Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Los avances tecnológicos de este siglo, o tal vez debería decir, de este año, nos
asombran a todos. Cada vez recibimos con mayor frecuencia noticias de inventos y
mejoras; parece que tan pronto como adquirimos una computadora y la sacamos
de la tienda, ya ha quedado obsoleta.
Bueno, a fin de cuentas es ciencia ficción con increíbles efectos especiales y vale la
pena ver la película. Lo que sí deja en claro es cómo la humanidad ha puesto en el
progreso de la ciencia y la técnica su esperanza y el resultado es que sabemos cómo
funciona casi todo, y no sabemos cómo funcionamos nosotros.
La raza humana se ha esforzado más en los últimos siglos por el desarrollo
científico que por el desarrollo humano. El resultado de este "mito del progreso"
que divulgó la Ilustración prometiendo que al final del camino del progreso estaba
la perfección del hombre, ha sido la aparición de modos de vida más humanos para
unos cuantos privilegiados y condiciones inhumanas para la mayoría.
No es de extrañarse que ante el fracaso del camino del progreso como solución a
todos los males algunos estemos volteando al pasado para rescatar lo más valioso y
retomar a partir de allí el rumbo. Ciertamente no podemos regresar en el tiempo, y
las circunstancias actuales son muy diferentes a la época anterior a la Ilustración.
De todas manera me cuestiono, ¿cómo sería una sociedad inspirada en los
principios morales? ¿Cómo sería el mundo si en estos siglos de dedicación al
desarrollo científico los hombres se hubiesen ocupado también de llevar a la
práctica estos principios en todos los ámbitos?
Para empezar tenemos que resaltar algunas diferencias importantes entre ayer y
hoy. En el ámbito político, por ejemplo, no se puede hoy en día tomar a la moral
como bandera política. La moral no se impone con el voto popular. Si un partido se
define como bastión de la moral, por cuestiones de equilibrio, se formará otro
partido que defienda todo lo que es amoral. Lo que mantendría unidos a los
miembros de uno y otro bando sería más el odio al contrario que la búsqueda del
bien común de la sociedad.
El tema da para mucha más reflexión. Lo importante es que nos demos cuenta de
que no tenemos que preguntarle a un marciano qué somos o cómo alcanzar la paz y
la felicidad. Debemos apostarle a los valores. Allí están los criterios que nos
llevarán a mejorar la vida de los hombres del tercer milenio... nuestros hijos.