Elaboración propia
Ilustración 1. Modelos de orientación e intervención psicopedagógica.
Proceso: y, como tal, supone un transcurso en el tiempo, un ir hacia adelante, una superación
progresiva de fases. Con ello queremos apuntar que la intervención psicopedagógica no puede
quedarse reducida a una intervención puntual, sin más, sino que serán necesarias varias
intervenciones sobre una misma cuestión.
De ayuda: el psicopedagogo coopera con los otros miembros del sistema educativo y ofrece los
medios a su alcance para comprender e interpretar mejor la realidad y para que se puedan operar
en ella los cambios necesarios.
Continuo: lo cual implica la necesidad de llevar a cabo un seguimiento del alumnado durante
todo el período de su escolarización.
A todas las personas: a todo el alumnado y no sólo al que presenta dificultades, a los familiares
y a los miembros de la comunidad. Atendiendo a quién realiza la demanda de intervención
incluimos tanto a quien la solicita como a quien no lo hace. Es muy importante que el profesional
de la orientación, con una visión de conjunto, sepa tener presentes a todos los implicados en una
situación y los incluya en su red de comunicación.
En todos sus aspectos: lo cual supone planificar el desarrollo integral del alumno, de tal forma,
que la intervención no quede circunscrita únicamente al área para la que se demanda
intervención, sino que se prevea el diagnóstico, análisis y tratamiento para todas las áreas de
desarrollo del sujeto y las implicaciones colectivas que supone en las situaciones de enseñanza-
aprendizaje y en las relaciones interpersonales o afectivo-sociales del grupo.
Con objeto de potenciar el desarrollo humano: toda práctica educativa, que se precie de ser
tal, incluye, entre sus fines, el de la optimización y del desarrollo integral de la persona.
Santana (2003), por su parte, tras un estudio de las diversas definiciones expuestas, recoge los
siguientes puntos esenciales:
1. La orientación ha de ocuparse de la educación en su doble vertiente, de enseñanza y de
aprendizaje.
2. El orientador debe asumir un papel de total paridad y colaboración con el resto de
«prácticos» de la educación y con todos los estamentos que conforman el sistema educativo.
3. La orientación tiene un carácter asistencial lo que la inscribe dentro de las profesiones de
ayuda.
4. Se pone énfasis en la auto-orientación, el aprendizaje autónomo, en la formación de una
ciudadanía caracterizada por una participación activa, crítica y transformadora.
Rodríguez Romero (1995) indica que los rasgos esenciales que definen la orientación o el
asesoramiento en educación son los siguientes:
Para esta autora, las tareas de orientación suponen un medio para aproximar las propuestas de
cambio, generadas externamente, y la práctica concreta: la pretensión de transformar la práctica
de los docentes y el funcionamiento de los centros hace que sea necesario plantearse una
estrategia de influencia diferente a la formación. La orientación, en este caso, proporciona una
ayuda encaminada a generar el cambio (Rodríguez Romero, 1996).
En el siguiente cuadro, siguiendo el esquema propuesto por Moliner (2006: 20) se muestra el
mapa conceptual implícito en la definición dada de la orientación:
2. ORÍGENES Y DESARROLLO HISTÓRICO
Época clásica: Sócrates (470-399 a.d.C.) destacó uno de los objetivos prioritarios de la
orientación: el conocimiento de sí mismo, Platón (427-347 a.d.C.) pensó en la necesidad de
determinar las aptitudes de los individuos para lograr su ajuste y adecuación social; y Aristóteles
(384-322 a.d.C.) propugnó el desarrollo de la racionalidad para poder elegir una actividad en
consonancia con los intereses de los sujetos.
Renacimiento (s. XVI): destacan las figuras de Paracelso estudió los factores de personalidad y
de edad y nos legó 7 reglas para orientar la vida: 1ª Lo primero es mejorar la salud; 2ª Desterrar
absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio,
tedio, tristeza, venganza y pobreza; 3ª Haz todo el bien posible; 4ª Hay que olvidar toda ofensa;
5ª Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora,
sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto
fortifica enérgicamente el cerebro y el espíritu; 6ª Debes guardar absoluto silencio de todos tus
asuntos personales; 7ª Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DÍA mañana. «Tan
pronto como el hombre llega al conocimiento de sí mismo, no necesita ya ninguna ayuda ajena».
Juan Huarte de San Juan, Sostiene que cada persona nace con un temperamento del cual
dependen distintos tipos de ingenios o capacidades para desempeñar con éxito diversas tareas;
afirma que el ingenio se puede diagnosticar a través de las características somáticas y que el
sujeto ha de ser orientado hacia aquellas tareas para las que está más capacitado. Defiende el
carácter hereditario de las capacidades, pero también cree que el ambiente y la educación
pueden influir sobre los humores modificando la dirección de aquéllas. Establece la tipología de a)
sujetos hábiles: aptos para las tareas científicas y b) inhábiles: orientados hacia tareas de tipo
mecánico.
