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PROGRAMA DE ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS

SEGUNDOSEMESTRE JORNADA DIURNA


FUNDAMENTO ORGANIZACIONAL I

TEORÍA X – Y: CASO I

La Teoría X y la Teoría Y, intentan explicar la naturaleza de las personas en sus ambientes


laborales. Douglas McGregor, quien formuló el modelo, dice que ver a las personas desde
la Teoría X, es considerar que ellas son holgazanas, que les disgusta la responsabilidad,
que requieren de supervisión directa y continua y que solo los motiva la remuneración
monetaria.
Por otro lado, ver las personas desde la teoría Y, es concebirlos como ávidos de
responsabilidad, trabajadores con iniciativa, creativos, molestos ante sistemas de controles
directos y/o realizando tareas monótonas y reiteradas, y motivados por factores diversos en
donde figuran, entre otros, el reconocimiento de terceros por la calidad de su trabajo y el
logro de metas.
Hay personas que por sus comportamientos laborales parecen encajar mejor en el modelo
de la visión de la Teoría X y hay otras que parecen estar mejor descriptas por la Teoría Y.
Finalmente hay quienes siendo del bando de X, aparentemente al menos, pasan al bando
de Y, generalmente por la aparición de un hecho crucial y casual de su vida. Otros no
abandonan sus compañeros X y terminan su vida laboral con ellos.

En el caso que cuento a continuación un caso real pero disfrazado tras las historias de la
imaginaria municipalidad de Zarabanda se describe la situación que le permite a su
protagonista pasar de un bando a otro.

Nació en una pequeña vivienda de un plan provincial, en las afueras de Zarabanda. Era
hijo de Doña Carmela Vidal y de Juan Sandemetrio. Doña Carmela había quedado viuda
temprano, cuando su marido había rodado junto a un alazán corpulento, en una fría
mañana de septiembre a no más de 5 leguas del pueblo. Luego de esta desgracia, Doña
Carmela y sus 4 hijos varones, vivieron de su labor como empleada doméstica, y de una
pensión que un diputado provincial había logrado gestionarle.
Emilio era el mayor de los hermanos, y en cuanto terminó la escuela primaria, quiso buscar
trabajo para ayudar a su madre. Colaboró con un verdulero en un local a tres cuadras de
su casa y posteriormente con un taller mecánico. Mientras realizaba trabajo ocasional iba,
no siempre, al colegio secundario. En tercer año y pronto a cumplir los 18, abandonó para
empezar a trabajar en la Municipalidad. Allí fue destinado al Corralón, lugar en donde
tenían base de operaciones las cuadrillas que atendían las dos plazas del pueblo, el estado
de las calles y el mantenimiento del alumbrado público.
Tres años estuvo allí, la mayor parte del tiempo en mantenimiento de calles, realizando
tareas de mínimas exigencias de capacitación y mucho esfuerzo rudo con palas, azadas y
picotas. Cansado Emilio de este trabajo, decidió pedir hablar con la Secretaria de
Gobierno de la Intendencia y plantearle su deseo de emigrar a otra zona del municipio para
realizar una tarea más liviana.
“No estoy buscando no trabajar, Señora … le dijo, un día en que la encontró en los pasillos
del edificio … pero quiero otra cosa, que me rompa menos las manos y pueda llegar a casa
con ganas de hablar con mamá y jugar con mis hermanos y no, como hasta el ahora, que
solo quiero tirarme sobre mi cama y dormir”.
De la Dra. Mantilla solo obtuvo un “veremos qué puedo hacer”, pero a 20 días de la
conversación, el capataz le informó que, al día siguiente, a primera hora, debía presentarse
en el despacho de la Secretaria de Gobierno.
Sin mayores expectativas Emilio asistió puntualmente a la cita. ¿Quieres encargarte del
archivo Emilio?” le dijo la funcionaria. Él contestó, sin dudarlo, que sí.
Sofía Mantilla tenía un problema con el archivo. Estaba ubicado en un galpón mal
iluminado y polvoriento, al costado del Edificio Municipal. Aunque la ciudad solo
recientemente había adquirido un movimiento importante, el volumen de papeles era ya
grande, había fundadas sospechas de la existencia de ratones en el interior y el orden de
los diversos legajos, expedientes y biblioratos era desastroso, producto, esto último, de la
inexistencia de un encargado para mantenerlo y de la desidia de los restantes empleados,
que cuando devolvían expedientes, lo depositaban en cualquier lado, por la carencia de
una buena luz y para evitar el contacto con los ratones. Nadie quería responsabilizarse del
problema.
Buscar, y luego devolver un expediente del archivo, era visto por todos como un castigo. ¿”
Habré hecho bien al proponerle el cargo a Emilio…” se preguntaba Sofía?
El 10 de febrero de 1999 Emilio Sandemetrio comenzó a trabajar como responsable del
Archivo Municipal.
Como era un muchacho simpático, uno de los pilares del equipo municipal de futbol y se
había ganado un grupo grande de amigos dentro de la organización, rápidamente pudo
pedir ayuda para hacer los arreglos que quería introducir en el archivo. Algunos de los
operarios de “tareas generales” le ayudaron a reparar varias goteras en el techo y
reemplazar un vidrio de una ventana. Y el encargado del mantenimiento de la iluminación
pública, cambió cables, portalámparas y le colocó farolas nuevas que sacaron del pañol.
De su casa trajo una gata que encerró en el archivo y que alimentaba allí para que no
huyera; los que si huyeron fueron los ratones.
Para mediados de marzo ir al archivo dejó de ser una pena. Emilio recibía sus visitas
sentado detrás de un ordenado escritorio, sobre el cual había un pequeño florero con un
manojo de flores plásticas. “Mis visitas son mis clientes y los tengo que atender bien”
explicaba. En pocos segundos encontraba la documentación pedida y se la entregaba al
solicitante luego de registrar el retiro en un prolijo cuaderno. Cuando era devuelta, se
tachaba la “salida” del cuaderno y se devolvía la documentación a su lugar original. La
nueva situación del archivo era el comentario general de los pasillos comunales.
Al cumplir 6 meses en el nuevo cargo, la Secretaria de Gobierno de la Municipalidad pidió y
logró, una mejora de categoría para el responsable del archivo y toda la Municipalidad
felicitaba a Emilio por su labor. A Emilio no se le caía la sonrisa de la cara.
Hoy ya no está frente al archivo. Desarrolla otras tareas de mayor responsabilidad, su
salario mejoró y es considerado un muy buen empleado administrativo. Antes de que lo
cambiaran de lugar, solicitó una entrevista con el Intendente que le fue concedida. Allí pidió
que quien se quedara al frente del Archivo fuera un amigo que recomendaba para el
puesto. Lograba de esa manera asegurar lo que se había hecho allí, no fuera un trabajo
perdido.
Actividad a desarrollar:
1. Relaciona en un cuadro comparativo las principales características de la
teoría X y la teoría Y

TEORÍA X TEORÍA Y

2. ¿Según McGregor cuál es la concepción tradicional de la administración?


3. ¿Según McGregor cuál es la concepción moderna de la administración?
4. De acuerdo al caso anteriormente expuesto ¿En qué momento de la vida de
Emilio se produce un quiebre que permite inferir que está dejando al grupo de
las personas X y que comienza a engrosar las filas de los Y?
5. ¿Cuáles son las circunstancias causales de lo ocurrido?
6. ¿En que se manifiesta la nueva actitud de Emilio?

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