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DERECHOS HUMANOS

El concepto de DDHH es compuesto: se compone de los conceptos de «derecho» y de «humano».


Como hemos visto, éstos presentan serios inconvenientes conceptuales, en tanto que no es difícil
constatar que la concepción de «derecho» y de «humano» ha cambiado considerablemente a lo
largo de la historia (nomos, ius y law no significaban lo mismo, respectivamente, para un griego
del siglo V a.C., un romano del siglo I d.C. o un inglés del siglo XVII), pero aún si restringimos
la mirada a nuestra época, nos encontramos también con una suerte de Babel conceptual, sobre
todo si, además de las perspectivas filosóficas, consideramos las concepciones ético-jurídicas,
políticas, las manifestaciones populares (reclamos por los DDHH), etc.

Es bien conocido el enorme peso que tienen los derechos humanos en el mundo actual. Cualquiera
de las grandes religiones desearía para sus dogmas una aceptación y reverencia tan amplia, casi
universal, como la de esta idea político-moral. Baste recordar que la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre de la ONU de 1948 ha sido aprobada por la práctica totalidad de los
Estados. Sobre los derechos humanos se apoyan nuestros sistemas jurídico-políticos. Ellos les dan
su sentido y legitimación. Un sistema político se considera legítimo si los respeta e ilegítimo y
hasta tiránico si los viola. Lo mismo se puede decir del Derecho. Se considera justo si los reconoce
y tutela, e injusto si no lo hace. Se han convertido, además, en el vehículo que se utiliza para
expresar cualquier exigencia de justicia y casi cualquier tipo de reivindicación o demanda política;
lo cual ratifica el enorme prestigio y la aceptación prácticamente incondicional de que gozan2 .
Puede decirse que desempeñan en la actualidad un papel semejante al que en otro tiempo
desempeñó la idea del Derecho natural. Una esfera normativa superior que se creía justa por
naturaleza y a la que podía apelarse para exigir la reforma del Derecho positivo (o su
mantenimiento, según los casos).

De hecho, se ha afirma do, no sin razón, que los derechos humanos constituyen el Derecho natural
de nuestro tiempo. Con todo, a pesar de su gran importancia objetiva, teórica y práctica, a pesar
de su indiscutible prestigio y popularidad, la idea de los derechos humanos (como también ocurrió
con la del Derecho natural) ha sufrido ataques virulentos, críticas poderosas y bien fundadas. Y
no se trata de críticas que hayan quedado ya superadas y olvidadas, sino que siguen estando en la
base de muchas de las discusiones que todavía hoy se plantean en torno a dicha idea.
Paradójicamente cuanto más sólidas y mejor fundamentadas filosóficamente se presentan las
críticas, más indiscutible y arrollador parece el triunfo de los derechos humanos en la praxis
política, o al menos en la esfera de las creencias o ideales políticos. Las principales críticas se
pueden clasificar en tres grandes apartados: la crítica que podríamos denominar tradicionalista,
romántica o historicista, la crítica marxista, que enfocada más ampliamente podría denominarse
crítica de la universalidad, y la crítica positivista. Algunos intentan calificarlas políticamente,
considerando a la primera conservadora, a la segunda socialista y a la tercera liberal.

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