tal que hizo que alcanzara un clímax tremendo, abriendo su boca en un
54
Una lamprea vio la oportunidad y saltó hacia su lengua, sujetándola con
meterse por su boca abierta. Era una locura, hasta la asfixia estaba causándole
un placer enorme.
—Creo que te servirá esto —espetó la figura sobre la cama, al mismo tiempo,
Sorprendida volteó a ver la sombra. ¿Era posible que esa fuera la hija de
Aoshi? No tenía tiempo para pensar, debía abrir su estómago y liberarlas a todas.
hizo el resto. Los intestinos emergieron con violencia, al igual que una marea de
aquellos entes parasitarios. Al cabo de unos minutos, de ella no quedó nada más
que huesos…
Tripofobia
—¡Ara, ara! —protestó Ayame, pasando una de sus delicadas manos por su
rostro—. El viejo otra vez despertó de mala gana, gritando e insultado a diestra
Ella miraba su reflejo en la ventana del tren. Era un insulto regresar del
colegio en tren. Él debería saberlo, por algo era uno de los hombres más
55
poderosos de Japón. Era obvio que se había olvidado de ella, clásico en un
Debió haberse sorprendido al encontrarse con una mujer que ocultaba sus
facciones por una máscara Kitsune y que, por encima de su cabello, sobresalían
unas orejas de gato. Sin embargo, todos aquellos indeseables con los que
Yakuza». Según las incoherencias que hablaba el viejo. Aunque esa tipa, pues…
—Digamos que soy una íntima amiga de tu padre… —susurró ella con una
gracia particular—. Él me dio un regalo que cambió mi vida por completo, ahora,
—Dame lo que quieras darle y vete, agradece haber estado ante mi… —una
persona vomitó detrás de ella y parte del líquido ensució su falda, al igual que
—Sólo dile que hablaste con Katsumi —dijo ésta, inclinándose en reverencia.
salir.
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No perdió tiempo y comenzó a correr con todas sus fuerzas hasta el baño
más cercano. Logró hallar uno y entró sin prestar atención a nada, al darse
cuenta que estaba vacío, lo cerró con pestillo. Extrajo jabón del lavabo y frotó
con insistencia su muslo, aquel líquido ya se había pegado a su piel. Frotó y frotó
hasta que se sintió limpia otra vez, pasó una toalla de papel por su muslo
su piel estaba llena de ronchas rojizas. Comenzó a rascarse con violencia, ahora
era una necesidad. Ahogó un grito cuando sus dedos ingresaron a través de su
piel, dejando unos huecos que penetraban hasta el músculo. Pero, para su
orgasmo. Sacó los dedos de su muslo y acercó aún más su cuerpo al espejo.
Yayogi.
toda norma moral, volvió a infiltrar sus dedos en las pequeñas aberturas.
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El calor de su propio cuerpo era erótico, sentir sus músculos calientes bajo la
piel, mover sus dedos dentro de aquellos agujeros era especial, incomparable.
Palpó los demás orificios, aún estaban pequeños, parecía que al abrirlos por
primera vez sentía esa descarga orgásmica. Así que no dudó en hacerlo. Con
miró; contrario a lo que pensaba, el líquido que pendía de sus dedos no era
desapercibido, de pensar en otra cosa, pero era imposible. Deslizó sus dedos
hasta su rodilla y pudo palpar los agujeros en su piel. Parecía que aquel fluido
—¿Qué es lo que me está pasando? ¿Por qué es que duele tan rico…?
Metió los dedos hasta palpar la médula de sus propios huesos, el éxtasis se
volvió adictivo. Los sacó, observó por un momento el líquido que pendía frente a
placer. El celular vibró en su bolso: era él. No. No quería que la curen, si se
mantenía en ése lugar tarde o temprano su padre llegaría. Así que corrió
desesperada, hacia un lugar en el que sabía que sería el último lugar que su
padre buscaría.
manos en los huecos que poco a poco iban extendiéndose por su pierna, extrajo
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el viscoso fluido y lo esparció por todo su cuerpo. Los orificios no tardaron en
abdomen mientras ingresaba los dedos por los agujeros que tenía en la ingle.
celular.
Abrió uno de los huecos de su muslo hasta el punto de ver su hueso —que
también se veía como una esponja— e ingresó el celular en él. No tardó en vibrar
y aborrecible cuerpo, con los órganos a punto de salirse de ella. Una sonrisa se
la raíz, pasó por lo que quedaba de sus labios. Había una infinidad de cosas en
gelatinosas.
Un banquete digno para la heredera del clan Yakuza más peligroso de todo
Japón.
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—Eres hermosa —susurró una voz desde las sombras—. El mundo es un
lugar cruel, no tiene porqué ser feo. Lo que yo te brindé fue belleza, mírate, eres
perfecta.
Una masa informe, parecida a una babosa, le devolvió la mirada. Entre los
Belleza
nombre para una cruenta Hanyō, ¿no crees? Aunque, a decir verdad; tu padre,
Poco tiempo después llegamos a lo profundo del bosque. El lugar donde todo
daría fin, y, donde todo volvería a comenzar. Deposité el estropajo junto a los
El hacha bajó con una precisión y brutalidad sin igual, una ópera de sangre y
palpando órgano por órgano, cada sensación era única. La rugosidad de los
mi piel. Uno a uno fui arrancando los órganos, todos fueron aterrizando junto a
60
mis piernas, hasta que el cúmulo de sangre fue a topar las patas caprinas de
Miku.
El tórax terminó siendo una caja vacía que apestaba horrores. Era hora de
proseguir con la segunda parte. El grueso hilo entró en la aguja, ésta a su vez
ingresó en la carne putrefacta, uno a uno los órganos fueron uniéndose. Del
estómago brotó un poco de ácido, así que subsané el error con rapidez. Proseguí
con los pulmones, ajustándolos muy bien, luego el corazón, el hígado, páncreas,
riñones e intestinos.
Ahora, aparte de unas gigantescas orejas de gato, una cola se asomaba por
músculo por músculo, cosiendo las hebras de la carne, con las hebras del grueso
hilo. Reuní los muslos con las piernas y éstas, a su vez, con los pies. Luego
siguieron los brazos, los antebrazos y las manos. Con un cuchillo abrí una
abertura en las palmas y cosí a ellas los hermosos ojos de quien por mucho
suficiente para abrir una abertura y coser ahí uno de los serios ojos de quien
decía ser mi padre. Finalicé cosiendo la cabeza del carnero al cuello y el ojo
61
—¡Quién lo hubiera dicho! —señaló Miku, dando unas leves palmadas con
humanos, ahora, gracias a su tórax, tus padres nuevamente están juntos. Digno
trabajo el tuyo.
abrieron. La criatura se puso de pie y extendió sus brazos. ¡Digna pieza de arte
el gran asombro que sentía—. Ahora lo sé. Existe algo más allá del cielo, más
allá del infierno, más allá del caos y de la estasis. Más allá de todo, existe la
locura.
Miku rio como nunca en su vida. Supuse que estaba feliz de haber hecho
aquel pacto conmigo. Era inútil ocultarlo, yo también lo estaba, mucho más al
las mujeres podemos ser otro tipo de madres, por ejemplo yo, que ahora me he
62
Un niño llamado Luis Bravo, aburrido de la monotonía de la realidad,
fue salvado por los maravillosos mundos creados por Julio Verne.
después, las vicisitudes de la vida hicieron que perdiera el camino hasta incluso
los animales, nos anima a llevarnos a lugares donde tan sólo las peores
No sé bien cuándo empezó mi obsesión por los juegos otome 1 pero, cuando
quise darme cuenta, estaba más que enganchada a ellos. Para mí, esas visual
novels se volvieron todo mi mundo o, mejor dicho, mi único mundo; el único lugar
Porque los hombres del supuesto mundo “real” eran todos unos mierdas, unos
1 De origen japonés, los juegos otome (otome significa “doncella” o “señorita” en japonés) son
unas visual novels (o novelas visuales) que tienen como objetivo hacer que vivas un romance virtual con
un chico bishounen (atractivo) de entre un mínimo de tres y que, a través de las diferentes elec ciones a
lo largo del juego, será uno u otro. Estos juegos están destinados a un público femenino.
65
Aunque yo no es que haya tenido muchas experiencias amorosas con hombres
“reales” y posiblemente haya algunos que no estén cortados por la misma tijera
(cosa que dudo), lo cierto es que el trabajar más de diez horas al día en un
hombres en particular.
Por eso prefiero sumergirme en los juegos otome donde a los chicos no les
importa tus defectos ni tu aspecto físico. Para ellos eres única, maravillosa y
hermosa. ¿No debería ser así el novio perfecto? ¿No debería mirar más allá de
hombre sin defectos y, por suerte, en los distintos juegos otome de mi colección
Yo no me merezco menos.
Hoy ha sido un día muy duro y no sólo por el horrible calor que azota Tokio a
y todo porque unos chicos de secundaria le han ido con el cuento de que los he
tratado mal. Eso sí, saltándose la parte en la que ellos me insultaban y se reían
—¡Que sea la última vez que alguien se queja de ti, Fujimoto! Si vuelve a ocurrir,
te despediré. Es la quinta vez este mes que los clientes se quejan de tu mal
comportamiento.
2Tienda 24 horas japonesa donde venden de todo. La palabra combini deriva de la palabra inglesa
“Convenience store”.
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—Lo siento, Chiba-san —me disculpé de forma automática haciéndole una
reverencia a mi encargado.
Apreté los puños y me mordí el labio inferior para aguantarme las lágrimas de
impotencia que querían salir de mis ojos para avergonzarme todavía más delante
Sé que soy fea, que mi cara está llena de pecas, que mi pelo es una horrible
maraña que se encrespa cada dos por tres, que mis ojos son muy pequeños,
En cuanto llegué a casa, solté la bolsa con el uniforme de trabajo y me fui a dar
una ducha para quitarme la rabia de dentro, llorar a gusto y después cenar unos
jugando a la nueva visual novel que el estudio Mitro Plus había sacado al
mercado hacía dos días y que, a causa de tener que trabajar de noche, no había
lado, hice doble clic en el icono del juego y éste no tardó en darme la bienvenida
con una imagen de fondo estilo anime con los cinco guapísimos chicos
67
Sí, la compañía no se había comido demasiado la cabeza a la hora de titular el
juego, pero eso no me importaba ya que lo mejor de los otome está en su interior,
las voces de mis chicos perfecta y claramente sin molestar a nadie. La historia
era sencilla: una chica pobre, y no muy agraciada, había comenzado a trabajar
de criada en la mansión de una familia rica de Kioto, los Mikage, para poder
pagar las deudas de juego de su padre. Dicha familia tenía cinco hijos de edades
distintas. Por orden de edad estos eran: Tôya, Masayuki, Kaoru, Tetsuo y Jin.
Como cada cual tiene sus gustos, mis favoritos por su aspecto eran Masayuki y
Jin, pero, al ser la primera partida, la ruta a seguir 3 sería totalmente aleatoria
para ver qué personaje me tocaba. Así era más interesante y más parecido a la
vida misma. Porque la elección de las respuestas que te mandaban a una ruta o
No supe cuánto tiempo estuve jugando, pero el caso es que me quedé dormida
ante el PC. No era la primera vez que me ocurría ya que, por culpa del trabajo,
no tenía muchas horas de ocio. Y había más cosas que requerían mi atención
los ojos y mover el ratón para que la pantalla se encendiera. Como había
3 En los juegos otome hay diferentes rutas según cuántos personajes a escoger haya. Cada ruta
representa vivir la historia de un personaje en concreto y cada ruta tiene un final (ending) distinto y,
según el juego, puede ser malo, bueno o el final verdadero del juego.
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guardado y, por si las moscas, decidí guardar otra vez. Antes de hacerlo, salí del
menú para ver dónde me había quedado y recordé que estaba en el jardín de la
Me quedé observándolo y lo cierto es que era guapísimo: ojos verdes, pelo rubio
corto, piel dorada, cuerpo bien definido… Vamos la perfección hecha hombre-
ojos se volvieron hacia los míos y, sin que tocara nada, aparecieron las típicas
letras de diálogo y escuché una voz a través de los auriculares que todavía
—Buenos días, Yuna-chan. ¿Qué tal has dormido? No creo que sea muy
Los ojos se me abrieron como platos y cerré el juego. ¿Qué demonios había sido
dormida frente al PC? Y, además, me había llamado por mi nombre real y no por
Miyuki-chan.
Me quité los auriculares y decidí que lo había soñado. Por supuesto, no podía
ser otra cosa. Estaba medio dormida y era lógico haber soñado despierta un
diálogo sin pies ni cabeza. No podía ser verdad lo que acababa de ocurrido a no
Así que no le di más vueltas hasta que, al llegar aquella noche del trabajo,
69
hasta una hora razonable y cuando el reloj del PC marcaba las dos de la
Pero esta vez no pude. La flecha del ratón, a pesar de estar sobre la palabra
«Exit» ni ésta se iluminaba ni el juego se cerraba por mucho que clicaba. Fruncí
el ceño mientras pulsaba el botón izquierdo del ratón sin parar hasta que la
pantalla se puso negra y saltó una escena. La pantalla mostró una lujosa
manufactura, una ventana con cortinas beige de encaje, una chimenea y una
butaca mullida de color rojo fuego. En un lateral se veía parte de una gran cama
con dosel.
Tetsuo y, de nuevo, su voz se hizo eco a través de mis auriculares a la vez que
que la voz de Tetsuo, esta vez sin que apareciera simultáneamente escrito lo
Sólo tienes que escribir. Es sencillo, ¿verdad? ¿No quieres hablar conmigo?
70
Su voz, hermosa y seductora, me hizo sonrojar y, con los dedos temblorosos
escribí:
él se movía como si no fuera el típico personaje estático de los otome sino uno
—Sí, pero en el juego… —me detuve sin ser capaz de continuar. Aquello era
un simple programa. Vale que solía montarme mis películas y creer que estaba
dentro del juego, pero sabía diferenciar la realidad de la ficción por mucho que
—¿Por qué?
Eso hizo que me echara a reír a pesar de lo bonitas que sonaron esas palabras.
71
—¿A no?
al otro lado del monitor y sus ojos verdes, tremendamente reales y llenos de
inteligencia y vida, miraron los míos. Asustada, apagué el PC sin importarme que
***
Pasó una semana sin que encendiera el PC y sin que jugara a Perfect Boyfriend
y la verdad es que tengo que decir que no fue el drama que creí en un principio.
Tampoco estaba tan mal pasar unos días sumergida en el mundo “real” y
ocuparse de una misma. Una de las clientas habituales del combini, que era
palabras, «la belleza que tenemos toda mujer escondida». Así que, en mis ratos
para «realzar mi belleza» y, al parecer, la cosa no me salió del todo mal puesto
que los insultos y las burlas parecieron menguar a la vez que mi humor agrio
Ahora me sentía mucho mejor conmigo misma. Me veía más guapa, más a como
insignificante y acomplejada.
72
Tal vez ese fue el detonante que me hizo encender el juego. Quería cerciorarme
de que el error había desaparecido. No. Lo que quería era ver la reacción de
un programa puede ser tan autónomo o autoconsciente como para sentir como
cariñosamente al verme.
otro día; fui muy desconsiderado —se disculpó mientras bajaba de la cama y se
acercaba a mí.
Una música de ambiente apareció a través de los auriculares a la vez que Tetsuo
—En mi caso no hay nada que deba perdonarte, Yuna-chan. Por cierto, esta
—Sí. Una de las clientas del combini me enseñó nociones básicas y he estado
Como no sabía muy bien qué responderle, le dije que sí. Tampoco importaba
73
muy real que pareciera y lo guapo que fuera. Se me aceleró el corazón cuando
pensaba que no volvería a verte y eso me destrozaba por dentro. Porque estoy
hacerlo.
mi vida que alguien me dijera eso, que un chico se me declarara de esa forma
clara y concisa.
palabras.
Tetuso se acercó más a la pantalla y pasó la mano por ella, en un intento vano
***
hablara con Tetsuo. Le contaba cómo me había ido en el trabajo, las nuevas
74
series de manga o anime a los que me había enganchado, y él me escuchaba,
compartía sus gustos conmigo y me hablaba de los libros que leía mientras
Poco a poco, Tetsuo se fue volviendo parte de mi realidad, una parte de mi vida
cómo es que el juego se había vuelto de esa forma, pero estaba claro que mi
amor por él, si es que eso que sentía era amor y no una falsa ilusión, no llevaba
a ningún lado. Era completamente imposible y, con el paso del tiempo, sería mi
perdición.
Pero continué con la ficción día tras día, tratando a Tetsuo como si fuera mi novio
Los primeros días no coincidimos y no fue hasta una semana después que
compartimos el mismo turno. Fue la primera vez que recibí una buena impresión
75
ya que Akihito era un friki del manganime como yo y nos gustaban casi las
mismas series.
Akihito para ir a las librerías a surtirnos de manga o a recorrer las mejores tiendas
de Akihabara4 para hablar y pasarlo bien. Nunca había sido más feliz ni me había
sentido tan viva. Mi corazón latía con fuerza y mis pulmones parecían respirar
por vez primera un aire puro sin un gramo de toxicidad. No me sentía rara, ni
fuera de lugar. Tampoco fea o gorda. Me sentía Sagawa Yuna por primera vez
en mi vida.
Quince días después de nuestro último encuentro, encendí el juego para contarle
me sonrió como si fuera un sediento que acabara de ver una fuente de agua
potable.
—¿Ocupada?
—Sí —exclamé a la vez que escribía. Sentí un eco a través de los auriculares
Aparté los dedos del teclado y le hablé de Akihito y de nuestras salidas juntas.
4Uno de los barrios más conocidos de Tokyo por ser uno de los centros de la electrónica del país y
también la meca de la cultura otaku.
76
Mientras hablaba, el rostro de Tetsuo iba cambiando poco a poco de uno alegre
—Así que has estado con otro chico —musitó apartando el rostro.
—¿Tetsuo-kun?
—¿Llevas quince días sin hablar conmigo porque otro tío se te ha cruzado en el
camino?
—No me sirve que lo sientas. ¿Sabes lo preocupado que he estado estos días?
¡Creía que te había pasado algo horrible! ¡Que habías sufrido un accidente o
algo peor!
—Debes entender que tengo una vida fuera de este juego —le recordé.
Aquellas palabras no le gustaron nada y Tetsuo se volvió hacia mí con los ojos
77
—Porque es algo que tienes programado. En realidad no sientes nada, solo
crees que lo sientes porque está ejecutado en tu código binario, nada más.
—Te parece gracioso, ¿verdad? Te gusta hacerme daño. Disfrutas haciendo que
mientras que Akihito es de carne y huesos. Es lógico que prefiera pasar rato con
Grité cuando la hermosa cara de Tetsuo chocó contra la pantalla del PC. La
mirada verde.
—¿Es por eso que me estás dejando? ¿Porque no puedo salir de aquí?
—Si eso es lo que nos separa, saldré de aquí para que podamos vivir nuestro
amor, Yuna-chan.
—Para, Tetsuo —le supliqué mientras sus manos parecían querer empujar el
78
—¡No, Yuna! ¡No lo hagas! —gritó Tetsuo desesperado pegado el rostro en el
Sin misericordia, tiré con fuerza del enchufe. Después, encendí de nuevo el
***
—¿Quieres que vayamos a la librería después del curro? Hoy salía el nuevo
Hacía un mes que había desinstalado Perfect Boyfriend, el mismo tiempo que no
pesadillas con la última conversación que tuve con Tetsuo y me despertaba entre
—Llevas casi un mes rara. Muy, muy rara. ¿Te ha pasado algo Yuna? Puedes
contármelo si te apetece.
5Revista de manga japonesa más importante y que sale cada semana. En ella se han publicado
mangas como Dragon Ball, Naruto, One Piece entre otros.
79
Le agradecí a Akihito su amabilidad y le dije que estaba bien, que era falta de
el turno.
me froté las manos. Hacía un frío que pelaba y el tiempo auguraba que nevaría
Me quedé un rato sentada en frente de la estufa hasta que decidí que ya era
hora de hacerme la cena. Me levanté y me dirigí al comedor, pero algo hizo que
estilo occidental lujosa con muebles de madera, un ventanal con cortinas beige
de encaje, una chimenea, una butaca roja y, en un lateral, parte de una gran
enchufe con la respiración agitada. Tiré del enchufe con fuerza y suspiré con
80
alivio antes de soltar un gemido ahogado llena de terror. ¡La pantalla no se había
para que se apagara al igual que al botón de la torre, pero nada funcionó y la
—No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no— repetía una y otra vez
altavoces el sonido de una puerta abrirse y unos pasos. Al poco tiempo Tetsuo,
guante y le hacían más sexi y guapo de lo que ya era, apareció en escena. Sobre
su testa rubia portaba un gorro a juego y en la mano una fusta que no dejaba de
—Esto es un sueño. No puede ser real. Desinstalé el juego —dije sin apartar la
mirada de la fusta que continuaba moviéndose una y otra vez. Flap, flap, flap.
—Sí, lo hiciste —asintió Tetsuo dando dos pasos al frente. Yo retrocedí uno —.
—¿Copia de seguridad?
—No fue algo difícil —se jactó —, lo difícil fue tomar el control y hacerme amo y
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he dejado de observarte todo este tiempo —dijo señalando con el dedo la
Aterrada, quise echar a correr pero algo me agarró por el cabello con fuerza
frenando mi huida. Miré hacia atrás y grité al ver la mano enguantada de Tetsuo
y medio brazo fuera del monitor. Era su mano la que me impedía salir de allí y
escapar. ¿Cómo podía estar parte de él fuera del juego y dentro del mundo real?
Sin pensamientos de rendirme, llevé mis manos hacia la suya para intentar que
me soltara. Cogí sus dedos y los retorcí con toda mi fuerza, notando cómo cedían
Caí al suelo de bruces cuando su mano, al fin, me soltó. Gateé por el tatami para
apartarme todo lo que pude de la pantalla y contemplé a Tetsuo que, con una
sonrisa macabra que afeaba sus hermosos rasgos, se relamía los labios
—Así me gusta, Yuna-chan. Que luches, que seas una fiera. Ya tengo ganas de
tenerte en mi cama. ¿Sabes por qué tiene dosel? Porque siempre he querido
encadenarte a ella y jugar contigo hasta hartarme. Porque, como bien dijiste,
—No, yo soy real hijo de puta. ¡El juego eres tú! ¡Tú no eres real!
cuello. Llevé las manos hacia ella para intentar quitármela, pero me era imposible
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por estar firmemente atada con un nudo. Pataleé y grité un rato hasta que Tetsuo
tiró de la cuerda. Solté un grito de terror puro al ser arrastrada por el tatami, cada
vez más cerca del PC. Me revolvió en el suelo, logrando ponerme del revés e
intenté aferrarme al tatami con las rodillas y las uñas. Pero la cuerda no dejaba
—No, no por favor —supliqué con lágrimas en los ojos ignorando el dolor de mi
garganta y cuerdas vocales—. Para. ¡Para! ¡Esto no es real! ¡NO ES REAL! ¡TÚ
NO ERES REAL!
Con un último tirón, mi cuerpo fue arrastrado hasta la pantalla y todo se volvió
negro antes de que se desatara el peor de los infiernos para toda la eternidad.
BAD ENDING
ningún lado sin uno entre las manos en sustitución de posibles muñecas.
Un chico y una jovencita eran los aventureros de aquella velada: Takeo, el más
alto de su clase, de complexión pesada con los cabellos cortos y ojos brillantes,
y Sanae, una de las chicas más bajitas y temerosas de la escuela que cubría sus
ojos con sus largos cabellos castaños. Dos amigos y compañeros de travesuras,
estos niños de catorce años habían afrontado el reto de pasar una noche
recostados sobre una lápida del cementerio para probar su valentía ante los
compañeros de escuela.
El agua mojaba sus caras alejando aquel miedo que se presenta antes de
cada aventura. Sus pasos los llevaron entre calles y pórticos extraños y el frío
les mordía las espaldas. Sanae, con un caminar torpe debido a su falda corta
84
muy empapada y a su chamarra abotargada, sollozaba y apretaba los ojos para
evitar que las lágrimas se asomaran frente a Takeo que la procuraba al andar.
reto que surgió por parte de Souta, el cual deseaba avergonzar a Takeo frente a
Sanae, pese a su fobia a lo terrorífico gritó que también se uniría a él, de manera
que Souta se puso furioso por la inclusión de la chica a la cual quería conquistar.
donde una blusa empapada dejaba ver la silueta de unos jugosos pechos
estaban tan juntas que parecía un bosque con ramas de concreto y frutos de
cristal. No había nadie más ni se escuchó otro ruido extraño. De pronto una gran
rata oscura surgió ante los pies de Sanae y clavó sus amarillentos dientes en el
y vio que la sangre se diluía con el agua de lluvia escurriéndose por un charco
sobre la acera.
85
por donde se había metido la espantosa rata. Justo en ese momento la lluvia y
pórtico de la vieja casa notaron que no había ninguna luz en ella, ni tampoco en
las casas vecinas que eran casi una decena esparcidas a los lados de la calle.
principal de la casona. Takeo buscó al fiero animal pero nada se asomó por aquel
ensangrentado. De pronto Takeo soltó un grito que hizo callar el llanto de Sanae.
asomó su cuerpo al exterior. De sus fauces colgaba el cuerpo de una bola oscura
suceso. El confiado gato avanzó hacia ellos mostrándoles la presa frente a sus
pies. Sanae pudo ver que aquella rata tenía los ojos desorbitados y que escurrían
una sangre tan refulgente como la que fluía de su herida en el tobillo. En las
alturas sonaron los graznidos de unos cuervos que acompañaron los maullidos
lloraba y se cubría el rostro con sus manos ensangrentadas. Con sus fuertes
gato cruzó aquel húmedo pórtico y corrió mientras que la rata lo perseguía con
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cristal quebrándose junto con un maullido lastimero. El gato había chocado de
lleno contra la puerta echándola abajo mientras los goznes aún colgaban en su
de aquella cueva oscura que se habría frente a dos asustados chiquillos. Dentro
Con mucha dificultad Sanae se puso de pie apoyada entre el muro mojado
y los brazos de Takeo, aquel chico que la ponía nerviosa cuando se miraban y
pero aquella oscuridad amenazó con morderle los sentidos si mantenía la mirada
más tiempo. De pronto la lluvia desgarró nuevamente los cielos con una furia
cruzada.
sometidos a una oscuridad repugnante que los ahogaba. Ambos se quitaron los
zapatos y los dejaron a un lado de donde estaban parados, pero al darse la vuelta
vieron que la puerta detrás de ellos había desaparecido y solamente una vieja
pared derruida les cerraba el paso. En aquella negrura frente a ellos no se veía
aroma agrio les obstruyó las fosas nasales hasta el punto de dejarlos
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somnolientos. Los chicos retrocedieron paso a paso hasta toparse con la extraña
pared sin puerta sintiendo una especie de baba humeante sobre sus piernas.
Sanae mantuvo los ojos cerrados a causa del pánico que sentía dejando escapar
ciegas en un entorno desconocido y hostil. Cada paso que daba lo hacía sentir
muy inseguro, de manera que buscó apoyarse de cualquier cosa para guiar sus
lejanía. En cuanto Takeo notó la ausencia de Sanae intentó regresar sobre sus
pasos, pero la oscuridad era tan densa y sus llamados tan débiles que una
nocturna de los felinos para ubicar algo en aquella noche perpetua. Después de
andar sobre la nada logró palpar una pared rocosa y húmeda y sin darse cuenta
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Un goteo helado sobre su rostro lo despertó. A su alrededor todo estaba
iluminado por unas extrañas luces amberinas que refulgían encima de él. La
Estaba ahora en una estrecha habitación cubierta por un tapiz rojizo parecida a
lugar se abría una lejana negrura sin final. No había muebles, ventanas, adornos
extremo del cuarto se veía una puerta de madera verdosa. No había nadie más
aquella puerta y enfrentarse a lo que fuera que estuviera al otro lado. Sus pies
provenían del otro lado de la puerta. Takeo giró el picaporte y empujó aquel trozo
muy familiar. En una mesa estaba una muchachita desnuda que se revolvía en
89
lágrimas, saliva y sudor a la vez que reflejaba una satisfacción orgásmica y un
sangre que iban a parar debajo de los cuerpos sudorosos en medio del clímax.
Takeo reconoció aquella voz a través de los gemidos y el llanto. Era su pequeña
chiquilla sobre la mesa. Sus ojos se posaron en una extraña criatura peluda que
gigante surgió de aquellos pechos juveniles. Takeo exhaló un grito que le hizo
enajenada hacia su amante. La rata miró al joven con unos ojos vidriosos y con
90
embarrada de líquidos enrarecidos mezclados con la sangre de una doncella
Entonces Takeo notó que debajo de la mesa yacía una extraña puerta azul que
sintió el sudor de sus manos revolverse con los fluidos desparramados. Eran
su atención a la extraña abertura que había debajo. En aquella parte del suelo
estaba muy desgastada. Levantó la puerta por las hendiduras del suelo, pero
Cuando se dio por vencido intentó ponerse de pie, pero sintió una pesadez
puerta. Takeo sintió el aire fétido golpearle el rostro mientras caía infinitamente
sobre un extraño túnel cavado que lo absorbía hacía un fondo desconocido. Con
Takeo creyó que volaba y que quedaba suspendido en el aire. Con el paso de
largos segundos, minutos y horas ya no hubo nada más. Una extraña serenidad
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parecida a la muerte calmó su triste agonía y lo mantuvo a salvo en medio del
cueva asfixiante iluminada por fogatas de color escarlata. Una delicada mano
y miró frente a él una figura que lo tenía recostado y que le hacía cariños con
una mano blanquecina. Esa figurilla tenía una suculenta franela purpura sobre el
cuello jugoso. Era Sanae. La chiquilla se encontraba ahí tumbada a su lado con
hecha jirones y con múltiples rasguños en el rostro, cuello, pecho, vientre, brazos
y muslos. Sin embargo, la niña se veía muy feliz y hasta ilusionada. Takeo, muy
aquella escena sexual que parecía haber sucedido muchos años atrás.
separaron debido a la oscuridad que los devoró en aquella recepción. Le dijo que
lo había visto caminar hacia los extraños gemidos adentrándose en una negrura
desfigurado se presentó ante ella el cual tenía una puerta con herrumbre al final
hermosa sala adornada con finos muebles aterciopelados que tenían regordetes
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lustroso papel tapiz dorado. El suelo y el techo eran de una madera muy blanca
y pulcra. En el centro de la sala había una graciosa mesa tallada con escenas
se había dado cuenta que detrás de ella no estaba la extraña puerta que acababa
de cruzar, pero la fuerte impresión del bello salón la inspiró a disfrutar de los
sobre aquellos delicados cojines y sacudió sus entumidos miembros sobre los
lujosos sillones, Sanae sintió un hambre voraz y deseó los exóticos dulces que
no estaba herido y que sus piernas habían recobrado la fuerza de antes. Así que
se acercó hacia la mesa más alegre que nunca y de pronto notó que debajo de
ella surgía un alto y elegante muchacho de ojos rojizos vestido con un yukata de
mozo. Se acercó más y más a ella y acarició su rostro con unos delgados y largos
dedos que la hicieron suspirar. La cargó en sus brazos y una delicada fragancia
que emanaba de su aliento masculino hizo que se entregara por completo a él.
93
hasta dejarla completamente desnuda. En ese momento un sabor frutal la
tirando la bandeja al suelo. Sintió unos apasionados besos húmedos sobre sus
labios, una lengua jugosa e inquieta, algunas caricias en los muslos y una
emoción que le nacía debajo de la piel del vientre. Unas risitas juguetonas se
al llegar a esta parte. El final del acto apasionado se lo guardó solamente para
hacia la nada. Takeo, con la boca muy abierta y con un recuerdo tan distinto de
pudo los jirones de la ropa para abrigar a la niñita sonriente que temblaba
aquella mesa elegante y vio que el buen mozo había desaparecido. Ella se vistió
con sus húmedas ropas y se enrolló sobre el cuello una bonita franela que le
había dejado sobre sus ropas aquel amante antes de huir. Entonces miró debajo
puerta se cerró detrás de ella y un abanico de escaleras se abrió para ella. Bajó
uno a uno los peldaños tallados en la roca viva recorriendo cálidos túneles
subterráneos que la llevaron hasta una inmensa cavidad alumbrada por el brillo
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Takeo miró desconcertado hacia todos lados intentando reconocer el
lugar que describía Sanae. No podía ver aquel brillo que fluía en aguas doradas
había un enorme charco de sangre en la cual flotaban grumos verdosos con olor
ardía la hoguera más grande de todas con fuegos amberinos que llegaban hasta
el techo. Así fue que Takeo nada dijo con tal de respetar la ilusión de la pobre
hinchado.
fantástica. Takeo decidió llevarla a cuestas sobre su espalda para buscar una
salida. Sanae no dijo palabra alguna una vez que terminó su relato. Tenía la
sobre su cuello rasguñado. Takeo sentía aquel tobillo que se hinchaba entre
lado a otro. Takeo logró equilibrar sus pasos por una senda llena de polvo hasta
llegar a lo alto de un montículo donde yacía una piedra lisa de gran tamaño frente
a una pira ardiendo. El muchacho sentó a Sanae con cuidado sobre la gran roca
95
que formaba una mueca agridulce en su rostro. Takeo notó que debajo de la
falda de Sanae se extendía una enorme mancha rojiza que iniciaba en las
caderas y bajaba hasta los muslos. Notó también que la chiquilla comenzaba a
respirar agitadamente mientras un sudor raro fluía de su frente hasta caer sobre
la blusa rasgada. Sanae no dejaba de sonreír a pesar de todo. Takeo vio que del
malherido mientras Sanae tarareaba más fuerte hasta hacer retumbar las
sintió un miedo que le recorrió el cuerpo y se dejó caer junto a Sanae la cual no
extasiada. Takeo percibió un extraño resplandor verdoso que surgió del charco
cabellera blanca se asomaron de aquel charco burbujeante. Takeo abrió sus ojos
inmenso charco hirviente escupió fuera a una gran criatura demoniaca de cuatro
metros de altura. Era una figura robusta con pelaje grisáceo y una armadura de
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armadura medieval japonesa de grandes proporciones. Su rostro estaba cubierto
por una máscara de gato de largos bigotes y mueca graciosa. Aquella amenaza
se acercó arrastrando sus patas desnudas hacia donde estaban los indefensos
Cuando el demonio llegó frente a los jóvenes extendió una de sus zarpas
movimiento brusco que lo hizo caer al suelo. El gran felino capturó a Sanae por
la pobre joven. El gato olfateó el pecho, el vientre, el pubis, los muslos y las
roca. Takeo comprendió que el animal quería estrellar a la chiquilla contra la dura
engullida por la máscara felina y la niña fue arrojada contra la roca después de
todo. Sanae se estrelló contra una dureza pétrea y sus delicados rasgos se
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descansaba en el cuello de Sanae se transformó entonces en una monstruosa
rata desnuda, obesa y de gran tamaño que se oponía ante la bestia gatuna con
niña que tosía chorritos de sangre cuando intentaba respirar. Los gruñidos y
aquella batalla infernal. Los grandes titanes continuaron su combate sin dar
muchacho subió por el montículo central, Sanae comenzó a tararear otra extraña
hoguera. Así fue que el joven cruzó dentro de los restos incinerados que se
pudiendo más, Takeo se desplomó sobre las brasas mientras el cuerpo Sanae
cuerpos de los jóvenes fueron bañados por unas llamas que los sofocaron y
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que podía moverse libremente sin sentir dolor alguno. Así fue que se incorporó
que lo envolvían. Miró al suelo y vio a Sanae sana y salva que reía como una
niña pequeña estirando sus brazos hacía él. Takeo se acercó a ella y la sostuvo
entonces. Con pasos firmes salió de la hoguera y miró hacia donde las bestias
continuaban su lucha. Ahora ese par de titanes ardían al fondo de la caverna con
vivas llamas azuladas. Ese fuego devoró sus pieles y huesos convirtiéndolos en
fuego que ardía en sus cuerpos era lo que iluminaba la estancia. Cuando llegó
al muro añejo notó que había un agujero ovalado bien oculto entre la textura de
puerta rojiza de cristal brillante. Sanae retiró el dedo del agujero y con ambas
manos empujó aquella puerta que se abrió mostrando una luz tenue que llevó a
los chicos hasta el otro lado. La cuarta puerta en Tokorozawa ya había sido
cruzada.
El aire era húmedo y le refrescó el rostro. Aquel cielo nocturno lanzaba gotas de
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colgaba la pequeña Sanae con ambas piernas en su lugar. El muñón hinchado
que reposaba sobre los brazos del joven. Sanae se puso de pie junto a Takeo y
al mismo tiempo ambos miraron hacia sus espaldas. Esta vez había una puerta
momentos antes. Esa boca oscura cantaba y los atraía de nuevo hacia las
entrañas demoniacas del inframundo del cual acaban de huir. Takeo y Sanae
hasta la puerta principal sin mirar a atrás. Al salir vieron la calle mojada y
terminado. Así fue que ambos emprendieron un camino aventurado y sin rumbo
por aquel barrio de Tokorozawa. Sin embargo, mientras caminaban, Takeo miró
intención de sofocar el dolor que le surgía del interior. Entonces Takeo se percató
con horror que aquel vientre, antes jovial y liso, se presentaba ahora hinchado
extrañamente maternal.
ella una sombra cubrió el cielo nocturno repentinamente. Ella miró exaltada hacia
todos lados pero se encontró sola sin saber a dónde había ido Takeo. En medio
de una banqueta próxima ardían con una llama azulada unos restos óseos. Tal
100
vez estos eran los despojos del desdichado Takeo que encendían la noche con
la intención de consolar a Sanae por última vez. Ojalá nunca se sepa qué
hacer. Finalmente optó por arrastrarse hasta una banca humedecida que estaba
niña desgarró los restos de su falda y adoptó una postura bestial con las piernas
las miró atónita, desconcertada y algo satisfecha mientras respiraba sus últimas
bocanadas de aire. Había parido a seis pequeñas ratas pegajosas que chillaban
y se retorcían debajo de los muslos de su joven madre que las había arrojado al
101
Nacido en la Ciudad de México el 4 de agosto de 1989. Melómano
Hace cuatro meses, tras varias llamadas y pruebas técnicas por Skype, acepté
en su sano juicio, hubiera dicho que no? Un proyecto ambicioso, una montaña
rusa con dispositivos físicos para jugar un videojuego a la vez que vives la
mi mundo.
un edificio relativamente cercano al parque SEGA Joypolis, donde voy cada día
a trabajar. Digo relativamente, pues las distancias en Tokyo se miden con otra
entrevista técnica presencial con el jefe de proyecto. Así fue como me evaluaron
104
conmigo en la cafetería del parque explicándome los entresijos del proyecto.
También me presentó a mis compañeros, los cuales ahora son mis amigos. Un
¿Soy feliz? ¿Disfruto o saboreo mi éxito? No. Estoy obsesionado con un puto
billete de cien yenes. A quien se lo cuente pensará que estoy loco, pero los
llegué. No todos en la compañía hablan inglés. Pero quien soy yo para quejarme,
recuerdo flashes con mucho detalle y olvido otros momentos. Cuando era niño
tenía muchos más flashes, incluso los controlaba. Con la edad fui perdiendo
facultades. Repaso todos los acontecimientos desde que llegué, una y otra vez.
Cada día caigo en la cuenta de algún nuevo detalle o interacción gracias a este
105
don. Al principio no le daba importancia. No soy supersticioso, ni creo en poderes
sobrenaturales, eso nos decimos todos hasta que nos pasa alguna cosa extraña
Pensé que mucha gente pagaba con la app del móvil y en un país tan avanzado,
de cultura diferente, se debía estar desusando el papel moneda, nada más lejos
cien yenes para pagar pan o café podía ser excesivo, nuevamente erraba.
Incluso llegué a achacarlo a desconfianza por ser un gaijin pero no, la realidad
del parque, la señora del self-service me miró con grandes ojos sorprendidos.
Sin mediar palabra, me rogaba a través de su mirada, otro método de pago. Pedí
disculpas y estrené el contactless del móvil, en España aun no había visto este
como yo, quisiera pagar en efectivo en la sede de SEGA. Observé a mis futuros
viviendo a contrarreloj para cumplir los plazos de entrega del proyecto. Había
trabajado casi doce horas diarias y al acabar, decidí no hacer el mismo recorrido
puerta.
