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HUMILDAD Y SERVICIO (Por:

Pastor Hernán Silguero)

Por: Rev. Hernán Silguero

Había pasado muchos años que no llovía, pero después comenzó

a llover tanto que no se podía arar la tierra para sembrar. Como

hijo mayor, tenía que organizar a todos los siervos para trabajar

en la parcela de aquella provincia.

Así que araron la tierra. Para tenerla lista necesitaban doce

yuntas de bueyes y doce siervos. El joven seguía arando y ya el

día estaba para declinar. Este rancho un día sería de él; llegará a

ser un hombre de recursos y se sentará entre los ancianos del


pueblo, como lo hacía su padre Safat.

El futuro, aunque era un sueño, era brillante. De repente ve un

hombre que viene de lejos. Se veía cansado del viaje y ya

avanzado en años. El joven quitó su vista y siguió arando la tierra

con sus bueyes.

De repente, sintió algo en su hombro. Era un manto que cayó

sobre él, y el anciano viajero se regresa por el camino. Eliseo

sabe lo que el manto significa: Ahora en vez de dirigir siervos,

sería él mismo un siervo, y en vez de sentarse entre los ancianos,

lavaría las manos de un anciano profeta.

(También puedes leer: 5 Características de Un Siervo de Dios)


Ahora en vez de ser un heredero de la hacienda, sería un

peregrino sin casa y sin bienes. Ese día Eliseo celebró su

graduación con el arado y el yugo que nunca más necesitaría. Y

ese mismo día hizo una fogata, mató los dos bueyes y dio de

comer a toda la gente.

Eliseo había pasado de las cosas grandes a las cosas pequeñas.

Muchas veces a través de nuestra vida, y especialmente por la

causa de los tiempos que estamos viviendo, corremos el riesgo

de olvidarnos de las cosas pequeñas. Pensamos que la vida

siempre debe ser en lo grande. Pensamos en grande, soñamos

en grande y vivimos en grande.

Hermanos, pensemos en la importancia de las cosas pequeñas.

¿No es cierto que si va a la playa, usted no busca lugares donde

hay piedras rocosas, pero busca lugares donde hay arenilla?

También preferimos las brisas que los soplos de un huracán.

Preferimos comer la miel de abejas que la leche de elefantes.


También se puede notar que las melodías más hermosas y más

dulces vienen de los pájaros más pequeños. ¿Cuándo han oído

ustedes cantar un águila o un pavo como canta un canario?

Tengamos en cuenta que las cosas pequeñas son las que más

nos encantan. Cuando queremos dar un regalo especial, damos

un perfume que viene en un frasco pequeñito.

Todo tiene su lugar, y lo cierto es que las cosas grandes se

forman de las cosas pequeñas. La escritura misma enfatiza en

Zacarías 4:10 "No menosprecies el día de las cosas pequeñas"

(También te invito a leer: 7 Razones para Practicar el Lavado de

Pies Según la Biblia)

Pero también son cosas pequeñas las que nos molestan. ¿Has

tenido una piedrecilla en el zapato, o que tal una piedrecilla en los

frijoles? Más casas son destruidas por un comején que por un

terremoto. Sabemos que con un pequeño fósforo podemos

quemar un bosque.
Podemos escaparnos de un hipopótamo pero no de un mosquito.

Cuando desearon construir un canal sobre el istmo de Panamá,

hombres y maquinarias desafiaron las grandes montañas y rocas;

pero fracasaron porque el problema no estaba en las montañas,

sino en los mosquitos que mataron miles de hombres, a través de

la fiebre amarilla que transmitían.

Una hacha puede tumbar un gran árbol. Si te falta la llave del

carro no puedes mover tremenda máquina. Una cadena, con un

eslabón que es débil, toda la cadena es inservible.

De igual manera, cómo pasaremos nuestra eternidad puede

depender de una pequeña decisión que hagamos. Una noche, un

misionero pionero llegó a una iglesia en Inglaterra para tratar de

animar a alguien que fuera a la obra misionera  en el África. Por

causa del mal tiempo, pocas personas fueron esa noche, y lo que

más preocupó al misionero fue que las pocas que fueron eran

mujeres.
El texto que había escogido para su mensaje era Proverbios 8:4

"Hombres a vosotros hablo". No se fijó que allí había un jovencito

que había venido para ayudar al organista a bombear el aire del

órgano. Cuando el misionero hizo el llamado, ninguno respondió;

pero ese joven sintió el llamado y se preparó como médico y

dedicó toda su vida ayudando la obra en África. Ese joven fue

David Livingston, uno de los más renombrados misioneros de la

historia.

Recordemos el caso de Elías. Cuando Dios se manifestó a él, no

fue en un terremoto pero en un silbido apacible. Cuando Jesús

quiso alimentar a cinco mil personas, los alimentó con una

pequeña comida de cinco panes y dos peces.

La Biblia nos da ejemplos en donde se usaron cosas pequeñas

para hacer cosas grandes: David solo tenía un honda y mató un

gigante: Moisés usó una vara y abrió un camino en el mar; Dorcas

usó una aguja para hacer grandes cosas; Rahab, por medio de un

cordón rojo salvó su vida. Estas minúsculas lograron mayúsculas


a través de Dios. Y hablando de cosas pequeñas, los dos

conceptos más importantes a los que me refiero son: La humildad

y el servicio.

LA HUMILDAD

Permítame ilustrarlo: La Biblia dice: "Antes del  honor es la

humildad, y antes de la caída es la soberbia" (Proverbios 16:18).

Tenemos que evitar el síndrome del "yo" del gran

Nabucodonosor. No pienses que eres número uno, ni te creas ser

el único grano de arena en toda la playa; y no vengas a ser como

el cuento del gallo que se creía que el sol salía todas las

mañanas solo para oírlo cantar; o como la historia de un pájaro

carpintero que estaba tallando un tronco de un árbol seco y

comenzó a relampaguear, pero al pájaro no le importó y siguió

tallando. De pronto cayó un rayo en el tronco, y el tronco se

rompió y se hizo mil pedazos. Milagrosamente, el pajarito no se

lastimó, salió volando y gritando; y si hubiera sido un humano,


hubiera dicho así: "¡Fíjense todo lo que acabo de hacer; miren lo

que yo hice!"

Es importante recordar que algún día serás un líder o presidente

de algo. Quiero compartir una historia por si algún día tu posición

llegue a subir a otros niveles. Esto te ayudará a mantenerte

humilde. Un día un niño llegó a casa y dijo: "¡Mamá, fíjate que me

acaban de nombrar como presidente del club de muchachos!". La

madre le dijo: "¡Felicitaciones mi amor! ¿Pero por qué te dieron

ese alto honor y esa gran responsabilidad?". Él contestó: "Bueno

mamita, es que éramos tres muchachos en el club. Primero me

querían nombrar de secretario, pero no se escribir ni leer.

Después me quisieron nombrar de tesorero, pero no se contar.

¡Así que como no les tocaba otra, me nombraron el presidente!"

Hace algún tiempo escuché otra historia que enfatiza el punto de

la humildad: Dos muchachos trabajaron duro construyendo un

pequeño barquillo que sería movido a vapor. También instalaron

in pito de vapor que un chatarrero les había regalado. Finalmente


llegó el día en que podían poner a trabajar el barquillo. La caldera

estaba cargada de vapor, pero antes de ponerlo en el lago y

lanzarlo, dieron un jalón al pito par inaugurarlo, y de veras que sí

se oyó un trompetazo. Solo había una dificultad: Habían usado

tanto vapor para sonar el pito que no quedó vapor suficiente para

mover el barquillo. ¡Deje que otros te alaben y no tu propia boca!

Salgamos de la iglesia con el espíritu de Jesús. Él fue humilde,

aún siendo él el Rey de Gloria.

Un día, un padre y su hijo pequeño caminaban por las calles de

Nueva York, y veían esos grandes rascacielos. Se detuvieron a

mirar lo alto de un edificio, cuando el niño le dijo: "¿Papi, qué

hacen esos niños allá arriba?". Su padre le replicó: "Hijo, esos no

son niños, son hombres grandes que están limpiando los vidrios".

El niño preguntó: "¿Y por qué se ven tan pequeños?". Su papá

contestó: "Porque están muy arriba". Después de una pausa dijo

el niño: "Papi, entonces si llegan al cielo no se verá nada de

ellos". Es cierto que cuando estamos más cerca de Dios, se debe


ver poco de nosotros y mucho de Dios. Mantengamos el

compromiso de ser humildes. Entre más arriba estés, más

pequeño te debes ver.

EL SERVICIO

Hablemos un poco del servicio. Un hombre caminante tenía

mucha sed y no encontraba agua para beber. De pronto vio una

casa abandonada con una bomba de agua. Trató de sacar agua

con la bomba, pero no podía. Miró al lado y vio un jarro lleno de

agua con una nota que decía: "Para que trabaje la bomba tiene

que verter el agua del jarro en la bomba". Y así lo hizo y sacó

mucha agua del pozo. Antes de seguir su camino, llenó el jarro de

agua y agregó la siguiente nota: "Creáme que tiene que darlo

todo, para poder recibir mucho". La Biblia lo dice así: "Más

bienaventurado es dar que recibir".


El éxito en la vida no está en lo mucho que gano o tengo, pero en

lo mucho que doy. En mi vida descubrí lo siguiente: Lo que gasté,

lo tuve. Lo que retuve lo perdí. Pero lo que di, todavía lo tengo. A

veces decidimos que a menos que nos pongan a hacer algo

grande, no haremos nada. Hay que servir sin conveniencia, amar

sin condiciones y sembrar en el surco de la necesidad del otro.

Eliseo dejó atrás su gran sueño y su posición, y corrió atrás del

anciano profeta. Ese día era el día de las cosas pequeñas, pero

pronto las cosas pequeñas se transformaron en cosas grandes.

La Biblia narra que Eliseo recibió una doble porción del espíritu

que moraba en Elías. Ahora en vez de tener sueños, tenía

visiones; en vez de seguir los bueyes, Eliseo seguía a Dios; en

vez de sentarse con los ancianos del pueblo, es recordado por

todos en la historia, por los milagros que a través de él

comenzaron a suceder: Los muertos resucitaron, leprosos fueron

limpiados y aún después de su muerte, sus huesos resultaron en

milagro.
El éxito de la vida no consiste en cuántos años tienes, ni cuánto

dinero tienes, ni cuan famoso eres, sino en el espíritu d humildad

y servicio que exhibes durante tu vida. Y al final de la jornada

serás bienvenido con las siguientes palabras: "Bien, buen siervo y

fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el

gozo de tu Señor" (Mateo 25:21).

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