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InterSedes: Revista de las Sedes Regionales

ISSN: 2215-2458
intersed@cariari.ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica

Mora Rodríguez, Luis Adrián


BARTOLOMÉ DE LAS CASAS: POLÍTICA Y LIBERACIÓN
InterSedes: Revista de las Sedes Regionales, vol. VII, núm. 12, 2006, pp. 223-236
Universidad de Costa Rica
Ciudad Universitaria Carlos Monge Alfaro, Costa Rica

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=66612867016

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Inter Sedes. Vol. VII. (12-2006) 223-236. ISSN: 1409-4746

Bartolomé de Las Casas:


política y liberación
Luis Adrián Mora Rodríguez*

Recepción: 1 de diciembre de 2006 • Aprobación: 2 de marzo de 2007

Resumen
Durante el siglo XVI, la conquista de América se
transformó en una cuestión tanto política como teo-
lógica. Bartolomé de Las Casas representa un guía
confiable para iluminar los diferentes problemas
políticos de su tiempo. Este artículo pretende reflejar
los principales aspectos del pensamiento político y
filosófico de Las Casas, así como su vigencia actual.
Palabras claves: Conquista de América, política, teo-
logía, Las Casas.

Abstract
In the Sixteen Century the conquest of America
became a major political and theological question.
Bartolomé de Las Casas represents a trustful guide
for the understanding of those political issues. This
paper reflects some of the main aspects of Las Casas
political and philosophical though, their meaning
and their sense today.
Key Words: Conquest of America, Politics, Theology,
Las Casas.

* Profesor en la Escuela de Estudios Ge-


nerales de la Universidad de Costa Rica
[caellum@gmail.com]
224 Luis Adrián Mora Rodríguez

El contexto lascasiano que se expresa tanto en las obras his-


tóricas, como en aquellas que tratan
El nombre de Bartolomé de Las Casas aspectos religiosos. Sus teorías acerca de
se asocia casi siempre con la defensa de la legitimidad de la conquista española
los indios y la denuncia de la violencia van más allá de un cuestionamiento en
española. El “trabajo de campo” de Las el ámbito del derecho. Sobrepasan de
Casas consistió en defender y resguardar igual manera la simple “relación” de
físicamente la integridad de la comunidad hechos ocurridos en América. En efecto,
indígena, en la primera parte del periodo más que concentrarse en la jurisdicción
de la conquista. A este desarrollo práctico que regía o pretendía regir las relaciones
se sumó una parte teórica que pretendía entre la Corona, la clase encomendera
vencer, gracias a argumentos fundamen- y los indios, más allá de narrar las atro-
tados, a sus adversarios. Más allá de ser cidades que manchaban el nombre de
“misionero”, con toda la amplitud que España en las Indias, Las Casas desarrolló
merece esta calificación (Mires, 1991: 60), una serie de argumentos y reflexiones éti-
Las Casas fue un verdadero defensor de cas profundamente modernas en torno
la enseñanza de los Evangelios, arma que al fenómeno histórico que vivían tanto
opuso a la fuerza bruta del conquistador. Europa como América. El propósito de
(Manh-Lot, 1964: 130). Se le conoce tam- este artículo es dar a conocer algunas
bién como historiador y como precursor de esas posiciones en detalle, buscando
de la antropología (Hanke, 1949: 25). Por mostrar el carácter único, innovador y
un lado, la Apologética Historia es una de fundamentalmente liberador que pre-
las obras más completas que existen sobre sentan (Dussel, 1992: 98), así como su
el mundo americano en el horizonte del interdependencia teórica.
mal llamado “descubrimiento”, son nume- Las Casas, como es sabido, desem-
rosas sus descripciones de las diferentes peñó un papel central en los debates
tribus indígenas, así como de la geografía de la época sobre la legitimidad y la
americana. Ensaya en este texto explica- razón política de la Conquista. (Gillen,
ciones diversas sobre la nueva humanidad 1995: 36). La expresión más documenta-
indígena. Y además saca conclusiones da de estos debates fue sin duda alguna
sobre las cuales basa su visión política. Por la Controversia de Valladolid, entre Las
otro lado, su Historia de Indias constituye Casas y Ginés de Sepúlveda. Sin embargo,
un relato excepcional, ya que el dominico resulta aveces difícil apreciar claramente
no se contenta con narrar los hechos, sino la posición propiamente política de Las
que indaga y plantea explicaciones de lo Casas. Estas líneas se concentrarán sobre
vivido. Esta obra se convierte en un ver- aquellos aspectos, tanto éticos como polí-
dadero documento de análisis histórico, ticos, que marcan una diferencia sustan-
donde la perspectiva crítica busca desen- cial con los planteamientos, que en su
trañar las causas de los hechos y establecer momento, pudieron hacer contemporá-
responsabilidades. neos del dominico español. Lo que resul-
Sin embargo, poco se han interesa- ta importante es determinar la relación
do los filósofos sobre el pensamiento de complementaridad que existe entre
político lascasiano (Capdevila, 1998: 10; las diferentes expresiones lascasianas de
Queraltó Moreno, 1976), pensamiento la realidad indiana. Estos aspectos de su