Racionalismo y Empirismo (s. XVII): surgen las corrientes o tendencias en orientación que
mayor impacto han tenido y continúan teniendo aún hoy. De la mano de Descartes, Spinoza y
Leibniz, el racionalismo otorgará plena confianza a la razón humana, se afirmará la utilidad del
método para huir del error y construir la ciencia y se afirmará la importancia de la «substancia».
Con el empirismo de Locke, Hume, Berkeley y Bacon se defenderá que la experiencia es la base
de todos los conocimientos. Las influencias que en orientación detectamos son, por una parte, la
vía de la penetración comprensiva para resolver los problemas del ser humano y, por otra, la vía
psicométrica de la medida y de la evaluación objetivas de los procesos psicológicos.
Etapa de la Ilustración (s. XVIII): no podemos olvidar a Jean-Jacques Rousseau (1712 - 1778) la
atención sobre la necesidad de estudiar las facultades del alumno, su forma de ver, pensar y
sentir con el fin de adaptar la instrucción a las diferencias individuales. La Revolución francesa
reconoce a todos los ciudadanos el derecho a aspirar al tipo de trabajo que sus capacidades,
virtudes y talentos les posibiliten.
Influencia del Positivismo (comienzos siglo XIX): Comte (1798-1857) el conocimiento se funda
en los hechos y la actitud fundamental del científico ha de someterse al objeto. A partir del
positivismo todas las disciplinas pretenden adquirir un carácter científico y realizar investigaciones
sistemáticas y controladas aplicando la metodología científico-experimental. Además, Augusto
Comte, precursor de la sociología, nos legó el énfasis en la interconectividad de los elementos
sociales, cuestión que no puede pasar desapercibida al orientador. Y, por su parte, Mill desarrolló
más que cualquier otro filósofo previo dos cuestiones relevantes: el «principio de indemnidad»,
esto es, que toda persona debería ser libre para comprometerse a realizar las conductas que
desee siempre y cuando no dañe a los demás y la defensa de los derechos de las mujeres.
Consideramos que ambas perspectivas precisan ser retomadas en nuestros días, en los que
tanto se está cuestionando la convivencia y la igualdad de género.
Con la fundación del primer laboratorio de psicología experimental por Wundt en 1879, en
Leipzig, se ponen las bases de la orientación científica.
Quizá sean estos últimos los que reclaman mayor tiempo en la labor profesional del orientador
escolar a comienzos del siglo XXI. Pero también una circunstancia empieza a cambiar:
antiguamente se veía al orientador como «el profesional que nos debe aportar soluciones», hoy
día la tendencia se sitúa más en concebir al orientador como «aquel profesional que nos ayuda a
que seamos nosotros los que busquemos las soluciones», generando dinámicas propias de
comunidades de aprendizaje, en las cuales todos los agentes son protagonistas, todos son
necesarios.
En ambos continentes la orientación surgió a principios del siglo pasado desde la práctica
profesional y laboral, independiente del ámbito educativo. Una diferencia sustancial es que en
Europa adopta un carácter estatal, generalmente, mientras que en Estados Unidos se asocia más
bien a la iniciativa privada de determinadas asociaciones.
Hoy día, la orientación está incardinada en el sistema educativo, bien de forma interna, bien
externa, pero se valora como uno de los principales recursos con los que cuentan los centros,
sobre todo por lo que se refiere al asesoramiento educativo y profesional.
Los servicios de orientación se han ido diversificando y van siendo regulados por la normativa
vigente en cada país, procurando dar la mejor respuesta educativa y profesional que precisan los
estudiantes y sus familiares.
Las últimas tendencias, tanto en Estados Unidos como en Europa, llevan a considerar al
orientador como un verdadero agente de cambio, capaz de involucrar a toda la comunidad
educativa en el desarrollo y mejora de sí misma.
Principio de prevención.
Principio de desarrollo.
Principio de intervención comunitaria.
Por nuestra parte, coincidimos con Rodríguez Espinar et al. (1993) y con Álvarez Rojo (1994) al
incluir, además de los 3 principios citados, este otro que consideramos está a la base de los
anteriores:
Por ello, es importante trabajar el autoconcepto, la autoestima, la revisión del proyecto personal
de vida y la búsqueda de sentido (Frankl, 2004).
