Poesía para científicos Ileana Cruz

Qué onda con los videojuegos

¿Te cuento un secreto? También me gustan los videojuegos. Mi favorito

trata de una mesera que atiende muchos clientes vestidos con diferentes

colores. Claro, mis hijos han visto que juego y de vez en cuando ellos quieren

jugar. Como toda mamá, lo primero que pienso es “no” y más que nada porque

sé que mucho tiempo de pantalla, o sea de computadora, televisión o juegos

portátiles daña la visión, y también porque me encantaría ver a mis hijos jugar a

otras cosas. Pero, recuerdo cómo me divierto cuando me “transformo” en la

meserita del juego y les doy permiso de usar la compu sólo un ratito.

Supongo que te preguntarás por qué los adultos siempre dicen que los

videojuegos son dañinos, ¿será cierto? ¿Tienen algo bueno? Dejando a un

lado lo divertidos que son, ese punto es indiscutible.

Para responder, es importante contar con información, así que te dejo

unos cuantos puntos que —espero— te ayuden.

Como sabes, los videojuegos tienen que ver con la acción. Movemos las

manos —a través del ratón, el teclado o los botones de los controles— y los

ojos; a este movimiento simultáneo, al mismo tiempo, se le llama coordinación

visomotora. El hecho de ver la pantalla y mover a los personajes hacia algún

lado facilita su desarrollo.

Ahora, es importante decirte que tus ojos hacen bastante esfuerzo de al

ver fijamente la pantalla, y que las pantallas emiten radiación —por pequeña

que sea— que recibes mientras juegas; ¿te has fijado que a veces, al terminar

de jugar por un rato largo, te arden los ojos, o que ves las cosas medio

borrosas? Bueno, esos son unos ojos irritados por el esfuerzo visual. El

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problema está en el futuro, porque forzar la vista ante cualquier clase pantalla

durante mucho tiempo (años, si sumamos la televisión y la computadora por el

resto de tu vida) causa la pérdida de la agudeza visual, y casi casi te puedo ver

de adulto con lentes porque verás las cosas medio borrosas.

Un punto a favor es que la tensión y el nerviosismo que supone avanzar

en el juego, hacen que el cuerpo queme calorías. Los videojuegos a diferencia

de la televisión, no hacen que engordes por estar echadote sin hacer nada,

porque mover los dedos, la sensación de movimiento y de peligro hace que tu

cuerpo descargue unas sustancias llamadas adrenalina y corticosteroides, y el

resultado es parecido a hacer ejercicio.

Un punto en contra de los videojuegos es que mover el ratón o sólo los

deditos a la velocidad del rayo, puede causarte enfermedades como tenditis,

síndrome del túnel carpiano, que hacen que tus músculos y tendones duelan

porque se atrofiaron.

Una ventaja es que con tantas veces que se pierde, aprendes a tolerar la

frustración, o dicho de otra manera, no te enojas tanto si las cosas no salen

como quieres.

Y claro, si el videojuego es educativo, te ayuda a repasar matemáticas,

geografía, habilidades de lectura o conocimientos generales.

Otro punto malo es la pérdida de habilidades sociales, porque claro, una

computadora o una consola no se enojan, ni hay que negociar o platicar con

ellas; por eso es importante tener amigos, platicar y jugar con otros niños al

futbol, a las muñecas, a las “trais”, con plastilina o a lo que se te ocurra pero

que no se relacione con una pantalla.

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Entonces, ¿Qué onda con los videojuegos, son buenos o malos? Pues

como casi todo, la comida, el sueño, la televisión, el exceso es el problema. Si

juegas un rato, digamos una hora al día, no hay problema, aprovechas las

ventajas que tienen. Pero si juegas cinco horas, si que hay puntos en contra:

no vives el mundo real, acabas con ojos rojos e irritados, te pierdes

conversaciones con tus papás, juegos con tus hermanos y correr con tus

amigos, además de que cuando tengas treinta años —no es tanto tiempo,

aunque ahora te parezca— lo más probable es que te operen del túnel

carpiano o necesites medicinas para el dolor, y luzcas unos lentes que tal vez

no hubieras necesitado

Y a todo esto ¿qué piensas al respecto? Bueno, te dejo. Voy con mis

hijos a pasear, comer un helado y más tarde, cuando regresemos a divertirnos

en un torneo de videojuegos.