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Si iba a cenar con Haruo y los chicos, acabaría hablando de trabajo y realmente
ese día necesitaba desconectar. Era sábado y mañana no debía trabajar. Salí
del parque y empecé a caminar sin pensar en mi rumbo. Al cabo de una hora
platos típicos y varias botellas de saque. Las cuales acabé vaso a vaso, mano a
mano, mientras veía videos y fotos en Instragram de mis amigos en España. Les
no querría volver. Muchos eran colegas de profesión y habrían dado lo que fuera
Twitter 31 de marzo 2014 22:30 En cuanto acabe el proyecto, fiesta por el centro
Era bien entrada la noche y los ocupantes de las otras mesas del restaurante
parecían llevar el mismo nivel de alcohol en sangre que yo. Era hora de volver a
decidí dejarlo en la mesa por el buen trato y la buena cocina. No era mucho y
haber aceptado ese pago. “No cien yenes, por favor” me rogaba acercándome
el billete con el que había pagado. Sin parar de inclinarse una y otra vez me
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A la mañana siguiente me desperté sobresaltado con una pesadilla horrible
que en esos instantes era muy real. No recordaba cómo había vuelto a casa. La
imagen de esa noche, era mi marcha airada y sin pagar del restaurante. Tenía
que ir a pagar esa cena, me dije. Tras una larga ducha revitalizadora, me vestí y
Debía ser cerca del medio día, el camino al metro estaba desierto, la zona
a las fábricas y el parque apenas tenían actividad ese día de la semana. Muchos
debían estar disfrutando de un buen sueño o descanso, cosa que debía estar
haciendo yo, sino fuera por la pesadilla que despertó mis remordimientos y a mí.
Oscuridad.
Abrí los ojos y allí estaba Haruo con rostro preocupado pero sonriente.
-Bienvenido a la realidad, ya les dije a los doctores que solo era una gran resaca.
decía el doctor mientras me recostaba con sumo cuidado. Hizo una señal a
cerca de casa. Has estado inconsciente desde entonces. Tienes una conmoción
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y tres puntos de sutura. Al final tendrás una cicatriz nipona como souvenir. El
su propósito tranquilizador.
Twitter @AAndres 2 de abril 2014: Todo bien, solo fue un susto, una leve
Un rato más tarde, entraron dos agentes uniformados. Uno alto y serio, el otro
que parecía estar al mando, explicó durante largo rato a Haruo lo ocurrido y le
Tal y como suponía no fui de mucha ayuda, no había visto a mi agresor. En mis
Repetí varias veces mi declaración y Haruo me tradujo todas y cada una de ellas,
único curioso acerca de mí que pude explicar, fue la anécdota del restaurante y
así, pedí a Haruo que llamara al restaurante y explicara que iría pagar la cuenta
109
A la mañana siguiente, justo cuando el doctor me había dicho que podía
marcharme a casa. Llegó el agente escuálido y aún más nervioso. Esta vez vino
de 100 yenes.
-Usted debe dar ese billete a alguien rápido o cosas malas seguirán a usted por
rastro de las monedas ni los otros billetes. Efectivamente allí estaba, los 100
yenes que todo el mundo parecía rechazar. Hasta los ladrones. El policía había
serie, 949494.
-Haruo ¿Qué demonios le pasa a los billetes de 100 yenes? - Rogué a mi amigo
Este observó el billete con atención y suspiró negando con la cabeza. Me explicó
científicas. Que poco a poco están desapareciendo entre la gente joven, pero
110
que bastantes personas aún creen en ellas. Una de ellas es la aprensión al
“muerte”, una coincidencia fonética. Es por ello que algunos edificios pasan del
Mi edificio era justo así y yo vivía en la planta 3B. Pero pensé que era un error
decir ni mu. Otra tradición era la del número nueve que en japonés tiene un
sonido parecido a la palabra “dolor”. Por ejemplo, los hospitales no tienen planta
nueve o puertas nueve en sus pasillos, para evitar que haya enfermos que se
sugestionen.
solo en la segunda planta. Debo decir que sentí alivio al descubrirlo, aunque
sonriendo al verme mirar por la ventana - No es que todo el mundo vaya mirando
los números de serie de los billetes que coge o pasan por sus manos. Pero este
Tranquilo, tu billete no tiene cien años, son solo leyendas. Si te vas a sentir mejor
superstición.
111
Cuatro cuatros y cuatro nueves intercalados. ¡Mi maldito billete se llamaba dolor
quería creer. Y el policía pensaba que mi estancia en el hospital fue causada por
su maleficio.
hidráulica tenían lista su parte y yo iba retrasado, necesitaba acabar dos bloques
Dios y ninguna araña gigante vestida de mujer me había seducido a su tela (Joro-
gumo), entre otros. Tengo que reconocer que al descubrir que no había una
relajé bastante.
taxi llovía y hacía mucho frío para ser abril. Mientras el semáforo del cruce
112
medio dormido. Fue entonces cuando se me ocurrió. Reviví el consejo de Haruo:
“dáselo a alguien que lo necesite y harás una buena obra y acabarás con la
superstición”.
Pedí al taxista que me esperara un segundo. Salí del taxi corriendo y deposité el
billete en la lata para limosna que tenía el mendigo. El cual, apenas se había
las prisas de otros vehículos tras nuestra parada, me sentí más liviano. La carga
cada vez más concentrado, hacía tiempo que no me sentía tan eficiente y
ultimo intro. Estaba terminado. Repasé el código varias veces, ejecuté varios
scripts. Si todo iba bien en post producción y no había errores, podríamos cerrar
mi parte del proyecto. Una hora más tarde, envié el último bloque de código como
Era el momento de celebrarlo. Fui con Haruo y los chicos al bar, cenamos y
Incluso les expliqué mis obsesiones con el billete y como me había deshecho del
mismo, esa mañana. Reímos juntos y todo parecía una broma pesada. Haruo
me picaba diciendo que yo había ido a la ventana a contar los pisos de la clínica
y que había creído al teatral policía que me dijo “deshazte cuanto antes del…”.
Incluso imitamos al policía detrás de una columna con su advertencia para las
113
risas de nuestros compañeros. En esos momentos recibimos la confirmación de
todo el proyecto estaba completo y aceptado, por mail a unísono. Lo que nos
Haruo se aseguró de que pudiera tomar un taxi, el sake me había vuelto afectar
demasiado. Pero con los duros días que había pasado merecía una tregua.
la lluvia hacia horas que había dado paso a una nevada. Tuve que limpiar el vaho
del cristal con la manga del abrigo, para poder ver. La esquina del mendigo
estaba rodeada por dos ambulancias. No, no puede ser verdad, me decía al
disparase mi corazón. Salí corriendo del taxi. Esta dio un leve volantazo para
cubriendo su rostro. Su gris y larga barba estaba helada, debía llevar horas en
la nieve.
un ser equilibrado y racional a esto en dos segundos? Era como tener dos voces
Sino creías por qué te deshiciste del billete dándoselo a ese pobre hombre, me
instigaba la segunda.
114
El taxista me llamaba insistente, me agarró por la manga. Me solté de un tirón.
El siguiente grito y su marcha dejó claro que había desistido de esperarme con
Me tambaleé hasta la pared, uno de los enfermeros vino a ver si estaba bien. Al
verme llorar y con la mirada vacía debió entender que quería estar solo. El olor
la farola y con el peso de la culpa sobre mí, en la misma esquina donde me había
Me invadió una corriente de ira. ¿Por qué estaba pasando esto? ¿Qué diablo era
Pateé y golpeé los cartones que formaban el refugio del mendigo, los lancé tan
lejos como pude. La lata de la limosna salió rodando hasta mis pies. Al parar
contra mi zapato un papel asomó por el borde. El viento lo llevó un palmo más
allá sobre la nieve y a los pies iluminados de la farola. Allí estaba el malnacido
billete con su reluciente número rojo 94949494. Cerré los ojos que me ardían e
iba a echar a correr, cuando de nuevo aparecieron esas dos voces en mi cabeza.
Márchate, esto no es real. Estás borracho y mañana tienes una prueba muy
Al llegar a casa puse la tetera. Cuando era niño, mi abuela me decía que las
bebidas calientes sanan y ayudan a resolver los problemas. Yo tenía uno, uno
muy grande al parecer. Me senté en la sala y tomé varios sorbos. Había metido
en billete en una bolsa, esta bolsa la había metido en una caja y encerrado en el
baño, enterrada bajo toallas en la bañera rebosante de agua. Había leído que
115
los demonios no escuchaban bajo el agua. Si era capaz de oír mis pensamientos
No podía destruirlo dijo el policía. Debía darlo antes que pasaran más desgracias
a mi alrededor. Dos horas y una tetera más tarde, tenía un plan y un billete de
documentación, el billete bajo las toallas y repitiendo el código del programa una
y otra vez en mi cabeza para no pensar en el plan y que el demonio del billete
proyecto que vino de inmediato pues estos meses nos habían unido a todos. Me
minutos. Intenté explicarle que no podía perder el vuelo, que necesitaba ir con
tiempo.
que sin mi esté proyecto no habría sido posible, el mismo Haruo se ofreció a
116
llevarme al aeropuerto después. No tuve más remedio que acceder. Él sabía que
mentía, pero no diría nada hasta estar a solas. Lo leí en sus ojos.
Estaba a punto de empezar la prueba frente a la prensa. Sería solo media hora
-Por favor despídase de mi parte con la reclutadora, Midori, dele las gracias por
ascensor se cerró.
-No sé de qué habla Andrés, usted fue una sorpresa, trajo su curriculum en el
último momento, con el pendrive de las pruebas y eran brillantes, tuvimos dudas,
El ascensor giró para mí, como la mañana del sake o la habitación de la clínica,
117
¿Soy feliz acaso por mi éxito? No, estoy obsesionado con un puto billete de cien
yenes.
está ella. Solo me mira a mí. Su mirada es codiciosa y atrevida nada que ver con
café. Debía irse y me dejó el billete en la mesa. El billete de cien yenes, el billete
Mucha suerte, me dijo. Y fue la última vez que la vi, hasta hoy.
dice adiós con la mano. De pronto su rostro se rasga, su ropa y piel parece
abrirse como una crisálida, del interior salen unas negras extremidades
articuladas. Veo muchos ojos negros. Me alejo poco a poco por el rail pues el eje
tractor ha cogido los vagones y los sube hasta la gran primera banda que da la
y nadie parece verla. Entro en pánico. La enorme araña trepa por los raíles.
118
Nacida en Granada en 1982; vive en Barcelona desde 2003.
JIGOKU SHOUJO
EPISODIO INEDITO
***
El odio,
La tristeza,
Acaban en lágrimas,
pendiente”.
***
120
Shinzato, Natsumi, la delegada de clase, por su nuevo logro académico,
a nivel nacional. Lo cual era una raya más al tigre en la larga lista de éxitos
de todo Tokio.
Nakazato, Hiro era uno de los pocos indiferentes al jolgorio. Posó sus manos en
mejor amiga había cambiado, pero por más que buscaba la manera de sacar el
respondió sin verle a la cara, últimamente evitaba el contacto visual con todos y
—Pues que la señorita “perfección” vino con el galardón de oro. — Hiro se sentó
121
cansa? Mírala, de piel blanca, larga cabellera negra, esos rasgos delicados, es
—No te burles de ella. — le advirtió Sayuri. Por un mínimo instante cruzó miradas
con la delegada de clase, que devolvía las sonrisas a todos los presentes, de
consciencia como espinas venenosas “¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Cuándo
terminará?” se afligía con aquella pena que, incrustada en su pecho, crecía como
—Aquí estabas. — la angelical voz femenina llegó a los oídos de Sayuri y penetró
su cerebro torturándola. Por más bella que sea aquella voz, le pertenecía a un
Sayuri trató de guardar la compostura, con las manos en puño y los labios
cerrados en un gesto contrito. El tormento que vivía sumaba un nuevo peso que
122
golpeaba, como un ariete, su ya dañada autoestima. Natsumi estaba
acompañaba de otras dos chicas, “la abeja reina y sus secuaces” pensaba
Sayuri, “siempre juntas a todos lados”. —¿Qué pasa? ¿No me digas que no te
***
primaria, en la media y durante los tres años de preparatoria, sin embargo, hace
123
tren sin la compañía de su mejor amiga, hacerlo durante tantos días consecutivos
monótono, que le daba tiempo para pensar en su futuro, ya era esa época del
año en que los de tercero debían decidir qué hacer en adelante. Él no era alguien
brillante, “Como la señorita perfección” reía Hiro, y ojeaba una lista de opciones
siempre escondían algo pérfido y podrido, aquella lección la extraía de todos los
—Oh, que cruel eres. Y yo que venía con buenas intenciones. — Akemi se
a sudar copiosamente.
—Sólo quiero ser tu amiga. — le dijo Akemi muy cerca al oído y sonrió
pícaramente.
124
***
cerradas del cuarto de Hiro, “A esta hora ya debería estar en casa” pensaba.
Vestida ya con su ropa de casa sospesaba las opciones que tenía frente al grave
problema que enfrentaba, “¿Y si desaparezco?” creía que una alternativa segura
Hikikomori o un Johatsu. “No, no, no”. Hacer eso significaba que Shinzato
ganaba, pero la otra opción que tenía el causaba pánico y al desestimó. Sintió
clase tenía de ella. “las fotos… todas esas vergonzosas fotos”, nuevamente los
Desde el balcón Sayuri pudo ver que su mejor amigo estaba ingresando por el
patio frontal. Quería hablar con él, explicarle las cosas pero le daba vergüenza,
darse cuenta que ella estaba ahí, abrió los ojos sorprendido, bajó la cabeza e
***
125
Hace un mes atrás la sonrisa de Sayuri era su atributo más natural. Gozaba de
estar en último año, de ser sempai de varios hokais que la estimaban no por ser
la más lista del salón o tener los mejores atributos, simplemente Sayuri sabía
secuaces.
preguntó Natsumi con una delicada sonrisa dibujada en sus preciosos y finos
labios.
Esa era la primera vez que Sayuri intercambiaba palabras con quien fue la
delegada del salón durante los tres años de preparatoria. Normalmente los
126
rechazaba humildemente). Sayuri nunca sintió la necesidad de revolotear
Aquella misma tarde Hiro debía quedarse, por encargo del profesor, por lo que
Sayuri regresaría sola, ya había pasado antes, sólo que en esta oportunidad la
Hiro a caminar por un sendero oscuro una noche de verano, en que ambas
pequeños regresaron al lugar del reto y vieron que había un letrero que advertía
sobre las peligrosas serpientes que se arrastraban por el bosque que abrazaba
el sendero. Sayuri casi se desmayó del susto al saber que, en su intrepidez, pudo
ser mordida por uno de estos rastreros animales. Esa tarde experimentaba la
misma sensación. Sentía que caminaba a través de una ruta lúgubre y que algo
mujer con la que chocó en la mañana en los vestidores, había algo distinto en su
su camino.
algo de intriga a Sayuri, sin embargo, empezaba a sentir una rara incomodidad
127
por estar frente a aquella mujer de expresión viperina. —¿Por qué tú no? No lo
entiendo.
apabullarla.
absurda que Sayuri relajó los hombros un segundo pensando que todo se trataba
de una broma, pero al ver cara a cara a su delegada de clase comprendió que
—Te has pasado cada año ignorándome, a pesar de que soy bella, inteligente,
un tono afectado con una pizca de veneno que empezaba fluir desde su lengua
que yo no…
128
Sayuri no entendía por qué se sentía mal —Si se esfuerza es porque quiere, no
porque yo se lo pido— se llevó las manos a la boca al darse cuenta que aquello
aliadas.
Hiro y las ganas que tenía de tenerlo cerca, él hubiera podido protegerla, a él
pensamientos románticos que Sayuri tenía por su amigo de infancia, que era
Dos semanas después Sayuri fue convocada por Tsukayama para que vaya, en
—Desde ahora serás mi inu-chan y como buen perro cuando te ordene que
129
azabache cayéndole sobre el hombro, daba la impresión de ser de la realeza, un
encargaron, una de cerrar la puerta del baño y la otra de vigilar que nadie llegara
se agitaba, las manos le temblaban; esperaba una pelea o algo violento, lo que
vino fue peor. Natsumi sacó de su bolsillo una serie de fotos que dejó caer al
húmedas y temblorosas que tenía las manos, las fotos se caían mostrando a una
Sayuri quedó totalmente paralizada. —Ahora inu-chan, sino deseas que estas
fotos circulen por todo el colegio… ladra para mi.— y Natsumi humedeció sus
labios mostrando aquella lengua, de aspecto humano pero de uso viperino, que
Sayuri, viéndose acorralada, intentó replicar. “Iré con el profesor Akamine” fue
130
intuido los futuros movimientos de su presa y apuntaba directo a la garganta. —
Puedes llevar las fotos a quien quieras, acusarme con quien creas correcto, sólo
toma en cuenta dos cosas ¿Le creerán a una don nadie o a la delegada de clase?
¿Te arriesgarías a acusarme sabiendo que puedo filtrar estas fotos en toda la
vean?
Natsumi soltaba carcajadas como una demente que, al fin, había encontrado una
***
131
casa acompañada de Hiro, la idea era aislarla, no podía hablar con él de manera
abierta pues Natsumi (o alguna de las rémoras andaba siempre cerca) le enviaba
de su piel expuesta proseguía acusándola por horas. Después del tercer día las
cuando le escribió “viéndote bien, con ese horrible cuerpo, dudo que Nakazato-
kun vaya a fijarse en ti”. A la mañana siguiente Sayuri asistió a estudiar siendo
de su amigo de infancia por lo que desvió todos sus ataques a destruir aquella
inocente ilusión.
diaria de castigo se hacía insuficiente y la delegada requería infligir cada vez más
Sayuri fue grabada, con la cámara del móvil, mientras ladraba y hacía posiciones
ponía de todos los colores. Sin darse cuenta caía cada vez más profundo en un
hoyo sin salida pues, ahora la delegada, tenía fotos y filmaciones de Sayuri en
132
Una semana antes de que Natsumi regresara con el galardón de oro en
tortura.
obediente.
Cada vez que salía aquel instinto depredador la valla de crueldad se elevaba un
poco más. —Hoy vas a demostrar tu lealtad. — dijo la delegada y acto seguido
una de las rémoras cerró la puerta y la otra se dispuso a custodiar. Sayuri cerró
los ojos esperando un golpe, una bofetada, una herida grave que acabe con su
vida, en lugar de eso, cuando la ansiedad le pudo más y los abrió, vio a la
imposible por contener la risa, debía esperar hasta el momento indicado para
Sayuri retrocedió unos pasos hasta que Natsumi recurrió a su teléfono móvil. Por
cuantas fotos mostrándole que había capturas de Hiro. —Creo que me está
133
Aquella tarde, Sayuri regresaba a casa, camino a la estación de tren pasó por un
puente peatonal y se detuvo en medio del tránsito. Una idea rondaba su cabeza.
Una sola predecible y contundente idea. Abajo, los autos y camiones pasaban a
alta velocidad, nadie sería capaz de detener su ímpetu, nadie. Aferró sus manos
a la baranda, lista para dar un salto, cuando un par de colegialas pasaron detrás
de ella.
—Oh, qué horror ¿Tú también lo escuchaste? — decía una de las chiquillas.
—Sí, dicen que es verdad, eso del correo de infierno, si mandas un mail a la
Y así como aparecieron, ambas colegialas se perdieron entre el gentío, mas sus
tanta neblina.
***
Sayuri se encontraba frente a su ordenador, con las luces apagadas y con una
desesperación ardiendo con la potencia de mil soles atrapada entre sus dedos,
caído tan hondo para confundir la esperanza con la desolación absoluta. Vio el
reloj del monitor, que marcaba 11:59. —Quizá sólo funciona a la medianoche. —
134
00:00, las sudorosas yemas de Sayuri escribieron con una rabia caldeada:
Una única respuesta apareció en el buscador. Al hacer clic la envió a una página
sencilla, un recuadro totalmente negro con una frase al centro, un espacio para
SOLICITAR
La línea escrita rezaba de manera clara, indiferente y, sin embargo, Sayuri sintió
aquel terreno de la web, que tenía apariencia de ser un puente, un nexo entre la
tierra y el infierno.
Siendo acosada por la vergüenza y creyendo que, de ser expuesta, jamás podría
135
Natsumi. Y con un clic en “solicitar” cerró el pedido, la página desapareció con
saber que había resultado, quería creer que no era un timo, que sus últimos
resecarse. “Por favor” rogó a quien sea que escuche en las sombras. La
oscuridad contestó.
—¿Me has llamado? — preguntó una voz femenina, sutil, delicada, apagada.
Sayuri giró sobre su silla sin saber que encontrar. Y ahí, de pie justo detrás de
con una cinta roja en la parte superior. Un corte de cabello que realzaba sus
fina porcelana, y sus potentes ojos escarlata como esferas sanguinolentas (que
hicieron temblar a Sayuri) parecían trasmitir una paz absoluta, pero no era el
le quedaba.
—¿Jigoku Shoujo?
136
—Tómalo. — le dijo la dama oscura ofreciéndole un muñeco de paja, negro como
el pecado, con un listón rojo atado en el cuello. Sayuri lo tomó, y al hacerlo, supo
que estaba pisando un terreno prohibido por la luz, donde la rabia y las
—Si de verdad deseas vengarte, tira del cordón rojo. Harás un pacto conmigo
directamente al infierno.
Sayuri acercó sus dedos en pinza a la punta carmesí, su respirar era agitado,
—Sin embargo, una vez que se haya cumplido la venganza, tienes que pagar la
En ese preciso momento crueles llamas envolvieron a Sayuri, que vio su piel
pérfidos se desataban contra todos los esfínteres que el cuerpo humano posee
y ella, siendo parte de la carne de cañón, era abusada de maneras que haría
advirtió Emma Ai. —Todo esto pasará cuando mueras. — aquellas últimas
palabras eran un tosco placebo para calmar el pavor que experimentaba la joven,
137
que de pronto se hallaba sola en su habitación con un eco final. —El resto es
cosa tuya.
***
La siguiente semana transcurrió entre insultos y penurias, pero Sayuri las resistía
con mayor ímpetu que nunca. Algo que Natsumi encontraba extraño, desafiante
desarrollado una parafilia, sino que, desde que hizo aquel llamado, el espíritu
como cuando Natsumi llegó con el galardón de oro y Toma veía por la ventana
intervenía. Esperaba. Por otro lado, Sayuri soportaba y cumplía –como buena
visión, aquel cruel y eterno destino que debía afrontar como pago, le hacía
retroceder, replanteárselo.
138
—Espera mi mensaje esta noche, y no llegues tarde.— el mensaje llegó cerca
neón del centro. Y ahí, donde el humo del cigarrillo se mezcla con los gases de
quien desee pagar el precio justo, estaba Sayuri que, a hurtadillas, salió de casa
el reclamo engreído de una novia primeriza que esperó por cinco minutos a que
llegue su pareja.
—Lo siento. — Sayuri bajó la cabeza y llevó sus manos a su bolso donde, entre
otras cosas, cargaba con el muñeco maldito. —Es difícil salir de casa y llegar
aquí…
callejón.
en un sitio tan miserable. Kurushima tiró de ella para conducirla a la fuerza. Las
139
muchachas eran rodeadas por miradas indiferentes y unas cuantas pervertidas
lugares.
—Ladra, inu-chan.
la delegada, pero también voces masculinas. —Se los dije, ya está amaestrada.
desaliñado y rudo aspecto. “Esto era” pensó al intuir la perversión de lo que sería
callejón, como maligno cómplice, ahogó los ruegos y llanto del brusco desflore
de Sayuri.
Los viciosos socios de la delegada no dejaron nada para después. Sayuri fue
desconocidos, su piel fue profanada por lenguas y manos que dejarían bruscas
mientras buscaba cubrir la poca dignidad que le quedaba con los retazos que le
dejaron de ropa. —¿No lo disfrutaste, inu-chan? Porque Hiro si. — Sayuri alzó la
mirada a la pantalla del móvil de Natsumi donde las fotos mostraban a Nakazato
140
entre dientes. —pensé que si los dos son un par de enfermos podrían estar al fin
Con el pecho cerrado, los ojos casi desorbitados, respirando por la boca, con la
aguantar todo (eso creía) podía ser partícipe de aquel juego perverso hasta que
acabase el año y superarlo pero, sólo ahí, cuando llegó al fondo del abismo
descubrió una puerta secreta a un nivel más profundo. Y supo que el sufrimiento
jamás acabaría.
Tomó su bolso con mecánicos movimientos y, ante la presencia de todos los que
la rodeaban, sacó el muñeco de paja negra. —¿Qué vas a hacer con eso?— se
carcajadas. Sayuri desató el hilo rojo atado al cuello del muñeco. Aquel callejón
se cerró como las fauces de una bestia hambrienta y la negrura absoluta reinó.
—Se concede la venganza. — dijo la nada con una voz masculina, vieja y agria.
nada, sus sentidos estaban aturdidos y perdió el equilibrio. Creyó caer hacia el
vacío espacial sin oponer resistencia, aquella nada ahogó sus gritos, su miedo;
pizarra. El detalle curioso, que notó en el acto, era que todos los presentes
141
—Muy bien, Shinzato-san, para que puedas salvarte del castigo debes
responder una pregunta ¿Puedes decirme quien es el mejor amigo del hombre?
pesadilla).
vez que fallas, pero era será la última. — el rostro del profesor Akamine empezó
—No, aléjense de mí, no. Soy su delegada de clase ¡Deben hacerme caso! —
estrategia. —Por favor, no me hagan daño, por favor. — ahora rogaba, la banda
las fauces iracundas. Las encías supurantes destilaban espuma negra, infecta y
corrosiva.
del rostro, a su lado un anciano y una geisha observaban como los colmillos
142
—¿Qué pecados? — reclamó la delegada. —Yo me esfuerzo por ser perfecta
¡Por ser perfecta! ¡Todos deberían rendirme pleitesía! ¡Todos son mis perros! —
—¿Escuchó eso, ojuo-chan? — dijo el más viejo de los ayudantes de Emma Ai.
Jigoku Shoujo apareció frente a Natsumi, que aún era atacada por la jauría.
Vestía un precioso kimono negro con flores de llamativos colores. —Oh, penosa
esta vez? — Emma agitó la manga de su kimono y las flores azules, rojas y
Natsumi volvió en sí, estaba recostada sobre una balsa aún con las heridas
frescas. Emma navegaba con gentileza sobre las lúgubres aguas de un rio
muerto adornado por lámparas de papel. —¿Qué hago aquí? Yo no puedo estar
aquí, tengo que… tengo perros que gobernar…— Natsumi se resistía a su fatal
negra.
***
143
Sayuri terminaba de empacar su última maleta, se mudaría a Osaka con sus tíos
de parte materna. El tercer año había terminado y ahora ella empezaría a trabajar
en una empresa pesquera. Desde aquella noche no volvió a hablar con Hiro, él
de Shinzato, Natsumi, nadie sabe qué ocurrió, ni siquiera sus amigas más
cercanas pueden explicar qué pasó con ella. Las rémoras sólo atinaban a bajar
la cabeza cuando se cruzaban con Sayuri por los pasillos, ella las ignoraba con
un aire pedante recordándoles que aquella noche, sin lógica alguna, Natsumi fue
Ya en el auto la muchacha veía las casas pasar a tal velocidad que no prestaba
ventana, el cristal del vehículo le mostraba que, justo debajo de su cuello antes
del nacimiento de sus pequeños senos, había aparecido un tatuaje, una señal:
144
***
de la futura condenada.
(2017).
Junichirō Tanizaki y
El drama embrujado
Erica Couto-Ferreira
Seix Barral, Rey Lear, Satori y Alfaguara han publicado en los últimos años
stregato que aquí comento, sin embargo, contiene material que, por cuanto he podido
obsesión que lleva a la ruina y los peligros del triángulo amoroso. De hecho, las
hombre y una mujer que dicen amarse, se interpone siempre un tercer elemento
uno de esos finales fatales que tanto parecía amar Tanizaki (véase, si no, el
carnalidad; una carnalidad que es, al mismo tiempo, sublime, ideal y fuente
inagotable de placer estético sin por ello perder su fisicidad concreta. Los
hombres son aquí las grandes víctimas: no se oponen a los deseos que les
subyugan sino que, muy al contrario, los cultivan hasta que estos florecen,
150
audaces ni libertinas, alimentan esas pulsiones connaturales al hombre. Ellas las
transformada en arte, Junichirō Tanizaki pone en cada una de estas tres historias
que, enfermo por los excesos de una vida disoluta, decide mudarse de Nagoya a
Tokyo para agonizar y morir en casa de su tía. Una vez allí, la fascinación
151
prima Teruko, así como la presencia funesta de Suzuki, pretendiente
Tomó entre las manos aquel frío tejido arrugado, empapado de moco; intentó
un perro.
‘¡Así que este es el sabor del moco!’. Le parecía lamer un algo de olor selvático
152
a la ruina. Por el contrario, Shinsuke, en su lucha por poner orden a los crímenes
y fechorías que pesan sobre sus espaldas, no hace sino enredarse en las tramas
El relato que da título al libro, “El drama embrujado”, constituye la pieza más
autor teatral Sasaki desea deshacerse de su esposa Tamako para poder casarse
escritura para componer un drama en un acto, “El bien y el mal”, en el que expone
maquinaria que permita ahogar los escrúpulos y cumplir con ese asesinato. ¿No
es la vida una historia, un cuento que nos contamos, una versión de nosotros
para crear sus historias. Medio siglo después de su fallecimiento, sus novelas y
relatos siguen leyéndose como ejemplos veraces, bellos y terribles acerca del
153
Sobre la edición de El drama embrujado
2014.
Alfaguara, 2016.
DeBolsillo, 2016.
Satori, 2018.
la
Poda
P.G. Escuder
Hay animales que te persiguen, que corren más rápido que el viento, que cazan,
de sus huidizas vidas. Hay animales que ganan nuestro corazón y dormitan junto
los tiempos, sin embargo, las perversas intenciones que animan a estas criaturas
están tan arraigadas en el corazón del hombre que resulta imposible aplacar la
prohibidas las prácticas de brujería Onmyōdō, pero el decreto no afectó por igual
157
a todos los territorios que conforman la gran isla. En poblados remotos los viejos
aquella aldea, una anciana bruja o un viejo chaman era capaz de convocar los
más dóciles y los volvían esclavos de sus nuevos caprichosos señores. Los
tenebrosos hechiceros casi siempre trabajaban para las familias más poderosas
mochi.
En cualquier caso, la prioridad del animal creado es idéntica a la del que nace
han confundido a hombres sabios de todas las épocas. Poco podemos hacer si
este nos haya sido vetado. Cuanto sabemos sobre estas especies
como sagrado deber hemos repetido a nuestros hijos y a los hijos de sus hijos
caminos.
Siendo muy niño Takeo aprendió a mirar dos veces antes de extender la mano
para acariciar el suave pelaje o las plumas del animal que se acercaba buscando
158
jiisan Aoyama Semei les contaba a sus hermanos mayores y él escuchaba a
escondidas mientras fingía estar dormido. Cuando por fin lo alcanzaba el sueño,
del culto crepuscular rendiría a los inicuos brujos bajo el peso de su espada.
Pero el quinto hermano de una familia humilde no suele contar con muchas
invenciones. Takeo supo muy pronto cuál era su lugar en el mundo. Renunció a
que cumplió doce años su padre, Nagaro Semei, murió a causa de un devastador
púrpura las manos y con cada convulsión los huesos se quebraban como cañas
el pueblo. Hausu Raito, quedó cerrado al paso hasta bien entrado septiembre.
afluente que comunicaba con el río Jinzú de modo que los trabajos de extracción
Apenas tres días después de que llegasen las primeras barcazas al embarcadero
de Hausu Raito, los casi cuatrocientos habitantes del poblado minero habían
159
– Takeo – le susurró Sanraizu, despertándolo con un leve golpeteo en el hombro.
El chico abrió los ojos, en el suelo oscilaba la diminuta llama de una lámpara de
camastro sostenía un hatillo de ropa y una vieja talega que olía intensamente a
queso rancio.
Ella negó con la cabeza y puso el dedo índice sobre los labios de su hijo.
– Escúchame y no hables– el chico asintió – tu padre aún sigue con vida, pero
- ¡Madre! -balbuceó.
– Debes marcharte, Takeo, vete ahora, no esperes la luz del día. Toma esto – le
nadie te verá. Has de llegar a Tōku no Samitto ¿recuerdas cómo ir verdad? Allí
busca a la anciana a la que llaman Sōsaresu. Dile quién eres, cuéntale lo que
160
El muchacho seguía tumbado en silencio, con la vista fija en el techo. Temía que,
decidido ignorarlo.
Hacía mucho que el bosque había engullido los caminos que comunicaban las
habían mudado a Hagiwara utilizaban la carretera de tierra para circular con los
carros cargados de heno y cereal, y para acceder a las casas colindantes que
eran prácticamente las únicas habitadas. Cuando Takeo llegó al linde de Tōku
comida y agua de sobra. El odre aún conservaba la cuarta parte del agua fresca
que su madre había sacado del pozo de Hausu Raito y no había probado el
queso ni el pan que guardaba en el zurrón por lo que cuando vio la primera granja
y supo que había llegado al final de su viaje, buscó una sombra junto a la
conservaba los cuartos traseros bien alineados, mantenía el rabo curvado sobre
161
su espalda y tenía un porte orgulloso para ser un vagabundo al que se le podían
contar las costillas. El kishu inu había perdido gran parte de su pelaje, pero sus
blanco. Takeo imaginó el aspecto del perro en mejores días y sonrió. El animal
dirección al muchacho.
Cuando se puso a tiro le lanzó un par de trozos de pan y queso que el perro
incipiente verano por los tonos rojizos del atardecer que crecía desde el oeste.
Se acercó hasta la primera granja y llamó a todas sus puertas, pero nadie
hombre con el que hablo, lo miro receloso de arriba abajo y antes de darle
familia – añadió.
Ahí es donde vive la sōsaresu. Aunque yo andaría con cuidado, hace mucho que
162
rehúye el trato con nadie que no sea del otro mundo. Si estás vivo probablemente
–Vamos chico, era broma, solo son habladurías – sonrió – aunque no te vendrá
Se giró y vio al perro. Aún mantenía cierta distancia, pero cuando sus miradas
–Yo creo que sí y parece que él también – replicó el hombre divertido – que
Volvió a entrar en la casa y cerró con llave. Tras la ventana vio como el muchacho
Hacía años que la vieja hechicera había elegido aislarse del resto y dedicarse en
exclusiva a escrutar más allá de la puerta de marfil que separa este del otro
mundo. Nunca se había cuestionado el futuro, la vida era para ella una sucesión
por dentro sentía en los huesos que algo no iba bien. Los espíritus pronto la
reclamarían, llegado el momento moriría como había vivido, sola y en paz. Este
– ¿Y quién demonios viene contigo? – le dijo una vez hechas las presentaciones-
163
–El perro no es mío – insistió – me lo he encontrado, bueno, él me ha
principio.
– Me llamo Takeo Semei -repitió fastidiado- vengo de Hausu Raito, soy el hijo
–Sanraizu, hace mucho que no escuchaba ese nombre. Y dime, ¿por qué la
– ¿Quiénes?
–Todos.
del bosque y bebiendo té, o al menos eso dijo la anciana. Llegada la medianoche
sonido que lo acompañó en la oscuridad tras los párpados cerrados fue el rumor
del río entre cuyo hipnótico murmullo creyó distinguir el poderoso ladrido de un
Cuando abrió los ojos el perro aún ladraba (¿habría ladrado durante toda la
rayos de sol que se colaban entre las rendijas del techo de paja le devolvieron
164
memoria del lugar en el que se encontraba. Lo que ahora quería saber era dónde
estaba la sōsaresu, y sobre todo ¿es que nadie podía hacer callar a ese maldito
perro?
– No entres ahí – ordenó la anciana cuando vio que Takeo se encaminaba hacia
el pequeño cobertizo que ocupaba la parte trasera del huerto. El chico dio un
– ¡Silenció! - gritó – ¿oyes eso? – dijo señalando hacia arriba - ¡escucha bien
Takeo agudizó el oído, pero era imposible discernir algo que no fuese el
Era cierto, el ladrido había cambiado. Contra lo que cabía esperar no había
recordaba entre las brumas del sueño un alarido de alarma y súplica, entendía
claramente que ahora el bramido del perro era una amenaza. Un juramento de
venganza que destilaba ira contra su captora. No imaginaba qué le había hecho
mellados.
– Ya viene Inugami, ya viene ¡ya viene! – en mitad del sendero danzaba con los
165
Takeo intentó esquivarla, pero ella se abalanzó y lo agarró por el brazo.
–¿A dónde crees que vas? – dijo reteniéndolo. El chico forcejeó, pero la anciana
preocupes ¡tengo la espada! pero el perro es tuyo así que deberás ocuparte tú.
Aún lo tenía sujeto por el brazo cuando llegaron al porche de la casa, la sōsaresu
mirarla, la anciana seguía hablando sin parar, deliraba, estaba seguro de que se
había vuelto loca, quizá fuese el incesante ladrido del perro lo que la había
trastornado o tal vez era cierto que el trato con los espíritus la hizo enloquecer
hace tiempo. Desde su posición, miró de reojo las manos de la bruja, estaban
teñidas de moratones púrpura. Los mismos que ya había visto en los infectados
entender por qué su madre lo había enviado a aquel lugar infecto en compañía
de una chiflada.
– ¿Crees que no lo sé? -se miró las manos e inmediatamente las ocultó en los
bolsillos de su raída túnica– ¿y crees que me importa morir? Hay cosas mucho
166
Mi padre, Hitsujikai no Hoshi, me dio el nombre de Otomeza tras el parto que se
que este tomó como esposa cuando yo tenía nueve años. Hitsujikai no Hoshi era
Koshu y la honradez de los tratos que avalaban el buen rumbo de los negocios
asaltaron a mi padre y a su esposa una noche que volvían a casa paseando por
la orilla del Jinzú. Les robaron la ropa y las joyas, abandonándolos desnudos y
mi vida arruinada. El único consuelo que encontré en los meses que siguieron al
Fue en esa época cuando conocí a tu madre. Sanraizu era una niña, pero
que entre los pergaminos que reclamé como herencia no solo había cartas y
167
supe cuando descifré los signos y comprendí que se trataba de la fórmula para
brutal y fiel espectro al que sacrifiqué todo cuanto tenía. El monstruo que
otro para que cuide de los Inugami como yo lo he hecho como digna hija de
Hitsujikai no Hoshi.
Pero antes quiero darte la oportunidad de elegir. Piensa bien si quieres seguir
puedes ser mi legatario y quieres tomar el control de la vida que se abre ante ti,
marchar. Vuelve con los tuyos, enfermos, quizá ya muertos, llórales y entiérralos,
harás cosas que no tienen cabida ni en tus peores pesadillas. Tus sueños se
pregonen que ya te han olvidado, escrutarán el bosque por si aún hay luz en la
168
– ¿Qué decides Takeo? – preguntó por última vez.
– No tengo a donde ir –fue lo único que alegó– dime qué debo hacer.
MERA
Tuve que matar a Mera. Mi perra amada, fue el primer recipiente que albergó al
Inugami. Entonces no sabía bien lo que hacía, seguí torpemente las indicaciones
ni el mundo de los espíritus que habita las esferas, además desconocía si estaba
Cavé una fosa pequeña en la caseta de la parte trasera del huerto. En realidad,
era más bien un hoyo, hondo y estrecho, lo suficiente como para que Mera no
169
Lloré amargamente mientras esperaba a que atardeciera. Cuando se durmió, le
até las patas traseras y delanteras en un solo nudo y la llevé en brazos hasta el
agujero. Ella no hizo nada, suspiró confiada cuando la deposité sobre la tierra
Volví a la casa, llené un cuenco con agua fresca y puse en un plato los restos de
olfato y lanzó un quejido lastimero que quebró mí ánimo. Pero no podía dar
que era la única forma de tenerla conmigo para siempre. Dejé el plato de comida
terrible silencio que me encogía el corazón porque con cada parada pensaba
Durante el día ladraba y a ratos callaba para recuperar fuerzas. Estaba tan débil
y enferma, que en algún momento recé para que muriese de una vez, para que
170
que estaba causando, porque de algún modo sentía que con el paso de las horas
el ritual se volvía más y más fuerte. Aquella certeza hizo que me mantuviese
Ignoraba cuánto tiempo puede aguantar un perro sin ingerir alimento y agua,
cuanto puede aguantar sin volverse loco. Pero la tarde del tercer día Mera calló,
y no volví a oírla durante horas. Imaginé que por fin había muerto y sentí alivio,
descabellado tal vez, pero certero para una mente enferma como la mía. La sola
cobertizo de la parte de atrás del huerto. No era Mera, no era su voz, era mucho
infinito. Me tapé los oídos y temblorosa leí el pergamino a la luz de las velas. La
segunda parte del rito se resumía en una frase: “Cuando la voz del nuevo perro
cabeza”
Era el Inugami, estaba allí, no cabía duda, el ladrido deforme asemejaba una voz
profunda que intentase modelar palabras desde una garganta inhumana, no era
171
un perro lo que atronaba la oscuridad del bosque. Ningún animal de esta tierra
gruñido. Escuché en silencio con el corazón encogido por un terror que no podía
ante la presencia del gran ¿lobo? Quizá, sí, podría ser un lobo lo que ahora me
También sabía que el ser preternatural que aullaba y arañaba la tierra para
ritual, terminar lo que había empezado, así que volví a leer el pergamino y
Sin espada y con un hacha demasiado grande y pesada busqué entre las
mano con la que podo los árboles de la entrada del huerto, es ligera y su fila de
dientes punzantes, perfectos para cercenar sin mucho esfuerzo. Me prometí que
sería rápida y piadosa, fuese el animal que fuese el que encontrara en la caseta
sobresalía del suelo tal y como yo la había dejado cuatro días atrás. Solo que,
como supuse, aquello no era mi perra, ni ningún otro perro que haya caminado
sobre este mundo. Los ojos ciegos del animal eran ahora dos puntos de luz azul
172
refulgente que me miraron desafiantes desde las fieras cuencas vacías. De las
fauces descomunales del Inugami babeaban saliva blanca que destilaba entre
mudado el color dorado de Mera en una mata espinosa de pelo negro que me
recordó al de las ratas que había visto en los arrabales de Hagiwara. Lo peor era
Cerré los ojos e imaginé que el perro era un árbol, cada movimiento de la sierra,
cada crujido que partía huesos y arrastraba entre los dientes girones de
sangre tibia que manaba a borbotones sobre la tierra negra y me bañaba las
manos, era el agua cristalina del río Jínzu en el que tantas veces me había
de la sierra.
Dejé de oír los chillidos del animal cuando le serré la garganta. Fue un alivio, por
primera vez en cuatro días quedé en completo silencio, di gracias por ello.
173
Después guardé la cabeza en un cuenco y cubrí los restos de Mera con la tierra
hacer para completar el ritual, el siguiente paso era secar la cabeza del Inugami
En cuanto despuntó el día vestí la cabeza, pero antes recité las palabras escritas
con tinta roja en el pergamino. Lo hice con torpeza, sin atender a la entonación
y sin guardar el debido respeto cada vez que pronunciaba el nombre del
Tsukimono. Pero como te he dicho Takeo, nada de eso importó, el miedo, la falta
terrible aspecto no me resultó tan repulsivo como esperaba. Si bien los ojos y las
partes blandas del cráneo se habían licuado, la baja temperatura del horno
Cuando cerré la urna aseguré la tapa con una pequeña cuerda y continué
“Yo domino y subyugo las fuerzas animales. He cortado las cabezas de las
que mi poder es inmenso como el cielo! He aquí que tomo impulso en mi lengua
174
Debía repetirlo tres veces frente a la urna, así lo hice. Después enfundé el ánfora
proveniente del bosque que hay más allá. Al poco lo oí gimotear. Fue un
parpadeo, volví a mirar y allí estaba, un precioso cachorro de kishu inu, blanco
el corazón desbocado lo observé desde la ventana, mis ojos me decían que solo
era un perro, una cría traviesa que me arrancó una sonrisa sacudiéndose las
Inugami, ahora regresaba a mi en forma tan desvalida que me resultó muy fácil
gran lobo ancestral, con el espíritu de la furia que había liberado, lo comprendí
Supe que el perro estaba cambiando antes de dar la vuelta, cerraba la puerta
aullido. Pude haber huido pero el horror me paralizó, incapaz de moverme intuí
175
la transformación en las sombras que el fuego del hogar reflejaba sobre la pared.
veces hasta alcanzar un tamaño que superaba la altura de la casa. El techo cayó
competían por cubrir cada centímetro de piel contra las manchas carmesí de la
–¿Te hizo eso el Inugami? - el chico se acercó a mirar sin disimular su repulsión.
– Sí – la anciana se cubrió.
La bruja cerró los ojos para contener la furia sobrenatural que notaba descender
por el espinazo como arena caliente que se derramaba desde la nuca hasta la
176
–Eso no debe preocuparte, por el momento–sentenció–Ahora ya conoces mi
historia, quiero saber qué has decidido ¿tendrás valor para traer a este mundo a
–Tus hermanos Takeo, el Inugami puede salvarlos del mismo modo que me
salvó a mí. Sanarán ¿no deseas eso para ellos? ¿una vida larga y plena a su
antojo?
cascarón chico, un desperdicio de largo recorrido ¡He visto tantas cosas! Ah, no
imaginas las historias que podría contarte sobre los reinos que he visitado, los
hambre. Pero también la venganza que consumé sobre las casas de los asesinos
Otomeza fijó la vista en un punto intermedio del vacío y escrutó las sombras.
–¿Oyes? hace horas que no ladra – la bruja se levantó y fue hasta el arcón en el
que guardaba su ropa. Cuando volvió traía algo envuelto en telas, dejó la espada
177
sobre la mesa y la desveló ante el conmovido Takeo. El resplandeciente filo era
amabilidad, le haría creer que tenía escapatoria y le daría una muerte rápida.
Pero hacía mucho que no quedaba ni rastro de Otomeza dentro de aquel cuerpo
hasta que alguien volviese a invocarlo. Quién sabe si dentro de otros mil años.
178
Escritora y guionista audiovisual.
www.pgescuder.com
Pedro P. González
donde he pasado las últimas catorce horas. Cada vez que miro el reloj se acaba
un servicio de metro o de autobús que pueda llevarme a casa. Tengo los ojos
últimas cuatro horas, ni siquiera a orinar. Pensaba que acabaría antes, pero las
lujosos, donde la gente no tiene que hacer horas extras; pueden reír, disfrutar,
comer y follar sabiendo que no tienen por qué madrugar mañana. Allí abajo, la
180
de contabilidad o de marketing. Quiero estar en cualquier otro lugar que no sea
aquí y ahora. Cualquier cosa antes que seguir liquidando las cuentas de una
―¿Qué miras con esa cara de bobo Shiori? ¿Ya has terminado? ―Desde
documentos digitalizados.
―Sí, me muero por comer algo, pero no creo que encontremos nada
abierto a estas horas. Además, tengo que acabar el trabajo o el señor Fujiwara
―Que le jodan al trabajo Shiori, y que le jodan también a ese viejo cabrón
de Fujiwara. Eres un dócil corderito, siempre haciendo caso a ese hijo de puta.
con la esperanza de encontrar algún sitio donde comer. Cualquier cosa me vale,
no soy exigente. Nashiba tampoco lo es; ni con la comida ni con las mujeres. A
veces le envidio, porque no entiendo cómo puede tener tantas citas y conocer a
tantas mujeres. Es cierto que viste bien y siempre huele a perfume, pero digamos
181
que está lejos de lo que considero una persona ejemplar. A veces le odio
también, por ser tan caradura, interesado y mezquino. Mi madre me dice que
su casa antes de los cuarenta. Quizá tenga razón, pero desde luego no a
sonrisa.
hace una seña con la mano para que me apresure y siga sus pasos.
salida, donde solo hay unos contenedores y una puerta de chapa de verde
bastante oxidada. Nashiba da dos golpes, como haciendo una llamada especial.
la chica, casi haciéndole con sus ojos una radiografía―¿Dónde está el viejo
Hiroshi?
Nos saluda con una reverencia y nos invita a pasar. Se fija en mí, ignora
182
cruzan con vergüenza. Intento devolvérsela con una grotesca mueca. No sé
hacerlo mejor. Ella ríe sonrojada y mira al suelo. Mientras bajamos por unas
―Ya sabes, Shiori. Cuando sales con tantas mujeres y tan distintas tienes
que buscarte la vida. Encontré este lugar por casualidad, cuando quedé con una
recuerdo que decía que le gustaba comer cosas vivas ―Nashiba escupe una
carcajada―. Ya me entiendes…
inocentes. Más fáciles de engañar. Todas creen que van a terminar casándose
conmigo y yo solo quiero acostarme con ellas. Después ni las vuelvo a llamar.
propias gracias y se tiene en muy alta estima. La chica nos acomoda en un salón
bastante oscuro. Mesa para dos bajo una lámpara de luz roja moribunda.
grasa que hay por todas partes. Nashiba sigue hablando de chicas; altas, viejas,
pequeñas, gordas, jóvenes, flacas… Finjo que me interesa y busco con la mirada
algún cartel con el menú. Hago un gesto para pedir la carta y lanzo otra grotesca
183
―No, Shiori, aquí solo hay un plato ―sonríe ahora Nashiba como un zorro
de cómo le gusta oler bragas usadas o de cómo le gusta que le pisen el escroto,
y yo, miro incómodo a todas partes buscando más comensales con los que
en la cocina ni cuadros en las paredes. La chica trae una botella de soju que
tanto a mí, que mi codo roza sin querer su muslo y noto caliente su entrepierna.
vaso. Me invita a beber el mío y automáticamente sirve otros dos para repetir el
―Ese maldito Fujiwara me tiene harto, y tú, Shiori, no haces más que
posavasos, servilletas, palillos…en cada viaje, un roce que aparenta ser casual,
La chica trae dos platos que deja con soltura sobre la mesa. <<No es una
de tus chicas, Nashiba>> pienso mientras miro con rabia al suelo y jugueteo con
unos palillos. Nashiba le lanza lascivas miradas más repugnantes que lo que me
Nashiba y tiene mucho mejor aspecto. No deja de ser un pequeño pulpo vivo que
184
se retuerce en salsa soja hirviendo, pero no parece un vómito de quinceañero
a mirar mi plato y pienso que han debido confundirse. Desde luego que no
estamos comiendo lo mismo. Hago una seña a la chica que me ignora por
completo y solo tapa con sus manos pequeñas una sonrisa amable. Nashiba
hacer un gesto con sus manos. Entrelaza los dedos formando un pequeño y
delicado cuenco del que simula sorber sopa. Desde la lejanía me invita a comer
―He visto en televisión que hay gente que muere comiendo esto ―digo
asfixia…
―¡Pero qué tonto eres Shiori!, ¿No tenías tanta hambre? ¡Come!
del pulpo, como si fuera yo chupándole el culo a señor Fujiwara. Casi me está
obligando a comer esa masa negruzca, que se parece más a una araña gigante
otro lado de la sala. Hago de tripas corazón; bebo un vaso entero de un trago,
sirvo otro y agarro con los palillos la plasta que huele a húmedo y podrido para
cuela por mi nariz, y aprovecho que tengo la boca abierta para meterme un buen
pedazo. La bola de pelos y mocos baja sin masticar por mi garganta acompañada
185
bomba de Hiroshima y por el esófago quiere salir la de Nagasaki. Bebo otro vaso
y lanzo otro trozo al abismo de mi estómago. Bebo soju y trago bilis mientras
Nashiba ríe y juguetea con el pulpo entre sus labios. Creo que he bebido
demasiado.
de fluir salvaje a mi pene. Nashiba tenía razón, es un sitio barato y con buen
alcohol. Lo de la comida, prefiero olvidarlo. Ahora mismo mis tripas son una noria
de fuego. En cada giro siento una punzada terrible que me provoca sudores fríos.
Llegamos dando tumbos a la oficina y sigue el mismo guardia con el que nunca
coincido. Intuyo que estaba viendo porno por el rápido cambio de pantalla en su
ordenador al vernos entrar y por las obscenidades de las que habla con Nashiba.
empresa bloquear el equipo cada vez que nos ausentamos del puesto. Ahora
me enseña fotos en su móvil, lame la pantalla donde hay una chica joven
confuso, pero no me doy cuenta de lo mal que estoy hasta que mi cabeza choca
las tripas y me han cosido con el animal dentro. Algo parece querer salir y me
186
caminar. Nashiba está dormido como un bebé borracho, plácidamente, sobre el
auxilio. Una última punzada de hielo y electricidad sacude mis intestinos y salgo
mi cabeza. Creo que no llego y siento algo tibio y líquido resbalando por mis
volcán preparándose para dejar fluir lo que me está abrasando las entrañas, lava
negra y pegajosa al borde de una explosiva erupción. Me miro las piernas y están
músculos y me quedo casi sin respiración mientras empujo y hago fuerza. Las
agarrándome a las paredes del servicio. La taza, las paredes, mis piernas y mis
pantalones quedan salpicadas por sangre, heces y moco marrón verdoso. Mis
ojos parecen salirse de las cuencas impulsados por la presión que ejerce mi
y bailan en una orgía de sangre y mierda hasta que expulso una masa fangosa
y palpitante del tamaño de un balón de voleibol con bares de más. Con horror,
187
morados, venas atrofiadas y ojos ciegos que se mueven caóticamente. No puedo
aguantar el vómito y marido el contenido del váter con más fluidos corporales y
unos agudísimos gritos, como los de las crías de grulla recién nacidas.
callar, llevo el índice a mis labios pidiendo silencio. Me mancho la boca y la nariz
¿verdad? Estaba muy buena ¿Cuánto hace que no follas Shiori? ¿Años? Venga,
gente está llegando a la oficina. Ya son casi las ocho ―dice ahora con la voz
masa viscosa empieza a revolverse. Siento el frío suelo acariciando mis vísceras
que se mueven rítmicamente como un péndulo, rebotan contra las paredes del
188
empieza a rebosar, colándose entre las juntas del suelo para perderse bajo la
puerta. Intento inútilmente frenar la huida del agua con mis propias manos y que
Nashiba no vea lo que está pasando aquí dentro. Tiro del rollo de papel y
construyo un dique en el umbral. Confío en que el papel seco como una lija
ruidos roncos y huecos. Me giro y me coloco de rodillas frente a los huevos, casi
meto la cabeza entera en la taza, me piso el colon y los miro con asco y sorpresa.
ropa, pero se meten bajo la piel, cavan mis poros, buscan heridas abiertas y
padrastros, se cuelan por la nariz, picotean mis labios y asaltan mi boca y los
parpados. Quieren rodar tras los ojos y acariciar mi nervio óptico con sus ocho
aterciopeladas patas. Doy manotazos al aire, giro sobre mí mismo, grito, lloro de
dolor y me golpeo contra las paredes. Como mineras, las arañas suben por mi
oído picando las cavernas de cera hasta llegar al cerebro. Desesperado, abro y
haciendo el gilipollas. Creo que le he roto la nariz porque donde solía tenerla,
solo hay un agujero palpitante del que fluye sangre como un grifo abierto.
la nariz magullada y cierra los ojos por el dolor― ¿No sabes aguantar una broma,
imbécil?
189
Intento correr, pero los pantalones que aún siguen por los tobillos me
paralizado cuando algo repta dentro de mí y recorre mi espalda. Una garra dura
entre mis vertebras como ramas de enredadera para terminar clavándose como
un aguijón de acero en la base del cerebro. Pierdo las pocas fuerzas que me
entre los retorcidos pliegues de mi cerebro. Entre las piernas, mis vísceras
cuelgan en un pozo negro del que aparecen tímidamente unas enormes patas
de alacrán que terminan de desgarrar lo que quedaba de mis genitales. Las patas
van empujando la piel, los músculos y las entrañas hasta llegar al suelo, para
poco a poco, alzarme como un enorme centauro de ocho patas y espaldas lisas
gigante. Una cabeza peluda y viscosa asoma y se desliza como una cría de vaca
cuerpo dentro de otro, una mente unida a la otra en una fusión de corrupción y
maldad.
horrorizado refugio en uno de los rincones del servicio. Intenta ponerse de pie y
resbala con el agua negra que ya llega casi a los tobillos. Toda su ropa queda
190
empapada. Ya no huele a perfume ni a cremas faciales hechas de esperma de
hasta que dos de mis patas se introducen lenta pero brutalmente por su boca.
Los labios y las mejillas se desgarran y abren como se abre la tierra al recolectar
un nabo. Los ojos salen de sus cuencas y quedan colgando; son dos ciruelas
que reposan sobre los pómulos, gotean jugo rojo que se pierde en el agua sucia
del suelo. Nashiba vomita sangre cuando la felación peluda dilata el esófago y la
afilada punta rasga el estómago aún con restos de pulpo y soju. En un último
estertor orgásmico, mis patas tiran con fuerza hacia los lados, partiendo en dos
humillar a nadie>>. Con suma delicadeza, tomo los restos de Nashiba entre
varias de mis patas, y los envuelvo en seda pegajosa formando varios ovillos
el turno y debió irse a casa, porque es ahora Toshi Haro quien intenta poner
calma inútilmente al verse superado por la situación. El grito de horror del guardia
ver qué ocurría en los servicios. Sin reparar en ellos ni en los disparos que el
guardia lanza al aire, arraso con todo a mi paso para llegar al despacho del señor
191
de ventas y le arranco los brazos a Yûki de atención al cliente que chorrean
sangre con la presión de una boca de riego. Entre gritos, llantos y ríos de muerte
y tela de araña llego al despacho del señor Fujiwara. El hombre calvo, gordo a
mampara y como un corcel recién salido del infierno, encabrito para golpear con
fuerza el escritorio con dos de mis patas delanteras. Como una pantera
suntuosa, acerco sigilosa y sutilmente una de mis cabezas a la cara inmóvil del
señor Fujiwara. Podemos sentir en la cara la respiración infartada del gordo que
me ha estado haciendo la vida imposible los últimos cinco años. Podemos sentir
abre y cierra la boca buscando inútilmente aire que llegue a sus pulmones como
sudoroso. Su vida se está yendo lenta y agónicamente en cada giro que le hago
blanda y vergüenza.
192
por gruesos cables de acero trenzado. Algunos intentan llamar inútilmente a la
mis patas. Cabezas vacías de gilipollas que siempre las tuvieron huecas, torsos
sendero de destrucción por el que me abro paso hasta llegar a la puerta principal
sueños y esperanzas truncadas como las de cualquier otro. Han metido un palo
ancestral. Corro por calles que me resultan familiares, salto entre los coches,
repto por grietas y agujeros en el hormigón. Viajo en una deriva caótica entre las
callejón, entre contenedores, oculto tras a una puerta verde oxidada que rechina
entreabierta. La puerta se cierra tras de mí y bajo cauto pero seguro por unas
oscuras escaleras. Recuerdo perfectamente este lugar. Hace unas pocas horas
que estuve aquí cenando con Nashiba. Quedo inmóvil cuando encuentro a la
a mí para acariciar una de mis patas. Sus cálidas manitas de algodón suben y
absoluto sobre mi cuerpo, estaría teniendo ahora mismo una potente erección.
193
Se acerca más y lame con una lengua pequeña y rosada una de mis patas
peludas. Con ternura y suavidad, recorre con sus labios mis patas, y la lengua
potente que el caos que dejé fuera. La gente en la calle intenta recomponerse,
desabrocha los botones de su camisa blanca sin dejar de besarme. Las yemas
de los dedos, tocan como terciopelo mi cuerpo y parte de lo que fue mi cuerpo
con su lengua cuencas vacías y besa trozos de carne muerta donde alguna vez
colgaron unos testículos. Juguetea con la carne morada y mancha sus labios y
sus manos con la sangre que todavía fluye de mis entrañas. Se frota la cara y
en los que reposar este salvaje fuego que habita entre pliegues peludos. Un
arpón venoso, rojo y púrpura juega con vida propia a buscar también refugio bajo
pegajosas. Bajo las tenues luces rojas, el arpón palpitante penetra de forma
194
La chica se ha separado y posa desnuda, de pie, frente a mí. Sonriente,
bajo el embrujo de una hermosa mujer que me ama, que sabe mirar en lo
ignorado. Recuerdo a todas esas mujeres a las que jamás me atreví a decirles
nada y a todas aquellas de las que preferí no haber recibido una respuesta. Aun
imagino rodearla bajo la brisa que acaricia los cerezos y peina los ríos, que
besamos mojados por la espuma de las olas del mar y la luna refleja sobre el
La joven camarera me mira con ojos vivos llenos de falsa compasión. Veo
su cuerpo desnudo próximo a mí, pero siento ahora el abismo infinito que nos
separa. Se gira suavemente para que pueda ver cómo su espalda se raja y abre
lentamente desde el cuello al coxis. De entre sus músculos y desde las costillas
hermoso y pálido cuerpo cae vacío, es una alfombra sucia sobre el suelo.
Horrorizado, presencio cómo la hermosa mujer que me amó una vez, se esfuma
195
y se convierte grotescamente en una suerte de araña gigante, que no satisfecha
Considero que, viendo mi miserable vida, quizá este no sea el peor ni el más
cruel de los destinos que me podrían haber tocado. Me dejo envolver lentamente
entre seda blanca, sintiendo la calidez de haber sido amado por última vez. Sin
ofrecer resistencia, dejo cubrir mi cuerpo con hilos de plata viscosa que anuncian
Por mis venas recorre un fuego que pudre mi interior. La mezcla de ácido
trampa; pero, a quién no le han engañado alguna vez y a quién no le han hecho
196
Ibutsusonzai
Uziel Heredia
Yutoshi se sentía, por vez primera, desazonado. Aquello no había ocurrido antes,
de contactar con cualquier Yokai y espíritu por igual, había sido un éxito en
ventas. Este hizo ver más cercano el final de su serie de cuatro mangas que
había estado planeando durante años; objetivo que se había visto truncado, pues
198
Espontaneas y como un rayo de luz en medio de un día nublado, las ideas se
fueron tan rápido como llegaron. En un principio le había parecido tener cada
elemento necesario para concretar aquello que había comenzado como sólo un
sueño, pero estaba equivocado; se necesitaba más que sólo una vaga idea y
Harto de ver la hoja en blanco, del duro pero blando tacto del lápiz y de las
futón.
iniciado todo. Sus mangas se publicaban bajo un seudónimo sin rostro y la mayor
parte de las ganancias habían ido a parar a fundaciones. Había sido realmente
gratificante poder vivir a cuestas de su arte y sus ideas, pero había sido mucho
de cinco años que llevaba su manga publicándose, se había hecho de una gran
cantidad de fans y una adaptación al anime que había extendido su obra por todo
productora americana y las regalías aumentaban día a día con cada producto
de cierta manera le hacía sentirse alagado ̶ , era la excitación que habían creado
sus obras. Tal había sido ésta que, en ciertas partes del mundo, pero
199
En sus obras, para poder leer los sellos, el portador tenía que valerse del libro,
desdeñable y vil. Había tres talismanes que eran capaces de abrir puertas
interdimensionales, entre este mundo y otro, donde las leyes que hacían ver y
código postal, pidiéndole más información acerca del libro y la ubicación actual
de este. Era increíble, puesto que él siempre había considerado su obra bastante
ficticia, nada que mereciera más honor y reconocimiento que otro manga; pero
había gente que no, pues al parecer el mencionar hechos históricos y reales,
combinados con ubicaciones poco conocidas y extrañas, pero ,en sí, existentes,
hacían que cierta parte del público creyera que todo lo descrito tuviera algo de
verdadero.
Pensaba en todo esto cuando tocaron a su puerta, un “toc-toc” firme, sin afán de
necesitaba.
Se levantó y llegó a la puerta cuando tocaron por segunda vez. Abrió unos
instantes después, pero nadie había ahí. Sacó la cabeza a través del marco de
habría de jugarle una broma así, no conocía a nadie con hijos en el complejo, no
en torno al que estaba construido el edificio, tres pisos abajo, esperando, de pura
suerte, ver al bromista huir. El lugar estaba tan solitario como un parque a la
200
media noche, y era algo gracioso, pues en medio del patio descansaban un viejo
Cuando regresó, dentro se preguntó si, en vez de un bromista, aquel que tocara
a su puerta fuera algún admirador que, por cosas del destino, haya logrado dar
con él. Desechó la idea al pasar junto a su estudio, la mesa inclinada de trabajo
más cansado aún. Se dijo, como ya era costumbre, que al día siguiente
justo antes de sumirse en el velo del sueño, que los meteorólogos habían
***
de estos, aparecían, incluso, unos que nunca había llegado concretar. Para
malignos, capaces de abrir las más ocultas puertas entre este mundo y el
201
sobrenatural; capaces de traer hasta el más maligno Yokai; de invocar al más
de atención, hasta el más obtuso de los observadores habría podido notar el mal;
silla movía los hombros enérgicamente y respiraba como a quien le falta el aire…
agitada de una bestia, furiosa y tensa. El olor que inundaba la habitación no era
¿A qué podía pertenecer esa gran y osca figura sino a un ser venido
202
que en un principio le parecía ridícula, tomó sentido ¿Por qué aquello a lo que
acciones cobardes o instintivas a las que pudiera dar pie, tenía que verlo por sí
mismo.
Algo que no había notado antes fue tenuemente iluminado por el opaco fulgor
que las velas prestaban. Había un libro a un lado de la figura, sobre su mesa de
estudio. Conocía ese libro mejor que nadie, él lo había creado, en cierto modo él
lo había escrito.
Entonces, sin que se diera cuenta, el ser dejo lo que hacía y quedó tenso. Había
Notó la inmovilidad del ser cuando estaba a menos de un metro de este. Una
cabeza, sin forma con la cual poder compararse, le miraba sobre un hombro igual
oscuridad.
Los bufidos dieron comienzo una vez más. En un principio pensó que no era
bienvenido ahí, pero la verdad se rebeló unos instantes después. El extraño ser
sufría. Tenía la irrefutable certeza de que aquello, oculto entre las sombras,
203
estaba muriendo. Se retorció, elevó el rostro al techo y gritó; bramó y aulló a un
desvanecerse como arena llevada por el viento, junto con los halos de luz rojiza,
en su estudio desapareciera por completo, advirtió que aquello que había tomado
***
No podía imaginarse quién llamaría en medio de una tormenta tal; penas si los
darse cuenta de que ningún bromista sería tan osado como para jugar una broma
204
Abrió la puerta al mismo tiempo que se recordaba preguntar siempre antes de
abrir.
Al otro lado se encontraba Shiro, su mitad amigo, mitad agente, empapado, bajo
cara, le reconoció por sus lentes circulares y aquel bigote que no terminaba por
tomar forma.
antes llamar por teléfono o enviar algún mensaje. Asumió, segundos después,
̶ Creí que la lluvia nos daría tregua y decidí dejar la sombrilla en casa. Compré
esto poco antes de llegar, con un vendedor ambulante ̶ dijo Shiro mientras se
empapado. Aún así supongo que un impermeable funciona mejor que una
̶ ¿Y por qué querías contactarme? ̶ preguntó Yutoshi, acelerando las cosas, pues
no tenía ganas de entablar conversación con nadie, mucho menos versar sobre
el manga. Ofreció un lugar para sentarse a su amigo, sin darle mayor importancia
205
̶ La editorial quiere un avance del nuevo trabajo ̶ argumentó Shiro mientras se
publicación del nuevo manga. Prometimos un avance hace más de tres meses.
̶ Trabajo en ello, ha sido una temporada lenta ̶ dijo Yutoshi, notando hasta ese
̶ Necesito verlo, lo que sea; cualquier cosa que pueda servir como garantía para
rectángulo, con dimensiones más amplias que las de una caja de cereal,
envuelta en papel.
que se daría cuenta de la verdad. No había nada, ni tan sólo un trazo. Yutoshi
él.
excéntrica forma de inspiración? Vaya que los artistas tienen formas raras para
hacerlo.
206
con ello, le inundó un frio y eficaz estremecimiento que le recorrió hasta el último
rescoldo en su cuerpo.
̶ Y vaya que has estado trabajando ̶ dijo su amigo levantando una de las hojas
Mientras Shiro observaba la hoja, que Yutoshi asumía debía estar en blanco,
este se acercó, con pasos trémulos, temeroso de todo aquello que saltaba a su
Dejó la hoja que había tomado y se hizo con la siguiente. Mientras tanto, Yutoshi
se limitaba a observar a su amigo leer algo que él nunca había creado, así como
Así transcurrieron un par de minutos, en los que Yutoshi no pudo sino sólo
observar con horror a Shiro tomar hoja tras hoja y alagar el excelente trabajo que
Yutoshi había dedicado en cada detalle, tanto del manga como de los talismanes.
Los sellos en estos últimos, las palabras que formaban, le traían fortuitas y
horrorosas imágenes del ser; del demonio; del Yokai que había estado sentado
207
en su silla, dibujando en su estudio y que se había despido tan horrorosa y
delirantemente.
̶ Esto es increíble, Yutoshi ̶ dijo, satisfecho, Shiro ̶ Tengo que decírselo a los de
la editorial.
Yutoshi continuaba sin poder pronunciar palabra alguna, sentía la garganta seca
aterradora que eclipsaba a todo lo antes realizado. Según él, con eso Yutoshi
cliente.
Yutoshi asintió nuevamente como respuesta, pero como notó que su amigo
esperaba una respuesta más positiva, agregó, haciendo uso de todo el coraje
que poseía:
̶ Sí, me encuentro bien. Acabo de despertar y aún no he cenado, deber ser eso.
208
Shiro, regresando al estado de ánimo anterior, soltó una carcajada y se dispuso
a retirarse, no sin antes decirle a Yutoshi que podía comerse sin problema alguno
los bollos rellenos de pasta de judías dulce que había comprado por el camino.
A pesar de haber usado el argumento como una simple excusa, era verdad lo de
los bollos rellenos. Una caja de color blanco, bastante rudimentaria, esperaba a
puerta. Debía llevar algún tiempo ahí, como puedes ver está completamente
Yutoshi, aún sin entenderlo del todo tomó el paquete con los bollos, y acompañó
209
̶ Detesto cuando la lluvia dura días enteros ̶ comentó Shiro mientras se ponía de
transportándonos en balsas.
Yutoshi, sin comprender el por qué Shiro se quejaba tanto de una lluvia pasajera
que había comenzado apenas unas horas antes e intentando alejar, al menos
̶ ¿Cuánto llevas encerrado aquí, Yutoshi? Ha estado lloviendo durante dos días,
Shiro alagó una última vez el trabajo de Yutoshi antes de retirarse y dejarle solo,
no sin antes prometerle que volvería por el trabajo terminado en un par de días.
***
distancia.
como si estos produjeran algún efecto torrencial sobre Yutoshi. No había tenido
el coraje aún para ir hasta su estudio, su mesa de dibujo, y ver el trabajo que
había creado tal expectación en Shiro. A pesar de haber buscado una explicación
lógica pare ello ̶ tanto para los talismanes como para la obra ̶ , no podía evitar
210
Se había dicho que había sufrido un caso excepcional de sonambulismo, llevado
inconcebible.
Pasados unos minutos en los que se debatía con la idea de abrir el paquete y se
decía a sí mismo que no había razón alguna por la que pensar que el paquete y
Otro hecho que le aterraba, y que daba más cuerda a la explicación que
dicho Shiro, más de un día ¿Se había sumido tanto en la depresión como para
que su cerebro le privara de estar despierto y sufrir con lo que traía el no poder
realizar ni un solo trazo o poder concretar alguna idea que le llegara a encantar?
que el ver la televisión le ayudaría a amenizar el ambiente y con esto alejar todos
junto al paquete con bollos, pero había perdido todo apetito. Evitó en todo
mucha sorpresa, su teoría de haber dormido más de un día entero. Sin más
211
programa más colorido y chillón que pudiera encontrar, ya hecho, se dispuso a
abrir el paquete.
papel manila y varias tiras de Diurex. No había ningún sello o escrito que
mostrara el remitente, por lo que intuyó que aquello, fuese lo que fuese, tendrían
que haberlo llevado directo hasta su puerta y no haber usado algún servicio de
paquetería.
Su corazón comenzó a latir con gran velocidad y la sangre se le heló. Supo que
era aquello que habían dejado a su puerta antes de abrirlo por completo. El libro,
y reprimió los gritos y chillidos que hacían fila en su garganta ¿Cómo era aquello
revestimiento del libro que había dibujado cientos de veces? Y aún más
Se giró y vio el ejemplar, tirado sobre el tatami. Notó lo lúgubre y antiguo que
lucía; era perfecto. Junto a él, una hoja de papel, que presumiblemente era una
carta. Se acercó con cautela y la tomó, pues aquello tal vez explicara todo lo
ocurrido; muy seguramente una broma de muy mal gusto, como ya había intuido.
212
“Estimado, Yutoshi Lavukurafto.
circunstancias que me hayan hecho dar con usted y su dirección, pues, como
limitaré a decir que esto ha sido en gran parte gracias a usted, por lo que el
merito es prácticamente suyo. Ayudándome de cada pista ̶ sin importar que tan
insignificante pudiera llegar a parecer ̶ dejada por usted a lo largo de sus obras,
dimitir. Pero no quiero aburrirle con las insignificantes inclemencias con las que
me encontré, que usted ya debe saber, por lo que iré directo al punto.
Como bien sabe, y usted mismo ha descrito en sus obras, es necesario el libro y
todos los talismanes para poder reactivar la energía que a través de ellos fluye y
que ha estado dormida durante eones. Y, repito, como bien sabe (y perdone mi
entienda el valor que tiene para mí el poder mostrar mis conocimientos), para
Es bien sabido por cualquiera que haya leído sus obras que es necesario
radioactiva que han estado generando los portales cerrados todo este tiempo, la
213
He tenido el suficiente tiempo de estudiar sus obras y advertir que la hora cero
está cerca, otra cosa de la que seguramente está enterado ya hace más tiempo
que yo, por lo que he de asumir que la totalidad de los talismanes se encuentran
esfuerzo, pues, aunque estos están esparcidos por el mundo, usted es capaz de
encontrar el Ibutsusonzai.
que está a punto de hacer por la humanidad entera, pues (haré alarde una vez
más), como bien es sabido, para liberar la magia es necesario quedar atrapado
con mis compañeros, nos daremos a la tarea de mantener ocultos los talismanes
La carta continuaba, pero Yutoshi no perdió tiempo, tiró esta y echó a correr, en
notó las hojas A3 que había estado evitando mirar todo ese tiempo. Aquello hizo
dibujos lo mostraban a él, arrancando los talismanes del muro, con un semblante
horrorizado y turbio.
214
Una tras otra las páginas fueron desfilando ante los aterrados ojos de Yutoshi,
manga, la historia que nunca había creado, por fin y por vez primera después de
eones, la magia era reactivada una vez más. Tal fue la atención que centró en
sus dibujos, que no fue capaz de advertir como las luces del apartamento
disminuían, y con esto el fulgor en aumento con el que empezaban a brillar los
Una malévola sonrisa hizo presencia, seguida de una risotada ya antes oída.
Yutoshi Lavukurafto notó demasiado tarde el olor que seguían sin comprender
***
Shiro pagó el taxi que lo dejó frente al complejo de edificios en que vivía Yutoshi.
próximo tomo de la obra de Yutoshi. Había pasado mucho tiempo desde la última
vez que un manga le había provocado tanto miedo. Rio para sus adentros
215
Subió las escaleras mientras se preguntaba, por centésima vez, el por qué
Yutoshi había decidido seguir viviendo así, si dentro de sus posibilidades estaba
Llevaba consigo una nueva sombrilla, listo para cualquier inclemencia en el clima
Se disponía a llamar a la puerta cuando se percató del paquete a sus pies, igual
que la última vez. La diferencia: sobre éste descansaba una nota, tenía su
216
El viento
divino
Ferreol von Schreiber Beckenbauer
que contaban cómo el viento divino había salvado nuestro mundo. Y es que
nuestras tierras, o más exactamente nuestras islas, siempre han sido anheladas
por conquistadores de otras latitudes muy lejanas. Hace cientos de años Kublai
nuestros ancestros. Mandó a construir la flota más grande conocida por estos
lares, compuesta por tres mil Kabukson que albergaban ciento cincuenta mil
219
sorprendieron por lo que sus ojos les revelaban, monstruos marinos tirando de
brotaban afiliados colmillos que bien podían engullir a un hombre por completo.
sus entrañas, y los samuráis estupefactos veían acercar a esos Jikininki, los
del daimio, el señor de las altas tierras, y a fuerza de sus imbatibles garras
piernas, las cabezas volaron para luego rodar por las rocas ensangrentadas
protegiendo la cabeza de su amo. Del cielo llovían flechas como piedras que
caían incrustadas en los valientes soldados, que defendían la nación más por
devoción que por tenacidad, puesto que los Jikininki, eran bestias que
Fue allí, al pie de las tierras del daimio, entra la sangre de sus hermanos
de armas, que los hombres de Gran Señor, atestiguaron cómo los vientos se
alzaban, el mar se enfurecía a un con mayor fiereza que el ejército venido del
este. Las nubes se chocaban y el resplandor de los rayos agrietaba los cielos
dando paso a la lluvia que cayó ante los rostros cansados y moribundos de los
Kamikaze sopló, el viento divino nacido de los suspiros de los Kami, de los dioses
de la naturaleza, golpeó sus embarcaciones, que, una a una engulleron las olas;
220
del azote de las aguas y de los estallidos de los truenos. Menos de una hora del
las inmensidades del mar; los rayos del sol sueltos de los cabellos de la diosa
El viento divino fue el salvador ese día; pero el kamikaze dejó de soplar
hace mucho tiempo, antes de que esté nuevo ejército invasor llamara a nuestras
costas. Los Kami se han olvidado de nosotros, de sus hijos, y de cierta manera
no los culpo. Dejamos de asistir a los templos, de recitar los rituales, de ofrecer
los Segaki, y nos volvimos yōkai materialistas, afanados por adquirir un estatus
hakama, por pantalones rectos que moldean nuestras figuras como palillos. Las
descarada. Todo por desear ser iguales a algo que no somos, y que quizás
nunca lleguemos a ser; por intentar alcanzar una semejanza a las civilizaciones
del oeste; occidentalizarse decían los eruditos, para poder competir y sobrevivir
alagaban otros. Y esas mismas potencias son las que amenazan a nuestro
No son más que las reflexiones de un moribundo a instantes del último respiro,
aunque no las de un viejo. Sí, porque hoy moriré. Y no tienen que lamentarse ni
221
servicios en la Armada Imperial, la flotas más poderosa que haya surcado el
embargo, así como está última sólo queda la gloria de lo que fue, dos o tres
hijo fuera a servir a la armada del Emperador. ¡No es un secreto!, para nosotros
es un honor y casi una bendición servir a nuestro líder. De allí que la familia
sentía un beneplácito de saber que los más probable fuera que no regresara de
habiendo servido al Emperador no habían otorgado su vida por él. Por lo que
hijo de una familia cultivadora de arroz? Servir al Emperador y morir por él y por
dispuesto a los súbditos del emperador, ajeno a la casta samurái y a los daimios,
desconoce.
222
Me asignaron a la Primera Flota Aérea de la Armada Imperial, instruido en
de la posición del enemigo. Con cámaras fotografiamos los barcos y los puntos
inteligencia que junto con los almirantes disponían las maniobras a ejecutar. En
y rápidas al igual que un rayo, y letales como el fuego, que atacaban al enemigo
ataque solamente volvieron dos escuadrones. He aquí, el porqué del bajo riesgo
mensajero de los cuarteles del Estado Mayor de la Flota Aérea me hizo entrega
por unas tres horas, la ansiedad por descubrir lo qué ocurría me estaba
carcomiendo las entrañas; las zozobra de saber el por qué me habían cambiado
de batallón, y por qué estaban los otros aquí daba giros en mi cabeza. Hasta que
223
saludamos a la autoridad superior, podía jurar que si acaso restó importancia al
a cada alma como una bomba de 500 kilos. «Han sido asignados a la Unidad
que un silencio aglutinó la sala, que algunos pilotos tragaron en seco, y a otros
les temblaron las piernas, y hasta distinguí el líquido que salía de los falsos de
sus pantalones. Fueron las palabras más cortas que he escuchado en toda mi
recién creada, sus operaciones son secretas, sus integrantes recogidos de las
donde destaqué, servir como Shinpū era más que un honor. Dar la vida por la
224
acomodarnos al nuevo sistema; no obstante toda las maniobras, o casi todas
En las noches mis compañeros del Tokkōtai escribían cartas a sus familias,
y componían los primeros versos del Jisei-no-ku. Por mi parte oraba a las
los Flota invasora de los Aliados. Luego de hacer cada uno su rito antes de
dormir, nos contemplábamos los unos a los otros, fijamente a los ojos. Como si
si preguntase por qué yo o por qué tú. Sin saber nada de sus vidas, de lo que
provenientes del mar, parecían burbujas que asaltaban la superficie al igual que
al encierro de la cabina; pero aún así, y a lo poco que se lograba advertir, me fue
nadie podía dar un paso atrás, y el que lo hubiese imaginado, este era el preciso
rogué a los dioses como en tantos ruegos que había efectuado, implorándoles el
225
advenimiento del Kamikaze; nada ocurría, los ruegos de un simple soldado
parecían no ser atendidos por las divinidades superiores, los Kami en apariencia
uno al otro, aunque en esta ocasión nuestros ojos contemplaron al sazón de las
desdicha los dos catres vacíos de los compañeros fugitivos. Miradas de rabia se
perfilaban en los rostros apagados, de lástima por la deshonra que tendrían que
soportar sus familias de ahora en adelante, y aun así, un matiz en las pupilas
elevada altura. Un vuelo alto protegía a los aviones del fuego enemigo, y
blanco, impactando en esa parte del navío se eliminaría de una estocada a unos
más acorde a mi posición proporcionaría una ventaja en los objetivos del alto
226
La inexorable mañana se hizo realidad. La hora cero se inclinaba sobre
integrantes del Tokkōtai nos arrodillados al frente de él. Antes de subir a los
fue recibiendo una katana de las manos del nuestro comandante en virtud de
mejor estilo samurái. De hecho, no podía dejar de relacionar está ceremonia con
recibiendo las ofrendas para luego consumar el acto del suicidio ritual.
en su cabeza al igual que nosotros los Shinpū, como símbolo del compromiso
incondicional. Luego cada uno de los miembros del Tokkōtai fue reclamando su
universidad, de ser mejor esposo e hijo; nada de eso tenía cabida en la mente
de un Shinpū.
227
Entonces sin haberme percatado continuó mi turno. Debo confesar que no
Esa fueron mis últimas palabras, que atrajeron las miradas de los
al lado. Aquellas palabras no habían sonado como una despedida, más bien se
fue beber un sorbo de sake bien fermentando. Después de este acto un silencio
rostros abatidos.
soñado desde la niñez. Pero la carne es débil y se resiste a dejar los placeres y
los sueños de este mundo. Todos los Shinpū vacilamos en este preciso instante.
228
Ya en la pista nos disponíamos a abordad los Zeros, fuimos recibos con
Armada Imperial. Tomé la banda y la dejé caer entre los hombros, cubriendo mi
partíamos a la muerte, mi día había llegado. La banda colgaba como los ramos
que éramos y que iban cerrando la cabina como cerrar un ataúd, y esperamos la
ranuras de los instrumentos. Ese era el único recuerdo que quería llevarme de
esta guerra.
señal que me indicaba despegar, eché los pedales y el aparato que lucía más
229
suplica de salva a nuestro país. Creí que la pista era mucho más extensa que
ayer cuando concluimos los entrenamientos, puesto que no veía la meta. Al cabo
el Zero subió las alas, la cabeza y segundos más tarde la cola, medio giré la
estaba conformada por tres portaaviones, cinco cruceros y más de dos docenas
Imperial constituía los portaaviones, así que el capitán de escuadra dio la señal
para iniciar las maniobras de ataque, pero los barcos de los aliados nos habían
precipitó al mar al igual que una mosca, sin llevar a cabo su misión, el resto
armazón del aeroplano, debí hacer varias piruetas que jamás imaginé ejecutar,
que el proceso no fue nada fácil, las manos me temblaban y no podía detener
sus convulsiones. Sin embargo, esta irrupción de miedo, no fue un limitante para
alcanzar la altura estipula para el ataque, en aquel preciso instante vi con mis
230
Santuario Yasukuni, había alcanzado la honra y el honor de mirar a los ojos a
mismísimo Emperador, aunque sus huesos y carne se quemaran hasta sólo ser
los ancianos de la aldea sobre el viento divino, el Kamikase, y deseé como nunca
que éste peleara por sus hijos. Tal pensamiento fue interrumpido por un fallo del
tipo de crisis. Finalmente, por mi suerte o destino, el Zero respondió y con mayor
centro; el viento corría libremente por la armazón de la cabina, lo veía, era él,
quería sentirlo así sea por única vez, y corrí la tapa de la cabina. Lo sentí, sentí
que mi cuerpo. Ya sólo faltaban unos cuantos metros para el impacto, podía ver
a los marineros del barco correr por refugio e imaginé que el mismo desespero
apresó a los soldados de Kublai Khan cuando intentaron invadir a nuestra amada
231
nación. No había marcha atrás ese era su destino al igual que el mío: ¡Morir por
la nación! Y sin desear que tal desenlace se esculpiera en mis pupilas y en mis
recuerdos cerré los ojos, previo de tomar la foto de mis seres queridos y
estruendoso y escuchaba su furia, y deduje que los Kami habían respondido mis
torrente de agua surgió del mar y los tentáculos de las olas abrazaron al Zero,
de la que hasta el día de hoy no he podido escapar. Veo a otros arrastrados por
la marea y les pregunto qué sucede, dónde estamos, es este acaso el Santuario
232
Ferreol von Schreiber Beckenbauer es el tipo de persona que
existe, en la más sutil forma inesperada, y que el terror es la sangre que nos
Por tal motivo, los invita a leer cada uno de sus cuentos como Departamento
que os apetezca, encontrará ¡querido lector!, una bofetada sin previo aviso, al
Si les pica el gusanito de la curiosidad, y desean saber más, pueden hallar más
anuncia que hemos llegado. Me dirijo hacia la esclusa principal que se abre justo
235
—La misma —. Le digo, mientras alargo la mano para estrechar la suya. — Y
usted debe ser Hiromi… —Soy incapaz de recordar el apellido que he leído en
el dosier.
— Jefe Marshall.
—Dígame Hiromi ¿podría ver algunas imágenes del peligro al que nos
enfrentamos?
hasta llegar a un puesto de control. Aquí nos espera un joven agente que Hiromi
imágenes.
Al principio me cuesta apreciar los detalles de lo que veo ¡Dios! Lo que pone en
236
adjetivo más indicado para describir las escenas. El plásmico va mostrando lo
que han captado las cámaras de seguridad en todo tipo de lugares: en las calles,
— Māsharubosu
— Māsharubosu — sonrio, —usted sabe que siempre hay un patrón, solo hay
que encontrarlo.
-—El informe indica que los primeros ataques se dieron al aire libre. ¿Qué tipo
Hiromi explica que ha repasado una y otra vez los datos y todo parece indicar
que esa cosa ataca al azar. Según él las mortales agresiones pueden alcanzar
237
—Francamente no sé qué pensar, no sabemos que es lo que ataca a la gente,
y un complejo infantil donde los niños juegan vigilados por sus padres. De
repente algunos padres empiezan a ser despedazados por una fuerza invisible,
ante la mirada horrorizada de los demás que corren a buscar a sus hijos. Me
quedo sin aliento ante lo que veo, en poco menos de un minuto todo ser viviente
—Entre los gritos me ha parecido oír palabras que se repiten de forma insistente,
movimiento puede parecer que los elementos del paisaje se mueven ligeramente
— digo, girando la cabeza para mirar a Hiromi, esbozando una ligera sonrisa que
segundos.
238
-—No, tampoco. Se trata de un solo atacante, nunca se dan ataques de forma
habitáculo a otro como si atravesara las paredes— dice, al tiempo que pone
—La población debe de estar aterrorizada —digo en voz baja. —Parece que no
Levanto la vista para mirarle a los ojos, me saca lo menos un palmo de altura.
—Hace cinco días empezaron los extraños ataques en el parque central del área
lo captan las cámaras, aunque las victimas sí parecen observar lo que las ataca.
Suki, una chica superviviente de 14 años vio como los cuerpos de sus
compañeros de clase eran destruidos como por arte de magia. Tiene implantado
239
un sistema de visión artificial porque nació ciega. Cuando comprendimos que
podido investigar sin peligro a través de las cámaras de los cascos en las zonas
donde se producen los ataques. Al parecer eso no se siente observado por las
cámaras.
—Se utilizan con frecuencia en los trajes espaciales para evitar las radiaciones
exteriores que los clásicos visores siempre dejan pasar en mayor o menor
medida.
—Las ... heridas, no muestran tampoco ningún patrón. En algunos casos los
ataques dentro de las viviendas. Mucha gente está huyendo de Saikaido hacia
nada por impedirlo, pues esa cosa, o lo que sea, solo ataca por ahora en
Saikaido. Aun así, aún queda gente que no puede huir o no tiene el valor de
intentarlo. Al principio eran escépticos que se creían fuera de peligro, hasta que
240
empezó a alcanzarles el horror. La población superviviente a día de hoy está
que empezaron los ataques. Pensamos que podría tener relación así que
científicos. Sin embargo, no sirvió de nada, los ataques continuaron. Al tercer día
instalarme aquí en Nihonbashi para dirigir las operaciones y también para evitar
que ninguna nave intergaláctica abandone el planeta, parece que nos han puesto
corazón, que usted no defraude mis expectativas. Espero que tenga éxito,
ayuda.
241
Le sostengo la mirada y me conmueve su sinceridad. Por lo que he leído sobre
Masharubosu de Nihonjin.
—Mire Ardid— continua. —En un principio pensé que se trataba de algún tipo de
dormir como todos los animales, me dije. Pero me equivoqué. Las noticias vuelan
en este pequeño planeta y seguramente fue debido a que los propios agentes
huir del peligro. Así que algunos lo intentaron de noche, pero todos fueron
unos cientos y ahora todos están en uso salvo una pequeña cantidad de reserva
cuando se sientan amenazados, pues eso parece ser lo que desencadena sus
ser … diabólico. Nunca creí que diría esto, pues sé que va contra toda lógica,
que parece sacado de los virtuales de terror que tanto gustan a los jóvenes. Pero
ya sabe lo que dice el refrán, cuando todo lo probable queda descartado, lo que
242
Nos quedamos un momento en silencio. La frase no es exactamente así, creo
No tiene por qué ser algo diabólico o mágico, puede tener una explicación
Otra vez el clic, presiento que me estoy acercando a algo. Una pregunta surge
en mi mente.
—Es posible. Se registran cambios importantes en la densidad del aire allí donde
lo sospecharon?
—Suki nos dio la pista. Dijo que durante todo el ataque sintió como cambiaba la
sentía una fuerte presión en los tímpanos que le causaba dolor. Además…
243
—Se trata de una antigua leyenda japonesa. El Kamaitachi es una criatura
sobrenatural invisible que tiene garras afiladas. Resulta invisible porque viaja por
el aire y los vientos atacando a las personas a tal velocidad que el ojo no puede
verlo.
capta.
—Si, pero está ese antiguo estudio científico. Hace muchos siglos en nuestro
atmosférica.
aire y conecta con las cámaras de la zona donde está pasando uno de esos
por esa misteriosa fuerza invisible. ¡Dios mío! Las piernas me tiemblan, aquello
familia, los padres y una niña, huyen cogidos de la mano y de repente se detienen
Contemplar algo así sin poder hacer nada es la peor de las pesadillas para
244
cualquier defensor del orden. ¡Nobuo, Congele la imagen! Grito. Quiero ver los
hechos me supera y me golpea sin piedad. Noto que me estoy contagiando por
queda claro que están viendo lo que las ataca. Pero no puedo contemplar por
vuelvo para hablar con Hiromi, parado tras de mí. Siento un momentáneo alivio
al dejar de ver a esas personas que con toda seguridad ya no existen. Presiento
segundo.
Un ejercicio de clase que describía como veríamos un ser que apareciera desde
la cuarta dimensión con la analogía de cómo nos verían a nosotros los habitantes
245
teorías sobre cómo el observador puede determinar el estado cuántico de una
comprobaciones confirma que sí, que el hombre se quedó ciego hace poco por
la edad.
Cojo del brazo a Hiromi y lo acerco al plásmico donde aún está congelada la
la niña alternativamente.
—No miran hacia el mismo sitio —asiente. —La madre mira hacia arriba a la
—Exacto, si fuera una agresión corriente las dos mirarían en la misma dirección.
—Otra cosa. Cuando la población huía supongo que lo hizo utilizando una
246
—Bien, eso nos indica que esa cosa no puede volar o al menos que necesita
estar en contacto con el medio físico que la rodea. Creo que han estado ustedes
algo despistados por culpa de la leyenda del Kamaitachi. Los súbitos cambios
cuando pasa un vehículo a gran velocidad por nuestro lado. Es posible que para
—No tengo la más remota idea. Pero lo importante ahora es que esa cosa no
—¿Eso es importante?
—Al alto mando de la Federación del sector tres es lo que más le preocupa,
los ojos, o que se pongan un antifaz del sueño o una venda que les impida mirar,
—Pero, no entiendo…
que necesita para atacar, no lo hará. No hay tiempo para resolver, solo para
actuar.
247
Acabo de darme cuenta de que le estoy tuteando, es buena señal. Significa que
—No lo sé Ardid, ¿quieres decir que con eso bastará? La gente no puede estar
investigador con experiencia y se dará cuenta que me muevo más por intuición
cosa ataque a quien lo ve, sino al revés, por alguna razón que desconocemos
se siente amenazada o atraída por la mirada y se dirige allí donde capta visión
Hiromi me mira evaluando todo lo que he dicho y al final asiente. Habla con
operaciones de Saikaido.
248
Nos acomodamos en los sillones de la sala de control a la espera de noticias. En
densidad del aire hasta que al cabo de pocas horas prácticamente desaparecen.
Nobuo pide permiso a Hiromi para retirarse y acostarse un rato, lleva mucho
nuestras respectivas vidas, hasta que al final surge la clásica pregunta ¿Cómo
Hiromi reconoce que en su caso fue inevitable, solo encontraba paz en su interior
cuando conseguía encajar todas las piezas de cualquier pequeño misterio. Sus
mujer. Ella no podía tener hijos. A Hiromi le gustaba explicar a Emiko los detalles
de sus casos, pues con frecuencia sus inocentes preguntas y a veces sus
una maldición, Emiko sabía demasiado sobre el que sería el último caso de
legendario investigador que creó el escritor Arthur Conan Doyle hace unos 7
siglos en el planeta Tierra. Holmes necesitaba hablar de los casos con Watson,
249
personaje la frase que ha citado: al final cuando todo lo demás queda
descartado, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad.
establecer relaciones entre los datos, que muchos otros no ven. En mi caso no
que otros no vean lo que para mí resulta tan evidente. Esta habilidad innata que
Nos quedamos de nuevo en silencio. Creo que resulta claro para los dos que
entre nosotros hay cierta química, pero ambos tenemos miedo de que un
plásmico.
250
—¡Nobuo! —Grita Hiromi por su intercomunicador. —Trae inmediatamente tres
—¡Cierra los ojos Hiromi! Cerremos los ojos mientras llega Nobuo. Dios mío, ¿en
—Vale —le interrumpo. —¿Es puente en sentido literal no? esta estación
—Si, así es. ¡Claro! El Kamaitachi no puede volar, pero ha ascendido por el
—No pienses más en ello —. Paso la mano por el reposabrazos del sillón hasta
Nobuo con los cascos. Creo que ya se lo que nos falta, Luego te explico.
Nos quedamos así sentados, con los ojos cerrados y cogidos de la mano,
intentando captar lo que sucede a nuestro alrededor. Pero soy de esas personas
Se oyen unos pasos que se acercan con rapidez, debe ser Nobuo.
251
-—Aquí traigo tres casc… oh ¡yabai! La sala…
maldita sea. Aprieto la mano de Hiromi con más fuerza y me suelta. ¡Me ha
Oh no, Hiromi, Hiromi, no puedes estar muerto. Noto una presencia, la noto con
fuerza, siento como si el aire faltara en la sala y ahora de golpe noto el aire muy
silla y empiezo a gatear a ciegas tanteando con las manos. Noto un cuerpo. Oh,
encima de un charco de sangre y tropiezo con otro cuerpo. Palpando veo que
está entero. Es Hiromi sin duda, es un cuerpo muy largo. Le palpo el pulso. Está
Noto de nuevo la presencia frente a mí, que me golpea con la fuerza de una onda
expansiva. Sorprendida abro instintivamente los ojos. Veo un casco justo delante
252
de mí, algo a la izquierda. Lo cojo con rapidez, me medio incorporo y empiezo a
mente pasan en flases diferentes escenas de mi vida que descarto, hasta que
me detengo en una siendo niña. Estoy en el borde del estanque que hay en frente
de donde vivo con mis padres. Tengo unos 7 años. Estoy mirando el reflejo del
Toda la sala parece cobrar vida, no solo lo que tengo delante, sino todo en su
conjunto como si fuera una sola cosa. Justo enfrente tengo el plásmico con la
imagen aún congelada de la madre y la niña. Siento que voy a ser destrozada
por ellas, veo como la imagen parece encogerse hacia atrás junto al resto de la
sala como cogiendo fuerzas para saltar sobre mí. Me falta el aire, casi no puedo
respirar. Todo sucede muy rápidamente, pero yo lo veo como en cámara lenta.
Se que voy a morir. Noto un líquido que resbala por mis piernas, pero no es
sangre, me estoy orinando encima. Intento cerrar los ojos, pero no puedo, mi
entender lo de cerrar los ojos o lo del casco opaco. El casco, ese pensamiento
253
me salva la vida. Lo sostengo aún con ambos manos sobre la cabeza. Con un
…Oscuridad…Tranquilidad…
A tientas busco el botón que activa el casco y lo pulso, notando al instante como
las lentes opacas de conexión se anclan frente a mis ojos con una ligera
recupero la visión por las dos cámaras exteriores adosada al casco. Es como ver
directamente con los ojos, como en un sistema de realidad virtual, solo que no
Busco con la mirada y localizo otro casco. Lo recojo y me acerco a Hiromi. Veo
por controlar. Deduzco que es lo que impactó contra Hiromi dejándolo sin
sentido. Le coloco con delicadeza el casco. En cuanto lo activo veo que empieza
experimento del colisionador, pero justo en ese momento recibo ordenes desde
mentirle.
254
—Hiromi, no es tan sencillo. ¿Cómo obligaremos al Kamaitachi a volver de nuevo
a Saikaido sin que alguien allí tenga que abrir los ojos? —La verdad es que no
es solo una buena excusa, es también una buena pregunta, pero supongo que
Intuyo y presiento que es una grave equivocación, que estamos a punto de entrar
en una era de horror, la era Kamaitachi. Solo que este nuevo Kamaitachi es
David P. Yuste
Little Boy, fue la bomba que lanzaron los americanos sobre la ciudad de
Hiroshima y que junto a la de Nagasaki, puso fin al conflicto que mantenían con
ellas destruyó dos terceras partes de la ciudad, y mató al instante a ochenta mil
personas.
caimán que caminan como hormigas”, un término cruel pero que por desgracia
orificio donde antes había estado la boca. No podían gritar pese a sus terribles
heridas. Tampoco hablar. Pero los sonidos que emitían eran más terribles que
cualquier otro chillido que pudiera producir ningún ser conocido sobre la faz de
256
—¡Guau, menudo pepinazo!— dijo asombrado el Capitán Lewis, sin pararse a
pensar demasiado en lo que decía cuando vio el hongo emerger desde el caldero
Robert Lewis había sido asignado como copiloto de la misión a bordo del
Enola Gay. Las instrucciones eran muy claras, lanzar aquel artefacto sobre la
plumazo de la contienda.
seriamente a su compañero.
parece bien, creo que anotaré la frase “Dios mío, ¿Qué hemos hecho?”
257
Esa madrugada del nueve de agosto cuando despegaron de la pequeña
después.
El Enola Gay comenzó a perder altura mientras sus pilotos luchaban por
258
Desde detrás de sus asientos escucharon órdenes inconclusas. Luego
todo fue caos. Gritos, carreras y mientras tanto un descenso en picado que a
mareado. Miró asombrado a través del enorme agujero en el que debían estar
los mandos y el resto del instrumental. Era un milagro que siguiera con vida.
y lo siguiente que hizo fue intentar reanimar al Coronel Tibbets, que además era
la persona de mayor rango. Cuando por fin consiguió que abriera los ojos
enemigo Coronel.
259
de que la detonación de la bomba tuviera éxito. Sin ellos la misión nunca podría
de la cabina.
—Eso no es posible. ¿En qué estado se encuentra el resto del avión? Tal
más?
—A la orden.
junto a dos cajas. Una de ellas escondía varias armas y la otra algo de munición.
misión no había sido desarrollada para que en una situación como esa tuvieran
260
¿Pero a donde habían ido? Sabía que no se adentrarían solos en suelo
—Señor, tenemos que dar con ellos. No deben de andar muy lejos.
—¡Y una mierda! ¿Es que quieres que nos maten a todos?— respondió el
encontraban allí.
encontrar una radio desde la que pedir ayuda. La del Enola Gay es historia.
apresuraron a abrir las cajas y coger las armas, acto que enseguida secundó el
resto del pelotón. Se podía palpar el miedo entre los hombres. Comenzaba a
bombardero. El primero en verlo fue el Teniente Morris. Éste dio un brinco al ver
la sombra que se aproximaba, una silueta tan oscura como el betún que usaban
para dar lustre a sus botas de campaña. Era imposible apreciar rasgos ni
261
—No disparen. Va desarmado. Esperen mis órdenes— dijo Tibbets
que un profundo terror llenara cada espacio de sus corazones. Un ser con la piel
desgarrada como si hubiera sido asado a fuego lento avanzaba despacio hacia
de los hombres.
interior asomó el iris de un gran ojo cubierto de capilares venosos que los
disparos. El resplandor que producían las armas con cada detonación los cegaba
Deak. Aquella cosa clavó sus zarpas de uñas agrietadas y purulentas en los
hombros del infeliz. Deak profirió un grito lastimero y trató de disparar sin éxito
alguno, ya que las balas se perdieron en el aire. El resto apuntaba sin atreverse
a abrir fuego. Nelson, el soldado más joven y de menor rango, no dudó en correr
262
aquella cosa. Lejos de verse afectado, el ser humanoide giró su torso de una
forma que le hubiera resultado imposible a cualquier humano, y sin soltar a Deak
se enfrentó a él. Del borde exterior de aquel ojo gigantesco, emergieron unas
restalló en medio de aquel caos. La bala impactó de lleno en el cráneo del ser,
impactaba contra el armazón del Enola. El tirador había sido Lewis, el copiloto
la jugada. Por suerte no falló. Tanto Deak como Nelson se desplomaron juntos
en el suelo.
recogieran a los heridos a toda prisa. Había que salir de allí de una forma u otra.