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pensamiento se pueden analizar a partir La llegada de los españoles propició


de diferentes temas íntimamente depen- la desestructuración de las relaciones
dientes. Primero, el necesario reconoci- políticas de los pueblos autóctonos. La
miento de la humanidad de los indios guerra, las cacerías de indios, la des-
y de su capacidad política. Segundo, el trucción de sus pueblos, fueron las heri-
desarrollo de una perspectiva histórica das más importantes que afligieron las
“antimoderna” (Dussel, 1992: 36), gracias pequeñas estructuras políticas autócto-
a la cual Las Casas pretende incluir a la nas de las islas caribeñas. Dentro de ese
comunidad indígena americana dentro contexto aparece la repartición de los
de una historia universal. Y tercero, la indígenas como una forma de lograr la
crítica de la violencia dentro del ámbito explotación económica de los recursos
político, violencia que para Las Casas es naturales. De esta forma debía plantear-
ante todo institucional y por su forma un se una nueva organización política que
ataque a la legitimidad. satisfaciera estos parámetros mercantiles
y que estuviera, sin embargo, en acuerdo
Humanidad y libertad con las prácticas de la época. Nace así la
primera versión de la encomienda como
La política es el ejercicio de un gobier- una oportunidad de conciliar el resguar-
no justo. Este gobierno justo se ejerce do de la mano de obra indígena, su evan-
sobre seres humanos. Para Las Casas, gelización y la explotación de los recursos
las hipótesis sobre la inhumanidad de de los nuevos territorios descubiertos.
los indios americanos resultan entonces La denuncia de este nuevo sistema
abiertamente políticas. Negar la humani- de explotación, su carácter fundamental-
dad de éstos es abrir la puerta al ejercicio mente inhumano se la debemos, por pri-
de la violencia. Todo ser humano es un mera vez al Padre Montesinos, quién en
animal político, por ende un animal 1511, en su sermón anterior a la Navidad
social y libre. formuló una profunda demanda de justi-
“(...) la libertad es un derecho inherente al hom- cia para con los indios americanos. Este
bre necesariamente y desde el principio de la natu- sermón causó tanto revuelo y polémica
raleza racional, y es por eso de derecho natural, que Las Casas lo reproduce en su Historia
como se dice en el Decreto: existe idéntica libertad de las Indias. Es el principio de un cues-
para todos.” (Las Casas, 1984: 17-19) tionamiento jurídico y humano de la pre-
sencia y la acción española en América.
Esencial es para el ser humano la vida
Las Casas focaliza la denuncia contra el
en libertad. Las Casas pretende demos-
sistema colonial por la forma en que este
trar que la conformación política de un
borra la humanidad indígena.
pueblo permite concluir no solamente
su humanidad, sino también el grado de “Ninguna otra pestilencia pudo el diablo inventar
desarrollo político en que se encuentra. para destruir todo aquel orbe, consumir y matar
Esto se medirá de acuerdo con la canti- todas aquellas gentes (...) como fue la invención
del repartimiento y las encomiendas. (...) (Las
dad de aspectos naturales que se hayan Casas, 1965: 491-492)
conservado en la forma de gobierno,
pues son estos los que pueden potenciar Estas atrocidades fueron resultado de
el desarrollo de una vida de armonía y la sed de oro, y fueron cometidas primero
felicidad. por medio de las guerras y segundo por

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medio de las reparticiones. Los indios Casas invierte la polémica de saber si los
fueron repartidos “de cien en cien “y de indios son o no seres humanos, dotados
“cincuenta en cincuenta” después de que de razón. La cuestión aquí es el olvido de
fueron asesinados sus “señores naturales humanidad que se expresa en las accio-
“y otros “personajes importantes”, deján- nes de los españoles. Los más básicos
dolos así huérfanos de autoridad. Para preceptos cristianos son aniquilados por
Las Casas, el problema de fondo sobre el la ferocidad de los conquistadores y de
cual se erige esta destrucción es la preten- los colonos que explotan y asesinan a los
dida inhumanidad de los indios, así como indios por medio del trabajo.
su infidelidad. En el terreno práctico, el método
Detengámonos un momento en la lascasiano consiste en oponer a los con-
noción de “infidelidad”’. Los pueblos ceptos de dignidad y justicia la acción
infieles eran aquellos que no reconocían documentada de sus contemporáneos
la cristiandad y creían en otros dioses. La en América. En lo referente a la teo-
posición política de los conquistadores y ría, sin embargo, el dominico tiene que
de sus aliados en España era que el some- hacer prueba de erudición y argumentos
timiento de los indios era simplemente sólidos. Así, para probar que los indios
el resultado de su “no-cristiandad”. Para americanos no corresponden a los “sier-
poder enseñarles el evangelio, era indis- vos por naturaleza” de los cuales habla
pensable utilizar métodos como la enco- Aristóteles, Las Casas desarrolla una inter-
mienda. Sin embargo, para Las Casas pretación minuciosa del texto clásico de la
resulta claro que este sistema, por su Política. Cuando el filósofo estagirita habla
forma misma no permite la evangeliza- de “esclavos por naturaleza” se refiere a
ción de los indios y no es más que una aquellos hombres que carecen de señorío
artimaña política que desliga la autoridad natural, ya que entre ellos mismos no se
real del ejercicio legítimo de la fuerza. Es encuentra a ninguno lo suficientemente
un sistema esclavista que destruye la liber- prudente y sabio para ejercer éste. No
tad natural de los indígenas. poseen entonces leyes y por ende no tie-
nen autoridad que les castigue y obligue.
“(...) la esclavitud de suyo no tiene origen en
De lo cual se concluye, según Las Casas,
causas naturales, sino accidentales.” (Las Casas,
1984, 19) que su situación se asemeja más a la de los
animales que a la de los hombres. Estos
La libertad es esencial al ser humano. ‘esclavos por naturaleza’ tienen cuerpos
Por lo tanto, la organización política que robustos, poco finos y desagradables a la
se está desarrollando en América, bajo vista. Representan entonces el grado máxi-
la forma esclavista, es una aberración. Se mo de la “barbarie”.
violentan de esa forma todos los precep- Sin embargo, este término de “bár-
tos de un gobierno justo, en el ámbito baro” posee diferentes significados, los
político, y por si fuera poco, se comete cuales se deben analizar para saber cual
pecado contra la religión cristiana. de ellos corresponde al caso americano.
La característica humana reside tanto Es de notar aquí que Las Casas, al inte-
en la organización política de un conjun- resarse por el concepto de “barbarie”, va
to, como en la correlación de la acción relativizando su uso y su validez política.
y la justicia. Con esta afirmación, Las Así por ejemplo:

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“Algunos bárbaros, justamente y por naturaleza tratando de ubicarla en el avance de la


tienen reinos y dignidades reales, jurisdicciones historia universal. Este análisis se fun-
y leyes buenas y su régimen político es legitimo”
(Las Casas, 1975: 134)
damenta en gran medida en la religión
católica así como en la “misión” enco-
Tal es el caso de los indios america- mendada por el Papa a los Reyes. Las
nos. Estos “bárbaros” no corresponden a Casas establece una comprensión de la
los esclavos por naturaleza, ya que tienen historia donde el elemento indígena se
una organización política con represen- encuentra íntimamente ligado al espa-
tantes del poder, y con respeto por la ñol. La llegada a América no forma parte,
autoridad. Esto significa que los españo- sin embargo, de una predestinación, ni
les no pueden someterlos legítimamen- corresponde al “final de los tiempos”.
te. Existen entonces, en lo político, dos (Saint Lu, 1968: 17) Las Casas no ve en
jurisdicciones distintas que se enfrentan este acontecimiento histórico la reden-
y para Las Casas, ninguna es a priori, ción de un espíritu europeo corroído
superior a la otra. Se tienen que respetar por la Reforma. Por el contrario, la rela-
los lazos políticos de los indios entre ellos ción de hechos que hace, junto con la
y con sus autoridades. Los españoles han reflexión que desarrolla, nos presenta
quebrantado esos lazos por medio de la a hombres católicos que se comportan
guerra. Como se ha visto, la pretendida como las peores bestias jamás vistas (Las
superioridad europea no es más que una Casas, 1986: tomo II, 55). Es además nece-
falacia, un artificio ideológico para jus- sario, en el enfoque lascasiano, mantener
tificar la matanza y esclavización de los el lazo tanto histórico como político con
indios. Las Casas es claro en este sentido, España. El análisis histórico no se puede
incluso los españoles pudieron ser consi- vislumbrar tampoco como una repetición
derados como “bárbaros”: de acontecimientos. La realidad históri-
“(...) no hubo generación o gente de las pasadas
ca no puede ser comprendida como un
ni antes del diluvio (...) que a sus principios no eterno enfrentamiento entre actores que
tuviese muchas faltas ferinas e irracionales (...) que cumplen papeles diversos. En esta pers-
hoy son bien políticas y cristianas que, antes de pectiva son condenados a perecer aque-
que la fe se les predicase, sin casas y sin ciudades llos que pierden en la lucha (Sepúlveda,
y como animales brutos vivían” (Las Casas, 1986,
1979: 81) El avance español en las Indias,
tomo I,13)
la penetración del continente, el some-
De esta forma se vuelve indispensable timiento de los indios, no forman parte
una comprensión profunda de la reali- de una reiteración histórica, ni tampoco
dad histórica de los pueblos. Toda comu- de un desarrollo necesario del Espíritu
nidad se caracteriza por una historia que como podría ser la interpretación hege-
la define. Este es el punto de partida de liana. Podríamos incluso entrever en esta
la reflexión lascasiana sobre los aconteci- visión de la historia, las posteriores críti-
mientos de su siglo. cas que formulará en su momento Walter
Benjamin en sus Tesis sobre filosofía de la
Historia y dominación historia, donde afirma que “no hay docu-
mento de la cultura que no sea a la vez
En múltiples ocasiones, el dominico documento de la barbarie” (citado por
analiza la obra de la Corona en América Habermas, 1989: 88).

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Para Las Casas, el “descubrimiento” El eurocentrismo tanto cultural como


y la presencia española en el continente político (dos movimientos que van jun-
tienen otro significado. En este hecho, el tos) es una forma más de la dominación.
dominico ve un acto casi divino, consa- Este argumento busca legitimar el proyec-
grado formalmente por la legitimación to expansionista de la Corona, proyecto
papal. Pero, como acontecimiento histó- centrado en la acumulación de riquezas
rico, Las Casas lo analiza como “encuen- y en la sobreexplotación de la mano de
tro” y “reconocimiento”. Los españoles obra indígena (Mires, 1986: 86). Existe
no llegaron a América dotados de una entonces de parte de Las Casas un posi-
misión civilizadora o cultural. Si bien cionamiento externo con respecto a la
es cierto que la expansión religiosa es ideología metropolitana. Es sin duda él,
uno de los motores de esta presencia, el primero en dar una voz a aquellos que
rápidamente Las Casas comprende que hasta ese momento carecían tanto de voz,
este postulado está siendo manipulado. como de identidad. Las Casas se sitúa en
La religión católica forma parte de un la “periferia” para criticar el proyecto de
entramado ideológico donde se mezclan dominación y explotación del “centro”
una cierta idea de la cultura así como una (Dussel, 1992: 38). El centro de poder, de
concepción particular de lo “civilizado”. civilización y de desarrollo aparece para
En pocas palabras una visión de mundo. Las Casas como una amenaza hacia la
Contra esta ideología dominante se periferia. Esta amenaza se expresa tanto
rebeló Las Casas. Su condición de hom- en las ideas de “civilización” y “barbarie”,
bre de religión le impedía criticar la como en la figura de sus contemporáneos
totalidad de la estructura en la que se españoles desembarcados en América.
veía envuelto. Sin embargo, es esa misma Es sin duda un aspecto vigente del pen-
condición la que le hace renunciar a su samiento lascasiano esta crítica a la pre-
encomienda, en nombre de una lectura tendida modernización y civilización del
minuciosa del texto evangélico. Y acto continente y sus habitantes. Las Casas
seguido, puede comprometerse abierta- reconoce claramente la fuerza opresora
mente con la causa indiana. Desarrolla envuelta en un velo de “progreso”. Ante
de esta forma la crítica de ciertas nocio- sus ojos aparece aún con más profundi-
nes problemáticas que se usaron para dad la contradicción entre el discurso de
someter a los indios. Así por ejemplo, los que proclaman la modernidad y el
Las Casas analiza el argumento de una movimiento irresistible hacia adelante, y
“cultura superior”, cultura que se exten- cuyas acciones siembran muerte, destruc-
dería desde un centro hacia una peri- ción y aniquilación del otro.
feria, siguiendo la evolución histórica La conquista de América representa
(Colectivo, 1974: 76) El proceso histórico en la historia de las ideas el inicio de
no coincide con esta perspectiva. La la modernidad. Europa se convierte en
noción de “perfección” aplicada al estado centro mundial, comienza su expansión
cultural de una población es una noción ultramarina, imponiendo su cultura, su
sumamente relativa. religión, un sistema económico particu-
“no existen motivos para que un pueblo bajo lar. Ante esta realidad, Las Casas aparece
pretexto de cultura trate de dominar a otro o de como una figura singular. Su oposición a
destruir reinos ajenos” (Las Casas, 1975: 138) esta evolución de las cosas no puede ser

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total, ya que los mecanismos que la crean explotado se asemeja, en una dimensión
y alimentan son desconocidos para él. Lo ética, a Jesús en la cruz. (Las Casas, 1986:
que resulta sumamente interesante es sin tomo III, 346)
embargo la posición ética que asume. La De esta forma, la historia que piensa
defensa del indio se basa ante todo en Las Casas es una historia donde se inscribe
la consideración de su humanidad. Pero el proceso de emancipación de los indios.
esta humanidad no se reconoce sola- En efecto, hay un esfuerzo por integrar a
mente como una condición de su trans- éstos en la historia universalmente cono-
formación en “cristiano”. Se reconoce cida de los europeos, pero respetando su
también desde la perspectiva del “Otro”. evolución propia en el Nuevo Mundo.
Es decir, Las Casas trata de ubicarse fuera Se puede afirmar que Las Casas tiene
de la modernidad representada, en este conciencia de estar frente a una nueva
caso, por la hispanidad. Trata de asumir humanidad que debe ser integrada (en
la mirada del indio frente a la realidad el sentido de cristianizada), pero a la
de lo que éste está experimentando. Por cual se le debe reconocer una historia
primera vez, un español considera la única y particular. Sin embargo, debemos
dimensión histórica de lo que pueden subrayar, que esta integración tiene que
estar viviendo los indios ante la llegada de ser voluntaria. Los indios deben aceptar
los conquistadores. su entrada en el mundo cristiano. Si esto
no se diera se les debe dejar libres. En
“Y así, estas gentes de estas Indias, como nosotros ningún caso la guerra puede ser un arma
las estimamos por bárbaras, ellas, también, por no
evangelizadora.
entendernos, nos tenían por bárbaros” (Las Casas,
1975: 135) “Ahora bien, nadie debe ser forzado a abrazar la
fe; nadie debe ser castigado porque esté cargado
La barbarie es simplemente una idea de vicios si no es sedicioso o injurioso contra las
que se postula y entiende a partir de la personas y las cosas (…).” (Las Casas, 1975: 150)
definición misma de civilización. Las Casas
comprende el peligro político que vehicu- En este proceso descrito, la toma de
lan estas nociones. Hace referencia incluso conciencia se realiza a partir de la con-
a la civilización árabe que algunos contem- versión del dominico. Esta conversión
poráneos suyos consideraban mucho más tiene un profundo transfondo religioso.
avanzada que la hispánica, esto con el fin Sucede al preparar el sermón dominical,
de mostrar como ese tipo de ideas se pue- durante la lectura del Eclesiástico; en ese
den volver contra los propios españoles momento Las Casas lee, entre otros, los
(Las Casas, 1965: 568). Se puede afirmar siguientes versículos:
entonces que su denuncia se basa en una “Quien quita el pan ganado con el sudor es como
comprensión ética del encuentro. La situa- el que mata a su prójimo”
ción americana debe desarrollarse sobre la
“Quien derrama sangre humana y quien defrauda
base de un respeto mutuo y a partir de los al jornalero, hermanos son”
postulados católicos de “amor al prójimo”.
En la figura del indio, Las Casas ve refleja- Así, después de haber vivido durante
da la humanidad en su totalidad, al punto cerca de doce años como encomende-
que afirma, al partir de América, haber ro en Cuba, el dominico decide trans-
dejado allí a Cristo. El indio sufriente y formar radicalmente su vida, tomando

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conciencia de la situación de explota- Las Casas: política y liberación


ción en la que se encuentran los indios.
Entonces, para Las Casas, su propia vida El poder político sobre las Indias
representa la posibilidad histórica de Occidentales puede ser aceptado como
una liberación india (Cantú, 1987: 9). Su legítimo a partir de la donación papal
persona es la prueba de que una emanci- (Las Casas, 1984: 168-170). Alejandro VI
pación puede ser vivida desde el interior concede a los Reyes Católicos la sober-
de un reconocimiento mutuo y con la anía sobre el Nuevo Mundo en 1493 por
legitimidad de la ley. Aceptando el princi- medio de la Bula “Inter Coetera”. Pero
pio que la historia indiana se inscribe, no esta donación crea obligaciones nece-
en una repetición de la dominación, sino sarias para con la población que entra en
en el reconocimiento de la igualdad y la la jurisdicción de la Corona. La primera
necesaria integración de los dos pueblos, de esas obligaciones es el reconocimiento
Las Casas establece la posibilidad de una de la libertad. Como lo vimos, el ser
relación política con los indios. Trata de humano es un ser libre por naturaleza.
resolver la cuestión de una entrada en la Esta libertad no se debe perder, no debe
« comunidad de comunicación » (Dussel, disminuir en su expresión bajo ninguna
1992: 78). circunstancia ya que es un derecho natu-
Sin embargo esta integración no sería ral y un derecho de gentes.
posible sin un requisito político. La com-
“La potestad y la jurisdicción de los reyes se aplica
prensión lascasiana de la política como exclusivamente a promover los intereses colectivos
ejercicio del poder ubica a la persona del pueblo, sin poner estorbos ni perjudicar su
humana en su centro. En este caso preci- libertad.” (Las Casas, 1984: 37)
so, se trata de integrar en el pensamiento
político el lugar del indio, se trata de A partir de este postulado, el ejercicio
hacer de éste un interlocutor político. del poder debe enfocarse, ciertamente
Siglos más tarde, el mismo José Martí a la obediencia, pero a una obediencia
subrayará esta verdad necesaria. que no sea sometimiento. Aquí surge una
de las críticas más agudas que Las Casas
“Con los oprimidos había que hacer causa común formula contra la situación de los indios
(...)”
americanos. En efecto, la jurisdicción de
y también: los Reyes Católicos sobre las Indias está
despreciando el principio de justicia. La
“El genio hubiera estado (...) en desestancar al
indio (...)” (José Martí)
ley real no se aplica en las Indias, lo cual
crea un régimen donde la fuerza acaba
Ante esta necesidad, teniendo en con la libertad, es decir con la esencia
cuenta además la viabilidad del proyecto misma del ser humano. Las leyes de
español, se debe reconsiderar la presencia Burgos (1512), por ejemplo, que afirman
hispánica en América en su totalidad. Las la naturaleza humana de los indios y su
Casas debe entonces reflexionar sobre los respectiva libertad son diariamente vio-
mecanismos y estructuras que condenan ladas por el trato físico que estos sufren.
al indio a la alienación. Es por eso que la crítica no se dirige

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precisamente a la Monarquía. Sería un Cabe destacar que el trabajo de denuncia


gran error considerar al dominico como llevado a cabo por Las Casas resultó inspi-
un enemigo de la Corona. Su defensa rador para esta legislación.
del indio se caracterizó por una posición El enfoque lascasiano acerca de la
de respeto hacia la autoridad real, la encomienda antillana tiene la virtud de
cual, según Las Casas ignoraba en gran reconocer en esta institución todo un
parte lo que sucedía en América. Pero sistema. En efecto, ella se manifiesta
el dominico aborda el problema político tanto como una forma de esclavitud que
desde una perspectiva nueva, precisa- viola la libertad natural de los indios, que
mente una perspectiva institucional. como un instrumento económico basado
Como se dijo anteriormente, al insta- en la explotación indiscriminada de la
larse en las Antillas, Bartolomé de Las mano de obra indígena. A esto se suma
Casas posee una encomienda que decide una consecuencia política. Se trata de la
abandonar después de su “conversión”. emergencia de una casta que pretende
Varios autores se han interesado de cerca jugar cada vez más un papel político rele-
a este acontecimiento. (Manh-Lot, 1960: vante dentro del mundo indiano. Lo cual
15; Gillen, 1995: 45) Después de esta amenaza claramente la potestad real.
“revelación”, el dominico libera a sus La encomienda es primero criticada
indios y consagra su vida a la defensa como institución de esclavitud, ligada
de la causa indígena. Las Casas desar- a la explotación económica. Las Casas
rolla a partir de ese punto un análisis de muestra que el objetivo de los españoles
la encomienda que resulta sumamente por intermedio de esta tutela es explotar
nuevo y completo. la mano de obra india con fines de lucro.
Es necesario aquí aclarar el contexto En efecto:
en el que escribe Las Casas. Su cono- “no había otro fin a que la intención y cuidados
cimiento de la encomienda está basa- se enderezasen, sino a sacar oro; de la perdición y
do en las primeras experiencias de esta de cómo se consumían los indios (...)” (Las Casas,
forma de administración de los indios. 1986, tomo II, 149) [los españoles no se preocu-
paban]”
Se trata precisamente de la época antil-
lana, cuando las reparticiones se dieron La encomienda representa el enri-
de manera desordenada y poco contro- quecimiento por encima de la dignidad
lada por la Corona. Más adelante, sin humana. La acumulación originaria del
embargo, el fenómeno de la encomienda capitalismo incipiente en el resto de
será precisamente delimitado, resultando Europa (Mires, 1986: 15) dependía en
así un sistema de explotación que “impli- gran medida de la riqueza generada por
caba una transacción entre los intereses este sistema en América. La totalidad de
de la Corona, la Iglesia y los conquista- este proceso no era visible para Las Casas,
dores.” (Ciro Cardoso y Héctor Pérez, sin embargo, sus análisis muestran ante
1987:170-171). Estas transformaciones se todo una crítica del enriquecimiento
dan a partir de los cambios jurídicos esta- exagerado de los encomenderos. La fie-
blecidos en las Leyes Nuevas (1542) y las bre del oro condena la vida de aquellos
disposiciones relativas al repartimiento que ni siquiera comparten sus frutos.
(1548). Esto con el fin de mantener y La explotación de los seres humanos,
reproducir la fuerza laboral de los indios. inmolados al dios oro, es una violación

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elemental de la ética cristiana. Sin embar- a las decisiones del gobernador de la


go, la crítica lascasiana va dirigida hacia isla de la Española, ya que éste es el que
los españoles que viven en América, hacia posee la potestad de repartir a los indios.
su codicia, y no hacia los Reyes Católicos. El sometimiento, la obediencia política
Según su criterio los Reyes sufren el enga- están únicamente fundamentados en el
ño de los encomenderos. En este punto interés por los bienes “materiales” (que
Las Casas dista de comprender el sistema en este caso son precisamente humanos),
global que representaba la encomienda. así como en el miedo de perder los que
En efecto, si la encomienda se perpetúa ya se poseen.
es también por sus efectos materiales. De esta forma, las críticas lascasianas
Los indios pueden ser sometidos a toda toman en cuenta el debilitamiento de los
clase de trabajo y su liberación resulta un poderes reales en Indias. Si Las Casas es
verdadero problema económico para la un adversario de los encomenderos es
Corona (Capdevila,1998: 67). porque sabe que estos desvían el poder de
Las Casas enfoca sus críticas en la la Corona. Quieren remplazar esta autori-
codicia de los españoles que se embarcan dad real en el Nuevo Mundo. Teniendo a
hacia América. En efecto, desear ante los indios bajo tutela, los encomenderos
todo el enriquecimiento material es ir en se vuelven de hecho “señores” de estos.
contra de la doctrina cristiana de la Iglesia Los españoles que eran antes simples
que exige humildad y renuncia, pero este campesinos y obreros castellanos, se tras-
enriquecimiento es incluso más dañino, forman en crueles tiranos de los indios,
puesto que significa en el contexto de la sometiendo a los más nobles de estos al
encomienda antillana, la desaparición de estado de esclavos personales (Tomo II:
los indios. Las Casas identifica el círculo 17) El discurso lascasiano expresa una
vicioso de explotación económica rela- profunda preocupación política. El ejer-
cionado con la encomienda. El equilibrio cicio mediatizado del poder en América
político se funda en la distribución de la rompe el orden político natural. Los
riqueza entre españoles. El principio de encomenderos deberían ser únicamente
la conquista es un verdadero ejemplo de depositarios de una responsabilidad otor-
ello. Uno de los acompañantes de Colón, gada por los Reyes, deberían cumplir con
conocido como Roldán, se rebela ante los procesos de evangelización que les
el almirante, exigiendo que éste reparta fueron ordenados. Sin embargo, el resul-
los indios que son la única riqueza que tado es otro. Las Casas asiste al auge y a la
encuentran por el momento los espa- consolidación de una especie de “poder
ñoles. Ante la amenaza, Colón accede y paralelo”. El poder de los encomenderos
debe tolerar la repartición de los indíge- se sustituye al del Rey, imponiendo una
nas con el fin de mantener el equilibrio hegemonía que es ilegítima. Esta figura
de fuerzas (Las Casas, 1986: tomo I: 870 política corresponde a la tiranía. Las
) Más tarde, este esquema se profundiza. Casas denuncia este ejercicio privado del
Las encomiendas como medio privile- poder (Capdevila, 1998: 86), el cual se
giado de enriquecimiento son un arma caracteriza por la figura del encomende-
política efectiva. Como lo documenta ro como personificación de la opresión.
Las Casas (895), los colonos se someten El ejercicio del poder soberano debe

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Bartolomé de Las Casas: política y liberación 233

ser anónimo. Es decir debe únicamente menos no durante gran parte de su vida.
estar representado por la obediencia a Poblar el continente y producir riqueza
la ley. La figura de la encomienda, tal no son cosas negativas per se. Las Casas
como se practicó en la esfera antillana desarrolla incluso proyectos coloniales y
durante el primer periodo de conquista, de explotación de la tierra, con el trabajo
crea un marco donde el poder se expresa de españoles e indios, buscando desarro-
de forma directa, es decir, se pierde la llar una nueva comunidad que conviva en
representatividad de las instituciones. Al paz. Es, por el contrario, la organización
concretizarse el poder en la persona del política que se implementa a través de la
encomendero, éste se presenta como un institución de la encomienda lo que le
tirano que ejerce la dominación sin justi- parece nefasto. El encuentro de dos mun-
ficación y por ende sin legitimidad. dos es algo positivo. Es un hecho divino.
El poder que adquieren los españoles Este “descubrimiento” podría beneficiar
es proporcional a su capacidad de conci- tanto a los españoles como a los indios. A
liarse las autoridades reales; los favores los primeros con riqueza y tierra para pro-
diversos que estas últimas dan están rela- ducir y a los últimos con el conocimiento
cionados con el número de indios que se de la palabra de Dios. En efecto si
reparten. Se forma entonces una relación
enferma de clientelismo político. Los “aquellas gentes desde su descubrimiento fueran
argumentos contra la capacidad política tratadas con amor y justicia según lo dicta la razón
natural y prosiguiera siempre adelante [con ellos]
de los indios para autogobernarse van en la vía del comercio y contratación pacífica y mode-
este sentido. La gran mayoría de colonos rada, y mucho más si fuera cristiana, (los españo-
no llega a América de forma voluntaria, les) habrían recibido de ellos todo lo que de oro y
sobre todo en los primeros años de las riquezas tenían” (Tomo II: 356)
expediciones. Su principal preocupación
es volver rápidamente a Europa con una Pero el encuentro no se logró de esa
fortuna consistente. Lo que los movía, forma. Desde el principio las relaciones
dice Las Casas, era la extracción del oro entre españoles e indios fueron violen-
de las minas, así como forzar a los indios tas. La encomienda es por sí misma una
a efectuar toda clase de trabajos, lo cual, expresión jurídica de esta violencia. La
de forma lógica representaba el final crítica lascasiana va a integrar en su desa-
de sus vidas (Tomo II: 206). El sistema rrollo el estatuto de los indios dentro de
funciona con la sobre explotación de la la Corona. A partir de allí, la denuncia de
mano de obra indígena, sin ninguna pre- la encomienda entra en un marco más
ocupación humana, sin que exista tampo- grande de comprensión de la realidad
co, la preocupación de hacer producir la española y de reflexión sobre el sistema
tierra, ni mucho menos la inquietud por político que debe formarse en América.
considerar a los indios verdaderos vasa- El dominico va a tratar de dar una solu-
llos del Rey o reconocer las autoridades ción a la explotación del indio. Tratará
autóctonas (caciques). de unir dos cabos que parecen a primera
Es importante considerar que Las vista contradictorios. Por un lado, la liber-
Casas no se opone de ninguna manera a tad innegable de los indios (con el reco-
la presencia española en América. Por lo nocimiento de cierta soberanía política)

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234 Luis Adrián Mora Rodríguez

y a la vez, el imperio legítimo de los reyes (en este caso específico “comunidad cris-
de Castilla y León sobre tierras america- tiana”) a los indios de América.
nas. Para eso tendrá que enfrentarse a los Su programa de propaganda se desa-
mitos que circulan sobre la humanidad y rrolló tanto en el Consejo Superior de
las características del indio, pero también Indias, como en las selvas de México y
a los poderosos intereses que ha sabido Centroamérica. La necesidad de relatar
denunciar. los hechos con base a su conocimiento
El análisis de la encomienda, así del terreno, de denunciar los atropellos
como de los mecanismos que perpetúan cometidos en contra de la población,
la dominación de los indios y su explota- elevándolos hacia las más altas autorida-
ción, permite reconocer en las Casas a un des y esferas de poder, dice mucho de
verdadero pensador político. Sabiendo su conocimiento del mundo político y
describir los procesos de dominación, de la toma de decisiones. Las Casas era
Las Casas podrá enseguida elaborar una conciente de oponerse a un sistema que
“practica política” que fundará sobre el generaba jugosas ganancias a los podero-
conocimiento de las costumbres indíge- sos encomenderos. Confiaba sin embargo
nas y sobre la siempre exigente doctrina en la buena voluntad de las autoridades
de la Iglesia para traer a los indios hacia reales para hacer cumplir las leyes y para
Cristo (Manh-Lot, 1964: 53). realizar la misión evangélica en América.
Esto se inspiraba sin duda en sus concep-
Conclusiones
ciones de un gobierno fundamentalmen-
La inteligencia política de Las Casas te justo.
reside en la comprensión que desarrolló Hacia el final de su vida, ante el
de un sistema de explotación, basado en espectáculo de una tierra desolada por la
el aniquilamiento de la mano de obra avaricia y la esclavitud de los indios, Las
indígena, cuyo resultado material reposa- Casas comenzó a justificar el retiro de
ba sobre la concentración de riquezas. La los españoles del continente, elaborando
denuncia de la institución encomendera una teoría sobre la devolución de tierras
no habría sido posible, sin embargo, sin a los indios y la restitución de poderes a
un profundo conocimiento de la realidad los reyes originarios. Sin embargo, con-
indígena. El estudio de la historia ante- ciente del carácter revolucionario de su
rior a la llegada de los españoles, los usos pensamiento, nunca buscó publicar tales
y costumbres de los pueblos originarios, textos. Incluso aquellos que narraban los
le permiten reconocer los avances políti- primeros años de la conquista no apare-
cos que presenta esta nueva humanidad. cerían sino hasta siglos después, como la
El debate en torno a los derechos indíge- Historia de Indias que vió la luz a finales del
nas tiene como centro el reconocimiento siglo XIX. Sin embargo, textos más cortos
previo de su calidad de humanos. Las y polémicos como la Breve Historia de la
Casas abre así un verdadero portillo para destrucción de Indias serían utilizados por
incluir dentro de la comunidad universal la casta criolla americana, descendientes

