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ENSAYO SOBRE LA IMPORTANCIA DE AMÉRICA LATINA.

PRESENTADO POR: KAROLL MARTINEZ ROMERO.

Con este ensayo quiero dar entender la necesidad de saber ¿quiénes somos?;
necesidad que intentamos satisfacer por medio del análisis de ésta compleja región
del mundo denominada Latinoamérica para así conocer cuál es nuestra realidad
concreta e intentar encontrar el prototipo de hombre conocido como Latinoamericano
ya que el término "Latino" correctamente usado en ámbitos culturales define al
individuo que pertenece a los pueblos europeos con idioma y herencia étnica-cultural
en la Antigua Roma (como España, Francia, Italia, Portugal y Rumanía,) y compuesta
la palabra "Latinoamericano" haciendo referencia al continente
El concepto «América Latina» ha sido cuestionado como eurocéntrico por diversos
estudiosos y movimientos debido a la exclusión que el mismo hace de una gran
cantidad de idiomas y pertenencias étnicas, entre ellas las de los pueblos
originarios y afroamericanos, mayoritarias en varios países y regiones de la llamada
América Latina. Tomando en cuenta solo el idioma, el término correcto sería
Hispanoamérica por lo anterior podemos decir que la expresión América Latina
comprende una realidad sumamente compleja, donde se dan casi por igual las
diversidades y similitudes.  De ahí que, si se pone el acento en las diferencias y
regionalismos, es posible negar la existencia de América Latina y de la unidad
esencial que brota de su misma diversidad además la región comprende más de
veinte millones de kilómetros cuadrados de superficie, que corresponden
aproximadamente al 13,5% de la superficie emergida del planeta. Por su extensión,
América Latina presenta una gran diversidad geográfica y biológica. En ella se
encuentran prácticamente todos los climas del mundo y es el hogar de numerosas
especies animales y vegetales. Cuenta también con algunos de los mayores ríos del
mundo e importantes recursos alimenticios, energéticos y minerales, entre los que
destacan sus yacimientos de petróleo, cobre, litio y plata; Si seguimos esa línea, se
llega a afirmar que no existe una América Latina, sino tantas como países o
subregiones la componen, por lo que cualquier pretensión de reducirla a una sola
entidad no es más que aceptar, a sabiendas, un mito o una ficción.
Nuestro continente ni siquiera ha sido conocido con el mismo nombre en el decurso
de su historia.  Sus distintas denominaciones han respondido más a las aspiraciones
de las potencias que siempre codiciaron más sus tierras y riquezas que las suyas
propias.  “Las Indias”, designación popular en el siglo XVI, debe su existencia, nos
recuerda John L. Phelan, al sueño de Colón de llegar al Asia de Marco Polo.  En el
pensamiento del historiador franciscano Gerónimo de Mendieta, el otro nombre para
las Indias en el siglo XVI, el Nuevo Mundo, tenía sus connotaciones bastantes
precisas.  Para Mendieta y algunos de sus colegas misioneros, América era sin duda
un “nuevo mundo” en el cual la cristiandad del viejo mundo podía ser perfeccionada
entre indios sencillos e inocentes.  Como se sabe, el término América no llegó a ser
común sino hasta el siglo XVII.  La acuñación de este nuevo nombre, por gentes no
hispánicas de Europa, fue un desafío al monopolio español de las tierras y las
riquezas del Nuevo Mundo. En cuanto a la expresión “ L’Amérique latine”, ésta no fue
creada de la nada.  “Latinoamérica” fue concebida en Francia durante la década de
1860, como un programa de acción para incorporar el papel y las aspiraciones de
Francia hacia la población hispánica del Nuevo Mundo. El término América Latina
merece consideración especial, desde luego que es hoy día el más utilizado.  Vimos
antes que su origen se halla ligado a la expansión capitalista de Francia: fue acuñado
por los teóricos del Segundo Imperio de Napoleón III para justificar las intenciones de
Francia de servirse de las materias primas y mercados de una región cuya “latinidad”
se consideraba suficiente título para reservar a Francia, y no a las potencias
anglosajonas, sus posibilidades neocoloniales .
A modo de conclusión: América Latina aparece insertada plenamente en el contexto
de la historia reciente, alimentando o retroalimentando los fenómenos generados por
la globalización cultural. Se nos antoja que las naciones latinoamericanas son de
pleno derecho culturas híbridas hijas de la globalización desde sus mismos
antecedentes renacentistas que fueron evolucionando a través de una constante
bipolaridad mediatizada por los fenómenos globales. De hecho, es posible que tal
bipolaridad no sea más que una parte integrante del ser nacional en construcción
permanente, siempre enfrentado a muerte en un duelo donde nadie gana más que
batallas pasajeras. Tal bipolaridad genera la contaminación recíproca entre ambas
partes, pero la división permanece y renace de las mismas cenizas cuando una logra
aniquilar temporalmente a la otra.  El surgimiento de nuevas potencias económicas y
políticas latinoamericanas incidiendo en el contexto internacional propone un auténtico
desafío a los modelos de estados-nacionales actuales. Latinoamérica avanza a pesar
de sus contradicciones; Siempre atravesada por los fenómenos globales sus naciones
lograron crear identidades descentradas. Podemos decir que América Latina en el
nuevo escenario global sugiere así la imagen de un adulto joven, que ya alcanzó su
madurez, pero que no siempre logra convencer a sus cercanos de su nuevo estado y
que, por otra parte, tampoco parece muy convencido de ello. Más allá de esta imagen,
es claro que la inserción internacional de la región ha cambiado sustancialmente, y
seguirá cambiando en la misma medida como consecuencia de las grandes
mutaciones que está experimentando el sistema internacional y de la consolidación de
su estatus como segunda región emergente del mundo. que las sumen en tensiones
muchas veces.

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