Cuando uno de los soldados se acercó a Deak, comprobó que estaba muerto.
—No hay nada que podamos hacer por él. Recojan sus armas y al soldado
un gesto aprobatorio.
263
La tropa obedeció y juntos se encaminaron a través de una densa y oscura
bruma hacia el interior de la zona boscosa y rocosa que se abría ante ellos.
Desde la cabina del Enola Gay, antes de que todo se torciera, le había parecido
ver un pueblo no demasiado lejos. Tal vez allí tuvieran una oportunidad. Toparse
con un grupo de japoneses armados en ese momento era mejor que volver a
eso era lo que aparentaba. A pesar de ello, bajo la luna llena se veía hermoso.
través de las ventanas de una de las casas cercanas se filtraba hacia el exterior
algo de luz. Sin hablar en ningún momento, el Coronel al mando hizo señas a la
y hacerse fuertes en ella hasta que llegara el día. No habían dado ni diez pasos
264
Los hombres se miraron confundidos. Ninguno de ellos hablaba japonés,
por lo que no sabían que decía aquel hombre que les desafiaba con su voz grave
y gutural.
continuación se dirigió a aquel hombre. Sus rasgos y sus ojos, duros como el
ayudar?
sabía que era lo que causaba mayor desconcierto, que aquel hombre hablara su
Al entrar, se toparon con una mujer y dos niños frente a una pequeña
lumbre. La mujer en un acto reflejo y no sin cierto temor, se echó hacia atrás todo
lo que pudo mientras abrazaba a sus dos pequeños. El hombre, que debía ser
265
Aquel hombre les hizo gesto para que se pusieran cómodos y volvió donde
actitud inicial, mirando con cierta curiosidad a los hombres occidentales que
Una vez, todos sentados alrededor del fuego, la mujer les ofreció un tazón
de algo que parecía sopa. Los soldados agradecieron aquel gesto con
Estaba decidido a averiguar cuanto le fuera útil para escapar de allí con vida.
—Mi nombre Hattori Kenzo, jefe de la aldea. Como decir antes, este
pueblo Akiota. Mi familia y yo resistir. Mujer Ikaru, hija mayor Nyoko. Pequeño
Su rostro pareció denotar cierta tristeza. Solo dijo una palabra. Suficiente
—Shinda (muertos).
Tibbets dejó al hombre con sus pensamientos. Era crucial averiguar qué
pasaba allí, pero tampoco quería atosigarlo. ¿Podía la bomba haber provocado
aquello? Echó una rápida mirada a los soldados. Parecían relajados por primera
266
vez desde hacía horas. El sargento Shumard incluso se había animado, siempre
familia, olvidándose por un momento que estaba bajo techo enemigo. El único
era el soldado Richard Nelson. En parte pensó que era comprensible, así que lo
dejó estar.
Tras un largo suspiro, aquel japonés corpulento y que parecía haber sido
ejemplo que era mucho mayor de lo que aparentaba. También obvió que había
—Hai. Está bien. Como decir, empezó hace un año. Luz grande, fuerte,
que dañaba ojos incendió el cielo. Nosotros asustados. Pero no ocurrir nada.
Todo normal, todo igual. Luego, otoko, onna, hitobito, kazoku… perdón.
267
ocurrir. Después monstruos hacer resto. Aparecieron una noche. No saber que
¿Pretendía hacerle creer que había transcurrido todo un año desde que lanzaron
podía creerlo. Sin duda, o aquel hombre se había vuelto loco o trataba de
engañarle.
—Igual en todos lados— dijo al fin. —Allí incluso peor. Ciudad bien, no
Equivocados. Casi no salir de allí con vida. Demonio habita y atrae a los
nido en edificio. Yo ver con mis ojos. Allí clavado en suelo algo parecido a bomba.
seres que parecían salidos del mismísimo infierno. Todo aquello carecía de
268
lógica. Sin embargo, había algo que no podía refutar. Había visto a aquellas
cosas.
Demonio no dejar. Única opción acabar con Joro-Gumo. Esa única salida.
Las palabras de Hattori hicieron mella en el ánimo del Coronel. Así que
era cierto que no había escapatoria. No sabía cómo, pero lo había sentido desde
percatado de ello. Pasar desapercibido era una habilidad que había adquirido
desde muy temprana edad. Necesitaba tomar el fresco. Aquel espacio era
Pensando en todo esto, empezó a caminar y sin darse cuenta llegó hasta
269
vejiga, por lo que se situó frente a uno de aquellos árboles. No había escuchado
cuerpos resecos que crujían y se mecían sostenidos de las ramas más altas
gracias a las sogas que ellos mismos habían confeccionado para quitarse la vida.
Cuando estaba a punto de darse la vuelta algo acaparó toda su atención. Estaba
seguro de que aquello no era más que una curiosa aunque realista casualidad.
Aunque sabía que no era más que una coincidencia, no pudo evitar sentir un
escalofrío que le hizo temblar de la cabeza a los pies. Se acercó unos pasos con
la intención de examinarlo con más detalle. ¡Era algo increíble! Casi parecía
haber sido tallado en la corteza con una técnica mágica y desconocida. Si hasta
tronco para evitar caer de bruces sobre el charco que él mismo había creado. Al
fusionándose con ella. Una oleada de pánico le invadió. Bajo aquellos ojos que
lo escrutaban asomó una sonrisa que mostraba una hilera de dientes que no
la presa, pero era inútil. Mientras que el tronco iba absorbiendo su esencia y lo
atraía hacia su interior, dos brazos también del mismo material lo abrazaron
dolorosamente hasta hacer que su rostro quedara mimetizado con la corteza que
ahora expulsaba una densa y oscura sustancia más parecida a la sangre que a
270
la savia. Su último aliento lo empleó en emitir un potente grito de desesperado
Tibbets comenzó a dar órdenes rápidas y precisas. Había que salir para ver qué
era lo que ocurría. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que algo no iba
bien.
temía lo peor.
—La última vez que lo vi dijo algo de que le faltaba el aire. Se levantó y
que había una pequeña puerta trasera. El cerrojo estaba fuera de su sitio.
—Hay que salir a buscarlo. Jeppson, Caron. Vosotros venís conmigo. Capitán
Hattori. —¡Nai!— fue cuanto dijo. Su voz volvía a ser grave y enérgica.
271
Ambos hombres se miraban fijamente. Ninguno parecía cejar en su
decisión.
responsabilidad.
—Quizás, tenga razón Coronel. Shumard nunca debió salir ahí fuera— fue
—Mi mujer tener razón. Esto ya pasar antes. Nosotros querer no ocurrir,
pero soldado muerto. Ustedes protegen familia. No querer a ustedes ocurra igual.
Tibbets apretó los puños resignado y finalmente no tuvo más remedio que
resignarse.
de encima al Coronel. Algo le decía que podía contar con él para sacar de allí a
su familia, pero por otro lado dudaba mucho de las verdaderas intenciones que
272
La noche fue larga, y los soldados, incluido Tibbets apenas pegaron ojo.
estaba en pie y su esposa preparaba una infusión a base de hojas para llevarse
Fue un duro mazazo para los que aún seguían con vida. Poco podían
hacer por el desdichado, salvo cubrirlo con una especie de manta raída que
Lewis quien le hablaba a Tibbets, que se las había apañado para arrastrarlo
discretamente a un rincón.
de escapar…
273
—Robert, nos han dado cobijo, han compartido el poco alimento que
tenían con nosotros. ¿Qué ganaría con eso? Además, le he dado mi palabra.
Lewis guardó silencio sin saber que más decir para convencerlo.
—Sólo nos queda una cosa por hacer. Si Hattori está en lo cierto, tarde o
—¿Y cómo piensas hacerlo? Te recuerdo que tan sólo somos cuatro.
al nido. Ellos vienen con nosotros. Tal vez así tengamos una oportunidad. Si es
—Estás loco…
—Tan solo quiero sobrevivir para volver a casa con mi esposa. Salimos
lo que se avecinaba.
274
por cinco hombres, una mujer y dos niños, avanzaron poniendo rumbo a la
274
el grupo. Hattori mientras tanto iba en cabeza con su espada siempre preparada.
pieza.
demonio.
—Hai.
Cuando habían cruzado la mitad del puente, Tibbets ordenó hacer un alto.
Desde su posición era imposible ver el agua que serpenteaba traviesa bajo sus
275
Reanudaron la marcha y enseguida llegaron al edificio. Habría pasado
inadvertido si no fuera por los daños estructurales que muy probablemente había
aquel demonio mitad mujer, mitad araña, y acabar con todo cuanto se
Tibbets se asomó a una de los enormes ventanales. Allí estaba tal y como
parecían estar hechos de algún tejido sintético. Sabía de sobra lo que ocultaban.
a aquello que Hattori llamaba Joro-Gumo. Dieron varios pasos en silencio hasta
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llegar al centro de aquella habitación diáfana salvo por varios pilares que
sustentaban y mantenían en pie los pisos superiores sobre sus cabezas. Un leve
crujido bajo su pie hizo que se detuviera al instante. ¡Mierda! Pensó. Debía haber
pisado un fragmento del techo que yacía desperdigado sobre el suelo de mármol
a su posición.
el odio que empezaba a incendiarle y que ascendía desde lo más hondo de sus
entrañas.
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—Es ella. Prepárate.
siguió.
maltrechos cuerpos. Aquel único ojo que portaban comenzaba a abrirse, y con
—¡Vamos, rápido!
ensartarla. Una pata peluda y grotesca como una garra golpeó en su hombro y
lo lanzó de espaldas sobre los cascotes. Las balas seguían volando y los seres
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mientras la niña la seguía de cerca. Hattori gritó y maldijo. Aullaba que salieran
ser que encontraba. Los soldados desde sus posiciones intentaron darle
llegó hasta ellos. Cortó, apuñaló y despedazo. Pero era tarde. Su familia yacía
débil de aquel demonio sin demasiado éxito. Casi lo tenía encima. Lewis fue el
primero en caer. Los tres soldados habían entrado intentando ganar terreno al
él y ese fue su fin. Hattori mientras tanto acariciaba la cabeza de su hijo menor.
Una única lágrima rodó por su mejilla. Emitió un grito desgarrador y embistió
los soldados, el Sargento Caron, cayó presa de los tentáculos de una de las
comprendió. Tal como había supuesto Hattori, la bomba era su fuente de poder.
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El hombre corrió hacia ella mientras que Tibbets montaba su último
cargador. Hattori seguía lanzando golpes como si acabar con todos aquellos
su atención.
heridas que había recibido en la refriega. Tibbets en cambio, había sido apresado
por aquella cosa que apretaba con sus patas con fuerza y se preparaba para
Gay. Junto a él Lewis le miraba con un gesto de genuino asombro. No hizo falta
decir nada más. De pronto, la radio comenzó a sonar. Era una transmisión
perdido durante diez, puede que quince minutos. Ni en los radares ni a través
del campo visual lograban dar con ellos. Y justo cuando estaban a punto de
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Ninguno de los dos supo que responder.
estaban de nuevo los doce. Cuando llegaron a la conclusión de que nadie creería
lo que les había sucedido, decidieron hacer un pacto de silencio que les
alguno. Y todo eso pese a la posterior experiencia vivida junto a sus once
de la Paz (Hiroshima Heiwa Kinen Kōen) que se había erigido en la ciudad que
las víctimas de aquella barbarie hasta que el peligro nuclear fuera borrado de la
faz de la tierra para siempre. Fueron muchos los años que estuvo tentado de
hacer aquel viaje, pero hasta ese momento jamás se había atrevido. El objetivo
información que le facilitó cayó sobre él como un jarro de agua fría. Tras un viaje
en tren hasta el pequeño pueblo en el que recordaba haberlos visto por primera
vez, halló a una anciana que parecía acumular décadas de sabiduría que se
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rostro. Esta mujer le hizo saber que la familia Kenzo estaba ese fatídico día
temor aferrado a lo más hondo de sus entrañas. No era capaz de hallar una
se abría a la casa de dos plantas en la que vivía desde que se casara con su
novia de toda la vida. Estaba derrotado, incluso podría decirse que ligeramente
beso y le preguntó cómo había ido el viaje. Su única respuesta fue un leve
levantó en volandas y la achuchó con fuerza como si se tratara del tesoro más
valioso que poseyera. Así la mantuvo durante un buen rato, intentando que su
observaban con mirada inquisitiva. Dos de ellas parecían adultas, mientras que
las otras tenían una estatura menor. Los cuatro parecían vigilarles de cerca,
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sonriendo con bocas torcidas y extrañamente desfiguradas, mientras que
duda los libros que se acumulaban (y siguen acumulándose hoy día en mis
Matheson, o clásicos como Becquer, Poe o Lovecraft (nunca sabrán cuánto les
primera novela.
El Honor
lo es
Todo
ÍNDICE
1. UN VISITANTE VENIDO DE ZIPANGO............................................................. 287
Imperio español.
quien lo hubiera visto se habría
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españoles que habían conseguido quería continuar con su camino y se
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señaló en dirección hacia donde el paso antes de que llegarán al
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mutuamente, dudaron y se de los otros tres asaltantes se
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más que un misterioso vagabundo. —¡Lo digo en serio! ¡Si lo
acercaros!
El sonido de un trueno
alguna forma supo que tenía una cuenta de que había recibido el tiro
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mujer abrazó a la niña y la consoló le cubría el lado izquierdo de la
soldados, con cierto tono hostil, mirada azul que era propia de quien
muchas batallas. No había uno que asaltante que aún quedaba con
vigilantes, se veía desde lejos que pero por la falta de color en la piel y
que había ajusticiado. Sin embargo haría durante mucho más tiempo. A
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a ninguno —declaró el anciano. El vagabundo se extrajo el
293
—Desde luego que podéis, El vagabundo sonrió.
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espada de mi padre. tenía que hacer? ¿Dejar que me
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un insulto y debe ser pagado. Por puedo hacer eso.
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interceptar al atacante. Tres —Entonces, ¿qué
cuanto pueda.
—Pero señor, ¿no ve que
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2. ESTARÉ A VUESTRO SERVICIO
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barras, acercó su rostro al del únicos que nos defendíamos con
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silencio sepulcrar. A pesar de eso, el junto con veinte escudos para que
siguiente: mi padre.
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queréis discutir con seso. Tal vez en la sala.
me dirigiré de inmediato a la
El anciano se dirigió a este:
hacienda.
—¿Qué sucede?
—Muy bien, señor.
—Hemos averiguado para
Se marchó, y antes de que
quién trabajaban aquellos viles
Don Ramírez también lo hiciera, se
infames que intentaron secuestrar a
giró en dirección al vagabundo:
vuestra hija. Está confirmado: se
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más serio de lo que creía. Ya vendré al que pretendía someterlo el noble
viváis aquí una larga temporada... un seguidor del sagrado Código del
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algunos mantras del sintoísmo. Pero El celador frunció el ceño.
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desconsolada. Hemos sabido que ha sido cosa de
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que aquel insensato que pisa después, obtendré mi derecho al
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progenitor. Al tocar
siempre...
rugosa
hoja
y
—Ya está hecho —enunció la
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a su aparente quietud, esta latía atreva a pisar nuestras costas!»,
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¿No sabéis que todo aquel ser que de entrar, escuchó un aullido que le
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echar un vistazo a su espalda. Fue «¡Chas, chas!»
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cuerpo en tensión. La hoja se alzó a misma presa como un colosal río de
Cerró los ojos, dejó que el resto de criaturas. El más leve roce con sus
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Pero el extranjero no «Sois obstinado, intruso —
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acercaba, un ser con una naturaleza Fue consciente de que si
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se ganó el favor del poderoso señor, señor consiguió a un imbatible
muy pronto. Nadie estuvo dispuesto, una forma de resolución muy común.
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representaba al daimyō rival, ni familia... cuando de pronto la vió:
Sea como sea su padre se sus ojos contactaron con los de él,
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ojos, acabaría muerto. Y al alzar la vista, ya no
sensato, y aquella situación, le dio la aceptaros entre los míos. Pues sólo
sobre el Código del Bushidō: sus tan fielmente el Código del Bushidō...
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Bajó su espada y se dirigió a importaros mucho... —le
miedo podrá borrar esa verdad. podré seguir siendo fiel a mi Código
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realizarlo. Encontraréis a mi duda, acólitos oscuros de la malvada
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temer: pues Trisha Mae, Reina de la que, «amablemente», insistía en
os digo que es un digno honor que avanzaban bajo la luz de una luna
nadie osará tocaros un sólo pelo de estaba nervioso, ya que por primera
v
Caminó durante largo tiempo por la
haber durado mucho tiempo. Y aquel
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edificios estaban a un soplido de ser madera. Todo el suelo se componía
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curvas bien definidas y facciones desafían los peligros de Siquijor, y
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—Es fácil: vos me entregaréis Chasqueó los dedos y las
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con nuestra tradicional... magia. golpeaban en el pecho con un
que ese sucio caudillo español, y esa —Y vos podéis formar parte
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su aspecto, parecía haber sido desear. —expresó. Lo último lo dijo
embargo, su ojo azul cielo seguía después, ¿quién sabe? ¡Tal vez el
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alzaba su espada a punto de de su espada.
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son las ventanas del alma, y los de la velocidad y su increíble habilidad le
ellos era una ira homicida, siniestra. angosta como para ofrecerle
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de hierro aguantó en pie. Antes de —Sin duda sois todo un
antes de que chocara contra él, una —Nunca he dicho tal cosa.
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a un grupo de nativos. Era como un Se dirigió a la estatua de la
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con sus armaduras oxidadas y sus tiempo a todas estas horribles
una vez más las escaleras. corrió a través de las escaleras con
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abovedada torre. Pronto, encontró la Tras un leve soplido sobre la
hombre errante.
La Reina de las Brujas Kúlam
dientes estaban apretados en una veces sus ojos, y cuando los abrió, la
sentidos...
—Creéis que me tenéis a
desafiarme.
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Tal vez... Sí, tal vez todo era un
5. UN DOLOR EN EL
sueño: un mundo onírico en el que la
p
INTERIOR DE SU impía Trisha Mae lo había encerrado
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Fue llegar al tatami de su desaparecer. En su lugar, un oscuro
abiertas, para recibir como todos los despertaba, algo interno, propio. Un
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esa extraña prueba, su vida maldito demonio podrá detenerme!»
trayendo el eco del metal a lo largo aquella criatura era un obstáculo que
lugar. Era algo absurdo, rídiculo. Una adversario. Evitó un tajo lateral, otro.
aquel ser imitaba a la perfección sus silueta evitaron un envite que podría
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mango de su espada. El vagabundo fortalece con cada impacto
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esforzarse un poco más en enseñado su padre:
haya fortalecido un aspecto oscuro debes lamentar eso, pues una vez
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un samurái, y nada iba a conseguir todo un samurái.
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El samurái atravesaba las influencia de oscura hechicera
i
de temor e incredulidad, su boca
hab-... h-abéis...?
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que habían acabado ambos. Cuando voz baja, sonrió—. No creo que en
bajó con la pequeña María entre sus este estado podamos mantener un
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sabía cómo lo haría, pero no quería preguntó el joven. La espada de su
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morir. Desenganchó la katana de su
lejos que planeabais morir hoy para —No entiendo porque tenéis que
darme el placer de recuperar mi marcharos...
honor. Nada de eso es necesario,
Toda la familia estaba reunida
pues ahora sé que nunca fue
en el exterior de la hacienda. El joven
mancillado. Asi que por favor...
samurái había reparado por fin su
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katana, limpiado su kimono y —No tendría porque ser así,
serenidad, sonrió.
La niña disintió, no entendía
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creo que estaría más que dispuesta no olvidéis que habéis ganado a un
a esperar. amigo.
consiguierais convencerlo.
—Es posible que vos hayáis
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¿Lo sabéis?
todo.
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Ilustración de Takato Yamamoto