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Bartolomé de Las Casas: política y liberación 235

de los encomenderos, para justificar la Dussel Enrique, 1992, 1492 : l’occultation de l’autre :
rebelión contra la Monarquía. «  Critique du mythe de la Modernité  » Paris,
Editions Ouvrières.
Estas inquietudes tienen aún, hoy
en día, una vigencia profunda. Lo que Gillen Charles, 1995, Bartolomé de Las Casas: une
está en juego dentro del pensamiento biographie, Paris, Editorial Cerf
lascasiano es la confrontación entre la
“modernidad” europea y la periferia glo- Las Casas Bartolomé , 1975, Apología de Juan Ginés
de Sépulveda contra Fray Bartolomé de las Casas
bal. Las Casas es el primero en reconocer
y de Fray Bartolomé de las Casas contra Juan
al “otro” en su alteridad más absoluta. El Ginés de Sépulveda, traducción, introducción
encuentro tiene para él una dimensión y notas, Angel Losada, Madrid, Editorial
ética, basada en la doctrina cristiana, Nacional
pero que sin embargo la trasciende. El
Apologética Historia Sumaria, 1968,
indio es aquél por medio del cual mi vida
Edición E. O’Gorman, México, Instituto
como cristiano cobra sentido. Es además de Investigaciones Históricas Universidad
la figura maltratada, humillada y martiri- Nacional Autónoma de México
zada de Cristo. El respeto que se le debe
en su vida y en su libertad se fundamenta De imperatoria sui regia potestate, 1984,
en la necesidad de aceptarlo como tal y Edición crítica bilingüe, Madrid, Luciano
Pereña, JM Pérez Prendes
comprender su especificidad. El tono con
el que Las Casas denuncia la pretendida Del único modo de traer a todos lo
guerra entre la civilización y la barbarie, pueblos a la verdadera religión, 1968, Mexico
la fuerza de su discurso al desnudar los Edición FCE
falsos argumentos de la razón conquista-
Historia de las Indias, 1986, Caracas,
dora, hacen que su legado sea casi con- Biblioteca Ayacucho
temporáneo al nuestro. En estos tiempos
de nuevas oposiciones maniqueas, de Tratados, 1965, México, Edición
luchas entre el “bien” y el “mal”, de rece- Biblioteca Americana, tres tomos
tas “modernizadoras” y globalizantes, las
Habermas, Jürgen, 1989, Identidades nacionales y
reflexiones políticas y éticas de Las Casas postnacionales, Madrid, Editorial Tecnos.
son una alerta para todo aquél que con-
sidera necesario poner a la humanidad Hanke Lewis, 1949, Bartolomé de Las Casas : Pensador
como principio básico e inalienable. político, Historiador, Antropólogo, La Habana,
Ediciones Biblioteca Pública, Sociedad
Bibliografía Económica de Amigos del País

Libros Manh-Lot Marianne, 1960, Bartolomé de Las Casas :


Une théologie pour le Nouveau Monde, Paris,
Cardoso, Ciro y Pérez Brignoli, Héctor, 1984, éd. Desclee de Brouwer
Historia económica de América Latina, tomo I,
Barcelona 1964, Bartolomé de Las Casas  :
l’Evangile et la force, Paris, Editorial Cerf
Capdevila Nestor, 1998, Bartolomé de Las Casas, Une
politique de l’humanité : l’homme et l’empire de la Mires Fernando, 1986, En nombre de la cruz, San
foi, Paris, Editorial Cerf José, Costa Rica, DEI

Colectivo, 1974, Estudios sobre Bartolomé de Las Casas, , 1991, La colonización de las almas,
Sevilla, editorial Universidad de Sevilla San José, Costa Rica, DEI

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236 Luis Adrián Mora Rodríguez

Queraltó Moreno Ramón, 1976, El pensamiento Artículos


filosófico político de Bartolomé de Las Casas,
Sevilla, Escuela de Estudios Hispanos
Cantù Francesca, 1987 «  La dialectique de Las
Saint-Lu André, 1968, La Vera Paz. Esprit évangéliste Casas et l’Histoire » in Las Casas et Vitoria,
et colonisation, Paris, Centre de recherches Le supplément, revue d’éthique et théologie mora-
hispaniques. le, (mars)

Sepúlveda Ginés de, 1979, Tratado sobre las justas Martí, José, Nuestra América, edición digital tomada
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Cultura Económica, México. jmarti/nuestra_america.asp.

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