El sentido antropológico nos hace tener en cuenta el «deber ser» o «llegar a ser» de todo sujeto
que actualmente «es»
Principio de prevención: Surgido del ámbito de la Salud Mental. Conlleva una actuación
anticipada, en cualquier ámbito de la vida, con la finalidad de evitar que surjan problemas. En la
literatura al respecto se citan tres tipos de prevención, si bien, la verdadera es aquella que se
produce ante factum, es decir, antes del hecho o suceso no deseado. Estos tres tipos de
prevención son:
En educación se puede llevar a cabo una importante labor preventiva. Desde muy pequeños
conviene formar a los niños y niñas en valores, en la distinción de lo que es adecuado o
inadecuado, correcto o incorrecto, formarles igualmente en habilidades sociales: la habilidad de
saber decir «no», de exponer una queja de forma adecuada, de tomar decisiones ajustadas, de
rechazar situaciones injustas, de practicar hábitos saludables (tanto a nivel físico como
emocional).
Principio de desarrollo: Según Martínez, (1998) se fundamenta en el concepto de Desarrollo;
entiende la evolución del ser humano como un proceso de continuo crecimiento, de cambios
cualitativos hasta convertirlo en un ser cada vez más complejo. Gracias a dichos cambios, la
persona adquiere nuevas experiencias, las integra y amplía, posibilitando, de este modo, el
desarrollo de la personalidad».
Las familias están delegando cada vez más la tarea educadora en manos de la escuela. Diversas
situaciones sociales contribuyen a que se produzca este fenómeno (incorporación masiva de la
mujer al trabajo, diversidad de estructuras familiares, falta de tiempo para compartir con los
hijos…).
Podemos observar que no se trata sólo de desarrollar a la persona como ser individual, a fin de
que consiga el nivel óptimo de sus capacidades (cognitivas, afectivas, conductuales…), sino
también de educarla para una participación activa en el grupo social. Individualización y
socialización son dos viejos principios educativos que requieren ser trabajados conjuntamente.
Los objetivos son el marco de referencia y la «ayuda para desarrollar con mayor calidad y
eficacia el proceso educativo» (Zabalza, 1991: 90).
Rodríguez Moreno (1995: 12), tras analizar una gran variedad de textos sobre orientación, recoge
los que podrían ser objetivos generales de la misma, en su listado observamos la importancia que
tiene el desarrollo personal:
Desarrollar al máximo la personalidad.
Conseguir la autoorientación.
Conseguir la autocomprensión y aceptación de uno mismo.
Alcanzar madurez para la toma de decisiones educativas y vocacionales.
Lograr la adaptación y el ajuste.
Conseguir un aprendizaje óptimo en los años de la escolaridad. Combinaciones de cualquiera de
los puntos anteriores.
Muchos autores (Bisquerra, 1990; Giddens, 1995; Arnaiz, 2001) coinciden en señalar la
autoorientación como el objetivo principal de la orientación. Lo principal es que el sujeto sepa
conocerse en profundidad, aprenda a comprender y organizar su propia vida y a tomar decisiones
coherentes con las que habrá de ser consecuente.
En diversos documentos, el MEC propone los siguientes objetivos de la acción orientadora en
relación con los distintos destinatarios:
a) Contribuir a la personalización de la educación, a su carácter integral, favoreciendo el
desarrollo de todos los aspectos de la persona concreta.
b) Ajustar la respuesta educativa a las necesidades particulares del alumnado mediante las
oportunas adaptaciones curriculares y metodológicas.
c) Orientar a los alumnos en la vida y para la vida, atendiendo a los contextos en los que
viven y al futuro que habrán de enfrentar.
d) Favorecer los procesos de madurez personal, de desarrollo de la propia identidad y
sistema de valores.
e) Prevenir las dificultades de aprendizaje y evitar fenómenos de abandono, fracaso e
inadaptación escolar.
f) Contribuir a la adecuada relación e interacción entre los distintos integrantes de la
comunidad educativa..., así como entre la comunidad educativa y el entorno social, asumiendo el
papel de mediación y, si hace falta, de negociación ante los conflictos o problemas que puedan
plantearse entre esos distintos integrantes.
La síntesis que propone Rodríguez Moreno (1995: 16-17) sobre las funciones básicas d ela
orientación es la siguiente:
Por último, otro de los autores recogidos por Bisquerra (1998) es Riart Vendrell (1996), quien, a
través del estudio de la literatura al respecto, realiza una reflexión y clasificación de funciones
generales de la orientación, estructurando cada una de ellas en torno a las preguntas ¿en qué
consiste?, ¿a quién se dirige?, y ¿cómo se ejerce? La propuesta que realiza de las funciones es
la siguiente: