Las pinturas de Aleah son una provocación para todos los que repiten que el arte debe reproducir la belleza de los cuerpos femeninos. Pero qué ocurre cuando los años pasan y aquellas hermosas mujeres envejecen y sobreviven a enfermedades? Ya no hay belleza? A mí sus pinceladas me parecen una reivindicación de la mujer, que elige como quiere entrar en la historia del Arte y decide empujar y provocar. Aleah Chapin nació en 1986 en Seattle, Washington (Estados Unidos) se licenció en Bellas Artes en el Colegio de Artes Cornish y obtuvo el Master en Bellas Artes en la Academia de Arte de Nueva York, también obtuvo una beca en el Programa Internacional de Arte de Leipzig, (Alemania) y es miembro de la MacDowell Colony de New Hampshire En el 2012 ganó el primer premio de la XXXIII edición del BP Portrait Award londinense por la obra a gran escala titulada «Auntie» en la que representa el desnudo de una amiga de la familia. Este cuadro forma parte de la serie “Aunties Project” que consta de una serie de desnudos de mujeres a las que la artista ha ido conociendo durante su vida. Sus retratos de cuerpo entero sorprenden por un realismo pictórico realmente impactante y son el contrapunto a los dictados de una sociedad exigente con el cuerpo de la mujer a la que no se le permite ningún tipo de imperfecciones, cambio de peso y que deben aparentar eternas adolescentes. “Aunties Project” no es exactamente una protesta contra la belleza ideal, pero sí una reivindicación de la hermosura a cualquier edad, en cualquier talla y en cualquier forma. “Quería explorar mi historia y de dónde vengo y estas mujeres son amigas de mi madre. Yo crecí con ellas”, explica la artista americana. Las pinturas de Aleah Chapin son famosas por el hiperrealismo que plasma en sus obras cuya técnica va más allá de la imagen, reivindicando el esplendor y la belleza que esconde la madurez mediante estudios rigurosos sobre la flaccidez de la piel, las manchas cutáneas o las arrugas, para ello utiliza como modelos mujeres que muestran sin tapujos la realidad de sus cuerpos. Son mujeres que juegan y expresan que son libres porque tienen una historia que contar al espectador, lejos ya de una belleza que el mundo de la publicidad y de la moda considera efímera. Son sus traseros celulíticos, sus vientres plisados, sus vellosidades, sus manchas y sus barrigas estriadas los que entonan un canto a la imperfección y a la hermosura de carne y hueso, sin sesgos, filtros o trampas técnicas como el PhotoShop, reivindicando la autenticidad del paso de tiempo lejos de los mandatos imperantes de la estética de cualquier anuncio de revista. Toda su obra se caracteriza por mostrar imágenes esos amables cuerpos que no son habitualmente mostrados, pero que pertenecen a la inmensa mayoría en los que el tiempo, la edad y la gravedad han actuado con naturalidad. No obstante, la pintura de Chapin no es del agrado de todas las opiniones e incluso parece ofender en ciertas élites, por ejemplo el recientemente fallecido crítico de arte Brian Sewell dijo de su trabajo: «repelente… un grotesco registro médico» Carles Pérez Por amor al arte.